El
libre albedrío y la inmortalidad.
Berlín 20 de abril de 1918
De
todos los problemas relacionados con la vida del alma y a los cuales
cada ser humano debe enfrentarse constantemente, los relacionados con
el libre albedrío y la inmortalidad, figuran entre los más
importantes. La conferencia de hoy la he planificado para que estas
dos cuestiones puedan discutirse conjuntamente. No he unido estos dos
problemas fundamentales de la vida del alma humana de manera
arbitraria, sino que espero poder mostrar cuán íntimamente unidos
están y lo difícil que resulta hacer un estudio exhaustivo del uno
sin el otro.
Cualquiera
que se enfrente con estos dos problemas y tenga alguna idea de cómo
nos preocupan en la historia humana y espiritual, se dará cuenta
inmediatamente de dos hechos. Además de abordar estos problemas a
través de la fe, sobre la cual no pretendo hacer aquí ningún
comentario ni positivo ni negativo, las personas han tratado de
enfrentarse a ellos simplemente basándose en la forma de pensar,
científica y filosófica. Basándose enteramente en esos aspectos,
se han hecho intentos por obtener el conocimiento más astuto,
penetrante y profundo sobre ambos problemas. Cualquiera que los
aborde no puede dejar de notar cómo han disputado y actuado de
maneras bastante contradictorias, por parte de científicos
individuales, cuando se trata del libre albedrío y de la
inmortalidad.
Debe
haber alguna razón por la cual a la humanidad le resulta tan difícil
llegar a ninguna parte, en cuestiones que tocan tan de cerca los
empeños del alma humana y que surgen de sus necesidades más
profundas. El alma humana se dice incesantemente que dentro del ser
humano hay algo oculto que continúa existiendo más allá del
nacimiento y de la muerte, y que debería poderse investigar
científicamente. También se dice a sí misma que debe haber algo
que sirve de detonante para la acción humana, algo que llamamos
libre decisión, que no está a merced de una necesidad natural como
lo está una piedra cuando cae. Pero cuando el alma intenta
investigar las cosas que son tan importantes para ella, sobre la base
de su pensar, puede proponérselo con la mayor esperanza de lograr
algo, pero pronto otras consideraciones muestran que es posible decir
lo mismo tanto en contra como a favor.
El
enfoque que durante muchos años he representado en estas
conferencias, busca aclarar estas cuestiones desde su propio punto de
vista y cree reconocer no solo el camino que debe seguirse para
llegar a un concepto humanamente satisfactorio de ambos problemas,
sino que cree reconocer también por qué hay tanta naturaleza
contradictoria e insatisfactoria en otros enfoques de los
problemas. Como es habitual en estas conferencias impartidas
desde el punto de vista de la ciencia espiritual, al tratar con tales
problemas, estoy obligado a emprender un curso bastante diferente del
que emprende la ciencia ordinaria. La ciencia estudia los hechos, se
pronuncia sobre sus hallazgos y luego llega a sus conclusiones
basándose en dichos hallazgos. El científico espiritual normalmente
tiene que proceder de manera diferente, especialmente cuando se trata
de temas como los de hoy.
El
científico espiritual primero debe proporcionar una idea de cómo
llega a sus resultados. Tiene que describir constantemente el camino
por el cual se le revela la fuente de sus hallazgos. Naturalmente, se
trata de cosas que no pueden alcanzarse mediante los sentidos
ordinarios, y que se escapan de los procesos habituales de
conocimiento. Por lo tanto, tiene que dar una idea del camino por el
cual llega a un punto donde sus hallazgos aparecen expuestos ante el
ojo espiritual.
Cuestiones
como las que tenemos hoy ante nosotros son de particular interés
para el ser humano mismo, porque son predominantemente cuestiones de
auto conocimiento humano.
Es
enteramente posible decir, (como ya lo he hecho muchas veces aquí),
que la ciencia espiritual es por demás, una admiradora del magnífico
y tremendo progreso del que la humanidad disfruta gracias al trabajo
científico de los últimos tiempos. Pero precisamente porque sabe
cómo valorar los hallazgos de las ciencias naturales, (en la medida
en que pueden valorarse), sabe también hasta dónde pueden llegar
estos métodos científicos y dónde no pueden obtener información.
Tenemos
que admitir que para las cuestiones que estamos considerando hoy,
cuestiones que conciernen sobre todo al auto conocimiento humano, el
trabajo magnífico y admirable del pensar científico y
particularmente su método de pensar son más un obstáculo que una
ayuda. Por lo tanto, a modo de introducción, déjenme darles un
ejemplo.
Los
científicos serios y bien intencionados han dirigido constantemente
su forma particular de pensar a lo que sucede dentro del propio ser
humano, a lo que surge en su vida anímica. Pondremos un ejemplo para
mostrar cómo el científico está obligado a desviarse del camino
que le llevaría a la solución, no porque cometa ningún error, sino
por el método que emplea. Un buen científico, Waldstein, ha
publicado entre sus trabajos, (que en parte son muy buenos y que
tratan sobre el área fronteriza que comprenden el sistema nervioso y
el alma), una disertación sobre el ego inconsciente. Menciona todo
tipo de cosas que suceden en el alma humana, y que son importantes
para el alma pero de las cuales nuestra conciencia ordinaria no es
consciente. Dice, por ejemplo, (y cualquiera puede pensar en cientos
de miles de ejemplos parecidos), supongamos que estoy frente al
escaparate de una librería mirándolo. Mi atención se centra en la
más variada colección de libros. Es una librería científica.
Allí no hay más que libros serios. Debido a mi profesión, me llama
la atención un libro en particular: Sobre los moluscos. - Y
en el momento en que veo este libro, Sobre los moluscos, no
puedo evitar comenzar a reír calladamente. Si bien, después
de todo, soy un científico serio y no hay una razón aparente por la
que deba comenzar a reír por el hecho de haber visto este libro,
Sobre los moluscos. ¿Qué me empuja pues, a reír al ver el
título de un libro sobre moluscos? Cierro los ojos para tratar
de descubrir qué es lo que me ha hecho reír. ¡Y he aquí! que
ahora que mis ojos ya no se centran en el libro, puedo escuchar
débilmente en la distancia en medio de muchos otros ruidos y apenas
audible, ya que está muy lejos, el sonido de un organillo, y este
organillo está tocando la misma melodía con la que aprendí a
bailar décadas antes cuando era muy joven. En ese preciso
instante trataba de memorizar los pasos de aquella melodía. En
aquél entonces no le prestaba mucha atención a la melodía, porque
estaba muy ocupado, primero, aprendiendo los pasos y luego prestando
atención a mi compañera de la manera adecuada. Incluso entonces, en
tales momentos, solo notaba la melodía en un estado medio
adormecido. Pero ahora, aunque no me había vuelto a preocupar
de esta canción desde entonces, en el momento en que vi el libro
sobre moluscos, sonó esta canción en la distancia, y tuve que
reírme calladamente. Si no hubiera cerrado los ojos, (porque cuando
miraba el libro no me había dado cuenta que estaba sonando un
organillo, simplemente sonaba en mi oído sin ser notado), no habría
descubierto por qué me reí al ver el libro. Esto me muestra cuán
notables son las cosas que suceden dentro de nosotros, que se mueven
y actúan en el subconsciente, y cómo esta naturaleza subconsciente
sigue su camino en el ser humano.
Describe
un gran número de tales ejemplos, y otros similares que han sido
citados por otros. Pero al seguir tales disertaciones aprendidas, se
da uno rápidamente cuenta de que, aunque las personas saben con
certeza que están tratando con algo que pertenece al conocimiento de
algo que actúa y vive en el ser humano, su pensar científico no
puede lograr nada que le lleve hacia un avance de conocimiento real
de eso que vive en el hombre como su verdadero ser. Para eso tenemos
que avanzar una etapa más. Y esto es con lo primero que debo tratar:
el camino que nos lleva al auto conocimiento. Pero, antes que
nada, quiero plantear las dos cuestiones ante ustedes para que puedan
ver cómo deben abordarse para sentirlas y entenderlas con absoluta
claridad.
Para
elegir por dónde empezar, no debemos tomar las impresiones
sensoriales como las del organillo, apenas perceptibles en el ser
humano, porque así solo llegaríamos a lo que afecta al ser, y no a
lo que hay detrás de él. Para situar la cuestión en su justa
posición, tenemos que ignorar este movimiento continuo en el que
todo tipo de cosas como el sonido del organillo, se incorporan,
recurriendo a algo que tenga una relación diferente con la vida
humana. En nuestra vida anímica hay un movimiento continuo de
imágenes mentales obtenidas por medio de nuestra forma normal de
percepción, además de sentimientos e impulsos de la voluntad, todo
ello juega un papel cuando escuchamos algo como un organillo. Pero
básicamente, toda nuestra vida anímica cotidiana es más o menos
similar al caso del organillo. Es cierto que somos plenamente
conscientes de al menos parte de lo que vive en nuestra conciencia
ordinaria, pero también hay una cantidad inconmensurable, cuya
procedencia desconocemos. La ciencia busca con razón en el cuerpo
físico, (la parte de nosotros que fallece con la muerte) las causas
de lo que juega de esta manera en nuestra vida anímica. Estamos
completamente ocupados con esta interacción de nuestras imágenes
mentales. Pero hay una cosa en la que tenemos que admitir que tiene
un carácter bastante diferente de este movimiento continuo de
nuestros sentimientos y sensaciones. Tal cosa es la comprensión,
algo que implica un cierto poder de juicio, ya que no dejamos
simplemente que nuestras imágenes mentales vayan y vengan a su
antojo. Por el contrario, tenemos que sopesarlas diciendo: algunas
ideas e imágenes son correctas, otras son erróneas. Comenzamos a
desarrollar la lógica en nuestro pensar, una lógica que nos permita
mantener una relación correcta con la realidad. Cuando decimos que
algo está bien o mal. ¿Es dicha interacción de nuestras imágenes
mentales la que formula el juicio? No, no puede ser la
interacción normal, las que hacen parecer como correctas e
incorrectas las ideas o imágenes. Todo depende pues, de nuestra
capacidad de juzgar en conformidad con algo que rechaza las ideas
equivocadas y acepta las ideas correctas, ideas que, tanto unas como
otras surgen de necesidades corporales. Por lo tanto, en nuestra
vida anímica actúa algo de una naturaleza muy diferente de lo que
se puede encontrar mediante la auto observación científica normal.
Por eso el enfoque filosófico constantemente se ha centrado en ese
punto.
Siempre
que se ha tratado de salvar al ser humano de ser simplemente el
resultado de sus funciones físicas, siempre se ha señalado ese
factor que actúa en la vida anímica y que no puede proceder del
cuerpo. Tanto sea lo correcto, como a veces lo incorrecto; ambos
aparecen de la misma manera. Pero justamente en ese punto es donde
podemos ver que este tipo de enfoque no puede llevarnos a una
conclusión, que de esa manera es realmente imposible descubrir algo.
Porque no vamos más allá de establecer los hechos, mientras que las
causas fundamentales y la naturaleza real se buscan en vano.
Por
otro lado, está el hecho de que, entre todas las otras cosas que
tienen lugar en nuestra vida anímica, también podemos decidir si
hacer o no hacer una acción concreta, decidir hacerla o dejarla sin
hacer. Pero esto entra en contradicción con cualquier tipo de
observación científica. Porque esa acción solo puede tener lugar
basándose en nuestra naturaleza corporal, nuestra naturaleza humana,
y eso significa que tenemos que buscar esa base en nuestra naturaleza
humana de conformidad con las leyes que actúan según la necesidad.
La libertad humana no interfiere en ello. Hay que partir de esos dos
puntos, ese es el otro límite.
Hace
veinticinco años, en mi libro Filosofía de la actividad
espiritual, intenté establecer estos dos límites o fronteras
como mi propio punto de partida, desde el cual, y basándome
meramente en la observación, busqué establecer qué es lo que vive
en el alma humana, qué sucede realmente en esa alma cuando al
realizar una acción esa persona siente que está empleando su
libertad.
En
aquél tiempo lo dispuse de manera que quedara dentro de
consideraciones puramente filosóficas. Hoy trataré de ofrecer una
solución, en la medida de lo humanamente posible, basada en los
hallazgos de la ciencia espiritual. Sin embargo, para hacer eso,
es necesario abordar los dos puntos que acabo de describir como los
puntos limítrofes del genuino auto conocimiento, de manera que solo
la ciencia espiritual pueda abordarlos.
Una de
las cosas características de la ciencia espiritual es que no dejamos
que el alma investigue en su estado cotidiano. Eso lo hace nuestra
conciencia ordinaria, como también lo hace la ciencia, pero en la
ciencia espiritual llevamos el alma más allá del punto que alcanza
si simplemente se deja a su propio desarrollo natural. Nosotros
mismos debemos tomar las riendas del alma, y hacer que se convierta
en algo diferente. Para que que pueda ver y percibir algo
diferente de lo que se puede percibir con los medios que se emplean
para el conocimiento ordinario. Tiene, si se me permite indicar
esto, desde buen principio que ser capaz de captar con su ojo
espiritual el espíritu que vive en el hombre.
La
mayoría de personas sostienen, (o eso es lo que dicen), que este es
un tema puramente de creencias, pero en realidad, simplemente es que
no desean hacer ningún esfuerzo por considerar cosas tales como el
espíritu humano. El método y la práctica reales del científico
espiritual demuestran que no se trata solo de una mera creencia
adquirida, sino de un conocimiento tan cierto en el ámbito
espiritual como lo es el conocimiento científico en el ámbito
natural. Debemos, por supuesto, tener bastante claro que al realizar
ciertos ejercicios y funciones, el alma tiene que alcanzar una
constitución bastante diferente de la que tiene en la vida normal y
mediante la ciencia ordinaria. Tiene que adquirir un tipo de
percepción diferente. En mis escritos, donde se puede encontrar
información más detallada sobre estos asuntos, he denominado como
conocimiento imaginativo, a esa primera etapa que el alma
alcanza al investigar el mundo espiritual.
¿Cómo
adquirimos ese conocimiento imaginativo? Aplicando principalmente
nuestro pensar, nuestras mentes en una dirección diferente de la
habitual en la vida cotidiana. Siguiendo con el ejemplo ya citado,
debemos intentar introducir algo en nuestro pensar que esté lo más
alejado posible del efecto que causaba el organillo. Por medio del
cual entraban en la vida anímica una cantidad desconocida de
efectos, que ni siquiera eran notados. Precisamente debe producirse
todo lo contrario si deseamos entrenar nuestras almas, para
prepararlas para la investigación espiritual. En nuestra alma no
debe entrar nada a menos que la propia alma así lo admita. Esto solo
se puede hacer si conseguimos, (naturalmente solo con el propósito
de nuestras investigaciones), eliminar el pasado que hemos vivido y
el futuro que esperamos, y nos concentramos en nuestras almas
únicamente en el presente, en la medida de lo posible en una
imagen mental comprensible, una imagen mental que hayamos preparado
nosotros mismos para que sepamos lo que contiene. Y esto lo hemos de
hacer una y otra vez.
Lo
característico de esto es que dicha actividad debería desligarse
por completo de cualquier tipo de ensoñación en el alma. Nadie
puede convertirse correctamente en un científico espiritual, si es
aficionado a dejarse llevar por la auto complacencia y los sueños.
Nadie que voluntariamente se entregue místicamente a algo
indefinido, de una manera falsa, puede convertirse en un científico
espiritual. Porque tal complacencia no conduce a la ciencia
espiritual. Solo podemos reconducir la ciencia espiritual si
experimentamos algo en nuestras almas que nosotros mismos hayamos
puesto allí con cada esfuerzo plausible de nuestra propia
conciencia, y después nos entreguemos a ello concentrándonos
constantemente en él. En mis escritos he llamado a esto meditar,
y con esto me refiero a meditar en el sentido apropiado de que
nos dirigimos hacia nuestra propia conciencia, hacia nuestra propia
actividad anímica.
Hay
otro punto que me gustaría mencionar. Dicha meditación no solo debe
estar muy alejada de cualquier tipo de estado de sueño o misticismo
falso, sino que también debe estar alejada de todo lo que sean
condiciones hipnóticas y sugestiones en el alma. Mirar fijamente
objetos brillantes, por ejemplo, por medio de los cuales los
hipnotizadores inducen el estado hipnótico es lo opuesto a la
primera condición de un entrenamiento espiritualmente
científico. Todos los diversos tipos de ejercicios que embotan
la conciencia son lo opuesto al entrenamiento espiritualmente
científico.
Lo que
pretendemos es evocar en el centro de nuestra vida anímica, con
plena conciencia, ideas, sentimientos e impulsos de la voluntad, de
los cuales tengamos una imagen clara, para que estemos tan despejados
como lo estamos cuando usamos todos los poderes de nuestro pensar. De
hecho, este pensar absolutamente despejado, llevado a cabo con plena
conciencia, debe ser nuestro ejemplo y patrón. Sin embargo, debemos
tener cuidado de no quedarnos en eso solo, ya que entonces no
lograremos nada, pero eso debería servirnos de patrón para toda la
actividad que el alma realiza en los ejercicios dirigidos a encontrar
el camino hacia el mundo espiritual.
Tal vez
pueda llevarnos años intentarlo, pero a medida que pasan los años
nos servirán de mucho, ya que el hecho de que envejezcamos mientras
hacemos los ejercicios, es de gran ayuda para posibilitar que algo
suceda. Tratar constantemente de concentrar nuestra vida anímica en
nuestras imágenes mentales auto dirigidas mediante la meditación,
dan como resultado el desarrollo de nuestra vida imaginativa. Esto
significa que ya no solo necesitamos usar representaciones e imágenes
mentales que nosotros mismos hayamos elaborado, sino que tales
representaciones, tales imaginaciones, aparecen como entidades
objetivas en el alma, y en efecto, podemos vivir en tales
imaginaciones. Solo cuando nos hemos preparado tal como he descrito,
estas imaginaciones ya no surgen del cuerpo, sino del alma.
Nos
hacemos además conscientes de seguir gradualmente una necesidad
interna. Al vivenciar este mundo de imágenes, que es el mundo
imaginativo que primero experimentamos, vamos gradualmente dejando de
creer que podemos organizar las imágenes a nuestro antojo, sino que
estamos obligados a ciertas leyes, tal como lo estamos a las leyes
del mundo exterior.
Pueden
ustedes poner una silla sobre la mesa; que se quedará ahí. Pero si
pretenden dejarla suspendida en el aire, se caerá. Si al mirar el
mundo exterior quieren seguir estando dentro de la realidad, estarán
obligados a seguir ciertas leyes. A medida que vayan desarrollando su
alma de manera correcta, gradualmente verán que están vinculados de
modo similar a las leyes de su propio mundo interior, que son tan
objetivas como, por ejemplo, la ley que hace que una silla solo pueda
colocarse sobre alguna base de apoyo. Por una parte, sentimos que con
nuestra conciencia somos parte del mundo en el que existen las
imágenes; Por otra, nos sentimos ligados al orden subyacente que se
puede comparar con el tipo de orden que existe en el mundo físico.
Debemos
ser capaces de diferenciar cuidadosamente lo que experimentamos, en
dos aspectos concretos. No debemos confundir esto último con lo que
las personas experimentan bajo la influencia de visiones ordinarias,
porque esas visiones ordinarias provienen del cuerpo. No son
inducidas por nosotros mismos, ni tienen lugar en el alma. Las
imaginaciones, en cambio, sí son procesos que tienen lugar en el
alma. Quienes no hayan aprendido a diferenciar entre imaginaciones y
visiones pueden, ciertamente, convertirse en visionarios que permiten
que todo tipo de nubes vagas surjan de su cuerpo, pero nunca pueden
convertirse en científicos espirituales. Simplemente no estamos
presentes conscientemente cuando surgen visiones, y este es un punto
muy importante. De hecho, es tan importante y real como las normas de
precaución que adoptamos cuando buscamos métodos químicos, físicos
y fisiológicos.
Me
gustaría citar a un crítico del enfoque de la ciencia espiritual,
que tiene una alta opinión de la sabiduría contenida en su propio
libro. No deseo hablar de toda la basura que ha vertido sobre mi
ciencia espiritual, pero citaré algo de un libro de este
supuestamente erudito caballero. Dicho libro ha llamado
considerablemente la atención y ya se ha editado una segunda edición
después de un corto espacio de tiempo. El autor relata lo que a
veces le sucede cuando da una conferencia. Por un tiempo habla de tal
manera que piensa en todo lo que dice, pero a veces observa que ya no
piensa, o al menos piensa en otra cosa, pero continúa hablando.
¡Bueno,
ante todo, prometo no imponerles nunca a ustedes mis divagaciones,
cuando haya dejado de pensar! Por otra parte hay que insistir que,
quien crea que es posible acercarse a los misterios del alma actuando
de esa manera, es ya de entrada, demasiado estúpido para poder
comprender algo sobre los fundamentos de lo que es la verdadera
ciencia espiritual. Ademas, es incluso demasiado estúpido para hacer
declaraciones remotamente correctas sobre la ciencia espiritual. Con
dicha afirmación, demuestra cuán lejos está de lo que se pretende
aquí. Porque precisamente, lo más esencial es que la ciencia
espiritual debe poner énfasis en que la conciencia debe estar
presente donde sea que se busque lo espiritual. Todas las visiones y
todo tipo de sueños no dirigidos, (aunque sean lo suficientemente
impresionantes como para cautivar a un público sin pensar en los
medios por los cuales está siendo cautivado), todo eso se sale de la
cuestión, no solo cuando hablamos, sino también en relación con lo
que sucede dentro de nosotros en nuestras almas, si estamos en la
senda hacia el espíritu indicada por la ciencia espiritual.
La otra
cosa que hay que diferenciar de lo que he llamado imaginación, es
nuestra fantasía ordinaria. Nuestra vida imaginativa superior no es
meramente un acto de nuestra fantasía, como tampoco lo es una
experiencia mística visionaria o no dirigida. Con nuestra fantasía,
ciertamente, las imágenes tienen una cierta ley y orden, solo que
están organizadas internamente de una manera bastante libre. Con
nuestra fantasía, no estamos tan atados al curso objetivo de las
imágenes como a nuestra percepción ordinaria o en la vida de la
imaginación, donde sabemos que la silla no puede estar suspendida en
el aire.
Por lo
tanto, si en nuestro entrenamiento interno del alma llegamos al punto
de tener ante nosotros lo que no podemos tener en la vida cotidiana
de nuestra conciencia ordinaria, estaremos experimentando no
simplemente un mundo de imágenes surgidas del alma, cuyo origen el
alma misma ha experimentado poco a poco. Sino que ahora
experimentamos un mundo nuevo, un mundo de imágenes, un mundo que de
otro modo no tendríamos a nuestro alrededor. Esta es la primera cosa
por la que tiene que luchar quien desee penetrar en el mundo
espiritual real.
Pero en
este camino hacia la investigación espiritual, ocurre algo
especialmente importante. Al visionario, este mundo de imágenes le
satisface. Se dice que eso era lo que buscaba, también al soñador
le satisface. En cambio a la persona que alcanza el conocimiento
imaginativo, este mundo de imágenes no le satisface en absoluto. Lo
considera solo como un medio para seguir adelante. Porque la
experiencia de este mundo de imágenes viene acompañada de un
fortalecimiento de nuestros medios de experiencia. Tenemos que hallar
fuerzas internas bien diferentes en nuestra vida anímica si queremos
conservar estas imágenes, o estar realmente presentes
conscientemente cuando surjan. Estas fuerzas son bastante diferentes
de las que debemos usar cuando surgen imágenes ordinarias, mientras
hablamos de manera ordinaria o cuando escribimos. Ese fortalecimiento
de nuestra conciencia es el factor importante, ya que de esta manera
el alma se vuelve más fuerte de lo que es en la vida, o necesitaría
ser. Con este mundo de imágenes, lo único que se gana es el
fortalecimiento de nuestra vida anímica. Deberíamos decirnos a
nosotros mismos: todo este mundo de imágenes es solo una preparación
para el mundo espiritual.
Entonces,
habiéndonos experimentado a nosotros mismos, (y eso lo digo
intencionadamente), nos damos cuenta de que no hay realmente ningún
mundo objetivo en estas imágenes, pero nos hacemos con los medios
para penetrar dentro de ese mundo objetivo. En ese mundo de imágenes
nos hacemos con, por así decirlo, un ojo y un oído espirituales,
pero que aún no son transparentes. Es como si en el cuerpo físico
aunque dispusieran de ojos, éstos no estuvieran hechos de una
sustancia transparente semejante al vidrio, sino que estuvieran
oscurecidos y opacos. Esta es la naturaleza de este mundo de imágenes
dentro de nosotros, que es más probable que nos separe del mundo
espiritual, pero que puede fortalecerse al proporcionar a nuestras
almas los primeros medios disponibles para penetrar en el mundo
espiritual. Tenemos que adquirir un poder adicional. Y este se
adquiere sintiendo el poder que experimentamos en estas imágenes.
Experimentándolas al máximo, adquirimos un segundo poder. Pueden
encontrar información más detallada en mis libros.
El
segundo poder consiste en hacer que las imágenes sean transparentes
y transmisoras de sonido, eliminándolas seguidamente, para sentirnos
simplemente en las imágenes, solo fortaleciendo nuestro ego, pero
haciendo que todo el mundo de imágenes sea transparente. Hemos de
estar en él, pero sin tener que verlo. Esta es una condición que el
visionario rechaza a toda costa, ya que está inmensamente satisfecho
de sentirse a sí mismo en las imágenes, de tener, como él cree,
"todo el mundo espiritual" ante sí. No quiere que las
imágenes sean transparentes. El científico espiritual utiliza lo
que experimenta con las imágenes solo para fortalecer su ego que de
ese modo se vuelve más fuerte que el ego ordinario y ahora puede
mantenerse. Cuando el ego se mantiene a sí mismo, también mantiene
el mundo de las imágenes por sí mismo, pero por medio de esta
fuerza interior ya no dirige su mirada hacia la percepción del mundo
de las imágenes. Esto último se supera, de modo que aunque vivimos
en este mundo de imágenes, ya no lo percibimos y ya no lo vemos como
algo que viene a nosotros como una realidad externa a nosotros.
Además
de la práctica enérgica de los ejercicios que han hecho que la
imaginación sea transparente, surge la segunda cosa necesaria para
entrar en el mundo espiritual. Es lo que yo llamo conocimiento
inspirado. Al usar esta palabra, le pediría que la tomen solo en
el sentido que he explicado aquí, y que no la confundan con todo
tipo de nociones supersticiosas. Es lo que aparece en el alma cuando
esta última se ha fortalecido en el mundo de las imágenes y luego
ha eliminado. El mundo de las imágenes se vuelve transparente, y el
mundo espiritual objetivo externo, se da a conocer para el oído
espiritual, y para la percepción espiritual. No es solo que entonces
tengamos el yo fortalecido ante nosotros, porque ahora nuestra
experiencia puede darnos la posibilidad de saber que hay un mundo
espiritual a nuestro alrededor, lo mismo que con nuestros ojos y
oídos físicos percibimos que hay un mundo físico a nuestro
alrededor. De hecho, cualquiera que sea de la opinión de que no es
necesaria una investigación adecuada para entrar en el mundo
espiritual, o que hablar sobre el mundo espiritual no es mas que un
montón de palabrería sin sentido, está muy equivocado. E
igualmente equivocada está la persona que sostiene que el científico
espiritual es una especie de visionario cuya tarea es fácil en
comparación con el trabajo serio que se realiza en los
descubrimientos realizados en el laboratorio o el observatorio. Por
difícil que sea para nosotros adoptar los métodos de la ciencia
ordinaria, es aún más difícil dominar toda la preparación
necesaria para que el alma supere la etapa de la imaginación y entre
en el mundo espiritual tal como lo he descrito. Hacer afirmaciones
irresponsables sobre tales asuntos solo pueden provenir de quienes
nunca se han molestado en tener una idea real de lo que es la ciencia
espiritual.
Después
de haber penetrado en el mundo espiritual, cuando éste se nos revela
de una manera similar a como experimentamos en el mundo físico el
color y el sonido, sucede algo que sentimos de manera notable. Al
continuar aplicándonos a la inspiración, la seguimos experimentando
y lo que sucede es lo que podríamos llamar lo contrario del irse a
dormir. Es muy importante comprender esto. Sabemos que a través del
conocimiento imaginativo e inspirativo hemos pasado por todas las
condiciones que normalmente solo experimentamos cuando nos vamos a
dormir. Esta liberación del cuerpo físico por lo que se refiere a
la imaginación y la inspiración, es lo mismo que hace el cuerpo
físico, al irse a dormir, que solo sigue sus propias leyes, que no
tienen nada que ver con lo que sucede en el alma. Observen lo que
sucede cuando nos vamos a dormir: nuestras percepciones normales se
vuelven poco claras y se van hundiendo, al poco perdemos la
consciencia. Esta disminución de nuestras percepciones físicas no
se producen porque el cuerpo físico esté cansado, sino porque hay
algo que sustituye nuestras percepciones, a saber, las
imaginaciones. No es que desarrollemos una forma inferior de
actividad anímica, sino una superior, que aún es más significativo
en el caso de la inspiración.
Si
proseguimos aún más en nuestro avance de la actividad anímica, es
como si en mitad del sueño pudiéramos despertarnos y viéramos
nuestros propios cuerpos separados de nuestras almas. Esta es una
experiencia real. Vemos que cuando hemos experimentado la
inspiración, estamos fuera de nuestros cuerpos. Sin embargo, sin
perder la consciencia, (cosa que normalmente ocurre cuando dormimos)
sino que nos vemos rodeados del mundo espiritual con plena
consciencia. Entramos pues, en lo que se da a conocer en la
inspiración, se entra en ella, llegando a conocer a sus seres y
procesos, paso a paso. En mis escritos he llamado a esta tercera
etapa del conocimiento espiritual, la intuición.
Penetramos
en el mundo espiritual por medio de la imaginación, la inspiración
y la intuición. Así es como nos sumergimos en el mundo espiritual
mediante la transformación del alma. No se puede lograr con
frases vacías ni conversaciones místicas sin sentido sobre
abandonarse o dejarse fluir, sino solo con un trabajo realmente serio
sobre el alma. Una vez alcanzada esta etapa, (que no tiene porque ser
una etapa más elevada que nuestra vida ordinaria, sino solo con un
tipo diferente de conocimiento), entonces tenemos una relación con
el mundo exterior bastante diferente de la que tenemos si carecemos
de este conocimiento.
Aunque
es bien sabido por muchos de ustedes después de todas las
conferencias que he dado aquí, sin embargo, me gustaría mencionar
de pasada que un científico espiritual no es que sea un científico
espiritual desde que se despierta hasta que se va a dormir, como
ocurre por ejemplo con un químico, que es químico incluso aunque no
esté en su laboratorio. Porque en los momentos en que el científico
espiritual no está realmente inmerso en el mundo espiritual, es un
ser humano ordinario como cualquier otra persona. Él vive
naturalmente de conformidad con lo que el mundo exterior le exige. Es
un gran error imaginar que el científico espiritual se vuelve una
persona diferente. En el mundo exterior surgen muchos malentendidos,
sobre diversos tipos de sociedades debido a que sus miembros
constantemente sugieren que son un tipo superior de ser humano. Esto
es bastante irresponsable y ciertamente no es lo que se pretende
aquí. Lo que aquí se pretende es, que en ciertos estados de la vida
entrenamos al alma para que penetre en el mundo espiritual, y que
durante dichos estados, con esas condiciones mejoradas del alma, ésta
se relacione con el mundo exterior de una forma diferente de la
habitual, incluso con respecto a las más sutiles diferenciaciones en
la vida.
Aunque
pueda resultarles extraño, sin embargo, es cierto que significa
mucho para aquellos que miran la vida de una manera unilateral, el
que uno sea un materialista o un espiritualista, (espiritualista no
en el sentido del espiritismo, sino de la filosofía alemana). Para
un científico espiritual, realmente da igual que una persona sea
materialista o espiritualista. Esa no es la cuestión. Porque el
materialista que se acerca al mundo material exterior desde lo más
profundo de su yo, por muy material que sea el fenómeno que
investigue, procede desde la materia hacia el espíritu, porque el
espíritu subyace en la raíz de toda la materia. Si ustedes parten
desde la materia y no se detienen a mitad de camino, por muy
rabiosamente materialistas que puedan ser, pero están dispuestos a
aplicar su pensar a la investigación, entonces estarán en el camino
correcto. Tampoco un espiritualista debe detenerse a la mitad,
solamente porque hable eternamente acerca del espíritu, y tal vez
incluso desprecie la materia. Lo importante no es hablar sobre el
espíritu, sino encontrar el camino desde el espíritu hacia la
materia, sumergirse uno mismo en la materia y llevar al espíritu
consigo hacia ella. Es un hecho que los espiritualistas, que siempre
hablan sobre el espíritu y no tienen idea de cómo aplicar este
espíritu a nuestra vida más inmediata y útil, son quizás incluso
más dañinos que los materialistas.
Que
partamos desde la materia o desde el espíritu no es importante. Lo
importante es que continuemos nuestras investigaciones hasta llegar a
una conclusión. Aunque, en cierto sentido, esto no sucede en el caso
de los métodos aplicados por la ciencia moderna. La fisiología y la
biología modernas tratan casi exclusivamente el aspecto material,
incluso cuando estudian al ser humano, aunque sus métodos, (es
decir, su método de pensar, no los hechos que descubren), no pueden
respaldar los verdaderos misterios de la evolución humana. Y para
las cuestiones que ahora estamos considerando, es justo eso lo que
importa.
Son
ustedes muy conscientes de que la idea de la evolución es uno de los
logros especiales de la ciencia moderna. Pero la evolución se ha
convertido en una palabra bastante manoseada. Todo lo que es ciencia,
incluido el ser humano, ha entrado en la órbita de la idea de la
evolución, y esto ha llevado a descubrir mucho material útil y
significativo. Sin embargo, a pesar de ello, la ciencia realmente
solo ha descubierto la mitad de todo lo que se necesita para que el
ser humano se nos haga comprensible. Porque el ser humano no se
reduce solo a eso, ni tampoco puede ser entendido simplemente
basándose en esa sencilla línea evolutiva.
El
hombre es un ser complicado. Si vamos a aplicarle al ser humano la
idea de evolución y profundizamos realmente en los verdaderos
misterios de su naturaleza, debemos aplicarle la idea de evolución
al organismo humano, ya que este último se presenta a nuestros
sentidos cotidianos, de manera muy diferente a los enfoques algo
simplificados intentados por la ciencia hasta ahora. Porque al tratar
con el ser humano tenemos que diferenciar entre diferentes partes: la
cabeza con los sentidos y el sistema nervioso (por simplicidad lo
llamo el organismo de la cabeza), el organismo más central conectado
con las regiones pectoral y abdominal, y el tercero, que consiste en
lo que tiene lugar en la periferia del cuerpo humano (extremidades).
Cualquiera que haya visto un esqueleto humano sabrá que lo que se
expresa de manera tan diferente de los animales en la formación de
las extremidades del hombre, sus brazos y manos, sus piernas y pies,
no solo es diferente en su expresión externa, sino que esta
diferenciación también continúa a un nivel más interno.
Todo lo
que experimentamos externamente con respecto al ser humano es, en
primera instancia, material. Llegamos a conocer los verdaderos
misterios de esto cuando estamos en la posición de poder sumergirnos
en esta manifestación material. Luego, al aplicar la idea de
evolución sostenida por la ciencia moderna, encontramos que solo
explica la mitad de las tres partes, la región del seno. El ser
humano considerado desde el aspecto de su organismo principal no
puede explicarse por esta idea de evolución. ¿Por qué debería
ser esto? - Porque la cabeza del hombre no solo experimenta una
evolución hacia adelante, sino que dentro de esta evolución hacia
adelante también evoluciona en la dirección opuesta, una evolución
regresiva. La cabeza, en lugar de acumularse, se reduce, quita
algo del curso directo de la evolución, no se detiene cuando el
ímpetu de la evolución llega a su fin, pero luego osifica más
que el resto del organismo. Podemos ver en esta peculiar
osificación de la cabeza una expresión externa trivial del hecho de
que anatómicamente el cerebro está extrañamente indiferenciado, un
hecho que los hallazgos de la ciencia moderna también señalan: la
ciencia moderna y la ciencia del espíritu apuntan al mismo
hecho. Mirando al ser humano como un organismo principal, no nos
preocupa una línea recta de evolución, sino un desarrollo que en un
momento avanza, luego se detiene y se vuelve regresivo.
Al
familiarizarnos con la imaginación, la inspiración y la intuición,
nuestra experiencia interna nos permite penetrar en la estructura del
mundo material, más que aquellos que, por extraño que parezca, solo
quieren experimentar siempre el espíritu. Esta experiencia del
espíritu requiere que podamos penetrar en la esfera material.
Entonces experimentamos lo que realmente son nuestras mentes, lo que
realmente nos convierte en seres humanos. ¿Qué sucede en el
inconsciente cuando nuestras mentes están activas? Ocurre algo
muy extraño: al usar nuestras mentes, nuestras cabezas se vuelven
hambrientas. La cabeza pierde sustancia. Cada idea que está
impregnada por nuestro pensar es una condición parcial de
hambre. Los ascetas, han elegido una vía incorrecta, tratando
de dejar que todo el cuerpo se muera de hambre para evocar ciertas
ideas. Eso es un error. De hecho, lo correcto es que se produzca
simplemente un cierto equilibrio poco estable. En nuestro
organismo solo tenemos un equilibrio adecuado y estamos bien
alimentados en lo que respecta a la parte media de nuestro organismo,
pero en cuanto a nuestra cabeza, solo se equilibra mientras dormimos.
Todo el tiempo que estemos despiertos, la cabeza debe sufrir
desnutrición. Esta es la evolución regresiva. Se aparta de la
evolución derivada de la reducción de sustancias.
Y he
aquí, donde nos encontramos con algo que es tremendamente
importante, que proporciona al científico el puente del conocimiento
natural.
Preguntamos:
¿Cómo funcionan nuestras mentes? ¿Se debe a un tipo de
evolución en germen que avanza? No, se debe a que la evolución
se vuelve regresiva, justo ahí es donde la evolución se detiene y
se desmorona, en la cabeza, dejando así espacio para la experiencia
del alma. Si creemos que la evolución simplemente progresa en línea
recta como lo hace la parte intermedia puramente animal de nuestro
organismo, nunca llegaremos a un concepto de la independencia de
nuestras mentes, de nuestra experiencia del pensar. Esto solo
sucede cuando sabemos que la evolución tiene que retirarse, al igual
que todo lo que induce al crecimiento y a la vida, para que se abra
un espacio para el alma en la cabeza. Solo reconociendo que la
cabeza es la base de nuestra vida anímica, llegaremos a apreciar la
independencia de nuestra experiencia. Al penetrar en la imaginación,
la inspiración y la intuición vemos, pues, cómo nuestro pensar, ya
sea correcto o incorrecto, afecta la vida de nuestra alma.
Podemos
pues seguir adelante. Se puede percibir que la parte pensante en
nosotros ocupa una posición independiente en el organismo, y cuando
decimos que una cosa está bien y otra está mal, podemos ver
emergiendo de nuestro organismo qué es y la forma de entrar en el
ser humano. Y hemos aprendido a reconocer qué tipo de experiencia
tenemos en la imaginación, la inspiración y la intuición. Pero
ahora, ¿de qué manera experimentamos nuestro pensar? Descubrimos
que, tal como existe en la vida cotidiana, siempre que sea un tipo de
pensamiento real, no solo sigue el camino al azar de nuestras
imágenes mentales, sino que evoluciona de forma lógica, correcta o
incorrecta, y que es una forma inconsciente de inspiración para el
ser humano. Este es el gran descubrimiento que hacemos.
La
ciencia espiritual nos lleva conscientemente a la esfera de la
inspiración. Esto solo puede ocurrir reconociendo el hecho de
que algo fluye hacia nosotros que nos dice que rechacemos una cosa y
aceptemos la otra. Esta es una forma inconsciente de
inspiración. ¿De dónde proviene? Eso lo descubrimos a través de
la ciencia espiritual en nuestra experiencia de imaginación,
inspiración e intuición. Si, habiendo alcanzado la imaginación, no
nos detenemos en ella sino que nos sumergimos en la inspiración,
llegamos a ver ¿Qué es eso que nos inspira?. Que no es otra cosa
que la vida que vivimos antes de entrar en el cuerpo proporcionado
por nuestros padres, al nacer o en la concepción. Entonces nos damos
cuenta de que esta vida física es una continuación de una vida
espiritual que hemos vivido. Entonces aprendemos, a través del
propio pensar, que el ser humano desciende de un mundo espiritual y
entra en una existencia donde la madre y el padre le proporcionan un
vehículo corporal que tiene lugar en el nacimiento o la
concepción. Al reconocer nuestro pensar como inspiración
inconsciente y al percibir las intuiciones, es decir, al hablar de un
pensar intuitivo, de esa intuición que vive en nuestro pensar,
realmente estamos hablando de la existencia que tiene el alma
espiritual del hombre antes del nacimiento, o más bien, antes de la
concepción
En el
futuro, el problema de la inmortalidad se extenderá
considerablemente. Hasta ahora, la gente solo se han interesado
egoístamente en lo que sucede después de la muerte. Pero la vida
que vivimos aquí en un cuerpo físico es la continuación de una
vida espiritual. La ciencia espiritual ofrece la posibilidad de mirar
nuestra vida aquí conjuntamente con el alma inmortal, tal como era
antes de entrar en el cuerpo físico al nacer o al ser concebidos.
Observemos
ahora al ser humano desde otro aspecto de su evolución. Aquí tendré
que decir algo muy paradójico. Pero también sé que la paradoja de
la que voy a hablarles, aunque tal vez la gente la considere algo
perversa, en el futuro será de hecho una posesión sólida de la
ciencia.
Fijémonos
en la parte del organismo correspondiente a nuestras extremidades, es
decir, todo lo relacionado con la formación de nuestros brazos y
manos, pies y piernas, y veamos cómo estas continúan en el plano
interno. En ellas tenemos una imagen bastante diferente de la
evolución. Hemos con visto cómo el organismo de la cabeza tiene una
evolución regresiva. En cuanto al organismo de las
extremidades, se da la extraña circunstancia de que están un poco
mas adelantadas de lo que es normal en el organismo medio; nuestras
extremidades, están realmente sobre evolucionadas. Aquí el ser
humano va un paso por delante de lo establecido en la evolución de
la cabeza. Incluso la forma (desgraciadamente, el tiempo es
demasiado corto para entrar en todos los detalles) y toda la vida de
nuestro organismo de las extremidades demuestran que aquí nos
hallamos ante una sobre-evolución, porque tienden hacia algo para lo
cual el ser humano no necesita preservar su cuerpo. Nuestra evolución
traspasa eso, mientras que nuestras cabezas han evolucionado de
manera regresiva. ¿Cuál es la consecuencia de eso? - Debido a
esa sobre-evolución, algo en nosotros es traído a la vida
inconscientemente que solo reconocemos cuando hemos alcanzado una
comprensión de la vida imaginativa y cuando ésta se ha profundizado
mediante la inspiración y la intuición.
Cuando
el científico espiritual, percibe con la mirada espiritual, el
organismo de las extremidades, ve cómo al organismo se le agrega
algo. Ese algo, es en efecto, una imaginación que surge como
algo natural por derecho propio. Las extremidades aceleran su
progresión evolutiva, permitiendo así que algo le llegue al alma,
algo que no se puede ver con nuestros ojos normales, pero que cuando
alcanzamos la vida imaginativa aparece de inmediato. A través de la
mediumnidad, (facultad
inherente a ciertas personas, no es un don hereditario ni un poder
mágico),
de nuestras extremidades se produce una imaginación que no tiene
nada que ver con nuestra vida aquí en el cuerpo. ¿Qué es lo que
tenemos integrado pues, en nuestras extremidades y que solo se puede
entender como una imaginación? No es otra cosa que lo que mas tarde,
cuando pasa por la puerta de la muerte, proporciona la base para la
continuidad de la vida después de la muerte.
Por un
lado, aquello que existe antes del nacimiento y de la concepción,
despliega su vida en nuestras cabezas, sometidas a una evolución
regresiva permitiendo así, que la inspiración trabaje en nuestro
pensar, por el otro, aquello que guía nuestra vida anímica en una
especie de vehículo hacia el interior. De ese modo, después de la
muerte, el mundo espiritual está integrado en nuestro organismo de
las extremidades. Por lo tanto, por un lado, nuestras cabezas están
dotadas de inspiración inconsciente, mientras que por el otro, en
nuestras extremidades, estamos dotados de imaginación inconsciente
por lo que la parte de nosotros que atraviesa la puerta de la muerte
vive inconscientemente en nosotros, llevándonos a la inmortalidad
después de la muerte. Por lo tanto, llegamos a conocer la vida antes
del nacimiento y la vida después de la muerte de dos maneras
diferentes, la primera como inspiración inconsciente, la segunda
como imaginación inconsciente.
Es
posible estudiar biológica y fisiológicamente la conexión entre el
organismo de las extremidades y el resto del organismo humano.
Solamente tenemos que ver cómo los órganos sexuales primarios están
estructuralmente conectados con los pies, y los órganos sexuales
secundarios, es decir, solo los senos, están conectados con los
brazos. Por tanto, tenemos ante nosotros la base física para
producir una nueva vida, que luego se separa, que se halla integrada
en el ser humano mediante el organismo de las extremidades. Esta base
física se completa cuando el ser humano alcanza la pubertad, aunque
continúa su vida más allá de eso.
El
conjunto de nuestra organización física tiene su contrapartida. El
organismo físico, por cuanto está conectado con los órganos
sexuales, es la base para producir más vida física. Por otro lado,
la naturaleza del alma espiritual, sobre la que se basa el organismo
de nuestras extremidades, es necesaria para producir lo que se envía
más allá de la puerta de la muerte y produce la próxima vida en la
tierra.
Disponemos
pues, de un punto de partida para una rigurosa investigación
científica del problema de la inmortalidad. Y cuando señalaba,
(hace más de veinticinco años en mi Filosofía de la actividad
espiritual), que si deseamos acercarnos a la libertad es
necesario observar correctamente, a la vez, también indicaba que
tenemos que progresar hacia un pensar puramente intuitivo. Hoy
añadiría: Este pensar intuitivo debe percibirse antes del
nacimiento o la concepción. Esto ya estaba escrito en La
filosofía de la actividad espiritual cuando a uno de los
elementos de la voluntad humana, lo llamé el pensar intuitivo. El
otro elemento que surge como vida imaginativa lo llamé la
fantasía moral. Allí está descrito desde un punto de vista
filosófico, con el propósito de discutir la libertad,
para que el libro fuese accesible para quienes consideran la
ciencia del espíritu un cúmulo de despropósitos. El científico
espiritual agrega que lo que allí se describe como fantasía moral
es una parte de lo que vive en la organización humana como
imaginación inconsciente y que luego emergen como acciones morales.
En
aquél momento decía que la interacción entre la fantasía moral y
el pensar intuitivo es la responsable de la acción del ser humano
basada en el libre albedrío. Hoy añadiría: ¿Qué es el pensar? Es
nuestra inspiración aquí, que pertenece a la esfera de la
existencia pre-terrenal. ¿Cuándo se pone manifiesto? Se pone de
manifiesto cuando somos capaces de desarrollar una acción deseada
por nosotros sin que tengan nada que ver en ello nuestros instintos e
inclinaciones, tan querida como una persona a la que realmente amamos
porque hemos llegado a reconocer y respetar su ser más íntimo.
Cuando realizamos una acción por amor, es decir, no por egoísmo, ni
por nuestras imágenes o ideas mentales fluctuantes, sino por la
comprensión de la necesidad interna de actuar. Es entonces
cuando nos entregamos a acciones intuitivas, es entonces cuando somos
inspirados por la vida pre-terrenal.
Pero,
¿De dónde procede el poder para hacer eso? - Es el mismo poder que
después de morir nos lleva al mundo espiritual. El cual continúa en
nosotros inconscientemente. A medida que libremente se desarrolla la
acción moral, eso que yace desde antes del nacimiento o la
concepción se ilumina. Esto después de la muerte se une con lo que
entra en el mundo espiritual. Durante nuestra vida entre el
nacimiento y la muerte, ya llevamos a cabo acciones donde lo que yace
antes del nacimiento juega un papel en nuestro pensar intuitivo,
fluyendo en nuestras vidas como inspiración. Lo que yace más allá
de la muerte realmente no está conectado con nosotros en absoluto,
pero de todos modos lo llevamos a cabo. Se caracteriza por ser
realizado por amor: esa es la acción verdaderamente libre. Por lo
tanto, tenemos que decir que lo que nos llega como inspiración
mediante nuestro pensar intuitivo, no tiene conexión con nuestro
cuerpo. Y lo que actúa imaginativamente no tiene importancia por el
momento, sino solo después de la muerte. Estos dos factores, que no
tienen nada que ver con el cuerpo, son las fuerzas reales que
trabajan en el verdadero acto de libre voluntad en el ser humano. El
profundo misterio es que cuando investigamos el libre albedrío,
encontramos que las acciones llevadas a cabo, no tienen nada que ver
con la parte mortal del ser humano, sino que esas acciones libres son
llevadas a cabo por la parte inmortal del hombre.
El
libre albedrío y la inmortalidad están íntimamente conectados,
porque las únicas acciones verdaderamente libres son aquellas en las
que lo súprasensible desempeña un papel, el cual aún no está
ligado al cuerpo, papel que el ser humano ha desarrollado en el mundo
espiritual antes de encarnarse en un cuerpo, y en el que lo
súprasensible se une con los resultados de esa sobre evolución de
las extremidades, que aún no tiene significación para nuestro
desarrollo actual, pero que lo tendrá después de la muerte, y que
ilumina esas acciones que se llevan a cabo aparte de nosotros. Es por
eso que en La filosofía de la actividad espiritual decía que
no se puede hacer la pregunta de si: ¿El ser humano es libre o no?
Porque eso siempre lleva a las respuestas incorrectas. No se trata de
"si o no", sino de "si y no".
El ser
humano realiza muchas acciones surgidas de las necesidades de su
cuerpo, de la interacción de las imágenes mentales que surgen del
cuerpo como resultado de los impulsos. Pero siempre persigue el ideal
de realizar acciones donde pueda decir: lo que sucederá aquí es tan
libre que yo no me interpongo en ello; es tan libre de mí como el
ser humano a quien amo; solo sucede porque me doy cuenta de que
debería suceder. Todo nuestro pensar humano está orientado en esa
dirección, y busca infiltrarse gradualmente en nuestra acción
libre. El ser humano se libera de las acciones no libres al
evolucionar cada vez más hacia su verdadero yo, especialmente en lo
que se refiere a hacer y desear, donde desde los dominios del antes
de nacer y de después de morir, iluminan su voluntad. Evoluciona
hacia la libertad dentro del ámbito de la no libertad; él está en
camino de ser cada vez más libre. Esta no es una cuestión de "o
lo uno o lo otro" sino de acción. Quienes formulan la
pregunta de esta manera no pueden encontrar una respuesta al problema
de la libertad. Por el contrario, se trata de "si pero también
no". El ser humano es libre en sus acciones a medida que el alma
inmortal, subyacente a la vida del cuerpo físico, se le revela. Lo
que hace es liberado por sus pensamientos, fluyendo a través de
actos de amor, y en la medida en que esto suceda, se medirá su
libertad.
Para
concluir hoy, simplemente me gustaría mostrar cómo se iluminan
entre sí los problemas de la inmortalidad y el libre albedrío y
cuán estrechamente están relacionados entre sí. El libre albedrío
solo puede ser la posesión de un ser inmortal. No se puede ser
partidario del libre albedrío sin reconocer al mismo tiempo la
inmortalidad del hombre. Y aquellos que reconocen la inmortalidad del
hombre saben que el ser humano está en el camino de la evolución
hacia la libertad.
El tipo
de consideraciones que hemos discutido hoy, en los que la ciencia del
espíritu nos permite abordar las preguntas más importantes que
luego apuntan a la necesidad del auto conocimiento desprejuiciado,
normalmente está lleno de prejuicios. Porque en efecto nos demanda
grandes exigencias. Tenemos que tomar las riendas si queremos tener
éxito en perseverar con todo el poder de nuestras almas en lo que he
llamado ideas imaginativas. Es algo que aún tenemos que aprender.
Sería mucho más cómodo si pudiéramos responder las preguntas más
profundas y los misterios de la vida humana sin necesidad de eso.
¿Qué
mueve hoy a la gente a considerar la ciencia espiritual como absurda
e irrelevante? Es porque inconscientemente le temen a los poderes que
tienen que desarrollar si quieren captar el espíritu en un tipo de
experiencia espiritual completamente libre. Porque para tal
investigación es necesario tener coraje, coraje para no creer que
inmediatamente caeremos en un abismo de la nada, si hemos de depender
de nuestros propios poderes para producir un tipo particular de
experiencia, que nosotros mismos situamos ante nuestras almas.
Ciertamente es más fácil querer penetrar en los misterios de la
vida con medios externos que decir que el alma necesita un
fortalecimiento interno mucho más allá de cualquier cosa que se
encuentre en la vida ordinaria. Por lo tanto, lo que les lleva a
oponerse a la ciencia espiritual es en gran medida una cuestión de
consuelo y miedo. Tales cosas, sin embargo, serán gradualmente
superadas por una humanidad que está cada vez mas sedienta de
verdades.
Quisiera
terminar la conferencia de hoy citando, en una forma algo modificada,
las palabras de un pensador alemán. La ciencia espiritual es
calumniada por muchas personas hoy, porque no se entiende ni se
reconoce adecuadamente y porque las personas no ven lo necesaria que
es para la vida humana. Pero si realmente contemplamos el curso de la
evolución humana, estaremos obligados a decir que sin importar la
oposición, ni los malentendidos ni las calumnias que se oponen a la
verdad, ésta encontrará su propio camino a través de las grietas
más estrechas en las rocas de la evolución humana. Por muy grande
que sea la presión de las rocas. La verdad de la que hemos estado
hablando hoy es que, por un lado, reconocemos las necesidades de la
humanidad actual, que duermen en el subconsciente y que por otro lado
miramos al mundo espiritual y vemos cómo, ésta verdad se nos revela
en el recorrido desde la imaginación a la intuición: este es el
tipo de verdad que el científico espiritual debe ver y con el cual
se abrirá paso, por grande que sea el peso que provoquen la
oposición y la calumnia. Porque la verdad se abre camino contra
los obstáculos a través de las grietas más pequeñas en la roca de
la evolución humana, y está obligado a triunfar al final.
Traducido por Julio Luelmo diciembre 2019