GA346 12ª conf. transición de la cuarta a la quinta época post-atlante

Rudolf Steiner

La transición de la cuarta a la quinta época post-Atlantes. La era que viene en la que los seres humanos tendrán visiones conscientes. La mujer vestida con el sol.

Décimo segunda conferencia

Dornach, 16 de septiembre de 1924

Seamos conscientes hoy de la circunstancia kármica propicia que nos reúne durante este período cuando, hace dos años, se celebró aquí el primer Acto de Consagración del Hombre. Los principales desarrollos de nuestra vida espiritual han seguido aquí una extraordinaria secuencia: el Acto de Consagración del Hombre hace dos años, el incendio del Goetheanum, un año después de la colocación de la piedra de fundación de la Sociedad Antroposófica, y ahora, después de dos años, aquí estamos de nuevo, esta vez para contemplar el Libro del Apocalipsis como fue vuestro deseo.

Como he estado mencionando desde el comienzo mismo, hay una relación cercana entre considerar el Libro del Apocalipsis y lo que está comprendido en el Acto de Consagración del Hombre, de tal forma que cada día que pasamos considerando el Libro del Apocalipsis es como una celebración conmemorativa de lo que hicimos vivo entre nosotros hace dos años, para traer a esta vida aquello que quería revelarse desde el mundo espiritual como el moderno y actual culto.

Teniendo en cuenta la coincidencia de sucesos, es quizás adecuado que hoy invoquemos ante nosotros el punto más difícil de comprender del Libro del Apocalipsis pero que realmente conduce justo hasta el corazón del Libro y que está muy íntimamente conectado con el misterio del Acto de Consagración del Hombre, porque está ligado objetivamente con el Ser de Cristo. Uno puede ciertamente hablar con propiedad sobre esto sólo en conexión con el Libro del Apocalipsis, pues este Libro lleva tan claramente la impronta fundamental del Cristianismo, que no podremos llegar seguramente a algo que se desvíe de un punto de vista cristiano al considerar lo que está conectado naturalmente con esta Revelación. Puedo aseguraros que lo que diré sobre el punto que queremos considerar hoy emergerá de una manera bastante asombrosa de las visiones del escritor del Apocalipsis.

Desde comienzos del siglo XV, queridos amigos, hemos estado viviendo en la quinta época postAtlante, y dentro de ésta estamos al comienzo de la lucha renovada que Micael tendrá que liderar en todo lo que estará sucediendo en el futuro cercano. Desde aquí nos remontaremos a la cuarta época post-Atlante, la que precedió inmediatamente a la nuestra.

GA346 10ª conf. varias imágenes del libro del apocalipsis

Rudolf Steiner

Varias imágenes del capítulo 19 del Libro del Apocalipsis. El trabajo del sacerdote hoy en día.

Décima conferencia

Dornach, 14 de septiembre de 1924

Hemos traído ante nuestras almas la meta final del escritor del Apocalipsis, y cuando la hemos comprendido correctamente vemos que esta meta final se describe de una manera que concuerda completamente con todo lo más exacto que la ciencia espiritual puede decir sobre la evolución. Hemos visto cómo el Libro del Apocalipsis muestra el cambio de dirección que tuvo lugar en la construcción del ser humano, y de las manifestaciones culturales que iban desde abajo a arriba, a una forma de construirlas que va de arriba a abajo. Al final de la última conferencia también afirmé que cualquiera que busque comprender honestamente el Libro del Apocalipsis no puede evitar descubrir lo que la investigación espiritual tiene que decir sobre la evolución del mundo.

Hay algunos pasajes en el Libro del Apocalipsis que sólo tienen sentido y son comprensibles si uno se acerca a ellos de acuerdo con lo que la Antroposofía tiene que decir sobre el ser humano. Es comprensible que esto es lo que sucede cuando la revelación en cuestión está basada en experiencias del mundo espiritual. Pero se debe primero comprender el hecho de que las imágenes presentadas en el Libro del Apocalipsis son revelaciones del mundo espiritual. Esto nos permitirá ir más allá de la cuestión de si el escritor del Apocalipsis fue realmente capaz de comprender intelectualmente todos los detalles que encontramos en su libro, pues esta pregunta pierde de vista la cuestión fundamental. La verdadera cuestión es: ¿Era un verdadero vidente? Él mira en el mundo espiritual, pero las cosas que ve allí no son verdaderas porque él las vea; son verdaderas porque su contenido es verdadero. Las cosas que él ve reveladas tienen su contenido propio; no adquieren su contenido a través de él. Así que no dejemos que nos distraiga que algún sabio racionalista venga y demuestre que el escritor del Libro del Apocalipsis tenía tal y cual grado de sabiduría y no se puede esperar por tanto que tuviera una perspectiva tan amplia en su alma. Ni siquiera quiero discutir si el escritor del Libro del Apocalipsis poseía esta amplia perspectiva o no. Simplemente quiero mostrar que es irrelevante si el escritor del Apocalipsis es el que nos trae las imágenes que son revelaciones del mundo espiritual. Lo importante es que nosotros mismos debemos situar estas imágenes ante nuestra alma, tal y como son, y dejar que su contenido actúe sobre nosotros.

GA346 8ª conf. El genio y el demonio del sol

Rudolf Steiner

La relación de Cristo con el sol. El Genio y el Demonio del Sol. Sorat y el número 666. La
necesidad de esforzarse por la espiritualidad. El misterio de Micael, el misterio de Cristo y el misterio de Sorat.

Octava conferencia

Dornach, 12 de septiembre de 1924

Al traer ante nuestras almas los puntos centrales en los que las revelaciones del escritor del
Apocalipsis culminan –como ya hemos hecho con ciertos aspectos- podemos llegar pronto a la
composición general así como al contenido consecutivo del Libro del Apocalipsis. Por tanto, hoy
continuaremos con nuestras consideraciones sobre los puntos centrales, de tal forma que mañana
podamos realmente bajar hasta el fondo del contenido consecutivamente.
Ayer hablé sobre cómo el escritor del Apocalipsis en cierto sentido vio algo que estaba amenazando
con engullir al Cristianismo –aquello que él creía que era el verdadero Cristianismo- algo que lo alejaría del Principio de Cristo y lo conduciría de vuelta al Principio del Padre que, si triunfara, sólo asumiría formas materialistas, naturalistas en esta época.
El escritor del Apocalipsis vio cosas y procesos en concordancia con el secreto de los números o,
mejor aún, él vio y sintió en concordancia con el secreto de los números. Igual que el músico siente la manera en que las notas suenan juntas en concordancia con el secreto de los números, aunque él se hace consciente de esto la mayoría de las veces esporádicamente, así el escritor del Apocalipsis siente más o menos conscientemente los secretos que están vinculados a un número como el 666.
Ahora miremos nosotros mismos en el cosmos para recoger de él más secretos del número 666.
Consideremos que la revelación Cristiana como un todo es realmente una revelación Solar, que Cristo es el Ser que proviene del Sol y que envía a Micael con sus huestes por delante, igual que de un modo diferente el Jehová de la antigüedad envió a Micael por delante. Si consideramos que nosotros mismos estamos ahora viviendo en una época Micaelita encontraremos que el impulso de Cristo como un Misterio Solar aparece ciertamente muy profundamente ante nuestra alma.
Debemos ser profundamente conscientes en nuestra alma que en la lucha contra el Cristianismo,
contra lo que se está luchando es el hecho de que el elemento espiritual real del Cristianismo está
conectado con el Sol. Nada agradaría más a los opositores del Cristianismo que los seres humanos
perdieran completamente su visión del Sol como un ser espiritual y retuvieran sólo el punto de vista del Sol en su existencia física, como ya he mencionado en otras ocasiones durante estas conferencias.

GA346 9ª conf. diferencia entre cristianismo y otras creencias

Rudolf Steiner

El Libro del Apocalipsis como una imagen profética que muestra el desarrollo del Cristianismo después del Misterio del Gólgota. La diferencia esencial entre el Cristianismo y otras creencias religiosas. La construcción de la Antigua y la Nueva Jerusalén.

Novena conferencia

Dornach, 13 de septiembre de 1924

Ahora que hemos reunido varios elementos para ahondar en la esencia del Libro del Apocalipsis, dirijamos nuestra atención al Libro en sí. Comenzaremos por dirigir algunas preguntas relativas al final, la meta de lo que el escritor del Apocalipsis ve en su visión y quiere impartir a la humanidad. Veréis después por qué he elegido estructurar nuestras consideraciones de esta manera particular.

Lo que el escritor del Apocalipsis nos da es lo que se podría llamar una comunicación a la humanidad, una revelación a los seres humanos, pero una revelación que es muy diferente en su esencia de otras comunicaciones que no surgen de la clarividencia. Así el escritor del Apocalipsis señala que el suceso que le permitió hacer su comunicación a la humanidad fue un suceso especial, una poderosa iluminación. El Libro del Apocalipsis es así mostrado como un suceso, un hecho que pertenece al desarrollo adicional del Cristianismo.

El gran punto de partida del desarrollo Cristiano sobre la tierra, que antes de que sucediera sólo podía ser previsto y esperado, es por supuesto el Misterio del Gólgota mismo. Tras este vienen los diversos hechos que deben surgir si el Cristianismo ha de seguir desarrollándose, desde el Misterio del Gólgota en adelante, a través de todo el tiempo y la eternidad. El Libro del Apocalipsis contiene uno de tales hechos. El escritor del Apocalipsis es plenamente consciente de que no sólo está diciendo a otros algo que él mismo ha experimentado y que contribuirá al desarrollo de su tiempo; él sabe que la recepción y transmisión misma del contenido del Libro del Apocalipsis es un hecho en sí mismo.

El aspecto importante que distingue al Cristianismo de otras creencias religiosas es que las religiones antiguas eran enseñanzas, mientras que el aspecto esencial del Cristianismo es el hecho del Gólgota, y este esencial aspecto debe ser seguido por más hechos. Por tanto no es una prioridad fundamental y primordial que se le explique a la gente el contenido de los Evangelios. Lo esencial es que el Cristianismo debería buscar una conexión real y genuina con el Misterio del Gólgota. Bajo la influencia del intelectualismo en los tiempos recientes, el Cristianismo ha adoptado formas intelectuales propias. Esto ha conducido incluso a la famosa afirmación de que Jesús no tiene lugar en los Evangelios1. Esto significaría más o menos que el contenido de los Evangelios puede ser aceptado como enseñanza mientras no se necesite tener en cuenta al maestro del que proviene. Sólo Dios Padre tiene un lugar en los Evangelios, se dice. Esto es equivalente a postular que lo importante del Misterio del Gólgota fue que Jesucristo apareció y dió enseñanzas sobre el Padre. Pero éste no es el aspecto esencial en absoluto. El aspecto esencial es que el Hecho sucedió en el Gólgota, que Jesucristo vivió sobre la tierra y realizó el Hecho sobre el Gólgota. Las enseñanzas son accesorias, son secundarias y no esenciales. El Cristianismo debe luchar por volver a reconocer esto, y también para llevarlo realmente a cabo.

GA346 7ª conf. visión profética de un abandono del principio crístico y un retroceso al principio del padre

Rudolf Steiner

Séptima conferencia

Dornach, 11 de septiembre de 1924

Antes de entrar en más detalle en nuestras consideraciones sobre el Libro del Apocalipsis, debemos añadir ahora una serie de puntos en relación con la manera adecuada de leerlo, puntos que son, sin embargo, más externos. Llegaremos entonces ciertamente a nuestro propio tiempo actual con lo que leemos en este Libro. Primero debemos considerar el trasfondo espiritual del que emergió el Libro del Apocalipsis. Por supuesto, no me refiero con esto al sentido en que se explica hoy en día una obra contra el trasfondo de su tiempo de una manera histórica superficial. Un método tal no es aplicable en el caso de obras que han sido concebidas a partir del mundo espiritual de la manera descrita en el Libro del Apocalipsis. Debemos tener muy claro el hecho de que el Libro del Apocalipsis vino al ser de la manera que lo hizo de acuerdo con las condiciones espirituales de su época, y no según las condiciones históricas o externas.

Miremos ahora a aquella época de los primeros siglos cristianos, y conectémosla con la evolución cósmica general en un sentido espiritual.

GA346 6ª conf los números secretos en el libro del apocalipsis

Rudolf Steiner

Sexta conferencia

Dornach, 10 de septiembre de 1924

Cuando alguien era iniciado en los antiguos Misterios, primero experimentaba que su comprensión, y la estructura completa de su alma humana, eran guiadas hacia el significado del ciclo de las evoluciones culturales del mundo, un ciclo que se basa en el número siete. En el Libro del Apocalipsis tenemos un claro eco secundario de lo que resulta del principio de la iniciación de los antiguos Misterios. El número siete está contenido en el Libro del Apocalipsis de muchas maneras distintas, incluyendo su estructura, composición y contenido. Con el tiempo, por supuesto, las cosas vinculadas con el número siete no estaban ligadas con él en cualquier sentido externo de la manera que podríamos imaginar hoy. En vez de ello, la persona en cuestión era iniciada en la manera completa en la que los números actúan y se entretejen.

Quiero atraer su atención hacia aquí, queridos amigos, hacia algo que expliqué en un contexto bastante distinto en el otro ciclo de conferencias que estoy dando sobre la ciencia del discurso. Tuve que explicar cómo es posible tener experiencias en los sonidos del discurso, pero que hoy la humanidad ha perdido la capacidad de tener experiencias a través de los sonidos del habla. Considerad cómo un sonido del habla contiene elementos del Verbo formativo, viviente y cómo a través de experimentar tales sonidos el contenido cósmico más maravilloso puede formarse por medio de la combinación de estos elementos sonoros, de los que hay aproximadamente 32. Pónganse en un tiempo –y ha habido tiempos en que esto era una realidad para los seres humanos– que vivía y se movía en estos elementos de los sonidos del habla, experimentando vívidamente la maravilla de ser capaz de crear un mundo al experimentar estos 32 elementos sonoros. En la formación del habla, en la modelación formativa del Verbo, uno sentía el tejer del espíritu que acompañaba a la experiencia de hablar. Uno experimentaba cómo los dioses viven en los sonidos del habla.

GA346 5ª conf. desarrollo creciente de una conciencia de la muerte en la 5ª época

Rudolf Steiner

Quinta conferencia

Dornach, 9 de septiembre de 1924

Nuestra principal preocupación debería ser leer el Libro del Apocalipsis en la forma que es apropiada hoy en día. Hoy la espiritualidad del ser humano ha de desarrollarse bajo el signo del alma consciente; sólo por esta razón, por tanto, es adecuado que la dirección de la vida espiritual deba hacerse plenamente consciente, y en su consecuencia es tarea nuestra adoptar con plena consciencia la orientación apropiada sobre lo que nos dice el escritor del Apocalipsis.

En épocas anteriores las revelaciones del escritor del Apocalipsis sin duda significaban algo sólo para los más altos iniciados, de los cuales había cada vez menos según transcurría el tiempo, y no significaban nada para los sacerdotes ordinarios. Hoy lo que el Libro del Apocalipsis contiene debe entrar completamente en la consciencia de los sacerdotes.

Ayer hablamos de siete congregaciones, y desde un punto de vista señalamos la congregación de Éfeso. El mundo está ciertamente muy lleno de puntos de vista y muchos de estos pueden jugar un papel en el mismo asunto. Podemos describir la congregación de Éfeso como lo hicimos ayer, y encontrar cómo en esta congregación particular el cristianismo se desarrolló a partir de condiciones paganas previas. Otra manera de considerarla sería mostrar cómo estos impulsos contenían una gran parte de la estructura básica de la primera época cultural post-Atlante, incluso más de lo que hubo en India en tiempos posteriores. Así uno puede en cierto sentido contemplar el cristianismo que se desarrolló en Éfeso como una continuación cristiana de la visión del mundo y de la vida de la primera época cultural post-Atlante. La segunda congregación mencionada en el Libro del Apocalipsis es la de Esmirna donde prosperaba la antigua cultura persa antes de la transición al cristianismo.

Después viene Pérgamo, que es presentada como la congregación que vivió durante la tercera cultura post-Atlante. Específicamente en la carta a la congregación de Pérgamo podemos descubrir referencias, más o menos desveladas, al Misterio de Hermes que estaba vivo en esta cultura.

En la carta a la congregación de Thyatira somos remitidos a la cuarta cultura post-Atlante, la época en que tuvo lugar el Misterio del Gólgota. Cuando dejamos que el efecto de esta importante carta actúe sobre nosotros se nos recuerda en todas partes el mensaje directo que el Misterio del Gólgota tenía que impartir.

GA346 4ª conf. carta al angel de la congregación de Éfeso

Rudolf Steiner

cuarta conferencia

Dornach, 8 de septiembre de 1924

Ayer pusimos ante nuestras almas la imagen que nos muestra el autor del Apocalipsis, la imagen de la Aparición de Jesucristo, ofrecida por el Dios Padre; y me permití comentar que la explicación diseñada para conducir a una comprensión de la imagen puede ser concebida como una carta enviada por Dios mismo a Juan.

Es parte integrante de los Misterios y de la manera en que uno habla de los Misterios y los presenta, que de ahora en adelante el autor del Libro del Apocalipsis sea asimismo contemplado como el autor de la carta. Subyace en la naturaleza de los Misterios que el redactor de un documento como éste no se sienta autor en el sentido en que consideramos el autor de una obra hoy en día. Él se sentía una herramienta del Autor espiritual. Él sentía que no quedaba nada personal en la escritura. Así Juan está perfectamente justificado al actuar como si estuviera escribiendo lo que tiene que escribir bajo el mandato de Dios, como un mensaje de Dios. En todo lo que sigue esto se hace obvio de una manera que ciertamente se adecua a los Misterios.

Es perfectamente cierto decir que en nuestro tiempo actual necesitamos una vez más comprender tales cosas como la transición desde la Aparición de Jesucristo en los primeros versos del Libro del Apocalipsis con lo que sigue después, es decir, las siete Cartas enviadas a las diferentes congregaciones (Comunidades). Nuestra época actual ha olvidado completamente cualquier comprensión de tales cosas, que una vez existieron como hechos de facto en los Misterios e incluso aún de la forma en que los cristianos primitivos pensaban.

GA346 11ª conf. caída de las fuerzas opositoras al impulso de Cristo

Rudolf Steiner

Las tres etapas de la caída de los poderes opuestos al Impulso de Cristo: la caída de Babilonia, la caída de la Bestia y el Falso Profeta, la caída de los adversarios divinos (Satán).

Décimo primera conferencia

Dornach, 15 de septiembre de 1924

Situémonos en el mundo en el que el escritor del Apocalipsis quiere situar a la humanidad por medio de su descripción de la próxima época de la tierra. Él describe sus visiones de los mundos espirituales entrando y adueñándose del ser humano terrenal. Describe tres etapas anteriores a ésta, y nosotros debemos llegar a conocerlas. Cada una de estas tres etapas representa algo que debe caer antes de que los seres humanos sean lo suficientemente dignos y capaces de asumir el mundo espiritual, en toda su pureza, en su actuar, pensar y sentir.

La primera etapa es la caída de Babilonia, por el momento utilizaremos la terminología del escritor del Apocalipsis. La segunda etapa es la caída de la Bestia y su compañero el Falso Profeta, que propaga las enseñanzas de la Bestia. La tercera etapa es la caída de los adversarios divinos, como se les llama normalmente, es decir, la caída de Satán. Cuando miramos a la evolución futura de la humanidad con los ojos espirituales vemos estas tres etapas con mucho realismo, con mucha concreción. En nuestro siglo en particular, durante el que se decidirá mucho de lo que concierne a la evolución de la humanidad, hay muchas razones para dirigir los ojos de nuestra alma hacia estas tres caídas. Vendrán a nosotros de una forma particular después del tiempo en que Cristo aparezca sobre la tierra por primera vez en el cuerpo etérico, en otras palabras, después de la segunda aparición de Cristo sobre la tierra. La humanidad debe prepararse para esto, de tal modo que los seres humanos sean lo suficientemente fuertes para sobrellevar esta caída triple de los adversarios del Impulso de Cristo sin poner en peligro el desarrollo de su alma.

GA346 3ª Condiciones anteriores y futuras de la consciencia

Rudolf Steiner

Tercera conferencia

Dornach, 7 de septiembre de 1924

Ayer consideramos el importante punto de inflexión que surgió en la evolución humana, debido a que desde la tercera época de Misterios en adelante, la participación del ser humano en el mundo cósmico, a través del acto de consagración del hombre –es decir, en la Transubstanciación— tenía lugar en el cuerpo astral, ese miembro del ser humano que durante el sueño, para la consciencia ordinaria, sale del cuerpo físico y que durante el tiempo que está separado del cuerpo físico no es receptivo a las percepciones del mundo circundante.

Aclaremos cómo este cuerpo astral actúa en nosotros hoy. Es el cuerpo astral el que nos trae los pensamientos sobre lo que nos rodea, los pensamientos a través de los cuales comprendemos el mundo. El momento en que el cuerpo astral sale de nuestro cuerpo físico y de nuestro cuerpo etérico, los pensamientos sobre nuestro entorno ya no están allí.

Esta comprensión puede ser complementada añadiendo que la organización del ‘Yo’, el ‘Yo’ de los seres humanos como está constituido hoy, es el recipiente de las impresiones sensoriales. Las impresiones sensoriales se desvanecen cuando la organización del ‘Yo’ se retira de los cuerpos físico y etérico. Se podría dibujar así: Este es el cuerpo físico del ser humano, y aquí está su cuerpo etérico.

GA 346-II Cambios experimentados según las épocas de los misterios

Segunda conferencia

Dornach, 6 de septiembre de 1924


Miraremos primero con más detenimiento la conexión entre el Acto de Consagración del Hombre y lo que se entiende por apocalipsis, o revelación, antes de considerar el Libro del Apocalipsis de Juan, y su importancia para el trabajo presente y futuro del sacerdote.

Ayer nuestra tarea fue señalar las tres épocas pasadas de los Misterios en cuanto que buscaban usar lo que tenía lugar dentro del sacerdote para transportarle a una actitud apocalíptica. Hablamos de Misterios muy antiguos en que los dioses mismos descendían para trabajar en los Misterios junto con los seres humanos. También hablamos de Misterios semiantiguos en los que los dioses enviaban sus fuerzas hacia abajo, de tal modo que al vivir en estas fuerzas divinas los seres humanos fueron capaces de trabajar junto con los dioses en el cosmos.

Señalé que el sendero comenzó a conducir en la dirección contraria en la tercera época, la de los Misterios seminuevos. Aquí el ser humano moldeaba las fuerzas, que él mismo tenía que desarrollar primero, de una manera tal que le condujeran arriba hacia los dioses. Vemos cómo al entonar el Verbo mágico en el culto ceremonial –ya fuera pronunciando el Verbo mágico en el humo como mencioné ayer, causando que la Imaginación apareciera en el humo a través del Verbo, ya fuera el Verbo mismo vivido directamente en la actitud anímica completa del ser humano- el ser humano buscaba el sendero hacia lo divino, hacia las fuerzas espirituales del cosmos de tal manera que era en el Verbo en el que uno veía la actuación del mundo espiritual divino.

Este desarrollo de un sentido religioso específico por los seres humanos –algo que sólo puede ser descrito separadamente- estaba siempre en paralelo a la precondición necesaria para ello: una particular forma de Transubstanciación que era el punto focal del sagrado acto de consagración del hombre. Los sacerdotes hoy y en el futuro cercano están llamados a experimentar esta Transubstanciación, y con ella todo lo que pertenece verdaderamente al trabajo del sacerdote, en una nueva forma. Esto no será fácilmente posible sin una profunda comprensión de en qué consisten la Transubstanciación y el apocalipsis en la vida real en las cuatro etapas sucesivas de la evolución humana.

Hemos visto un aspecto: el Acto de Consagración del Hombre y la forma más antigua de producir la Transubstanciación. Vemos que los tiempos en que los dioses encuentran el camino hasta los seres humanos son aquellos que representan la diferencia entre lo que los seres humanos pueden calcular como la secuencia de las estaciones en el curso del año y lo que tiene lugar en el cosmos. Los dioses descendían en aquellos períodos sagrados del tiempo que eran como apartados, aquellos períodos sagrados en los que el ser humano tenía que insertar algo porque el curso del cosmos no coincidía con sus cálculos. Durante aquellos períodos en que los seres humanos tenían que situarse directamente bajo la influencia del cosmos para llevar a cabo la Transubstanciación, preservaban parte de las sustancias que eran entonces transformadas por el cosmos para poder utilizarlas y producir la Transubstanciación en las estaciones sucesivas.

El lugar apropiado en que debían estar los sacerdotes y los profanos cuando la Transubstanciación tenía lugar era bajo tierra, en cavernas en los acantilados. En los tiempos de los antiguos Misterios cuando se desarrolló la plena consciencia de la presencia de los dioses y el significado de la Transubstanciación, vemos por todas partes que la gente procuraba celebrar la ceremonia sagrada en templos de roca, en templos subterráneos.

El hecho de que procuraran hacer esto está relacionado con las experiencias que los sacerdotes tenían durante la Transubstanciación. En la Transubstanciación la substancialidad de la materia terrenal era transformada. De hecho, el proceso completo incluía el hecho de ingerir la sustancia que ha experimentado la Transubstanciación, de tal modo que en este sentido las dos partes principales del Acto de Consagración del Hombre –la Transubstanciación y la Comunión- forman una unidad, con la lectura del Evangelio y el Ofertorio como preparación. Si contemplamos de esta manera la Transubstanciación y la Comunión como un único acto sacerdotal, un acto único dentro del ceremonial del culto, podemos apuntar a la interpretación adoptada por aquellos en los Misterios más antiguos que eran conocidos como los ‘Padres’. Esto era un grado obtenido en la iniciación, el grado de ‘Padre’. Esta designación, ‘Padre’, sigue siendo hasta este día el nombre de los sacerdotes en muchas confesiones.

Cuando celebraba la Transubstanciación en el templo subterráneo, el templo de roca, el sacerdote experimentaba cómo su organismo físico se hacía uno con toda la tierra. Por eso se utilizaban templos en las rocas, templos subterráneos. Incluso cuando vivimos entre el nacimiento y la muerte en nuestra consciencia terrenal ordinaria debemos, después de todo, sentirnos en realidad uno con el cosmos a nuestro alrededor. Así es como ha sido a lo largo de toda la evolución terrenal de la humanidad.

El aire que tenéis ahora dentro de vuestro cuerpo estaba hace un momento fuera de él, y dentro de un instante estará fuera de nuevo. El aire dentro de vuestro cuerpo forma una totalidad con el aire fuera de vuestro cuerpo. El fenómeno completo es como sigue: Hay un océano de aire, y cuando inspiráis, una parte de este océano de aire se transforma en vuestro interior. El aire es inhalado, se filtra hasta el último resquicio, llenándoos enteramente y convirtiéndose en una forma humana. Esta forma humana se disuelve una vez más en el océano de aire cuando lo exhaláis. El ser humano aeriforme viene constantemente al ser y muere de nuevo, sólo que no somos conscientes de lo que está sucediendo.

Cuando los antiguos yoguis Indios hacían sus ejercicios respiratorios eran conscientes de lo que estaba sucediendo. No se sentían separados del océano de aire de la tierra; se sentían uno con él; en cada sístole y diástole sentían un continuo venir al ser y morir del ser humano aeriforme. Esto puede sentirse muy fácilmente simplemente efectuando ejercicios respiratorios, sólo que ya no es algo apropiado para las personas de estos días.

El ser humano del mundo físico no es únicamente un ser humano terrenal. Es un ser humano terrenal cuando lo que llamamos el cuerpo físico está activo fundamentalmente en él, pero también es un ser humano fluido. El ser humano completo está lleno de fluido circulante, de tal modo que el ser humano terrenal y el ser humano fluido actúan y se influencian el uno sobre el otro mutuamente. El ser humano fluido depende fundamentalmente del cuerpo etérico, pues las fuerzas del cuerpo etérico actúan menos en lo que es sólido y más en lo que es líquido.

Además también tenemos en nuestro interior el ser humano aeriforme y el ser humano calórico. El ser humano aeriforme que se ocupa de la respiración está bajo la influencia del cuerpo astral, y el ser humano calórico está principalmente influido por el trabajo de la organización del ‘Yo’. Sólo necesitáis considerar los diferentes grados de calor que encontráis cuando tomáis la temperatura de diferentes partes de vuestro cuerpo, externa o internamente. Incluso este método bastante tosco de medir la temperatura muestra que el ser humano es un organismo calórico diferenciado.

Así encontramos los cuatro elementos en el ser humano: la tierra influida por el cuerpo físico, el agua influida por el cuerpo etérico, el aire influido por el cuerpo astral y el calor, el fuego, influido por la organización del ‘Yo’.

Lo que sucedió con los antiguos ‘Padres’ a través de la Transubstanciación combinada con la Comunión fue que sintieron su organización física en sus vínculos con la tierra cuando bajaron al templo de roca o al templo subterráneo para hacerse uno con esta evolución terrestre.

Todo lo que la gente piensa hoy sobre la naturaleza de su propio ser –piensan ‘científicamente’, eso dicen- es en realidad completamente erróneo, o incluso tonterías, pues realmente hemos de tener imágenes interiores bastante distintas del ser humano. Estas imágenes interiores son lo que surgió en los antiguos ‘Padres’ desde el sagrado sacrificio para la consagración del hombre a través de una visión directa provocada por la Transubstanciación. Ellos sabían que no solo respiramos aire a través de nuestros órganos respiratorios, sino que también asimilamos incesantemente todo tipo de sustancias del cosmos a través de nuestros órganos sensoriales, a través de nuestro pelo, a través de nuestra piel todo tipo de sustancias son incesantemente absorbidas del cosmos. Igual que alguien respirando conscientemente siente el aire al ser inhalado dentro de sus órganos respiratorios, del mismo modo el sacerdote sentía en los tiempos antiguos las sustancias del ambiente silíceo, en el que se encontraba en el templo subterráneo de la consagración, entrando y llenando su organismo nervioso y sensorial. Igual que el ser humano aeriforme siente el aire moviéndose cuando respira conscientemente, del mismo modo estas sustancias llenan el organismo completo. Los sacerdotes de los tiempos antiguos sabían que nuestro sistema metabólico y nuestras extremidades no reciben nada en su estructura de lo que comemos. Nada de lo que comemos va a nuestro sistema de extremidades y metabólico.

Las sustancias son absorbidas del cosmos. Toda la actual teoría nutricional es falsa. El ‘Padre’, mientras celebraba el ritual, sentía lo que es comido y transformado por el sistema digestivo moviéndose hacia arriba desde el ser humano metabólico dentro del ser humano de los nervios y los sentidos, especialmente la cabeza. Él sabía: Lo que como es transformado en mí en la sustancia de mi cabeza y todo lo que está conectado con ella; lo que construye los órganos en mí, que se ocupan del metabolismo es absorbido desde el cosmos a través de una forma más sutil de respiración. Él sentía las sustancias del cosmos siendo absorbidas desde todas partes a través de los sentidos y los nervios y entonces iban a constituir su sistema metabólico y sus miembros. Él sentía la corriente descendente que se origina a partir de todas las direcciones del cosmos y fluye en su organismo desde arriba hacia abajo. Y sentía cómo lo que tomamos directamente en forma de alimento es transformado primero dentro de nuestro cuerpo antes de volverse en la dirección opuesta para ir a constituir la parte superior de nuestro ser humano.

Cuando celebraba la Transubstanciación, el ‘Padre’ tenía dos corrientes en su interior, una fluyendo hacia arriba, la otra hacia abajo. Cuando procedía entonces a la Comunión él sabía, al haberse hecho consciente de su cuerpo físico en estas corrientes, que estaba vinculado al cosmos. Lo que acababa de recibir a través de la celebración en el altar lo incorporaba en las corrientes descendentes y ascendentes de su interior; habiéndose hecho uno con la tierra, incorporaba lo que había preparado en el altar dentro de las corrientes que pertenecían tanto a la tierra como a su cuerpo, lo incorporaba en lo divino de la tierra, que es un espejo del universo. Él mismo sabía que era uno con el universo, con aquello que estaba fuera de él. Él sabía que esta Comida, en la que él había participado de esta manera, era una Comida solemnizada por su ser humano cósmico. Por medio de lo que estaba fluyendo en las corrientes ascendentes y descendentes él sentía florecer en su interior al ser humano divino que estaba autorizado a ser un compañero de los dioses que habían descendido. Sentía que estaba siendo transformado en un ser humano divino, que él mismo estaba siendo transubstanciado por los dioses en su cuerpo físico. Este era el momento en el que hablaba desde las profundidades de su corazón: yo no soy ahora el que camina en el mundo físico; yo soy aquél en el que está viviendo el dios que ha descendido. Soy Aquél cuyo nombre está compuesto por todos los sonidos del habla, Aquél que estaba en el principio, que está en el medio y que estará en el final. Yo soy el Alfa y el Omega.

De la manera en que su ser interior tomaba forma, por medio de esta forma de sentir todas las cosas, dependía el grado hasta el cual era realmente capaz de participar de los secretos del cosmos, en lo divino que actúa y crea en el cosmos, en la revelación de fuerzas, sustancias y seres en el cosmos bajo la influencia de la creatividad divina, espiritual. Esto era lo que significaba desempeñar el trabajo de sacerdote en los antiguos Misterios.

En los Misterios semiantiguos los templos ya no eran construidos bajo tierra, o si lo eran, se hacía a partir de una tradición que ya no se comprendía; la tradición continuaba pero el contenido viviente se había perdido. En los templos que se habían ahora levantado en la superficie de la tierra se daba gran importancia a todo lo relacionado con el agua consagrada, con las abluciones y otras ceremonias que involucraban el agua.

Estas tradiciones aún perduran hoy en la forma en que se realiza el bautismo por inmersión en el agua. Lo que el sacerdote celebraba tenía ahora menos que ver con el elemento real y más con el hecho de que a través de la fuerza interna invocada en la celebración, el ser humano fluido, aquél en que las fuerzas del cuerpo etérico estaban en acción, ahora se hacía uno con el universo. Cuando se lograba la Transubstanciación en aquellos tiempos y cuando todo lo que la precedía y venía después de ella tenía que ver con el elemento fluido de una manera u otra, el ser humano sentía de nuevo cómo la organización del cuerpo etérico estaba actuando en él, esta vez temporalmente. A través del cumplimiento de la Transubstanciación el ser humano sentía cómo su crecimiento desde la niñez hacia delante tomaba forma bajo la influencia del elemento fluido, cómo se moldeaba a sí mismo cada vez más y cómo el cuerpo etérico está activo en este fluir desde el pasado a través del presente y hacia el futuro.

Igual que los sacerdotes de los tiempos antiguos sentían a través de su cuerpo físico que eran uno con el elemento tierra, del mismo modo el que celebraba la Transubstanciación en los Misterios semiantiguos de la segunda época de Misterios se sentía uno con todo lo que es acuoso en el cosmos entero. Dentro de sí mismo sentía las fuerzas del crecimiento de todas las cosas vivas que germinan, brotan, crecen y se despliegan para convertirse en un organismo desarrollado, y contrayéndose después en una semilla. Al celebrar la Transubstanciación él sentía esta actividad germinal, viviente y decadente. En todo momento era capaz de decirse a sí mismo: Ahora sé cómo los seres crecen en el mundo y cómo los seres mueren en el mundo. Las fuerzas elevadoras y descendentes de lo etérico estaban activas en él. Podríais decir que sentía la eternidad en la sagrada Transubstanciación.

Tomando la Transubstanciación y la Comunión una vez más como un único acto de consagración, una sola celebración, el sacerdote sabía que las sustancias transformadas en la forma descrita ayer se estaban fundiendo con su ser humano etérico, fluido. Él se sentía uno con todo lo que preserva la inmortalidad, que viene al ser y muere de nuevo, que nace y muere en el universo. El nacimiento y la muerte vagan sobre el altar y hacia abajo desde el altar hacia la multitud de fieles y entre ella. A través de uno fluían sentimientos de eternidad, y era este ser atravesado por sentimientos de eternidad que ocupaban el lugar de lo que sucedía antiguamente, cuando había sido un sentimiento de ser uno con el cosmos entero a través de la Tierra.

Cuando llegó el tercer período, el ser humano iba a experimentar conscientemente a través del sagrado acto de consagración del hombre cómo él se hacía uno con el elemento aéreo, y a través del elemento aéreo con el cosmos.

Allá en Oriente cuando un individuo se esforzaba en soledad como un yogui, éste utilizaba un método diferente para hacerse consciente de la corriente de las fuerzas cósmicas divinas, espirituales, suprasensibles mediante la inhalación y la exhalación. Él tenía un control directo de la respiración. En Asia Occidental e, incluso aún más, en Europa occidental, no había un control directo de la respiración indiferenciada; aquí el Verbo mágico era entonado con la respiración. Así la respiración, el aire fluyendo dentro y fuera del ser humano, era controlada con el Verbo mágico, el Verbo cultual. De esta manera sucedió que el esfuerzo ascendente de las fuerzas humanas hacia las fuerzas divinas se experimentaba, se revelaba, ya fuera en lo que se pronunciaba en el humo sacrificial o directamente a través de la entonación del Verbo mágico, cultual. Uno se sentía como si estuviera entonando el Verbo mágico, cultual, las palabras de la plegaria. En general toda plegaria significa lo siguiente. Significa que el ser humano está esforzándose en elevarse con sus fuerzas a la región divina, espiritual; allí se encuentra con los dioses. Y cuando él entona allí el Verbo ya no es él quien habla, es el dios el que habla en el Verbo cultual, revelándose en el elemento aéreo. A través de su cuerpo astral el ser humano se sentía dentro de lo que rige las fuerzas del aire.

Considerad ahora cuán tremenda, cuán fuerte fue la transición desde los Misterios semi-antiguos a los Misterios seminuevos, desde la segunda época a la tercera. Lo que los antiguos ‘Padres’ experimentaban era experimentado en el cuerpo físico. Era una intensificación de la actividad del cuerpo físico. Lo que el sacerdote del sol de la segunda época experimentaba, cuando entonaba el Verbo cultual y sentía la corriente de las fuerzas divinas, espirituales, se experimentaba en el cuerpo astral. Para la consciencia ordinaria el cuerpo astral, incluso entonces, era sólo relativamente un mediador de la consciencia. Sólo en los tiempos más recientes de la tercera época eran aún capaces los sacerdotes de sentir en el Verbo mágicamente pronunciado: Cuando yo hablo, el dios está hablando en mí. Pero esto se desvaneció con el tiempo. La forma en que actúa el cuerpo astral seguía siendo desconocida por la consciencia, que iba incrementándose paulatinamente. Para la consciencia de hoy en día la forma en que actúa el cuerpo astral es completamente desconocida. Por tanto, poco a poco, el contenido verbal del culto se convirtió en algo que para el elegido significaba la presencia del dios, y para aquellos que no eran elegidos se convirtió simplemente en algo que no llegaba a su consciencia.

Esto se convirtió cada vez más en la regla con un gran número de sacerdotes que servían en la iglesia católica. El acto de consagración del hombre, la Misa, se convirtió gradualmente en algo celebrado por el sacerdote, aunque él mismo ya no estaba presente en ella. Uno no puede, sin embargo, celebrar con estas Palabras entonadas sin la incorporación de seres aéreos, o, en otras palabras, sin la presencia del espíritu. No hay nada materialmente moldeado que el espíritu no tome inmediatamente como su morada. Así si el acto de consagración se celebra con el verdadero Verbo cultual, incluso por el sacerdote más indigno, hay siempre presente algo espiritual, aunque quizás no sea su alma. Por tanto, suceda lo que suceda, los creyentes están presentes en un acto espiritual si la liturgia es correcta.

Una vez que esto había decaído cada vez más en la etapa final de la tercera época, las denominaciones más racionalmente inclinadas, las denominaciones protestantes, creyeron que podían arreglárselas sin celebrar el culto en absoluto. No había ya ninguna consciencia de la importancia del culto, de la colaboración directa, real, de los seres humanos con los dioses. Esto condujo a los tiempos de experiencia interna en los que ahora vivimos. El acto de consagración del hombre, que trae la vida divina, espiritual directamente a la tierra, se ha convertido gradualmente en algo incomprensible. Lo que debería experimentarse a través de él, es decir, el apocalipsis o la revelación, se ha hecho incomprensible.

Tales fueron, básicamente, las experiencias que aquellos de vosotros habéis tenido, vosotros que vinisteis un día y dijisteis: Debe haber una renovación cristiana. Vosotros experimentasteis lo que vive en la civilización de hoy en día, lo que vive en la vida religiosa de hoy en día; experimentasteis la vida religiosa de todas las denominaciones como habiendo sido separadas del mundo espiritual genuino, real. Estabais buscando el camino de vuelta al mundo espiritual genuino y real.

Hemos alcanzado ahora la señal que nos conducirá directamente a las profundidades de los Misterios que están conectados con el Libro del Apocalipsis: que la Transubstanciación en la primera época está ligada con experiencias vividas con el cuerpo físico, en la segunda época las experiencias vividas con el cuerpo etérico, y en la tercera época las experiencias vividas con el cuerpo astral. Dependerá de vosotros y de vuestra experiencia interna el trabajar y entretejer del espíritu en el mundo para que el ‘Yo’ humano tome posesión del Acto de Consagración y del Libro del Apocalipsis.

Así se logrará una comprensión adecuada de la tarea a realizar a través de este movimiento para la renovación religiosa, que dependerá de lo que ha de hacerse, que ha de considerarse directamente como el desempeño de una tarea suprasensiblemente asignada a nosotros, una tarea que se sitúa al servicio de los poderes suprasensibles. Si falláis en comprender la profunda naturaleza de vuestra tarea, entonces lo que hacéis debe desvanecerse en la nada, y en tal caso habrá sido meramente una especie de inconveniente en la evolución actual del universo. En cambio, si comprendéis la profunda naturaleza de vuestra tarea, sentiréis que esta tarea ha sido vinculada desde el comienzo no con el trabajo de los seres humanos, sino con el trabajo de los dioses a lo largo de la evolución de la tierra. Entonces tendréis que deciros a vosotros mismos: Hemos sido convocados para participar en dar forma a la cuarta etapa de Misterios de la evolución humana sobre la tierra. Sólo si tenéis el coraje, la fuerza, la seriedad y la perseverancia de encontrar vuestro camino de esta manera hacia vuestra tarea, sólo entonces habréis situado vuestra tarea al servicio de aquellos poderes que permitieron que el contenido de aquel culto fluyera directamente del mundo espiritual cuando nos reunimos aquí hace dos años. Sólo entonces, aquello que habéis asumido a través del contenido de este culto, una revelación proveniente del mundo espiritual que como tal irradió sus rayos sobre vosotros, será real.

Entonces sentiréis acrecentadamente que es cierto que Cristo entró primero en la vida terrenal a través de un acto cósmicamente real, telúrico. El Misterio del Gólgota existe como un hecho real. Ha llegado ya el tiempo de que los seres humanos se unan con su ‘Yo’. La manera previa en que la Sagrada Cena era recordada estaba aún inmersa en la tercera época de Misterios, la época en que el cuerpo astral mandaba y regía sobre los efectos del culto que se cumplían en el elemento aéreo. Ahora, sin embargo, es necesario que los seres humanos unan su ser interior más profundo con el Cristo con plena consciencia, y comenzar a comprender el apocalipsis, la revelación, de una forma nueva.

¿Cómo se entendía la revelación en la primera época de Misterios? Se experimentaba como la presencia de los dioses que existen al comienzo, en el medio, y al final, que son el Alfa y el Omega.

¿Cómo se entendía la presencia de los poderes divinos en la segunda etapa de Misterios? Se experimentaba en lo que resonaba a través del universo como la música de las esferas, en el Verbo cósmico fluyendo del cielo a la tierra, el Verbo que todo lo ha creado, que en todo está creando, que en todo está vivo. En aquella época la gente experimentaba en un instante lo que hay en el comienzo, en el medio y en el final. Experimentaban el Alfa y el Omega en el Verbo cósmico, universal. En cualquier momento, en estas diversas épocas, en que se mencionaba el Alfa y del Omega –utilizando diferentes sonidos del lenguaje, quizás, aunque unos sonidos bastante similares a los del idioma griego- había siempre el esfuerzo en reconocer lo que está contenido realmente en este Alfa y Omega, en este Primero y en este Último.

¿Cómo se entendía la revelación, el apocalipsis en la tercera época de Misterios? Se comprendía en que el ser humano revelaba el Verbo cultual aún sólo semiconsciente. Cuando el ser humano entonaba este Verbo cultual semiconsciente y este entonces se transubstanciaba –lo cual ilustraré en un momento- es entonces cuando el apocalipsis, la revelación era percibida durante la tercera época. Quizás alguno de vosotros, o quizás la mayoría de vosotros, habéis tenido un día en que erais receptivos con vuestros sentidos y vuestra alma a impresiones del mundo exterior. Quizás oísteis alguna música y entonces os fuisteis a dormir bajo la impresión de esta música, y entonces os despertabais de nuevo en mitad de vuestro sueño. Quizás entonces sentíais como si estuvierais viviendo en una ondulación, pero una ondulación transformada, de la sinfonía que habíais oído durante el día. Así es como era para los sacerdotes durante la tercera época de Misterios. Lo que les sucedía puede compararse con la experiencia ordinaria que acabo de describir. Celebraban el acto de consagración con el Verbo cultual, experimentando cómo el dios se hacía presente en él. Habían enviado el Verbo cultual a lo alto, y el dios había fluido en el Verbo cultual. Salían del sagrado acto de consagración con la actitud en la que es adecuado salir de él. Experimentaban en lo que había sucedido en la transubstanciación no sólo el Verbo cultual humano en el que el espíritu divino se había hecho presente; experimentaban también cómo lo que habían pronunciado se había transubstanciado, transformado. Experimentaban fluyendo hacia ellos el eco suprasensible de lo que ellos mismos habían entonado en la liturgia de la Misa, transformado ahora, y trayéndoles revelación, apocalipsis. Como un regalo por el acto de consagración apropiadamente celebrado el dios revelaba apocalipsis. Así es como el apocalipsis se sentía en la tercera época de Misterios.

El individuo que sentía que había sido hecho sacerdote a través de Jesucristo mismo, el escritor del Libro del Apocalipsis, del que nos ocuparemos, era el primero en sentir algo que apenas ninguno o sólo unos pocos habían experimentado alguna vez. Él sentía cómo el contenido apocalíptico era absorbido en su propio ‘Yo’. Pues era el cuerpo astral el que absorbía el eco del que he hablado, cuando el dios daba el contenido apocalíptico como un regalo a cambio del Verbo.

El que escribió el Libro del Apocalipsis de Juan sentía su ‘Yo’ plenamente consciente como unido con el contenido que escribió en ese Libro. El estímulo inspirador de aquel sacerdote, el autor del Libro del Apocalipsis, que sintió haber sido designado por Jesucristo mismo, vino del entonces ya extinguido servicio de consagración de Éfeso. Él mismo sentía estar dentro de una continua celebración del antiguo y sagrado acto de consagración. Al sentir que su ‘Yo’ estaba completamente lleno con el significado del acto de consagración él ahora se sentía completamente lleno con el contenido apocalíptico.

El Libro del Apocalipsis es atribuido a Juan como, en la consciencia ordinaria, sólo la pequeña palabra ‘Yo’ puede ser atribuida al ser humano. Cuando decimos ‘Yo’ expresamos la totalidad de nuestro ser interno con esta secuencia de sonidos. Esto no puede denotar otra cosa que el simple ser humano individual, que está, sin embargo, abundantemente lleno de contenido. El contenido del Libro del Apocalipsis es un contenido abundante.

Si tomamos todo lo que el sentimiento y la profundización religiosa puede darle al alma, si toda la iluminación por la que se lucha, todo esfuerzo para comprender la suprasensible, se le permite actuar en el espíritu humano, si nos permitimos entusiasmarnos por una contemplación de las tres épocas pasadas de Misterios, si lo que vivió en la primera, segunda y tercera época de Misterios puede convertirse para nosotros en un inspirador vivo para la cuarta, y si dejamos que el poder del espíritu de Dios actúe en nuestra alma de la forma en que es posible una vez más hoy, entonces experimentaremos cuantitativamente que aquí no hay sólo una Revelación sino tantas Revelaciones como Yoes humanos hay dedicados a Dios, hablando desde los sacerdotes individuales a Cristo, que ha de ser encontrado de nuevo a través de este movimiento para la renovación Cristiana.

El Libro del Apocalipsis es único en calidad, pero cuantitativamente puede convertirse en el contenido de cada alma individual de los sacerdotes. En cambio, el alma de cada individuo que celebra el Acto de Consagración del Hombre puede convertirse en un alma sacerdotal al prepararse para identificar el ‘Yo’ con el contenido del Libro del Apocalipsis. Como seres humanos somos ‘Yoes’; nos convertimos en sacerdotes en el sentido moderno de la palabra si el Libro del Apocalipsis no está simplemente escrito en el Evangelio, y también si el Libro del Apocalipsis no está sólo dentro de nuestros corazones como una obra escrita acabada, pero si el ‘Yo’ se hace consciente del hecho de que en cada momento de la vida puede, a través de su propio acto de creación, producir una reproducción del Libro del Apocalipsis.

Lo siguiente imagen, quizás algo pedante o ignorante os ayudará a comprender lo que quiero decir: alguien escribe el contenido de un libro. El libro es enviado a las imprentas, donde es impreso. Entonces un número determinado de copias, cada una separada, aunque el contenido es idéntico, es enviado al mundo. Es una cosa única hacia la que nuestra atención se ve atraída al comienzo del Libro del Apocalipsis, una cosa única que fue revelada a Juan por Cristo mismo. Pues esta es ‘la revelación de Jesucristo’ recibida por su servidor Juan (Apocalipsis 1,1) El contenido es único, pero es reproducido cuando cada uno obtiene a partir de él la sabiduría de los mundos suprasensibles.

Esto es lo que significa comprender la Revelación de Juan. En el sentido más profundo de la palabra también significa comprender que Cristo nos ha consagrado y nos ha hecho así sacerdotes. Habéis sentido lo que significa cuando el escritor del apocalipsis dice que Cristo mismo le ha ungido como sacerdote. Ser ungido como sacerdote tiene lugar cuando uno siente cómo el contenido del Libro del Apocalipsis vino a la existencia en Juan. Cuando se siente que estas personas de hoy, que quieren convertirse en sacerdotes, lo hacen a través de la creación en sí mismos de la experiencia del ‘Yo’ en la Revelación, entonces el ‘Yo’ se convierte en apocalíptico; entonces el ‘Yo’ es sacerdotal.  Mañana habrá más sobre todo esto.

GA346 1ª conf. la transubstanciación

Rudolf Steiner

El Acto de Consagración del Hombre y el Libro del Apocalipsis. 

primera conferencia
Dornach, 5 de septiembre de 1924

Mis queridos amigos, para comenzar respondiendo a vuestras amables palabras, me gustaría deciros que es plenamente justificable que las hayáis planteado justo ahora en nombre del círculo de sacerdotes. No siempre se puede considerar plenamente justificable algo planteado con las mejores intenciones por seres humanos, pero en este caso uno puede hacerlo. Digo esto porque el impulso espiritual interno que se pretende que fluya desde el Goetheanum a través del movimiento antroposófico siempre contiene un aspecto que va mucho más allá de cualquier comprensión teórica, y ciertamente más allá de cualquier comprensión en general. Una manera de expresar de manera aproximada lo que se pretende, sería decir: Las tareas que los seres humanos deben emprender hoy están agrandándose de nuevo. Se están agrandando porque las fuerzas que una vez estuvieron disponibles en los tiempos en que la humanidad era capaz de alejarse más o menos de los impulsos de los antiguos Misterios están ahora agotadas.

Los antiguos Misterios desarrollaron sustancias divinas reales y fuerzas divinas sobre la tierra con plena realidad. La humanidad tenía que desarrollarse suficientemente pues debía haber un momento en que la gente fuera abandonada más o menos a sus propios recursos. Las fuerzas que dominaban sobre la humanidad terrenal durante aquel período intermedio de la evolución humana se han agotado ahora. Aunque no sea la más excelsa, es quizás un verdad oculta significativa, importante y de largo alcance, que las fuerzas que fueron capaces de hacerse efectivas en la evolución humana sin la ayuda de los Misterios están ahora agotadas, de tal modo que la evolución humana no puede avanzar más a menos que las fuerzas de los Misterios entren en la evolución de nuevo.

GA126 Stuttgart, 1 de enero de 1911 la historia oculta -Elías-Juan el Bautista- Rafael - Novalis / Miguel Ángel - Galileo

 LA HISTORIA OCULTA

6ª conferencia

Índice

Stuttgart, 1 de enero de 1911


En la conferencia de ayer llamé su atención sobre el hecho de que muy diversos Poderes intervienen en el curso de la evolución humana. Por esta razón, y también porque una poderosa corriente de influencia se intersecta a otra, se dan ciertos períodos de ascenso e igualmente de declive en terrenos definidos de la civilización. Mientras que las civilizaciones más antiguas todavía están decayendo, mientras que por decirlo así pasan a formas externas, ya se están preparando paulatina y gradualmente los impulsos creadores que han de engendrar las civilizaciones posteriores, inspirarlas y darlas a luz. De modo que, de una manera general, el curso de la vida cultural del hombre puede describirse brevemente como sigue. - Encontramos la vida cultural que surge de las profundidades insondables y que asciende a ciertas alturas; después decae, y de hecho más lentamente de lo que ascendió. 

Los frutos de una determinada época de civilización viven durante mucho tiempo, penetran en corrientes posteriores y en culturas populares del más diverso carácter y se pierden como un río que en lugar de fluir hacia el mar se escapa por las tierras bajas. Pero mientras se está yendo, las nuevas civilizaciones -que aún eran imperceptibles durante el declive de las antiguas- están en preparación, para comenzar finalmente su desarrollo y ascenso, y contribuir de la misma manera o de manera similar al progreso de la humanidad . Si queremos pensar en un ejemplo eminentemente característico del progreso en la cultura, podemos suponer que debe ser algo en el que el principio de lo universal humano, el tejer del yo en el yo, apareció en la forma más llamativa. Este, como hemos demostrado, fue el caso en la cultura de los antiguos griegos. 

Tenemos allí una ilustración clara de una civilización que traza su propio rumbo característico; Pues los logros de las tres civilizaciones precedentes y de la época que sigue a la de Grecia son modificadas de manera muy diferente por fuerzas ajenas al hombre. Por lo tanto, lo que se encuentra en el ser humano mismo, por el cual deja su marca en el mundo, todo lo que, procedente de los poderes súprasensibles, puede expresarse en él de manera más característicamente humana: todo esto se ejemplifica en la cuarta época, la civilización greco-latina.

Pero en lo que respecta a esta civilización griega, también debe decirse lo siguiente. Fue precedida por la tercera época, que luego se desvaneció, y durante este período de declive la cultura griega estaba siendo preparada. Durante el declive de la cultura babilónica, que fluyó desde el Este hacia el Oeste, quedó consagrada en la pequeña península del sur de Europa, que conocemos como Grecia, la semilla de lo que iba a hundirse en la humanidad como el impulso de una nueva vida. Aunque es cierto que esta vida griega trajo predominantemente a la expresión el elemento esencialmente humano, aquello que el hombre puede encontrar enteramente dentro de sí, no debe pensarse que tales cosas no necesitan preparación. Lo que llamamos el elemento esencialmente humano, también debió ser primeramente enseñado a los hombres en los Misterios por los poderes súprasensibles, así como ahora debe prepararse una libertad aún más alta para la Sexta época de la civilización que está siendo sostenida y enseñada en los mundos suprasensibles por los Seres que dirigen y guían la evolución humana.

Por lo tanto, debemos darnos cuenta de que cuando la cultura griega aparece a la observación exterior, como si todo brotase del elemento esencialmente humano, ya llevaba tras de si, un período en el que estuvo, por así decirlo, bajo la influencia de las enseñanzas de los Seres espirituales superiores. Fue a través de estos Seres espirituales superiores, cómo la cultura griega fue capaz de elevarse a las alturas que alcanzó, llevando a la expresión el elemento esencialmente humano. Por esta razón, la cultura griega, cuando retrocedemos hacia el pasado, se pierde de vista en las tinieblas de aquellas eras prehistóricas cuando, como base, se cultivaba en los templos de los Misterios la sabiduría que después, como una herencia, fue majestuosamente revestida en forma poética por Homero y por Esquilo. 

Y así, ante la grandeza de figuras sin parangón, debemos concebir que estos hombres elaboraron realmente algo que era enteramente el producto de sus propias almas, del tejer del yo en el yo, pero que había sido puesto por primera vez en estas almas, por los Seres superiores en los templos. Por eso la poesía de Homero y de Esquilo parece tan infinitamente profunda, tan infinitamente grande. Sin embargo, los poemas de Esquilo no deben en cualquier caso ser juzgados por la traducción que hizo Wilamowitz, porque debemos darnos cuenta, que la grandeza total de lo que vivía en Esquilo no puede ser transmitida al lenguaje moderno y que realmente no puede haber peor acercamiento a una comprensión de sus obras que la ofrecida por uno de los traductores más recientes.

Si, por lo tanto, estudiamos la cultura griega contrastándola con el fondo profundo de los Misterios, podemos comenzar a adivinar su verdadera naturaleza. Y debido a que los secretos de la vida en los mundos súprasensibles fueron transmitidos en una cierta forma humana a los artistas de Grecia, pudiendo así encarnar en sus esculturas de mármol o de bronce, lo que originalmente había estado escondido en el secreto de los Misterios . Incluso lo que nos confronta en la filosofía griega demuestra claramente que sus logros más altos eran en verdad antigua sabiduría de los Misterios traducida en términos de intelecto y razón. Hay una indicación simbólica de esto cuando se nos dice que Heráclito ofreció su obra, "On Nature", como un acto de sacrificio en el templo de Diana en Éfeso. Esto significa que él consideraba que lo que el tejer del yo en el yo le permitía decir, era como una ofrenda a los Poderes espirituales de la época anterior con la que se sabía conectado.

Esta es una actitud que también arroja luz a la profunda expresión de Platón, que fue capaz de impartir una filosofía de tal profundidad a los griegos y sin embargo se vio obligado a afirmar que toda la filosofía de su tiempo no era nada comparada con la antigua sabiduría recibida por los antepasados desde los propios mundos espirituales.

En Aristóteles todo aparece como en formas de lógica -de hecho, aquí hay que decir que la sabiduría antigua se ha convertido en abstracción, los mundos vivos se han reducido a conceptos. Pero a pesar de esto -puesto que Aristóteles está en el punto final de la antigua corriente- algo de la vieja sabiduría todavía respira a través de sus obras. En sus conceptos, en sus ideas, por abstractas que sean, se puede oír todavía un eco de las armonías que resonaban en los santuarios de los templos y eran en verdad la inspiración no sólo de la sabiduría griega sino también del arte griego, de todo el carácter popular. Porque cuando surge una cultura semejante, no sólo se apodera del conocimiento o del arte, sino del hombre entero, con el resultado de que todo el hombre es una impresión de la sabiduría y la espiritualidad que viven en él. 

Si imaginamos la civilización griega surgiendo de profundidades desconocidas incluso durante el declive de la cultura babilónica, entonces, en la era de las guerras persas podemos percibir claramente los efectos de lo que el carácter griego había recibido de la antigua sabiduría de los Templos. Pues en estas guerras persas vemos cómo los héroes de Grecia, inflamados de entusiasmo por la herencia recibida de sus antepasados, se lanzan contra la corriente que, se eleva hacia ellos desde el este. El significado de su violenta resistencia, cuando los tesoros de sabiduría de los templos, cuando los maestros mismos, de los antiguos Misterios griegos estaban luchando en las almas de los héroes griegos en las batallas contra los persas, contra la cultura en declive de Oriente. La importancia de todo esto solo puede ser comprendida por el alma humana si se hace esta pregunta: ¿Qué habría sido del sur de Europa, en realidad, de toda la Europa posterior, si las acometidas de las masivas hordas del este no hubieran sido derrotadas en aquel tiempo por el pequeño pueblo griego? Lo que los griegos entonces lograron contenía la semilla de todos los desarrollos posteriores en la civilización europea hasta nuestros días.

Incluso las consecuencias en Oriente de lo que Alejandro les devolvió posteriormente desde Occidente -aunque de una manera que desde cierto punto de vista no es justificable que solo podría desarrollarse después lo que ya estaba destinado a declinar, también con respecto a su poder físico que había sido impulsado inicialmente por el ardiente entusiasmo en las almas de los griegos. Si comprendemos esto, veremos cómo no sólo funcionan las enseñanzas sobre el Fuego de Heráclito, no sólo las ideas abarcadoras de Anaxágoras y de Thales, sino también las enseñanzas reales de los guardianes de la sabiduría de los templos en la civilización prehistórica griega. Sentiremos todo esto como un legado de poderes espirituales que impregnaron la cultura griega de lo que estaba destinada a recibir. Lo percibiremos en las almas de los héroes griegos que desafiaron a los persas en las diversas batallas. Así es como debemos aprender a sentir la historia, puesto que lo que nos ofrece ordinariamente es, en el mejor de los casos, un vacío abstracto de ideas. Lo que obra desde tiempos anteriores hasta tiempos posteriores sólo puede observarse cuando nos volvemos a lo que se impartió en las almas de los hombres a través de un período que duró miles de años, tomando formas definidas en una cierta época.

¿Cómo algo tan grande que brota de los viejos tesoros del templo pudo ser impartido a los griegos? El secreto reside en la universalidad, en lo omniabarcante de estos tesoros del templo y en su alejamiento de cualquier cosa de menor importancia. Fue algo que se dio como una fuente primordial, algo que podía absorber a todo el hombre, trayendo consigo, por así decirlo, un fuerza directa de guía.

Y aquí llegamos a la característica esencial de una cultura que está alcanzando su cumbre. Durante este período, todo lo que es un estímulo activo en el hombre -la belleza, la virtud, la utilidad, sus propósitos, lo que desea lograr y realizar en la vida- todo esto se ve como procedente directamente de la sabiduría, desde lo espiritual. La sabiduría abarca la virtud, la belleza y todo lo demás también. Cuando el hombre es permeado e inspirado por, la sabiduría de los templos, todo lo demás se da por si mismo. Ese es el sentimiento que prevalece durante estos tiempos de ascenso. Pero en el momento en que las cuestiones, las percepciones, se separan - desde el momento en que, por ejemplo, la cuestión de lo bueno o de lo bello se vuelve independiente de la cuestión de su origen divino - empieza el período de declive. Por lo tanto, podemos estar seguros de que estamos viviendo en un período de declive cuando se enfatiza que, independientemente de un origen espiritual, esto o aquello debe ser especialmente cultivado, esto o aquello debe ser de la máxima consideración. 

Cuando el hombre carece de la confianza de que lo espiritual puede generar de sí mismo todo lo que la vida humana requiere, entonces las corrientes de la cultura, que en el arco ascendente forman una unidad, se ramifican en corrientes separadas. Esto lo vemos cuando los intereses ajenos a la sabiduría, fuera del ímpetu espiritual, empiezan a infiltrarse en la vida griega; Lo vemos en la vida política, lo vemos también en esa parte de la vida griega que nos interesa especialmente, en la vida espiritual inmediatamente anterior a Aristóteles. Aquí, al lado de la pregunta: ¿Cuál es la verdad? - que abarca otra pregunta: ¿Qué es bueno y eficaz de manera práctica? - la última pregunta comienza a ser independiente. Los hombres preguntan: ¿Cómo debe constituirse el conocimiento para que uno pueda alcanzar una meta práctica en la vida? Y así en el período de declive vemos surgir la corriente del estoicismo. Con Platón y Aristóteles el bien estaba directamente contenido en el sabio; Los impulsos del bien sólo podían proceder de los sabios. Los estoicos preguntan: ¿Qué debe hacer el hombre para ser más sabio en la práctica de vivir, para vivir para algún propósito? Los objetivos de la vida práctica se insertan en lo que antes era el ímpetu predominante de la verdad.

Con el Epicureísmo viene un elemento que se puede describir como sigue. - Los hombres preguntan: ¿Cómo debo prepararme intelectualmente para que esta vida siga su curso con la mayor felicidad y paz interior posible ? A esta pregunta, Tales, Platón e incluso Aristóteles hubieran respondido: «Busca la verdad y la verdad te dará la felicidad suprema, la semilla germinativa del amor. El estoicismo y el epicureísmo son una corriente de declive, la consecuencia invariable es que los hombres comienzan a cuestionar la verdad misma y la verdad pierde su poder. De ahí que, simultáneamente con el estoicismo y el epicureísmo en el período de declive, surja el escepticismo - duda respecto de la verdad. Y cuando el escepticismo y la duda, el estoicismo y el epicureísmo, han ejercido su influencia por un tiempo, entonces el hombre, aún luchando por la verdad, se siente expulsado del Alma del Mundo y arrojado sobre su propia alma. Entonces, mira a su alrededor diciendo: "Esta no es una época en la que los impulsos fluyen hacia la humanidad desde la corriente de trabajo de las potencias espirituales mismas. 

Se siente restringido sobre su propia vida interior, su propio ser subjetivo. En el curso ulterior de la vida griega, esto llega a expresarse en el neoplatonismo, una filosofía que ya no se ocupa de la vida externa, sino que mira dentro y se esfuerza en ir hacia la verdad a través de la ascensión mística del individuo. Una corriente de la vida cultural está aumentando, otra declinando, etapa por etapa. Y lo que se ha desarrollado durante el ascenso disminuye gradualmente y poco a poco, hasta que con la aproximación del año 1250 comienza para la humanidad una inspiración no fácil de observar, pero con todo y con eso no menos grande, que ya puse de relieve ayer en cierta manera. Esto por otra parte ha ido disminuyendo mas todavía desde el siglo XVI. Porque desde entonces todas las cuestiones especializadas han surgido de nuevo paralelamente a las concernientes a la verdad misma; Nuevamente se adopta una actitud que quiere separar la cuestión del bien y de la utilidad exterior de la única y suprema cuestión, la verdad. Y mientras que, las principales personalidades en las que los impulsos del año 1250 estaban trabajando, contemplaban todas las corrientes humanas en su relación con la verdad, ahora vemos como se destaca la separación fundamental de las cuestiones de la vida práctica, de las que están intrínsecamente relacionadas con la verdad.

En el portal que conduce al nuevo período de decadencia, el período que tan claramente significa el hundimiento de la vida espiritual - en este portal se encuentra Kant. En su prefacio a la segunda edición de la Crítica de la Razón Pura, dice expresamente que tenía que poner límites a la lucha por la verdad para dar cabida a lo que la religión práctica requiere. De ahí la estricta separación de la razón práctica de la razón teórica: en la razón práctica, los postulados de Dios, la libertad y la inmortalidad se basan enteramente en el elemento del bien; En la Razón Teórica, toda posibilidad de penetración del conocimiento en cualquier mundo espiritual es demolida. Así es como son las cosas, cuando se ven en el contexto de la historia del mundo.

Y podemos estar seguros de que la lucha por la sabiduría en nuestra época seguirá a raíz de Kant. Cuando nuestro propio Movimiento espiritual señala las maneras en que la capacidad de conocimiento puede ser ampliada y potenciada de tal manera que le permita penetrar en el mundo súprasensible, por mucho tiempo seguiremos escuchando por todos lados: "Sí , Pero Kant dice! ... "La evolución histórica de la humanidad sigue su curso con antítesis de este tipo. En lo que surge instintivamente, como un atisbo débil, podemos ver que debajo de lo que es maya puro, pero aceptado como la verdad, debajo de la corriente de maya, los instintos humanos aciertan con las cosas que en gran medida son correctas.

Pues es extraordinariamente interesante que en ciertos indicios que surgen de los instintos populares para la vida práctica, podemos percibir el curso descendente de la evolución humana hasta la época greco-latina y el re-ascenso que ahora se nos exige.

¿Qué imagen, pues, debió de pasar por las mentes de los hombres que tenían un sentimiento por tales cosas? Cuando dirigían la mirada hacia las grandes figuras de la historia en la época pre-cristiana, ¿Qué deben haber pensado de todos aquellos a quienes describimos como los instrumentos de los Seres de las Jerarquías superiores? Debieron decirse a sí mismos, (e incluso los Griegos lo hicieron): Esto ha llegado a nosotros a través de hombres que fueron guiados por fuerzas sobrehumanas y divinas. - Y en todas las edades de la antigüedad nos encontramos con que las principales personalidades, hasta las figuras del Hermes, e incluso Platón, eran consideradas como "hijos de los dioses"; Es decir, cuando los hombres volvían su mirada a la antigüedad, aumentaban cada vez más su visión, veían lo divino tras de aquellas personalidades que aparecieron en la historia; Y miraban a los seres que aparecieron como Platón y Hermes como descendientes, como nacidos de los dioses. Así es como verdaderamente los veían: los hijos de los dioses se han unido con las hijas de los hombres, con el fin de llevar lo espiritual al plano físico. En aquellos tiempos antiguos los hombres veían a los hijos de los dioses, hombres divinos, es decir, seres cuya naturaleza estaba unida con lo divino. Por otra parte, cuando los griegos llegaron a sentir: Ahora podemos hablar del tejer del yo en el yo, de lo que yace dentro de la propia personalidad humana; luego hablaron de sus líderes supremos como los Siete Sabios, indicando así que la naturaleza de los que alguna vez fueron hijos de los dioses se había convertido en pura y esencialmente humana.

¿Qué estaba destinado a suceder en los instintos de los pueblos en tiempos postgriegos? Ahora era cuestión de indicar que elabora el hombre en el plano físico, y cómo lleva el fruto completo de esto al mundo espiritual. Así, mientras que en tiempos mucho más antiguos el sentimiento era que lo espiritual debe ser reconocido como precedente del hombre físico y el hombre físico considerado como su imagen / sombra, y mientras que durante la época griega había sabios en los que el yo trabaja en el yo, en la época después de Grecia la atención se volvió a las personalidades que viven en el plano físico y se elevan a lo espiritual a través de lo que alcanzan en el mundo físico. Este concepto se desarrolló a partir de cierto cierto instinto verdadero de conocimiento. Así como la era pre-griega tenía hijos de los dioses y los griegos tenían sabios, los pueblos de la era post-griega tienen santos, seres humanos que se elevan a la vida espiritual a través de lo que llevan a cabo en el plano físico. Hay algo vivo en el instinto popular, permitiéndonos vislumbrar cómo detrás del maya hay un factor que impulsa a la humanidad hacia delante.

Cuando reconocemos esto, los impulsos en acción en las épocas del tiempo iluminan el alma humana individual y hace que entendamos cómo el karma de grupo se modifica inevitablemente por el hecho de que los hombres son al mismo tiempo instrumentos del proceso de evolución histórica . Entonces somos capaces de captar lo que la Crónica Akashica revela - por ejemplo, que en Novalis tenemos que ver algo que se remonta al Elías de la antigüedad. Esta es una secuencia extraordinariamente interesante de encarnaciones.

En Elías el elemento de la profecía viene fuertemente al frente, porque era misión de los hebreos preparar lo que habría de venir más tarde. Y lo prepararon durante el período de transición de los Patriarcas a los Profetas, a través de la figura de Moisés. Mientras en Abraham vemos cómo el hebreo todavía siente el funcionamiento de Dios dentro de él, en su misma sangre, en Elías vemos la transición a la ascensión en los mundos espirituales.

Todo es preparado gradualmente. En Elías vive una individualidad ya inspirada por lo que ha de venir en el futuro. Y entonces vemos cómo esta individualidad iba a ser un instrumento para preparar la comprensión del Impulso de Cristo. La individualidad de Elías renace en Juan el Bautista. Juan el Bautista es el instrumento de un ser superior. En Juan el Bautista vive una individualidad que lo usa como un instrumento, pero para poder servir como tal instrumento, la elevada individualidad de Elías era necesaria.

Más tarde, vemos cómo esta individualidad está bien preparada para verter impulsos que trabajan hacia el futuro en formas que sólo fueron posibles gracias a la influencia de la Cuarta Época Post-Atlante de la cultura. Por extraño que parezca, esta individualidad vuelve a aparecer en Rafael, que reúne en sus pinturas lo que obra en todas las épocas como impulso cristiano, con las maravillosas formas de la cultura griega. Y aquí podemos darnos cuenta de cómo el karma individual de esta entelequia está relacionado con la encarnación exterior. Se requiere de la encarnación exterior que el poder de una época pueda llegar a expresarse en Rafael; Para este poder la individualidad de Elías-Juan es el portador apropiado. Pero la época sólo es capaz de producir un cuerpo físico destinado a ser destruido bajo tal poder; De ahí la muerte temprana de Raphael.

Esta individualidad tuvo entonces que dar efecto al otro lado de su ser en una época en que las corrientes únicas se dividían una vez más; Aparece nuevamente como Novalis.

Vemos cómo en realidad vive en Novalis, en una forma particular, todo lo que ahora nos está dando a través de la Ciencia Espiritual. Para la Ciencia Espiritual exterior nadie ha hablado tan apropiadamente sobre la relación del cuerpo astral con los cuerpos etérico y físico, sobre el estado de vigilia y el sueño, como Novalis, el Raphael reencarnado. Estas son las cosas que nos muestran cómo las individualidades son los instrumentos del flujo continuo de la evolución del hombre. Y cuando observamos el curso del desarrollo humano, cuando percibimos esta enigmática alternancia en los acontecimientos de la historia, podemos vislumbrar vagamente el funcionamiento de profundos poderes espirituales. Lo anterior pasa a lo posterior en forma extraña y notable.

A algunos de ustedes ya les he dicho que la transición de Miguel Ángel a Galileo nos revela una vista trascendental de la historia. ( no estoy hablando aquí de una reencarnación, es mas bien una cuestión de desarrollo histórico.) Un hombre muy inteligente una vez llamó la atención sobre el hecho llamativo de que el espíritu humano se halla tejido en la maravillosa arquitectura de la Iglesia de San Pedro en Roma, en lo que él llama la ciencia de la mecánica. Las formas majestuosas de este edificio incorporan los principios de la mecánica que estaban al alcance del intelecto humano, pero transpuesto en belleza y grandeza. ¡Son los pensamientos de Miguel Ángel! La impresión que produce la visión de la Iglesia de San Pedro sobre los hombres se expresa de muchas maneras diferentes, y tal vez todos han sentido algo de lo que experimentó Natter, el escultor vienés, o lo experimentado en su compañía . Estaba conduciendo con un amigo hacia San Pedro.

Todavía no estaba a la vista, pero entonces, de repente, el amigo oyó a Natter exclamar, saltando de su asiento y como si estuviera fuera de sí: "¡Estoy asustado!" En ese momento había visto San Pedro ... después Quiso borrar el incidente de su memoria. Todo el mundo puede experimentar algo parecido a la vista de tal majestuosidad. Y ahora, en un discurso profesoral, un hombre muy listo, el profesor Müllner, ha señalado que Galileo, el gran pensador mecanicista, enseñó a la humanidad en términos del intelecto lo que Miguel Ángel había construido en formas espaciales en la Iglesia de San Pedro. De modo que lo que se encuentra en la Iglesia de San Pedro como mecánica cristalizada, los principios de la mecánica capturados por la mente humana, nos confronta una vez más, pero ahora transpuesto en la intelectualidad, en los pensamientos de Galileo. Pero es extraño que en este discurso el orador haya llamado la atención sobre el hecho que Galileo nació el día en que murió Miguel Ángel (18 de febrero de 1564). Por lo tanto, hay una indicación de que el elemento intelectual, los pensamientos acuñados por Galileo en las formas intelectuales de la mecánica, surgen en una personalidad cuyo nacimiento ocurre el mismo día de la muerte de aquel que les había dado expresión en el espacio. 

La pregunta surge inevitablemente en nuestra mente: ¿Quién, en realidad, construyó la Iglesia de San Pedro, a través de Miguel Ángel, según los principios de la mecánica adquiridos sólo posteriormente por la humanidad a través de Galileo? Queridos amigos, si los pensamientos aforísticos y aislados que se han presentado en relación con el desarrollo histórico de la humanidad se unen en vuestros corazones para producir un sentimiento de cómo los Poderes espirituales mismos trabajan en la historia a través de sus instrumentos, habréis asimilado estas conferencias en la manera correcta. Y entonces podría decirse que el sentimiento que surge en nuestros corazones del estudio de la historia oculta es el sentimiento correcto para la manera en que el desarrollo y el progreso transcurren en la corriente del tiempo. Hoy en día, en este pequeño punto de inflexión del tiempo, puede ser apropiado dirigir nuestra meditación a este sentimiento del progreso de los hombres y de los dioses en el flujo de la historia. 

Si en el corazón de cada uno de ustedes este sentimiento por la ciencia del progreso oculto en el tiempo se convirtieran en clara percepción de la actividad creadora y tejedora en el devenir de nuestra propia época, si este sentimiento pudiera cobrar vida dentro de ustedes, tal vez también podría vivir como un deseo de Año Nuevo en sus almas. Y al clausurar este curso de conferencias, este es el deseo del Año Nuevo que yo depositaría en sus corazones: Respecto a lo que se ha dicho como el punto de partida de un verdadero sentimiento por el tiempo. En cierto modo puede ser simbólico que hubiéramos podido utilizar esta transición menor de un período de tiempo a otro como una oportunidad para permitir que el ideal que abraza tales transiciones en su extensión, surta efecto en nuestras almas.


Traducido por Julio Luelmo febrero 2020
El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919