Ayer traté de hablarles de ciertas experiencias interiores que pueden llamarse las "vocales" del mundo espiritual.
Oímos cómo la lectura oculta y la audición oculta son experiencias internas muy vivas a las que debe dedicarse toda la personalidad, toda el alma. Mencioné tres de esas experiencias para las que hay que prepararse cuidadosamente. Una de ellas surge cuando aprendemos gradualmente a entrar conscientemente en ese mundo suprasensible en el que siempre estamos, aunque inconscientemente, y alcanzamos así la Puerta de la Muerte. También hablé de la experiencia que surge cuando adquirimos la llamada facultad de transformarnos en otros seres. Y luego traté de mostrar cómo podemos considerar el mal en el mundo de tal manera que reconozcamos su origen en un mal uso de fuerzas espirituales superiores que, en su lugar y en su propio modo de actuar, están totalmente justificadas.
Otra experiencia de este tipo se produce si. tomamos en serio algo que está relacionado con lo anterior. Debemos transformarnos en otros seres, pero de tal manera que los hilos de las experiencias interiores del alma se mantengan intactos. Si no pueden mantenerse intactos, ocurre lo mismo que cuando un hombre en el plano físico no puede recordar lo que ocurrió ayer o hace algunos años en su vida física. Así como esta continuidad de experiencias debe mantenerse en la vida física normal, el hilo conductor debe mantenerse a través de las transformaciones en el mundo espiritual. Esto significa que cuando un ser humano se ha transformado en un determinado ser o acontecimiento, no debe perderse a sí mismo. Debe conservar una especie de memoria superior, puramente espiritual, de otras formas, procesos y seres del mundo espiritual. En otras palabras: el hombre tiene que convertirse en un ser múltiple, "desdoblarse" por así decirlo en el mundo espiritual, ser capaz de dividirse. Esta experiencia interior produce una sensación extraña: "Estás aquí, eres este ser, pero también eres otro ser. Estás dentro de seres separados". Sin este sentimiento de multiplicidad, nunca podríamos alcanzar una imagen real, por ejemplo, de los Seres de las Jerarquías superiores. Por los caminos que describimos ayer, y también por otros, podemos hacernos una idea de los Ángeles, la Jerarquía que está inmediatamente por encima de nosotros. Pero para alcanzar una imagen espiritualmente más adecuada de los Arcángeles, debemos comprender a través del sentimiento interno algo de la experiencia de ser multiplicado. Porque sólo gradualmente aprendemos a comprender a estos Seres de las Jerarquías. Sólo gradualmente aprendemos a comprender porque en el mundo físico todas las concepciones humanas, todos los pensamientos humanos están ligados a las condiciones ordinarias de espacio y tiempo. Pero cuando ascendemos a los Seres de la Jerarquía de los Arcángeles, las condiciones de espacio y tiempo son muy diferentes.
Partiendo de la conciencia física ordinaria, tenemos un cierto sentimiento básico que es bastante natural para esta conciencia física. Si, por ejemplo, a través de la videncia, quiero acercarme a un ser humano que está viviendo entre la muerte y un nuevo nacimiento, entonces, -no me estoy refiriendo a mí mismo, sino en general a alguien que tiene videncia y está buscando el alma de un difunto-, tengo este sentimiento: "¡El muerto está ahí, junto a mí! Por lo que respecta al elemento tiempo, puedo buscarlo igual que en el plano físico puedo buscar a otro ser humano contemporáneo... sólo es cuestión de encontrar el camino hacia él. Cuando buscamos a alguien que ha muerto, esta idea también es correcta. En cierto sentido, sigue siendo correcta cuando se trata de encontrar a un Ser de la Jerarquía de los Ángeles. Pero ya no es correcta si buscamos a un Ser de la Jerarquía de los Arcángeles, porque tal Ser ha concentrado su conciencia en una época que no es la nuestra.Supongamos que esta línea representa el flujo del tiempo. Si el vidente vive en este punto, 1914, y está buscando un alma muerta o un Ser de la jerarquía de los Ángeles, él encuentra ese Ser en algún lugar del mundo espiritual en el mismo punto del tiempo. Pero cuando se trata, por ejemplo, de encontrar a un determinado Ser de la Jerarquía de los Arcángeles, esto no resulta.
En este caso tenemos que trascender el tiempo, superar el principio de simultaneidad (Gleichzeitigkeit). Para encontrar un determinado Arcángel debemos remontarnos, por ejemplo, al siglo XV. De modo que no nos quedamos en nuestra propia época. Suponiendo que estuviéramos en el año 1914, tenemos que remontarnos, digamos, al año 1465, y buscar allí al Arcángel. Es verdad que su influencia se traslada a nuestra época, pero aquí sólo tenemos la influencia, no encontramos al Arcángel en su verdadera identidad. Hay que buscar otros Arcángeles en diferentes puntos (véanse los círculos superiores del diagrama). Hay que ir más allá del tiempo. Es una concepción difícil, pero tenemos que alcanzarla.
Debe quedar claro que los arcángeles ostentan siempre con razón su nombre en un determinado sentido. No se sabe realmente por qué llevan este nombre hasta que se llega a su esencia en el sentido que se acaba de caracterizar. Son llamados "Ángeles del Principio", es decir, están siempre presentes en los comienzos de los períodos de tiempo, digamos, donde los pueblos nacen, donde los pueblos entran por primera vez en la historia del mundo, allí están presentes con su plena conciencia, con su propio Ser. Esto permanece presente en los efectos durante el resto del tiempo. Los efectos fluyen en el tiempo. Y si uno quiere encontrarlos, no debe permanecer meramente en la simultaneidad, sino que debe salir del tiempo, buscar los comienzos del tiempo. Nadie, por tanto, que sólo quiera vivir como alma, digamos en octubre de 1914, es capaz de encontrar a todos los arcángeles -quizá ni siquiera a uno-, sino aquel que es capaz de situarse con su ser anímico de nuevo en otros períodos de tiempo de tal manera que estos otros períodos de tiempo puedan ser experimentados directamente por él, de modo que él mismo viva en estos otros períodos de tiempo. Pero cuando se traslada a otros periodos de tiempo, no debe olvidar cómo llegó allí, del mismo modo que no debe olvidar lo que hizo ayer en el mundo físico de hoy.
Y los Orígenes Primordiales, los Espíritus de la Personalidad, los Archai, sólo se encuentran en general, remontándose uno a la mitad de la época Lemúrica, donde la Tierra se encuentra en el comienzo del devenir físico. Donde la tierra ha pasado por los comienzos de su existencia física, allí uno encuentra a los Archai en su propia yoidad. Si uno permanece en la simultaneidad, no puede encontrarlos.
Así que como pueden ver, toda la relación del alma con el tiempo debe ser diferente si uno realmente quiere penetrar en el mundo espiritual de una manera discerniente.
Lo que se experimenta de este modo, o sólo formándose una idea de estas cosas y yendo cada vez más lejos en la experiencia interior de la idea, da a su vez al alma un estado de ánimo de devoción interior, algo así como ser vertido en la verdadera realidad espiritual. Eso, a su vez, constituye una vocal del mundo espiritual.
Pueden ustedes ver que en la experiencia ulterior descrita anteriormente, el ser humano se independiza cada vez más del punto de vista del espacio y del tiempo en el que se encuentra en el mundo físico. Se constata que no sólo sale uno de sí mismo, sino que en este salir se adentra simultáneamente en el tejido vivo y en el ser del cosmos, no sólo unilateralmente, extendiéndose, por así decirlo, en las esferas espaciales, sino multilateralmente, experimentándose también en el tiempo como un ser vivo que tiene en sí los puntos de conciencia -diría yo- de los seres de las jerarquías superiores. Cuando, pues, uno ya no vive consigo mismo, ya no vive en el espacio y en el tiempo que le son asignados como ser físico, cuando uno ha asumido, por así decirlo, el espacio a su cuerpo, el tiempo a su alma -fíjense bien en la palabra, sólo poco a poco se aprende a comprenderla en su pleno sentido, cuando uno ha aceptado, por así decirlo, el espacio como su cuerpo y el tiempo como su alma-, entonces uno se ha unido con aquello que no es un sentimiento abstracto en general, sino un tejido y un ser vivos en la existencia cósmica lleno de significado.
En todas partes hay sentido, que se derrama en su alma. El sentido universal, que teje y vive en el Universo, se forma a sí mismo a partir del sentido individual. El significado de las cosas brota como fruta de muchos centros. Y el estallido espiritual en los significados individuales se entreteje en una Palabra Cósmica que está llena de significado. El hombre vive y teje dentro de la Palabra Cósmica. Esta experiencia es, de nuevo, otra vocal del mundo espiritual, la vocal original y primordial del mundo espiritual. Esta experiencia del Verbo Cósmico, que debe ser representada en su riqueza viviente y no meramente como una audición espiritual, es la Inspiración en el sentido más elevado. Con esta Inspiración podemos decir: "Lo que yo sé en este Verbo Cósmico, el Verbo Cósmico lo sabe en mí. No soy yo quien conoce, sino que el Cosmos conoce en mí. Me quedo corto en el conocimiento del Verbo Cósmico sólo porque soy un instrumento imperfecto que sólo puede dejar que el Verbo Cósmico suene en mí en corrientes entrecortadas. Pero es la Palabra Cósmica misma la que suena en mí".
La humildad aumenta cuanto más logramos entregarnos desinteresadamente, sin ninguna pretensión con respecto a nuestro propio logro, nuestro pensar, sentir y querer. Cuanto más conseguimos dejar que el Verbo Cósmico se imponga en el tejido de nuestro propio ser, más objetivamente reproducimos, a través del Verbo Cósmico, los misterios que impregnan el universo.
Así, de nuevo hemos hablado de una vocal cósmica. Como sólo puedo deciros los principios esenciales, he querido daros una idea -aunque bastante primitiva- de lo que pueden llamarse las "vocales" del Ser cósmico.
Cuando un hombre está interiormente educado en tales sentimientos como los he descrito en estas cinco vocales cósmicas, cuando puede experimentar lo que puede experimentarse en la vida del alma como un eco de estos sentimientos, entonces el alma puede escuchar lo que sucede en el mundo espiritual y está allí en el mundo espiritual. Y entonces el mundo espiritual puede hablar al alma.
¿Y cómo es, entonces, cuando se cultiva realmente el contacto con el mundo espiritual en el sendero que se abre a través de lo que se ha descrito? Lo que pasa es que con nuestro yo y nuestro cuerpo astral, -pero el yo es llevado a un nivel superior por el hecho de que ha sido atenuado altruistamente en la forma antes descrita y se ha sumergido en el cuerpo astral-, fuera de nuestro cuerpo físico y etérico. Cuando uno está aquí, en la vida, entre el nacimiento y la muerte, y percibe espiritualmente, está, después de todo, con su yo y su cuerpo astral fuera de su cuerpo físico y etérico; pero uno mira hacia atrás, allí, en el cuerpo etérico, y el cuerpo etérico le refleja precisamente el vocalismo. Él tiene la posibilidad de reflejar siete veces. He mencionado cinco de los reflejos, cinco vocales. Hay dos vocales más, de las que se hablará con más detalle en otra ocasión. Pero el peculiar surgimiento y ondulación del cuerpo etérico, lo que refleja en sus procesos de vida cuando uno está fuera de sí mismo, se anuncia como tales vocales. Es decir, algo sucede en el cuerpo etérico cuando uno desarrolla sentimientos como el que puede experimentar mediante la preparación de hallarse a las puertas de la muerte, o mediante la otra de que uno se enfrenta al mal con comprensión, o de que uno se encuentra en el mundo viviente, vivo y tejiendo en su interior. Dependiendo de si se sostiene uno u otro hacia el mundo espiritual, se refleja una cosa u otra en el cuerpo etérico, al que luego se vuelve la vista atrás, por así decirlo. Es difícil describir esto. Me gustaría decir que los seres del mundo se reflejan siete veces en el cuerpo etérico.
Me gustaría representarlo esquemáticamente así (ver dibujo): Si esto representa el cuerpo etérico del hombre -bastante esquemáticamente-, entonces, por ejemplo, si se le sostuviera el sentimiento de estar a las puertas de la muerte, que surge a través de la preparación, entonces el cuerpo etérico, como contraído aquí en la región superior (ver dibujo, a), obtiene cierto resplandor y sonido. Y de este resplandor y sonido surge algo que puede llamarse una vocal del mundo espiritual.
El tiempo no basta aquí, por supuesto, para indicar siquiera en cierta medida cómo se llega a las doce consonantes del cuerpo físico de la misma manera que se llega a las siete vocales del cuerpo etérico. Pero debo decir lo siguiente: para el que está fuera de su cuerpo físico y etérico, este mismo cuerpo etérico y este cuerpo físico se convierten, por así decirlo, en algo muy distinto de lo que son cuando vivimos en ellos. Cuando vivimos en ellos, el cuerpo etérico es el que mantiene nuestros procesos vitales, el que nos convierte en seres vivos, y el cuerpo físico es el que construye preferentemente nuestro organismo sensorial. Ahí es donde nos quedamos. Necesitamos nuestros cuerpos etérico y físico para ser las personas que somos en el plano físico. Pero en cuanto estamos fuera de los cuerpos físico y etérico en el sentido indicado en esta lección, nos relacionamos con ellos como con signos. Es cierto que el cuerpo etérico es entonces un ser vivo, pero no muestra la tarea, la función, que tiene como principio de vida subyacente a nuestro organismo físico. Se nos muestra como un signo de las siete vocales. Se convierte en algo objetivo que miramos y que, en su variabilidad, en su mutabilidad, es un reflejo del vocalismo del mundo en su conjunto. Nos volvemos, por así decirlo, tan ajenos a este cuerpo etérico como lo somos a las vocales de la escritura física exterior, terrenal. Y nos volvemos tan ajenos a nuestro cuerpo físico, -el cual se convierte en una suma de doce signos unidos en él- como ajenos somos a las consonantes de la escritura vulgar ordinaria. Y así como las consonantes y las vocales se interpenetran en las palabras de la escritura ordinaria, de modo que podemos leer una palabra u otra según la forma en que las vocales y las consonantes están unidas entre sí, de igual modo leemos u oímos cosas diferentes en el mundo espiritual según la forma en que el cuerpo etérico, que puede revelarse séptuple, suena junto o está unido a una u otra consonante del cuerpo físico. Así como, cuando nos encontramos con un hombre en el plano físico, nos comunicamos con él por el hecho de que nos habla, pero debemos tener ojos para observar, oídos para oír la palabra, para que su discurso penetre en el alma, de modo que todo lo que forma una relación con otros hombres está mediado a través de nuestros sentidos, algo similar sucede en el mundo espiritual.
Todo es inscrito por nosotros en el mundo espiritual. Supongamos que ustedes viven como un alma entre la muerte y un nuevo nacimiento junto con otra alma humana. Lo que ella te diga, o lo que tú le digas, todo lo que de lo contrario se hubiera reflejado en tu cuerpo físico y etérico, se expresa ahora en la Crónica Akáshica en el mundo espiritual. Lo que de otro modo se habría expresado en la imagen especular del cuerpo físico o etérico, vocal o consonantemente, realmente lo escribes ahora a partir de tu propio poder en el mundo espiritual, en la Crónica Akáshica, para luego, cuando ya no sea necesario, borrarlo de nuevo tú mismo, metafóricamente hablando. ver nota
Y por el momento sólo tenemos órganos rudimentarios de él, que por el momento no han crecido del todo, que siguen siendo pequeños. Del mismo modo que aquí, en la parte delantera de la frente, sólo tenemos trozos de la corteza cerebral, detrás de nosotros tenemos los omóplatos, en la zona que más tarde encerrará nuestro futuro cerebro. Y los omóplatos en el cuerpo humano se interpretan correctamente cuando se les ve como pequeños trozos de hueso que en realidad pertenecen a un cráneo que se cierra sobre él, sólo que el otro aún no está formado.
Como ves, hay mucho en la visión ocultista del mundo. Pues lo más importante que hay que adquirir no es saber que existe tal o cual libro, y que se dice tal o cual cosa sobre los mundos superiores. Eso no es lo más importante. Por supuesto, también hay que adquirir eso, porque es la única manera de llegar a lo correcto. Pero lo más importante es un cierto estado de ánimo, un cierto estado mental, a través del cual uno aprende a enfrentarse al mundo de una manera nueva y a tomar las cosas de una manera diferente a como las tomaba antes. Eso es lo importante, que uno se deje preparar por lo que lee en la movilidad interior del tejido del pensamiento, del pensamiento en la auto-experiencia, para así mirar todo de otra manera, incluso lo que se da físicamente en el mundo. Porque las cosas en su forma exterior no son en absoluto como son en realidad, por paradójico que suene. Nuestro omóplato no es meramente omóplato, como lo ves externamente; eso es maya, es falso. El omóplato sólo se completa para ti cuando empiezas a captarlo realmente como un órgano más elaborado. Cuando ves a una persona arrodillada, puedes tener gradualmente esa impresión: Es bastante erróneo considerar estas rótulas tal y como están ahí, sólo como pequeñas partes; eso es bastante erróneo. El hombre que reza de rodillas se está preparando para vivir en la esfera que un día le envolverá, cuando sus rótulas se expandan, en una poderosa redondez como la superficie de una esfera, de la que sólo son pequeñas partes. El ser humano que reza ya muestra en su forma lo que los seres humanos llegarán a ser un día, cuando la Tierra se encuentre en el estado de Venus.
Así se aprende poco a poco a leer el mundo físico.
Uno no ha de limitarse a mirar a la persona arrodillada o cualquier otro gesto de la persona, sino que uno aprende a reconocer cómo aquello que ve en un ser humano, aquello que se le presenta a uno inmediatamente, puede ser falso e ilusorio a pesar de ser la realidad. Uno aprende en las letras lo que el cosmos quiere expresar no en su ser actual sino en su devenir. Así se aprende poco a poco a descifrar, a interpretar, a leer en esencia y a captar lo que es realmente el mundo, y de lo cual el mundo físico no es más que una página escrita que está ante nosotros y que no debemos conformarnos con ojearla sino leerla, pues de lo contrario no sabemos lo que está escrito en ella. Tampoco sabemos nada del mundo si nos limitamos a mirarlo con lo que nos proporciona la percepción física y no nos damos cuenta de que debemos descifrarlo y penetrar en él, del mismo modo que no sólo debemos mirar fijamente una página escrita, sino leerla para comprender su significado.
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