Este era el ambiente que difundieron los contemporáneos del Misterio del Gólgota e incluso muchos iniciados de los tres primeros siglos cristianos, de los que, sin embargo, los escritos históricos proclaman poco, porque todo lo que se proclamaba ha sido realmente erradicado. Pero a través de la visión del orden mundial de la que hablé ayer, se llega a la conclusión de que un talante como el cristiano de los tres primeros siglos estaba muy extendido entre los que querían escuchar a los iniciados todavía presentes en aquella época, hasta que este talante Crístico se perdió y debe renovarse de nuevo hoy. Hablaré después de esto en la segunda parte de mi presentación.
Así, en la relación que el discípulo desarrollaba con su maestro, la gente había aprendido gradualmente a mirar a la Divinidad desde esta relación reverente y devota. Y en el propio maestro, en el gurú, se veía al mediador de lo divino, que en cierto modo dejaba que lo divino fluyera hacia la tierra, y a su vez guiaba la piedad que el hombre quería enviar hacia el mundo espiritual. Así, había una suma de sentimientos y sensaciones que, por herencia de generación en generación, entraban en el alma humana. Y de aquellos que se convirtieron en los primeros maestros cristianos -de cuya intimidad, de cuya posibilidad de veneración sólo unos pocos tienen aún hoy un indicio-, de aquellos primeros maestros cristianos esta veneración ha sido dirigida ahora por quienes querían escucharlos, no hacia los gurús en el sentido antiguo, sino hacia el Cristo que descendió de los mundos espirituales y que había tomado cuerpo en el hombre Jesús de Nazaret.
En primer lugar, esta suma de sentimientos se propagó, se propagó a través de los siglos y se dirigía a aquel de quien la historia cristiana externa proclamaba que había pasado por el Misterio del Gólgota, que había pasado por la muerte por la humanidad, para que ésta pudiera encontrarlo en adelante en la tierra.
La nueva ciencia de la iniciación, de la que os hablé ayer aquí, se acerca ahora de nuevo a este misterio de Cristo, intenta de nuevo acercarse al misterio del Gólgota. ¿Por qué es necesario?
Sin embargo, mientras transcurría una corriente de piedad y religiosidad a lo largo de la Edad Media cristiana, que era como la continuación de aquella corriente de veneración que los discípulos de los antiguos gurús tenían por estos maestros, amanecía cada vez más en la humanidad lo que estaba presente como una antigua clarividencia onírica en los antiguos tiempos de la evolución humana. A través de la ciencia espiritual antroposófica, también podemos averiguar lo que estaba presente fuera de los documentos históricos: En aquellos tiempos antiguos la gente tenía la posibilidad de entrar en una especie de clarividencia onírica en determinados momentos. De este modo, percibían aquél mundo del que ellos mismos habían descendido a su existencia terrenal. Pero este conocimiento de lo eterno en el alma humana se fue perdiendo para la humanidad. Bajo la influencia de este conocimiento, las personas nunca habrían podido alcanzar el sentimiento de libertad humana. Y este sentimiento de libertad humana, que pertenece a toda la humanidad, habría de entrar un día en el ser humano. Y la época en la que entró este sentimiento de libertad humana fue la de la Edad Media; pero también fue la época en la que se desvaneció aquella otra antigua conciencia que nunca podría haber sido libre. Porque cuando el hombre miraba lo que era como un ser espiritual entre seres espirituales en la existencia preterrenal, se sentía dependiente, no se sentía libre. Podría decirse que hubo un tiempo en que la antigua clarividencia se extinguió, y en un estado de penumbra en relación con el mundo espiritual la humanidad desarrolló su sentimiento de libertad, que ha llegado a una cierta culminación en nuestra civilización moderna. Pero debido a esto, la humanidad no pudo ver en esos mundos suprasensibles de los cuales el Cristo descendió en Jesús de Nazaret. Y así, la veneración del cristianismo se convirtió inicialmente en algo tradicional. Uno se basaba en lo que se había transmitido históricamente, y otro apelaba a lo que se había heredado de la antigua veneración de los gurús. De este modo, toda la veneración humana que el hombre había adquirido en cuanto a su relación con la Divinidad podía dirigirse al Ser Divino que había pasado por el Misterio del Gólgota; pero a medida que el hombre, en este estado crepuscular de la conciencia, desarrollaba un conocimiento de la naturaleza como el que nunca habían tenido los antiguos, se alejaba cada vez más incluso de la idea de que se podía alcanzar un mundo espiritual a través del conocimiento humano.
Pero el conocimiento espiritual del que les hablé ayer es una verdadera continuación del conocimiento de la naturaleza. Y todo lo que les dije ayer, que aborda al ser humano de tal manera que puede llegar hasta el mundo espiritual con su conocimiento a través de la meditación y la concentración, se desarrolla con especial fuerza cuando, como ser humano moderno, uno no se queda apegado a lo que la ciencia natural tiene que decir sobre el mundo exterior, sino cuando lucha interiormente con lo que le dice a uno, cuando toma los pensamientos como algo absolutamente científico, pero luego los une con su humanidad más íntima. Entonces ocurre algo que al principio es indeterminado: un cierto estado de ánimo, una condición anímica. Si se incluye la meditación, la concentración en el mundo de los pensamientos y en el mundo de la voluntad, el alma es guiada hacia arriba, como describí ayer, hacia lo espiritual, hacia los mundos suprasensibles. Y a través de esto se adquiere la posibilidad de comprender lo que es lo suprasensible. Se aprende a mirar más allá de la tierra, sobre la que la ciencia natural nos enseña de esta manera, hacia un mundo suprasensible que pertenece a la tierra, que debe añadirse a la tierra en particular si se quiere entender al hombre en la tierra.
Y entonces surgen cuestiones de la más profunda significación en el interior del luchador antroposófico. Y cuando busca respuestas a estas preguntas, las respuestas le llevan a su vez a comprender el Misterio del Gólgota.
Por un lado, se ha aprendido a ver lo espiritual después de haber elevado la conciencia de la tierra, después de haber alcanzado a percibirlo fuera del cuerpo humano, e incluso, como describí ayer, a actuar en la magia ideal. En resumen, en este estado sin cuerpo se ha aprendido a entrar en un mundo espiritual con conocimiento y con la voluntad.
Cuando uno, dotado de esta comprensión interior del mundo espiritual, vuelve a mirar al Cristo, a lo que se le aparece como el Misterio del Gólgota entre los acontecimientos terrenales, no se detiene, como hacen muchos teólogos modernos, en el Jesús de Nazaret hombre. Porque no se entiende simplemente en un sentido materialista lo que ocurrió con el Misterio del Gólgota, se entiende de tal manera que se ve al hombre Jesús de Nazaret impregnado del Cristo divino, porque se ha adquirido la capacidad para lo espiritual. Con la capacidad de reconocer lo espiritual, también se llega a ver lo divino-espiritual en Cristo. Así, esta teosofía moderna, debido a que alcanza lo divino-espiritual en el conocimiento directo, está equipada mediante el conocimiento de lo espiritual para poder mirar a Jesús de Nazaret y reconocer en él al Cristo, que sólo puede ser reconocido como un ser espiritual. Con el conocimiento que se adquiere de lo sobrenatural, uno se acerca al Cristo para ver en el propio Cristo lo sobrenatural, lo divino en el Dios-hombre.
La antroposofía moderna conduce a Cristo a través de la plena comprensión del mundo espiritual. Y se llega a él precisamente cuando uno se ha preparado de esta manera a través de la antroposofía. Para que esto sea totalmente comprensible, me gustaría señalar cómo puede el hombre moderno acercarse erróneamente y correctamente al mundo espiritual. Verán, se podría decir que los sucesores actuales de aquellos que una vez estuvieron bajo la influencia de los Misterios y en la conciencia atenuada de la humanidad, pero que fueron capaces de ver en ciertos estados de la existencia pre-terrenal y en esta conciencia atenuada quisieron dejar que lo espiritual fluyera hasta lo Divino en el acto de sacrificio, los sucesores de estas antiguas personas piadosas son hoy personas que quieren entrar en relación con el mundo espiritual de una manera totalmente cuestionable. En aquellos días la vida exterior del alma piadosa permanecía en lo espiritual, dirigían su sentido espiritual hacia los mundos sobrenaturales.
Este estado de ánimo piadoso se ha perpetuado como el estado de ánimo cristiano en aquellas personas piadosas de las que hablé al principio de mi conferencia de hoy y que quieren permanecer con esta piedad ingenua. Es ingenua hoy en día porque el hombre ya no mira la existencia suprasensible a través de su conciencia natural, y porque a través de esta piedad ingenua el hombre no es conducido a los mundos suprasensibles como los antiguos discípulos del gurú, sino que permanece aquí en la tierra en su cuerpo físico. Esa es la característica de esta piedad ingenua, que se queda con los sentimientos, con las sensaciones, la sensación que tiene el alma cuando se sumerge en su propia humanidad.
Cuando el hombre se sumerge en su propia humanidad, llega a saber que lo que hay ahí abajo, en el cuerpo físico, no es simplemente carne y sangre, sino que hay espiritualidad. Esta sustancia espiritual, que los piadosos quieren dirigir hacia lo divino, que es hoy, diría yo, el sucesor incorrecto de los antiguos discípulos del gurú, quiere traducirlo en acción como personalidad mediúmnica.
¿Qué es una personalidad mediúmnica? Una personalidad mediúmnica es aquella que permite a lo espiritual hablar fuera del cuerpo físico, escribir fuera del cuerpo físico o darse a conocer de alguna otra manera. El hecho de que los médiums se expresen cuando su conciencia, de la que por otra parte proceden la escritura y el habla, se ha atenuado, como ocurría con los discípulos de los gurús de antaño, prueba que el cuerpo humano no es sólo el físico, que desde él habla lo espiritual, pero lo espiritual mecánico, lo espiritual de tipo subordinado. Estas personalidades mediúmnicas no sólo quieren experimentar lo espiritual directamente en sus cuerpos, sino que también quieren revelarlo en ellos mismos. Y, efectivamente, es algo espiritual lo que habla y habita en el cuerpo cuando el médium habla o escribe.
¿Cuál es la peculiaridad de tales personalidades mediúmnicas con su revelación en relación con lo divino? La peculiaridad es ésta -puede que ustedes la conozcan-: se vuelven habladores, se vuelven locos por la escritura, les gusta escribir, les gusta hablar, pero mezclan innumerables cosas, que deben parecer cuestionables a la lógica ordinaria, en lo que el espíritu da a conocer a través de su cuerpo. Estas personalidades mediúmnicas son precisamente la prueba de que no debemos caer en la vieja forma de conectar con lo Divino, que debemos encontrar otra manera, que debemos buscar otro camino. La ciencia espiritual antroposófica busca este otro tipo. Y quizás pueda hablar de esta otra manera por una razón particular. Esta otra manera de acercarse al mundo espiritual -si uno toma en serio los resultados de la ciencia natural de manera muy visible, si los acepta como los grandes logros de la civilización más reciente- esta otra manera, al querer acercarse a los mundos espirituales, encuentra inicialmente una dificultad extraordinaria, podría decir, para mover los órganos del habla, incluso para acariciar los pensamientos, o incluso para alcanzar la escritura de manera mediúmnica.
"Cuando se deja llevar por la meditación, por la concentración de ese espíritu dentro de uno mismo del que hablé ayer, sí, ¡entonces uno preferiría quedarse mudo al principio! Mientras que la personalidad mediúmnica se vuelve locuaz y deja salir el sonido espiritual de sí misma a través del organismo del habla, cuando una persona concienzuda y científicamente educada es poseída por el espíritu para el conocimiento suprasensible, como lo describí ayer, uno preferiría quedarse mudo al principio, para no hablar de esa tierna experiencia que se manifiesta en el alma. Uno quisiera incluso prohibirse a sí mismo pensar, porque ha aprendido a pensar a partir de las cosas físico-terrenales. No se quiere dejar correr los pensamientos, dejarlos fluir en el alma, porque se tiene cierta ansiedad interior por volver el pensamiento, que se ha trazado sobre las cosas físicas-sensoriales externas, medio inconscientemente hacia lo espiritual, al que se llega por esa condición interior de la que he hablado, porque se cree que esa espiritualidad, al aplicar el pensamiento a ella, no sólo se le escapa a uno, sino que se la profana, se la desfigura. Lo que menos se quiere es pasar a la escritura, pues se sabe que en aquellos tiempos antiguos en los que el culto a Dios se transformaba en una actividad mediante actos sacrificiales, mediante la participación del cuerpo humano, no se recurría a la escritura. La escritura es algo que entró por primera vez en la humanidad con el intelecto y el entendimiento dirigidos hacia la naturaleza sensorial-física; la escritura se encuentra, cuando uno se deja llevar por el conocimiento de lo divino-espiritual, al principio como algo que uno quisiera alejar de sí mismo. Y así, cuando uno se apodera de esta capacidad de reconocer lo divino-espiritual, el mundo suprasensible, primero se vuelve mudo interiormente con respecto a sus pensamientos; se vuelve mudo sólo más con respecto a su lenguaje y con respecto a lo que de alguna manera quería escribir sobre lo divino.
He dicho que puedo hablar de estas experiencias porque son mías. Son experiencias que conocí en el desarrollo que yo mismo experimenté a partir de la ciencia natural, hacia la comprensión de los mundos espirituales, hacia la visión de los mundos espirituales y hacia la visión del Misterio del Gólgota a través de estos mundos espirituales. Pero también comprenderán que los que ahora se acercan al Misterio del Gólgota con esta ciencia espiritual moderna y antroposófica tienen dificultades. El Misterio del Gólgota debe ser captado en toda su majestuosidad y grandeza, tal como se revela en la historia de la humanidad. Hay que contemplar el mayor acontecimiento histórico en una imagen completamente sin sentido. Pero es precisamente este captarlo sin sentido en el pensamiento, la representación a través de la palabra, quizás incluso a través de la escritura, lo que uno lucha con extraordinaria dificultad de la manera que he explicado.
Pero lo que se adquiere en este camino es: la reverencia interior, el asombro interior ante el gran misterio que tuvo lugar en el Gólgota. Algo se derrama sobre el alma de quien, de la manera que les he descrito, se ha vuelto mudo en sus pensamientos y en sus palabras, que no quiere agitarse cuando lo divino-espiritual que hay en él le atrae hacia el Misterio del Gólgota. El sentimiento más profundo y reverente se derrama sobre el alma de alguien así: uno no quisiera acercarse a él. Y así lo que es el camino antroposófico se convierte no sólo en algo que es conocimiento. Lo primero es la cognición. Es cognición al mirar hacia los mundos suprasensibles, pero se vierte en sentimiento, se convierte en tímida reverencia. Lo que el discípulo sentía por su antiguo gurú se convierte en algo que atenaza el alma humana mucho más profundamente que cualquier otra cosa que haya atropellado a los seres humanos. Y este sentimiento se desarrolla primero como una profunda necesidad de captar al Cristo Jesús en el Gólgota. Mediante una metamorfosis interior del alma, lo que al principio era una visión suprasensible se transforma en sentimiento. Y este sentimiento busca al Dios-hombre en el Gólgota. Y puede encontrarlo porque ha aprendido a ver lo espiritual. No habla del hombre Jesús de Nazaret, pero aprende a reconocer a este hombre Jesús de Nazaret, pero también aprende a reconocer que en él, dentro de la vida terrenal, se puede ver realmente al Cristo como una entidad espiritual-divina. Así, de la ciencia espiritual antroposófica brota el conocimiento del Cristo espiritual, pero también de esta verdadera veneración por lo divino, a través de lo que puede vivir en el conocimiento de lo suprasensible.
Cómo esto puede llevar a la fecundación del cristianismo, permítanme explicarlo en la breve tercera parte después de la traducción de la segunda parte.
Precisamente, cuando el poder suprasensible del conocimiento se apodera de la persona, ésta al principio quiere quedarse muda de pensamiento y de palabra, hasta el punto de no querer utilizar su organismo para expresar lo que vive en ella, experimenta algo en la transición -al decidirse a hablar exteriormente de lo que vive en su interior- que le autoriza a hablar de la naturaleza espiritual del Cristo Jesús. Lo que se experimenta en esta transición, cuando se decide a pensar en lo espiritual, a hablar de lo espiritual, a escribir sobre lo espiritual, es que uno se siente elevado del cuerpo físico para todo hablar y pensar en lo espiritual. Entonces no se puede pensar, ni se puede hablar, porque pensar y hablar pertenecen al cuerpo físico; pero en cierto modo uno se siente ajeno a su cuerpo físico.
Mientras que el médium se siente enteramente dentro del cuerpo físico, e incluso anula la conciencia para vivir enteramente en el cuerpo físico y dejar hablar a lo espiritual, aquel a quien me refiero ahora como el cognoscente suprasensible se eleva fuera de su cuerpo físico a través de una conciencia refinada, una conciencia elevada. El mundo físico se convierte para él, mediante todo lo que ha experimentado, en un mundo espiritual, de tal manera que le resulta extraordinariamente difícil captarlo. Debido a todo lo que experimenta como mundo espiritual, le resulta muy difícil captar el mundo físico: no puede encontrar su lenguaje, no puede encontrar la actividad ingenua de su pensamiento, no puede encontrar sus brazos, ni puede encontrar todo el cuerpo físico. Hay que pasar por la experiencia de volver a encontrar primero este "mundo" físico, volver a encontrar primero los pensamientos y el lenguaje para aquello que se experimenta en el mundo suprasensible. Pero esto es algo que le pone a uno en la posición de tener que conquistar la vida de nuevo, una segunda vez, como si tuviera que pasar por un nacimiento de su propia autoría.
Pero esto también enseña a conocer las profundidades del ser humano. Porque al captar este ser humano por segunda vez, para convertirlo en el instrumento de pensamiento y expresión de lo espiritual, de lo suprasensible, se llega a conocerlo. Y uno llega a conocerlo de tal manera que, del mismo modo que el conocimiento suprasensible, del que hablé ayer y hoy, uno sabe ahora: si uno penetra en su organismo a través del conocimiento suprasensible, también encuentra allí al Cristo, en cuanto que ha pasado por el Misterio del Gólgota. Y ahora no sólo se ha captado al Cristo que una vez descendió a la tierra y pasó por la muerte, sino que se ha experimentado al Cristo que, por tanto, pasó por la muerte para derramarse a partir de ahora en la humanidad, en toda la humanidad, para que el hombre pueda encontrarlo si desciende lo suficientemente profundo dentro de sí mismo. Esto es lo que experimenta en el conocimiento suprasensible de su cuerpo una vez más y ahora lo capta más firmemente. Y lo que así adquiere del conocimiento de Cristo lo puede revestir en esas palabras que contienen en sí mismas un verdadero mensaje del Cristo. Porque sabe: el Cristo murió en el Gólgota, el Cristo se derramó a través de la muerte en las fuerzas del nacimiento del hombre, vive desde entonces en los seres humanos. Pueden ser encontrarlo si se adentran lo suficiente en ustedes mismos. El iniciado moderno sabe que las palabras de Pablo tienen una profunda verdad: "No yo, sino el Cristo en mí". Cuando profundizo lo suficiente en mi humanidad encuentro al Cristo en mí. Entonces, sin embargo, el iniciado no necesita hacer a todos iniciados para hacerlos cristianos, sino que entonces encuentra la posibilidad, dotado de este conocimiento de Cristo, de encontrar los nuevos caminos también para la religiosidad primitiva y sencilla.
Esta religiosidad simple y primitiva puede encontrar al Cristo. Sin embargo, los caminos de la religiosidad actual deben ser algo diferentes de los de la antigua religiosidad revelada a los pies del Gurú. Esta debe ser interior, pues el hombre ya no debe enviar la corriente de su sentimiento por la divinidad a un mundo suprasensible, él debe penetrar en su interior para encontrar al Cristo que vive en la tierra desde el Misterio del Gólgota. Y si al simple hombre religioso se le puede decir desde la ciencia espiritual antroposófica que puede llegar a un mundo suprasensible, encontrará al Cristo en sí mismo:
No es una ilusión el hecho de que si se profundiza lo suficiente en uno mismo encuentre al Cristo, ni es una ilusión, decir que está en tus profundidades, porque él descendió a tus propias profundidades a través de la muerte en el Gólgota - entonces el científico espiritual antroposófico, cuando le habla al simple religioso, sabe que le está diciendo una verdad, que no sólo le está diciendo algo para entrenar los sentimientos, sino que le puede mostrar una meta que el simple religioso también puede encontrar. Y así los caminos modernos pueden ser seguidos por los simples religiosos. En el pasado se trataba de desarrollar pensamientos transparentes, el sonido divino del mantram, el gesto de sacrificio, en la veneración del gurú y el respeto al gurú, mientras que aquellos que quieren encontrar su camino a Cristo en el sentido moderno deben encontrar sobre todo la interiorización del alma. Debe ser capaz de aprender a mirar en su ser interior para seguir teniendo algo en su sentimiento interior, en su experiencia interior, cuando aleja sus ojos del mundo exterior. Y allí él podrá encontrar esa fuerza que lo conduzca a través de la puerta de la muerte, al ser familiarizado con ella aquí en la tierra en la devoción al Cristo y al Misterio del Gólgota.
El antiguo Gurú había dicho a sus discípulos y a toda la humanidad: "Cuando atraveséis la puerta de la muerte, encontraréis al elevado Ser Solar que equilibra las imperfecciones de la tierra". - El maestro moderno dice: Si tú aquí en la tierra adquieres una relación con el Cristo descendido, si tú con toda la veneración interior, la adoración interior, con una vida interior del alma encuentras tu relación aquí en la tierra con el Cristo y con el Misterio del Gólgota, entonces surgirá en ti un poder que no morirá contigo, y que podrás llevar a través de la puerta de la muerte y que realizará contigo lo que no puedes realizar aquí en la tierra mientras lleves el cuerpo físico. "Lo que en la antigüedad el alto ser solar realizaba con el ser humano se cumplirá contigo por el poder de Cristo, si permanece en tu propio ser, el cual se ha quedado sin cuerpo en la muerte. El poder de Cristo actuará en la tierra en lo que todavía es imperfecto en los seres humanos, y será posible que las personas se encuentren en la tierra en este reconocimiento del Cristo en la vida social. - Porque aquello que los impregna de poder interior, como el poder que brota del Cristo, que puede ser iluminado por la enseñanza de la ciencia espiritual antroposófica, este poder, puede convertirse en el impulso de las acciones de la voluntad y así fluir en la vida social. En la vida social las fuerzas de Cristo pueden fluir en la vida social.
Efectivamente, hoy se habla mucho de reformas sociales, se habla mucho de progreso social. ¿Quién será el gran reformador de la vida social cuando las acciones entre los hombres se lleven a cabo en la vida social en nombre de Cristo Jesús, para que el mundo pueda ser cristianizado? ¿Quién será el gran reformador social que pueda traer la paz a las luchas sociales de la tierra? Será el Cristo solo, cuando las personas puedan tener una vida social entre ellos, que se convertirá en un acto de consagración para ellos en ciertos momentos de la vida, en la que miran al Cristo de tal manera que no dicen: Yo -, que dicen: Aunque sólo sean dos o tres, y si muchos se unen en nombre de en el nombre del Cristo, el Cristo está en medio de ellos. - Y la actividad social se convierte en un acto de consagración sacrificial. lo que era la antigua acción del culto. El Cristo, actuando en el ser humano de hoy, debe convertirse él mismo en el gran reformador social.
La segunda radica en la cristianización de la vida social. Y ahora les pregunto: Puede eso que los hombres anhelan, lo que el simple hombre religioso anhela, de encontrar el poder de Cristo en su alma, de que al actuar en la vida social entre otros hombres pueda encontrar que está actuando en nombre del Cristo, de modo que sus obras sean obras realizadas en nombre del Cristo, puede este simple hombre religioso alcanzar la certeza de sus obras cuando el iniciado moderno viene a él y dice: Así es, ha salido de la muerte del Gólgota lo que puedes encontrar a través de tu ingenua religiosidad interior del alma, lo que puedes encontrar cuando reflexionas sobre ti mismo y sobre lo que vive en ti como el Cristo. Y esto es realmente lo que fluye de Cristo. Y es que lo que se hace en la vida social con la conciencia de hacerlo como un impulso de Cristo, se hace en tal misión, porque Cristo vive entre las personas cuando lo descubren. - Y lo descubren a través de ellos mismos, a través de la interiorización en la vida social, al igual que entonces encuentran el amor verdadero y devoto, que construye el puente de corazón humano a corazón humano, que trae un elemento suprasensible al sentimiento, al igual que la luz que ilumina interiormente trae un elemento suprasensible al conocimiento.
Y de esta manera es posible que el simple piadoso aprenda a no volver a decir: Nuestro camino -lo que sólo queremos procurar en la simple religiosidad- es perturbado por el conocimiento que procura la ciencia espiritual antroposófica. -¡No! A través de la propagación de la ciencia natural puramente externa, esta religiosidad se iría atenuando y eclipsando por completo. Pero como la ciencia espiritual antroposófica traerá un conocimiento de lo suprasensible y, por lo tanto, un conocimiento real del ser Crístico como un ser suprasensible, lo que el verdadero creyente debe anhelar puede llegar a ser suyo: Certeza sobre lo que vive en su alma, certeza sobre lo que vive en su mano, si la pone en acción con amor para realizar una acción de Cristo, una acción en el sentido del impulso de Cristo. Aquello que los creyentes anhelan podrá entrar en el mundo como una certeza de conocimiento a través de lo que la ciencia espiritual antroposófica quiere ser. Por eso puede decir: No perturba los caminos de los verdaderos creyentes, no aleja a la gente del Cristo. Pero tal como puede decir: No en contra de la ciencia moderna, sino con ella y con respeto hacia ella; por lo que puede decir: La humanidad no debe entrar en el futuro sin el Cristo, sino con el Cristo, con el Cristo que es realmente conocido y sentido y que está dispuesto a trabajar en el mundo con su ser.
Traducido por J.Luelmo oct.2022
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