GA150 Estocolmo, 8 de junio de 1913 Naturaleza y espíritu a la luz del conocimiento científico-espiritual

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RUDOLF STEINER


NATURALEZA Y ESPIRITU A LA LUZ DEL CONOCIMIENTO CIENCITIFICO-ESPIRITUAL

Estocolmo, 8 de junio de 1913

El primero de los temas elegidos para este breve ciclo de conferencias es "La naturaleza y el espíritu a la luz del conocimiento científico espiritual". ¡Naturaleza y espíritu! Esto parece expresar una contradicción que inmediatamente trae a la mente de los hombres muchos puntos de vista y opiniones opuestas que se han enfrentado en el mundo. Sabemos que en los últimos siglos cada vez se ha desarrollado más un tipo de ciencia que sólo quiere aceptar la naturaleza y que, desde su punto de vista, difícilmente puede hacer otra cosa que incluir también el espíritu en la naturaleza. Por otra parte, podemos ver cómo los defensores del espíritu y de la vida espiritual se afirman en todos los ámbitos, incluso en nuestro tiempo. Y no hay más que mirar a un extremo, donde se decía en el siglo XIX: El cerebro segrega pensamientos al igual que el hígado segrega bilis, es decir, lo que percibimos espiritualmente en el hombre es un proceso puramente natural, y no creemos en otro espíritu. Basta con poner esto al lado de los muchos esfuerzos actuales por establecer una ciencia espiritual y entonces tenemos extremos.

Pero también podemos pensar de otra manera sobre los términos "naturaleza y espíritu", a saber, refiriéndonos a las palabras de Goethe: "La naturaleza es el pecado, el espíritu es el diablo, albergan la duda entre ellos, su deforme hijo hermafrodita". Y así podemos visualizar muchas cosas que enfrentan a la naturaleza y al espíritu, y podemos encontrar en ellas muchas cosas que han traído desarmonía a los corazones humanos, que han causado tormentas de lucha y contienda en el mundo.

Por otra parte, hay un dicho de tiempos más recientes, también de Goethe, que nos dice que el espíritu nunca podría existir y ser eficaz sin la materia y que la materia nunca podría existir y ser eficaz sin el espíritu. Este dicho es muy fácil de refutar. Basta señalar que si corto un trozo de granito de una roca, ¡tengo materia sin espíritu! Las refutaciones de palabras profundas son muy fáciles de encontrar en el mundo, y hay que darse cuenta claramente, sobre todo en un movimiento científico-espiritual, de que nada es más fácil para los necios del mundo que refutar las palabras de los sabios con una gran apariencia de acierto. Una visión antroposófica debe profundizar en estas cosas.

¿Qué es el espíritu? ¿Qué es la naturaleza? No hay duda en nuestra percepción ordinaria de que cuando vemos las plantas  brotar de la tierra en primavera, cuando las vemos desplegarse, tenemos frente a nosotros a la naturaleza. Ahí vemos el tejer y la vida de la naturaleza. Tampoco cabe duda de que tenemos cierto derecho a hablar de la naturaleza cuando los copos de nieve cubren la tierra en invierno. Ambos son efectos de la naturaleza. Pero, ¿Hemos participado legítimamente en lo que se extiende a nuestro alrededor? Imagínense: Que unos seres que son mucho más pequeños que nosotros pudieran pensar, unos seres tan pequeños que nuestras uñas o nuestro pelo fueran para ellos tan grandes como los árboles lo son para nosotros, entonces estos seres describirían el pelo de nuestra cabeza de la misma manera que nosotros describimos las plantas que provienen de la tierra. Pero los humanos no describimos los cabellos individuales ni la cabeza del hombre como un suelo sobre el que se levantan los cabellos individuales, pues sabemos que no podemos encontrar un cabello como entidad individual en la naturaleza; sólo son posibles sobre otra entidad. Sólo alguien que, debido a su pequeñez, no puede ver los cabellos en su totalidad podría describir un cabello por sí mismo. Un ser así tal vez podría distinguir muy bien entre los distintos cabellos. Según el lugar de la cabeza donde crecen, podría categorizarlos en clases y órdenes: una clase de pelo temporal izquierdo, una clase de pelo temporal derecho; una clase de pelo frontal izquierdo, una clase de pelo frontal derecho; más tarde se les podría dar nombres que los distinguieran aún más. Así que podría haber una ciencia del pelo para entidades tan pequeñas. Para otros seres existe, con cierta justificación, tal ciencia: es la botánica. Aunque en realidad la tierra en su conjunto produce las plantas individuales del mismo modo que nuestra cabeza produce el cabello, mientras que las plantas individuales pertenecen a la tierra y no existen como género especial, la botánica por su parte clasifica y describe las plantas sin tener en cuenta que este mundo vegetal forma una unidad que pertenece a la tierra, del mismo modo que nuestro cabello forma una unidad con nuestro organismo. Para la naturaleza o el mundo es muy indiferente que el hombre haga una botánica, igual que para el hombre sería indiferente una ciencia del cabello de un pequeño ser con capacidad de pensar.

En cambio la ciencia espiritual va aún más allá. Ella nos muestra que del mismo modo que no se puede imaginar un ser como el hombre, con pelo en la cabeza, sin alma, tampoco se puede considerar la tierra de otro modo que como un todo, que contiene todas las cosas materiales, todas las cosas naturales que no son mas que los órganos del espíritu de la tierra o del alma de la tierra. Si estudiamos más a fondo este espíritu de la tierra o alma de la tierra, en primer lugar difiere del alma humana. La peculiaridad del alma humana es que se nos presenta como una especie de unidad. Esto no ocurre inicialmente con el espíritu de la tierra. Al final, como ustedes saben, también hay un espíritu de la tierra que dirige, pero lo siguiente que encontramos en la observación espiritual de la tierra es una gran suma, una abundancia de seres elementales, que forman la siguiente etapa del espíritu de la tierra como una multiplicidad.

Podemos ocuparnos primero de este espíritu de la tierra. Entonces se hace evidente que, por ejemplo, en la mitad de la tierra donde es verano en un momento determinado, estos seres del espíritu de la tierra sufren una especie de sueño, y donde es invierno, se despiertan. Para la comprensión espiritual, los seres y espíritus elementales empiezan a dormirse en la misma medida en que las plantas brotan de la tierra. En invierno comienzan a agitarse. Entonces estos seres elementales y espíritus forman sus ideas, sensaciones y sentimientos a su manera. Lo que la noche es para el hombre, el verano lo es para la mitad de la tierra donde es verano, y lo que el día es para el hombre, el invierno lo es para la tierra. La tierra como un ser integral se despierta y duerme como el hombre, pero de tal manera que una mitad siempre se despierta más y la otra mitad duerme más, mientras que el hombre está organizado de tal manera que cuando duerme, duerme al mismo tiempo en su totalidad. En realidad, esto tampoco es correcto, sino que pasa lo mismo con los seres humanos que con la tierra. Cuando una persona duerme, sólo la cabeza está dormida, mientras que los demás órganos están despiertos. Pero el hombre no está preparado para percibir esto. Lo mismo ocurre con la Tierra, aunque no completamente. Un hemisferio de la Tierra tiene más agua que el otro, por lo que el dormir y despertar de la Tierra no es distinto del dormir y el despertar de los seres humanos.

Del mismo modo que consideramos al hombre como un ser animado, también debemos considerar así a la tierra. Sólo por el hecho de que caminamos sobre la tierra como seres tan pequeños, no vemos que ella tiene cuerpo y alma. Pero esto también proviene de la era materialista. Kepler, por ejemplo, que también sabía pensar, seguía diciendo que consideraba la Tierra como un gran organismo. Pero no tenía una concepción oculta de la Tierra, por lo que no sabía que el invierno significaba para la Tierra estar despierta y el verano dormida, y se imaginaba la Tierra como una gran ballena en lugar de pensar en ella como un ser animado superior al hombre. Cambió un poco las proporciones hacia abajo, vio la tierra como una ballena, y en el movimiento del aire vio la inhalación y la exhalación del animal. Ésta era también la visión de Giordano Bruno. Para él, la Tierra era un gran organismo animado que tiene su proceso respiratorio en flujo y reflujo. Así lo hizo Goethe: La tierra es un gran individuo vivo que manifiesta su proceso de inhalación y exhalación en el flujo y reflujo, en las corrientes de aire y en el mar. En efecto, las individualidades mas destacadas, de los tiempos antiguos, con más espiritualidad, aún sabían que la tierra no puede considerarse de un modo tan abstracto y teórico como se hace hoy, como si se pudiera describir un cabello o una uña por sí mismos, cuando se debería saber que éstos no pueden existir sin todo el organismo, que se fundamentan en todo el organismo. La visión naturalista no sabe lo que es importante. Al contemplar el mundo, es importante poder preguntarse por todo lo que hay en él: ¿Son una parte de un todo o constituyen en sí mismas un todo? Si alguien encuentra un diente humano, no debe considerarlo un ser individual, sino que el diente sólo se justifica si se considera como una parte del ser humano. Igual de absurdo es describir una sola planta, porque sólo es concebible como una parte de todo el ser terrenal. Así, sólo es concebible el cuerpo exterior de la tierra con el alma y el espíritu de la tierra. Y si no se sabe nada del espíritu de la tierra, si no se sabe que esta tierra es el cuerpo de un espíritu, como lo es nuestro propio cuerpo, entonces se mira la tierra como la miran la mineralogía, la geología y la botánica. No se dan cuenta de que detrás de todo lo que describen está el espíritu rector de la tierra. Si corto un trozo de una roca, es fácil decir: ¡No hay espíritu en ella! Tampoco hay espíritu en un trozo de diente, pero el trozo de diente es inconcebible sin todo el ser humano y lo anímico-espiritual al cual pertenece.

Debemos tener esto en cuenta cuando hablamos de naturaleza y espíritu. Así pues, si hablamos de la Tierra como un planeta natural sin hablar de su alma y su espíritu, esta descripción sólo se deriva del hecho de que ignoramos el espíritu y no queremos saber nada de él. ¿Dónde existe entonces la Tierra como planeta meramente natural? La botánica, la geología, la astronomía dirían: ¡Se mueve en el universo!. Si esa afirmación fuera cierta, pronto dejaría de moverse, se derrumbaría, como el cuerpo humano después de la muerte, cuando el espíritu lo ha abandonado.

Esta forma de ver el mundo se ha contagiado. Incluso los miembros del hombre y el hombre en su conjunto se describen hoy como si sólo fueran naturaleza, es decir, como si fueran un cadáver. Porque si el hombre fuera tal como lo describen el fisiólogo, el anatomista, etc., tendría que morir inmediatamente. La fisiología, con su descripción de la tierra, sólo describe su propia imaginación, al igual que la astronomía y la geología. Esto es un puro producto de la imaginación. No existe esta tierra meramente natural. Pues el hecho de que la tierra sea como es, hasta el más pequeño trozo de roca, se debe a que la tierra está impregnada del espíritu terrestre.

Aquí vemos lo que es importante. Al mirar al hombre, es importante encontrar el punto de partida que va desde la parte al todo, no desmenuzar la parte del todo. El hombre como tal es un todo. Pero si se trata de la tierra, hay que considerarla como un todo. Si separamos la naturaleza y sus efectos de la tierra, ¿Qué es esta naturaleza? Entonces es el producto de nuestra imaginación, que en realidad no existe en absoluto, que sólo se nos aparece porque recortamos una parte de un todo. Por lo tanto, vemos que no es en absoluto importante que alguien describa algo fielmente, sino que sepa cómo una parte se integra en el todo o más bien crece a partir del todo. Así, la tierra debe considerarse como un todo, no como un todo físico, sino como un ser corpóreo que pertenece a su espíritu.

Pero ahora podemos hablar de la naturaleza y del espíritu de otra manera. Sólo tenemos que fijarnos en el hombre mismo. En el ser humano nos enfrentamos en cierto modo a algo que parece justificar los términos "naturaleza y espíritu" como opuestos. El niño nace, y todas las expresiones de vida del niño en los primeros días parecen ser algo que ha surgido de lo físico, de toda la naturaleza física. Por eso se suele decir que el niño sigue actuando totalmente de acuerdo con su naturaleza. Sólo más a partir del cuerpo nace lo espiritual, el alma. Al principio de su vida el hombre es más naturaleza, más tarde se desarrolla más espíritu. Pero, de nuevo, esto no es más que una forma descuidada de ver las cosas. Porque en las primeras etapas de nuestra vida hay mucho espíritu en nosotros, sólo que está más oculto que más tarde. Todo lo que proporciona a nuestro cuerpo sus formas es espíritu en su actividad, pero no es que estemos interiormente activos en espíritu y lo iluminemos con la facultad de la memoria. Realmente no tenemos menos espíritu en nosotros en los primeros años de la infancia que en los años posteriores. Realmente se podría hablar aún más radicalmente bajo ciertas circunstancias. Alguien preguntó estos días: ¿Qué significa que un niño viva sólo unos días y luego muera? La ciencia oculta nos muestra ahora que una vida tan corta sí tiene un significado. El ser que está en el cuerpo de este niño a menudo ha podido desarrollar muchas cosas, pero a veces no ha podido desarrollar una cosa, por ejemplo, una visión completamente sana. Supongamos que alguien ha sido una persona excelente en una encarnación, pero tenía la vista débil. Entonces sucederá que esa persona viva sólo unos pocos días en una encarnación posterior, sólo para compensar lo que se perdió en la vida anterior debido a sus ojos débiles. En este caso, esta encarnación debe añadirse a la anterior. Generalmente se subestima mucho la importancia de la capacidad de aprendizaje del niño en los primeros días. Cuando el niño aprende a ver hacia la luz, se necesita más capacidad para esto que para cualquier cosa aprendida en el primer trimestre académico.

Uno puede poner objeciones a tales cosas, pero piensen una vez en el contenido de tal cosa y verán que es correcto. Sólo consideramos la infancia de manera correcta cuando sabemos que el espíritu no está menos presente en el cuerpo entonces, cuando estamos construyendo nuestro cerebro, elaborando nuestra fisonomía y demás, que más tarde, cuando podemos hacer algo más sutil. En la vida posterior el espíritu se ha retirado un poco más del cuerpo y actúa como el espíritu más abstracto, que entonces ya no puede organizar el cerebro. El cual entonces se ha vuelto sólido a su vez. El espíritu, que más tarde en la vida humana nos gusta llamar "espíritu", ya estaba presente en la primera parte de la vida humana, pero tenía algo más que hacer allí, estaba más relacionado con los procesos naturales. Esto simplemente no se reconoce, por eso lo que sucede allí sólo se llama naturaleza, y lo que sucede después conscientemente sólo se llama espíritu. Por eso el hombre supone un contraste entre los procesos "naturales" de la primera infancia y la espiritualidad del pensar, sentir y querer en la vida posterior. Pero el contraste es muy diferente.

En los primeros años de la infancia existe una conexión íntima entre la naturaleza y el espíritu, se impregnan mutuamente y mantienen una relación amistosa. Más tarde se separan, y el espíritu y los procesos de la naturaleza proceden más separadamente. Pero los procesos de la naturaleza también se vuelven más sin espíritu, ya que el espíritu se ha diferenciado de ellos y se ha convertido en el alma especial de la que el hombre está tan orgulloso. El hombre consigue esto para sí mismo haciendo su cuerpo más desprovisto de espíritu. El hombre primero ha succionado el espíritu de su cuerpo para poder utilizarlo más separadamente para sí mismo. Hay algo similar en todo el desarrollo de la tierra. En épocas muy tempranas en la tierra el espíritu estaba en todas partes íntimamente conectado con la naturaleza de la tierra, por lo tanto había entonces una cooperación íntima entre el espíritu de la tierra y la naturaleza de la tierra. Hoy la naturaleza terrestre está en cierto modo tan separada de su espíritu como la naturaleza humana lo está de su alma. Y al igual que en el hombre es el espíritu el que dirige el pensar, el sentir y la voluntad, así también en la evolución terrestre el espíritu terrestre discurre junto al proceso natural como el devenir de la historia. En los tiempos lemúricos estaban aún más entrelazados, al igual que los procesos espirituales y naturales están más estrechamente relacionados en el niño que en el hombre posterior. ¿Qué es lo importante aquí? ¿Es importante decir: El espíritu se desarrolla en la edad posterior de la vida o en la edad terrestre? No, él ya estaba allí, pero en aquel tiempo enfocaba su actividad en lo que luego se ha separado. Y eso se endurece, se hace leñoso, se muere.

Por esta razón, también debemos considerar el conjunto, que debe ser considerado como un todo, no en el tiempo, sino sólo según sus partes. El hombre tal como es de niño no es un todo físico en la tierra. El hombre en su juventud, madurez, vejez, etc., es sólo un todo, y no podemos decir: El hombre experimenta un desarrollo que va de lo natural a lo espiritual, sino que debemos decir: En su primera infancia la naturaleza y el espíritu estaban íntimamente unidos. Más tarde se separan más. Por lo tanto, lo natural se vuelve un poco más muerto, un poco menos vivo interiormente, y el espíritu se vuelve más independiente. De este modo se ha producido una diferenciación en todo el ser humano. Esa es la impresión correcta. Pero lo espiritual no se desarrolla a partir de lo natural sin más. Existe una diferenciación. Cuando hablamos de naturaleza sin espíritu, hablamos de un mero producto de la imaginación. Nunca podría un ser humano bajo las condiciones físicas terrestres actuales ser más tarde un ser que piensa, siente y quiere y que está tan orgulloso de su espiritualidad si antes no hubiera desprendido su espíritu de su existencia natural. Hay que aprender a repensar completamente la naturaleza y el espíritu.

Esto va aún más allá. Consideremos la naturaleza externa del hombre y de la mujer. Quien lo examine muy superficialmente llegará al juicio: La mujer está más cerca de la naturaleza, juzga más directamente a partir de las razones de la naturaleza. El hombre se ha distanciado más de la naturaleza, en él vive más el pensar independiente, el espíritu independiente. La época materialista, que piensa en el espíritu en términos materialistas, ha aportado otras razones para esta diferencia, razones tales como el peso del cerebro. Pero cuando se pesó el cerebro de la persona que ideó esta teoría, ¡resultó que tenía un cerebro masculino particularmente pequeño! Cuando observamos la naturaleza y la mente de esta manera, incluso una mirada superficial muestra lo poco cierto que es esto. Mientras que quien se adentre aquí en las profundidades llegará a su vez a un tipo de observación completamente diferente. La apariencia externa de una mujer es más natural en cierto sentido, pero también más espiritual que la apariencia externa de un hombre. La feminidad en la tierra hoy en día es más natural porque la actividad espiritual en ella todavía no se ha separado de lo físico como en el caso del hombre. Por lo tanto, no hay que pensar que el hombre tenga una mayor espiritualidad que la mujer, sino que en el hombre sólo destaca más lo que es espíritu destilado, que deja la materia a su lado. Por otra parte, el cuerpo masculino está más espiritualizado en ciertas partes. El cuerpo femenino está más impregnado de espíritu, como por ejemplo el de la niña, el cuerpo masculino está más abandonado espiritualmente en la edad avanzada que en la juventud. Pero no debemos hablar de más naturalidad o espiritualidad en la masculinidad o en la feminidad.

Por tanto, nuestra forma de ver las cosas debe ser completamente distinta. Efectivamente: en cierto sentido, lo que tiene que ver con la naturaleza del hombre y de la mujer pende sobre nosotros toda la vida. No siempre es agradable señalarlo. ¿Por qué, por ejemplo, hay más mujeres que hombres en la Sociedad Antroposófica? Uno podría preguntarse: ¿No habla eso en realidad en contra de la presencia del intelecto en la Antroposofía? La respuesta puede ser bastante objetiva, pero entonces es fácil ser malinterpretado. El hecho de que las mujeres se acerquen más a la Sociedad Antroposófica, es decir, que adquieran más fácilmente las verdades espirituales, se debe a que en la edad avanzada conservan más la espiritualidad del sistema nervioso y del cerebro. En el hombre esto se separa antes de lo físico, por lo que no tiene la posibilidad de absorber tan fácilmente lo que habla de lo que no es ni hombre ni mujer, sino lo que está por encima de ello: el ser mismo.
El ser humano en una encarnación es hombre o mujer. En el hombre, las partes leñosas están más desarrolladas, y un poco más destilado de su naturaleza general está el espíritu, el espíritu temporal, transitorio. En la mujer, la naturaleza y el espíritu permanecen más conectados a lo largo de la vida y, por tanto, su naturaleza sigue siendo más móvil. Pero las verdades espirituales hablan de algo en el ser humano que no tiene nada que ver con la diferencia entre hombre y mujer. Pues el ser que va de encarnación en encarnación puede ser alternativamente hombre y mujer, aunque ésta sea una verdad sobre la que los hombres suelen enfadarse.

Aquello que es nuestra esencia más profunda no tiene nada que ver con el hombre y la mujer. Igual que no tiene nada que ver con el hombre y la mujer, la esencia más profunda de los fenómenos y hechos del mundo, tampoco tiene nada que ver en absoluto con la naturaleza y el espíritu, sino que es más espiritual en un momento y más natural en otro. Estas son las dos fases de una existencia, así es como progresa la vida. Así como en la vida humana su actividad más anímica-espiritual se alterna durante el día y su actividad más natural para el ser humano físico por la noche, así en el universo se alternan tiempos de los seres en los que se espiritualizan más y tiempos en los que se "naturalizan" más. Este es un ritmo en el universo. Quien, por ejemplo, observa la naturaleza del hombre, si es un hombre en una encarnación, si por ello está kármicamente condenado a destilar el espíritu de lo natural, entonces puede decirse a sí mismo: Ahora, sin embargo, estoy kármicamente destinado a destilar el espíritu de la naturaleza, pero esto debe alternar rítmicamente, cíclicamente con una existencia de mujer, en la que se me permita estar más en lo natural con mi espíritu, para que vuelva a tener una oscilación pendular en dirección a la existencia natural.

Así es con todos los planetas, con toda la Totalidad, con todos los mundos. Allí donde encontramos una cosa natural, le corresponde una cosa espiritual, y allí donde encontramos algo espiritual, tiene la tendencia a separar de sí mismo algo que es natural. La naturaleza y el espíritu no son opuestos, sino estados alternos del ser superior que hay tras ellos.

Por lo tanto, debemos darnos cuenta de que nuestra visión espiritual del mundo debe corregir muchos conceptos antiguos que se han utilizado para crear muchas tonterías. Cuando dejemos de describir sólo partes de un ser que en realidad es un todo, también llegaremos a tener claridad sobre los conceptos de espíritu y naturaleza y dejaremos de limitarnos a una sola parte. Entonces nos daremos cuenta de que el espíritu sería algo muy débil si la naturaleza le fuera hostil, entonces nos daremos cuenta de que la naturaleza es algo que el espíritu temporalmente aparta de sí mismo, igual que el caracol aparta su casa de sí mismo. Pero el espíritu también puede tomar la naturaleza dentro de sí y disolverla. Entonces la hace invisible, pero entonces la tiene dentro de sí, entonces se ha hecho uno con ella. Si en algún lugar existiera una unidad completa de espíritu y naturaleza, esto significaría: Para el ámbito de los hechos, el espíritu ha disuelto toda la naturaleza que le pertenece.

Supongamos que una persona tiene cuarenta años. Él está dotado de su naturaleza, de su alma, y de su espíritu, del que se siente tan orgulloso. Si nos remontamos a su infancia, estas tres cosas están más unidas, pero aparecen más en su base natural. Si nos remontamos aún más atrás, antes de su nacimiento, entonces es completamente espiritual, aún tenía toda la espiritualidad sin base natural, sin materia en él.

Es un juego pendular en el mundo: el ser crea su imagen en el aspecto de la naturaleza y a través de ella se manifiesta. El espíritu lleva la naturaleza en su vientre para hacer una imagen de sí mismo con lo que da a luz como naturaleza en su vientre. Pero a su vez el ser también tiene el poder de absorber en el espíritu todo lo que es naturaleza ahí fuera. Y así el espíritu puede triunfar sobre todas las imágenes de sí mismo para reaparecer continuamente en nuevas transformaciones, nuevas formas. Esto nos confirma que en el seno del ser descansa un número infinito de formaciones, y que el sentido del mundo se plasma en realidad en un devenir siempre nuevo y renovado. Si se reconoce la interconexión, la inseparabilidad del espíritu y la naturaleza, se llega a la esencia del mundo.

Traducido por J.Luelmo mar,2024

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