GA067 Berlín 20 de abril de 1918 EL LIBRE ALBEDRÍO Y LA INMORTALIDAD


El libre albedrío y la inmortalidad.




Berlín 20 de abril de 1918


De todos los problemas relacionados con la vida del alma y a los cuales cada ser humano debe enfrentarse constantemente, los relacionados con el libre albedrío y la inmortalidad, figuran entre los más importantes. La conferencia de hoy la he planificado para que estas dos cuestiones puedan discutirse conjuntamente. No he unido estos dos problemas fundamentales de la vida del alma humana de manera arbitraria, sino que espero poder mostrar cuán íntimamente unidos están y lo difícil que resulta hacer un estudio exhaustivo del uno sin el otro.
Cualquiera que se enfrente con estos dos problemas y tenga alguna idea de cómo nos preocupan en la historia humana y espiritual, se dará cuenta inmediatamente de dos hechos. Además de abordar estos problemas a través de la fe, sobre la cual no pretendo hacer aquí ningún comentario ni positivo ni negativo, las personas han tratado de enfrentarse a ellos simplemente basándose en la forma de pensar, científica y filosófica. Basándose enteramente en esos aspectos, se han hecho intentos por obtener el conocimiento más astuto, penetrante y profundo sobre ambos problemas. Cualquiera que los aborde no puede dejar de notar cómo han disputado y actuado de maneras bastante contradictorias, por parte de científicos individuales, cuando se trata del libre albedrío y de la inmortalidad.
Debe haber alguna razón por la cual a la humanidad le resulta tan difícil llegar a ninguna parte, en cuestiones que tocan tan de cerca los empeños del alma humana y que surgen de sus necesidades más profundas. El alma humana se dice incesantemente que dentro del ser humano hay algo oculto que continúa existiendo más allá del nacimiento y de la muerte, y que debería poderse investigar científicamente. También se dice a sí misma que debe haber algo que sirve de detonante para la acción humana, algo que llamamos libre decisión, que no está a merced de una necesidad natural como lo está una piedra cuando cae. Pero cuando el alma intenta investigar las cosas que son tan importantes para ella, sobre la base de su pensar, puede proponérselo con la mayor esperanza de lograr algo, pero pronto otras consideraciones muestran que es posible decir lo mismo tanto en contra como a favor.
El enfoque que durante muchos años he representado en estas conferencias, busca aclarar estas cuestiones desde su propio punto de vista y cree reconocer no solo el camino que debe seguirse para llegar a un concepto humanamente satisfactorio de ambos problemas, sino que cree reconocer también por qué hay tanta naturaleza contradictoria e insatisfactoria en otros enfoques de los problemas. Como es habitual en estas conferencias impartidas desde el punto de vista de la ciencia espiritual, al tratar con tales problemas, estoy obligado a emprender un curso bastante diferente del que emprende la ciencia ordinaria. La ciencia estudia los hechos, se pronuncia sobre sus hallazgos y luego llega a sus conclusiones basándose en dichos hallazgos. El científico espiritual normalmente tiene que proceder de manera diferente, especialmente cuando se trata de temas como los de hoy.
El científico espiritual primero debe proporcionar una idea de cómo llega a sus resultados. Tiene que describir constantemente el camino por el cual se le revela la fuente de sus hallazgos. Naturalmente, se trata de cosas que no pueden alcanzarse mediante los sentidos ordinarios, y que se escapan de los procesos habituales de conocimiento. Por lo tanto, tiene que dar una idea del camino por el cual llega a un punto donde sus hallazgos aparecen expuestos ante el ojo espiritual.
Cuestiones como las que tenemos hoy ante nosotros son de particular interés para el ser humano mismo, porque son predominantemente cuestiones de auto conocimiento humano.
Es enteramente posible decir, (como ya lo he hecho muchas veces aquí), que la ciencia espiritual es por demás, una admiradora del magnífico y tremendo progreso del que la humanidad disfruta gracias al trabajo científico de los últimos tiempos. Pero precisamente porque sabe cómo valorar los hallazgos de las ciencias naturales, (en la medida en que pueden valorarse), sabe también hasta dónde pueden llegar estos métodos científicos y dónde no pueden obtener información.
Tenemos que admitir que para las cuestiones que estamos considerando hoy, cuestiones que conciernen sobre todo al auto conocimiento humano, el trabajo magnífico y admirable del pensar científico y particularmente su método de pensar son más un obstáculo que una ayuda. Por lo tanto, a modo de introducción, déjenme darles un ejemplo.
Los científicos serios y bien intencionados han dirigido constantemente su forma particular de pensar a lo que sucede dentro del propio ser humano, a lo que surge en su vida anímica. Pondremos un ejemplo para mostrar cómo el científico está obligado a desviarse del camino que le llevaría a la solución, no porque cometa ningún error, sino por el método que emplea. Un buen científico, Waldstein, ha publicado entre sus trabajos, (que en parte son muy buenos y que tratan sobre el área fronteriza que comprenden el sistema nervioso y el alma), una disertación sobre el ego inconsciente. Menciona todo tipo de cosas que suceden en el alma humana, y que son importantes para el alma pero de las cuales nuestra conciencia ordinaria no es consciente. Dice, por ejemplo, (y cualquiera puede pensar en cientos de miles de ejemplos parecidos), supongamos que estoy frente al escaparate de una librería mirándolo. Mi atención se centra en la más variada colección de libros. Es una librería científica. Allí no hay más que libros serios. Debido a mi profesión, me llama la atención un libro en particular: Sobre los moluscos. - Y en el momento en que veo este libro, Sobre los moluscos, no puedo evitar comenzar a reír calladamente.  Si bien, después de todo, soy un científico serio y no hay una razón aparente por la que deba comenzar a reír por el hecho de haber visto este libro, Sobre los moluscos. ¿Qué me empuja pues, a reír al ver el título de un libro sobre moluscos? Cierro los ojos para tratar de descubrir qué es lo que me ha hecho reír. ¡Y he aquí! que ahora que mis ojos ya no se centran en el libro, puedo escuchar débilmente en la distancia en medio de muchos otros ruidos y apenas audible, ya que está muy lejos, el sonido de un organillo, y este organillo está tocando la misma melodía con la que aprendí a bailar décadas antes cuando era muy joven. En ese preciso instante trataba de memorizar los pasos de aquella melodía. En aquél entonces no le prestaba mucha atención a la melodía, porque estaba muy ocupado, primero, aprendiendo los pasos y luego prestando atención a mi compañera de la manera adecuada. Incluso entonces, en tales momentos, solo notaba la melodía en un estado medio adormecido. Pero ahora, aunque no me había vuelto a preocupar de esta canción desde entonces, en el momento en que vi el libro sobre moluscos, sonó esta canción en la distancia, y tuve que reírme calladamente. Si no hubiera cerrado los ojos, (porque cuando miraba el libro no me había dado cuenta que estaba sonando un organillo, simplemente sonaba en mi oído sin ser notado), no habría descubierto por qué me reí al ver el libro. Esto me muestra cuán notables son las cosas que suceden dentro de nosotros, que se mueven y actúan en el subconsciente, y cómo esta naturaleza subconsciente sigue su camino en el ser humano.
Describe un gran número de tales ejemplos, y otros similares que han sido citados por otros. Pero al seguir tales disertaciones aprendidas, se da uno rápidamente cuenta de que, aunque las personas saben con certeza que están tratando con algo que pertenece al conocimiento de algo que actúa y vive en el ser humano, su pensar científico no puede lograr nada que le lleve hacia un avance de conocimiento real de eso que vive en el hombre como su verdadero ser. Para eso tenemos que avanzar una etapa más. Y esto es con lo primero que debo tratar: el camino que nos lleva al auto conocimiento. Pero, antes que nada, quiero plantear las dos cuestiones ante ustedes para que puedan ver cómo deben abordarse para sentirlas y entenderlas con absoluta claridad.
Para elegir por dónde empezar, no debemos tomar las impresiones sensoriales como las del organillo, apenas perceptibles en el ser humano, porque así solo llegaríamos a lo que afecta al ser, y no a lo que hay detrás de él. Para situar la cuestión en su justa posición, tenemos que ignorar este movimiento continuo en el que todo tipo de cosas como el sonido del organillo, se incorporan, recurriendo a algo que tenga una relación diferente con la vida humana. En nuestra vida anímica hay un movimiento continuo de imágenes mentales obtenidas por medio de nuestra forma normal de percepción, además de sentimientos e impulsos de la voluntad, todo ello juega un papel cuando escuchamos algo como un organillo. Pero básicamente, toda nuestra vida anímica cotidiana es más o menos similar al caso del organillo. Es cierto que somos plenamente conscientes de al menos parte de lo que vive en nuestra conciencia ordinaria, pero también hay una cantidad inconmensurable, cuya procedencia desconocemos. La ciencia busca con razón en el cuerpo físico, (la parte de nosotros que fallece con la muerte) las causas de lo que juega de esta manera en nuestra vida anímica. Estamos completamente ocupados con esta interacción de nuestras imágenes mentales. Pero hay una cosa en la que tenemos que admitir que tiene un carácter bastante diferente de este movimiento continuo de nuestros sentimientos y sensaciones. Tal cosa es la comprensión, algo que implica un cierto poder de juicio, ya que no dejamos simplemente que nuestras imágenes mentales vayan y vengan a su antojo. Por el contrario, tenemos que sopesarlas diciendo: algunas ideas e imágenes son correctas, otras son erróneas. Comenzamos a desarrollar la lógica en nuestro pensar, una lógica que nos permita mantener una relación correcta con la realidad. Cuando decimos que algo está bien o mal. ¿Es dicha interacción de nuestras imágenes mentales la que formula el juicio? No, no puede ser la interacción normal, las que hacen parecer como correctas e incorrectas las ideas o imágenes. Todo depende pues, de nuestra capacidad de juzgar en conformidad con algo que rechaza las ideas equivocadas y acepta las ideas correctas, ideas que, tanto unas como otras surgen de necesidades corporales. Por lo tanto, en nuestra vida anímica actúa algo de una naturaleza muy diferente de lo que se puede encontrar mediante la auto observación científica normal. Por eso el enfoque filosófico constantemente se ha centrado en ese punto.
Siempre que se ha tratado de salvar al ser humano de ser simplemente el resultado de sus funciones físicas, siempre se ha señalado ese factor que actúa en la vida anímica y que no puede proceder del cuerpo. Tanto sea lo correcto, como a veces lo incorrecto; ambos aparecen de la misma manera. Pero justamente en ese punto es donde podemos ver que este tipo de enfoque no puede llevarnos a una conclusión, que de esa manera es realmente imposible descubrir algo. Porque no vamos más allá de establecer los hechos, mientras que las causas fundamentales y la naturaleza real se buscan en vano.
Por otro lado, está el hecho de que, entre todas las otras cosas que tienen lugar en nuestra vida anímica, también podemos decidir si hacer o no hacer una acción concreta, decidir hacerla o dejarla sin hacer. Pero esto entra en contradicción con cualquier tipo de observación científica. Porque esa acción solo puede tener lugar basándose en nuestra naturaleza corporal, nuestra naturaleza humana, y eso significa que tenemos que buscar esa base en nuestra naturaleza humana de conformidad con las leyes que actúan según la necesidad. La libertad humana no interfiere en ello. Hay que partir de esos dos puntos, ese es el otro límite.
Hace veinticinco años, en mi libro Filosofía de la actividad espiritual, intenté establecer estos dos límites o fronteras como mi propio punto de partida, desde el cual, y basándome meramente en la observación, busqué establecer qué es lo que vive en el alma humana, qué sucede realmente en esa alma cuando al realizar una acción esa persona siente que está empleando su libertad.
En aquél tiempo lo dispuse de manera que quedara dentro de consideraciones puramente filosóficas. Hoy trataré de ofrecer una solución, en la medida de lo humanamente posible, basada en los hallazgos de la ciencia espiritual. Sin embargo, para hacer eso, es necesario abordar los dos puntos que acabo de describir como los puntos limítrofes del genuino auto conocimiento, de manera que solo la ciencia espiritual pueda abordarlos.
Una de las cosas características de la ciencia espiritual es que no dejamos que el alma investigue en su estado cotidiano. Eso lo hace nuestra conciencia ordinaria, como también lo hace la ciencia, pero en la ciencia espiritual llevamos el alma más allá del punto que alcanza si simplemente se deja a su propio desarrollo natural. Nosotros mismos debemos tomar las riendas del alma, y hacer que se convierta en algo diferente. Para que que pueda ver y percibir algo diferente de lo que se puede percibir con los medios que se emplean para el conocimiento ordinario. Tiene, si se me permite indicar esto, desde buen principio que ser capaz de captar con su ojo espiritual el espíritu que vive en el hombre.
La mayoría de personas sostienen, (o eso es lo que dicen), que este es un tema puramente de creencias, pero en realidad, simplemente es que no desean hacer ningún esfuerzo por considerar cosas tales como el espíritu humano. El método y la práctica reales del científico espiritual demuestran que no se trata solo de una mera creencia adquirida, sino de un conocimiento tan cierto en el ámbito espiritual como lo es el conocimiento científico en el ámbito natural. Debemos, por supuesto, tener bastante claro que al realizar ciertos ejercicios y funciones, el alma tiene que alcanzar una constitución bastante diferente de la que tiene en la vida normal y mediante la ciencia ordinaria. Tiene que adquirir un tipo de percepción diferente. En mis escritos, donde se puede encontrar información más detallada sobre estos asuntos, he denominado como conocimiento imaginativo, a esa primera etapa que el alma alcanza al investigar el mundo espiritual.
¿Cómo adquirimos ese conocimiento imaginativo? Aplicando principalmente nuestro pensar, nuestras mentes en una dirección diferente de la habitual en la vida cotidiana. Siguiendo con el ejemplo ya citado, debemos intentar introducir algo en nuestro pensar que esté lo más alejado posible del efecto que causaba el organillo. Por medio del cual entraban en la vida anímica una cantidad desconocida de efectos, que ni siquiera eran notados. Precisamente debe producirse todo lo contrario si deseamos entrenar nuestras almas, para prepararlas para la investigación espiritual. En nuestra alma no debe entrar nada a menos que la propia alma así lo admita. Esto solo se puede hacer si conseguimos, (naturalmente solo con el propósito de nuestras investigaciones), eliminar el pasado que hemos vivido y el futuro que esperamos, y nos concentramos en nuestras almas únicamente en el presente, en la medida de lo posible en una imagen mental comprensible, una imagen mental que hayamos preparado nosotros mismos para que sepamos lo que contiene. Y esto lo hemos de hacer una y otra vez.
Lo característico de esto es que dicha actividad debería desligarse por completo de cualquier tipo de ensoñación en el alma. Nadie puede convertirse correctamente en un científico espiritual, si es aficionado a dejarse llevar por la auto complacencia y los sueños. Nadie que voluntariamente se entregue místicamente a algo indefinido, de una manera falsa, puede convertirse en un científico espiritual. Porque tal complacencia no conduce a la ciencia espiritual. Solo podemos reconducir la ciencia espiritual si experimentamos algo en nuestras almas que nosotros mismos hayamos puesto allí con cada esfuerzo plausible de nuestra propia conciencia, y después nos entreguemos a ello concentrándonos constantemente en él. En mis escritos he llamado a esto meditar, y con esto me refiero a meditar en el sentido apropiado de que nos dirigimos hacia nuestra propia conciencia, hacia nuestra propia actividad anímica.
Hay otro punto que me gustaría mencionar. Dicha meditación no solo debe estar muy alejada de cualquier tipo de estado de sueño o misticismo falso, sino que también debe estar alejada de todo lo que sean condiciones hipnóticas y sugestiones en el alma. Mirar fijamente objetos brillantes, por ejemplo, por medio de los cuales los hipnotizadores inducen el estado hipnótico es lo opuesto a la primera condición de un entrenamiento espiritualmente científico. Todos los diversos tipos de ejercicios que embotan la conciencia son lo opuesto al entrenamiento espiritualmente científico.
Lo que pretendemos es evocar en el centro de nuestra vida anímica, con plena conciencia, ideas, sentimientos e impulsos de la voluntad, de los cuales tengamos una imagen clara, para que estemos tan despejados como lo estamos cuando usamos todos los poderes de nuestro pensar. De hecho, este pensar absolutamente despejado, llevado a cabo con plena conciencia, debe ser nuestro ejemplo y patrón. Sin embargo, debemos tener cuidado de no quedarnos en eso solo, ya que entonces no lograremos nada, pero eso debería servirnos de patrón para toda la actividad que el alma realiza en los ejercicios dirigidos a encontrar el camino hacia el mundo espiritual.
Tal vez pueda llevarnos años intentarlo, pero a medida que pasan los años nos servirán de mucho, ya que el hecho de que envejezcamos mientras hacemos los ejercicios, es de gran ayuda para posibilitar que algo suceda. Tratar constantemente de concentrar nuestra vida anímica en nuestras imágenes mentales auto dirigidas mediante la meditación, dan como resultado el desarrollo de nuestra vida imaginativa. Esto significa que ya no solo necesitamos usar representaciones e imágenes mentales que nosotros mismos hayamos elaborado, sino que tales representaciones, tales imaginaciones, aparecen como entidades objetivas en el alma, y en efecto, podemos vivir en tales imaginaciones. Solo cuando nos hemos preparado tal como he descrito, estas imaginaciones ya no surgen del cuerpo, sino del alma.
Nos hacemos además conscientes de seguir gradualmente una necesidad interna. Al vivenciar este mundo de imágenes, que es el mundo imaginativo que primero experimentamos, vamos gradualmente dejando de creer que podemos organizar las imágenes a nuestro antojo, sino que estamos obligados a ciertas leyes, tal como lo estamos a las leyes del mundo exterior.
Pueden ustedes poner una silla sobre la mesa; que se quedará ahí. Pero si pretenden dejarla suspendida en el aire, se caerá. Si al mirar el mundo exterior quieren seguir estando dentro de la realidad, estarán obligados a seguir ciertas leyes. A medida que vayan desarrollando su alma de manera correcta, gradualmente verán que están vinculados de modo similar a las leyes de su propio mundo interior, que son tan objetivas como, por ejemplo, la ley que hace que una silla solo pueda colocarse sobre alguna base de apoyo. Por una parte, sentimos que con nuestra conciencia somos parte del mundo en el que existen las imágenes; Por otra, nos sentimos ligados al orden subyacente que se puede comparar con el tipo de orden que existe en el mundo físico.
Debemos ser capaces de diferenciar cuidadosamente lo que experimentamos, en dos aspectos concretos. No debemos confundir esto último con lo que las personas experimentan bajo la influencia de visiones ordinarias, porque esas visiones ordinarias provienen del cuerpo. No son inducidas por nosotros mismos, ni tienen lugar en el alma. Las imaginaciones, en cambio, sí son procesos que tienen lugar en el alma. Quienes no hayan aprendido a diferenciar entre imaginaciones y visiones pueden, ciertamente, convertirse en visionarios que permiten que todo tipo de nubes vagas surjan de su cuerpo, pero nunca pueden convertirse en científicos espirituales. Simplemente no estamos presentes conscientemente cuando surgen visiones, y este es un punto muy importante. De hecho, es tan importante y real como las normas de precaución que adoptamos cuando buscamos métodos químicos, físicos y fisiológicos.
Me gustaría citar a un crítico del enfoque de la ciencia espiritual, que tiene una alta opinión de la sabiduría contenida en su propio libro. No deseo hablar de toda la basura que ha vertido sobre mi ciencia espiritual, pero citaré algo de un libro de este supuestamente erudito caballero. Dicho libro ha llamado considerablemente la atención y ya se ha editado una segunda edición después de un corto espacio de tiempo. El autor relata lo que a veces le sucede cuando da una conferencia. Por un tiempo habla de tal manera que piensa en todo lo que dice, pero a veces observa que ya no piensa, o al menos piensa en otra cosa, pero continúa hablando.
¡Bueno, ante todo, prometo no imponerles nunca a ustedes mis divagaciones, cuando haya dejado de pensar! Por otra parte hay que insistir que, quien crea que es posible acercarse a los misterios del alma actuando de esa manera, es ya de entrada, demasiado estúpido para poder comprender algo sobre los fundamentos de lo que es la verdadera ciencia espiritual. Ademas, es incluso demasiado estúpido para hacer declaraciones remotamente correctas sobre la ciencia espiritual. Con dicha afirmación, demuestra cuán lejos está de lo que se pretende aquí. Porque precisamente, lo más esencial es que la ciencia espiritual debe poner énfasis en que la conciencia debe estar presente donde sea que se busque lo espiritual. Todas las visiones y todo tipo de sueños no dirigidos, (aunque sean lo suficientemente impresionantes como para cautivar a un público sin pensar en los medios por los cuales está siendo cautivado), todo eso se sale de la cuestión, no solo cuando hablamos, sino también en relación con lo que sucede dentro de nosotros en nuestras almas, si estamos en la senda hacia el espíritu indicada por la ciencia espiritual.
La otra cosa que hay que diferenciar de lo que he llamado imaginación, es nuestra fantasía ordinaria. Nuestra vida imaginativa superior no es meramente un acto de nuestra fantasía, como tampoco lo es una experiencia mística visionaria o no dirigida. Con nuestra fantasía, ciertamente, las imágenes tienen una cierta ley y orden, solo que están organizadas internamente de una manera bastante libre. Con nuestra fantasía, no estamos tan atados al curso objetivo de las imágenes como a nuestra percepción ordinaria o en la vida de la imaginación, donde sabemos que la silla no puede estar suspendida en el aire.
Por lo tanto, si en nuestro entrenamiento interno del alma llegamos al punto de tener ante nosotros lo que no podemos tener en la vida cotidiana de nuestra conciencia ordinaria, estaremos experimentando no simplemente un mundo de imágenes surgidas del alma, cuyo origen el alma misma ha experimentado poco a poco. Sino que ahora experimentamos un mundo nuevo, un mundo de imágenes, un mundo que de otro modo no tendríamos a nuestro alrededor. Esta es la primera cosa por la que tiene que luchar quien desee penetrar en el mundo espiritual real.
Pero en este camino hacia la investigación espiritual, ocurre algo especialmente importante. Al visionario, este mundo de imágenes le satisface. Se dice que eso era lo que buscaba, también al soñador le satisface. En cambio a la persona que alcanza el conocimiento imaginativo, este mundo de imágenes no le satisface en absoluto. Lo considera solo como un medio para seguir adelante. Porque la experiencia de este mundo de imágenes viene acompañada de un fortalecimiento de nuestros medios de experiencia. Tenemos que hallar fuerzas internas bien diferentes en nuestra vida anímica si queremos conservar estas imágenes, o estar realmente presentes conscientemente cuando surjan. Estas fuerzas son bastante diferentes de las que debemos usar cuando surgen imágenes ordinarias, mientras hablamos de manera ordinaria o cuando escribimos. Ese fortalecimiento de nuestra conciencia es el factor importante, ya que de esta manera el alma se vuelve más fuerte de lo que es en la vida, o necesitaría ser. Con este mundo de imágenes, lo único que se gana es el fortalecimiento de nuestra vida anímica. Deberíamos decirnos a nosotros mismos: todo este mundo de imágenes es solo una preparación para el mundo espiritual.
Entonces, habiéndonos experimentado a nosotros mismos, (y eso lo digo intencionadamente), nos damos cuenta de que no hay realmente ningún mundo objetivo en estas imágenes, pero nos hacemos con los medios para penetrar dentro de ese mundo objetivo. En ese mundo de imágenes nos hacemos con, por así decirlo, un ojo y un oído espirituales, pero que aún no son transparentes. Es como si en el cuerpo físico aunque dispusieran de ojos, éstos no estuvieran hechos de una sustancia transparente semejante al vidrio, sino que estuvieran oscurecidos y opacos. Esta es la naturaleza de este mundo de imágenes dentro de nosotros, que es más probable que nos separe del mundo espiritual, pero que puede fortalecerse al proporcionar a nuestras almas los primeros medios disponibles para penetrar en el mundo espiritual. Tenemos que adquirir un poder adicional. Y este se adquiere sintiendo el poder que experimentamos en estas imágenes. Experimentándolas al máximo, adquirimos un segundo poder. Pueden encontrar información más detallada en mis libros.
El segundo poder consiste en hacer que las imágenes sean transparentes y transmisoras de sonido, eliminándolas seguidamente, para sentirnos simplemente en las imágenes, solo fortaleciendo nuestro ego, pero haciendo que todo el mundo de imágenes sea transparente. Hemos de estar en él, pero sin tener que verlo. Esta es una condición que el visionario rechaza a toda costa, ya que está inmensamente satisfecho de sentirse a sí mismo en las imágenes, de tener, como él cree, "todo el mundo espiritual" ante sí. No quiere que las imágenes sean transparentes. El científico espiritual utiliza lo que experimenta con las imágenes solo para fortalecer su ego que de ese modo se vuelve más fuerte que el ego ordinario y ahora puede mantenerse. Cuando el ego se mantiene a sí mismo, también mantiene el mundo de las imágenes por sí mismo, pero por medio de esta fuerza interior ya no dirige su mirada hacia la percepción del mundo de las imágenes. Esto último se supera, de modo que aunque vivimos en este mundo de imágenes, ya no lo percibimos y ya no lo vemos como algo que viene a nosotros como una realidad externa a nosotros.
Además de la práctica enérgica de los ejercicios que han hecho que la imaginación sea transparente, surge la segunda cosa necesaria para entrar en el mundo espiritual. Es lo que yo llamo conocimiento inspirado. Al usar esta palabra, le pediría que la tomen solo en el sentido que he explicado aquí, y que no la confundan con todo tipo de nociones supersticiosas. Es lo que aparece en el alma cuando esta última se ha fortalecido en el mundo de las imágenes y luego ha eliminado. El mundo de las imágenes se vuelve transparente, y el mundo espiritual objetivo externo, se da a conocer para el oído espiritual, y para la percepción espiritual. No es solo que entonces tengamos el yo fortalecido ante nosotros, porque ahora nuestra experiencia puede darnos la posibilidad de saber que hay un mundo espiritual a nuestro alrededor, lo mismo que con nuestros ojos y oídos físicos percibimos que hay un mundo físico a nuestro alrededor. De hecho, cualquiera que sea de la opinión de que no es necesaria una investigación adecuada para entrar en el mundo espiritual, o que hablar sobre el mundo espiritual no es mas que un montón de palabrería sin sentido, está muy equivocado. E igualmente equivocada está la persona que sostiene que el científico espiritual es una especie de visionario cuya tarea es fácil en comparación con el trabajo serio que se realiza en los descubrimientos realizados en el laboratorio o el observatorio. Por difícil que sea para nosotros adoptar los métodos de la ciencia ordinaria, es aún más difícil dominar toda la preparación necesaria para que el alma supere la etapa de la imaginación y entre en el mundo espiritual tal como lo he descrito. Hacer afirmaciones irresponsables sobre tales asuntos solo pueden provenir de quienes nunca se han molestado en tener una idea real de lo que es la ciencia espiritual.
Después de haber penetrado en el mundo espiritual, cuando éste se nos revela de una manera similar a como experimentamos en el mundo físico el color y el sonido, sucede algo que sentimos de manera notable. Al continuar aplicándonos a la inspiración, la seguimos experimentando y lo que sucede es lo que podríamos llamar lo contrario del irse a dormir. Es muy importante comprender esto. Sabemos que a través del conocimiento imaginativo e inspirativo hemos pasado por todas las condiciones que normalmente solo experimentamos cuando nos vamos a dormir. Esta liberación del cuerpo físico por lo que se refiere a la imaginación y la inspiración, es lo mismo que hace el cuerpo físico, al irse a dormir, que solo sigue sus propias leyes, que no tienen nada que ver con lo que sucede en el alma. Observen lo que sucede cuando nos vamos a dormir: nuestras percepciones normales se vuelven poco claras y se van hundiendo, al poco perdemos la consciencia. Esta disminución de nuestras percepciones físicas no se producen porque el cuerpo físico esté cansado, sino porque hay algo que sustituye nuestras percepciones, a saber, las imaginaciones. No es que desarrollemos una forma inferior de actividad anímica, sino una superior, que aún es más significativo en el caso de la inspiración.
Si proseguimos aún más en nuestro avance de la actividad anímica, es como si en mitad del sueño pudiéramos despertarnos y viéramos nuestros propios cuerpos separados de nuestras almas. Esta es una experiencia real. Vemos que cuando hemos experimentado la inspiración, estamos fuera de nuestros cuerpos. Sin embargo, sin perder la consciencia, (cosa que normalmente ocurre cuando dormimos) sino que nos vemos rodeados del mundo espiritual con plena consciencia. Entramos pues, en lo que se da a conocer en la inspiración, se entra en ella, llegando a conocer a sus seres y procesos, paso a paso. En mis escritos he llamado a esta tercera etapa del conocimiento espiritual, la intuición.
Penetramos en el mundo espiritual por medio de la imaginación, la inspiración y la intuición. Así es como nos sumergimos en el mundo espiritual mediante la transformación del alma. No se puede lograr con frases vacías ni conversaciones místicas sin sentido sobre abandonarse o dejarse fluir, sino solo con un trabajo realmente serio sobre el alma. Una vez alcanzada esta etapa, (que no tiene porque ser una etapa más elevada que nuestra vida ordinaria, sino solo con un tipo diferente de conocimiento), entonces tenemos una relación con el mundo exterior bastante diferente de la que tenemos si carecemos de este conocimiento.
Aunque es bien sabido por muchos de ustedes después de todas las conferencias que he dado aquí, sin embargo, me gustaría mencionar de pasada que un científico espiritual no es que sea un científico espiritual desde que se despierta hasta que se va a dormir, como ocurre por ejemplo con un químico, que es químico incluso aunque no esté en su laboratorio. Porque en los momentos en que el científico espiritual no está realmente inmerso en el mundo espiritual, es un ser humano ordinario como cualquier otra persona. Él vive naturalmente de conformidad con lo que el mundo exterior le exige. Es un gran error imaginar que el científico espiritual se vuelve una persona diferente. En el mundo exterior surgen muchos malentendidos, sobre diversos tipos de sociedades debido a que sus miembros constantemente sugieren que son un tipo superior de ser humano. Esto es bastante irresponsable y ciertamente no es lo que se pretende aquí. Lo que aquí se pretende es, que en ciertos estados de la vida entrenamos al alma para que penetre en el mundo espiritual, y que durante dichos estados, con esas condiciones mejoradas del alma, ésta se relacione con el mundo exterior de una forma diferente de la habitual, incluso con respecto a las más sutiles diferenciaciones en la vida.
Aunque pueda resultarles extraño, sin embargo, es cierto que significa mucho para aquellos que miran la vida de una manera unilateral, el que uno sea un materialista o un espiritualista, (espiritualista no en el sentido del espiritismo, sino de la filosofía alemana). Para un científico espiritual, realmente da igual que una persona sea materialista o espiritualista. Esa no es la cuestión. Porque el materialista que se acerca al mundo material exterior desde lo más profundo de su yo, por muy material que sea el fenómeno que investigue, procede desde la materia hacia el espíritu, porque el espíritu subyace en la raíz de toda la materia. Si ustedes parten desde la materia y no se detienen a mitad de camino, por muy rabiosamente materialistas que puedan ser, pero están dispuestos a aplicar su pensar a la investigación, entonces estarán en el camino correcto. Tampoco un espiritualista debe detenerse a la mitad, solamente porque hable eternamente acerca del espíritu, y tal vez incluso desprecie la materia. Lo importante no es hablar sobre el espíritu, sino encontrar el camino desde el espíritu hacia la materia, sumergirse uno mismo en la materia y llevar al espíritu consigo hacia ella. Es un hecho que los espiritualistas, que siempre hablan sobre el espíritu y no tienen idea de cómo aplicar este espíritu a nuestra vida más inmediata y útil, son quizás incluso más dañinos que los materialistas.
Que partamos desde la materia o desde el espíritu no es importante. Lo importante es que continuemos nuestras investigaciones hasta llegar a una conclusión. Aunque, en cierto sentido, esto no sucede en el caso de los métodos aplicados por la ciencia moderna. La fisiología y la biología modernas tratan casi exclusivamente el aspecto material, incluso cuando estudian al ser humano, aunque sus métodos, (es decir, su método de pensar, no los hechos que descubren), no pueden respaldar los verdaderos misterios de la evolución humana. Y para las cuestiones que ahora estamos considerando, es justo eso lo que importa.
Son ustedes muy conscientes de que la idea de la evolución es uno de los logros especiales de la ciencia moderna. Pero la evolución se ha convertido en una palabra bastante manoseada. Todo lo que es ciencia, incluido el ser humano, ha entrado en la órbita de la idea de la evolución, y esto ha llevado a descubrir mucho material útil y significativo. Sin embargo, a pesar de ello, la ciencia realmente solo ha descubierto la mitad de todo lo que se necesita para que el ser humano se nos haga comprensible. Porque el ser humano no se reduce solo a eso, ni tampoco puede ser entendido simplemente basándose en esa sencilla línea evolutiva.
El hombre es un ser complicado. Si vamos a aplicarle al ser humano la idea de evolución y profundizamos realmente en los verdaderos misterios de su naturaleza, debemos aplicarle la idea de evolución al organismo humano, ya que este último se presenta a nuestros sentidos cotidianos, de manera muy diferente a los enfoques algo simplificados intentados por la ciencia hasta ahora. Porque al tratar con el ser humano tenemos que diferenciar entre diferentes partes: la cabeza con los sentidos y el sistema nervioso (por simplicidad lo llamo el organismo de la cabeza), el organismo más central conectado con las regiones pectoral y abdominal, y el tercero, que consiste en lo que tiene lugar en la periferia del cuerpo humano (extremidades). Cualquiera que haya visto un esqueleto humano sabrá que lo que se expresa de manera tan diferente de los animales en la formación de las extremidades del hombre, sus brazos y manos, sus piernas y pies, no solo es diferente en su expresión externa, sino que esta diferenciación también continúa a un nivel más interno.
Todo lo que experimentamos externamente con respecto al ser humano es, en primera instancia, material. Llegamos a conocer los verdaderos misterios de esto cuando estamos en la posición de poder sumergirnos en esta manifestación material. Luego, al aplicar la idea de evolución sostenida por la ciencia moderna, encontramos que solo explica la mitad de las tres partes, la región del seno. El ser humano considerado desde el aspecto de su organismo principal no puede explicarse por esta idea de evolución. ¿Por qué debería ser esto? - Porque la cabeza del hombre no solo experimenta una evolución hacia adelante, sino que dentro de esta evolución hacia adelante también evoluciona en la dirección opuesta, una evolución regresiva. La cabeza, en lugar de acumularse, se reduce, quita algo del curso directo de la evolución, no se detiene cuando el ímpetu de la evolución llega a su fin, pero luego osifica más que el resto del organismo. Podemos ver en esta peculiar osificación de la cabeza una expresión externa trivial del hecho de que anatómicamente el cerebro está extrañamente indiferenciado, un hecho que los hallazgos de la ciencia moderna también señalan: la ciencia moderna y la ciencia del espíritu apuntan al mismo hecho. Mirando al ser humano como un organismo principal, no nos preocupa una línea recta de evolución, sino un desarrollo que en un momento avanza, luego se detiene y se vuelve regresivo.
Al familiarizarnos con la imaginación, la inspiración y la intuición, nuestra experiencia interna nos permite penetrar en la estructura del mundo material, más que aquellos que, por extraño que parezca, solo quieren experimentar siempre el espíritu. Esta experiencia del espíritu requiere que podamos penetrar en la esfera material. Entonces experimentamos lo que realmente son nuestras mentes, lo que realmente nos convierte en seres humanos. ¿Qué sucede en el inconsciente cuando nuestras mentes están activas? Ocurre algo muy extraño: al usar nuestras mentes, nuestras cabezas se vuelven hambrientas. La cabeza pierde sustancia. Cada idea que está impregnada por nuestro pensar es una condición parcial de hambre. Los ascetas, han elegido una vía incorrecta, tratando de dejar que todo el cuerpo se muera de hambre para evocar ciertas ideas. Eso es un error. De hecho, lo correcto es que se produzca simplemente un cierto equilibrio poco estable. En nuestro organismo solo tenemos un equilibrio adecuado y estamos bien alimentados en lo que respecta a la parte media de nuestro organismo, pero en cuanto a nuestra cabeza, solo se equilibra mientras dormimos. Todo el tiempo que estemos despiertos, la cabeza debe sufrir desnutrición. Esta es la evolución regresiva. Se aparta de la evolución derivada de la reducción de sustancias.
Y he aquí, donde nos encontramos con algo que es tremendamente importante, que proporciona al científico el puente del conocimiento natural.
Preguntamos: ¿Cómo funcionan nuestras mentes? ¿Se debe a un tipo de evolución en germen que avanza? No, se debe a que la evolución se vuelve regresiva, justo ahí es donde la evolución se detiene y se desmorona, en la cabeza, dejando así espacio para la experiencia del alma. Si creemos que la evolución simplemente progresa en línea recta como lo hace la parte intermedia puramente animal de nuestro organismo, nunca llegaremos a un concepto de la independencia de nuestras mentes, de nuestra experiencia del pensar. Esto solo sucede cuando sabemos que la evolución tiene que retirarse, al igual que todo lo que induce al crecimiento y a la vida, para que se abra un espacio para el alma en la cabeza. Solo reconociendo que la cabeza es la base de nuestra vida anímica, llegaremos a apreciar la independencia de nuestra experiencia. Al penetrar en la imaginación, la inspiración y la intuición vemos, pues, cómo nuestro pensar, ya sea correcto o incorrecto, afecta la vida de nuestra alma.
Podemos pues seguir adelante. Se puede percibir que la parte pensante en nosotros ocupa una posición independiente en el organismo, y cuando decimos que una cosa está bien y otra está mal, podemos ver emergiendo de nuestro organismo qué es y la forma de entrar en el ser humano. Y hemos aprendido a reconocer qué tipo de experiencia tenemos en la imaginación, la inspiración y la intuición. Pero ahora, ¿de qué manera experimentamos nuestro pensar? Descubrimos que, tal como existe en la vida cotidiana, siempre que sea un tipo de pensamiento real, no solo sigue el camino al azar de nuestras imágenes mentales, sino que evoluciona de forma lógica, correcta o incorrecta, y que es una forma inconsciente de inspiración para el ser humano. Este es el gran descubrimiento que hacemos.
La ciencia espiritual nos lleva conscientemente a la esfera de la inspiración. Esto solo puede ocurrir reconociendo el hecho de que algo fluye hacia nosotros que nos dice que rechacemos una cosa y aceptemos la otra. Esta es una forma inconsciente de inspiración. ¿De dónde proviene? Eso lo descubrimos a través de la ciencia espiritual en nuestra experiencia de imaginación, inspiración e intuición. Si, habiendo alcanzado la imaginación, no nos detenemos en ella sino que nos sumergimos en la inspiración, llegamos a ver ¿Qué es eso que nos inspira?. Que no es otra cosa que la vida que vivimos antes de entrar en el cuerpo proporcionado por nuestros padres, al nacer o en la concepción. Entonces nos damos cuenta de que esta vida física es una continuación de una vida espiritual que hemos vivido. Entonces aprendemos, a través del propio pensar, que el ser humano desciende de un mundo espiritual y entra en una existencia donde la madre y el padre le proporcionan un vehículo corporal que tiene lugar en el nacimiento o la concepción. Al reconocer nuestro pensar como inspiración inconsciente y al percibir las intuiciones, es decir, al hablar de un pensar intuitivo, de esa intuición que vive en nuestro pensar, realmente estamos hablando de la existencia que tiene el alma espiritual del hombre antes del nacimiento, o más bien, antes de la concepción
En el futuro, el problema de la inmortalidad se extenderá considerablemente. Hasta ahora, la gente solo se han interesado egoístamente en lo que sucede después de la muerte. Pero la vida que vivimos aquí en un cuerpo físico es la continuación de una vida espiritual. La ciencia espiritual ofrece la posibilidad de mirar nuestra vida aquí conjuntamente con el alma inmortal, tal como era antes de entrar en el cuerpo físico al nacer o al ser concebidos.
Observemos ahora al ser humano desde otro aspecto de su evolución. Aquí tendré que decir algo muy paradójico. Pero también sé que la paradoja de la que voy a hablarles, aunque tal vez la gente la considere algo perversa, en el futuro será de hecho una posesión sólida de la ciencia.
Fijémonos en la parte del organismo correspondiente a nuestras extremidades, es decir, todo lo relacionado con la formación de nuestros brazos y manos, pies y piernas, y veamos cómo estas continúan en el plano interno. En ellas tenemos una imagen bastante diferente de la evolución. Hemos con visto cómo el organismo de la cabeza tiene una evolución regresiva. En cuanto al organismo de las extremidades, se da la extraña circunstancia de que están un poco mas adelantadas de lo que es normal en el organismo medio; nuestras extremidades, están realmente sobre evolucionadas. Aquí el ser humano va un paso por delante de lo establecido en la evolución de la cabeza. Incluso la forma (desgraciadamente, el tiempo es demasiado corto para entrar en todos los detalles) y toda la vida de nuestro organismo de las extremidades demuestran que aquí nos hallamos ante una sobre-evolución, porque tienden hacia algo para lo cual el ser humano no necesita preservar su cuerpo. Nuestra evolución traspasa eso, mientras que nuestras cabezas han evolucionado de manera regresiva. ¿Cuál es la consecuencia de eso? - Debido a esa sobre-evolución, algo en nosotros es traído a la vida inconscientemente que solo reconocemos cuando hemos alcanzado una comprensión de la vida imaginativa y cuando ésta se ha profundizado mediante la inspiración y la intuición.
Cuando el científico espiritual, percibe con la mirada espiritual, el organismo de las extremidades, ve cómo al organismo se le agrega algo. Ese algo, es en efecto, una imaginación que surge como algo natural por derecho propio. Las extremidades aceleran su progresión evolutiva, permitiendo así que algo le llegue al alma, algo que no se puede ver con nuestros ojos normales, pero que cuando alcanzamos la vida imaginativa aparece de inmediato. A través de la mediumnidad, (facultad inherente a ciertas personas, no es un don hereditario ni un poder mágico), de nuestras extremidades se produce una imaginación que no tiene nada que ver con nuestra vida aquí en el cuerpo. ¿Qué es lo que tenemos integrado pues, en nuestras extremidades y que solo se puede entender como una imaginación? No es otra cosa que lo que mas tarde, cuando pasa por la puerta de la muerte, proporciona la base para la continuidad de la vida después de la muerte.
Por un lado, aquello que existe antes del nacimiento y de la concepción, despliega su vida en nuestras cabezas, sometidas a una evolución regresiva permitiendo así, que la inspiración trabaje en nuestro pensar, por el otro, aquello que guía nuestra vida anímica en una especie de vehículo hacia el interior. De ese modo, después de la muerte, el mundo espiritual está integrado en nuestro organismo de las extremidades. Por lo tanto, por un lado, nuestras cabezas están dotadas de inspiración inconsciente, mientras que por el otro, en nuestras extremidades, estamos dotados de imaginación inconsciente por lo que la parte de nosotros que atraviesa la puerta de la muerte vive inconscientemente en nosotros, llevándonos a la inmortalidad después de la muerte. Por lo tanto, llegamos a conocer la vida antes del nacimiento y la vida después de la muerte de dos maneras diferentes, la primera como inspiración inconsciente, la segunda como imaginación inconsciente.
Es posible estudiar biológica y fisiológicamente la conexión entre el organismo de las extremidades y el resto del organismo humano. Solamente tenemos que ver cómo los órganos sexuales primarios están estructuralmente conectados con los pies, y los órganos sexuales secundarios, es decir, solo los senos, están conectados con los brazos. Por tanto, tenemos ante nosotros la base física para producir una nueva vida, que luego se separa, que se halla integrada en el ser humano mediante el organismo de las extremidades. Esta base física se completa cuando el ser humano alcanza la pubertad, aunque continúa su vida más allá de eso.
El conjunto de nuestra organización física tiene su contrapartida. El organismo físico, por cuanto está conectado con los órganos sexuales, es la base para producir más vida física. Por otro lado, la naturaleza del alma espiritual, sobre la que se basa el organismo de nuestras extremidades, es necesaria para producir lo que se envía más allá de la puerta de la muerte y produce la próxima vida en la tierra.
Disponemos pues, de un punto de partida para una rigurosa investigación científica del problema de la inmortalidad. Y cuando señalaba, (hace más de veinticinco años en mi Filosofía de la actividad espiritual), que si deseamos acercarnos a la libertad es necesario observar correctamente, a la vez, también indicaba que tenemos que progresar hacia un pensar puramente intuitivo. Hoy añadiría: Este pensar intuitivo debe percibirse antes del nacimiento o la concepción. Esto ya estaba escrito en La filosofía de la actividad espiritual cuando a uno de los elementos de la voluntad humana, lo llamé el pensar intuitivo. El otro elemento que surge como vida imaginativa lo llamé la fantasía moral. Allí está descrito desde un punto de vista filosófico, con el propósito de discutir la libertad, para que el libro fuese accesible para quienes consideran la ciencia del espíritu un cúmulo de despropósitos. El científico espiritual agrega que lo que allí se describe como fantasía moral es una parte de lo que vive en la organización humana como imaginación inconsciente y que luego emergen como acciones morales.
En aquél momento decía que la interacción entre la fantasía moral y el pensar intuitivo es la responsable de la acción del ser humano basada en el libre albedrío. Hoy añadiría: ¿Qué es el pensar? Es nuestra inspiración aquí, que pertenece a la esfera de la existencia pre-terrenal. ¿Cuándo se pone manifiesto? Se pone de manifiesto cuando somos capaces de desarrollar una acción deseada por nosotros sin que tengan nada que ver en ello nuestros instintos e inclinaciones, tan querida como una persona a la que realmente amamos porque hemos llegado a reconocer y respetar su ser más íntimo. Cuando realizamos una acción por amor, es decir, no por egoísmo, ni por nuestras imágenes o ideas mentales fluctuantes, sino por la comprensión de la necesidad interna de actuar. Es entonces cuando nos entregamos a acciones intuitivas, es entonces cuando somos inspirados por la vida pre-terrenal.
Pero, ¿De dónde procede el poder para hacer eso? - Es el mismo poder que después de morir nos lleva al mundo espiritual. El cual continúa en nosotros inconscientemente. A medida que libremente se desarrolla la acción moral, eso que yace desde antes del nacimiento o la concepción se ilumina. Esto después de la muerte se une con lo que entra en el mundo espiritual. Durante nuestra vida entre el nacimiento y la muerte, ya llevamos a cabo acciones donde lo que yace antes del nacimiento juega un papel en nuestro pensar intuitivo, fluyendo en nuestras vidas como inspiración. Lo que yace más allá de la muerte realmente no está conectado con nosotros en absoluto, pero de todos modos lo llevamos a cabo. Se caracteriza por ser realizado por amor: esa es la acción verdaderamente libre. Por lo tanto, tenemos que decir que lo que nos llega como inspiración mediante nuestro pensar intuitivo, no tiene conexión con nuestro cuerpo. Y lo que actúa imaginativamente no tiene importancia por el momento, sino solo después de la muerte. Estos dos factores, que no tienen nada que ver con el cuerpo, son las fuerzas reales que trabajan en el verdadero acto de libre voluntad en el ser humano. El profundo misterio es que cuando investigamos el libre albedrío, encontramos que las acciones llevadas a cabo, no tienen nada que ver con la parte mortal del ser humano, sino que esas acciones libres son llevadas a cabo por la parte inmortal del hombre.
El libre albedrío y la inmortalidad están íntimamente conectados, porque las únicas acciones verdaderamente libres son aquellas en las que lo súprasensible desempeña un papel, el cual aún no está ligado al cuerpo, papel que el ser humano ha desarrollado en el mundo espiritual antes de encarnarse en un cuerpo, y en el que lo súprasensible se une con los resultados de esa sobre evolución de las extremidades, que aún no tiene significación para nuestro desarrollo actual, pero que lo tendrá después de la muerte, y que ilumina esas acciones que se llevan a cabo aparte de nosotros. Es por eso que en La filosofía de la actividad espiritual decía que no se puede hacer la pregunta de si: ¿El ser humano es libre o no? Porque eso siempre lleva a las respuestas incorrectas. No se trata de "si o no", sino de "si y no".
El ser humano realiza muchas acciones surgidas de las necesidades de su cuerpo, de la interacción de las imágenes mentales que surgen del cuerpo como resultado de los impulsos. Pero siempre persigue el ideal de realizar acciones donde pueda decir: lo que sucederá aquí es tan libre que yo no me interpongo en ello; es tan libre de mí como el ser humano a quien amo; solo sucede porque me doy cuenta de que debería suceder. Todo nuestro pensar humano está orientado en esa dirección, y busca infiltrarse gradualmente en nuestra acción libre. El ser humano se libera de las acciones no libres al evolucionar cada vez más hacia su verdadero yo, especialmente en lo que se refiere a hacer y desear, donde desde los dominios del antes de nacer y de después de morir, iluminan su voluntad. Evoluciona hacia la libertad dentro del ámbito de la no libertad; él está en camino de ser cada vez más libre. Esta no es una cuestión de "o lo uno o lo otro" sino de acción. Quienes formulan la pregunta de esta manera no pueden encontrar una respuesta al problema de la libertad. Por el contrario, se trata de "si pero también no". El ser humano es libre en sus acciones a medida que el alma inmortal, subyacente a la vida del cuerpo físico, se le revela. Lo que hace es liberado por sus pensamientos, fluyendo a través de actos de amor, y en la medida en que esto suceda, se medirá su libertad.
Para concluir hoy, simplemente me gustaría mostrar cómo se iluminan entre sí los problemas de la inmortalidad y el libre albedrío y cuán estrechamente están relacionados entre sí. El libre albedrío solo puede ser la posesión de un ser inmortal. No se puede ser partidario del libre albedrío sin reconocer al mismo tiempo la inmortalidad del hombre. Y aquellos que reconocen la inmortalidad del hombre saben que el ser humano está en el camino de la evolución hacia la libertad.
El tipo de consideraciones que hemos discutido hoy, en los que la ciencia del espíritu nos permite abordar las preguntas más importantes que luego apuntan a la necesidad del auto conocimiento desprejuiciado, normalmente está lleno de prejuicios. Porque en efecto nos demanda grandes exigencias. Tenemos que tomar las riendas si queremos tener éxito en perseverar con todo el poder de nuestras almas en lo que he llamado ideas imaginativas. Es algo que aún tenemos que aprender. Sería mucho más cómodo si pudiéramos responder las preguntas más profundas y los misterios de la vida humana sin necesidad de eso.
¿Qué mueve hoy a la gente a considerar la ciencia espiritual como absurda e irrelevante? Es porque inconscientemente le temen a los poderes que tienen que desarrollar si quieren captar el espíritu en un tipo de experiencia espiritual completamente libre. Porque para tal investigación es necesario tener coraje, coraje para no creer que inmediatamente caeremos en un abismo de la nada, si hemos de depender de nuestros propios poderes para producir un tipo particular de experiencia, que nosotros mismos situamos ante nuestras almas. Ciertamente es más fácil querer penetrar en los misterios de la vida con medios externos que decir que el alma necesita un fortalecimiento interno mucho más allá de cualquier cosa que se encuentre en la vida ordinaria. Por lo tanto, lo que les lleva a oponerse a la ciencia espiritual es en gran medida una cuestión de consuelo y miedo. Tales cosas, sin embargo, serán gradualmente superadas por una humanidad que está cada vez mas sedienta de verdades.
Quisiera terminar la conferencia de hoy citando, en una forma algo modificada, las palabras de un pensador alemán. La ciencia espiritual es calumniada por muchas personas hoy, porque no se entiende ni se reconoce adecuadamente y porque las personas no ven lo necesaria que es para la vida humana. Pero si realmente contemplamos el curso de la evolución humana, estaremos obligados a decir que sin importar la oposición, ni los malentendidos ni las calumnias que se oponen a la verdad, ésta encontrará su propio camino a través de las grietas más estrechas en las rocas de la evolución humana. Por muy grande que sea la presión de las rocas. La verdad de la que hemos estado hablando hoy es que, por un lado, reconocemos las necesidades de la humanidad actual, que duermen en el subconsciente y que por otro lado miramos al mundo espiritual y vemos cómo, ésta verdad se nos revela en el recorrido desde la imaginación a la intuición: este es el tipo de verdad que el científico espiritual debe ver y con el cual se abrirá paso, por grande que sea el peso que provoquen la oposición y la calumnia. Porque la verdad se abre camino contra los obstáculos a través de las grietas más pequeñas en la roca de la evolución humana, y está obligado a triunfar al final.

Traducido por Julio Luelmo diciembre 2019
El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919