GA117 Stuttgart, 13 de noviembre de 1909 -Sobre la correcta relación con la antroposofía

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Conferencia a cargo de Rudolf Steiner
impartida en Stuttgart, 13 de noviembre de 1909


Permítanme en esta ocasión, llamar su atención una vez más sobre el hecho de que, como Sección Alemana de la Sociedad Teosófica 1, nos encontramos en una época de importancia. Lo que se ha dicho en diferentes conferencias con respecto a los ciclos que se ejecutan en septenios no es una mera figura retórica, sino que está en armonía con las leyes de la existencia. Y ahora que hemos completado un ciclo de 7 años en la vida de la Sección Alemana, podemos hacer una pausa y analizar todo nuestro trabajo y esfuerzo. Este trabajo solo es posible si el Movimiento espiritual, en su desarrollo, contiene en su ordenamiento interno algo de las leyes del gran sistema cósmico. El sistema cósmico sigue su curso en ciclos que se pueden calcular según el número 7; porque calculamos 7 condiciones planetarias, etc.
En un Movimiento como el nuestro, el número 7 también tiene un cierto papel que desempeñar, y después de 7 años, nuestro esfuerzo, en cierto sentido, vuelve al comienzo, porque mientras tanto ha ido incorporando aquello que ha ido logrando; nuestro esfuerzo vuelve nuevamente a su comienzo, pero en una etapa superior. Únicamente es posible llegar a esto bajo la consideración de que todo se basa sobre una ley interna.
Si repasan ustedes un poco el trabajo que hemos realizado en estos 7 años, podrán notar una cosa: ciertamente ha habido un cierto orden y regularidad en este trabajo. Por supuesto, no hay que tomar lo que se haya podido decir un día como correcto siempre, pero si lo toman en su aspecto esencial, verán que es cierto.
En aquellos primeros años de nuestro trabajo en la Sección alemana, se sentaron las bases, por así decirlo. En los primeros cuatro años lo que hicimos fue, adquirir algún conocimiento de los caminos que guían hacia los mundos superiores, a las grandes conexiones cósmicas, y a examinar y verificar los hallazgos en el Registro Akáshico con respecto a los secretos del cosmos. Aquellos miembros que se unieron más tarde siempre han tenido, y tendrán que tener esta base de nuestro trabajo, para después adquirir conocimiento. Esto es indispensable para todos; porque no es suficiente con solo asimilar lo que ha sucedido en los últimos tres años y que ha permitido que el Movimiento progrese de manera correcta. Si miran hacia atrás, verán que los últimos tres años han producido el desarrollo de aquellas verdades y hechos que se les han presentado últimamente, tal vez de una forma algo sorprendente. Si intentan establecer la conexión con lo que se hizo en aquellos primeros cuatro años de nuestro trabajo basando el conjunto en una estructura cuádruple, por así decirlo, verán que incluso esas grandes y abarcantes verdades que les han impresionado tan profundamente, tiene una conexión muy cercana con lo que sucedió en los primeros cuatro años. Podrán convencerse de esto si lo reflexionan bien. Los miembros más jóvenes deben grabar en sus corazones la absoluta necesidad de adquirir por sí mismos una base firme y segura. Dondequiera que sea llevado a cabo el trabajo, estamos posibilitando que aquellos que se unen más tarde puedan recoger por sí mismos lo que se ha logrado aquí en los primeros días. Es realmente imposible para ellos cooperar sin esta recapitulación; y el Movimiento científico-espiritual debe ser tomado en serio en el sentido más profundo. A este respecto, quizás podamos hablar hoy sobre un tema que concierne a la actitud teosófica de la mente y a toda la manera del pensamiento teosófico; y lo relacionaremos con el tiempo significativo a través del cual estamos pasando. Me refiero a la pregunta: "¿Cuál es la actitud correcta que debe tomar el antropósofo con respecto a la Ciencia espiritual?"
Lo que se quiere decir con esto, resultará mucho más claro si planteo la pregunta de otra manera: “¿Por qué se enseña hoy la antroposofía tal como se enseña? ¿Por qué se da información sobre los mundos superiores, información que es el resultado de la investigación espiritual y de la conciencia clarividente? ¿No se podría proceder de una manera muy diferente? como, por ejemplo, que se comenzara instruyendo a cada persona sobre cómo poder desarrollar esas facultades internas que actualmente están latentes dentro de su alma, para que a través de esas instrucciones, les fuera posible penetrar gradualmente en los mundos espirituales, sin tener que recibir previamente ninguno de los hechos de los mundos superiores, como se hace hoy.
De hecho, hasta cierto punto, esa era la costumbre anteriormente: así era antes de que surgiera el Movimiento Teosófico en el sentido moderno. Durante mucho tiempo se había dicho: realmente no es de mucha utilidad que nadie se plante ante el mundo para comunicarle los resultados de la investigación espiritual. Tales comunicaciones eran retenidas en la medida de lo posible, y a la gente solo se le daban ciertas directrices sobre cómo deberían desarrollar las facultades latentes dentro de sus propias almas; por regla general, a la gente no se les decía más de lo que gradualmente ya habían llegado a ver por sí mismas en los mundos superiores. Ahora podría surgir la pregunta: ¿por qué no se toma hoy ese camino? ¿Por qué se comunica a los hombres los resultados de la investigación espiritual?
La eliminación de este paso no se ha debido a ninguna preferencia o decisión personal: hay buenas razones para ello. Lo entenderemos mejor si constantemente recordamos qué es lo que realmente nos dice la Ciencia Espiritual. Nos habla de hechos y verdades del reino de los mundos supra-sensibles más elevados; nos habla de lo que la conciencia clarividente puede descubrir en estos mundos superiores.
Si bien es cierto, por supuesto, que quien oye tales cosas sin ser clarividente, no puede a través de su propia visión inmediata, auto convencerse de tales hechos; sino que mas bien los recibe sin poderlos probar por medio de la evidencia clarividente. Eso es verdad; pero sería un error pensar que el hombre que no es clarividente, no ha de poder probar de ninguna manera o hacerse tan siquiera una idea de los hechos que ahora se presentan. Y sería un error afirmar que simplemente se ha de aceptar lo que proviene de la conciencia clarividente basándose en la fe y la autoridad. Estas comunicaciones serían imperfectas en el más alto grado, carecerían de algo esencial si apelaran solo a la autoridad y la fe. Las comunicaciones que correctamente se están dando, (hay que insistir en ello)o, solo pueden descubrirse por una conciencia clarividente, pero una vez que se han descubierto, (aunque sea por una única persona), cuando se ha visto y comunicado una vez, todos pueden entenderlo, por medio de un razonamiento exento de prejuicios, es decir por aquellas facultades que están a su alcance en el plano físico. Y bien podría decirse: que aunque ninguno de los aquí presentes tenga alguna vez la oportunidad de probar todo de inmediato, en el más amplio sentido, todos podrían hacer esto posible si tuvieran el tiempo y las facultades mentales necesarias (quiero decir, facultades del plano físico). Consideremos incluso asuntos tan difíciles como los tratados aquí en conferencias recientes, relativos a las encarnaciones de Zarathustra, dificultades tales como por ejemplo que el cuerpo astral de Zarathustra, le fue traspasado a Hermes y que el cuerpo etérico de Zarathustra pasó a Moisés. 2 —imaginémonos incluso, que se están tratando temas difíciles, significativos y tan de largo alcance, aún así, que nadie afirme que quienes conocen tales cosas como resultado de la investigación espiritual, apelen a la credulidad ciega! Ese no es el caso. Pero supongamos que alguien viniera y dijera: “Yo por mi parte, no soy clarividente. Pero hay alguien que afirma estas cosas sobre Zarathustra y sus encarnaciones. Ahora voy a echar mano de todo lo que esté a mi disposición en el plano físico, de todo lo que la historia nos ha transmitido, todo lo que esté contenido en los monumentos de piedra o en los antiguos documentos religiosos, y verificaré todo esto cuidadosamente ". Y supongamos que tuviera que añadir: "Asumiendo que lo que se dice es correcto, ¿Coincide con hechos que puedan corroborarse externamente?"- Una persona así investigaría a fondo lo que puede confirmarse por medios externos, y vería que cuanto más investigara, más corroboraría lo que el clarividente ha afirmado. Si la palabra "miedo" tuviera algún significado en este sentido, entonces se podría decir que la investigación de la Ciencia Espiritual tal vez realmente sienta temor de un examen inexacto; pero nunca podría temer a aquellos que están listos para seguir de manera completa y precisa los caminos de la investigación material. Porque esas personas verán que cuanto más de cerca persigan sus investigaciones, más corroborarán los hechos que el clarividente comunica. Pero para las cosas que no son tan remotas o difíciles, cosas que están conectadas con el karma y la reencarnación, y la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, para estas solo hay que observar, de una manera abierta, lo que la vida ordinaria tiene que ofrecer. Y cuanto más se haga, más confirmados quedarán los hechos comunicados por el clarividente; es decir, hay suficientes posibilidades de auto convencerse de que lo que se adquiere de los mundos súpra-sensibles puede confirmarse por el mundo físico externo. Esto es algo que no debe tomarse a la ligera, sino que debemos considerarlo algo esencial. En nuestras propias vidas debemos poner a prueba, hechos que solo unos pocos realmente pueden investigar, deberíamos dejar de repetir la frase: ¡Eso debe ser tomado en confianza! Acepten lo menos posible en confianza; ¡Examinen, comprueben y verifiquen todo el tiempo! Únicamente asegúrense de hacerlo de una manera abierta y sin prejuicios. Eso pues, es lo primero sobre lo que se debe poner el énfasis.
Pero ahora descubrirán que una prueba de este tipo requiere un gran esfuerzo, exige reflexión y trabajo. Significa realmente, que para toda declaración que la investigación clarividente establezca, hay que buscar que sea corroborada en el mundo físico. Y aquí llegamos a un asunto del que haremos bien en hablar, un asunto que está estrechamente relacionado con nuestra pregunta principal. ¿No es acaso necesario e incluso bueno para el hombre de hoy, que además de que se esfuerce (cosa que ciertamente debería hacer) en penetrar en el mundo espiritual, también se ocupase al mismo tiempo de cultivar energicamente los medios ordinarios de conocimiento y de pensamiento? En otras palabras: ¿Acaso no hace bien el antropósofo que para superar la indolencia que ciertamente predomina en el mundo de hoy en día, y desarrollar su mundo de pensamiento con toda seriedad, eche mano de los recursos mediante los cuales el hombre pueda ser comprendido aunque solo sea en el plano físico, y los utilice para su uso? ¿No es acaso correcto que aprenda mucho y, especialmente, que aprenda cómo pensar?
En realidad, es bastante difícil explicar con claridad y precisión lo que significa esto para la conciencia de hoy. Sucedió una vez que alguien que quería progresar en el conocimiento teosófico y al mismo tiempo aprender el método de pensar las ideas con mayor exactitud, vino y me pidió que le recomendara qué leer. Le recomendé que estudiara la Ética de Spinoza, para que pudiera formular en líneas generales los pensamientos que se le estaban dando. No muchas semanas después me escribió que no comprendía por qué debería estudiar este libro; era bastante voluminoso y todo el objeto consistía simplemente en probar la existencia de Dios, de lo que nunca había dudado; ¡por lo tanto no veía la necesidad de enhebrar largas series de pensamientos para probar la existencia de Dios!
Este es un ejemplo de esa indolencia con la que los hombres se acercan hoy a la Ciencia Espiritual. Enseguida se dan por satisfechos cuando adquieren una creencia cualquiera, y se esfuerzan por esquivar el problema de desarrollarla por si mismos, poco a poco, en conceptos que, sin duda, son difíciles de adquirir. Sino que para esas personas, el único resultado posible es la fe ciega, mientras que si realmente educan su pensar, y no pretenden simplemente por mera curiosidad, desarrollar esos poderes que conducen a una etapa elemental de clarividencia, descubrirán que deja de ser fe ciega. Por supuesto, no digo que esto no pueda correr en paralelo, pero necesitamos entrenar al mismo tiempo los poderes físicos del pensamiento, aquellas facultades de conocimiento que se nos han dado aquí en el plano físico; estas también deben ser entrenadas, aunque resulte incómodo, para poder estar en condiciones de formar ideas claramente definidas y conceptos claramente definidos de lo que se nos comunica desde los mundos superiores. Es muy fácil imaginar que es mejor tener clarividencia por pequeño que sea el grado, que no tener que comprender racionalmente muchos de los hechos de los mundos superiores. Se podría decir fácilmente: “Realmente no sé por qué soy miembro de esta Sociedad; siempre nos dicen cosas sobre los mundos superiores; todo eso es bastante agradable, pero preferiría poder vislumbrarlos por mi mismo mediante una visión clarividente ”. -Conozco a un teósofo muy erudito que tenía un anhelo intenso por ir más allá del mero aprendizaje de la visión directa, y expresaba este anhelo de la siguiente manera: "Si tan solo pudiera por una sola vez, poder ver incluso la punta de la cola de uno de esos ¡seres elementales! ”Tal comentario es bastante comprensible. Este teósofo en particular nunca habría estado dispuesto a renunciar a cambio, a su conocimiento de las verdades teosóficas; pero bien podría haber alguien dispuesto a hacerlo, si tan solo pudiera obtener un pequeño grado de visión clarividente. Tal sentimiento, sin embargo, sería incorrecto desde todos los puntos de vista. Porque debemos considerar la época en que vivimos. En toda la evolución humana, esta es la época en la que debe desarrollarse el pensamiento consciente, al igual que en el período de la antigua india se desarrolló un tipo de conciencia bastante diferente, una conciencia que era la reminiscencia de una clarividencia apagada y sombría. Los poderes de la actualidad se han ido desarrollando gradualmente desde entonces. En esta época, únicamente somos nosotros quienes, junto con el desarrollo del Alma consciente, hemos traído el pensar humano a la esfera de la evolución terrenal. Por esa razón, la Teosofía debe ahora, en este tiempo, ser sacada del mundo súpra-sensible y hacer un llamamiento al pensar racional de los hombres.
Necesitamos distinguir claramente entre dos condiciones. En un primer caso: un hombre puede no ser un gran pensador, su pensar puede ser bastante primitivo y, sin embargo, al mismo tiempo puede estar relativamente avanzado en lo que respecta a la visión en el plano astral, e incluso, hasta cierto punto, en el plano devacánico; él puede estar bastante avanzado a este respecto y ser capaz de ver mucho. O, tal vez, sea posible otro caso: el de un hombre que a pesar de saber mucho sobre las verdades teosóficas aún no puede ver nada por sí mismo, puede que no esté en disposición, como decíamos, de ver incluso "la punta de la cola "de un ser elemental! Esto también es bastante posible. Ahora preguntémonos: ¿Cuál es realmente la conexión interna entre estas diferentes facultades del alma humana?
Aquí hay que poner énfasis en que tener algo y no saberlo, es diferente de tener algo pero siendo consciente de que se tiene. Es extraordinariamente importante comprender esto. Lo entenderán correctamente si se formula la frase de manera algo diferente. Todos ustedes alguna vez, en tiempos primitivos, fueron clarividentes, y también hubo un tiempo en que la humanidad podía mirar retrospectivamente al pasado muy, muy lejano. Y ahora pueden ustedes preguntar: ¿Pero cómo es que no recordamos nuestras encarnaciones anteriores, habiendo sido alguna vez capaces de mirar retrospectivamente el pasado a través de los siglos? O tal vez se pregunten: si ahora nos volvemos clarividentes, ¿Eso nos ayudará en la próxima encarnación a mirar retrospectivamente el pasado?
Eso debería constituir la prueba de que el hecho de tener esa capacidad, no les ha servido en absoluto, por ejemplo, para recordar ahora que podían mirar hacia atrás a sus encarnaciones anteriores. Ustedes ya poseyeron esa clarividencia una vez. Pero entonces ¿Cómo es, que la mayoría de la gente, hoy en día, no recuerdan sus encarnaciones anteriores? Esta pregunta es de la mayor importancia. La gente no recuerda sus encarnaciones anteriores, aunque en épocas anteriores hayan sido, en mayor o menor grado clarividentes, porque en aquellos tiempos no habían desarrollado las facultades que son las específicas del yo, del ego. Porque en un sentido general, el desarrollo de las facultades clarividentes no es lo esencial, sino que se esté adiestrado para lo que debe ser visto.
Déjenme aclararles esto mediante una comparación. Imaginen que cuando se despertasen esta mañana, no recordasen ustedes nada de sus experiencias del día anterior. -Ahora bien, si a pesar de haber tenido en otros tiempos, capacidades clarividentes, no prestaron atención al desarrollo de las facultades del ego, es decir, la facultad de pensar, la capacidad de discernimiento, que son las facultades especiales del ego humano sobre esta tierra, entonces el ego no estaba presente activamente en las encarnaciones anteriores, ¡la yoidad no estaba allí! Por consiguiente, ¿Qué ha de haber para que la gente pueda recordar? Para poder recordar, tenía que haber estado presente un yo en la encarnación precedente. ¡Ese es el punto! De modo que hoy únicamente aquellas personas que en sus encarnaciones anteriores hayan trabajado a través del pensamiento, la lógica, el discernimiento, son quienes pueden recordar esas encarnaciones. Así pues, por más avanzado en clarividencia que esté un hombre, si en sus encarnaciones anteriores no ha desarrollado las facultades de discernimiento, y del pensar lógico, no puede recordar una encarnación anterior. Porque en aquél tiempo no habían colocado la señal, por así decirlo, hacia donde su recuerdo debía dirigirse. Vean pues que cuando se comprende la Ciencia Espiritual, no puede uno ir lo suficientemente rápido simplemente para adquirir esas facultades de pensamiento genuino.
Quizás Ahora digan: Pero si me vuelvo clarividente, es porque ya habré dominado la facultad del pensar lógico. ¡Eso no es así! ¿Por qué los dioses han permitido, después de todo, que los seres humanos existan? Fue para que se pudieran desarrollar aquellas facultades que de otro modo no podrían haberse desarrollado en absoluto si no existiesen los seres humanos. El poder de pensar, de imaginar algo en pensamientos en los que existe la cualidad del discernimiento: esta facultad solo puede desarrollarse en nuestra tierra; antes no existía, solo ha podido surgir gracias al hecho de que existen seres humanos. Tomemos la siguiente comparación. Supongamos que tienen un grano de trigo, digamos. Por mucho tiempo que se queden mirandolo, no crecerá trigo. Deben ponerlo en el suelo y dejar que crezca, deben dejar que las fuerzas de crecimiento trabajen sobre él. Lo que los Seres divino-espirituales tenían antes de la formación del hombre puede compararse con el grano de trigo. Si este "grano de trigo" iba a cobrar vida en forma de pensamientos, primero tenía que ser cultivado por seres humanos en el plano físico. El único medio posible de cultivar pensamientos en la tierra desde el mundo superior es a través de encarnaciones humanas. De modo que los pensamientos de los hombres en el plano físico tienen un carácter completamente propio y deben conducir a lo que es posible en los mundos superiores. Para los dioses era necesario que hubiera hombres en la tierra. Los dioses permitieron que los hombres nacieran para preservar a través de ellos en la forma del pensamiento lo que habían tenido en los mundos superiores. Consecuentemente, lo que proviene de los mundos superiores nunca habría tomado forma en el pensamiento, si el hombre no hubiera sido capaz de darle esa forma. Y el que no piense o razone, en la tierra, priva a los Dioses de lo que han estipulado, y no podrá alcanzar la que es su verdadera tarea y destino humano en la tierra. Porque solo puede lograr esto en una encarnación en la que realmente trabaje en desarrollar sus poderes de pensamiento. Si esto se realiza, todo lo demás se deriva de ello.
La percepción de las revelaciones, de los hechos reales sobre el mundo espiritual, pueden entrar en el alma humana de múltiples maneras. Ciertamente, es posible que los hombres lleguen a una visión clarividente sin ser pensadores claros, y de hecho, es algo muy frecuente en la actualidad. La mayoría de los que se vuelven clarividentes no son pensadores claros. Pero tanto los que son pensadores claros como aquellos que no lo son, tendrán experiencias muy diferentes en el mundo espiritual. Diferencia que podría expresarse así: lo que se revela desde los mundos superiores se imprime más claramente en esas formas de percepción mental que elevamos a los mundos superiores como pensamientos. Los pensamientos son el mejor vehículo para las revelaciones.
Pero si no ejercemos el pensar, las revelaciones deben buscar otras formas, como por ejemplo una imagen simbólica. La forma más habitual de recibir revelaciones para alguien que no es un pensador, es en forma de imagen simbólica. Y a menudo pueden ustedes haber oído describir en imágenes simbólicas, lo que han visto quienes son visionarios clarividentes sin ser pensadores. Estas pueden tener belleza; pero al mismo tiempo debemos ser conscientes de que un pensador tiene una experiencia subjetiva diferente, de la que pueda tener un no pensador. Si tienen ustedes revelaciones como no pensadores, la imagen simbólica, una figura cualquiera, se presenta ante ustedes. Se revela procedente del mundo espiritual. Digamos que ven la figura de un ángel, o alguna otra forma simbólica, tal vez una cruz, una custodia, un cáliz. Esta figura está presente en el reino súpra-sensible y ustedes la ven como una imagen definida. Se dicen a sí mismos que es una realidad, pero en realidad es una imagen. Para la conciencia subjetiva del pensador, las nuevas experiencias del mundo espiritual se presentarán de una manera bastante diferente. No será lo mismo que para el no pensador. Para el pensador, las cosas no aparecerán allí repentinamente ante él como si hubieran sido disparadas con una pistola; aparecerán de una manera diferente. Tomen un clarividente visionario que no piense y un clarividente visionario que piense. Ambos pueden recibir las mismas revelaciones. Tomemos un caso particular. El clarividente no pensante ve este o aquel fenómeno del mundo espiritual. El clarividente pensante aún no lo ve, sino solo más tarde; y a partir del mismo momento en que lo ve, se adhiere a su propio pensamiento y de inmediato puede discernir y saber si es verdadero o no. Lo ve algo más tarde, pero cuando lo ve, llega a él de tal forma que ya lo ha penetrado con sus pensamientos y puede decir si es ilusión o realidad; porque, en cierto sentido, posee algo antes de verlo realmente. La revelación le llega en el mismo momento que al clarividente no pensante, pero lo ve más tarde. Sin embargo, cuando lo ve, ya está penetrado con juicio y pensamiento, y sabe exactamente si se trata de una alucinación, es decir, si son el resultado de sus propios deseos o si es una realidad objetiva. Esa es la diferencia en las experiencias subjetivas de los dos clarividentes. El clarividente no pensante ve el fenómeno de inmediato, el clarividente pensante, más tarde. En la facilidad de la primera, la imagen permanecerá tal como era; todo lo que puede hacer es describirla. Pero el clarividente pensante podrá vincularla y alinearla completamente con lo que está presente en el mundo físico ordinario; porque tanto el mundo físico, como el fenómeno que él ha visto, no son sino una revelación del mundo espiritual.
Resumiendo, cuando ustedes se acercan al mundo espiritual equipados con el instrumento del pensamiento, podrán aportarle un criterio fiable que sostenga lo que se les presente ante ustedes.
Pero además, existe el hecho de que alguien podría dudar del valor de las comunicaciones del mundo espiritual si nunca ha visto los fenómenos por sí mismo. Imaginemos una tercera persona, además de las dos que hemos mencionados. Esa tercera persona no es clarividente en absoluto, pero está informada de los resultados de la investigación espiritual, resultados que han sido adquiridos por clarividencia combinada con un pensar claro, y que por tanto los considera razonables. Efectivamente, son hechos del mundo espiritual. El clarividente pensante los ha percibido, y cualquiera que los haya captado con su razón los posee, aunque no sea consciente de ello. No es necesario ser clarividente, pues algo dentro de ustedes percibe la plena validez de lo que se le ha comunicado. Hay una diferencia entre tener algo y ser consciente de lo que se tiene. La relación entre un estudiante espiritual no clarividente con uno clarividente puede aclararse pensando en lo siguiente. -Imaginen que han heredado algo, pero aún no ha oído hablar de ello. Si ese fuera el caso, la herencia sin embargo no perdería su valor para ustedes. Aunque no supieran de ella hasta más tarde, la poseerían de todos modos. Pues, lo mismo ocurre con las revelaciones de los hechos del mundo espiritual que vienen comunicados a través de la Ciencia Espiritual. Si los han captado de manera comprensiva, ya son suyos; están ustedes en posesión de ellos y solo necesitan esperar el momento en que sean conscientes de ellos. Sin embargo, tomar conciencia de ellos no tiene el mismo significado que poseerlos. Esto es particularmente relevante después de la muerte. Después de la muerte. ¿Qué es más útil para el hombre? (si podemos decirlo trivialmente, para aclarar el significado), ¿Ver algo de una manera clarividente, sin pensamiento, o bien, recibir comunicaciones puramente teosóficas sin verlas con la clarividencia? Fácilmente se podría imaginar que la visión clarividente sería una mejor preparación tras la muerte, que simplemente oír las comunicaciones de los hechos del mundo espiritual. Sin embargo, la verdad es que tras la muerte, lo que un hombre simplemente ha visto con visión clarividente es de muy poca utilidad para él, mientras que por el contrario, la verdadera realidad se presenta de inmediato, tan pronto como se hace consciente de lo que ha recibido con las comunicaciones espirituales, si las ha captado con su comprensión. Tras la muerte, lo que tiene valor es lo que se ha entendido, tanto si se ha visto como si no.
El más grande iniciado puede, a través de su clarividencia, contemplar el conjunto del mundo espiritual! Pero después de la muerte, eso no le supondrá ninguna ventaja, si no es capaz de expresar estos hechos en términos humanos. Todo lo que lo que le servirá de ayuda tras la muerte, es lo que haya poseído aquí en la tierra en forma de conceptos claros de pensamiento. Hay semillas para la vida después de la muerte. Por supuesto, cualquiera que sea un pensador con visión clarividente puede hacer buen uso de sus visiones. Pero dos personas que no piensan, de las cuales una sea clarividente y la otra simplemente oiga los resultados de la clarividencia; ambos estarán exactamente en la misma posición después de la muerte. No hay diferencia entre ellos, porque lo que llevamos con nosotros a la vida después de la muerte, es lo que hayamos adquirido por nosotros mismos aquí, por mediación de un pensamiento claro. Esto brota como una semilla; pero eso no es aplicable a lo que ya hayamos visto (por medio de la clarividencia), en la tierra de los mundos en los que ahora entramos. Lo que recibimos aquí de los mundos superiores no se nos da como un regalo gratuito para que nos sea más fácil cuando dejamos el plano físico, sino para que podamos aplicarlo a la vida actual de la tierra. Cuanto mas hayamos sabido transformar esos regalos, tanto mas nos ayudará después de la muerte. Eso es lo esencial.
Así es, en lo tocante a la vida después de la muerte. Pero aquí en el plano físico también, el caso del que únicamente posee visión clarividente es diferente del clarividente pensante. Es interesante y hermoso ver los mundos espirituales, pero, no obstante, hay una diferencia cuando los mundos espirituales se contemplan simplemente de forma visionaria. Aparte del hecho de que es imposible estar seguro de las ilusiones, (y la única forma de evitar las ilusiones es aplicar un pensamiento claro a lo que se ha visto), aparte de eso, supongamos que alguien con visión clarividente haya percibido esto o aquello; entonces la forma en que lo percibe, y que ustedes pueden descubrir partiendo de su propia explicación, es penetrada por elementos del plano físico. ¿Alguien les ha descrito alguna vez un ángel que no haya sido penetrado por elementos del plano físico? El tenia alas. También los pájaros. Tenía un cuerpo con forma humana. También lo tiene todo ser humano en el plano físico. Las cosas que el clarividente describe, están ciertamente reunidas de una manera que no se encuentran en el plano físico, pero las imágenes están compuestas de elementos del plano físico. Esto tiene una justificación; pero podrán ver que tales imágenes tiene algo que pertenece a la tierra. Las formas y las imágenes que en su visión se toman del plano físico no pertenecen al mundo espiritual, solo representan un símbolo del mundo espiritual en el ámbito de los sentidos. Esto lo expuse claramente en mi "Ciencia Oculta, un bosquejo". He demostrado que la clarividencia actual debe ser de carácter pictórico en sus primeras etapas, pero que no debe quedarse ahí, debe desarrollarse hasta el punto en que se deseche el último remanente de lo terrenal en las visiones. Por supuesto, existe un cierto peligro para el clarividente cuando se despoja del último remanente de la tierra. Por ejemplo, cuando ve al ángel y luego lo despoja todo lo que es terrenal, ¡se enfrenta al peligro de no ver nada en absoluto! ¿Cómo se puede prevenir que uno pierda la visión por completo al entrar realmente en el mundo espiritual? ¡Es la semilla que puede surgir del pensar! Los pensamientos proporcionan la sustancia gracias a la cual se puede comprender lo que hay en el mundo espiritual. Adquirimos el poder de vivir realmente en el mundo espiritual cuando comprendemos, en nuestro mundo de los sentidos, lo que ya no está impregnado por los elementos sensoriales y, sin embargo, está en el plano físico. Solo los pensamientos cumplen esta condición. Lo único que podemos traer al mundo espiritual son los pensamientos. Con respecto a un círculo, por ejemplo, nada que tenga que ver con la tiza con la que se traza el dibujo, sino simple y únicamente nuestros pensamientos acerca del círculo. Con estos pensamientos pueden ascender hacia los mundos espirituales. No deben llevar nada de la imagen consigo.
Y ahora puedo describir más exactamente, el proceso subjetivo previamente mencionado. Supongamos, por ejemplo, que en el campo de la visión espiritual se ve algo, digamos, una custodia. Ahora representaré a los dos clarividentes, el clarividente meramente visionario y pensante, suponiendo que uno vea la custodia aquí (a) y el otro, el clarividente pensante que solo la ve aquí (b) (a)x---------x(b) Únicamente a partir de este punto es cuando se vuelve consciente de el. Sin embargo, lo recibe inmediatamente con los pensamientos y lo penetra con el pensamiento. Pero en el momento en que el clarividente pensante llena su imagen de pensamientos, para el de la mera visión clarividente se vuelve indefinida. Se vuelve negra e indefinida aquí en este punto (b) y solo después de un tiempo reaparece. Justo en el punto en que el pensamiento puede unirse con la imagen, se vuelve indefinida para el de mera visión clarividente; en realidad nunca está en condiciones de unir sus pensamientos, por lo tanto, nunca tiene la experiencia: "Estuve allí con mi ego". Esta experiencia nunca puede llegar al de mera visión clarividente.
Todo esto nos acerca más íntimamente a la cuestión, y es extremadamente importante reflexionar sobre ello. Nos lleva a considerar la necesidad de desarrollar nuestro pensar y a superar la falta de tendencia a adquirir por nosotros mismos un conocimiento comprensivo. Es mil veces mejor haber captado las ideas de la Ciencia Espiritual primero con el pensamiento y después, mas tarde o mas temprano, cada uno según su karma, poder ascender a los mundos espirituales; mil veces mejor que haber "visto" de inmediato sin haber captado con el pensamiento el conocimiento impartido en el Movimiento teosófico. De hecho, es mil veces mejor conocer la Teosofía sin haber visto nada todavía, que ver algo y no ser capaz de penetrarlo con el pensamiento, porque así es como se introduce la incertidumbre.
Pueden expresar el asunto aún más específicamente, de la siguiente manera. -Diciendo: actualmente hay pensadores muy claros que pueden comprender la visión teosófica del mundo de una manera intelectual. ¿Cómo es que a veces son justamente estas personas las que tienen tanta dificultad para alcanzar la clarividencia? -Aquellos que no son pensadores claros les resulta relativamente fácil convertirse en clarividentes, y por tanto propensos a sentirse superiores a los pensadores, mientras que a estos últimos les resulta difícil convertirse en clarividentes. Ahí está el quid de la cuestión, apenas separado por un cabello de dar comienzo a afirmarse una cierta arrogancia disfrazada. De hecho, casi no hay nada que engendre y fomente el orgullo tanto como una clarividencia que no haya sido iluminada por el pensamiento, y es por eso que es tan peligrosa, porque el clarividente no se considera orgulloso en absoluto, sino muy humilde. No tiene noción del orgullo que consiste en infravalorar la actividad del pensamiento y poner el énfasis principal en las inspiraciones. Es una forma terrible de orgullo, un orgullo enmascarado.
La pregunta realmente es la siguiente: ¿Cómo es que para muchos pensadores, según nos enseña la experiencia, es tan extremadamente difícil llegar a alcanzar la clarividencia? Esto está relacionado con un hecho importante. Lo que llamamos poder de discernimiento, poder de juicio en el hombre, en otras palabras, el pensar lógico del pensador, produce un cambio definitivo en toda la estructura del cerebro humano. El pensar claro provoca un cambio en el instrumento físico del cerebro. La investigación científica sabe poco de esto, pero es un hecho que un cerebro físico que ha sido utilizado por un pensador tiene una apariencia diferente del cerebro que pertenece a un no pensador. El hecho de ser clarividente no lo cambia mucho. El cerebro de un no pensador tiene circunvoluciones muy complicadas, pero el de un pensador claro es comparativamente simple, sin complicaciones especiales. Pensar realmente se expresa en la simplificación de las circunvoluciones del cerebro. La investigación actual no sabe nada de esto. El pensar claro es un pensar que puede examinar amplias perspectivas, no el pensar que se ocupa del análisis. De ahí la mayor simplicidad de las circunvoluciones cerebrales de un pensador claro. Cada vez que la investigación científica condesciende de alguna manera para verificar el pensar claro en relación con las condiciones materiales, muy pronto parece que la investigación científica corrobora las constataciones de la Ciencia Espiritual. El examen del cerebro de Mendeleeff a quien la ciencia debe la exposición del sistema periódico de los elementos confirma lo que dice la Ciencia Espiritual. Sus circunvoluciones cerebrales eran más simples de lo habitual. Dentro de ciertos límites, tenía el poder del pensar integral, y el examen físico confirmó absolutamente la verdad de lo que he dicho. (No lo menciono porque tenga un valor muy especial, sino solo porque es cierto). Así pues, como he dicho, se produce un cambio en el instrumento, y este cambio debe ser provocado por la actividad del pensamiento mismo. Nadie nace con todas las facultades que poseerá más adelante; puede poseer las tendencias en ciertas direcciones, pero antes debe desarrollar las propias facultades. Por lo tanto, es un hecho que en el curso de la vida de un hombre tienen lugar cambios en el cerebro. Después de una vida de pensamiento, el instrumento del pensar es diferente de como era antes.
El hecho es que nuestro cuerpo etérico, debe ser liberado del cerebro físico para que se produzca la conciencia clarividente, la estrecha unión entre el cuerpo etérico y el cerebro se debe a la actividad del pensamiento, el pensar encadena firmemente el cuerpo etérico al cerebro. Si alguien a través de su karma aún no tiene las fuerzas necesarias para, en el momento adecuado, desprenderlo de nuevo, puede ser que en esta encarnación, no consiga llegar lejos en la clarividencia, depende de su karma. Suponiendo que en una encarnación anterior, su karma le haya llevado a ser un pensador claro, en cuyo caso en el momento presente su pensar no unirá con tanta fuerza su cuerpo etérico al cerebro; podrá liberar su cuerpo etérico con relativa facilidad, y puesto que los elementos del pensamiento son la mejor semilla para ascender a los mundos superiores, por esta misma razón puede investigar los secretos de los mundos superiores en la mayoría de los casos de manera sutil. Por supuesto, antes debe liberar de nuevo el cuerpo etérico del cerebro. Pero si el cuerpo etérico está tan atrapado en el cerebro físico, que se ha quedado exhausto, debido al sutil cincelado del pensamiento, entonces su karma quizás lo haga esperar mucho antes de poder liberarlo nuevamente. Sin embargo, cuando el cuerpo etérico se libere, significará que ha pasado el punto del pensamiento lógico. Entonces lo que ha adquirido nunca se puede perder; nadie se lo puede quitar. Ese es un hecho esencial e importante, porque la clarividencia, en cambio, a menudo puede perderse nuevamente, después de haberla adquirido. Permítanme recordarles una vez más que todos ustedes fueron clarividente en épocas anteriores. ¿Por qué ya no tienen la facultad de la clarividencia? La razón es porque en otros tiempos no estaban atados a la existencia de la tierra, sino que estaban extasiados en los mundos espirituales; y porque no incorporaron en sus facultades aquél mundo espiritual; Su clarividencia visionaria se basaba en la condición de estar alejado del mundo físico.
Esto debe quedar claro para nosotros. Debemos inscribir estas sutiles sombras de pensamiento en nuestras mentes y almas; debe quedarnos claro que la tarea de una ciencia oculta real hoy en día, es impartir los resultados de la investigación espiritual impregnándolos de un contenido del pensar, de modo que los resultados de la investigación espiritual puedan presentarse siempre, de manera que sean comprensibles mediante el pensar del hombre no clarividente. Para hacerlo, sin embargo, primero tienen que estar combinados con el pensamiento. Esa es la razón de que haya tanta dificultad con los libros antiguos que hablan de fenómenos de los mundos superiores. Quién toma en sus manos algún libro antiguo de este tipo y se acerca a ellos con la actitud de la Ciencia Espiritual moderna, encontrará en todos ellos, que les falta algo. Estos libros antiguos pueden impartir un conocimiento maravilloso, pero no son de mucha utilidad para el hombre de hoy a menos que él mismo sea clarividente y pueda corregir el asunto, en cambio, en el caso de la Ciencia Espiritual moderna, cualquiera que se esfuerce puede beneficiarse de lo que le presenten, porque puede impregnarlo con el elemento de pensamiento que adquiere en el plano físico. Porque se utilizan los mismos conceptos para comprender tanto lo que está en el mundo espiritual como lo que está en el mundo físico. La ciencia natural actual habla de evolución; también lo hace la ciencia espiritual. Si ustedes han captado el concepto de evolución, podrán comprender las comunicaciones de la Ciencia Espiritual. Podrán formarse un concepto del karma, porque podrán crearse en el pensamiento una idea de el. Por supuesto, si ustedes, (como hacen muchos teósofos) simplemente dicen: "Toda causa espiritual tienen un efecto espiritual en eso consiste el karma", significa que no han captado correctamente el concepto del karma. La ley de causa y efecto también puede verse en una bola de billar, pero esa no sería una comparación correcta para el karma. En cambio, tomen una bola de hierro y tírenla en un recipiente con agua. Si la bola está fría, el agua permanecerá como está. Pero si calientan la bola y luego la introducen en el agua, ésta se calentará como resultado de la acción practicada en la bola. Aquí tenemos algo que sí puede compararse con el karma; porque el evento (efecto) posterior se produce como resultado de uno (causa) anterior.
Debe quedar bastante claro para nosotros, que cualquiera que impregne los hechos del mundo espiritual con el pensamiento, también puede darlos a conocer, de tal forma que, cualquiera que tenga pensamientos adquiridos aquí en el plano físico, pueda aplicar tales pensamientos a lo que recibe de los mundos espirituales. Si así lo hace, podrá entenderlos. Todos deberían tener esto en mente. Todos deberían entender que lo importante no es el hecho de que recibamos conocimiento de los mundos superiores, sino que dicho conocimiento lo recibamos de una manera apta para nuestras condiciones terrenales actuales. Debemos cuidarnos de no recibir conocimiento de los mundos superiores de ninguna otra manera. Es tentador limitarnos a creer lo que se nos comunica, pero eso sería un error. Es como si alguien que necesita la luz para iluminar su habitación, se limitase a creérselo, y se conformara con que le dijeran que ¡existe una cosa que llaman luz! Él debe tener esa luz, la mera creencia no sirve de nada. Por lo tanto, es importante, en primer lugar, comprender la naturaleza del pensamiento minucioso y concienzudo, para que el conocimiento del mundo espiritual pueda recibirse a través de este canal. El conocimiento solo se puede descubrir cuando se tiene el poder de la clarividencia; pero una vez que ha sido descubierto e investigado, puede ser entendido de manera correcta por todos los que lo reciben.
Si uno lo cree así, se evitarán en general, todos los peligros que de otro modo estarían vinculados con el llamado Movimiento Antroposófico. Sin embargo, si las personas desarrollan la clarividencia sin asegurarse de que su pensamiento, y más especialmente su percepción y discernimiento, se enriquezcan al mismo tiempo a través de su propio pensamiento, estos mismos peligros surgirán de inmediato. Muchas personas tienen el anhelo de hacer suyo algo del mundo espiritual en vez de proceder a sopesar cuidadosamente y con discernimiento, lo que después de todo, debe ser adquirido en el plano físico. Ni siquiera un Dios puede comprender el mundo en términos de pensamiento a menos que se encarne en esta tierra física. Puede comprender el mundo de otras formas y modos, pero para comprenderlo de esta forma debe encarnarse en la tierra. Si reflexionan ustedes sobre esto, tendrán claro que dentro de uno mismo existen ciertos peligros relacionados con el desarrollo de las facultades que luego se usan erróneamente. El que desarrolla una cierta visión clarividente y la usa erróneamente cercenando toda posibilidad de convencer al mundo con ella, el que permanece solo en el plano astral y no lleva sus experiencias al plano físico, se está exponiendo al peligro de que se abra un abismo entre sus visiones y el plano físico. Supongamos que alguien ha tenido visiones de importancia real que pertenecen al plano astral. Pueden ser verdaderas visiones de la realidad, algo que le puede suceder incluso al clarividente no pensante. Pero ahora, se abre un abismo entre él y los fundamentos reales del plano físico. Imaginen por un momento que este pañuelo fuera el plano físico. El clarividente se detiene ante él; y tiene su visión. Pero detrás del plano físico está el verdadero mundo espiritual; El plano físico es Maya. El clarividente no pensante, no resta el plano físico a su visión; esto solo puede hacerlo alguien que haga uso de los medios de pensamiento. Así pues, únicamente traspasando el plano físico; únicamente con la clarividencia pensante pueden entender la visión. El plano físico está allí, impidiendo ver el mundo espiritual, el mundo espiritual real. Se abre ante ustedes el abismo, y el plano físico permanece como Maya. Y la imposibilidad de traspasar el plano físico se basa en el hecho de que el cerebro no es capaz de auto neutralizarse. Si han aprendido a pensar correctamente, no utilizarán directamente su cerebro para pensar. El pensar funciona en el cerebro, pero la actividad de pensar no necesita directamente el funcionamiento del cerebro; no tiene sentido afirmar que es el propio cerebro el que piensa.
Estaba una vez, hace unos 35 años, caminando por la calle con un joven estudiante que estaba en camino de convertirse en un materialista descarado. Él decía: “Cuando un hombre piensa, los átomos del cerebro están vibrando; cada pensamiento definido tiene una forma definida ”, y después continuaba comentando lo realmente absurdo que es presuponer algo como un alma que pueda pensar, porque es el cerebro el que piensa. (Yo le dije: “Sí, pero entonces dime, ¿Por qué cuentas esas mentiras? Si esto es cierto, no puedes decir: ¡Pienso! Debes decir: mi cerebro piensa, y también debes decir: ¡Mi cerebro come, mi cerebro ve el sol! Entonces estarías diciendo la verdad. Pronto vería cuantos sinsentidos había estado acumulando en su cabeza.
Por consiguiente el cerebro no es el que piensa. Para aclarar este punto basta con unas pocas consideraciones triviales, a menos que uno sea un obstinado materialista moderno. Este punto puede quedar aclarado, salvo que uno sea un "Monista" en el sentido moderno de la palabra. La actividad de pensar, ante todo, no depende de tener el cerebro como instrumento. Cuando el pensar se vuelve puro, el cerebro no toma parte en el acto de pensar. Solo participa cuando se recrea una imagen simbólica. Si nos representamos una imagen mental de un círculo de tiza, esa imagen sí ha sido formada por el cerebro, pero cuando pensamos en un círculo puro sin intervención alguna de tipo simbólico, entonces el propio círculo es el elemento activo que da forma al cerebro. Pero por este método el abismo nunca puede ser salvado. La visión clarividente está conectado con lo que está detrás del plano físico. Quien no sigue el camino del pensamiento desarrolla poderes que, por así decirlo, no alcanzan su objetivo, realmente no penetran en el mundo espiritual. Y la consecuencia es que se produce una relación falsa entre lo que se desarrolla continuamente en su cuerpo etérico y lo que él es realmente como hombre. La relación es completamente falsa; su cerebro no está desarrollado al mismo nivel que sus facultades clarividentes. El cerebro es tosco, porque el hombre no ha hecho ningún esfuerzo por ennoblecerlo a través del pensamiento. Esa tosquedad ha construido una barrera que no puede penetrar y que le impide alcanzar la realidad espiritual en sus visiones. Se aleja de la realidad, en lugar de acercarse a ella. Y se ve privado de toda posibilidad de hacer un juicio sobre el mundo espiritual. Un individuo así ciertamente puede ver mucho; pero no hay ninguna garantía de que lo que ve se corresponderá con la realidad. Solo es capaz de discernirlo quién puede distinguir entre la mera visión y la realidad. Solo el poder del discernimiento es el que puede distinguir, y si eso falta, la mera visión nunca se puede distinguir de la realidad. Pero este poder de discernimiento solo puede adquirirse mediante el esfuerzo en el plano físico. Por lo tanto, si desprecia la actividad de pensar, por difícil y problemática que sea, se estará siempre dando tumbos sin fundamentos firmes.
Esto es lo que debemos tener presente en nuestras mentes. Porque entonces será imposible que surjan condiciones anómalas. Condiciones que, por otra parte, es fácil que aparezcan y que pueden repetirse una y otra vez. Cuando los hombres desarrollan la visión clarividente sin un pensamiento agudo, es como si construyesen una pared contra el mundo de la realidad y viviesen en sus sueños, lo que equivale a perder la orientación en el mundo físico, como no estar en su sano juicio. La simple visión clarividente lleva fácilmente a eso. Solo se puede adquirir el poder del discernimiento, trabajando en la única esfera donde esto se puede desarrollar, es decir, en la esfera del pensamiento, en el plano físico. Si menosprecian ustedes la adquisición de este discernimiento, se alejarán del camino de la verdad. Discernimiento es lo que mas necesitamos, de lo contrario provocaremos en el llamado Movimiento Teosófico, todos los males que necesariamente conlleva la falta de discernimiento. El que se entrega a la creencia ciega, que simplemente acepta sin mas todas las comunicaciones de los mundos superiores bajo la autoridad de otro sin aplicarle su propio pensamiento razonado, estará haciendo algo agradable y fácil, pero en sí mismo está lleno de peligros. En lugar de resolver las cosas por sí mismo y reflexionar sobre ellas, acepta el conocimiento de otro, asimila las cosas que otra persona ha visto y se niega a verificar por medio de su propio pensamiento lo que se le ha comunicado. Esta es la causa de los males de los que se responsabiliza al Movimiento Teosófico, pero, por supuesto, esto no debería quitarle a nadie el deseo de unirse a él. Puede suceder que una persona que tiene una creencia ciega de este tipo pierda su rumbo por completo y ya no pueda discernir entre lo que es verdadero y lo que no lo es. Nada puede engendrar falsedad tan eficazmente como un cierto tipo de visión clarividente que no es supervisada y controlada por el pensamiento. Por otro parte, tal clarividencia genera otra propiedad anómala, a saber, cierta arrogancia y superioridad que incluso puede llevar a la megalomanía. Esto es aún más peligroso porque a menudo no se nota. Existe un grave peligro de llegar a considerarse superior porque uno ve algo que otra persona no ve. Y, por lo general, no se bien cuán profundamente arraigada en el alma, puede estar esta auto-suficiencia que está rayando la megalomanía. En cierto modo se disimula, especialmente cuando el clarividente aboga por sus propias visiones con absoluta certeza y no soporta que nadie les haga excepción. Por eso a veces encontramos personas que se creen las estupideces más ridículas, por el simple hecho de que le han sido comunicadas "Desde el plano astral". Nunca soñarían con creer tales cosas si se les hubiera dicho que pertenecían al plano físico, pero si se les dice "desde el plano astral", las creen con bobalicona credulidad. Quien se haya liberado de ese hábito no se dejará desviar por este o aquél timo o engaño, pero caerán en la trampa a menos que desarrollen dentro de sí mismos el impulso de comprobar y verificar, en lugar de aceptar y creer sin esfuerzo. No debemos caer en lo cómodo para nosotros mismos; debemos considerar que una de las tareas más sagradas del hombre es llegar a una firme convicción. Si pensamos en ello bajo esta luz, no escatimaremos ningún esfuerzo de trabajo real, y evitaremos toda comunicación sensacional del mundo espiritual. Tenemos, por así decirlo, suficientes comunicaciones del mundo espiritual. Es necesario que las tengamos, pero también es necesario que adquiramos la actitud correcta y el tipo correcto de pensamiento para enfrentarnos a estas cosas con dignidad.
Esto es cuanto quería decirles hoy. No pretendía hacerlo simplemente como una advertencia o sermón. Quería mostrar toda la problemática y por esta razón puede haber sido bastante difícil mantener el ritmo en su pensamiento; pero en los métodos que uso siempre trato de mantenerme dentro de lo que podemos llamar lo correcto en la Sociedad Teosófica. A muchas personas les gustan las exhortaciones piadosas. ¡A mi no me gustan! Trato de presentar las cosas de tal manera que puedan vestirse con verdaderas formas de pensamiento. Cuando se exponen cosas del plano físico, como se ha hecho hoy, por supuesto, a menudo implica pensar mucho; porque tales cosas no son tan sensacionales ni tan atractivas como las comunicaciones de los mundos superiores. Sin embargo, son de extraordinaria importancia. Y no subestimarán su importancia si se dicen a sí mismos: si eso es realmente lo que debería suceder, es decir, que en el curso de las encarnaciones subsiguientes, un número suficientemente grande de personas tiene un recuerdo de esta encarnación actual, entonces se debe prever esto de antemano. Desarrollen, por lo tanto, sus capacidades de discernimiento, así podrán ser capaces de recordar, la actual encarnación, en la siguiente encarnación. Procuren poder seguir el mundo con sus pensamientos. Porque por mucho que puedan visualizar de manera clarividente, no les ayudará a recordar la encarnación actual. Y el cometido de la Ciencia Espiritual, es preparar el camino para las necesidades que han de llegar, es decir, que pueda haber un número suficientemente grande de personas que, por su propio conocimiento, puedan mirar hacia atrás a esta encarnación actual. Depende del karma de cada individuo que en esta encarnación haya muchos o pocos contribuyendo con sus poderes clarividentes al conocimiento de la Ciencia Espiritual. Ciertamente hay muchos de los sentados aquí cuyo karma no les permitirá ver el mundo clarividentemente en esta encarnación. Pero todos aquellos que adquieran lo que se da en la verdadera Ciencia Espiritual, revestida de las formas del pensamiento, cosecharán los frutos en la siguiente encarnación; porque en esta habrán puesto los cimientos correctos. Un hombre puede, por así decirlo, ser clarividente sin saberlo; y el que estudia la Ciencia Espiritual de manera correcta tiene la visión y puede esperar hasta que su karma también le permita contemplar las cosas por sí mismo.
1En relación con el uso en este texto, de las palabras 'Teosofía', 'teosófica', se recordará que desde el comienzo del siglo XX, hasta los años 1911 o 1912, el Dr. Steiner había podido trabajar como profesor independiente en el marco de la Sociedad Teosófica y fue Secretario General de la Sección Alemana. Su enseñanza sobre la naturaleza única de Cristo estaba en desacuerdo con las tendencias que predominaban en aquella Sociedad y las declaraciones sobre este tema hechas por sus líderes, por lo cual, la asociación del Dr. Steiner con la Sociedad Teosófica inevitablemente llegó a su fin. En 1912 se fundó provisionalmente la Sociedad Antroposófica estableciendo su sede en Dornach en 1913.
2cp. El alfa y la omega. Conferencia dada en Berlín, 25.may.O9; también conferencias 4 y 5 del Curso sobre El Evangelio de San Lucas.

GA117 Munich, 7 de diciembre de 1909 El dios interior y el dios de la revelación exterior

RUDOLF STEINER

Conferencia 2
Munich, 7 de diciembre de 1909


De todo el espíritu de nuestra labor antroposófica, habrán visto que su objetivo a lo largo de los años no es trabajar, por así decirlo, sobre cosas que causen directamente sensación, sino la de perseguir con calma aquellos hechos relacionados con los acontecimientos espirituales, cuya comprensión puede ser importante para nuestra vida. No es precisamente hablando sobre como ha transcurrido la jornada, por así decirlo, la manera mas adecuada de aprovechar el día, (espiritualmente), mientras que lo que hace que resulte provechosa es que adquiramos el conocimiento de las grandes conexiones de la vida. Nuestra propia vida individual está fundamentalmente relacionada con los grandes eventos de la existencia, y solo podemos juzgarla correctamente, cuando sopesamos los fenómenos más grandes de la vida. De ahí surge que, dentro de nuestro ciclo de siete años en la Sección Alemana de la Sociedad Teosófica, durante esos cuatro años nos hemos ocupado de la base de nuestros puntos de vista, de nuestro conocimiento, y en los últimos tres años hemos tratado de profundizar estos puntos de vista básicos con referencia a cuestiones que abarcan el mundo. Y ustedes habrán visto por las explicaciones dadas en varios ciclos de conferencias, que las consideraciones relativas a los Evangelios pertenecían a este último. No solo porque el material y el contenido de los Evangelios deben acercarse a nosotros, sino porque a través de su estudio, se pueden aprender muchas cosas que tocan la naturaleza humana. Por lo tanto, hoy se pueden decir algunas cosas sobre los Evangelios con todo tipo de aplicaciones a la vida personal.
La ciencia externa cada vez considera menos estos evangelios, como un documento histórico útil para el conocimiento de la mas grande individualidad, la de Cristo Jesús como artífice del mayor impulso, que haya entrado nunca en la evolución de la humanidad. La actitud hacia los Evangelios en los primeros siglos cristianos, y durante mucho tiempo hasta la Edad Media, fue bastante diferente de la actitud en estos últimos tiempos. Hoy, los Evangelios se sienten en primer lugar, como cuatro documentos recíprocamente contradictorios, que hoy resulta de lo más natural decir: ¿Cómo pueden ser históricos cuatro documentos, que se contradicen tanto entre sí, tal como lo hacen los cuatro Evangelios, cada uno de los cuales pretende darnos un recuento de lo que sucedió en Palestina al comienzo de nuestra era?
Ahora bien, si los seres humanos no quieren hoy pasar por alto las cosas más importantes, hay una cosa que podría afectar al pensar humano. Por ejemplo, se podría decir: que realmente hoy no hace falta mucho para darse cuenta de que si se leen los cuatro Evangelios consecutivamente, en efecto se contradicen para la forma en que lo entendemos hoy. ¡Se podría replicar que eso lo ve hasta un niño! Pero hay que agregar algo: ahora los Evangelios están al alcance de todos. Pero hubo un tiempo antes de la invención de la imprenta, antes de la difusión moderna de los libros, en el cual los Evangelios no estaban en absoluto al alcance de todos, en realidad los leían muy pocos, y esos pocos eran justamente las personas que estaban en la cima de la vida espiritual. En los primeros siglos, básicamente, solo aquellos que se encontraban en la cima de la vida espiritual tenían acceso a los Evangelios. El contenido era impartido a los demás para que pudieran comprenderlo. Cabría preguntarse: ¿Estos pocos, que estaban en la cima de la vida espiritual, eran realmente tan terriblemente tontos, personas tan estúpidamente poderosas, que no podían ver lo que cualquier niño vería hoy?, que los evangelios se contradicen entre sí. Todas esas personas, que se esforzaban por comprender el gigantesco Evento de Cristo de los cuatro Evangelios. ¿Eran realmente tan tontos? Esta es una pregunta para uno mismo.
Si seguimos el hilo de esa pregunta, pronto notaremos algo más: es decir, que en aquellos tiempos, toda la emocionalidad del hombre hacia los Evangelios, se volcaba de modo muy diferente a como se interpretan hoy. Hoy es el intelecto crítico, el que ha aprendido, toda su forma de pensar, todo su entrenamiento de la mano de la realidad sensorial externa, sin un solo atisbo de emocionalidad, de ahí surgen los ataques a los Evangelios, y por eso no es realmente difícil encontrar esas contradicciones intelectuales; porque son infantilmente fáciles de encontrar.

¿Cómo es que, aquellos que estaban en la cima de la vida espiritual y que siglos atrás habían tomado en sus manos los Evangelios, acordaron pasar por alto lo que hoy llamamos contradicciones? Verán ustedes, debido a los cuatro evangelios, aquellos hombres de la antigüedad tenían una reverencia infinita, impensable hoy, por el gran evento de Cristo y sentían extraordinariamente que, puesto que tenían cuatro evangelios, tenían mucho más para venerar y valorar este evento. ¿Cómo es eso posible? Eso era porque aquellos antiguos jueces de los Evangelios procedían mentalmente de un modo muy diferente a como se procede hoy. La visión crítica actual no procede más inteligentemente que alguien que, tal vez, fotografía un ramillete desde un lado y que por lo tanto, obtiene una cierta fotografía del ramillete. Recorriendo el mundo con dicha fotografía. La gente viendo el aspecto de la fotografía dice: ahora tengo una idea exacta del ramillete. Pero después viene alguien que fotografía el ramo desde otro lado. La imagen es bastante diferente. Y cuando muestra la imagen del mismo ramillete a la gente, le responden: Esa no puede ser una fotografía del mismo ramillete. Las imágenes se contradicen entre sí. Y si el ramillete se fotografía desde cuatro lados, las cuatro imágenes serán dispares, en cambio son cuatro vistas de la misma cosa. Así se sentían los antiguos jueces respecto de los cuatro Evangelios. Decían: los cuatro Evangelios son representaciones de un mismo evento, desde cuatro puntos de vista diferentes, y justamente por eso, nos dan una imagen completa, porque no son iguales, y cuando estamos en condiciones de formarnos una representación completa desde los cuatro lados, entonces tenemos una idea completa de los eventos de Palestina. Por eso aquellas personas decían: Debemos alzar la mirada con toda humildad, cuando vemos los eventos de Palestina presentados desde cuatro lados. Porque este evento es tan grande, que no se le puede entender, si solo se describe desde un lado. Debemos estar agradecidos por tener cuatro Evangelios, que describen este gran evento desde cuatro vertientes. Solo debemos entender cómo se han unido estos cuatro puntos de vista diferentes, y después, cuando nos hayamos convencido de esto, podemos formar una idea de lo que la persona individual puede obtener de los cuatro Evangelios.
Lo que conocemos como el Evento de Cristo es un acontecimiento poderoso en la evolución espiritual de la humanidad. ¿Cómo podemos insertar lo que sucedió entonces en Palestina en la evolución humana en su conjunto? Podemos considerarlo de tal manera que digamos: Todo lo que la humanidad había experimentado espiritualmente con anterioridad, todo lo que espiritualmente había fluido sobre la humanidad, todo ello confluyó en el evento de Palestina, para luego continuar más adelante en uno corriente común.
Ahí tenemos por ejemplo, por mencionar solo una cosa, la antigua enseñanza hebrea según está establecida en el Antiguo Testamento, si la entendemos correctamente. Una contribución que fluyó cuando el evento de Palestina tuvo lugar. Hubo entonces otra corriente que procedía de Zarathustra. Esta confluyó en lo que a partir de entonces se transmitió por el mundo como corriente principal del cristianismo. Existe además lo que podemos llamar la corriente espiritual oriental, que encontró su expresión más significativa en el Buda Gautama, Que también fluyó en una gran corriente principal, y aún en otras, para luego confluir todas estas corrientes individuales dentro del cristianismo, donde aún siguen.
Por el hecho de reavivar nuevamente las enseñanzas que dio Buda, 600 años antes de nuestra era, éstas no muestran lo que es el budismo hoy. Estas enseñanzas han fluido dentro del cristianismo. Por el hecho de tomar los antiguos documentos persas, estos no muestran lo que realmente es el zoroastrismo, ni mostrarán la naturaleza del zoroastrismo hoy; porque aquél que impartía las enseñanzas contenidas en los antiguos documentos persas, ha continuado evolucionando, y ha permitido que su contribución fluya en la vida espiritual de la humanidad, y debemos buscar el zoroastrismo también dentro del cristianismo, así como el budismo y la antigua corriente hebrea.
Para poder tener una idea de los hechos reales, ahora nos preguntamos: ¿Cómo fluyeron hacia el cristianismo estas tres corrientes, el budismo, el zoroastrismo y la antigua corriente hebrea?
Si quisiéramos entender cómo fluyó el zoroastrismo, entonces deberíamos recordar algo que ha sido mencionado aquí a menudo: que esa individualidad a la que llamamos Zarathustra, fue el gran maestro de la segunda época post-atlante, y primero enseñó en el pueblo llamado antigua Persia, y después se encarnó una y otra vez. Después de ascender más y más a través de cada encarnación, apareció unos 600 años antes de nuestra era, como contemporáneo del gran Buda. Apareció en las escuelas secretas de la antigua esfera de cultura caldeo-babilónica. El Zarathustra que se encarnó allí, fue el maestro de Pitágoras, quien se trasladó a Caldea, para perfeccionarse de manera correcta. Así pues este Zarathustra, que en aquél tiempo 600 años antes de que nuestra era apareciera bajo el nombre de Zarathas o Nazarathos, nació de nuevo al comienzo de nuestra era, renació para aparecer en un cuerpo que surgió de la pareja parental conocida por José y María, mencionado y descrito en el Evangelio de Mateo. Designamos a este hijo de José y María, de los llamados padres de Belén, como uno de los dos hijos de Jesús que nacieron al comienzo de nuestra era. Zarathustra encarnado en él. Con esto hemos implantado en esa antigua Palestina la individualidad que fue la portadora del zoroastrismo, la significativa corriente espiritual.
Esta corriente espiritual tuvo que volver a reavivarse, para poder derramarse en el cristianismo en una nueva forma, pero no solo esta, sino también otras corrientes espirituales. Para ello tuvieron que unirse y combinarse muchas cosas diferentes. Por ejemplo, también tuvo que suceder que Zarathustra naciese en un cuerpo cuyo organismo físico, hiciese posible que Zarathustra en esa encarnación de principios de nuestra era, desarrollara las facultades que poseía, gracias a haber ascendido tanto encarnación tras encarnación. Porque debemos dejar constancia de que: si una individualidad tan elevada descendiera y encontrara un cuerpo inadecuado (lo que podría suceder por no poder encontrar un cuerpo adecuado), entonces no sería capaz de expresar las facultades que poseía en alma y espíritu, porque carece de los instrumentos, para expresar en la tierra los poderes correspondientes. Tendrá que tener un cerebro definidamente formado, que pueda expresar los poderes que posee Zarathustra. Eso significa que habrá debe nacer en un cuerpo que, como resultado de lo que haya heredado de los antepasados, tenga esas cualidades que lo conviertan en un instrumento adecuado para las facultades que provienen de una encarnación anterior. Y así, en el caso de ese niño Jesús descrito en el Evangelio de Mateo, se tuvo que tener cuidado, no solo de que estuviera dotado internamente, puesto que debía reencarnarse una organización psíquico-espiritual tan alta, a fin de que pudiera ejercer ese poderoso efecto que debía ser ejercido, sino que ademas, esta alma pudiera nacer en una organización física perfecta, que era heredada. Zarathustra tuvo que encontrar disponible el cerebro físico adecuado.
Transmitir un organismo físico perfectamente adaptado, fue pues, la contribución que el antiguo pueblo hebreo debió hacer al cristianismo. Tuvo que crearse un cuerpo físico adecuado con los instrumentos físicos perfectos más inimaginables. Tuvo que ser creado a través de la herencia puramente física para aquél que debía encarnarse en el. Para ello, tuvieron que prepararse a lo largo de varias generaciones, para que pudieran transmitirse las cualidades correctas en aquél cuerpo que nacería al comienzo de nuestra era.
Queremos formarnos una idea de cómo esta vida fluyó en la gran corriente principal de nuestra vida espiritual actual. Es decir, así como hemos visto la misión de Zarathustra dentro del cristianismo, así también queremos buscar la misión del antiguo pueblo hebreo para con la cultura general de nuestra tierra.
Hay que decir que cuanto más avanza la ciencia espiritual, más correcta se ve la Biblia, si la comparamos con lo que conocemos hoy como historia externa. Lo que nos brinda esta última parece realmente infantil en comparación con lo que está en la Biblia, tan solo hay que leerla correctamente para comprenderla. Esto es realmente lo más correcto, a los ojos de la verdadera investigación espiritual. Es correcto, entre otras cosas, que en cierto sentido, lo que conocemos posteriormente como judaísmo, surgió de un progenitor, del padre Abraham o Abram. Algo absolutamente correcto se descubre detrás de eso, si retrocedemos a lo largo de las generaciones, llegamos a un progenitor, al cual se le imparten poderes muy especiales desde el propio mundo espiritual. ¿Cuales fueron estos? Si queremos entender qué facultades especiales le fueron impartidas, entonces debemos recordar un poco las diversas cosas que ya hemos dicho aquí.
Hemos dicho que si retrocedemos a épocas anteriores, nos encontramos con seres humanos que tenían otros poderes anímicos, que podemos definir como una especie de clarividencia enturbiada en comparación con el presente. Ellos no podían ver el mundo de una manera intelectualmente auto consciente, como los seres humanos modernos, pero aún así, poseían la facultad de ver el espíritu que envuelve el mundo exterior, los fenómenos espirituales, los hechos y los seres; aunque esta clarividencia, debido a que se producía en una conciencia leve, era más bien como un sueño vivo, sin embargo, tenía una conexión viva con la realidad. Esta antigua clarividencia tuvo que debilitarse cada vez más, para que el hombre pudiera auto-educarse en la percepción y cultura intelectual actual.
Toda la evolución de la humanidad no es mas que un tipo de educación, donde las diversas facultades se van adquiriendo gradualmente. Con nuestra forma actual de ver, (cuando lo hacemos con la conciencia ordinaria), no nos apercibirnos, por ejemplo, de que la flor a su alrededor lleva enrollado el cuerpo astral, mientras que el antiguo observador veía la flor con el cuerpo astral rodeándola, a causa de la desaparición de la antigua clarividencia, tuvo que ser entrenada en el hombre, esta percepción intelectual moderna, que contempla los objetos con contornos definidos. Pero en la evolución predomina una ley espiritual muy específica. Todo lo que es inculcado a la humanidad, debe proceder de una individualidad. Las facultades que han de ser comunes a un gran número de personas deben antes, por así decirlo, haber comenzado en una. Aquellas facultades que se relacionan especialmente con la combinación de la pérdida de la clarividencia, que juzgan el mundo según la medida, el número y el peso, que tienden especialmente a no ver el mundo espiritual, sino a combinar fenómenos sensibles, fueron implantadas desde el mundo espiritual por primera vez en aquella individualidad que designamos como Abraham o Abram. Él fue el primer elegido para desarrollar especialmente aquellos poderes que están vinculados en máximo grado al instrumento del cerebro físico. Por algo Abraham es llamado el descubridor de la aritmética, es decir, la facultad que juzga y combina el mundo según la medida y el número. Fue, por así decirlo, el primero de aquellos, en cuya alma se extinguió el poder de la antigua clarividencia soñadora y cuyos cerebros se prepararon de tal manera que la habilidad que usa el cerebro fuese más efectiva.
Así pues, Abraham fue el hombre, cuyo cerebro físico se desarrolló en gran manera, que aplicó sobre todo a la percepción externa en el plano físico, mientras que hasta entonces todos los seres humanos habían utilizado menos el cerebro físico, porque en el mundo exterior veían clarividentemente el mundo espiritual, sin tener que usar siempre el cerebro físico. Esa fue la importante y poderosa misión que se le encomendó especialmente a Abraham.
Ahora bien esta facultad, que se implantó como una semilla desde el mundo espiritual en Abraham, tuvo, como cualquier otra semilla, que desarrollarse más y más. Por consiguiente es fácil de imaginar, que todo lo que aparece en el mundo deba desarrollarse. Del mismo modo, este poder de considerar el mundo a través del cerebro físico tuvo que desarrollarse gradualmente a partir de la semilla. La evolución de esta facultad prosiguió a través de los tiempos, puesto que lo que se implantó en Abraham hubo que transmitirlo a las generaciones siguientes. Pero de un modo algo diferente de como se hacía antes cuando las personas mayores le transmitían una misión a las personas jóvenes. Porque las otras misiones aún no estaban vinculadas a un cuerpo físico, en especial las grandes misiones no estaban atadas al cerebro físico. Tomemos a Zarathustra. Lo que daba a sus discípulos era una visión clarividente superior a la que las otras personas tenían. Esta no estaba vinculada a un instrumento físico; esta era transmitida de maestro a alumno, el alumno a su vez se convertía en maestro, quién de nuevo se lo explicaba a sus alumnos, y así sucesivamente. Ahora, en cambio, ya no se trataba de enseñar un método de percepción clarividente, sino de algo vinculado al instrumento del cerebro físico. Algo de esta naturaleza solo puede implantarse en tiempos posteriores por medio de la herencia física. Por lo tanto, la misión que se le encomendó a Abraham dependía de que se heredara físicamente de una generación a otra. Eso significa que la perfecta disposición del cerebro físico, debía ser heredada por los descendientes de Abraham, generación tras generación. Ya que su misión consistía en que el cerebro físico se volviera cada vez más perfecto, eso tuvo que transmitirse de generación en generación.
La misión de Abraham pues, era algo que tenía que ver con la procreación, a fin de que en el curso de la evolución física fuese cada vez más perfecto. Pero esta contribución que el antiguo pueblo hebreo tenían que realizar, llevaba implícito algo más. Esto lo entenderemos si consideramos lo siguiente. Si consideramos a los pueblos de otras civilizaciones, con su antigua clarividencia crepuscular, debemos decir: ¿Cómo recibían lo que para ellos era más importante? ¿Lo que veneraban más que nada en el mundo? Lo recibían de tal manera que brillaba en su ser interior como Inspiración, brillaba en plenitud interior. No era necesario investigar tanto como hoy. Hoy el hombre adquiere su ciencia investigando externamente, experimentando, combinando hechos externos, así es como extrae sus leyes. Lo que los antiguos buscaban saber, no lo experimentaban de esta manera, porque les llegaba como inspiración. Lo recibían en el ser interior. El alma tenía que dar a luz internamente. Tenían que desviar la mirada del mundo exterior si querían dejar que las verdades más elevadas le fueran inspiradas. Esto ahora se había vuelto diferente en las personas que recibieron su misión del padre Abraham. Él hizo que los hombres llegaran a tener exactamente aquello que se puede obtener mediante la observación externa y mediante la combinación. Si entonces un miembro de las otras civilizaciones, que se habían erigido basándose sobre la antigua clarividencia, hubiese alzado la mirada hacia lo alto, habría dicho: estoy agradecido con el Dios que se me revela en mi interior. Cuando aparto la mirada del exterior y sin mirar hacia afuera, dejo que brillen las inspiraciones de la Divinidad, Dios se me hace presente en el espíritu. Sin embargo, los pueblos descendientes de Abraham tuvieron que decir: Renunciaré a las inspiraciones que simplemente me vienen de adentro. Me prepararé para volver mi mirada hacia el mundo que me rodea. Observaré lo que se me revela en el aire y en el agua, en la montaña y en la llanura, en el mundo estrellado, allá dirigiré mi mirada, y después podré razonar sobre cómo están dispuestas unas cosas con otras. Combinaré las cosas de fuera entre sí y veré cómo puedo hacerme una idea general. Y cuando comprenda lo que veo en el mundo exterior con un pensamiento que lo abarque todo, incorporándolo en un solo pensamiento, todo lo que el mundo exterior me dice, entonces lo llamaré Jahvé o Jehová. Lo más elevado lo recibiré a través de una revelación del exterior, a través de una revelación que habla por medio del mundo exterior. Esa fue la misión del pueblo de Abraham: la de dar a la humanidad como revelación, lo que tomaba del exterior, en contraste con lo que los otros pueblos tenían que dar. Por lo tanto, este instrumento de la vida espiritual tenía que ser heredado para que en sus formaciones internas se correspondiera con las revelaciones del exterior, tal como antes los poderes del alma internos debían corresponderse con las revelaciones del interior.
Ahora preguntémonos: ¿Qué pasaba, cuando los antiguos clarividentes recibían desde su interior las revelaciones? Ellos retiraban la mirada de afuera, porque lo que se les revelaba en el mundo externo no les decía nada sobre el mundo espiritual. Incluso apartaban la mirada del sol y las estrellas, ya que únicamente escuchaban su propio interior, y de ese modo le eran reveladas las grandes inspiraciones sobre los secretos del mundo. De ahí, que aparecieron las percepciones sobre la estructura del mundo. Y lo que estos miembros de las civilizaciones antiguas sabían sobre las estrellas y sus movimientos, sobre las leyes del mundo estrellado, sobre los mundos espirituales, no lo habían adquirido mediante la observación externa. Sabían algo de Marte, Saturno, etc., porque la naturaleza de estas estrellas se revelaba en su ser interior. En consecuencia, fueron las leyes de todo el cosmos, que estaban inscritas, por así decirlo, en las estrellas, las que al mismo tiempo estaban inscritas en las almas de estas personas. Les eran reveladas a través de la inspiración. Así como las leyes del mundo que rigen las multitudes de estrellas se revelaban en el alma, así las leyes externas que rigen el mundo tendrían que ser reveladas al pueblo de abraham a través de una combinación externa. Para hacer esto, la herencia tenía que ser guiada de tal manera que le diera al cerebro las propiedades a través de las cuales podía ver la combinación correcta.
En las semillas que se implantaron en Abraham, fue transmitida esa maravillosa conformidad con las leyes, para que pudieran desarrollarse a lo largo de generaciones, de modo que su desarrollo fuera equiparable con las grandes leyes mundiales. Tenían que heredar un cerebro cuyos poderes internos y su configuración, debían desarrollarse conforme a las leyes numéricas de las estrellas, allá afuera en el cosmos. Por lo tanto, Jahve le dijo a Abraham: Verás el surgir de tus descendientes por generaciones, que en su orden estarán dispuestas como el número de las estrellas en los cielos. Así como las estrellas en el cielo están dispuestas en armoniosas relaciones numéricas, las generaciones también estarán dispuestas en armoniosas relaciones numéricas. Eso significa que estas generaciones deberían regirse por sus propias leyes, las mismas leyes que las estrellas en los cielos. Allí tenemos doce constelaciones. Un reflejo de eso tuvo que aparecer en las doce tribus, dado que descienden de Abraham, para que las facultades correspondientes, que fueron implantadas como simiente en Abraham, pudieran ser transmitidas de generación en generación. Y así, en toda la estructura orgánica de este pueblo que se desarrolla de edad en edad, se creó un reflejo del número y la medida en los cielos. Una traducción de la Biblia reprodujo esto diciendo: Tus descendientes serán tan numerosos como las estrellas en el cielo ... Cuando en verdad, el pasaje debe decir: Tus descendientes se dispondrán regularmente en relaciones de sangre, para que su disposición sea un reflejo de las leyes de las estrellas en los cielos. ¡Oh, la Biblia es profunda! Pero lo que hoy se ofrece como Biblia está coloreado por la visión moderna del mundo. Allí se dice, "Tus descendientes serán tan numerosos como las estrellas en el cielo", mientras que en verdad debería decir: Todo será tan regular en tu descendencia que, por ejemplo, te sucederán doce tribus, que corresponden a las doce constelaciones del cielo.
Y así, tuvieron que parecer las características individuales que en todo momento expresaban la misión del pueblo de abraham: "Lo que constituye mi misión, lo recibo como un regalo del exterior, (no como algo que brilla en lo más intimo)". "Lo que he de traer al mundo, me es dado desde afuera". En la Biblia, se expresa maravillosamente que la misión de Abraham es algo que se le da desde afuera, en contraste con las antigas revelaciones que se daban desde adentro. ¿Cuál tenía que ser la misión de Abraham? La misión de Abraham tenía que ser la de proporcionar a Cristo Jesús, la sangre y lo que fluye a través de ella. Esa fue la misión de Abraham. Toda la espiritualidad de cierta corriente tuvo que ser puesta allí. Eso tenía que actuar como si viniera de afuera, un regalo de afuera. Abraham tuvo que darle al mundo el regalo del antiguo pueblo hebreo. Esa fue su misión. Si la propia naturaleza de su misión consiste en eso, entonces el propio pueblo, que es la misión de Abraham, el propio pueblo debe ser un regalo del exterior, debe ser dado por él como un regalo. Abraham tuvo un hijo, Isaac, al cual debía dar como ofrenda, tal como se relata en la Biblia. Y cuando se disponía a sacrificarlo, Jahve le devolvió este hijo nuevamente. ¿Qué le dando está? A partir de Isaac se originó todo el pueblo. Si Isaac hubiera sido sacrificado, no habría existido el pueblo hebreo. Así pues, ese fue el regalo, todo el pueblo hebreo. En el sacrificio de Isaac se expresa maravillosamente este carácter de don. El pueblo mismo es la misión de Abraham; y con Isaac, recibe a todo el pueblo hebreo de Jahve como un regalo.
Así de profundas son las descripciones de la Biblia, y todas ellas corresponden en detalle al carácter interno en la evolución progresiva de la humanidad. Este antiguo pueblo hebreo tuvo que renunciar poco a poco a la antigua clarividencia, que estaba contenida en las otras civilizaciones. Esta antigua clarividencia estaba ligada a las facultades surgidas del mundo espiritual. A estas facultades clarividentes, de conformidad con su naturaleza, se las designaba mediante expresiones derivadas de las constelaciones de estrellas. La última facultad que tuvieron que abandonar, para que el antiguo pueblo hebreo fuera conferido a Abraham, fue la relacionada con el signo de la constelación del Carnero (aries). Es por eso que se sacrifica un carnero en lugar de Isaac. Esa es la expresión externa que se utiliza para simbolizar el sacrificio del último poder clarividente para que el antiguo pueblo hebreo pudiera ser conferido a Abraham. Este pueblo, por tanto, fue elegido para desarrollar solo aquellos poderes que dependen de la observación del mundo exterior. Pero los vestigios atávicos de tiempos precedentes aparecen en todos, por tal motivo una y otra vez el antiguo pueblo hebreo se vio obligado a excluir lo que no estaba puramente en la sangre. Para no transmitir estas facultades externas, que aún recordaban a la antigua clarividencia, siempre tenía que eliminar lo que venía de otros pueblos como una herencia.
Ahora estamos tocando un capítulo que es difícil de describir hoy porque contiene una verdad lo más distante posible del pensamiento actual; pero es una verdad, después de todo, y uno puede afirmar que aquellos que han trabajado en nuestras ramas durante mucho tiempo también pueden tolerar verdades que son algo esquivas del pensamiento habitual de hoy.
Debemos tener claro que en la antigüedad, ciertas clases de seres humanos siguieron manteniendo las antiguas facultades en épocas posteriores, especialmente en lo que se refiere al conocimiento, habían poseído una vez en el alma los antiguos poderes clarividentes. El hombre estaba más unido con los seres espirituales; manifestaban su presencia en él. Eso se veía reflejado en ciertas personas, que representaban algo así como ciertas facultades en declive de una humanidad más antigua, manteniendo aquella relación con el mundo espiritual exterior, en una forma inferior. Mientras que las personas realmente clarividentes estaban más vinculadas con todo el universo a través de la intuición espiritual y la inspiración, los seres humanos que estaban en decadencia, eran tipos humanos inferiores, que en su decadencia desarrollaron su antigua conexión con el mundo circundante. No eran independientes; la naturaleza del yo o Ego, no se había afirmado en ellos, y tampoco, las antiguas facultades clarividentes estaban al nivel apropiado. Tales seres humanos aparecían constantemente, y en ellos se evidenciaba la conexión entre ciertos órganos humanos físicos, y los antiguos llamados órganos clarividentes. Y ahora viene esa verdad que debe sonar tan extraña. Lo que suele llamarse la antigua clarividencia, aquella iluminación en lo más profundo, de los secretos del mundo, debía abrirse paso por un camino u otro hacia el alma. Lo que brillaba en el hombre debía fluir; eso significa que tenemos que concebir que en las personas tenían lugar unas corriente de "influjos". El antiguo ser humano no percibía este fluir de corrientes, pero cuando tenían lugar y brillaban en él, las percibía como sus antiguas inspiraciones. De manera que desde su entorno fluían hacia el hombre ciertas corrientes. Estas, una vez en él se transformaban. Estas corrientes de influjos, en la antigüedad eran corrientes puramente espirituales, eran, por ejemplo, para un clarividente perceptibles como corrientes etérico-astrales puras. Pero más tarde, estas corrientes espirituales puras se secaron, por así decirlo, condensándose en corrientes etérico-físicas. ¿Y entonces qué surgió? Así fue cómo surgió el cabello. El cabello es el resultado de aquellas antiguas corrientes. El cabello de hoy en un cuerpo humano era anteriormente una corriente espiritual en el hombre, que desde afuera se introducía en su ser interior. Nuestro cabello es una corriente etérico-astral seca. Y esas cosas solo se conservan, se podría decir, donde las antiguas verdades se han mantenido, puramente externas, por escrito, a través de la tradición. Por eso, en hebreo, la palabra CABELLO ( שיער ) y la palabra LUZ ( אור ) se designan con aproximadamente los mismos signos, porque se tenía conciencia de la relación entre la luz astral que fluye y el cabello; tal y como en los antiguos escritos hebreos, original y puramente en las propias palabras, están contenidas generalmente las verdades más grandes.
Por lo tanto puede decirse de la humanidad, que evoluciona progresivamente. Sin embargo, en aquellos seres humanos que mantenían las antiguas facultades en forma decadente, estas corrientes se transformaron, se secaron, por así decirlo, sin que aparecieran otras nuevas. Estaban ligados de una forma antigua, a lo nuevo, y al mismo tiempo no, porque estas corrientes se habían secado. Estas personas eran muy peludas, mientras que las que siguieron desarrollándose lo eran menos, porque aparecieron nuevos poderes que reemplazaron a los que se habían condensado como cabellos.
Únicamente con el paso del tiempo, la ciencia volverá a asumir estas significativas verdades que están contenidas en la Biblia. La Biblia es mucho más erudita que nuestra ciencia moderna, que aún está estancada en la etapa infantil resguardando su A.B.C. Lean sino, la historia de Esaú y Jacob. Jacob representa la superación de una etapa, pues ha desarrollado las facultades de la edad posterior, Esaú, por el contrario se ha quedado rezagado en una etapa anterior. Él es, por así decirlo, el simplón, comparado con Jacob. Cuando ambos hermanos se presentan ante su padre Isaac, -la madre había cubierto a Jacob con cabello falso-, de modo que Isaac confunde al hijo menor con Esaú. Con todo ello se nos quiere mostrar que los antiguos hebreos todavía arrastraban consigo como herencia de otras civilizaciones, algo de lo que tenían que desprenderse. Esaú es expulsado. Jacob reproduce lo que debería seguir existiendo como la combinación externa.
Y así como se expulsó a Esaú y con él quedó expulsado también lo que se había retenido en forma residual, de igual manera, los viejos poderes clarividentes, que se expresaban como un residuo atávico en lo que representa José, cuando es expulsado por sus hermanos, hacia Egipto. José Tenía sueños y podía interpretar el mundo a través de ellos; esa es la facultad que ya no tenía cabida en la misión del pueblo de abraham. Por eso es expulsado y debe marchar a Egipto.
Vemos pues, cómo en el antiguo pueblo hebreo, se desarrolla una corriente que se basa en la relación de sangre a lo largo de las generaciones, y a partir de la cual, paulatinamente se expulsan los vestigios que quedan. El antiguo pueblo hebreo tiene la tendencia peculiar propia, de modelar lo que se hereda a través de las generaciones, en un instrumento cada vez más perfecto, de modo que tras el paso de generaciones enteras, ese cuerpo pudiera evolucionar a partir de él, a fin de proporcionar el instrumento para el que se habrá de encarnar nuevamente. Si los antiguos hebreos no podían recibir revelaciones desde adentro, debían recibirlas desde afuera. Incluso lo que los otros pueblos recibían por inspiración directa, los antiguos hebreos tuvieron que recibirlo por medio de una revelación externa. Eso significa que los judíos tuvieron que ir a otra nación, dirigida por José, que tenía las viejas inspiraciones. Y mientras que José había sido iniciado en los misterios egipcios, ellos lograban por medios externos, lo que necesitaban saber sobre las características de los mundos espirituales. Incluso recibieron del exterior las leyes morales, no como algo que brillaba desde su interioridad. Esa fue la misión del antiguo pueblo hebreo. Luego, después de haber asimilado lo que tenían que absorber del exterior, se retiraron con una revelación adquirida externamente: regresaron nuevamente a su Palestina.
Y así, después de que este antiguo pueblo hebreo hubo pasado por todo esto, mostrando de generación en generación, cómo se desarrollaba gradualmente, hasta que finalmente el cuerpo en el que había de encarnarse Jesús pudiera nacer en este pueblo, y así la antigua corriente hebrea fluyese en el cristianismo.
¿Recuerdan lo que discutimos sobre el desarrollo de las capacidades en el ser humano individual? La vida del individuo se divide en períodos de siete años. El primer período se extiende desde el nacimiento hasta el cambio de dientes, a la edad de siete años, durante el cual el cuerpo físico simplemente desarrolla sus formas. Después tenemos el segundo período de siete años que va hasta pubertad, en el que el cuerpo etérico interviene en el crecimiento de esas formas, en el agrandamiento de las formas. Hasta la edad de siete años, las formas se hacen definidas, luego una vez definidas simplemente se agrandan, dejando que predominen esas tendencias en ellas. De los 14 a los 21 años, es especialmente predominante el cuerpo astral. Así que a partir del vigésimo primer año nace el verdadero "yo" del hombre y se vuelve independiente. Así, la vida del individuo sigue su curso en ciertos períodos, hasta el nacimiento del "Yo" humano o Ego. De modo similar, debían desarrollarse gradualmente las simientes o capacidades en esos pueblos que, como pueblos, tenían que proporcionar un cuerpo para un Ego o un "yo" más perfecto. En este caso, lo que aparece en el hombre en el transcurso de los años, se desarrolla aquí de tal manera que aparece en el transcurso de las generaciones. La siguiente generación debe desarrollar otras tendencias que la generación anterior. Todo no puede desarrollarse de una vez simplemente en una generación. Explicar por qué esto es así desde bases ocultas llevaría demasiado lejos, pero puede uno recordar un fenómeno bastante ordinario. Baste recordar que con la herencia, ciertas cualidades no se heredan de inmediato, sino que se saltan una generación y es el nieto quien se parece al abuelo en las cualidades heredadas. Así es en cuanto a la herencia de cualidades en las sucesivas generaciones del pueblo hebreo. Siempre hubo que saltarse una generación. Por eso, lo que en la persona individual corresponde a un período de edad, en las generaciones sucesivas corresponde a dos. Por lo tanto, podemos decir: este pueblo, a semejanza de un gran individuo, debe desarrollarse de generación en generación tanto, que lo que ocurre en el caso del individuo desde el nacimiento hasta el cambio de dientes, aquí se requieren 2 x 7 = 14 generaciones. Luego viene un segundo período, que a su vez comprende 2 x 7 generaciones. Que se corresponde con el período entre el cambio de dientes y la pubertad. Después, un tercer período, que también comprende 2 x 7 generaciones, y que se corresponde con la edad entre 14 y 21 años, en la que es especialmente predominante el cuerpo astral. A partir de entonces pudo nacer el "yo" o ego. El "Yo" o Ego pudo nacer en el pueblo hebreo después de 3 (2 x 7) = 3 x 14 generaciones. Quien quiera describirnos el cuerpo que se le dio como instrumento a Zarathustra, tuvo que mostrar cómo, aquella semilla que se le dio a Abraham, se desarrollaba a través de 3 (2 x 7) generaciones, de modo que después de 3 x 14 generaciones, el " Yo "podría nacer, del mismo modo que en el individuo, el" Yo "podría nacer en su triple corporalidad después de 3 x 7 años. El escritor del Evangelio de Mateo hace esto. Describe 3 X 14 generaciones, las generaciones de Abraham a David, las de David a la cautividad de Babilonia, y las de la cautividad de Babilonia hasta el nacimiento de Jesús.
Así, desde las profundidades del conocimiento, desde el Evangelio de Mateo, hemos señalado la misión del antiguo pueblo hebreo, cómo se iban desarrollando gradualmente las fuerzas que hicieron posible que el Ego o "Yo" más perfecto que había logrado ser Zarathustra, pudiese nacer en un cuerpo de este pueblo.
Y si ahora nos fijamos en cuál fue el destino que corrió este antiguo pueblo hebreo, encontraremos que cuando todo el pueblo sufrió el cautiverio, es comparable en el individuo, a cuando después de los catorce años, tiene lugar la preparación para la vida individual, cuando surge lo que se puede lograr en la vida, y lo que el hombre absorbe entre los 14 y los 21 años; las esperanzas de la juventud; el cautiverio fue el momento en que, por así decirlo, entró en consideración el cuerpo astral del antiguo pueblo hebreo, fue cuando le fue implantado aquello que durante las últimas catorce generaciones, lo impulsa. Por lo eso, los antiguos hebreos son conducidos al cautiverio de Babilonia, allá donde, 600 años antes de nuestra era, Zarathas o Nazarathos estaba en su encarnación, el cuál en aquél tiempo, era maestro de las escuelas secretas de los babilonios. Los líderes más prominentes de los antiguos hebreos entraron en contacto con el gran maestro de la antigüedad, con Zarathas. Allí se convirtió en su maestro, se unió a ellos, allí tomaron el gran impulso que hizo que en las últimas catorce generaciones este pueblo estaba preparado para el nacimiento de Jesús.
Luego, como saben los eventos continuaron. Y entonces vemos algo notable. Vemos una ley observada en la esfera espiritual por el escritor del Evangelio de Mateo, que será reconocida cada vez más como una ley significativa para toda la vida. Según esta ley, lo que haya sucedido antes se repetirá en una etapa superior. La ciencia moderna ya lo tiene en una forma algo distorsionada cuando declara, que lo que se ha experimentado a lo largo de largas épocas en una etapa inferior, se repetirá en breve en cada ser individual. El escritor del Evangelio de Mateo nos muestra esto de una manera magnífica. Lo muestra diciendo: El Ego de Zarathustra tuvo que encarnarse en un cuerpo que se había desarrollado gradualmente dentro del pueblo de abraham. Abraham era procedente de Ur en Caldea, -lugar de donde dio comienzo la civilización babilónica-, y emprendió su camino a través de Asia Menor hacia Palestina. Por medio de los sueños de José, sus descendientes fueron conducidos más al sur hacia Egipto, y después de haber recibido el Impulso egipcio, regresaron a Canaán. Ese es el destino de todo el pueblo. Primero, todo el pueblo es conducido a través de Canaán, hacia Egipto, y luego nuevamente a Canaán. Lo que sucedió así como el destino de un pueblo, ahora tenía que repetirse en breve. Allí, donde nace el Ego para el cuál se había preparado el vehículo, desde allí, desde Caldea, este Ego después de haberse desarrollado todo lo que estaba estableció en Abraham, nuevamente toma su punto de partida. En Caldea, Zaratustra fue el maestro secreto en su última encarnación, su espíritu estaba unido a Caldea. ¿Qué camino tomará el alma de Zarathustra, cuando tenga que encarnarse en Belén? Zarathustra había permanecido unido con aquellos que habían sido iniciados en las escuelas secretas caldeas, con los Magos. Ellos recordaban bien haber escuchado de su maestro que reaparecería, que esta alma que desde el principio fue designada como Zarathustra, -la estrella dorada-, tomaría su camino en un cierto momento hacia Belén. Y cuando llegó el momento, siguieron el camino que tomó esta alma, repitiendo el camino del antiguo pueblo hebreo. Así como Abraham siguió el camino hacia Canaán, de igual manera la estrella tomó ese mismo camino hacia Canaán -la estrella no es otra cosa que el alma de Zaratustra- y los tres Reyes Magos siguieron a la estrella Zarathustra, y él los condujo a ese lugar donde nació en ese cuerpo destinado para él del pueblo de abraham. Así como Zarathustra, el Ego de Zarathustra, fue guiado a lo largo de ese camino, repitiendo en espíritu, el mismo recorrido que había hecho Abraham hasta Palestina. Así también los antiguos hebreos tuvieron que buscar el camino a Egipto. Habían sido conducidos por medio de los sueños del anciano Joseph. Y ahora, aquél Ego que nació en el Jesus de Bethlehem, fue guiado, también a través de los sueños de un Joseph, (esposo de Maria) y llevado a Egipto, el mismo camino que el pueblo de abraham había seguido a través de los sueños del anciano Joseph (el de los doce hijos Jacob). Este Ego de Zarathustra, repite en espíritu, sufre todo el destino de los antiguos hebreos en el cuerpo de Jesús. Él va a Egipto, y luego nuevamente a Palestina. Aquí tenemos la repetición en espíritu que sufre el alma del Ego de Zarathustra. Y esa es una imagen del destino del antiguo pueblo hebreo.
En el Evangelio de Mateo, basado en el conocimiento de la ley, hemos descrito fielmente que lo que aparece en una etapa superior es una repetición de algo que ha estado presente previamente pero a un nivel inferior. Oh, cuán profundamente describen estos evangelios el evento que tuvo lugar al comienzo de nuestra era, es tan poderoso, que cuatro escritores han dicho: Cada uno de nosotros solo puede describir desde su punto de vista este gran evento. Cada uno de estos cuatro ha descrito el singular evento conforme a su propio poder limitado. Así como cuando retratamos un ser desde cuatro lados, solo retenemos una imagen, pero combinándose la imágenes mutuamente contradictorias conocemos el ser total, así también el escritor del Evangelio de Mateo describió lo que sabía sobre la ley del 3 (2 x 7 ), sobre la preparación del cuerpo para el gran Ego de Jesús a través de la misión del antiguo pueblo hebreo, de acuerdo con estos secretos, de los cuales era consciente solo a través de su iniciación. El escritor del Evangelio de Lucas ha descrito de acuerdo con la iniciación de la que era consciente, mediante el cual presentaba, de otra manera, cómo la corriente de Buda fluyó hacia el cristianismo, para poder fluir más allá. Y los otros escritores del evangelio han descrito a partir de las presuposiciones de otras iniciaciones. El evento que describen es tan grande, que debemos estar agradecidos por encontrarlo descrito desde cuatro lados, desde los aspectos de cuatro iniciaciones.

Hoy solo hemos podido indicar la afluencia de la corriente de Zarathustra, y la contribución de los antiguos hebreos. La próxima vez expondremos algo más, que se ha transmitido como una contribución para fluir más en el cristianismo en una etapa recién surgida. Hoy solo se han mencionado algunos detalles del espíritu del origen del cristianismo, para mostrar cómo crece nuestro conocimiento del mundo, nuestro conocimiento del hombre, si seguimos el evento más grande de la humanidad. Se debe despertar una idea de cuán profundo se debe tomar este evento y cuán profundos son los evangelios, cuando realmente entendemos cómo leerlos.

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919