Antroposofía, Introducción
Índice
¿QUE ANHELA EL SER HUMANO HOY?
GA
0234 Conferencia I Dornach 19 de Enero de 1924
Al
intentar dar una especie de introducción a la Antroposofía,
procuraré indicar, en la medida de lo posible, la forma en que
puede presentarse al mundo de hoy. Permítanme comenzar, sin embargo,
con algunas observaciones preliminares. Por lo general no tenemos
suficiente consideración para con lo espiritual como realidad
viviente; Y una realidad viviente debe ser comprendida en la plenitud
de la vida. Al sentirnos miembros de la Sociedad Antroposófica y
portadores del Movimiento, no debemos actuar cada día suponiendo que
el Movimiento Antroposófico acaba de comenzar. De hecho, ha existido
durante más de dos décadas, y el mundo ha tomado una actitud hacia
ella. Por lo tanto, sea cual sea la postura que tomen ante el mundo
como antropósofos, deben tener esto en mente. La sensación de que
el mundo ya ha adoptado una actitud hacia la antroposofía debe
dejarse en segundo plano. Si no tienen esa sensación y piensan que
pueden simplemente presentar el asunto en un sentido absoluto -como
uno podría haberlo hecho hace veinte años- se encontrarán cada vez
más presentando la Antroposofía con un tinte falso. Esto se ha
hecho bastante a menudo, y es hora de que se detenga. Nuestra reunión
de Navidad deberá marcar un comienzo en la dirección opuesta; No
debe permanecer ineficaz, como ya he indicado en muchas direcciones
diferentes.
Por
supuesto, no podemos esperar que cada miembro de la Sociedad
desarrolle, de una u otra manera, nuevas iniciativas, si así no está
constituido. Podría decirlo de esta manera: Todo el mundo tiene
derecho a seguir siendo un miembro pasivamente interesado, contento
de recibir lo que se le da. Pero cualquiera que comparta, de
cualquier manera, la antroposofía ante el mundo, no puede ignorar lo
que acabo de explicar. Desde ahora en adelante la verdad completa
debe gobernar en palabras y hechos.
Sin
duda repetiré muchas veces tales comentarios preliminares.
Comenzaremos ahora una especie de introducción a la visión
antroposófica del mundo.
Quien
decida hablar de Antroposofía debe asumir, en primer lugar, que lo
que quiere decir es realmente justo lo que el corazón de su oyente
se está diciendo. De hecho, ninguna ciencia basada en la iniciación
ha tenido la intención de proferir nada excepto lo que realmente ya
estaba hablando en el corazón de aquellos que deseaban oírlo.
Satisfacer las necesidades más profundas de los corazones de
aquellos que requieren la antroposofía debe ser, en el sentido más
pleno, la nota fundamental de toda presentación de esta.
Si
observamos hoy a aquellos que superan el aspecto superficial de la
vida, encontramos que los antiguos sentimientos, presentes en cada
alma humana de época en época, han revivido. En su vida
subconsciente, los hombres y mujeres de hoy albergan serias
preguntas. Ni siquiera pueden expresarlas en pensamientos claros, y
mucho menos encontrar respuestas en lo que el mundo civilizado les
pueda ofrecer; Pero estas preguntas están ahí, y un gran número de
personas las sienten profundamente. De hecho, estas preguntas están
presentes hoy en todos los que realmente piensan. Pero cuando las
formulamos con palabras aparecen, al principio, extravagantes. A
pesar de, estar tan cerca, tan íntimamente cerca del alma de todo
hombre pensante.
Podemos
comenzar con dos
preguntas
elegidas de entre todos los enigmas que abruman al hombre hoy. La
primera se presenta ante el alma del hombre cuando contempla el mundo
que le rodea y su propia existencia humana. Ve a los seres humanos
entrar en la vida terrenal a través del nacimiento; Ve transcurrir
la vida entre el nacimiento (o concepción) y la muerte física, y
sujeta a múltiples experiencias, interiores y exteriores; Y ve la
naturaleza externa con toda la plenitud de impresiones a las que se
enfrenta el hombre y que gradualmente llenan su alma.
Tenemos
un alma humana en un cuerpo humano. Hay una cosa que el alma ve antes
que todas las demás cosas: que la naturaleza recibe para sí misma
todo lo que alma humana percibe de la existencia física, terrenal.
Cuando el hombre ha pasado por el portal de la muerte, la naturaleza
recibe el cuerpo humano ¿Y qué hace la naturaleza con este cuerpo
físico? Disgrega sus elementos uno tras otro (no hace diferencia si
a través del entierro o la cremación), lo destruye. No solemos
estudiar los caminos que toman las sustancias individuales del
cuerpo. Pero si hacemos observaciones en lugares donde se ha
practicado un tipo peculiar de entierro, profundizamos esta impresión
mediante el estudio de lo que la naturaleza hace con la parte física
y sensible del hombre cuando ha pasado por el portal de la muerte.
Ustedes saben que hay bóvedas subterráneas donde los restos humanos
que se han mantenido aislados, se secan. ¿Y qué queda después de
cierto tiempo? Una forma humana distorsionada que consiste en
carbonato de cal, que está desintegrado interiormente. Esta masa de
carbonato de cal todavía se asemeja, en una forma distorsionada, al
cuerpo humano, pero si se le sacude un poco, se vuelve polvo.
Esto
nos ayuda a comprender vívidamente la experiencia del alma al ver lo
que sucede con el instrumento físico con el cual el hombre hace
todas las cosas entre el nacimiento y la muerte. Luego nos dirigimos
a la Naturaleza, a la que debemos todo nuestro conocimiento y
discernimiento, y decimos: La naturaleza, que produce en su seno las
más maravillosas formas de los cristales, que cada primavera hace
brotar las plantas, aun en ciernes despues de un largo invierno, que
mantiene durante décadas los árboles con su corteza y cubre la
tierra con especies animales de los más diversos tipos, desde las
bestias más grandes hasta los bacilos más pequeños, que eleva sus
aguas a las nubes y sobre las cuales las estrellas envían sus
misteriosos rayos - ¿Cómo se relaciona este reino de la Naturaleza
al cual el hombre, como parte de ella, lleva consigo entre el
nacimiento y la muerte? Ella lo destruye, lo reduce a polvo sin
forma.
Para
el hombre, la naturaleza con sus leyes es la destructora. Aquí, por
un lado, está la forma humana; La estudiamos en todo su esplendor.
Es, de hecho, maravillosa, porque es más perfecta que cualquier otra
forma, que se pueda encontrar en la tierra. Allí, por otra parte,
está la Naturaleza con sus piedras, plantas, animales, nubes, ríos
y montañas, con todo lo que irradia desde ese mar de estrellas, con
todo lo que desciende, como luz y calor, del sol a la tierra. Sin
embargo, este mismo reino de la naturaleza no puede sostener la forma
humana dentro de su propio sistema de leyes. [1] El ser humano ante
nosotros se reduce a polvo cuando se le deja a su cargo. Vemos todo
esto. No nos formamos ideas al respecto, pero esa imagen, está
profundamente arraigada en nuestra vida de sentimientos. Cada vez que
estamos en presencia de la muerte, este sentimiento se arraiga
firmemente en la mente y en el corazón.
No
es por un sentimiento meramente egoísta ni por una esperanza
meramente superficial de supervivencia, que tome forma en la mente y
el corazón una pregunta subconsciente -una pregunta de significación
infinito para el alma, que determina su felicidad y su infelicidad,
aun cuando no se exprese en palabras. Para nuestra vida consciente,
todo lo que hace la felicidad o la infelicidad de nuestro destino en
la tierra, es trivial en comparación con la incertidumbre del
sentimiento engendrado por la visión de la muerte. Pues entonces la
pregunta toma forma: ¿De dónde viene esta forma humana?
Miro
el cristal maravillosamente formado, las formas de las plantas y los
animales. Veo los ríos serpenteando sobre la tierra, veo las
montañas, y todo lo que las nubes revelan y las estrellas envían a
la tierra. Veo todo esto -dice el hombre-, pero la forma humana no
puede venir de ninguna de estas. Éstas sólo tienen fuerzas
destructivas para la forma humana, fuerzas que la convierten en
polvo.
De
esta manera la angustiosa pregunta se presenta a la mente y al
corazón humanos: ¿Dónde está, entonces, el mundo del cual
proviene la forma humana? Y al ver la muerte también surge la
angustiosa pregunta: ¿Dónde está el mundo, ese otro mundo, del
cual proviene la forma humana?
No
digan, queridos amigos, que todavía no han oído esta pregunta
formulada de esta manera. Si sólo escuchan lo que la gente pone en
palabras de la conciencia de sus cabezas, no la escucharán. Pero si
se acercan a la gente y esta les expone las quejas de sus corazones,
si entienden el lenguaje del corazón, pueden escuchar la pregunta
surgiendo desde su vida inconsciente: ¿Dónde está el otro mundo
del cual proviene la forma humana? - porque el hombre, con su forma,
no pertenece a este. La gente a menudo revela las quejas de sus
corazones embargados por alguna trivialidad de la vida,
considerándola desde varios puntos de vista y permitiendo que tales
consideraciones coloreen toda la cuestión de su destino.
Así,
se enfrenta el hombre al mundo que ve, a los sentidos y a los
estudios, y sobre el cual construye su ciencia. Este, le proporciona
la base para sus actividades artísticas y los fundamentos para su
culto religioso. Se enfrenta a él; erguido sobre la tierra,
sintiendo en lo profundo de su alma: Yo no pertenezco a este mundo;
Debe haber otro de cuyo vientre mágico he nacido en mi forma actual.
¿A qué mundo pertenezco? Esto suena en los corazones de los hombres
hoy. Es una pregunta integral; Y si los hombres no están satisfechos
con lo que las ciencias le dan, es porque esta pregunta está ahí y
las ciencias están lejos de tocarla. ¿Dónde está el mundo al que
el hombre realmente pertenece? - porque no es el mundo visible.
Mis
queridos amigos, sé muy bien que no soy yo quien ha pronunciado
estas palabras. Sólo he formulado lo que dicen los corazones
humanos. Ese es el punto. No se trata de aportar a los hombres algo
desconocido a sus propias almas. Una persona que hace esto puede
funcionar sensacionalmente; Pero para nosotros sólo puede ser
cuestión de poner en palabras lo que las propias almas humanas están
diciendo. Lo que percibimos de nuestros propios cuerpos, o en los de
los demas, en la medida en que se hace visible, no tiene lugar
apropiado en el resto del mundo visible. Podríamos decir: Ningún
dedo de mi cuerpo pertenece realmente al mundo visible, puesto que
éste solo contiene fuerzas destructivas para cada dedo.
Por
lo tanto, para empezar, el hombre se encuentra ante el gran
Desconocido, pero debe considerarse como parte de él. Con respecto a
todo lo que no es el hombre, hay - espiritualmente - luz alrededor de
él; En el momento en que mira hacia sí mismo, el mundo entero se
oscurece, y él tantea en la oscuridad, llevando consigo el enigma de
su propio ser. Y es lo mismo cuando el hombre se observa desde fuera,
encontrándose como un ser externo dentro de la Naturaleza; No puede,
como ser humano, entrar en contacto con este mundo.
Además:
no son nuestras cabezas, sino las profundidades de nuestra vida
subconsciente las que ponen las preguntas subsidiarias a la pregunta
general que acabo de debatir. Al contemplar su vida en el mundo
físico, que es su instrumento entre el nacimiento y la muerte, el
hombre se da cuenta de que no podría vivir en absoluto sin tomar
prestado continuamente este mundo visible.
Cada
pedazo de comida que pongo en mi boca, cada sorbo de agua viene del
mundo visible al que no pertenezco en absoluto. Yo no puedo vivir sin
este mundo; Y sin embargo, si acabo de comer un bocado de alguna
sustancia (que debe ser, por supuesto, una parte del mundo visible) e
inmediatamente después paso a través del portal de la muerte, este
bocado se convierte enseguida en parte de las fuerzas destructivas
del mundo visible. Esto no me pasa mientras estoy vivo; Por
consiguiente mi propio ser debe conservarlo ahí dentro. Sin embargo,
mi propio ser no se encuentra en ninguna parte del mundo visible.
Entonces, ¿Qué hago con el bocado de comida, con el trago de agua,
que tomé en mi boca? ¿Quién soy yo que recibe las sustancias de la
Naturaleza y las transforma? ¿Quién soy? Esta es la segunda
pregunta y surge de la primera.
Cuando
entro en relación con el mundo visible, no sólo camino en la
oscuridad, sino que actúo en la oscuridad sin saber quién actúa, o
quién es el ser que designo como yo. Me someto al mundo visible,
pero no pertenezco a él.
Todo
esto eleva al hombre por encima del mundo visible, lo que le hace
aparecer como miembro de un mundo completamente distinto. Pero el
gran enigma, la duda angustiosa se enfrenta a él: ¿Dónde está el
mundo al que pertenezco? Cuanto más ha avanzado la civilización
humana y más los hombres han aprendido a pensar intensamente, mas
angustiosamente han sentido esta pregunta. Está profundamente
arraigada en los corazones de los hombres de hoy, y divide el mundo
civilizado en dos clases. Hay quienes reprimen esta pregunta, la
ahogan, no la sacan de sus adentros. Pero sin embargo, sufren por
ello, como un terrible anhelo por resolver este enigma del hombre.
Otros se evaden frente a esta cuestión, dopándose a sí mismos con
todo tipo de cosas de la vida exterior. Pero al mitigar este anhelo,
matan en ellos el sentimiento de seguridad de su propio ser. El vacío
viene sobre sus almas. Este sentimiento de vacío está presente en
la subconsciencia de innumerables seres humanos de hoy.
Este
es uno de los aspectos - la gran pregunta con la pregunta subsidiaria
mencionada. Se presenta cuando el hombre se mira desde afuera, y sólo
de manera oscura, subconsciente, percibe su relación con el mundo,
como ser humano entre el nacimiento y la muerte.
La
otra pregunta se presenta cuando el hombre mira a su propio ser
interior. Aquí está el otro polo de la vida humana. Aquí los
pensamientos, están copiando la naturaleza externa y el hombre
través de ellos se forma representaciones. Desarrolla sensaciones y
sentimientos sobre el mundo exterior y actúa sobre él a través de
su voluntad. En primer lugar, dirige su mirada atrás a ese ser
interior suyo, para enfrentarse a oleadas de pensamientos, de
sentimientos y de impulsos de voluntad. Así se sitúa con su alma en
el presente. Pero, además, están los recuerdos de experiencias
sufridas, los recuerdos de lo que ha visto con anterioridad en su
vida presente. Todo esto llena su alma. Pero, ¿Qué son? Pues bien,
el hombre no suele formarse ideas claras de lo que retiene en su
interior, sino que en su subconsciente se forman tales ideas.
Si
bien es cierto, que un simple ataque de migraña disipa sus
pensamientos, hace que su ser interior de inmediato sea un enigma. Su
estado cada vez que se duerme, tendido inmóvil e incapaz de
relacionarse, a través de sus sentidos, con el mundo exterior, hace
que su ser interior se vuelva de nuevo un enigma. El hombre siente
que su cuerpo físico debe estar activo pues entonces los
pensamientos, los sentimientos y los impulsos de la voluntad surgen
en su alma. Me aparto de la piedra que acabo de observar y que quizás
tiene tal o cual forma cristalizada; Después de un intervalo de
tiempo vuelvo a mirarla otra vez. Permanece tal como estaba. Sin
embargo, surge mi pensamiento y aparece como una imagen en mi alma, y
se desvanece. Siento que es infinitamente más valiosa que los
músculos y huesos que llevo en mi cuerpo. Sin embargo, es una mera
imagen efímera; Mejor dicho, es menos que el cuadro pintado de una
pared, porque este persistirá por un tiempo hasta que su sustancia
se desmorone. Mi pensamiento, sin embargo, revolotea - entre imágenes que van y vienen continuamente. Y cuando miro el ser del interior de
mi alma, no encuentro nada más que estas imágenes (o
representaciones mentales). Debo admitir que mi vida del alma
consiste en ellos.
Miro
la piedra de nuevo. Está ahí fuera en el espacio; continua estando
ahi. Me la imagino ahora, dentro de una hora, dentro de dos horas.
Durante este tiempo, el pensamiento desaparece y debe renovarse
siempre. La piedra, sin embargo, permanece afuera. ¿Qué sostiene la
piedra de hora en hora? ¿Y qué es lo que permite a ese pensamiento fluctuar de hora en hora? ¿Qué mantiene la piedra de hora en hora?
Por otra parte ¿Qué aniquila ese pensamiento una y otra vez para
que se encienda nuevamente por la percepción exterior? Nosotros
decimos que la piedra 'existe'; La existencia debe atribuirse a ella.
La existencia, sin embargo, no puede ser atribuida al pensamiento. El
pensamiento puede captar el color y la forma de la piedra, pero no
por lo cual la piedra existe como piedra. Eso permanece externo a
nosotros, sólo entra en el alma la mera imagen.
Lo
mismo ocurre con cada cosa de la naturaleza externa en relación con
el alma humana. En su alma, que el hombre puede considerar como su
propio ser interior, se refleja toda la Naturaleza. Sin embargo, sólo
tiene imágenes fugaces, una fina capa, como si se tratara de las
superficies de las cosas; En estas imágenes el ser interior de las
cosas no entra. Con mis imágenes mentales (o representaciones) paso
por el mundo, apenas rozando por todas partes la superficie de las
cosas. Lo que las cosas son, sin embargo, permanece fuera. El mundo
externo no entra en contacto con lo que hay dentro de mí.
Ahora
bien, cuando el hombre, a la vista de la muerte, se enfrenta al mundo
que lo rodea de esta manera, debe decir: Mi ser no pertenece a este
mundo, porque no puedo entrar en contacto con él mientras viva en un
cuerpo físico. Además, cuando mi cuerpo entra en contacto con este
mundo exterior después de la muerte, a medida que transcurre el
tiempo, significa destrucción. Ahí, afuera, está el mundo. Si el
hombre entra en el completamente, es destruido; No sufre su interior
dentro de él. Tampoco puede entrar el mundo exterior en el alma del
hombre. Los pensamientos son imágenes y permanecen fuera de la
existencia real de las cosas. El ser de las piedras, el ser de las
plantas, de los animales, las estrellas y las nubes - éstos no
entran en el alma humana, el hombre está rodeado por un mundo que no
puede entrar en su alma sino que permanece fuera.
Por
un lado, el hombre permanece fuera de la Naturaleza. Esto deviene
claro para el ser humano cuando traspasa el portal de la muerte. Por
otro lado, la Naturaleza permanece externa a su alma.
En
lo concerniente a sí mismo como objeto, el hombre se enfrenta a la
inquietante pregunta sobre otro mundo. Contemplando lo que es más
íntimo en su propio ser interior -sus pensamientos, imágenes
mentales, sensaciones, sentimientos e impulsos de voluntad- ve que la
Naturaleza, en la que vive, permanece externa a todos ellos. No la
posee, ni le pertenece.
Aquí
está el nítido límite entre el hombre y la naturaleza. El hombre no
puede acercarse a la Naturaleza sin ser destruido; La naturaleza no
puede entrar en el ser interior del hombre sin convertirse en una
mera apariencia. Cuando el hombre se proyecta con el pensamiento en
la naturaleza, se ve obligado a imaginar su propia destrucción; Y
cuando mira dentro de sí mismo, preguntando: ¿Cómo está
relacionada la Naturaleza con mi alma? Sólo encuentra la apariencia
vacía de la Naturaleza.
Sin
embargo, mientras el hombre lleva en sí todas estas apariencias de
minerales, plantas, animales, estrellas, sol, nubes, montañas y
ríos, mientras lleva grabada en su memoria la apariencia de las
experiencias a las que se ha visto sometido con estos reinos de la
Naturaleza, experimentando todo esto en su fluctuante mundo interior,
su propia razón de ser emerge en medio de todo.
¿Cómo
es esto? ¿Cómo experimenta el hombre esta razón de su propia
existencia? Lo experimenta como algo así. Tal vez sólo puede
expresarse en una imagen:
Imagínense
que estamos mirando un vasto océano. Las olas se levantan y caen.
Aquí hay una ola, allá otra ola; Hay olas por todas partes, debido a
la agitación del mar. Una ola en particular, sin embargo, llama
nuestra atención, porque vemos que algo está viviendo en ella, que
no es meramente el agitarse del agua. Sin embargo, el agua rodea a
este algo viviente por todos lados. Sólo sabemos que algo está
viviendo en esta ola, aunque incluso aquí sólo podemos ver el agua
que lo envuelve. Esta ola se parece a las otras; Pero la fuerza de su
agitación, la fuerza con la que se eleva, da una impresión de algo
especial viviendo en su interior. Esta ola desaparece y reaparece en
otro lugar; y de nuevo el agua esconde lo que lo anima desde dentro.
Así
es con la vida del alma del hombre. Las imágenes, los pensamientos,
los sentimientos y los impulsos de la voluntad se agitan; Olas por
todas partes. Una de las olas emerge en un pensamiento, en un
sentimiento, en un impulso de la voluntad. El yo está dentro, pero
oculto por los pensamientos, o sentimientos, o impulsos de la
voluntad, como el agua esconde lo que está viviendo en la ola. En el
lugar donde el hombre sólo puede decir: «Allí mi propio yo se
agita», se enfrenta a meras apariencias; Él no sabe lo que él es.
Su verdadero ser está ciertamente allí y es sentido y experimentado
interiormente, pero estas "apariencias" en el alma lo
ocultan, como el agua de la ola, al desconocido objeto vivo de las
profundidades del mar. El hombre siente su verdadero ser escondido
por las imágenes irreales de su propia alma. Es más, es como si
quisiera aferrarse continuamente a su propia existencia, como si
quisiera apoderarse de ella en algún momento, porque sabe que está
allí. Sin embargo, en el mismo momento en que lo pudiese agarrar,
este le esquivase. El hombre no es capaz, dentro de la vida
fluctuante de su alma, de captar el ser real que sabe que es. Y
cuando descubre que esta agitada vida irreal de su alma tiene algo
que ver con ese otro mundo representado por la naturaleza, se queda
más que nunca perplejo. El enigma de la naturaleza es, al menos,
solo lo que está presente en la experiencia; El enigma de la propia
alma del hombre no está presente en la experiencia porque está
viva. Es, por así decirlo, un enigma viviente, porque a la pregunta
constante del hombre: "¿Qué soy yo?" Responde poniendo
una mera apariencia ante él.
Al
contemplar su propio ser interior, el hombre recibe la respuesta
constante: sólo te muestro una apariencia de ti mismo; Y si te
atribuyes un origen espiritual, solo te muestro una apariencia de
esta existencia espiritual dentro de tu vida del alma.
Así,
la búsqueda de preguntas se enfrentan al hombre hoy a partir de dos
direcciones. Una de estas preguntas surge cuando se da cuenta de que:
La
naturaleza existe, pero el hombre sólo puede acercarse a ella
dejándose destruir; La otra cuando ve: Que el alma humana existe,
pero la Naturaleza sólo se puede acercar a esta alma humana
convirtiéndose en mera apariencia.
Estas
dos verdades viven en la subconsciencia del hombre de hoy. Por un
lado, tenemos el mundo desconocido de la Naturaleza, la destructora
del hombre; Por el otro, la imagen irreal del alma humana a la que la
naturaleza no puede acercarse, a pesar de que el hombre sólo pueda
completar su existencia física cooperando con ella. El hombre se sitúa, por así decirlo, en esa doble oscuridad, y surge la pregunta:
¿Dónde
está el otro mundo al que pertenezco?
El
hombre se vuelve, ahora, a la tradición histórica, a lo que ha sido
transmitido desde tiempos antiguos y sigue en vigor. Aprende que hubo
una vez una ciencia que hablaba de este mundo desconocido. Mira a la
antigüedad y siente profunda reverencia por lo que nos trataron de
enseñar sobre el otro mundo dentro del mundo de la Naturaleza. Si
uno sabe cómo tratar con la naturaleza de la manera correcta, este
otro mundo se revela a la mirada humana.
Pero
la conciencia moderna ha descartado este conocimiento antiguo. Ya no
se considera válido. Se nos ha sido transmitido, pero ya no se cree
en ello. El hombre ya no puede sentirse seguro de que el conocimiento
adquirido por los hombres de una época antigua como su ciencia,
puede responder hoy a su propia pregunta angustiosa que surge de los
mencionados hechos subconscientes.
Así
que volvamos al arte.
Pero
también aquí encontramos algo significativo. El tratamiento
artístico de la materia física - la espiritualización de la
sustancia física - nos viene desde la antigüedad. Gran parte de
este tratamiento se ha conservado y se puede aprender de la
tradición. Sin embargo, es justo el hombre con una naturaleza
subconsciente realmente artística quien se siente más insatisfecho
hoy; Porque ya no puede entender lo que Raphael todavía podía
plasmar en la forma terrenal humana, el reflejo de otro mundo al que
el hombre pertenece verdaderamente. ¿Dónde está hoy el artista que
puede manejar la sustancia física y terrenal de una manera tan
artística?
En
tercer lugar, existe la Religión. Esta, también, se nos ha
transmitido a través de la tradición desde tiempos antiguos. Ella
dirige el sentimiento y la devoción del hombre hacia ese otro mundo.
Se originó en una edad pasada a través de las revelaciones que el
hombre recibió de ese reino de la naturaleza que es realmente tan
extraño para él. Porque si volvemos nuestra mirada espiritual a lo
largo de miles de años, encontramos seres humanos que también
sentían: La naturaleza existe, pero el hombre sólo puede acercarse
a ella permitiendola que nos destruya. De hecho, los hombres que
vivieron hace miles de años sentían esto en lo profundo de sus
almas. Miraban cómo el cadáver pasaba a la naturaleza exterior como
a un vasto Moloch ( Dios de la antiguedad al que se hacian
sacrificios humanos), y veían cómo era destruido. Pero también veían el alma humana pasar por ese mismo portal más allá del cual
el cuerpo es destruido. Hasta los egipcios vieron esto, o nunca
habrían embalsamado a sus muertos. Vieron al alma ir aún más
lejos. Estos hombres de la antigüedad sentían que el alma crecía
cada vez más y pasaba al cosmos. Y entonces vieron el alma, que se disolvía en los elementos, volviendo de los espacios cósmicos, de
las estrellas. Vieron que el alma humana se desvanecía al morir -al
principio a través de la puerta de la muerte, luego en el camino
hacia el otro mundo, luego volviendo de las estrellas. Tal era la
antigua religión: una revelación cósmica - la revelación cósmica
desde la hora de la muerte, la revelación cósmica desde la hora del
nacimiento. Las palabras se han mantenido; Se ha mantenido la
creencia, pero ¿Tiene su contenido todavía alguna relación con el
cosmos? Esto se conserva aun en la literatura religiosa, en las
tradiciones religiosas extrañas al mundo.
El
hombre de nuestra civilización actual ya no puede ver ninguna
relación entre lo que la tradición religiosa le ha transmitido y la
inquietante pregunta a la que se enfrenta hoy. Mira a la Naturaleza y
sólo ve el cuerpo físico humano atravesando la puerta de la muerte
y cayendo presa de la destrucción. Ve, además, la forma humana
entrar por la puerta del nacimiento, y se ve obligado a preguntar de
dónde viene. Donde quiera que mire, no puede encontrar la respuesta.
Ya no lo ve venir de las estrellas, como ya tampoco puede verlo
después de la muerte. Así que la religión se ha convertido en una
palabra vacía.
Así,
en su civilización, el hombre tiene a su alrededor lo que en los
tiempos antiguos poseían como ciencia, arte y religión. Pero la
ciencia de los antiguos ha sido descartada, su arte ya no se siente
en su interioridad, y lo que ocupa su lugar hoy es algo que el hombre
no es capaz de elevar por encima de la materia física, haciendo de
éste un vehículo para la radiante expresión de lo espiritual.
El
elemento religioso ha permanecido desde tiempos antiguos. Sin
embargo, no tiene ningún punto de contacto con el mundo, ya que, a
pesar de ello, permanece el enigma de la relación del mundo con el
hombre. El hombre mira su ser interior, y oye la voz de la
conciencia; Pero en tiempos antiguos era la voz de aquel Dios quien
guiaba al alma a través de aquellas regiones en las que el cuerpo
era destruido, y lo conducía nuevamente a la vida terrenal, dándole
su forma apropiada.
Era
este Dios el que hablaba en el alma como la voz de la conciencia. Hoy
incluso la voz de la conciencia se ha convertido en externa, y las
leyes morales ya no le quedan trazas de los impulsos divinos. El
hombre examina la historia, para empezar; Estudia lo que se nos ha
transmitido desde tiempos antiguos y, a lo sumo, puede sentir
vagamente: Los antiguos experimentaron los dos grandes enigmas de la
existencia de manera diferente a como los siento hoy. Por esta razón
podían responderlos de una cierta manera. Yo ya no puedo
responderlos. Ellos se ciernen ante mí y oprimen mi alma, porque
sólo me muestran mi destrucción después de la muerte y la
apariencia de la realidad durante la vida.
Así
es como el hombre se enfrenta al mundo hoy. De ese estado de ánimo
surgen las preguntas que la Antroposofía tiene que responder. Los
corazones humanos están hablando de la manera que hemos descrito y
preguntando dónde pueden encontrar ese conocimiento del mundo que
satisfaga sus necesidades.
La
antroposofía surge como tal conocimiento y habla del mundo y del
hombre para que tal conocimiento pueda surgir nuevamente; el
conocimiento que puede ser entendido por la conciencia moderna, como
la ciencia antigua, el arte y la religión fueron entendidos por la
conciencia antigua. La antroposofía recibe su poderosa tarea desde
la voz del propio corazón humano, y esto es sin más lo que la
humanidad anhela hoy en día. Debido a esto, la Antroposofía tendrá
que vivir. Responde a lo que el hombre anhela más fervientemente,
tanto para su vida exterior como para la interior. Uno puede
preguntar. "¿Puede haber tal concepción del mundo hoy?"
La Sociedad Antroposófica tiene que dar la respuesta. Debe encontrar
el camino para dejar que los corazones de los hombres hablen desde
sus anhelos más profundos; Entonces experimentarán el anhelo más
profundo por las respuestas.
Notas:
[1.]
Esta oración y el resto del párrafo en el que se produce deben, por
supuesto, ser leídos en el contexto de la conferencia en su
conjunto. Tomado por sí mismo puede despertar la objeción: "La
forma humana está tanto dentro del sistema de leyes de la Naturaleza
como las plantas y los animales. Ciertamente la Naturaleza la
destruye después de la muerte; Pero es que acaso no es tambien ella,
quien nos lleva a nacer? "Puede ser útil recordar al lector que
el Dr. Steiner está en esta etapa simplemente poniendo en palabras
un sentimiento que, dice expresamente, surge cuando estamos en
presencia de la muerte. Más adelante en el libro, cuando trata de la
relación en la que el cuerpo humano se alza al mundo de la
naturaleza, muestra cómo la forma humana, de hecho, tiene un origen
muy diferente de los de otras criaturas vivientes.
*****
fuente *****
http://www.rsarchive.org/