Lo primero que él necesita en el más allá es el sentido que sobrepasa lo musical exterior para llegar a lo musical interior. La presencia del instrumento externo del oído no es un obstáculo para este sentido. Hoy en día, sólo el oído elimina tal sentido. En el mundo físico, el poder de tal sentido puede percibirse cuando los músicos componen. Ese sentido está detrás de la creación musical. Después de la muerte, se convierte en un sentido a través del cual el hombre se hace consciente de todo su entorno. Entonces experimentamos la música interiormente. Después de la muerte el sentido se convierte en un sentido externo y durante un tiempo después de la muerte uno percibe lo que atraviesa el mundo, pues el mundo está impregnado de armonía rítmico-musical. Una persona que no percibiera esta armonía rítmico-musical sería como una persona en el mundo físico que no pudiera percibir lo inorgánico.
En mi libro
"Teosofía", en la descripción del Devacán, encontrarán cómo la vida recíproca consiste en la difusión de lo armónico rítmico-musical. En efecto, lo de adelante y lo de atrás están ligados a lo de arriba y a lo de abajo, mientras que por el sentido del equilibrio sólo sabemos que caminamos erguidos. Percibimos a los seres que están arriba y abajo, a la derecha y a la izquierda. Entonces los sentidos internos, que ahora están atrofiados, se expanden y nos transmiten el mundo espiritual. Entonces el sentido del equilibrio se transforma en el sentido de la armonía y el ritmo, y luego se desarrolla el sentido del movimiento. Cuando nos liberamos de todo el trabajo de los músculos y tendones, entonces el sentido, que de otro modo se concentra a través del cuerpo físico, se extenderá y llegaremos a la posibilidad de estar en todas partes del universo como estamos en nuestro propio cuerpo a través del sentido del movimiento. El mundo exterior está en el mundo espiritual del mismo modo que un movimiento muscular tiene lugar en nosotros en el mundo físico. Cuando se estira la mano de un niño hacia él, el niño lo comprende e imita el movimiento. El sentido del movimiento se despierta en la experiencia interior del movimiento imitado.
Con el tiempo, uno se cura completamente de algunas enseñanzas que siempre adolecen del hecho de que dicen: Vivimos dentro de nosotros mismos. Pero en el mundo suprasensible no hay circulación sanguínea.
El sentido interior del movimiento será un sentido especialmente importante cuando hayamos muerto, el sentido de la vida será importante para nosotros, -si no puede ser utilizado de forma desagradable-, porque entonces ya no tendremos dolor de cabeza ni sensación de hambre.
Los sentidos que se han atrofiado aquí se estimulan especialmente cuando atravesamos la puerta de la muerte. No podemos percibir nuestra propia corporalidad a través de nuestra propia corporalidad, el ojo no puede verse a sí mismo y el cerebro no puede examinarse a sí mismo; por lo tanto, el órgano que percibe algo no puede ser el mismo órgano que se percibe a sí mismo. Así, lo que hemos llamado el sentido de la vida debe separarse del cuerpo, y de este modo se acerca al alma. Con el sentido del equilibrio no ocurre que medie la percepción, sino que sólo se expresa simbólicamente en ella.
Estos sentidos son en realidad los que son egoístas por su propia naturaleza, porque el hombre percibe su yo a través de ellos. Y no debemos ocultar el hecho de que lo que nos llevamos de la vida es la parte más egoísta. Así que al principio nos quedamos con la parte más egoísta y de ahí se comprende que inmediatamente después de la muerte el hombre pase a un estado bastante egoísta. Así como el niño trae consigo sus sentidos a la existencia física y primero debe acostumbrarse al mundo sensorial físico, así el ser humano en el estado desencarnado debe acostumbrar sus sentidos al mundo suprasensible. Esto lleva bastante tiempo después de la muerte, y mientras aprende a aclimatar sus sentidos, lo único que le queda al principio es el recuerdo de lo que le unió con el mundo exterior aquí, en el mundo físico, y ésa es la parte más desagradable del recuerdo. El primer recuerdo dura sólo unos días, aparece como un retablo de la memoria, que nos es familiar. Después empieza a ser de tal manera que lo que es su ser más íntimo se adhiere aquí de un modo interior, de modo que el ser humano se acostumbra a afirmar interiormente todo lo que ha vivido, pues cesa la posibilidad de percibir.
Un caso concreto: hemos convivido con una persona en algún tipo de relación vital. Nosotros fallecemos, él se queda atrás en el plano físico. Nos acostumbramos cada vez más a retener algo mas que recuerdos en el ser interior. Cuando miramos a una persona muerta, vemos que sabe lo que hemos vivido con ella durante su vida en la tierra. Con la muerte se rompe el hilo y ahora se puede hacer la estremecedora percepción de que uno se encuentra con muertos que le dicen con sus medios de comunicarse: Yo viví con tal o cual persona. Sé que sigue viviendo, pero sólo sé algo de él hasta mi muerte. Es un gran dolor. Ahora el muerto le echa de menos. Por eso los muertos se lamentan sobre todo por los que amaron y no pueden acercarse a ellos. Hay que reconocer que podemos prestar un gran servicio a los muertos en este sentido si llegamos a encontrarnos con ellos. Los muertos carecen de sentidos externos, en ellos sólo permanece vivo lo que vivenciaron mientras estaban junto a nosotros. Sí, la vida ordinaria no ofrece realmente nada que pueda cambiar las cosas. Sólo puede cambiar si se forjan lazos entre los muertos y los vivos. Para los muertos suele ser lo mismo que cuando alzamos la mirada hacia ellos. (Hueco en el texto.) Ahora bien, hay un vínculo común entre los muertos y los vivos: es lo que pensamos de conceptos suprasensibles. El pensamiento espiritual es este vínculo.
Me gustaría enfatizar que se puede leer a los muertos sobre cosas que tienen que ver con mundos suprasensibles. Si tenemos tiempo, nos sentamos y analizamos mentalmente cuál es el contenido de la ciencia espiritual e imaginamos vívidamente que los muertos estaban con nosotros. Les quitamos el dolor de que piensen que no estábamos allí. Dentro del movimiento antroposófico logramos algunos resultados realmente buenos leyéndoles pensamientos sobre los muertos. Esto significa que están con nosotros y eso es lo que necesitan, lo que anhelan.
Hay dos cosas en la convivencia con los muertos. La primera es la que se acaba de describir, la privación de las personas con las que se ha vivido en la tierra. Podemos remediarlo leyendo en voz alta. Debemos estar junto a los muertos y colmar el vacío de nuestra existencia. ¿Qué significado tiene para los muertos que les leamos Antroposofía, aunque no hayan querido saber nada de ella en vida? se dice a menudo. Pero ésta es una objeción materialista, porque las condiciones no permanecen iguales. Por ejemplo, se puede observar que hay dos hermanos. Uno se inclina hacia la ciencia espiritual, mientras que el otro se enfada cada vez más al respecto. Se auto convence cada vez con más ira. Pero sólo lo hace porque quiere adormecer su anhelo interior por la ciencia espiritual. No es fácil acercarse a él en la vida, y no es bueno agitar a favor de la antroposofía. En la muerte se revela sobre todo aquello que una persona ha anhelado, y es precisamente a tales almas a las que uno puede hacer lo mejor leyéndoles. Los que aquí ya se han interesado por la Antroposofía, allí también se interesarán cada vez más.
La otra cosa a considerar, especialmente en nuestro tiempo, es que cuando entramos en el mundo suprasensible cada día mientras dormimos, estamos en el mismo reino donde están los muertos. Sólo que después de despertar no sabemos nada de ello. ¿Cómo entra la mayoría de la gente en el sueño? Puede decirse, que cuando han cruzado el umbral del sueño, se han llevado poco espiritual consigo. Los que han alcanzado la necesaria pesadez de sueño mediante el consumo de bebidas alcohólicas no llevan mucho espiritual al mundo espiritual. Pero hay muchos matices. Tan a menudo se oye: Sí, ¿de qué sirve si uno aprende ciencia espiritual y sin embargo no puede ver en los mundos espirituales? Sí, si te ocupas de ello lo suficiente, también te llevarás algo al sueño. Imaginen una ciudad dormida, personas dormidas, las almas son incorpóreas. Lo que las almas dormidas representan para el mundo espiritual es algo distinto de lo que representan para el mundo físico. Para los muertos pasa algo parecido. Lo que damos a los muertos y lo que absorben en su conciencia es lo que necesitan para su vida. Y si les llevamos pensamientos espirituales, entonces tienen alimento, si no, entonces tienen hambre, para que la sentencia pueda ser pronunciada: Podemos, cultivando pensamientos espirituales aquí en la tierra, proporcionar alimento a los muertos. Podemos dejarlos morir de hambre si no les llevamos pensamientos espirituales. Si los campos se vuelven desolados, no darán frutos para alimentar a la gente y ésta puede morir de hambre. Por supuesto, los muertos no pueden morir de hambre, sólo pueden sufrir si la vida espiritual en la tierra se vuelve yerma.
La cosa es que aquí en la tierra la ciencia sigue varias leyes sobre las vinculaciones, y un idealista cree que a través de la ciencia se puede captar científicamente la vida como tal. Aquí en el plano físico, sin embargo, no se aprende sobre la vida. Todas las leyes se refieren a lo viviente, pero con todo este conocimiento no se puede investigar la vida. Para el mundo suprasensible no se puede llegar a conocer la muerte con toda la investigación. Para los que ven a través de las cosas, no tiene sentido creer que existe la muerte en el mundo suprasensible. Hay estados de conciencia parecidos al sueño y también un anhelo de muerte, igual que nos gustaría comprender la vida, pero allí no hay muerte. No deben ustedes creer que pueden perecer en el mundo espiritual, ni que pueden morir allí. Tampoco pueden destruir su conciencia, lo que correspondería a morir aquí. Pero uno puede convertirse en un solitario en el mundo espiritual.
Se trata de la incapacidad para percibir el mundo físico-sensorial. Uno sólo sabe de sí mismo y nada de los demás seres. Esto es lo que se llama el sufrimiento y el dolor de Kamaloka. Lo que expande la conciencia humana es la vida social tras la muerte, y también socializamos con los diversos seres del mundo suprasensible.
Una objeción que todavía puede plantearse se resolverá esta tarde en Erfurt. Consiste en lo siguiente: ¿Cómo es que los muertos están en el mundo suprasensible? ¿Pueden aprender algo si les leemos sobre los mundos suprasensibles? Lo que no les demos desde la tierra, no pueden llegar a saberlo en el mundo suprasensible. Los pensamientos deben surgir de la tierra. La Antroposofía no se enseña en el cielo, sino en la tierra. Las personas no están en la tierra para conocer sólo un valle de lágrimas, sino también la Antroposofía. A menudo se cree que la Antroposofía también se puede aprender después de la muerte, pero esto es un gran error. Lo que el hombre ha experimentado en la tierra debe depositarlo en el mundo espiritual después de haber atravesado la puerta de la muerte.
Traducido por J.Luelmo mar, 2024
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