GA159 Dusseldorf 15 de junio de 1915 Preparación para la sexta época

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 RUDOLF STEINER


La naturaleza y el significado de Europa Central y los espíritus nacionales europeos

Conferencia nº 13 de una série de quince conferencias, celebradas en 1915, en varias ciudades.

De mutuo interés sobre nosotros, Cristo en nosotros (preparación para la 6ª época)

Dusseldorf 15 de junio de 1915


Hemos venido hoy aquí para la inauguración del grupo fundado por nuestro amigo, el profesor C. Este grupo desea dedicarse a la vida espiritual del presente y del futuro de la manera que es habitual en nuestro Movimiento. En una ocasión así siempre es bueno recordar por qué nos asociamos en grupos y preguntarnos ¿por qué fundamos grupos de trabajo y cultivamos en ellos el tesoro espiritual al que dedicamos nuestras fuerzas

Para responder verdaderamente a esta pregunta, debemos darnos cuenta de que hacemos una distinción, aunque sólo sea de pensamiento, entre el trabajo que hacemos en un grupo como éste y nuestro otro trabajo en el mundo. Aquellos que no están dispuestos a profundizar en verdades más íntimas relacionadas con el progreso espiritual de la humanidad, podrían preguntar si no podríamos cultivar la ciencia espiritual sin formarnos en grupos, sino simplemente encontrando conferenciantes y proporcionando oportunidades para que personas que tal vez no se conozcan se reúnan y tengan acceso al tesoro espiritual del que hablamos. Podríamos, por supuesto, proceder de esta manera. Pero mientras sea posible establecer, en el sentido más amplio y más estrecho, asociaciones de seres humanos que se conozcan entre sí y que se reúnan en amistad y fraternidad dentro de estos grupos de trabajo, seguiremos fundándolos con plena conciencia de la actitud del alma que forma parte de la ciencia espiritual. No deja de ser significativo que entre nosotros haya seres humanos que quieran cultivar el lado más íntimo del conocimiento espiritual y que tengan la sincera intención de trabajar juntos en hermandad y armonía. No sólo las relaciones y el trato se ven afectados por el hecho de que podemos hablar de manera muy diferente entre nosotros, sabiendo que estamos hablando con almas conscientemente asociadas a nosotros - no sólo es así, sino que también hay que recordar algo más.

El establecimiento de grupos individuales está relacionado con toda la concepción que tenemos de nuestro Movimiento si comprendemos su naturaleza más íntima. Todos debemos ser conscientes de que nuestro Movimiento es significativo no sólo para la existencia conocida por los sentidos y para la existencia que es captada por la mente volcada al exterior del hombre, sino que a través de este Movimiento nuestras almas buscan un vínculo real y genuino con los mundos espirituales. Una y otra vez, con plena conciencia, debemos decirnos a nosotros mismos que mediante el cultivo de la ciencia espiritual transferimos nuestras almas, por así decirlo, a esferas que están pobladas no sólo por seres de la tierra, sino también por los seres de las jerarquías superiores, los seres de los mundos invisibles. Debemos darnos cuenta de que nuestro trabajo es importante para estos mundos invisibles, que estamos realmente dentro de estos mundos. En el mundo espiritual, el trabajo realizado por aquellos que se conocen dentro de tales grupos es muy diferente del trabajo realizado fuera de tal grupo y disperso por el mundo. El trabajo realizado en armonía fraternal dentro de nuestros grupos tiene un significado muy diferente para el mundo espiritual que otros trabajos que podamos realizar. Para comprender esto plenamente debemos recordar las verdades que hemos estudiado en muchos aspectos durante los últimos años.

La evolución de la Tierra en la era post-Atlante se sustentó al principio en la cultura del antiguo período de civilización de la India. A ésta le siguió la antigua época persa -la designación es más o menos apropiada, pero no necesitamos entrar en eso ahora. Luego vino el período cultural egipcio-caldeo-babilónico, luego el grecolatino, luego nuestra quinta época postatlante. Cada una de estas épocas tiene, por un lado, que cultivar una forma particular de cultura y de vida espiritual que se refiere principalmente al mundo exterior y visible. Pero cada época debe al mismo tiempo preparar, llevar dentro de sí en una etapa preparatoria, lo que habrá de venir en el período de cultura subsiguiente.

En el seno, por así decirlo, de la antigua época india, se preparó la de la antigua Persia; dentro de la antigua cultura persa, se preparó la de la época egipcio-caldea, y así sucesivamente. Nuestra quinta época postatlante debe preparar la sexta época cultural que se avecina. Nuestra tarea en la ciencia espiritual no es únicamente adquirir un tesoro espiritual para nosotros mismos, para la vida eterna del alma, sino preparar lo que constituirá el contenido, el trabajo externo específico de la sexta época de la cultura. Así ha sido en cada una de las épocas postatlantes. Los centros de los misterios eran los lugares en los que se preparaba la forma de vida externa perteneciente a la siguiente época de la cultura. Los misterios eran asociaciones de seres humanos entre los que se cultivaban otras cosas que las que se cultivaban en el mundo exterior. La antigua época india se ocupaba del cultivo del cuerpo etérico humano, la antigua época persa del cultivo del cuerpo astral, la egipcio-caldea del alma sensible, la grecolatina del alma intelectual o mental. Nuestra propia época, a lo largo de su duración, desarrollará y desplegará el alma consciente o espiritual. Pero lo que dará a la cultura externa de la sexta época su contenido y carácter, debe ser preparado de antemano. Muchas características de la sexta época de la cultura serán totalmente diferentes de las de nuestra época. Se pueden mencionar tres rasgos característicos, de los cuales debemos darnos cuenta que deben ser llevados en nuestros corazones para la sexta época de la cultura y que es nuestra tarea prepararlos para esta sexta época.

1ª característica: La Fraternidad.

En la sociedad humana actual falta una cualidad que, en la sexta época, será una característica de aquellos hombres que alcancen la meta de esa época, y no se hayan quedado rezagados. Es una cualidad que no se encontrará, por supuesto, entre aquellos que en la sexta época hayan permanecido todavía en el estadio de salvajes o bárbaros. Una de las características más significativas de los hombres que vivan en la tierra en la cima de la cultura en la sexta época, será una cierta cualidad moral. Poco de esta cualidad es perceptible en la humanidad moderna. Un hombre de hoy debe estar delicadamente organizado para que su alma sienta dolor cuando ve a otros seres humanos en el mundo en circunstancias menos felices que las suyas. Es cierto que las naturalezas más delicadamente organizadas sienten dolor ante el sufrimiento tan extendido en el mundo, pero esto sólo puede decirse de las personas especialmente sensibles. En la sexta época, las personas más cultas no sólo sentirán un dolor como el que provoca hoy la visión de la pobreza, el sufrimiento y la miseria en el mundo, sino que tales individuos experimentarán el sufrimiento de otro ser humano como su propio sufrimiento. Si ven a un hombre hambriento, sentirán el hambre hasta en lo físico, tan agudamente que el hambre del otro hombre será insoportable para ellos. La característica moral indicada aquí es que, a diferencia de las condiciones de la quinta época, en la sexta el bienestar del individuo dependerá totalmente del bienestar del conjunto. Así como hoy en día el bienestar de un solo miembro humano depende de la salud de todo el cuerpo, y cuando la totalidad del cuerpo no está sana, el miembro individual no puede hacer su trabajo, en la sexta época una conciencia común se apoderará de la humanidad entonces civilizada y en un grado mucho más alto que un miembro siente la salud de todo el cuerpo, el individuo sentirá el sufrimiento, la necesidad, la pobreza o la riqueza del conjunto. Este es el primer rasgo predominantemente moral que caracterizará a la humanidad culta de la sexta época.

2ª característica: La Libertad de pensamiento.

Otra característica fundamental será que todo lo que hoy llamamos frutos de la creencia dependerá en un grado muy, muy superior al actual, de la individualidad particular. La ciencia espiritual lo expresa diciendo que, en todas las esferas de la religión en la sexta época, la completa libertad de pensamiento y el anhelo de la misma se apoderarán de tal manera de los hombres que lo que a un hombre le guste creer, las convicciones religiosas que sostenga, descansarán totalmente en el poder de su propia individualidad. Las creencias colectivas que hoy existen en tantas formas entre las diversas comunidades ya no influirán en los que constituyen la parte civilizada de la humanidad en la sexta época de la cultura. Todos sentirán que la completa libertad de pensamiento en el ámbito de la religión es un derecho fundamental del ser humano.

3ª característica: estudio del espíritu.

La tercera característica será que sólo se considerará que los hombres de la sexta época tienen verdadero conocimiento cuando reconozcan lo espiritual, cuando sepan que lo espiritual impregna el mundo y que las almas humanas deben unirse con lo espiritual. Lo que hoy se conoce como ciencia, con su tendencia materialista, ciertamente no será considerada como ciencia en la sexta época postatlante. Se considerará como una superstición anticuada, capaz de pasar el examen sólo entre aquellos que se han quedado atrás en la etapa de la quinta época postatlante superada. Hoy en día se considera superstición cuando, digamos, un inculto sostiene la opinión de que ningún miembro debe ser separado de su cuerpo al morir porque esto le imposibilitaría entrar en el mundo espiritual como un hombre completo. Ese hombre sigue relacionando la idea de la inmortalidad con el materialismo puro, con la creencia de que tiene que pasar al mundo espiritual una impresión de su forma completa. Piensa de forma materialista pero cree en la inmortalidad. Nosotros, hoy, sabiendo por la ciencia espiritual que lo espiritual tiene que ser separado del cuerpo y que sólo lo espiritual pasa al mundo suprasensible, consideramos tales creencias materialistas en la inmortalidad como superstición. Del mismo modo, en la sexta época todas las creencias materialistas, incluyendo la ciencia, también serán consideradas como superstición anticuada. Los hombres aceptarán naturalmente como ciencia sólo las formas de conocimiento que se basen en lo espiritual, en la pneumatología.

Todo el propósito de la ciencia espiritual es preparar en este sentido la sexta época de la cultura. Tratamos de cultivar la ciencia espiritual para superar el materialismo, para preparar el tipo de ciencia que debe existir en esa época. Fundamos comunidades de seres humanos en las que no debe haber creencias dogmáticas ni ninguna tendencia a aceptar la enseñanza simplemente porque emana de tal o cual persona. Fundamos comunidades de seres humanos en las que todo, sin excepción, debe construirse sobre el libre asentimiento del alma a las enseñanzas. Aquí se prepara lo que la ciencia espiritual llama libertad de pensamiento. Al reunirnos en asociaciones fraternas con el propósito de cultivar la ciencia espiritual, preparamos la cultura, la civilización de la sexta época postatlante.

Pero debemos profundizar aún más en el curso de la evolución humana si queremos comprender plenamente las verdaderas tareas de nuestras asociaciones y grupos. También en la primera época postatlante, en las comunidades que entonces estaban relacionadas con los misterios, los hombres cultivaban lo que posteriormente prevaleció en la segunda época. En las asociaciones propias de la primera, la antigua época india, los hombres se ocupaban del cultivo del cuerpo astral, que sería la tarea externa específica de la segunda época. Hoy sería demasiado largo describir lo que, en contraste con la cultura externa de la época, se desarrollaba en estas asociaciones peculiares de la antigua India para preparar la segunda, la antigua época persa. Pero puede decirse que cuando aquellos hombres de la antigua época india se reunían para preparar lo necesario para la segunda época, sentían: Todavía no hemos alcanzado, ni tenemos en nosotros, lo que tendremos cuando nuestras almas se encarnen en la próxima época. Todavía pende sobre nosotros. En verdad era así. En la primera época de la cultura, lo que iba a descender de los cielos a la tierra en la segunda época todavía se cernía sobre las almas de los hombres. El trabajo realizado en la tierra por los hombres en las asambleas íntimas relacionadas con los misterios era de tal naturaleza que las fuerzas fluían hacia los espíritus de las jerarquías superiores, permitiéndoles alimentar y cultivar lo que iba a descender a las almas de los hombres como sustancia y contenido del cuerpo astral en la segunda época, la antigua persia. Las fuerzas que descendían en una etapa posterior de madurez a las almas encarnadas en los cuerpos de las antiguas civilizaciones persas eran como niños pequeños en la primera época. Las fuerzas que ascendían desde el trabajo de los hombres de abajo en preparación para la siguiente época eran recibidas y alimentadas por el mundo espiritual de arriba. Así debe ser en cada época de la cultura.

En nuestra época es el alma consciente o espiritual la que se ha desarrollado en nosotros a través de nuestra civilización y cultura ordinaria. A partir de los siglos XIV, XV y XVI, la ciencia y la conciencia materialista se han apoderado del ser humano. Esto se irá extendiendo gradualmente, hasta que al final de la quinta época se haya completado su desarrollo. En la sexta época, sin embargo, es el yo espiritual el que debe desarrollarse dentro de las almas de los hombres, al igual que ahora se está desarrollando el alma consciente. La naturaleza del yo espiritual es que debe pre-suponer la existencia en las almas humanas de las tres características de las que he hablado: la vida social en la que prevalece la fraternidad, la libertad de pensamiento y la pneumatología. Estas tres características son esenciales en una comunidad de seres humanos dentro de la cual el yo espiritual ha de desarrollarse como se desarrolla el alma consciente en las almas de la quinta época. Por lo tanto, podemos imaginarnos que al unirnos fraternalmente en grupos de trabajo, algo se cierne invisiblemente sobre nuestro trabajo, algo que es como el hijo de las fuerzas del yo espiritual - el yo espiritual que es alimentado por los seres de las jerarquías superiores para que pueda fluir hacia nuestras almas cuando estén de nuevo en la tierra en la sexta época de la civilización. En nuestros grupos realizamos un trabajo que fluye hacia arriba a esas fuerzas que están siendo preparadas para el yo espiritual.

Como ves, sólo a través de la sabiduría de la propia ciencia espiritual podemos comprender lo que realmente estamos haciendo con respecto a nuestra conexión con los mundos espirituales cuando nos reunimos en estos grupos de trabajo. El pensamiento de que hacemos este trabajo no sólo por el bien de nuestros propios egos, sino para que pueda fluir hacia los mundos espirituales, el pensamiento de que este trabajo está conectado con los mundos espirituales, esta es la verdadera consagración de un grupo de trabajo. Acoger ese pensamiento es impregnarnos de la conciencia de la consagración que es el fundamento de un grupo de trabajo dentro del Movimiento. Por lo tanto, es de gran importancia captar este hecho en su verdadero sentido espiritual. Nos encontramos en grupos de trabajo que, además de cultivar la ciencia espiritual, se basan en la libertad de pensamiento. No tendrán nada que ver con el dogma o la coerción de la creencia, y su trabajo debe ser de la naturaleza de la cooperación fraterna. Lo que más importa es tomar conciencia del verdadero significado de la idea de comunidad, diciéndonos a nosotros mismos: Aparte de que como almas modernas pertenecemos a la quinta época postatlante de la cultura y nos desarrollamos como individuos, elevando la vida individual cada vez más fuera de la vida comunitaria, debemos a su vez tomar conciencia de una forma superior de comunidad, fundada en la libertad del amor entre hermanos, como un soplo de magia que respiramos en nuestros grupos de trabajo.

El significado profundo de la cultura de Europa Occidental reside en el hecho de que la búsqueda de la quinta época postatlante es el alma consciente. La tarea de la cultura de Europa Occidental, y particularmente de la cultura de Europa Central, es que los hombres desarrollen una cultura individual, una conciencia individual. Esta es la tarea de la época actual. Si se compara esta época nuestra con la de Grecia y Roma, la época griega exhibe en forma particularmente llamativa, especialmente entre los griegos civilizados, una conciencia de vivir dentro de un alma grupal. El hombre que nacía y vivía en Atenas se sentía ante todo "ateniense". Esta comunidad entre la ciudad y lo que pertenecía a la ciudad significaba para el individuo algo diferente de lo que significa hoy la comunidad entre los seres humanos. En nuestra época el individuo se esfuerza por crecer fuera y más allá de la comunidad, y esto es justo en la quinta época postatlante. En Roma, el ser humano era ante todo un ciudadano romano, nada más. Pero en la quinta época nos esforzamos por encima de todo por ser hombre en lo más íntimo de nuestro ser, hombre y nada más. Es una experiencia dolorosa en nuestros días ver a los hombres luchando unos contra otros en la tierra, pero esto, al fin y al cabo, no es más que una reacción al perpetuo esfuerzo de la quinta época por el libre desarrollo del " humano universal ". Dado que los diferentes países y pueblos se cierran hoy en hostilidad unos contra otros, es tanto más necesario desarrollar, como resistencia a esto, la fuerza que permita a los seres humanos ser hombres en sentido pleno, permitiendo al individuo crecer fuera y más allá de todo tipo de comunidad. Pero, por otra parte, el ser humano debe, con plena conciencia, prepararse para las comunidades en las que entrará por su propia voluntad en la sexta época. Se perfila ante nosotros, como un alto ideal, una forma de comunidad que abarcará de tal manera la sexta época de la cultura que los seres humanos civilizados se encontrarán con toda naturalidad como hermanos y hermanas.

Sabemos, por las muchas conferencias pronunciadas en años pasados, que Europa Oriental está habitada por un pueblo cuya misión particular será en la sexta época, y no antes de la sexta época, llevar a una expresión definitiva las fuerzas elementales que ahora yacen en su interior. Sabemos que los pueblos rusos no estarán preparados hasta esa sexta época de la cultura para desplegar las fuerzas que ahora están dentro de ellos en forma elemental. La misión de Europa Occidental y Central es introducir en los hombres las cualidades que puede introducirse en el alma consciente. Esta no es la misión de Europa Oriental. Europa Oriental tendrá que esperar hasta que el ser espiritual baje a la tierra y pueda impregnar las almas de los hombres. Esto debe entenderse en el sentido correcto. Entendido en el sentido equivocado puede llevar fácilmente al orgullo y a la soberbia, precisamente en el Este. El apogeo de la cultura post-atlante se alcanza en la quinta época. Lo que seguirá en las épocas sexta y séptima será una línea de evolución descendente. Sin embargo, esta evolución descendente en la sexta época será inspirada, impregnada por el yo espiritual. Hoy en día, el hombre de Europa Oriental siente instintivamente, pero a menudo con un instinto pervertido, que esto es así; sólo que su conciencia de ello es, en su mayor parte, extremadamente nebulosa y confusa. La frecuente aparición de la expresión "el hombre ruso" es bastante característica. El genio se expresa en el lenguaje cuando, en lugar de decir como lo hacemos en Occidente: los británicos, los franceses, los italianos, los alemanes - Europa del Este dice: "el hombre ruso". Muchos de los intelectuales rusos dan importancia al uso de la expresión "el hombre ruso". Esto está profundamente relacionado con el genio de la cultura particular. El término se refiere al elemento de hombría, de hermandad que se extiende por una comunidad. Se intenta indicar esto mediante la inclusión de una palabra que pone de manifiesto la "hombría" del término. Pero también es obvio que la altura que se alcanzará en un futuro lejano aún no se ha logrado, ya que el término incluye una palabra que contradice flagrantemente al sustantivo. En la expresión "el hombre ruso", el adjetivo anula realmente lo expresado en el sustantivo. Porque cuando se alcanza la verdadera hombría no debe haber ningún adjetivo que sugiera ningún elemento de exclusividad.

Pero a un nivel mucho, mucho más profundo, existe en los miembros de la intelectualidad rusa la comprensión de que en los tiempos venideros debe prevalecer una concepción de comunidad, de hermandad. El alma rusa siente que el ser espiritual debe descender, pero que sólo puede descender en una comunidad de hombres impregnada de la conciencia de la fraternidad, que nunca podrá extenderse sobre una comunidad donde no haya conciencia de la fraternidad. Por eso los intelectuales rusos, como ellos mismos se denominan, hacen el siguiente reproche a Europa Occidental y Central. Dicen: "No prestáis ninguna atención a una vida de verdadera comunidad. Sólo cultiváis el individualismo. Cada uno quiere ser una persona por su cuenta, ser sólo un individuo. Lleváis el elemento personal, por el que cada hombre se siente una individualidad, a su máximo extremo". Esto es lo que resuena desde Oriente hasta Europa Occidental y Central en muchos reproches de barbarie y similares. Los que intentan darse cuenta de cómo son las cosas en realidad, acusan a Europa Occidental y Central de haber perdido todo sentimiento de conexión humana. Confundiendo el presente y el futuro como lo hacen ahora, estas personas dicen que "sólo en Rusia existe una verdadera y genuina comunidad de vida entre los hombres, una vida en la que cada uno se siente hermano del otro, como el "Pequeño Padre" o la "Pequeña Madre" del otro." Los intelectuales rusos dicen que el cristianismo de Europa occidental no ha logrado desarrollar la esencia de la comunidad humana, pero que el ruso todavía sabe lo que es la comunidad.

Alexander Herzen, un excelente pensador que vivió en el siglo XIX y que pertenecía a la intelectualidad rusa, llevó esto a su última conclusión al decir: "En Europa Occidental nunca podrá haber felicidad". No importa qué intentos se hagan, la felicidad nunca llegará a la civilización europea occidental. Allí la humanidad nunca encontrará satisfacción. Sólo el caos puede prevalecer allí. La única salvación está en la naturaleza rusa y en la forma de vida rusa, donde los hombres aún no se han separado de la comunidad, donde en sus comunidades aldeanas todavía hay algo de la naturaleza del alma de grupo a la que se aferran. Lo que llamamos alma de grupo, de la que la humanidad ha surgido gradualmente y en la que todavía vive el reino animal, eso es lo que la intelectualidad rusa venera como algo grande y significativo en su pueblo. No pueden elevar el pensamiento de que la comunidad del futuro debe rondar como un alto ideal, un ideal que aún no se ha realizado. Se adhieren firmemente al pensamiento: Somos el último pueblo de Europa que conserva esta vida en el alma grupal; los demás han salido de ella; nosotros la hemos conservado y debemos conservarla para nosotros.

Sí, pero esta vida en el alma grupal no pertenece en realidad al futuro en absoluto, pues es la antigua forma de existencia del alma grupal. Si continuara sería un alma grupal luciférica, una forma de vida que se ha quedado en una etapa anterior, mientras que la forma de vida del alma grupal que es verdadera y por la que hay que luchar, es la que tratamos de encontrar en la ciencia espiritual. Pero sea como fuere, el impulso y el anhelo de los intelectuales rusos muestran cómo el espíritu de comunidad es necesario para lograr el descenso del yo espiritual. De la misma manera que allí se lucha por él siguiendo un camino falso, en la ciencia espiritual se debe luchar por él siguiendo el camino verdadero. Lo que quisiéramos decir a Oriente es lo siguiente: Es nuestra tarea superar por completo justamente lo que ustedes tratan de preservar en forma externa, es decir, una vieja forma luciférico-hrimánica de comunidad. En una comunidad de carácter luciférico-ahrimánica habrá una coerción de la creencia tan rígida como la establecida por la Iglesia católica ortodoxa en Rusia. Tal comunidad no comprenderá la verdadera libertad de pensamiento; menos aún podrá elevarse al nivel en que la completa individualidad se asocie con una vida social en la que prevalezca la fraternidad. Esa otra forma de comunidad querría conservar lo que ha quedado en la hermandad de sangre, en la hermandad puramente sanguínea. La comunidad que se funda no en la sangre, sino en el espíritu, en la comunidad de las almas, es lo que hay que procurar por los caminos de la ciencia espiritual. Debemos tratar de crear comunidades en las que el factor de la sangre ya no tenga voz. Naturalmente, el factor de la sangre continuará, se vivirá en las relaciones familiares, pues lo que debe permanecer no será erradicado. Pero debe surgir algo nuevo. Lo que es significativo en el niño se conservará en las fuerzas de la vejez, pero en sus últimos años el ser humano debe recibir nuevas fuerzas.

El factor de la sangre no está destinado a abarcar grandes comunidades de seres humanos en el futuro. Ese es el error que se está filtrando desde Oriente en los terribles acontecimientos de hoy, (primera guerra mundial). Una guerra ha estallado bajo el título de comunidad de sangre entre los pueblos eslavos. En estos tiempos fatídicos están entrando todos esos elementos de los que acabamos de oír hablar, elementos que en realidad tienen en ellos el núcleo correcto, es decir, el sentimiento instintivo de que el ser espiritual sólo puede manifestarse en una comunidad donde prevalece la fraternidad. Sin embargo, no debe ser una comunidad de sangre: debe ser una comunidad de almas. Lo que crece como comunidad de almas es lo que desarrollamos, en su etapa infantil, en nuestros grupos de trabajo. Lo que aferra a Europa del Este con tanta firmeza al alma de grupo, haciendo que considere el alma de grupo eslava como algo que no quiere abandonar, sino que, por el contrario, considera un principio para todo el desarrollo del Estado, es lo que hay que superar.

Un gran y terrible símbolo se alza ante los ojos del mundo. Pensad en los dos estados en los que la guerra tuvo su punto de partida. Por un lado, Rusia, con el mundo eslavo en general, declara que la guerra se basa en la hermandad de sangre, y por otro lado, está Austria, que comprende trece pueblos distintos y trece lenguas diferentes. La orden de movilización en Austria tuvo que ser emitida en trece idiomas porque Austria abarca trece poblaciones raciales: Alemanes, checos, polacos, rutenos, rumanos, magiares, eslovacos, serbios, croatas, eslovenos (entre los que hay un segundo dialecto distinto), bosnios, dálmatas e italianos. En Austria se reúnen trece poblaciones raciales diferentes, al margen de todas las diferenciaciones menores. Se entiendan o no las implicaciones de esto, es obvio que Austria está formada por un conjunto de seres humanos entre los que la comunidad nunca puede basarse en la relación de sangre, ya que lo que contienen sus extrañas fronteras se dispara en trece linajes diferentes. El estado más altamente compuesto de Europa se opone al estado que se esfuerza más intensamente por la vida en un alma de grupo, o por la conformidad. Pero esta lucha por la vida en un alma de grupo trae consigo muchas otras cosas. Esto nos lleva a otra cuestión sobre la que vamos a reflexionar hoy.

En la conferencia pública de ayer mencioné al gran filósofo Soloviev, uno de los pensadores más significativos de toda Rusia. Soloviev es un pensador eminente, pero un pensador completamente ruso, una mente que es sumamente difícil de comprender desde el punto de vista europeo occidental. Los antropósofos, sin embargo, deberían estudiar su obra e intentar comprenderlo. Me propongo hablar desde nuestro punto de vista más íntimo sobre la idea principal y central de Soloviev. Soloviev es un filósofo demasiado bueno como para adoptar para sí mismo sin cuestionar el principio de la vida en un alma grupal. Tiene dificultades con él y está en desacuerdo en muchos aspectos. Pero hay una idea que predomina en él, no muy conscientemente, es cierto, pero de tal manera que uno sólo desearía que fuera clarividente y pudiera así anticipar lo que su alma tendrá que esperar ver en la tierra cuando se encarne en la sexta época de la cultura. La siguiente concepción, extremadamente difícil de entender para los hombres de Europa Occidental y Central, se convirtió en la idea principal y central en la mente de Soloviev.

En Europa Occidental, como preparación para la sexta época, intentamos, entre otras muchas cosas, comprender el significado de la muerte, el significado de la muerte para la vida. Intentamos comprender cómo la muerte es la manifestación de una forma de existencia, de cómo el alma se transforma en la muerte en otra forma de existencia. Describimos la vida del hombre dentro de su cuerpo y la forma de vida entre la muerte y el nuevo nacimiento. Nos esforzamos por comprender la muerte, por superar la muerte comprendiendo que es sólo apariencia, que el alma en verdad sigue viviendo cuando ha pasado por la muerte. Es un objetivo esencial para nosotros superar la muerte a través de la comprensión. Pero aquí llegamos a uno de los puntos, de hecho a uno de los puntos más vitales, donde la ciencia espiritual se desvía totalmente de la idea central sostenida por el gran pensador ruso Soloviev. Su idea es la siguiente: Hay maldad en el mundo, vileza en el mundo. Si nosotros, con nuestros sentidos, contemplamos el mal y la vileza, no podemos negar que el mundo está lleno de ambos. Esto, dice Soloviev, refuta la divinidad del mundo, pues cuando contemplamos el mundo con nuestros sentidos, ¿cómo podemos creer en un mundo divino, ya que un mundo divino no puede ciertamente exhibir el mal? Pero los sentidos perciben el mal en todas partes y el mal extremo es la muerte. Porque la muerte está en el mundo, el mundo se revela en toda su maldad y perversidad. ¡El archi-mal es la muerte!

Así describe Soloviev el mundo. Dice -y cito casi palabra por palabra-: Mira el mundo con tus sentidos ordinarios; trata de entender el mundo con tu mente ordinaria. Nunca podrás negar la existencia del mal en el mundo, y desear comprender la muerte sería absurdo. La muerte existe. El conocimiento adquirido a través de los sentidos revela un mundo de maldad, un mundo de maldad. ¿Podemos creer, pregunta Soloviev, que este mundo es divino cuando nos muestra que está lleno de maldad, cuando nos muestra la muerte a cada paso? Nunca más podremos creer que un mundo que nos muestra la muerte es un mundo divino. Porque en Dios no puede haber maldad, ni maldad, sobre todo, no la archi-malvada muerte. En Dios no puede haber muerte. Por lo tanto, si Dios viniera al mundo (repito lo que dice Soloviev prácticamente al pie de la letra), si Dios apareciera, ¿podríamos creer inmediatamente que es Dios? No, no deberíamos. Primero tendría que demostrar su identidad. Si apareciera un ser que dijera ser Dios, no deberíamos creerle. Tendría que demostrar su identidad presentando algo parecido a un documento mundial que nos permitiera reconocerlo como Dios. Nada de eso existe en el mundo. Dios no puede demostrar su identidad mediante lo que hay en el mundo, porque todo lo que hay en el mundo contradice la naturaleza divina. Entonces, ¿con qué medios puede demostrar su identidad? Sólo mostrando, cuando viene al mundo, que ha vencido a la muerte, que la muerte no puede tener ningún poder sobre él. Nunca creeríamos que Cristo es Dios si no demostrara su identidad. Pero Cristo lo hizo, en la medida en que ha resucitado, en la medida en que ha mostrado que el archienemigo, la muerte, no está en Él.

Esto es lo que dice Soloviev. Es una conciencia de lo divino que se basa únicamente en la resurrección real e histórica de Cristo, que, como Dios, demuestra su identidad. Soloviev continúa diciendo: Nada en el mundo, con la única excepción de la Resurrección, nos permite comprender que existe un Dios. Si Cristo no hubiera resucitado, toda nuestra creencia sería vana, y todo lo que pudiéramos decir sobre una naturaleza divina en el mundo, también sería vano. Soloviev cita una y otra vez estas palabras de San Pablo.

Este es, pues, el punto de vista fundamental de Soloviev. Si observamos el mundo, sólo vemos en él el mal, la maldad, la degeneración, el sinsentido. Si Cristo no hubiera resucitado, el mundo no tendría sentido, por lo tanto, ¡Cristo ha resucitado! Fíjense bien en esta frase, porque es un dicho cardinal de uno de los más grandes pensadores de Europa del Este: "Si Cristo no hubiera resucitado, el mundo no tendría sentido, por lo tanto Cristo ha resucitado". Soloviev ha dicho: "Puede haber gente que piense que es ilógico cuando digo, si Cristo no hubiera resucitado el mundo no tendría sentido, por lo tanto Cristo ha resucitado - pero esta es una lógica mucho mejor que cualquiera que puedan aducir contra mí".

En este curioso ejemplo de un documento para probar la divinidad de Dios, que encontramos en los escritos de Soloviev, les he dado un ejemplo concreto de la extrañeza del pensamiento en Europa del Este. Los pensamientos curiosos surgen en el intento de comprender por qué medios Dios revela indiscutiblemente que es Dios. ¡Qué diferente es en Occidente y en Europa Central! ¿Cuál es el objetivo de la ciencia espiritual? Intenta revisar y comparar lo que intentamos cultivar en la ciencia espiritual. ¿Cuál es su objetivo y dirección? Nuestro deseo y objetivo es reconocer, a partir del conocimiento, que el mundo tiene sentido, significado y propósito, y que el mundo no está lleno simplemente de maldad y degeneración. Nuestro objetivo es comprender, a través del conocimiento directo, que el mundo tiene un significado. Mediante esta comprensión, tratamos de prepararnos para la experiencia real de Cristo. Deseamos comprender al Cristo vivo, aceptando todas estas cosas, por supuesto, como un don, como una gracia. Nos damos cuenta del significado de las palabras: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Aceptamos todo lo que el Cristo nos promete incesantemente. Porque Él no sólo habla a través de los Evangelios; también habla dentro de nuestras almas. Eso es lo que Él quiere decir con las palabras: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Siempre se le puede encontrar como el Cristo vivo. Queremos vivir en Él, recibirlo en nosotros.

"¡No yo, sino el Cristo en mí!" De todas las frases de San Pablo, ésta es la más significativa para nosotros. "No yo, sino el Cristo en mí". Porque así nos damos cuenta: Dondequiera que nos dirijamos, se revelan el significado y el propósito. Fausto expresó la misma verdad cuando vistió su filosofía con las siguientes palabras:

Espíritu sublime, me diste, me diste todo

por lo que he rezado. No en vano me has revelado

me has revelado tu rostro en el fuego.

Me diste la naturaleza como un gran reino

con el poder de sentirla y disfrutarla. Tú

no sólo me das un conocimiento frío y asombrado

sino que concedes que en su seno más profundo

me contemple, como en el seno de un amigo.

Las múltiples criaturas vivas las conduces

ante mí, enseñándome a conocer a mis hermanos

En el aire y en el agua y en el bosque silencioso.

Y cuando la tormenta en los bosques ruge y tritura

Los abetos gigantes, al caer la rama vecina

Y los troncos vecinos con peso aplastante derriban,

Y cayendo, llenan las colinas con truenos huecos;

Entonces, a la cueva segura me conduces,

Entonces me muestras mi propio ser, y en mi pecho

Los profundos y misteriosos milagros se despliegan.

Estas palabras indican una comprensión espiritual de los mundos exterior e interior, del propósito universal, del significado de la propia muerte y de la comprensión de que la muerte es el paso de una forma de vida a otra. Al buscar a Cristo vivo también le seguimos a través de la muerte y de la resurrección. No tomamos, como el hombre de Europa del Este, la Resurrección como punto de partida. Seguimos a Cristo, dejando que su inspiración entre en nosotros, recibiéndolo en nuestra imaginación. Seguimos a Cristo hasta la muerte. Le seguimos no sólo diciendo: Ex Deo Nascimur, De Dios hemos nacido; sino también diciendo: In Christo Morimur, En Cristo morimos.

Escudriñamos el mundo y sabemos que el mundo mismo es el documento a través del cual Dios expresa su divinidad. En Occidente no podemos decir que si Dios viniera al mundo necesitaríamos un documento para establecer su identidad, sino que buscamos a Dios en todas partes, en la naturaleza y en el alma de los hombres. 

Así pues, esta quinta época postatlante de la civilización necesita lo que desarrollamos y cultivamos en nuestros grupos. Necesita el cultivo consciente del aura espiritual que aún se cierne sobre nosotros, acariciada por los espíritus de las jerarquías superiores, y que fluirá en las almas de los hombres cuando vivan en la sexta época. No es nuestra manera de recurrir, como en Europa del Este, a la vida anímica grupal que está muerta, a una forma de comunidad que es una mera supervivencia de lo antiguo. Nuestro empeño es cuidar y cultivar una realidad viva desde su infancia: así es la comunidad de nuestros grupos. No es nuestra forma de buscar lo que habla en la sangre, convocando sólo a los que tienen sangre en común, y cultivar esto en comunidad. Nuestro objetivo es convocar a seres humanos que se han propuesto ser hermanos y hermanas, y sobre los que se cierne algo que se esfuerzan por desarrollar cultivando la ciencia espiritual, sintiendo que el buen espíritu de la hermandad se cierne sobre ellos y por encima de ellos.

En la apertura de uno de nuestros grupos, este es el pensamiento dedicatorio que recibiremos en nosotros. Así consagramos un grupo en su fundación. ¡Comunidad y vida vivificante! Buscamos la comunidad por encima de nosotros, el Cristo vivo en nosotros, el Cristo que no necesita ningún documento ni tiene que ser autentificado primero porque lo experimentamos dentro de nosotros mismos. En la fundación de un grupo tomaremos esto como nuestro lema de consagración: Comunidad sobre nosotros; Cristo en nosotros. Sabemos además que si dos, o tres, o siete, o muchos se unen en este sentido en el Nombre de Cristo, el Cristo vive en ellos en verdad. Todos los que en este sentido reconocen a Cristo como su Hermano, son ellos mismos hermanas y hermanos. El Cristo reconocerá como su hermano a aquel hombre que reconozca a otros hombres como hermanos.

Si somos capaces de recibir esas palabras de consagración y de llevar a cabo nuestro trabajo de acuerdo con ellas, el verdadero espíritu de nuestro Movimiento prevalecerá en todo lo que hagamos. Incluso en estos tiempos difíciles, los amigos de fuera se han asociado a los que han fundado el grupo aquí. Esta es siempre una buena costumbre, pues así los que despiertan en otros grupos pueden llevar a otros lugares las palabras de consagración. Se comprometen a pensar constantemente en aquellos que se han comprometido en un grupo a trabajar juntos de acuerdo con el verdadero espíritu del Movimiento. La comunidad invisible, que quisiéramos fundar por la forma de nuestro trabajo, crecerá y prosperará así. Si esta actitud, unida a nuestro trabajo, se generaliza cada vez más, daremos buena cuenta de las exigencias de la ciencia espiritual en favor del progreso de la humanidad. Entonces podremos creer que esos grandes maestros de la sabiduría que guían el progreso y el conocimiento humano estarán con nosotros. En la medida en que vosotros trabajéis aquí en el sentido de la ciencia espiritual, en esa medida sé muy bien que los grandes maestros que guían nuestro trabajo desde los mundos espirituales estarán en medio de vuestras labores.

Invoco sobre las labores de este grupo, el poder y la gracia y el amor de aquellos maestros de sabiduría que guían y dirigen el trabajo que realizamos en hermandad dentro de tales grupos. Invoco la gracia, el poder y el amor de los maestros de sabiduría que están directamente conectados con las fuerzas de las jerarquías superiores. Que haya en este grupo el espíritu del bien que hay en vosotros, grandes maestros de sabiduría, y que también prevalezca y funcione en este grupo el verdadero espíritu del Movimiento.

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919