GA202 Dornach, 26 de diciembre de 1920 La búsqueda de la nueva Isis - La divina Sofía

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RUDOLF STEINER

El puente entre la espiritualidad mundial y el ser humano físico.


La búsqueda de la nueva Isis - 
La divina Sofía

Dornach, 26 de diciembre de 1920

Vamos a recordar algunas de las cosas que hemos estado considerando durante los últimos días. He hablado de los hechos significativos de que en el ámbito de la historia del Misterio del Gólgota tenemos, por una parte, la proclamación a los sencillos pastores y, por otra, a los Magos de Oriente, hombres que según las ideas imperantes en aquellos tiempos habían alcanzado la más alta sabiduría que era posible alcanzar. El Misterio se proclamó a los Magos a partir de las estrellas y de los secretos que se leían en ellas. Lo mismo se reveló a los ignorantes y sencillos pastores a partir del tipo de clarividencia que podía surgir en aquellos tiempos en los hombres de corazón piadoso. Dije que estos poderes eran los últimos restos de facultades clarividentes que en tiempos muy anteriores eran normales en la humanidad y que en la época del Misterio del Gólgota aún existían en su fase final entre hombres excepcionales, tanto doctos como ignorantes. Por lo tanto, puede decirse: En la época en que todavía existían en el hombre individual los últimos restos de las antiguas facultades de clarividencia, facultades capaces de captar el aspecto suprasensible del Acontecimiento del Gólgota, ese Acontecimiento tuvo lugar realmente sobre la tierra.

Describamos una vez más estas formas de conocimiento. Por un lado tenemos a los pastores. Ellos experimentan a través de su ingenua, clarividencia instintiva, lo que sucede en el mundo de los hombres. Tales visiones interiores se deben, como ya les he dicho, a las fuerzas de la tierra que actúan en el ser humano. Estas fuerzas de la tierra no sólo actúan en los reinos inferiores, sino también en el interior del ser humano. Los hombres modernos, especialmente los que viven en la actualidad, ya no tienen experiencias interiores directas de estas fuerzas terrenales que surgen, por así decirlo, de la tierra y luego aparecen como visiones interiores. Pero cuanto más retrocedemos en la evolución, más encontramos estas visiones interiores, visiones que en toda su configuración y forma difieren según las diferentes condiciones climáticas, las diferentes regiones de la tierra, etc. Lo que se puede descubrir externamente a este respecto es, sin embargo, en muchos aspectos engañoso, pues los hombres de antaño eran errantes. Las facultades de conocimiento interior que les llegaban de las fuerzas de la tierra, se desarrollaban en alguna región o territorio y luego, a causa de las migraciones de los pueblos y las poblaciones a otros territorios, se propagaban por herencia. No siempre puede decirse, por tanto, que estas visiones interiores estuvieran conectadas directamente con el territorio donde aparecían en los hombres. Así como el mundo animal tiene una forma determinada en una parte concreta de la tierra, -en los animales esto se expresa más bien en el crecimiento y la forma exteriores, en el modo de vida, etc.-, del mismo modo, cuando los seres humanos todavía estaban estrechamente relacionados con las fuerzas de la naturaleza, estaban unidos en sus características interiores con las fuerzas interiores de la tierra. Estas fuerzas interiores de la tierra no son, por supuesto, completamente independientes de las fuerzas del universo. Durante su vida entre el nacimiento y la muerte, el ser humano está entregado a estas fuerzas de la tierra, es decir, está entregado a ellas en su cuerpo físico y cuerpo etérico, no en su cuerpo astral y Yo. En su cuerpo físico y cuerpo etérico el hombre está entregado a las fuerzas que están activas en los reinos de la tierra debajo de él. Y como en los tiempos antiguos el hombre era mucho más dependiente de los cuerpos físico y etérico de lo que es hoy, los efectos de la tierra dentro de él se expresaban más en su conciencia y había dentro de él una cierta actividad instintiva en su comprensión del mundo de los seres humanos, del planeta tierra y especialmente del mundo animal. En aquellos tiempos, los hombres tenían una imagen definida, una imaginación definida de cada especie animal. De esta imaginación, nosotros sólo hemos conservado la noción abstracta de "especie". Hablamos de la especie del lobo, de la especie del tigre, etc., y éste es el último vestigio abstracto de las imágenes vivas que estaban presentes en los tiempos antiguos en la visión y percepción instintivas. Tampoco la relación del hombre con sus semejantes era el sentimiento abstracto que es hoy, cuando pasamos a su lado sin llegar a conocerlos y comprenderlos realmente. A través de las fuerzas que viven en él y a través de su karma común, surgía en el hombre una imagen definida, una percepción definida de sus semejantes como una Imaginación concreta e ingenua.

En esta humanidad primitiva vivía algo que afectaba a todo el planeta tierra o, al menos para muchos pueblos, a los territorios en los que vivían. Era una visión interior hacia el planeta tierra, incluso hacia los procesos del mundo humano, que se vivían en la vida social, y también hacia los procesos del mundo animal. A partir de esta percepción interior se desarrolló luego nuestra percepción sensorial ordinaria. Podría decirse que lo que ha llenado interiormente a todo el ser humano, la percepción interior, la formación de percepciones, se extendió en tiempos más recientes a la superficie de los sentidos, y esto se ha convertido en nuestra percepción tan venerada hoy en día, especialmente en la visión científica, en la que sólo queremos aceptar todo lo que el intelecto combina a partir de las percepciones de los sentidos. Esta percepción sensorial, esta percepción con la que hoy inspeccionamos el tapiz sensorial, es la descendiente de lo que hallamos cuando estudiamos los tiempos antiguos del desarrollo humano en la realidad, no con los fantasmas de la psicología o la antropología actuales. Lo que en la antigüedad se nos presentaba como visión interior, hoy se ha convertido preferentemente en nuestra visión exterior.

El otro conocimiento que ahora se caracteriza para nosotros por el conocimiento de los magos de Oriente se ha vuelto abstracto. Es aquello que ahora ha tomado el camino opuesto. Mientras que la visión interior ha subido a la superficie y se ha convertido en percepción sensorial, la visión exterior, que se expresaba en el conocimiento imaginativo, instintivo-imaginativo del mundo de las estrellas y sus secretos, -que se expresaba en el antiguo tipo de astronomía, que, sin embargo, también calculaba con números, que geometrizaba con figuras, por usar esta expresión platónica-, esta visión, que veía una especie de matemática viva realizada en el universo, en la que cada estrella era al mismo tiempo espiritual y esencial, tomó el camino opuesto (ver dibujo). La otra percepción fue a la superficie de los sentidos, se convirtió en lo que hoy llamamos nuestra percepción externa, nuestro empirismo. Pero lo que era percepción externa fue al interior del ser humano y se convirtió en matemática abstracta, mecánica abstracta o foronomía, todo aquello que surge de nuestro interior como conocimiento matemático-mecánico.
Sin embargo, así tenemos en lo que hoy se acerca al hombre por una parte como visión sensorial, por otra como construcción matemático-mecánica del mundo, los legados, las herencias abstractas de las antiguas visiones instintivas de la humanidad. En particular los últimos vestigios de las antiguas visiones, por mas que esto sea tan inaccesible a la antropología externa, han desaparecido esencialmente desde el acontecimiento del Misterio del Gólgota. Para la mayoría de la población de la tierra ya habían desaparecido mucho antes, pues debemos remontarnos a milenios muy, muy remotos, a los milenios anteriores a que las tierras altas de Turán dieran lugar a lo que se convertiría en la cultura egipcio-caldea, griega, etc., si realmente queremos llegar a conocer estas antiguas visiones de la humanidad. Pero todavía encontramos los últimos vestigios en la tradición cristiana a través de la mirada de los pastores, que aprenden a reconocer un acontecimiento humano importante a través de la clarividencia imaginativa instintiva, y a través de la mirada de los magos de Oriente, que ven lo mismo a partir de la sabiduría de los astros.

Estas antiguas formas de ver las cosas nos llegan en sus últimos vestigios como un claro signo en la evolución de la humanidad. Desde el Misterio del Gólgota se ha extendido cada vez más la forma más nueva de ver las cosas, que, por cierto, ya se estaba preparando en el pensamiento griego, pues las cosas no se fusionan bruscamente, sino que se preparan y vislumbran. Lo que en el fondo sólo se ha hecho intensivo en los tiempos más recientes, lo que se ha puesto especialmente de manifiesto en el desarrollo de la humanidad desde mediados del siglo XV y que sólo alcanzó su apogeo en el siglo XIX, pero que ya se puso de manifiesto en el siglo XVIII, sobre todo en el Occidente europeo. Consiste en el hecho de que la antigua visión de la vastedad de los cielos impregnada de espíritu, se ha convertido en matemática y mecánica abstractas; de modo que observamos el cielo en el sentido galileano-kepleriano, como si fuera comprensible como mero objeto de la matemática y la mecánica, y que ahora hemos de limitar lo que llamamos percepciones únicamente a lo que nos transmiten los sentidos, que el poder de percepción de todo el ser humano, que estaba instintivamente presente en los tiempos primitivos, se ha vuelto inactivo.

Hemos dicho a menudo que la humanidad debe volver a desarrollar la clarividencia. Aquello que surge desde dentro como matemática, como mecánica, debe desplegarse de nuevo en imaginación. Aquello que desde fuera sólo puede aplicarse a través del  tapiz sensorial y luego entra en la especulación y desarrolla todo tipo de teorías mecánicas sobre los procesos sensoriales, que habla de todo tipo de vibraciones ondulatorias o similares, esto debe someterse de nuevo a las visiones de la inspiración. A través de esto la humanidad volverá a encontrar la conexión con su origen real, con lo espiritual, que es la propia naturaleza del hombre. Así que los últimos restos que hemos recibido de estos tiempos antiguos son la percepción matemática y lo que es la percepción sensorial externa. Y con esto ¿Qué ha surgido en el desarrollo de la humanidad?

Echemos un vistazo al siglo XVIII. Volvamos al filósofo inglés Locke, que tanta influencia tuvo en el desarrollo de las ciencias. Allí encontramos por primera vez a Locke señalando que el único conocimiento posible es el que se obtiene inicialmente a través de los sentidos. Sólo la percepción sensorial podría combinarse matemáticamente porque, -sobre todo en Occidente, Oriente siempre se ha resistido a ello-, sólo se ha conservado la percepción sensorial externa, y la percepción interna se ha convertido en una mera percepción abstracta-matemática.

En Francia, en el siglo XVIII, se intentó comprender al hombre, responder a la pregunta: ¿Qué es el hombre en realidad? - Querían reconocer al hombre a través del poder del conocimiento que ahora disponía el propio hombre.

Y el resultado fue una obra como "El hombre máquina" de De La Mettrie. Esto no surgió de la mera imaginación de un hombre, sino de una necesidad histórico-mundial del desarrollo de la humanidad. Eso correspondería a que en la antigüedad, a partir de toda la ciencia que la astronomía antigua pudo obtener sobre los fenómenos celestes, se hubiera comprendido al hombre a partir de todo el macrocosmos; que se hubiera comprendido al hombre a partir de esto, por así decirlo, con la matemática cualitativa, que no es otra cosa que la astronomía antigua, o, si se quiere, la astrología. Allí se habría comprendido concretamente al hombre, si no con nuestra facultad consciente de conocimiento, al menos con la facultad instintiva de conocimiento de los antiguos.

¿Qué queda de esto? En el universo, sólo se imaginaban líneas matemáticas extendidas de forma puramente abstracta, fuerzas, tal como uno puede captarlas interiormente de forma abstracta. El hombre fue imaginado como una máquina. Un trabajo intelectual que en el fondo sólo pretendía imaginar al hombre según fuerzas matemático-mecánicas resultó entonces rondando el siglo XIX, inundando todos los puntos de vista científicos. A lo sumo, la gente se rebeló contra ella teóricamente. Decían: Sí, no puede ser así, tiene que haber algo más en el hombre. - Pero no se aplicó nada más, aunque se admitiera teórica y filosóficamente que no podía ser como se presenta en la obra "El hombre una máquina". No se han utilizado otras fuerzas para comprender al hombre que las que en el fondo también se aplican a la máquina. El hombre tuvo que pasar por el desarrollo del espíritu, que es espíritu en el sentido más abstracto, pero que, por ser espíritu sólo en sentido abstracto, sólo puede captar lo mecánico-mineral. Sólo a través de esto ha llegado el hombre a hacer realidad su libertad. Por muy tumultuosa que haya parecido el impulso de libertad en la Europa occidental del siglo XVIII, existe una conexión interna entre esa pobre forma de realización del hombre, que se expresa en "El hombre es una máquina", y el impulso de libertad. Por un lado está la peor decadencia de la cognición de las fuerzas interiores, por otro la intensa demanda de dignidad humana en libertad.

La otra, la visión que el hombre acariciaba interiormente, fue dirigida hacia los sentidos y se desvaneció hasta el punto de la percepción sensorial externa. Nada más se convirtió en aquello que va desde el hombre hacia el hombre en la contemplación; sólo quedó el sentimiento como motor social. Y en el siglo XIX, sobre todo en Europa Central, en Occidente ya en el siglo XVIII, aparecieron aquellas personalidades, -en Occidente Dupuis, en Europa Central entonces espíritus como Ludwig Feuerbach y otros-, que, en la forma peculiar en que entonces se captaba todo lo de este tipo en Europa Central, recordaron que en el curso de su desarrollo la humanidad había visto cosas espirituales al mirar hacia el macrocosmos, había visto dioses o, en última instancia, a Dios. Pero entonces surgió el fuerte instinto: Cuando miro al mundo exterior, sólo se presenta ante mi lo sensorial, sólo tengo lo que se presenta a la percepción sensorial. Lo que allí se transmite, aquello que una vez se vio brillar en las estrellas, que en un principio también son cosas de los sentidos, lo que se daba como contenido espiritual del mundo mineral, vegetal, eso, -así se decía-, lo pusieron allí los hombres, eso es todo antropomorfismo, eso lo pusieron los hombres en el mundo exterior a partir de su imaginación. No fueron los dioses quienes crearon a los hombres, los hombres crearon a los dioses a partir de sus almas. Dupuis primero, luego gente como Ludwig Feuerbach a mediados del siglo XIX, pusieron esto frente a la gente.

Mientras que en Francia en el siglo XVIII se pensaba que el hombre era una máquina, ahora en el siglo XIX la gente sólo miraba al hombre desde fuera sin adentrarse en su interior. Solo se presentaba el caparazón humano. Solo este caparazón humano se encuentra en la cima del reino animal. Pero lo que envuelve este caparazón humano no se encuentra en absoluto en la cima del reino animal, sino que proviene de mundos completamente diferentes, en los que ya no se tenía ninguna visión, porque sólo se disponía de la percepción sensorial, a la que se había desarrollado la antigua clarividencia, porque sólo se disponía de las matemáticas y la mecánica, a las que se había desarrollado la antigua astronomía, que era una ciencia espiritual viva. Así, mediante la ciencia interior, el hombre sólo podía construirse como una máquina; mediante la ciencia exterior, el hombre no podía construirse en absoluto, sino sólo su envoltura. El ser humano se fue perdiendo poco a poco. Y hoy en día básicamente no nos damos cuenta de hasta qué punto hemos perdido al ser humano en términos de conocimiento. Se estudian las anatomías de los animales, se practica la fisiología animal y luego se traslada al ser humano con algunas modificaciones. Pero hoy en día no se conoce realmente al hombre. Hoy el hombre no puede adquirir un conocimiento del hombre a partir de lo que reconoce como la máxima autoridad, de la ciencia. Nuestra mentalidad científica fue precedida por el hombre como máquina, precedida por la comprensión del mundo exterior sensorial, dentro del cual el hombre no puede hallarse.

En uno de los libros más recientes, -ya ha aparecido uno nuevo desde entonces; los folletos que supuestamente refutan la antroposofía hoy en día se han convertido en libros completos-, en el penúltimo gran libro contra la antroposofía encontramos muchas cosas de la antroposofía que supuestamente recuerdan antiguas mitologías. De hecho, tal comportamiento sólo se basa en el hecho de que la persona en cuestión no entiende la antroposofía en absoluto. El autor de este escrito es un licenciado en teología, un caballero muy erudito. Todos ellos son caballeros eruditos, se puede decir siempre como estribillo, si se recuerda el famoso discurso de "Julio César" de Shakespeare: Todos ellos son hombres honorables. - Todos son caballeros eruditos, y éste, como no entiende nada de antroposofía, encuentra algo en común con las mitologías antiguas.

Sabemos que la antroposofía trata de una plena comprensión consciente del mundo, una comprensión del mundo que tiene lugar con una conciencia tal que sólo se ve interiormente en las realidades matemáticas, de modo que realmente no se trata de poesía mitológica. Pero, sin embargo, cuando nuestro ser interior se despierta profundamente, a veces nos damos cuenta del sentido de las antiguas mitologías, de las antiguas visiones mitológicas, precisamente a través de la Antroposofía. Estas antiguas mitologías no son en absoluto poesía en el sentido en que algo lo pueda ser hoy, sino que surgieron de imaginaciones ingenuas que corresponden a un determinado contenido del mundo. Sólo se visualizaba lo que este contenido del mundo albergaba. Y si uno deja que la naturaleza profundamente significativa de estas imágenes surta efecto en uno, entonces a veces se revela en estas antiguas imágenes algo bastante maravilloso en cuanto a la certeza del conocimiento, y hoy quisiera recordarles un antiguo poema indio dirigido al dios Varuna, que quisiera darles a conocer de la siguiente manera:

Varuna es el poder final en todos los seres.

Varuna es quien ha esparcido el aire en los bosques.

Varuna es quien da velocidad a los animales veloces.

Varuna es quien produce la leche en las vacas lecheras.

Varuna es quien despierta la voluntad en el corazón humano.

Varuna es quien excita los rayos en las aguas de las nubes.

Varuna es quien hace brillar la luz del sol en el firmamento.

Varuna es quien crea la poción de soma en la montaña.

En este discurso a Varuna encontramos de manera maravillosa lo que les expliqué ayer. Si primero comprendemos lo que entra en el ser humano desde las fuerzas interiores de la tierra a su cuerpo físico y etérico, para que luego sólo el cuerpo astral y el yo puedan subir a su conciencia y cambiarla, si comprendemos así que las fuerzas de la tierra intervienen en la conciencia y producen lo que interiormente se convirtió luego en poderes de clarividencia en los antiguos tiempos terrestres, entonces encontramos el sentido señalando primero cómo es Varuna, el dios de las transformaciones, quien hace que el viento, el aire, pase a través de los bosques, es decir, a través de la tierra cubierta de superficie, cómo esta misma entidad poderosa, trabajando desde la tierra a través de los animales, causa la velocidad en los caballos, cómo causa la sustancia vital en los seres que dan leche, pero cómo causa los impulsos de la voluntad en el corazón del hombre, de donde vino precisamente lo que fue la antigua clarividencia interior. Tenemos, me gustaría decir, en esta indicación, algo que nos hace comprender la mirada de los pastores en el campo. Y en lo que viene a continuación, tenemos algo que nos hace comprender la forma especial de ver las cosas de los magos de Oriente. Pues es Varuna quien hace que el fuego del relámpago se despierte en las aguas de las nubes, -uno mira hacia el macrocosmos y encuentra allí las fuerzas que se reconocen a la manera del mago-, quien hace que la luz del sol aparezca en el cielo, y quien produce la poción de soma en la montaña, aquello que actúa en el hombre para que pueda examinar el mundo.

Sin embargo, aquí hay que hacer una observación. El poema es ya de una época en la que la visión más antigua, más pura, ya no estaba presente en relación con el mundo exterior, en la cual ya no se buscaba respirar mediante prácticas puramente espirituales de respiración, como se acostumbraba en la antigüedad, en las que no se quería aspirar desde la inhalación, que era lo que entonces daba lugar a la visión de las vastedades del universo, sino en las que uno, -y esto se practicaba a menudo en los Misterios tardíos-, quería auto estimularse para mirar hacia el exterior mediante cierta pócima que se preparaba a partir de plantas; así como más tarde, cuando se había perdido la contemplación interior, se buscaba estimularse interiormente saboreando ciertas sustancias. <En Oriente, la gente buscaba estimularse para la contemplación externa del macrocosmos mediante ciertos jugos de plantas. <En Occidente se llegó a querer estimularse mediante sustancias internas. <En Oriente llamaban poción de soma a aquello que deseaban evocar por medios externos, ingiriendo algo, aquella capacidad que había aparecido en el último remanente a través del mago. En Occidente, hasta finales de la Edad Media, de hecho hasta tiempos más recientes, se llamaba piedra filosofal a aquello que se quería tomar internamente para obtener la sabiduría que evoca la percepción interior.

Encontrarán ustedes referencias a la poción de soma, al jugo de soma, por todas partes en los libros comunes que quieren enseñarles sobre el orientalismo. Se pueden encontrar todo tipo de explicaciones muy espirituales al respecto, porque la gente nunca se ha enterado de lo que es realmente la poción de soma en sustancia de la verdadera sabiduría iniciática. Todo tipo de libros históricos les dirán que no se sabe qué sustancia es la piedra filosofal. Sin embargo, no pretendo hablar de estas dos sustancias. Sólo quiero señalar el hecho humorístico de que cierta erudición señala que no se puede saber qué es en realidad el zumo de soma, a pesar de que un gran número de personas beben litros de este zumo de soma, que, como se relata aquí en la canción de Varuna, crece en la montaña. Y así también se señala que existe cierta sustancia como la piedra filosofal, que en realidad no se sabe lo que los alquimistas eruditos entienden por esta piedra filosofal, aunque la gente quema kilogramos de esta piedra filosofal incluso hoy en día. Sólo es cuestión de ver estas cosas bajo la luz adecuada. Es una cosa extraña que a menudo lo que es muy conocido para la gente se presente en realidad como algo extremadamente desconocido, porque no saben cuál es la conexión entre su forma actual de ver las cosas y lo que es la forma de ver las cosas de un pasado relativamente reciente.

Pero hemos de darnos cuenta de que, en el fondo, miramos el mundo actual con las peores gafas y, a pesar de nuestra formación científica, desconocemos el significado de lo que tenemos más cerca, desconocemos los efectos de algunas sustancias que utilizamos en la vida cotidiana. Estamos dentro de esos efectos, los experimentamos. Pero del mismo modo que los estudiosos de hoy no saben qué es la poción somática, del mismo modo que no saben qué es la piedra filosofal, aunque sean pocas las personas que no conocen muy bien las sustancias en cuestión, -simplemente no saben cuáles son-, lo mismo puede decirse: La gente de hoy ve que muchas cosas tienen lugar en las transacciones entre bancos y empresas industriales, y la mayoría de la gente corta sus cupones de los papeles pertinentes que reciben, y saben tan poco lo que esto significa realmente en todo el contexto social de la vida como desconocen las otras cosas que acabamos de mencionar. Nuestra forma de ver las cosas es tal que nos ciega, es decir, nos proporciona gafas, de modo que realizamos nuestras actividades cotidianas sin reconocer nada del contexto interno del mundo en realidad.

Es extraño cómo la gente hoy en día se esfuerza por permanecer dentro de estos conceptos que flotan en la superficie, cómo no quieren sumergirse por un lado en un nuevo ser interior, emerger por otro, aspirar a un nuevo conocimiento exterior. De los sentimientos oscuros el hombre extrae a veces lo que la mayoría de la gente en realidad ya desea en el inconsciente, pero se retraen de elevar esta voluntad a la conciencia.

Uno de nuestros amigos me ha regalado estos días el "Rheinische Musik- und Theater-Zeitung"(periódico de música y teatro de Renania). En el primer artículo se dice algo sobre las experiencias especiales de un músico, es decir sobre la experiencia directa en un caso especial de la vida. Es extraordinariamente interesante lo que alguien escribe desde un caso especial de experiencia. Sólo quiero leer algunas frases de él. Aquí, por ejemplo, leemos: "Además de este problema interno de la música, la agitación social y económica general ha traído ahora consigo el problema externo del nuevo público, que se acerca al arte bastante desprevenido. ¿Qué arte tiene un valor duradero, y cómo pueden unirse el arte y el pueblo? Estas son las dos cuestiones más importantes en este momento".

Hay que decir que la mayoría de la gente ni siquiera siente el peso de estas cuestiones; aquí al menos se siente el peso de estas cuestiones, porque estas cuestiones están ahí en el mundo con un peso terrible.

"Muchísimos problemas se resolverían mejor y más fácilmente si la profesión musical estuviera organizada. Pero aún carecemos de una cámara de músicos que pueda representar los intereses comunes de todos los músicos profesionales; ni siquiera los grupos de interés individuales están realmente unidos todavía. "

Ahora la persona en cuestión reflexiona sobre la organización en cuestión. Ahora dice: "Casi ninguna de las asociaciones incluye a todos los miembros de la profesión; quizás las más fuertes sean la Asociación Alemana de Músicos, que incluye sobre todo a músicos de orquesta, y las organizaciones de comerciantes de música, que tienen una base común a través de sus objetivos económicos. Los diversos grupos de profesores de música académicos y no académicos, profesores de canto en las escuelas, organistas, directores de orquesta y críticos, así como músicos creadores y reproductores siguen a una distancia considerable. El egoísmo y la rivalidad han alejado a algunos. Todavía queda mucho por hacer para que todos los profesionales intelectuales reconozcan la necesidad de una asociación. Así resultó que la regla en el campo musical, especialmente para todos los asuntos públicos, no es ejercida por expertos que saben lo que se necesita, sino que diletantes ocupan este cargo, especialmente en el gran plan estatal, así como en las administraciones municipales provinciales más estrechas, hoy en día, dependiendo de la fuerza de los partidos, políticos que, por así decirlo, sólo se ocupan de las artes de lado, a menudo ciertamente con buena voluntad, pero a menudo no con la necesaria pericia e imparcialidad. Por lo tanto, el Estado en particular fracasó casi por completo a la hora de satisfacer las demandas justificadas de la música. Pero este fenómeno no afecta sólo a la música; es típico de todos los asuntos culturales. Reconociendo que ni siquiera las cuestiones económicas de una nación pueden ser tratadas objetivamente por los representantes del pueblo existentes, orientados políticamente, se formó recientemente uno nuevo. De unos 400 escaños, poco menos de tres se asignaron a las artes; ¡tal era su modesta importancia! Y si creemos que uno o dos votos no son suficientes para representar los intereses de la profesión musical alemana ni siquiera en cuestiones puramente económicas, entonces debemos plantear la pregunta: ¿Dónde se discuten en absoluto los intereses culturales del pueblo? Nosotros rechazamos la discusión actual en los parlamentos. Por lo que sabemos, ni un solo músico profesional se sienta en el Reichstag, y aunque hubiera diez o veinte de ellos, no podrían conseguir nada allí donde la gente habla y vota según consideraciones partidistas.

Sólo queda un camino que es lógico y claro y que, por lo tanto, algún día se tomará para la salvación de toda nuestra nación. Además del parlamento político, que administra la posición jurídica del individuo en relación con el conjunto y de toda la nación en relación con el mundo internacional, y además del consejo económico, que debe velar por los fundamentos materiales de la vida nacional, necesitamos un consejo cultural, que se ocupe de los asuntos espirituales y tenga la tarea de promoverlos.

La idea de esta estructura tripartita no es nueva. Sin embargo, sólo recientemente fue puesta en una fórmula precisa por el Dr. Rudolf Steiner y ahora está siendo propagada por la oficina de una federación en Stuttgart, Champignystrasse 17, de la cual cualquiera puede obtener más material sobre la cuestión.

Una vez que se haya reflexionado sobre el asunto, será difícil apartarse de nuevo de la idea, es tan clara y tan cierta que resuelve los problemas con los que hemos estado luchando sin remedio durante mucho tiempo. ¡La implementación llevará y debe llevar toda nuestra vida nacional a la recuperación!"

Les leo esto porque ustedes tienen un anhelo por la triple estructura desde un asunto muy individual. Ahora vienen los que hay que rechazar aquí, que en realidad sólo tienen una educación política externa y piensan que esta triple estructura es una utopía. No, no es una utopía, está tomada de los sentimientos más íntimos de cada sujeto individual. Y cada individuo que está implicado en un tema muy concreto, en un campo muy concreto, como aquí la persona que ha escrito el artículo, -es el director del periódico; es una rareza que los directores de periódicos escriban así hoy en día-, cada individuo que está implicado en un caso concreto, específico, puede sentir cómo precisamente la consideración más práctica de la vida lleva a tener que decirse a sí mismo al final: "Cualquiera que se haya planteado una vez el asunto difícilmente podrá liberarse de nuevo del pensamiento, tan claro es, y con tanta seguridad resuelve los problemas con los que hemos estado luchando desesperadamente durante mucho tiempo. ¡La implementación llevará y debe llevar toda nuestra vida nacional a la recuperación!"

Ahora bien, lo que aquí se describe como un elemento que debe justificarse especialmente, un consejo cultural: fue hace un año, este mes de mayo, cuando se fundó el Consejo Cultural. Y este Consejo Cultural se ha desvanecido, hoy está olvidado. Fue menos comprendido por aquellos que de alguna manera estaban involucrados en la vida académica o artística.

Esto es lo que hay que subrayar cada vez más: ¡que tenemos una gran necesidad de tomarnos las cosas extremadamente en serio hoy en día! A la gente le resulta incómodo esto de tomarse las cosas en serio. Ellos quieren creer una y otra vez que las cosas continuarán en la vieja rutina. ¡No, no continuarán en la vieja rutina! Si la vida continúa como está sin los estímulos que vienen del mundo espiritual, entonces la industria puede continuar, puede haber bancos, puede haber universidades donde se enseñe todo tipo de ciencias, las otras profesiones pueden continuar - todo conduce a la decadencia, a la barbarie, a la caída de la civilización. Quien no quiera poner en la vida inmediata lo que puede venir de la ciencia espiritual, en el fondo no quiere ascensión, quiere decadencia. Y la mayoría de la gente hoy quiere la decadencia y sólo se engañan a sí mismos que de la decadencia todavía puede venir un ascenso.

Esto es lo que quería subrayar aquí, especialmente desde varios puntos de vista, con motivo de esta Navidad. <¡Dejen que las otras personas continúen a la vieja usanza con su comportamiento habitual, que siempre ha sido una gran mentira en los últimos tiempos! Yo me encontré con esta mentira de la vida cuando era joven. Con respecto a la vida, a la realidad, a la verdad de la vida, yo me comprendía muy bien de la manera más internacional y en todo lo que verdaderamente no está relacionado con la simpatía o antipatía por ninguna raza de personas, pues fui educador en un hogar judío durante mucho tiempo, muchos años. Sin embargo, todos los años, cuando se acercaba la época de Navidad, toda la familia, parientes lejanos y cercanos, salían, -y todos eran judíos-, a comprar los regalos de Navidad y, por último, a comprar el árbol de Navidad. Y todo esto se hacía igual que hacen las demás personas que se llaman cristianas. Todo eso se hacía en honor de aquello a lo que se rinde culto con la frase: "¡Hoy nos ha nacido el Salvador!". Tanto se han convertido las cosas en una frase. Uno no quiere admitir hasta qué punto las cosas se han convertido en una frase hecha, ¡cómo han dejado de tener contenido! Da lo mismo hoy, y da lo mismo desde hace mucho tiempo, si alguien que asocia un contenido vivo del corazón con el Salvador se sienta junto al árbol de Navidad y pone regalos debajo de él, o si alguien que persiste en una frase que rechaza al Salvador se sienta junto al árbol de Navidad y pone regalos debajo de él. En estas cosas hay que ver a través de las mentiras de la humanidad que se han hecho realidad, las frases que se han hecho realidad en nuestra civilización. En serio, hay que ver a través de las cosas. Hoy no se trata de decir: ¡No hay que ser radical en este sentido! - porque no ser radical en este sentido significa participar en la deriva hacia la decadencia de la humanidad.

Eso es lo que quería plantear en esta fiesta navideña en una zona donde realmente no hay nada del estilo antiguo. No encontrarán nada de los viejos estilos arquitectónicos en nuestra arquitectura aquí en el Goetheanum. En lo demás que hay en este Goetheanum no encontrarán nada de lo que representaban las antiguas costumbres. Por eso este Goetheanum es tan odiado por muchos lados, porque aquí no hay nada de las viejas costumbres. Pero tampoco debe haber nada allí, porque hoy debe haber al menos un lugar, -por mucho que se odie, por mucho que se desee su caída-, debe haber un lugar que llame la atención sobre lo que hoy es necesario para la humanidad.

El Goetheanum no contiene nada de lo antiguo. Lo que evidentemente es la ciencia del Goetheanismo, que aquí se cultiva, apenas contiene nada de lo antiguo. Si justificamos algo para la vida práctica, -el eco que lo encuentra ya muestra que tampoco está exactamente en el estilo antiguo. Ahora bien, si en los hábitos de todos los amigos antroposóficos ya se ha superado todo lo viejo, la cortesía del conferenciante antroposófico guarda silencio al respecto. Pero quiere expresar el deseo de que cada vez más de nuestros hábitos, hasta la forma de tratar a nuestros hijos, se incorporen a lo que reconocemos como una necesidad para el desarrollo de la humanidad.

El año que comenzamos con esta Navidad no será un año fácil para nuestro desarrollo antroposófico; será un año difícil. Lo que se nos opone no disminuirá en fuerza, siempre aumentará en fuerza. Porque los poderes que tienen interés en arruinar la antroposofía están muy activos, están muy alerta, como he dicho a menudo. Y hay una cosa que quisiera recordarles hoy: aquí en este lugar, cuando se iba a fundar el "Futurum" en Dornach, nuestro querido amigo el Sr. Molt se puso de pie y habló de lo que también debía entrar en la vida práctica. Ciertamente tenía razón en cada una de sus palabras. Después tomé la palabra y dije que no me preocupaba por todo lo que se necesita para plasmar los pensamientos, ideas y sentimientos antroposóficos en instituciones prácticas externas; sólo me preocupaba una cosa, -dije entonces-, si seríamos capaces de encontrar un número suficiente de personas con capacidad para llevar a cabo tal cosa.

Es muy necesario que nos esforcemos siempre por reunir a las personas capaces en el mundo que puedan desarrollar las capacidades para hacer realmente práctico lo que la Antroposofía puede ser, porque los siglos más recientes no sólo han embotado el conocimiento humano, sino que en realidad también han hecho retroceder las capacidades prácticas, realmente prácticas de las personas. Y es necesario que las personas traten de sacar estas facultades de lo más profundo de su ser, pues todo ser humano tiene ahí las facultades necesarias. También necesitamos esa renovación de las facultades prácticas externas de la humanidad desde lo más profundo del ser humano. Este es el nacimiento que deberíamos tener en mente: el nacimiento de una persona capaz que quiere salir de dentro, en contraposición a la persona ineficiente que podemos aprender del mundo exterior hoy en día. Este nacimiento debería estar en el primer plano de nuestras mentes en todo lo que percibimos como espíritu navideño.

<Tomen las cosas por donde ocurren también en la ciencia. Hace unos días vino a verme una joven que estudiaba medicina y me habló de diversos problemas en sus estudios. Sólo pude decirle: Lo peor que está ocurriendo en este momento es que las facultades humanas de pensamiento no se están desarrollando en absoluto en las ciencias más importantes. Coge cualquier libro terapéutico o patológico hoy en día: muy a menudo tienes los órganos del corazón, los pulmones, el organismo digestivo, etc., todos apilados unos junto a otros según la percepción sensorial externa, a ser posible con exclusión del pensamiento. Y si se te ocurre algún tipo de pensamiento, entonces te pasa lo que me acaba de pasar a mí en el libro de Kurt Leese, el licenciado en teología. Te dice que leer los escritos de Steiner es molesto y desagradable, porque se le ocurren pensamientos que hablan de la triple estructura del hombre, y debes imaginarte que los tres miembros no están uno al lado del otro, sino uno dentro del otro. - Es un pensamiento valiente, dice Kurt Leese, licenciado en teología.

Cualquiera que se licencie en teología en nuestras universidades de hoy ha sido exorcizado completamente del pensamiento por sus estudios. Y entonces le resulta irritante y desagradable cuando se le pide que piense; eso es lo que más le incomoda. <Pero entonces sucede que todo lo que brota de lo más íntimo del ser humano, por ejemplo la veracidad, aparece incluso dentro de los líderes del cristianismo, como por ejemplo con ese sacerdote que no dice que algún borracho le ha contado que se está haciendo una estatua de Cristo que tiene rasgos luciféricos en la parte superior, -como él lo presenta como un hecho cierto-, y rasgos animales en la parte inferior, sino que lo presenta como algo que sabe con certeza. Así que pone una mentira completamente objetiva en un libro a través del cual quiere calificar la antroposofía. Y la gente acepta tales cosas sin criticarlas, sin rebelarse contra ellas. ¿Cree usted que puede producirse alguna recuperación social si estas cosas son posibles en el orden social? Si cree eso, se está entregando a una falsa esperanza. Es necesario que el hombre desarrolle sus sanos sentidos para lo que son las malas hierbas morales. No importa si se ataca o no a la Antroposofía, lo que importa es que aparezca un libro en el que se contengan no una, sino toda una serie de tales falsedades. Quien escribe tales falsedades en este libro, naturalmente también las escribe en sus otros libros. Eso es el hábito. Y eso es básicamente lo que vive en lo que se trae a la juventud. Esto debe tenerse en cuenta. No se debe descuidar mirar esto.

Después de todo, si el niño que yacía en el pesebre tiene algo que decirnos hoy, es esto: necesitamos una sana renovación de las cosas más profundas que viven dentro de nosotros. Debemos llegar a un nuevo anuncio de lo que se proclamó a los pobres pastores del campo, por una parte, y a los sabios magos de Oriente, por otra. Debemos ser capaces de comprender desde los cimientos lo que es realmente curativo, lo que es salvador en el desarrollo humano. Sólo entonces seremos dignos de decir: Nos ha nacido el Salvador. - Lo necesitamos. Quería señalar esto una vez más antes de que tengamos que interrumpir las conferencias aquí por muy poco tiempo.

Traducido por J.Luelmo mar,2018
El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919