GA058 Berlín, 28 de octubre de 1909 La misión de la devoción

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CAMINOS DE LAS EXPERIENCIAS DEL ALMA

LA MISIÓN DE LA DEVOCIÓN

RUDOLF STEINER


IV conferencia

Berlín, 28 de octubre de 1909

Todos ustedes conocen las palabras con las que Goethe concluyó la obra maestra de su vida, El Fausto:

Todas las cosas pasajeras
no son más que una parábola;
La insuficiencia de la Tierra
Aquí encuentra su plenitud;
Lo indescriptible
Aquí se convierte en hecho;
Lo eterno-femenino
nos lleva a lo alto.

Huelga decir que, en este contexto, lo "eterno femenino" no tiene nada que ver con el hombre y la mujer. Goethe hace uso de un antiguo lenguaje. En todas las formas de misticismo, -y Goethe da estas líneas finales a un Chorus mysticus-, encontramos un impulso en el alma, al principio bastante indefinido, hacia algo que el alma todavía no ha llegado a conocer y a unirse con ello, pero hacia lo que debe esforzarse. Esta meta, que al principio el alma aspirante adivina sólo vagamente, es llamada por Goethe, de acuerdo con los místicos de diversas épocas, el eterno femenino, y todo el sentido de la segunda parte de Fausto confirma esta manera de tomar las líneas finales.

Este Chorus mysticus, con sus sucintas palabras, puede contraponerse a la Unio mystical, nombre dado por los verdaderos pensadores místicos a la unión con lo eterno-femenino, lejana espiritualmente pero al alcance humano.

Cuando el alma se ha elevado a esta altura y se siente una con lo eterno femenino, entonces podemos hablar de unión mística, y ésta es la cumbre más alta que vamos a considerar hoy.

En las dos últimas conferencias, sobre la misión de la cólera y la misión de la verdad, vimos que el alma está implicada en un proceso de evolución. Por una parte, indicamos ciertos atributos que el alma debe esforzarse por superar, mediante los cuales la cólera, por ejemplo, puede convertirse en educadora del alma; y vimos, por otra, cómo la verdad puede educar al alma a su manera especial.

El fin y la meta de este proceso de desarrollo no siempre pueden ser previstos por el alma. Podemos poner un objeto ante nosotros y decir que se ha desarrollado desde una forma anterior hasta su estado actual. No podemos decir lo mismo del alma humana, porque el alma progresa a través de una evolución continua en la que ella misma es el agente activo. El alma debe sentir que, habiéndose desarrollado hasta cierto punto, tiene que ir más allá. Y como alma autoconsciente debe decirse a sí misma: ¿Cómo es que soy capaz de pensar no sólo en mi desarrollo en el pasado, sino también en mi desarrollo en el futuro?

Ya hemos explicado muchas veces que el alma, con toda su vida interior, está compuesta de tres miembros. Hoy no podemos volver sobre esto en detalle, pero será mejor mencionarlo, para que esta conferencia pueda ser estudiada por separado. A estos tres miembros del alma los llamamos alma sensible, alma racional y alma consciente. El Alma Sensible puede vivir sin estar muy impregnada de pensamiento. Su función principal es recibir impresiones del mundo exterior y transmitirlas al interior. También es el vehículo de los sentimientos de placer y dolor, alegría y pena, que provienen de estas impresiones externas. Todas las emociones humanas, todos los deseos, instintos y pasiones surgen del interior del Alma Sensible. El hombre ha pasado de esta etapa a niveles superiores; ha impregnado el Alma Sensible con su pensar y con los sentimientos inducidos por el pensar. En el Alma racional, por consiguiente, no encontramos sentimientos indefinidos que surgen de las profundidades, sino sentimientos penetrados gradualmente por la luz interna del pensar. Al mismo tiempo, es a partir del Alma Racional donde hallamos surgir gradualmente el yo humano, ese punto central del alma que puede conducirnos al Yo real y que hace posible que purifiquemos, limpiemos y refinemos las cualidades de nuestra alma desde el interior, de modo que podamos convertirnos en el amo, líder y guía de nuestra voluntad, sentir y pensar.

Este Yo, como ya hemos visto, tiene dos aspectos. Una de sus posibilidades de desarrollo consiste en los esfuerzos que el hombre debe realizar para fortalecer cada vez más este centro interior, de modo que una influencia cada vez más poderosa pueda irradiarse desde él hacia su entorno y hacia toda la vida que lo rodea. Aumentar el valor del alma para el mundo circundante y, al mismo tiempo, reforzar su independencia: éste es un aspecto del desarrollo del Yo.

El reverso de esto es el egoísmo. Un yo demasiado débil se perderá en el torrente del mundo. Pero si a un hombre le gusta mantener sus placeres y deseos, su pensamiento y sus cavilaciones, todo dentro de sí mismo, su Yo estará endurecido y entregado a la búsqueda de sí mismo y al egoísmo.

Acabamos de describir brevemente el contenido del Alma Racional. Hemos visto cómo los impulsos salvajes, de los cuales la ira es un ejemplo, pueden educar al alma si son vencidos y conquistados. Hemos visto también que el Alma Racional es educada positivamente por la verdad, cuando la verdad es entendida como algo que el hombre posee interiormente y tiene en cuenta en todo momento; cuando nos conduce fuera de nosotros mismos y engrandece el Yo, mientras que al mismo tiempo fortalece el Yo y lo hace más altruista.

Así nos hemos familiarizado con los medios de autoeducación que se proporcionan al Alma Sensible y al Alma Racional. Ahora debemos preguntar: ¿Existe un medio similar para el Alma Consciente, el miembro más elevado del alma humana? También podemos preguntar: ¿Qué hay en el Alma Consciente que se desarrolle por sí misma, que corresponda a los instintos y deseos del Alma Sensible? ¿Hay algo que pertenece por naturaleza al Alma Consciente, de tal manera que el hombre podría adquirir muy poco de ella si no estuviera ya dotado de ella?

Hay algo que se extiende desde el Alma Racional hasta el Alma Consciente: la fuerza y la sagacidad del pensar. El Alma Consciente sólo puede expresarse gracias a que el hombre es un ser pensante, pues su tarea consiste en adquirir conocimiento del mundo y de sí mismo, y para ello necesita el instrumento más elevado del conocimiento: el pensar.

A través de las percepciones aprendemos sobre el mundo exterior; nos estimulan a adquirir conocimiento de lo que nos rodea. Para ello, basta con que dediquemos nuestra atención al mundo exterior y no nos quedemos de brazos cruzados frente a él, pues entonces el propio mundo exterior nos atrae para que saciemos nuestra sed de conocimiento observándolo. En cuanto al conocimiento del mundo suprasensible, la situación es muy diferente. En primer lugar, el mundo suprasensible no está delante de nosotros. Si un hombre desea conocerlo, para que este conocimiento penetre en su Alma Consciente, el impulso para hacerlo debe venir de dentro y debe penetrar en su pensamiento hasta el fondo. Este impulso sólo puede venir de las otras potencias de su alma, el sentir y la voluntad. A menos que su pensar sea estimulado por estas dos potencias, nunca será impulsado a acercarse al mundo suprasensible. Esto no significa que lo suprasensible sea meramente un sentimiento, sino que el sentir y la voluntad deben actuar como guías interiores hacia su reino desconocido. ¿Qué cualidades, entonces, deben adquirir el sentir y la voluntad hacia su reino desconocido.

¿Qué cualidades deben adquirir, pues, el sentir y la voluntad para ello?

En primer lugar, alguien podría objetar que el sentir sirva de guía para el conocimiento. Pero una simple consideración mostrará que, de hecho, eso es lo que hace el sentir. Cualquiera que se tome en serio el conocimiento admitirá que, al adquirirlo, debemos proceder con lógica. Utilizamos la lógica como instrumento para poner a prueba el conocimiento que adquirimos. ¿Cómo, entonces, si la lógica es este instrumento, puede la lógica misma ser probada? Se podría decir: La lógica puede demostrarse a sí misma. Sí, pero antes de empezar a probar la lógica por la lógica, debe ser posible al menos captar la lógica con nuestro sentir. El pensar lógico no puede demostrarse en primer lugar por el pensar lógico, sino sólo por el sentir. En efecto, todo lo que constituye la lógica se demuestra primero por el sentir, por la sensación infalible de verdad que habita en el alma humana. A partir de este ejemplo clásico podemos ver cómo el sentir es el fundamento de la lógica y del pensar. El sentir debe dar el impulso para la verificación del pensar. ¿En qué debe convertirse el sentir para dar impulso no sólo al pensar en general, sino al pensar en mundos que al principio desconocemos y no podemos examinar?

Un sentimiento de este tipo debe ser una fuerza que lucha desde el interior hacia un objeto aún desconocido. Cuando el alma humana trata de abarcar con el sentimiento alguna otra cosa, a este sentimiento lo llamamos amor. Por supuesto, se puede sentir amor por algo conocido, y hay muchas cosas en el mundo que podemos amar. Pero como el amor es un sentimiento, y el sentimiento es el fundamento del pensar en el sentido más amplio, debemos tener claro que lo suprasensible desconocido puede ser captado por el sentir antes de que intervenga el pensar. La observación desprejuiciada, por consiguiente, muestra que debe ser posible que los seres humanos lleguen a amar lo suprasensible desconocido antes de que sean capaces de concebirlo en términos de pensamiento. Este amor es, en efecto, indispensable antes de que lo suprasensible pueda ser penetrado por la luz del pensamiento.

También en este estadio, la voluntad puede impregnarse de una fuerza que se dirige hacia lo suprasensible desconocido. Esta cualidad de la voluntad, que permite al hombre desear llevar a cabo sus fines e intenciones con respecto a lo desconocido, es la devoción. De manera que la voluntad puede inspirar devoción hacia lo desconocido, mientras que el sentir se convierte en amor hacia lo desconocido; y cuando estas dos emociones se combinan dan lugar a la reverencia en el verdadero sentido de la palabra. Entonces esta devoción se convierte en el impulso que nos conducirá a lo desconocido, para que lo desconocido pueda ser asido por nuestro pensar. Así es como la reverencia se convierte en la educadora del Alma Consciente. Porque también en la vida ordinaria podemos decir que cuando un hombre se esfuerza por captar con su pensar alguna realidad externa que aún no le es conocida, se estará acercando a ella con amor y devoción. El Alma Consciente nunca obtendrá un conocimiento de los objetos externos a menos que el amor y la devoción inspiren su búsqueda; de lo contrario, los objetos no serán verdaderamente observados. Esto también se aplica muy especialmente a todos los esfuerzos para adquirir el conocimiento del mundo suprasensible.

En todos los casos, sin embargo, el alma debe dejarse educar por el Yo, fuente de la autoconciencia. Hemos visto cómo el Yo gana cada vez más independencia y fuerza superando ciertas cualidades del alma, como la ira, y cultivando otras, como el sentido de la verdad. Después de esto, la auto-educación del Yo llega a su fin; comienza su educación a través de la reverencia. La ira debe ser superada y descartada; el sentido de la verdad debe impregnar al Yo; la reverencia debe fluir del Yo hacia el objeto cuyo conocimiento se busca. Así, habiéndose elevado fuera del Alma Sensible y del Alma racional, venciendo la cólera y otras pasiones, y cultivando el sentido de la verdad, el Yo es atraído gradualmente hacia el Alma Consciente por la influencia de la reverencia. Si esta reverencia se hace cada vez más fuerte, se puede hablar de ella como un poderoso impulso hacia el reino descrito por Goethe:

Todas las cosas pasajeras
No son más que una parábola;
La insuficiencia de la Tierra
encuentra aquí su plenitud;
Lo indescriptible
Aquí se convierte en hecho;
Lo eterno-femenino
nos lleva a lo alto.

El alma es atraída por la fuerza de su reverencia hacia lo eterno, con lo que anhela unirse. Pero el Yo tiene dos caras. Se ve impelido por la necesidad a aumentar continuamente su propia fuerza y actividad. Al mismo tiempo tiene la tarea de no dejarse caer bajo la influencia endurecedora del egoísmo. Si el Yo pretende ir más allá y obtener conocimiento de lo desconocido y lo suprasensible, y toma la reverencia como guía, se expone al peligro inmediato de perderse a sí mismo. Esto es más probable que le ocurra, sobre todo, al ser humano si su voluntad está siempre sumisa al mundo. Si esta actitud se impone cada vez más, el resultado puede ser que el Yo salga de sí mismo y se pierda en el otro ser o cosa a la que se ha sometido. Esta condición puede compararse al desmayo del alma, a diferencia del desmayo corporal. En el desmayo corporal, el Yo se hunde en una oscuridad indefinida; en el desmayo del alma, el Yo se pierde espiritualmente, mientras que las facultades corporales y las percepciones del mundo exterior no se ven afectadas. Esto puede suceder si el Yo no es lo suficientemente fuerte para extenderse completamente en la voluntad y guiarla.

Esta auto sumisión del Yo puede ser el resultado final de una mortificación sistemática de la voluntad. Un hombre que sigue este camino se vuelve incapaz por falta de voluntad o de actuar por sí mismo; ha rendido su voluntad al objeto de su devoción sumisa y ha perdido su propio yo. Cuando esta condición prevalece, produce una impotencia duradera del alma. Sólo cuando un sentimiento devocional es calentado por el Yo, de modo que el hombre pueda sumergirse en él sin perder su Yo, puede ser saludable para el alma humana.

Entonces, ¿Cómo puede la reverencia llevar siempre consigo al Yo? El Yo no puede dejarse llevar en ninguna dirección, como Yo humano, a menos que mantenga en su pensamiento un conocimiento de sí mismo. Nada más puede proteger al Yo de perderse a sí mismo cuando la devoción lo lleva hacia el mundo. El alma puede ser conducida fuera de sí misma hacia algo externo por la fuerza de la voluntad, pero cuando el alma deja atrás el límite de lo externo, debe asegurarse de ser iluminada por la luz del pensamiento.

El pensar por sí mismo no puede guiar al alma hacia fuera; esto se produce por la devoción, pero el pensar debe entonces esforzarse inmediatamente por impregnar con la vida del pensamiento el objeto de la devoción del alma. En otras palabras, debe haber una resolución de pensar en este objeto. El impulso devocional pierde la voluntad de pensar, existe el peligro de perderse a sí mismo. Si alguien toma como principio no pensar en el objeto de su devoción, esto puede conducir en casos extremos a una debilidad prolongada del alma.

¿Está el amor, el otro elemento de la reverencia, expuesto a un destino similar? Algo de lo que irradia el Yo humano hacia lo desconocido debe verterse en el amor, para que ni por un momento el Yo deje de sostenerse. El Yo debe tener la voluntad de entrar en todo lo que forma el objeto de su devoción, y debe mantenerse frente a lo externo, lo desconocido, lo suprasensible. ¿En qué se convierte el amor si el Yo no se mantiene en el momento del encuentro con lo desconocido, si no está dispuesto a llevar la luz del pensamiento y del juicio racional a lo desconocido? El amor de ese tipo se convierte en entusiasmo sentimental (Schwarmerei). Pero el Yo puede comenzar a encontrar su camino desde el Alma Racional, donde vive, hacia lo desconocido externo, y entonces nunca puede extinguirse del todo. A diferencia de la voluntad, el Yo no puede mortificarse completamente. Cuando el alma busca abarcar el mundo externo con el sentimiento, el Yo siempre está presente en el sentir, pero si no es apoyado por el pensar y la voluntad, se precipita sin freno, inconsciente de sí mismo. Y si este amor por lo desconocido no va acompañado de un pensamiento resuelto, el alma puede caer en un extremo sentimental, algo parecido al sonambulismo, del mismo modo que el estado al que llega el alma cuando la devoción sumisa conduce a la pérdida del Yo es algo parecido a un desmayo corporal. Cuando un entusiasta sentimental sale al encuentro de lo desconocido, deja atrás la fuerza del Yo y se lleva consigo sólo fuerzas secundarias. Puesto que la fuerza del Yo está ausente de su conciencia, él trata de asir lo desconocido como uno lo hace en el reino de los sueños. En estas condiciones, el alma cae en lo que puede llamarse un estado prolongado de ensoñación o sonambulismo.

A su vez, si el alma es incapaz de relacionarse adecuadamente con el mundo y con los demás, si se precipita a la vida y rehúye utilizar la luz del pensar para iluminar su situación, entonces el Yo, habiendo caído en una condición sonambúlica, está destinado a extraviarse y a vagar por el mundo como un fuego fatuo.

Si el alma sucumbe a la pereza mental y rehúye la luz del pensar cuando se encuentra con lo desconocido, entonces, y sólo entonces, albergará supersticiones en una u otra forma. El alma sensible, con sus ilusiones, que vaga por la vida como dormida, y el alma indolente, que no quiere tener plena conciencia de sí misma, son las almas más inclinadas a creer todo ciegamente. Su tendencia es evitar el esfuerzo de pensar por sí mismas y permitir que la verdad y el conocimiento les sean prescritos.

Si queremos conocer un objeto externo, tenemos que poner en juego nuestro propio pensamiento productivo, y lo mismo ocurre con lo suprasensible, sea cual sea la forma que adopte. Para conocer lo suprasensible, nunca debemos excluir el pensamiento. Si nos limitamos a la mera observación de lo suprasensible, nos exponemos a todos los engaños y errores posibles. Todos esos errores y supersticiones, todas las formas erróneas o falsas de penetrar en los mundos suprasensibles, pueden atribuirse en última instancia a la negativa a permitir que la conciencia sea iluminada por la luz del pensamiento creador. Nadie puede ser engañado por informaciones que se dice que vienen del mundo espiritual si tiene la voluntad de mantener su pensamiento siempre activo e independiente. Nada más será suficiente, y esto es algo que todo investigador espiritual confirmará. Cuanto más fuerte es la voluntad de pensamiento creativo, mayor es la posibilidad de obtener un conocimiento verdadero, claro y cierto del mundo espiritual.

Así vemos la necesidad de un medio de educación que conduzca al Yo hacia el Alma Consciente y guíe al Alma Consciente frente a lo desconocido, tanto lo desconocido físico como lo desconocido suprasensible. La reverencia, que consiste en devoción y amor, proporciona los medios que buscamos. Cuando estos últimos están imbuidos del tipo correcto de sentimiento propio, se convierten en peldaños que conducen a alturas cada vez mayores.

La verdadera devoción, cualquiera que sea la forma en que el alma la experimente, ya sea a través de la oración o de otro modo, nunca puede llevar a nadie por mal camino. La mejor manera de aprender a conocer algo es abordarlo ante todo con amor y devoción. Una educación sana considerará especialmente cómo se puede dar fuerza al desarrollo del alma a través del impulso devocional. Para un niño, el mundo es en gran parte desconocido: si hemos de guiarle hacia el conocimiento y el buen juicio sobre él, la mejor manera es despertar en él un sentimiento de reverencia hacia él; y podemos estar seguros de que, al hacerlo, le conduciremos a la plenitud de la experiencia en cualquier aspecto de la vida.

Es muy importante para el alma humana poder recordar una infancia en la que a menudo se sintió devoción, que llevó a la reverencia. Las frecuentes oportunidades de admirar a las personas veneradas y de contemplar con sincera devoción las cosas que aún están más allá de su comprensión, proporcionan un buen impulso para el desarrollo superior en la vida posterior. Una persona siempre recordará con gratitud aquellas ocasiones, cuando de niño en el círculo familiar, oyó hablar de alguna personalidad sobresaliente de la que todos hablaban con devoción y reverencia. Un sentimiento de santo temor, que da a la reverencia un carácter especialmente íntimo, impregnará entonces el alma. O alguien puede relatar cómo con mano temblorosa, más tarde, tocó el timbre y tímidamente se dirigió a la habitación de la personalidad venerada a quien estaba conociendo por primera vez, después de haber oído hablar de él con tanta admiración respetuosa. El mero hecho de haber llegado a su presencia e intercambiado unas palabras puede confirmar una devoción que nos será especialmente útil cuando tratemos de desentrañar los grandes enigmas de la existencia y busquemos la meta que anhelamos hacer nuestra. Aquí la reverencia es una fuerza que nos atrae hacia arriba, y al hacerlo fortalece y vigoriza el alma. ¿Cómo puede ser esto? Consideremos la expresión externa de la reverencia en los gestos humanos: ¿qué formas adopta? Doblamos las rodillas, cruzamos las manos e inclinamos la cabeza hacia el objeto de nuestra reverencia. Estos son los órganos mediante los cuales el Yo, y sobre todo las facultades superiores del alma, pueden expresarse más intensamente.

En la vida física un hombre se mantiene erguido extendiendo firmemente sus piernas; su Yo irradia a través de sus manos en actos de bendición; y moviendo su cabeza puede observar la tierra o los cielos. Pero al estudiar la naturaleza humana, aprendemos también que nuestras piernas se extienden de la mejor manera en una acción fuerte y consciente si primero han aprendido a doblar la rodilla donde la reverencia es realmente una acción fuerte y consciente si primero han aprendido a doblar la rodilla donde la reverencia es realmente merecida. Porque esta genuflexión abre la puerta a una fuerza que busca abrirse camino en nuestro organismo. Las rodillas que no han aprendido a doblarse en reverencia sólo emiten lo que siempre han tenido; extienden su propia nulidad, a la que no han añadido nada. Pero las piernas que han aprendido a hacer la genuflexión reciben, cuando se extienden, una nueva fuerza, y entonces es ésta, y no su propia nulidad, la que extienden a su alrededor. Las manos que quisieran bendecir y consolar, aunque nunca se hayan doblado en reverencia y devoción, no pueden otorgar mucho amor y bendición desde su propia nulidad. Pero las manos que han aprendido a plegarse en reverencia han recibido una nueva fuerza y son penetradas poderosamente por el Yo. Porque el camino tomado por esta fuerza conduce primero a través del corazón, donde enciende el amor; y la reverencia de las manos cruzadas, habiendo pasado a través del corazón y fluyendo hacia las manos, se convierte en bendición.

La cabeza puede girar los ojos y aguzar los oídos para observar el mundo en todas direcciones, pero no presenta nada más que su propio vacío. Sin embargo, si la cabeza se ha inclinado en reverencia, adquiere una nueva fuerza; llevará al encuentro del mundo exterior los sentimientos que ha adquirido a través de la reverencia.

Cualquiera que estudie los gestos de la gente, y sepa lo que significan, verá cómo la reverencia se expresa en la fisonomía externa; verá cómo esta reverencia aumenta la fuerza del Yo y así hace posible que el Yo penetre en lo desconocido. Además, esta autoeducación por medio de la reverencia tiene el efecto de sacar a la superficie nuestros oscuros instintos y emociones, nuestras simpatías y antipatías, que de otro modo se abren paso en el alma inconsciente o subconscientemente, sin ser cuestionados por la luz del juicio. Precisamente estos sentimientos se limpian y purifican mediante la autoeducación por la reverencia y mediante la penetración por el Yo de los miembros superiores del alma. Las oscuras fuerzas de simpatía y antipatía, siempre propensas al error, son impregnadas por la luz del alma y transformadas en juicio, gusto estético y sentimiento moral rectamente guiado. Un alma educada por la reverencia convertirá sus oscuras apetencias y aversiones en sentimiento de lo bello y sentimiento de lo bueno. Un alma que ha limpiado sus oscuros instintos e impulsos volitivos por medio de la devoción construirá gradualmente a partir de ellos lo que llamamos ideales morales. La reverencia es algo que plantamos en el alma como una semilla; y la semilla dará fruto.

La vida humana ofrece otro ejemplo. En todas partes vemos que el curso de la vida de un hombre pasa por etapas ascendentes y descendentes. La infancia y la juventud son etapas de ascenso; luego viene una pausa, y finalmente, en los últimos años, un declive. Ahora bien, lo notable es que las cualidades adquiridas en la niñez y la juventud reaparecen en una forma diferente durante los años de decadencia. Si ha habido mucha reverencia, correctamente guiada, como parte de la experiencia de la niñez, ésta actúa como una semilla que fructifica en la vejez como fuerza para la vida activa. Una niñez y juventud durante las cuales la devoción y el amor no fueron fomentados bajo la guía correcta, conducirán a una vejez débil e impotente. La reverencia debe apoderarse de toda alma que quiera progresar en su desarrollo.

¿Cómo es, entonces, con la cualidad correspondiente en el objeto de nuestra reverencia? Si miramos con amor a otro ser, entonces el amor recíproco de éste revelará lo que tal vez pueda surgir. Si un hombre se dedica amorosamente a su Dios, puede estar seguro de que Dios se inclina hacia él también con amor. La reverencia es el sentimiento que desarrolla por lo que él llama su Dios ahí fuera en el universo. Puesto que la reacción a la reverencia no puede llamarse en sí reverencia, no podemos hablar de una reverencia divina hacia el hombre. Entonces, ¿Qué es precisamente lo opuesto a la reverencia en este contexto? ¿Qué es lo que sale al encuentro de la reverencia cuando ésta busca lo divino? Es el poder, la omnipotencia de lo divino. La reverencia que aprendemos a sentir en la juventud vuelve a nosotros como fuerza para vivir en la vejez, y si nos volvemos reverentes hacia lo divino, nuestra reverencia vuelve a nosotros como una experiencia del Todopoderoso. Eso es lo que sentimos, tanto si miramos a los cielos estrellados en su gloria sin fin y nuestra reverencia se extiende a todo lo que hay a nuestro alrededor, más allá de nuestra brújula, como si miramos a nuestro Dios invisible, en cualquier forma, que impregna y anima el cosmos.

Miramos hacia arriba, hacia el Todopoderoso, y llegamos a sentir con certeza que no podemos avanzar hacia la unión con lo que está por encima de nosotros a menos que primero nos acerquemos a él desde abajo con reverencia. Cuando nos sumergimos en la reverencia, nos acercamos más al Todopoderoso. Así podemos hablar de un Todopoderoso en este sentido, mientras que un verdadero sentimiento por el significado de las palabras nos impide hablar de un Omnipotente. El poder puede incrementarse o aumentar en proporción al número de seres sobre los que se extiende. Es diferente con el amor. Si un hijo es amado por su madre, esto no le impide amar igualmente a su segundo, tercero o cuarto hijo. Es falso que alguien diga: Debo dividir mi amor porque debe abarcar dos objetos. Es falso hablar de un "todo-conocimiento" o de un "todo-amor" indefinido. El amor no tiene grado ni puede ser limitado por cifras.

El amor y la devoción juntos conforman la reverencia. Podemos tener una actitud devota hacia tal o cual desconocido si tenemos el sentimiento adecuado hacia él. La devoción puede ser aumentada, pero no tiene que ser dividida o multiplicada cuando se siente por un número de seres. Puesto que esto es válido también para el amor, el Yo no tiene necesidad de perderse o dispersarse si se vuelve con amor y devoción hacia lo desconocido. El amor y la devoción son, pues, las guías correctas hacia lo desconocido, y los mejores educadores del alma en su avance desde el Alma Racional hacia el Alma Consciente.

Mientras que la superación de la ira educa al Alma Sensible, y la búsqueda de la verdad educa al Alma Racional, la reverencia educa al Alma Consciente, poniendo cada vez más conocimiento a su alcance. Pero esta reverencia debe ser dirigida y guiada desde un punto de vista que nunca apague la luz del pensamiento. Cuando el amor fluye de nosotros, asegura por su propio valor que nuestro Ser pueda ir con él, y esto se aplica también a la devoción. Podríamos perder nuestro Ser, pero no es necesario. Ese es el punto, y debe tenerse especialmente en cuenta si un impulso de reverencia entra en la educación de los jóvenes. Una reverencia ciega e inconsciente nunca es correcta. El cultivo de la reverencia debe ir acompañado del cultivo de un sano sentimiento del Yo.

Mientras que los místicos de todas las épocas, junto con Goethe, han hablado del elemento desconocido, indefinido, al que el alma se siente atraída, como el eterno-femenino, podemos, sin malentendidos, hablar del elemento que siempre debe animar la reverencia como el eterno-masculino. Pues del mismo modo que el eterno femenino está presente tanto en el hombre como en la mujer, también este eterno masculino, este sano sentimiento yoico, está presente en toda reverencia del hombre o de la mujer. Y cuando el Chorus mysticus de Goethe se presenta ante nosotros, podemos, habiendo llegado a conocer la misión de la reverencia que nos conduce hacia lo desconocido, añadir el elemento que debe impregnar toda reverencia: el Eterno-masculino.

De este modo, ahora podemos llegar a comprender correctamente la experiencia del alma humana cuando se esfuerza por unirse con lo desconocido y alcanza la Unio mystica, en la que se consuma toda reverencia.

Pero esta unión mística dañará al alma si el Yo se pierde mientras busca unirse con lo desconocido en cualquier forma. Si el Yo se ha perdido, no aportará nada de valor a lo desconocido. El autosacrificio en la Unio mystica requiere que uno se haya convertido en algo, debe tener algo que sacrificar. Si un Yo débil, sin fuerza en sí mismo, se une con lo que está por encima de nosotros, la unión no tiene ningún valor. La Unio mystica sólo tiene valor cuando un Yo fuerte asciende a las regiones de las que habla el Chorus mysticus. Cuando Goethe habla de las regiones a las que la reverencia superior puede conducirnos, para obtener allí el conocimiento más elevado, y cuando su Chorus mysticus nos dice con bellas palabras:

Todas las cosas pasajeras
No son más que una parábola;
La insuficiencia de la Tierra
encuentra aquí su plenitud;
Lo indescriptible
Aquí se convierte en hecho;
Lo eterno-femenino
nos atrae hacia lo alto

Entonces, si entendemos correctamente la Unio mystica, podemos responder: Sí-

Todas las cosas transitorias
no son más que una parábola;
La insuficiencia de la Tierra
encuentra aquí su plenitud;
Lo indescriptible
Aquí se convierte en hecho;
Lo eterno-masculino
nos lleva a lo alto.

Traducido por J.Luelmo feb.2019


GA174a Munich 17 de febrero de 1918 La batalla de Micael y su reflejo en la tierra

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2ª conferencia

Munich 17 de febrero de 1918.


Hoy mi tarea será proseguir en nuestras observaciones espirituales, desde las bases que establecimos aquí la última vez, para con los procesos espirituales, que se encuentran inmediatamente en el trasfondo de los acontecimientos de nuestro tiempo, y que tan seriamente resuenan en nuestras almas.
Si, según nuestra ciencia espiritual, vivimos entre fuerzas que fluyen desde los llamados muertos, al ámbito en el que moramos durante nuestra encarnación, es posible observar con gran viveza que es lo que subyace espiritualmente en un tiempo tan difícil. Sin duda, las personas de la era actual tienen pocas ganas de conocer el trasfondo espiritual de la existencia. Esa falta de interés está estrechamente relacionada con el hecho de que su gran catástrofe se ha abatido sobre la humanidad en la era actual. Les he llamado la atención sobre el hecho de que, en el último tercio del siglo XIX, a diferencia de los períodos anteriores, se produjeron grandes cambios en la evolución humana. He señalado repetidamente el final de los años setenta del siglo pasado y he demostrado que fue un momento incisivo en la evolución de la humanidad. Muy pocas personas en la actualidad son conscientes de la diferencia fundamental en la vida espiritual desde finales de los años setenta en comparación con la vida espiritual precedente. Los seres humanos carecen de la perspectiva para ver esto; porque tal cosa solo se hace evidente cuando se es capaz de observar las diferencias desde una cierta distancia. Si la humanidad no puede esperar una miseria aún mayor, esta perspectiva debe adquirirse lo antes posible. Porque, mis queridos amigos, nuestra era actual está gobernada por una contradicción extraña y muy vívida. Les describiré esta contradicción y la encontrarán muy grotesca: no hay tiempo que sea tan espiritual, dentro de la evolución humana histórica, como el tiempo en que vivimos, el tiempo desde finales de los años 70. Desde un punto de vista histórico, vivimos en los tiempos más espirituales. Sin embargo, es un hecho innegable que las personas que se consideran espiritualmente desarrolladas creen que nuestro tiempo es completamente materialista. 
En lo que respecta a la vida, nuestro tiempo no es materialista; pero en lo que respecta a la creencia de muchas personas y sus resultados, nuestro tiempo es ciertamente materialista. ¿Qué queremos decir realmente si decimos: “nuestro tiempo es espiritual”?
Bien, mis queridos amigos, consideren la concepción del mundo científico-natural del presente; Comparado con este, la concepción del mundo científico-natural que se tenía en el pasado es materialista. Hoy tenemos una concepción del mundo científico natural que se eleva a los conceptos más sutiles, más espirituales. Esto lo vemos si observamos la existencia más allá del presente físico inmediato.
La mayoría de las concepciones espirituales de hoy, aunque bien intencionadas, significan muy poco para los llamados muertos. Pero los conceptos científicos de la era presente, si se reflexiona sobre ellos sin prejuicios, significan mucho para ellos. Es un hecho interesante que en el reino de los muertos, el llamado darwinismo materialista es concebido y empleado de una manera completamente espiritual. En la vida plena, las cosas parecen bastante diferentes de cómo aparecen en la creencia frecuentemente errónea, producida por lo que las personas experimentan en el cuerpo. ¿Qué quiero decir realmente al señalar al científico espiritual natural? Bien, para poder formar estos conceptos, elevarse a los pensamientos que se desarrollan hoy en día con respecto a la evolución, etc., se necesita una espiritualidad que no existía en épocas anteriores. Es mucho más fácil ver fantasmas y tomarlos por algo espiritual que formar conceptos claramente definidos para lo que aparentemente es solo material. Esto ha provocado el hecho de que los seres humanos desarrollan en su vida anímica los conceptos más espiritualizados, y luego proceden a negarlos. Se cree erróneamente que estos conceptos espiritualizados se relacionan solo con cosas materiales. La interpretación materialista de la concepción actual del mundo científico-natural no es más que una negación de su verdadero carácter. Ha surgido de una tendencia a la cobardía, ¡pura cobardía! Uno no puede entregarse a vivir con sus sentimientos en estos conceptos espiritualizados y captar esta espiritualidad necesariamente enrarecida para la formación de conceptos precisos sobre la naturaleza. Uno no se atreve a reconocer que se vive en el espíritu cuando desarrolla estos conceptos enrarecidos y espiritualizados. Uno se engaña diciendo: estos conceptos se relacionan meramente con cosas materiales; porque esto no es verdad, es mero auto engaño.
Lo mismo es válido para otras esferas de la vida. Como ya he señalado, muchas creaciones artísticas de la actualidad muestran valores a través de este sentimiento espiritualizado y refinado que no existía en el desarrollo artístico de épocas anteriores. Este cambio en la vida espiritual se ha producido a través de un evento espiritual bastante definido que me gustaría caracterizar hoy desde un cierto punto de vista.
A principios de los años cuarenta del siglo XIX, cuando no se había alcanzado la mitad de siglo, el Arcángel Miguel ascendió gradualmente del rango de Arcángel al de Espíritu del Tiempo. A partir de ese momento comenzó a experimentar una evolución que le permitió trabajar en la vida humana, ya no solo desde el ámbito supra-terrenal, sino directamente en el ámbito terrenal. Tuvo que prepararse para descender a la tierra misma, emulando, por así decirlo, el gran procedimiento del mismo Cristo Jesús, tomando su punto de partida aquí sobre la tierra y estableciendo su actividad a partir de ahora desde el ámbito de la tierra. Desde los años cuarenta hasta finales de los años setenta del siglo pasado, este ser espiritual se preparó para esta tarea. De modo que, se puede observar que en el período entre los años cuarenta y el año 1879, presenta una batalla significativa en esa esfera supra-terrenal inmediatamente limítrofe con la esfera terrenal. Este ser espiritual, al que llamamos el Arcángel Miguel, tuvo que librar una dura batalla contra ciertos espíritus opuestos. Si deseamos entender lo que realmente sucedió allí, debemos considerar a estos espíritus opuestos.
Estos seres espirituales, contra los que combatió el Arcángel Miguel al convertirse en un espíritu del tiempo, siempre han afectado la vida y la evolución de la humanidad; a lo largo los pasados milenios, hasta mediados del siglo XIX, su tarea en el mundo espiritual era crear una diferenciación entre los seres humanos. Aquellos seres espirituales que son partidarios directos de los Arcángeles, se esfuerzan por llevar a los seres humanos de regreso al alma grupal, por difundir la uniformidad en toda la humanidad. Si solo hubieran estado activos estos seres, la humanidad se habría convertido en una especie indiferenciada, similar a la especie animal, pero en un grado algo superior. Los otros seres espirituales contrarios al principio Micaelico, sin embargo, tenían la tarea de difundir la diferenciación entre la humanidad, de dividirla en razas y pueblos; provocando todas esas diferencias que están relacionadas con la sangre, los nervios y con el temperamento. Esto estaba llamado a suceder. Tales seres son los llamados ahrimánicos, y debemos darnos cuenta de que el principio ahrimánico era una necesidad en el curso de la evolución de la humanidad.
Ahora llegaba un tiempo de gran importancia para la evolución de la humanidad, comenzando con los años cuarenta del siglo XIX. Llegaba el tiempo en que las antiguas diferenciaciones tenían que desaparecer, cuando la división humana en razas debía formarse en una unidad.
Esto muestra, que la visión cosmopolita que, sin duda, a veces se quedó en un mero eslogan cosmopolita en el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, son simplemente un reflejo de lo que había ocurrido en el mundo espiritual. Existe una tendencia en la humanidad a eliminar las diversas diferencias que habían sido provocadas por la sangre y los temperamentos. Los mundos espirituales no tienden a crear nuevas diferencias entre la humanidad, sino que tienden a derramar un elemento cosmopolita sobre la humanidad. Aunque, da la impresión por nuestros catastróficos acontecimientos, que la gente no lo ha entendido así, no obstante debe ser considerado como un hecho real. Si se observa este hecho, reflejado en los eventos terrenales en su trasfondo espiritual, la visión clarividente muestra que, fue el espíritu ahora convertido en el espíritu del tiempo de la era moderna, quien, desde los años cuarenta (del siglo XIX) ha luchado contra los espíritus de la raza, los espíritus nacionales que produjeron las diferencias entre los pueblos. Lo que siempre ha sido representado por un símbolo significativo tuvo lugar aquí, aunque en una etapa diferente. El símbolo se refiere también a otras etapas de la evolución, porque los asuntos se repiten en varias etapas, y lo que les estoy diciendo ahora es solo una repetición en cierta etapa de un evento espiritual que tuvo lugar en otras etapas. Es el evento que está representado por el símbolo de la derrota del dragón por el Arcángel Miguel. Esta derrota del dragón por parte del Arcángel Miguel, significa que las fuerzas contrarias han sido expulsadas del reino en el que gobierna el Arcángel Miguel, que tuvo lugar en una cierta esfera, a partir de los años cuarenta del siglo XIX. Ciertos seres espirituales cuya tarea en el mundo espiritual era dividir a la humanidad en razas y pueblos fueron expulsados del cielo sobre la tierra. Estos seres espirituales que hasta los años cuarenta produjeron estas diferenciaciones entre la humanidad ya no tienen ningún poder en la región que limita con el mundo terrenal. Han sido arrojados entre los hombres sobre la tierra con todo lo que pudieron traer consigo.
Esto es lo que la ciencia espiritual designa como la victoria del Arcángel Miguel sobre los espíritus oponentes, que tuvo lugar a fines de los años setenta; el empuje hacia abajo sobre la tierra de ciertos espíritus que se le opusieron.
Por lo tanto desde finales de los años setenta, desde 1879, tenemos dos cosas: tenemos en la tierra para aquellos que son de buena voluntad, si entendemos la expresión en un sentido cualificado, la regencia de Micael el Espíritu del Tiempo, quien nos permite ser capaces de adquirir conceptos espiritualizados, una vida intelectual espiritualizada. También tenemos en la tierra los espíritus contrarios que nos engañan, negando la espiritualidad del tiempo presente. Si luchamos contra el materialismo de nuestro tiempo, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que no debemos luchar contra lo que es bueno en nuestra época, sino contra las mentiras de nuestra época. Porque los espíritus que han sido expulsados del cielo sobre la tierra son principalmente espíritus de falsedad que, como espíritus obstaculizadores, nos impiden buscar lo espiritual en nuestra comprensión de la existencia natural.
Si se aprende a conocer a aquellos seres humanos que descendieron a la encarnación terrenal desde el mundo espiritual, después del año 1841 y que han muerto desde entonces, se puede ver cómo estas cosas se consideran desde el otro lado, por así decirlo. Se está entonces en posición de corregir gran parte de lo que aquí en el mundo físico es muy difícil de ver.
Verán, que a principios del siglo XX se hizo evidente, gradualmente, lo necesario que es señalar de nuevo, en la vida, los más variados campos del espíritu; y aquellos que prestaron atención sobre este hecho, fueron los seres humanos que, después del año 1848, más precisamente después de 1840, participaron en la dura batalla llevada a cabo por el Arcángel Micael en el mundo espiritual y que terminó en 1879 con la expulsión de los espíritus opositores, a la vida de la tierra, donde ahora se encuentran entre los seres humanos. Participamos en la batalla del Arcángel Micael, cuando nos enfrentamos contra estos espíritus y tratamos de expulsarlos del campo.
Ahora bien, existe una cierta ley que establece que partiendo de cada punto de la historia de la evolución mundial, se puede rastrear en dos direcciones: hacia atrás y hacia adelante. Si enfocamos nuestra atención en algún punto del desarrollo histórico de la humanidad, podemos decir: En este punto del tiempo, sucedió esto o aquello. Ahora, a medida que pasa el tiempo, se pueden observar los eventos; pero el tiempo también se puede observar retrospectivamente. Podemos regresar de 1879 a 1878, 77, 60, 50, etc., y luego observar el mundo espiritual en retrospectiva. Entonces se presenta lo siguiente: En la estructura más profunda de los eventos a medida que transcurren, podemos descubrir una repetición del precedente. Si uno expresa algo grande de una forma simple, puede fácilmente sonar trivial. Pero hablaré simplemente. Si consideramos el año 1879, podemos proseguir hacia 1880, o podemos regresar a 1878. Si proseguimos hacia 1880, observaremos en la estructura espiritual más profunda de ese año que lo que sucedió en 1878 todavía está activo dentro de él; detrás de los eventos de 1880, se encuentran, los eventos de 1878, como fuerzas activas, y detrás de los eventos de 1881, se encuentran los eventos de 1877, como fuerzas activas. Según vamos retrocediendo, es como si la línea del tiempo se invirtiera, y los eventos que quedaban por detrás en un cierto punto el tiempo, se colocan detrás de los eventos que están por delante de ese punto del tiempo. Si entendemos esto se pueden entender muchas cosas.
Ahora les ruego que recuerden que he hablado durante muchos años sobre el año 1879, y no solo desde 1914, lo cual sería justo. Esto es importante, mis queridos amigos, y ahora les pido que hagan conmigo un simple cálculo. Cuenten hacia atrás desde el año 1879, cuenten hasta el año que a menudo he designado como el otro límite. Siempre he dicho que la batalla de la que estoy hablando comenzó a principios de los años cuarenta, alrededor de 1840, 1841, cuenten hacia atrás: 1879, 1868, 1858, 1848 y 8 o 9 años más; Osea 38 o 39 años. Ahora cuenten hacia adelante: 1879, 1889, 1899, 1909, 1914 y hasta nuestros días (1918), y también tiene 38 o 39 años. Si observan el año 1917, encontrarán un resultado sorprendente. Se darán cuenta del profundo significado de la afirmación del ocultista de que, a partir de un evento histórico trascendente, encontrarán el evento espiritual precedente repetido en el siguiente. Detrás de los eventos terrenales de nuestros días, se encuentran los eventos espirituales que comenzaron en los años cuarenta y que designamos como la batalla del Arcángel Micael contra los espíritus opositores. Estos eventos están detrás de los eventos actuales. Hoy se repite lo que ocurrió a principios de los años cuarenta. Pueden ustedes imaginar cuán diferentes se ven los acontecimientos de nuestro tiempo si se presta atención a esta ley. Se desarrollará una comprensión más profunda de los eventos que ahora nos pasan desapercibidos, que no penetran en el alma. Uno se dará cuenta de que la batalla del Arcángel Micael contra los poderes opositores ha vuelto, hasta cierto punto, a su punto de partida.
En general, es muy difícil hablarle a los seres humanos de la actualidad, sobre estas relaciones tan profundas, porque rechazan violentamente lo que les ayudaría a comprender el momento presente y les permitiría actuar de manera adecuada. Hoy es necesario liberarnos de viejos prejuicios y comprender conscientemente los hechos. Porque aquí en el plano físico suceden cosas que son de una naturaleza mucho más espiritual que los eventos en general. Esto está relacionado con el descenso del Arcángel Micael a nuestra región de la tierra. Mucha gente habla de este descenso. Pero si se les pide seriamente que tomen este hecho en su verdadero trasfondo, entonces no lo siguen, no quieren seguirlo. Sin embargo, es extremadamente necesario que cada vez en círculos más amplios de nuestros contemporáneos, sea asumida una comprensión espiritual de los impulsos más importantes de nuestra era. Por lo tanto, durante todos estos años de las reuniones de nuestro grupo, fue muy importante llamar la atención, sobre la necesidad de no ahogar el flujo de eventos que en nuestro tiempo están tan fuertemente influenciados por el espíritu. Porque adormilarse ante los eventos es un rasgo característico de nuestro tiempo. Las personas ven pasar los eventos como si estuvieran adormiladas, y se puede decir que cuanto más trascendental, más significativo es un evento que entra en el plano físico, más se adormecen los seres humanos a través de él.
Los acontecimientos de marzo de 1917, (si puedo indicar un hecho concreto, cuando estalló la revolución rusa. La abdicación del zar) tuvieron una importancia tremenda y producirán resultados de tal importancia que la humanidad ni siquiera sueña hoy; y es realmente increíble la poca comprensión que existe entre las personas, por la necesidad de una revisión completa de sus juicios, de una revisión completa de todo lo que las personas han creído antes de 1914.
En esta ocasión, quizás se me permita señalar el hecho de que en 1910 di una serie de conferencias en Kristiania (Oslo) sobre las almas nacionales europeas. En la primera de estas conferencias pudieron oír que los seres humanos pronto serán llamados a comprender algo sobre las relaciones de las almas nacionales europeas. Hemos enfatizado repetidamente en nuestras conferencias, en lo siguiente: dirijan su mirada hacia el Oriente inmediato; lo que allí sucede es importante para la evolución humana. ¿Con qué frecuencia se ha dicho esto? Cada uno de mis oyentes lo habrá escuchado. Y en la primavera de 1914, en mi ciclo de conferencias GA153 de Viena sobre la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, me atreví a insistir en la afirmación, de que la vida social de nuestro tiempo puede compararse con una forma especial de enfermedad, a saber, con un carcinoma; Declaré que la vida social está impregnada de una enfermedad cancerosa progresiva. Naturalmente, mis queridos amigos, bajo nuestras condiciones actuales, estas cosas no pueden ser expresadas de otra forma; sino que deben ser entendidas.
No debemos pensar que los sucesos mundiales se suceden en continua progresión, como imaginan los historiadores. Ellos creen que el evento posterior se desarrolla a partir del anterior, que a su vez éste se desarrolló a partir del anterior, y así sucesivamente. El prejuicio que sostiene que un hecho posterior debe haberse desarrollado de la manera más natural a partir de otro precedente, podemos dejarlo en manos de quienes no tienen el sentido de la realidad que se espera del antropósofo. Podemos dejar este prejuicio a los políticos. La realidad, sin embargo, es bastante diferente. Debemos pensar en el curso de los acontecimientos como en una balanza en pleno movimiento, el platillo de la balanza desciende primero en el lado derecho y luego en el izquierdo. Por lo tanto, el tiempo desde el comienzo de los años cuarenta se puede describir de la siguiente manera: existían grandes posibilidades con solo haber intentado durante el período de 1840 a 1914, (el año 1879 está en el centro dividiendo este período en dos partes), preparar de manera adecuada la espiritualización de la humanidad que persigue el Arcángel Micael; si se hubiera intentado a gran escala, imbuir a la humanidad con conceptos espirituales, ideas espirituales. La humanidad en nuestra época, sin embargo, debe depender de su propia voluntad; y si, por su propia libre voluntad, la humanidad no logra captar tales posibilidades, entonces el platillo de la balanza se hunde hacia el otro lado. Lo que pudo haberse alcanzado por la vía espiritual ahora se descarga por la vía de la sangre. Lo que experimentamos en nuestros tiempos catastróficos es un equilibrio de los platillos. La humanidad que ha rechazado la espiritualización debe ser forzada a aceptarla. Esto puede suceder a través de una catástrofe física.
Esta idea puede verificarse si nos basamos sobre el firme fundamento siguiente: Vivimos aquí en este mundo físico; pero estamos despiertos en este mundo físico solo a través de nuestras percepciones y nuestros conceptos, como describí anteayer. Soñamos con nuestros sentimientos y dormimos con nuestros impulsos volitivos Esto es una cuestión rutinaria para el hombre. Pero si a través de la imaginación, la inspiración y la intuición nos familiarizamos con el mundo espiritual que siempre está a nuestro alrededor como el aire, y en el que los llamados muertos existen, junto con nosotros, en el que sus impulsos están activos, entonces percibimos cómo la vida, aquí en el mundo físico, está conectada con la vida de los llamados muertos. Los muertos son capaces de recibir de los corazones humanos solo pensamientos espirituales.
Recuerden lo que dije anteayer. Dije: si un ser humano muere en su juventud, en un sentido espiritual no ha abandonado a su familia; Él, en realidad, ha permanecido aquí. Algo de gran importancia para el difunto está relacionado con esto y les ruego que tomen esto muy en serio. Para el difunto no es simplemente una cuestión de estar aquí. Para él se trata de poder soportar esta existencia, comprenderla. Si la persona muerta está presente en una familia de inclinación materialista que no cultiva pensamientos espirituales, está constantemente oprimido y angustiado; la familia constituye una pesadilla para él, comparable a la pesadilla que experimentamos cuando inhalamos una cantidad demasiado grande de aire. Solo los pensamientos espirituales entre aquellos con quienes se ha quedado, pueden liberarlo de esta pesadilla y hacer que la vida entre ellos sea soportable para el difunto.
Y también, les dije: que si una persona mayor es alejada de su familia, él, en cierto sentido se lleva sus almas consigo. Tira de ellas; pero si no están permeadas por pensamientos espirituales, también constituyen una pesadilla para él.
Ahora consideremos lo siguiente: podemos aprender mucho si observamos la muerte repentina de un ser humano causada por condiciones anómalas internas o externas. Digamos, un ser humano es asesinado o fusilado. En tal caso, la muerte se produce de una manera muy diferente de la muerte gradual mediante la enfermedad. Imaginen el siguiente caso: Un ser humano recibe un disparo a la edad de treinta y cinco años; Su vida es destruida por circunstancias externas. Si no le hubieran disparado la bala, (ciertamente, hay conexiones kármicas, pero lo que voy a decir sin embargo es válido) la constitución de este ser humano podría haberle permitido vivir otros treinta y cinco años. Lleva dentro de él la constitución por otros treinta y cinco años. Esto, ahora, produce un efecto bastante definido.
Mis queridos amigos, si un ser humano muere violentamente cuando sus fuerzas vitales todavía están muy activas, tiene experiencias tremendamente significativas en el momento de la muerte. Condensadas en un instante, experimenta cosas que habrían tardado largos períodos de tiempo en experimentarlas. Lo que pudo haber experimentado durante los siguientes treinta y cinco años, ahora lo experimenta en un solo instante. Porque la experiencia importante a la hora de la muerte es la siguiente: el ser humano ve en verdad su cuerpo desde afuera; ve la transición por la que pasa; ve que abandona el control de las fuerzas que poseía cuando el alma habitaba en el cuerpo, y que ahora se convierte en un ser de la naturaleza, cedido a las fuerzas de la naturaleza, a las fuerzas físicas externas. La experiencia tremendamente significativa en el momento de la muerte es que el ser humano contempla entonces la entrega de su organismo a las fuerzas de la naturaleza física. Si un ser humano sufre una muerte violenta, repentinamente se entrega no solo a las fuerzas naturales normales, sino que su organismo es tratado por el disparo de bala como si fuera un cuerpo inorgánico y sin vida; Está completamente relegado al mundo inorgánico. Hay una gran diferencia entre una muerte lenta a través de la enfermedad y una muerte súbita a través de la interferencia del mundo externo con el organismo humano, ya sea en forma de bala o en cualquier otra forma. En este momento hay un repentino estallido, un repentino destello de una tremenda cantidad de espiritualidad. Se produce el encendido de un aura espiritual, y el que ha pasado por el portal de la muerte mira hacia atrás a este flamear. Este flamear se asemeja mucho al evento que tiene lugar solo cuando los seres humanos se dedican a conceptos espirituales. Estos son valores, mis queridos amigos, que son intercambiables. Es extremadamente interesante ver la siguiente similitud: el difunto percibe desde el otro lado el pensamiento sensible que surge en una persona cuando disfruta o crea una imagen, una pintura, que nace de la vida espiritual; el difunto ve entonces cuán similar es este pensamiento sensible, visto desde el más allá, a la sensación que tiene una persona (que por supuesto es inconsciente de esto) cuando sufre una lesión externa, digamos, en su brazo y el dolor surge de ahí. Hay una gran relación entre los dos eventos; Uno puede tomar el lugar del otro.
Por lo que diré ahora, captarán ustedes la conexión kármica entre los dos eventos. Naturalmente, muchas personas conocían el "aspecto de las estrellas" cuando se acercaban los años cuarenta del siglo XIX. Si los ocultistas desean designar un evento como la batalla del Arcángel Micael con el dragón, lo hacen usando la expresión técnica: "este es el aspecto de las estrellas". Existía en aquél tiempo un gran número de personas que sabían, que un evento tan significativo estaba teniendo lugar. Hubo algunos que querían tomar precauciones, pero uno de los platos de la balanza era demasiado pesado: la inclinación materialista era demasiado fuerte. Por tanto, se instauraron las peores medidas posibles. Las personas que entienden los signos de los tiempos, eran plenamente conscientes del hecho, de que la vida espiritual debía entrar en la humanidad. Si esta vida espiritual, hubiera entrado en la humanidad desde principios de los años cuarenta en adelante, la humanidad se habría librado de muchas catástrofes. Porque lo ocurrido habría tenido lugar, pero en otra forma. Lo que es kármicamente necesario sucede; pero puede ocurrir en varias formas. Esto debe tenerse en cuenta siempre.
Me expresaré más explícitamente. Hay dos formas de pensar acerca de lo que debería suceder en la esfera social o en cualquier otro campo. Podemos presentar un programa, formar conceptos programáticos; podemos pensar cómo debería desarrollarse el mundo en un campo determinado; Esto se puede presentar en hermosas palabras. Podemos prometer con estas palabras, tomarlas como dogmas, pero nada resultará de ellas, ¡nada de nada! Podríamos tener las ideas más hermosas sobre lo que debería suceder, pero nada saldrá de ellas. Las ideas, por hermosas que sean, no tienen por qué resultar en nada. Los programas pensados son las cosas más sin valor en la vida. En contraste con esto, podemos hacer otra cosa, y muchas personas lo hacen sin ninguna clarividencia especial. Podemos, simplemente a través de un conocimiento ingenuo e intuitivo de la condición de los tiempos, preguntarnos: ¿Qué sucederá en los próximos veinte o treinta años? ¿Qué es lo que pugna por hacerse realidad en nuestros tiempos? Si uno descubre entonces, lo que inevitablemente sucederá, puede decirse: ahora podemos elegir; o bien, las personas pueden entrar en razón y guiar el curso de los acontecimientos en la dirección que debe tomar en cualquier caso: entonces las cosas saldrán bien. O pueden no hacerlo al estar adormecidos y simplemente permiten que los asuntos sigan su curso: en cuyo caso, lo que debe ocurrir será provocado por catástrofes, revoluciones y cataclismos. Ninguna estadística, ni ningún programa, por muy bien pensado que esté, tiene valor alguno. Solo tiene validez la observación de lo que pugna por aparecer desde las profundidades ocultas de los tiempos. Esto debe ser guardado en nuestra conciencia; por medio de esto deben regirse las intenciones del presente.
En los años cuarenta del siglo XIX, muchas personas que se adhirieron a programas lograron la victoria sobre las pocas que entendieron lo que acabo de decir. A partir de ahí surgieron todo tipo de intentos de espiritualizar a la humanidad: el espiritualismo (espiritismo), por ejemplo, es uno de ellos; es un intento de espiritualizar y reformar a la humanidad por medios inadecuados; Revelar de modo materialista los mundos espirituales. Incluso nuestro pensar puede ser materialista. Es materialista un pensar que dice: Este o aquél grupo humano concreto, está en lo correcto. ¿Por qué no intervienen los poderes espirituales ayudándolos a reivindicar sus derechos? - ¿Cuán frecuentemente oímos a la gente decir hoy: ¿Por qué los poderes espirituales no intervienen? Anteayer di una respuesta a esto de una forma más abstracta: la humanidad de hoy debe confiar en su propia libertad. Quienes preguntan: ¿Por qué los poderes espirituales no intervienen? parten del supuesto de que los espíritus, en vez de los hombres, deben hacer política. Ese sería ciertamente un progreso fácil si los espíritus en vez de los seres humanos fueran a introducir las reformas necesarias. Esto, por supuesto, no lo hacen, porque los seres humanos deben confiar en su libertad. La expectativa de ayuda de los espíritus es lo que más decididamente confunde a los seres humanos; distrae su atención de lo que debería suceder. Así pues, el período en la vida de la humanidad en el que se desarrollaron gradualmente los refinados conceptos espirituales, fue precisamente el tiempo en que la humanidad estuvo expuesta a las más poderosas tentaciones materialistas. Los seres humanos simplemente son incapaces de distinguir entre refinados conceptos y sensaciones espirituales, por una parte, y por otra parte, aquello que los aborda como tentación y contrarresta la captación del elemento espiritualizado dentro de ellos. Por lo tanto, debido a que las personas no comprendieron en el tiempo correcto cómo debe proceder la evolución, nuestra era catastrófica, nuestros tiempos difíciles actuales se han convertido en una necesidad. Sin las duras experiencias presentes, la humanidad se habría hundido aún más en la duda de sí misma. Sin duda, habría desarrollado la espiritualidad, pero la habría rechazado en un grado aún mayor.
Esto es parte de los entresijos del desarrollo histórico. De hecho, me gustaría mucho arrojar luz de estos entresijos sobre muchas cosas que se encuentran en primer plano; pero espero que entenderán las razones por las que esto no se puede hacer en nuestra era actual. Debo dejar que el individuo por sí mismo, ilumine lo que vive en nuestro presente inmediato, visto desde el fondo que acabo de describir.
Verán, mis queridos amigos, el hecho de que los acontecimientos que he descrito, los hayamos vivido adormecidos, hace que se pasen por alto detalles y contornos de la vida. Pero si pasamos por alto estos detalles y contornos, surgen los compromisos. Ahora, puede ser la ocasión mas propicia para comprometerse. El tiempo que precedió a los años cuarenta del siglo XIX fue propicio; Pero esto no es válido en nuestro tiempo. Nuestro tiempo exige que veamos las cosas como son, con todos sus detalles y contornos, en gran relieve; pero también surge en el alma humana la necesidad, (justo por la presencia de estos detalles y contornos agudos), de quedarnos adormecidos ante ellos. Lo que acabo de decir puede observarse incluso con respecto a los eventos más importantes y significativos de la evolución humana.
En lo que respecta al evento más grande en la historia mundial, ¡la evolución humana ha producido justo esos detalles y contornos! De hecho, incluso en relación con el evento más grande de la historia mundial, a saber, el Misterio de Gólgota. Conocemos todas las observaciones hechas en el trascurso del desarrollo teológico del siglo XIX con respecto al Misterio de Gólgota. Desde el momento en que Lessing comenzó a hablar sobre el Misterio de Gólgota hasta el tiempo del teólogo Drews, se han hecho todo tipo de declaraciones al respecto. Y bien puede decirse que todo el desarrollo teológico del siglo XIX ofrece una prueba completa del hecho de que las personas han olvidado por completo cómo entender el misterio de Gólgota. Pero hay algunas publicaciones sobre el Cristo Jesús. Publicaciones muy interesantes, por cierto! Tomemos, por ejemplo, un libro danés {Emil Rasmussen Jesus, un estudio psicopatológico comparativo.} Esta publicación danesa está escrita completamente desde el punto de vista del pensador científico-natural moderno. El autor dice: soy psicólogo, fisiólogo y psiquiatra; Observo los evangelios desde este punto de vista. ¿Y a qué conclusión llega? De hecho, en el sentido del juicio psiquiátrico moderno, llega a la siguiente: El cuadro que los evangelios esbozan de Cristo Jesús es patológico. Solo podemos concebir al Cristo Jesús como una persona que sufre de demencia, epilepsia, visiones mórbidas y condiciones similares; Posee todos los síntomas de una enfermedad mental grave. - Si uno lee el pasaje más importante de este libro a la gente, se sorprenden. Esto es comprensible; Porque, si lo que consideran sagrado se describe como un caso patológico, la gente se horroriza. ¿Pero cuáles son los hechos reales en el asunto? Mis queridos amigos, los hechos son los siguientes; De entre la gran cantidad de comprometedores deshonestos surgió uno que basa su posición completamente en el punto de vista científico-natural; no se compromete en absoluto, pero afirma: Soy un científico: por lo tanto, debo hablar como lo hago; Porque estos son los hechos. - Si las personas se ubicaran honestamente en el punto de vista de las ciencias naturales, tendrían que tener tales puntos de vista. Hay detalles y contornos de los que no pueden escapar. No pueden escapar a menos que abandonen el punto de vista científico-natural y pasen al punto de vista científico-espiritual: en cuyo caso, seguirán siendo honestos, o pueden elegir ser honestos desde el punto de vista científico-natural; entonces se ven obligados a observar los asuntos, sin comprometerlos, como lo hace un científico que, aunque completamente honesto en su campo, está totalmente limitado en sus puntos de vista y no trata de ocultar sus limitaciones. Es completamente limitado, pero consecuente. Esto tiene que ser entendido. Si la gente viera hoy lo necesariamente que debe resultar que ciertas cosas se llevan a cabo de manera consecuente, verían la vida sin compromisos.
Alguien me entregó recientemente un papelito interesante que menciona un libro que ya conozco, pero como no lo tengo aquí, solo puedo leer lo que está escrito en este papel. Me lo entregaron para mostrarme qué cosas son posibles hoy.
"Cualquiera que haya asistido a la escuela secundaria recordará las horas inolvidables en las que tuvo que" disfrutar "en sus estudios de Platón las conversaciones de Sócrates con sus amigos. Inolvidable debido al aburrimiento fabuloso originado por estas conversaciones. Quizás recordarán que estas conversaciones de Sócrates le parecieron extremadamente estúpidas; pero, por supuesto, no se atrevió a emitir esta opinión, ya que, después de todo, el hombre en cuestión era Sócrates, "el mayor filósofo". El libro de Alexander Moszkowski, Sócrates el idiota (publicado por Heysler & Co., Berlín) sí lo hace. Se aleja de la sobrestimación injustificada del buen ateniense. En este pequeño y entretenido libro, el historiador Moszkowski se compromete a despojar a Sócrates de sus honores filosóficos. El título, Sócrates el idiota, debe tomarse literalmente. No nos equivocaremos al suponer que este libro provocará discusiones científicas ".
Ahora bien, ustedes pensarán que es terrible que tales cosas estén escritas. Pero no me parece nada espantoso. Creo que es evidente y bastante honesto por parte de Moszkowski; Porque, de acuerdo con sus conceptos y sentimientos, no puede hacer otra cosa, si desea ser consecuente, que llamar a Sócrates idiota. Al hacerlo, es más honesto que muchos otros que, de acuerdo con sus puntos de vista, también deberían llamar idiota a Sócrates, pero que prefieren no transigir.
No necesito decir, mis queridos amigos, que no deben salir ahora y difundir la noticia de que estoy de acuerdo con Moszikowski cuando él declara que Sócrates era idiota. Espero que entiendan lo que realmente quiero decir.
Pero debo reconocer el hecho de que las personas llegan a ciertos juicios en nuestro tiempo porque hacen concesiones deshonestas. Es imposible pensar en la patología del alma como lo hacen los psiquiatras modernos y no escribir un libro como el del autor danés sobre el Cristo Jesús. No se puede hacer. Se es deshonesto cuando no se rechazan estos conceptos y se sustituyen por conceptos espirituales, o toman el punto de vista de que el Cristo Jesús fue un caso mental. - Si uno conoce los puntos de vista de tales personas, si conoce la opinión de Moszkowski con respecto a toda la estructura del universo, sus puntos de vista peculiares sobre la teoría de la radiación y la teoría del quantum, se puede apreciar por qué, si desea seguir siendo honesto y consecuente, debemos considerar a Sócrates y también a Platón idiotas.
Lo que es especialmente necesario para la humanidad es rechazar el compromiso ser condescendientes. Los seres humanos no deben condescender, al menos no dentro de sus almas. Es muy importante considerar esto como una exigencia de nuestra era, ya que pertenece a los impulsos más significativos del Espíritu del Tiempo, a Micael, arrojar luz, derramar absoluta claridad en las almas humanas. Si se desea seguir al Arcángel Micael, es necesario derramar claridad en las almas humanas, para superar la somnolencia. Esta somnolencia surge también en otras esferas, pero sobre todo es una necesidad absoluta hoy en día, obtener una visión de las consecuencias de las cosas. En edades anteriores esto era diferente. Durante los siglos anteriores a la era de Micael, en la cual la humanidad europea estaba regida por el Arcángel Gabriel, los compromisos que los seres humanos hicieron en su pensar fueron disminuidos por la influencia del mundo espiritual. Micael es el espíritu que trabaja, en el sentido más eminente, con la libertad del hombre. Micael siempre hará lo que sea necesario. No deben creer que Micael no hace lo correcto. En las regiones inconscientes del alma de cada ser humano hoy, está claramente delineado, cada contorno y ángulo de la vida espiritual. Está ahí. Cualquiera que sea capaz de sacar a la superficie lo que está en las profundidades de la vida anímica como visión latente, sabe qué es lo que vive hoy en las almas como discrepancias y hechos inconexos. Él sabe que en las almas viven lado a lado la psiquiatría materialista moderna que no se detiene al ver en Cristo Jesús a un epiléptico, e incluso al reconocimiento del Cristo Jesús. Cualquier persona que sea capaz de elevar estas cosas a la conciencia se da cuenta de estos hechos. Sería interesante si un buen pintor, con una comprensión real de nuestro tiempo presente, pintara "Cristo, visto desde el punto de vista de un psiquiatra moderno", describiéndolo expresivamente. El resultado sería muy interesante si el pintor tuviera una comprensión real de lo que ocurre en el tiempo presente en las profundidades de la vida del alma humana.
Pueden ver, cómo en nuestro tiempo tenemos que sondear en las profundidades si deseamos captar lo que ocurre en la superficie de la existencia. Pero, por otro lado, se puede entender que se apodere de las personas cierta cobardía y desaliento cuando desean acercarse a la materia indicada.
Esta es la otra cualidad necesaria hoy en día: coraje, incluso cierta audacia, al percibir, al pensar; una audacia que no entorpezca nuestros conceptos, sino que los acentúe. Todo lo que hay que decir hoy puede encontrarse en eventos externos; el investigador espiritual simplemente los describe más pormenorizadamente porque lo ve en el contexto adecuado. Y si el investigador espiritual describe este trasfondo, los eventos externos corroborarán aún más lo que, por ejemplo, se ha indicado hoy.
Mucha gente pregunta: "¿Qué debo hacer?" ¡Es tan obvio lo que se debe hacer! ¡Debería abrir los ojos! Los ojos espirituales, por supuesto. Si se abren los ojos, se abrirá la voluntad. La voluntad depende de nuestra situación de vida. No siempre es posible, según las circunstancias particulares de cada uno, de acuerdo con su karma, hacer lo correcto; pero se debe tratar de abrir los ojos espiritualmente. Hoy, sin embargo, a menudo sucede lo siguiente: cuando tratas de impartir a las personas en palabras lo que es necesario para la era actual, rápidamente cierran los ojos, rápidamente apartan sus mentes de ello. Este es el descenso del platillo hacia el otro lado. - Lo que estoy diciendo aquí podría considerarse una crítica de nuestra época, pero no es esa mi intención. Mi propósito es llamar la atención sobre los impulsos provenientes del mundo espiritual, que deben entrar en las almas humanas, en las mentes humanas, si deseamos superar los tiempos catastróficos en que vivimos. Como he dicho, no es posible entrar en detalles concretos. Cada uno de ustedes puede hacer eso por sí mismo.

traducido por Julio Luelmo febrero 2018

GA174a Munich 14 de febrero de 1918 La batalla de Micael y su reflejo en la tierra


1ª conferencia, 


Munich  14 de febrero de 1918.


Debe ser bastante natural para cualquiera que tenga un sincero interés en los esfuerzos de la ciencia espiritual antroposófica, en este presente de pruebas tan severas, reflexionar sobre las relaciones existentes entre el hecho de que este movimiento científico-espiritual comenzó (a principios del siglo XX) a enviar sus impulsos a la evolución de la humanidad y otro hecho, el de que la humanidad de la era actual ha sido engullida por eventos catastróficos. El daño que estos eventos catastróficos ha causado a la humanidad aún no se han comprendido plenamente, porque las personas están acostumbradas hoy a una vida sin espíritu. Sin embargo, vivir sin el espíritu es vivir superficialmente; y vivir superficialmente hace que para ellos, las impresiones importantes de los eventos que tienen lugar a su alrededor, se adormezcan. Adormecerse ante el paso de eventos importantes es una característica especial del ser humano de la era actual. Hay pocas personas hoy en día, que lleguen a una concepción adecuada de la gravedad de los acontecimientos actuales. La mayoría de ellos viven de día en día. Si se intenta hablar del tiempo que pueda venir después, las personas, (y en muchos casos precisamente aquellos de quienes dependen los asuntos), lo rechazan de la manera más violenta. Si entre sus muchas tareas la ciencia espiritual logra hacer que el alma humana sea más enérgica, más despierta, habrá cumplido una importante tarea para nuestro tiempo presente. Los conceptos científico-espirituales exigen un mayor esfuerzo del pensar, una mayor intensidad del sentir que la empleada en otros conceptos, particularmente los habituales de nuestro tiempo.
Hoy es importante familiarizarse con los conceptos de la investigación espiritual que pueden dirigirnos y guiarnos en la comprensión de la era presente en el sentido más amplio. Hoy desarrollaré algunos conceptos fundamentales sobre los cuales construiremos ideas en nuestra próxima conferencia que arrojarán luz sobre factores importantes de la era actual. Procederé a partir de pensamientos más generales, tocando lo personal en el hombre, que, desde un cierto punto de vista, proporcionará el fundamento para nuestras posteriores consideraciones científico-espirituales.
Mis queridos amigos, en el curso de nuestros estudios científico-espirituales debemos insistir una y otra vez, sobre el hecho de que se produce un cambio en nuestro estado de conciencia que recorre nuestra vida entre el nacimiento o concepción y la muerte: se trata del cambio entre estar dormidos y estar despiertos. En un sentido general, sabemos la diferencia entre dormir y estar despierto; De una manera más íntima, solo la percepción científico-espiritual es capaz de demostrarle al alma humana la verdadera diferencia entre dormir y estar despierto. En la vida cotidiana creemos que dormimos desde que nos acostamos hasta que nos levantamos, y que estamos despiertos desde que nos levantamos hasta que nos dormimos. Pero esto es sólo una verdad aproximada. En realidad, el límite entre dormir y despertar está incorrectamente trazado. Para el estado de conciencia ensombrecida, que en muchos aspectos es la inconsciencia, a través de la cual pasamos cuando tal estado de sueño se extiende a nuestra vida cotidiana; una parte de nuestro ser también está en ese estado entre despertar y quedarnos dormidos. De ninguna manera estamos despiertos con todo nuestro ser, desde el despertar hasta quedarnos dormidos; solo estamos despiertos con una parte, la otra parte continúa durmiendo aunque nos creamos que estamos despiertos. Somos en cierto sentido, seres humanos siempre dormidos. Así es realmente. Estamos realmente despiertos solo con respecto a nuestra percepción y nuestro pensar. Percibiendo el mundo exterior a través de nuestros sentidos, al escuchar, ver y percibir, ahí en tales circunstancias, estamos completamente despiertos. También estamos despiertos, aunque en menor medida, en el pensar visualizando. Cuando formamos pensamientos, cuando surgen visualizaciones en nosotros, cuando los recuerdos emergen de los mas oscuros recovecos de nuestra vida anímica, estamos despiertos con respecto a los procesos que experimentamos. Estamos despiertos con respecto a los procesos de la percepción y el pensar.
Sin embargo, saben que además de la percepción y el pensar, nuestra vida anímica contiene sentimientos y voluntad. Por lo que respecta al sentir, no estamos despiertos, aunque creamos que lo estamos. El grado, la intensidad de la consciencia que tenemos al sentir es igual al grado e intensidad de la consciencia que tenemos mientras soñamos. Y así como los sueños surgen como imágenes, de los recovecos inconscientes de nuestras almas, de igual manera surgen en nosotros los sentimientos como fuerzas. En el sentir estamos despiertos en el mismo grado que en el sueño; La única diferencia es que llevamos nuestros sueños desde el sueño a la conciencia de vigilia común, recordándolos y así los distinguimos del estado de vigilia, mientras que en el caso de los sentimientos todo esto ocurre simultáneamente. Sentirse a sí mismo es estar soñándose, pero acompañamos nuestros sentimientos con nuestros conceptos. El sentir no está dentro de los conceptos, sino que desde los conceptos miramos a los sentimientos, tal como miramos hacia el sueño que hemos tenido, después de despertarnos. Y dado que hacemos esto, simultáneamente en el caso del sentir, no somos conscientes del hecho de que solo tenemos el concepto del sentir en la conciencia real, mientras que el sentimiento mismo permanece en la región del sueño, como cualquier sueño.
Y respecto a la voluntad, queridos amigos! ¿Qué saben del proceso que se pone en marcha cuando deciden tomar un libro y acto seguido su mano se apodera del libro? ¿Qué saben de lo que ocurre entre su pensamiento consciente: "Quiero apoderarme del libro" y los procesos misteriosos que se desatan en su organismo? Sabemos lo que pensamos sobre la voluntad, pero la voluntad misma sigue siendo desconocida para nosotros en la conciencia ordinaria. Mientras que "estamos soñando" en relación a nuestro sentir, respecto al contenido real y esencial de nuestra voluntad, "estamos durmiendo".
A través de la percepción y el pensar, aprendemos a conocer un mundo a nuestro alrededor que designamos como el mundo físico-sensorial; a través del sentimiento y la voluntad no aprendemos a conocer el mundo en el que existimos como seres humanos con voluntad y sentimiento, con ellos nos movemos constantemente en un mundo suprasensible; Las fuerzas de nuestro sentimiento y nuestra voluntad se originan en este mundo suprasensible, al igual que nuestra percepción y el pensar se originan en el mundo físico. No tenemos órganos corporales físicos para el sentir y la voluntad; En cambio si los tenemos para la percepción y el pensar. Muchos fisiólogos creen que existen órganos para sentir y la voluntad; Esto demuestra que no saben de qué están hablando. Los fisiólogos que realmente piensan no creen esto.
Lo que he descrito anteriormente es el estado ordenado en el que vivimos entre el nacimiento y la muerte, un estado en el que estamos despiertos con respecto a la percepción y el pensamiento, pero dormidos con respecto al sentimiento y la voluntad.
La condición se invierte, en cierto sentido, entre la muerte y un nuevo nacimiento. Entonces si que comenzamos a estar despiertos con respecto a nuestros sentimientos y deseos, mientras que nuestra percepción, y nuestro pensar duermen, aunque allá en el mundo en el que moran nuestras almas después de la muerte, el sueño es un estado diferente. Por lo que acabo de decir, verán que los llamados muertos se diferencian de los llamados vivos en que, en los vivos, su sentir y su pensar duermen fluyendo constantemente a través de su ser; Los muertos mantienen dentro este sentimiento y esta voluntad. No les será difícil comprender que los muertos habitan en el mismo mundo en que vivimos nosotros, los llamados vivos. Estamos separados de los muertos simplemente porque no percibimos el mundo en el que viven y se mueven. Los muertos están siempre a nuestro alrededor; Estamos rodeados también por aquellos que viven sin haber encarnado físicamente. Solo falla nuestra capacidad en percibirlos.
Solo necesitan formarse el concepto de un ser humano durmiendo en una habitación: los objetos están a su alrededor, pero él no los percibe. El hecho de que algo no se perciba no es prueba de que no esté allí. En lo que respecta al mundo de los muertos, estamos exactamente en la misma posición en la que estamos en relación con el mundo de los seres físicos mientras dormimos. Vivimos en el mismo mundo con los muertos y con las jerarquías superiores: están en medio de nosotros, pero estamos separados de ellos simplemente por medio de la naturaleza de nuestra conciencia.
Mis queridos amigos, de esto se deduce que el ser humano percibe y entiende solo una parte de esa realidad dentro de la que realmente está. Si el ser humano captara la realidad completa, su conocimiento sería muy diferente de lo que es hoy. Pues este conocimiento, incluiría no solo las fuerzas que provienen del reino de la naturaleza que conocemos, sino también las fuerzas de los seres espirituales superiores y las fuerzas provenientes del reino de los llamados muertos. Hoy en día estos hechos se consideran extremadamente grotescos para la gran mayoría de la gente. Sin embargo, para círculos cada vez más amplios de la humanidad y especialmente para aquellos que están interesados en la evolución y el progreso de la vida humana, estas ideas deben convertirse en un asunto que debe ser penetrado por el conocimiento. Hasta nuestros días, más o menos, el ser humano era guiado por fuerzas oscuras y desconocidas en relación con todo lo que no puede percibir en su entorno. La guía de estas fuerzas desconocidas y oscuras ha cesado más o menos en nuestra era. (Tendremos que hablar sobre esto en nuestra próxima conferencia). Hoy en día, el ser humano debe entrar en una relación consciente con ciertas fuerzas que llegan a nuestro mundo desde el reino de los llamados muertos. -No será fácil hacer que los seres humanos sean conscientes de estas cosas hasta el grado necesario que pongan lo real, lo verdadero en lugar de la fantástica insuficiencia que impregna nuestra era y que ha provocado catástrofes tan grandes. En relación con esto, me gustaría de hecho, llamar su atención sobre un solo punto:
Entre los muchos estudios llamados "científicos" hay estudios históricos. La historia se enseña y se estudia en las escuelas. Pero ¿Qué es esta historia? Cualquier persona bien informada que esté familiarizada con la literatura de anteriores épocas sabe, que lo que hoy llamamos ciencia de la historia no tiene mucho más de cien años. No quiero extenderme más sobre esto. Las personas consideran y escriben la historia con los mismos pensamientos y conceptos que emplean en la vida ordinaria externa cuando observan la naturaleza. Pero nadie se plantea si es aceptable observar la vida histórica de la misma manera que se observa la naturaleza externa. No lo es, porque la vida histórica de la humanidad se rige por impulsos que no pueden ser captados con los conceptos de nuestra conciencia de vigilia. Cualquiera que sea realmente capaz de observar la historia sabe que en la vida histórica rigen impulsos que, para la conciencia ordinaria, solo son accesibles al estado de sueño. Así como la humanidad sueña con la vida del sentimiento, también lo hace con los impulsos de la historia. Si intentamos observar la vida histórica de la humanidad con los conceptos que son válidos para las ciencias naturales, realmente no podremos comprenderla: la estaremos observando solo superficialmente. ¿Qué es lo que se enseña y estudia como historia en las escuelas? La enseñanza actual no tiene más relación con la historia real, que la descripción de un cadáver tiene con respecto a todo el ser humano. La historia tal como se enseña hoy es el estudio de un cadáver. El estudio de la historia debe experimentar una transformación completa. En el futuro, solo será posible comprender lo que actúa en la historia con conceptos inspirados, con inspiración. Entonces tendremos verdadera historia. Entonces sabremos qué contenidos rigen la humanidad, qué efectos produce en la vida social lo que proviene de la vida histórica.
Mis queridos amigos, lo que estoy diciendo aquí tiene un profundo significado. La gente cree que entiende la vida histórico-social. No la entienden, porque pretenden hacerlo aplicando los conceptos ordinarios de la vida diaria de vigilia. Esto no se evidencia cuando se escribe la historia, ya que parece depender poco de si los hechos son verdaderos o no. Me gustaría darles un ejemplo de esto: aprendemos de los libros de historia que América se descubrió en 1492. En términos generales, esto es correcto; pero a partir de lo que está escrito en los libros de historia, nos formamos el concepto de que antes de 1492, América era completamente desconocida, tanto mas, cuanto mas nos remontemos en la historia. Pero este no es el caso. América era ya conocida sólo unos pocos siglos antes. Aún en los siglos XII y XIII existía un intenso tráfico entre Islandia, Irlanda y América. Las hierbas medicinales y otros bienes eran importados a Europa desde América. Por ciertas razones relacionadas con el karma interno de Europa y el primer papel de Irlanda, Roma hizo todos los esfuerzos posibles para separar a Europa de América para que América fuese olvidada. Este esfuerzo por parte de Roma no fue perjudicial para las condiciones europeas en aquél tiempo; fue bien intencionado.
Solo pretendo mostrar con este ejemplo que un hecho no tiene que ser necesariamente un hecho histórico; que podemos permanecer completamente ignorantes históricamente con respecto a un asunto importante.
Tener conocimiento histórico o ser históricamente un ignorante con respecto a la vida social de la humanidad es, por otro lado, de gran importancia. ¿Con qué frecuencia hoy oímos decir a la gente: debemos pensar de este modo o de este otro porque la historia enseña así? Tomen la literatura moderna, especialmente las revistas y los periódicos de hoy en día, y verán con qué frecuencia se emplea la frase: "La historia nos enseña esto y lo otro". Los acontecimientos históricos en medio de los cuales vive el ser humano, los percibe en parte como adormecido, pero sin embargo, se forma un juicio sobre ellos o se identifica uno en él. La frase "la historia enseña así" se oye con mucha frecuencia, y al comienzo de la guerra, hombres importantes declaran lo que la historia les enseñó sobre la duración de la guerra. Fue la honesta convicción de las llamadas "personas inteligentes" que, de acuerdo con las condiciones sociales y económicas generales de la Tierra, ¡la guerra no podría durar más de cuatro a seis meses! El resultado de esta profecía fue similar al de otra profecía histórica hecha por un espíritu mucho mayor, sin duda, pero que se formó por los conceptos ordinarios de la conciencia cotidiana. Tales conceptos no pueden apoderarse de la historia, porque la historia es soñada, incluso en parte dormida. Solo se puede captar con grandes conceptos. Cuando Friedrich von Schiller se convirtió en profesor de filosofía en la Universidad de Jena, pronunció su discurso inaugural de fama mundial sobre el estudio de la historia. Esto fue poco antes del estallido de la Revolución Francesa. Declaró su convicción derivada de la historia pero conseguida con conceptos ordinarios. No cito literalmente, pero lo que sigue es lo que Schiller, que ciertamente no era una personalidad insignificante, expuso como su convicción: la historia enseña que muchas batallas y guerras ocurridas en la antigüedad, y por lo que sucedió después, podemos esperar en el futuro la falta de armonía entre los pueblos europeos. Sin embargo, se considerarán miembros de una gran familia y ya no se harán pedazos. - Así se expresó, Friedrich von Schiller. Poco después, en 1789, estalló la Revolución Francesa. Todo lo que le ocurrió a la familia de pueblos europeos en el siglo XIX, y lo que está sucediendo ahora, muchos años después, ciertamente ha aniquilado el llamado juicio histórico de Schiller de la manera más completa.
La historia solo nos enseñará algo si podemos escudriñarla con conceptos inspirados. Porque la vida histórica de la humanidad está influenciada no solo por los llamados vivos, sino también por las almas de los muertos, y por los espíritus con los que estos conviven, tal como nosotros vivimos con los seres de los reinos animal, vegetal, y mineral. La humanidad atribuye gran valor a las meras frases. Pero debe desprenderse de este hábito. Y solo puede hacerlo si adquiere conceptos verdaderos, conceptos impregnados de realidad. Un concepto muy importante es el que nos muestra que estamos separados de los llamados muertos solo por nuestra conciencia, que es una conciencia dormida con respecto al mundo del sentir y la voluntad, un mundo desde el que los muertos nos rodean. Es una conciencia dormida similar a la conciencia en la que vivimos entre caer dormidos y despertarnos con respecto a los objetos físicos que nos rodean.
La conciencia clarividente confirma, paso a paso, lo que se ha caracterizado aquí en términos generales.
La cuestión, sin embargo, es: ¿Cómo es que el ser humano no sabe nada acerca del mundo en el que vive, a través del cual va con cada paso de su vida? Bien, mis queridos amigos, la manera en que la conciencia clarividente ofrece una iluminación concreta en el trato con los llamados muertos, es la prueba viviente del hecho de que para la conciencia ordinaria, el mundo en el que viven los muertos debe permanecer desconocido. Solo necesito relatar algunos de los rasgos característicos de este trato con los llamados muertos, que pueden tener lugar con la conciencia clarividente desarrollada, y a partir de ahí verán, por qué no sabemos nada en la vida ordinaria acerca de esta relación con los muertos. Eso es posible, (aunque, en cierto sentido, es un asunto muy delicado). Aun así, es posible que el mundo de los muertos se abra a la conciencia despierta del ser humano, y pueda percibir el mundo de los muertos, para poder entrar en una relación consciente con la individualidad del muerto. El ser humano debe, sin embargo, adquirir una conciencia completamente diferente si desea entrar en una relación real y segura con la persona muerta. Debe adquirir una conciencia que sea completamente diferente a la empleada en el mundo físico. Permítanme describir aquí algunos rasgos característicos.
En el mundo físico tenemos ciertos hábitos en nuestra relación con otro ser humano. Si hablo con alguien aquí en el plano físico, le pregunto algo, le comunico algo, soy consciente del hecho de que el habla procede de mi alma, pasa a través de mis órganos del habla, y va hacia él. Soy consciente del hecho de que hablo. Soy consciente de este hecho también con respecto a la percepción externa. Y si este otro ser humano aquí en el plano físico me responde o me comunica algo, entonces escucho sus palabras, sus palabras me suenan.
Esto no es así en los tratos con los muertos. (En los tratos semiconscientes, el tema es algo diferente, pero aquí estoy hablando de tratos totalmente conscientes). En los tratos totalmente conscientes con los asuntos de los muertos, el modo se invierte. Son bastante diferentes de lo que esperamos. Cuando me enfrento a la persona muerta, él responde en su alma lo que pretendo preguntarle o lo que deseo comunicarle: como sonando en mi. Y lo que pretende decirme me suena en mi propia alma. Tenemos que acostumbrarnos a esto, mis queridos amigos. Debemos acostumbrarnos a escuchar lo que la otra persona dice como sonando a partir del mundo espiritual exterior. Esto es tan diferente de todo lo que estamos acostumbrados a experimentar aquí en el mundo físico, que no se nos ocurre en absoluto tomar ninguna posición con respecto a ello. Consideren sino lo siguiente: En un momento u otro de la vida, algo habla dentro de su alma. Ciertamente lo atribuirán a ustedes mismos. El ser humano es, en ciertos aspectos, egoísta, y si algo surge dentro de su alma, se inclina a atribuirlo a su propia imaginación, a su propio genio. Solo a través de la conciencia clarividente aprendemos a reconocer, que mucho de lo que surge en nuestras almas, son en verdad, comunicaciones de los muertos. El reino de los muertos juega constantemente en nuestra voluntad, en nuestro sentimiento. Algo surge en nosotros que podemos llamar una buena idea: en verdad es una comunicación de los muertos. Estamos tan poco familiarizados con el otro aspecto del asunto que no prestamos atención a lo que pueda aparecer, fuera del entorno espiritual gris, como si esos fueran nuestros propios pensamientos rodeándonos. Si un ser humano puede ser lo suficientemente objetivo con respecto a sus propios pensamientos como para experimentarlos como si estuvieran rondando a su alrededor, entonces los muertos entienden estos pensamientos.
Si bien es cierto que el ser humano, incluso en la conciencia ordinaria, está en relación con los muertos, pero no se da cuenta de ello porque no puede interpretar los hechos que acabo de describir. Porque debemos darnos cuenta de que, además de dormir, despertar y soñar, tenemos otros dos estados de conciencia. Tenemos otros dos estados de conciencia extraordinariamente importantes, pero no les prestamos atención en la vida ordinaria. No les prestamos atención por una determinada razón que apreciarán de inmediato cuando nombre estos dos estados de conciencia: tenemos el estado de dormir y el estado de despertar. Son de corta duración y pasan tan rápido que no prestamos atención a su contenido. Pero las cosas más importantes ocurren en el momento de quedarnos dormidos y en el momento de despertarnos. Si aprendemos a conocer la verdadera naturaleza de estos dos momentos, todos nosotros, en cierto sentido, adquirimos los conceptos correctos sobre la relación del ser humano con el mundo en el que los muertos coexisten con nosotros.
El hombre está en permanente conexión con el mundo de los muertos, y esta conexión es especialmente vívida en el momento de quedarse dormido y en el momento del despertar. La conciencia clarividente muestra que en el momento de quedarse dormido, el ser humano está especialmente capacitado para hacer preguntas a los muertos, dar información a los muertos; En general, para envolverse entre los muertos. En el momento de despertar el ser humano está especialmente preparado para recibir comunicaciones, mensajes de los muertos. Los recibe rápidamente y como inmediatamente después se despierta, pasan con tanta rapidez que el tumulto de la vida al despertar los ahoga. No hace mucho tiempo atrás, los pueblos más primitivos en su estado atávico conocían estos hechos y los insinuaban; pero bajo la influencia de nuestra cultura materialista, tales cosas van pereciendo incluso en las regiones mas remotas. Cualquiera que haya crecido entre los viejos campesinos de las zonas rurales sabe, que una de sus reglas fundamentales era que al despertar por la mañana uno debería permanecer en silencio por un momento y abstenerse de mirar por la ventana hacia la luz. Estas personas trataban de proteger lo que actuaba en el alma en el momento de despertarse, protegiéndolo de la prisa y la agitación de la vida de vigilia; intentaban permanecer en silencio por un momento en su habitación oscura y no mirar por la ventana inmediatamente después de despertarse.
No es demasiado difícil observar que los momentos de despertarse y de quedarse dormidos son de un carácter muy especial. Pero para tomar conciencia de tales cosas necesitamos un cierto pensar despejado. La atención en el pensar es una facultad que nunca ha faltado en el grado que falta hoy. Podría darles ejemplos grotescos de ello. Permítanme citar uno de los ejemplos banales que impregnan la vida cotidiana y que pueden cumplirse en todo momento, por así decirlo.
Hace unos días leí un anuncio en un periódico que llenaba aproximadamente una octava parte de la página. Anunciaba Curso de ampliación de la Memoria de un hombre llamado Poehlmann. Afirmaba que solo empleando el método de Herr Poehlmann era posible poder influenciar sobre otras personas. Ningún otro método lo haría. No estoy hablando ahora sobre si es permisible o no, si es correcto o incorrecto tratar de “ejercer influencia” sobre otras personas; Esto no nos importa en este momento. Estoy llamando su atención sobre la forma del anuncio. Afirmaba: ciertas personas pretenden poder ejercer influencia sobre otros mediante el magnetismo personal o fortaleciendo esta o aquella fuerza en la naturaleza humana. Se puede demostrar fácilmente que estas personas mienten, ya que nadie podrá decir que haya tenido éxito gracias a su influencia personal haciendo que el Sr. Rothschild, o cualquier otro hombre rico, le diera un millón de dólares. Dado que es un hecho comprobado que esto no ocurrió, y que ciertamente se habría probado si hubiera habido una oportunidad de éxito, también es un hecho comprobado de que no se puede ejercer influencia sobre las personas con este método. La influencia solo puede obtenerse por la vía de la ciencia y la educación. - Y luego se describe el método de Poehlmann.
Ahora sabemos que un gran número de personas se convencerán a través de este anuncio de que todos los demás métodos para tratar de influir en las personas son inútiles, ya que, ¿No se ha demostrado que no pudieron influir en el Sr. Rothschild para que les dejara sus millones? Pero se preguntarán ustedes, ¿Cuántas personas hay allí?, quiénes lean este anuncio, de inmediato van a plantear la objeción: ¿Poehlmann tiene estudiantes que lograron ganarle millones a Rothschild? ¡Solo tienen ustedes que preguntarse a cuántas personas se le ocurrirá un pensamiento tan obvio!
Este es un ejemplo trivial, pero un ejemplo que les muestra cómo el pensar no se despierta en relación con lo que leemos. He elegido este ejemplo, primero, debido a su carácter cotidiano, y segundo, porque no hace falta decir que entre los presentes no hay nadie que no observe que incluso este Poehlmann tampoco logró obtener los millones. Es una conclusión inevitable que ninguno de los aquí presentes, se dejarían llevar por un anuncio de este tipo y, por educación, no voy a poner un ejemplo que pudiera incomodar a cualquiera de mis oyentes actuales. Sino que lo que quiero decir es que de la mañana a la noche, la gente lee estas cosas. Ocurre en innumerables casos. Dicen: No les prestamos atención. ¿Es así realmente? El otro día leí un discurso en el que se hacía la siguiente afirmación: "Nuestra relación con un determinado país es el núcleo que debe orientar nuestra política en el futuro". Imagínense tan solo la elaboración de este pensamiento: una "relación" es un "núcleo" que se convierte en una "dirección"! ¡Las personas que piensan así están en condiciones de hacer todo tipo de cosas en la vida! Pero no notamos las conexiones que existen entre ese pensamiento paralizado y la vida pública.
Hoy es necesario prestar atención a esta falta de vigilancia en el pensar, que es una marca de nuestra cultura. Tener pensamientos que se pueden llevar a cabo: esta es la primera exigencia si deseamos tomar conciencia de las revelaciones de los momentos de dormir y de despertar.
Una vez escuché un discurso de un muy famoso profesor de literatura e historia; Fue su discurso inaugural y él hizo todo lo posible. Formuló todo tipo de cuestiones literarias e históricas y, al final, dijo: Verán, señores, les he metido en un bosque de interrogantes. - Me puse a imaginarlo: ¿Un bosque de signos de interrogación? Piénsenlo: un bosque de interrogantes!
Solo el que está acostumbrado a manejarse entre los conceptos que surgen en él, es decir, quien desarrolla la vigilancia en su pensar, está preparado para prestar atención a cosas tales como los momentos de despertarse y quedarse dormido. Sin embargo, aunque algo no sea percibido, a pesar de todo existe. Y la relación entre el ser humano y el muerto existe y es especialmente fuerte en el momento de quedarse dormido y en el momento de despertarse. En realidad, cada ser humano plantea innumerables preguntas y da información a sus seres queridos muertos en el momento de quedarse dormido y recibe mensajes y respuestas de ellos en el momento de despertarse. Esta relación con los muertos, sin embargo, puede ser cultivada de cierta manera. Anteriormente hemos descrito varias formas de cultivarlo; Hoy añadiremos lo siguiente:
Hay una cierta diferencia con respecto a los pensamientos que nos conducirán a una relación con una persona muerta en el momento de dormirnos; No todos los pensamientos son igualmente adecuados. Quienquiera que no se limite a llevar una vida sensual y egoísta, desprovista de un sentir saludable, tendrá el deseo de no interrumpir la relación que el karma le ha brindado a ciertas personalidades que ahora han pasado por el portal de la muerte. Con frecuencia conectará sus pensamientos, seguramente con estas personalidades. Y los pensamientos que conectamos con nuestra concepción de las personalidades difuntas pueden producir una relación real con los muertos; aunque no podamos prestar atención a lo que sucede en el momento de quedarnos dormidos. Ciertos pensamientos, sin embargo, son más favorables que otros para tal interrelación. Los pensamientos abstractos, esos que formamos con cierta indiferencia, incluso quizás solo por un sentido del deber, son poco adecuados para transmitirlos a los muertos en el momento de quedarse dormidos. Pero los pensamientos o los conceptos que surgen de la experiencia, de un interés especial que nos unió en la vida, son adecuados para transmitírselos. Si recordamos a la persona muerta de tal manera que no solo pensemos en él con pensamientos abstractos y conceptos fríos, sino que recordemos un momento en que nos sentimos cálidos a su lado, cuando nos dijo algo muy querido en nuestro corazón; si recordamos los momentos que hemos vivido con él en una comunión de sentimientos y en una comunión de anhelos; si recordamos los momentos en que emprendimos y decidimos algo juntos que ambos valoramos y que nos llevó a una acción común, en resumen, algo que hiciese que nuestros corazones latieran como uno solo; si recordamos vívidamente este latido mutuo de nuestros corazones: entonces todo esto colorea nuestro pensamiento del difunto, de modo que sea capaz de transmitírselo a él, al instante siguiente de quedarnos dormidos. No importa si tenemos este pensamiento a las nueve de la mañana, al mediodía o a las dos de la tarde. Podemos tenerlo en cualquier momento durante el día: permanecerá y se transmitirá a la persona muerta en el momento en que nos quedemos dormidos.
En el momento de despertarnos podemos, a su vez, recibir respuestas, mensajes del difunto. Esto no surge necesariamente en nuestra alma en el momento del despertar, ya que tal vez no podamos prestarle atención; pero en el transcurso del día, puede surgir algo en nuestra alma en forma de una buena idea, una inspiración, podríamos decir, si creemos en tales cosas. Pero relacionado con esto, también hay ciertas condiciones que son más favorables y otras menos. Bajo ciertas condiciones, es más fácil para los muertos acceder a nuestra alma. Las condiciones son favorables si nos hemos formado un concepto claro del ser del difunto, si estuviéramos tan interesados en su ser que realmente estuviera ante nuestro ojo espiritual. Quizás se preguntarán por qué digo eso. ¡Si es alguien que haya estado cerca de nosotros ciertamente tenemos un concepto de su ser! - No me lo creo, mis queridos amigos. Las personas se cruzan unas con otras en nuestro tiempo y se conocen muy poco. Esto no nos puede alejar del otro ser aquí en el mundo físico; pero nos aleja del ser que mora en el mundo de los muertos. Aquí en el mundo físico hay numerosas fuerzas e impulsos inconscientes y subconscientes que acercan a las personas, aunque no quieran aprender a conocerse. En la vida puede que suceda, como algunos de ustedes probablemente han leído, que algunas personas lleven varias décadas casadas y, sin embargo, tienen muy poco conocimiento una de la otra. En tales casos, los impulsos que unen a estas personas no se basan en el conocimiento mutuo. La vida está permeada en todas partes por impulsos inconscientes o inconscientes. Estos impulsos subconscientes nos unen aquí en la tierra, pero no nos unen al ser que ha pasado por la muerte antes que nosotros. Para efectuar tal conexión es necesario que hayamos recibido en nuestra alma algo a través de lo cual el ser del difunto vive vívidamente en nosotros. Y mientras más vívidamente viva en nosotros, más fácil será para ese ser tener acceso a nuestra alma; más fácil es para él comunicarse con nosotros.
Esto es lo que quería decirles sobre la relación permanente, que se produce entre los llamados vivos y los llamados muertos. Cada uno de nosotros está en constante intercambio con ellos, pero la razón por la que no lo sabemos es que somos incapaces de observar lo suficiente en el momento de dormirnos y el momento de despertarnos. Les he dicho todo esto para darle una forma más concreta a su conexión con el mundo suprasensible en el que moran los muertos. Esta conexión tendrá una forma aún más definida si consideramos las siguientes relaciones:
Los jóvenes mueren y los viejos mueren. La muerte de las personas más jóvenes es diferente de la muerte de las personas mayores en su relación con los seres humanos vivos que dejan atrás. Tales cosas solo pueden discutirse si es posible centrar nuestra atención sobre condiciones individuales definidas en este campo. Describo esto no a partir de un conocimiento general, sino como un resumen de lo que realmente ha ocurrido en casos individuales definidos. Si la conciencia clarividente observa lo que sucede cuando los niños mueren, cuando los jóvenes dejan a sus padres y familiares y pasan por el portal de la muerte, y si uno aprende a saber cómo viven estas almas, el conocimiento que así se presenta puede resumirse en las siguientes palabras :
La conciencia de estos jóvenes que han pasado por la puerta de la muerte puede caracterizarse diciendo que no están perdidos para los vivos; se quedan aquí, se quedan en la cercanía, en el ser de los que han dejado atrás. Durante mucho tiempo estos jóvenes no se separan de los que han dejado atrás; permanecen dentro de su esfera: el asunto es diferente en el caso de las personas mayores que han muerto. Es más fácil expresar estas cosas epigramáticamente. Las almas de estos seres humanos que han muerto en los últimos años de sus vidas no quedan privados, por su parte, de las almas de quienes se han quedado atrás. Así, mientras los que se quedan atrás no se ven privados de las almas más jóvenes, las personas mayores, después de haber pasado por la puerta de la muerte, tampoco se ven privados de las almas de los vivos a pesar de que estas últimas están aquí en la tierra. Se llevan con ellos, por así decirlo, lo que desean tener de nosotros. Es fácil para ellos hacerlo; mientras que las almas de los jóvenes pueden tener lo que necesitan de nosotros solo si permanecen más o menos dentro de la esfera de los sobrevivientes. Y esto es justo lo que hacen.
Es posible estudiar estas relaciones de una manera que cercioren los hechos que acabo de describir. El estudio, por supuesto, deberá llevarse a cabo con conciencia clarividente. Si la conciencia clarividente estudia la pena y el dolor de la separación, encontrará que estos son dos estados completamente diferentes. Los seres humanos no lo saben, pero si uno observa el dolor, el dolor en el alma de una persona por el fallecimiento de un niño, encontrará que es algo muy diferente del dolor y la pena que puede observarse por el fallecimiento de una persona mayor. Aunque los seres humanos no lo saben, estos estados internos del alma son fundamentalmente diferentes.
Es un hecho extraño: cuando los padres lloran a un niño que ha muerto a una edad temprana, este dolor, cuyo contenido real y su impulso más profundo, es solo un reflejo de lo que experimenta el niño, que es sentido en el alma de los padres. El niño ha permanecido aquí y lo que siente penetra en las almas de quienes lo lloran, provocando un impulso. Es un dolor de compasión; es en realidad el dolor o la tristeza del propio niño lo que los padres experimentan; por supuesto, se lo atribuyen a sí mismos, pero es un dolor compasivo. No me malinterpreten, mis queridos amigos; debemos tomar la expresión que voy a utilizar en un sentido razonable, sin atribuirle ningún significado secundario. Podríamos decir: que cuando una persona joven muere, nos vemos poseídos por el dolor de la vida del alma del difunto ("estamos" poseídos "de una manera normal que no es perjudicial), que sigue viviendo en nosotros y que se expresa como dolor en su vida en nosotros.
Es diferente cuando lloramos a una persona mayor que nos ha dejado. Allí aparece un dolor que no es el reflejo de lo que vive en el difunto, porque él realmente puede recibir lo que vive en nuestra alma; Él mismo no nos pierde. Es imposible para nosotros vernos poseídos por su dolor, por sus sentimientos, porque no tiene deseos de penetrarnos con sus sentimientos, porque nos lleva consigo. Él no nos pierde. Por lo tanto, este dolor, este luto es una manifestación de egoísmo, un luto egoísta. Esto no pretende ser un reproche, porque tal dolor y luto están justificados; Pero es necesario diferenciar entre los dos tipos de duelo.
Después de haber hablado pues, acerca del luto a nuestros difuntos y de la forma en que continuamos viviendo con ellos, pasemos ahora a considerar a los difuntos. Puesto que la relación con una persona que ha muerto en la juventud es tan diferente de la relación con una persona que haya partido más tarde en la vida, comprenderán fácilmente que debe haber una diferencia en la forma de conmemorarla. Con respecto a un niño, elegiremos el ritual correcto, la conmemoración correcta, lo tendremos en nuestra memoria de manera correcta, si tenemos en cuenta que el niño sigue permaneciendo entre nosotros, que vive con nosotros y que quiere familiarizarse con lo que le hubiéramos podido impartir, si hubiera vivido. La experiencia muestra que los niños después de su muerte anhelan encontrar en la conmemoración que les ofrecemos , las relaciones humanas generales; Anhelan encontrar en el servicio funerario lo que es de interés general y tiene poco que ver con intereses particulares. Por lo tanto, el servicio funerario romano-católico es el más adecuado para los niños; Es un ritual general, válido para todos de igual manera. Un niño que ha muerto quisiera tener un servicio funerario de carácter humano general, válido para todos, y no solo para él.
El servicio funerario protestante durante el cual se pronuncia un discurso, entrando en las relaciones de vida especiales e individuales del difunto, es el más adecuado para la conmemoración de una persona mayor que ha fallecido. Y si deseamos fomentar la memoria de una persona fallecida, es mejor aferrarse a los detalles de su vida que le caracterizan y buscar en su vida especial e individual el pensamiento con el que celebramos su memoria.
Partiendo de esto, mis queridos amigos, podemos ver que la ciencia espiritual, debidamente considerada, no puede quedarse en simples teorías. Nos muestra algo de las relaciones que mantenemos en el mundo con quienes estamos separados, simplemente, por el hecho de que soñamos nuestros sentimientos y dormimos nuestros impulsos de voluntad. Nos habla de los mundos en los que existimos con sentimiento y voluntad. Si tomamos los pensamientos científico-espirituales con suficiente intensidad, con la energía adecuada, no seguirán siendo pensamientos, sino que actuarán sobre el sentimiento y la voluntad. - ¡Imagínense el efecto fructífero de estas ideas sobre la vida! Los clérigos que no se adhieran a la mera teología abstracta recibirán ayuda de estas ideas para llevar a cabo los servicios funerarios de la manera adecuada y con el tacto adecuado.
Esto no debe sorprendernos; Porque el mundo del que habla la ciencia espiritual es el mundo real en el que viven nuestros sentimientos y nuestros impulsos de voluntad. Así pues, lo que la ciencia espiritual es capaz de ofrecer, actúa a su vez, sobre el sentimiento y la voluntad. Actúa sobre el sentimiento si desarrollamos nuestros sentimientos con respecto a los muertos. Pero también debe actuar sobre los impulsos de la voluntad. Debemos prestar especial atención a esto en nuestros días. Porque, mis queridos amigos, si tuviéramos que rastrear los impulsos de voluntad de los seres humanos de hoy en día, no llegaríamos a regiones muy profundas del alma humana. Hoy es imperativo que los hombres busquen impulsos espirituales para su vida externa. Como ya he dicho, la gente todavía rechaza esto. Pero tendrán que aprenderlo; para esta época se convertirá en la gran tarea para la generación que debe vivir a través de ellos, la gran tarea en un grado mucho mayor de lo que ha sido hasta ahora.
Vincularemos nuestra próxima conferencia a los conceptos que les he ofrecido hoy, que estaban relacionados con el elemento personal individual, y luego hablaremos sobre las condiciones de nuestra era actual desde un punto de vista verdaderamente científico-espiritual.


traducido por julio Luelmo febrero 2018
El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919