GA205 Dornach, 17 de julio de 1921 - El ser humano como cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo y las jerarquías

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RUDOLF STEINER
DEVENIR HUMANO, ALMA DEL MUNDO Y ESPÍRITU DEL MUNDO (I)

El ser humano como cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo y las jerarquías 

Dornach, 17 de julio de 1921

décimo tercera conferencia

En efecto, gran parte de las leyes y misterios de la existencia del mundo han quedado oscurecidos en la conciencia de la humanidad por los malentendidos de los que hablé ayer y anteayer con respecto a la concepción de los opuestos polares de Ormuzd y Ahrimán. Sobre todo, realmente sólo gracias a esto ha sido posible el materialismo moderno, que llena a la humanidad con la conciencia de que existen opuestos a nuestro alrededor que están siendo investigados por la ciencia en uso hoy en día y a partir de los cuales será posible comprender gradualmente el universo. - Una simple consideración puede enseñarnos que nunca será posible comprender el universo de esta manera. Porque basta con recordar algunas de las cosas que dije aquí hace unas semanas, y ponerlas en su justa medida, para recordar cómo aquellas personas que hoy son consideradas como científicos naturales, en realidad sólo se refieren al hombre en la medida en que el hombre es un cadáver después de su muerte. Lo que impregna al ser humano después de convertirse en cadáver a partir de las otras leyes de la naturaleza, de los otros procesos naturales, puede explicarse primero según las leyes habituales de la naturaleza. Pero lo que vive en el hombre entre el nacimiento y la muerte contradice estas leyes de la naturaleza, desafía estas leyes de la naturaleza. Y habría que decirse, si uno se guiara hoy hasta cierto punto no por prejuicios sino por juicios reales, que entre el nacimiento y la muerte el hombre lucha, en realidad ya desde su primer desarrollo embrionario, contra aquello que se rige por las leyes de la naturaleza tal como las entendemos hoy en nuestra ciencia.

Tomen la naturaleza circundante y todo lo que la física, la química, la fisiología, la biología y demás dicen hoy sobre esta naturaleza, visualicen todo lo que se dice sobre la naturaleza y luego piensen en el hombre tal como vive entre el nacimiento y la muerte, entonces se dirán: Toda esta vida es una lucha contra ese reino que está regido por estas leyes de la naturaleza. Sólo porque el organismo humano, por así decirlo, no quiere saber nada de estas leyes de la naturaleza, lucha contra ellas, precisamente por eso, el hombre es hombre entre el nacimiento y la muerte.

Pero a partir de esto ya se puede ver que si el desarrollo humano debe situarse en el universo, en el cosmos, es necesario asumir leyes diferentes, un tipo de desarrollo diferente para el universo. Así que con nuestras leyes actuales de la naturaleza estamos imaginando un mundo en el que el hombre, y de hecho las plantas y los animales, ni siquiera están presentes. Pero hoy sólo queremos ver al hombre en relación con el resto de la naturaleza. El hombre no forma parte de la naturaleza que domina la ciencia actual. De hecho, el hombre se rebela con cada aliento contra la naturaleza de la que habla esta ciencia.

Pero podemos seguir hablando del cosmos, del universo, porque el hombre también surge del seno de este cosmos, tal como se presenta inicialmente ante nosotros como ser humano físico. Pero entonces debemos pensar que este cosmos tiene una esencia distinta de la que tenemos como contenido del alma cuando hablamos en el sentido de la ciencia actual. Podremos formarnos una idea de lo que realmente significa lo indicado si visualizamos el siguiente hecho establecido por la ciencia espiritual.

<Consideremos el momento en que una persona muere, muere joven o muere después de alcanzar una edad normal. Queda el cadáver. Podemos comparar este proceso, y es más que una comparación, digamos con la muda de la piel de la serpiente o con la salida del cascarón de un pollito. El cadáver se desprende, y lo que se desprende es asumido por las leyes de la naturaleza, que tenemos en mente con la ciencia actual, igual que, por ejemplo, la piel de la serpiente, cuando se desprende, es asumida por las leyes externas de la naturaleza y ya no sigue las leyes de crecimiento de la serpiente. Así que lo que se convierte en el cadáver del hombre es tomado por las leyes de la tierra. Pero como ser humano entre el nacimiento y la muerte tienes la forma humana, la figura humana. Se disuelve, deja de existir. El cadáver sigue teniendo esta forma en cierto sentido, pero en cierto modo sólo la tiene por imitación, sigue imitando esta forma. La forma que tiene el cadáver ya no es la misma que tenemos durante nuestra vida entre el nacimiento y la muerte. Pues es inherente a esta forma que el hombre se sienta en ella, que el hombre pueda moverse con ella; es inherente a esta forma una cierta suma de fuerzas que se despliega cuando el hombre se mueve. Todo eso desaparece cuando sólo queda el cadáver. Así pues, lo que da forma al cadáver desaparece del cadáver, pero desaparece cuando la persona acaba de morir. El ser humano no se lo lleva consigo. Se lleva consigo su cuerpo etérico durante un tiempo, -dejaremos eso de lado por ahora-, pero no se lleva consigo lo que es su forma física, su figura física. Pierde esta forma física, por así decirlo. Se puede expresar más exactamente así: Si uno siguiera los movimientos, las agitaciones del hombre después de haber abandonado su cuerpo, después de haber atravesado la puerta de la muerte, encontraría otros movimientos y agitaciones que los realizados por la forma física.

Así pues, cuando la persona ha atravesado la puerta de la muerte, aquello que hay realmente en la forma física, deja de ser visible para el mundo exterior. El cadáver sólo ha tenido esta forma, y aún la conserva. Poco a poco la pierde, deja de ser suya. Como cuando, -si se me permite una comparación aproximada-, se tiene un molde de pastel y se pone sobre la masa de la tarta: entonces el pastel también tiene la forma, pero no tiene nada de la forma del molde, ni puede decirse que el pastel que tienes entonces tenga esa forma gracias a su propia materia; no, la ha recibido del molde que lo contuvo. Y así como este pastel conserva la forma del molde cuando se saca de éste, así el cadáver conserva la forma del ser humano cuando él abandona esta forma. Pero esta forma en sí, que es en realidad la forma con la que caminamos, cesa cuando la persona atraviesa la puerta de la muerte. Que tengamos esta forma, que esta forma pueda desarrollarse a partir de las leyes cósmicas, al igual que un cristal se desarrolla a partir de ellas, es inherente a las leyes cósmicas. Así que podemos preguntarnos: ¿Qué sucede con esta forma? Y mediante la investigación científico-espiritual, recibimos la respuesta: Desde esta forma, aquello que es espíritu continúa siendo nutrido y sostenido por la jerarquía que llamamos Archai, los fundamentos primarios. Así que podemos decir: Algo pasa al reino de los Archai, algo que procede de la forma humana.

Realmente, la forma física que recibimos al nacer y que desechamos al morir surge del reino de los Archai, de los principados, de las fuerzas primigenias, de modo que en realidad tenemos nuestra forma física porque estamos rodeados de un espíritu procedente del reino de los Archai. Estamos en un espíritu que estaba en nosotros procedente del reino de los Archai, que ahora vuelve a retirar lo que nos ha prestado durante nuestra vida. Como ven, es algo por otra parte, a través de lo cual uno reconoce que en realidad pertenece a todo el cosmos. Ya se da el caso de que los Archai, por así decirlo, extienden sus antenas "Fühlhörner". Si es uno de los Archai, entonces estira su estructura: que da forma a la figura humana, y sólo dentro de ella existe el ser humano. Sólo se puede uno imaginar correctamente su existencia dentro del cosmos si se imagina a sí mismo revestido, por así decirlo, de una excrecencia del Archai. Si ustedes ahora representan que el ser humano, -como también he explicado en estos días-, primero viene a la existencia en aquellos lejanos tiempos de la Lemuria, como un ser tal como es el ser humano terrenal, y sólo gradualmente toma esta forma, entonces ustedes obtienen en lo que puede ser dado como una descripción, como la que di en la «Ciencia Oculta en Bosquejo», de la transformación de la forma humana, -sólo recuerden cómo esto fue descrito por mí en la descripción del mundo Atlante-, entonces ustedes obtienen lo que los Archai realmente hacen; Luego se describe cómo los Archai descienden de su reino al reino de la Tierra, cómo metamorfosean la forma humana. Esta metamorfosis de la forma humana desde la época lemúrica hasta la época en que la forma humana desaparecerá de la tierra es definitivamente algo que está constituido y moldeado desde el reino de los Archai.

Y al trabajar sobre el ser humano de esta manera, los Archai producen simultáneamente lo que es, en el verdadero sentido de la palabra, el zeitgeist "espíritu de la época". Pues este zeitgeist está íntimamente relacionado con el moldeado de los seres humanos, en el sentido de que su piel es, por así decirlo, llevada a una determinada forma. El espíritu de la época se sitúa esencialmente en la esfera más externa del sentimiento humano. Y si uno comprende el trabajo de estos Archai, entonces también comprende cómo cambian no sólo las formas humanas, sino también cómo cambian los espíritus del tiempo en el transcurso de la existencia en la Tierra.

Ahora sabes que detrás de los Archai en el orden jerárquico, se encuentran los espíritus de la forma, los Exusiai (véase la lista en la fig. 2). Si miran ustedes hacia arriba en la existencia terrena desde lo que constituye al hombre hasta su forma, hasta lo que ahora es peculiar a todo el planeta Tierra desde su principio hasta su fin, entonces obtienes algo más abarcante en la ley cósmica imperante externa, mas abarcante que aquello en lo que ya se encuentra la forma humana. Pues, al describir el desarrollo de la tierra, tenemos primero un eco del período de antiguo Saturno, a ésta época la llamamos la época polar; encontramos un eco del antiguo período solar, en la época hiperbórea, un eco del antiguo período lunar, en la época lemúrica. Luego viene la época terrenal propiamente dicha, la primera época terrenal, es decir, la época atlante, y ahora vivimos en la época postatlante. El hombre acaba de emerger en su forma. La Tierra debe tener leyes más amplias que las que se expresan sólo en la parte del desarrollo de la Tierra en la que el hombre es posible con su forma actual o con las metamorfosis de su forma actual. Debemos mirar hacia atrás, hacia el primer comienzo en la tierra, cuando el hombre aún no había alcanzado su forma, cuando aún estaba allí como ser espiritual-etérico, y debemos mirar hacia lo que aún sucederá en la tierra cuando, después de una serie de milenios, los hombres hayan desaparecido de la tierra como seres físicos. Entonces la tierra física seguirá existiendo durante un tiempo, es más, los hombres incluso la habitarán, pero ya no en forma humana visible, sino como seres etéricos.

Si tomamos toda esta formación de la tierra incluyendo al hombre, pero yendo más allá del hombre: si abarcamos, con la mirada espiritual, las leyes de las cuales nuestras leyes actuales de la naturaleza son realmente sólo la parte más pequeña, entonces descubrimos en ella lo que pertenece al reino de los Exusiai. Lo terrenal surgió del reino de los Exusiai, así como lo humano surgió del reino de las fuerzas primordiales, lo humano junto con todo lo que debe haber en la tierra para que el hombre llegue a existir. De modo que podemos decir: La forma terrestre, cuando se disuelva, pasará al reino de los Exusiai.

Si ahora consideramos el segundo miembro del ser humano, el cuerpo etérico humano, también es el caso que no debemos considerarlo como nuestra propiedad completa, sino que así como la forma física pertenece en realidad al reino de los Archai y estamos revestidos de una excrecencia del reino de los Archai, así con respecto a nuestro cuerpo etérico estamos revestidos de una excrecencia del reino de los Arcángeles, los Archangeloi. De modo que podemos decir: Cuando atravesamos la puerta de la muerte, aún conservamos este cuerpo etérico por un corto tiempo. Sabemos que luego se disuelve, pero su disolución no significa que desaparezca en la nada, sino que regresa al reino de los Arcángeles. Estos, a su vez, lo reclaman; bajan, por así decirlo, una parte de su ser hacia el reino humano terrestre constituyendo así el cuerpo etérico humano durante su vida. Por lo tanto, podemos decir que algo del cuerpo etérico humano pasa al reino de los Arcángeles.

Y con respecto al cuerpo astral, es cierto que hay una relación similar con el reino de los Angeloi, los ángeles, como la hay con el reino de los Archai con respecto a la forma física y con el reino de los Arcángeles con respecto al cuerpo etérico. Nuestro cuerpo astral tampoco es enteramente nuestro. Es una consecuencia de los seres angélicos. De modo que podemos decir: algo del cuerpo astral humano pasa al reino de los Angeloi al morir. Nosotros también tenemos nuestro cuerpo astral como un revestimiento de nuestro ser del reino de los ángeles. Así que ya ven cómo estamos realmente envueltos en los reinos de las siguientes jerarquías superiores por el hecho de que tenemos una forma física humana, un cuerpo etérico, un cuerpo astral. Y al participar en las leyes de la tierra, al caminar por la tierra como seres humanos, al desarrollar una voluntad, al desarrollar acciones en la tierra, en resumen, al participar en las leyes de la tierra, también participamos en el reino de los Exusiai, los espíritus de la forma, los Elohim.

Pero aquí se produce un momento significativo. Si consideras tu forma física en el estado en que estás dormido: cuando tu cuerpo yace en la cama, allí queda su forma; volverán a encontrar esta forma por la mañana. Esta forma aún no se ha disuelto del todo, y no se puede decir que el cuerpo físico sea un cadáver, que simplemente tenga un molde como una vasija, sino que la forma está realmente ahí. De modo que los Archai, al participar de esta forma, están siempre conectados con lo que está presente del hombre en la tierra como ser físico. De la misma manera los Arcángeles están conectados con el cuerpo etérico humano. Pero con respecto al cuerpo astral humano la situación es diferente. Desde que se duerme hasta que se despierta, este cuerpo astral humano no está en modo alguno conectado con la forma física humana; está, por así decirlo, desde que se duerme hasta que se despierta, en un ambiente completamente diferente que desde que se despierta hasta que se duerme. Y la cuestión es que, mientras que el principio de los Archai está inevitablemente conectado desde el nacimiento hasta la muerte con la forma física, el principio de los Archangeloi con la entidad etérica, está conectado de tal manera con el principio de los Angeloi, con el principio angélico, que debe, por así decirlo, acompañar al ser humano de un estado a otro y viceversa. Este principio de los Angeloi, este ser de los Angeloi, debe en cierta medida acompañar al ser humano al estado dormido y de vuelta del estado dormido.

Como se puede ver, cuando hablamos de los Ángeles aparece un nuevo elemento. Y, en efecto, depende del propio ser humano, -de su actitud, de que dirija todo su mundo emocional hacia el mundo espiritual-, que el ángel vaya con él cuando el ser humano abandona los cuerpos físico y etérico y pasa al estado dormido. En el caso de los niños, el ángel los acompaña, pero en el caso de una persona que ha alcanzado cierta madurez, depende realmente de la disposición de la persona, depende de si la persona tiene en su alma un parentesco interno con el ángel. Y cuando no existe este parentesco, cuando la persona sólo cree en lo material, cuando la persona sólo alberga pensamientos de lo material, entonces el ángel no la acompaña.

fig. 1
Pues si se imaginan al ser humano completo (ver fig. 1), la tierra como resultado de los Exusiai (rojo por fuera), el cuerpo físico humano como resultado de los Archai (rojo por dentro), el cuerpo etérico humano como resultado de los Arcángeles (amarillo), a continuación el cuerpo astral humano como resultado del trabajo de los Ángeles (azul), si se imaginan todo esto, pueden decir: Mientras el ser humano está despierto, el ángel está en el seno de los Arcángeles, de los Archai, de los Exusiai, en fin, de las entidades espirituales superiores. Cuando el ser humano deja sus cuerpos físico y etérico y sale con una actitud materialista, entonces el ángel negaría un área, la pertenencia a los arcángeles, a los Archai, a los Exusiai, si se fuera con ellos. Como pueden ver, aquí llegamos a un área en la que la actitud humana es decisiva para un acontecimiento importante, para un hecho importante dentro de la vida humana, para el hecho de que el ser humano participe o no de la presencia del ángel mientras duerme.

No se puede decir hoy: Pues si hay ángeles, no hace falta que creamos en ellos cuando estamos despiertos, porque cuando estamos dormidos cuidarán de nosotros. - No, ¡no nos acompañarán si se les niega durante el día! Esto es algo que conduce muy profundamente a los misterios de la existencia humana y al mismo tiempo les muestra cómo la mente humana es tan parte de toda el conjunto de leyes cósmicas como, digamos, la circulación sanguínea humana es parte de aquello que la ciencia natural externa pasa por alto o no pasa realmente por alto.

El propio ser humano se incluye entonces en el conjunto con su yo y el derecho a un ser independiente. Pero el hombre sólo ha llegado a esta conciencia del yo en el transcurso de su existencia terrenal. Y lo ha hecho lentamente. Y si nos remontamos a la antigüedad, cuando la humanidad tenía el llamado don instintivo de la clarividencia, la gente todavía no tenía en absoluto esta conciencia del yo. Cuando aquellos antiguos habitantes de la Tierra tenían sus visiones especiales, esas visiones instintivas, en realidad no eran sus propias visiones, porque su yo aún no se había despertado.
<Este se entregaba a lo que el ángel pensaba, a lo que el arcángel sentía, a lo que el archai quería. Vivía en el seno de estos seres. Hoy nos remontamos a la maravillosa y antigua sabiduría primordial. Pero en realidad no es una sabiduría humana en absoluto, es una sabiduría que vino a la tierra a través de los Archai, Arcángeles y Ángeles que arropaban a los seres humanos y entraban en las almas humanas a través de esta sabiduría primordial, que muchos seres superiores realmente poseían y se apropiaron antes de que la tierra se convirtiera en tierra. Y el hombre debe adquirir su propia sabiduría con la ayuda de su ángel, con quien debe estar conectado en espíritu. Nos estamos acercando a este tiempo. Y ahora en este periodo, que ya ha transcurrido, donde el hombre ya ha despertado el yo cada vez más, el hombre estaba, si no se recomponía por su propia decisión, hasta cierto punto abandonado por lo que el ángel, el arcángel pensaba en él.

Pero a causa de que el hombre fue abandonado por estos ángeles, sólo entró realmente en contacto con la existencia terrenal. Y este contacto con la existencia terrenal es lo que, por un lado, hace al hombre libre, pero también es lo que crea la necesidad de que el hombre se esfuerce ahora de nuevo hacia arriba, a partir de su fuerza, hacia aquello que hace posible que las jerarquías superiores vivan con el hombre, en su conciencia. Debemos esforzarnos por contrarrestar esto, para que volvamos a recibir tales pensamientos que los ángeles puedan vivir con nosotros. Estos son los pensamientos que sólo podemos obtener de la imaginación de la ciencia espiritual. Y si orientamos nuevamente todo nuestro sentimiento hacia el mundo, de modo que recibimos tales pensamientos, entonces podemos alcanzar de nuevo hasta el reino de los Arcángeles. Ahora el ser humano, cuando despierta y vuelve a su cuerpo físico, se enfrenta al peligro de no darse cuenta siquiera de que tiene un cuerpo etérico y de que dentro de este cuerpo etérico rige la sustancia de los Arcángeles. Primero debe aprender esto de nuevo. Y debe aprender que los principados, los Archai, rigen su forma física. Debe aprender a comprender el momento de dormirse y el momento de despertarse.

Porque el hombre, al avanzar hacia su yo, al experimentar este yo, se ha salido del reino de las jerarquías superiores. Se ha convertido en un ser independiente. Al hacerlo, sin embargo, ha entrado en otro reino, el reino de lo ahrimánico. Ahora durante el estado de vigilia, el Yo entra en el reino de Ahrimán,.

fig. 2
Alrededor del año 333 antes del Misterio del Gólgota, el peligro de caer en el reino de Ahriman se hizo más agudo. Esta es la época en que la gente se pasó al mero intelecto, a la mera lógica. Después tuvo lugar el Misterio del Gólgota e inmediatamente pasó a formar parte de la humanidad. Y a partir del año 333, después del Misterio del Gólgota, comenzó la época en que el hombre debe esforzarse conscientemente en el reino de las jerarquías superiores.
Sin embargo, todavia no ha resurgido del reino ahrimanico, porque el intelectualismo ha entrado en vigor desde el siglo XV. Pero como vive en el intelecto, es decir, no en una realidad, en realidad vive en la imagen, vive en la maya. Y esa es su felicidad. No vive en el reino real de Ahriman, sino que vive en la maja de Ahriman, en la mera apariencia, en el sentido que he explicado en estos días. De esta manera puede volver a salir y puede volver a hacer la conversión. Pero sólo puede hacerlo desde la libertad. Porque en lo que vivimos es Maya, son imágenes; toda la cultura intelectualista no es más que imagen. Desde entonces, desde el 333, se ha puesto en la libertad del hombre esforzarse hacia arriba. La Iglesia católica hizo todo lo posible para impedirlo; finalmente debe ser superada en este sentido. El hombre debe esforzarse hacia arriba, hacia los mundos espirituales.
Si se suman estos dos números, se obtiene 666, que es el «número de la bestia», donde el hombre estaba más expuesto a hundirse realmente en el reino de los animales. Pero, por supuesto, él permanece expuesto a esto, incluso después del año 333, si no se esfuerza hacia arriba después de que entrase la Maya de Ahriman. Así es que navegando en el reino de Ahriman hasta su maya, nos hemos convertido en seres libres. Ninguna providencia, ninguna sabiduría mundana podría negarnos esto, navegar hacia el reino de Ahrimán, de lo contrario nos habría dejado sin libertad.

Pero recuerden, si el hombre adquiere una actitud espiritual y por lo tanto su cuerpo astral permanece conectado con el Ángel cuando está dormido, es una cuestión diferente de cuando el hombre no adquiere una actitud espiritual, con lo cual el Angelos no va con el hombre dormido, porque entonces el hombre trae consigo desde el sueño lo que es la inspiración de Ahrimán. Y, en efecto, así es: toda la manera materialista de pensar, todo este llenarse el hombre de pensamientos materialistas, surge en la época actual cada vez con mayor rapidez del estado dormido del hombre. El hombre puede protegerse contra el hecho de que cuando vuelve del sueño siempre trae aquello que lo condena al materialismo, es decir, a estar atado a la tierra, a pasar a la materia, a la mortalidad en su alma; sólo puede impedirlo imbuyéndose de la actitud que lo llena cuando absorbe conceptos científico-espirituales. El estado dormido es, por tanto, en sí mismo algo que hace surgir lentamente el materialismo. Pero Ahriman también está haciendo otros esfuerzos para apartar al hombre de su ángel, y estos estados son cada vez más frecuentes. En 1914 fueron particularmente malos, cuando la gente se vio aturdida por las fuerzas de Ahrimán, cuando su conciencia, su recta conciencia les fue arrebatada, de modo que llegaron a estados en los que el ángel no cooperaba y en los que, por lo tanto, las influencias de Ahrimán se hicieron grandes. Fue por esta razón que en 1914 dije a tanta gente que no debían creer, por ejemplo, que la visión correcta del origen de la guerra podría llegar a evidenciarse a partir de documentos externos. En el pasado, se podía investigar algo a partir de los documentos que estaban en los archivos. Lo que ocurrió esta vez, en realidad ocurrió más espiritualmente, desde el mundo espiritual, y una gran parte de las personas que participaron en aquella época no lo hicieron con su plena conciencia, sino que fueron conducidas por fuerzas ahrimánicas a parálisis de conciencia, en las cuales no participaba el reino de los Ángeles. Si queremos comprender nuestro tiempo, es necesario examinar la influencia del mundo espiritual en nuestro tiempo. Esta necesidad existe indiscutiblemente.

Pero en muchos otros aspectos también hoy existe un esfuerzo, proveniente del subsuelo ahrimánico, por separar al hombre de su conexión con el reino de los Ángeles, Arcángeles, Archai, Exusiai, etc., por acercar al hombre a lo ahrimánico, por acercar toda la cultura a lo ahrimánico. Piensen cuántas veces oyen hoy en día, -he repetido esto una y otra vez durante muchos años-, cuando alguien ha mentido una vez más, ha mentido como el demonio: Pero él creía lo que decía, lo decía según su leal saber y entender. Sí, eso no cambia los hechos objetivos, como tampoco cambia nada si uno mete el dedo en la llama con lo mejor de su conocimiento y conciencia; ninguna providencia le ayudará a no quemarse el dedo, aunque lo meta con la mejor de las intenciones. Tampoco es útil en el contexto mundial, -y sería triste que fuera de otro modo-, apelar al mejor saber y conciencia. El hombre no tiene la libertad de decir falsedades desde lo mejor de su conocimiento y conciencia, sino que tiene la obligación de cuidar que lo que dice sea verdad. Tiene que relacionarse con el mundo de tal manera que lo que alberga como pensamiento nazca del mundo, que no viva únicamente con él aislado del mundo. De lo que uno dice con lo mejor de su conocimiento y de su conciencia sólo se puede deducir, si no es verdad, que lo dice aislado del mundo. Porque si alguien escribe: Existe en el edificio un grupo escultórico que tiene rasgos luciféricos en la parte superior y rasgos ahrimánicos en la parte inferior, -y si luego los demás afirman, cosa que sucede una y otra vez, que él lo dijo con la mejor intención y conciencia, entonces esto significa que mediante tal actitud se declara que Ahrimán es el soberano del mundo. Pues el que afirma tal cosa tiene la obligación de convencerse a sí mismo de si lo que dice es verdad o no. Y es una influencia Ahrimánica si esto incluso ha pasado a la jurisprudencia hoy en día, si uno no procesa estrictamente algo que se afirma que es mentira y dice que lo hizo de buena fe, de tal o cual buena fe. Esta buena fe es algo que es precisamente en el peor sentido seducción y tentación de lo ahrimánico. En el fondo, no hay palabra más tentadora y seductora que la de buena fe. Pues esta buena fe es el lecho perezoso de la humanidad, que es perezosa en el sentido más eminente, que no siente la obligación, cuando afirma algo, de convencerse primero de si es verdad o no, de si algo corresponde a los hechos o no.

Y quien realmente quiera luchar en serio contra el predominio de Ahriman, quien quiera luchar en concreto, debe luchar contra esto: Es que lo ha dicho de buena fe, -en primer lugar debe luchar contra ello; porque a través de esta apelación a la buena fe el hombre se desvincula de la conexión objetiva con el mundo. Aquello que vive en nosotros de tal manera que nos consideramos autorizados a afirmarlo debe corresponder también al contexto del mundo, no debe correspondernos meramente a nosotros; pues todo lo demás que hay en el mundo exterior está abandonado por los ángeles, está a merced de Ahriman. Y todo lo que se afirma como falsedad de buena fe es algo que impulsa a las personas más fuertemente hacia lo Ahrimánico, que las arrastra hacia lo Ahrimánico por una fuerte cuerda. Y la apelación a la buena fe en el caso de las falsedades es hoy el mejor medio de entregar la civilización mundial a la entidad ahrimánica.

Verán ustedes, si examinan lo que constituye realmente el mundo, entonces tienen que comprender algo así. Pero no sólo hay que fantasear en general como el mero misticismo nebuloso de Ángeles, Arcángeles, Archai y demás y quedarse con teorías, sino que hay que tener el mundo donde es concreto. Porque, en efecto, se da el caso de que la gente pierde el apoyo del mundo de los Ángeles al tumbarse en el lecho corrupto de la buena fe por aquello que no han probado y que, sin embargo, luego afirman.

Estas cosas muestran que lo que fluye como actitud para impregnarnos de verdades y conocimientos científico-espirituales está conectado con la vida real, con la vida directamente real. Y estas verdades y conocimientos científico-espirituales deben enviar su poder a los detalles de la vida.

Precisamente esto es lo que hace que mucha gente se enfade tanto con lo que es la ciencia espiritual: que la ciencia espiritual no sea también una teoría como las demás cosmovisiones, sino que sea algo vivo, que exija a los hombres sobre todo superar tal pereza, -pereza en un doble sentido-, como la que reside en la afirmación de buena fe mientras se defiende la falsedad. A la gente no le gusta eso, y en todas partes las excusas son vivas: tal o cual persona ha afirmado algo de buena fe. - Esto ha corrompido profundamente nuestra ciencia, especialmente la ciencia histórica. Porque es fácil imaginar que tales personas, que se presentan ante el mundo con meras afirmaciones del calibre de las que les he comentado, no merecen ser creídas, aunque afirmen otra cosa, por ejemplo, si de alguna manera representan la ciencia externa; entonces primero hay que comprobar si lo han copiado de otra persona que todavía pertenecía a la mejor generación, cuando la gente todavía se sentía interiormente comprometida con lo que escribía. Y cuando ustedes vean cómo la gente de hoy imita oficialmente a estos Frohnmeyers, ¡entonces verán cuán grande puede ser la confianza en la ciencia oficial y en sus representantes! Pero eso es lo más importante, que se miren estas cosas. Y uno desearía, uno desearía mucho que la ciencia espiritual tuviera tales seguidores que realmente estuvieran profundamente imbuidos del hecho de que hoy en día es necesario un compromiso serio con las percepciones que provocan un cambio importante en el mundo. Hoy en día, las cosas pequeñas no son suficientes.

Al fin y al cabo, eso es lo que a uno le gustaría: que la antroposofía pudiera adquirir seguidores entusiastas que ardieran por la plena realización de esta antroposofía. He mencionado por ahí en el edificio que hoy, una vez más, un nuevo, como ellos lo llaman: sensacional, es decir, un folleto de escándalo, se nos anuncia desde ese lado donde las mentiras se cuentan por docenas. La gente está trabajando. ¿Por qué? Porque pueden sentir un gran entusiasmo por sus malos sentimientos. Pueden mentir con gran entusiasmo. Debemos acostumbrarnos a ser capaces de representar la verdad con el mismo entusiasmo, de lo contrario no podremos avanzar en la civilización, ¡queridos amigos!

Cualquiera que observe el mundo actual debe darse cuenta de que hay que buscar seriamente el camino de vuelta a las jerarquías, lejos de las garras ahrimánicas. Para ello, sin embargo, es necesario entrar en los detalles de las cosas. Una y otra vez surgen cosas que, cuando algún nefasto adversario viene y lanza esto o aquello al mundo, incluso nuestros propios seguidores vienen todavía y dicen: Todavía tenemos que comprobar si tal o cual persona no lo ha cometido por tal o cual debilidad. - En la Sociedad Antroposófica, por desgracia, siempre existe el anhelo de acusar mucho más a lo que habla desde la verdad que a aquellos opositores que, desde lo más profundo de su alma, quieren pisotear toda la verdad hasta convertirla en heces. Mientras en la propia Sociedad Antroposófica siga siendo costumbre simpatizar repetidamente con la mentira, no avanzaremos.

Hay que decir una y otra vez, de vez en cuando, que debemos reconocer la mentira como mentira; porque es la mentira en la que se desliza Ahrimán, y es la mentira la que, cuando ha mentido, suele apelar a la buena fe, al mejor conocimiento y conciencia. Les he dado suficientes ejemplos donde la gente invoca esta buena fe, este mejor conocimiento y conciencia: Pero examinen los hechos y vean esta influencia Ahrimánica de la llamada buena fe, que interviene incesantemente incluso en nuestra jurisprudencia, de modo que se puede decir que la humanidad ha sido secuestrada por Ahrimán hasta en la jurisprudencia. Estas son las cosas que hay que considerar seriamente. Si la Sociedad Antroposófica ha de ser lo que quiere ser, entonces debe estar impregnada de un ferviente sentimiento por la verdad, pues eso es hoy idéntico a un ferviente sentimiento por el progreso de la humanidad. Todo lo demás sólo está lleno de la voluntad que conduce a las fuerzas de la decadencia y las impulsa cada vez más lejos.

No digo lo que digo hoy para repetir algo así, sino porque los signos de los tiempos apremian a saberlo.

Traducido por J.Luelmo may, 2025

GA205 Dornach, 9 de julio de 1921 - Las fuerzas direccionales que actúan desde el zodíaco en animales y humanos

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RUDOLF STEINER
DEVENIR HUMANO, ALMA DEL MUNDO Y ESPÍRITU DEL MUNDO (I)

Las fuerzas direccionales que actúan desde el zodíaco en animales y humanos

Dornach, 9 de julio de 1921

novena conferencia

Situar al ser humano en el universo en términos de cognición, esa fue la tarea que se planteó aquí en las últimas semanas en estas consideraciones. Ahora bien, ayer traté de indicar cómo se sitúa el hombre, por una parte en el mundo cósmico del pensamiento, a partir del cual se forma también según toda su organización. De modo que el hombre, por una parte, al mirar aquello que no es captado por él mismo en su percepción sensorial, es decir, en su experiencia ordinaria para la conciencia ordinaria, tiene que concebirse a sí mismo como perteneciente al cosmos en relación con esta organización suya. Y sólo tiene que concebirse a sí mismo como perteneciente a su propio yo, por así decirlo, en relación con la vida ordinaria de la imaginación, la cual, como he mostrado, se sitúa a un lado entre el pensamiento cósmico y ese pensamiento del que he dicho que puede reconocerse como una corriente subterránea de la conciencia ordinaria. Esto último pertenecería ahora también a lo que el hombre tiene que considerar como perteneciente a su propio yo, por así decirlo. Con esto intentamos ayer arrojar alguna luz sobre el hombre en la medida en que tiene una experiencia de pensamiento, o está situado en el mundo del pensamiento.

Cuanto más se eleve uno a este punto de vista, más aprenderá a situar al ser humano en todo el devenir del mundo, en todo aquello que le hace aparecer como una pieza del devenir cósmico. Y cuando uno se vuelve así atento a esa parte del ser humano que se compone ahora de la experiencia ordinaria del pensamiento y de la corriente subyacente que caractericé ayer, entonces precisamente entonces comprenderá también cómo el ser humano es una entidad libre y autosuficiente por la posesión de esta parte que, por así decirlo, ha surgido del cosmos.

Esta visión del hombre puede llevarse aún más lejos, y hoy intentaremos situar al hombre en el contexto de los demás reinos de la naturaleza. Sólo tengo que señalar que a menudo he dicho lo incorrecto que es considerar la relación del hombre, digamos, con el reino animal, meramente en términos de anatomía y fisiología actuales. Ciertamente, si observamos primero al hombre en términos de su forma general, cómo esta forma general está compuesta de los órganos individuales, entonces nos daremos cuenta de que el hombre tiene aproximadamente el mismo número de huesos, músculos y demás que los animales superiores, que estos órganos o sistemas de órganos están remodelados, metamorfoseados. Será posible conectar al ser humano con la línea animal. Pero algo muy diferente surge, -y esto lo he discutido a menudo-, si consideramos aquello que sitúa al hombre de una manera muy especial en el cosmos. Hay que tenerlo en cuenta: La columna vertebral del animal es esencialmente horizontal, paralela a la superficie terrestre; la columna vertebral del hombre es perpendicular a la superficie terrestre. Si uno no es de la opinión de que todo se basa en la materia bruta, sino que llega a la comprensión de que lo que existe se basa en su esencia en que el todo está colocado en un sistema mundial coherente, entonces ya atribuirá un significado correspondiente a esta posición especial de la columna vertebral humana. Esto también coloca a la cabeza humana en una posición completamente diferente en relación con toda la organización. Y una vez que se ha llegado a este punto de vista: El cosmos está entretejido y urdido de pensamientos, entonces, en la medida en que el cosmos debe ser considerado como espacial, se verá una cosa esencial en las corrientes de pensamiento que atraviesan el cosmos, y se podrá notar que no es lo mismo si la corriente que corre a lo largo de la columna vertebral en el hombre se coloca en la dirección radial de la tierra, o si corre paralela a la superficie de la tierra, como en los animales.

El hecho de que el ser humano sea en cierto modo parte del cosmos debe considerarse en relación con la organización global, es decir, también para los órganos individuales. Cada órgano y cada sistema de órganos está situado en los seres humanos de forma diferente que en los animales, en relación con el cosmos. Esto no se ve afectado por el hecho de que alguien diga, por ejemplo, que la columna vertebral del ser humano se encuentra en posición horizontal durante el sueño, porque no depende de cómo sea la posición individual, sino de cómo esté predispuesto todo el crecimiento, de cómo esté, por así decirlo, insertado un sistema de órganos en todo el organismo. Y una vez que se den cuenta de que tenemos una columna vertebral animal paralela a la superficie terrestre y una columna vertebral humana perpendicular a la superficie terrestre, entonces podrán apreciar otros procesos en el ser humano de la manera correcta. Y aquí me gustaría primero llamar su atención sobre otro sistema anímico que el que vimos ayer. Ayer vimos el sistema del pensamiento; hoy queremos ver el sistema de la voluntad.

También podemos contemplar este sistema de la voluntad de tal modo que tomemos conciencia de él: La vida del hombre se descompone rítmicamente en su sucesión en los estados dormido y despierto. En la vigilia, el hombre está completamente entregado a su corporeidad; en el dormir, el yo y el cuerpo astral están apartados de la corporeidad, tanto de la corporeidad física como de la etérica. Cuando nos despertamos por la mañana, ya se lo dije ayer, traemos con nosotros a lo sumo un débil recuerdo de los pensamientos del universo. Así podemos llegar a ser conscientes: Durante todo el tiempo desde que nos dormimos hasta que nos despertamos estuvimos sumergidos en un mar agitado de pensamientos del mundo. Pero lo que traemos con nosotros cuando nos despertamos y lo que luego nos determina a lo largo del día mientras estamos despiertos es la voluntad, es decir, el emerger de este mar nocturno de pensamientos del cosmos, o digamos, nuestro elemento mientras dormimos. Emergemos con la voluntad, que, como he caracterizado para ustedes, trae la lógica a nuestra vida anímica interior. Todavía podemos darnos cuenta, cuando nos despertamos, en los sueños que nos vienen, de cómo sería nuestra vida anímica si esta voluntad, que traemos con nosotros cuando nos despertamos, no penetrara en ella lógicamente.

En cierto sentido, esta voluntad late en lo que surge y se arremolina en el organismo humano. Veamos más de cerca este latir de la voluntad. Démonos cuenta dónde late la voluntad: es precisamente la confusión caótica de las imágenes oníricas y también de esos entramados oníricos que tenemos como corrientes subterráneas de la conciencia ordinaria. De modo que podemos decir: Mientras dormimos, esta red de pensamientos, que está completamente ahogada por la red de pensamientos entretejidos con la lógica del estado de vigilia desde que nos despertamos hasta que nos dormimos, se libera de la maquinaria orgánica dentro de nosotros. Así pues, es en esta confusión caótica de imágenes y conceptos oníricos en la que late la voluntad, que traemos del cosmos a nuestro organismo cuando despertamos. Veamos lo que esta voluntad trae consigo inicialmente.

Esta voluntad, que late ahí dentro, en primer lugar hace que los pensamientos no surjan como lo hacen en este caos onírico. Nos iría mal en la vida si los pensamientos surgieran como lo hacen en este caos onírico. ¿Cómo deben ser los pensamientos cuando surgen en la vida normal del alma? Deben estar conectados de alguna manera con nuestra vida. Deben poder recordar de alguna manera. Esa es, por así decirlo, la primera, o la primera etapa, de lo que esta voluntad sorprendente hace con nuestros pensamientos. Los organiza de tal manera que llevamos en nosotros la imagen correcta de la memoria. Así que podemos decir: tenemos, por así decirlo, la caótica red de pensamientos arremolinándose desde nuestro organismo (véase el dibujo 1, en rojo).

dibujo 1
Así que esto es algo especialmente fuerte en las naturalezas soñadoras, que a menudo no se conforman en absoluto con entregarse a los recuerdos normales de la vida, que se complacen y deleitan cuando, tras todo tipo de ecos y relaciones, los pensamientos se juntan y vuelven a separarse unos de otros. Las naturalezas soñadoras se ven abrumadas por este caótico entramado de pensamientos. Pero incluso una persona que sea debidamente consciente de sí misma notará siempre, si se deja llevar sólo un poco mientras está despierta, quiero decir, que esta confusión de pensamientos está presente en el fondo principal como una corriente subterránea. La voluntad que late cuando nos despertamos choca con esta red de pensamientos. ¿De dónde viene?

Pues bien, en la cama yacen el cuerpo físico (azul) y el cuerpo etérico (amarillo). Lo que he dibujado aquí esquemáticamente en el tablero es básicamente lo que dejamos en la cama por la noche cuando nos dormimos y volvemos a encontrar por la mañana. Dejamos que nuestra voluntad palpite en él. Quiero caracterizar esta voluntad latiente por estas líneas de aquí (ver dibujo 1, flechas desde arriba). Así que lo primero que tiene que hacer la voluntad es reorganizar esta red caótica de pensamientos en nuestra memoria normal. Así que podemos decir que, en primer lugar, esta voluntad latiente reorganiza la red de pensamientos en memoria normal. Se podría decir que lo que encontramos por la mañana, cuerpo etérico, cuerpo físico, sigue siendo muy poderoso en la memoria. Nos reflejan estos pensamientos. Pero es la voluntad la que late allí y la que realmente tiene algo que ver latiendo allí. Eso ya lo pueden notar. Sólo traten de llegar a una comprensión adecuada de cómo, cuando se despiertan por la mañana, todo quiere surgir de su alma como corrientes arremolinadas, como un acontecimiento que experimentaron en el quinto año, en el séptimo año, de nuevo en el sexto año, de nuevo en el decimoquinto año, incluso en el sexagésimo quinto año, luego en el vigésimo primero, decimoséptimo año, de nuevo en el octavo año, cómo todo se arremolina y arremolina coloridamente. Aquí es donde la voluntad tiene que latir. Entonces lo organiza todo de nuevo, por así decirlo, de tal manera que sea un recuerdo ordenado, que un acontecimiento que tuvo lugar en el noveno año no tropiece con lo que tuvo lugar en el octavo año y cosas por el estilo. Aquí entra la voluntad y forma el recuerdo a partir de este caótico tejido onírico, en el recuerdo todavía se nota poco la voluntad. La mayoría de la gente todavía no querrá reconocer la voluntad en la memoria. Pero está ahí, es sólo este latir de la voluntad, en la medida en que forma la memoria, mucho más inconscientemente.

La segunda es algo por lo que el ser humano ya se da cuenta de cómo es su voluntad interior. Eso es lo que esta voluntad, que traemos con nosotros cuando nos despertamos, hace también de esta estructura de pensamiento:

Esa es la fuerza de la imaginación, esa es la fantasía (ver dibujo 1).

Este es el segundo elemento. Aquí uno ya se da cuenta de que se puede mover dentro con la voluntad. Cuando se forma la memoria, todavía tienen que ser forzados por su organismo, el cuerpo físico y el cuerpo etérico trabajan fuertemente; en la imaginación menos fuertemente, pueden moverse dentro con su voluntad. Pero hay una gran diferencia entre una persona que es imaginativa y una persona soñadora que simplemente se rinde a este caos de pensamiento arbitrario. Una persona que se deja dominar por la imaginación sabe cómo su voluntad domina en estas imágenes entrelazadas, y las moldea según su voluntad. Pero el tercer elemento, ya es algo que por un lado está realmente entregado por completo a la voluntad y por otro es de tal naturaleza que la voluntad no se mueve tan libremente como en la imaginación. Se trata del pensar lógico del que dependemos en la vida y en la ciencia. Allí, en este pensar lógico, nuestra voluntad está ciertamente activa; pero renuncia a su propia libertad y se somete a las leyes de la lógica. Pero es su actividad la que se somete a las leyes de la lógica. Este es, pues, el tercero: el pensar lógico.

¿Por qué está sujeto el pensar lógico a la voluntad por un lado? Si no formáramos nuestros pensamientos lógicos a partir de nuestra voluntad, serían pensamientos forzados. Debemos formar nuestros pensamientos lógicos a partir de nuestra voluntad. Pero los formamos de tal manera que nos orientamos hacia el mundo exterior, que es esencialmente el gran maestro de la lógica. Impregnamos el mundo caótico de las imágenes con las leyes de la lógica. Por tanto, nos entregamos a estas leyes de la lógica a través de nuestra voluntad; en cierto sentido, nos entregamos a un comportamiento arbitrario. Por un lado la voluntad es libre en el pensar, por otro lado renuncia a su libertad en favor de la lógica. Pero en estas tres etapas, memoria, imaginación, pensar lógico, está activa la voluntad; esa voluntad que no trabaja en el organismo físico y etérico humano desde que se duerme hasta que se despierta, y que cuando se despierta por la mañana palpita en el organismo físico y etérico, distribuyendo este, me gustaría llamarlo, fuego indeterminado del cuerpo etérico y físico, que se enciende en la agitación del pensar, en memoria, imaginación, pensar lógico.

Según el pensar lógico, ya no tenemos el control total de nuestra voluntad. No lo tenemos. Si dejamos que prevalezca nuestra imaginación, en la que ejercemos claramente nuestra voluntad, entonces sabemos que estamos dentro de nosotros mismos; si dejamos que prevalezca nuestro pensar lógico, entonces ya no estamos completamente dentro de nosotros mismos. Sabemos que nos adaptamos completamente al cosmos, pero no sólo al cosmos no humano, sino a todo el cosmos, que incluye al ser humano. Pues huelga decir que la lógica se aplica no sólo al cosmos no humano, sino también al cosmos más el ser humano. La lógica no es subjetiva ni objetiva, sino que es ambas cosas a la vez.

En cierto modo, podemos ver qué papel desempeña lo que traemos a nuestra vida anímica desde el mundo del sueño por la mañana. Y también podemos saberlo aproximadamente: Cuando lo que está inmerso allí como voluntad se retira de nuevo al mundo cósmico de los pensamientos, sólo reina en nosotros lo que surge del cuerpo físico y del cuerpo etérico.

Este es un lado de la voluntad que está activo en nosotros. Es, por así decirlo, el lado cósmico de la voluntad, el lado que sacamos de nosotros mismos por la noche y volvemos a traer a nosotros por la mañana. Pero la autorreflexión enseñará al hombre que no sólo esta voluntad, de la que acabo de hablar, está presente en él, pues esta voluntad se expresa esencialmente en la llamada vida del alma, en la memoria, en la imaginación, en el pensar lógico. Pero cuando caminamos, cuando agarramos, cuando de alguna manera utilizamos un instrumento, la voluntad también está activa. Esta voluntad no sólo está activa en el alma, tal como la he descrito ahora, esta voluntad abarca nuestro organismo físico y nuestro organismo etérico. Por lo tanto, no sólo debo caracterizar aquí la voluntad en estas flechas, sino que también debo representar la voluntad como recorriendo el cuerpo físico y el cuerpo etérico (véase el dibujo 1, flechas de abajo). Así que debo decir: La voluntad también está presente en el que permanece tumbado en la cama durante el sueño. La voluntad, que debe ser caracterizada en este último sentido, se opone en cierta medida a la otra voluntad, que no está en el cuerpo físico del ser humano mientras duerme. Y esta última voluntad se convierte básicamente en una actividad externa. Así que esta voluntad, que vive en los órganos, que vive en el organismo físico y en la organización etérica, es requerida por el hecho de que la otra voluntad viene a su encuentro. Pero cuando estamos activos como seres humanos despiertos, podemos distinguir claramente entre estas dos esferas de la voluntad.

Obsérvese que hay una voluntad que trabaja por un lado, que contrarresta la voluntad que viene del otro lado. Tenemos, por así decirlo, la cooperación de dos corrientes de voluntad. Una corriente de voluntad se arremolina en el organismo humano y todo el contexto muestra que se la debe considerar como un torbellino de abajo hacia arriba. La otra corriente gira de arriba abajo. Aquí las direcciones en el cosmos pasan a primer plano, y notamos que debe ser diferente con el animal, en el sentido de que la dirección principal de su organismo es perpendicular a la dirección principal del organismo del hombre. Las direcciones de la voluntad están integradas de manera diferente en el cosmos. Por lo tanto, incluso si, me gustaría decir, entramos en las diferenciaciones del hombre, si nos damos cuenta de cómo este ser humano está compuesto de corrientes individuales, entonces nos damos cuenta de la importancia de la integración del hombre en el cosmos.

Ahora consideremos un poco más estas dos corrientes de la voluntad. <En la ciencia espiritual, al igual que con muchas otras cosas, no se puede proceder de tal manera que, me gustaría decir, como en la deducción matemática, se dé una a partir de la otra, sino que en la ciencia espiritual la cuestión de cómo llegar a las verdades es la siguiente: se coloca una verdad al lado de la otra y después hay que buscar la conexión. En el caso de los goteos superficiales, esto conduce muy fácilmente a la objeción de que no se «demuestra». Es como si alguien exigiera, cuando ve un caballo y una vaca de pie uno junto al otro en algún lugar del campo y ciertamente están uno junto al otro por alguna razón, que uno le demuestre desde el caballo que la vaca está de pie junto a él. Por supuesto, no se puede demostrar por la naturaleza del caballo que la vaca esté junto a él. Este es aproximadamente el contenido de la objeción que muchas personas hacen con respecto a la prueba en la ciencia espiritual.

Quisiera presentarles ahora otro hecho junto al que acabo de mencionar, que deben tratar de situar poco a poco en el contexto adecuado con lo que acabo de exponer. Todo lo que hay en el alma humana se expresa también en el cuerpo, se imprime en el cuerpo. El hombre está organizado para despertar la memoria, la imaginación, el pensar lógico, para dejarlos descansar en él durante el sueño. Se trata de una especie de ritmo. Este ritmo se enfrenta a otro: la corriente de la voluntad, que he indicado aquí como presente en los órganos. Me gustaría decir que en el ser humano se pueden encontrar las dos corrientes opuestas: Pueden encontrarlo observando el sistema que está dado por el ritmo respiratorio humano. Hace unos días señalé cómo se puede pensar realmente en el ritmo respiratorio en relación con el dormirse y el despertarse. Aunque la respiración dure naturalmente más que el sueño, se puede reconocer la conexión en todo aquello que de alguna manera perjudica la respiración tranquila durante el sueño, por ejemplo. Esta conexión entre la respiración y el ritmo de despertarse, dormirse, despertarse, dormirse no es tan obvia, pero esta conexión, esta relación está ahí. Y cuando miramos al ser humano en relación con su esfuerzo ascendente, tenemos que considerar el ritmo respiratorio, todo el sistema respiratorio, también en la medida en que se expresa en el sistema del habla, como algo esencial que está conectado con este esfuerzo ascendente. Respiramos, hablamos como seres humanos esencialmente hacia arriba, aunque esto se transforme por la posición de nuestro cuello en hablar hacia delante. Tenemos un ritmo, un ritmo uniforme.

Tenemos un ritmo diferente, tenemos el ritmo de la circulación, el ritmo que se nos da en el latido del pulso, y sabemos que la proporción del ritmo del pulso con el ritmo de la respiración es aproximadamente de cuatro a uno. Sólo hay que pensar un poco en términos anatómicos, fisiológicos, se dirán a ustedes mismos:

En el ritmo del pulso, en el ritmo de la circulación, tenemos lo que está íntimamente conectado hacia abajo con el sistema metabólico de las extremidades humanas. Tenemos el sistema rítmico real, me gustaría decir, separado en el sistema respiratorio. Cuanto más se involucra uno con una característica del sistema respiratorio, por un lado, y una característica del sistema del pulso, por el otro, más se da cuenta de que todo lo que está presente allí como órgano para la formación de la memoria, la imaginación, incluso el pensar lógico, puede ponerse en conexión con el ritmo respiratorio, y que todo lo demás que está conectado con la voluntad que fluye a través de los órganos puede ponerse en conexión con el ritmo del pulso, en el sentido de que se expresa hacia arriba. Así como la voluntad que está en nuestros órganos interactúa con la voluntad que traemos del cosmos cuando nos despertamos, así el ritmo respiratorio interactúa con el ritmo del pulso, con el ritmo de la circulación. Y en la interacción del ritmo respiratorio y el ritmo del pulso tenemos formalmente dado físicamente lo que empuja hacia arriba desde abajo y lo que late hacia abajo desde arriba, pero de tal manera que lo que late hacia abajo desde arriba es cuatro veces más lento que lo que late hacia arriba desde abajo. Si hiciera de esta línea la observación del tiempo para el ritmo respiratorio, tendría que suponer cuatro para el ritmo del pulso.

De hecho, todo lo que el hombre desarrolla en el arte, en el arte rítmico, se basa en esta relación entre el ritmo del pulso y el ritmo de la respiración. Ya he dicho esto al hablar del arte de la recitación. Se puede profundizar aún más. Uno puede pensar que, si se basa más en el ritmo del pulso, se obtiene: sílaba corta, sílaba larga. Si se combina el ritmo respiratorio con el ritmo del pulso, se obtiene, por ejemplo, la medida versal del hexámetro y así sucesivamente. Todos los metros versales se basan en esta relación entre los ritmos que hay en el propio ser humano.

Ahora bien, si nos fijamos en el ritmo sanguíneo, nos estamos fijando más en lo físico, por así decirlo; si nos fijamos más en el ritmo respiratorio, nos estamos fijando en lo espiritual. El ritmo respiratorio está mucho más relacionado con el alma que el ritmo sanguíneo. El ritmo respiratorio también se abre hacia el exterior, igual que la lógica, el pensar lógico, se abre hacia el exterior. Pues bien, las irregularidades de la vida humana se basan en las irregularidades de estos ritmos. Pueden imaginarse que si realmente existe tal proporción de cuatro a uno o de uno a cuatro, entonces debe significar algo si, digamos, el ritmo respiratorio se alarga demasiado o el ritmo del pulso se acorta demasiado. Y, sin embargo, esto puede ocurrir en los seres humanos. Incluso puede ser el caso de una manera muy insignificante; entonces se manifiesta de la misma manera.

Veamos ahora los casos radicales. Imaginemos que una persona se emociona. Empieza a apasionarse. Empieza a despotricar sobre algo. Puede llegar al delirio. O una persona entra en un estado que se describe como tal:

Los pensamientos, no quieren, se paran; no se puede pensar de verdad, se paran. Así como antes la furia era la revelación más radical, así como se llega a apasionarse despotricando, gruñendo hasta desvariar, así se llega, cuando los pensamientos se detienen, poco a poco a una especie de desmayo. Lo primero, el apasionarse, el emocionarse, se basa en una aceleración del ritmo del pulso. La detención de los pensamientos, el desmayo, se basa en una ralentización del ritmo respiratorio.

Como ven, el propio ser humano está entretejido con todo el ritmo del mundo, y la forma en que se nos presenta física y emocionalmente depende de cómo se encuentre dentro de este ritmo del mundo. Lo emocional también se expresa físicamente: la corriente que recorre el organismo de abajo a arriba se vuelve demasiado rápida, sacude los órganos, y cuando llega a enfurecerse, se puede ver cómo se agitan los órganos. La corriente que va de arriba hacia abajo se vuelve demasiado lenta, los pensamientos no quieren ir de arriba hacia abajo. Ahí se ve de nuevo lo importante que es que podamos formarnos una idea de cómo se sitúa el hombre en todo el contexto mundial, cómo encaja, cómo no es más que una idea infantil el contar los huesos, los músculos y demás y decir: el hombre es sólo una estructura animal superior, - y no tener en cuenta que depende de esta colocación en todo el contexto cósmico.

Ahora les diré algo que aparentemente está muy alejado de lo que acabo de decir, pero que sin embargo se combinará con lo que acabo de decir para formar un todo en la conferencia de mañana. Pasemos ahora del ser humano al devenir humano. Ustedes saben que vivimos actualmente en el llamado quinto período post-atlante, que comenzó hacia 1415 o 1413 el cual continuará. Está precedido por el cuarto, que comenzó alrededor del año 747 antes del Misterio del Gólgota, y éste fue precedido por el tercero, que a su vez se remonta al cuarto milenio.

Ahora, si consideramos estos períodos, podemos formar el siguiente cuadro esquemático de su sucesión. Téngase presente que el período atlante fue precedido por lo que llamé el período lemúrico en mi «Ciencia Oculta en Esquema». Aquí sólo asumiré las últimas fases de este período Lemúrico, y ahora esbozaré los siete estados culturales sucesivos del período Atlante:

y ahora en el período post atlante tenemos el proto-indio, el proto-persa, el Egipcio-Caldeo, el Greco-Latino, y ahora nuestro quinto período; ese sería el último período. Les he mostrado esquemáticamente los períodos sucesivos.

Ahora también saben por mi «Ciencia Oculta» y por otras ilustraciones que he dado, que tal período dura aproximadamente hasta que el equinoccio vernal del sol ha completado todo su paso a través del zodíaco. Esto es sólo una aproximación, pero para lo que queremos considerar ahora, esta aproximación tendrá su buen sentido. En el año 747, antes del acontecimiento del Gólgota, el equinoccio de primavera entraba en el signo zodiacal de Aries. Allí permaneció en este signo del zodíaco hasta el siglo XV. Luego pasó y ahora se encuentra en la constelación zodiacal de Piscis. Antes del año 747, el equinoccio vernal se encontraba en el signo de Tauro, por lo que durante toda la civilización egipcio-caldea el sol salía en la constelación de Tauro en primavera; de ahí el culto a Tauro. Luego vino el período Proto-Persa, cuando el sol salía en la constelación de Géminis. Durante el período Proto-Indio el Sol salía en la constelación de Cáncer. Si luego retrocedemos al período atlante, tendremos los siete períodos de civilización del período atlante. Ahora les pediría que consideraran lo siguiente y lo pusieran ante su alma como una pregunta que nos plantearemos primero a nosotros mismos hoy.

Dibujemos la secuencia de los signos del zodiaco. Así tenemos: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis. Ahora dibujaremos un diagrama esquemático de los sucesivos periodos culturales. Sabemos que ahora estamos en el signo Piscis en el equinoccio de primavera y tenemos el quinto período cultural post-atlante. 

zodíaco
Volvemos atrás (ver zodiaco, sombreado  mas oscuro): Aries cuarto período cultural post-atlante, Tauro tercer período cultural post-atlante, Géminis segundo período cultural post-atlante, Cáncer primer período cultural post-atlante. Volvemos ahora al periodo atlante. Los siete periodos del periodo atlante (ligeramente sombreados): Leo el séptimo, Virgo el sexto, Libra el quinto, Escorpio el cuarto, Sagitario el tercero, Capricornio el segundo, Acuario el primero; y ahora volvemos al período Lemúrico y estamos de nuevo en Piscis.

Verán, si consideran el importante punto en el tiempo de la última civilización, la última era cultural del período Lemúrico, y si leen lo que presenté sobre este importante período en el desarrollo de la humanidad en la tierra en mi «Ciencia Oculta», entonces se enfrentarán con una gran pregunta. Si toman lo que presenté en mi «Ciencia Oculta en Esquema», es decir, también en las descripciones que entonces aparecieron por separado como «Nuestros Antepasados Atlantes», entonces verán que en realidad sólo se puede hablar de la humanidad, en la medida en que es la humanidad de hoy, a partir de este período, y este período es aquel en el que el equinoccio vernal estaba en el mismo signo del zodíaco en el que está ahora de nuevo. Como humanidad hemos recorrido un ciclo completo alrededor de los cielos y en cierto sentido hemos llegado de nuevo al punto de partida.

Lo que acabo de decir se refiere a la evolución humana. A menudo hemos tratado de mostrar cómo ha cambiado la vida del alma humana en el tiempo hasta el período atlante. Sabemos cuán diferente era toda esta vida del alma humana en el período proto indio, y cuán diferente era aún en el período atlante. Pero si leen mi escrito sobre los antepasados atlantes, verán que en el período atlante ya volvemos a una época en la que la configuración humana también se expresa físicamente de la misma manera que lo hacía el alma humana en aquella época. Mientras que en el período postatlante la vida anímica funciona esencialmente de otra manera, durante el período atlante todo el cuerpo es metamorfoseado. Así pues, retrocedemos cada vez más, me gustaría decir, desde la región que he caracterizado aquí arriba como el alma hasta lo que está aquí abajo como lo corporal, que está impregnado por la otra corriente de la voluntad. Y volviendo más atrás en la Atlántida, volvemos a las metamorfosis que se refieren a la organización del cuerpo. De modo que podemos decir que durante el paso del equinoccio de primavera por Piscis, el ser humano apenas existía en la forma corporal tal como es (sombreado oscuro). Aquí se vuelve cada vez más físico. Y aquí empieza a tomar forma de alma, para volver al punto del que partió una vez en relación con su forma corporal. De modo que se puede decir que la transformación de la forma física humana corresponde a los signos del zodíaco desde Piscis, Acuario, Capricornio, Sagitario, Escorpio, Libra hasta Virgo (sombreado claro); y sólo estos signos superiores del zodíaco corresponden para nosotros a la transformación del ser espiritual del hombre.

Estas cosas primer hay que considerarlas o desde el punto de vista de la ciencia espiritual y verán que en realidad sólo están en el punto en que pueden formarse conceptos e ideas sobre la naturaleza esencial del hombre. Sin embargo por otra parte, al menos un atisbo de lo que a menudo he dicho aquí debería arrojar luz sobre el hecho de que estamos viviendo en una época importante. Pues mientras nos hemos ido desarrollando como humanidad en la tierra, el equinoccio de primavera del sol ha recorrido todo el universo y en nuestra época ha regresado de nuevo. Por lo tanto, debemos cumplir tareas que en cierto sentido se derivan del hecho de que la humanidad ha regresado a su punto de partida, que debe emprender algo en su vida anímica que se corresponda con este regreso al punto de partida. Sólo quería señalar hoy lo que puede descargar en nuestros sentimientos tal consideración de la importancia del actual espacio temporal humano. Sin embargo, lo que he dicho se aplica a los miembros más avanzados de la humanidad civilizada; pues es de ellos de quienes realmente depende el desarrollo de la humanidad.

Cómo se comportan éstos en relación con aquélla es algo de lo que hablaremos más detenidamente mañana.

Traducido por J.Luelmo may,2025

GA205 Dornach, 3 de julio de 1921 - La vida entre la muerte y el nuevo nacimiento - juicio y conclusión.

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RUDOLF STEINER
DEVENIR HUMANO, ALMA DEL MUNDO Y ESPÍRITU DEL MUNDO (I)

 La vida entre la muerte y el nuevo nacimiento - juicio y conclusión.


Dornach, 3 de julio de 1921

séptima conferencia

Tras las observaciones que hemos realizado, ahora podrá presentarse ante nuestras almas un hecho básico de la vida humana y de la naturaleza. Siempre es una especie de enigma, especialmente cuando observamos más de cerca la relación entre el hombre y su entorno, cómo es que no podemos ver la naturaleza real del mundo exterior. Este mundo exterior está ante nosotros en sus fenómenos, en sus acontecimientos, y aunque sólo tengamos una débil necesidad de conocimiento, debemos suponer que detrás de estos fenómenos, que se nos presentan como coloreados, como sonoros, como mundos que se calientan, etc., se oculta la verdadera esencia de la realidad. Hay un velo, por así decirlo, y detrás de este velo está la verdadera esencia de la realidad. Por otra parte, existe un enigma similar con respecto a lo que es el ser interior humano. En los últimos días destaqué que cuando uno se adentra realmente en ella, esta interioridad humana revela sus enigmas orgánicos. Pero para la conciencia ordinaria el hecho es que no se puede mirar lo suficientemente profundo en su propio ser interior como para ver realmente a través de la naturaleza de los pulmones, el hígado y demás, como discutimos ayer. Ahora bien, este hecho de la existencia de dos enigmas, el enigma de la irreconocibilidad del mundo exterior, el enigma de la irreconocibilidad del mundo interior, este hecho se comprende a partir del conocimiento de todo el ser del hombre, si uno se permite echar un vistazo a toda la naturaleza humana, que nos muestra aquí sólo un lado entre el nacimiento y la muerte, el otro lado entre la muerte y un nuevo nacimiento.

Pero consideremos primero al ser humano tal como se nos presenta aquí entre el nacimiento y la muerte. Primero necesitamos un hecho espiritual interior que está conectado con toda nuestra vida cotidiana normal, necesitamos el hecho interior de la memoria.

Ayer les hablé de cómo esta memoria en realidad se basa en un reflejo de los órganos internos en la parte exterior. Pero para nuestra vida anímica necesitamos esta memoria. A menudo me he referido a hechos que muestran que la perturbación de esta memoria puede socavar toda nuestra vida normal aquí entre el nacimiento y la muerte. Este era un ejemplo que mostraba que la memoria puede extinguirse en las personas. Tales casos se conocen también en otros lugares. Se puede leer sobre numerosos casos de este tipo en obras psicológicas. Es un hecho bien conocido que esto puede suceder, y a menor escala este fenómeno ocurre con mucha más frecuencia de lo que uno podría pensar. Y no hay que imaginarse otra cosa que para tales personas estos procesos, sin que sean conscientes de ellos en el sentido ordinario de la palabra, son como lo son para ustedes desde que se duermen hasta que se despiertan cada noche: la conciencia se extingue. Pero tal discontinuidad anormal de la conciencia ejerce una influencia extraordinariamente significativa sobre toda la conciencia de la personalidad. Una persona ya no puede valerse por sí misma cuando ha pasado por algo así; en realidad, es algo terrible para ella después en la vida. Sin embargo, a partir de esto se puede ver lo importante que es tener continuidad de conciencia para la vida ordinaria entre el nacimiento y la muerte - con la excepción de los estados dormidos.

La continuidad de la conciencia está relacionada con nuestra memoria. Por lo tanto, necesitamos la memoria para mantener una vida normal. No obstante, cuando uno se somete al desarrollo ocultista, hay otro hecho. Existe el hecho de que uno necesita desarrollar en el alma tales poderes que realmente borran esta memoria ordinaria para los momentos de visión espiritual. Mientras uno tenga esta memoria ordinaria, no puede ver realmente el mundo espiritual. Y los estudiantes de desarrollo ocultista suelen experimentar que cuando empiezan a trabajar en su desarrollo, al principio tienen ciertas visiones y luego se quejan de que ya no tienen estas visiones, que no se materializan. Esto se debe al hecho de que para tales visiones, si son reales, verdaderas visiones, si no son alucinaciones, en realidad no hay memoria. No es posible volver a recordar una visión, porque la visión es algo real. Si uno mira un trozo de tiza y vuelve a apartar la mirada, tiene la imagen del recuerdo. Pero si se pretende tener la tiza delante, la tiza real, entonces hay que volver a la percepción, hay que volver a tener la cosa real delante. La memoria no te ayuda con esta cosa real. Si uno toca una plancha caliente, se quema. Por mucho calor que se tenga dentro de la memoria, con este calor no se quemará. Hay que volver a ello porque la visión te pone en conexión con algo real y no es una mera imagen. Se trata de volver a la visión, no sólo de recordarla, porque una visión real es una experiencia oculta real y no puede convertirse en un recuerdo, sino que sólo se puede volver a ella indirectamente. Uno puede decirse a sí mismo: Antes de que ocurriera la visión, pasé por esto o aquello en la conciencia ordinaria. Entonces se puede recordar esto, y hay que volver a recordar esta etapa hasta el punto en que se produjo la visión; entonces se llega a ese punto. No puede volver a ocurrir inmediatamente, sino que hay que hacer el camino de vuelta, por así decirlo. Muchos no tienen esto en cuenta; creen que uno puede recordar una visión en el sentido ordinario. Así que, en cierto sentido, uno debe socavar la memoria incluso en el desarrollo oculto. Esto es absolutamente necesario, no se puede evitar. Por lo tanto hay que decir: El que se esfuerza por tal desarrollo oculto debe ante todo estar seguro de que es una persona razonable en la vida ordinaria, es decir, que tiene una mente sana y una memoria sana sin falsas inflexiones místicas. Una persona que en la vida ordinaria ya se tambalea de algún modo o se tambalea no es apta para someterse a un desarrollo ocultista. Hay que tener ciertamente la posibilidad de recordar con toda certeza los acontecimientos del día, luego uno puede atreverse a penetrar en las visiones para las cuales no existe tal recuerdo. Las precauciones que se recomiendan para un desarrollo oculto se basan en la materia misma. Así se puede decir: el recuerdo existe para la conciencia ordinaria, y este recuerdo pertenece a una vida normal entre el nacimiento y la muerte.

A continuación puedo mostrarles esquemáticamente cómo se comporta el ser humano cuando está en posesión de esta memoria. Se lo mostraré así (véase el dibujo 2). Lo que estoy dibujando ahora no existe como tal, pero puede ser percibido en el cuerpo etérico. Estoy dibujando esquemáticamente como esta línea lo que en realidad se extiende por todo el cuerpo, y entonces tendrían que imaginarse que desde la cabeza, es decir, desde las percepciones de los sentidos, órganos de los sentidos, hasta esta línea está lo que está fuera de los órganos. Esta línea debería ser la línea límite esquemática de los órganos del ser humano: Aquí se refleja la espalda, y así más allá de esta línea se encuentran el corazón, los pulmones, el hígado, etc. Aquí (flechas) es donde nos reflejamos. Esta es simbólicamente la línea de la memoria humana. Pueden imaginárselo literalmente: Tenemos una especie de telilla dentro de nosotros; en realidad es la telilla fronteriza entre el cuerpo etérico y el cuerpo astral, sólo que en realidad no existe espacialmente, sólo está dibujada esquemáticamente. Lo que se percibe se refleja mediante el poder de los órganos que están detrás de ella; de este modo se refleja, pero sin embargo se refleja aquí, y no podemos ver a través de ella en la conciencia ordinaria, no podemos ver en el interior del ser humano a través de la piel de la memoria. La memoria cubre el interior del ser humano. Debe cubrir el interior del ser humano, de lo contrario entre el nacimiento y la muerte el ser humano no sería normal en la vida ordinaria. La memoria es lo que cierra hacia dentro nuestra conciencia ordinaria. Tan pronto como esta memoria se interrumpe, tan pronto como se produce una ruptura en alguna parte, como sucede a través del desarrollo oculto, vemos dentro de nuestros órganos como describí ayer. Ahora tenemos la respuesta al enigma de no poder mirar dentro. Este yo interior debe estar encubierto, de lo contrario no seríamos normales en la vida entre el nacimiento y la muerte, porque necesitamos esta memoria. Así que el interior de nuestro yo se nos oculta mediante el reflejo de nuestra memoria. Eso es lo que debe tener como solución este enigma. En el otro lado, en el lado del mundo exterior, vemos el velo sensorial extendido, por así decirlo, y no podemos ver detrás de él. Interpretemos el asunto de tal manera que nos digamos a nosotros mismos:

¿Cómo sería si pudiéramos ver detrás de él, si, mirando hacia fuera, no tuviéramos el velo de los sentidos tras el que se esconde la esencia del mundo, sino que eso fuera traspasado por todas partes, si pudiéramos ver a través de él y mirar a través de él por todas partes, cómo sería entonces? Siempre fluiríamos hacia las cosas con nuestra percepción, con nuestra visión. Fluiríamos junto con las cosas. No seríamos capaces de diferenciarnos de las cosas. ¿Y cuál sería la consecuencia? Si no pudiéramos diferenciarnos de las cosas, nunca podríamos desarrollar los sentimientos de amor, porque el amor se basa en el hecho de que uno no fluye hacia el otro, sino que uno sigue siendo una individualidad, está separado y, sin embargo, se siente sobre él. Estamos organizados de tal manera que somos capaces de amar entre el nacimiento y la muerte. Y en el desarrollo ocultista esta capacidad de amar debe ser sustituida a su vez por la imaginación, la inspiración y la intuición. Tenemos que atravesar la capacidad de amar, por así decirlo. Arruinaríamos totalmente nuestras vidas, nos volveríamos fríos de corazón, si no tuviéramos amor en la vida ordinaria. Por lo tanto, es nuevamente necesario que la persona que se somete al desarrollo oculto en esta dirección desarrolle sobre todo la capacidad de amar en el grado más alto. Si la ha desarrollado de tal manera que no puede perderla por el desarrollo oculto, que la conserva a pesar de este desarrollo, entonces puede atreverse a penetrar el velo de los sentidos y asomarse a la objetividad real. Ya ven el segundo enigma puesto ante su alma. El hombre debe estar organizado de tal manera que sea capaz de memoria y de amor; porque debe ser capaz de amor, no puede mirar más allá del velo de los sentidos con su conciencia ordinaria, y porque debe ser capaz de recordar, no puede mirar en su propio interior.

Esa es la verdad de la tan falsa filosofía de Kant. Kant quería investigar la subjetividad humana y poner unos conceptos muy abstractos que en realidad no significan nada. En realidad, tenemos que entender al ser humano entre el nacimiento y la muerte como un ser capaz de recordar y amar. Allí el hombre aprende a conocer lo que vive en el sentir, allí el hombre aprende a conocer lo que vive en el amar. Y tiene que llevar esto a través de la puerta de la muerte. Pero para eso estamos en la Tierra, para perfeccionarnos en estas dos capacidades.

Ahora bien, cuando el hombre tiene que mantener separados su ser perceptivo y pensante por medio de la memoria, que aquí también se topa con el velo de los sentidos, entonces desarrolla, principalmente a través de la cabeza, -pero el hombre es la cabeza en su conjunto-, la vida que llamamos vida de conciencia. Esta vida de conciencia se detiene en el pensar. El pensar se convierte en una imagen de la memoria. Pero no penetramos más allá de la imagen-memoria. Allí se detiene el pensar; sólo deteniéndose allí puede volver una y otra vez como recuerdo. Allí se detiene el pensar, y nuestra vida normal entre el nacimiento y la muerte se basa en realidad en el hecho de que no permitimos que el pensar descienda a los órganos. Sus poderes bajan, como describí ayer, pero el pensar como tal, en cuanto vive en nosotros como una imagen, no podemos dejarlo bajar. En el momento en que morimos, el pensar se convierte en lo que no debe convertirse en la conciencia ordinaria: el pensar se convierte en imaginación. Esta imaginación, por la que se lucha con todo empeño en el desarrollo oculto, se produce cuando el hombre pasa por la muerte. Todos sus pensamientos se convierten en imágenes. El hombre vive entonces enteramente en imágenes. Por lo tanto, sólo se puede comprender a los muertos si se ha aprendido este lenguaje pictórico. Inmediatamente después de la muerte, los pensamientos se transforman en imágenes. Entre la muerte y un nuevo nacimiento, la gente vive con estas imágenes durante algún tiempo. A continuación, las imágenes se convierten gradualmente en inspiración. Así es como el alma sigue creciendo. Las imágenes se convierten en inspiración. Entonces el ser humano comienza a percibir la música de las esferas. La música de las esferas se convierte en algo real para él. Vive en el mundo de los sonidos del mundo. Y finalmente crece junto con el universo objetivo-espiritual. Su alma se vuelve toda intuición. En cierto sentido, se convierte en uno con el universo.

<Este es también el punto, cuando esta intuición ha estado allí durante un tiempo, cuando se produce la medianoche del mundo, de la que hablé de nuevo ayer. Ahora comienza el camino de regreso, y la intuición es capaz de retomar algo que el hombre ha ido dejando poco a poco al vivir aquí en la tierra. Porque cuando el hombre ha atravesado la puerta de la muerte, vive a través de fuerzas distintas de las que llamamos voluntad aquí en la tierra. Vive en fuerzas más cósmicas. La voluntad es, me gustaría decir, absorbida, la voluntad se desvanece gradualmente. Pero cuando el hombre ha llegado a la medianoche del mundo, es decir, después de haber pasado por el estado imaginativo, por el estado de inspiración, el estado de intuición, y ha llegado, por así decirlo, a la cumbre de la vida entre la muerte y el nuevo nacimiento, entonces la intuición se llena de nuevo de voluntad. El pensar, a su vez, se vuelve volitivo, y esta volición satura cada vez más el alma, que ahora, a su vez, fuerza su camino hacia la inspiración, y luego hacia la imaginación. Cuando ha llegado a la imaginación y ha pasado por ella durante un tiempo, entonces está de nuevo madura para encarnarse aquí. A partir de la imagen se forma, de la manera que he descrito, lo que entonces aparece como el ser humano metabólico y de las extremidades transformado de la encarnación anterior. Como ven, a través de esas etapas a las que se apunta en el desarrollo oculto, el ser humano asciende hasta la medianoche del mundo, y luego hace el camino inverso, desciende de nuevo hasta la imaginación y llega a la formación del pensar cuando se encarna a sí mismo.

dibujo 1
Durante todo este tiempo el ser humano absorbe la voluntad. Y ahora, cuando el hombre viene de nuevo a la existencia física, vemos cómo lo que obra desde el cosmos, lo que ha absorbido de la encarnación anterior, está en la imagen, y en la imagen la voluntad sigue estando dentro. Así que ahora tenemos aquí una imaginación impregnada de voluntad.

Así pues, cuando el ser humano llega a una nueva vida física antes de la concepción, tiene una imaginación, pero una imaginación imbuida de voluntad. De la imaginación, que es esencialmente lo que ya existía como imagen, surge la cabeza y lo que inicialmente le pertenece, y la voluntad toma posesión de las nuevas extremidades y del metabolismo. De modo que esto se distribuye entre la cabeza y el resto del ser humano. La cabeza es esencialmente, diría yo, pensamiento cristalizado, solidificado; lo que vive en el resto del hombre es voluntad organizada. En realidad, el hombre sólo puede despertar realmente en la cabeza. Como bien saben, sus pensamientos, sus ideas, están en la conciencia ordinaria, -eso puede decirse de todas las personas hoy en día; lo que ocurre en la voluntad, como he mencionado a menudo, es tan desconocido para la gente como lo que ocurre en el sueño. Porque, ¿cómo puede uno saber, lo que está ocurriendo allí en la conciencia ordinaria, cuando levanta un brazo,? Uno percibe que el brazo está siendo levantado, uno tiene la idea, pero el acto de voluntad como tal permanece dormido, en la misma proporción que el sueño está entre dormirse y despertarse. Así que podemos decir que el hombre también duerme durante el día en relación con el hombre metabólico de las extremidades; en realidad sólo se despierta en relación con su hombre de la cabeza. Todo esto funciona de nuevo en conjunto.

La ciencia oficial habla hoy de una cierta lógica. En lógica se habla de concepción, de juicio y de conclusión. Sí, pongamos ante nosotros tal conclusión. La conocida conclusión, que se encuentra en todas las lógicas, se refiere a la famosa personalidad lógica. Así: Todos los hombres son mortales, César es un hombre, por lo tanto César es mortal. - Esa es la conclusión. Cada eslabón de la conclusión es un juicio: Todos los hombres son mortales - es un juicio, César es un hombre - es un juicio, por lo tanto César es mortal - es un juicio. El todo es una conclusión. El hombre, César, es una idea.

Si se pregunta hoy a una persona que sea de las realmente inteligentes, -siempre hay que quedarse con las realmente inteligentes, porque marcan la pauta-, dirá que todo ocurre en el sistema nervioso. El sistema nervioso es el mediador de la imaginación, del juicio, de la conclusión, incluso del sentir y de la voluntad. Pero incluso en este imaginar, juzgar y razonar no es como cree el pensamiento oficial actual. Sólo la imaginación como tal es en realidad un asunto de la mente. Sin embargo, cuando se emite un juicio, es preciso sentir cómo se yergue uno a través de la mediación del cuerpo etérico. No se juzga con la cabeza, se juzga con las piernas, pero con las piernas del cuerpo etérico. La persona que emite juicios, incluso estando tumbada, estira sus piernas etéricas. El juicio no se basa en la cabeza, el juicio se basa en las piernas. Por supuesto, nadie cree eso hoy en día, pero es cierto. Y el razonamiento se basa en los brazos y las manos, en general en lo que destaca en el ser humano de lo que también tiene el animal. El animal se apoya en sus patas, el animal en sí es un juicio, pero no se concluye. El hombre hace un juicio. Por eso ha liberado sus brazos, por eso sus brazos están ahí, no para caminar. El hombre tiene los brazos libres para ser un ser que puede cerrarse. Y lo que se logra pisando sus piernas etéricas, y lo que se logra moviendo su brazo astral, eso es juicio, eso es conclusión, eso simplemente se refleja en la cabeza como imaginación y entonces también se convierte en imaginación. De modo que se necesita todo el hombre, no sólo el hombre nervioso-sensorial, para que se produzcan el juicio y la conclusión.

Bien, si tienen esto en cuenta, entonces se dirán a sí mismos: El hombre realmente extrae juicios y conclusiones de su sistema de las extremidades. Son básicamente actos de voluntad, y proceden de un estado más indeterminado que la imaginación. Igual que nos despertamos por la mañana, así experimentamos básicamente cuando hemos terminado con una conclusión. La hemos sacado de toda la profundidad de nuestro ser. Lo que ha envejecido de la vida anterior a esta vida, lo que se vive en la cabeza, nos lleva a poder tener ideas a través de la cabeza. Somos viejos en relación con el cosmos cuando nacemos. Y el hecho de que nuestra voluntad se haya renovado es porque nos hemos vuelto jóvenes en relación con el cosmos. Lo que llevamos como cabeza siempre es reminiscencia de la encarnación anterior. Es lo antiguo. Lo que es el ser humano metabólico y de las extremidades, la voluntad lo ha conquistado al pasar a esta encarnación. En realidad, esto se le imparte a través del vientre materno. Pues la otra, -basta estudiar la embriología empírica externa para confirmarlo-, se construye en realidad a partir del cosmos en la madre. La cabeza es precisamente una imagen del cosmos, es producida por fuerzas externas. Quien quiera negar esto sólo debe decir que es un disparate que el magnetismo de la tierra proporcione la aguja magnética. El físico, si quiere explicar la aguja magnética, sale de la aguja magnética; el fisiólogo, el embriólogo, el biólogo, si quiere explicar el embrión, se queda dentro del útero. Eso es tan absurdo como si uno quisiera explicar la aguja magnética sólo desde dentro de sí mismo. Hay que salir a todo el cosmos. En todo el desarrollo tenemos en primer lugar la cabeza, y unido a ella está sólo el resto del cuerpo, que la voluntad ha conquistado, que se ha acercado a la imaginación durante el paso por la vida entre la muerte y el nuevo nacimiento desde la medianoche de la existencia.

Ahora, si miramos a este ser humano aquí (ver dibujo 2), encontramos todo lo que se relaciona con el pensar y la percepción por encima de la telilla de la memoria, y todo lo que se relaciona con la voluntad por debajo de ella. Esto funciona hacia arriba, funciona hacia arriba a partir del inconsciente, que sólo se puede encontrar de la manera que discutimos ayer. Allí la voluntad trabaja hacia arriba. En relación a la voluntad estamos dormidos. Y así tenemos realmente al ser humano como una dualidad en la vida entre el nacimiento y la muerte. El hombre ya es un monón, pero lo es en relación con todo el mundo, y debe producirlo en devenir, este monádico. Tiene que renovarlo una y otra vez. Pero en realidad el hombre es dualista entre el nacimiento y la muerte: el pensar con la percepción por un lado, por así decirlo, y la voluntad con la mente por otro.

Sin embargo, como resultado, el hombre es en realidad, yo diría, la media de dos mundos. Porque, por favor, sean honestos y pregúntense, ¿qué tienen en su conciencia en cada momento de su vida? Sus recuerdos, lo que ha vivido desde el segundo, tercero o quinto, sexto año, ese es el contenido de su conciencia. Y lo que viene de abajo, lo que brota de la voluntad, eso es el amor, la capacidad de amar. Y en realidad el ser humano no es otra cosa que aquello que aparece en la media como imágenes de memoria y amor. Básicamente, el ser humano es así: arriba hay un mundo que es pensamiento cósmico, abajo hay un mundo que es voluntad cósmica. Y el hombre es siempre el punto de ataque de Lucifer por el lado de la voluntad y el punto de ataque de Ahriman por el lado del pensar (ver dibujo 2). Ahriman constantemente quiere convertir al hombre completamente en una cabeza. Lucifer quiere constantemente cortar la cabeza del hombre para que no pueda pensar en absoluto, para que todo fluya a través del corazón en calor, para que esté completamente rebosante de amor al mundo y fluya hacia el mundo como amor al mundo, como un ser cósmico-entusiasta.

En nuestra época, en nuestra cultura tan cacareada, hemos trabajado preferentemente con influencias ahrimánicas. Estas influencias ahrimánicas, las personas más sensibles siempre las han sentido. Cuando yo era todavía muy joven, hablé una vez con un poeta austriaco que era muy conocido en aquella época; él tenía un fino sentimiento de lo que estaba surgiendo en la cultura, y lo expresaba de una manera semifigurativa, pero esta semifiguración era una realidad para él. Él me decía, lo siento como si hubiera sucedido hoy: Lo que somos hoy es en realidad un destino terrible; un destino terrible que le sobrevendrá a la humanidad si las cosas siguen como hasta ahora. Porque el hombre perderá gradualmente la destreza de sus miembros, ya no podrá caminar correctamente, seguirá pedaleando y moviéndose mecánicamente; también perderá la destreza inmediata de sus manos, todo se volverá técnico. Al igual que un músculo se atrofia cuando no se utiliza, todo se irá atrofiando poco a poco y la persona se convertirá en una simple cabeza. La cabeza se hará cada vez más grande, y al final el ser humano rodará con el resto del organismo completamente lisiado.

Me gustaría decir que esta imagen se presentó como una pesadilla ante este poeta austriaco -se llamaba Hermann Rollett- y la describió de forma bastante vívida, porque esta idea de que la gente se convertiría un día en cabezas rodantes como resultado de nuestra cultura le deprimía tremendamente. Pero subyace algo muy cierto. Se basa en el hecho de que en nuestra época los poderes que quieren desarrollar cada vez más nuestras cabezas son extraordinariamente fuertes. No tienen mucho éxito con la cabeza física, pero sí con la cabeza etérica. Por lo tanto, es cierto que en nuestra época los poderes ahrimánicos quieren convertirnos en meros pensadores.

Pero para el hombre en su sano desarrollo existe el otro polo, el polo de la voluntad, que siempre trabaja contra nosotros cuando morimos, de modo que la voluntad se ha apoderado del pensar. El pensar todavía no debe estar solo. Cuando nacemos, hemos reunido una nueva voluntad, pero el pensar se separa, encuentra nuestra cabeza; la voluntad se apodera del otro cuerpo. Mientras vivimos en la tierra, hay en nosotros una interacción constante entre la voluntad y el pensar. La voluntad toma posesión del pensar, y a su vez debemos llevar este compuesto de voluntad y pensar a través de la muerte. Ahriman quiere impedírnoslo. Quiere que la voluntad permanezca separada, que el pensamiento sólo sea especialmente formado en nosotros. Entonces perderíamos nuestra individualidad si al final sucediera lo que Ahriman realmente quiere. Perderíamos completamente nuestra individualidad. Llegaríamos al momento de la muerte con un pensamiento casi exagerado, desarrollado instintivamente. Pero nosotros, los humanos, no podríamos retener este pensamiento, y Ahrimán podría apoderarse de él e insertarlo en el resto del mundo, de modo que este pensamiento seguiría teniendo efecto en el resto del mundo. Este es en verdad el destino que amenaza a la humanidad si continúa con el materialismo actual, que los poderes ahrimánicos se vuelvan tan fuertes que Ahrimán pueda robar los pensamientos de las personas e incorporarlos a la tierra en su eficacia, de modo que la tierra, que en realidad debería perecer, se consolide. Ahriman trabaja para consolidar la tierra, para que la tierra permanezca como tierra. Ahriman trabaja contra la palabra: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». Quiere que las palabras desaparezcan y que el cielo y la tierra permanezcan. Esto sólo puede lograrse si se roban los pensamientos de la gente, si se desindividualiza a la gente.

dibujo 2
Si Ahriman pudiera seguir trabajando, como ha podido hacerlo desde 1845, entonces los cerebros humanos se volverían, en primer lugar, cada vez más rígidos, y la gente viviría bajo pensamientos obsesivos, bajo pensamientos materializados, como expliqué ayer. Esto sería particularmente evidente en el hecho de que las personas serían educadas de tal manera que no tendrían pensamientos móviles, sino que al llegar a cierta edad tendrían pensamientos completamente fijos. Ahora les pido que se pregunten si esto no se ha logrado ya en un alto grado en muchos casos. Piensa en lo fijos que están hoy los pensamientos de muchas personas. ¿Se puede enseñar mucho a la gente hoy en día? Sus pensamientos son tan rígidos, tan fijos, que no se les puede enseñar mucho. Eso ya se utiliza ahrimánicamente. Y Ahriman se esfuerza por aumentar esto cada vez más, por convertir los pensamientos en pensamientos obsesivos. Y uno de esos productos efectivos de estos pensamientos obsesivos en el campo científico es el atomismo. No es espíritu lo que se supone que está detrás del velo de los sentidos, sino átomos, átomos vibrantes por todas partes, átomos arremolinados y vibrantes. Por supuesto, no se puede llegar detrás de este velo de los sentidos con otra cosa que no sean los pensamientos. Pero Ahriman ya ha confundido tanto a la gente que ya han materializado sus pensamientos. Ya no creen que en realidad sólo están construyendo un mundo de átomos-pensamientos, sino que lo consideran una realidad; así que ponen los pensamientos ahí fuera. Esto es definitivamente un mundo ahrimanizado. Hoy tenemos una ciencia ahrimanizada, una ciencia completamente ahrimanizada.

El hecho de tener eso a veces le llega a uno en la vida de una manera terrible. Por ejemplo, una vez, -hace ahora quizá treinta y cinco años-, recibí un manuscrito. Era un manuscrito muy erudito. Se suponía que exponía el diferencial humano, -les contaré una historia real-, es decir, el diferencial que, si se integra, se obtiene el ser humano. Si se integra desde el pie hasta la cabeza, se obtiene el ser humano. Era un tratado muy erudito. Y el médico que me lo trajo me dijo: «También puedes conocer al autor, porque estaba en la clínica con él». Y cuando conocí al hombre, me dijo: Sí, así es, yo mismo lo he experimentado, estoy hecho enteramente de átomos diferenciales, hay diferenciales por todas partes, sólo soy una integral. Se había imaginado a sí mismo completamente diferenciado en nada más que átomos; ése era un tipo de conciencia intelectual-ahrimánica. Pero después de todo, me gustaría decir, es sólo el rígido sistema del atomismo. Porque cuando me trajeron este manuscrito, tuve que recordarme a mí mismo que existe una fórmula del mundo de Laplace: ahí debería ser posible calcular a partir de los procesos de los átomos por integración -con lo cual ahora no se integra desde el pie hasta la cabeza, sino que simplemente hay que integrar desde el principio del mundo hasta el fin del mundo -si se inserta algún valor especial, bueno, digamos, ¡cuando César cruzó el Rubicón y cosas por el estilo! Simplemente poniendo los átomos en la fórmula del mundo, tratados de la manera adecuada. Toda esta manera de pensar se parecía desesperadamente al tratado que hizo de sí mismo aquel hombre que se consideraba enteramente como una integral encerrada entre los límites del pie y la cabeza. Si se observan bien las cosas, se puede ver sin duda la ahrimanización de nuestra cultura.

Por supuesto, esto debe ser contrarrestado, y esto sólo puede hacerse llevando nuestros conceptos de regreso al reino de las imágenes, de modo que no trabajemos meramente con conceptos abstractos, sino que llevemos nuestros conceptos al reino de las imágenes. Entonces, cuando salgamos por la puerta de la muerte, ya llevaremos imágenes con nosotros, y encontraremos la conexión con lo que el mundo exige. De lo contrario, la humanidad corre el riesgo de perderse a sí misma, y lo que en realidad debería individualizarse a través del fluir de la voluntad en los pensamientos se mineralizará, se convertirá en la tierra general, y la tierra se convertiría en un ser del mundo, pero la humanidad acabaría en un gran cementerio en términos de alma.

A veces hay que adoptar esas perspectivas culturales. En nuestra época es absolutamente necesario adoptar tales perspectivas culturales. Porque cualquiera que sea capaz de observar de cerca los acontecimientos de hoy sabe con qué rapidez nos acercamos a la osificación de nuestra cultura. También quisiera aprovechar esta oportunidad para mencionar que hasta el año 869, hasta el octavo concilio ecuménico general de Constantinopla, el hombre estaba dividido en cuerpo, alma y espíritu. Ahora bien, como he mencionado a menudo, la fórmula se estableció para Occidente en este octavo concilio ecuménico general: No se debe creer que el hombre se compone de cuerpo y alma y espíritu, sino sólo de cuerpo y alma, y el alma tiene algunas cualidades espirituales. Esto era entonces generalmente aceptado. En la Edad Media era herético, herético, creer que el hombre constaba de cuerpo, alma y espíritu. Hoy en día, los profesores de filosofía constatan, mediante una ciencia imparcial, que el hombre sólo se compone de cuerpo y alma. Esta «ciencia imparcial» no es otra cosa que una decisión del octavo concilio ecuménico general. Pero aspira a algo más. Se puede decir que con este octavo concilio ecuménico, la humanidad ha perdido la conciencia del espíritu que debe recuperar. Pero si seguimos por el camino que les he descrito, la humanidad perderá también la conciencia del alma.

Entre los materialistas del siglo XIX, esta conciencia del alma ya había desaparecido hasta el punto de que se decía:

El cerebro segrega pensamientos al igual que el hígado segrega bilis. En otras palabras, sólo tenían conciencia de los procesos corporales. Y de hecho, incluso hoy en día, sin que la gente se dé cuenta, hay tendencias en ciertos círculos subterráneos, donde todo tipo de sociedades están trabajando en este sentido, para llevar a cabo algo similar al Concilio de Constantinopla en 869, es decir, declarar: El hombre no consiste en cuerpo y alma, sino que el hombre consiste en el cuerpo, y el alma es meramente algo que se desarrolla a partir del cuerpo. Por lo tanto, es imposible educar al hombre espiritualmente; hay que encontrar un medio, un medio material, con el que inocular al hombre a cierta edad, y entonces desarrollará sus talentos mediante la inoculación. Esta tendencia existe definitivamente. Está en la línea recta del desarrollo ahrimánico: ya no fundar escuelas para enseñar, sino inocular ciertas sustancias. Eso se puede hacer. No es que no se pueda hacer. Se puede hacer, pero se convierte a la gente en autómatas. Aceleraría enormemente lo que de otro modo se conseguiría forzando el pensar, mediante una educación que trabaja para forzar el pensar. Ya hay sustancias que pueden obtenerse, por las que una persona, por ejemplo, si fuera inmunizada a la edad de siete años, bien podría ahorrarse la escuela primaria; se convertiría en un autómata del pensar. Se volvería extraordinariamente inteligente, pero no sería consciente de ello. Así es como funcionaría esta inteligencia. 

Pero, ¡qué importa a mucha gente hoy en día si una persona tiene una vida interior o no, si sólo se pasea exteriormente haciendo esto o aquello! Las personas que hoy prefieren entregarse a la cultura ahrimánica, -y las hay-, se esfuerzan ciertamente por alcanzar tales ideales. Después de todo, ¡qué podría ser más atractivo para una mentalidad que se está extendiendo cada vez más hoy en día que encontrar una vacuna en lugar de pasar años trabajando duro con sus hijos! Hay que presentar estas cosas de forma drástica. Mientras no se presenten de forma drástica, la gente de hoy en día no se dará cuenta de a qué aspiran. Tal vacuna lograría simplemente el aflojamiento del cuerpo etérico en el cuerpo físico. En cuanto el cuerpo etérico se afloja, el juego entre el universo y el cuerpo etérico es extraordinariamente vivo y el ser humano se convertiría en un autómata. Pues el cuerpo físico del hombre debe ser educado aquí en la tierra mediante la voluntad espiritual.

Los métodos para la Escuela Waldorf, los métodos pedagógicos para la Escuela Waldorf, se han encontrado a partir de la plena conciencia que se tiene ante los ojos de la automatización del ser humano. En este sentido, deben ser sin duda un motor cultural que a su vez conduzca a la espiritualización. Pues en el fondo, -se puede decir así-, es necesario hoy sobre todo que la vida espiritual entre las personas se cultive especialmente como vida espiritual. Por esta razón, también debemos observar atentamente todo lo que surge como síntoma de mejora en las personas individuales. He subrayado a menudo en otras ocasiones cómo la humanidad se esfuerza hoy en día por sustituir la práctica real de la vida por la rutina; la rutina, que es la mecanización de la vida.

Tuve que alegrarme mucho el otro día cuando leí que todavía hay gente que, aparte de la rutina ordinaria de la vida, siempre ha considerado la práctica real como algo importante en la vida práctica. Hace poco dio la vuelta al mundo la noticia de cómo Edison había puesto a prueba a su gente a la que quería preparar como practicantes. No le interesaba en absoluto si un hombre de negocios podía llevar bien los libros. Decía que un hombre podía aprender eso en tres semanas si por lo demás era una persona hábil y sensata. Todas estas especialidades, no le interesan en absoluto, puedes arreglártelas con eso. Y es verdad. Pero Edison hacía preguntas a la gente que quería saber si eran buenos en la vida práctica, preguntas como esta: ¿Cómo de grande es Siberia? Así que cuando quería probar a alguien para ver si era un buen contable, no le preguntaba si podía hacer un balance correctamente, sino: ¿Cómo de grande es Siberia? O bien: Si una habitación mide cinco metros de largo, tres de ancho y cuatro de alto, ¿cuántos metros cúbicos de aire puede contener? - y preguntas similares. Presentaba preguntas: Qué está escrito en el lugar donde César cruzó el Rubicón, -y así sucesivamente, preguntas muy generales, y dependiendo del que pudiera responder más o menos a preguntas tan generales, Edison lo contrataba para ser contable o algo así. Así que si era bueno o no llevando la contabilidad no le interesaba en absoluto, porque sabía que si alguien podía responder a una pregunta así, era la prueba de que no había hecho sus estudios en vano, de que se había desarrollado como un niño con pensamientos ágiles; y eso era lo que él exigía.

Así es como debería organizarse realmente la práctica, mientras que en los últimos tiempos hemos ido en dirección contraria y nos hemos ido especializando cada vez más, de modo que al final resultaba realmente desesperante con la gente que necesitábamos para la práctica. Ya no se les podía convencer para nada fuera de la caja en la que querían ser hacinados. Hay que decir que la movilidad del pensamiento también tiene que trabajarse de esta manera. Si la movilidad de los pensamientos se trabaja de esta manera, entonces estos pensamientos no se endurecerán y Ahriman lo tendrá difícil. Pero ustedes verán por sí mismos, si observan la vida, cuán pocos Edison hay que tengan precisamente tales principios prácticos. Lo importante es trabajar hacia la visualización en imágenes de los conceptos; quienes trabajen hacia la visualización en imágenes de los conceptos ya no podrán decir que no comprenden la ciencia espiritual. Pues es precisamente el empuje que una persona se da a sí misma para obtener la representación en imágenes de los conceptos a partir de lo abstracto lo que significa, por un lado, la posibilidad de comprender algo así: La Tierra se ha desarrollado a partir de la Luna, el Sol y Saturno. Por otro lado, la vida interior interfiere con las imágenes figurativas, las representaciones, la vida emocional. Entra realmente el ser humano completo.

Hace poco se informó aquí de que un crítico de la antroposofía decía que la antroposofía no era una ciencia porque saca lo que saca de todo el ser humano, mientras que una ciencia sólo puede sacar del intelecto. Como ven, primero se define lo que es una ciencia, que no puede extraer de la totalidad del ser humano, y luego se dice: Es errónea si extrae de la totalidad del ser humano. - De esta manera, por supuesto, se puede definir todo hasta el fondo. Lo importante es que ampliemos la cultura unilateral del intelecto hasta convertirla en una cultura humana completa. Y en realidad es sólo la falsa conciencia la que conduce a esta cultura del intelecto y la que luego se desarrolla en la vida práctica. Porque la falsa creencia de que juzgamos con la cabeza, de que concluimos, lleva a la gente a una cultura intelectual. Juzgamos con las piernas y concluimos con los brazos. Una vez que uno sabe que todo el hombre es ya necesario para un juicio y una conclusión, entonces uno ya no se resistirá al principio de que la verdad real debe venir de la totalidad, del hombre completo. Eso es lo que quería señalarles hoy.

Traducido por J.Luelmo may, 2025