GA238 Dornach, 19 de septiembre de 1924 - Relaciones Kármicas Vol. IV - Otros ejemplos de las pocas individualidades cuyas sucesivas vidas terrenales, si se describen una tras otra, dan al mismo tiempo descripciones de la historia.

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Relaciones kármicas:
GA238 - Volumen IV



VIII conferencia 


Otros ejemplos de las pocas individualidades cuyas sucesivas vidas terrenales, si se describen una tras otra, dan al mismo tiempo descripciones de la historia. Filósofo romano perteneciente a la escuela de los escépticos de finales del primer siglo cristiano. Cardenal Mazarini, Hertling. Gregorio el Grande, Ernst Haeckel. El Concilio de Nicea; el ermitaño, la monja, Vladimir Solovioff.

Dornach, 19 de septiembre de 1924

Durante las últimas semanas hemos estado tratando de comprender más y más lo que significa decir que la era actual se encuentra en el signo de la regencia de Micael. Así, la última vez fuimos llevados a mostrar cómo puede funcionar en la realidad el karma de un ser humano. Mostramos cómo las dificultades del karma pueden incluso llegar tan lejos que un ser humano no puede encontrar el camino entre la muerte y un nuevo nacimiento para vivir todo lo necesario para tejer el karma participando en los acontecimientos del mundo de las estrellas.

Mientras nuestra concepción se limite realmente a lo que ocurre aquí, en la vida física terrestre, nos resultará difícil recibir lo que debemos recibir si queremos tomar en serio la idea del karma. Pero estamos viviendo en la era de las grandes decisiones y tales decisiones deben tener lugar, para empezar, en el ámbito espiritual. Y en ese ámbito se prepararán correctamente si, desde el espíritu antroposófico más profundo, los seres humanos individuales tienen el valor de estudiar el mundo espiritual en serio, hasta el punto de que puedan recibir lo que viene del mundo espiritual y utilizarlo para comprender los fenómenos de la vida física exterior.

Por eso, desde hace varios meses, no me resisto a presentarles hechos detallados de la vida espiritual, hechos que les permitirán comprender la configuración espiritual de la época actual.

Hoy expondré algunas cosas más, por así decirlo, para ilustrar lo que expondré el próximo domingo, probablemente como conclusión, mostrando todo el karma de la vida espiritual de la época actual en su conexión con las tareas y objetivos del Movimiento Antroposófico.

Para comenzar, sin embargo, presentaré hoy ciertos hechos cuya conexión con nuestro tema principal no percibirán de inmediato. Sin embargo, reconocerán enseguida cuán profundamente caracterizan la vida espiritual del pasado. Muchas de estas cosas parecerán extrañas y descabelladas, pero la vida en su totalidad encierra muchas paradojas, vistas desde un punto de vista terrenal.

Los ejemplos que elegiré hoy no son ordinarios. Por regla general, una sucesión de vidas terrenas no es una sucesión continua de personalidades históricas. Generalmente no es tal que la cadena continua sea visible en absoluto a la observación superficial. Sin embargo, hay ciertas vidas terrenas sucesivas que, si las describimos una tras otra, estamos describiendo al mismo tiempo la historia.

Rara vez es el caso en un grado tan elevado. Pero si encontramos individualidades para las cuales es el caso, si podemos señalar las varias encarnaciones como personalidades históricas, tal individualidad nos permite aprender mucho sobre el karma. Ya he dado casos aislados de este tipo, como saben.

Hoy les hablaré de una personalidad que vivió a finales del primer siglo cristiano. Ya en aquella época era filósofo. Como filósofo era evidentemente uno de los escépticos, es decir, uno de los que realmente piensan que nada en el mundo es seguro.

Pertenecía a esa escuela escéptica que, aunque ya había visto los albores del cristianismo, sostenía que es imposible obtener un conocimiento cierto y, sobre todo, que es totalmente imposible decir con certeza si un ser divino podría asumir una forma humana o similar.

Esta individualidad, -su nombre en esa encarnación no tiene gran importancia, era un tal "Agripa"-, esta individualidad en su encarnación en aquel tiempo, reunía en sí misma, por así decirlo, todo el escepticismo griego. De hecho, si usamos la palabra no en un sentido despectivo, sino como un término técnico, era alguien a quien incluso deberíamos llamar un cínico. Me refiero a un cínico no en su concepción de la vida, ya que en eso era un escéptico, sino un cínico en su forma de tomar las cosas. Porque era muy aficionado a tomar a la ligera y a bromear sobre la mayoría de las cosas importantes que se le presentaban en el mundo. En dicha vida, el cristianismo pasó de largo, sin dejarle huella. Pero un cierto estado de ánimo permaneció con él cuando atravesó la puerta de la muerte. Este estado de ánimo no era tanto el resultado de su escepticismo, porque esa era su convicción filosófica, algo que uno no lleva muy lejos después de la muerte. Sino que subyacía en los hábitos más profundos de su alma y de su espíritu como una manera despreocupada de tomarse los acontecimientos importantes de la vida, un cierto placer travieso cuando las cosas del mundo que parecen importantes resultan no serlo tanto. Este estado de ánimo fundamental se lo llevó consigo a la vida después de la muerte. Ahora bien, como les dije ayer, habiendo atravesado la puerta de la muerte, el hombre entra primero en una esfera que lo conduce poco a poco a la región de la Luna, donde se encuentra la colonia de los sabios Maestros primigenios de la humanidad. Los cuales vivieron una vez en la Tierra, aunque no en un cuerpo físico, ni tampoco enseñaron en la forma en que concebimos la enseñanza de los tiempos posteriores. Ellos habían vagado sobre la Tierra en un cuerpo etérico solamente. Y su enseñanza era tal que quien quiera que recibiera instrucción de ellos en los Misterios, la sentía como una presencia interior de esos Seres sabios de los tiempos primigenios. Tenía la sensación: un Ser sabio ha estado conmigo en este momento. Y como resultado de esta presencia, sentía una inspiración interna. Así era la enseñanza dada a un ser humano en aquellos tiempos.

Nos referimos a la época más antigua de la evolución terrestre, cuando los grandes Maestros primigenios vagaban sobre la Tierra en sus cuerpos etéricos. Después, si podemos decirlo así, siguieron a la Luna que ya se había separado como cuerpo celeste de la Tierra. Y es por su región por la que pasa el ser humano, como la primera etapa de su camino cósmico de evolución después de la muerte. Son ellos quienes le explican las leyes del karma, pues ellos están en relación con toda la sabiduría del pasado.

Ahora bien, cuando la personalidad antes mencionada, el filósofo "Agrippa", llegó a esa región, sucedió que allí se despertó en él más intensamente, el significado de una encarnación anterior. La característica de esa encarnación anterior que ahora le causó tan gran impresión cuando miró hacia atrás después de la muerte, fue que en ella todavía había podido ver mucho de cómo los cultos de Asia Menor y África procedían de los antiguos Misterios.

Ahora, en este tiempo cristiano de su vida suprasensible, esta individualidad pasó una vez más, con gran intensidad, por todo lo que había experimentado una vez en la tierra en relación con muchos sistemas decadentes de los Misterios de Asia Menor. Y así sucedió que él ahora vio suprasensiblemente, cómo en los antiguos Misterios el Cristo había sido esperado ( deben recordar lo que dije, que en su vida en la tierra él no había sido tocado por el Cristianismo).

Ahora bien, los Misterios de los que había sido testigo, -me refiero a los cultos que procedían de los Misterios-, ya se habían exteriorizado. En efecto, él había recibido las impresiones de los cultos y de las instituciones religiosas que se transmitieron en los primeros siglos de nuestra era, en una metamorfosis cristianizada, por supuesto, al cristianismo romano. Obsérvese muy bien lo que quiero decir ahora. El punto es que en esta región, después de su muerte, se preparó en esta individualidad una comprensión de las características externas de los cultos e instituciones clericales que habían sido paganas anteriormente, pero que estaban surgiendo de nuevo en los primeros siglos cristianos y pasando al culto y ceremonial romanos claramente definidos, con todas las concepciones eclesiásticas que estaban vinculadas a ellos.

Esto produjo en él una configuración espiritual muy peculiar. En el curso ulterior de la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento le vemos de nuevo, elaborando su karma muy especialmente en la región de Mercurio, de modo que es capaz de ver muchas cosas, no en un sentido interior sino en el sentido de estar dotado de inteligencia exterior. Adquiere una amplia visión de muchos hechos y relaciones.

Cuando seguimos a esta individualidad, la encontramos de nuevo en la tierra. Lo encontramos como el Cardenal que llevó el Gobierno de Luis XIV cuando Luis XIV era todavía un niño, el Cardenal Mazarini. Podemos estudiar al Cardenal en toda su grandeza y esplendor y con la concepción externa del Cristianismo en la que encuentra su camino tan fácilmente, tan naturalmente, bajo la mujer que fue tutora de Luis XIV.

Él absorbe del cristianismo todas las instituciones externas, el culto cristiano, la pompa y la grandeza cristianas. Para él todas estas cosas están rodeadas, por así decirlo, de un glamour oriental como de Asia Menor. De hecho, podemos decir que gobierna Europa como alguien que en una encarnación anterior había absorbido fuertemente el carácter de Asia Menor.

Pero en esta vida el Cardenal Mazarini sí tuvo ocasión de ser tocado más poderosamente por los hechos y las circunstancias. Basta recordar que era la época de la Guerra de los Treinta Años. Recuerden todas las cosas que ocurrieron a partir de Luis XIV. Había una cualidad peculiar en el Cardenal Mazarini. Era un gran estadista con una amplia visión, pero por otro lado en medio de cierto ruido y confusión. Podríamos decir que estaba embriagado por sus propios actos, de modo que parecían obras de magnífica habilidad, pero que no salían de lo más profundo del corazón.

Ahora bien, al pasar por el tiempo entre la muerte y un nuevo nacimiento, esta vida siguió un curso peculiar. Podemos ver realmente cómo al pasar de nuevo por la región de Mercurio, todo lo que esta personalidad había hecho se disolvió como en una nube de niebla. Pero permanecieron con él las ideas que había absorbido sobre el cristianismo y todo lo que había sufrido a modo de escepticismo en relación con el conocimiento. Estas ideas, entre la muerte y un nuevo nacimiento, se transformaron en su vida: "La ciencia nunca podrá conducirnos a las verdades finales". Un intenso sentimiento por el conocimiento, del que ya había una sugerencia en su anterior paso por Mercurio, apareció y desapareció de nuevo. Y se desarrolló kármicamente en su vida una mentalidad peculiar. Era una mentalidad que se aferraba con gran tenacidad a ideas penetrantes por las que había pasado antes. Pero mientras se aferraba a ellas, podía desarrollar para su siguiente vida en la Tierra muy pocos conceptos con los que dominarlas y expresarlas. Durante el paso de esta personalidad por la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento uno tiene la sensación: ¿Qué intentará hacer en su siguiente encarnación? ¿Hay algo con lo que esté realmente unido? Uno tiene la sensación: puede estar más o menos intensamente unido con todo tipo de cosas y, sin embargo, a su vez con nada. Todos los antecedentes están ahí: la vida precedente de escepticismo, seguida de su intensa vida en un cristianismo con todos sus detalles externos a lo largo de los caminos por los que uno se convierte en Cardenal. Todas estas cosas están profundamente arraigadas en él. Se convertirá en un hombre rico en conocimientos, pero incapaz de exponer conceptos en absoluto profundos. Además, el mapa de Europa que una vez gobernó está como borrado. No se sabe cómo volverá a encontrarlo. ¿Qué hará con él? No sabrá qué hacer con él.

Sí, mis queridos amigos, tenemos que entrar en cosas como éstas; tenemos que estudiar lo que se ha sufrido al pasar por la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, a fin de que no nos equivoquemos; a fin de que finalmente el conocimiento exacto y verdadero pueda ser el resultado.

Esta personalidad renace en la inminente época de Micael, mostrando, si se me permite la expresión, un extraño doble semblante. No puede ser del todo un estadista, ni del todo un clérigo, sino que se siente fuertemente atraído en ambas direcciones. Me refiero a Hertling, que llegó a ser Canciller del Reich alemán a una avanzada edad. En una secuencia kármica, tuvo que utilizar de este modo los restos de su naturaleza mazariniana. Todas las cualidades peculiares con las que llegó al cristianismo, en el que entró, surgieron de nuevo en su cátedra cristiana en la actualidad.

Por este ejemplo se puede ver de qué extrañas maneras los hombres del tiempo presente construyeron sus individualidades actuales en existencias pasadas.

Cualquiera que se limitara a pensar las cosas sin investigarlas llegaría, por supuesto, a conclusiones absolutamente diferentes. Pero sólo comprendemos el karma cuando podemos tomar estos casos y conexiones más extremos, que parecen casi paradójicos en el mundo de los sentidos. Sin embargo, están ahí en el mundo espiritual, al igual que ese otro hecho, que he mencionado a menudo, -me refiero a que Ernst Haeckel, que tan violentamente luchó contra la Iglesia, es la reencarnación del Abad Hildebrand, que se convirtió en el Papa Gregorio Magno. Aquí vemos cuán indiferente es el contenido externo de la creencia o teoría de un hombre en la vida terrenal, pues todas estas cosas son sus pensamientos. Pero si se estudia a Haeckel, especialmente en relación con lo que fue como abad Hildebrando, como Gregorio, -(creo que también él está incluido entre estas imágenes de Chartres)-, se verá que existe en efecto una verdadera secuencia dinámica.

He escogido este ejemplo para que vean cómo las individualidades actuales traen el pasado al presente.

Si después observan los rasgos del monje Hildebrando, que se convirtió en Gregorio Magno y al que conocen por la historia, verán cuán maravillosamente está contenida la configuración del alma de Haeckel en este semblante de Hildebrando, de Gregorio Magno.

Ahora pondré otro ejemplo, que probablemente será de gran y profundo valor para todos ustedes. Aunque casi me da escalofríos hablar de él de cualquier manera fácil, no puedo dejar de elegirlo, porque conduce tan infinitamente profundamente a toda la textura espiritual de la época actual.

Mencionaré ahora otra personalidad, de la que, como ya he dicho, casi me estremezco al hablar de este modo. Y, sin embargo, es infinitamente característico de todo lo que se traslada del pasado al presente y de la forma en que esto sucede. Me he referido a menudo, -y ustedes lo sabrán por la historia exterior-, al Concilio de Nicea, que se celebró en el siglo IV, donde se tomó la decisión para Europa occidental entre el arrianismo y el atanasianismo, y se condenó el arrianismo.

Fue un Concilio en el que las personalidades importantes estaban imbuidas de toda la alta erudición de los primeros siglos cristianos, y la pusieron de manifiesto. Discutieron, en efecto, con ideas profundas y trascendentales. Porque en aquella época el alma humana tenía todavía un talante y una constitución muy diferentes. Para el alma humana era algo natural vivir directamente en el mundo espiritual. Y podían discutir con verdadero contenido y sentido si Cristo era el Hijo, de la misma esencia que el Padre, o sólo de esencia semejante al Padre. Este último era el punto de vista del arrianismo. Hoy no entraremos en las diferencias dogmáticas de la cuestión. Sólo tendremos en cuenta que fue una cuestión de controversias inmensamente profundas y agudas, que, sin embargo, se libraron con el intelectualismo peculiar de aquella época. Hoy en día, cuando somos inteligentes y agudos, lo somos como seres humanos. De hecho, hoy en día, como he dicho a menudo, casi todos los hombres son inteligentes. Son realmente muy inteligentes, es decir, pueden pensar. ¿No es cierto? No es mucho decir, pero es un hecho que pueden pensar: yo puedo ser muy estúpido y aun así ser capaz de pensar... pero el hecho es que los hombres de hoy pueden pensar. En aquellos tiempos no era así. No es que los hombres pudieran simplemente pensar, sino que sentían sus pensamientos como una inspiración. Quien era agudo se sentía dotado por la gracia de Dios, y su pensamiento era una especie de clarividencia. Esto seguía siendo así incluso en el siglo IV d.C., y quienes escuchaban a un pensador aún tenían cierta sensación de la evolución viva de su pensamiento. En el Concilio de Nicea estaba presente una personalidad que tomó parte activa en estas discusiones, pero al final del Concilio estaba muy decepcionado y deprimido. Su principal esfuerzo había sido presentar los argumentos de ambas partes. Presentó razones de peso tanto a favor del arrianismo como del atanasianismo. Y si las cosas hubieran ido como él deseaba, sin duda el resultado habría sido muy diferente. El resultado no habría sido un compromiso miserable, sino una especie de síntesis del arrianismo y el atanasianismo. - No se debe construir la historia con el pensamiento, pero esto puede decirse a modo de explicación. - Probablemente habría sido una forma mucho más íntima de relacionar lo divino en el ser interior del hombre con lo divino en el universo. Porque, en la forma en que el atanasianismo desarrolló posteriormente estas cosas, el alma humana estaba muy separada de su origen divino. De hecho, se consideraba herético hablar de lo divino en el ser interior del hombre.

Si, por el contrario, sólo el arrianismo hubiera triunfado, se habría hablado mucho, por supuesto, de este dios en el ser interior del hombre. Pero no se habría hablado de él con la necesaria profundidad de reverencia y, sobre todo, no con la necesaria dignidad interior. Sólo el arrianismo habría llegado a considerar al hombre, en cada etapa, como una encarnación del dios que habita en su interior. Pero lo mismo puede decirse de cualquier animal, de hecho de todo el mundo, de toda planta, de toda piedra. Esta concepción sólo tiene valor real si contiene al mismo tiempo el impulso activo de elevarse cada vez más en el desarrollo espiritual, pues sólo entonces encontramos al dios interior. La afirmación de que hay algo divino dentro de nosotros en todas y cada una de las etapas de la vida sólo puede tener sentido si nos apoderamos de lo divino en un perpetuo esfuerzo ascendente del yo, que aún no lo ha alcanzado.

Pero una síntesis de las dos concepciones habría sido sin duda el resultado si la personalidad a la que ahora me refiero hubiera sido capaz de ganar alguna influencia decisiva en el Concilio de Nicea. No lo consiguió. Profundamente insatisfecho, se retiró a una especie de eremitorio egipcio, llevó una vida sumamente ascética, y en aquella época del siglo V estaba profundamente imbuido de todo lo que constituía la verdadera sustancia espiritual del cristianismo durante aquella época. De hecho, era probablemente uno de los cristianos mejor informados de su época, pero no era un polemista. Esto es evidente por la forma en que se presentó en el Concilio. Habló como un hombre que sopesa y juzga tranquilamente todos los aspectos de la cuestión, y que, sin embargo, está profundamente entusiasmado por su causa, aunque no por este o aquel detalle unilateral. Habló como un hombre que, -no puedo decir que estuviera disgustado, esa no sería la verdadera expresión-, sino como un hombre que sintió su fracaso con extraordinaria amargura, pues estaba profundamente convencido de que el bien sólo llegaría para el cristianismo si se abría paso el punto de vista que él defendía.

Así se retiró a una especie de eremitorio. Durante el resto de su vida se convirtió en un ermitaño, siguiendo sin embargo, en respuesta a los impulsos interiores de su alma, un curso bastante definido de la vida interior. Se trataba de investigar el origen de la inspiración del pensamiento. Su penetración mística estaba en el esfuerzo por percibir de dónde recibe el pensamiento su inspiración. Se convirtió en un gran anhelo para él encontrar la fuente del pensamiento en el mundo espiritual, hasta que finalmente se llenó por completo de este anhelo. Y con este anhelo murió, sin haber llegado a ninguna conclusión real, a ninguna respuesta concreta durante esa vida terrenal. No hubo respuesta. El tiempo era, después de todo, desfavorable.

Después, al atravesar la puerta de la muerte, vivió una experiencia peculiar. Durante varios decenios después de su muerte, pudo contemplar su vida terrenal y la vio teñida para siempre por aquel elemento al que había llegado por fin. La vio para siempre en la atmósfera de aquello que, mirando hacia atrás, vino inmediatamente después de su muerte. Vio al ser humano pensando.

Ahora todavía no se había cumplido esta pregunta.  Y esto es lo más importante. Todavía no había pensamiento que respondiera a la pregunta. Pero aunque no había respuesta, pudo, después de su muerte, mirar, en imaginaciones maravillosamente claras, dentro de la inteligencia cósmica del universo. No vio los pensamientos del universo. Los habría visto si su anhelo se hubiera cumplido. No vio los pensamientos del universo, sino que vio en imágenes el Pensamiento del universo.

Así, durante el viaje entre la muerte y un nuevo nacimiento, vivió una individualidad que estaba como en un estado de equilibrio entre la visión mística imaginativa y su anterior pensamiento agudo, un pensamiento, sin embargo, en perpetuo flujo, que no había llegado a su conclusión.

En la elaboración del karma, se impuso, para empezar, su tendencia mística. Renació en la Edad Media como una visionaria, una mujer, que desplegó una visión verdaderamente maravillosa del mundo espiritual. Durante un tiempo, la tendencia del pensador pasó totalmente a un segundo plano; la cualidad de la visión espiritual pasó a un primer plano. Pues esta mujer tenía visiones maravillosas, al mismo tiempo que se entregaba místicamente a Cristo. Su alma estaba penetrada, con infinita profundidad, por un cristianismo visionario. Eran visiones en las que Cristo aparecía como el jefe de huestes pacíficas, no pendencieras ni contenciosas, sino como las huestes de la paz, que extenderían el cristianismo por todas partes con su misma mansedumbre, cosa que nunca se había realizado en la tierra. Estaba presente en las visiones de esta monja. Era un cristianismo profundo e intenso, pero no encontró lugar en absoluto en lo que más tarde evolucionó como cristianismo en su forma más moderna. Sin embargo, durante su vida, esta monja, la vidente, no entró en conflicto con el cristianismo dogmático positivo. Ella misma creció fuera de él y creció en un cristianismo profundamente personal, que después fue simplemente inexistente en la tierra. Y así, si se me permite decirlo así, el universo entero se enfrentó entonces a ella con la pregunta: ¿Cómo debería realizarse este cristianismo en un cuerpo físico en una nueva encarnación? Y al mismo tiempo, mucho después de que la vidente hubiera atravesado la puerta de la muerte, volvieron sobre ella los ecos del viejo intelectualismo, del intelectualismo inspirado. Los ecos de sus visiones eran ahora, si puedo decirlo así, idealizados en su totalidad, llenos de ideas.

Entonces, buscando un nuevo cuerpo humano, este individuo se convirtió en la individualidad de Solovioff, Vladimir Solovioff.

Lean los escritos de Solovioff. - Con frecuencia he descrito la impresión que causan en un hombre moderno y lo he dicho de nuevo en mi introducción a la edición alemana de sus obras. Traten de sentirlo en sus escritos. Sentirán cuánto hay entre líneas, cuánto de un misticismo que a menudo podemos sentir incluso sofocante y opresivo. Es un cristianismo muy personal en sus formas de expresión. Muestra claramente cómo tuvo que buscar un cuerpo flexible, flexible en todos los sentidos, como el que sólo puede obtenerse del pueblo ruso.

Observando estos ejemplos, creo que uno puede, en efecto, conservar el santo temor y la reverencia ante las verdades del karma, que deberían, en efecto, mantenerse sagradas y virginales en las profundidades más íntimas de la vida. Para quien tiene un verdadero sentimiento por la contemplación del mundo espiritual, estas profundas verdades no son, en verdad, indignamente desveladas. Lo digo en el sentido de lo que tan a menudo se dice de los velos sagrados de la verdad, de los cuales se dice que nunca deben descorrerse.

A la Antroposofía se le ha reprochado una y otra vez, sobre todo en círculos teológicos, que descorre el velo del misterio sagrado de las verdades secretas y misteriosas, convirtiéndolas así en profanas. Pero cuanto más nos adentramos en las partes esotéricas de la concepción antroposófica, tanto más sentimos que en verdad no puede hablarse de profanación. Por el contrario, el mundo mismo nos llenará de un santo asombro cuando contemplemos las vidas de los hombres, una tras otra, en la maravillosa obra de las vidas anteriores en las posteriores. Sólo debemos no ser profanos en nuestra vida interior o en nuestra manera de pensar y entonces no haremos tales objeciones.

Lean los escritos de Solovioff con el trasfondo de la monja anterior, con sus maravillosas visiones y su infinita devoción al Ser de Cristo. Vean a aquella antigua personalidad alejándose con sentimientos profundos y amargos del Concilio donde había adelantado cosas tan grandes e importantes. Descubran en el alma y en el corazón de este individuo lo que puedo llamar el doble fondo del Cristianismo, ahora en su forma racionalista, pero racionalista inspirada, y ahora de nuevo en su forma visionaria de videncia. Vean todo esto en el trasfondo, y en verdad el levantamiento del velo no profanará el secreto.

Un romántico alemán tuvo una vez el valor de pensar de forma diferente a todos los demás sobre el famoso dicho de Isis: "Yo soy lo que era, lo que es y lo que ha de venir, y mi velo ningún mortal lo ha levantado todavía". - A lo que el romántico alemán respondió ¡Entonces debemos volvernos inmortales para poder levantar el velo! - Mientras que otros tomaron el dicho tal cual.

Cuando descubramos lo verdaderamente inmortal dentro de nosotros, lo divino y espiritual, entonces podremos acercarnos a muchos secretos sin profanarlos, a muchos secretos a los que, con una fe menor en lo divino de nuestro propio ser, no podríamos acercarnos.

Y esto indica el espíritu que debe salir al exterior cada vez más bajo la influencia de estudios como el último y el presente. Pues estos estudios espirituales están destinados a trabajar en la vida y en la acción de aquellos que llevan su karma, en la forma que he descrito, a la Sociedad Antroposófica.

Traducido por J.Luelmo nov.2023

GA238 Dornach, 18 de septiembre de 1924 Relaciones Kármicas vol. IV - La importancia del conocimiento del karma para comprender la evolución general de la vida espiritual.

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Relaciones kármicas:
GA238 - Volumen IV



VII conferencia 


La importancia del conocimiento del karma para comprender la evolución general de la vida espiritual. Las estrellas son colonias de Seres espirituales. Para comprender el karma debemos descubrir espiritualmente los caminos del hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento en relación con los Seres de las estrellas. Dificultades para el hombre de los tiempos modernos en acercarse a una verdadera sabiduría de las estrellas. La Regencia de Michael abre el camino para la investigación espiritual del camino del hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento y la formación de su karma. 

Dornach 18 de septiembre de 1924

En las conferencias de hoy y mañana deseo dar ciertas indicaciones que arrojarán luz, no sólo sobre el funcionamiento del karma, sino sobre la importancia más amplia del conocimiento kármico para nuestro conocimiento general de la historia de la evolución, especialmente en el campo de la vida espiritual. No podemos comprender el funcionamiento real del karma si nos limitamos a considerar las vidas terrenales sucesivas de una individualidad cualquiera. Es cierto que dentro de esta vida terrena, fuertemente impresionados por la carrera terrena y la historia de un hombre u otro, o tal vez incluso de nosotros mismos, estamos más deseosos de saber: ¿Cómo llegan los resultados de vidas terrenales anteriores a una vida posterior? Pero el funcionamiento del karma nunca nos resultaría claro si nos detuviéramos en las propias vidas terrenales. Porque entre una vida terrena y otra, el hombre pasa la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, y es allí donde el karma se elabora a partir de lo que ha sucedido en una vida terrena anterior. Allí se elabora en cooperación con otras almas humanas kármicamente conectadas que también están en su vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, y con los Espíritus de Jerarquías superiores e inferiores. Y esta elaboración del karma sólo puede ser comprendida si podemos mirar hacia el mundo de las estrellas más allá de la tierra. Porque sabemos que el reino de las estrellas, tal como aparece a la vista física, sólo revela su aspecto externo.

Una y otra vez debemos repetir que el investigador físico se quedaría de lo más asombrado si llegara a los lugares de las estrellas que observa a través de su telescopio, cuya constitución y sustancias analiza con su espectroscopio. El físico, si se desplazara a los lugares donde están las estrellas, se asombraría al ver algo totalmente distinto de lo que cabría esperar. Pues lo que la estrella muestra a la observación terrestre es, en realidad, sólo una apariencia externa, comparativamente poco esencial para su verdadero ser. Lo que la estrella realmente contiene es de naturaleza espiritual, o, si es físico aparece como el remanente, por así decirlo, de algo espiritual.

La mejor manera de explicarlo es la siguiente. Imaginemos que un habitante de otra estrella observara la Tierra como hacen nuestros astrónomos y astrofísicos con otras estrellas. Describiría un disco luminoso que brilla a lo lejos en el cosmos. En él encontraría quizás manchas más oscuras y más claras que interpretaría de alguna manera. Probablemente la interpretación estaría en total desacuerdo con lo que nosotros, los habitantes del globo, sabemos entre nosotros. O tal vez, si el Vesubio estuviera en erupción y tal ser pudiera observarlo, teorizaría que un cometa está colisionando con la Tierra, y así sucesivamente. En cualquier caso, lo que tal ser describiera tendría muy poco que ver con la esencia real de nuestra Tierra.

Porque, ¿Cuál es la esencia de nuestra Tierra? Deben recordar que esta Tierra procede de la existencia de Saturno, tal como la describí en mi Ciencia Oculta. En Saturno no había todavía aire, ni gas, ni líquido, ni ningún constituyente sólido de la Tierra. Sólo existían variadas diferenciaciones de calor. Pero en esas condiciones de calor estaba contenido germinalmente todo lo que más tarde se convirtió en los reinos mineral, vegetal, animal y humano. Nosotros, los seres humanos, también estábamos en el calor del antiguo Saturno.

Luego la evolución prosiguió. A partir de aquel calor, se precipitó el aire, se precipitó el agua y, finalmente, el elemento sólido. Todos estos son restos, precipitados, arrojados por la humanidad para que pudiera alcanzar su evolución ulterior. Todo el mundo mineral sólido nos pertenece. No es más que una reliquia que ha quedado atrás. Lo mismo ocurre con los elementos acuosos y aéreos. Así pues, la verdadera esencia de nuestra Tierra no es lo que tenemos en los reinos de la Naturaleza, y ni siquiera lo que llevamos en nuestros huesos y músculos (pues éstos también están compuestos de lo que hemos expulsado y después hemos vuelto a absorber). Nuestras propias almas son la verdadera esencia, y todo lo demás es en realidad más o menos una semblanza, un resto, un producto de desecho, o algo parecido.

La única descripción verdadera de la Tierra sería describirla como la colonia de las almas de los hombres en el espacio cósmico.

Así pues, todas las estrellas son colonias de Seres espirituales en el espacio cósmico, colonias que podemos aprender a conocer como tales. Y habiendo atravesado la puerta de la muerte, nuestra propia alma vive y se mueve entre estas colonias estelares. Sigue su camino, evolucionando hacia un nuevo nacimiento en comunidad con otras almas humanas que están allí, y con los Seres de Jerarquías superiores o incluso inferiores. Y cuando el karma de un hombre está elaborado y está maduro para volver a tomar un cuerpo terrestre, su alma emprende el viaje de regreso.

Para comprender el karma, por lo tanto, debemos volver una vez más a la sabiduría de las estrellas. Debemos descubrir espiritualmente los caminos del hombre entre la muerte y un nuevo nacimiento en conexión con los Seres de las estrellas.

Ahora bien, hasta el comienzo de la era de Micael han existido las mayores dificultades para que los hombres de la época moderna se acercaran a una verdadera sabiduría de las estrellas. Y la Antroposofía, a pesar de haber encontrado el camino hacia tal sabiduría, debe estar profundamente agradecida por el hecho de que la regencia de Micael haya entrado realmente en la vida de la humanidad terrestre en el último tercio del siglo XIX. Porque entre las muchas cosas que debemos a la regencia de Micael está también ésta: hemos ganado una vez más un acceso sin obstáculos para descubrir lo que debe ser investigado en los mundos de las estrellas si queremos comprender el karma y la formación del karma en la esfera de la humanidad.

Para introducirles gradualmente en las cuestiones extremadamente difíciles que surgen en la investigación del karma, les daré hoy un ejemplo. Esto les mostrará, mediante una ilustración, lo mucho que hay que lograr antes de que podamos hablar del funcionamiento del karma como lo estamos haciendo en estas conferencias.

¿No es acaso cierto, que si tuviéramos que hablar popularmente o en público del contenido de estas conferencias hoy en día, estas cosas que son verdaderamente el resultado de una investigación exacta serían tratadas como un absurdo? Sin embargo, se trata de una investigación muy exacta y deben familiarizarse con todas las responsabilidades de las que uno es consciente en el curso de la misma. Deben aprender a conocer todos los obstáculos y dificultades que uno encuentra en tal investigación, -los setos espinosos, por así decirlo, que uno debe pasar. Pues todas estas cosas son necesarias para que finalmente un número de seres humanos, unidos kármicamente en la comunidad de Micael, puedan aprender a conocer las cosas del karma. Deben saber que se trata de cuestiones de la más seria investigación espiritual, muy lejos de lo que imagina el profano que se encuentra fuera de este Movimiento Antroposófico.

La mayoría de ustedes recordarán a un personaje que aparece una y otra vez en mis dramas misterio: el personaje de Strader. Ya he hablado en cierta medida de estas cosas. El personaje de Strader está en parte sacado de la vida, en la medida en que eso es posible en una obra poética. Tenía una especie de patrón para la personalidad de Strader. Era un hombre que vivió los acontecimientos del último tercio del siglo XIX y llegó a una especie de cristianismo racionalista. Después de un período de juventud extremadamente difícil (como se sugiere en la descripción de Strader) este hombre se hizo monje capuchino, pero no pudo soportarlo en la Iglesia, y al final se hizo profesor.

Habiendo sido expulsado de la teología a la filosofía, escribió y habló con gran entusiasmo de la "religión librepensadora" de Lessing, si se puede describir así. Habiendo entrado en conflicto interior con el cristianismo oficial, quiso fundar una especie de cristianismo racionalista sobre la base de la razón y de forma bastante consciente. Los conflictos anímicos de Strader descritos en mis Dramas Misterio tuvieron lugar en la vida real de este hombre, aunque, por supuesto, con ciertas variaciones.

Ahora ya saben que en la última Drama Misterio, Strader muere. Yo mismo, si ahora miro hacia atrás y veo cómo entrelacé el personaje de Strader en la trama de los cuatro Drama-Misterio, debo ver que, aunque no había ninguna dificultad externa en dejarle vivir igual que a los demás personajes, él muere por una necesidad interior en un momento determinado. Su muerte puede parecer una sorpresa al leer las obras. Pero yo tenía la fuerte sensación interior de que ya no podía continuar con el personaje de Strader en las obras.

¿Por qué? El original, el modelo, si puedo llamarlo así, había muerto. Habiéndome basado en él para el personaje de Strader, pueden imaginarse cuánto me interesaba el original, su evolución posterior. Siguió interesándome cuando atravesó la puerta de la muerte.

Ahora bien, es algo peculiar cuando queremos hacer un seguimiento clarividente de la vida de un ser humano a lo largo del tiempo directamente después de la muerte, a lo largo del período que dura aproximadamente un tercio de la vida física en la tierra. La vida terrena, como sabemos, en cierto modo se recorre de nuevo hacia atrás, a una velocidad triple. Ahora bien, ¿Qué experimenta realmente el ser humano en estos decenios que siguen inmediatamente a su vida terrena?

Imaginemos una vida humana aquí en la Tierra. Sabemos cómo se reparte entre el día y la noche, alternando condiciones despierto y dormido. Ya en los periodos en que duerme, el hombre experimenta reminiscencias de la vida diurna y despierta de forma pictórica, pero no es consciente. Normalmente cuando miramos atrás en nuestra vida sólo recordamos los estados de la vida despierta. Tampoco somos conscientes de cómo es realmente la cadena de recuerdos, pues en realidad deberíamos decir: Recuerdo ese día desde la mañana hasta la noche, luego hay una pausa, luego otra vez desde la mañana hasta la noche, luego otra vez una pausa y así sucesivamente. Pero, como las noches son un vacío en nuestra memoria, trazamos la línea continuamente a través y así falsificamos la cadena de la memoria colocando un día, (que estamos despiertos), directamente después de otro. Después de la muerte es diferente, porque entonces debemos vivir con intensa realidad todas las experiencias que estuvieron presentes en las noches de nuestra vida, que comprenden aproximadamente un tercio de la duración de nuestra vida. Vivimos al revés. Ahora bien, esto es lo peculiar: tenemos, como saben, un cierto sentido de la realidad, un cierto sentimiento de existencia real con respecto a las cosas con las que nos encontramos aquí, en el mundo físico. Si no tuviéramos este sentido de la realidad, podríamos considerar como un sueño todas las cosas con las que nos encontramos, incluso durante el día. Así pues, no cabe duda de que tenemos un sentido de la realidad de las cosas. Sabemos que son reales; nos golpean si chocamos contra ellas; nos envían luz y sonido. En resumen, hay muchas cosas que nos proporcionan nuestro sentido de la realidad aquí, en esta vida terrenal entre el nacimiento y la muerte.

Ahora bien, todo lo que tenemos aquí en la tierra como sensación de realidad, todo lo que deberíamos describir como la realidad, -la existencia real-, de los seres humanos con los que nos encontramos aquí, es en su intensidad como la realidad de un sueño en comparación con la realidad inmensamente fuerte que experimentamos en las décadas inmediatamente posteriores a la muerte y que el observador clarividente puede experimentar con nosotros. Pues allí todo nos parece más real. La vida terrenal parece un sueño. Es como si el alma se despertara sólo entonces a la intensidad real de la vida. - Eso es lo peculiar.

Ahora bien, mientras yo seguía la imagen de Strader (o de su homólogo) tras su paso por la puerta de la muerte, la individualidad real que vive después de la muerte me interesaba naturalmente mucho más que la reminiscencia de su vida terrenal. Porque lo terrenal parece un sueño comparado con lo que surge después de la muerte. Frente a las fuertes impresiones de los muertos ya no podría haber desarrollado el suficiente interés por el hombre vivo como para describir su vida. En este caso hablo por experiencia propia. ¡Qué débil es la realidad de la vida terrenal comparada con esa vida intensísima que nos sale al encuentro cuando seguimos a un hombre después de su muerte!

Cuando nuestro interés se ha encendido en la tierra y tratamos de seguir la vida de un hombre en su curso posterior después de la muerte, empezamos a darnos cuenta de las tremendas dificultades y obstáculos. Porque si observamos correcta y penetrantemente, vemos, ya en esa retrospección que dura aproximadamente un tercio del tiempo de la vida terrena pasada, cómo el hombre muerto comienza a acercarse y a prepararse para la formación de su karma. En una vida a la inversa y hacia atrás, él ve todo lo que sufrió durante su vida en la tierra. Si ofendió a otro hombre experimenta de nuevo el suceso. Si muero a la edad de setenta y tres años, y a la edad de sesenta ofendí a alguien, lo experimento de nuevo en el viaje hacia atrás. Pero esta vez experimento, no los sentimientos que tuve al ofender, sino los sentimientos del otro hombre. Vivo dentro de él. Así, con mi propia experiencia, vivo en aquellos que fueron tocados en un sentido bueno o malo por estas experiencias mías en la vida. Y así la tendencia se prepara y crece en mí mismo, para crear el equilibrio kármico.

Ahora bien, mi interés por el arquetipo terrenal de Strader, que ahora aparecía ante mí como una individualidad en mundos superiores, mi interés por él se había encendido especialmente por su deseo de asir el cristianismo de un modo muy penetrante, muy brillante, pero racionalista. En su caso no podemos dejar de admirar al pensador, y sin embargo, en los libros que escribió, en su descripción racionalista del cristianismo, vemos una y otra vez cómo el hilo del racionalismo, el hilo de los conceptos abstractos se rompe en el momento crítico, y en última instancia las abstracciones espantosas son el resultado. No puede entrar realmente en una concepción espiritual del cristianismo. Construye para sí una religión de conceptos filosóficos abstractos. En resumen, todo el funcionamiento del intelectualismo moderno encuentra su expresión en él.

Esto volvió a aparecer de una manera peculiar a medida que era seguido el camino de la vida después de la muerte. Ordinariamente, cuando no hay dificultades especiales, encontramos al ser humano viviendo gradualmente en la esfera de la Luna, pues esa es la primera etapa de la vida después de la muerte. Cuando llegamos después de la muerte a la región de la Luna, encontramos a todos aquellos que podríamos llamar los "Registradores" de nuestro destino, que en los tiempos primitivos fueron los sabios Maestros de la humanidad. ¡Cuántas veces hemos hablado de ellos aquí! Así como la Luna se separó físicamente de la Tierra y, después de haber sido una parte de la sustancia terrestre, se convirtió en un cuerpo celeste por sí misma, así los Maestros primitivos de la humanidad siguieron después a la Luna, y nosotros hoy, cuando pasamos tras nuestra muerte, por la región de la Luna, encontramos a los grandes Maestros Primigenios de la humanidad. No estuvieron aquí en cuerpos físicos, pero fundaron la sabiduría primigenia de la que las tradiciones de la literatura sagrada no son más que un eco.

De no existir impedimentos especiales, después de la muerte encontramos el camino hacia esa región de la Luna. Ahora bien, en el caso del ser humano que era el arquetipo de Strader, ocurrió algo peculiar. Era como si simplemente no pudiera acercarse a la región de la Luna sin obstáculos y experimentar esa vida del alma que sigue directamente después de la muerte. Había obstáculos perpetuos, como si la región lunar simplemente no permitiera que esta individualidad se acercara a ella.

Por consiguiente, si uno seguía los acontecimientos y las causas reales en la Imaginación pictórica, aparecía lo siguiente.  Era como si los Espíritus, los Maestros primigenios de la humanidad que una vez trajeron a la humanidad la sabiduría original y espiritual, rechazaran una y otra vez a este ser humano, el arquetipo de Strader, clamando: "No puedes venir a nosotros, porque debido a tus cualidades especiales como hombre, es posible que aún no sepas nada sobre las estrellas. Debes esperar, y primero repetir y recapitular muchas cosas que experimentaste no sólo en tu última, sino en tus anteriores encarnaciones. No puedes saber nada en absoluto de las estrellas y de su verdadero ser, hasta que te hayas preparado así". - Era una escena extraña. Uno tenía ante sí una individualidad que simplemente no podía crecer hacia lo espiritual del mundo de las estrellas - o sólo podía hacerlo con la mayor dificultad. Y en este caso hice el extraño descubrimiento de que estas individualidades modernas de la mente racionalista, intelectualista, encuentran el gran obstáculo en la conformación de su karma, en la medida en que no pueden acercarse sin obstáculos al ser espiritual de las estrellas.

Al investigar más a fondo, resultó que esta personalidad había extraído todas las fuerzas de su racionalismo de la época que aún precedía a los albores de la Era de Miguel. Todavía no había sido realmente tocado por la influencia de Micael.

En este caso me sentí fuertemente llamado a seguir el karma individual más allá en el pasado. Fue un verdadero desafío. Porque me dije a mí mismo: hay algo aquí que, obrando a partir de los resultados de vidas anteriores en la tierra, ha preparado kármicamente a este ser humano, de modo que el karma funciona por sí mismo no sólo en esta vida terrenal, sino que se extiende incluso a la vida después de su muerte. Es realmente un fenómeno extraño.

Entonces apareció lo siguiente. La vida terrenal que he indicado a grandes rasgos, que se refleja en el carácter de Strader, esta vida terrenal de la individualidad fue precedida por una vida en los mundos espirituales que sólo puedo describir como una prueba dolorosa y penosa. Fue una prueba en los mundos espirituales: "¿Qué haré con el cristianismo?". Fue como una lenta preparación de las influencias que entonces le hicieron inseguro en la vida terrena en su concepción del cristianismo. Esto también brilla en la figura de Strader. No tiene ninguna certeza. Rechaza en cierto modo lo suprasensible; sólo intenta asirlo con el intelecto, y sin embargo, después de todo, quiere ver. Recuerden el carácter de Strader y verán que es así. Así, la vida real del arquetipo de Strader surgió de su karma anterior. En efecto, en su paso por la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, antes de su vida terrena a finales del siglo XIX y principios del XX, había pasado por el mundo de las estrellas con una conciencia muy oscurecida. Su conciencia se oscureció al pasar por esa vida entre la muerte y un nuevo nacimiento. Y como reacción, en su vida terrestre concibió conceptos tanto más claros y nítidos por la brusquedad de las imágenes conceptuales que había experimentado entre la muerte y el nuevo nacimiento.

Retrocedamos aún más, -más allá de estos fenómenos que parecían mostrar los mundos estrellados como en una niebla perpetua-, retrocedamos hasta su vida anterior en la tierra, y allí encontraremos lo más notable de todo. Para empezar, se nos conduce, o al menos a mí se me condujo,??? a la Batalla de los Juglares en Wartburg, 1206 d.C.. Fue la misma época de la que les hablé de cómo los viejos platónicos de la Escuela de Chartres, por ejemplo, habían ascendido a los mundos espirituales y los otros aún no habían descendido. Fue la época en que tuvo lugar una especie de conferencia celestial entre los dos grupos de almas en cuanto al progreso ulterior de las actividades de Micael. En aquel tiempo tuvo lugar la Batalla de los Juglares en el Wartburg.

Siempre es interesante observar: ¿Qué ocurre aquí en la Tierra y qué ocurre allá? Así tenemos un acontecimiento en la tierra en la Batalla de los Juglares en el Wartburg, no directamente conectado con la corriente actual de Micael.

¿Quiénes participaron en la Batalla de los Juglares? Los más grandes poetas alemanes estaban allí juntos, compitiendo unos con otros en sus canciones. La historia es bien conocida: los juglares luchaban por la fama de los príncipes y por su propia reputación: Walther von der Vogelweide, Wolfram von Eschenbach, Reinmar von Zweter, y cómo hubo uno que se enfrentó a todos los demás: Heinrich von Ofterdingen.

En este Heinrich von Ofterdingen encontré la individualidad que se escondía tras el arquetipo de Strader.

Así fue Heinrich von Ofterdingen. Ahora debemos concentrarnos en esto: ¿Por qué Heinrich von Ofterdingen se encontró con tales dificultades cuando había atravesado la puerta de la muerte? ¿Por qué tuvo que atravesar el mundo de las estrellas, por así decirlo, oscurecido y nublado?

Para responder a esto debemos volver a la historia de la Batalla de los Juglares. Heinrich von Ofterdingen emprende la lucha contra los demás. Ya han llamado al verdugo. Si pierde, será ahorcado. Consigue retirarse, pero, con la esperanza de reanudar la contienda, llama al mago Klingsor desde Hungría. En efecto, trajo al mago Klingsor desde Hungría a Eisenach. Se produce una nueva Batalla de Wartburg y Klingsor entra en las listas en favor de Heinrich von Ofterdingen. El propio Klingsor canta contra los demás, pero es evidente que no lucha solo. Hace que seres espirituales luchen con él. Para ello, por ejemplo, hace que un joven sea poseído por un ser espiritual y le obliga a cantar en su lugar. En Wartburg hace intervenir fuerzas espirituales aún más poderosas.

Contra todo lo que viene del lado de Klingsor se alza Wolfram von Eschenbach. Una de las prácticas de Klingsor consiste en hacer que uno de sus seres espirituales ponga a prueba a Wolfram para saber si es realmente un hombre culto. Klingsor se ve acorralado por Wolfram. En efecto, Wolfram von Eschenbach, observando que actúa alguna influencia espiritual, canta a la Santa Cena, a la Transubstanciación, a la Presencia de Cristo en la Eucaristía, y el espíritu se ve obligado a partir, pues no puede soportarlo. Hay, en efecto, "realidades" subyacentes a estas cosas, si se me permite la verdad de perogrullo.

Klingsor pone a Wolfram a prueba y, con la ayuda del ser espiritual, consigue demostrar que Wolfram (aunque en realidad tiene un cristianismo sin estrellas, un cristianismo que ya no cuenta con el cosmos) es bastante ignorante en toda la sabiduría cósmica. Esta es la cuestión. Klingsor ha demostrado que el Juglar del Santo Grial, incluso en su época, sólo conoce ese cristianismo que ha eliminado el cristianismo cósmico. Klingsor mismo, por otra parte, sólo es capaz de aparecer con el apoyo de seres espirituales, en la medida en que posee una sabiduría de las estrellas. Pero reconocemos, por la forma en que utiliza su sabiduría, que lo que se llama "Magia Negra" está efectivamente mezclado en sus artes.

En una palabra, vemos a Wolfram von Eschenbach, que es un extraño a las estrellas, encontrado por una sabiduría de las estrellas aplicada injustamente.

Esto fue en el siglo XIII, inmediatamente antes de la aparición de aquellos dominicos de los que les hablé. Fue en el mismo momento en que el cristianismo, justo donde era más grande, se había despojado de toda visión del mundo de las estrellas. De hecho, en aquella época la sabiduría de las estrellas sólo existía en sectores que estaban interiormente alejados del cristianismo, como era el caso de Klingsor de Hungría.

Ahora era Heinrich von Ofterdingen quien había convocado a Klingsor. Heinrich von Ofterdingen, por tanto, se había aliado con una sabiduría no cristiana de las estrellas. Y así Heinrich permaneció unido en cierto modo, no sólo con la personalidad de Klingsor (que de hecho desapareció después de la vida de Heinrich en lo suprasensible) sino con la cosmología no cristiana de la Edad Media. De este modo vivió entre la muerte y un nuevo nacimiento, y renació tal como se lo he descrito. Entró en una incertidumbre del cristianismo.

Pero lo más importante es esto. - Muere de nuevo y emprende el viaje retrospectivo de su vida. Y en el mundo de las almas, a cada paso se enfrenta a la necesidad, si alguna vez quiere acercarse de nuevo al mundo de las estrellas, de pasar por la penosa batalla que Micael tuvo que librar en el último tercio del siglo XIX, cuando reclamó su dominio especialmente contra aquellos poderes demoníacos que estaban relacionados con la cosmología anticristiana de la Edad Media.

Para completar el panorama, añadiré que es claramente posible ver entre aquellos que lucharon duramente contra el dominio de Micael, y contra los que los espíritus de Micael tuvieron que proceder, es claramente posible ver entre ellos hasta el día de hoy, a los mismos seres espirituales que Klingsor conjuró en Wartburg hace mucho tiempo contra Wolfram von Eschenbach.

Así vemos a un hombre cuyos otros resultados del karma pasado le llevaron incluso durante un tiempo a los servicios de la Orden Capuchina, incapaz de acercarse al verdadero cristianismo. No podía acercarse porque llevaba dentro de sí el antagonismo contra el cristianismo que había suscitado en su vida pasada, cuando llamó en su ayuda a Klingsor, de la tierra de Hungría, contra Wolfram von Eschenbach, el cantor de Parsifal. Oscuramente, en la vida inconsciente de este hombre aún se mostraba la cosmología no cristiana, pero en su conciencia ordinaria desarrolló un cristianismo racionalista que ni siquiera es muy interesante. El interés se centra más bien en el gran conflicto de su vida, cuando con un racionalismo cristiano intentó fundar una especie de religión racionalista.

Pero lo más significativo de todo es reconocer esta conexión del racionalismo abstracto, del pensamiento abstractamente inteligente, con lo que vive en el subconsciente como concepciones oscurecidas y veladas sobre las estrellas y las relaciones con las estrellas. Tales cosas, que viven en el subconsciente, se elevan a la conciencia como pensamientos abstractos. Podemos estudiar el karma de los hombres más inteligentes de la actualidad -más inteligentes en el sentido materialista- y descubrimos que, por regla general, en vidas terrenales anteriores tuvieron algo que ver con aberraciones cosmológicas en los reinos de la magia negra. Se trata de una relación muy significativa. Un sentimiento instintivo de ello se conserva en los campesinos y la gente del campo, que sienten cierta aversión desde el principio cuando encuentran entre ellos a alguien demasiado inteligente en un sentido racionalista. No les gusta. En su concepción instintiva de él hay algo que, si lo seguimos, conduce finalmente a tales conexiones.

Ahora quiero que consideren todas estas cosas en relación con nuestro tema principal. En el último tercio del siglo XIX y principios del XX se podían encontrar espíritus humanos así. Están entre los más interesantes. Un renacido Heinrich von Ofterdingen, que tuvo que ver con el mago más negro de su tiempo, con Klingsor, resulta de hecho de lo más interesante en su intelecto racionalista actual.

Vemos aquí cuán grandes son las dificultades cuando uno desea acercarse correcta y rectamente a la sabiduría de las estrellas. En efecto, el verdadero acercamiento a la sabiduría de las estrellas, que necesitamos para penetrar en los hechos del karma, sólo es posible a la luz de una verdadera visión de la regencia de Micael. Sólo es posible al lado de Micael.

Hoy les he mostrado un solo ejemplo: el ejemplo de aquel que fue el arquetipo de Strader. Esto les mostrará a su vez, cómo a través de toda la realidad del tiempo moderno ha surgido una cierta corriente de vida espiritual que hace muy difícil acercarse con una mente abierta a la ciencia de las estrellas, y a la ciencia, también, del karma. Pero por difícil que sea, puede hacerse. A pesar de los ataques que pueden provenir de los sectores que he descrito hoy, podemos avanzar con seguridad y acercarnos a la sabiduría de las estrellas y a la configuración real del karma. En cuanto a cómo son posibles estas cosas, mañana les contaré más.

Traducido por J.Luelmo nov.2023

GA238 Dornach, 16 de septiembre de 1924 Relaciones Kármicas vol. IV La individualidad de Juliano el apostata

 

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Relaciones kármicas:
GA238 - Volumen IV



VI conferencia 


La individualidad de Juliano el Apóstata - Herzeleide - Tycho Brahe. Los ídolos demoníacos de Bacon of Verulam. Un culto suprasensible a finales del siglo XVIII y XIX, que fluye hacia imaginaciones reales de tipo espiritual. Inspiración procedente de la individualidad de Juliano el Apóstata - Tycho Brahe. Schelling. Jacob Frohschammer. Fin de siglo.

Dornach 16, de septiembre de 1924

Hoy deseo continuar con el tema que les presenté anteayer. Estábamos trazando el hilo de la evolución que entra en la vida espiritual del tiempo presente, y lo dejamos con la individualidad de Juliano el Apóstata. Les dije que esta individualidad se encarnó a continuación en uno que sólo es conocido por relatos legendarios, cuyo secreto está contenido en la leyenda de Parsifal, con el nombre de Herzeleide. En esta vida como Herzeleide, el alma de Juliano el Apóstata entró en una vida interior mucho más profunda. La vida anímica de la individualidad se profundizó, como en verdad era necesario después de las muchas tormentas y estados de ánimo internos de oposición que había sufrido en su vida como Juliano el Apóstata.

Pero esta vida posterior de la que les hablaba, -esta vida como Herzeleide-, se extendió sobre la vida anterior que había tenido como Juliano el Apóstata con un efecto embalsamador. Así, el alma se hizo más intensa, profunda e interior, y se enriqueció también en múltiples impulsos de la vida interior.

Ahora bien, esta alma se contaba entre las que habían transmitido algo de los antiguos Misterios. Juliano había vivido dentro de la esencia de los antiguos Misterios en una época en la que su luz era aún radiante en muchos aspectos. Por lo tanto, había recibido en sí mismo mucha espiritualidad del cosmos. Todo esto había sido como empujado hacia atrás durante la encarnación como Herzeleide; pero no por ello estaba menos pulsando hacia adelante en el alma, y así encontramos la misma individualidad de nuevo en el siglo XVI; encontramos surgir en él una vez más, en una forma cristianizada, lo que había experimentado como Juliano el Apóstata. Pues la misma individualidad reaparece en el siglo XVI como Tycho de Brahe, y se enfrenta cara a cara con la concepción copernicana del mundo que surge en la civilización occidental en esa época.

La individualidad de la que estoy hablando, que ahora se había reencarnado en Tycho de Brahe, no podía someterse a esto. Por eso vemos a Tycho de Brahe aceptando en su concepción del mundo lo que es útil del copernicanismo, pero rechazando el movimiento absoluto de la tierra que se le atribuye según la imagen copernicana del mundo. En Tycho de Brahe vemos estas cosas unidas a la verdadera espiritualidad. Cuando consideramos el curso de su vida, queda claro cómo se abre paso con fuerza un karma de la antigüedad en la vida de Tycho de Brahe, tratando de penetrar en la esencia de su conciencia. Tal es su espiritualidad. Hemos de recordar cómo sus parientes daneses trataron de retenerlo a toda costa en la profesión de abogado, y vemos cómo, viviendo como tutor, roba las horas de la noche para estar en comunión con los dioses. Y aquí aparece algo extraordinario. Todo esto está contenido en su biografía. Veremos en seguida cuán profundamente significativo es para una verdadera estimación de esta individualidad de Tycho de Brahe - Juliano - Herzeleide. Con los instrumentos más primitivos ideados y fabricados por él mismo, descubre considerables errores de cálculo que habían afectado a la determinación de las órbitas de Saturno y Júpiter. Tenemos esta notable escena en la vida de Tycho de Brahe. Siendo un joven con los instrumentos más primitivos, con los que otras personas ni soñarían en intentar lograr algo, se siente impulsado un día a buscar los lugares exactos de Saturno y Júpiter en los cielos. En su caso todas estas cosas están fuertemente impregnadas de contenido espiritual. Y este contenido espiritual le lleva a una concepción del universo como la que debemos tener si nos esforzamos de nuevo por llegar a la ciencia moderna de la Iniciación, cuando por fin llegamos a hablar de seres espirituales como hablamos de hombres físicos en la tierra. Porque, en realidad, podemos encontrarlos siempre, y de hecho sólo hay una diferencia de calidad de ser entre las individualidades que están ahora en el plano físico y las que están desencarnadas, viviendo entre la muerte y un nuevo nacimiento.

Estas cosas despertaron en Tycho de Brahe una visión extraordinariamente profunda y penetrante de las conexiones espirituales. Me refiero a las conexiones que aparecen cuando ya no consideramos todo en la tierra como si fuera causado sólo por impulsos terrenales, y viceversa considerando las estrellas sólo en cálculos matemáticos, sino cuando percibimos la interacción de los impulsos de las estrellas con los impulsos históricos dentro de la humanidad. En el alma de Tycho de Brahe vivía instintivamente lo que había traído consigo de su vida como Juliano el Apóstata. En esa vida anterior no había estado impregnada de racionalismo o intelectualismo. Había sido intuitiva, imaginativa, pues tal era la vida interior de Juliano el Apóstata. Con todo esto logró hacer algo que causó una gran sensación.

Él no logró impresionar a sus contemporáneos con sus opiniones astronómicas, que diferían de las de Copérnico, ni con sus otros logros astronómicos. Observó innumerables estrellas e hizo un mapa de los cielos que permitió a Kepler alcanzar sus grandes resultados. Kepler descubrió sus famosas leyes basándose en el mapa estelar de Tycho de Brahe. Pero ninguna de estas cosas pudo impresionar tanto a sus contemporáneos como un descubrimiento relativamente poco importante en sí mismo, pero muy sorprendente. Predijo casi al día la muerte del sultán Solimán, que después ocurrió tal como él la había predicho. Aquí vemos antiguas percepciones trabajando en un tiempo posterior en una intelectualidad espiritual. Las percepciones que Juliano el Apóstata había recibido se iluminan de nuevo en la época moderna en Tycho de Brahe. Tycho de Brahe es una de las almas humanas más interesantes. En el siglo XVII atravesó la puerta de la muerte y entró en el mundo espiritual. Ahora, en las corrientes espirituales que he descrito como las de Michael, este ser, Tycho de Brahe - Juliano el Apóstata - Herzeleide, emerge constantemente. En una u otra de las funciones suprasensibles está, de hecho, siempre allí. De ahí también que lo encontremos en esos grandes acontecimientos del mundo suprasensible de finales del siglo XVIII y principios del XIX que están relacionados con esta corriente de Michael.

Ya les hablé de la gran Escuela de Instrucción Suprasensible de los siglos XV y XVI, que estuvo bajo la égida del propio Michael. Entonces comenzó para los que habían estado en esta Escuela una vida que siguió su curso de tal manera que las actividades y fuerzas desarrolladas en el mundo espiritual descendieron a lo físico, trabajaron en conexión con el mundo físico. Por ejemplo, en la época que siguió inmediatamente al período de la Escuela suprasensible de Michael, se asignó una tarea importante a una individualidad de cuya vida continuada he hablado a menudo - me refiero a la individualidad de Alejandro Magno.

Ya he hablado, también aquí en Dornach, de Lord Bacon de Verulam como la reencarnación de Haroun al Raschid. Sabemos cuán intensa y determinante fue la influencia de las concepciones de Bacon sobre toda la evolución posterior de la vida espiritual, especialmente en sus impulsos y movimientos más refinados. Ahora bien, lo notable es que en el propio lord Bacon se produjo algo que podemos describir como una eliminación mórbida de la antigua espiritualidad. Pues él poseía tal espiritualidad cuando era Haroun al Raschid.

Y así vemos, procediendo del impulso de Lord Bacon, todo un mundo de seres daemónicos. El mundo estaba literalmente lleno suprasensible y sensiblemente de seres daemónicos. (Cuando digo "sensiblemente" no me refiero, por supuesto, visiblemente, sino dentro del mundo de los sentidos).

Ahora correspondía principalmente a la individualidad de Alejandro hacer la guerra contra estos ídolos daemónicos de Lord Bacon, Francis Bacon de Verulam. Y actividades similares, sumamente importantes, estaban teniendo lugar en la Tierra. De lo contrario, el materialismo del siglo XIX habría irrumpido en el mundo de un modo mucho más devastador de lo que lo hizo. A la corriente de Michael se le asignaron actividades similares, que tenían lugar tanto en el mundo espiritual como en el físico, hasta que finalmente, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, tuvo lugar en las regiones suprasensibles lo que ya he descrito como la representación de un gran y sublime ritual y ceremonia suprasensibles.

En el mundo suprasensible de aquella época se instituyó y representó un culto en imaginaciones reales de tipo espiritual. Así podemos decir: A finales del siglo XVIII y principios del XIX, en la vecindad inmediata del mundo físico de los sentidos, se produjo un gran acontecimiento suprasensible, consistente en actos rituales suprasensibles, en el despliegue de poderosas imágenes de la vida espiritual de los seres del universo, los Seres de las Jerarquías, en relación con los grandes trabajos etéricos del universo y los trabajos humanos sobre la tierra. Digo "en la vecindad inmediata", queriendo decir, por supuesto, contiguo a este mundo físico en un sentido cualitativo, no espacial. Es interesante ver cómo en un momento muy favorable fluyó en el espíritu de Goethe una pequeña imagen en miniatura de este culto y acción suprasensibles. Transformada y cambiada y en miniatura tenemos esta imagen plasmada por Goethe en su cuento de la Serpiente Verde y el Lirio Hermoso

Hubo, pues, una gran acción suprasensible en la que tomaron parte aquellos que, por encima de todo, habían participado en la corriente de Michael, en todas las revelaciones suprasensibles y sensibles, de las que les he hablado. Ahora bien, aquí una y otra vez la individualidad que estuvo presente por última vez en la tierra en Tycho de Brahe, desempeña un papel muy grande. Y fue su constante lucha por preservar los grandes y duraderos impulsos de lo que llamamos paganismo, de la antigua vida de los Misterios. Fue su esfuerzo por preservarlo en efecto hacia una mejor comprensión del Cristianismo. Había entrado en el cristianismo cuando vivía como el alma de Herzeleide. Ahora se esforzaba por introducir en la concepción cristiana todo lo que había recibido a través de su iniciación como Juliano el Apóstata. Pues era esto especialmente lo que les parecía tan importante a las almas de las que he hablado. Las muchas almas que hoy se encuentran en el Movimiento Antroposófico o que se esfuerzan sinceramente hacia este Movimiento, están unidas a todas estas corrientes espirituales. Por su propia esencia y naturaleza se sienten atraídas por la Escuela de Michael, y Tycho de Brahe tuvo una gran influencia en ello. A finales del siglo XIX y principios del XX, especialmente a finales del siglo XIX, estas almas han descendido a la tierra, preparadas no sólo para sentir al Cristo tal como es sentido en las diversas Confesiones, sino para sentirlo y contemplarlo como el Cristo Cósmico en su majestad y gloria universales. Para ello, las almas fueron preparadas incluso suprasensiblemente, entre la muerte y el nuevo nacimiento. Fueron preparadas por influencias tales como la de Tycho de Brahe, del alma que se encarnó por última vez en Tycho de Brahe.

Por consiguiente, esta individualidad desempeñó continuamente un papel extraordinariamente importante dentro de la corriente de Miguel.

Las almas miraban constantemente hacia el advenimiento del dominio de Michael. Miraban hacia él en la antigua Escuela suprasensible de los siglos XV y XVI, y miraban hacia él de nuevo durante la promulgación de esa ceremonia suprasensible que debía introducir y, por así decirlo, consagrar desde los mundos espirituales el subsiguiente dominio de Michael sobre la tierra. Ahora bien, como ya he indicado, un gran número de almas dotadas platónicamente han permanecido en los mundos espirituales desde la época en que trabajaron en Chartres. (He colocado aquí para su inspección hoy otras imágenes de la serie de Chartres que recibí. Son imágenes de los Profetas y también de la maravillosa arquitectura de Chartres). Las individualidades de los maestros de Chartres, que eran de tendencia platónica, permanecieron en el mundo espiritual. Fueron más bien los aristotélicos quienes descendieron a la tierra, encontrando su camino en gran parte en la Orden Dominica. Luego, después de cierto tiempo, se unieron de nuevo con los platónicos en el mundo espiritual y siguieron trabajando junto con ellos suprasensiblemente, desde el mundo espiritual. Así podemos decir: las almas de carácter platónico se han quedado atrás. No han vuelto a aparecer en la Tierra, al menos no las individualidades más importantes de entre ellas. Están esperando hasta finales de este siglo. Pero, por otra parte, muchos que se sintieron atraídos por lo que he descrito como los hechos de Michael en lo suprasensible, han descendido y entrado en la corriente del Movimiento Antroposófico en la medida en que se han sentido sinceramente atraídos en la tierra por tal Movimiento espiritual.

En verdad podemos decir: lo que vive en la Antroposofía se encendió primero en la Escuela de Instrucción de Michael, en los siglos XV y XVI, y en el gran acto religioso que tuvo lugar en lo suprasensible a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Fue en la visión de esa acción suprasensible lo que hizo que nacieran mis representaciones de los misterios, y por esta razón la primera representación de los misterios, por muy diferente que sea del cuento de Goethe de la serpiente verde y el hermoso lirio, revela, sin embargo, rasgos claramente similares. Pues algo que contenga verdaderos impulsos de tipo espiritual no puede concebirse arbitrariamente. Debe verse y elaborarse en armonía con el mundo espiritual.

Por eso estamos hoy aquí, en el Movimiento Antroposófico, habiendo entrado en el dominio de Michael que ahora ha comenzado. Estamos aquí en este Movimiento, llamados a comprender la esencia de este reinado de Michael, llamados a trabajar en el espíritu de su trabajo a través de los siglos y los miles de años. En este momento de gran significado, ha comenzado su gobierno terrenal una vez más y estamos llamados a trabajar en su dirección. Tal es el impulso esotérico interno de esta corriente de Michael, cuyo trabajo para comenzar con este siglo, está muy claramente prefigurado.

Pero deben ustedes ver que si tomamos la Antroposofía en su contenido actual y la seguimos retrospectivamente, encontramos poca preparación para ella en la Tierra. Retrocedan sólo un poco desde lo que aparece como Antroposofía e intenten encontrar sus fuentes en el curso del siglo XIX, por ejemplo. Si lo hacen con la mente abierta, si su visión no está nublada por toda clase de artificios filológicos, no encontrarán las fuentes. Encontrará rastros aislados de una concepción espiritual que siempre fue posible utilizar como pequeñas semillas germinales, aunque muy escasamente, dentro de la gran textura de la Antroposofía. Pero en la esfera terrenal no encontrará ninguna preparación real para ello.

Tanto mayor fue la preparación en lo suprasensible. Ustedes saben muy bien cómo el trabajo de Goethe (incluso después de su muerte, aunque en mis libros no lo parezca) contribuyó a la formación y configuración de la Antroposofía. Es cierto que lo más importante a este respecto tuvo lugar dentro de lo suprasensible. Sin embargo, podemos seguir la vida espiritual del siglo XIX hacia atrás hasta llegar a Goethe, Herder y otros, e incluso Lessing. Y encontramos después de todo que lo que estaba obrando en espíritus aislados de finales del siglo XVIII y de la primera mitad del XIX estaba, por decirlo suavemente, impregnado de una fuerte atmósfera espiritual, aunque apareciera en grandes abstracciones como en Hegel, o en imágenes abstractas como en el caso de Schelling.

En mis Enigmas de la Filosofía pueden leer cómo describí a Schelling y a Hegel. Creo que reconocerán que, en esta evolución de las concepciones del mundo, yo intentaba señalar algo del alma y del espíritu que pudiera entrar en la corriente antroposófica. En el libro "Enigmas de la filosofía" intenté, en efecto, asir con todo el corazón y la mente esas abstracciones de los filósofos. Tal vez pueda llamar especialmente su atención sobre el capítulo dedicado a Hegel y sobre lo que dije de Schelling.

Pero debemos profundizar aún más para percibir el origen de ciertos fenómenos notables que aparecieron en la vida espiritual de la primera mitad del siglo XIX. Se perdieron de vista, fueron borrados en lo que luego surgió como la vida espiritual materialista de la segunda mitad del siglo. Sin embargo, en las concepciones abstractas, aparecía algo que contenía una vida y un ser espirituales ocultos.

Más interesante, y cada vez más cuanto más se profundiza en él, es el filósofo Schelling. Comienza casi como Fichte, con ideas puras y claras, saturadas hasta la médula de voluntad. Así era Fichte. Johann Gottlieb Fichte fue una de las pocas figuras de la historia universal, -de hecho, en cierto sentido quizá sea el único-, que combinó las mayores abstracciones conceptuales con el entusiasmo y la energía de la voluntad. Es una figura extraordinariamente interesante. Bajo y grueso, un poco bajo de estatura debido a las privaciones de su juventud, se le veía marchar por la calle con extraordinaria firmeza de paso. Era todo voluntad, y voluntad y otra vez voluntad, y su voluntad se vivía en la descripción de los conceptos más abstractos. Y sin embargo, con estos conceptos tan abstractos podía lograr cosas como, por ejemplo, sus Discursos a la Nación Alemana, con los que inspiró maravillosamente a innumerables personas.

Schelling aparece casi a la manera de Fichte, no con la misma fuerza, pero sí con una forma de pensar similar. Pero muy pronto vemos expandirse el espíritu de Schelling. En su juventud él habla como Fichte del "yo" y del "no yo" y de otras abstracciones semejantes e inspira al pueblo de Jena con estas cosas. Pero pronto se aleja de ellas. Su espíritu crece y se ensancha, y vemos entrar en él concepciones, aunque fantasiosas, que sin embargo tienden casi a imaginaciones espirituales. Así continúa durante algún tiempo. Luego se adentra profundamente en espíritus como el de Jacob Boehme, y escribe algo totalmente diferente en estilo y tono de sus obras anteriores. Escribe Los fundamentos de la libertad humana, que es una especie de resurrección de las ideas de Jacob Boehme.

Entonces vemos brotar en el alma de Schelling casi una especie de platonismo. Escribe un diálogo filosófico titulado Bruno, que recuerda verdaderamente a los Diálogos de Platón, y que es profundamente penetrante. Interesante es también otra obra corta Klara, en la que el mundo suprasensible desempeña un gran papel. Después, Schelling guarda silencio durante mucho tiempo. Sus colegas filósofos comienzan a considerarlo, si se me permite la expresión, casi como un muerto viviente. Sólo publica su obra extraordinariamente profunda y significativa sobre los Misterios de Samotracia, una vez más una expansión de su espíritu; pero sigue viviendo en un simple retiro en Munich, hasta que finalmente el rey de Prusia lo convoca para que dé una conferencia sobre filosofía en la Universidad de Berlín. Y de la filosofía que ahora proclamaba Schelling dijo que la había adquirido en el silencio de su retiro a lo largo de decenios.

Ahora, por lo tanto, Schelling aparecía en Berlín, proclamando esa filosofía que más tarde fue incluida en sus obras póstumas como la Filosofía de la Mitología, y la Filosofía de la Revelación. No causó gran impresión en el público berlinés, pues todo el tenor de sus conferencias en Berlín era realmente éste: El hombre, por mucho que piense y reflexione, no puede alcanzar nada en la esfera de las concepciones del mundo, precisa que algo penetre en su alma, inspirando e impregnando su pensamiento de vida como un mundo real y espiritual.

De repente, en lugar de la vieja filosofía racionalista aparece en Schelling un verdadero despertar de la antigua filosofía de los dioses de la mitología, un despertar de los antiguos dioses de una manera muy moderna, y sin embargo con la antigua espiritualidad muy evidentemente trabajando en ella. Todo esto es muy extraño. Y en su Filosofía de la Revelación desarrolla ideas del cristianismo que contienen, aunque sea en forma abstracta, importantes inspiraciones y sugerencias para lo que la Antroposofía debe decir después, directamente desde la visión espiritual, sobre muchos puntos del cristianismo.

Schelling no debe pasarse por alto como lo hacen los berlineses. De hecho, no se le puede pasar por alto en absoluto, pero los berlineses lo hicieron con bastante facilidad. Cuando uno de sus descendientes se comprometió con la hija de un ministro prusiano (un acontecimiento externo, pero en cualquier caso relacionado con el karma), un funcionario prusiano que se enteró de ello comentó: "Antes no sabía por qué Schelling había venido a Berlín. Ahora lo sé".

Sin embargo, al seguir a Schelling a lo largo de su carrera se pueden encontrar dificultades y conflictos internos. Además, el último período de su vida, tan terriblemente tratado en las historias de la filosofía, se trata siempre en un capítulo aparte, bajo el título: La Teosofía de Schelling.

Yo mismo volví una y otra vez a Schelling. Lo que vive en él, a pesar de la forma abstracta, siempre me produjo un cierto calor. Así, a una edad comparativamente temprana me adentré profundamente en el diálogo filosófico antes mencionado, Bruno, o Sobre el principio divino y natural de las cosas.

Desde el año 1854, Schelling estaba de nuevo en el mundo espiritual. Y se acercaba a uno especialmente a través de este diálogo, Bruno, si uno entraba en él, y vivía a través de él, también a través de su Klara, y notablemente a través de su ensayo sobre los Misterios de Samotracia. Uno podía fácilmente acercarse realmente a él en espíritu.

Y al final, ya a principios de los años noventa, me quedó totalmente claro: Independientemente de lo que haya sucedido con las demás personalidades que trabajaron en el ámbito de la filosofía durante la primera mitad del siglo XIX, en el caso de Schelling está absolutamente claro que realmente penetró en él una inspiración espiritual. La inspiración espiritual trabajó y penetró continuamente en su obra.

De este modo se podría obtener la siguiente imagen. - Para empezar, en el mundo físico, se podía ver a Schelling, a medida que pasaba por las múltiples vicisitudes de la vida, a través de un largo período, como he dicho antes, de soledad y aislamiento, tratado de la manera más variada por sus semejantes, unas veces con inmenso entusiasmo y otras con desprecio y burla; Schelling, que realmente siempre causaba una impresión significativa cada vez que aparecía de nuevo en público, -el hombre bajo y grueso, con la cabeza inmensamente impresionante, y los ojos que incluso en la extrema vejez brillaban con fuego, porque de sus ojos hablaba el fuego de la Verdad, el fuego del Conocimiento. Y este Schelling que uno puede ver claramente, -tanto más cuanto más se adentra uno en él-, tenía ciertos momentos en los que la inspiración le llegaba desde arriba.

Me resultó muy claro y visible cuando leí la reseña de Robert Zimmermann del libro de Schelling sobre las Edades del Mundo. De Zimmermann, como ustedes saben, deriva la palabra Antroposofía, aunque su Antroposofía es una maraña de conceptos abstractos. Yo le tenía en gran estima y, sin embargo, cuando leí esta reseña, no pude evitar soltar un suspiro: "¡Cuanta pedantería!".

Luego volví al libro en sí, Las Edades del Mundo de Schelling, que está escrito de forma un tanto abstracta, pero en el que se puede reconocer claramente algo así como una descripción de la antigua Atlántida - una descripción bastante espiritual, que contiene realidades espirituales, aunque muy distorsionadas por abstracciones.

En el caso de Schelling se ve una y otra vez que hay algo que actúa desde los mundos superiores, de modo que debemos decir: Abajo está Schelling, pero en los mundos superiores ocurre algo que le influye desde arriba. En el caso de Schelling se hace más visible lo que es una verdad general, a saber, que en la evolución espiritual hay una perpetua interacción del mundo espiritual de arriba con el mundo terrenal de abajo. Y una vez, en los años noventa, me preocupé intensamente por encontrar los fundamentos espirituales de la era de Michael y de otras cosas.

En aquella época yo mismo estaba entrando en una fase de la vida en la que no podía dejar de experimentar intensamente el mundo inmediatamente contiguo a nuestro mundo físico de los sentidos. En mi autobiografía sólo pude insinuar estas cosas, pero las he insinuado allí. Ese mundo contiguo está separado del físico, si se me permite describirlo así, sólo por una delgada pared, y en él suceden los hechos más gigantescos, ni están en absoluto poderosamente separados de nuestro mundo. Fue en la época en que estuve en Weimar. Por un lado, participé intensamente en la vida social de Weimar en todas las direcciones; pero, al mismo tiempo, sentí la necesidad interior de replegarme sobre mí mismo. Estas dos facetas de mi vida iban paralelas. Y en aquella época, en grado sumo, sucedió que mi experiencia del mundo espiritual fue siempre más intensa y fuerte que mi experiencia del físico. Ya de joven no tenía gran dificultad en comprender rápidamente cualquier filosofía o concepción del mundo que entrara en mi esfera. Pero una planta o una piedra, si tenía que reconocerla de nuevo, tenía que mirarla, no tres o cuatro veces, sino cincuenta o sesenta veces. No podía unir fácilmente mi alma con lo que en el mundo físico se nombra por medios físicos. Y esto había alcanzado su punto culminante durante mi período de Weimar.

Fue mucho, mucho antes de que se celebrara la Asamblea Constituyente Republicana en Weimar, y en aquella época Weimar era realmente como un oasis espiritual, muy diferente de cualquier otro lugar de Alemania. En aquel Weimar, como dije en mi autobiografía, viví momentos de intensa soledad. Y una vez más, -fue en 1897-, deseando investigar ciertas cuestiones, puse la mano sobre las Divinidades de Samotracia, de Schelling, y su Filosofía de la Mitología, simplemente para recibir un estímulo, no para estudiar en los libros. (Del mismo modo que quien investiga en el mundo espiritual, si, por ejemplo, desea hacer investigaciones sobre los períodos de los primeros centros cristianos, para facilitar las cosas puede poner bajo su cabeza durante unos minutos seguidos los escritos de San Agustín o de Clemente de Alejandría. No hay que reírse de estas cosas. Son simplemente métodos externos para ayudarle a uno, tecnicismos externos que no están directamente relacionados con la cosa real en sí. Son un estímulo externo, como cualquier mnemotecnia técnica). Así pues, en aquella época tuve en mis manos las Divinidades de Samotracia de Schelling, y su Filosofía de la Mitología. Pero el verdadero tema de mi estudio en ese momento era lo que estaba teniendo lugar espiritualmente en el curso del siglo XIX, y que más tarde se derramó hasta convertirse en Antroposofía.

Y en ese momento, cuando pude rastrear realmente la vida de Schelling, su biografía, su evolución a lo largo de su vida, se me reveló, -aún no con toda claridad, pues estas cosas sólo se aclararon en una fecha muy posterior, cuando escribí mis Enigmas de la Filosofía-, se me reveló, pude percibir ya, aunque no con toda claridad, cuántos de los escritos de Schelling fueron escritos por él bajo inspiración, y que esa figura inspiradora era Juliano el Apóstata - Herzeleide - Tycho Brahe. Él mismo no ha vuelto a aparecer en el plano físico, pero trabajó con tremenda fuerza a través del alma de Schelling. Entonces me di cuenta de lo mucho que Tycho Brahe había progresado en su vida como Tycho Brahe. A través de la naturaleza corporal de Schelling poco podía penetrar; pero una vez que sabemos cómo la individualidad de Tycho Brahe se cernía sobre él como un inspirador, leemos los relámpagos del genio en las Divinidades de Samotracia de manera muy diferente. Leemos los destellos del genio sobre todo en la Filosofía de la Revelación, y en la interpretación de Schelling de los antiguos Misterios, que es, después de todo, magnífica en su género. Y, sobre todo, si nos adentramos lo suficiente en el curioso lenguaje que emplea en estos pasajes, ¡entonces oímos en seguida, no ya la voz de Schelling, sino la voz de Tycho Brahe! Entonces, en efecto, nos damos cuenta de cómo, entre otros espíritus, este Tycho Brahe, especialmente la individualidad que estaba en Juliano el Apóstata, desempeñó un gran papel y contribuyó con muchas cosas. Pues por su genio surgieron muchas cosas en la vida espiritual de la época moderna, que funcionaron a su vez como estímulo, y de donde debíamos tomar prestada al menos la forma externa y la expresión para el espíritu y las enseñanzas de la Antroposofía.

Otro de los escritos de filósofos alemanes que me causó una gran impresión fue el libro de Jakob Froschhammer, Die Phantasie als Welt-Prinzip= (La imaginación como principio del mundo), un libro brillante de finales del siglo XIX, brillante porque este hombre valiente, habiendo sido expulsado de la Iglesia, y sus escritos colocados en el Índice, no fue menos valiente frente a la ciencia, pues reveló el parentesco del principio creador de la imaginación que trabaja puramente en el alma cuando el hombre crea artísticamente, con la fuerza que trabaja en el interior como fuerza de vida y crecimiento. En aquella época fue realmente un logro. El libro de Froschhammer sobre la fantasía o imaginación como principio del mundo, como fuerza creadora del mundo, es una obra de gran importancia.

Por eso me interesé mucho por este hombre, Jakob Froschhammer. Una vez más traté de llegar a él en un sentido real, no sólo a través de sus escritos, y una vez más descubrí que el espíritu inspirador era el mismo que había vivido en Tycho Brahe y en Juliano el Apóstata. Y así fue en toda una serie de personalidades en cuyo trabajo podemos ver una cierta preparación para lo que luego surgió como Antroposofía.

Pero en cada caso necesitamos la luz espiritual que hay detrás, la luz que actúa dentro de lo suprasensible. Pues lo que antes vino a la Tierra, al fin y al cabo permaneció en un mundo de abstracción. Sólo de vez en cuando, en un espíritu como el de Schelling, o en un hombre de coraje como Jakob Froschhammer, las abstracciones se vuelven de repente concretas.

Y hoy, queridos amigos, podemos contemplar lo que está ocurriendo en los reinos espirituales y saber cómo se relaciona con ello la Antroposofía. Y bien sabemos cómo nos ayuda lo que percibimos cuando ampliamos nuestra investigación espiritual a las realidades detalladas de la vida espiritual en el curso de la historia. Bien podemos saberlo. Aquí en la tierra, hay numerosas almas que se esfuerzan honestamente hacia la Antroposofía y que siempre han estado cerca de la corriente de Michael. A ellas se suman, en el mundo suprasensible, numerosas almas que se han quedado atrás, entre ellas los maestros de Chartres. Y entre los que están aquí, en el mundo de los sentidos, y los que están arriba, en el mundo espiritual, hay una decidida tendencia a unir sus trabajos unos con otros.

Y ahora, si quisiéramos encontrar un gran ayudante para aquellas cosas que debemos investigar para el futuro del siglo XX, si quisiéramos encontrar a alguien que pueda aconsejarnos en relación con el mundo suprasensible, si necesitamos impulsos que están allí dentro de ese mundo, ese ayudante es la individualidad de Juliano el Apóstata - Tycho Brahe. Hoy no está en el plano físico, pero en realidad siempre está ahí, siempre dispuesto a dar información sobre aquellas cuestiones que se refieren especialmente al futuro profético del siglo XX.

De todo esto se desprende, en efecto, que aquellos que actualmente reciben la Antroposofía de manera sincera, están preparando sus almas para acortar lo más posible la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, y para aparecer de nuevo a finales del siglo XX, unidos a los maestros de Chartres que se han quedado atrás.

Debemos recibir en nuestras almas esta convicción: Que el Movimiento Antroposófico está llamado a trabajar sin cesar, y a aparecer de nuevo no sólo en sus más importantes, sino en casi todas sus almas, a finales del siglo XX. Porque entonces se dará el gran impulso para una vida espiritual en la Tierra, sin la cual la civilización terrena se vería arrastrada finalmente a esa decadencia, cuyo carácter es demasiado evidente.

A partir de tales fundamentos, me gustaría encender en vuestros corazones algo de las llamas que necesitamos, para que ya ahora dentro del Movimiento Antroposófico podamos absorber la vida espiritual con la suficiente fuerza como para aparecer de nuevo debidamente preparados. Porque en esa gran época, después de la vida acortada en los mundos espirituales, trabajaremos de nuevo en la Tierra, -en la época en que para la salvación de la Tierra las Potencias espirituales cuenten en sus miembros más importantes, en sus rasgos más importantes, con lo que los antropósofos puedan hacer.

Creo que la visión de esta perspectiva del futuro puede conmover los corazones de los antropósofos para que susciten en su interior los sentimientos que los lleven por buen camino, con energía y fuerza de acción y con la belleza del entusiasmo, a través de la presente vida terrena; pues entonces esta vida terrena será una preparación para el trabajo de fin de siglo, cuando la Antroposofía será llamada a desempeñar su papel.

Traducido por J.Luelmo nov.2023

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919