GA211 Dornach, 24 de marzo de 1922. Los tres estados de conciencia nocturna

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RUDOLF STEINER


Los tres estados de conciencia nocturna

CONFERENCIA 2 

Dornach, 24 de marzo de 1922.

En el hombre, el estado de vigilia es lo que se conoce inicialmente, pero dentro de este ámbito conocido no se revelan realmente los enigmas de la existencia. Si los enigmas de la vida pudieran resolverse  desde el estado de vigilia, sin más, tal como nos sirve para la vida ordinaria y para la ciencia ordinaria, en realidad no existirían, pues serían revelados continuamente. El hombre quizás llegase a preguntar: ¿Cuáles son las razones profundas de la vida? Aunque tal vez él no llegue a una formulación precisa de este enigma de la vida, tenga sin embargo, desde lo más profundo de su alma, un anhelo de saber algo a lo que la conciencia ordinaria no responde, este hecho atestigua que de los fundamentos del alma humana surge algo, es decir, de un modo más o menos inconsciente, que pertenece al hombre, pero que primero hay que buscar para que llegue a la conciencia clara. Y esto lleva a los menos observadores de la vida a especular y a desarrollar todo tipo de filosofías. Tales filosofías, entonces, en última instancia, siguen siendo insatisfactorias. Pero cualquiera que mire los fenómenos de la vida con cierta imparcialidad, debe darse cuenta de que en el otro estado, el estado opuesto a la vigilia, en el estado dormido, algo está velado, y que una comprensión del sueño podría conducir a una comprensión de la vida. 
A menudo hemos hablado de estas cosas; Pero hay que volver a estas cosas una y otra vez desde los más diversos puntos de vista, porque la antroposofía sólo puede ser captada si se la trata de captar desde los más diversos ángulos. Ahora bien, la vida onírica surge a partir del dormir. La vida onírica procede en imágenes. Pueden ustedes darse cuenta muy pronto, si se ponen a observar esta vida onírica, de que las imágenes apuntan a algo de la vida, de la vida ordinaria de la conciencia. Aunque a menudo se puede decir que se sueñan cosas que no se han experimentado de esta manera, me gustaría decir que las piezas de las que se compone el sueño, los trozos de imágenes, son, por supuesto, sin embargo, tomadas de la conciencia ordinaria. Pero otra cosa es todo el drama del sueño, la forma en que el sueño construye sus tensiones, cómo puede evocar un sentimiento interior de miedo, un sentimiento interior de alegría, un sentimiento de euforia. Lo que significa el curso de las imágenes oníricas profundiza en la naturaleza humana, y lo pueden ver si consideran lo siguiente. Pueden ustedes soñar que recorren un camino, que llegan a una montaña. Entran en una cueva de la montaña. Al principio todavía hay poca luz. Se hace de noche. Pero un impulso desconocido les empuja a ir cada vez más lejos. Aparece la ansiedad. Todo esto aumenta hasta que finalmente se encuentran en un estado de miedo, digamos, de caer en un abismo interno. Pueden ustedes entonces despertar de este estado de miedo, en el sentido de que este estado de miedo aún persiste, por así decirlo, cuando despiertan. Pero también pueden soñar que están parados en algún lugar y ven a una persona que viene de lejos. Se acerca cada vez más; pero tiene una expresión terrible. Y cuando se acerca, se dan cuenta de que tiene la intención de atacarles. Su ansiedad aumenta. Se acerca cada vez más. Él puede estar transformando el instrumento inicialmente inofensivo que les mostró desde lejos, -el sueño es un transformador-, en un terrible instrumento de asesinato. La ansiedad a su vez aumenta a miedo, y ustedes ahora se despiertan con este miedo, un miedo que a su vez continúa en la vida diurna despierta. Hay dos imágenes muy diferentes. Una consiste en una serie de imágenes que les lleva al interior de la montaña, la otra consiste en una serie de imágenes que muestran a un enemigo que se acerca. El alma puede pasar por lo mismo, aunque las dos series de imágenes sean completamente diferentes. Lo que el alma atraviesa allí es algo muy distinto de lo que experimenta la conciencia cuando despierta. Podemos decir que no depende en absoluto de las imágenes, sino de cómo experimenta el alma un cierto drama interior: de cómo el alma tiene primero un impulso, o de cómo algo viene al alma en lugar del impulso, pero que luego esto se convierte en ansiedad, en miedo, y entonces hasta cierto punto hace que la persona se despierte del sueño y pase a la conciencia ordinaria. Lo que hay detrás del sueño en forma de graznidos crecientes, pero que ellos mismos no se perciben, que se revisten de imágenes, eso es lo que importa. Y las dos series de imágenes que he descrito podrían multiplicarse muchas veces; el mismo contenido anímico podría estar revestido de diez, veinte, cien imágenes diferentes. 
fig. 1
Así que tenemos que decir: hay algo, -si lo dibujo esquemáticamente-, que está sucediendo en el alma (azul, verde. Véase el dibujo). Pero el hombre no se da cuenta de lo que ocurre en el alma; no lo sabe. Lo que conoce son imágenes. Aquí las dibujo esquemáticamente (amarillo). El hombre experimenta entonces estas imágenes en su conciencia del sueño. Pero lo importante es el aumento: ansiedad débil, ansiedad más fuerte, miedo más elevado. Las imágenes del sueño están más o menos tomadas de la vida, pues tanto la montaña como la cueva de la montaña, todo está básicamente tomado de la vida. El enemigo que se acerca está tomado de la vida, su arma está tomada de la vida. Las imágenes toman su contenido de la vida. Pero eso no es más que el ropaje. Cuando uno tiene la posibilidad, a través de lo que a menudo he caracterizado como la conciencia imaginativa, de permanecer detrás de este ropaje, de no formar tales imágenes en absoluto, sino de permanecer aquí dentro de las fuerzas del alma, que son la ansiedad, el miedo, el miedo más elevado, con la conciencia imaginativa, si uno es por tanto capaz de formar imágenes ahí dentro, entonces se produce algo muy diferente. Porque cuando uno duerme, está inicialmente con su yo y su cuerpo astral fuera de los cuerpos etérico y físico. Cuando se despiertan, si los estados normales están presentes, entran en su cuerpo etérico muy rápidamente, -pasan a través de él muy rápidamente-, e inmediatamente entran en su cuerpo físico.
Pero si ustedes no entran inmediatamente en el cuerpo físico en un estado algo anormal, sino que entran en el cuerpo etérico antes de entrar en el cuerpo físico, es decir, si entran en el cuerpo etérico separadamente, entonces se forman estas representaciones a partir de la vida. Pues en la conciencia ordinaria el ser humano no tiene representaciones en el sueño propiamente dicho, y sólo en el momento en que, o bien entra en su cuerpo y pasa por el cuerpo etérico, recibe imágenes, o bien cuando sale del cuerpo físico al dormirse, pero aún permanece en el cuerpo etérico, entonces de nuevo tiene imágenes oníricas. Así pues, sólo en estos estados intermedios se forman tales imágenes oníricas, que son tomadas de la vida. Pero la conciencia imaginativa hace posible que se pueda vivir completamente fuera del cuerpo, en aquello que está detrás del sueño como potencias del alma. Y entonces se vive en otra realidad. Entonces se vive en el mundo en el que el hombre está desde que se duerme hasta que se despierta. El ser humano vive desde que se duerme hasta que se despierta en un mundo en el que queda inconsciente. Pueden visualizar esto como si una persona se sumergiera en el agua y perdiera el conocimiento, para recuperarlo únicamente cuando el agua lo saca y lo libera de nuevo. Lo mismo que sucede físicamente sucede espiritualmente cuando una persona se duerme. Se sumerge en el mundo espiritual. Entonces pierde el conocimiento. Sale del cuerpo con su alma y pierde la conciencia.
Cuando se despierta, emerge de nuevo y recupera la conciencia. Emerger, sin embargo, significa entrar en el cuerpo. Y si, como he dicho, uno no entra en el cuerpo directamente, sino que nota la transición en el cuerpo etérico, entonces surgen las imágenes oníricas. Pero si uno no se deja envolver en la recepción de tales imágenes oníricas, sino que recibe las imágenes completamente fuera del cuerpo físico, en el propio mundo espiritual, entonces al principio no surge cualquier imagen, sino imágenes como las que se encuentran en mi «Ciencia Oculta» como descripción del desarrollo del mundo. 
Y todo lo que se presenta en la forma en que lo he presentado en mi «Ciencia Oculta» tiene ante todo este origen, que ahora estoy caracterizando para ustedes. Si ustedes se preguntan: ¿Qué dice realmente esta “ciencia Oculta"?, - entonces se responderán: Pues contiene pensamientos. También pueden meditar sobre ello. Siempre lo vuelvo a recalcar, con sentido común se puede meditar sobre todo. Los pensamientos están dentro, pero no son pensamientos ordinarios. Son pensamientos que están creativamente activos en el mundo exterior. El hombre puede vivir en estos pensamientos cuando se encuentra más allá del umbral que conduce al mundo espiritual. El hombre puede vivir en estos pensamientos que actúan en el mundo. Es lo primero que encuentra cuando entra en el mundo suprasensible. No se trata de imágenes oníricas, pues las imágenes oníricas, como ya les he mostrado, se producen de un modo completamente distinto, sino que son vivencias en el mundo espiritual. Me gustaría decir: Imagínense a una persona que está dormida. Mientras duerme, en el alma siempre tienen lugar los procesos más amplios, más intensos. La persona no se da cuenta de nada de esto porque está inconsciente mientras duerme. Por la mañana entra en su cuerpo físico e inmediatamente se sumerge en él. Utiliza sus ojos, ve los colores y la luz, utiliza sus oídos, oye los sonidos y así sucesivamente, de modo que se vuelve consciente. Pero existe el siguiente estado intermedio: en el cual él no entra inmediatamente en el cuerpo físico, sino que entra en el cuerpo etérico. Entonces tiene uno o varios sueños. Pero imaginemos que la persona se vuelve consciente incluso antes de entrar en su cuerpo etérico. Se volvería consciente mientras todavía está en el éter exterior, que llena todo el mundo. Entonces se vuelve consciente de lo que se describe en mi «Ciencia Oculta». Si, por ejemplo, usted se volviera consciente en medio de la noche sin regresar a su cuerpo físico, de modo que el cuerpo físico apareciera a su lado y usted lo viera, -pues entonces puede verlo-, entonces percibiría esta cosmología, entonces percibiría lo que he descrito en mi «Ciencia Oculta». Puedo llamar a lo que allí describía: Las fuerzas formativas del mundo, o pensamientos del mundo.
Esto se presenta de tal manera que se puede decir, puesto que, por lo demás, uno tiene pensamientos individuales en la vida cotidiana: La Tierra surgió de tal o cual manera, tuvo una existencia lunar, una existencia solar, una existencia saturniana, en fin, todo lo que he descrito en mi «Ciencia Oculta». Pero esta forma de percibir en el mundo espiritual es sólo una de las tres. Cuando el hombre observa su estado diurno de conciencia, sabe que en este estado diurno de conciencia puede distinguir entre pensar, sentir y querer. Pero así como la conciencia diurna tiene estos tres estados, pensar, sentir y querer, la conciencia nocturna, que es la inconsciencia en la persona ordinaria, también tiene tres estados. No duerme uno siempre en el mismo estado desde que se duerme hasta que se despierta, del mismo modo que tampoco se despierta siempre en el mismo estado. Uno se despierta pensando, o también sintiendo, o también queriendo. Uno puede despertar en tres estados, del mismo modo que uno puede dormir en tres estados. Porque el hecho de que el que tiene una conciencia imaginativa vea las fuerzas que forman el mundo, las fuerzas formativas del mundo, proviene únicamente del hecho de que ha adquirido una conciencia de ellas, un conocimiento. Pero todo ser humano duerme en estas fuerzas formativas del mundo, en los pensamientos del mundo. Así como es cierto que cuando uno salta al agua, se sumerge, también es cierto que cuando uno se duerme, primero se sumerge en las fuerzas formativas del mundo. Pero además de esta vida en las fuerzas formativas del mundo, hay otros dos estados para el estado dormido, del mismo modo que hay sentimiento y voluntad además del pensamiento para el estado de vigilia. Si consideramos el pensar, el tener pensamientos, entonces la vida en las fuerzas formativas del mundo corresponde a esto en el dormir. Esto significa que cuando uno toma conciencia del estado más tranquilo del dormir, entonces uno vive en este estado más tranquilo del dormir en los fuerzas formativas del mundo. Es como si flotasen por el universo de un extremo a otro, fluyendo a través de los pensamientos, que son fuerzas. Este es el dormir más tranquilo, donde uno se mueve en las fuerzas de pensamiento del mundo. 
Pero hay un dormir más profundo, un dormir del que, a no ser que se hagan ejercicios anímicos especiales, no se puede traer nada a la vida cotidiana por medio de los sueños. Por medio de los sueños sólo se puede traer algo del dormir más tranquilo a la vida cotidiana. Pero entonces los sueños, como les he mostrado, no tienen autoridad como imágenes, pues el mismo sueño puede revestirse de las imágenes más diversas. Pero aun así, el dormir más tenue puede conducir a un sueño, es decir, uno puede llevar algo a la conciencia, uno puede al menos sentir que ha experimentado algo en el sueño. Pero desde este dormir más tranquilo sólo se puede sentir que se ha experimentado algo. Sólo quien lo lleva a la conciencia inspirada puede saber algo sobre el dormir más profundo. Tal persona entonces ya no percibe solamente lo que he descrito en mi «Ciencia Oculta». Sin embargo, en esta «ciencia oculta» también describía algo de lo que suena desde la conciencia inspirada, pero aclarémonos, -aquello que sólo puede describirse a través de la antroposofía-, cómo es la transición en la experiencia del dormir tranquilo al dormir más profundo, a ese dormir del cual el hombre no puede traer de vuelta los sueños en la vida ordinaria. Cuando el dormir es tan tranquilo que los sueños pueden volver a la vida ordinaria, entonces la persona que puede mirar en estos mundos ve las entramadas y ondulantes imágenes mentales, las imaginaciones del mundo, que le revelan los secretos del mundo, que le revelan a qué mundo pertenece la persona, aparte de aquel en el que está con su conciencia desde que se despierta hasta que se duerme. Pues aquello que les describí en mi «Ciencia Oculta» no es simplemente como dibujar algo sobre una superficie, sino que está en perpetuo movimiento, en perpetua actividad. Pero a partir de cierto momento comienzan a aparecer imágenes en este mundo, que todo ser humano vive en el dormir tranquilo, -sólo que no lo sabe. Estas imágenes se vuelven claras, aumentan su esplendor, revelan ciertas esencias subyacentes. Estas imágenes vuelven a desvanecerse. De nuevo no hay nada en la conciencia salvo una especie de sensación de que las imágenes se han paralizado. Entonces las imágenes reaparecen. 
Pero mientras las imágenes se hacen más vivas y vuelven a desaparecer, surge algo que puede llamarse la armonía de las esferas, surge una especie de música del mundo, pero una música del mundo tal que no vive meramente en la melodía y la armonía, sino que representa los hechos y las acciones de aquellos seres que habitan el mundo espiritual, los hechos de los ángeles, los arcángeles, las fuerzas primordiales, etcétera. En cierto modo, puede verse a los seres moviéndose en el mar ondulante de las imágenes, dirigiendo el mundo desde el espíritu. Este es el mundo que se percibe a través de la inspiración, el segundo mundo. Puedo llamarlo el fenómeno de los mundos espirituales. Y este mundo, este mundo de apariciones de los seres de los mundos espirituales es el segundo elemento del sueño, así como el sentir es el segundo elemento de la vigilia. De modo que mientras duerme el hombre no sólo entra en ese mundo que constituye los pensamientos del mundo, sino que dentro de esa fluctuación de pensamientos del mundo se revelan las acciones de los seres del mundo que pertenecen al mundo espiritual. Pero ahora hay un tercer estado dormido además de estos dos. La mayoría de la gente desconoce por completo el tercer estado del dormir. Suele saber que el hombre tiene un dormir tranquilo, y también sabe que los sueños se revelan a partir de este dormir tranquilo. Sabe que tiene un dormir sin sueños. Pero que hay un tercer tipo de dormir, es algo de lo que la gente sólo se da cuenta cuando se despierta y siente que algo muy pesado ha estado en ella mientras dormía, algo que primero debe superar en las primeras horas cuando se despierta de nuevo. Creo ciertamente que varios de ustedes están familiarizados con este estado por la mañana, en el que una persona sabe que después de todo no ha dormido como de costumbre, sino que había algo en ella que le deja una cierta pesadez, que primero debe superar durante un período más largo cuando está consciente por la mañana. Esto apunta entonces a un tercer tipo de dormir, cuyo contenido sólo puede ser captado a través de la conciencia intuitiva. Y este tercer tipo de dormir es de gran importancia para el hombre. Cuando el hombre está en el dormir más tranquilo, experimenta en realidad gran parte de lo que de otro modo vive en el estado de vigilia. 
Sigue participando, aunque de forma diferente, en su respiración. Sigue participando, si no desde dentro, sí desde fuera, en su circulación sanguínea y en los demás procesos del cuerpo. Cuando el hombre se encuentra en el segundo estado al dormir, ya no participa en la vida corporal, pero podría decirse que participa en un mundo que es común a su cuerpo y a su alma. Algo sigue pasando del cuerpo al alma. Algo se transmite al alma al igual que algo se transmite de la luz a la planta cuando ésta se desarrolla a la luz del día. Pero cuando el hombre está en el tercer estado dormido, hay algo en él que, -si se me permite decirlo-, se ha convertido en un mineral. Las sales en su cuerpo están particularmente fuertemente depositadas. Durante este tercer estado dormido hay fuertes depósitos de sales en el cuerpo físico del ser humano. Sin embargo, el ser humano y su alma están dentro del mundo mineral. Supongan que ustedes pudieran llevar a cabo el siguiente experimento: se acuestan en la cama, primero duermen el dormir tranquilo, del cual todavía pueden salir sueños para la conciencia ordinaria, luego entran en el dormir más profundo, del cual no salen sueños, pero que todavía deja el alma del hombre en una conexión con el cuerpo físico.Pero ahora duermen de tal manera que hay fuertes depósitos de sal en su cuerpo. No pueden tener ninguna relación en su alma con lo que pasa en su cuerpo. Pero si hubieran colocado un cristal de roca a su lado en la mesilla de noche, podrían estar completamente dentro de este cristal de roca con su alma. Podrían introducirse en el cristal de roca y percibirlo desde dentro. Esto no puede hacerse ni en el primer ni en el segundo estado dormido. En el primer estado, cuyo contenido puede entrar en sus sueños, cuando sueñan con el cristal de roca, todavía lo experimentan como una especie de cristal de roca. Experimentarían algo sombrío, pero todavía algo de cristal de roca. Si se sumergieran en el segundo estado dormido, ya no experimentarían el cristal de roca de una forma tan limitada. Si aún pudieran soñar entonces, -normalmente no se puede-, pero supongamos que se pudiera: entonces se experimentaría cómo el cristal de roca se vuelve indistinto y se forma en una especie de esfera o elipsoide y luego se retrae de nuevo.
Pero si ustedes pudieran soñar, es decir, si pudieran llegar a la intuición a partir del dormir profundo, del tercer tipo de dormir, entonces experimentarían el cristal de roca de tal manera que sentirían como si estuvieran corriendo a lo largo de estas líneas hacia adentro, luego corriendo hacia la punta, luego corriendo de vuelta otra vez: entonces experimentarían el cristal de roca hacia adentro. Lo estarían habitando. Lo mismo ocurre con otros minerales. Y no sólo experimentarían la forma, sino también las fuerzas internas. En resumen, el tercer estado dormido es algo que saca al ser humano completamente de su cuerpo, que sitúa al ser humano completamente en el mundo espiritual. Durante este tercer estado dormido, el ser humano se encuentra en el tercer tipo de mundo, en la esencia misma del mundo espiritual. Es decir, está dentro del ser de los ángeles, de los arcángeles, de todos esos seres que, de otro modo, sólo se perciben externamente, es decir, sólo en sus revelaciones. Cuando ustedes utilizan su conciencia sensorial desde que se despiertan hasta que se duermen, ven en la naturaleza, por así decirlo, las revelaciones externas de los dioses. Durante el dormir penetran, ya sea meramente en el mundo de las imágenes en el dormir más tranquilo, o en el segundo estado dormido en el mundo de los fenómenos, en el mundo de las revelaciones, o bien, cuando llegan al tercer estado dormido, en el interior de las entidades divino-espirituales mismas. 
Así como el hombre se vivencia a sí mismo durante el estado diurno mediante el pensar, el sentir y la voluntad, así también se vivencia a sí mismo durante el dormir, ya sea fluyendo hacia los pensamientos del mundo, o fuera de los pensamientos del mundo, revelándose los hechos de las entidades divino-espirituales, o estas entidades mismas absorben al hombre, de modo que éste descansa con su alma en ellas, por así decirlo. Así como para la conciencia diurna, pensar o imaginar es lo más brillante, lo más claro, lo más distinto, así como sentir es algo más apagado, -pues sentir es en realidad siempre una especie de soñar-, y así como la voluntad, el estado de conciencia más apagado durante el día, es hasta cierto punto dormir, así tenemos tres estados en el dormir: el estado dormido en el que la conciencia ordinaria experimenta los sueños y la conciencia superior, el mirar, la conciencia clarividente, que experimenta los pensamientos del mundo. Tenemos el segundo estado de dormir, que ya permanece inconsciente a la conciencia ordinaria, pero que aparece a la conciencia inspirada de tal manera que los hechos de las entidades divino-espirituales se revelan por todas partes. Tenemos el tercer estado de dormir, que se muestra a la conciencia intuitiva, en la cual vive en las propias entidades divino-espirituales. Como he dicho, esto se señala por el hecho de que uno se sumerge en el interior de los minerales, por ejemplo. Pero este tercer estado de dormir tiene un significado especial para el hombre. Si primero toman el segundo estado de dormir, entonces encontrarán en él, como he dicho, en las imágenes que aparecen, desaparecen y ondulan, a los seres del mundo de los ángeles, los arcángeles y demás, pero también se encontrarán a si mismos. Se encontrarán en él como almas, sólo que no como son ahora, sino como eran antes de su nacimiento o antes de la concepción. Llegarán a conocerse tal como vivieron entre la muerte y un nuevo nacimiento. Eso pertenece a este segundo mundo. Y cada vez que dormimos sin sueños, vivimos en el mismo mundo en el que vivíamos antes de descender y tomar un cuerpo físico. Pero cuando entran ustedes en la tercera condición del dormir profundo, y si pueden despertar allí, despierta la conciencia intuitiva, es decir, cuando imaginan que entran en la tercera condición del dormir y despiertan allí, entonces experimentan su destino, su karma.
Entonces sabrán a qué se deben sus habilidades especiales en esta vida, por la naturaleza de sus vidas anteriores. Entonces sabrán por qué se juntan con estas o aquellas personalidades en esta vida. Entonces aprenderán sobre el karma, entonces aprenderán sobre su destino. Sólo podrán conocer este destino si son capaces de penetrar en el interior de los minerales, - ahora estoy abordando la cuestión desde otro punto de vista. Si ustedes son capaces de ver un cristal de roca no sólo desde el exterior, sino desde el interior, -no deben, por supuesto, trocearlo, porque entonces lo que verían estaría siempre en el exterior, por supuesto-, pero deben estar dentro de él tal como lo he descrito; si pueden hacer esto, si pueden ver el cristal desde el interior, entonces también podrán comprender por qué les ha sucedido tal o cual golpe del destino en esta vida. Tomen un cristal cualquiera, un cubito de sal corriente.

Lo ven desde fuera: así es como lo ven con la conciencia ordinaria. En ese caso su vida permanece opaca para ustedes. Si pueden penetrar en ella, -el tamaño espacial no es importante aquí-, si pueden verla desde dentro por todos los lados, entonces están en el mundo en el que también pueden comprender su destino. Mundo en el que están cada noche cuando entran en el tercer tipo de dormir. Pero este tercer tipo de dormir tiene algo muy especial. Verán ustedes, la gente antes del Misterio del Gólgota, -y todos nosotros hemos pasado por eso en nuestras primeras vidas en la tierra-, la gente en el transcurso del tiempo antes de la aparición del Cristo en la tierra, muy a menudo entraban en este tercer tipo de dormir. Pero incluso antes de que ellos, me gustaría decir, se hundieran en este tercer tipo de dormir, su ángel aparecía y los traía de vuelta. Porque eso es lo peculiar: Como ser humano, siempre es posible salir del primer y del segundo tipo de dormir, pero no del tercero. Antes de la aparición del Cristo en la tierra, en el tercer tipo de dormir, una persona habría tenido que morir si no hubiera sido sacada por ángeles u otros seres. Desde la aparición del Cristo, el poder de Cristo, como he subrayado a menudo, ha estado unido a la tierra, y cada vez que el hombre tiene que despertar de este tercer tipo de dormir, entonces el poder de Cristo, que se unió con la tierra a través del Misterio del Gólgota, debe acudir en su ayuda. Sin el poder de Cristo, el hombre ya no podría despertar de este tercer tipo de dormir. Él puede deslizarse en los cristales, pero no puede salir de nuevo sin el poder de Cristo. Pues si miran entre bastidores de la existencia, se darán cuenta de la importancia que tiene este impulso de Cristo para la vida en la tierra. Por eso lo subrayo con fuerza: el hombre puede entrar en los cristales, pero no puede volver a salir. 
Estas cosas se sintieron con especial fuerza en todas partes en las que, después del Misterio del Gólgota, después de la aparición de Cristo en la tierra, existía todavía una conciencia fuerte, antigua, pagana y, sin embargo, la revelación de Cristo ya estaba allí, como por ejemplo en las regiones centroeuropeas. Se sabe que algunas personas murieron porque se habían quedado profundamente dormidas. 

No habrían necesitado morir si Cristo hubiera acudido en su ayuda. Así se sentía la gente, por ejemplo, -no quiero decir otra cosa que lo que sentía la gente-, con Carlomagno o con Federico Barbarroja. Aunque Federico Barbarroja se ahogó para el mundo físico exterior, la gente seguía sintiéndolo así. Pero se sentía con especial claridad con Carlomagno. ¿A dónde iba un alma así para esta conciencia medieval? Al interior de los cristales. Por eso se la colocaba en las montañas, donde se suponía que debía esperar hasta que llegara Cristo y la sacara de su profundo dormir. Este tipo de formación de leyendas esta conectado con esta conciencia. La fuerte conexión con el impulso Crístico desde el Misterio del Gólgota en la tierra, eso es lo que ahora hace que el mundo de los Ángeles, los Arcángeles y demás, saque de nuevo al hombre después de todo, porque de lo contrario, cuando se hunda en el tercer tipo de dormir, no podría ser sacado de nuevo. Así pues, esto está relacionado con el poder de Cristo, no con la fe en el poder de Cristo; pues, independientemente de que se pertenezca a uno u otro credo religioso, lo que Cristo ha hecho en la Tierra se hace en sentido objetivo, y lo que aquí estoy describiendo como objetivo tiene lugar para el hombre con total independencia de la fe. Sobre el significado de la fe hablaremos en los próximos días.
 Pero lo que voy a decir es un hecho objetivo que no tiene nada que ver con la fe. ¿Cómo pudo ser posible esto? Era posible porque en el propio mundo de los dioses ha entrado un destino diferente al que había antes, un destino que me gustaría caracterizar diciendo: Las personas aquí en el mundo físico nacen y mueren. La peculiaridad de los seres divino-espirituales que pertenecen a las jerarquías superiores es que no nacen ni mueren, sino que simplemente se transforman. El Cristo, que vivió con los demás seres divino-espirituales hasta el momento del Misterio del Gólgota, decidió conocer la muerte, descender a la tierra, convertirse en un ser humano para pasar por la muerte dentro de la naturaleza humana, y luego volver de nuevo a la conciencia después de la muerte mediante la resurrección.  Este es generalmente un acontecimiento muy significativo dentro del mundo divino-espiritual, que un Dios haya pasado por la muerte para poder hacer todo lo que ya conocemos o lo que ahora he descrito de nuevo. Por lo tanto, podemos decir: En la historia de la evolución de la tierra existe el acontecimiento significativo de que Dios se hizo hombre y a través de ello su poder fluye en fenómenos tan significativos como los que ahora he descrito para ustedes. El Dios que se hizo hombre tiene tal poder en la vida terrestre que saca a las almas humanas del interior de los cristales cuando han entrado allí. De modo que, al hablar de Cristo, hablamos de un ser del mundo del que debemos decir: es el Dios que se hizo hombre. ¿Cuál sería su imagen opuesta? Su opuesto sería el hombre que se hizo Dios. No es necesario que sea un Dios absolutamente bueno; pero así como Cristo descendió al mundo de los hombres y aceptó la muerte, es decir, aceptó primero el cuerpo humano para participar en el destino de los hombres, así también somos conducidos al polo opuesto, al hombre que se libera de la muerte, se libera de las condiciones del cuerpo humano y se convierte en un dios dentro de las condiciones de la tierra. Entonces dejaría de ser un hombre mortal, pero andaría por la tierra, aunque no en las mismas condiciones que un hombre mortal ordinario que va del nacimiento a la muerte y de la muerte a un nuevo nacimiento, sino que tal hombre convertido en dios podría encontrarse como un dios que se ha convertido en ilegítimo en la tierra. 
Así como el Cristo es un Dios que legítimamente se ha hecho hombre, habría que buscar como su anti imagen al hombre que ilegítimamente se ha hecho Dios, al hombre que ya no camina como mortal, que ilegítimamente ha asumido la naturaleza de Dios. Y como sabéis: Así como en la tradición cristiana se hace referencia al Dios que se hizo Dios de manera legítima, a Cristo Jesús, también en relación con Cristo Jesús se hace referencia a

Ahasver, al hombre que se hizo Dios de manera ilegítima, que se despojó de la mortalidad de la naturaleza humana. Tenemos, pues, en Ahasver el polo opuesto del Cristo Jesús. Esta es la razón profunda, el sentido profundo de la leyenda de Ahasver, la leyenda que habla de algo de lo que hay que hablar porque es una realidad: de un ser que camina sobre la tierra. Está ahí, esta figura de Ahasver. Camina por la tierra, camina de pueblo en pueblo. No permite que la fe hebrea, por ejemplo, muera. Está ahí, esta figura de Ahasver, el Dios que se ha vuelto injusto. Hay muchas razones para que el hombre, si quiere conocer la verdadera historia, dirija su atención a tales ingredientes de esta historia, para ver cómo los poderes y los seres intervienen hacia abajo desde los mundos suprasensibles al mundo sensible, cómo el Cristo vino de los mundos suprasensibles al mundo sensible, pero también cómo el mundo sensible a su vez interviene hacia arriba en los mundos suprasensibles, cómo también tenemos que ver en Ahasver un verdadero poder del mundo, un ser del mundo. Es posible que la gente no siempre lo reconozca, que lo confunda con otra cosa. Pero es tan posible que el judío eterno se aparezca al hombre, lo mismo que es posible que Cristo se ilumine para el hombre cuando éste mire en su interior. Estas cosas pertenecen a los misterios del mundo, que también deben ser revelados ahora en nuestro tiempo, cuando muchos misterios deben ser revelados.
Traducido por J.Luelmo nov.2024

GA211 Berna, 21 de marzo de 1922. La vida del alma humana, despierta, dormida y soñando


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RUDOLF STEINER


La vida del alma humana, despierta, dormida y soñando

CONFERENCIA 1 

Berna, 21 de marzo de 1922.

Como seres humanos, sólo podemos conocer los verdaderos misterios más profundos del alma si consideramos la experiencia total del ser humano. En el tiempo en que el hombre atraviesa su vida terrenal, esta vida total del hombre se divide entre estar despierto y dormido, es decir, en el estado de vigilia ordinario del día y la vida que va desde que se duerme hasta que despierta, esa vida que el hombre pasa en un estado oscuro de conciencia, del que al principio sólo emergen, para la conciencia ordinaria, las oleadas de la vida onírica. Ahora de lo que se trata, es de considerar realmente este estado alternante de dormir y despertar, desde los diversos puntos de vista desde los cuales se puede contemplar. Si partimos de la visión ordinaria de la vida, podemos decir que en el estado de sueño hay una transición desde el estar despierto al dormido. Y si examinamos el curso de la vida onírica, debemos hacer una distinción significativa entre el contenido de la imagen, el contenido imaginativo del soñar, por así decirlo, y el transcurrir del soñar. A menudo también he llamado la atención sobre esto.
Podemos soñar esto o aquello según el contenido. Pero también debemos ver que el curso interno del sueño consiste, digamos, en que transcurre con un cierto dramatismo, que inicialmente tenemos una especie de estado de tensión en el sueño, por así decirlo, que se hace cada vez mayor o más fuerte, y que luego llega una cierta solución, o que tal solución finalmente no surge, sino que tiene lugar el despertar a partir de la tensión. Debemos distinguir este proceso dramático del contenido real del sueño. Pongamos, por ejemplo, que soñamos que recorremos un camino.
Llegamos a una cueva de montaña. Entramos en la cueva de la montaña. Cada vez da más miedo porque se vuelve más y más oscura. Finalmente, nos invade un verdadero estado de miedo, y entonces llegamos a algún obstáculo, aunque sabemos que tenemos que seguir adelante. El estado de ansiedad se hace cada vez mayor. Vemos cómo se acumula la tensión. 
Pero el contenido, el contenido imaginario del sueño es algo completamente distinto. Por ejemplo, también podemos soñar lo siguiente: vemos acercarse algo en la distancia que nos amenaza. Se acerca cada vez más, los detalles individuales se nos hacen cada vez más claros, y así crece nuestra ansiedad, que finalmente se descarga en un poderoso estado de miedo. En cuanto al drama del sueño, en ambos casos está presente lo mismo: lo que se acumula interiormente como tensión. Las imágenes de las que se reviste imaginariamente el sueño son algo distinto. 
Ahora bien, si vamos más allá, descubriremos a menudo, al menos durante la mayor parte de la vida onírica, que este aspecto imaginativo del sueño está sacado en cierto modo de las experiencias de nuestra existencia terrenal. Ciertamente, algunas cosas pueden transformarse, éstas pueden aparecer en una forma muy enmascarada, pero aún así seremos capaces de comprender de alguna manera, cómo entran las condiciones terrenales que hemos vivido, en el sueño como imágenes. 
¿Qué ocurre realmente en un sueño así, digamos, si se trata de un sueño de vigilia? Bueno, en el tiempo que transcurre desde que nos dormimos hasta que nos despertamos tenemos nuestra parte anímico-espiritual, -también la llamamos cuerpo astral y yo-, aparte de nuestros cuerpos físico y etérico. Con nuestro yo y nuestro cuerpo astral moramos en este mundo, en el que al principio no podemos percibir, tal como es nuestra conciencia en la existencia terrena, porque el cuerpo astral y el yo en el que estamos es precisamente algo indeterminado y no ha desarrollado sus órganos de percepción. Pero es justo por que está constantemente sucediendo algo, en esa parte de nosotros que está fuera del cuerpo físico mientras dormimos. 
Durante todo el tiempo que transcurre entre que nos dormimos y nos despertamos, en realidad transcurre una vida más rica en el cuerpo astral y en el yo que durante la vigilia diurna. Sólo que no podemos darnos cuenta de ello. Y eso que puede expresarse en sueños como estados de tensión, como estados de descarga, como miedo, quizá también como ira, rabia y demás, -todo lo cual puede intervenir en el sueño-, puede revestirse de las imágenes más diversas, eso es lo que nos sucede desde que nos dormimos hasta que nos despertamos. 
Durante estos estados extracorpóreos, vivimos en un mundo en cuyos movimientos participamos, del mismo modo que participamos en los procesos del mundo físico exterior a través de nuestros sentidos durante la vigilia diurna. Cuando volvemos después a nuestro cuerpo físico, con nuestra alma y espíritu, es decir, con el cuerpo astral y el yo, nos adueñamos de los órganos de nuestro cuerpo físico. Nos introducimos en dichos órganos. 
A partir de ese momento volvemos a ser capaces de percibir un mundo exterior, el mundo exterior de los reinos de la naturaleza, mineral, vegetal, animal, hasta el ser humano físico. Estos órganos, que el cuerpo físico contiene en sí mismo, los impregnamos con nuestra alma.  Así es como nos relacionamos con este mundo exterior. Sin embargo, si no nos sumergimos inmediatamente por completo en nuestro cuerpo físico, sino que penetramos un momento en el cuerpo etérico antes de apoderarnos de todo el cuerpo físico, entonces las fuerzas que forman las imágenes del sueño vienen a nosotros desde este cuerpo etérico. 
Dependiendo de las fuerzas, el cuerpo etérico lleva estas imágenes dentro de sí. Son reminiscencias de la vida, recuerdos de la vida. Cuando soñamos mientras nos dormimos, es posible que abandonemos nuestro cuerpo físico y debido a alguna anomalía no abandonemos inmediatamente el cuerpo etérico. Entonces, antes de entrar en la inconsciencia completa, también vivimos en las imágenes del «cuerpo etérico». Pero ya comienza la agitación del cuerpo astral y del yo, que tiene lugar durante el estado entre el dormirse y el despertar. 
Debemos, pues, distinguir claramente entre las imágenes contenidas en el sueño y la dinámica, la fuerza del sueño, el drama del sueño. Debemos separar estrictamente los dos el uno del otro. Y si somos capaces de llevar a cabo esta separación, como les acabo de describir en teoría, en la práctica a través de ejercicios del alma, si somos capaces de fortalecer tanto nuestro cuerpo astral y nuestro yo a través de ejercicios que no nos deslizamos pasivamente hacia abajo en el cuerpo etérico y luego en el cuerpo físico, sino que si aprendemos a hacer uso del éter general del mundo fuera del cuerpo, entonces llegamos a percepciones que de otra manera no podríamos tener. 
El éter, que está separado y forma nuestro cuerpo etérico, es sólo una parte del éter general del mundo. Hay éter en todas partes. De ese éter general, algún tiempo antes de nuestro nacimiento, separamos aquello que se convertirá en nuestro cuerpo etérico; luego lo llevamos dentro de nosotros entre el nacimiento y la muerte. El éter general del mundo permanece imperceptible. Sólo se hace perceptible cuando somos capaces de fortalecer nuestro cuerpo astral y nuestro yo de tal modo que podemos mantenerlos fuera del cuerpo físico, incluso cuando no estamos dormidos, pero que no recibimos meramente tales impresiones oníricas como las que tenemos al dormirnos y de otro modo para la conciencia ordinaria, sino que podemos percibir en el éter externo. 
Entonces tenemos lo siguiente: El mundo físico se extiende a nuestro alrededor. Al principio no nos distrae. El sigue presente para nosotros cuando hacemos los ejercicios adecuados, igual que permanecen presentes los recuerdos. Lo pasamos por alto, no salimos de él como el alucinado, pero al principio no nos incumbe. Hemos fortalecido nuestro cuerpo astral y nuestro yo. Es así como percibimos lo que ocurre en el mundo etérico, no en el mundo físico. 
Y lo que ahora tiene lugar en el mundo etérico, es decir, lo que ahora se hace perceptible para nosotros, no es en realidad otra cosa que lo que encontramos, por supuesto siempre sólo parcialmente, al menos en la forma en que se presenta, en mi libro «La Ciencia Oculta». Esto se ve de tal manera que uno lo ve con el cuerpo astral y yo fortalecidos, pero que ahora, en vez de usar los ojos y oídos para percibir físicamente aparte del cuerpo, perciben etéricamente.
Este mundo etérico se presenta en tales imágenes, que entonces pueden ser descritas de la misma manera como lo he descrito en mi «Ciencia Oculta». Por lo tanto quiero decir: Si uno es capaz de llevar el cuerpo astral y el yo al estado libre de cuerpo, tal como están por otra parte cada noche mientras se duerme, pero si uno los ha fortalecido por medio de ejercicios de modo que uno percibe en el mundo etérico, entonces uno tiene primero el mundo ante sí en imaginaciones, en imágenes. Lo que de otro modo uno sólo ve como una pequeña parte del mundo en lo físico se expande de tal manera que uno puede visualizar la existencia de Saturno, el sol, la luna y así sucesivamente además de la existencia terrenal. 
Esto es lo primero que es posible percibir del mundo de lo suprasensible. Pero en él, se halla todo lo que puede convertirse en contenido del mundo imaginativo. Nos salimos ya del mundo etérico cuando, a través de lo que yo describo como conciencia vacía, ya no vivimos meramente en las imaginaciones que nos vienen, sino cuando aprendemos a expulsar a su vez las imaginaciones, cuando somos capaces, digamos, tanto de tomar una imaginación en el alma como de dejarla ir. Esto crea un estado mental que puede controlarse completamente a voluntad, un estado mental que vive en la imagen, luego vuelve a suprimir la imagen, vuelve a vivir en la imagen, suprime la imagen. Este es el estado de la experiencia inspirada del mundo. 
Allí, sin embargo, se experimenta un mundo que no es del todo distante para el hombre. Lo vive cada noche en el dormir sin sueños. Sólo que no es capaz de captar con su conciencia lo que tiene lugar en él. Ahora en este mundo uno no percibe meramente imágenes, sino que a medida que las imágenes entran, salen, surgen, desaparecen, a medida que se vuelve quieto incluso en la imagen que fluye, y en la imagen que fluye una especie de interioridad, de modo que el mundo también se vuelve múltiple en relación con nuestras percepciones, percibimos en este mundo inspirado, si se me permite decirlo así, las acciones y hechos de seres espirituales reales. En la descripción que he dado en la Ciencia Oculta, estos hechos de seres espirituales ya están implícitos, aunque esencialmente allí se dan las imágenes de la evolución del mundo. Pero se llama la atención sobre los seres de las jerarquías superiores, ángeles, arcángeles, etc., que aparecen en esta oleada del mundo, de imaginaciones que surgen y pasan. Me gustaría decir que en las oleadas que uno experimenta en la vida inspirada, esos seres que son los seres de las jerarquías superiores se tejen al mismo tiempo.
Ahora uno se da cuenta de cómo la propia existencia, pero esa parte de la existencia que sólo se libera realmente en el tiempo que transcurre entre el momento de dormirse y el de despertar durante la vida física en la Tierra, cómo esta parte esencial del ser humano se integra en un mundo de entidades suprasensibles. De hecho, entre el momento de dormirse y el de despertar, somos en verdad miembros de este mundo. Como almas, nos movemos entre los seres.
En la conciencia imaginativa, en realidad sólo tenemos una idea de lo que hacen estos seres. Me gustaría decir que el primer estadio de la conciencia suprasensible se presenta de tal manera que estos seres, por así decirlo, nos esbozan sus imágenes. Éstas son las imaginaciones. Luego llegamos al punto en que no sólo nos enfrentamos a imágenes, sino que éstas surgen y fluyen, y en este surgir y fluir es donde tienen lugar las acciones de los seres. Pero nosotros mismos estamos ahora en este mundo de acontecimientos espirituales. Cuando la conciencia se abre paso, nos encontramos en un estado en el que estamos tan libres del cuerpo como lo estamos, por otra parte para la conciencia ordinaria, en el dormir sin sueños; en realidad pertenecemos a un mundo en el que se producen acciones espirituales. Este mundo, en el que tienen lugar acciones espirituales, y en el que nosotros mismos estamos entrelazados, nos muestra claramente de dónde salimos cuando nos apresuramos a nacer en la Tierra para comenzar otra existencia terrenal, después de haber vivido durante algún tiempo en el mundo anímico-espiritual.
En esencia, el comienzo de la vida en la tierra al nacer es la extinción de este mundo. El ser humano vuelve a este mundo cada vez que se duerme, pero en el transcurso de la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento, la actividad interior del astral y del yo en él, se ha debilitado tanto que se ve obligado a tener el más profundo deseo, el más profundo anhelo de que algo venga en su ayuda, pues tendría que morir en la ociosidad espiritual si al acercarse de nuevo el momento de nacer, algo no viniera en su ayuda.
Por lo tanto, supongamos que el ser humano, a partir de la muerte, ha evolucionado a través de los acontecimientos espirituales. Al principio su conciencia es muy viva, incluso recuerda a la conciencia terrestre de los primeros tiempos. Luego se eleva cada vez más, a medida que su conciencia participa en los hechos espirituales. Pero esta conciencia más tarde se debilita. Cuando se acerca de nuevo el momento de un nacimiento terrenal, el hombre entra en un estado como ser espiritual que sólo puede compararse, si queremos caracterizarlo por algo que hay en la tierra, con alguien que empieza a sufrir amnesia, que por tanto, por así decirlo, se arrebuja en sus recuerdos y no puede encontrarlos. De este modo, cuando la vida en la tierra se acerca de nuevo, el ser humano anhela por la realidad, por llenarse de realidad.
Porque en este momento su vida emocional y volitiva es fuerte, pero sus representaciones son opacas, no tienen contenido interno. En cierto sentido, arrebata las representaciones, que se vuelven cada vez más apagadas, mientras que la voluntad se vuelve cada vez más poderosa. Y este deseo le impulsa ahora hacia la encarnación terrenal, hacia un organismo terrenal que le es dado a través de la corriente hereditaria. Ahora puede utilizarlo como una herramienta, le da la oportunidad de pensar de nuevo, aunque ahora sólo para pensar en un mundo exterior físico, pero sin embargo para desplegar de nuevo la vida de la representación, que se ha apagado. Mediante este deseo de poder pensar de nuevo, el hombre entra en la encarnación física terrenal. Y allí pasa por el estado dormido, en el que se desarrolla lentamente para poder volver a vivir como ser anímico-espiritual cuando atraviese la puerta de la muerte y comenzar de nuevo el ciclo. Lo que se experimenta ahora, al elevarse en un estado libre de cuerpo a esta percepción del mundo que surge en la inspiración, ése es todo el secreto de cómo vive el hombre en un mundo suprasensible entre la muerte y un nuevo nacimiento: cómo es realmente este mundo suprasensible. 
En el Ciclo de Viena de 1914, «El Ser Interior del Hombre y la Vida entre la Muerte y el Nuevo Nacimiento», ya describí algunas de las formas en que el ser humano llega de nuevo a una encarnación terrena. Si ahora ascendemos aún más, nos hacemos conscientes de aquello de lo cual, en realidad, las personas no son conscientes en su conciencia ordinaria. En el estado de vigilia tenemos tres estados del alma claramente diferenciados: pensar, sentir, querer. También tenemos tres estados similares en el sueño. Pero normalmente sólo se hace una distinción entre los dos, aquel en el que el dormir se vuelve tan ligero, me gustaría decir, que podemos soñar, que son el dormir más tranquilo, y el dormir sin soñar. Pero muy poca gente se da cuenta de que si se puede comparar el dormir tranquilo de los sueños con el pensar de la vigilia, y el dormir sin soñar con el sentir de la vigilia, entonces sigue habiendo un dormir profundo. Esta diferencia entre el estado semidormido y ese dormir profundo, que entonces puede ser comparado con la volición del estado de vigilia, es sólo un dormir excesivo. Pero este estado de dormir profundo también existe. Sin duda, algunas personas llegan a notar cierta diferencia al menos cuando se despiertan. Sucede que una persona pasa por tales noches en las que sólo experimenta los dos estados de dormir, en las que sólo experimenta el dormir onírico y el dormir sin sueños, pero no el dormir más profundo que es claramente diferente del mero dormir sin sueños. Como les decía, al despertar, algunas personas ya notarán, cuando a veces emergen del dormir, sintiendo como si volvieran a surgir, que ya están surgiendo de regiones más profundas del ser de lo que suele ser el caso. Es necesario señalar esta diferencia, que, como decía, no se reconoce en la conciencia ordinaria.  Eso se debe a que: Cuando estamos en el dormir onírico, en realidad vivimos en un mundo, - estamos, después de todo, fuera de nuestro cuerpo físico y de nuestro cuerpo etérico-, que ciertamente puede compararse con ese mundo que, por lo demás, tiene lugar de forma invisible en el entorno terrenal, donde las flores de las plantas se despliegan e interactúan con la luz del sol. Este tejer y vivir de las plantas en flor escapa a la conciencia ordinaria. Pero el hombre se sumerge primero en este mundo, que es el más cercano al mundo diurno ordinario. También está en todas partes, y al sumergirse en este mundo vive en el dormir onírico. El dormir más profundo, sin sueños, es entonces aquel en el que el ser humano se sumerge en un mundo que estaría a nuestro alrededor en el interior de las plantas. 
Estamos definitivamente en ese mundo cuando dormimos sin sueños, como lo estaríamos si pudiéramos arrastrarnos al interior de las plantas como espíritus. Pero cuando estamos en ese dormir más profundo, que es un tercer estado de dormir, entonces estamos completamente inmersos en el reino mineral. Entonces los procesos minerales, -la alquimia anterior los llamaba procesos de salinización-, tienen lugar con más fuerza en el organismo humano. Entonces el ser humano está, por así decirlo, no sólo consagrado al ser vegetal, sino también al ser mineral. Quien puede entrar conscientemente en este mundo, en el que el hombre se encuentra por lo demás en este estado de profundo dormir, se da cuenta realmente de lo que vive en el interior de los minerales. Y cuando el hombre vive en un mundo como el que se encuentra en el interior de los minerales, es como si ahora lo mirara desde dentro, mientras que por lo demás siempre mira un mineral desde fuera,. Sentirán que esto es lo que quise decir en cierta descripción de la tierra de los espíritus en mi «Teosofía». En esta descripción del país de los espíritus encontrarán ciertamente esta inversión. Y viviendo en esta inversión, el hombre vive en ese mundo en el que puede participar no sólo en los actos de las jerarquías superiores, sino dentro de ellos, donde puede llegar a conocer a los seres de las jerarquías superiores de la misma manera que percibe a las personas aquí en el mundo físico según sus características anímicas. 
Allí ya no estamos en el mundo de la inspiración, estamos en el mundo de la intuición. Allí no sólo nos entregamos a las acciones, las acciones espirituales de los seres espirituales, sino al propio ser de estos seres. Pero entonces también estamos en el mundo en el que el karma se convierte en una realidad para nosotros. Si el ser humano de repente pudiera volverse consciente, percibiría su karma cada vez que entra en este tercer estado de sueño. Percibiría cómo intervienen las vidas terrestres pasadas, en la vida terrestre actual. El hombre experimenta su karma en el dormir profundo, y también lleva los resultados de esta experiencia al cuerpo físico. Pero el cuerpo físico no es adecuado para percibir tales cosas. Inicialmente no tiene órganos para ello. Del mismo modo que desarrolla los ojos para mirar hacia fuera, los oídos para oír hacia fuera, tendría que desarrollar órganos de percepción hacia dentro. Pero si desarrollara esos órganos de percepción hacia dentro, si tuviera que mirar físicamente hacia dentro, le matarían porque el organismo humano no puede vivir si envía hacia dentro las fuerzas que conducen a la formación de los órganos de los sentidos. Si las enviara hacia dentro, podría ver su karma con los órganos físicos, por así decirlo. Sólo puede verlo con los órganos espirituales, a través de la cognición intuitiva. Ahí se puede ver, que durante su vida en la tierra el hombre vive tanto en esas fuerzas que, en el tiempo entre la muerte y un nuevo nacimiento, forman su entorno, que obran en él para luego incorporarlo a un cuerpo físico terrenal, al igual que también vive en ese mundo en el que su destino tiene lugar de una vida terrenal a otra. Para la conciencia ordinaria este destino nos está velado, porque si el hombre percibiera su destino sin estar preparado, entraría en un estado muy especial. Si el hombre pudiera percibir su destino sin hacer ejercicios, -no puede suceder, pero supongámoslo hipotéticamente-, entonces de esta perceptibilidad surgiría inmediatamente en él el deseo de formar, por así decirlo, órganos de percepción interior. 
Hasta cierto punto, querría desarrollar ojos y oídos que viesen y oyesen hacia dentro. Pero eso significaría fuerzas para su organismo. No sólo se despertaría como se está despertando ahora, sino que traería consigo del sueño las fuerzas para remodelar su organismo hacia dentro. En otras palabras, mataría a su organismo. El organismo humano está dispuesto de tal manera que lo anímico-espiritual, el cuerpo astral y el yo sólo pueden sumergirse en el cuerpo etérico por un momento; luego deben sumergirse inmediatamente en el cuerpo físico después de que las imágenes oníricas hayan surgido a través de la inmersión en el cuerpo etérico. Pero incluso entonces el cuerpo etérico debe abandonar inmediatamente lo que es el contenido de las imágenes. Allí el ser humano no puede asimilar lo que de otro modo experimenta fuera. Después debe sumergirse en su cuerpo físico, que debe dejarlo tal como es el cuerpo físico, al que debe entregarse por haber decidido utilizarlo cuando descendió del mundo anímico-espiritual, precisamente para servirse de un cuerpo físico y de sus órganos. Lo que se encuentra más allá del umbral, lo que es imperceptible pero sin embargo se vive, es en cierto sentido un reflejo de lo que atravesamos entre la muerte y un nuevo nacimiento. A través de tal observación, surge la imagen del ser humano completo. Y al mismo tiempo surge que el hombre es un ser tan débil espiritualmente, -tal como está despierto en la vida física en la tierra-, que si no utilizara su cuerpo físico para percibir, fluiría por el mundo en un adormecimiento, si puedo decirlo así, sin percibir nada. 
El ser humano entre el nacimiento y la muerte en realidad sólo puede considerarse que vive en un estado anímico embotado y sólo se ilumina interiormente cuando hace uso del cuerpo físico. Esta es la justificación relativa del materialismo, que se justifica bastante relativamente para la vida en la tierra, pues para la vida en la tierra, lo que en realidad es anímico-espiritual permanece ensombrecido. Ahora podemos preguntar: acaso cabe la posibilidad de mirar un poco más detenidamente aquello que vive allí como anímico-espiritual, participando en el mundo tal como se lo he descrito, en un mundo de imágenes que se desbordan, de imágenes que brillan y se apagan, de imágenes que se desvanecen y vuelven a brillar, pero en el que, -ustedes lo saben por mi descripción en «La ciencia Oculta»-, también se mezcla lo que puede compararse con las percepciones gustativas y demás en el mundo físico. 
Desde que se duerme hasta que se despierta, el hombre vive en este mundo. De este mundo también puede aprender, -si su conciencia está fortalecida-, cómo es su karma, cómo es su destino, cómo se desarrolla de vida en vida. Pero el modo en que uno puede mirar más de cerca en este mundo, puede hacerse cuando se observa primero a aquellos seres que esencialmente tienen el cuerpo astral en la vida terrenal, no un yo pronunciado en la vida terrenal. Estos seres son los animales. Estos animales también tienen sueño y vigilia. Si nos fijamos en el dormir en los animales, vemos lo siguiente. Tomemos un animal que se está durmiendo. El cuerpo astral sale. Este cuerpo astral, al salir del animal, es ocupado inmediatamente por un mundo que se presenta entonces a las percepciones como este mundo inundado de imaginaciones que se acercan y desaparecen, de tonalidades. Después, al despertar, el cuerpo astral se repliega de nuevo en el animal. Pero si miramos más de cerca, mientras el animal duerme, esta vida imaginativa fluctúa con las tonalidades en el aire terrenal. Desde el momento en que el animal se despierta, el alma se mueve sobre las oleadas del proceso respiratorio, a través de los órganos respiratorios en el sentido más amplio de vuelta al cuerpo animal. Entonces estimula los sentidos para participar en esta vida. Pero al despertar se trata esencialmente de una inundación del alma en la que naturalmente hay que tener en cuenta la respiración cutánea, pero se tiene la salida a través de los procesos respiratorios, y luego la entrada de nuevo a través de los órganos respiratorios. Una vez que se ha visto esto, entonces también se empieza a comprender cómo el cuerpo astral, cuando el animal nace por primera vez, se une con el animal en la vida embrionaria. Se une de tal manera que se diría: Es la inversión del proceso en el que el cuerpo astral se mueve hacia fuera sobre las bocanadas de la respiración. Va hacia adentro y primero construye el cuerpo plásticamente hacia adentro. Si ustedes observan esto, que el animal realmente recibe su forma de su órgano respiratorio, aprenderán a comprender mucho sobre las formaciones del animal. Observen a los animales como son el resultado de sus órganos respiratorios en sentido amplio. 
Pero es sólo la forma en que el alma del animal vive en él. Comparen, por ejemplo, un animal proboscídeo con cualquier animal cuyos órganos de la cabeza tengan más bien forma de boca y no de trompa. El resto de la forma del animal se forma en consecuencia, y la manera en que el animal puede respirar es decisiva para su forma. El alma vive en las oleadas del aire que toma el animal. Cuando miramos al ser humano, ocurre algo más. El ser humano, aunque de niño todavía no pueda hablar, tiene la capacidad de hablar. Así pues, sus órganos respiratorios ya están preparados. Son diferentes de los órganos respiratorios de los animales. A través de esta forma de los órganos respiratorios el aire puede entrar de tal manera que ahora no sólo un cuerpo astral, sino un yo puede revestir al ser humano, puede tomar posesión del ser humano. Sin embargo, quien ve a través de esto, aprende la verdad: El animal se forma a través de sus órganos respiratorios en el sentido más amplio, pero el hombre se forma a través de la respiración modificada en lenguaje, en palabras. En el hombre la palabra se hace carne en sentido literal, su forma es resultado de la palabra. Ya he descrito cómo las almas humanas se mueven entre los seres de los mundos suprasensibles. Las almas humanas pertenecen a los mismos mundos que los seres espirituales superiores entre la muerte y un nuevo nacimiento, entre dormirse y despertarse. 
Cuando miramos a estas almas humanas, es cierto que se mueven de una manera que luego puede pasar a las ondas del aire, y lo mismo que el hombre despliega cuando habla, este tipo de movimiento de aire que despliega cuando habla, también se despliega en su inhalación, le da forma cuando entra en él. Uno puede realmente contemplar las almas humanas de esta manera, como si flotaran en las olas del aire. Esto se debe al hecho de que el yo no se limita a captar el aire. En el animal es el cuerpo astral, el que se apodera del aire y lo capta con sus estados de calor. El cuerpo astral humano capta el aire, es capaz de moverse sobre las ondas del aire, pero específicamente capta el calor, el éter calórico. Así, a medida que el yo fluye por el mundo en las ondas del éter calórico, colorea la respiración, convirtiéndola en lenguaje de dentro hacia fuera, y en forma humana de fuera hacia dentro. Si uno capta la concreción de la vida del lenguaje, entonces aprende a reconocer en la vida del lenguaje, en la formación cósmica de las palabras, aquello que entra en el ser humano de manera formadora, aquello que actúa plásticamente, especialmente en el embrión y luego en el niño, en que el ser humano se da a sí mismo su forma a través de fuerzas internas, que actúan plásticamente. Y esta conexión entre la palabra y la forma humana es algo de lo que se puede hablar como algo muy real, porque uno lo ve de la manera en que ahora se lo he descrito. También puede observarse lo siguiente. Si tomamos a una persona dormida, su cuerpo astral se mueve sobre las ondas del aire y permanece dentro del espacio aéreo; su yo se aleja hacia lo indefinido, desaparece, por así decirlo, en los estados de calor del mundo exterior. El alma ya es capaz de vivir en el éter calórico y el aire durante el tiempo en que el ser humano está entre dormirse y despertarse. Y así tenemos el cuerpo físico del hombre, que en realidad pertenece enteramente a la tierra, el cuerpo etérico del hombre, que pertenece a lo acuoso, al elemento líquido de la tierra, que tiene una relación especial con ella, el cuerpo astral, que pertenece al elemento aéreo, y el yo, que pertenece al elemento calor, al elemento fuego. Y esto es lo que se percibe cuando la palabra del mundo penetra en el ser humano y reúne las fuerzas del aire y del calor, conectándolas con las fuerzas del agua y de la tierra. 
Todo esto es un juego de fuerzas que luego es desplegado por el alma interior cuando el ser humano desciende del mundo anímico espiritual a una existencia terrenal. Estas cosas, naturalmente, sólo pueden mirarse interiormente, pero realmente pueden mirarse interiormente. Y uno quisiera decir: En efecto, es difícil expresarse con las palabras de los idiomas actuales, porque el lenguaje de hoy en día está realmente formado enteramente para el materialismo y para una visión materialista del mundo, pero logrando cada vez más poner realmente en palabras lo que se ve allí de tal manera que los pensamientos claros puedan vivir en el alma humana, se hará comprensible para todos lo que se puede decir sobre los mundos superiores con la ciencia iniciática. Es cierto que estas cosas sólo pueden encontrarse mediante la investigación suprasensible, pero para comprenderlas no es necesaria la investigación suprasensible. A menudo he comparado esto con decir que se puede juzgar estéticamente un cuadro sin ser uno mismo pintor. De esta manera también se puede juzgar la ciencia espiritual, la antroposofía, sin ser uno mismo un investigador, aunque hoy en día esto puede llegar a ser posible hasta cierto punto a través de las instrucciones de «Cómo obtener conocimiento de los mundos superiores» y demás, de modo que ya puede llegar a comprobar los resultados de la investigación científica espiritual. Pero el contenido de las verdades espirituales no adquiere su valor real para la vida investigando las cosas, sino comprendiéndolas, absorbiéndolas. Quien realmente absorbe esas ideas de las que está revestida la verdadera investigación espiritual, puede decirse que tiene la posibilidad de absorber esas cosas, aunque sólo tenga el sentido común ordinario, igual que quien no ha aprendido la composición química del azúcar tiene el sabor del azúcar. Lo que se supone que tienes del azúcar, lo tienes independientemente de si conoces la composición química o no. Igual pasa con las verdades suprasensibles. 
Lo que se supone que deberían obtener de ellas, lo obtienen al estar revestido del mundo de las ideas, ahí es donde las absorben. Lo otro es algo que debe suceder para alcanzarlas, pero que ayudan tan poco como si yo le dijera a un niño: No quiero darte azúcar, sino darte instrucciones para que puedas comprender la composición química del azúcar. El niño no quedaría satisfecho. Las personas tampoco pueden contentarse con la mera investigación de los mundos espirituales, sino que deben experimentar la plasmación de los resultados espirituales en ideas formulables. Porque éstas son las que pueden vitalizar nuestro ser espiritual de tal manera que los resultados de la Antroposofía nos den realmente un propósito en la vida. Si una persona absorbe entonces lo que se le da a través de la Antroposofía, -puede absorber inicialmente, digamos, lo que se describe en la imaginación-, entonces ya está haciendo un gran favor a su sentido común, pues su personalidad se vuelve más libre, más independiente interiormente. Esto les proporciona algo que será muy necesario para el presente y el futuro próximo. La gente hoy en día es realmente muy, muy dependiente de ideas incontrolables y demás que absorben. Sólo quiero recordarles cómo las personas que asisten a reuniones de carácter político o de otro tipo hoy en día son realmente un rebaño de ovejas que caen en las consignas que les lanzan los oradores y luego corren tras ellas. En este sentido, la humanidad actual es terriblemente dependiente. También es dependiente porque acepta lo que ya está establecido. En consecuencia, la gente llega poco a poco a no poder pensar en realidad en absoluto, sino sólo a pensar aparentemente, porque su pensamiento ya no puede verse, me gustaría decir, en la luz espiritual. Allí se experimentan cosas extrañas. 
A raíz de una representación de euritmia en Berlín, por ejemplo, un crítico ingenioso hizo recientemente el siguiente comentario: «Primero dieron piezas serias y después piezas humorísticas. Se puede ver la imposibilidad de la euritmia por el hecho de que las piezas humorísticas se dan con las mismas formas de movimiento que las piezas serias. Ahora se había subrayado primero que la euritmia es un lenguaje visible, que por tanto es realmente importante entender el contenido que la euritmia proporciona simplemente como lenguaje. ¿Cuál sería la consecuencia de lo que dice un crítico tan ingenioso? La consecuencia sería que tendría que decir: Si, por ejemplo, un declamador utiliza la lengua hablada ordinaria, no debe recitar los poemas serios en ninguna lengua, por ejemplo el alemán, con los mismos sonidos con los que recita los poemas cómicos. Tendría que encontrar una contradicción en esto, igual que si los mismos movimientos se produjeran en la lengua visible para lo cómico y para lo serio, para los poemas serios. Por lo tanto, es un absoluto disparate. La gente lee esto, pero ni siquiera se da cuenta de que ya no son pensamientos en absoluto, sino que es sólo un encadenamiento de procesos cerebrales que se reflejan como pensamientos, pero que ya no son pensamientos, es la insensatez más absoluta. Esto muestra cómo la gente ha perdido su actividad interna. La vida real en los pensamientos debe venir precisamente por el hecho de que la gente vive en la vida imaginativa y persigue lo que viene de la vida imaginativa con sentido común. A través de esto el ser humano se vuelve más activo, se convierte a su vez en una personalidad en el sentido más pleno de la palabra. Sin embargo, es de especial importancia comprometerse con lo que se revela desde la conciencia inspirada.
Si uno vive así con sentido común lo que se describe como inspiración, entonces gradualmente, -como ya he indicado en varios otros contextos-, lo verdadero y lo falso se transforman en juicio sano y juicio enfermo. Uno tiene la sensación de que algo que es falso es un juicio patológico. Con lo que es verdadero, se tiene la sensación de que es algo sano. La lógica de lo verdadero y lo falso sólo tiene sentido para el mundo físico. En cuanto vivimos en el mundo espiritual, percibimos lo verdadero como algo sano y lo falso, el error, como algo enfermo. Pero al adquirir el sentido del juicio sano y enfermo mediante el estudio de las verdades de la inspiración, nos preparamos el camino para comprender el acontecimiento Crístico. Porque el acontecimiento Crístico entró en el mundo porque el desarrollo de la humanidad amenazaba con enfermar. Del acontecimiento Crístico, del Misterio del Gólgota, emana el poder de que el hombre pueda volver de nuevo a la verdad, a la recuperación. 
A través de las verdades inspiradas realmente adquirimos de nuevo la posibilidad de dar sentido a las verdades religiosas, especialmente a las verdades del cristianismo, aprendemos de nuevo a comprender por qué el ser de Cristo fue celebrado como un Salvador, como alguien que realmente sana, curó y sigue curando a la humanidad. La palabra realmente se originó en este contexto. Porque en la época del Misterio del Gólgota todavía existían las antiguas cualidades clarividentes, que luego se desvanecieron en el siglo IV después del Misterio del Gólgota, y luego sólo existían en concepto, por eso la gente de aquella época todavía se daba cuenta de lo que significaba el Misterio del Gólgota. Hoy tenemos que volver a darnos cuenta de ello. Hasta el Misterio del Gólgota, Cristo vivía en el mundo que observamos en el dormir onírico, de modo que antes del Misterio del Gólgota el Cristo era perceptible para todo ser humano en el dormir onírico. Pero a ningún hombre se le permitía pensar, - esto fue algo que se aclaró definitivamente a los hombres desde las Escuelas de Misterios-, que el Ser que vive en el Cristo podía ser alcanzado con pensamientos terrenales, que también podía ser encontrado en el estado de vigilia. Esto sólo fue posible a través del Misterio del Gólgota, a través del paso de Cristo por la muerte. Desde entonces se puede pensar en él como una entidad que pertenece a la vida terrenal misma. Para la vida terrenal se hizo realidad la concepción del Dios que salió del país de los sueños y entró en la tierra física.
Este es un proceso real: el Dios que ha aprendido a conocer lo que por contra los dioses no conocen, que ha aprendido a morir, que ha incorporado el hecho de la muerte en sí mismo, ese es el Cristo, el Dios que entra en el mundo donde hay nacimiento y muerte, el descenso de Dios a la naturaleza humana. Dios se hace hombre. Esta es precisamente la fórmula en la que podemos expresar en qué se ha convertido el Cristo: para la tierra el arquetipo de la humanidad, para la tierra aquello a través de lo cual la humanidad adquiere sentido. Y si hubiera tenido lugar lo otro, si al mismo tiempo que el dios se hubiera convertido en hombre, un hombre también hubiera tenido el impulso de convertirse en dios, es decir, de ya no morir, de ya no estar sujeto a las leyes de la vida terrenal, entonces, por supuesto, se habría convertido en el hombre más perfecto, mientras que el dios se convertía en el hombre más perfecto, al descender, se habría convertido en el dios más miserable. ¡Tienen este polo opuesto! No en vano, junto al Cristo que asciende al Gólgota está Ahasver, el hombre que se convierte en Dios, pero el Dios torpe que pierde la posibilidad de morir, que ahora camina por el mundo, que no puede morir, el Dios que permanece en el plano físico, pero que desarrolla en el plano físico las mismas peculiaridades que en realidad sólo podía desarrollar en el país de los sueños. 
Es algo tremendo, espiritual, que se pone ante nuestras almas, que el hombre, que se ha convertido en Dios, se añade a Dios, pero, como es natural, de una manera que le hace desgraciado. El hombre que se ha convertido en Dios también mantiene el principio dentro del desarrollo terrenal de que la Divinidad no debe descender al plano físico: el judaísmo, la cosmovisión del Antiguo Testamento. 
Aquí ya se presenta un misterio. Aquellos que saben estas cosas saben que Ahasver es una entidad real y las leyendas de Ahasver se basan en impresiones reales de percepciones de Ahasver, que han ocurrido aquí y allá, porque Ahasver existe y es el custodio del judaísmo después de que ha ocurrido el Misterio del Gólgota. Él es el hombre que se ha convertido en Dios. Debemos tener muy claro que sólo podemos llegar a un conocimiento completo de la historia incluyendo lo espiritual. Por un lado, buscamos la encarnación de Dios en el acontecimiento del Gólgota, buscamos el devenir Dios del hombre en el Ahasver. Y el iniciado puede saber que el Ahasver realmente anda por ahí. Por supuesto, no puede ser visto como un ser humano. Se ha convertido en un dios. Pero anda por ahí. Está presente en la existencia terrenal. 
Ahazver
Y las verdaderas representaciones de la historia, que captan toda la realidad, hacen necesario contemplar lo que también atraviesa el desarrollo histórico de la humanidad como una realidad espiritual. Ciertamente, muchas cosas sólo están presentes en imágenes. Sólo es importante darse cuenta de que esas imágenes corresponden a realidades. Es una tontería decir que uno no debe expresarse en tales imágenes. Cuando hablamos, siempre nos expresamos en imágenes. Tomemos la palabra sánscrita «manas». Quien comprende «Manas» tiene ante sí el cuenco, la luna, llevando el sol, porque al pronunciar «Manas» en sánscrito primitivo, uno sentía al ser humano según su voluntad siendo como el cuenco, que entonces llevaba al ser pensante. Todas las palabras también se reducen a imágenes, son sólo imágenes elementales, simples. Lo que se expresa con palabras no está contenido en las palabras. Cuando hay seres más complejos que no se pueden expresar con palabras, hay que formar imágenes. Cuando se habla de Ahasver y de las leyendas de Ahasver, como se habla de imágenes, éstas son sólo formas de expresión más complejas que apuntan al lado espiritual. 
Pues se trata del mismo proceso de visualización en el lenguaje ordinario que en la visualización superior, cuando se presenta algo así como el Ahazver, que atraviesa el desarrollo del mundo como un ser, pero precisamente como un ser espiritual, e impide continuamente que el hombre regrese a través del Cristo al mundo espiritual, del que salió cuando perdió su clarividencia atávica, en la forma que se encuentra en su desarrollo. Quería decir esto hoy para señalar, por una parte, la existencia real del hombre en el mundo espiritual, mediante una correcta caracterización del estado de sueño y de dormir, y, por otra parte, que en la historia viven seres espirituales que sólo hacen comprensible el curso completo de la historia. 

Traducido por J.Luelmo nov,2024