GA099-IV Munich 28 de Mayo de 1907. -Teosofía de la Rosa Cruz

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La Teosofía Rosacruz


GA99


RUDOLF STEINER


Munich 28 de Mayo de 1907.


IV conferencia, El descenso hacia un nuevo nacimiento


En la conferencia anterior hemos descrito la región y los mundos por los cuales el hombre debe pasar después de la muerte, al haberse desprendido en el kama-loka o, como decimos en la teosofía rosacruz, en el mundo elemental, de todo aquello que todavía le ata al instrumento físico de este mundo. Además hemos descrito lo que se denomina el Rupa-devacán, o la región que se ha llamado el mundo celeste o mundo inspirante.

Hemos visto que éste, el mundo de los Espíritus como tal, tiene una característica cuaternaria, lo mismo que nuestro mundo físico. Allí tenemos la región continental, la que está impregnada de una región oceánica y fluvial; pero mejor la comparamos con la forma de la circulación sanguínea del organismo humano. Hemos visto que en el devacán, como analogía correspondiente a la atmósfera de nuestra tierra, también se encuentra en la llamada región aérea todo aquello que vive y se expresa como alegría y pena, como dolores y opresiones en el alma de los seres del mundo físico, ciertamente en forma mucho más extendida, puesto que allí también viven otros seres los que no están encarnados en cuerpos físicos. Finalmente hemos visto que en la cuarta región se encuentran los prototipos de lo que tiene un carácter original, desde la más insignificante ocurrencia hasta lo más grandioso y sublime de lo que realizan el inventor y el artista. Allí arriba tenemos los impulsos que verdaderamente conducen al progreso de nuestra Tierra. Además de dichos componentes del mundo espiritual como tal, encontramos igualmente la que une nuestra Tierra con mundos todavía más altos.

Hasta ahora sólo hemos descubierto lo que meramente se relaciona con la evolución de la Tierra, pero no lo que la trasciende. Quien alcance la iniciación llegará a conocer lo que nuestra Tierra ha sido en todo el pasado, lo que ella será y lo que la une con otros mundos dentro de nuestro sistema solar.

Ante todo tiene importancia lo que se nos presenta en el devacán, en el llamado mundo de la razón. Me refiero a lo que estamos acostumbrados a llamar la Crónica del Akasha. Ciertamente la misma no se produce en el devacán, sino en una región todavía más alta, pero si se llega hasta el devacán, es posible el comienzo de la visión de lo que se llama la Crónica del Akasha.

¿Qué es la Crónica del Akasha? Nos formamos una idea correcta de la misma cuando nos decimos que todo cuanto en la Tierra o de otro modo acontece en el mundo, causa una impresión duradera en ciertas esencias sutiles, impresión que el consciente que haya pasado por una iniciación puede hallar. No se trata de una crónica común, sino que la misma puede caracterizarse como llena de vida. Supongamos que un hombre haya vivido en el primer siglo de nuestra era. Lo que en aquel tiempo él ha pensado, sentido, intentado, lo que se ha transmitido en sus acciones, no se ha borrado, sino que se ha conservado imprimiéndolo en dicha esencia sutil, donde el vidente lo puede "ver". Ciertamente no lo ve como si existiera escrito en un libro de historia, sino en la forma como ha acontecido.

En esas imágenes espirituales se puede ver como uno se mueve, lo que ha hecho, como ha realizado un viaje, por ejemplo. Igualmente se pueden percibir los impulsos volitivos, los sentimientos, los pensamientos.

Pero no hay que imaginarse que tales imágenes se presenten como si fueran copias de las personalidades físicas en este mundo; no es así. Para decirlo mediante una ilustración sencilla: si se mueve la mano, la voluntad del hombre se expresa en toda la mano en movimiento, hasta en las partes más pequeñas, y se puede ver esta fuerza de voluntad que así se esconde.

Lo que aquí actúa en nosotros espiritualmente y que fluyó en lo físico, se lo percibe allí en lo espiritual. Por ejemplo, si buscamos a Julio César, podremos observar todo lo emprendido por él. Pero hay que tener presente que en la Crónica del Akasha más bien podemos ver los pensamientos de César. Cuando él se propuso hacer algo, se observa toda la sucesión de sus decisiones volitivas hasta el punto en que la acción se realizó en la vida. No es fácil averiguar en la Crónica del Akasha un acontecimiento concreto; para ello hace falta partir de algo sucedido exteriormente.

Cuando el vidente, para observar algo relativo a César, parte de un dato histórico a este respecto, encontrará fácilmente lo demás. A pesar de que los datos históricos no siempre son exactos, a veces pueden resultar útiles. Cuando el vidente se remonta hasta César, realmente percibe de un modo espiritual la persona actuante de César, como si estuviese presente y le dirigiese al vidente la palabra. Sin embargo, si un hombre es capaz de tener ciertas visiones, sin tener conocimientos exactos con respecto a los mundos superiores, puede ser que llegue a los más cuestionables resultados, cuando dirige la mirada al pasado.

Si bien la Crónica del Akasha se encuentra en el devacán, se extiende no obstante hacia abajo hasta en el mundo astral, de modo que frecuentemente se pueden descubrir imágenes de la misma en forma de un espejismo, pero éstas suelen presentarse incoherentes e inexactas, lo que se debe tener en cuenta, cuando se hacen investigaciones del pasado. A la peligroso de tales confusiones voy a aludir mediante un ejemplo. Si en la investigación de la evolución terrestre los indicios de la Crónica del Akasha nos remontan a los tiempos de la Atlántida antes del gran cataclismo que la sumergió, podemos estudiar los acontecimientos respectivos. Los mismos se repitieron más tarde, pero en otra forma. En la Alemania del Norte, en Europa Central, en dirección de la Atlántida hacia el Este, mucho tiempo antes de nuestra era y antes de que el cristianismo se había extendido desde el Sur hacia el Norte, tuvieron lugar acontecimientos como una repetición de los de la Atlántida. Sólo más tarde, por las influencias desde el Sur, la población se hizo independiente. He aquí un ejemplo que muestra cuán fácilmente se puede caer en errores, pues al observar las imágenes astrales de la Crónica del Akasha en vez de las del devacán, puede suceder que las repeticiones de los antiguos sucesos atlantes se confundan con estos últimos. Esto ocurrió realmente en los relatos sobre la Atlántida de Scott-Elliot, los que efectivamente concuerdan con las imágenes astrales, pero no con las de la verdadera Crónica del Akasha en el devacán.

Hacía falta decirlo, pues en el instante en que se reconoce dónde está la fuente de los errores, se sabrá hacer la verdadera valoración de lo expuesto. Otra fuente de error puede aparecer si se toman en consideración los relatos de un médium.

Las personas de adecuados dones mediumísticos pueden percibir la Crónica del Akasha pero en la mayoría de los casos meramente sus reflejos astrales. En la Crónica del Akasha hay algo singular. Si en ella se busca a un hombre, su actitud será comparable con la de un ser viviente. En tal caso Goethe responderá no solamente con palabras pronunciadas en su vida terrenal, sino que dará respuestas en sentido goetheano, e incluso puede suceder que Goethe recite versos en su estilo y sentido, pero versos que él mismo no ha escrito. La imagen del Akasha es tan viva que continúa obrando originariamente en el sentido del hombre respectivo. Por esta razón puede suceder que se confunda la imagen con el hombre mismo. El médium cree que le aparece el difunto viviendo en espíritu, a pesar de que sólo se trata de la imagen astral del Akasha.

Puede darse el caso de que César ya viva reencarnado en la Tierra, mientras su imagen contesta en una sesiones espiritista. Pero no se trata de la individualidad de César sino de la impresión duradera de la imagen de César depositada en la Crónica del Akasha. Esto conduce a los errores en las sesiones espiritistas. Debemos hacer distinción entre lo que subsiste como imagen del hombre en el Akasha y lo que continúa desarrollándose como individualidad. Son aspectos sumamente importantes. Al haber abandonado el kama-loka, el hombre se ha desacostumbrado de todas las acciones y funciones para las cuales necesita los instrumentos físicos; él entra entonces en la región que acabo de describir. El período que ahora comienza para él, es de extraordinaria importancia. Es preciso tener bien presente lo que entonces acontece para el hombre. Todo lo que antes el hombre sólo había pensado, sus sentimientos y pasiones, todo lo experimentado en la Tierra, se le presenta en el devacán en forma de las cosas que ahora están a su derredor.

Primero percibe el propio cuerpo físico en forma de su arquetipo. Así como aquí en la Tierra caminamos sobre rocas, piedras, montañas, así también se pasa en el devacán sobre todas las formaciones que existen aquí en el mundo físico; quiere decir que allí se camina incluso sobre su propio cuerpo físico.

Es precisamente un rasgo característico para el hombre después de la muerte el hecho de que tenga su propio cuerpo físico como un objeto fuera de sí mismo, pues esto le hace conocer que del kama-loka ascendió al devacán. Aquí en la Tierra, él dice a su cuerpo: "esto lo soy yo." Allí lo ve y dice: "esto lo eres tú." La filosofía Vedanta ordena que sus discípulos ejerciten meditativamente las palabras' "esto lo eres tú ", a fin de que a través de tales ejercicios sepan decir a su cuerpo: "esto lo eres tú." Además se percibe a su derredor todo lo vivido en la Tierra. Si aquí el hombre siente venganza, falta de amor, toda clase de sentimientos malos hacia sus semejantes, todos estos sentimientos malos los percibe como una nube fuera de sí mismo, y esto resulta ser una advertencia para él. Aprenderá qué significación y qué efecto tiene todo eso aquí en nuestro mundo. Es preciso tener claramente presente lo que de dicha manera se realiza para el hombre.

Contemplemos a este respecto al hombre físico aquí en la Tierra. ¿Cómo se formaron sus órganos, por ejemplo, los ojos? Hubo un tiempo en el que todavía no existieron los ojos. El ojo se formó por la luz. La luz plasmó el ojo, sacándolo de la organización física, de modo que la luz es la causa del ojo.

De este modo las cosas en torno nuestro crean los órganos del mundo físico. En la Tierra crean órganos en substancias y cuerpos físicos; en el devacán las cosas que nos circundan influyen y obran sobre nuestro ser anímico, de modo que todo lo que aquí el hombre ha tenido como sentimientos buenos y malos, se halla en el devacán a su derredor, influye sobre su alma y crea así los órganos anímicos.

De un hombre que aquí ha sido bueno viven después las buenas cualidades en el aire del devacán, y las mismas actúan en lo espiritual, creando órganos. Estos últimos obran como arquitectos, como escultores para la formación del nuevo cuerpo físico correspondiente a un nuevo nacimiento.

Lo que el hombre tenía en su interior y que en el devacán aparece exteriormente, trabaja de dicha manera para preparar el próximo nacimiento; va preparando las fuerzas que forman el nuevo cuerpo humano. Pero no hay que creer que en el devacán el hombre no tiene que hacer otra cosa que lo referente a sí mismo; por el contrario, tiene que hacer allí muy importantes trabajos.

Podemos llegar a comprenderlo, si consideramos la evolución de la Tierra, dentro de un período breve. Si nos remontamos pocos milenios tenemos que decirnos que determinados territorios de entonces estaban bien distintos de como están ahora. En el pasado había otras plantas, otras formas de animales e incluso otro clima.

La superficie de la Tierra va cambiando constantemente en cuanto a lo que produce la naturaleza. En Grecia, por ejemplo, ya no podría generarse lo que crecía en el suelo de la Grecia antigua.

La evolución de la Tierra tiene lugar precisamente por el hecho de que su aspecto cambia continuamente. Pasa mucho tiempo desde la muerte de un individuo hasta que vuelva a nacer; y cuando él aparezca nuevamente en la Tierra, no encontrará lo de antes. El hombre debe experimentar algo nuevo, y debido a ello no vuelve a nacer en la misma configuración de la Tierra; él permanece en las regiones espirituales hasta que la Tierra pueda ofrecerle territorios totalmente nuevos.

Esto tiene fundada razón, pues el hombre aprende algo enteramente nuevo, ya raíz de ello se desarrolla en un nuevo sentido. Un muchacho de la Roma antigua, por ejemplo, no vivía como un escolar de ahora. Cuando volvamos a nacer, se nos presentarán condiciones bien distintas; y así nos desarrollamos de encarnación en encarnación.

Mientras el hombre está en las regiones que acabo de describir cambia continuamente la faz de la Tierra. Podemos preguntar: ¿A quién se debe esto, quién cambia la fisonomía de la Tierra? y esto nos conduce a la vez a contestar la pregunta: ¿Qué hace el hombre en el curso del referido tiempo? Bajo la conducción de entidades superiores el hombre mismo, desde los mundos espirituales, se dedica a la transformación de la Tierra. Los hombres mismos realizan este trabajo entre la muerte y un nuevo nacimiento.

Cuando ellos vuelven a nacer, encuentran la faz de la Tierra cambiada, la encuentran en una configuración a que ellos mismos contribuyeron. Todos nosotros hemos trabajado de esta manera. A la pregunta: ¿dónde está el devacán, el mundo espiritual?, he de contestar: permanentemente está en torno nuestro. Realmente es así; y esto quiere decir que las almas de los hombres fuera de sus cuerpos también están alrededor de nosotros. Ellas trabajan en derredor nuestro.

Mientras nosotros construimos ciudades y máquinas, los hombres que viven entre la muerte y un nuevo nacimiento, trabajan desde la región espiritual que se halla alrededor de nosotros. Si como videntes buscamos a ellos y si no percibimos la luz meramente con los sentidos, encontraremos a los difuntos dentro de la luz. La luz en que estamos envueltos, forma el cuerpo de los muertos; ellos tienen un cuerpo tejido de luz. La luz que envuelve la Tierra es substancia de los seres que viven en el devacán.

Si percibimos una planta que se nutre de la luz solar, resulta que ella recibe no solamente la luz física sino en verdad el obrar de seres espirituales y entre ellos están también dichas almas humanas. Ellas mismas irradian como luz sobre las plantas, se ciernen en torno de ellas como seres espirituales. Observando las plantas con el ojo espiritual, decimos: la planta se regocija del influjo de los hombres muertos, los que se ciernen en torno de ella y obran y tejen en la luz a su derredor. y si ahora observamos que la vegetación de la Tierra cambia y si preguntamos: ¿quién lo ha causado?, hemos de decir: en la luz que envuelve nuestra Tierra obran los difuntos; esto pertenece verdaderamente al devachan.

En este reino de la luz entramos después del período del kama-loka. Se trata de una verdad concreta. Sólo sabe algo del devachan en el sentido de la teosofía rosicruciana quien sepa indicar dónde realmente se encuentran los hombres muertos. Al desarrollarse el ojo del vidente, él suele hacer una percepción singular. Si él se pone al Sol, su cuerpo detiene la luz y echa una sombra; y si él entonces dirige la mirada sobre esta sombra, esto constituye muchas veces el primer instante de percibir el espíritu. El cuerpo detiene la luz, pero no al espíritu, de modo que en la sombra del cuerpo se puede descubrir al espíritu.

Esta es la razón por la cual pueblos primitivos, los que siempre tenían cierta clarividencia, llamaban también alma a la sombra, diciendo: sin sombra es como sin alma.

Una novela de Adalbert van Chamissa se basa inconscientemente en la idea de que el hombre que ha perdido su sombra, también ha perdido su alma, y esto le entristece.

Vemos pues que entre la muerte y un nuevo nacimiento se realiza de la referida manera el trabajo de los hombres en el devacán. Verdaderamente no se trata de un reposo inactivo. Desde el devacán ellos trabajan para la evolución de la Tierra, y así comprendemos cómo se realiza el devenir del mundo.

En el devacán los hombres no viven como frecuentemente se dice, en feliz reposo, en el ensueño: antes bien, la vida es allá tan activa como aquí en la Tierra. Cuando en el devacán el hombre haya llegado a tal punto que las actividades que él ha realizado en la última vida terrenal están transformadas en fuerzas espirituales, cuando por todas las experiencias en el mundo exterior del devacán, él haya pasado con el resultado de que las mismas han ejercido su efecto, entonces ha llegado a la madurez para descender del devacán a un nuevo nacimiento físico. El mundo terrestre vuelve a atraerle.

Lo primero a que el hombre llega al descender del devacán, es la región astral, a la que en la teosofía rosacruz se llama el mundo elemental; este mundo le da un nuevo cuerpo astral. Cuando en una hoja de papel se echan limaduras de hierro, y debajo del papel se mueve un imán, las partículas se ordenan en formas y líneas según las fuerzas del imán. Exactamente de la misma manera se atrae la substancia astral irregularmente repartida, y se la ordena según las fuerzas del alma, las que corresponden a lo que la misma haya conquistado en vidas terrenales anteriores. El hombre mismo se agrupa así su cuerpo astral.

A estos hombres nacientes, que al principio sólo tienen un cuerpo astral, los percibe el vidente como seres de un aspecto campaniforme, abriéndose hacia abajo. Con fabulosa velocidad se lanzan a través del plano astral. Es difícil imaginarse la velocidad con que vuelan por el espacio. Estos hombres nacientes deben ahora ser dotados de un cuerpo etéreo y un cuerpo físico. Lo sucedido hasta la formación del cuerpo astral dependía de ellos mismos, de las fuerzas que ellos mismos habían desarrollado. Pero el modo de cómo se forma el cuerpo etéreo, dentro del curso evolutivo del presente, no depende tan sólo del hombre, sino que con respecto a esta estructuración el hombre depende de otros seres.

A raíz de ello el hombre siempre tiene un cuerpo astral adecuado; pero no siempre ocurre que este cuerpo astral resulte bien ajustado al cuerpo etéreo y el físico; ya esto se debe el que en la vida muchas veces haya descontento y falta de armonía. El porqué los hombres nacientes revolotean de cierta manera se debe principalmente a que ellos buscan padre y madre apropiados, quienes les proporcionen la oportunidad de conseguir las corporeidades etérea y física adecuadas a la entidad astral. Siempre será la pareja de padre y madre relativamente óptima y apropiada la que puede dar la corporeidad.

En esta búsqueda actúan entidades parecidas a las que se suelen llamar Espíritus de un Pueblo y que unen el cuerpo etéreo con el cuerpo astral. No se trata de algo abstracto inconcebible, lo que comúnmente se considera como Espíritu del Pueblo, sino que para el observador del mundo espiritual es algo tan real como el alma en nuestro cuerpo.

Un pueblo entero ciertamente no tiene un cuerpo físico colectivo, pero sí tiene en común un cuerpo astral y el principio de un cuerpo etéreo. Vive como en una nube astral y esto es el cuerpo del Espíritu del Pueblo. Estos Espíritus son los dirigentes de las formas etéreas en torno del hombre, y esto significa que él ya no tiene poder sobre sí mismo.

Para el hombre naciente llega entonces un instante sumamente importante, de tanta importancia como el instante después de la muerte en el que se percibe como imagen de recuerdo toda la vida pasada. Cuando el hombre penetra en su cuerpo etéreo, pero todavía no posee el cuerpo físico -se trata de un breve momento, pero de la mayor importancia- él tiene una previsión sobre la nueva vida terrenal; no sobre todos los detalles, pues sólo se le da una vista de conjunto de todo lo que le espera en la vida futura. En tal instante él puede decirse -al encarnarse vuelve a olvidarlo- que tiene delante de sí una vida feliz o desventurada. Si un individuo ha sufrido en la vida anterior muchas experiencias trágicas, puede suceder que se le da un shock y que se resiste a penetrar en el cuerpo físico.

Esto puede conducir a que efectivamente no entre totalmente en el mismo, de modo que la conjunción de los distintos cuerpos no llega a ser perfecta; y como resultado de ello nacen idiotas. Esto no siempre es la causa de la idiotez, pero sí frecuentemente. En estos casos en cierto modo el alma se resiste a tomar forma corpórea física. Semejante hombre no es capaz de utilizar correctamente el cerebro, debido a que no está bien conectado.

El hombre sólo puede utilizar correctamente el instrumento físico, si por su nacimiento logra entrar adecuadamente en el mismo. Mientras que comúnmente el cuerpo etéreo se extiende muy poco más allá del físico, en los idiotas frecuentemente se pueden percibir partes del cuerpo etéreo en forma de un resplandor etéreo que se dilata mucho por encima de la cabeza. He aquí un caso en el que algo que por la consideración física de la vida permanece inexplicable, se aclara mediante la ciencia espiritual.

GA099-VI Munich 30 de Mayo de 1907. -La ley del destino

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RUDOLF STEINER



La ley del destino

Munich 30 de Mayo de 1907.

Lo que el hombre experimenta hoy en el mundo físico, se debe en gran medida, a que tales experiencias están determinadas por una encarnación anterior. Para comenzar, hay que resaltar que la vida no está determinada solo por las encarnaciones anteriores, sino también, aunque en menor grado, por la vida actual. La ley según la cual el pasado, el presente y el futuro del hombre están conectados, se denomina en la literatura científico-espiritual, Ley del Karma. Es la verdadera ley del destino humano; una vida individual es solo una aplicación específica de la gran ley del Cosmos, puesto que la ley del Karma es una ley universal, cósmica, con una aplicación específica en la vida de un ser humano. Siempre que visualizamos una conexión entre las condiciones anteriores y los efectos posteriores, estamos pensando en esta ley. Por lo tanto, quiero explicar en detalle la aplicación individual de esta ley cósmica en la vida del ser humano.
Supongamos que tenemos dos recipientes de agua frente a nosotros y en uno de ellos colocamos una bola de hierro al rojo vivo. El agua silbará y se calentará. Si sacamos la bola y la metemos en el otro recipiente, el agua en este caso no silbará ni se calentará, porque la bola ya no está al rojo vivo; se ha enfriado debido a que antes la pusimos en el primer recipiente de agua. El efecto del comportamiento de la bola de hierro en el primer recipiente, determina su comportamiento en el segundo. Por consiguiente, la causa y el efecto están siempre conectados en la vida física. El comportamiento posterior depende de lo que haya sucedido anteriormente.
Otro ejemplo nos lo dan ciertos animales, cuyos órganos de visión se han atrofiado como consecuencia de habitar en agujeros oscuros y cuevas. En tales animales, las sustancias que antes servían para la formación y el desarrollo de los ojos, se utilizan en otras partes del cuerpo, puesto que, cuándo los ojos dejan de ser útiles, también dejan de ser necesarias estas sustancias. Los ojos se atrofian y permanecen atrofiados para todas las generaciones siguientes. Mediante sus hábitos de vida anteriores, estos animales determinaron el comportamiento real de sus órganos; el destino de las generaciones posteriores queda determinado por lo que había sucedido en el pasado; Estos animales prepararon su destino para el futuro. Y lo mismo pasa con la vida humana.
El hombre determina su futuro mediante su pasado y debido a que su ser más íntimo no se limita a una encarnación sino que pasa por muchas, las causas con las que se enfrenta en una vida, deben buscarse en una vida anterior.
Vamos a considerar ahora, la cadena de acontecimientos que pueden desprenderse si pensamos en las consecuencias de las acciones, pensamientos y sentimientos humanos. En la vida cotidiana suele decirse: ¡Los pensamientos están libres de obligaciones! lo que significa que podemos pensar lo que queramos y en el mundo externo nada se verá afectado. Este es un punto crucial de desacuerdo entre el pensador materialista y un hombre que realmente haya captado los impulsos espirituales.
El materialista coincide en que si se lanza una piedra a alguien, puede causarle un daño, pero no cree que albergar un pensamiento de odio contra el prójimo, pueda causarle daño. Sin embargo, quienes tienen un conocimiento real del mundo, saben cuán fuertes son, los efectos provenientes de un pensamiento lleno de odio, mucho mas que los que pueda causarle una piedra. Todo lo que una persona piensa y siente tiene efecto en el mundo exterior y el clarividente puede distinguir con gran precisión, el efecto de un pensamiento amoroso dirigido hacia una persona, del efecto tan diferente que produce un pensamiento lleno de odio. Cuando se envía un pensamiento amoroso hacia alguien, el clarividente percibe una figura de luz con la forma del cáliz de una flor, que juguetea con sus cuerpos etérico y astral, contribuyendo así a su vitalidad y felicidad. Mientras que, un pensamiento de odio se abre paso en los cuerpos etérico y astral como una flecha hiriente.
En este terreno se deben hacer diversas observaciones. En el mundo astral, existe una tremenda diferencia entre expresar un pensamiento verdadero y uno falso. Porque un pensamiento, es algo relacionado con una cosa y si coincide con esa cosa, entonces es verdadero. Todo cuanto sucede causa un efecto en los mundos superiores. Si alguien narra un suceso tal como ha ocurrido, se irradia una forma astral saliendo de él, que va a unirse con la forma que emana del propio suceso, y ambas se fortalecen. Estas formas fortalecidas, ayudan a hacer que nuestro mundo espiritual sea más rico y lleno de contenido, (lo cual es necesario para que la humanidad pueda progresar). Pero si el suceso se narra de manera falsa, de una manera que no coincide con los hechos, entonces el pensamiento-forma del narrador se enfrenta al pensamiento-forma procedente del evento; y ambos pensamientos-forma colisionan, causando su mutua destrucción. Estas "explosiones" destructivas causadas por las mentiras, actúan en el cuerpo como un tumor que destruye el organismo. Así es cómo, las mentiras matan las formas astrales que han surgido y deben surgir, obstruyendo o paralizando una parte de la evolución. Todos los que dicen la verdad en realidad promueven la evolución de la humanidad y todos los que mienten, la obstaculizan. Por lo tanto, existe una ley oculta según la cual: una mentira es un asesinato, desde el punto de vista Espiritual. No solo mata una forma astral, sino que también es un suicidio. Todo aquél que miente se pone obstáculos a lo largo de su propio camino. Tales efectos deben observarse en todas partes en el mundo espiritual. El clarividente ve, que todo lo que un hombre piensa, siente y experimenta tiene su efecto en el mundo astral. La disposición, el temperamento, las cualidades del carácter de un hombre, los pensamientos que perduran (y que no son meramente transitorios): todo esto fluye continuamente no solo hasta el mundo astral sino también al mundo del Devacán. Un hombre con una disposición alegre es una fuente, un centro, de ciertos procesos en el Devacán; Un hombre que es hipócrita tiene el efecto de multiplicar las esencias y sustancias asociadas con la hipocresía en el carácter humano. Así, la Ciencia Espiritual nos muestra, que no vivimos como seres aislados sino que nuestros pensamientos producen continuamente formas, que proyectan sombras en el mundo del Devacán y lo impregnan con todo tipo de sustancias y esencias. Las cuatro regiones del Devacán: "Continental", "Oceánica", "Atmosférica" y la región de las "Inspiraciones" originales están influenciadas todo el tiempo por los pensamientos, sentimientos y sensaciones de los seres humanos.
Las regiones del Devacán, superior en las que aparece la Crónica del Akasha, están influenciadas por los actos. Los sucesos del mundo externo inciden en esa región del Devacán superior, el "mundo de la razón". Así se entiende cómo, en su descenso hacia una nueva encarnación, el ser humano va reconstituyendo su cuerpo astral incluyendo con ello todos los pensamientos, sentimientos y experiencias, que formaban parte integral del mundo astral, debido a las numerosas huellas que se fueron depositando allí. Si sus pensamientos estaban llenos de verdad, esas huellas se fusionan para formar un buen cuerpo astral para él. Lo que él fue depositando en el mundo del Devacán inferior, tales como su temperamento, etc., van confluyendo para formar el nuevo cuerpo etérico, y desde las regiones del Devacán superior, donde se encuentra la Crónica del Akasha, sus acciones pasadas juegan un papel para determinar la posición, y la ubicación del cuerpo físico. Allí están las fuerzas que llevan a un ser humano a una localización concreta. Si un hombre le ha hecho daño a alguien, este es un hecho externo que llega a las regiones del Devacán superior; cuando llega el momento de entrar en un nuevo cuerpo físico, actúa como una fuerza que el hombre ha dejado en su camino que lo impulsa, bajo la guía de Seres superiores, a vincularlo y situarlo en el lugar donde ahora podrá experimentar la efectos de sus acciones pasadas en el mundo físico.
Las experiencias del mundo exterior que no nos afectan internamente, actúan enérgicamente sobre nuestro cuerpo astral en la siguiente encarnación, perfilándolo con los sentimientos y características de pensamiento correspondientes. Si un hombre ha pasado su vida de manera provechosa, si ha sido muy observador y ha adquirido un amplio conocimiento, su cuerpo astral en la próxima encarnación nacerá dotado de esas cualidades especiales. De ese modo, la experiencia y el conocimiento adquiridos, se expresan en el cuerpo astral, en la siguiente encarnación. Las experiencias internas, todo lo que el alma del hombre siente en términos de felicidad, tristeza, etc., se imbuyen en el cuerpo etérico en la siguiente encarnación y lo impregna de tendencias e inclinaciones permanentes. El cuerpo etérico de un hombre que experimenta mucha felicidad tendrá un temperamento dispuesto a la alegría. Un hombre con tendencia a realizar muchas buenas acciones, como resultado de los sentimientos evocados, tendrá un talento en la próxima vida inclinado hacia las buenas obras; también tendrá una conciencia muy desarrollada y será una persona de altos principios morales.
Aquello de lo que el cuerpo etérico es portador en la vida actual (el carácter permanente, los talentos, etc.) aparecerá en el cuerpo físico en la siguiente vida. Por ejemplo, una persona que ha desarrollado malas inclinaciones y pasiones en una vida, nacerá en la siguiente con un cuerpo físico enfermizo. En cambio, una persona que goza de buena salud, que muestra un gran poder de resistencia ante la adversidad, es porque en la vida anterior desplegó buenas cualidades. Una persona que es continuamente propensa a la enfermedad, ha cobijado malos impulsos en sí misma. Por lo tanto, tenemos la facultad de crear para nosotros la salud o la enfermedad, según la inclinación a la que sea propensa la constitución natural del cuerpo físico. Todo lo que se requiere, es eliminar las malas tendencias para que luego preparemos un cuerpo físico sano y vigoroso para la siguiente vida.
Se puede observar, con todo detalle, cómo actuaran en la siguiente vida, las tendencias que estaban presentes en el cuerpo físico, en una vida precedente. Una persona con predisposición a amar todo lo que le rodea, que ama a todas las criaturas, que derrama amor, tendrá en la siguiente encarnación un cuerpo físico, que permanecerá joven y fresco hasta el final de su vida. El amor por todos los seres, el cultivo de la simpatía, da lugar a un cuerpo físico que conserva su vigor juvenil. Una persona que está llena de antipatía contra otros seres humanos, que critica y se queja de todo, tratando de mantenerse alejada de todo esto, produce, como resultado de estas tendencias, un cuerpo físico que envejece y se arruga prematuramente. Así son las tendencias y pasiones de una vida llevadas a la vida física y corporal de las encarnaciones siguientes.
Los mismos detalles pueden observarse, cuando encontramos una persona con pasión por poseer cosas, un impulso que hace que acumule posesiones y se convierta en una tendencia arraigada en él, esto, en la vida siguiente, da como consecuencia una tendencia a padecer enfermedades infecciosas en el cuerpo físico. La confirmación absoluta de esto, se tiene cuando en la vida precedente ha desarrollado un sentimiento muy fuerte por poseer, que conduce a una pronunciada tendencia a padecer enfermedades infecciosas, cualidades que en una vida posterior heredará el cuerpo etérico. Por contra, el esfuerzo desinteresado, libre de cualquier ánimo de lucro y el deseo de trabajar solo por el bienestar de toda la humanidad, dará lugar, en la próxima vida, a una tendencia en el cuerpo etérico, que desarrollará en el cuerpo físico un fuerte poder de resistencia a las enfermedades infecciosas.
De manera que, el conocimiento de la relación entre el mundo físico y el astral nos permite tener una comprensión clara del mundo en su proceso interno de desarrollo; Las cosas a menudo están conectadas de una manera muy diferente de lo que la gente prefiere imaginar. Muchas personas deploran el dolor y el sufrimiento, pero desde un punto de vista más elevado, esto está injustificado, ya que cuando éstos se superan, cuando la persona está lista para una nueva encarnación, ese sufrimiento y ese dolor se convierten en fuente de sabiduría, prudencia y amplitud de miras. Incluso en un escrito reciente procedente del mundo materialista moderno, se afirmaba que en la cara de cada pensador, se ve reflejado algo semejante a "dolor cristalizado". Lo que este autor de mentalidad materialista dice aquí, ya era conocido desde hace mucho tiempo por el ocultista, porque la sabiduría más grande del mundo, se adquiere mediante la resistencia silenciosa del dolor y el sufrimiento; esto en la próxima encarnación creará sabiduría.
Nadie que huya ante la presencia del dolor, que no esté dispuesto a soportar el dolor, podrá crear en sí mismo las bases de la sabiduría; de hecho, si miramos en profundidad, no podemos realmente lamentarnos de las enfermedades, ya que, desde un punto de vista más elevado, desde el punto de vista de la Eternidad, tienen un aspecto muy diferente. Las enfermedades soportadas calmadamente, a menudo aparecen en la siguiente vida, como una gran belleza física; La gran belleza física en un ser humano se adquiere a costa de enfermedades en la vida anterior. Tal es la relación entre la belleza y el deterioro del cuerpo mediante la enfermedad, particularmente también mediante circunstancias externas.
Las siguientes palabras del escritor francés, Fabre d'Olivet, pueden aplicarse a esta relación tan notable: "Cuando observamos la vida del ser humano, a menudo se parece a la formación de la perla en el interior de la ostra: la perla solo puede nacer gracias a una anomalía”. Y así es en realidad en la vida humana: la belleza es el resultado, de la relación kármica con las enfermedades. Cuando dije, sin embargo, que un hombre que desarrolla pasiones reprobables crea en sí mismo la predisposición a la enfermedad, hay que ser plenamente conscientes de que en este caso se trataría de desarrollar la tendencia inherente hacia la enfermedad. La cosa difiere, si una persona cae enferma por trabajar en una atmósfera venenosa; esto también puede ser una causa de enfermedad pero no está relacionada con la constitución inherente del cuerpo físico.
Toda acción en el plano físico, todo lo que constituye un hecho, expresándose de tal manera que tiene un efecto definido en el mundo físico, desde un paso y un movimiento de la mano hasta los procesos más complicados, por ejemplo, el proceso de construcción de una casa, en la siguiente encarnación, le llega al ser humano desde el exterior como un efecto físico real. Como ven, vivimos nuestra vida desde adentro hacia afuera. Lo que en el cuerpo astral se siente como alegría, dolor, felicidad, tristeza, aparecerán nuevamente en el cuerpo etérico de la siguiente encarnación; los impulsos y pasiones duraderos que están enraizados en el cuerpo etérico aparecerán en el cuerpo físico como tendencias de su constitución en la siguiente encarnación; los hechos que requieren la mediación del cuerpo físico, aparecerán como destino externo en la siguiente encarnación. Lo que hace el cuerpo astral se convierte en el destino del cuerpo etérico; lo que hace el cuerpo etérico se convierte en el destino del cuerpo físico; y lo que hace el cuerpo físico regresa de afuera en la siguiente encarnación como una realidad física.
He ahí el punto real donde el destino externo interviene en la vida humana. Esta función del destino puede posponerse por mucho tiempo, pero tarde o temprano inevitablemente debe acercarse al ser humano. Si se sigue la vida de un hombre a través de las diferentes encarnaciones, siempre se puede ver que su vida en la siguiente encarnación, es preparada por los Seres que trabajan en su encarnación física de tal manera, que es llevado a un lugar concreto para que el destino venga a su encuentro.
De nuevo expongo un ejemplo sacado de la vida. En un tribunal de Vehmic en la Edad Media, varios jueces condenaron a muerte a un hombre y ejecutaron la sentencia ellos mismos. Se investigaron las encarnaciones anteriores de los jueces y del hombre muerto y se descubrió que todos habían sido contemporáneos; el prisionero que había sido condenado a muerte era el jefe de una tribu que había ordenado la muerte de aquellos que ahora eran los jueces de Vehmic. Los hechos de la vida física anterior habían creado la relación entre las personas, y en la Crónica de Akasha quedaron inscritas las fuerzas. Cuando un hombre vuelve a la encarnación, estas fuerzas hacen que nazca en el mismo tiempo y lugar que aquellos a quienes está vinculado, y de esta manera desarrollan su destino. La Crónica de Akasha es una verdadera fuente de poder en la que está inscrito todo lo que se debe expiar entre un ser humano y otro. Algunas personas pueden presentir estos procesos, pero muy, muy pocos son realmente conscientes de ellos.
Supongamos que un hombre tiene una profesión en la que aparentemente es feliz y está contento; por alguna u otra razón, se ve obligado a dejarlo y, al no encontrar otra ocupación en el mismo lugar, se ve obligado a irse lejos, a otro país, donde tiene que emprender un rumbo profesional completamente nuevo. Allí encuentra a una persona con la que de alguna manera tiene que relacionarse. ¿Qué ha pasado en tal caso? La razón es, que ya había vivido antes (en otra vida) con esa persona que ha conocido ahora y con la cual, por alguna u otra razón, contrajo una deuda. Esto está inscrito en la Crónica del Akasha y las fuerzas lo han llevado a este lugar para que pueda encontrarse con el hombre y saldar su deuda.
Entre el nacimiento y la muerte, el ser humano está perpetuamente dentro de una red de estas fuerzas del alma tejidas a su alrededor por todos lados; Son los poderes rectores de su vida. Llevan todo el tiempo dentro de ustedes los efectos de sus vidas anteriores; y todo el tiempo están experimentando el resultado de encarnaciones anteriores.
Por lo tanto, se habrán dado cuenta de que sus vidas son guiadas por fuerzas de los cuales ni ustedes mismos son conscientes. El cuerpo etérico ha sido acondicionado por las formas que ustedes mismos crearon previamente en el plano astral; en su destino trabajan los seres y fuerzas inscritos por ustedes mismos, en la Crónica del Akasha, en las regiones más altas del Devacán. Estas fuerzas o seres no son desconocidos para el ocultista; Ellos ocupan su propio lugar entre los rangos de seres similares. Deben darse cuenta de que en el cuerpo astral y en el cuerpo etérico, así como en el cuerpo físico, sienten los efectos de otros seres; todo lo que hacen involuntariamente, todo aquello a lo que se ven impulsados, se debe al trabajo de estos seres; no surge de la nada. Los diversos miembros de que se compone la naturaleza del hombre, están todo el tiempo impregnados y ocupados por otros seres, y muchos de los ejercicios dados por un maestro iniciado, tienen el propósito de expulsar a estos seres para que un hombre pueda ser cada vez más libre.
Los seres que impregnan el cuerpo astral y lo aprisionan son conocidos como "Demonios". Su cuerpo astral siempre está interpenetrado por ellos y por los seres que ustedes mismos generan, ya sea mediante pensamientos verdaderos o falsos, estos seres son de tal naturaleza, que gradualmente se convierten en demonios. Hay demonios buenos, generados por pensamientos buenos; pero los pensamientos malos, sobre todo los que no son veraces, generan formas demoníacas de la clase más terrible y espantosa, y éstas se entrelazan con el cuerpo astral, si es que puedo expresarlo así. El cuerpo etérico también está permeado por seres de los cuales el hombre debe liberarse; estos seres se llaman "Espectros", "fantasmas". Y finalmente, impregnando el cuerpo físico hay seres conocidos como "Fantasmas". Además de estas tres clases, existen otros seres, los "Espíritus", que impulsan el Ego de aquí para allá. - El Ego mismo es en sí también un Espíritu. En realidad, el ser humano genera tales criaturas que luego determinan su destino interno y externo cuando desciende a la encarnación. Estos seres actúan en su vida de tal manera, que pueden sentir los "demonios" creados por su cuerpo astral, los "fantasmas" o "espectros" creados por su cuerpo etérico y los "fantasmas" creados por su cuerpo físico. Todos estos seres están relacionados con ustedes y se les acercan cuando llega el momento de la reencarnación.
Recordarán que en los documentos religiosos se expresan estas verdades. Cuando la Biblia relata algo sobre la expulsión de los demonios, no se trata de una abstracción, sino que debe tomarse literalmente. Cristo Jesús sanó a los que estaban poseídos por los demonios; Él expulsó a los demonios del cuerpo astral. Este es un proceso real y el pasaje debe tomarse literalmente. El sabio Sócrates también habla de su "Daimon", que actuaba en su cuerpo astral. Este era un buen demonio; tales seres no son siempre malos.
Sin embargo, hay seres demoníacos terribles y ruines. Todos los demonios que nacen de la mentira actúan de tal manera que hacen retroceder al hombre en su desarrollo; y debido a las mentiras de figuras eminentes de la historia mundial, se están creando todo el tiempo, demonios que se convierten en seres muy poderosos, por eso oímos hablar de "Espíritus obstaculizadores", "Espíritus de la obstrucción". En este sentido, Fausto le dice a Mefistófeles. : "¡Tú eres el padre de todos los obstáculos!"
El ser humano individual, como miembro de la humanidad en su conjunto, tiene un efecto sobre el mundo entero en función de si dice verdades o mentiras; porque los seres que se crean mediante la verdad o la mentira producen efectos muy diferentes. Imaginen un país que estuviera compuesto enteramente de mentirosos, el plano astral estaría poblado únicamente por los demonios correspondientes y estos demonios podrían reflejarse en una predisposición física hacia las epidemias. Existen, por lo tanto, una cierta especie de bacilos que son portadores de enfermedades infecciosas; estos seres provienen de las mentiras contadas por los seres humanos; no son nada más que demonios encarnados físicamente generados por las mentiras.
Hemos visto, pues, que las mentiras y falsedades de épocas anteriores, aparecen en el karma mundial como una multitud de seres definidos. En un pasaje del Fausto se indica, cuánta verdad profunda está contenida en los mitos y las leyendas. Allí podrán encontrar una relación entre las alimañas y las mentiras en el papel que desempeñaron ratas y ratones en relación con Mephistopheles, el Espíritu de la falsedad. Las leyendas a menudo han conservado maravillosas indicaciones de la relación entre el mundo espiritual y el mundo físico.
Para entender la Ley del Karma, tendremos que hablar de muchas otras cosas. El Movimiento de la Ciencia Espiritual en sí mismo es el resultado de un conocimiento íntimo de la Ley del Karma.
Acaban ustedes de escuchar que las fuerzas que se hallan en el cuerpo etérico, actuaran después sobre el cuerpo físico en la siguiente encarnación. Por consiguiente, nuestra actitud mental, nuestra inclinación a pensar de una manera particular, incide sobre el cuerpo físico. Por tanto, una actitud mental espiritual o materialista, será de suma importancia para la siguiente encarnación. Una persona con algún conocimiento de los mundos superiores (solo se necesita creer en su existencia) tendrá en su siguiente vida un cuerpo físico bien centrado, cuyo sistema nervioso será sosegado, en definitiva, un cuerpo que incluso tendrá los nervios templados. Por contra, un hombre que no cree en nada, excepto en lo que perciben sus sentidos, traslada este tipo de pensar a su cuerpo físico y en la siguiente encarnación tendrá un cuerpo propenso a padecer enfermedades nerviosas, un cuerpo frágil e inquieto que carece de un centro de voluntad inquebrantable. El materialista se dispersa en el puro detalle; el espíritu unifica, porque el espíritu es unidad!
En el caso de un individuo, a través del destino esa tendencia o disposición saldrá a la luz, en su siguiente encarnación, pero continuará a través de las generaciones, de modo que los hijos y nietos de padres materialistas tendrán que pagar por ello, pues poseerán sistemas nerviosos mal constituidos y padecerán trastornos nerviosos. Una "época" de nervios como la que estamos viviendo, no es mas, que el resultado de la actitud materialista de la "época" precedente. Y como contrapartida, los Grandes Maestros de la humanidad han visto la necesidad de infundir maneras de pensar espirituales.
El materialismo también se ha abierto camino en la religión. Hay personas que "creen" en los mundos espirituales pero no tienen la voluntad de adquirir un conocimiento real de ellos. ¿Se puede decir que tales personas no son materialistas? El materialismo en la religión es, el causante de que las personas quieran tener el misterio de los Seis Días de la Creación, (tal como la Biblia describe la evolución de los mundos), mostrada ante sus propios ojos; es el materialismo el que habla de Cristo Jesús como una "personalidad histórica" e ignora el Misterio de Gólgota. El materialismo en las ciencias naturales es principalmente una consecuencia del materialismo en la religión, y no existiría si la vida religiosa no estuviera saturada de materialismo. Los hombres que han sido demasiado perezosos para profundizar en su vida religiosa, son quienes han introducido el materialismo en la ciencia. Y por eso, los trastornos nerviosos causados por este materialismo se han extendido tanto a nivel individual, así como nacional.
Si la corriente de espiritualidad no es lo suficientemente poderosa como para influir en las personas perezosas y cómodas, la consecuencia kármica del trastorno nervioso ganará cada vez más control sobre la humanidad, y al igual que en la Edad Media hubo epidemias de lepra. En el futuro, el pensar materialista dará lugar a graves enfermedades nerviosas; Habrá epidemias de locura que abarcará a pueblos enteros.
Por lo tanto, al considerar esta área de la ley del karma, la ciencia espiritual no debería ser algo sobre lo que discutir, sino una cura para la humanidad. Cuanto más espiritual sea la humanidad, más se erradicará todo lo relacionado con enfermedades del sistema nervioso y del alma.

Traducido por Julio Luelmo mayo 2019

GA099-XIV Munich 6 de Junio de 1907. -La naturaleza de la Iniciación

   Índice

GA099


RUDOLF STEINER

La naturaleza de la Iniciación.

Munich 6 de Junio de 1907.


XIV conferencia, 

En esta última conferencia debemos hablar del principio de la iniciación, o del discipulado esotérico. Más exactamente, queremos hablar de los dos métodos de enseñanza, los que ante todo toman en consideración lo que en este ciclo de conferencias se ha expuesto sobre la evolución de la humanidad, pues hay que tener presente que en cierto sentido la verdad se encuentra por el remontarse a estados anteriores de la humanidad.

Hemos dicho que los hombres de la antigua Atlántida percibían sabiduría en todo el mundo circundante. Cuanto más nos remontemos al pasado remoto, tanto más descubriremos estados de conciencia que permitían a los hombres percibir las fuerzas creadoras que obran en el mundo, las entidades espirituales a nuestro derredor. Todo lo que nos circunda ha sido creado por dichas entidades creadoras, y el percibirlas significa conocerlas.

Cuando, en el curso de la evolución la humanidad había alcanzado el estado de conciencia del presente, en realidad no antes que durante nuestra quinta época post-atlante, sintió en el alma el anhelo de penetrar nuevamente en los reinos espirituales. Les he dicho que en el antiguo pueblo indio vivía el profundo anhelo de llegar a conocer lo verdaderamente espiritual detrás de todo lo que en el mundo nos circunda, y que en dicho pueblo se formó la convicción: todo lo existente a nuestro derredor es un ensueño, es ilusión; nuestra única tarea consiste en ascender a la antigua sabiduría, la que en tiempos remotos había creado y obrado.

Los discípulos de los antiguos Rishis se esforzaban en emprender el camino que por medio del yoga les conducía a alzar la mirada hacia los reinos de los que ellos mismos habían descendido. Dejando atrás la maya, la ilusión, aspiraban a elevarse a los reinos espirituales.

Este es uno de los caminos que el hombre puede tomar, pero el camino más reciente para ascender a la sabiduría es el sendero rosacruz, el que no se orienta hacia el pasado, sino hacia el futuro, hacia los estados que el hombre volverá a vivir.

Por el mismo se enseña a desenvolver por sí mismo, por medio de determinados métodos, la sabiduría cuyo germen se halla en el hombre. Es el sendero dado por el fundador del movimiento esotérico rosacruz, cuyo nombre exterior es Christian Rosenkreutz. Este sendero no es ajeno al cristianismo, antes bien es un sendero cristiano adecuado a las condiciones modernas, un sendero entre el cristianismo en sentido propio y el sendero yoga.

Dicho camino en parte ha ya sido preparado mucho tiempo antes del cristianismo, adoptando una forma singular por el actuar del gran iniciado que, como Dionisio el Areopagita, en la Escuela esotérica ateniense de San Pablo, fundó la enseñanza que ha dado origen a toda posterior sabiduría y enseñanza esotéricas.

Estos últimos son los dos caminos de la enseñanza esotérica, especialmente indicados para el Occidente. Todo lo relacionado con nuestra cultura y con la vida que llevamos y que debemos llevar, todo esto se eleva a otro nivel, incluso hacia el principio de la iniciación, a través de la enseñanza cristiana y la rosacruz. Para el hombre del presente el sendero puramente cristiano resulta ser algo difícil; por esta razón se ha creado el sendero rosacruz para el hombre de la vida de nuestro tiempo. Quien dentro de la vida moderna desee emprender el camino antiguo, puramente cristiano, debe tener la posibilidad de poder retirarse por un tiempo de la vida exterior, para luego volver a entrar en la misma tanto más intensamente. En cambio, cualquiera puede entrar en el sendero rosacruz, no importa en qué profesión y en qué esfera de la vida esté situado.

Pasamos a caracterizar el sendero puramente cristiano. El mismo se encuentra indicado en el libro cristiano más profundo, en el Evangelio según San Juan, el libro menos comprendido por los representantes de la teología cristiana. También lo caracteriza, según su contenido, el Apocalipsis, o Revelación secreta.

El Evangelio de San Juan es un libro maravilloso; es preciso vivirlo, no solamente leerlo. Es posible vivirlo, si se tiene presente que en el mismo se dan instrucciones para la vida interior, instrucciones que se deben observar de la justa manera. El sendero cristiano exige del discípulo que al Evangelio de San Juan lo considere como un libro de meditación. Una condición fundamental, que hasta cierto grado en la enseñanza rosacruz no se exige, consiste en que se tenga la fe más estricta en la personalidad de Cristo Jesús. Por lo menos hay que tener en sí la posibilidad de creer que esta suprema individualidad, el conductor de los Espíritus del Fuego durante el período solar, estuvo encarnado físicamente en Jesús de Nazareth; que Jesús no fue tan sólo "el hombre sencillo de Nazareth", no una individualidad comparable con Sócrates, Platón o Pitágoras. Es preciso comprender su categoría fundamentalmente distinta de todos los demás. Si se quiere seguir la enseñanza puramente cristiana, hay que estar convencido de su naturaleza única de Hombre-Dios, pues de otro modo no se tiene el debido sentimiento básico, el que despierta las fuerzas del alma. Por esta razón es necesario creer verdaderamente en lo que expresan las primeras palabras del Evangelio de San Juan: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" hasta las palabras: "y el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros." Quiere decir que el mismo Espíritu que había sido el regente de los Espíritus del Fuego y que estuvo vinculado con la transformación de la Tierra, al que también llamamos el Espíritu de la Tierra, realmente vivió entre nosotros en la envoltura física; verdaderamente estuvo encarnado en un cuerpo físico. Esto es lo que se debe reconocer. Si no se lo puede reconocer, es mejor someterse a otro discipulado.

Pero quien bajo esta condición fundamental meditativamente se pone ante el alma las palabras del Evangelio de San Juan hasta donde dice: "lleno de gracia y de verdad ", todos los días en hora de la mañana, durante semanas y meses, pero de tal modo que no solamente las comprende, sino que vive en ellas, experimentará que las mismas tienen para el alma una fuerza despertadora, pues no son palabras comunes, sino fuerzas despertadoras que provocan otras fuerzas del alma. Pero es preciso que el discípulo tenga la paciencia para vivirlas en el alma meditativamente todos los días. Entonces se despertarán bien determinados sentimientos y con ellos las fuerzas que para el discipulado cristiano son necesarias. El sendero cristiano es más bien de carácter interior, mientras que en la enseñanza rosacruz se encienden los sentimientos por el contacto con el mundo exterior.

El sendero cristiano consiste en un despertar de sentimientos. Por el mismo deben despertarse siete grados de sentimientos. A ello se añaden otros ejercicios que sólo se dan de hombre a hombre de acuerdo con el carácter del individuo. Pero es imprescindible vivir el contenido del décimo-tercer capítulo del Evangelio de San Juan, tal como ahora lo voy a describir. El maestro dice al discípulo: Tú debes desarrollar en ti bien determinados sentimientos. Imagínate que la planta brota del suelo terrestre. Ella es superior al suelo mineral, pero necesita de él. Ella, lo superior, no podría existir sin lo inferior. Y si la planta pudiera pensar, tendría que decir a la tierra: si bien soy superior a ti, no puedo existir sin ti; y con gratitud debería inclinarse hacia ella. Lo mismo debería hacer el animal frente a la planta, pues sin ella no podría existir; e igualmente el hombre frente al animal. y el hombre, al haber alcanzado un nivel superior, tendrá que decirse: jamás podría encontrarme en este nivel sin que existiera el inferior. Con gratitud debe inclinarse hacia éste, pues el mismo le ha hecho posible su existencia.

Ningún ser en el mundo podría existir sin el ser inferior, al que debería agradecer. Así también el Cristo, como el Ser Supremo, no pudo existir sin los doce, y en el décimotercer capítulo del Evangelio de San Juan se describe grandiosamente el sentimiento del inclinarse con gratitud. El Cristo, el Ser Supremo, lava a los discípulos los pies.

Si uno se imagina que en el alma humana se despierta ese sentimiento elemental, si durante semanas y meses el discípulo vive en pensamientos y contemplaciones que le profundizan en el alma ese sentimiento elemental, el sentimiento de la gratitud con que lo superior debe mirar hacia lo inferior que le da la posibilidad de vivir, entonces se despierta en él el primer sentimiento elemental; y lo ha experimentado suficientemente en el instante en que aparecen ciertos síntomas: un síntoma exterior y una visión interior. El síntoma exterior consiste en que el hombre tiene la sensación de sus pies como bañados en agua; por una visión interior él se percibe a sí mismo, como Cristo, lavar los pies de los doce. Esto se alcanza como el primer grado: el lavatorio, el lavado de los pies, pues esto no es solamente un acontecimiento histórico, sino que cualquiera lo puede vivir: el acontecer descrito en el décimo-tercer capítulo del Evangelio de San Juan. Dicho grado es la expresión exterior sintomática de que en el mundo de sus sentimientos el hombre se ha elevado al grado de poder experimentarlo; y no podrá ascender a tal grado dentro del mundo de sus sentimientos sin que se produzca también el síntoma a que me refiero.

Se llega a experimentar el segundo grado, la flagelación, si se reflexiona sobre lo siguiente: ¿Cómo lo soportarás cuando desde todos los lados te ataquen los dolores y azotes de la vida?

Debes mantenerse erguido, fortalecerte contra todo el sufrimiento que la vida te depare; deberás soportarlo.

Así se produce el segundo sentimiento elemental que se debe obtener. Al mismo corresponde como sentimiento exterior un picazón y una contracción en todas partes del cuerpo exterior; y la expresión más bien interior consiste en una visión por la cual uno se observa dándose azotes a sí mismo, primero en el ensueño, después en forma visionaria.

El tercer grado consiste en la colocación de la corona de espinas. En esta etapa hay que tener, durante semanas y meses, el sentimiento: ¿Cómo soportarás el hecho de que no solamente debes experimentar los sufrimientos y dolores de la vida, sino que incluso se arroja escarnio y burla contra lo más sagrado, contra tu ser espiritual? También en esta situación el discípulo no debe quejarse, sino que debe saber que a pesar de todo tiene que estar erguido. Como resultado de ello y por una visión astral interior él se percibirá a sí mismo con la corona de espinas, sintiendo a la vez un dolor exterior en la cabeza, como síntoma de que en su mundo de sentimientos ha alcanzado el punto de poder hacer tales experiencias.

El cuarto grado es la crucifixión. Para alcanzarlo, el discípulo nuevamente tiene que desarrollar un sentimiento bien definido. En nuestro tiempo el hombre identifica su cuerpo con su yo. Quien desee atenerse a las condiciones de la iniciación cristiana deberá acostumbrarse a llevar por el mundo su cuerpo, de la manera como se lleva un objeto exterior, digamos una mesa. Debe sentir su cuerpo como algo ajeno; lo debe llevar pasando por la puerta, como si fuera algo ajeno. Cuando con este sentimiento elemental haya alcanzado el debido grado, experimentará lo que se llama la prueba de la sangre.

En determinados puntos de la piel aparecen ciertas rubescencias de tal modo que el discípulo puede hacer aparecer los estigmas de Cristo en las manos, los pies y en el costado derecho del tórax. Cuando por el calor del sentimiento el discípulo es capaz de producir en sí la prueba de la sangre, como síntoma exterior, también se produce lo interior, lo astral de que el se percibe como crucificado.

La quinta es la Muerte Mística. El alumno se eleva cada vez más alto al sentimiento: Pertenezco al mundo entero; soy tan poco independiente como el dedo de mi mano. Se siente incrustado en el mundo entero, como si fuera parte de él. Entonces experimenta la sensación de que todo lo que le rodea se oscurece, como si una negra oscuridad le envolviera, como una nube que se vuelve densa a su alrededor. Durante este tiempo, el alumno de la iniciación cristiana aprende a conocer toda la pena y todo el dolor, toda la maldad y la perversidad que se asocia al hombre mortal. Ese es el Descenso a los Infiernos; cada uno debe vivirlo. Entonces algo sucede como si el velo se rasgara en pedazos, y el alumno ve dentro de los mundos espirituales. A esto se le llama Desgarro del Velo.

La sexta etapa es la sepultura y la resurrección. Cuando el discípulo llega a este grado debe estar preparado para decirse: me he acostumbrado a considerar mi cuerpo como algo ajeno, pero ahora siento todo en el mundo como tan perteneciente a mí como mi propio cuerpo, el que por cierto ha sido tomado de aquellas substancias. Cada flor, cada piedra me son tan cercas como mi cuerpo. Esto significa que el hombre está sepultado en el planeta Tierra. Este grado se halla necesariamente vinculado con una nueva vida, con el sentirse unido con lo más profundo del alma del planeta, con el alma de Cristo que dice: los que comen el pan conmigo, ponen sus pies sobre mí.

No es posible describir el séptimo escalón, la Ascensión. Hay que poseer una alma que para pensar ya no depende del cerebro como instrumento. Para poder sentir lo que el discípulo experimenta como lo que se llama la Ascensión, hay que tener una alma capaz de vivir este sentimiento.

El carácter de la iniciación cristiana se nos presenta como el transitar por estados de humilde consagración. Quien pasa por la misma tan seriamente, experimenta en los mundos espirituales su resurrección. No todos la pueden realizar en nuestro tiempo. Por esta razón es necesario que haya otro método que conduzca a los mundos superiores.

Este otro método es el rosacruz.

También de éste quisiera nombrar siete grados que darán un cuadro de lo que en tal discipulado existe. En parte ha sido descrito en el libro "¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?"; otros pormenores únicamente se pueden dar de hombre a hombre dentro de la enseñanza misma; de todos modos es preciso formarse un concepto de lo que dicho discipulado da al hombre.

También tiene siete grados, pero no uno tras otro, pues depende de la individualidad del discípulo. El maestro indica lo que para el discípulo le parece apropiado; muchos otros detalles se substraen de la descripción exterior.

Los siete grados son los que siguen:


  1. El estudio.

  2. El conocimiento imaginativo.

  3. El conocimiento inspirado, o leer la escritura oculta.

  4. La preparación de la piedra filosofal.

  5. La correspondencia entre el macrocosmos y el microcosmos.

  6. Penetrar en la comprensión del macrocosmos.

  7. La bienaventuranza.


El estudio en el sentido rosacruz consiste en el poder contemplar un contenido de pensamientos que no se toma de la realidad física, sino de los mundos superiores, quiere decir, consiste en lo que se llama vivir en el pensamiento puro. Esto lo niegan incluso la mayoría de los filósofos del presente; ellos afirman que en todo pensar tiene que haber un cierto resto de concepción sensible. Pero esto no es cierto, pues en realidad nadie puede ver, por ejemplo, un círculo. Es preciso que el círculo se perciba en espíritu; en el pizarrón se ve solamente una acumulación de partículas de tiza. El verdadero círculo sólo existirá si se hace abstracción de toda clase de ejemplos tomados de la realidad exterior. Quiere decir que en las matemáticas el pensar es de índole suprasensible. Pero también en los demás hechos del mundo hay que aprender a pensar en forma suprasensible; y los iniciados siempre tuvieron semejante manera de pensar sobre la naturaleza del ser humano. La teosofía rosacruz es un conocimiento suprasensible, y el estudio de la misma, como lo hacemos en estas conferencias, es la primera etapa de la enseñanza rosacruz misma. Hablo sobre la teosofía rosacruz, no por motivos exteriores, sino porque lo descrito representa el primer escalón de la iniciación rosacruz.

Los hombres ciertamente suelen pensar que es innecesario hablar sobre los principios de la naturaleza humana, o sobre la evolución de la humanidad y las distintas evoluciones planetarias; prefieren desarrollar sentimientos agradables, en vez de estudiar seriamente. Pero por más que se llegue a cultivar en el alma sentimientos bellos, no es posible elevarse por ellos solamente a los mundos superiores. La teosofía rosacruz no se propone suscitar sentimientos, antes bien tiende a dejar hablar los sentimientos mismos por la fuerza de los grandiosos hechos de los mundos espirituales. El adepto al movimiento rosacruz lo sentiría como una especie de impudicia lanzarse sobre los hombres mediante sentimientos. Los conduce a conocer el devenir de la humanidad, con la suposición de que esto mismo hace surgir los sentimientos. Les enseña la evolución de los planetas en el universo; y si el alma llega a conocer estos hechos, ha de conmoverse en sus sentimientos. No son más que palabras cuando se exige dirigirse directamente a los sentimientos; es simplemente por comodidad. La teosofía rosacruz deja hablar los hechos, y si los pensamientos respectivos fluyen en el sentimiento y lo conmueven, esto es prueba del camino acertado. Sólo lo que el hombre siente por su propio ser, es capaz de darle felicidad. El adepto rosacruz deja hablar los hechos del cosmos, porque esto es el modo más impersonal de enseñar. Pero también es indiferente quién está hablando, pues no se intenta conmover por una personalidad, sino por lo que ella comunica como hechos del devenir del mundo. Por esta razón se excluye en la enseñanza rosacruz toda veneración directa del maestro, pues él no la exige y no la necesita; él quiere hablar al discípulo sobre lo que existe sin él.

Quien después desee elevarse a los mundos superiores deberá acostumbrarse a aquel pensar que hace nacer un pensamiento de otro, un pensar como ha sido desarrollado en mis libros "La Filosofía de la Libertad" y "Verdad y Ciencia". Los mismos no son libros escritos de tal manera que se podría tomar un pensamiento y ponerlo en otro lugar; antes bien fueron escritos de un modo similar a como se genera un organismo: así también nace un pensamiento de otro. Son libros que no tienen nada que ver con quien los ha escrito, pues él se abandonó a lo que los pensamientos mismos llegaron a formar y cómo ellos se estructuraron por sí mismos.

Resulta pues que el estudio, para aquel que en cierto modo lo desee realizar en lo elemental, consiste en el tomar conocimiento de los hechos fundamentales de la ciencia espiritual, mientras que para ascender algo más es necesario penetrar en lo profundo de un mundo de pensamientos donde por sí mismo un pensamiento se desarrolla de otro.

El segundo grado es el conocimiento imaginativo, el conocimiento que se añade a lo que se le da al hombre por el pensar durante el estudio. Con ello se da la base que servirá para seguir el desarrollo por medio del propio conocimiento imaginativo. Teniendo presente lo aludido en las últimas conferencias, por ejemplo, podrán sentir en el eco reminiscencias de sucesos corrientes durante el período saturnal. Existe una posibilidad de considerar todo lo que nos circunda como fisonomía de espiritualidad inmanente. Los hombres andan sobre la Tierra, considerándola como un conglomerado de rocas y piedras; pero el hombre tiene que aprender a entender que todo en torno suyo es la verdadera expresión del Espíritu de la Tierra.

Al igual que el cuerpo humano tiene alma, el planeta Tierra es la expresión exterior de un Espíritu que vive en el mismo. Únicamente si el hombre considera que la Tierra es como un ser humano de cuerpo y alma, se formará el concepto de lo expresado por Goethe con las palabras: "Todo lo temporal sólo es símbolo." ("Fausto", II). Cuando en el rostro humano vemos caer las lágrimas, no vamos a examinar, mediante las leyes de la física, con qué velocidad la lágrima cae, sino tomarla como expresión de la tristeza interior del alma, lo mismo que el aire risueño es expresión del alma alegre. El discípulo tiene que elevarse a un estado anímico por el cual, en cada flor de la pradera o del campo él ve la expresión de un ser viviente, la expresión del Espíritu de la Tierra. Ciertas flores le parecerán cual perlado de lágrimas, otras le serán expresión alegre del Espíritu de la Tierra. Cada piedra, cada planta, cada flor y todo lo demás será para él la expresión exterior del Espíritu mismo de la Tierra, de su fisonomía. y todo lo temporal le será símbolo de lo eterno que en él se expresa.

Esto ha sido el sentir del discípulo del Grial y del adepto rosacruz. A él se le decía: Mira el cáliz de la flor al que cae el rayo del sol, el que llama las puras fuerzas productivas que dormitan en la planta. Debido a ello al rayo del sol lo llaman la "sacra lanza de amor". Mira al ser humano que es superior a la planta; él tiene en sí mismo los mismos órganos, pero en él está penetrado de placer impúdico y de apetencia lo que la planta tiene en sí de un modo absolutamente puro y casto.

El futuro de la evolución humana consiste en que por otro órgano, el que será su órgano productivo transformado, el hombre, de un modo casto y puro, expresará hacia el mundo su fiel trasunto. El órgano productivo del hombre será casto y puro, sin pasión y sin apetencia, tal como el cáliz de la flor se dirige con castidad hacia la sacra lanza de amor. El hombre se dirigirá hacia el rayo espiritual de la sabiduría, y éste le fecundará para poder producir un ser a semejanza de sí mismo. Este órgano será la laringe. Al discípulo del Grial se le señalaba: la planta de grado evolutivo inferior posee el cáliz casto, mientras que el hombre lo ha perdido; se ha desarrollado hacia abajo a la apetencia impúdica. Por el rayo de sol espiritualizado ha de generarlo nuevamente. Con castidad ha de desarrollar lo que va creando al Santo Grial del futuro.

De esta manera el discípulo alza la vista hacia el gran ideal. Lo que toda la humanidad alcanza a través de la lenta evolución, lo experimenta el iniciado anticipadamente. El nos muestra la imagen de la evolución de la humanidad y tales imágenes son de efecto muy -distinto de los conceptos abstractos producidos por la época materialista del presente. Si nos representamos la evolución mediante imágenes tan grandiosas como lo es el Grial, el efecto será otro que aquel que ejerce el conocimiento común el que no es capaz de ejercer un efecto profundo sobre nuestro organismo. El conocimiento imaginativo influye hacia abajo sobre el cuerpo etéreo y de éste sobre la sangre que es el mediador que va transformando al organismo. El hombre será cada vez más capaz de transformar el organismo por medio del cuerpo etéreo. Todo conocimiento imaginativo que parte de la verdad influye a la vez en el sentido de fomentar la salud, sana la sangre en su circulación. El conocimiento imaginativo es el mejor educador, siempre que el hombre sea suficientemente fuerte y abnegado como para posibilitar tal influencia. El tercer grado consiste en leer la escritura oculta, esto es, no solamente ver las distintas imágenes, sino dejar que el carácter de dichas imágenes cause efecto sobre sí mismo. Esto se transforma en lo que se llama la escritura oculta. Por medio de la imaginación se comienza a ordenar en determinadas figuras y configuraciones de colores, las líneas de fuerza que atraviesan el mundo creativamente. Asimismo se aprende a sentir la íntima relación que se expresa en dichas figuras, y esto se manifiesta como el sonido espiritual, la armonía de las esferas, puesto que esas figuras son construidas según las verdaderas condiciones del mundo. Nuestra escritura común es el último resto decadente de la antigua escritura oculta, y ha sido tomada de ella.

Al cuarto grado, la “preparación de la piedra filosofal” llega el hombro por medio de ejercicios del proceso respiratorio.

Cuando el hombre respira como el proceso de la naturaleza se lo ha impuesto, necesita la planta para poder respirar. Si no existiera la planta no podría vivir, pues la planta le da el oxígeno y asimila el carbono que el hombre mismo espira. La planta forma su propio organismo por medio del carbono y devuelve el oxígeno, de modo que para el hombre el mundo vegetal renueva constantemente el oxígeno. La humanidad no podría existir por sí sola. Si se sacara el mundo vegetal, la humanidad se extinguiría dentro de breve tiempo. Vemos pues el ciclo: el hombre aspira el oxígeno que la planta despide.

Espiramos el carbono al que la planta acoge para formar mediante el mismo su propia corporeidad. Por lo tanto la planta me pertenece; ella es el instrumento que me hace seguir viviendo. El hecho de que la planta forma su cuerpo mediante el carbono lo evidencia el carbón de piedra que no es otra cosa que un cadáver de plantas.

Mediante un proceso respiratorio bien determinado el discipulado rosacruz enseña al hombre a desenvolver el órgano que en el propio organismo puede causar la transformación del carbono en oxígeno. Lo que en nuestro tiempo la planta hace afuera, se realizará en el futuro mediante un órgano que el hombre ya ahora desarrolla en sí a través del discipulado. Esto es algo que se prepara lentamente. Por medio del proceso respiratorio regulado el hombre llevará en sí mismo el instrumento para la elaboración del oxígeno: se habrá transformado en un ser unido con el mundo vegetal, mientras que ahora es de carácter mineral. Retendrá entonces en sí mismo el carbono, mediante el cual formará su propio cuerpo. Debido a ello su cuerpo será en el futuro más bien semejante a la planta, y él podrá entonces ir al encuentro con la sacra lanza de amor. Toda la humanidad tendrá en sí una conciencia como ahora la adquiere el iniciado al elevarse a los mundos superiores. Esto se llama la transformación de la substancia humana en la substancia cuya base es el carbono mismo. En ello consiste la alquimia que conduce a que el hombre formará su propio cuerpo de un modo parecido a como ahora lo hace la planta. Esto se llama la formación de la "piedra filosofal", cuyo símbolo exterior es el carbón. Pero éste sólo será la "piedra filosofal" cuando por medio de su proceso respiratorio regulado el hombre mismo la podrá producir. La enseñanza correspondiente sólo se puede dar de hombre a hombre, pues está cubierta por un profundo misterio; y al discípulo sólo se le podrá comunicar este misterio cuando él esté enteramente purificado. Si en el presente se enunciara dicho misterio supremo públicamente, los hombres en su egoísmo lo utilizarían para satisfacer sus deseos más bajos.

El quinto grado es la correspondencia entre el macrocosmos y el microcosmos. Si estudiamos el devenir de la humanidad nos daremos cuenta de que lo que ahora está en el organismo humano ha sido generado paso a paso desde afuera. Así por ejemplo, en el Sol antiguo las glándulas crecían afuera, tal como ahora los hongos. Todo lo que ahora existe bajo la epidermis humana, estaba otrora afuera, de modo que el cuerpo humano es una agrupación de lo que estaba extendido afuera.

Cada parte de nuestro cuerpo físico, el etéreo y el astral existía afuera en algún lugar del mundo. Así tenemos el macrocosmos en el microcosmos. Es que nuestra alma misma se encontraba afuera en la divinidad. Todo lo que está en nosotros corresponde a algo que está afuera, y tenemos que llegar a conocer correctamente tales correspondencias. El punto de nuestra frente más arriba de la raíz de la nariz es la expresión de que algo determinado que en el pasado estaba afuera, se ha transmitido a lo interior del organismo humano. Si uno contempla y se sumerge meditativamente en este órgano, esto será algo mucho más significante que un mero cavilar en la naturaleza de dicho punto, pues por tal meditación se llega a conocer la parte correspondiente del mundo exterior. Lo mismo se podrá conocer de esta manera la laringe y las fuerzas que la generaron. Se aprende a conocer el macrocosmos mediante la meditación sobre el propio cuerpo.

No se trata de un mero reflexionar exterior. No hay que decir: adentro está el Dios, lo voy a buscar. Sólo se encontraría al pequeño dios engrandecido por uno mismo. Quien sólo hable de tal reflexionar, jamás llegará al verdadero conocimiento. Llegar a este último por el sendero de la teosofía rosacruz es menos cómodo y requiere un trabajo concreto. El mundo está lleno de majestuosidad y grandiosidad. Es preciso profundizar su conocimiento, conocer al Dios por sus distintos aspectos, para poder conocerlo en sí mismo, y sólo así se aprende a conocer al Dios en su totalidad. El mundo es como un gran libro; en las Creaciones tenemos las letras correspondientes las que tenemos que leer del principio al fin. Así aprendemos a leer del principio al fin el libro Macrocosmos como asimismo el libro Microcosmos. Esto será entonces no meramente un entender, antes bien, encuentra su expresión en sentimientos; será un fusionar del hombre con todo el mundo; y el hombre mismo verá entonces en todas las cosas la expresión del Espíritu Divino de la Tierra. Al haber alcanzado este grado, el hombre actúa espontáneamente según la voluntad de todo el cosmos, y esto es la bienaventuranza. Si somos capaces de pensar de este modo, estamos en el sendero rosacruz. La enseñanza cristiana se apoya más en el sentimiento que se desarrolla en el interior humano, mientras que el discipulado rosacruz hace obrar sobre nosotros lo que como la Divinidad de la Tierra se halla extendido en la realidad física y lo hace manifestarse en el sentimiento. Son dos caminos transitables para cada uno. El que piensa como se piensa en el presente, puede emprender el sendero rosacruz, por más que sea un hombre científico, e incluso la ciencia moderna resulta ser un medio auxiliar, si el devenir de los mundos se estudia no solamente por las letras, sino que también se averigua lo escondido detrás de las mismas, lo mismo que en un libro no solamente se mira las letras, sino que se descubre el sentido. Hay que buscar el espíritu detrás de la ciencia; ésta será entonces nada más que la letra para el espíritu. Todo la expuesto no hay que tomarlo como concepto general de la enseñanza rosacruz, sino meramente como alusiones para dar una idea de lo que en ella se puede encontrar. Es un sendero para el hombre del presente, ya éste le hace apto para actuar con perspectiva hacia el futuro. He descrito nada más que las etapas elementales a fin de caracterizar el camino.

Así se nos da un concepto de cómo el método rosacruz nos capacita para penetrar en los secretos superiores.

La ciencia espiritual es una necesidad para el ulterior progreso de la humanidad. Lo que se debe hacer para la transformación de la humanidad, lo deben realizar los hombres mismos. Quien en su encarnación del presente acoge la verdad, será capaz de formarse en encarnaciones posteriores la configuración exterior para las verdades más profundas. Podemos decir que lo expuesto en este ciclo de conferencias va formando un todo, como un instrumento creativo para la cultura del porvenir. Su contenido se enseña ahora porque el hombre del futuro necesita estas enseñanzas y porque las mismas se deben dar a conocer dentro del curso de la evolución de la humanidad. Cada hombre que no esté dispuesto a acoger esta verdad del futuro, vive a costa de los demás, mientras que quien la acoge vive para los demás, no importa que primero le haya incitado un anhelo egoísta de conocer los mundos superiores. Si el camino es el acertado, extinguirá por sí mismo el anhelo y será el mejor creador del desprendimiento y la abnegación. La humanidad necesita ahora el desarrollo oculto, por lo tanto es preciso inculcárselo. Únicamente la aspiración a la verdad, de objeto a objeto, conducirá a la verdadera fraternidad; en ello consiste el mejor encantamiento para llegar a la unidad y para tener el medio que conduce a la meta final de la humanidad, o sea, la unidad. La alcanzaremos si en nosotros preparamos los medios respectivos, si nos esforzamos de la manera más noble y más bella, en crear estos medios, pues lo que importa es la consagración de la humanidad por este camino.

Según lo expuesto la ciencia espiritual se nos presenta no solamente como un gran ideal, sino como una fuerza que nos penetra y de la cual emana el conocimiento. Cada vez más la ciencia espiritual se convertirá en algo de interés popular, pues penetrará en todos los aspectos religiosos y prácticos de la vida, al igual que la gran ley de la existencia rige en todos los seres; en fin, es un factor de la evolución de ¡a humanidad. En este sentido se ha expuesto en estas conferencias la teosofía rosacruz; Si ha sido comprendida, no solamente en la abstracción, sino en tal forma que por medio de los sentimientos ha conducido a conocimientos, podrá influir directamente en la vida. Si estos conocimientos fluyen en todos nuestros miembros, desde la cabeza hacia el corazón, y del corazón a la mano, en todo nuestro actuar y crear, habremos captado el fundamento de la ciencia espiritual; habremos captado la gran tarea cultural que está en nuestras manos, y de los conocimientos surgirán entonces también los sentimientos, los que la comodidad quisiera desarrollar directamente.

La teosofía de los rosacruces no quiere abandonarse meramente a sentimientos, antes bien quiere extender ante ustedes los hechos del espíritu. Cada uno tiene que colaborar, dejarse impulsar por los hechos recibidos en lo relatado, y por los mismos despertar en sí sentimientos y sensibilidad. En tal sentido la teosofía rosacruz ha de convertirse en un fuerte impulso para el mundo de los sentimientos, pero al mismo tiempo ha de conducirnos directamente a los hechos de las percepciones suprasensibles, un impulso que primero hace aparecer en profundos pensamientos los referidos hechos suprasensibles, para después conducir al discípulo hacia los mundos superiores.

He aquí el sentido de estas conferencias.


El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919