1ª conferencia,
Munich 14 de febrero de 1918.
Debe
ser bastante natural para cualquiera que tenga un sincero interés en
los esfuerzos de la ciencia espiritual antroposófica, en este
presente de pruebas tan severas, reflexionar sobre las relaciones
existentes entre el hecho de que este movimiento
científico-espiritual comenzó (a principios del siglo XX) a enviar
sus impulsos a la evolución de la humanidad y otro hecho, el de que
la humanidad de la era actual ha sido engullida por eventos
catastróficos. El daño que estos eventos catastróficos ha causado
a la humanidad aún no se han comprendido plenamente, porque las
personas están acostumbradas hoy a una vida sin espíritu. Sin
embargo, vivir sin el espíritu es vivir superficialmente; y vivir
superficialmente hace que para ellos, las impresiones importantes de
los eventos que tienen lugar a su alrededor, se adormezcan.
Adormecerse ante el paso de eventos importantes es una característica
especial del ser humano de la era actual. Hay pocas personas hoy en
día, que lleguen a una concepción adecuada de la gravedad de los
acontecimientos actuales. La mayoría de ellos viven de día en día.
Si se intenta hablar del tiempo que pueda venir después, las
personas, (y en muchos casos precisamente aquellos de quienes
dependen los asuntos), lo rechazan de la manera más violenta. Si
entre sus muchas tareas la ciencia espiritual logra hacer que el alma
humana sea más enérgica, más despierta, habrá cumplido una
importante tarea para nuestro tiempo presente. Los conceptos
científico-espirituales exigen un mayor esfuerzo del pensar, una
mayor intensidad del sentir que la empleada en otros conceptos,
particularmente los habituales de nuestro tiempo.
Hoy
es importante familiarizarse con los conceptos de la investigación
espiritual que pueden dirigirnos y guiarnos en la comprensión de la
era presente en el sentido más amplio. Hoy desarrollaré algunos
conceptos fundamentales sobre los cuales construiremos ideas en
nuestra próxima conferencia que arrojarán luz sobre factores
importantes de la era actual. Procederé a partir de pensamientos más
generales, tocando lo personal en el hombre, que, desde un cierto
punto de vista, proporcionará el fundamento para nuestras
posteriores consideraciones científico-espirituales.
Mis
queridos amigos, en el curso de nuestros estudios
científico-espirituales debemos insistir una y otra vez, sobre el
hecho de que se produce un cambio en nuestro estado de conciencia que
recorre nuestra vida entre el nacimiento o concepción y la muerte:
se trata del cambio entre estar dormidos y estar despiertos. En un
sentido general, sabemos la diferencia entre dormir y estar
despierto; De una manera más íntima, solo la percepción
científico-espiritual es capaz de demostrarle al alma humana la
verdadera diferencia entre dormir y estar despierto. En la vida
cotidiana creemos que dormimos desde que nos acostamos hasta que nos
levantamos, y que estamos despiertos desde que nos levantamos hasta
que nos dormimos. Pero esto es sólo una verdad aproximada. En
realidad, el límite entre dormir y despertar está incorrectamente
trazado. Para el estado de conciencia ensombrecida, que en muchos
aspectos es la inconsciencia, a través de la cual pasamos cuando tal
estado de sueño se extiende a nuestra vida cotidiana; una parte de
nuestro ser también está en ese estado entre despertar y quedarnos
dormidos. De ninguna manera estamos despiertos con todo nuestro ser,
desde el despertar hasta quedarnos dormidos; solo estamos despiertos
con una parte, la otra parte continúa durmiendo aunque nos creamos
que estamos despiertos. Somos en cierto sentido, seres humanos
siempre dormidos. Así es realmente. Estamos realmente despiertos
solo con respecto a nuestra percepción y nuestro pensar. Percibiendo
el mundo exterior a través de nuestros sentidos, al escuchar, ver y
percibir, ahí en tales circunstancias, estamos completamente
despiertos. También estamos despiertos, aunque en menor medida, en
el pensar visualizando. Cuando formamos pensamientos, cuando surgen
visualizaciones en nosotros, cuando los recuerdos emergen de los mas
oscuros recovecos de nuestra vida anímica, estamos despiertos con
respecto a los procesos que experimentamos. Estamos despiertos con
respecto a los procesos de la percepción y el pensar.
Sin
embargo, saben que además de la percepción y el pensar, nuestra
vida anímica contiene sentimientos y voluntad. Por lo que respecta
al sentir, no estamos despiertos, aunque creamos que lo estamos. El
grado, la intensidad de la consciencia que tenemos al sentir es igual
al grado e intensidad de la consciencia que tenemos mientras soñamos.
Y así como los sueños surgen como imágenes, de los recovecos
inconscientes de nuestras almas, de igual manera surgen en nosotros
los sentimientos como fuerzas. En el sentir estamos despiertos en el
mismo grado que en el sueño; La única diferencia es que llevamos
nuestros sueños desde el sueño a la conciencia de vigilia común,
recordándolos y así los distinguimos del estado de vigilia,
mientras que en el caso de los sentimientos todo esto ocurre
simultáneamente. Sentirse a sí mismo es estar soñándose, pero
acompañamos nuestros sentimientos con nuestros conceptos. El sentir
no está dentro de los conceptos, sino que desde los conceptos
miramos a los sentimientos, tal como miramos hacia el sueño que
hemos tenido, después de despertarnos. Y dado que hacemos esto,
simultáneamente en el caso del sentir, no somos conscientes del
hecho de que solo tenemos el concepto del sentir en la conciencia
real, mientras que el sentimiento mismo permanece en la región del
sueño, como cualquier sueño.
Y
respecto a la voluntad, queridos amigos! ¿Qué saben del proceso que
se pone en marcha cuando deciden tomar un libro y acto seguido su
mano se apodera del libro? ¿Qué saben de lo que ocurre entre su
pensamiento consciente: "Quiero apoderarme del libro" y los
procesos misteriosos que se desatan en su organismo? Sabemos lo que
pensamos sobre la voluntad, pero la voluntad misma sigue siendo
desconocida para nosotros en la conciencia ordinaria. Mientras que
"estamos soñando" en relación a nuestro sentir, respecto
al contenido real y esencial de nuestra voluntad, "estamos
durmiendo".
A
través de la percepción y el pensar, aprendemos a conocer un mundo
a nuestro alrededor que designamos como el mundo físico-sensorial; a
través del sentimiento y la voluntad no aprendemos a conocer el
mundo en el que existimos como seres humanos con voluntad y
sentimiento, con ellos nos movemos constantemente en un mundo
suprasensible; Las fuerzas de nuestro sentimiento y nuestra voluntad
se originan en este mundo suprasensible, al igual que nuestra
percepción y el pensar se originan en el mundo físico. No tenemos
órganos corporales físicos para el sentir y la voluntad; En cambio
si los tenemos para la percepción y el pensar. Muchos fisiólogos
creen que existen órganos para sentir y la voluntad; Esto demuestra
que no saben de qué están hablando. Los fisiólogos que realmente
piensan no creen esto.
Lo
que he descrito anteriormente es el estado ordenado en el que vivimos
entre el nacimiento y la muerte, un estado en el que estamos
despiertos con respecto a la percepción y el pensamiento, pero
dormidos con respecto al sentimiento y la voluntad.
La
condición se invierte, en cierto sentido, entre la muerte y un nuevo
nacimiento. Entonces si que comenzamos a estar despiertos con
respecto a nuestros sentimientos y deseos, mientras que nuestra
percepción, y nuestro pensar duermen, aunque allá en el mundo en el
que moran nuestras almas después de la muerte, el sueño es un
estado diferente. Por lo que acabo de decir, verán que los llamados
muertos se diferencian de los llamados vivos en que, en los vivos, su
sentir y su pensar duermen fluyendo constantemente a través de su
ser; Los muertos mantienen dentro este sentimiento y esta voluntad.
No les será difícil comprender que los muertos habitan en el mismo
mundo en que vivimos nosotros, los llamados vivos. Estamos separados
de los muertos simplemente porque no percibimos el mundo en el que
viven y se mueven. Los muertos están siempre a nuestro alrededor;
Estamos rodeados también por aquellos que viven sin haber encarnado
físicamente. Solo falla nuestra capacidad en percibirlos.
Solo
necesitan formarse el concepto de un ser humano durmiendo en una
habitación: los objetos están a su alrededor, pero él no los
percibe. El hecho de que algo no se perciba no es prueba de que no
esté allí. En lo que respecta al mundo de los muertos, estamos
exactamente en la misma posición en la que estamos en relación con
el mundo de los seres físicos mientras dormimos. Vivimos en el mismo
mundo con los muertos y con las jerarquías superiores: están en
medio de nosotros, pero estamos separados de ellos simplemente por
medio de la naturaleza de nuestra conciencia.
Mis
queridos amigos, de esto se deduce que el ser humano percibe y
entiende solo una parte de esa realidad dentro de la que realmente
está. Si el ser humano captara la realidad completa, su conocimiento
sería muy diferente de lo que es hoy. Pues este conocimiento,
incluiría no solo las fuerzas que provienen del reino de la
naturaleza que conocemos, sino también las fuerzas de los seres
espirituales superiores y las fuerzas provenientes del reino de los
llamados muertos. Hoy en día estos hechos se consideran
extremadamente grotescos para la gran mayoría de la gente. Sin
embargo, para círculos cada vez más amplios de la humanidad y
especialmente para aquellos que están interesados en la evolución y
el progreso de la vida humana, estas ideas deben convertirse en un
asunto que debe ser penetrado por el conocimiento. Hasta nuestros
días, más o menos, el ser humano era guiado por fuerzas oscuras y
desconocidas en relación con todo lo que no puede percibir en su
entorno. La guía de estas fuerzas desconocidas y oscuras ha cesado
más o menos en nuestra era. (Tendremos que hablar sobre esto en
nuestra próxima conferencia). Hoy en día, el ser humano debe entrar
en una relación consciente con ciertas fuerzas que llegan a nuestro
mundo desde el reino de los llamados muertos. -No será fácil hacer
que los seres humanos sean conscientes de estas cosas hasta el grado
necesario que pongan lo real, lo verdadero en lugar de la fantástica
insuficiencia que impregna nuestra era y que ha provocado catástrofes
tan grandes. En relación con esto, me gustaría de hecho, llamar su
atención sobre un solo punto:
Entre
los muchos estudios llamados "científicos" hay estudios
históricos. La historia se enseña y se estudia en las escuelas.
Pero ¿Qué es esta historia? Cualquier persona bien informada que
esté familiarizada con la literatura de anteriores épocas sabe, que
lo que hoy llamamos ciencia de la historia no tiene mucho más de
cien años. No quiero extenderme más sobre esto. Las personas
consideran y escriben la historia con los mismos pensamientos y
conceptos que emplean en la vida ordinaria externa cuando observan la
naturaleza. Pero nadie se plantea si es aceptable observar la vida
histórica de la misma manera que se observa la naturaleza externa.
No lo es, porque la vida histórica de la humanidad se rige por
impulsos que no pueden ser captados con los conceptos de nuestra
conciencia de vigilia. Cualquiera que sea realmente capaz de observar
la historia sabe que en la vida histórica rigen impulsos que, para
la conciencia ordinaria, solo son accesibles al estado de sueño. Así
como la humanidad sueña con la vida del sentimiento, también lo
hace con los impulsos de la historia. Si intentamos observar la vida
histórica de la humanidad con los conceptos que son válidos para
las ciencias naturales, realmente no podremos comprenderla: la
estaremos observando solo superficialmente. ¿Qué es lo que se
enseña y estudia como historia en las escuelas? La enseñanza actual
no tiene más relación con la historia real, que la descripción de
un cadáver tiene con respecto a todo el ser humano. La historia tal
como se enseña hoy es el estudio de un cadáver. El estudio de la
historia debe experimentar una transformación completa. En el
futuro, solo será posible comprender lo que actúa en la historia
con conceptos inspirados, con inspiración. Entonces tendremos
verdadera historia. Entonces sabremos qué contenidos rigen la
humanidad, qué efectos produce en la vida social lo que proviene de
la vida histórica.
Mis
queridos amigos, lo que estoy diciendo aquí tiene un profundo
significado. La gente cree que entiende la vida histórico-social. No
la entienden, porque pretenden hacerlo aplicando los conceptos
ordinarios de la vida diaria de vigilia. Esto no se evidencia cuando
se escribe la historia, ya que parece depender poco de si los hechos
son verdaderos o no. Me gustaría darles un ejemplo de esto:
aprendemos de los libros de historia que América se descubrió en
1492. En términos generales, esto es correcto; pero a partir de lo
que está escrito en los libros de historia, nos formamos el concepto
de que antes de 1492, América era completamente desconocida, tanto
mas, cuanto mas nos remontemos en la historia. Pero este no es el
caso. América era ya conocida sólo unos pocos siglos antes. Aún en
los siglos XII y XIII existía un intenso tráfico entre Islandia,
Irlanda y América. Las hierbas medicinales y otros bienes eran
importados a Europa desde América. Por ciertas razones relacionadas
con el karma interno de Europa y el primer papel de Irlanda, Roma
hizo todos los esfuerzos posibles para separar a Europa de América
para que América fuese olvidada. Este esfuerzo por parte de Roma no
fue perjudicial para las condiciones europeas en aquél tiempo; fue
bien intencionado.
Solo
pretendo mostrar con este ejemplo que un hecho no tiene que ser
necesariamente un hecho histórico; que podemos permanecer
completamente ignorantes históricamente con respecto a un asunto
importante.
Tener
conocimiento histórico o ser históricamente un ignorante con
respecto a la vida social de la humanidad es, por otro lado, de gran
importancia. ¿Con qué frecuencia hoy oímos decir a la gente:
debemos pensar de este modo o de este otro porque la historia enseña
así? Tomen la literatura moderna, especialmente las revistas y los
periódicos de hoy en día, y verán con qué frecuencia se emplea la
frase: "La historia nos enseña esto y lo otro". Los
acontecimientos históricos en medio de los cuales vive el ser
humano, los percibe en parte como adormecido, pero sin embargo, se
forma un juicio sobre ellos o se identifica uno en él. La frase "la
historia enseña así" se oye con mucha frecuencia, y al
comienzo de la guerra, hombres importantes declaran lo que la
historia les enseñó sobre la duración de la guerra. Fue la honesta
convicción de las llamadas "personas inteligentes" que, de
acuerdo con las condiciones sociales y económicas generales de la
Tierra, ¡la guerra no podría durar más de cuatro a seis meses! El
resultado de esta profecía fue similar al de otra profecía
histórica hecha por un espíritu mucho mayor, sin duda, pero que se
formó por los conceptos ordinarios de la conciencia cotidiana. Tales
conceptos no pueden apoderarse de la historia, porque la historia es
soñada, incluso en parte dormida. Solo se puede captar con grandes
conceptos. Cuando Friedrich von Schiller se convirtió en profesor de
filosofía en la Universidad de Jena, pronunció su discurso
inaugural de fama mundial sobre el estudio de la historia. Esto fue
poco antes del estallido de la Revolución Francesa. Declaró su
convicción derivada de la historia pero conseguida con conceptos
ordinarios. No cito literalmente, pero lo que sigue es lo que
Schiller, que ciertamente no era una personalidad insignificante,
expuso como su convicción: la historia enseña que muchas batallas y
guerras ocurridas en la antigüedad, y por lo que sucedió después,
podemos esperar en el futuro la falta de armonía entre los pueblos
europeos. Sin embargo, se considerarán miembros de una gran familia
y ya no se harán pedazos. - Así se expresó, Friedrich von
Schiller. Poco después, en 1789, estalló la Revolución Francesa.
Todo lo que le ocurrió a la familia de pueblos europeos en el siglo
XIX, y lo que está sucediendo ahora, muchos años después,
ciertamente ha aniquilado el llamado juicio histórico de Schiller de
la manera más completa.
La
historia solo nos enseñará algo si podemos escudriñarla con
conceptos inspirados. Porque la vida histórica de la humanidad está
influenciada no solo por los llamados vivos, sino también por las
almas de los muertos, y por los espíritus con los que estos
conviven, tal como nosotros vivimos con los seres de los reinos
animal, vegetal, y mineral. La humanidad atribuye gran valor a las
meras frases. Pero debe desprenderse de este hábito. Y solo puede
hacerlo si adquiere conceptos verdaderos, conceptos impregnados de
realidad. Un concepto muy importante es el que nos muestra que
estamos separados de los llamados muertos solo por nuestra
conciencia, que es una conciencia dormida con respecto al mundo del
sentir y la voluntad, un mundo desde el que los muertos nos rodean.
Es una conciencia dormida similar a la conciencia en la que vivimos
entre caer dormidos y despertarnos con respecto a los objetos físicos
que nos rodean.
La
conciencia clarividente confirma, paso a paso, lo que se ha
caracterizado aquí en términos generales.
La
cuestión, sin embargo, es: ¿Cómo es que el ser humano no sabe nada
acerca del mundo en el que vive, a través del cual va con cada paso
de su vida? Bien, mis queridos amigos, la manera en que la conciencia
clarividente ofrece una iluminación concreta en el trato con los
llamados muertos, es la prueba viviente del hecho de que para la
conciencia ordinaria, el mundo en el que viven los muertos debe
permanecer desconocido. Solo necesito relatar algunos de los rasgos
característicos de este trato con los llamados muertos, que pueden
tener lugar con la conciencia clarividente desarrollada, y a partir
de ahí verán, por qué no sabemos nada en la vida ordinaria acerca
de esta relación con los muertos. Eso es posible, (aunque, en cierto
sentido, es un asunto muy delicado). Aun así, es posible que el
mundo de los muertos se abra a la conciencia despierta del ser
humano, y pueda percibir el mundo de los muertos, para poder entrar
en una relación consciente con la individualidad del muerto. El ser
humano debe, sin embargo, adquirir una conciencia completamente
diferente si desea entrar en una relación real y segura con la
persona muerta. Debe adquirir una conciencia que sea completamente
diferente a la empleada en el mundo físico. Permítanme describir
aquí algunos rasgos característicos.
En
el mundo físico tenemos ciertos hábitos en nuestra relación con
otro ser humano. Si hablo con alguien aquí en el plano físico, le
pregunto algo, le comunico algo, soy consciente del hecho de que el
habla procede de mi alma, pasa a través de mis órganos del habla, y
va hacia él. Soy consciente del hecho de que hablo. Soy consciente
de este hecho también con respecto a la percepción externa. Y si
este otro ser humano aquí en el plano físico me responde o me
comunica algo, entonces escucho sus palabras, sus palabras me suenan.
Esto
no es así en los tratos con los muertos. (En los tratos
semiconscientes, el tema es algo diferente, pero aquí estoy hablando
de tratos totalmente conscientes). En los tratos totalmente
conscientes con los asuntos de los muertos, el modo se invierte. Son
bastante diferentes de lo que esperamos. Cuando me enfrento a la
persona muerta, él responde en su alma lo que pretendo preguntarle o
lo que deseo comunicarle: como sonando en mi. Y lo que pretende
decirme me suena en mi propia alma. Tenemos que acostumbrarnos a
esto, mis queridos amigos. Debemos acostumbrarnos a escuchar lo que
la otra persona dice como sonando a partir del mundo espiritual
exterior. Esto es tan diferente de todo lo que estamos acostumbrados
a experimentar aquí en el mundo físico, que no se nos ocurre en
absoluto tomar ninguna posición con respecto a ello. Consideren sino
lo siguiente: En un momento u otro de la vida, algo habla dentro de
su alma. Ciertamente lo atribuirán a ustedes mismos. El ser humano
es, en ciertos aspectos, egoísta, y si algo surge dentro de su alma,
se inclina a atribuirlo a su propia imaginación, a su propio genio.
Solo a través de la conciencia clarividente aprendemos a reconocer,
que mucho de lo que surge en nuestras almas, son en verdad,
comunicaciones de los muertos. El reino de los muertos juega
constantemente en nuestra voluntad, en nuestro sentimiento. Algo
surge en nosotros que podemos llamar una buena idea: en verdad es una
comunicación de los muertos. Estamos tan poco familiarizados con el
otro aspecto del asunto que no prestamos atención a lo que pueda
aparecer, fuera del entorno espiritual gris, como si esos fueran
nuestros propios pensamientos rodeándonos. Si un ser humano puede
ser lo suficientemente objetivo con respecto a sus propios
pensamientos como para experimentarlos como si estuvieran rondando a
su alrededor, entonces los muertos entienden estos pensamientos.
Si
bien es cierto que el ser humano, incluso en la conciencia ordinaria,
está en relación con los muertos, pero no se da cuenta de ello
porque no puede interpretar los hechos que acabo de describir. Porque
debemos darnos cuenta de que, además de dormir, despertar y soñar,
tenemos otros dos estados de conciencia. Tenemos otros dos estados de
conciencia extraordinariamente importantes, pero no les prestamos
atención en la vida ordinaria. No les prestamos atención por una
determinada razón que apreciarán de inmediato cuando nombre estos
dos estados de conciencia: tenemos el estado de dormir y el estado de
despertar. Son de corta duración y pasan tan rápido que no
prestamos atención a su contenido. Pero las cosas más importantes
ocurren en el momento de quedarnos dormidos y en el momento de
despertarnos. Si aprendemos a conocer la verdadera naturaleza de
estos dos momentos, todos nosotros, en cierto sentido, adquirimos los
conceptos correctos sobre la relación del ser humano con el
mundo en el que los muertos coexisten con nosotros.
El
hombre está en permanente conexión con el mundo de los muertos, y
esta conexión es especialmente vívida en el momento de quedarse
dormido y en el momento del despertar. La conciencia clarividente
muestra que en el momento de quedarse dormido, el ser humano está
especialmente capacitado para hacer preguntas a los muertos, dar
información a los muertos; En general, para envolverse entre los
muertos. En el momento de despertar el ser humano está especialmente
preparado para recibir comunicaciones, mensajes de los muertos. Los
recibe rápidamente y como inmediatamente después se despierta,
pasan con tanta rapidez que el tumulto de la vida al despertar los
ahoga. No hace mucho tiempo atrás, los pueblos más primitivos en su
estado atávico conocían estos hechos y los insinuaban; pero bajo la
influencia de nuestra cultura materialista, tales cosas van
pereciendo incluso en las regiones mas remotas. Cualquiera que haya
crecido entre los viejos campesinos de las zonas rurales sabe, que
una de sus reglas fundamentales era que al despertar por la mañana
uno debería permanecer en silencio por un momento y abstenerse de
mirar por la ventana hacia la luz. Estas personas trataban de
proteger lo que actuaba en el alma en el momento de despertarse,
protegiéndolo de la prisa y la agitación de la vida de vigilia;
intentaban permanecer en silencio por un momento en su habitación
oscura y no mirar por la ventana inmediatamente después de
despertarse.
No
es demasiado difícil observar que los momentos de despertarse y de
quedarse dormidos son de un carácter muy especial. Pero para tomar
conciencia de tales cosas necesitamos un cierto pensar despejado. La
atención en el pensar es una facultad que nunca ha faltado en el
grado que falta hoy. Podría darles ejemplos grotescos de ello.
Permítanme citar uno de los ejemplos banales que impregnan la vida
cotidiana y que pueden cumplirse en todo momento, por así decirlo.
Hace
unos días leí un anuncio en un periódico que llenaba
aproximadamente una octava parte de la página. Anunciaba Curso de
ampliación de la Memoria de un hombre llamado Poehlmann. Afirmaba
que solo empleando el método de Herr Poehlmann era posible poder
influenciar sobre otras personas. Ningún otro método lo haría. No
estoy hablando ahora sobre si es permisible o no, si es correcto o
incorrecto tratar de “ejercer influencia” sobre otras personas;
Esto no nos importa en este momento. Estoy llamando su atención
sobre la forma del anuncio. Afirmaba: ciertas personas pretenden
poder ejercer influencia sobre otros mediante el magnetismo personal
o fortaleciendo esta o aquella fuerza en la naturaleza humana. Se
puede demostrar fácilmente que estas personas mienten, ya que nadie
podrá decir que haya tenido éxito gracias a su influencia personal
haciendo que el Sr. Rothschild, o cualquier otro hombre rico, le
diera un millón de dólares. Dado que es un hecho comprobado que
esto no ocurrió, y que ciertamente se habría probado si hubiera
habido una oportunidad de éxito, también es un hecho comprobado de
que no se puede ejercer influencia sobre las personas con este
método. La influencia solo puede obtenerse por la vía de la ciencia
y la educación. - Y luego se describe el método de Poehlmann.
Ahora
sabemos que un gran número de personas se convencerán a través de
este anuncio de que todos los demás métodos para tratar de influir
en las personas son inútiles, ya que, ¿No se ha demostrado que no
pudieron influir en el Sr. Rothschild para que les dejara sus
millones? Pero se preguntarán ustedes, ¿Cuántas personas hay
allí?, quiénes lean este anuncio, de inmediato van a plantear la
objeción: ¿Poehlmann tiene estudiantes que lograron ganarle
millones a Rothschild? ¡Solo tienen ustedes que preguntarse a
cuántas personas se le ocurrirá un pensamiento tan obvio!
Este
es un ejemplo trivial, pero un ejemplo que les muestra cómo el
pensar no se despierta en relación con lo que leemos. He elegido
este ejemplo, primero, debido a su carácter cotidiano, y segundo,
porque no hace falta decir que entre los presentes no hay nadie que
no observe que incluso este Poehlmann tampoco logró obtener los
millones. Es una conclusión inevitable que ninguno de los aquí
presentes, se dejarían llevar por un anuncio de este tipo y, por
educación, no voy a poner un ejemplo que pudiera incomodar a
cualquiera de mis oyentes actuales. Sino que lo que quiero decir es
que de la mañana a la noche, la gente lee estas cosas. Ocurre en
innumerables casos. Dicen: No les prestamos atención. ¿Es así
realmente? El otro día leí un discurso en el que se hacía la
siguiente afirmación: "Nuestra relación con un determinado
país es el núcleo que debe orientar nuestra política en el
futuro". Imagínense tan solo la elaboración de este
pensamiento: una "relación" es un "núcleo" que
se convierte en una "dirección"! ¡Las personas que
piensan así están en condiciones de hacer todo tipo de cosas en la
vida! Pero no notamos las conexiones que existen entre ese
pensamiento paralizado y la vida pública.
Hoy
es necesario prestar atención a esta falta de vigilancia en el
pensar, que es una marca de nuestra cultura. Tener pensamientos que
se pueden llevar a cabo: esta es la primera exigencia si deseamos
tomar conciencia de las revelaciones de los momentos de dormir y de
despertar.
Una
vez escuché un discurso de un muy famoso profesor de literatura e
historia; Fue su discurso inaugural y él hizo todo lo posible.
Formuló todo tipo de cuestiones literarias e históricas y, al
final, dijo: Verán, señores, les he metido en un bosque de
interrogantes. - Me puse a imaginarlo: ¿Un bosque de signos de
interrogación? Piénsenlo: un bosque de interrogantes!
Solo
el que está acostumbrado a manejarse entre los conceptos que surgen
en él, es decir, quien desarrolla la vigilancia en su pensar, está
preparado para prestar atención a cosas tales como los momentos de
despertarse y quedarse dormido. Sin embargo, aunque algo no sea
percibido, a pesar de todo existe. Y la relación entre el ser humano
y el muerto existe y es especialmente fuerte en el momento de
quedarse dormido y en el momento de despertarse. En realidad, cada
ser humano plantea innumerables preguntas y da información a sus
seres queridos muertos en el momento de quedarse dormido y recibe
mensajes y respuestas de ellos en el momento de despertarse. Esta
relación con los muertos, sin embargo, puede ser cultivada de cierta
manera. Anteriormente hemos descrito varias formas de cultivarlo; Hoy
añadiremos lo siguiente:
Hay
una cierta diferencia con respecto a los pensamientos que nos
conducirán a una relación con una persona muerta en el momento de
dormirnos; No todos los pensamientos son igualmente adecuados.
Quienquiera que no se limite a llevar una vida sensual y egoísta,
desprovista de un sentir saludable, tendrá el deseo de no
interrumpir la relación que el karma le ha brindado a ciertas
personalidades que ahora han pasado por el portal de la muerte. Con
frecuencia conectará sus pensamientos, seguramente con estas
personalidades. Y los pensamientos que conectamos con nuestra
concepción de las personalidades difuntas pueden producir una
relación real con los muertos; aunque no podamos prestar atención a
lo que sucede en el momento de quedarnos dormidos. Ciertos
pensamientos, sin embargo, son más favorables que otros para tal
interrelación. Los pensamientos abstractos, esos que formamos con
cierta indiferencia, incluso quizás solo por un sentido del deber,
son poco adecuados para transmitirlos a los muertos en el momento de
quedarse dormidos. Pero los pensamientos o los conceptos que surgen
de la experiencia, de un interés especial que nos unió en la vida,
son adecuados para transmitírselos. Si recordamos a la persona
muerta de tal manera que no solo pensemos en él con pensamientos
abstractos y conceptos fríos, sino que recordemos un momento en que
nos sentimos cálidos a su lado, cuando nos dijo algo muy querido en
nuestro corazón; si recordamos los momentos que hemos vivido con él
en una comunión de sentimientos y en una comunión de anhelos; si
recordamos los momentos en que emprendimos y decidimos algo juntos
que ambos valoramos y que nos llevó a una acción común, en
resumen, algo que hiciese que nuestros corazones latieran como uno
solo; si recordamos vívidamente este latido mutuo de nuestros
corazones: entonces todo esto colorea nuestro pensamiento del
difunto, de modo que sea capaz de transmitírselo a él, al instante
siguiente de quedarnos dormidos. No importa si tenemos este
pensamiento a las nueve de la mañana, al mediodía o a las dos de la
tarde. Podemos tenerlo en cualquier momento durante el día:
permanecerá y se transmitirá a la persona muerta en el momento en
que nos quedemos dormidos.
En
el momento de despertarnos podemos, a su vez, recibir respuestas,
mensajes del difunto. Esto no surge necesariamente en nuestra alma en
el momento del despertar, ya que tal vez no podamos prestarle
atención; pero en el transcurso del día, puede surgir algo en
nuestra alma en forma de una buena idea, una inspiración, podríamos
decir, si creemos en tales cosas. Pero relacionado con esto, también
hay ciertas condiciones que son más favorables y otras menos. Bajo
ciertas condiciones, es más fácil para los muertos acceder a
nuestra alma. Las condiciones son favorables si nos hemos formado un
concepto claro del ser del difunto, si estuviéramos tan interesados
en su ser que realmente estuviera ante nuestro ojo espiritual. Quizás
se preguntarán por qué digo eso. ¡Si es alguien que haya estado
cerca de nosotros ciertamente tenemos un concepto de su ser! - No me
lo creo, mis queridos amigos. Las personas se cruzan unas con otras
en nuestro tiempo y se conocen muy poco. Esto no nos puede alejar del
otro ser aquí en el mundo físico; pero nos aleja del ser que mora
en el mundo de los muertos. Aquí en el mundo físico hay numerosas
fuerzas e impulsos inconscientes y subconscientes que acercan a las
personas, aunque no quieran aprender a conocerse. En la vida puede
que suceda, como algunos de ustedes probablemente han leído, que
algunas personas lleven varias décadas casadas y, sin embargo,
tienen muy poco conocimiento una de la otra. En tales casos, los
impulsos que unen a estas personas no se basan en el conocimiento
mutuo. La vida está permeada en todas partes por impulsos
inconscientes o inconscientes. Estos impulsos subconscientes nos unen
aquí en la tierra, pero no nos unen al ser que ha pasado por la
muerte antes que nosotros. Para efectuar tal conexión es necesario
que hayamos recibido en nuestra alma algo a través de lo cual el ser
del difunto vive vívidamente en nosotros. Y mientras más
vívidamente viva en nosotros, más fácil será para ese ser tener
acceso a nuestra alma; más fácil es para él comunicarse con
nosotros.
Esto
es lo que quería decirles sobre la relación permanente, que se
produce entre los llamados vivos y los llamados muertos. Cada uno de
nosotros está en constante intercambio con ellos, pero la razón por
la que no lo sabemos es que somos incapaces de observar lo suficiente
en el momento de dormirnos y el momento de despertarnos. Les he dicho
todo esto para darle una forma más concreta a su conexión con el
mundo suprasensible en el que moran los muertos. Esta conexión
tendrá una forma aún más definida si consideramos las siguientes
relaciones:
Los
jóvenes mueren y los viejos mueren. La muerte de las personas más
jóvenes es diferente de la muerte de las personas mayores en su
relación con los seres humanos vivos que dejan atrás. Tales cosas
solo pueden discutirse si es posible centrar nuestra atención sobre
condiciones individuales definidas en este campo. Describo esto no a
partir de un conocimiento general, sino como un resumen de lo que
realmente ha ocurrido en casos individuales definidos. Si la
conciencia clarividente observa lo que sucede cuando los niños
mueren, cuando los jóvenes dejan a sus padres y familiares y pasan
por el portal de la muerte, y si uno aprende a saber cómo viven
estas almas, el conocimiento que así se presenta puede resumirse en
las siguientes palabras :
La
conciencia de estos jóvenes que han pasado por la puerta de la
muerte puede caracterizarse diciendo que no están perdidos para los
vivos; se quedan aquí, se quedan en la cercanía, en el ser de los
que han dejado atrás. Durante mucho tiempo estos jóvenes no se
separan de los que han dejado atrás; permanecen dentro de su esfera:
el asunto es diferente en el caso de las personas mayores que han
muerto. Es más fácil expresar estas cosas epigramáticamente. Las
almas de estos seres humanos que han muerto en los últimos años de
sus vidas no quedan privados, por su parte, de las almas de quienes
se han quedado atrás. Así, mientras los que se quedan atrás no se
ven privados de las almas más jóvenes, las personas mayores,
después de haber pasado por la puerta de la muerte, tampoco se ven
privados de las almas de los vivos a pesar de que estas últimas
están aquí en la tierra. Se llevan con ellos, por así decirlo, lo
que desean tener de nosotros. Es fácil para ellos hacerlo; mientras
que las almas de los jóvenes pueden tener lo que necesitan de
nosotros solo si permanecen más o menos dentro de la esfera de los
sobrevivientes. Y esto es justo lo que hacen.
Es
posible estudiar estas relaciones de una manera que cercioren los
hechos que acabo de describir. El estudio, por supuesto, deberá
llevarse a cabo con conciencia clarividente. Si la conciencia
clarividente estudia la pena y el dolor de la separación, encontrará
que estos son dos estados completamente diferentes. Los seres humanos
no lo saben, pero si uno observa el dolor, el dolor en el alma de una
persona por el fallecimiento de un niño, encontrará que es algo muy
diferente del dolor y la pena que puede observarse por el
fallecimiento de una persona mayor. Aunque los seres humanos no lo
saben, estos estados internos del alma son fundamentalmente
diferentes.
Es
un hecho extraño: cuando los padres lloran a un niño que ha muerto
a una edad temprana, este dolor, cuyo contenido real y su impulso más
profundo, es solo un reflejo de lo que experimenta el niño, que es
sentido en el alma de los padres. El niño ha permanecido aquí y lo
que siente penetra en las almas de quienes lo lloran, provocando un
impulso. Es un dolor de compasión; es en realidad el dolor o la
tristeza del propio niño lo que los padres experimentan; por
supuesto, se lo atribuyen a sí mismos, pero es un dolor compasivo.
No me malinterpreten, mis queridos amigos; debemos tomar la expresión
que voy a utilizar en un sentido razonable, sin atribuirle ningún
significado secundario. Podríamos decir: que cuando una persona
joven muere, nos vemos poseídos por el dolor de la vida del alma del
difunto ("estamos" poseídos "de una manera normal que
no es perjudicial), que sigue viviendo en nosotros y que se expresa
como dolor en su vida en nosotros.
Es
diferente cuando lloramos a una persona mayor que nos ha dejado. Allí
aparece un dolor que no es el reflejo de lo que vive en el difunto,
porque él realmente puede recibir lo que vive en nuestra alma; Él
mismo no nos pierde. Es imposible para nosotros vernos poseídos por
su dolor, por sus sentimientos, porque no tiene deseos de penetrarnos
con sus sentimientos, porque nos lleva consigo. Él no nos pierde.
Por lo tanto, este dolor, este luto es una manifestación de egoísmo,
un luto egoísta. Esto no pretende ser un reproche, porque tal dolor
y luto están justificados; Pero es necesario diferenciar entre los
dos tipos de duelo.
Después
de haber hablado pues, acerca del luto a nuestros difuntos y de la
forma en que continuamos viviendo con ellos, pasemos ahora a
considerar a los difuntos. Puesto que la relación con una persona
que ha muerto en la juventud es tan diferente de la relación con una
persona que haya partido más tarde en la vida, comprenderán
fácilmente que debe haber una diferencia en la forma de
conmemorarla. Con respecto a un niño, elegiremos el ritual correcto,
la conmemoración correcta, lo tendremos en nuestra memoria de manera
correcta, si tenemos en cuenta que el niño sigue permaneciendo entre
nosotros, que vive con nosotros y que quiere familiarizarse con lo
que le hubiéramos podido impartir, si hubiera vivido. La experiencia
muestra que los niños después de su muerte anhelan encontrar en la
conmemoración que les ofrecemos , las relaciones humanas generales;
Anhelan encontrar en el servicio funerario lo que es de interés
general y tiene poco que ver con intereses particulares. Por lo
tanto, el servicio funerario romano-católico es el más adecuado
para los niños; Es un ritual general, válido para todos de igual
manera. Un niño que ha muerto quisiera tener un servicio funerario
de carácter humano general, válido para todos, y no solo para él.
El
servicio funerario protestante durante el cual se pronuncia un
discurso, entrando en las relaciones de vida especiales e
individuales del difunto, es el más adecuado para la conmemoración
de una persona mayor que ha fallecido. Y si deseamos fomentar la
memoria de una persona fallecida, es mejor aferrarse a los detalles
de su vida que le caracterizan y buscar en su vida especial e
individual el pensamiento con el que celebramos su memoria.
Partiendo
de esto, mis queridos amigos, podemos ver que la ciencia espiritual,
debidamente considerada, no puede quedarse en simples teorías. Nos
muestra algo de las relaciones que mantenemos en el mundo con quienes
estamos separados, simplemente, por el hecho de que soñamos nuestros
sentimientos y dormimos nuestros impulsos de voluntad. Nos habla de
los mundos en los que existimos con sentimiento y voluntad. Si
tomamos los pensamientos científico-espirituales con suficiente
intensidad, con la energía adecuada, no seguirán siendo
pensamientos, sino que actuarán sobre el sentimiento y la voluntad.
- ¡Imagínense el efecto fructífero de estas ideas sobre la vida!
Los clérigos que no se adhieran a la mera teología abstracta
recibirán ayuda de estas ideas para llevar a cabo los servicios
funerarios de la manera adecuada y con el tacto adecuado.
Esto
no debe sorprendernos; Porque el mundo del que habla la ciencia
espiritual es el mundo real en el que viven nuestros sentimientos y
nuestros impulsos de voluntad. Así pues, lo que la ciencia
espiritual es capaz de ofrecer, actúa a su vez, sobre el sentimiento
y la voluntad. Actúa sobre el sentimiento si desarrollamos nuestros
sentimientos con respecto a los muertos. Pero también debe actuar
sobre los impulsos de la voluntad. Debemos prestar especial atención
a esto en nuestros días. Porque, mis queridos amigos, si tuviéramos
que rastrear los impulsos de voluntad de los seres humanos de hoy en
día, no llegaríamos a regiones muy profundas del alma humana. Hoy
es imperativo que los hombres busquen impulsos espirituales para su
vida externa. Como ya he dicho, la gente todavía rechaza esto. Pero
tendrán que aprenderlo; para esta época se convertirá en la gran
tarea para la generación que debe vivir a través de ellos, la gran
tarea en un grado mucho mayor de lo que ha sido hasta ahora.
Vincularemos
nuestra próxima conferencia a los conceptos que les he ofrecido hoy,
que estaban relacionados con el elemento personal individual, y luego
hablaremos sobre las condiciones de nuestra era actual desde un punto
de vista verdaderamente científico-espiritual.
traducido por julio Luelmo febrero 2018
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