GA123 12 de septiembre de 1910 -Evangelio de S. Mateo 12ª conferencia

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LA CARACTERÍSTICA DE LOS CUATRO EVANGELIOS

EL AURA SOLAR DENTRO DEL AURA DE LA TIERRA

LO HUMANO DEL EVANGELIO DE MATEO

12 de septiembre de 1910

Cuando pensamos en la evolución de la humanidad que avanza de etapa en etapa según lo describe la Ciencia Espiritual, concederemos la mayor importancia al hecho de que el hombre, encarnando una y otra vez en el transcurso de las diferentes épocas, alcanza gradualmente grados más altos de perfección , hasta que finalmente puedan encenderse dentro de sí mismo fuerzas activas acordes con las diversas etapas de la evolución planetaria. Por un lado vemos al hombre ascendiendo gradualmente hacia su meta divina. Pero nunca sería capaz de alcanzar las alturas previstas para él si los Seres cuyos caminos de desarrollo en el Universo han diferido de los suyos, no vinieran en su ayuda.

De vez en cuando, podemos expresarlo así, los seres de otras esferas entran y se unen con la evolución terrenal y humana para elevar al hombre a sus propias alturas. Incluso durante las primeras encarnaciones planetarias de nuestra Tierra, incluso durante el Antiguo Saturno, los Seres sublimes, los Tronos, sacrificaron su sustancia de voluntad para poder establecer los primeros comienzos del cuerpo humano físico. Este es solo un ejemplo de lo que ha sucedido a gran escala. Pero los Seres cuyo desarrollo ha avanzado más allá del hombre, en efecto descienden a su terreno y se unen con la evolución de la Tierra habitando por un tiempo dentro de un alma humana. También se dice a veces que estos Seres "asumen la forma humana", o más simplemente, que aparecen como un poder inspirador en el alma humana que, al estar animada por un dios, es capaz de lograr más en la evolución de lo que es posible para otros. Escuchar esas cosas va en contra de la corriente en la actualidad, cuando la tendencia es reducir todo a un nivel y aplicar las ideas materialistas de manera universal. Del recién mencionado concepto apenas ha persistido un rudimento. La sola mención de que un hombre es el vehículo de un Ser de reinos superiores se consideraría hoy en día una pura superstición. Pero incluso en esta época materialista, se ha conservado al menos un indicio de esta verdad, aunque toma la forma de una creencia subconsciente en lo que se considera milagroso. La gente todavía cree que los "genios" aparecen aquí y allá. Incluso la conciencia moderna normal reconoce a los hombres geniales que se destacan de las masas y de quienes se dice que poseen facultades diferentes a las de la naturaleza humana ordinaria. La creencia en los "genios" persiste incluso hoy en día. Pero también hay círculos donde tal creencia ha sido abandonada; La existencia misma de los hombres geniales es refutada porque el pensamiento materialista ha perdido todo sentido de las realidades de la vida espiritual. Sin embargo, la creencia en el genio está bastante extendida y si esta creencia no es una credulidad vacía, llegan a admitir que un poder diferente del de las facultades humanas ordinarias se expresa a través la genialidad de un hombre que se esfuerza por dar un impulso a la evolución. Si se prestara atención a las enseñanzas que conocen la verdad sobre los hombres geniales, se comprendería cuando tal persona pareciera haberse convertido de repente en una encarnación de la bondad, la grandeza y la fuerza infinitas, que este es un caso en el que un poder espiritual ha descendido y tomado posesión del centro desde el cual deben trabajar tales Seres, es decir, de la naturaleza más íntima del hombre mismo.

Para un antropósofo debe quedar claro desde el principio que existen estas dos posibilidades: el ascenso del hombre hacia las alturas espirituales en el curso de su evolución, y el descenso de los Seres divino-espirituales en cuerpos o almas humanas. Un pasaje en el drama misterio Rosacruz, "El Portal de la iniciación" señala el hecho de que cuando algo importante tiene lugar en la evolución de la humanidad, un Ser divino debe unirse y habitar un alma humana.

Para entender esto en relación con la evolución espiritual de nuestro planeta, hemos de recordar que en tiempos muy lejanos de su existencia, la Tierra todavía estaba unida al Sol. En aquél remoto pasado, el Sol se separó de la Tierra. Los antropósofos saben que esto no fue una simple separación de la sustancia de la Tierra respecto de la sustancia del Sol en sentido material, sino una separación de los seres divinoespirituales que estaban relacionados con el Sol o con los otros planetas. Después de la separación del Sol de la Tierra, ciertos Seres espirituales permanecieron unidos con la Tierra, mientras que otros permanecieron unidos con el Sol; Estos últimos eran Seres que, debido a que su desarrollo había progresado más allá de la etapa alcanzable en condiciones terrenales, no pudieron seguir ultimando su evolución posterior en la Tierra. Por tanto, ciertos Seres espirituales permanecieron aún más estrechamente vinculados con la Tierra, mientras que otros Seres enviaban sus influencias y fuerzas desde el Sol hacia la existencia terrenal. Después de la separación del Sol hay, por así decirlo, dos áreas de influencia: la Tierra con sus Seres y el Sol con sus Seres. Los Seres espirituales que pueden ser ayudantes del hombre desde una esfera superior son aquellos que transfirieron su área de actividad de la Tierra al Sol. Y de allí, de la esfera del Sol, proceden los Seres que de vez en cuando se unen con la humanidad terrenal para llevar la evolución de la Tierra y del Hombre a etapas más avanzadas.

En los mitos de muchos pueblos hay referencias constantes a los "Héroes del Sol", seres que actúan desde las esferas espirituales en la evolución de la humanidad. Un hombre que está imbuido por un Ser Solar tiene un significado mucho mayor del que su apariencia exterior al principio revela. La apariencia exterior es una ilusión, es maya, y el Ser real está detrás de maya, solo puede ser adivinado por alguien que sea capaz de observar las profundidades de una naturaleza como esta.

En los Misterios se tenía, y todavía se tiene, conocimiento de este doble aspecto del curso evolutivo de la humanidad. Siempre se ha hecho una distinción entre los Espíritus divinos que bajan del reino espiritual y los hombres que luchan desde la Tierra hacia la Iniciación hacia los secretos de la realidad espiritual. ¿Cuál es pues, la naturaleza del Ser que llamamos Cristo? En la conferencia de ayer aprendimos que "Cristo, el Hijo del Dios viviente" es un ser que desciende. Si tuviéramos que usar un término actual en la filosofía oriental, deberíamos llamarlo un "Avatar", un Dios descendente. Pero solo podemos hablar de Él como un Ser descendente a partir de un punto definido en el tiempo. Como tal nos aparece descrito por los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan. En el momento del bautismo de Juan, este Ser descendió del reino de la existencia del Sol, a la Tierra para unirse con un ser humano. Debemos darnos cuenta de que, según las opiniones de los cuatro evangelistas, este Ser Solar es el más grande Avatar de todos, más grande que todos los demás Seres Solares que han descendido. Por lo tanto, es de esperar que una naturaleza especialmente preparada en la humanidad deba crecer hasta Su nivel. Los cuatro evangelistas hablan del Ser Solar, del 'Hijo del Dios viviente', que viene al hombre para ayudar a su evolución progresiva, pero solo los que escribieron el Evangelio de San Mateo y el de San Lucas hablan del hombre que desarrolló en sí mismo el escenario que pudiese albergar a este Ser Solar. De estos Evangelios aprendemos que durante treinta años el hombre en cuestión se preparó para el gran momento en que se convirtiese en vehículo del Ser Solar. Y puesto que el Ser que llamamos Cristo es tan universal, tan integrador, la preparación de las envolturas corporales capaces de recibirlo no habrían sido un proceso simple. Se necesitaron envolturas físicas y etéricas muy especialmente preparadas para recibir el Ser Solar descendente.

De nuestro estudio del Evangelio de Mateo hemos aprendido cómo y de dónde procedían estas envolturas. Pero a partir de esas mismas envolturas físicas y etéricas derivadas de las cuarenta y dos generaciones del pueblo hebreo y preparadas para el Ser Solar, no habrían podido desplegarse ni el cuerpo astral ni el portador del Ego real directamente. Para ello, fue necesaria una medida especial, solo alcanzable a través de la instrumentalización de un Ser diferente, es decir, del Jesús Nathanico, cuya historia juvenil se narra en el Evangelio de Lucas. Fue entonces, como hemos visto, cuando el Jesús del Evangelio de Mateo y el Jesús del Evangelio de Lucas se convirtieron en uno. La Individualidad de Zarathustra, su Yo, entró por primera vez en las envolturas corporales de Jesús descritas en el Evangelio de Mateo; Cuando este Jesús tenía doce años, el Yo de Zarathustra salió y continuó viviendo en el Jesús Nathanico del Evangelio de Lucas, para una vez dentro de ese cuerpo, enriquecer el cuerpo astral y al Ego con las cualidades obtenidas en el cuerLos miembros superiores en el Jesús Nathanico fueron entonces capaces de madurar y de recibir en su trigésimo año al Ser que descendía de lo alto.

Al relatar el curso de estos eventos, el escritor del Evangelio de Mateo centraba su atención principalmente en la pregunta: ¿Qué cuerpos físico y etérico podían hacer posible que el Ser de Cristo hollase la Tierra? Y su conocimiento le permitió responder a esta pregunta de la siguiente manera. Para que a través de la herencia pudieran producirse los cuerpos físico y etérico adecuados, era necesario que todas las cualidades una vez establecidas como simientes en Abraham se desarrollasen en toda su extensión a través de las cuarenta y dos generaciones del pueblo hebreo. Luego, continuando con la respuesta a la pregunta, se decía a sí mismo: unos cuerpos físico y etérico de esta magnitud podrían servir como instrumento adecuado solo si lo habita la mayor individualidad, que se haya dedicado a preparar a la humanidad para comprender al Cristo. Estos cuerpos podrían albergar la Individualidad de Zarathustra durante el tiempo que necesiten para poder desarrollarse, es decir, hasta el duodécimo año, y luego la Individualidad tenía que pasar del cuerpo del Jesús de Mateo al cuerpo del Jesús de Lucas. El escritor del Evangelio de Mateo luego desvía su atención de las circunstancias de las que se ocupaba al principio, para ocuparse del Jesús de Lucas, y hace el seguimiento de la vida de Zarathustra, hasta que cumple los treinta años. Ese fue el tiempo en que Zarathustra llevó el cuerpo astral y el portador del Ego hasta la etapa en la que ofrendó todos los miembros para que el Espíritu Solar que estaba descendiendo pudiera tomar posesión. Todo esto se escenifica en el bautismo de Juan.

SSi retomamos nuevamente el tema de la separación de la Tierra del Sol, recordando que Cristo era el Líder supremo de aquellos Seres que en aquél tiempo, se retiraron junto con el Sol de la Tierra, nos daremos cuenta de que hay Seres cuya influencia se extiende solo gradualmente sobre la Tierra, a semejanza de cómo la influencia de Cristo ha podido hacerse sentir en la Tierra, solo con el tiempo. Pero con la separación del Sol había algo más también relacionado. Aquí debemos recordarnos que con respecto a la composición de las sustancias, la evolución del Antiguo Saturno era comparativamente simple. Era una existencia compuesta de fuego o calor. En el Antiguo Saturno todavía no había aire ni agua, ni éter de luz, que aparecieron por primera vez durante la evolución del Antiguo Sol. Después, durante la evolución de la Antigua Luna, se añadió el elemento acuoso como resultado de una condensación adicional por un lado, y el éter sonoro como un refinamiento o enrarecimiento adicional por el otro. Durante la evolución de la Tierra se produjo una condensación en el elemento sólido o "tierra", y un enrarecimiento de lo que llamamos el éter vital. En la Tierra, por consiguiente ahora tenemos calor, aire o gas, agua y el elemento sólido o tierra; y como estados enrarecidos: éter lumínico, éter sonoro y éter vital, este último es el éter más altamente enrarecido del que podemos tener conocimiento. Con la separación del Sol, no solo abandonó la Tierra su parte material, sino también su parte espiritual. Después de un tiempo, la parte espiritual regresó paulatinamente a la Tierra, pero no del todo. Ya hablé de esto en Munich en las conferencias sobre los "días de creación" y aquí solo haré una breve referencia. De los estados superiores rarificados, el hombre en la Tierra solo percibe el éter calorico y el éter lumínico. En cuanto a lo que percibe como sonido o tono es una materialización del sonido real que se encuentra en el éter sonoro. Por éter sonoro se entiende el portador de lo que se llama la "Armonía de las Esferas", perceptible solo para la clariaudiencia. Es cierto que el Sol en su estado ahora "físico" envía su luz a la Tierra, pero este estado superior también está presente en él. Aquellos que tienen conocimiento de estas cosas son conscientes del significado de las palabras de Goethe al comienzo de Fausto:

Desde el principio el Sol resuena en esferas fraternas, rivalizando; su orbita eterna la cumple con estampido atronador.

Estas palabras aluden a la Armonía de las Esferas, a lo que hay en el éter sonoro. Pero esto solo puede ser experimentado por el hombre cuando se eleva a su nivel a través de la Iniciación o cuando un Ser Solar desciende para transmitírselo en forma de experiencia real a alguien elegido como instrumento para promover el desarrollo de otros hombres. Para tal individuo, el Sol comienza a sonar y las Armonías de las Esferas son audibles.

Por encima del éter sonoro está el éter vital. Y así como en la palabra, el significado implícito, está contenido en el mero sonido interno, como una realidad superior del alma, también el "significado" y la "palabra" están vinculados con el éter vital. En este sentido "Palabra" o "significado" son idénticos a lo que en los últimos tiempos persas era llamado "Honover" y al "Logos" de Juan el Evangelista. El sonido o tono lleno de significado pertenece esencialmente al Sol y a los Seres del Solares.

En los primeros tiempos post-atlantes, Zarathustra estaba entre los bendecidos cuyos oídos estaban abiertos a este Sol elocuente y resonante y a sus Entidades. No es un mito, sino una verdad literal, que Zarathustra también se había desarrollado hasta el grado de poder recibir su enseñanza a través de la "Palabra Solar". Las gloriosas enseñanzas que el anciano Zarathustra impartió a sus alumnos fueron posibles gracias a que el propio Zarathustra fue el instrumento a través del cual resonaba el tono, el significado y la esencia de la Palabra Solar. Por lo tanto, la leyenda persa habla de la Palabra Solar proclamada a través de la boca de Zarathustra, de la misteriosa Palabra oculta tras el sol. La leyenda habla allí del cuerpo astral del Sol, de Ahura Mazda, la Palabra Solar, en la traducción griega el 'Logos'. En aquellos tiempos antiguos, una personalidad incluso del excelso rango de Zarathustra no estaba iniciada hasta el grado que le permitiese poder recibir conscientemente el mensaje que debía ser transmitido a la humanidad; sino que era inspirado por un Ser superior a cuyo nivel aún no se había elevado. Zarathustra pudo enseñar como lo hizo porque el Aura del Sol se reveló en él, porque Ahura Mazdao resonó dentro de él, porque la Palabra Solar, el gran Aura, la Luz de los Mundos, fue proclamada a través de él. Ahura Mazdao, el gran Aura, era la naturaleza externa y corpórea del Dios del Sol cuyas influencias se enviaban al hombre anticipadamente, antes de que este Ser estuviera realmente en la Tierra. La Palabra Solar era un poder más interno entonces.

Zarathustra en cierto modo, hablaba a los que eran sus alumnos de la siguiente manera. "Debéis daros cuenta de que detrás de la luz física del Sol está la luz espiritual. Así como detrás del hombre físico está su cuerpo astral, su aura, así detrás del Sol está el gran Aura. El Sol físico debe ser considerado como el cuerpo de luz de un Ser que algún día descenderá a la Tierra; lo que se percibe a través de la visión clarividente, es la vestimenta corporal externa de este Ser y dentro de esta vestimenta corporal está el alma. Así como el alma se expresa a través del sonido o el tono, la Palabra Solar, el Logos Solar, habla a través del Aura del Sol". Y Zarathustra pudo hacer esta promesa a la humanidad. Un día, el gran Aura, el Ser de Luz, vendrá desde las esferas divino-espirituales, y el alma de ese Ser será la Palabra Solar. - Esta era la sabiduría profética, pronunciada por primera vez por Zarathustra, con respecto a la llegada del Aura del Sol y de la Palabra Solar.

De época en época, los Misterios transmitían esta profecía de la venida del Sol-Logos, del Verbo Solar, profecía que siempre se mantuvo como la gran esperanza de los que dentro de la evolución de la humanidad aspiraban a lo espiritual superior. Y los iniciados del Sol que se unieron con la Tierra y que en verdad eran los enviados del Verbo Solar, del espíritu de la luz solar, del aura del Sol, pudieron dar las respectivas enseñanzas, cada vez mas exactas.

Esta era una cara de la tradición de los Misterios, tal como perduró durante épocas. La otra cara consistía en que a los hombres les correspondía aprender tanto en teoría como a fuerza de ahínco, que podían acercarse al Ser que iba a descender a la Tierra. Pero en tiempos pre-cristianos no era posible creer que cualquier hombre débil pudiera individualmente, sin más preámbulos, acercarse al más grande de los Seres del Sol, al Líder de los Espíritus del Sol, el Cristo. No era posible que un individuo lo lograra mediante ninguna forma de Iniciación. Por lo tanto, el Evangelio de Mateo describe cómo se reunió toda la savia vital en la sangre del pueblo hebreo para hacer posible que tal ser humano pudiera existir. Y por otro lado, el Evangelio de Lucas muestra cómo las mejores y más altas cualidades alcanzables por el hombre terrenal se fueron 'filtrando' a través de las setenta y siete generaciones sucesivas para producir el cuerpo capaz de recibir al Ser más grande que jamás haya descendido a la tierra.

Algunos de aquellos que necesitaban ser instruidos o influenciados, eran seres humanos todavía débiles. De ninguna manera todos ellos tenían la capacidad de comprender la naturaleza de la meta que debía ser alcanzada por la humanidad o por un individuo. Por lo tanto, la posición en los misterios era la siguiente: aquellos que debían iniciarse en los secretos de los Misterios se dividieron en clases y los secretos eran abordados de diferentes maneras. A algunos de ellos la enseñanza especial que se les daba, estaba dirigida a la vida exterior y al cometido que debían lograr para convertirse en instrumentos adecuados o "templos" para el Ser Solar descendente. Pero hubo otros alumnos de los Misterios a quienes se les enseñó a practicar la quietud del alma para aprender, comprender y experimentar en quietud interior, la naturaleza de un Espíritu Solar. ¿Pueden ustedes hacerse una idea, de que en los Misterios había alumnos cuya tarea particular era ordenar su vida exterior de acuerdo con principios definidos y que desde la primera infancia en adelante su desarrollo corporal se guiaba de una manera que les permitiera convertirse en portadores, templos, para un espíritu del sol descendente? Esto era lo que sucedía en la antigüedad y también sucede en la era moderna, solo que escapa a la atención de los observadores materialistas.

Supongamos que se acerca el momento en que un Ser sublime tenga que descender de los reinos espirituales para impulsar nuevamente la evolución humana. Los que participan en los Misterios deben esperar a que esto suceda; su tarea es interpretar los signos de los tiempos. Con calma y paciencia, sin ostentación, deben esperar a que un Dios descienda de las alturas celestiales a dar un impulso a la humanidad. Pero su tarea también es observar a la humanidad, observar a una personalidad que pueda adaptarse y ser dirigida para servir de vehículo, de templo, para tal Ser. Dada la muy excelsa naturaleza del Ser que va a descender, la personalidad que está destinada a servir de templo debe estar bajo la guía desde la primera infancia. Esto realmente sucede, solo que no se percibe. Más tarde, sin embargo, al relatar la vida de tales hombres, se hacen evidentes ciertas características similares. Aunque en las circunstancias externas de sus vidas haya diferencias, se evidencia una cierta similitud subyacente. Mirando hacia atrás en la historia, encontramos individuos aquí y allá cuyas vidas, incluso externamente, han tomado un curso algo similar. Esto sin duda, no ha escapado a la atención de ciertos investigadores modernos. En los escritos académicos actuales, aunque no muy profundos, se presentan estadísticas comparativas en las biografías de tales individuos. El profesor Jensen (de Marburg), por ejemplo, ha recogido similitudes en las biografías de Gilgamesh, Moisés, Jesús, Pablo. Las estadísticas establecen ciertas características comparables en la vida de cada uno de estos individuos y son muy convincentes. No es de extrañar que la mentalidad materialista de hoy esté desconcertada por las notables similitudes. Es natural que se llegue a la conclusión de que un mito se copió de otro, que el escritor de la biografía de Jesús copió de la biografía de Gilgamesh, que la biografía de Moisés no es más que una paráfrasis de una antigua epopeya. ¡Y la conclusión final que se alcanzada es que ninguno de ellos, ni Moisés, ni Jesús, ni Pablo, existieron como personalidades físicas! La gente generalmente no tiene idea del punto al que las investigaciones materialistas llevan hoy las interpretaciones materialistas. La verdad es que esta similitud en tales biografías se debe simplemente al hecho de que las personalidades en las que va a albergarse un Ser divino, deben estar bajo dirección y guía incluso en la infancia. Tampoco será una sorpresa para quienes tienen alguna idea del curso más profundo de la evolución de la humanidad y del mundo. Por lo tanto, no solo la mitología comparativa, sino cualquier intento de encontrar similitudes en los mitos no son más que un juego de niños y no llevan a ninguna parte. ¿Qué propósito útil sirve al establecer que similitud de rasgos comparten la vida del Siegfried germánico y algún héroe griego? No hace falta decir que esto será así. ¡Lo importante no es la apariencia física sino la Individualidad que se alberga dentro de ella. !Lo que tiene mayor importancia es la individualidad, no el curso particular tomado, digamos, por la vida de Siegfried. Pero estas cosas solo pueden establecerse a través de la investigación oculta.

Lo importante a tener en cuenta es, que los hombres destinados a servir de vehículos o templos para un Ser que impulsará a la humanidad hacia un nivel superior, están bajo un liderazgo muy definido y que necesariamente habrá similitudes en el curso y en las características fundamentales de sus vidas. Por lo tanto, desde la antigüedad siempre se daban en los centros de misterio, las directivas sobre tales hombres. Directivas del mismo tipo también existieron en las comunidades de los Esenios con referencia a Cristo Jesús: por ejemplo, cuál debía ser la naturaleza de aquellos Seres que como el Jesús Salomónico y el Jesús Natánico habrían de proporcionar el templo para el Sublime Ser Solar, el cristo.

Pero había diferentes clases, o tipos de Iniciados; Los aspirantes a la Iniciación no estaban todos ellos iniciados en todo. Para algunos estaba especialmente claro las pruebas qué había de soportar alguien que optase a convertirse en un vehículo digno para un Ser divino. Y había otros a quienes se les daba a conocer cómo actúa un Ser divino cuando revela su ser dentro de un hombre, por decirlo de manera bastante trivial, cuando se revela a sí mismo como un "genio". Una vez más, hoy las personas no perciben que los genios también muestran similitudes indudables. Las biografías de hoy en día no están escritas desde el punto de vista espiritual. Porque si se pretendiese describir el genio de Goethe desde el punto de vista espiritual, hallaría una extraña similitud, por ejemplo, con el genio de Dante, Homero, o de Esquilo. Pero cuando se escriben biografías modernas, se recogen notas de detalles triviales en la vida externa de tales hombres. Eso es lo que interesa a las personas. Por eso, tenemos una prolífica colección de notas sobre la vida de Goethe, pero todavía no hay una presentación real de lo que realmente era Goethe. Los hombres se declaran, (en realidad como muestra de una tremenda arrogancia), incapaces de seguir el desarrollo de la genialidad en la personalidad humana; se tiende a trasladar el foco de atención sobre ciertas obras poéticas de autores juveniles primerizos y luego hablar con estilo señorial sobre la frescura elemental y la originalidad manifestada en sus primeros años, mientras que en la vida posterior estas cualidades se han perdido y los autores en cuestión han envejecido. Con eso demuestran que la gente en su arrogancia, están dispuestas a comprender a los poetas en su juventud, pero no están dispuestas a mantener el ritmo de las experiencias vividas en la vejez. Se enorgullecen de haber permanecido jóvenes; la edad es despreciada y la gente no tiene la menor idea de que no es porque los viejos se hayan vuelto "viejos", ¡sino porque ellos mismos han seguido siendo niños! Este es un mal generalizado. Pero como está tan profundamente arraigado, no debemos sorprendernos de que haya poca comprensión del hecho de que un Ser divino puede tomar posesión de una personalidad humana y que la forma en que dicho Ser se manifiesta en las diferentes personalidades humanas es fundamentalmente la misma.

Debido a que la adquisición de tal conocimiento implicaba un esfuerzo arduo, los alumnos de los Misterios se dividieron en clases. No es de extrañar que en ciertas secciones de los Misterios se haya enseñado cómo un hombre se prepara para crecer hasta el nivel donde le era posible entrar en contacto con el Ser divino, mientras que en otras clases la enseñanza se refería al descenso real del Logos, la Palabra Solar, la esencia de la Luz en el Aura del Ser Solar.

En el caso de Cristo, el descenso era infinitamente complejo, por eso no ha de sorprendernos que se necesitasen más de cuatro hombres para comprender un evento tan trascendental. Pero hubo cuatro que se esforzaron por hacerlo. Dos de ellos, los escritores de los Evangelios de Mateo y Lucas, se esforzaron por retratar la naturaleza de la personalidad que creció hacia el Ser Solar descendente. Mateo se preocupó particularmente por el cuerpo físico y el cuerpo etérico, Lucas por el cuerpo astral y el portador del Ego. Por otra parte Marcos, describió el Aura del Sol, la Luz espiritual que impregna el espacio cósmico y se transmite a la figura de Cristo Jesús. Por eso, su Evangelio comienza inmediatamente con el Bautismo, cuando desciende la Luz de los Mundos. El Evangelio de Juan describe el alma del Espíritu Solar, el Logos, la Palabra Solar, el aspecto interno. El Evangelio de Juan es, por lo tanto, el más profundo de los cuatro.

Se repartieron los hechos para describir el complejo Ser de Cristo Jesús desde cuatro vertientes. Los cuatro evangelistas hablan del Cristo en Jesús de Nazaret. Pero cada uno de estos cuatro escritores de los Evangelios se ve obligado a atenerse a su punto de partida, desde donde surgió la visión clarividente que le permitió dar una descripción de este complejo ser. - Y ahora repetiremos lo que se ha dicho para imprimirlo más firmemente en nuestras almas.

Mateo dirige su mirada hacia el nacimiento del Jesús Salomónico y hace el seguimiento de la preparación gradual de los cuerpos físico y etérico, percibiendo cómo Zarathustra abandona aquellas envolturas del Jesús Salomónico y las cualidades y facultades que había adquirido en esos cuerpos se las lleva consigo al Jesús del Evangelio de Lucas. El escritor del Evangelio de Mateo debe extender su mirada hacia algo que al principio no había considerado. Su atención se dirige principalmente a las características que formaron su punto de partida: los destinos de las facultades que pasaron del Jesús Salomónico al Jesús Natánico. Su mirada se dirige menos a la pureza prístina del cuerpo astral y al principio portador del ego en el Jesús del Evangelio de Lucas, y más a lo que había pasado en el Jesús del que está principalmente interesado. Y cuando el escritor del Evangelio de Mateo habla del Ser Solar que ha descendido, nuevamente está más atento a las facultades que posee Jesús de Nazaret porque el cuerpo físico y el cuerpo etérico habían sido desarrollados por el Jesús Salomónico. Estas facultades y cualidades eran aún naturalmente perceptibles en Cristo, y el escritor del Evangelio de Mateo describe con particular exactitud este aspecto de Cristo Jesús que era de importancia primordial para él y en el que su atención se había centrado desde el principio.

El escritor del Evangelio de Marcos dirige su atención ya desde el principio hacia el espíritu Solar que desciende del cielo. Su mirada se centra, no en ningún ser de naturaleza terrenal, sino en el Espíritu Solar que vivió y actuó en el cuerpo físico. La figura física en la Tierra es solo el medio por el cual se puede representar el Espíritu Solar que mora en el interior. Por lo tanto, Marcos centra especialmente la atención en que las fuerzas y poderes del Espíritu Solar surtan efecto. Por lo tanto, aunque en el Evangelio de Mateo y Marcos muchas cosas parecen ser idénticas, sus puntos de vista son diferentes. Mateo se ocupa más especialmente del aspecto de las envolturas y centra la atención sobre las manifestaciones posteriores de cualidades y facultades que ya estaban potencialmente presentes en la vida temprana; y escribe de una manera que revela los efectos producidos por estas cualidades. El escritor del Evangelio de Marcos, por otro lado, usa la figura física de Jesús simplemente como un medio de mostrar lo que el Espíritu Solar puede forjar en la Tierra. Esto es evidente en todas partes. Si desean comprender los Evangelios en detalle, deben tener en cuenta que la atención de cada Evangelista se enfoca una y otra vez en el aspecto que le interesa inicialmente.

El escritor del Evangelio de Lucas, como era de esperar, se centra particularmente en el cuerpo astral y el principio portador del Ego, es decir, no lo que el Ser experimenta como personalidad externa, física, sino en el cuerpo astral como vehículo de sentimientos y percepciones sensoriales. El cuerpo astral también es portador de las facultades creativas, de la compasión, de la misericordia. Teniendo como tenía el cuerpo astral del Jesús Nathanico, Cristo Jesús fue la encarnación misma de estas cualidades. Así pues, los ojos de Lucas se dirigen desde el principio a todas las manifestaciones de compasión, a todo lo que Cristo Jesús es capaz de llevar a cabo porque lleva el cuerpo astral del Jesús Nathanico.

Y la mirada del escritor del Evangelio de Juan se posa en el Poder más elevado que puede obrar en la Tierra, en el ser más íntimo y la naturaleza del Espíritu Solar, que es derramada a través de la instrumentalidad de Jesús. Juan por de pronto no se ocupa del cuerpo físico; sus ojos están dirigidos al Más Alto, al Logos Solar; y el Jesús físico es para él simplemente una manera de percibir cómo trabaja y actúa el Logos Solar en la humanidad. Su mirada también está fijada en aquellas cosas que le preocupaban al principio.

El cuerpo físico y el cuerpo etérico son envolturas de las cuales pasamos durante el sueño. Ambos miembros de la naturaleza humana contienen fuerzas que fueron derramadas por Seres divino-espirituales durante millones y millones de años y que han estado trabajando en la construcción de este templo, el templo del cuerpo físico. Hemos vivido en este templo desde la época Lemurica, causando su constante deterioro. Pero nos fue legado originalmente como un producto de los períodos evolutivos de Saturno, Sol y Luna. Sobre él vivieron y tejieron Seres divinos. Decimos de nuestro cuerpo físico que es un templo construido por los Dioses que lo han hecho de materia sólida para que sea nuestra morada.

El cuerpo etérico contiene las sustancias más sutiles de la constitución humana, pero debido a las influencias luciféricas y ahrimánicas, son imperceptibles para nosotros. Los elementos que pertenecen al Sol también están presentes en el cuerpo etérico; en él resuena la Música de las Esferas, lo que es perceptible detrás de lo físico como manifestación de los Dioses. Por lo tanto, podemos decir: en el cuerpo etérico viven seres de excelso rango, seres que son semejantes a los Dioses Solares: el cuerpo físico y el cuerpo etérico, por lo tanto, deben considerarse como los miembros más perfectos de la naturaleza humana. Durante el sueño, cuando nos separamos de ellos, son invadidos por seres divinos que operan en ellos.

Tal como había hecho desde el principio, el escritor del Evangelio de Mateo estaba obligado a prestar su atención principal, también al cuerpo físico en el caso de Cristo Jesús. Solo que el primer cuerpo físico ya no existía, después de haber sido abandonado, en el duodécimo año de vida como hemos escuchado. El elemento divino, las fuerzas y poderes, había pasado junto con la Individualidad de Zarathustra de un cuerpo al otro: al cuerpo físico del Jesús Nathanico. La perfección de este cuerpo físico del Ser, ahora conocido como Jesús de Nazaret, se debía al hecho de que estaba lleno de las fuerzas y poderes que le habían pasado del cuerpo del Jesús Solomonico. Ahora imaginemos al escritor del Evangelio de Mateo dirigiendo su mirada al Jesús moribundo en la Cruz. Su mirada siempre se había dirigido al aspecto más importante para él, a lo que había tomado como punto de partida. En la Crucifixión, lo espiritual abandona el cuerpo físico y con ello también las fuerzas divinas que habían sido absorbidas por él. El escritor del Evangelio de Mateo dirige su mirada hacia la separación de la naturaleza interna de Cristo Jesús de este elemento divino en su constitución física. Las palabras que siempre sonaban en los antiguos Misterios cuando la naturaleza espiritual de un hombre emergía del cuerpo físico para tener visión en el mundo espiritual, eran estas: "¡Dios mío, Dios mío, cómo me has glorificado!" El escritor del Evangelio de Mateo, con su atención fija en el cuerpo físico, cambia estas palabras a: "Dios mío, Dios mío, ¡por qué me has abandonado!" אלוהים אלוהים לאמה סבאס טאני (XXVII, 46). - La atención principal del escritor del Evangelio de Mateo se ha centrado en este aspecto.

El escritor del Evangelio de Lucas también dirige su atención a la muerte de Cristo Jesús, ciñéndose en lo que le preocupaba desde buen principio, osea el cuerpo astral y el principio del ego. Por lo tanto, las palabras que usa son diferentes. Su atención principal se dirige al cuerpo astral en el que en este momento la compasión, la misericordia y el amor alcanzan su mayor intensidad. De ahí las palabras: ‘Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen "(XXIII, 34). Estas palabras de amor que solo podrían surgir del cuerpo astral al que el escritor del Evangelio de Lucas ha estado señalando desde el principio. Y sobre estas cualidades de humildad y resignación a la voluntad de Dios que aquí han alcanzado su mayor intensidad emitidas desde el cuerpo astral, es hacia donde Lucas dirige su mirada al final. De ahí las palabras en el Evangelio: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (XXIII, 46).

El Evangelio de Juan describe lo que el hombre debe cumplir en la existencia de la Tierra: el orden de la existencia según la Palabra del Sol. Por lo tanto, su mirada pone énfasis principalmente en la orden de la vida que se proclama desde la Cruz del Gólgota. Describe cómo en esta hora Cristo instituye una fraternidad de un tipo más alto que la que se basa en el parentesco de sangre. La fraternidad en sus formas anteriores surgía de los lazos de sangre. Maria era la madre del niño por la relación de la sangre. Pero el unir alma con alma por amor, eso es lo que se instituyó a través de Cristo Jesús. Al discípulo a quien amaba, Él le da, no la que fue su madre por sangre, sino que le da la que es su verdadera madre en el espíritu. Y así desde la Cruz resuenan las palabras con su nuevo significado: "¡He aquí tu hijo!" - "¡He aquí tu madre!" (XIX, 26, 27). El principio inherente en el éter vital mediante el cual se determina el orden de la vida y se establece una comunidad de un nuevo tipo: eso es lo que fluyó a la Tierra a través de la obra de Cristo.

Detrás de todo lo que los evangelistas describen, hay una realidad suprema, la realidad de Cristo mismo. Pero cada uno de ellos escribe desde el punto de vista que adoptó al principio. Cada uno necesariamente tenía que dirigir su clarividencia hacia lo que su preparación particular les permitía comprender; y el resto lo ignoró. Por lo tanto hemos de admitir que al estar este evento trascendental descrito desde cuatro visiones diferentes, puede parecer lleno de contradicciones; pero es todo lo contrario, así nos damos cuenta de que, en cierta medida, podemos llegar a comprenderlo solo reuniendo las cuatro partes en un todo. Por eso que la confesión de Pedro se encuentre solo en el Evangelio de Mateo y no en los demás, entonces parece completamente natural.

Marcos describe a Cristo como el Poder Solar, como el poder cósmico universal obrando en la Tierra, pero de una manera nueva. Por lo tanto, está hablando de los efectos directos provocados por el Aura Solar. En tanto que el Evangelio de Lucas describe la naturaleza más íntima de Cristo Jesús, y mas específicamente del cuerpo astral, el factor de la individualidad, de cómo el hombre vive esencialmente dentro de sí mismo; es allí donde actúa en su propia naturaleza esencial. El impulso de cultivar una vida comunitaria en la que un hombre entra en relación con otros hombres no reside principalmente en el cuerpo astral, sino en el cuerpo etérico. Por lo tanto, no hay oportunidad ni incentivo para que Lucas escriba acerca del establecimiento de ninguna comunidad. Y ciertamente tampoco en el caso del escritor del Evangelio de Juan que se ocupa ante todo de la naturaleza del Ego.

Por otro lado, para el escritor del Evangelio de Mateo que habla de Cristo Jesús como Hombre, tiene una razón muy especial para describir los acontecimientos que fueron posibles porque Dios estuvo alguna vez presente en un ser humano. Lo que Dios como hombre entre los hombres puede establecer en el aspecto de las relaciones entre los seres humanos, en el aspecto de las comunidades, esto tuvo necesariamente que ser descrito por los evangelistas que hablasen del Cristo Jesús en su aspecto esencialmente humano. La atención de este evangelista se había centrado desde el principio en cómo actúa Cristo como hombre mediante las facultades derivadas de los cuerpos físico y etérico. Si tenemos una idea de estas cosas, parecerá bastante natural que las palabras que han dado lugar a tanta controversia ocurran solo en el Evangelio de Mateo: "Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia", es decir, mi comunidad.

Una revisión de las interminables discusiones que tienen lugar sobre estas palabras, entre los teólogos de todos los matices de opinión, invariablemente nos brindará evidencias de las razones peculiares y características para su aceptación o rechazo, pero de la comprensión de su significado más profundo no aparece rastro alguno. Quienes los rechazan lo hacen porque la comunidad externa de la Iglesia Católica Romana está fundamentada sobre ellos. Pueden haber sido mal utilizados en este sentido, pero eso no es prueba de que, como a veces se alega, se insertasen deliberadamente en beneficio de la Iglesia romana. Tampoco aquellos que cuestionan sus implicaciones realmente saben qué argüir en contra de su validez, porque no perciben las posibles distorsiones y malas interpretaciones. Los teólogos se enfrentan a un extraño dilema. Por tanto, algunos de ellos declaran que el Evangelio de Marcos es el primero de los cuatro; que los Evangelios de Mateo y Lucas fueron copiados y añadidos después; Es más, el escritor del Evangelio de Mateo estaba particularmente decidido a promover la idea de comunidad, debido a ello insertó las palabras "Tú eres Pedro, y sobre esta roca construiré mi iglesia".

En el caso de muchos pasajes, los textos tradicionales no ayudan porque es imposible tener la certeza de que lo que contienen sea genuino. Pero las palabras de la afirmación de Pedro en el Evangelio de Mateo se encuentran entre las menos discutidas, porque no hay ninguna razón filológica para cuestionarlos, como ocurre con muchos otros debido a la complicada historia de la tradición que hay detrás. "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". "Tú eres Pedro, y sobre esta roca construiré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella". No se puede poner ninguna objeción a estas palabras, ni nunca se ha hecho, desde el punto de vista de la filología, ya que no hay texto que lo justifique. Es posible que haya esperanzas de que surja una base para las objeciones de los textos descubiertos recientemente, pero sucede que el pasaje en cuestión es indescifrable en estos textos, estando la parte relevante muy degradada. De todos modos, ese es el veredicto de la filología. Naturalmente, debemos confiar aquí en los informes de aquellos que realmente han examinado los documentos.

Por lo tanto, Esta frase en particular, ni siquiera puede considerarse una variante de otra. Según la propia filología, esta frase se encuentra entre las más auténticas de todas y, en vista de la naturaleza intrínseca del Evangelio de Mateo, podemos entender perfectamente por qué se produce en él. En este Evangelio se describe a Cristo Jesús como Hombre. Una vez que tengamos la clave, podremos aplicarla en todas partes y comprender el Evangelio de Mateo. También entenderemos las parábolas contadas por Cristo Jesús a sus discípulos y a los que están fuera de su círculo inmediato.

En la conferencia de ayer escuchamos cómo el hombre evoluciona de abajo hacia arriba: cómo su alma consciente se despliega en su naturaleza humana, a semejanza de una flor, desarrollándose hasta la etapa en que halla el Impulso de Cristo. Los cinco miembros de la naturaleza humana: cuerpo etérico, cuerpo astral, alma sensible, alma racional, alma consciente, que se desarrollan a lo largo de las cinco épocas culturales, evolucionando desde abajo hacia etapas superiores. Un hombre puede madurarlos e imbuirlos del contenido para que, cuando llegue el momento, el impulso de Cristo pueda penetrarlos. La humanidad evoluciona de tal manera que en el futuro todos los hombres podrán participar de Cristo. Pero deben desarrollar estos cinco miembros hasta la etapa apropiada. Si no lo hacen, no estarán listos para recibir al Cristo. Si a través de sus diferentes encarnaciones no hacen ningún esfuerzo por desarrollar estos miembros para que puedan recibir al Cristo, tales hombres no podrán unirse con Él, porque aunque Él viene, ellos no tienen "aceite en sus lámparas". es decir, no han desarrollado los cinco miembros de su ser. Aquellos que no han vertido aceite en sus lámparas están representados en una parábola maravillosa y hermosa como las cinco vírgenes insensatas que no han dispuesto sus lámparas a tiempo y, por lo tanto, no pueden unirse con Cristo; aquellos cinco, sin embargo, que han provisto aceite para sus lámparas, podrán unirse con Él cuando llegue la hora. Todas las parábolas que se basan en números encierran una profunda iluminación sobre los impulsos dados por Cristo a los hombres.

Y además. A aquellos que miraban su enseñanza desde el aspecto exterior, Cristo les hizo ver que también ellos, debían acostumbrarse a no considerar todo simplemente en su faceta material, sino como una señal o muestra de algo diferente. Quiso llamar la atención sobre su característica forma de pensar. Pidió una moneda y señaló la imagen del César sobre ella. Esto se hizo para que la gente se diera cuenta de que la moneda hace alusión a algo mas aparte del metal en sí mismo, a saber, el hecho de estar sujeta a una regla particular. "Lo que en esta moneda pertenece al César, es del César", eso es lo que reza en la imagen, no en el metal. "Pero aprendan a diferenciar", queriendo con ello decir, "aprendan también a considerar al hombre como el portador y el templo del Dios viviente". Consideren, al hombre exactamente como consideran la moneda; aprendan a percibir en un hombre la imagen de Dios y entonces sabrán que pertenecen a Dios".

En todas estas parábolas hay un significado mucho más profundo que el trivial comúnmente aceptado. Y este significado más profundo se descubre cuando se sabe que Cristo no usaba las parábolas de la forma en que con tanta frecuencia se usan en la actualidad. Cristo las extrae de la propia naturaleza humana, moldeándolas de tal forma que si un hombre las pensara y las aplicara a su propio ser, se vería obligado a aplicar la actitud apropiada ante cualquier ámbito concreto. Debía demostrarse al hombre cómo su pensamiento debe trasladarse de un ámbito a otro cuando era deseable mostrarle que ciertos métodos de pensamiento pueden conducir a lo absurdo.

He aquí un ejemplo. Cuando la gente comenzó a inventar, por primera vez, todo tipo de "mitos Solares" relacionados con Buda, Cristo y otros, esto finalmente excedió el límite de lo que un hombre podía tolerar. Al encontrar que seguían sucediendo el mismo tipo de cosas, este hombre dijo lo siguiente. "Aplicando este método de asignarle a algún evento importante, las imágenes de mitos y constelaciones estelares, se puede hacer de todo". Si alguien se presenta y, para demostrar que Cristo Jesús nunca vivió, señala que la historia de la vida de Cristo es simplemente un mito Solar, también con el mismo método se puede probar que Napoleón nunca existió. No hay nada es más fácil que decir: en "Napoleón" se encuentra representado el nombre de Apolo, (N'apolo), el Dios del Sol. ‘N’ como prefijo de un nombre en griego no resta valor sino que aumenta su importancia: por lo tanto, Napoleón - N'Apollo - es en realidad una especie de súper Apolo. Se pueden descubrir más similitudes notables. El Dr. Drews, el Profesor de Filosofía, que por cierto descubrió que Jesús nunca existió, ha encontrado similitudes en nombres como Jesús, Joses, Jason, etc. Una vez más, se pueden encontrar notables asonancias entre los nombres de Letitia, la madre de Napoleón y Leto, la madre de Apolo. Yendo aún más lejos, se puede decir: alrededor de Apolo, el Sol, hay doce constelaciones; Alrededor de Napoleón había doce mariscales que no son sino símbolos de las constelaciones zodiacales alrededor del Sol. Además, el héroe del mito de Napoleón tiene seis hermanos y hermanas, es decir, siete. Hay siete planetas. En conclusión: ¡Napoleón nunca existió!", es un mito.

Esta es una sátira muy ingeniosa sobre las interpretaciones simbólicas que están tan de moda hoy en día. La gente nunca aprende realmente; si lo hicieran, no podrían dejar de darse cuenta de que, según los métodos que se están aplicando hoy en día, hace mucho tiempo se demostró que Napoleón nunca existió. La humanidad nunca aprende; ¡Al usar los mismos argumentos se obtiene la prueba de que Jesús tampoco vivió!

Estas cosas muestran cuán necesario es abordar con la debida preparación, también con preparación interna, lo que nos dicen los Evangelios acerca del evento más grande de la historia. También nos damos cuenta de que, en este sentido, es fácil para los antropósofos equivocarse. El Movimiento Antroposófico tampoco se libra de haber Jugado con la simbología derivada de las estrellas.

En particular en este curso de conferencias, cuando he hablado del evento más grande en la evolución de la humanidad en relación con su representación en el lenguaje de las estrellas, mi deseo ha sido mostrar cómo era usado este lenguaje de las estrellas de manera correcta y verdadera cuando los acontecimientos son entendidos realmente.

Y ahora dirijamos nuestros pensamientos al evento culminante narrado en los Evangelios. Ya he hablado del bautismo y la historia de la vida y muerte de Cristo Jesús como la representación de dos etapas de iniciación, y ahora agregaré solo lo siguiente. Cristo Jesús había guiado a sus discípulos hasta la etapa en que pudieran ver cómo el núcleo más interno del ser humano pasa al Macrocosmos; ellos vieron a través de la muerte y más allá de la muerte. La resurrección nunca debe tomarse en el sentido habitual, que es mas bien trivial. Sino que tienen que pensar en las palabras del Evangelio de Mateo y también en el Evangelio de Juan, donde se confirma la verdad de la declaración posterior de Pablo, a saber, que en Damasco él había visto a Cristo resucitado. Dice expresamente que él mismo había visto lo que otros hermanos, los doce y los quinientos, también habían visto. Tanto Pablo como los demás, lo habían visto después de la resurrección. (I. Cor. XV, 4-6.)

Esto se nos sugiere lo suficiente cuando en el Evangelio se dice que María de Magdala, quien había visto al Cristo hacía solo unos días, lo ve después de la resurrección y lo considera el jardinero porque no encuentra ningún parecido con él (Juan. 20.11-18). Hubiera sido imposible no reconocerlo si no hubiera habido cambios en su apariencia. No creerían a nadie que les dijera que no había reconocido a la misma persona que había visto apenas unos días antes. Evidentemente hubo una transformación. Un estudio minucioso de los Evangelios mostrará claramente que, como resultado del Misterio del Gólgota y de todos los acontecimientos en Palestina, los ojos de los discípulos se abrieron y contemplaron a Cristo como el Espíritu que teje y obra en el mundo; ellos lo conocían tal como era después de que el cuerpo físico hubiese sido entregado a la Tierra, pero también sabían que ahora permanecería con la Tierra, trabajando tan poderosamente como lo había hecho mientras estuvo en el cuerpo físico.

Esto también se menciona en el Evangelio de Mateo, en palabras que bien pueden considerarse las más significativas de todas las que se pueden encontrar en los registros antiguos. Se deja absolutamente claro que Cristo estuvo una vez presente en un cuerpo físico humano, que este evento no fue solo un evento, sino una causa activa, un impulso. La Palabra del Sol, el Aura del Sol, que una vez fue mencionada por Zarathustra como una realidad desde fuera y desde más allá de la Tierra, se convirtió por medio de la vida de Cristo Jesús en un poder que está y permanecerá unido con la Tierra. Algo diferente de todo lo que había estado presente antes de esa vida, ahora estaba unida con la Tierra:

A los antropósofos les corresponde entender esto y con ello darse cuenta de que Cristo Resucitado fue quien pudo revelarse a la visión clarividente de los discípulos como el Espíritu que ahora impregna la existencia de la Tierra. Por lo tanto, les pudo decir: "Id, pues, y enseñad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: enseñándoles a observar todas las cosas que yo os he mandado: y he aquí, que yo estoy con vosotros siempre, incluso hasta el fin del mundo" (es decir, hasta el fin de los días de la Tierra).

La Ciencia Espiritual debería permitirnos comprender que desde aquél momento el Aura del Sol se unió con el Aura de la Tierra y que esto puede ser visto por aquellos cuyos ojos espirituales estén abiertos; Además, esta Aura Solar dentro del Aura de la Tierra que se hizo visible para Pablo, también puede ser "escuchada" cuando los oídos internos estén abiertos y la Palabra del Sol se haga audible, como la oyó Lázaro, el primer iniciado por el propio Cristo Jesús. La ciencia espiritual existe para prepararnos para saber que esto es un hecho real. La Ciencia Espiritual hace de intérprete de lo que ha sucedido en la evolución espiritual del mundo y, por esta razón, se esforzará por dar efecto a lo que Cristo Jesús mismo quiso establecer, de acuerdo con el Evangelio de Mateo.

Hay un bello dicho en el Evangelio de Mateo, que generalmente se traduce erróneamente. En su verdadera forma, el dicho es: "¡No he venido a desterrar la paz lejos de esta Tierra sino a desterrar la espada!" ¡El más bello mensaje de paz se ha distorsionado con el tiempo en todo lo contrario! (Matt. X, 24). Cristo entró en la esfera espiritual de la existencia de la Tierra para rescatarla gradualmente de los elementos que provocan discordia y falta de armonía en la humanidad. La Ciencia Espiritual establecerá la paz cuando sea verdaderamente cristiana, en el sentido de lograr la unidad de las religiones. Puede unir no solo a aquellos en las áreas de nuestro entorno inmediato, sino que puede establecer la paz en toda la Tierra, porque comprende la naturaleza de la acción realizada por el mayor Pacificador. Ciertamente, no está en conformidad con la voluntad de Cristo que hombres y mujeres fanáticos viajen de un extremo a otro de la Tierra en un intento de forzar un cristianismo estrecho y oculto sobre seres humanos que no tienen aptitud para sus enseñanzas cuando se presentan en una forma que está adaptada para personas diferentes. Las propuestas para llevar la enseñanza cristiana, en la forma que se ha aplicado en algunas regiones en particular son muy erróneas. Como antropósofos sabemos bien que Cristo no pertenece solo a los "cristianos"; sabemos que Él es el mismo Ser al que Zarathustra llamaba Ahura Mazdao y al que los siete Rishis de la antigua India, llamaban Vishva Karman. En Occidente nos damos cuenta de que aunque en Oriente los hombres usan nombres diferentes para definirlo, en realidad es de Cristo de quien hablan.

Nuestra intención es entender a Cristo de tal manera que esta comprensión sea compatible con la evolución humana, con el progreso de los seres humanos. Somos conscientes de que ningún documento o forma de conocimiento donde Cristo sea rechazado puede verter alguna luz sobre su vida y su naturaleza, sino únicamente aquellos que conscientemente contengan su propia influencia viviente. Si hablamos con otros pueblos no cristianos, (con sentido verdaderamente cristiano), de Vishva Karman, de Ahura Mazdao, sabemos bien que nos entienden aunque no se les imponga ningún nombre, y que por sí mismos eventualmente llegarán a comprender a Cristo. No deseamos forzar el nombre de Cristo sobre ellos. Porque si no nos conformamos con ser únicamente antropósofos, sino también ocultistas, seremos muy conscientes de que los nombres en sí mismos carecen de importancia, que únicamente lo que es importante es el Ser. Si por un momento pudiéramos convencernos de que sería permisible llamar al Ser Crístico con un nombre diferente, no debemos dudar en hacerlo. Para nosotros la verdad es lo que importa, y no el tener preferencias por el hecho de habitar un área particular de la Tierra y de pertenecer a un pueblo en particular. Cristo no puede ser entendido por nadie que no haya puesto los medios para que su influencia le alcance. Cristo en efecto, puede ser encontrado por otras naciones, pero la fuente de la que surjan los medios para entenderlo debe proceder de Él mismo.

No se debe reprochar a los antropósofos por no estar dispuestos, en su estudio del cristianismo, a utilizar métodos y formas no derivados del propio cristianismo. Cristo no puede ser entendido a través de la terminología oriental; quienes usan esa nomenclatura pueden creer que lo entienden, pero no lo entienden. ¿Qué significado se espera obtener si en el ámbito de la Teosofía, mantenemos la visión oriental de Cristo? ¡Tendríamos que revelarnos ante la idea de traer a Cristo del Este! Tal medida nos obligaría a imponer el modo Occidental en Oriente y formar nuestro concepto de Cristo en consecuencia. Esto no puede ni debe ser, pero no por aversión, sino porque los conceptos orientales, dada la antigüedad de su origen, no son aptos para favorecer una comprensión real de Cristo. Tal comprensión es solo posible conociendo que Cristo pertenece a la línea de evolución en la que nacieron Abraham y Moisés. Y que en Moisés se encarnó parte del ser de Zarathustra. Por lo tanto, debemos atribuir a Zarathustra los eventos resultantes de su influencia sobre Moisés. Tampoco debemos buscar a Zarathustra en aquellas antiguas escrituras zoroástricas, sino en su reencarnación como Jesús de Nazaret. ¡Siempre se debe tener en cuenta la evolución! Por igual motivo, tampoco debemos buscar al Buda donde vivió, y pasó de ser un Bodhisattva a elevarse al rango de Buda seiscientos años antes de Cristo, sino allá donde el Evangelio de Lucas lo describe, brillando desde las alturas del mundo espiritual hacia el cuerpo astral del Jesus Nathanico. Es allí donde veremos al Buda en una etapa posterior de su actividad.

Esto muestra cómo las religiones trabajan juntas para asegurar que la humanidad progrese. No basta con dar una conferencia sobre principios antroposóficos; lo que importa es transformarlos en sentimientos, ni tampoco debemos hablar de tolerancia y al mismo tiempo ser intolerantes debido a nuestras preferencias por alguna religión en particular. Solo somos verdaderamente tolerantes cuando medimos cada religión por su propio estándar y entendemos el carácter fundamental de cada una. Naturalmente, cuando hablamos de los diferentes sistemas religiosos que han trabajado juntos para dar vida al cristianismo, eso no se debe a nuestro punto de vista particular. Verdaderamente en esas alturas elevadas donde los grandes Seres espirituales están actuando, los eventos han sido diferentes de los ocasionados por las acciones de los seguidores de religiones particulares en la Tierra. Por ejemplo, en el Tíbet se convocó un Concilio para establecer una doctrina ortodoxa, relacionada con el nombre del Buda, en el mismo momento en que el verdadero Buda había descendido de las esferas superiores para permitir que su inspiración fluyera al cuerpo astral del Jesús del Evangelio de Lucas. Lo que una y otra vez sucede es que los seguidores de una religión en la Tierra permanecen fieles a lo que ha continuado sobre la Tierra como repercusión. Mientras que, el trabajo de los Dioses ha proseguido hacia otras etapas para que el progreso sea posible para la humanidad. El progreso se logra mejor cuando los hombres se esfuerzan por comprender a sus Dioses, por mantener el ritmo del progreso realizado por los Dioses que los están mirando. A partir de esta comprensión, debería crecer en nosotros una comprensión viva de los Evangelios.

En nuestro estudio de los tres Evangelios hemos encontrado algo diferente en cada uno de ellos. Cuando llegue el momento de que estudiemos el Evangelio de Marcos, se revelará la cosmología de tipo íntimo. Esto se debe a que se puede obtener una concepción de Ahura Mazdao trabajando en todos los reinos del espacio mediante el estudio del Evangelio de Marcos, así como los secretos de la relación de sangre, el vínculo que conecta la individualidad a través de la herencia con las personas de quienes él ha surgido, nos ha sido presentado en el Evangelio de Mateo.

Les ruego que piensen en lo que les he presentado en estas conferencias como un solo aspecto del gran Evento de Cristo, porque de ninguna manera se ha dicho todo. Puede que aún no haya llegado el momento de decir, incluso a muy pocos, lo que es posible decir sobre estos misterios profundos. El mejor resultado de nuestros estudios será que no solo captemos estas cosas intelectualmente, sino que las hagamos parte de las fibras de nuestra vida anímica, parte de nuestra vida de sentimientos y de nuestros corazones, y les permitimos vivir allí. Si las palabras de los Evangelios están impresas en nuestros corazones y realmente las entendemos, se convierten en poderes y fuerzas que llenan todo nuestro ser y engendran una gran fuerza interior. Y encontraremos que esta fuerza permanece con nosotros a través de la vida. Hoy, cuando tengo que llevar estas conferencias sobre el Evangelio de Mateo a una conclusión, quiero hablar de la forma en que estoy acostumbrado a hablar al final de nuestros cursos de verano, pero en conexión especial con este texto que de entre todos los documentos cristianos originales, da la presentación más hermosa del aspecto humano de Cristo Jesús.

¿Qué es lo que mas nos impresiona del Evangelio de Mateo, en el que se destaca desde el principio la humanidad de Cristo Jesús? Salvando las distancias que separan a un hombre ordinario en la Tierra de aquél que pudo recibir al Ser de Cristo en sí mismo, el Evangelio de Mateo nos muestra sin embargo, cuando lo aceptamos con toda humildad, la dignidad del hombre y en lo que puede llegar a convertirse. Si bien nuestra propia naturaleza puede estar muy, muy lejos de la de Jesús de Nazaret, aún podemos decirnos a nosotros mismos que la naturaleza humana que llevamos es capaz de recibir en sí al Hijo de Dios, el Hijo del Dios viviente. En eso consiste la promesa de que el Hijo de Dios en adelante permanecerá unido con la existencia espiritual de la Tierra y que cuando la existencia de la Tierra haya alcanzado su objetivo, todos los hombres estarán llenos de la sustancia y el ser de Cristo, tanto mas, cuanto mas lo hayan deseado ellos mismos internamente. Necesitamos humildad para abrigar tal ideal. Porque si lo abrigamos sin humildad, daremos paso a la arrogancia, al orgullo; pensando solo en lo que podremos ser como hombres, sin prestar atención apenas, a lo poco que hemos logrado hasta ahora. Este ideal debe abordarse con humildad. Entonces parece tan grande, tan poderoso, tan majestuoso, tan impresionante en su brillo, que en sí mismo es una exhortación a la humildad. Y cuando somos conscientes de la verdad de este ideal, no importa cuán exiguas sean nuestras fuerzas, nos llevarán a etapas cada vez más altas en el camino hacia nuestra meta divina.

En el drama Misterio "El Portal de la Iniciación" se encuentran indicaciones de la intensidad y aumento de los sentimientos que surgen a lo largo de este camino. En la segunda escena, Johannes Thomasius se queda paralizado ante la pronunciación de la frase: "¡Oh hombre, conócete a ti mismo!" Y mas adelante, en la novena escena, con la frase: "¡Oh hombre, vive tu experiencia!", es elevado a los reinos cósmicos henchido de júbilo. Esto nos recuerda una vez más la majestad y la grandeza de la figura de Jesús en el Evangelio de Mateo; la humildad nos colma y nuestra propia insignificancia se vuelve doblemente aparente. Pero por medio de la verdad interna y la realidad que se nos revela, somos rescatados del abismo que parece extenderse entre nuestra propia pequeñez y lo que debemos y podemos llegar a ser. Si a veces nos sentimos abrumados al contemplar la magnitud de los Dioses desde nuestra pequeñez como hombres, sin embargo, sentiremos algo del Impulso divino, algo del "Hijo del Dios viviente", si volvemos nuestras mentes hacia Cristo Jesús quien como el más alto representante del 'Yo', Él mismo nos exhorta con palabras que sonarán en todas las eras por venir: “¡Oh hombre, vive tu experiencia!”.

Si entendemos el aspecto humano de Cristo Jesús tal como se presenta en el Evangelio de Mateo, motivo por el cual, lo sentimos más cercano a nosotros que los otros Evangelios, de él fluirá coraje en la vida, fortaleza, esperanza en todas nuestras labores. Esta será la mejor prueba de que hemos entendido lo que estas palabras pretendían transmitir.


traducción de Julio Luelmo abril 2020

GA123 11 de septiembre de 1910 -Evangelio de S. Mateo 11ª conferencia

                                                                                         Índice

LOS DISCÍPULOS DEL CRISTO

Y

LA EVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD

11 de septiembre de 1910

En el Evangelio de San Mateo la Tentación es presentada como un relato de una tipo especial de Iniciación. El relato va seguido de una serie de indicaciones de lo que Cristo Jesús significaba, en primer lugar para sus discípulos. Él no solo iba a ser el exponente de las antiguas enseñanzas en una forma completamente nueva, sino una fuerza viviente, si se puede usar esta palabra, una fuerza que da salud a los hombres.

Esto es lo que se demuestra con las curaciones.

En la conferencia de ayer procedimos a considerar un tema que, para que sea entendido, requiere una cierto grado de buena voluntad como resultado del conocimiento científico-espiritual adquirido a través de los años. Hablamos de la calidad única y viva de la enseñanza impartida por Cristo Jesús, mediante la transmisión de fuerzas en las almas de sus discípulos. Se intentó expresar un gran misterio en palabras del lenguaje humano e indicar la naturaleza de la enseñanza dada por Cristo Jesús a sus discípulos. Podemos pensar en Cristo Jesús mismo como un punto focal, un centro focal, por así decirlo, para las fuerzas que debían fluir desde el Macrocosmos hacia las condiciones de vida en la Tierra y hacia las almas de los discípulos. Dichas fuerzas solo pudieron reunirse gracias a los poderes concentrados en el propio Cristo. A través suyo, las fuerzas que normalmente fluyen sobre el hombre inconsciente durante el sueño, ahora les eran transmitidas a los discípulos como fuerzas iluminadoras y vivificantes del propio Cosmos. Por supuesto, describir estas fuerzas con detalle solo es posible estudiando detalladamente las constelaciones cósmicas, y a este misterio, según se presenta en el Evangelio de San Mateo, es al que prestaremos atención hoy. En primer lugar, sin embargo, hay que tener en cuenta que los discípulos inevitablemente se habían vuelto más sabios con respecto a las condiciones en aquél momento de la Tierra, porque los poderes y las fuerzas de Cristo Jesús se habían derramado sobre ellos. En diverso grado y de distinta manera se habían vuelto más maduros, habían adquirido más sabiduría viva. En el desarrollo de uno de los discípulos, aparece un fenómeno muy significativo que para ser entendido debe contemplarse en un contesto mas amplio. Y en ello, debe tenerse en cuenta el hecho de que el hombre individual evoluciona a la par que lo hace la humanidad. En la era post-atlante, fuimos pasando de encarnación en encarnación a través de las antiguas épocas de la civilización india, persa, egipciacaldea y grecolatina, para recibir algo del entorno así como de las condiciones imperantes de aquellos tiempos. Así es como se progresa.

¿Qué significado tiene realmente el desarrollo de la evolución humana a través de las épocas? Conforme a los conocimientos mas elementales de la antroposofía, sabemos de los diferentes miembros que constituyen el ser del hombre: cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral, alma sensible, alma intelectual, alma consciente. Los miembros superiores aún por desarrollar son Yo Espiritual, Espíritu de Vida, Hombre Espíritu. Cada uno de estos miembros ha logrado algo bastante definido según las diferentes épocas de civilización post-atlante. Por ejemplo, en la primera época se inculcaron en el hombre las fuerzas que aumentan las capacidades del cuerpo etérico. Tales fuerzas habían sido implantadas en su cuerpo físico durante los últimos períodos de la era atlante y los primeros dones que se otorgaron en la era postatlante fueron aquellos impartidos al cuerpo etérico durante la época de la antigua cultura india. Durante la época de la antigua Persia, se implantaron fuerzas en el cuerpo astral del hombre, o cuerpo de sensaciones; durante las épocas egipcio-caldea y grecolatina el alma sensible y el alma racional, respectivamente; y ahora estamos viviendo en la época en que deben inculcarse gradualmente en el alma consciente las fuerzas relacionadas con esta línea de progreso. Todavía no se ha avanzado mucho en este sentido. En la futura sexta época post-atlante, las fuerzas del Yo Espiritual se implantarán en la naturaleza humana, y en la séptima época las del Espíritu de Vida. Y luego vislumbramos un futuro muy, muy lejano, cuando, será inculcado en la naturaleza humana normal, el Hombre Espíritu o Atma.

Veamos ahora este proceso de desarrollo en relación con el ser humano individual. Aquellos que conocían la verdad de estas cosas de los Misterios, siempre se imaginaban al hombre tal como nosotros debemos imaginarlo ahora, así como también tuvieron que aprender a imaginarlo los discípulos a través de la iluminación que les infundió Cristo Jesús. En un ser humano, (tanto hoy como en la época de Cristo Jesús), están los rudimentos o semillas, que al igual que en una planta, ya están presentes cuando la planta ha desarrollado solo hojas, pero ni flores ni frutos aún. Observando una planta de este tipo, sabemos que aunque ahora solo tenga hojas, ya existen en ella los comienzos germinales de las flores y los frutos, y que si el crecimiento continúa estos se desarrollarán de manera normal y regular. Tan seguro como que la flor y la fruta crecerán de la planta, aunque al principio solo tenga hojas verdes, con igual seguridad surgirá el alma consciente en el ser humano. Así pues, el alma consciente se prepara para recibir al Yo espiritual, para que la tríada más elevada pueda infundirse en el hombre como un nuevo regalo divino-espiritual. Podemos decir pues que: A través de los contenidos y sus cualidades anímicas, el desarrollo del hombre es como el de una planta que inicialmente tiene solamente hojas verdes, pero posteriormente da flores y frutos. A partir del alma sensible, del alma mental y del alma consciente, el hombre despliega de su ser, a semejanza de una flor, la predisposición para recibir un poder divino que le llega desde lo alto: este poder es el Yo Espiritual que le permite alcanzar etapas más avanzadas en el camino que conduce a las alturas de la evolución.

En la humanidad que vivía en la época de Cristo Jesús, se había desarrollado de manera perfectamente normal, el alma racional como principio superior del alma; pero aunque el alma racional no estaba capacitada para acoger en sí misma el Yo Espiritual, había que desarrollar, como hija del alma racional, el alma consciente en la cual el Yo Espiritual si pudiese descender.

¿Cuál era la expresión utilizada en los Misterios para referirse a esta flor que había de desplegarse a partir de la propia naturaleza del hombre? ¿Cómo era definido este crecimiento en el entorno de Cristo Jesús cuando se trataba de indicar que los discípulos debían hacer un verdadero avance en su desarrollo? Traducido a nuestro idioma, la expresión utilizada era "Hijo del hombre". La frase en griego "γιος του ανθρώπου" no tiene el significado restringido de nuestro "hijo-γιος" como 'hijo de un padre', sino que significa el sucesor de un ser vivo, una entidad que evoluciona a partir de un ser vivo como la flor de una planta en la que hasta ahora solo había hojas. Por lo tanto, si en la época anterior los hombres normalmente desarrollados hubiesen desplegado el alma consciente como la flor de su naturaleza, no tenían nada del "Hijo del Hombre" en ella. Pero siempre debe haber alguien que esté adelantado a su generación, que ya lleve dentro de si, en una época anterior el conocimiento y las potencialidades de una época posterior. En la cuarta época, cuando normalmente solo se había desarrollado el alma racional, siempre habría habido algunos entre los guías de los hombres que, aunque su apariencia externa era similar a la de los demás, ya habían desplegado la semilla del alma consciente en la cual el Yo Espiritual envía su resplandor. Por lo tanto, les correspondía a los discípulos de Cristo Jesús reconocer y aprender a comprender la naturaleza de estos líderes.

Para probar hasta qué punto Sus discípulos íntimos entendían esto, Cristo Jesús les preguntaba: Decidme, ¿Qué seres humanos pueden ser llamados "Hijos de Hombres" en esta generación? -Así es como la pregunta debería formularse de acuerdo con el texto arameo original del Evangelio de San Mateo. Ya he dicho que, si bien la versión griega, si se entiende plenamente, es ciertamente mejor que la de cualquier erudito moderno, una gran parte se volvió inevitablemente confusa en el proceso de traducción del original arameo. Debemos imaginar a Cristo Jesús delante de Sus discípulos preguntándoles: ¿Qué individuos de las generaciones anteriores en la época greco-latina se pueden considerar como 'Hijos de los hombres'? Los discípulos entonces nombraban a Elías, Juan el Bautista, Jeremías y otros profetas. A través del poder que les transmitió Cristo, los discípulos sabían que esos guías de hombres habían sido receptáculos de fuerzas que les permitían convertirse en portadores del "Hijo del Hombre". En esa misma ocasión, el discípulo conocido generalmente como Pedro, daba otra respuesta.

Para entender esa otra respuesta, debemos tener muy presente lo que se ha dicho en estas conferencias sobre la misión de Cristo Jesús tal como se indican en el Evangelio de San Mateo, es decir, que a través del Impulso de Cristo fue posible que los hombres desarrollaran la conciencia del Ego en el más amplio sentido, hacer florecer lo que está implícito en el "Yo soy". En otras palabras: incluso en el proceso real de Iniciación, los hombres en el futuro deberían retener la plena Conciencia del Ego, para recorrer los caminos que llevan hacia los mundos superiores, conciencia que normalmente poseen únicamente en el plano físico. Eso fue posible gracias a la existencia de Cristo en la Tierra. Por lo tanto, podemos decir: Cristo Jesús es el representante, la encarnación del poder que imparte a la humanidad la plena conciencia del "yo soy".

Ya he llamado la atención sobre el hecho de que las interpretaciones de los Evangelios que hacen los racionalistas, y mucho menos aún los que se declaran escépticos, no suelen resaltar los puntos de importancia real. Se insiste en que ciertas frases en los Evangelios y otros libros de la Biblia ya existían anteriormente, por ejemplo, las Bienaventuranzas. Pero la sombra del significado que antes no figuraba allí, y eso es lo esencial¡, es que lo que el ser humano no podía alcanzar en plena conciencia del Ego, ahora puede conseguirlo mediante el Impulso de Cristo! Esto es de máxima importancia. He hablado de cada bienaventuranza y he demostrado que las palabras de la primera deberían ser: "Bienaventurados los que son pobres de espíritu", porque un hombre es pobre en espíritu, cuando debido a la evolución de la conciencia humana, ya no puede mirar al mundo espiritual con la antigua clarividencia. Pero a tales hombres Cristo les da el consuelo de la iluminación: aunque ya no pueden ver el mundo espiritual con los órganos de la antigua clarividencia, ahora la visión del mundo para ellos será posible a través de su propio Ego, ya que ¡encontrarán los Reinos del cielo por sí mismos! De igual manera la segunda bienaventuranza: "Bienaventurados los afligidos". Ellos ya no dependerán de la facultad de la antigua clarividencia para alcanzar el mundo espiritual, porque ahora lo lograrán desarrollando su propio Ego. Pero para que esto suceda, el Ego debe acoger en sí mismo más y más, aquél poder que una vez estuvo arraigado en la Tierra en un Ser único: en Cristo.

Los hombres de la era moderna realmente deberían pensar un poco en lo siguiente. -No es por nada que las palabras griegas de vital importancia aparecen en cada bienaventuranza: από μόνα τους θα έχουν τα βασίλεια του ουρανού . Por lo tanto, la primera oración, "Bienaventurados los que son pobres de espíritu", debe ir seguida de las palabras: "En sí mismos" o "a través de ellos mismos encontrarán los Reinos del Cielo". Las palabras, "En sí mismos" siempre se acentúan, en la segunda.

Perdónenme por señalar algo tan grande sobre nuestro tiempo de una manera tan trivial. La gente tendrá que decidir aplicar la palabra "autón" αυτών, como en nuestro automóvil, no únicamente a máquinas o tomarlo en un sentido completamente externo. Tendrán que entender también en un sentido espiritual la cualidad o actividad implicada por la "actividad auto-engendrada". Nuestros contemporáneos harían bien en tomar en serio esta advertencia. Dan la bienvenida a la "actividad auto-generada" en las máquinas, pero también deben aprender lo qué implica esta actividad con respecto a la experiencia interna que en todos los Misterios estuvo fuera del alcance de la conciencia del Ego hasta el advenimiento de Cristo. A través de la actividad auto-generada, el hombre mismo puede gradualmente convertirse en creador. Y esto es lo que los hombres de hoy aprenderán a entender si se llenan del impulso de Cristo.

Teniendo esto en cuenta, nos daremos cuenta de que fue de especial importancia otra pregunta que Cristo Jesús hizo a los discípulos. Primero les había preguntado: ¿Quién de los líderes de una generación anterior podría llamarse "Hijo del Hombre"? Y los discípulos habían nombrado a ciertos individuos. Luego formuló una pregunta adicional, deseando llevarlos gradualmente al punto de comprender Su propia naturaleza, de comprender lo que representaba él con respecto a la Egoidad. Esto está implícito en la otra pregunta: "¿Y quién creéis que soy yo?". La respuesta dada por Pedro mostró que ahora reconocía a Cristo no solo como un 'Hijo del Hombre' sino como el 'Hijo del Dios viviente ', y esta traducción bien puede conservarse.

¿Cuál es la diferencia entre "Hijo del Dios viviente" e "Hijo del hombre"?

Para entender esto, ciertos hechos ya conocidos por nosotros deben ser elaborados. A medida que el hombre evoluciona, el alma consciente se desarrolla en él; en el alma consciente, ya puede manifestarse el Yo espiritual. Pero cuando el alma consciente se haya desarrollado en un hombre, el Yo espiritual, el Espíritu de Vida y el Hombre Espíritu deben venir hacia él para que este abrirse de la flor de su ser, pueda recibir la tríada superior. Este ascenso del hombre también se puede comparar con el desarrollo y el crecimiento de una planta.

El ser del hombre llega a florecer en el alma consciente y el Yo Espiritual o Manas, el Espíritu de Vida o Budhi, y el Hombre Espíritu o Atma, fluyen hacia él. Esto puede compararse con un proceso de fecundación espiritual desde arriba. Mientras que el hombre crece hacia arriba desde abajo con los otros miembros de su ser, desplegando la flor que es el 'Hijo del Hombre', si quiere progresar aún más y adquirir plena conciencia del Ego, deben venir hacia él desde arriba los dones del Yo Espiritual, el Espíritu de Vida, y el Hombre Espíritu. ¿Y quién es el representante de este don desde arriba, marcando cuál será la naturaleza del hombre en un futuro muy, muy lejano? El primer don recibido es el Yo Espiritual. El que recibe el Yo Espiritual proveniente de arriba, ¿A quién representa? ¡Él es la representación del Hijo del Dios que vive, el Hijo del Espíritu de Vida, el Hijo del Dios viviente!.

Y Cristo Jesús entonces pregunta: ¿Qué debe llegar a los hombres a través de mi impulso? ¡Es el principio espiritual que da vida desde arriba! Por lo tanto, debe hacerse una distinción entre el Hijo del Hombre que ha crecido hacia arriba desde abajo, del Hijo de Dios, el Hijo del Dios viviente, que desciende desde arriba. Pero la dificultad de esta pregunta para los discípulos será evidente para ustedes cuando se den cuenta de que fueron los primeros en recibir lo que los hombres más simples desde el tiempo de Cristo Jesús han recibido a través de los Evangelios. Solo las fuerzas vivientes de Cristo Jesús fueron las que permitieron a los discípulos asimilar toda esta enseñanza. Las facultades que ya habían desarrollado no los había capacitado para responder a la pregunta: ¿De quién soy yo el representante? El Evangelio luego recoge que uno de los discípulos, de nombre Pedro, dio la respuesta: "¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!" En el momento de pronunciar esa declaración, esa fue una respuesta que no procedía de las facultades espirituales normales de Pedro.

Tratemos de imaginar la escena vívidamente. -Mientras miraba a Pedro, Cristo Jesús se dio cuenta de la gran importancia del hecho de que hubiera salido de esa boca una respuesta que señalaba un futuro inmensamente distante. Y por ello, al percibir el alcance real de la conciencia de Pedro y de los poderes suficientemente desarrollados para permitirle dar tal respuesta a través de su intelecto o de las facultades adquiridas en las etapas que conducen a la Iniciación, Cristo Jesús estaba obligado a afirmar: Esa respuesta no surge del conocimiento consciente de Pedro; son esos poderes más profundos, solo gradualmente transformados por el hombre en poderes conscientes, los que están hablando aquí.

Mediante la transformación de las fuerzas de nuestros cuerpos astral, etérico y físico, nos elevamos al Yo Espiritual, Espíritu de Vida y Hombre Espíritu. Esta es una enseñanza elemental de la ciencia espiritual. Las fuerzas que eventualmente habremos de desplegar en el cuerpo astral como Yo Espiritual ya están dentro del cuerpo astral, pero están allí por la gracia de los Poderes divinos-espirituales; su desarrollo no se debe a nuestros propios esfuerzos y actividades. De igual manera hay un Espíritu de Vida divino dentro de nuestro cuerpo etérico. Por eso, Cristo le dice a Pedro: no es lo que está en su conciencia en este momento lo que han pronunciado sus labios, sino algo que solo en el futuro desarrollarán, algo que realmente está dentro de ustedes, pero de lo cual aún no saben nada. Lo que forma parte de vuestra carne y sangre aún no es capaz de pronunciar las palabras: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". Los poderes divino-espirituales se encuentran profundamente por debajo del umbral de la conciencia, eran esos poderes de los cuales Pedro había nacido, pero de los cuales aún no era consciente, quienes hablaban por él. De ahí el dicho: "Esto te ha sido revelado por el Padre Celestial, no por lo que eres actualmente como hombre de carne y hueso".

En estas circunstancias, Cristo debía decirse a sí mismo: En Pedro tengo un discípulo cuya entera constitución es tal que el poder del Padre dentro de él aún no ha sido tocado por fuerzas ya engendradas por la conciencia, por las operaciones de la actividad espiritual; Este poder subconsciente es tan fuerte en Pedro que puede ser su base segura cuando se entrega a él. Esta es la cualidad importante en él. También está presente en todo ser humano, pero solo en el futuro se elevará al estado consciente. Para que esto que se debe a mi impulso pueda desarrollarse y manifestarse en el hombre, deberá basarse en la fuerza que en Pedro pronunció esas palabras. Sobre esta piedra en el hombre aun no destruida por las olas de la conciencia ya desarrollada; sobre esta fuerza del Padre edificaré todo lo que, mas y mas, surgirá de mi impulso". Y si los hombres desarrollan en si mismos este fundamento, resultará la humanidad que se debe al impulso del Cristo.

Cuando se hayan establecido estos fundamentos, surgirá la humanidad que encarna el Impulso de Cristo. - Esto está implícito en las palabras: "¡Tú eres Pedro, y sobre esta roca construiré lo que puede crear una comunidad de hombres fieles al Impulso de Cristo!"

Hoy en día tienen lugar discusiones y debates simplistas sobre estas palabras en el Evangelio de San Mateo, ya que en casi todo el mundo son objeto de controversia. De hecho, no deben tomarse a la ligera. Pueden entenderse solo cuando su significado se extrae de las profundidades de la sabiduría que es la sabiduría de los Misterios. Y ahora se muestra algo más, a saber, que el poder subconsciente más profundo en Pedro, es realmente construido por Cristo Jesús. Seguidamente comienza a hablar de lo que está por suceder y del Misterio del Gólgota. El tiempo en que la naturaleza más profunda de Pedro hablaba por su boca, ya ha pasado; ahora puede expresarse lo que ya se ha vuelto consciente en él. Él ahora no puede entender lo que Cristo quiere decir, no puede creer que el sufrimiento y la muerte se produzcan. Y cuando el Pedro que ha desarrollado sus propias facultades conscientes está hablando, Cristo debe reprenderlo, diciendo: Esto no lo pronuncia lo Divino que hay en ti sino las facultades que has desarrollado en ti mismo como ser humano; lo que estas facultades han producido aquí no tiene validez, porque proviene del engaño; ¡viene de Ahriman, de Satanás! - Esto está implícito en las palabras: ‘Apártate de mí, Satanás. Eres una ofensa para mí; porque no sabes las cosas que son de Dios sino las que son de los hombres "(Mateo XVI, 23). Cristo usa la palabra "Satanás" para definir a Ahriman, mientras que en otras partes de la Biblia la palabra "Diablo" se aplica a todo lo que es de naturaleza luciférica. Cristo usa la palabra correcta para definir el engaño al que sucumbe Pedro.

Así es la verdad de esas cosas. Pero, ¿Qué hace la exégesis bíblica moderna de estos episodios? Se han dado cuenta de que Cristo Jesús no puede haberle dicho a Pedro en un minuto: "¡Unicamente tú has reconocido que tienes un Dios delante de ti!" Y al minuto siguiente lo ha llamado "Satanás". Por eso, algunos críticos concluyen que la palabra "Satanás" debe haber sido insertada en un tiempo posterior y, por lo tanto, es una falsificación. - El hecho es que el significado atribuido a esto por la investigación filológica moderna, hace que la opinión actual sobre el tema sea bastante inútil. Únicamente sobre la base de la comprensión fáctica de la Biblia, es posible que el hombre realmente pueda decir algo sobre el origen histórico de los documentos correspondientes.

Pero entre los dos frases que he citado hay otra, que es solo inteligible a la luz de una antigua, pero siempre nueva, enseñanza de los misterios: que el hombre tal como es en la Tierra, no solo el individuo sino toda la comunidad humana, es la imagen releja de procesos en el macrocosmos. Esto fue mencionado cuando estábamos hablando de la genealogía de Jesús de Nazaret. Se explicaba que el significado de la promesa hecha a Abraham sobre que: "Tus descendientes reflejaran el orden de las estrellas en el cielo". El orden de las doce constelaciones y del movimiento de los planetas a través del Zodiaco debía ser repetido en las doce tribus y en la historia del pueblo hebreo a través de tres veces catorce generaciones. Así pues, en la secuencia de las generaciones y la herencia especial resultante de los lazos de sangre en las doce tribus, debía haber una imagen de las condiciones macrocósmicas. Esa fue la promesa hecha a Abraham.

En el momento en que Pedro, cuya naturaleza más profunda había sido capaz de comprender que el Impulso de Cristo significaba el poder espiritual que fluye a través del Hijo del Dios viviente, en ese momento Cristo sabe que puede anunciar a cuantos le rodean, el comienzo de algo nuevo surgiendo en la Tierra. Mientras que a Abraham se le había declarado que la reproducción de las condiciones cósmicas debían establecerse por parentesco sanguíneo, ahora esta reproducción debía ser reemplazada por el establecimiento de relaciones de carácter ético, moral y espiritual, dando expresión a lo que el hombre puede lograr a través de su ego. Cuando los hombres entienden, tal como lo entendió la naturaleza más profunda en Pedro, lo que realmente es Cristo, no establecerán comunidades e instituciones basadas solamente en los lazos sanguíneos, sino comunidades donde el vínculo del amor se entrelace de alma a alma. Al igual que en la sangre del pueblo hebreo y en las estirpes que se sucedieron a través de las generaciones, lo que fue ordenado reunirse en la raza humana se unió y lo que fue ordenado que se desatara se desató conforme el patrón del Macrocosmos, así ahora a través del Ego consciente, surgiría en forma de relaciones éticas, morales y espirituales, la fuerza que disuelve los lazos entre los seres humanos o los une en el amor. Las instituciones humanas debían ser creadas o armonizadas por el Ego consciente. Este es el significado de las palabras

pronunciadas por Cristo Jesús en la continuación de la respuesta que le había dado a Pedro: "todo lo que ligares en la Tierra -lo que tu naturaleza mas profunda ligara- será ligado en los cielos; y lo que esa misma naturaleza, aquí abajo desatara, será desatado en los cielos".

En la antigüedad, el factor más importante en los lazos entre los seres humanos, eran las relaciones de consanguinidad. Pero ahora los hombres deben avanzar hacia la etapa en que los lazos de importancia real sean de carácter espiritual, moral y ético. De ello se deduce que para un individuo que ha contribuido en su fundación, una comunidad debe significar algo. Desde el punto de vista de la Antroposofía, podemos decir: el karma del individuo debe fusionarse con el karma de las comunidades. Esto debería ser sabido por ustedes conforme a lo dicho en los últimos años. La idea del karma no se contradice cuando le doy algo a alguien que está necesitado, ni cuando el karma de un individuo es aliviado por la comunidad. La comunidad puede ayudar a aliviar el destino del individuo. En otras palabras, en la esfera moral puede suceder lo siguiente. Un solo miembro de una comunidad comete un error. Esto seguramente se inscribirá en su karma personal y se resolverá en el gran escenario de la existencia mundial. Pero alguien más puede presentarse y decir: "¡Te ayudaré a resolver este karma!" El karma debe cumplirse, pero las otras personas pueden ayudar; toda la comunidad puede ayudar a quien haya cometido un error. El karma de un individuo puede estar tan entretejido con la comunidad que ésta, considerándolo como miembro, cargue deliberadamente con la carga de su destino, empatizando con él y resolviendo que su suerte será mejorada. La actitud de la comunidad puede ser:

usted, como individuo, ha cometido un error, pero lo defenderemos ¡asumiendo sobre nosotros el desajuste producido en su karma! - Si se sustituye el término ‘comunidad’ por el de ‘iglesia’ , eso significa que la iglesia asume la obligación de asumir los pecados del individuo y compartir la carga de su karma. No se trata de lo que hoy se llama "perdón de los pecados", sino de un vínculo real, una aceptación de la carga de los pecados. Y el punto esencial es que la comunidad acepta conscientemente dicha carga.

Si "atar" y "desatar" son entendidos en este sentido, entonces cada caso de perdón de los pecados implicaría una obligación por parte de la comunidad. Entonces, con los hilos del karma individual se teje una red que se entrelaza con el karma de toda la comunidad. Y esta red, gracias a lo que Cristo bajó de las alturas Espirituales, debe ser un reflejo del orden que prevalece en el Cielo; es decir, el karma del individuo no debe vincularse con el karma colectivo de manera fortuita, sino para que la comunidad como organismo se convierta en una imagen del orden que prevalece en el Cielo.

Esta escena de la declaración de Pedro comienza a revelar ahora un significado infinitamente profundo para aquellos que la comprenden. Denota el fundamento de la humanidad del futuro, una humanidad basada en la naturaleza del Ego en el hombre. Lo que se produce en esta conversación íntima entre Cristo y aquellos más próximos a Él, es la transmisión del poder que el propio Cristo trajo del Macrocosmos, poder que pasa a lo que los discípulos se supone que deben establecer. Y a partir de ese momento, el Evangelio de San Mateo relata cómo los discípulos son guiados hacia arriba, paso a paso, hacia la etapa donde los poderes del Sol y del Cosmos reunidos en el Ser Crístico fluyen hacia ellos. Sabemos que una de las formas de Iniciación consiste en una expansión hacia el Macrocosmos. Y debido a que el propio Cristo es el impulso en esta Iniciación, Él lleva a Sus discípulos al Cosmos. Mientras el aspirante individual cuando está experimentando el proceso de esta Iniciación, pasa conscientemente al Macrocosmos, reuniendo gradualmente su conocimiento. Cristo desciende, por así decirlo, del Macrocosmos, manifestando sus fuerzas instintivas y transmitiéndoselas a los discípulos.

En una parte de la conferencia de ayer indiqué cómo tenía lugar esto. Imaginemos la escena de la manera más gráfica posible. Cuando el hombre duerme, sus cuerpos físico y etérico permanecen en la cama mientras su cuerpo astral y su Ego pasan al Cosmos y recogen del Cosmos las fuerzas para estos miembros de su ser. Si Cristo se acercase ahora, Él sería el que conscientemente atraería estas fuerzas hacia el hombre dormido y lo iluminaría. Esto es exactamente lo que sucede en una escena descrita en el Evangelio. Los discípulos están en un barco a la cuarta vigilia de la noche. Luego ven que la figura que al principio habían tomado por un espíritu, es Cristo, que permite que las fuerzas y el poder del Macrocosmos fluyan hacia ellos. Se describe claramente cómo conduce a los discípulos al escenario donde pueden recibir las fuerzas del Macrocosmos. Las siguientes escenas en el Evangelio de San Mateo muestran cómo Cristo guía a los discípulos paso a paso a lo largo del camino tomado por cada posible Iniciado. Es como si Cristo mismo estuviera pisando este camino, llevando a sus discípulos de la mano a la iniciación. - Ahora diré algo que les hará darse cuenta de cómo los discípulos son conducidos etapa por etapa hacia el Macrocosmos.

Muchas cosas que antes estaban más allá del conocimiento del hombre se le hacían saber a través de visiones del mundo espiritual, mediante las facultades clarividentes. De manera que, por ejemplo, es capaz de reconocer los procesos reales que operan en el crecimiento de las plantas. Un materialista dirá refiriéndose una planta: Aquí tengo una flor, digamos que es una planta frutal, y que en ella se formará una semilla. La semilla se puede extraer y depositar en el suelo; esta finalmente se disuelve y aparece una nueva planta, de nuevo otra vez con semillas. Y así el proceso continúa. Algo pasa desde el grano de semilla en disolución a la nueva planta. - Un materialista no puede pensar de otra manera sino que ese algo material, sin importar cuán pequeño sea, pasa a ser la siguiente planta. Pero no es así. La verdad es que con respecto a su material, su sustancia, la antigua planta (su semilla) queda completamente destruida (podrida). Se produce pues un salto (Sprung) y la nueva planta es una formación completamente nueva, con respecto a la sustancia material, una formación absolutamente nueva.

Los hechos de mayor importancia son reconocidos y entendidos cuando se comprende esta notable ley. En las condiciones de la materia realmente se producen saltos. Esto era expresado en los Misterios de una manera muy definida. Se decía: Al pasar al Cosmos, el aspirante a la Iniciación debe en cierto momento adquirir conocimiento de las fuerzas que provocan estos "saltos". Ahora se pueden entender ciertos procesos en el Cosmos si se usan las constelaciones como indicadores. Las constelaciones son entonces como letras de un guión. Cuando pasamos al Cosmos en una dirección particular, llegamos a conocer los saltos que se producen de un antepasado a su sucesor, ya sea en los reinos vegetal, animal o humano, o incluso en el ámbito de la existencia planetaria. En las transiciones de la evolución de Saturno a la evolución del Sol, de la evolución del Sol a la evolución de la Luna, de la evolución de la Luna a la evolución de la Tierra, todo lo material desaparecía. Lo espiritual permanecía y era lo espiritual lo que provocaba los saltos. Tanto en las cosas pequeñas como en las grandes es lo mismo.

Para este principio, se han utilizado dos símbolos uno antiguo y de un carácter más pictórico e imaginativo, y otro más nuevo. Pueden ustedes encontrar el símbolo más nuevo en los calendarios. A medida que avanza la evolución, el pasado se curva hacia adentro como un vórtice y la nueva fase emerge como un segundo vórtice, desarrollándose desde adentro hacia afuera y conduciendo hacia adelante. Pero la nueva fase no está realmente unida a la anterior; entre el final de la fase anterior y el comienzo de la nueva hay un pequeño "salto" o "brecha" y solo entonces el proceso de evolución continúa.



En la figura anterior tenemos dos vórtices entrelazados y entre ellos un pequeño espacio. Este es el signo zodiacal de Cáncer, que simboliza el proceso de crecimiento hacia el Macrocosmos y el nacimiento de un nuevo brote en alguna fase de la evolución.

Aparte, existió otro signo para simbolizar estas condiciones. Por extraño que parezca, este signo se formaba por un asno y su pollino, o sea el antepasado y el descendiente. Este principio también era representado por otro símbolo. Por extraño que parezca, el símbolo era un asno y su potro, el antepasado y su descendencia. Esto estaba destinado a representar la transición real de una condición a la otra. Las antiguas delineaciones de la constelación de Cáncer a menudo consisten en la figura de un asno y su potro. Saber esto tiene su importancia. Nos ayuda a comprender que cuando un hombre se eleva a la etapa que conduce al mundo espiritual, tiene lugar otra transición significativa y una vez allí debe estar preparado para revelaciones completamente nuevas. Esto se indica correctamente en el símbolo estelar, representando cuando el sol físico atraviesa la constelación de Cáncer y alcanza el cenit, y luego desciende nuevamente. Y también cuando el aspirante a la Iniciación primero asciende al mundo espiritual y una vez ha adquirido el conocimiento de sus fuerzas, las derrama nuevamente para ponerlas al servicio de la humanidad. El Evangelio de San Mateo y en los otros también, cuentan cómo Cristo Jesús presenta esta verdad a los discípulos. La forma de contar la historia indica que Él no utiliza únicamente palabras, sino que les está mostrando la representación, la imagen viva, de lo que Él mismo está llevando a cabo a medida que se acerca al grado al que la humanidad en evolución deberá con el tiempo elevarse. Él usa la imagen del asno y su cría; es decir, guía a los discípulos hacia una comprensión de lo que corresponde en la vida espiritual a la constelación de Cáncer. Esta es una imagen de algo que ha sucedido en la relación viva y espiritual entre Cristo y sus discípulos. Tan grande es su majestad y su esplendor que no puede expresarse en palabras de ningún lenguaje humano, sino solo a través de Cristo mismo iniciando a los discípulos en las condiciones que predominan en el mundo espiritual y creando imágenes del Macrocosmos en las condiciones físicas. Los guía hasta el punto donde los poderes de quien se inicia se convierten, a su vez, en servicio a la humanidad. ¡Él se sitúa a tal altura que solo puede indicarse por la imagen del Sol en el cenit del signo de Cáncer! No es de extrañar que este capítulo (XXI) del Evangelio de San Mateo señale la altura suprema alcanzada ahora en la vida terrenal de Cristo, proclamada triunfalmente por las palabras: "¡Hosanna en las alturas!" Todo está ordenado hasta el final para que a través de lo que ha sucedido aquí, los discípulos puedan avanzar a la etapa en que, a través de los poderes que trabajan en ellos, se pueda desplegar en los hombres lo que Cristo Jesús ha traído a la evolución de la humanidad.

La historia de la celebración de la Pascua no es más que un relato de la afluencia en la vida real del poder que iba a fluir primero a los discípulos, como enseñanza y luego magicamente a la humanidad, como resultado del Misterio del Gólgota. A la luz de esto es cómo debe entenderse la continuación de la historia, en el Evangelio de San Mateo. Así también nos daremos cuenta de que el escritor del Evangelio era permanentemente consciente de la necesidad de señalar el contraste entre la enseñanza viva traída de las alturas cósmicas e impartida a los discípulos, y la enseñanza adecuada para aquellos que aún no estaban listos para recibir las fuerzas del propio Cristo Jesús. De ahí las declaraciones en las conversaciones con los escribas y fariseos que estudiaremos mañana. Hoy, sin embargo, recordaremos que después de que Cristo Jesús guiase a sus discípulos lo más lejos posible por el camino que conduce a la meta de todos los aspirantes a la Iniciación, Él tiene la perspectiva de que si ellos siguen este camino, ellos mismos accederán al mundo espiritual, al macrocosmos. Les dice que tienen dentro de su ser las cualidades necesarias para la Iniciación posterior, que la Iniciación les está reservada y que encontrarán el camino hacia ese mundo donde reconocerán cada vez más claramente a Cristo como el Ser que llena todo el espacio espiritual y estaba representado en Jesús de Nazaret. Cristo les dice a sus discípulos que se están acercando a esta Iniciación, que se convertirán en Iniciados de la humanidad. También les recuerda que la Iniciación individual solo se puede lograr si a fuerza de paciencia y resistencia se permite que la naturaleza interior madure.

¿Qué es lo que debe crecer en la naturaleza interna del hombre a medida que sus fuerzas aumentan en fuerza y él desarrolla una forma superior de clarividencia? Sus cualidades deben madurar hasta el punto en que pueda recibir en sí mismo las fuerzas del Yo Espiritual, del Espíritu de Vida y del Hombre Espíritu. Pero el poder que lo ha de convertir en un Iniciado, en un participante en los Reinos del Cielo, depende del tiempo que tarde en madurar completamente; depende del karma del individuo, para que ese poder fluya hacia él desde arriba. ¿Cómo saber cuándo ha llegado el momento? Eso solo es conocido por los iniciados más elevados, no por aquellos en etapas más bajas de Iniciación. Para cualquier individualidad que esté lista para alcanzar el mundo espiritual, llega la hora aunque no lo sabe. Seguramente llega la hora, pero de tal manera que él no se da cuenta, ¡llega como un ladrón en la noche! ¿Cómo llega un hombre al mundo espiritual? En los antiguos Misterios, y en cierto sentido también en los nuevos, había tres etapas de Iniciación al Macrocosmos. Cuando el aspirante alcanzaba la primera etapa, los poderes del Yo espiritual se activaban en él y ahora no solo era un hombre nuevo, sino que se había convertido en alguien cuya naturaleza se decía que era la de un 'Ángel', osea digamos, un Ser de la Jerarquía inmediatamente superior al hombre. En los Misterios de la antigua Persia, un hombre que poseía los poderes del Yo espiritual se llamaba "persa" porque ya no era un individuo separado, sino que pertenecía al ángel del pueblo persa. En la siguiente etapa de Iniciación, despierta el Espíritu de Vida. Un hombre que hubiese alcanzado esa etapa era llamado "Héroe del Sol" en los Misterios persas, porque se había desarrollado hasta la etapa en la que podía recibir las fuerzas espirituales que fluyen hacia la Tierra desde el Sol. Pero a ese hombre también se le llamaba "Hijo del Padre". Y aquél que había hecho contacto con el Hombre Espíritu o Atma, era llamado "Padre" en los antiguos Misterios. Las tres etapas de iniciación fueron: Ángel, Hijo o Héroe del Sol, Padre.

Únicamente los iniciados supremos pueden formarse un juicio con respecto a cuando se despierta la iniciación. Por eso, el Cristo les dijo: "La iniciación os llegará, si vosotros seguís el camino que os he conducido; ascenderéis a los reinos de los cielos; pero la hora no la conocen ni los Ángeles, iniciados con el Yo espiritual, ni el Hijo, iniciado con el Espíritu vital, sino únicamente los mas altamente iniciados, o sea, con el Padre".

Aquí nuevamente las palabras del Evangelio de San Mateo (XXIV, 36) están en absoluta conformidad con la tradición que se origina en los Misterios. Y encontraremos que la proclamación del Reino de los Cielos no es más que el vaticinio a los discípulos de que experimentarán la iniciación. Cristo Jesús lo indica muy claramente en el texto del Evangelio de San Mateo. Si se interpreta correctamente ese relevante pasaje, es bastante evidente que Cristo se está refiriendo a ciertas enseñanzas que circulaban en aquél tiempo sobre el tema de alcanzar los Reinos del Cielo. Los hombres habían tomado esto en el sentido material, creyendo que se aplicaba a toda la Tierra, mientras que deberían haber sabido que solo unos pocos individuos alcanzarían los Reinos del Cielo a través de su Iniciación. En otras palabras, algunos sostenían la creencia de que la Tierra se transformaría en sentido material en el Cielo. Y Cristo llama especialmente la atención sobre esto cuando habla de la venida de aquellos que lo proclamarían. ¡Los llama falsos profetas y falsos Mesías! ¡Qué extraño es que incluso hoy en día algunos de los llamados críticos del Evangelio difunden la fábula de que la perspectiva de un inminente Reino material de Dios fue una enseñanza dada por el mismo Cristo Jesús! Cualquiera que sea capaz de leer el Evangelio de San Mateo correctamente sabe que Cristo Jesús se estaba refiriendo a un suceso espiritual dentro del alcance eventual de alguien que se acerca a la Iniciación, pero que en el curso de la evolución de la Tierra se vuelve accesible para todos los miembros de la humanidad que se unan a Él y la espiritualización de la Tierra se produce al alcanzar etapas superiores de desarrollo.

Este aspecto también debe darnos una visión más profunda de la estructura del Evangelio de San Mateo. Así sentiremos una profunda reverencia por un Evangelio del cual, como ningún otro, podemos aprender inequívocamente cómo los discípulos de Cristo Jesús fueron los primeros en recibir la enseñanza dirigida al Ego mismo. Nos imaginamos a los discípulos de Cristo parados a su alrededor y percibimos cómo las fuerzas del Cosmos están trabajando a través del cuerpo humano que lo sostuvo. Lo imaginamos guiando a sus discípulos de una manera que les permita adquirir el conocimiento accesible para todos los que se acercan a la Iniciación. Oímos de situaciones humanas formadas a su alrededor. Esto es lo que hace que el Evangelio de San Mateo nos parezca tan cercano en un sentido humano. A través de este Evangelio aprendemos a conocer al Jesús de Nazaret hombre, al portador del Cristo; aprendemos a saber lo que Cristo logró a través de su descenso a la naturaleza del hombre. Incluso los acontecimientos en los mundos celestiales se presentan en términos de situaciones y relaciones humanas en el Evangelio de San Mateo. En la conferencia final de mañana, estas cosas serán consideradas no solo desde el aspecto de la Iniciación sino también desde otros aspectos.


traducción de Julio Luelmo abril 2020




traducción de Julio Luelmo abril 2020
El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919