RUDOLF STEINER
IMPULSOS INTERNOS DEL DESARROLLO DE LA HUMANIDAD
Si tienen en cuenta lo que se ha dicho aquí en las últimas consideraciones, les quedará claro que la evolución de la humanidad más reciente contiene en sí misma dos, podríamos decir, impulsos opuestos a su desarrollo ulterior, dos impulsos opuestos que en cierto modo deben ser evitados por aquello que la ciencia espiritual ha de aportar a esta evolución. Hemos contrastado los dos impulsos de varias maneras. Hemos mostrado cómo uno de esos impulsos, después de haber sido preparado durante mucho tiempo por diversas fuerzas que hemos mostrado, -y que tienen sus raíces en los mundos suprasensible o subsensible,- por el pensamiento y el esfuerzo humanos, se ha unido en lo que se puede llamar el parentesco físico de los seres y las fuerzas, -Hemos dicho parentesco -y lo que acompaña a este sentir y esforzarse por el parentesco de los seres, especialmente por la contemplación de la existencia humana, si se usa la palabra como la hemos usado, es el nacimiento. Como una especie de ideal social, por así decirlo, este sentimiento y esfuerzo por el parentesco físico y el origen físico de los seres va acompañado de lo que hemos llamado dicha, que, especialmente en el siglo XIX, se incrementó hasta el principio de mera utilidad. Por otra parte, hemos visto que a esto se opone otro impulso, que se dirige, no tanto a cómo el hombre entra en la existencia a través del nacimiento, sino a ponderar el problema acerca de ¿Cómo pasa el hombre por las puertas de la muerte? Por lo tanto, en lugar del nacimiento, existe la sensación y el esfuerzo por comprender la muerte. En lugar de la relación física de las fuerzas y los seres, tiene lugar la contemplación del mal, del dolor, del sufrimiento en el mundo. Y como una especie de ideal social, esto se une a lo que podemos llamar redención de la existencia, o bien liberación, etc.
Hemos visto que la cultura de Occidente se esfuerza más hacia lo que se indica a la izquierda (véase el diagrama 1 ),
diagrama 1 |
y la cultura de Oriente hacia lo que se indica aquí a la derecha, en la medida en que estas culturas no se sienten fecundadas con los sentidos y las aspiraciones humanas generales, con el ideal humano general, sino que se abandonan a lo que es, por así decirlo, suyo en virtud de sus peculiaridades populares y climáticas y otras locales. Hemos visto cómo, bajo la influencia de estos impulsos generales, los conceptos e ideas individuales también adquieren un cierto colorido, un matiz. Hemos visto cómo lo que puede llamarse la lucha por la existencia, la selección del más adecuado, etc., encaja tan correctamente en los principales impulsos que se preparan en la cultura occidental, y cómo esto ha sido contrarrestado en Oriente, y de una manera no menos científica de lo que la lucha por la existencia surgió en Occidente, por lo que puede llamarse asistencia mutua entre los seres. Ya les he explicado cómo lo que se quería conseguir en Occidente a través del principio unilateral de la lucha por la existencia, que se apoya en los documentos que les expliqué la última vez, era llevar a la comprensión del desarrollo de los seres vivos. Se ha dicho que en la lucha por la existencia vive el que está mejor adaptado, el que está peor adaptado perece, de modo que, por así decirlo, lo que es mejor, es decir, lo que es relativamente perfecto, se desarrolla a partir de lo que es imperfecto. Para esas ciencias de Oriente cuyos resultados realmente significativos resumió Kropotkin en su libro que les cité el otro día, Lo mas significativo en la lucha por la existencia es, la ayuda mutua. Se considera que las especies animales tienen las mejores posibilidades de desarrollarse hacia la perfección en cuyas filas está mejor difundido el principio de la ayuda mutua.
Y así podríamos citar muchas cosas que atestiguarían la forma en que estos dos impulsos polares han entrado realmente en la evolución de la humanidad actual. Esto es lo que debemos, diría yo, mirar con mirada perspicaz; pues si la ciencia espiritual ha de cumplir su tarea, entonces es importante que se eviten ambas unilateralidades, que ambas polaridades trabajen juntas para formar un todo. Esto, pues, que dibujaré en el curso ulterior de hoy y mañana -hoy en la preparación, mañana procederemos a las consecuencias- no se dibuja en el sentido como si tuviera que colocarse en el mundo en todas las circunstancias como por una necesidad mecánica, sino que se quiere decir de tal manera que la evolución se esfuerza por estas cosas, y que precisamente hay que evitar lo que la conformación unilateral de estos dos polos podría traer.
Si primero tomamos en consideración todo lo que, por así decirlo, se apoya en estas abstracciones aquí (véase el diagrama 1), debemos decir: Esto (a la izquierda) es un impulso cultural espiritual que quiere venir a la vida, y que tiene su pleno fundamento en la propia tendencia de la quinta época cultural post atlante. Les he mostrado cómo esta quinta época cultural post atlante ha desarrollado al hombre de tal manera que, por un lado, este hombre debe esforzarse por lo que Goethe llama el fenómeno primordial, la contemplación pura, -sin hipótesis, sin fantasmas,- de lo que los fenómenos naturales exteriores presentan a los sentidos: los fenómenos primordiales. Eso es una cosa. La otra (a la derecha) son las imaginaciones que surgen cada vez más de las profundidades del alma humana en la libre formación de esta alma humana. Se podría decir que estas imaginaciones surgirán con la necesidad interior del alma en ciertas personas de nuestro quinto período post atlante. Así como las personas de este quinto período post atlante estarán cada vez más inclinadas, por una parte, a observar la naturaleza y sus fenómenos de manera imparcial, a buscar los fenómenos primordiales en lugar de las hipótesis, así también, por otra parte, las personas estarán particularmente inclinadas a dejar que surjan imaginaciones de sus almas que puedan conducir más profundamente al mundo espiritual.
Hoy en día, no tenemos ni idea de hacia dónde se dirige la humanidad en este sentido. Uno puede oponerse a lo que se dirige, pero no lo detendrá ni impedirá que llegue a existir. Cada vez más personas dejarán de inventar todo tipo de hipótesis sobre los fenómenos naturales; se dedicarán realmente a lo que es una representación espiritual de los fenómenos, como hizo Goethe en sus observaciones físicas. Goethe dijo una vez de forma muy bella: no se hacen hipótesis sobre los fenómenos naturales, sino que la propia tonalidad azulada del cielo es la teoría; sólo se busca la nada detrás de los fenómenos cuando se entienden de forma pura. - Cesará todo pensamiento sobre toda clase de formaciones atómicas, sobre las construcciones atómicas; los sentidos se dirigirán puramente a los fenómenos y sólo los juntarán, a estos fenómenos, de manera que se expliquen por sí mismos. Sin embargo, hoy en día esto sólo está en sus inicios, pero se desarrollará cada vez más. Hoy en día está en sus inicios, y los que han estudiado química en las últimas décadas, por ejemplo, saben qué tipo de construcciones atómicas, puramente hipotéticas, se han construido. Estas cosas suelen ser impuestas a la gente por todo tipo de asociaciones monistas y otras laicas mucho después de haber sido superadas por la ciencia.
Especialmente en lo que se refiere a la hipótesis de las construcciones atómicas, hay una amplia discusión, y no deja de ser interesante considerar lo que se ha discutido. Pues la mayoría de la gente sigue teniendo un ligero horror al éxito de la ciencia en este campo cuando se dice que el átomo de esta sustancia se parece a esto, el átomo de aquella sustancia se parece a esto, y así sucesivamente. Entonces la gente no piensa que son puras hipótesis, puras cosas pensadas que se están sirviendo. Van't Hoff, en particular, fue uno de los químicos de los últimos tiempos que construyó audaces formas estereométricas para entender el átomo. Y sabemos -al menos la mayoría de nosotros lo sabrá- que los teósofos de cierta persuasión también han participado en esta travesura de la construcción del átomo. Una gran ciencia, que ninguna ciencia puede ser, la llamada química oculta, se ha construido y ha encontrado un reconocimiento especial entre los que quieren acercarse a ella desde la supuesta ciencia de la teosofía o similares. Pero van't Hoff no se ha quedado sin respuesta. Químicos especialmente perspicaces como Kolbe, por ejemplo, se han opuesto a lo que, según Kolbe, son las alucinaciones de van't Hoff.
De esto se desprende, por cierto, que no sólo a lo espiritual se le da la expresión de alucinaciones, sino que incluso los científicos naturales entre sí aplican a veces esta expresión a sus resultados mutuos. Sí, Kolbe, que quiere detenerse en los fenómenos puros de la química, incluso utilizó la hermosa expresión y dijo: "Van't Hoff cabalga en el Pegaso químico, que como científico natural debe haber tomado prestado de la escuela de la ciencia animal que es amiga de su laboratorio, y en este cabalgar del Pegaso químico encuentra toda clase de formas estereométricas audaces. - Sólo se puede insinuar este engranaje interno de la ciencia. Se necesitarían muchas, muchas conferencias para mostrar en qué presupuestos se basa esto, lo que hoy se sostiene ante el profano como una certeza. Todas estas cosas, estas especulaciones con las que la segunda mitad del siglo XIX, en particular, se ha ocupado de la naturaleza externa, tendrán que desaparecer gradualmente; porque la ciencia, en particular, se convencerá cada vez más de que estas especulaciones no están justificadas en ninguna parte por la secuencia de los fenómenos, que siempre se pueden proponer las más diversas hipótesis, y que se pueden decir tantas cosas diferentes a favor de cada una como en contra de cada una. La pura comprensión de los fenómenos, por un lado, será un impulso justificado.
Por otra parte, en este quinto período post atlante, que, como hemos oído, durará muchos siglos, el alma humana estará igualmente predispuesta a formar imaginaciones. Muchos considerarán que estas imaginaciones son meras fantasías, meros productos de la imaginación. Pero estas imaginaciones serán generadas por el alma humana para conducir a esta alma humana gradualmente al reino del mundo espiritual. Que esto existe en el quinto tiempo post atlante se basa en un hecho cierto, en un hecho que puede ser visto a través de la ciencia espiritual, que todavía no será revelado a la fisiología exterior -pero más tarde será así-, pero que sin embargo ya puede ser previsto por la ciencia espiritual. Toda la constitución humana del organismo se ha vuelto realmente diferente a la del período grecolatino, que comenzó en el siglo VIII a.C. y terminó en el siglo XV d.C.. Sin embargo, hoy en día, esto sólo puede ser reconocido por la conciencia observadora, pero se puede ver.
El hombre se compone esencialmente de los mismos elementos terrestres, acuosos, aéreos y térmicos que la naturaleza exterior. También está permeado por lo luminoso, está permeado por la ley química, está permeado por lo vivo como la naturaleza exterior. Así, el hombre está impregnado tanto de lo groseramente físico como de lo etérico; sólo surgen sutiles diferencias en la constitución humana en los sucesivos períodos del desarrollo humano. Por mucho que la gente hoy en día crea generalmente en la evolución de la naturaleza, se inclina tan poco a considerar la configuración más fina dentro de la evolución. El cuerpo humano en su conexión con el alma y el espíritu era bastante diferente en el período grecolatino que durante nuestro actual quinto período post atlante.
La principal diferencia radica en el hecho de que durante el período grecolatino lo que puede llamarse el elemento terrestre, lo que en contraste con el elemento acuoso tiene la constitución terrestre, la cohesión firme, en la medida en que ésta se encuentra en el organismo humano, estaba estrechamente ligada a lo que puede llamarse el éter vital. De modo que se puede decir, si se conserva lo antiguo -hoy, por supuesto, impugnado, pero ¿Qué es eso para nosotros? - Tierra y éter de vida: Durante el desarrollo grecolatino hasta el siglo XV hubo una estrecha interacción del éter vital con lo terrenal, es decir, con el elemento sólido en el hombre. Y la peculiaridad del ser humano actual es que hay un desprendimiento entre el éter vital y el elemento terrenal. Así que se produce un aflojamiento. El éter vital en el hombre moderno ya no está tan firmemente conectado con el elemento tierra como lo estaba durante la época cultural grecolatina.
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Ciertamente, en este impulso cultural residen todos los elementos para que se produzca lo fenoménico primordial; pero en él también está preparada la unilateralidad para estampar todo lo imaginativo como producto de la fantasía y eliminarlo de lo llamado científico, y esto con referencia al hombre como cognoscente.
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I
II
Parentesco
El mal, sufrimiento, dolor
nacimiento
dicha
muerte
redención
utilidad
destino
Lucha por la existencia
Ayuda mutua
burguesía
peregrino
Así vemos cómo dos impulsos unilaterales amenazan la evolución sintética y deben ser captados con los sentidos claros, porque todos los conceptos e ideas e ideales, ya sea en el campo del conocimiento o en el campo social, sólo pueden establecerse correctamente para el futuro si se es realmente consciente de estos impulsos, si se sabe que -si se piensa ahora en el derecho o en la moral o en la religión o en cualquier fenómeno natural- estos dos conceptos siempre se esfuerzan desde el subconsciente del alma humana y quieren dar forma a los propios conceptos. Si consideramos, pues, la evolución desde el cuarto período postatlante, el grecolatino, hasta nuestro quinto período postatlante, podemos decir cómo, lo que mañana les explicaré con más detalle, como hecho debe surgir necesariamente en la cultura como factor dominante. Si se observan los fenómenos característicos, se puede ver esto.
El "Mago que hace milagros" de Calderón y el "Fausto" de Goethe.
Tomemos, por ejemplo, un fenómeno como el drama de Calderón, que murió en 1681 *, pero cuya obra es enteramente la secuela del cuarto período postatlante, el período grecolatino. Consideremos, por ejemplo, la siguiente representación de Calderón: el héroe de esta representación, Cipriano, es un mago pagano sediento de conocimiento, que ha estudiado todo lo que un mago pagano de su tiempo puede estudiar. Así pues, este drama, escrito a principios del siglo XVII, nos presenta a este Cipriano, pero todavía enteramente en el sentido de la cuarta cultura postatlante, como un mago pagano que ha estudiado todo "con empeño ardiente", y que ahora piensa profundamente en las cuestiones religiosas, en las cuestiones del conocimiento de la naturaleza, que quiere saber "lo que mantiene unido al mundo en su ser más íntimo".
Y mientras se esfuerza por alcanzar ese conocimiento, un demonio maligno se le aparece espiritualmente, prometiéndole introducirse realmente en el mundo que busca, para que encuentre "lo que mantiene unido al mundo en su ser más íntimo". Este demonio maligno, que se le aparece en forma humana, hace que se encienda en Cipriano un amor que no había conocido antes, un anhelo de amor. El demonio maligno también enciende este anhelo de amor en una joven para provocar una colisión con el anhelo de amor de Cipriano. Y así somos llevados en el drama a Justine, que es una verdadera cristiana. Pero el demonio se acerca a ella y quiere reunirla con Fausto y Cipriano respectivamente. Ella se resiste, y el demonio no tiene poder sobre ella. - Esto es en la mente de Calderón, porque ella es cristiana. Entonces el demonio toma una salida. No puede llevar a Justine -Gretchen- a Cipriano él mismo; así que toma un fantasma de ella. Lo disecciona, y este fantasma con forma humana se lo lleva a Cipriano, que ahora cree tener a Justina en sus brazos. Pero muy pronto se muestra como una figura fantasmal. Ahora Cipriano se dirige al demonio maligno algo así: Forma maligna, apártate de mí, o convierte esta forma espeluznante en un hombre de carne y hueso. - Pero el demonio maligno no tiene poder sobre ella, no sólo porque Justine acaba de confesarse, sino porque es cristiana en primer lugar. Y cuando Cipriano ve esto, entonces también decide anhelar el cristianismo -hasta ahora ha sido un mago pagano- y el demonio no puede impedirlo. Después de haber pasado por largas pruebas, de haberse familiarizado durante un año con los secretos de la naturaleza y con el ser espiritual en la naturaleza, pero también de haber asimilado el principio cristiano, el impulso cristiano, aparece en el mismo momento en que el padre de Justine y ésta han sido condenados a muerte por ser cristianos. Y ahora se presenta con ellos y exige hacerse cristiano. También mueren juntos. Y el demonio aparece, montado en una serpiente, y proclama cómo puede ser redimido el que puede recibir el impulso de Cristo en uno mismo.
No hace falta que diga, por supuesto, pues ya lo he insinuado muchas veces, prometiéndome a mí mismo, que tenemos en este Cipriano calderoniano un verdadero precursor de Fausto. Pero hay una diferencia característica, y queremos considerar esta diferencia característica. No queremos adherirnos a lo que algunos estetas, que se creen especialmente inteligentes, han dicho sobre este drama: que ofende al sentido estético moderno cuando Calderón permite finalmente que el demonio aparezca montado en la serpiente después de la muerte de Justina y Cipriano, pues basta con haberlo visto aparecer en el juego de ida y vuelta de la pasión hasta lo trágico, hasta lo puramente humano. No es necesario que el demonio aparezca y selle el trato. - Eso se le puede dejar a la gente muy lista de la actualidad, que no sabe que la gente de entonces, incluido Calderón, se interesaba por lo que el propio demonio maligno experimenta entonces. Pero como he dicho, no quiero entrar en eso, quiero llamar la atención sobre otra diferencia, que ahora sí que entra en consideración. Si uno experimenta a Justine de esta manera, naturalmente con las diferencias que tenían que darse, pues uno es un drama español del siglo XVII y el otro es el "Fausto" de Goethe, si uno mira las cosas y ve ciertas similitudes -con diferencias- entre Justine y Gretchen, por ejemplo, dirá absolutamente: esta figura de Gretchen es muy parecida a la figura de Justine en la disposición artística, en todo. Pero en todo el desarrollo del drama hay una diferencia considerable e importante. Cipriano y Justina experimentan juntos la muerte física, el martirio físico, y con ello se cierra el drama de Calderón. Entonces sólo está el demonio montado en la serpiente que sella esto: el propósito de esto.
Con Goethe vemos algo muy diferente. Si tomamos el conjunto de Fausto con su primera y segunda parte, en el transcurso del drama, al final de la primera parte, Gretchen atraviesa la puerta de la muerte, y Fausto sigue desarrollándose. Y al final vemos cómo Fausto y Gretchen se unen.
Pero Gretchen, que lleva mucho tiempo en el mundo espiritual de arriba como alma, se presenta a Fausto. Eso es lo audaz, lo grande, lo poderoso, que Goethe, incluso al final de Fausto, vuelve a reunir a Fausto y a Gretchen, pero a Gretchen como un alma que ha atravesado hace tiempo las puertas de la muerte. El hombre, el poeta del quinto tiempo post atlante en Goethe es mucho más espiritual que el poeta en Calderón, que todavía significa el eco del cuarto tiempo post atlante.
Ciertamente, Calderón podía ver el mundo espiritual mejor que Goethe. Así, por un lado están Justina y Cipriano, ambos atravesando simultáneamente la puerta de la muerte como seres humanos físicos, y por otro lado el mundo espiritual: montados en la serpiente el demonio, y otros procesos espirituales.
Pero me gustaría decir que las dos cosas están limpiamente delimitadas. Y esto es lo más importante: los mundos espiritual y físico están estrictamente separados en el cuarto período post atlante, cuando todavía hay una estrecha conexión entre el éter vital y la tierra. Ahora los dos puntos de vista divergen, el que se experimenta entre el nacimiento y la muerte, y el que se experimenta en el mundo espiritual. Pero para ello también hay que buscar la relación, el parentesco. Esto se expresa de una manera tan maravillosamente grandiosa y poderosa en el hecho de que Fausto y Gretchen no mueren al mismo tiempo, y sin embargo el final de la segunda parte de Fausto reúne a Fausto y Gretchen: los mundos espiritual y físico se entrelazan poéticamente; después de haberse separado primero, se entrelazan entre sí.
En esta creación de Fausto se halla uno de los primeros grandes intentos de la quinta época post atlante de conectar dos cosas entre sí: el mundo físico de los fenómenos, de las apariencias, y el mundo espiritual de las imaginaciones.
Y ésta era precisamente la dificultad para Goethe - eso puede verse en sus conversaciones con Eckermann- de presentar la poderosa imaginación final que hace que Gretchen, que hace tiempo que ha atravesado la puerta de la muerte, se reúna de nuevo con Fausto, haciendo así que todo el mundo que Fausto vivió después de la muerte de Gretchen, ese mundo de experiencias físicas que Fausto vivió después de su muerte, tenga también sentido para Gretchen. Ciertamente, Fausto también está muerto cuando conoce a Gretchen, pero se ve que la eficacia de Gretchen se concibe en relación con Fausto, mientras que todas las experiencias de Fausto, desde el principio de la segunda parte hasta la muerte que él mismo sufre al final, se conciben en relación con lo que está arriba, en el mundo espiritual, en el cual ya está Gretchen.
De este modo, Goethe describe poéticamente, en primer lugar, un espíritu que intenta conectar las dos unilateralidades entre sí, para formar una síntesis. Y esto es precisamente lo que uno puede encontrar tan conscientemente en Goethe. Piénsese que Goethe, por su parte, también se esforzaba por conocer las relaciones de los seres vivos, pero no buscando un mero orden físico, sino tratando de fecundar esas relaciones, que surgían para él en la contemplación, a través de la imaginación. Esto se pone de manifiesto de forma tan hermosa en "Fausto", donde vemos cómo Goethe expresa poéticamente aquello que ya se le había ocurrido sobre la conexión entre los seres vivos, en las hermosas palabras de "Bosque y Cueva", que he mencionado a menudo:
Espíritu sublime, tú me has dado todo cuanto te pedí.
Tú no has hecho que volviera en vano mi rostro hacia el fuego.
Me has dado la magnífica naturaleza por reino y fuerza para sentirla y disfrutarla.
No solo me concedes una visita fría y pasiva.
Me permites mirar en su hondo pecho como en el pecho de un amigo.
Haces pasar ante mí el conjunto de lo viviente
y me enseñas a conocer a mis hermanos
en las tranquilas frondas, en el aire y en el agua.
Y cuando en el bosque brama y gime la tormenta,
cuando los enormes pinos, agitándose,
aplastan y tumban las ramas y los troncos vecinos,
cuando con su caída retumba sorda y hueca la colina,
tú me llevas a una segura caverna
y allí me muestras a mi mismo
y se me desvelan los secretos prodigios de mi corazón.
Aquí vemos el mundo de los fenómenos puramente concebido, pero como un don de ese espíritu sublime al que Fausto quiere acercarse. La humanidad debe ser cada vez más consciente de que no se debe especular sobre la naturaleza exterior, pues si se especula sobre ella, las teorías sin sentido ganarán cada vez más aceptación, y que la naturaleza exterior debe ser contemplada con pureza, y que los secretos de esta naturaleza exterior serán revelados a los pueblos de la quinta era post atlante, a medida que surjan imaginaciones del alma que revelen el espíritu de la naturaleza. Desde dos lados el hombre llegará a conocer aquello que forma su cognición, su conocimiento y su vida social: desde el lado de una cognición cada vez más amplia y de mayor alcance de las conexiones externas del mundo sensorial inmediato, y desde el lado de la captación de las imaginaciones reales originadas en el mundo espiritual.
Mañana continuaremos con estas reflexiones. Hoy quería darles algunos conceptos preparatorios, y mañana entraremos más en los aspectos concretos de la vida espiritual.
Traducido por J.Luelmo ago.2022
* Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 17 de enero de 1600 -25 de mayo de 1681) fue un escritor español, sacerdote católico, miembro de la Venerable Congregación de Presbíteros Seculares Naturales de Madrid San Pedro Apóstol y caballero de la Orden de Santiago, conocido fundamentalmente por ser uno de los más insignes literatos barrocos del Siglo de Oro, en especial por su teatro.
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