GA 156 Dornach, 6 de octubre de 1914 Relaciones de espacio y tiempo en la adquisición de ideas espirituales del ser de los Ángeles, Arcángeles, Arcais.

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    RUDOLF STEINER. 


RELACIONES DE ESPACIO Y TIEMPO EN LA ADQUISICIÓN DE IDEAS ESPIRITUALES DEL SER DE LOS ÁNGELES, ARCÁNGELES Y ARCAIS.

 Dornach, 6 de octubre de 1914

cuarta conferencia

Ayer traté de hablarles de ciertas experiencias interiores que pueden llamarse las "vocales" del mundo espiritual.

Oímos cómo la lectura oculta y la audición oculta son experiencias internas muy vivas a las que debe dedicarse toda la personalidad, toda el alma. Mencioné tres de esas experiencias para las que hay que prepararse cuidadosamente. Una de ellas surge cuando aprendemos gradualmente a entrar conscientemente en ese mundo suprasensible en el que siempre estamos, aunque inconscientemente, y alcanzamos así la Puerta de la Muerte. También hablé de la experiencia que surge cuando adquirimos la llamada facultad de transformarnos en otros seres. Y luego traté de mostrar cómo podemos considerar el mal en el mundo de tal manera que reconozcamos su origen en un mal uso de fuerzas espirituales superiores que, en su lugar y en su propio modo de actuar, están totalmente justificadas.

Otra experiencia de este tipo se produce si. tomamos en serio algo que está relacionado con lo anterior. Debemos transformarnos en otros seres, pero de tal manera que los hilos de las experiencias interiores del alma se mantengan intactos. Si no pueden mantenerse intactos, ocurre lo mismo que cuando un hombre en el plano físico no puede recordar lo que ocurrió ayer o hace algunos años en su vida física. Así como esta continuidad de experiencias debe mantenerse en la vida física normal, el hilo conductor debe mantenerse a través de las transformaciones en el mundo espiritual. Esto significa que cuando un ser humano se ha transformado en un determinado ser o acontecimiento, no debe perderse a sí mismo. Debe conservar una especie de memoria superior, puramente espiritual, de otras formas, procesos y seres del mundo espiritual. En otras palabras: el hombre tiene que convertirse en un ser múltiple, "desdoblarse" por así decirlo en el mundo espiritual, ser capaz de dividirse. Esta experiencia interior produce una sensación extraña: "Estás aquí, eres este ser, pero también eres otro ser. Estás dentro de seres separados". Sin este sentimiento de multiplicidad, nunca podríamos alcanzar una imagen real, por ejemplo, de los Seres de las Jerarquías superiores. Por los caminos que describimos ayer, y también por otros, podemos hacernos una idea de los Ángeles, la Jerarquía que está inmediatamente por encima de nosotros. Pero para alcanzar una imagen espiritualmente más adecuada de los Arcángeles, debemos comprender a través del sentimiento interno algo de la experiencia de ser multiplicado. Porque sólo gradualmente aprendemos a comprender a estos Seres de las Jerarquías. Sólo gradualmente aprendemos a comprender porque en el mundo físico todas las concepciones humanas, todos los pensamientos humanos están ligados a las condiciones ordinarias de espacio y tiempo. Pero cuando ascendemos a los Seres de la Jerarquía de los Arcángeles, las condiciones de espacio y tiempo son muy diferentes.

Partiendo de la conciencia física ordinaria, tenemos un cierto sentimiento básico que es bastante natural para esta conciencia física. Si, por ejemplo, a través de la videncia, quiero acercarme a un ser humano que está viviendo entre la muerte y un nuevo nacimiento, entonces, -no me estoy refiriendo a mí mismo, sino en general a alguien que tiene videncia y está buscando el alma de un difunto-, tengo este sentimiento: "¡El muerto está ahí, junto a mí! Por lo que respecta al elemento tiempo, puedo buscarlo igual que en el plano físico puedo buscar a otro ser humano contemporáneo... sólo es cuestión de encontrar el camino hacia él. Cuando buscamos a alguien que ha muerto, esta idea también es correcta. En cierto sentido, sigue siendo correcta cuando se trata de encontrar a un Ser de la Jerarquía de los Ángeles. Pero ya no es correcta si buscamos a un Ser de la Jerarquía de los Arcángeles, porque tal Ser ha concentrado su conciencia en una época que no es la nuestra.

Supongamos que esta línea representa el flujo del tiempo. Si el vidente vive en este punto, 1914, y está buscando un alma muerta o un Ser de la jerarquía de los Ángeles, él encuentra ese Ser en algún lugar del mundo espiritual en el mismo punto del tiempo. Pero cuando se trata, por ejemplo, de encontrar a un determinado Ser de la Jerarquía de los Arcángeles, esto no resulta.

En este caso tenemos que trascender el tiempo, superar el principio de simultaneidad (Gleichzeitigkeit). Para encontrar un determinado Arcángel debemos remontarnos, por ejemplo, al siglo XV. De modo que no nos quedamos en nuestra propia época. Suponiendo que estuviéramos en el año 1914, tenemos que remontarnos, digamos, al año 1465, y buscar allí al Arcángel. Es verdad que su influencia se traslada a nuestra época, pero aquí sólo tenemos la influencia, no encontramos al Arcángel en su verdadera identidad. Hay que buscar otros Arcángeles en diferentes puntos (véanse los círculos superiores del diagrama). Hay que ir más allá del tiempo. Es una concepción difícil, pero tenemos que alcanzarla.

Debe quedar claro que los arcángeles ostentan siempre con razón su nombre en un determinado sentido. No se sabe realmente por qué llevan este nombre hasta que se llega a su esencia en el sentido que se acaba de caracterizar. Son llamados "Ángeles del Principio", es decir, están siempre presentes en los comienzos de los períodos de tiempo, digamos, donde los pueblos nacen, donde los pueblos entran por primera vez en la historia del mundo, allí están presentes con su plena conciencia, con su propio Ser. Esto permanece presente en los efectos durante el resto del tiempo. Los efectos fluyen en el tiempo. Y si uno quiere encontrarlos, no debe permanecer meramente en la simultaneidad, sino que debe salir del tiempo, buscar los comienzos del tiempo. Nadie, por tanto, que sólo quiera vivir como alma, digamos en octubre de 1914, es capaz de encontrar a todos los arcángeles -quizá ni siquiera a uno-, sino aquel que es capaz de situarse con su ser anímico de nuevo en otros períodos de tiempo de tal manera que estos otros períodos de tiempo puedan ser experimentados directamente por él, de modo que él mismo viva en estos otros períodos de tiempo. Pero cuando se traslada a otros periodos de tiempo, no debe olvidar cómo llegó allí, del mismo modo que no debe olvidar lo que hizo ayer en el mundo físico de hoy.

Y los Orígenes Primordiales, los Espíritus de la Personalidad, los Archai, sólo se encuentran en general, remontándose uno a la mitad de la época Lemúrica, donde la Tierra se encuentra en el comienzo del devenir físico. Donde la tierra ha pasado por los comienzos de su existencia física, allí uno encuentra a los Archai en su propia yoidad. Si uno permanece en la simultaneidad, no puede encontrarlos.
Así que como pueden ver, toda la relación del alma con el tiempo debe ser diferente si uno realmente quiere penetrar en el mundo espiritual de una manera discerniente.
Lo que se experimenta de este modo, o sólo formándose una idea de estas cosas y yendo cada vez más lejos en la experiencia interior de la idea, da a su vez al alma un estado de ánimo de devoción interior, algo así como ser vertido en la verdadera realidad espiritual. Eso, a su vez, constituye una vocal del mundo espiritual.  

Pueden ustedes ver que en la experiencia ulterior descrita anteriormente, el ser humano se independiza cada vez más del punto de vista del espacio y del tiempo en el que se encuentra en el mundo físico. Se constata que no sólo sale uno de sí mismo, sino que en este salir se adentra simultáneamente en el tejido vivo y en el ser del cosmos, no sólo unilateralmente, extendiéndose, por así decirlo, en las esferas espaciales, sino multilateralmente, experimentándose también en el tiempo como un ser vivo que tiene en sí los puntos de conciencia -diría yo- de los seres de las jerarquías superiores. Cuando, pues, uno ya no vive consigo mismo, ya no vive en el espacio y en el tiempo que le son asignados como ser físico, cuando uno ha asumido, por así decirlo, el espacio a su cuerpo, el tiempo a su alma -fíjense bien en la palabra, sólo poco a poco se aprende a comprenderla en su pleno sentido, cuando uno ha aceptado, por así decirlo, el espacio como su cuerpo y el tiempo como su alma-, entonces uno se ha unido con aquello que no es un sentimiento abstracto en general, sino un tejido y un ser vivos en la existencia cósmica lleno de significado.

En todas partes hay sentido, que se derrama en su alma. El sentido universal, que teje y vive en el Universo, se forma a sí mismo a partir del sentido individual. El significado de las cosas brota como fruta de muchos centros. Y el estallido espiritual en los significados individuales se entreteje en una Palabra Cósmica que está llena de significado. El hombre vive y teje dentro de la Palabra Cósmica. Esta experiencia es, de nuevo, otra vocal del mundo espiritual, la vocal original y primordial del mundo espiritual. Esta experiencia del Verbo Cósmico, que debe ser representada en su riqueza viviente y no meramente como una audición espiritual, es la Inspiración en el sentido más elevado. Con esta Inspiración podemos decir: "Lo que yo sé en este Verbo Cósmico, el Verbo Cósmico lo sabe en mí. No soy yo quien conoce, sino que el Cosmos conoce en mí. Me quedo corto en el conocimiento del Verbo Cósmico sólo porque soy un instrumento imperfecto que sólo puede dejar que el Verbo Cósmico suene en mí en corrientes entrecortadas. Pero es la Palabra Cósmica misma la que suena en mí".

La humildad aumenta cuanto más logramos entregarnos desinteresadamente, sin ninguna pretensión con respecto a nuestro propio logro, nuestro pensar, sentir y querer. Cuanto más conseguimos dejar que el Verbo Cósmico se imponga en el tejido de nuestro propio ser, más objetivamente reproducimos, a través del Verbo Cósmico, los misterios que impregnan el universo.

Así, de nuevo hemos hablado de una vocal cósmica. Como sólo puedo deciros los principios esenciales, he querido daros una idea -aunque bastante primitiva- de lo que pueden llamarse las "vocales" del Ser cósmico.

Cuando un hombre está interiormente educado en tales sentimientos como los he descrito en estas cinco vocales cósmicas, cuando puede experimentar lo que puede experimentarse en la vida del alma como un eco de estos sentimientos, entonces el alma puede escuchar lo que sucede en el mundo espiritual y está allí en el mundo espiritual. Y entonces el mundo espiritual puede hablar al alma.

 ¿Y cómo es, entonces, cuando se cultiva realmente el contacto con el mundo espiritual en el sendero que se abre a través de lo que se ha descrito?  Lo que pasa es que con nuestro yo y nuestro cuerpo astral, -pero el yo es llevado a un nivel superior por el hecho de que ha sido atenuado altruistamente en la forma antes descrita y se ha sumergido en el cuerpo astral-, fuera de nuestro cuerpo físico y etérico. Cuando uno está aquí, en la vida, entre el nacimiento y la muerte, y percibe espiritualmente, está, después de todo, con su yo y su cuerpo astral fuera de su cuerpo físico y etérico; pero uno mira hacia atrás, allí, en el cuerpo etérico, y el cuerpo etérico le refleja precisamente el vocalismo. Él tiene la posibilidad de reflejar siete veces. He mencionado cinco de los reflejos, cinco vocales. Hay dos vocales más, de las que se hablará con más detalle en otra ocasión. Pero el peculiar surgimiento y ondulación del cuerpo etérico, lo que refleja en sus procesos de vida cuando uno está fuera de sí mismo, se anuncia como tales vocales. Es decir, algo sucede en el cuerpo etérico cuando uno desarrolla sentimientos como el que puede experimentar mediante la preparación de hallarse a las puertas de la muerte, o mediante la otra de que uno se enfrenta al mal con comprensión, o de que uno se encuentra en el mundo viviente, vivo y tejiendo en su interior. Dependiendo de si se sostiene uno u otro hacia el mundo espiritual, se refleja una cosa u otra en el cuerpo etérico, al que luego se vuelve la vista atrás, por así decirlo. Es difícil describir esto. Me gustaría decir que los seres del mundo se reflejan siete veces en el cuerpo etérico.  
Me gustaría representarlo esquemáticamente así (ver dibujo): Si esto representa el cuerpo etérico del hombre -bastante esquemáticamente-, entonces, por ejemplo, si se le sostuviera el sentimiento de estar a las puertas de la muerte, que surge a través de la preparación, entonces el cuerpo etérico, como contraído aquí en la región superior (ver dibujo, a), obtiene cierto resplandor y sonido. Y de este resplandor y sonido surge algo que puede llamarse una vocal del mundo espiritual.

Si uno desarrolla ahora otro sentimiento, el cuerpo etérico se contrae, por así decirlo, a otra región, digamos a la región del corazón, b. Entonces uno ve otro resplandor y oye otro sonido, como de un ser en el cual uno se ha colocado con el yo y el cuerpo astral.

Lo que he dicho hasta ahora se refiere a las vocales del mundo espiritual. Así como hay siete vocales, también hay doce consonantes del mundo espiritual. A estas doce consonantes se llega más fácilmente comprendiendo el cuerpo físico de la misma manera que hemos comprendido el cuerpo etérico en su, yo diría, esencia vocal. El cuerpo físico se muestra entonces en forma de doce consonantes.
El tiempo no basta aquí, por supuesto, para indicar siquiera en cierta medida cómo se llega a las doce consonantes del cuerpo físico de la misma manera que se llega a las siete vocales del cuerpo etérico. Pero debo decir lo siguiente: para el que está fuera de su cuerpo físico y etérico, este mismo cuerpo etérico y este cuerpo físico se convierten, por así decirlo, en algo muy distinto de lo que son cuando vivimos en ellos. Cuando vivimos en ellos, el cuerpo etérico es el que mantiene nuestros procesos vitales, el que nos convierte en seres vivos, y el cuerpo físico es el que construye preferentemente nuestro organismo sensorial. Ahí es donde nos quedamos. Necesitamos nuestros cuerpos etérico y físico para ser las personas que somos en el plano físico. Pero en cuanto estamos fuera de los cuerpos físico y etérico en el sentido indicado en esta lección, nos relacionamos con ellos como con signos. Es cierto que el cuerpo etérico es entonces un ser vivo, pero no muestra la tarea, la función, que tiene como principio de vida subyacente a nuestro organismo físico. Se nos muestra como un signo de las siete vocales. Se convierte en algo objetivo que miramos y que, en su variabilidad, en su mutabilidad, es un reflejo del vocalismo del mundo en su conjunto. Nos volvemos, por así decirlo, tan ajenos a este cuerpo etérico como lo somos a las vocales de la escritura física exterior, terrenal. Y nos volvemos tan ajenos a nuestro cuerpo físico, -el cual se convierte en una suma de doce signos unidos en él- como ajenos somos a las consonantes de la escritura vulgar ordinaria. Y así como las consonantes y las vocales se interpenetran en las palabras de la escritura ordinaria, de modo que podemos leer una palabra u otra según la forma en que las vocales y las consonantes están unidas entre sí, de igual modo leemos u oímos cosas diferentes en el mundo espiritual según la forma en que el cuerpo etérico, que puede revelarse séptuple, suena junto o está unido a una u otra consonante del cuerpo físico. Así como, cuando nos encontramos con un hombre en el plano físico, nos comunicamos con él por el hecho de que nos habla, pero debemos tener ojos para observar, oídos para oír la palabra, para que su discurso penetre en el alma, de modo que todo lo que forma una relación con otros hombres está mediado a través de nuestros sentidos, algo similar sucede en el mundo espiritual.  
Digamos que uno se prepara para encontrar un alma humana que vive entre la muerte y un nuevo nacimiento. Uno sabe por experiencia interior que ahora está unido a esta alma; uno sabe que está experimentando con ella al mismo tiempo, en el mismo lugar del mundo espiritual. Pero al igual que en el mundo físico uno necesita órganos sensoriales para comunicarse con otras personas, en el mundo espiritual uno necesita volver la vista al cuerpo etérico y al cuerpo físico. Ellos reflejan la interacción entre los procesos vocales del cuerpo etérico y los procesos consonánticos del cuerpo físico. Y la forma en que éstos interactúan te expresa lo que hablas con los muertos, con los cuales estás unido, lo que es, por tanto, necesario para la comunicación con los muertos. 
Pues imagina que estás unido en el mundo espiritual con una persona muerta, con un alma que vive allí entre la muerte y un nuevo nacimiento. Contemplas la forma física humana en la que tú mismo vives en el plano físico, y contemplas la forma etérica humana. La contemplas, y a través de ella se refleja todo lo que la persona muerta tiene que decirte, lo que tiene que comunicarte, lo que piensa, siente y quiere. El cuerpo físico humano y el cuerpo etérico humano se han convertido en un órgano sensorial total al mismo tiempo. Y podemos decir: Hemos recibido el cuerpo físico y el cuerpo etérico dentro de nuestra vida física para que tengamos órganos de los sentidos para el mundo espiritual. Ahora volvemos a ser conscientes de una manera nueva de que la vida en el mundo físico no es simplemente la vida en un valle de lágrimas del que hay que añorar, como querría un falso ascetismo, sino que somos conscientes de que la vida en el mundo físico tiene una misión grande, sublime, divina. Dentro de la vida física adquirimos lo que se convierte en órganos de los sentidos para el mundo espiritual.  
Lo comprenderéis aún con más precisión si llamo vuestra atención sobre el modo en que tiene lugar la percepción de seres y procesos espirituales cuando nosotros mismos nos encontramos en el tiempo entre la muerte y el nuevo nacimiento, cuando, por consiguiente, no percibimos clarividentemente el mundo espiritual desde el plano físico, sino que estamos unidos en el mundo espiritual con seres espirituales. Mientras llevemos un cuerpo físico y uno etérico como vestimenta, mientras tengamos algo que reflejar, mientras éstos nos sirvan como órganos de los sentidos. Cuando nos los quitamos al morir, naturalmente ya no tenemos estos órganos de los sentidos como una realidad externa. Se podría preguntar fácilmente: ¿No podemos, entre la muerte y un nuevo nacimiento, percibir en el mundo espiritual lo que experimentamos en relación con los demás seres y procesos del mundo espiritual? - Sí, entonces es diferente, entonces lo percibimos de otra manera. También aquí, en el mundo físico, el vidente debe recibir reflejado en su cuerpo físico y etérico lo que experimenta en el mundo espiritual. Eso es correcto mientras estén presentes en el mundo físico, mientras el cuerpo físico no se pierda a través de la descomposición, el cuerpo etérico a través de la disolución, a través del vertido en el mundo espiritual. Cuando estamos en el mundo espiritual y ya no tenemos cuerpo físico ni etérico, entonces somos capaces de extraer el mundo de los signos, del que estaban compuestos el cuerpo físico y el cuerpo etérico, de aquello que es la sustancia del mundo espiritual.
Todo es inscrito por nosotros en el mundo espiritual. Supongamos que ustedes viven como un alma entre la muerte y un nuevo nacimiento junto con otra alma humana. Lo que ella te diga, o lo que tú le digas, todo lo que de lo contrario se hubiera reflejado en tu cuerpo físico y etérico, se expresa ahora en la Crónica Akáshica en el mundo espiritual. Lo que de otro modo se habría expresado en la imagen especular del cuerpo físico o etérico, vocal o consonantemente, realmente lo escribes ahora a partir de tu propio poder en el mundo espiritual, en la Crónica Akáshica, para luego, cuando ya no sea necesario, borrarlo de nuevo tú mismo, metafóricamente hablando. ver nota  
El primer indicio de esto lo di en mi libro "Teosofía", al comienzo del capítulo sobre la llamada tierra de los espíritus, donde se dice que el hombre en cierta etapa de desarrollo en el Devacán, en la tierra de los espíritus, ve su encarnación anterior situada allí, en la "zona continental" de la tierra de los espíritus, como la he denominado allí. Se trata de un tipo de guión espiritual.
Sí, lo más ideal sería que el estudio de un libro como "Teosofía" fuera tan asiduo que muchos lectores llegaran por sí mismos a algo como lo que ahora se ha explicado a partir de los indicios que allí se dan.
Hay mucho en estos libros, y ciertamente sólo se podría llegar a ello leyendo por uno mismo, si se lee con el corazón, con toda la experiencia espiritual interior. Pero los libros escritos en el campo de la ciencia espiritual no suelen leerse con la atención que requieren. Realmente no lo son, pues de lo contrario, después de haber escrito "Teosofía" y "Cómo alcanzar el conocimiento de los mundos superiores" y quizás también "La Ciencia Oculta en Esbozo", todos los ciclos podrían haber sido escritos o entregados por otra persona que no fuera yo. Básicamente todo está escrito en estos libros, sólo que uno no suele creerlo. Y ¡Cuánto se podría escribir si se extrajera todo lo que contienen los cuatro Dramas-Misterio! No digo esto para hacerme un nombre, -ya he hablado bastante de la humildad del ocultista, del investigador espiritual-, lo digo para incitar a la gente a leer realmente estos escritos, que tuvieron que ser entregados en nuestro tiempo, y en los que uno personalmente tiene el menor mérito posible.  
Vemos, pues, que el ser humano, mientras vive en el plano físico, desarrolla algo con referencia a los mundos espirituales que es el germen para las experiencias de los mundos superiores. Puesto que el hombre tiene su cuerpo etérico aquí en el mundo físico, éste no es únicamente el principio vital del hombre, sino que es al mismo tiempo el medio de preparación para experimentar el sentido del vocalismo del mundo espiritual. Y el cuerpo físico es un medio de preparación para experimentar el consonantismo del mundo espiritual.
Se puede hacer mucho si se intenta, en un sentido serio, alejarse gradualmente de la concepción puramente materialista del cuerpo físico humano. Uno puede así hacer mucho para prepararse de modo que los sentimientos, -que pueden llamarse sentimientos por el vocalismo y el consonantismo del cosmos-, estas experiencias e impulsos interiores despierten en el alma. Sólo que, para esta preparación, hay que suscitar en uno mismo un sentimiento que es realmente algo parecido, en relación con el desarrollo hacia los mundos superiores, a lo que el niño debe hacer en el mundo físico para aprender a leer y comprender las palabras de nuestro lenguaje humano físico exterior. 
Fijémonos tan sólo en cómo se acepta el cuerpo humano físico en la existencia ordinaria según la concepción materialista. Se lo toma tal como se presenta físicamente. Realmente lo tomamos como lo haríamos si alguien escribiera estos signos "TINTA", y otro viniera y dijera: Quiero examinar esto ahora - y procediera de la siguiente manera. Diría: Hay un garabato, hay un trazo, éste sube, éste baja, aquí un trazo se dobla así, y así sucesivamente; en resumen, describiría las formas de las letras. Así es exactamente como se aborda hoy el cuerpo físico. Se describe anatómica y fisiológicamente el corazón, los pulmones, el hígado, etc., tal como se presentan externamente. Es como describir los trazos de una palabra, pero sólo quien ha aprendido a leer la palabra "tinta" a partir de los trazos tiene algo que ganar con ello. 
Así que ya en el plano físico hay que pasar a la lectura en los mundos espirituales, como se ha discutido hoy. Lo que se llama lectura oculta y audición oculta es realmente una experiencia individual. Para ello uno se prepara cuando ya en el mundo físico trata de captar el cuerpo físico humano en cierta relación en su cualidad de signo. ¿Qué significa esto? Les daré un ejemplo de esta captación de la cualidad de signo. Sin embargo, sólo puedo dar un breve ejemplo, y debo dejar a su propia meditación y reflexión seria lo que realmente se quiere decir con ello. Porque el lenguaje no es suficiente en algunos casos para comunicar estas cosas. Sólo será suficiente cuando la ciencia espiritual haya trabajado en el mundo durante un tiempo y haya cambiado el lenguaje de tal manera que las palabras estén moldeadas de tal forma que se aferren a lo que es espiritualmente real y esencial. El lenguaje debe hacerse mucho más flexible. Pero esto sólo será posible cuando la ciencia espiritual haya sido efectiva durante varios siglos, cuando la gente se acostumbre desde su contacto con ella a utilizar las palabras de forma diferente a como se utilizan hoy en día, cuando sólo se aplican a cosas y procesos del plano físico. 
Encontramos lo que fluye a través de la cabeza humana encerrado en la formación ósea del cráneo físico; allí está, por así decirlo, metido dentro. Allí está, con pequeñas excepciones, físicamente encerrado por todos lados: Esta cabeza, cuando uno empieza a interpretarla, -no simplemente a describirla tal como se presenta sensorialmente-, es algo tremendamente significativo, que en su interior tienen lugar complicados procesos, que están encerrados por casi todos lados por una coraza de hueso. De este modo se divide una parte de todo el ser humano físico, que está encerrada por todos lados por la sustancia humana más dura, a saber, la sustancia ósea. Pero esto es una parte del ser humano, del organismo humano.
El hombre no es realmente un ser tan simple como para que sólo se pueda hablar de él como hombre.
Las ideas primitivas que se tienen en la actualidad sobre el asunto aquí tratado se hicieron especialmente patentes cuando se criticó en mis libros que alguien hable del alma humana como alma sensible, racional o mental, y alma consciente, mientras que, sin embargo, se ha llegado tan espléndidamente lejos en la comprensión del alma como órgano unificado. Desde nuestra cultura materialista podemos comprender esta preferencia por el batiburrillo general y la palabrería sobre el alma, cuya descripción ahora se llama psicología, en contraposición a la forma en que encontramos descritos los verdaderos miembros reales del ser en la ciencia espiritual. El alma se divide en alma sensible, alma racional y alma consciente, no porque se piense en ella de forma abstracta, sino porque pertenecen a épocas diferentes en relación con su origen y están relacionadas con estados diferentes. Uno puede comprender que la cultura espiritual actual pueda encontrar tal cosa insensata, pero esta cultura espiritual actual con ello sólo se caracteriza a sí misma, no a aquello que censura.  
Así pues, el organismo físico del hombre es ya un ser bastante complicado, y adentrándose en esta organización física se pueden, por ejemplo, desarrollar a partir de ella los siguientes pensamientos, que, por supuesto, pueden parecer estúpidos a quien hoy se autodenomina científico. Ciertamente. Pero ya lo dice San Pablo: Ante Dios hay muchas cosas que son sabiduría, pero que para los hombres son necedad. - Así que tal vez podría ser que donde la ciencia sólo ve necedad, haya "sabiduría ante Dios".
Se podría llegar a la idea: Pongamos nuestras manos, ¿Qué son? Nuestras manos están definitivamente conectadas con nuestro ser anímico de alguna manera. Y si alguien tiene en las manos un sentimiento vivo de lo que sucede, y se coloca frente a tal o cual persona y habla, no es indiferente cómo exprese lo que dice en el gesto de sus manos. Eso tiene algo en sí mismo. Ahora voy a omitir muchos eslabones intermedios y dejaré a vuestro criterio que añadáis algo a esto. Imaginemos que nuestras manos no estuvieran formadas de tal manera que pudiéramos moverlas con total libertad y dejar que siguieran nuestra voluntad sin más, sino que estuvieran unidas a nosotros de tal manera que tuviéramos que mantenerlas completamente quietas, que hubieran crecido por naturaleza. ¿Y si tuviéramos manos pero no pudiéramos moverlas? Aunque tuviéramos manos que no pudiéramos mover porque hubieran crecido en nosotros, seguiríamos desarrollando la voluntad de moverlas. Aunque no pudiéramos moverlas físicamente, cada vez que quisiéramos moverlas, levantaríamos las manos etéricas y las moveríamos. Las manos físicas se quedarían quietas, las etéricas se moverían. Eso es lo que hacemos con nuestro cerebro en la realidad. Ciertos lóbulos de nuestro cerebro, que hoy están encerrados en nuestro cráneo, todavía se movían libremente durante la evolución de la Luna. Hoy están firmemente atados y no pueden moverse físicamente.  Pero se mueven etéricamente cuando pensamos. 
El cerebro etérico es lo que movemos cuando pensamos. Si no tuviéramos esta coraza cerebral fija que mantiene unidos estos lóbulos cerebrales, entonces agarraríamos con nuestros lóbulos cerebrales y haríamos gestos como hacemos ahora con las manos. Pero para que aprendiéramos a pensar, nuestros lóbulos cerebrales primero tuvieron que mantenerse físicamente unidos, y la parte etérica del cerebro tuvo que tener la oportunidad de desprenderse.  
Lo que decimos no es un juego de fantasía. Llegará un tiempo en que nuestras manos estarán fijas, en que muchas otras cosas estarán fijas en la parte media de nuestro cuerpo, cerca del corazón, y que ahora aparecen libremente en nosotros; éste estará entonces encerrado en una cáscara, igual que ahora el cerebro está encerrado en una cáscara cerebral. Eso será en tiempos de Júpiter. Aquello de lo que nuestras manos son la expresión visible es algo que está en preparación para convertirse un día en un órgano del pensar.
Y por el momento sólo tenemos órganos rudimentarios de él, que por el momento no han crecido del todo, que siguen siendo pequeños. Del mismo modo que aquí, en la parte delantera de la frente, sólo tenemos trozos de la corteza cerebral, detrás de nosotros tenemos los omóplatos, en la zona que más tarde encerrará nuestro futuro cerebro. Y los omóplatos en el cuerpo humano se interpretan correctamente cuando se les ve como pequeños trozos de hueso que en realidad pertenecen a un cráneo que se cierra sobre él, sólo que el otro aún no está formado.
Así que hay encerrada, por así decirlo, una segunda persona dentro de la primera. Y ahora diré algo aparentemente bastante paradójico: Hay otros órganos en el organismo humano que también son tales trozos de otra cáscara cerebral que sólo se formarán en tiempos aún más tardíos, órganos que ahora son bastante diminutos en comparación con el resto del organismo, se trata de las rótulas. Las rótulas sólo han llegado a estas pequeñas zonas. Hasta ahora son sólo indicios de algo que, en otra dirección, hará más tarde del hombre un órgano espiritual. Aprendemos a interpretar el organismo humano cuando aprendemos, por ejemplo, -es sólo un ejemplo extractado- a decirnos a nosotros mismos: En realidad tienes tres cráneos; uno está bastante desarrollado, está cerrado por todos lados; el segundo todavía sólo está presente en dos piezas, los omóplatos; el tercer cráneo está formado sólo por las rótulas. Los dos últimos, los omóplatos y las rótulas, pueden ser completados por medio del pensar, redondeados esféricamente hasta lo que son sólo en parte. Entonces se tienen tres cerebros. Poco desarrollado en nuestro ser humano exterior está lo que un día será nuestro segundo cerebro. Ahora se muestra exteriormente, más tarde será el cerebro interior. 
Cuando hoy haces gestos con las manos, éstos preparan más tarde pensamientos, pensamientos que captarán entonces los procesos del mundo elemental tan reales como tú captas ahora los procesos del mundo físico con los pensamientos de tu cabeza. Por curioso y paradójico que parezca, lo que hay fuera de las rótulas, es decir, la parte inferior de las piernas, los pies, son órganos bastante imperfectos que están conectados con la gravedad de la Tierra.  
Las rótulas se preparan, en relación con lo que ahora absorben espiritualmente de la tierra, para convertirse un día en órganos espirituales, cuando ya no estén presentes como órganos físicos, y conducir a los mundos espirituales, cuando la tierra se haya transformado en el estado de Venus posterior. Para que esto suceda, primero debe desaparecer la forma física actual y en su lugar debe ocupar su lugar otra cosa.
Como ves, hay mucho en la visión ocultista del mundo. Pues lo más importante que hay que adquirir no es saber que existe tal o cual libro, y que se dice tal o cual cosa sobre los mundos superiores. Eso no es lo más importante. Por supuesto, también hay que adquirir eso, porque es la única manera de llegar a lo correcto. Pero lo más importante es un cierto estado de ánimo, un cierto estado mental, a través del cual uno aprende a enfrentarse al mundo de una manera nueva y a tomar las cosas de una manera diferente a como las tomaba antes. Eso es lo importante, que uno se deje preparar por lo que lee en la movilidad interior del tejido del pensamiento, del pensamiento en la auto-experiencia, para así mirar todo de otra manera, incluso lo que se da físicamente en el mundo. Porque las cosas en su forma exterior no son en absoluto como son en realidad, por paradójico que suene. Nuestro omóplato no es meramente omóplato, como lo ves externamente; eso es maya, es falso. El omóplato sólo se completa para ti cuando empiezas a captarlo realmente como un órgano más elaborado. Cuando ves a una persona arrodillada, puedes tener gradualmente esa impresión: Es bastante erróneo considerar estas rótulas tal y como están ahí, sólo como pequeñas partes; eso es bastante erróneo. El hombre que reza de rodillas se está preparando para vivir en la esfera que un día le envolverá, cuando sus rótulas se expandan, en una poderosa redondez como la superficie de una esfera, de la que sólo son pequeñas partes. El ser humano que reza ya muestra en su forma lo que los seres humanos llegarán a ser un día, cuando la Tierra se encuentre en el estado de Venus.
Así se aprende poco a poco a leer el mundo físico.
Uno no ha de limitarse a mirar a la persona arrodillada o cualquier otro gesto de la persona, sino que uno aprende a reconocer cómo aquello que ve en un ser humano, aquello que se le presenta a uno inmediatamente, puede ser falso e ilusorio a pesar de ser la realidad. Uno aprende en las letras lo que el cosmos quiere expresar no en su ser actual sino en su devenir. Así se aprende poco a poco a descifrar, a interpretar, a leer en esencia y a captar lo que es realmente el mundo, y de lo cual el mundo físico no es más que una página escrita que está ante nosotros y que no debemos conformarnos con ojearla sino leerla, pues de lo contrario no sabemos lo que está escrito en ella. Tampoco sabemos nada del mundo si nos limitamos a mirarlo con lo que nos proporciona la percepción física y no nos damos cuenta de que debemos descifrarlo y penetrar en él, del mismo modo que no sólo debemos mirar fijamente una página escrita, sino leerla para comprender su significado.
Cuando seamos cada vez más conscientes de que el mundo es un libro que las Jerarquías han escrito para que lo leamos, entonces llegaremos a ser plenamente humanos en el sentido más completo de la palabra. Y básicamente, nuestro edificio, que hemos erigido aquí, no ha de ser otra cosa en su forma y configuración que una de esas cosas que, al encerrarnos, pueden fomentar tales sentimientos, tales estados de ánimo íntimos y estados del alma desde nuestro interior, que nos hacen capaces de leer el mundo, de escuchar los secretos del mundo. Por eso el edificio tenía que ser como es, para que pudiera sacar lo que llevamos dentro, al menos hasta cierto punto.  
"Queridos amigos, es bueno que a veces uno medite de tal manera que se forme una idea de cuál es la tarea que la ciencia espiritual puede tener en el mundo en relación con lo que ya está en el mundo, lo que debe desarrollarse a partir de ella, cómo debe vivir en lo que ha de desarrollarse históricamente. Ojalá se encontrara entre nuestros amigos de la Sociedad Antroposófica justamente ese círculo que es portador de la conciencia viva de que algo así debe entretejerse en el desarrollo de la humanidad.
No sólo para comunicar verdades, sino para estimular tal sentimiento en las almas, para ello me gustaría haber dado conferencias como éstas.  
Traducido por J.Luelmo may.2023


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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919