GA107 Berlín15 de febrero de1909 Los seres humanos a través de diferentes encarnaciones en contraste con el desarrollo de los Seres Avatáricos.

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  GA107 El cristianismo en la evolución humana: Individualidades guías y seres avatares


RUDOLF STEINER

  15 ª Conferencia
Berlín15 de febrero de1909

En la primera conferencia que dimos aquí sobre la tan compleja cuestión de la reencarnación, habrán podido ver que la visión científico-espiritual del mundo continúa su progresión. Por lo tanto, lo que en un principio pudo presentarse como verdades elementales, está sufriendo una metamorfosis, de modo que, gradualmente, nos elevamos a verdades cada vez más elevadas. Así pues, respecto a las verdades cósmicas generales, es correcto presentarlas en su etapa inicial de la forma más simple y elemental posible. Sin embargo, también es necesario, en lo sucesivo, avanzar lentamente a partir del simple abecedario hacia verdades más elevadas, porque estarán ustedes de acuerdo en que a través de estas verdades más elevadas, alcanzamos gradualmente lo que la Ciencia Espiritual pretende darnos, es decir: la oportunidad de comprender y penetrar en el propio mundo que nos rodea en la esfera físico-sensible. Si bien es verdad, que nos queda un largo camino por recorrer en nuestro ascenso, antes de que seamos capaces de trazar de algún modo, los lazos de conexión en las líneas y fuerzas espirituales que existen tras del mundo de los sentidos. Pero estarán de acuerdo en que tal o cual fenómeno de nuestra existencia, se ha vuelto más claro y fácil de explicar justo gracias a lo que hemos estado discutiendo en las últimas conferencias. Por lo tanto, hoy queremos avanzar un poco en esta área específica y volver a retomar como tema las tan complejas cuestiones de la reencarnación, de la reincorporación.

Sobre todo, queremos ver claramente qué diferencias hay, entre los seres que ocupan posiciones de liderazgo en la evolución humana de la tierra. Tenemos que distinguir tales individualidades dirigentes en el curso de la evolución humana que, por así decirlo, se desarrollaron desde el principio con la humanidad en esta tierra tal como existe, pero con la importante diferencia de que progresaron más rápidamente. Podríamos decirlo así: Si retrocedemos en el tiempo hasta la remota Era Lemúrica, encontramos entre los seres humanos entonces encarnados, los más variados estadios de desarrollo. Todas las almas encarnadas en aquella época se han reencarnado repetidamente durante los sucesivos periodos atlantes y post-atlantes. La velocidad con la que estas almas se desarrollaron variaba. Hay almas que se desarrollaron con relativa lentitud a lo largo de las distintas encarnaciones, puesto que aún tienen que recorrer largas distancias en el futuro. Pero también están aquellas otras almas que se han desarrollado rápidamente y que, podría decirse, han utilizado sus encarnaciones de una manera más efectiva. De modo que ahora se encuentran en un plano elevado de desarrollo anímico-espiritual, que los seres humanos normales sólo alcanzarán en un futuro lejano. Pero mientras nos detenemos en esta esfera de la vida anímica, podemos decir lo siguiente: Por muy avanzadas que estén estas almas individuales, por mucho que se eleven por encima de los seres humanos normales, dentro de nuestra evolución terrenal han hecho un viaje similar al del resto de la humanidad, salvo que han avanzado más rápidamente.
Además de estas individualidades dirigentes, que en este sentido son como los demás seres humanos, pero que se sitúan en un plano superior, existen también otras individualidades - otros seres - que en el curso de la evolución humana no han pasado, como los demás seres humanos, por diversas encarnaciones. Podemos visualizar lo que hay en el fondo de esto cuando nos decimos lo siguiente: Hubo seres en la época de la evolución lemúrica que estamos considerando - seres que ya no necesitaban descender a la encarnación física tal como los demás seres humanos que acabamos de describir. Eran seres capaces de alcanzar su desarrollo en reinos más elevados y espirituales que no necesitaban descender a cuerpos físicos para su posterior progreso. Sin embargo, para intervenir en el curso de la evolución humana, tales seres pueden, no obstante, descender indirectamente a cuerpos físicos como el nuestro. Así, puede darse la circunstancia de que aparezca un ser de este tipo; si lo probamos clarividentemente en lo que respecta al alma, con ellos no podemos decir, como podemos hacerlo con otros seres humanos, a los cuales rastreamos en el tiempo y los descubrimos en una encarnación anteriormente carnal, luego retrocedemos más atrás y lo encontramos de nuevo en otra encarnación, y así sucesivamente. Por el contrario, tendremos que admitir que al rastrear el alma de ese ser en el curso del tiempo, puede que no lleguemos a una encarnación carnal anterior de dicho ser. Sin embargo, si lo hacemos, es sólo gracias a que el ser es capaz de descender repetidamente en ciertos intervalos para encarnar indirectamente en un cuerpo humano.
Un ser espiritual que desciende de este modo a un cuerpo humano para intervenir en la evolución como un ser humano, recibe en Oriente el nombre de "avatar"; tal ser no obtiene nada para sí mismo con esta encarnación ni experimenta nada que tenga importancia para el mundo. Esta es, pues, la diferencia entre un ser dirigente que ha surgido de la propia evolución humana y los seres que llamamos avatares. Estos últimos no obtienen ningún beneficio para sí mismos de sus encarnaciones físicas, ni siquiera de una encarnación a la que se someten; ellos entran en un cuerpo físico para la bendición y el progreso de todos los seres humanos. Repito: un ser avatar puede entrar en un cuerpo humano sólo una vez o varias veces seguidas; pero cuando lo hace, es entonces algo diferente de cualquier otra individualidad humana.
El mayor ser avatar que ha vivido en la tierra, tal como puede deducirse por el cariz espiritual de nuestras conferencias aquí, es el Cristo - el Ser que designamos como el Cristo, y que cuando tenía treinta años de edad, tomó posesión del cuerpo de Jesús de Nazaret. Este Ser, que no entró en contacto con nuestra tierra hasta el comienzo de nuestra era, estuvo encarnado durante tres años en un cuerpo de carne y desde entonces ha estado en contacto con la esfera astral, es decir, espiritual, de nuestro mundo suprasensible; este Ser tiene un significado único como ser avatar. Aunque otros seres avatares inferiores pueden reencarnarse varias veces, sería en vano que buscáramos al Ser-Cristo en una encarnación humana anterior en la tierra. La diferencia entre el Cristo y los avatares inferiores no radica en el hecho de que estos últimos se encarnen repetidamente, sino en que no obtienen ningún beneficio para sí mismos de sus encarnaciones terrestres. Los seres humanos no aportan nada al mundo; sólo toman de él. Estos seres por el contrario, sólo dan; no toman nada de la tierra. Para comprender perfectamente esta idea, hay que distinguir entre un ser avatar tan elevado como el Cristo y los seres avatares inferiores. Tales seres avatares pueden tener las más variadas misiones en la tierra; y al hablar de una de esas misiones, queremos evitar el lenguaje especulativo y tomar un caso concreto como ilustración de tal misión.
Todos ustedes conocen, por la antigua historia hebrea de Noé, que una gran parte de la humanidad post-atlante y posterior a Noé, remonta su ascendencia a los tres hijos de Noé -Shem, Cam y Jafet. No es nuestro propósito hoy dilucidar lo que Noé y estos tres antepasados tribales representan en otros aspectos. Simplemente queremos dilucidar aquí que la literatura hebrea, al hablar de Sem como uno de los hijos de Noé, atribuye a éste toda la tribu de los semitas como su antepasado. Una percepción genuinamente oculta de tal asunto, de tal historia, se basa siempre en verdades más profundas. Aquellos que son capaces de llevar a cabo una investigación oculta sobre tales cosas, saben lo siguiente sobre Sem, el antepasado de los semitas.
Cuando una personalidad así está destinada a convertirse en el antepasado de toda una tribu, hay que tener cuidado desde su nacimiento -e incluso antes- de asegurarse que pueda convertirse en tal antepasado. Ahora bien, ¿Qué preparativos fueron necesarios para asegurar que una individualidad como Shem pudiera efectivamente convertirse en el antepasado de todo un pueblo o comunidad tribal? En el caso de Shem se hizo dotándole de un cuerpo etérico especialmente preparado. Sabemos que cuando los seres humanos nacen en este mundo, estructuran entorno a su individualidad un cuerpo etérico o vital, junto con los demás miembros de su ser. Debe, de alguna manera, prepararse un ser etérico especial para el ancestro de una tribu, ya que ha de ser, por así decirlo, el prototipo de un cuerpo etérico para todos los descendientes en las generaciones sucesivas. De esta manera, resulta que tenemos en tal individualidad tribal un cuerpo etérico típico, un prototipo por así decirlo. Debido al parentesco en las generaciones sucesivas, los cuerpos etéricos de todos los descendientes de la tribu son en cierto sentido copias del cuerpo etérico del antepasado. De manera que el cuerpo etérico de cada persona semita, tenía algo así como una copia del cuerpo etérico de Shem entretejida en él. Ahora bien, ¿Con qué medios se produce tal condición en el curso de la evolución humana?
Observemos a Sem con más atención. Encontramos que su cuerpo etérico recibió su forma arquetípica debido a que un avatar se había entretejido en él. No era un avatar tan elevado que podamos compararlo con otros seres avatares, pero aun así un avatar elevado descendió a su cuerpo etérico. Sin embargo, esta individualidad avatar no estaba conectada con el cuerpo astral de Shem ni con su ego, sino que solamente estaba entretejida en su cuerpo etérico. A partir de este ejemplo podemos estudiar lo que significa que un ser avatar participe en la constitución y composición de un ser humano. ¿Qué significa, pues, que un ser humano que, como Shem, tiene la misión de ser el antepasado de todo un pueblo, tenga en cierto modo la esencia de un avatar entretejida en su cuerpo? Significa que cada vez que la esencia de un avatar se teje en el alma de un ser de carne y hueso, cualquier miembro -o incluso varios miembros- de la constitución suprasensible de este ser humano son capaces de multiplicarse y dividirse en muchas partes.
El hecho de que un ser avatar estuviera entretejido con el cuerpo etérico de Shem hizo posible que innumerables copias del original surgieran y se entretejieran en todos los seres humanos que se convirtieron en los descendientes de este ancestro en las generaciones posteriores. Así pues, la descendencia de un ser avatar es, entre otras cosas, significativa porque contribuye a la multiplicación de uno o varios miembros del ser que está animado por el avatar. Como se puede ver en esto, en Shem estaba presente un cuerpo etérico especialmente precioso, un cuerpo etérico arquetípico, preparado por un avatar sublime y luego entretejido en Shem para que con él pudiera descender en muchas copias a todos los que estaban destinados a la consanguinidad.
Como ya hemos dicho en una conferencia anterior, existe una economía espiritual en virtud del hecho de que algo de valor especial se conserva y se traslada al futuro. Hemos oído no sólo que el yo se reencarna, sino también que el cuerpo astral y el cuerpo etérico son capaces de hacer lo mismo. Aparte del hecho de que surgieron innumerables copias del cuerpo etérico de Shem, su propio cuerpo etérico también fue preservado en el mundo espiritual porque podría ser útil más tarde en la misión del pueblo hebreo. Recordemos que todas las peculiaridades de los hebreos se habían expresado originalmente en este cuerpo etérico, y si en algún momento debía sucederles algo de especial importancia - si a uno de ellos se le asignaba una tarea o misión especial, entonces esto podía ser realizado mejor por un individuo que llevara el cuerpo etérico del antepasado dentro de sí mismo. De hecho, un individuo que llevaba el cuerpo etérico de Shem, desempeñó más tarde un papel importante en la historia del pueblo hebreo. Tenemos aquí, en efecto, una de esas maravillosas complejidades en la evolución de la humanidad que tanto puede explicarnos. Se trata de una individualidad sublime que, por así decirlo, se vio obligada a condescender para poder hablar a los hebreos de manera comprensible y darles la fuerza necesaria para una misión especial. Por analogía, si un individuo intelectualmente avanzado tuviera que hablar a una tribu primitiva, tendría que aprender su lengua, pero esto no significa que la lengua en cuestión lo elevara personalmente; todo lo que el individuo tendría que hacer es tomarse la molestia de familiarizarse con la lengua. De la misma manera, una individualidad sublime tuvo que hacer un fuerte esfuerzo personal para hacerse uno con el cuerpo etérico de Shem para poder dar un impulso definitivo al antiguo pueblo hebreo. Esta personalidad era el mismo Melquisedec que aparece en la historia bíblica. En cierto modo, llevaba el cuerpo etérico de Shem para que más tarde pudiera dar a Abraham el impulso que encontramos tan bellamente en la Biblia. Lo que estaba contenido en la individualidad de Shem se multiplicó porque un ser avatar se encarnó en él, y todo esto se entrelazó con todos los demás cuerpos etéricos de los hebreos. Además, el propio cuerpo etérico de Shem se conservó en el mundo espiritual para que pudiera ser portado en un momento posterior por Melquisedec, que iba a dar a los hebreos un importante impulso a través de Abraham.
Así de finamente entrelazados están los hechos detrás del mundo físico, hechos que son necesarios para dilucidar para nosotros lo que sucede en el mundo físico. Sólo si somos capaces de señalar esos hechos de naturaleza espiritual que están detrás de los hechos del mundo físico, aprenderemos a interpretar la historia. La historia nunca puede ser comprensible considerando únicamente los hechos físicos.
Ahora bien, si el descenso de un ser avatar afecta a los componentes anímico-espirituales del ser humano, en el sentido de que éste se convierte en portador del alma del avatar, y si esto da lugar a la multiplicación y a la transmisión de la copia arquetípica a otros, entonces este fenómeno se vuelve especialmente significativo con la aparición de Cristo en la tierra. Debido a que la esencia avatárica de Cristo vivía en el cuerpo de Jesús de Nazaret, se hizo posible no sólo que el cuerpo etérico, sino también que el cuerpo astral e incluso que el ego se multiplicaran innumerables veces; por ego me refiero al "yo" como impulso que se encendió en el cuerpo astral de Jesús de Nazaret cuando Cristo entró en su triple envoltura. Sin embargo, lo más importante en nuestra consideración es el hecho de que los cuerpos etérico y astral pudieron multiplicarse debido a la presencia del ser avatar.
Ahora bien, uno de los puntos de inflexión más significativos en la historia humana fue, la aparición del principio Crístico en la evolución terrestre. Lo que les he contado sobre Shem es en realidad típico y característico de los tiempos precristianos. Cuando un cuerpo etérico o astral se multiplica de esta manera, las copias del original suelen transmitirse a aquellas personas que están emparentadas con el antepasado que tuvo el prototipo, a través de la sangre. Así fue cómo, las copias del cuerpo etérico de Shem se transmitieron a los miembros de la tribu hebrea, pero cuando apareció el Ser Avatar Cristo, todo esto cambió. Los cuerpos etérico y astral de Jesús de Nazaret se multiplicaron y las copias se conservaron hasta que pudieron ser utilizadas en el curso de la evolución humana. Sin embargo, no estaban ligados a tal o cual nacionalidad o tribu. Pero cuando en el curso del tiempo aparecía un ser humano que, independientemente de su nacionalidad, estaba lo suficientemente maduro y adecuado para tener su propio cuerpo etérico o astral entrelazado con una copia del cuerpo etérico o astral de Jesús de Nazaret, entonces esos cuerpos podían ser entretejidos en el ser de esa persona en particular. Así vemos cómo se hizo posible, en el curso del tiempo, que toda clase de personas tuvieran copias del cuerpo astral o etérico de Jesús de Nazaret entretejidas en sus almas.
La historia íntima del desarrollo cristiano está relacionada con este hecho. Lo que normalmente se describe como la historia del desarrollo cristiano, no es mas que una suma de sucesos totalmente externos. Por esta razón, se presta muy poca atención a lo más importante: la diferenciación de los períodos reales del desarrollo cristiano. Cualquiera que pueda profundizar en el desarrollo del cristianismo, percibirá fácilmente que la forma de difusión del cristianismo, fue diferente en los primeros siglos que en los siglos posteriores de la era cristiana. En los primeros siglos cristianos la difusión del cristianismo estaba, en cierto modo, ligada a todo lo que se podía obtener del plano físico. Basta con mirar a los primeros maestros del cristianismo para ver cómo enfatizaban los recuerdos físicos, las conexiones físicas y todo lo que había permanecido en un estado físico. Basta con considerar cómo Ireneo, un hombre que contribuyó tanto en el siglo I a la difusión de la doctrina cristiana en varios países, subrayó que los recuerdos debían remontarse a los que habían escuchado a los discípulos de los Apóstoles. Era importante demostrar mediante esos recuerdos físicos, que el propio Cristo había enseñado realmente en Palestina. Se hacía especial hincapié, por ejemplo, en que el propio Papías se había sentado a los pies de los discípulos de los Apóstoles. Incluso se mostraban y describían los lugares en los que se habían sentado tales personalidades, personas que todavía podían ser citadas como testigos oculares del hecho de que Cristo había vivido en Palestina. El progreso físico en la memoria era lo que se enfatizaba especialmente en los primeros siglos del cristianismo.
En las palabras del viejo San Agustín que vivió al final de esta era, se puede ver cuánto énfasis se mantenía en todo lo que era físico, cuando dijo: "¿Por qué creo en las verdades del cristianismo? Porque la autoridad de la Iglesia católica me obliga a ello". Para él, que la autoridad física le dijera que algo existe en el mundo físico era lo importante y esencial. Lo determinante para él era que se había conservado un cuerpo corporativo, dentro del cual una personalidad se enlaza con otra hasta llegar a una que, como Pedro, era compañero de Cristo. De ahí que veamos que en la difusión del cristianismo durante los primeros siglos, eran los documentos y las impresiones del plano físico a los que se daba la mayor importancia.
Después de la época de San Agustín todo esto cambia ya en los siglos X, XI y XII. A partir de entonces dejó de ser posible apelar a los recuerdos vivos o consultar los documentos del plano físico, porque estaban demasiado alejados del presente. En todo el ánimo y la disposición de los seres humanos, estaba presente algo totalmente diferente, especialmente los europeos, que entonces abrazaban el cristianismo. Tal disposición era el sentimiento, el conocimiento directo, de la existencia de Cristo, de su muerte en la cruz y de su vida continua. Desde los siglos IV y V hasta el X y XII, un gran número de personas habrían considerado una tontería que se les dijera que podían dudar de los sucesos de Palestina porque los conocían mejor. Personas como éstas eran especialmente comunes en los países europeos, y siempre habían podido experimentar interiormente en miniatura una especie de revelación paulina, es decir, la experiencia por la que Saulo se convirtió en Pablo en el camino de Damasco.
¿Qué es lo que hizo posible que un número de personas en esos siglos pudiera recibir revelaciones sobre los acontecimientos en Palestina que, en cierto sentido eran  clarividentes? Fue posible porque las copias multiplicadas del cuerpo etérico de Jesús de Nazaret, se habían conservado y estaban en esos siglos entretejidas en los cuerpos etéricos de un gran número de personas, que llevaban estas copias multiplicadas como se lleva una prenda de vestir. Su cuerpo etérico no consistía enteramente en la copia del cuerpo etérico de Jesús, sino que en él se hallaba tejida una copia del original. Hubo, en efecto, seres humanos en aquellos siglos que pudieron tener tal cuerpo etérico y que, por tanto, pudieron tener un conocimiento inmediato de Jesús de Nazaret y del Cristo.
Todo esto, sin embargo, tuvo como efecto que la imagen de Cristo, dejara de estar asociada a la transmisión externamente histórica y física de la historia. El grado más alto de tal disociación es evidente en esa maravillosa obra literaria del siglo IX, el Heliand. Este poema fue escrito por un sajón aparentemente sencillo en la época de Luis el Piadoso, que reinó entre 814 y 840. El cuerpo astral y el ego del sajón no podían coincidir con lo que había en su cuerpo etérico porque este último llevaba consigo entretejida en él, una copia del cuerpo etérico de Jesús de Nazaret. Este simple sacerdote sajón, el autor del poema, tenía la certeza, por visión clarividente inmediata, de que el Cristo existía en el plano astral y que era el mismo Cristo que había sido crucificado en el Gólgota. Y como esto era una certeza directa para él, ya no necesitaba recurrir a documentos históricos o a la mediación física para saber que el Cristo existe. Por ello, describe a Cristo desvinculado de todo el entorno palestino y de las peculiaridades del carácter judío. Este poeta, pues, describe a Cristo como si fuera algo así como un líder de una tribu centroeuropea o germánica, y describe a los que rodean a Hirn como sus seguidores -los Apóstoles- como si fueran vasallos de un príncipe germánico. Toda la escenografía externa ha cambiado, pero la estructura de los acontecimientos y los aspectos esenciales y eternos de la figura de Cristo siguen siendo los mismos. Cuando este poeta hablaba del Cristo, no tenía que atenerse rígidamente a los acontecimientos históricos, porque tenía un conocimiento directo de Él, que estaba construido sobre una base tan importante como una copia del cuerpo etérico de Jesús de Nazaret. Lo que había adquirido como conocimiento inmediato, lo revestía con un marco externo diferente. Al igual que hemos podido describir a este escritor del poema de Heliand, como una de las personalidades peculiares que tenía una copia del cuerpo etérico de Jesús de Nazaret entretejida en su propio cuerpo etérico, también podemos encontrar otras personalidades de este período que también llevaban una copia dentro de sí. Vemos, por lo tanto, que las cosas más importantes tienen lugar detrás de los sucesos físicos y que estas cosas pueden explicarnos la historia de una manera íntima.
Si continuamos rastreando el desarrollo cristiano, llegamos al período que va desde el siglo XI o XII hasta el siglo XV, y es aquí donde descubrimos un misterio totalmente diferente que ahora lleva la evolución hacia adelante. Si recuerdan, primero fue el recuerdo de lo que había ocurrido en el plano físico, seguido por el elemento etérico que se tejió en los cuerpos etéricos de los pilares del cristianismo en Europa Central. Pero más tarde, del siglo XII al XV, fueron numerosas copias del cuerpo astral de Jesús de Nazaret las que se entretejieron con los cuerpos astrales de los más importantes pilares del cristianismo. En aquella época los seres humanos tenían egos capaces de formarse ideas extremadamente falsas sobre todo tipo de cosas, pero en sus cuerpos astrales estaba viva una fuerza directa, de devoción y de certeza inmediata de las verdades santas. Tales personas poseían un profundo fervor, una convicción absolutamente directa, y también, en algunas circunstancias, la capacidad de probar esta convicción. Lo que a veces debe llamarnos la atención, especialmente en estas personalidades, es que el desarrollo de su ego no era en absoluto igual al de sus cuerpos astrales, porque estos últimos tenían copias del cuerpo astral de Jesus de Nazaret entretejidas en ellos. El comportamiento de su ego a menudo parecía grotesco, pero el mundo de sus sentimientos y fervor era magnífico y excelso.
Francisco de Asís, por ejemplo, era una personalidad así. Estudiamos su vida y no podemos, como personas modernas, comprender cuál era su yo consciente; sin embargo, no podemos evitar sentir la más profunda reverencia por la riqueza y la amplitud de sus sentimientos y por todo lo que hizo. Esto deja de ser un problema una vez que adoptamos la perspectiva mencionada anteriormente. Era uno de los que tenían una copia del cuerpo astral de Jesús de Nazaret entretejida en sus propios cuerpos astrales, y esto le permitió realizar lo que hizo. Muchos de sus seguidores en la Orden de los Franciscanos, con sus sirvientes y minoritas, tenían tales copias entretejidas con sus cuerpos astrales de manera similar.
Todos los fenómenos extraños y por lo demás misteriosos de esa época, se volverán lúcidos y claros para ustedes, tan pronto como pongan esta mediación en la evolución del mundo entre esa época y las anteriores adecuadamente ante el ojo de su alma. La distinción importante que debe hacerse para estas personas de la Edad Media es si lo que se tejió en sus almas a partir del cuerpo astral de Jesús de Nazaret contenía más de lo que llamamos el alma sensible, más del alma intelectual o más del alma consciente. Esta distinción es importante porque, como ustedes saben, el cuerpo astral debe concebirse como conteniendo, en cierto sentido, estos tres componentes, así como el yo, al que engloba. Lo que se tejía en Francisco de Asís era, por así decirlo, el alma sensible de Jesús de Nazaret, y lo mismo ocurre en el caso de aquella notable personalidad que fue Isabel de Turingia, nacida en 1207. Conocer este secreto de su vida les permitirá seguir el curso de su vida con toda su alma. También ella era una personalidad que tenía una copia del cuerpo astral de Jesús de Nazaret entretejida en su alma sensible. El enigma del ser humano se resuelve para nosotros por medio de tal conocimiento.
Si ustedes saben que durante este tiempo las más diversas personalidades tenían alma sensible, alma intelectual o alma consciente entretejida en ellas como copias del cuerpo astral de Jesús de Nazaret, comprenderán sobre todo esa ciencia poco comprendida y muy difamada que se ha dado en llamar escolástica. ¿Qué tareas se proponían los escolásticos? Ellos se proponían encontrar, sobre la base del juicio y del intelecto, verificaciones y pruebas de aquellos fenómenos para los cuales no existían vínculos históricos ni mediación física, y que ya no podían ser conocidos con la certeza clarividente directa, posible en los siglos anteriores a través del cuerpo etérico entretejido de Jesús de Nazaret. Estas personas se propusieron la tarea diciendo: La tradición nos ha comunicado que el Ser conocido como Jesucristo ha aparecido en la historia y que, además, han intervenido en la religión humana otros seres espirituales de los que dan testimonio los documentos religiosos. Entonces, desde el alma intelectual, es decir, desde el elemento intelectual de la copia del cuerpo astral de Jesucristo, se dieron a la tarea de probar con conceptos sutiles y claramente desarrollados todo lo que su literatura contenía como verdades misteriosas. Así surgió la extraña ciencia que intentó lo que probablemente fue la empresa intelectual más penetrante jamás emprendida en la historia del pensamiento humano. Se puede pensar en el contenido de la escolástica como se quiera, pero durante varios siglos esta escuela de pensamiento desarrolló la capacidad de reflexión humana y dejó así su huella en la cultura de la época. La escolástica lo consiguió gracias a un discernimiento extremadamente sutil entre los distintos conceptos y a su esquematización. Como resultado, entre los siglos XIII y XV la escuela implantó en la humanidad la capacidad de pensar con una lógica aguda y penetrante.
La convicción especial de que el Cristo puede encontrarse en el yo humano surgió entre aquellos que estaban imbuidos más fuertemente de la copia del alma consciente de Jesús de Nazaret, porque el yo actúa en el alma consciente. Debido a que estos individuos tenían dentro de sí el elemento del alma consciente del cuerpo astral de Jesús de Nazaret, el Cristo interno se alzaba resplandeciente dentro de sus almas, y a través de este cuerpo astral llegaban a saber que el Cristo dentro de ellos era el Cristo mismo. Estos fueron los individuos que ustedes conocen como Meister Eckhart, Johannes Tauler, y todos los demás pilares del misticismo medieval.
Aquí se ve cómo las más diversas manifestaciones del cuerpo astral, multiplicadas por el hecho de que el sublime Ser Avatar del Cristo había entrado en el cuerpo de Jesús de Nazaret, siguieron actuando en la época siguiente y provocaron el verdadero desarrollo del cristianismo. Esta es una transición importante también en otros aspectos. Hemos visto cómo la humanidad, en el curso de su evolución, dependía, por lo demás, de haber incorporado en su interior estas copias del Ser de Jesús de Nazaret. En los primeros siglos existieron personas que dependían totalmente del plano físico; luego, en los siglos siguientes, hubo seres humanos susceptibles de tener el cuerpo etérico de Jesús de Nazaret entretejido en sus propios cuerpos etéricos. Más tarde, los seres humanos, podría decirse, se orientaron más hacia el cuerpo astral, y así fue como la copia del cuerpo astral de Jesús de Nazaret pudo incorporarse a ellos. El cuerpo astral es el portador del juicio, y fue la capacidad humana de juzgar la que se despertó entre los siglos XII y XIV.
Este despertar del cuerpo astral puede observarse también en otro fenómeno. Antes del siglo XII, se comprendía especialmente bien la profundidad del misterio contenido en la Santa Cena. No se discutía mucho, sino que se aceptaba de manera que el ser humano pudiera sentir todo lo que contenían las palabras: "Esto es mi cuerpo y esto es mi sangre". Cristo quiso decir con estas palabras que se uniría a la tierra y se convertiría en su espíritu planetario. Y al igual que la harina es lo más precioso de la tierra, el pan se convirtió para los seres humanos en el cuerpo de Cristo, y la savia que fluye por las plantas y las vides se convirtió para ellos en algo de su sangre. Gracias a este conocimiento, el valor de la Cena del Señor no disminuyó, sino que, por el contrario, aumentó. Las personas de los primeros siglos sintieron algo de estas profundidades infinitas, y continuaron haciéndolo hasta el momento en que el poder del juicio se despertó en el cuerpo astral. Sólo entonces comenzaron las disputas sobre el significado de la Cena del Señor. Basta pensar en las discusiones sobre el significado de la Cena del Señor entre los husitas, los luteranos y los zwinglianos y calvinistas disidentes. No habrían sido posibles en tiempos anteriores, cuando la gente todavía tenía un conocimiento inmediato y directo de la Cena del Señor.
Aquí vemos verificada una gran ley histórica que debería ser de especial importancia para el científico espiritual: Mientras la gente sabía lo que era la Cena del Señor, no la discutía. Sólo empezaron a discutirla cuando perdieron el conocimiento directo de la misma. Consideremos el hecho de que las personas discutan un asunto particular como una indicación de que no lo conocen realmente. Donde existe el conocimiento, el conocimiento es narrado, y no hay ningún deseo particular de discutir. Cuando la gente tiene ganas de discutir algo, no tiene, por regla general, ningún conocimiento de la verdad. La discusión comienza sólo cuando hay falta de conocimiento, y es siempre y en todas partes el signo de la decadencia respecto a la seriedad de un tema cuando se oyen discusiones sobre él. Las discusiones presagian el declive de una determinada tendencia. Es muy importante que, una y otra vez, en la Ciencia Espiritual aprendamos a comprender que el deseo de discutir algo debe ser interpretado, en realidad, como una señal de ignorancia. Por el contrario, debemos cultivar lo opuesto a la discusión, que es la voluntad de aprender y la voluntad de comprender gradualmente lo que está en cuestión.
Aquí vemos un hecho histórico importante verificado por el desarrollo del propio cristianismo. Pero también podemos aprender algo más cuando vemos cómo, en los siglos del cristianismo caracterizados arriba, el poder de juicio, esta aguda sabiduría intelectual, se desarrolla aún más. En efecto, cuando centramos nuestra atención en las realidades y no en los dogmas, podemos aprender cuánto ha logrado el cristianismo desde sus inicios. Tomemos la escolástica. ¿Qué ha sido de ella cuando no miramos su contenido, sino que la percibimos como un medio para cultivar y disciplinar nuestras facultades mentales? ¿Quieren saberlo? La escolástica se ha convertido en la ciencia natural moderna. Esta última es inconcebible sin la realidad de la ciencia cristiana medieval. No es sólo que Copérnico fuera un canónigo y Giordano Bruno un dominico, sino que todas las formas de pensamiento con las que se han abordado los objetos naturales desde los siglos XV y XVI no son más que lo desarrollado y alimentado por la ciencia cristiana de la Edad Media desde el siglo XI hasta el XVI. Hoy en día hay gente que busca pasajes en los libros de la escolástica, los compara con los descubrimientos recientes de la historia natural, y luego dice que Haeckel y otros promedian algo totalmente diferente. Esas personas no viven en la realidad, sino en el mundo de las abstracciones. ¡La realidad es lo que importa! El trabajo de Haeckel, Darwin, DuBois-Reymond, Huxley y otros habría sido imposible si la ciencia cristiana de la Edad Media no les hubiera precedido. Estos científicos modernos deben su modo de pensar a la ciencia cristiana de la Edad Media. Esa es la realidad, y es a partir de esa ciencia como, la humanidad ha aprendido a pensar en el verdadero sentido de la palabra.
Pero hay más. Lean a David Friedrich Strauss y traten de observar su modo de pensar. Intenten darse cuenta de cuál es su linea de razonamiento: de la manera en que quiere presentar toda la vida de Jesús de Nazaret como un mito. ¿Saben de dónde le viene la agudeza de su pensamiento? La obtiene de la ciencia cristiana de la Edad Media. Todo lo que se utiliza hoy en día para combatir el cristianismo de forma tan radical ha sido tomado del mundo del saber cristiano de la Edad Media. En realidad, hoy no puede haber un opositor al cristianismo del que no se pueda demostrar fácilmente que no podría pensar como lo hace si no hubiera aprendido sus formas de pensamiento de la ciencia cristiana de la Edad Media. Si se considerara este hecho, se vería la historia del mundo como realmente es.
¿Qué ha ocurrido, pues, desde el siglo XVI? Desde entonces, el yo humano ha cobrado cada vez más protagonismo y con él el egoísmo humano, y con el egoísmo, el materialismo. Todo lo que el ego había absorbido y adquirido fue gradualmente desaprendido y olvidado. Los seres humanos se vieron ahora obligados a limitarse a lo que el ego podía observar y a lo que el sistema sensorial físico era capaz de dar a la inteligencia ordinaria. Eso es todo lo que el ego podía llevar a su santuario interior. La cultura desde el siglo XVI se ha convertido en la cultura del egoísmo.
¿Qué debe entrar ahora en el yo? La evolución cristiana ha pasado por un desarrollo en los cuerpos físico, etérico y astral y ha llegado hasta el yo. Ahora debe llevar a este yo los misterios y secretos del propio cristianismo. Después de una época en la que el yo aprendió a pensar a través del cristianismo y luego a aplicar los pensamientos al mundo exterior, ahora debe ser posible que el yo se convierta en un órgano receptivo de Cristo. Este yo debe ahora redescubrir la sabiduría que es la sabiduría primordial del Gran Avatar, del propio Cristo. ¿Y cómo se hace esto? Debe hacerse mediante una comprensión más profunda del cristianismo a través de la Ciencia Espiritual. Habiendo sido cuidadosamente preparado a través de las tres etapas de desarrollo físico, etérico y astral, el órgano interno tendría ahora que abrirse a su anfitrión humano para que éste pueda, en adelante, mirar en el ambiente espiritual con el ojo que el Cristo puede abrir para nosotros.
Cristo descendió a la tierra como el mayor ser avatar. Veamos esto en la perspectiva correcta y tratemos de mirar el mundo como seríamos capaces de hacerlo después de haber recibido al Cristo en nosotros mismos. Entonces encontraríamos todo el proceso de evolución de nuestro mundo iluminado e impregnado por el Ser Crístico. Es decir, describiríamos cómo el cuerpo físico de los seres humanos se originó en el antiguo Saturno, cómo el cuerpo etérico hizo su aparición en el antiguo Sol, el cuerpo astral en la antigua Luna y el yo en la Tierra. Finalmente, encontraríamos de que modo todo tiende a la meta de volverse cada vez más independiente e individual para incorporar en la evolución de la tierra la propia sabiduría que pasa del Sol a la tierra. En cierto modo, Cristo y el cristianismo deben convertirse en el centro de perspectiva de una visión cósmica para el yo liberado.
Así se ve cómo el cristianismo se ha ido preparando poco a poco para lo que va a ser. En los primeros siglos el cristiano recibió el cristianismo con su capacidad física de conocer la verdad, más tarde con su capacidad etérica, y a lo largo de la Edad Media con su capacidad astral de conocer la verdad. Luego, el cristianismo en su forma verdadera fue reprimido durante un tiempo hasta que el yo se hubo entrenado con los tres cuerpos en el curso de la evolución cristiana. Pero después de que este yo aprendiese a pensar y a dirigir su visión hacia el mundo objetivo, ya está lo suficientemente maduro como para percibir en todos los fenómenos del mundo objetivo, los hechos espirituales que están tan íntimamente vinculados con el Ser Central, el Cristo. Así, el yo es ahora capaz de contemplar al Cristo en todas partes en las más diversas manifestaciones como fundamento del mundo objetivo.
Aquí nos encontramos en el punto de partida para la comprensión y percepción científico-espiritual del cristianismo, y comenzamos a comprender qué tarea y misión se le ha asignado a nuestro movimiento para el conocimiento espiritual. Al hacerlo, la realidad de esta misión se hace evidente para nosotros. Así como el ser humano individual tiene un cuerpo físico, uno etérico y uno astral, además de su yo, lo mismo ocurre con el desarrollo histórico del cristianismo, y ambos continúan elevándose a alturas cada vez más elevadas. Podríamos decir que el cristianismo también tiene cuerpos físicos, etéricos y astrales, además de un yo, un yo que incluso puede negar su origen como lo hace en nuestra época. Ciertamente, un yo puede convertirse en egoísta, pero sigue siendo un yo que puede recibir el verdadero Ser Crístico en sí mismo, elevándose así a estadios de existencia cada vez más elevados. Lo que el ser humano es en particular, el gran mundo lo es en su totalidad; y eso incluye su evolución histórica.
Si miramos el asunto desde el punto de vista científico-espiritual, de esta manera se abre ante nosotros una perspectiva del futuro lejano, y sabemos que esta perspectiva puede tocar nuestros corazones y llenarlos de entusiasmo. Cada vez se nos hace más claro qué es lo que tenemos que hacer, y entonces nos damos cuenta de que no vamos a tientas en la oscuridad. Esto es así porque no hemos concebido ideas que pretendamos proyectar en el futuro de forma arbitraria, sino que pretendemos albergar y seguir sólo aquellas ideas que se han ido preparando gradualmente a través de siglos de desarrollo cristiano. Es cierto que sólo después de la existencia de los cuerpos físico, etérico y astral pudo hacer su aparición el yo; ahora ha de desarrollarse poco a poco hasta el yo espiritual, el espíritu vital y el hombre espiritual. Por la misma razón, los seres humanos modernos, con su forma de ego y su pensamiento actual, sólo pudieron desarrollarse a partir de la forma astral, etérica y física del cristianismo. El cristianismo se ha convertido en ego. Así como éste fue el desarrollo del pasado, también es cierto que la forma del ego de la humanidad sólo puede aparecer después de que se hayan desarrollado las formas astral y etérica del cristianismo. El cristianismo se desarrollará en el futuro. Ofrecerá a la humanidad cosas mucho más grandes, y el desarrollo y el modo de vida cristianos surgirán en una nueva forma. 
El cuerpo astral transformado aparecerá como el yo espiritual cristiano, el cuerpo etérico transformado como el espíritu vital cristiano. Y en una perspectiva radiante del futuro del cristianismo, el hombre espiritual brilla ante nuestras almas como la estrella hacia la que nos esforzamos, iluminada y resplandeciente en todo momento con el espíritu del cristianismo.

Traducido por J.Luelmo ago.2022

2 comentarios:

MIGUEL ANGEL dijo...

La fecha de esta conferencia, la XV, es 15 de febrero de 1909, y la que figura en su blog, 17 junio 1909 corresponde a la conferencia XIX.

luxmundi dijo...

Tomamos nota y rectificamos, gracias por notificárnoslo.
Saludos

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919