GA205 Dornach, 17 de julio de 1921 - El ser humano como cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo y las jerarquías

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RUDOLF STEINER
DEVENIR HUMANO, ALMA DEL MUNDO Y ESPÍRITU DEL MUNDO (I)

El ser humano como cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y yo y las jerarquías 

Dornach, 17 de julio de 1921

décimo tercera conferencia

En efecto, gran parte de las leyes y misterios de la existencia del mundo han quedado oscurecidos en la conciencia de la humanidad por los malentendidos de los que hablé ayer y anteayer con respecto a la concepción de los opuestos polares de Ormuzd y Ahrimán. Sobre todo, realmente sólo gracias a esto ha sido posible el materialismo moderno, que llena a la humanidad con la conciencia de que existen opuestos a nuestro alrededor que están siendo investigados por la ciencia en uso hoy en día y a partir de los cuales será posible comprender gradualmente el universo. - Una simple consideración puede enseñarnos que nunca será posible comprender el universo de esta manera. Porque basta con recordar algunas de las cosas que dije aquí hace unas semanas, y ponerlas en su justa medida, para recordar cómo aquellas personas que hoy son consideradas como científicos naturales, en realidad sólo se refieren al hombre en la medida en que el hombre es un cadáver después de su muerte. Lo que impregna al ser humano después de convertirse en cadáver a partir de las otras leyes de la naturaleza, de los otros procesos naturales, puede explicarse primero según las leyes habituales de la naturaleza. Pero lo que vive en el hombre entre el nacimiento y la muerte contradice estas leyes de la naturaleza, desafía estas leyes de la naturaleza. Y habría que decirse, si uno se guiara hoy hasta cierto punto no por prejuicios sino por juicios reales, que entre el nacimiento y la muerte el hombre lucha, en realidad ya desde su primer desarrollo embrionario, contra aquello que se rige por las leyes de la naturaleza tal como las entendemos hoy en nuestra ciencia.

Tomen la naturaleza circundante y todo lo que la física, la química, la fisiología, la biología y demás dicen hoy sobre esta naturaleza, visualicen todo lo que se dice sobre la naturaleza y luego piensen en el hombre tal como vive entre el nacimiento y la muerte, entonces se dirán: Toda esta vida es una lucha contra ese reino que está regido por estas leyes de la naturaleza. Sólo porque el organismo humano, por así decirlo, no quiere saber nada de estas leyes de la naturaleza, lucha contra ellas, precisamente por eso, el hombre es hombre entre el nacimiento y la muerte.

Pero a partir de esto ya se puede ver que si el desarrollo humano debe situarse en el universo, en el cosmos, es necesario asumir leyes diferentes, un tipo de desarrollo diferente para el universo. Así que con nuestras leyes actuales de la naturaleza estamos imaginando un mundo en el que el hombre, y de hecho las plantas y los animales, ni siquiera están presentes. Pero hoy sólo queremos ver al hombre en relación con el resto de la naturaleza. El hombre no forma parte de la naturaleza que domina la ciencia actual. De hecho, el hombre se rebela con cada aliento contra la naturaleza de la que habla esta ciencia.

Pero podemos seguir hablando del cosmos, del universo, porque el hombre también surge del seno de este cosmos, tal como se presenta inicialmente ante nosotros como ser humano físico. Pero entonces debemos pensar que este cosmos tiene una esencia distinta de la que tenemos como contenido del alma cuando hablamos en el sentido de la ciencia actual. Podremos formarnos una idea de lo que realmente significa lo indicado si visualizamos el siguiente hecho establecido por la ciencia espiritual.

<Consideremos el momento en que una persona muere, muere joven o muere después de alcanzar una edad normal. Queda el cadáver. Podemos comparar este proceso, y es más que una comparación, digamos con la muda de la piel de la serpiente o con la salida del cascarón de un pollito. El cadáver se desprende, y lo que se desprende es asumido por las leyes de la naturaleza, que tenemos en mente con la ciencia actual, igual que, por ejemplo, la piel de la serpiente, cuando se desprende, es asumida por las leyes externas de la naturaleza y ya no sigue las leyes de crecimiento de la serpiente. Así que lo que se convierte en el cadáver del hombre es tomado por las leyes de la tierra. Pero como ser humano entre el nacimiento y la muerte tienes la forma humana, la figura humana. Se disuelve, deja de existir. El cadáver sigue teniendo esta forma en cierto sentido, pero en cierto modo sólo la tiene por imitación, sigue imitando esta forma. La forma que tiene el cadáver ya no es la misma que tenemos durante nuestra vida entre el nacimiento y la muerte. Pues es inherente a esta forma que el hombre se sienta en ella, que el hombre pueda moverse con ella; es inherente a esta forma una cierta suma de fuerzas que se despliega cuando el hombre se mueve. Todo eso desaparece cuando sólo queda el cadáver. Así pues, lo que da forma al cadáver desaparece del cadáver, pero desaparece cuando la persona acaba de morir. El ser humano no se lo lleva consigo. Se lleva consigo su cuerpo etérico durante un tiempo, -dejaremos eso de lado por ahora-, pero no se lleva consigo lo que es su forma física, su figura física. Pierde esta forma física, por así decirlo. Se puede expresar más exactamente así: Si uno siguiera los movimientos, las agitaciones del hombre después de haber abandonado su cuerpo, después de haber atravesado la puerta de la muerte, encontraría otros movimientos y agitaciones que los realizados por la forma física.

Así pues, cuando la persona ha atravesado la puerta de la muerte, aquello que hay realmente en la forma física, deja de ser visible para el mundo exterior. El cadáver sólo ha tenido esta forma, y aún la conserva. Poco a poco la pierde, deja de ser suya. Como cuando, -si se me permite una comparación aproximada-, se tiene un molde de pastel y se pone sobre la masa de la tarta: entonces el pastel también tiene la forma, pero no tiene nada de la forma del molde, ni puede decirse que el pastel que tienes entonces tenga esa forma gracias a su propia materia; no, la ha recibido del molde que lo contuvo. Y así como este pastel conserva la forma del molde cuando se saca de éste, así el cadáver conserva la forma del ser humano cuando él abandona esta forma. Pero esta forma en sí, que es en realidad la forma con la que caminamos, cesa cuando la persona atraviesa la puerta de la muerte. Que tengamos esta forma, que esta forma pueda desarrollarse a partir de las leyes cósmicas, al igual que un cristal se desarrolla a partir de ellas, es inherente a las leyes cósmicas. Así que podemos preguntarnos: ¿Qué sucede con esta forma? Y mediante la investigación científico-espiritual, recibimos la respuesta: Desde esta forma, aquello que es espíritu continúa siendo nutrido y sostenido por la jerarquía que llamamos Archai, los fundamentos primarios. Así que podemos decir: Algo pasa al reino de los Archai, algo que procede de la forma humana.

Realmente, la forma física que recibimos al nacer y que desechamos al morir surge del reino de los Archai, de los principados, de las fuerzas primigenias, de modo que en realidad tenemos nuestra forma física porque estamos rodeados de un espíritu procedente del reino de los Archai. Estamos en un espíritu que estaba en nosotros procedente del reino de los Archai, que ahora vuelve a retirar lo que nos ha prestado durante nuestra vida. Como ven, es algo por otra parte, a través de lo cual uno reconoce que en realidad pertenece a todo el cosmos. Ya se da el caso de que los Archai, por así decirlo, extienden sus antenas "Fühlhörner". Si es uno de los Archai, entonces estira su estructura: que da forma a la figura humana, y sólo dentro de ella existe el ser humano. Sólo se puede uno imaginar correctamente su existencia dentro del cosmos si se imagina a sí mismo revestido, por así decirlo, de una excrecencia del Archai. Si ustedes ahora representan que el ser humano, -como también he explicado en estos días-, primero viene a la existencia en aquellos lejanos tiempos de la Lemuria, como un ser tal como es el ser humano terrenal, y sólo gradualmente toma esta forma, entonces ustedes obtienen en lo que puede ser dado como una descripción, como la que di en la «Ciencia Oculta en Bosquejo», de la transformación de la forma humana, -sólo recuerden cómo esto fue descrito por mí en la descripción del mundo Atlante-, entonces ustedes obtienen lo que los Archai realmente hacen; Luego se describe cómo los Archai descienden de su reino al reino de la Tierra, cómo metamorfosean la forma humana. Esta metamorfosis de la forma humana desde la época lemúrica hasta la época en que la forma humana desaparecerá de la tierra es definitivamente algo que está constituido y moldeado desde el reino de los Archai.

Y al trabajar sobre el ser humano de esta manera, los Archai producen simultáneamente lo que es, en el verdadero sentido de la palabra, el zeitgeist "espíritu de la época". Pues este zeitgeist está íntimamente relacionado con el moldeado de los seres humanos, en el sentido de que su piel es, por así decirlo, llevada a una determinada forma. El espíritu de la época se sitúa esencialmente en la esfera más externa del sentimiento humano. Y si uno comprende el trabajo de estos Archai, entonces también comprende cómo cambian no sólo las formas humanas, sino también cómo cambian los espíritus del tiempo en el transcurso de la existencia en la Tierra.

Ahora sabes que detrás de los Archai en el orden jerárquico, se encuentran los espíritus de la forma, los Exusiai (véase la lista en la fig. 2). Si miran ustedes hacia arriba en la existencia terrena desde lo que constituye al hombre hasta su forma, hasta lo que ahora es peculiar a todo el planeta Tierra desde su principio hasta su fin, entonces obtienes algo más abarcante en la ley cósmica imperante externa, mas abarcante que aquello en lo que ya se encuentra la forma humana. Pues, al describir el desarrollo de la tierra, tenemos primero un eco del período de antiguo Saturno, a ésta época la llamamos la época polar; encontramos un eco del antiguo período solar, en la época hiperbórea, un eco del antiguo período lunar, en la época lemúrica. Luego viene la época terrenal propiamente dicha, la primera época terrenal, es decir, la época atlante, y ahora vivimos en la época postatlante. El hombre acaba de emerger en su forma. La Tierra debe tener leyes más amplias que las que se expresan sólo en la parte del desarrollo de la Tierra en la que el hombre es posible con su forma actual o con las metamorfosis de su forma actual. Debemos mirar hacia atrás, hacia el primer comienzo en la tierra, cuando el hombre aún no había alcanzado su forma, cuando aún estaba allí como ser espiritual-etérico, y debemos mirar hacia lo que aún sucederá en la tierra cuando, después de una serie de milenios, los hombres hayan desaparecido de la tierra como seres físicos. Entonces la tierra física seguirá existiendo durante un tiempo, es más, los hombres incluso la habitarán, pero ya no en forma humana visible, sino como seres etéricos.

Si tomamos toda esta formación de la tierra incluyendo al hombre, pero yendo más allá del hombre: si abarcamos, con la mirada espiritual, las leyes de las cuales nuestras leyes actuales de la naturaleza son realmente sólo la parte más pequeña, entonces descubrimos en ella lo que pertenece al reino de los Exusiai. Lo terrenal surgió del reino de los Exusiai, así como lo humano surgió del reino de las fuerzas primordiales, lo humano junto con todo lo que debe haber en la tierra para que el hombre llegue a existir. De modo que podemos decir: La forma terrestre, cuando se disuelva, pasará al reino de los Exusiai.

Si ahora consideramos el segundo miembro del ser humano, el cuerpo etérico humano, también es el caso que no debemos considerarlo como nuestra propiedad completa, sino que así como la forma física pertenece en realidad al reino de los Archai y estamos revestidos de una excrecencia del reino de los Archai, así con respecto a nuestro cuerpo etérico estamos revestidos de una excrecencia del reino de los Arcángeles, los Archangeloi. De modo que podemos decir: Cuando atravesamos la puerta de la muerte, aún conservamos este cuerpo etérico por un corto tiempo. Sabemos que luego se disuelve, pero su disolución no significa que desaparezca en la nada, sino que regresa al reino de los Arcángeles. Estos, a su vez, lo reclaman; bajan, por así decirlo, una parte de su ser hacia el reino humano terrestre constituyendo así el cuerpo etérico humano durante su vida. Por lo tanto, podemos decir que algo del cuerpo etérico humano pasa al reino de los Arcángeles.

Y con respecto al cuerpo astral, es cierto que hay una relación similar con el reino de los Angeloi, los ángeles, como la hay con el reino de los Archai con respecto a la forma física y con el reino de los Arcángeles con respecto al cuerpo etérico. Nuestro cuerpo astral tampoco es enteramente nuestro. Es una consecuencia de los seres angélicos. De modo que podemos decir: algo del cuerpo astral humano pasa al reino de los Angeloi al morir. Nosotros también tenemos nuestro cuerpo astral como un revestimiento de nuestro ser del reino de los ángeles. Así que ya ven cómo estamos realmente envueltos en los reinos de las siguientes jerarquías superiores por el hecho de que tenemos una forma física humana, un cuerpo etérico, un cuerpo astral. Y al participar en las leyes de la tierra, al caminar por la tierra como seres humanos, al desarrollar una voluntad, al desarrollar acciones en la tierra, en resumen, al participar en las leyes de la tierra, también participamos en el reino de los Exusiai, los espíritus de la forma, los Elohim.

Pero aquí se produce un momento significativo. Si consideras tu forma física en el estado en que estás dormido: cuando tu cuerpo yace en la cama, allí queda su forma; volverán a encontrar esta forma por la mañana. Esta forma aún no se ha disuelto del todo, y no se puede decir que el cuerpo físico sea un cadáver, que simplemente tenga un molde como una vasija, sino que la forma está realmente ahí. De modo que los Archai, al participar de esta forma, están siempre conectados con lo que está presente del hombre en la tierra como ser físico. De la misma manera los Arcángeles están conectados con el cuerpo etérico humano. Pero con respecto al cuerpo astral humano la situación es diferente. Desde que se duerme hasta que se despierta, este cuerpo astral humano no está en modo alguno conectado con la forma física humana; está, por así decirlo, desde que se duerme hasta que se despierta, en un ambiente completamente diferente que desde que se despierta hasta que se duerme. Y la cuestión es que, mientras que el principio de los Archai está inevitablemente conectado desde el nacimiento hasta la muerte con la forma física, el principio de los Archangeloi con la entidad etérica, está conectado de tal manera con el principio de los Angeloi, con el principio angélico, que debe, por así decirlo, acompañar al ser humano de un estado a otro y viceversa. Este principio de los Angeloi, este ser de los Angeloi, debe en cierta medida acompañar al ser humano al estado dormido y de vuelta del estado dormido.

Como se puede ver, cuando hablamos de los Ángeles aparece un nuevo elemento. Y, en efecto, depende del propio ser humano, -de su actitud, de que dirija todo su mundo emocional hacia el mundo espiritual-, que el ángel vaya con él cuando el ser humano abandona los cuerpos físico y etérico y pasa al estado dormido. En el caso de los niños, el ángel los acompaña, pero en el caso de una persona que ha alcanzado cierta madurez, depende realmente de la disposición de la persona, depende de si la persona tiene en su alma un parentesco interno con el ángel. Y cuando no existe este parentesco, cuando la persona sólo cree en lo material, cuando la persona sólo alberga pensamientos de lo material, entonces el ángel no la acompaña.

fig. 1
Pues si se imaginan al ser humano completo (ver fig. 1), la tierra como resultado de los Exusiai (rojo por fuera), el cuerpo físico humano como resultado de los Archai (rojo por dentro), el cuerpo etérico humano como resultado de los Arcángeles (amarillo), a continuación el cuerpo astral humano como resultado del trabajo de los Ángeles (azul), si se imaginan todo esto, pueden decir: Mientras el ser humano está despierto, el ángel está en el seno de los Arcángeles, de los Archai, de los Exusiai, en fin, de las entidades espirituales superiores. Cuando el ser humano deja sus cuerpos físico y etérico y sale con una actitud materialista, entonces el ángel negaría un área, la pertenencia a los arcángeles, a los Archai, a los Exusiai, si se fuera con ellos. Como pueden ver, aquí llegamos a un área en la que la actitud humana es decisiva para un acontecimiento importante, para un hecho importante dentro de la vida humana, para el hecho de que el ser humano participe o no de la presencia del ángel mientras duerme.

No se puede decir hoy: Pues si hay ángeles, no hace falta que creamos en ellos cuando estamos despiertos, porque cuando estamos dormidos cuidarán de nosotros. - No, ¡no nos acompañarán si se les niega durante el día! Esto es algo que conduce muy profundamente a los misterios de la existencia humana y al mismo tiempo les muestra cómo la mente humana es tan parte de toda el conjunto de leyes cósmicas como, digamos, la circulación sanguínea humana es parte de aquello que la ciencia natural externa pasa por alto o no pasa realmente por alto.

El propio ser humano se incluye entonces en el conjunto con su yo y el derecho a un ser independiente. Pero el hombre sólo ha llegado a esta conciencia del yo en el transcurso de su existencia terrenal. Y lo ha hecho lentamente. Y si nos remontamos a la antigüedad, cuando la humanidad tenía el llamado don instintivo de la clarividencia, la gente todavía no tenía en absoluto esta conciencia del yo. Cuando aquellos antiguos habitantes de la Tierra tenían sus visiones especiales, esas visiones instintivas, en realidad no eran sus propias visiones, porque su yo aún no se había despertado.
<Este se entregaba a lo que el ángel pensaba, a lo que el arcángel sentía, a lo que el archai quería. Vivía en el seno de estos seres. Hoy nos remontamos a la maravillosa y antigua sabiduría primordial. Pero en realidad no es una sabiduría humana en absoluto, es una sabiduría que vino a la tierra a través de los Archai, Arcángeles y Ángeles que arropaban a los seres humanos y entraban en las almas humanas a través de esta sabiduría primordial, que muchos seres superiores realmente poseían y se apropiaron antes de que la tierra se convirtiera en tierra. Y el hombre debe adquirir su propia sabiduría con la ayuda de su ángel, con quien debe estar conectado en espíritu. Nos estamos acercando a este tiempo. Y ahora en este periodo, que ya ha transcurrido, donde el hombre ya ha despertado el yo cada vez más, el hombre estaba, si no se recomponía por su propia decisión, hasta cierto punto abandonado por lo que el ángel, el arcángel pensaba en él.

Pero a causa de que el hombre fue abandonado por estos ángeles, sólo entró realmente en contacto con la existencia terrenal. Y este contacto con la existencia terrenal es lo que, por un lado, hace al hombre libre, pero también es lo que crea la necesidad de que el hombre se esfuerce ahora de nuevo hacia arriba, a partir de su fuerza, hacia aquello que hace posible que las jerarquías superiores vivan con el hombre, en su conciencia. Debemos esforzarnos por contrarrestar esto, para que volvamos a recibir tales pensamientos que los ángeles puedan vivir con nosotros. Estos son los pensamientos que sólo podemos obtener de la imaginación de la ciencia espiritual. Y si orientamos nuevamente todo nuestro sentimiento hacia el mundo, de modo que recibimos tales pensamientos, entonces podemos alcanzar de nuevo hasta el reino de los Arcángeles. Ahora el ser humano, cuando despierta y vuelve a su cuerpo físico, se enfrenta al peligro de no darse cuenta siquiera de que tiene un cuerpo etérico y de que dentro de este cuerpo etérico rige la sustancia de los Arcángeles. Primero debe aprender esto de nuevo. Y debe aprender que los principados, los Archai, rigen su forma física. Debe aprender a comprender el momento de dormirse y el momento de despertarse.

Porque el hombre, al avanzar hacia su yo, al experimentar este yo, se ha salido del reino de las jerarquías superiores. Se ha convertido en un ser independiente. Al hacerlo, sin embargo, ha entrado en otro reino, el reino de lo ahrimánico. Ahora durante el estado de vigilia, el Yo entra en el reino de Ahrimán,.

fig. 2
Alrededor del año 333 antes del Misterio del Gólgota, el peligro de caer en el reino de Ahriman se hizo más agudo. Esta es la época en que la gente se pasó al mero intelecto, a la mera lógica. Después tuvo lugar el Misterio del Gólgota e inmediatamente pasó a formar parte de la humanidad. Y a partir del año 333, después del Misterio del Gólgota, comenzó la época en que el hombre debe esforzarse conscientemente en el reino de las jerarquías superiores.
Sin embargo, todavia no ha resurgido del reino ahrimanico, porque el intelectualismo ha entrado en vigor desde el siglo XV. Pero como vive en el intelecto, es decir, no en una realidad, en realidad vive en la imagen, vive en la maya. Y esa es su felicidad. No vive en el reino real de Ahriman, sino que vive en la maja de Ahriman, en la mera apariencia, en el sentido que he explicado en estos días. De esta manera puede volver a salir y puede volver a hacer la conversión. Pero sólo puede hacerlo desde la libertad. Porque en lo que vivimos es Maya, son imágenes; toda la cultura intelectualista no es más que imagen. Desde entonces, desde el 333, se ha puesto en la libertad del hombre esforzarse hacia arriba. La Iglesia católica hizo todo lo posible para impedirlo; finalmente debe ser superada en este sentido. El hombre debe esforzarse hacia arriba, hacia los mundos espirituales.
Si se suman estos dos números, se obtiene 666, que es el «número de la bestia», donde el hombre estaba más expuesto a hundirse realmente en el reino de los animales. Pero, por supuesto, él permanece expuesto a esto, incluso después del año 333, si no se esfuerza hacia arriba después de que entrase la Maya de Ahriman. Así es que navegando en el reino de Ahriman hasta su maya, nos hemos convertido en seres libres. Ninguna providencia, ninguna sabiduría mundana podría negarnos esto, navegar hacia el reino de Ahrimán, de lo contrario nos habría dejado sin libertad.

Pero recuerden, si el hombre adquiere una actitud espiritual y por lo tanto su cuerpo astral permanece conectado con el Ángel cuando está dormido, es una cuestión diferente de cuando el hombre no adquiere una actitud espiritual, con lo cual el Angelos no va con el hombre dormido, porque entonces el hombre trae consigo desde el sueño lo que es la inspiración de Ahrimán. Y, en efecto, así es: toda la manera materialista de pensar, todo este llenarse el hombre de pensamientos materialistas, surge en la época actual cada vez con mayor rapidez del estado dormido del hombre. El hombre puede protegerse contra el hecho de que cuando vuelve del sueño siempre trae aquello que lo condena al materialismo, es decir, a estar atado a la tierra, a pasar a la materia, a la mortalidad en su alma; sólo puede impedirlo imbuyéndose de la actitud que lo llena cuando absorbe conceptos científico-espirituales. El estado dormido es, por tanto, en sí mismo algo que hace surgir lentamente el materialismo. Pero Ahriman también está haciendo otros esfuerzos para apartar al hombre de su ángel, y estos estados son cada vez más frecuentes. En 1914 fueron particularmente malos, cuando la gente se vio aturdida por las fuerzas de Ahrimán, cuando su conciencia, su recta conciencia les fue arrebatada, de modo que llegaron a estados en los que el ángel no cooperaba y en los que, por lo tanto, las influencias de Ahrimán se hicieron grandes. Fue por esta razón que en 1914 dije a tanta gente que no debían creer, por ejemplo, que la visión correcta del origen de la guerra podría llegar a evidenciarse a partir de documentos externos. En el pasado, se podía investigar algo a partir de los documentos que estaban en los archivos. Lo que ocurrió esta vez, en realidad ocurrió más espiritualmente, desde el mundo espiritual, y una gran parte de las personas que participaron en aquella época no lo hicieron con su plena conciencia, sino que fueron conducidas por fuerzas ahrimánicas a parálisis de conciencia, en las cuales no participaba el reino de los Ángeles. Si queremos comprender nuestro tiempo, es necesario examinar la influencia del mundo espiritual en nuestro tiempo. Esta necesidad existe indiscutiblemente.

Pero en muchos otros aspectos también hoy existe un esfuerzo, proveniente del subsuelo ahrimánico, por separar al hombre de su conexión con el reino de los Ángeles, Arcángeles, Archai, Exusiai, etc., por acercar al hombre a lo ahrimánico, por acercar toda la cultura a lo ahrimánico. Piensen cuántas veces oyen hoy en día, -he repetido esto una y otra vez durante muchos años-, cuando alguien ha mentido una vez más, ha mentido como el demonio: Pero él creía lo que decía, lo decía según su leal saber y entender. Sí, eso no cambia los hechos objetivos, como tampoco cambia nada si uno mete el dedo en la llama con lo mejor de su conocimiento y conciencia; ninguna providencia le ayudará a no quemarse el dedo, aunque lo meta con la mejor de las intenciones. Tampoco es útil en el contexto mundial, -y sería triste que fuera de otro modo-, apelar al mejor saber y conciencia. El hombre no tiene la libertad de decir falsedades desde lo mejor de su conocimiento y conciencia, sino que tiene la obligación de cuidar que lo que dice sea verdad. Tiene que relacionarse con el mundo de tal manera que lo que alberga como pensamiento nazca del mundo, que no viva únicamente con él aislado del mundo. De lo que uno dice con lo mejor de su conocimiento y de su conciencia sólo se puede deducir, si no es verdad, que lo dice aislado del mundo. Porque si alguien escribe: Existe en el edificio un grupo escultórico que tiene rasgos luciféricos en la parte superior y rasgos ahrimánicos en la parte inferior, -y si luego los demás afirman, cosa que sucede una y otra vez, que él lo dijo con la mejor intención y conciencia, entonces esto significa que mediante tal actitud se declara que Ahrimán es el soberano del mundo. Pues el que afirma tal cosa tiene la obligación de convencerse a sí mismo de si lo que dice es verdad o no. Y es una influencia Ahrimánica si esto incluso ha pasado a la jurisprudencia hoy en día, si uno no procesa estrictamente algo que se afirma que es mentira y dice que lo hizo de buena fe, de tal o cual buena fe. Esta buena fe es algo que es precisamente en el peor sentido seducción y tentación de lo ahrimánico. En el fondo, no hay palabra más tentadora y seductora que la de buena fe. Pues esta buena fe es el lecho perezoso de la humanidad, que es perezosa en el sentido más eminente, que no siente la obligación, cuando afirma algo, de convencerse primero de si es verdad o no, de si algo corresponde a los hechos o no.

Y quien realmente quiera luchar en serio contra el predominio de Ahriman, quien quiera luchar en concreto, debe luchar contra esto: Es que lo ha dicho de buena fe, -en primer lugar debe luchar contra ello; porque a través de esta apelación a la buena fe el hombre se desvincula de la conexión objetiva con el mundo. Aquello que vive en nosotros de tal manera que nos consideramos autorizados a afirmarlo debe corresponder también al contexto del mundo, no debe correspondernos meramente a nosotros; pues todo lo demás que hay en el mundo exterior está abandonado por los ángeles, está a merced de Ahriman. Y todo lo que se afirma como falsedad de buena fe es algo que impulsa a las personas más fuertemente hacia lo Ahrimánico, que las arrastra hacia lo Ahrimánico por una fuerte cuerda. Y la apelación a la buena fe en el caso de las falsedades es hoy el mejor medio de entregar la civilización mundial a la entidad ahrimánica.

Verán ustedes, si examinan lo que constituye realmente el mundo, entonces tienen que comprender algo así. Pero no sólo hay que fantasear en general como el mero misticismo nebuloso de Ángeles, Arcángeles, Archai y demás y quedarse con teorías, sino que hay que tener el mundo donde es concreto. Porque, en efecto, se da el caso de que la gente pierde el apoyo del mundo de los Ángeles al tumbarse en el lecho corrupto de la buena fe por aquello que no han probado y que, sin embargo, luego afirman.

Estas cosas muestran que lo que fluye como actitud para impregnarnos de verdades y conocimientos científico-espirituales está conectado con la vida real, con la vida directamente real. Y estas verdades y conocimientos científico-espirituales deben enviar su poder a los detalles de la vida.

Precisamente esto es lo que hace que mucha gente se enfade tanto con lo que es la ciencia espiritual: que la ciencia espiritual no sea también una teoría como las demás cosmovisiones, sino que sea algo vivo, que exija a los hombres sobre todo superar tal pereza, -pereza en un doble sentido-, como la que reside en la afirmación de buena fe mientras se defiende la falsedad. A la gente no le gusta eso, y en todas partes las excusas son vivas: tal o cual persona ha afirmado algo de buena fe. - Esto ha corrompido profundamente nuestra ciencia, especialmente la ciencia histórica. Porque es fácil imaginar que tales personas, que se presentan ante el mundo con meras afirmaciones del calibre de las que les he comentado, no merecen ser creídas, aunque afirmen otra cosa, por ejemplo, si de alguna manera representan la ciencia externa; entonces primero hay que comprobar si lo han copiado de otra persona que todavía pertenecía a la mejor generación, cuando la gente todavía se sentía interiormente comprometida con lo que escribía. Y cuando ustedes vean cómo la gente de hoy imita oficialmente a estos Frohnmeyers, ¡entonces verán cuán grande puede ser la confianza en la ciencia oficial y en sus representantes! Pero eso es lo más importante, que se miren estas cosas. Y uno desearía, uno desearía mucho que la ciencia espiritual tuviera tales seguidores que realmente estuvieran profundamente imbuidos del hecho de que hoy en día es necesario un compromiso serio con las percepciones que provocan un cambio importante en el mundo. Hoy en día, las cosas pequeñas no son suficientes.

Al fin y al cabo, eso es lo que a uno le gustaría: que la antroposofía pudiera adquirir seguidores entusiastas que ardieran por la plena realización de esta antroposofía. He mencionado por ahí en el edificio que hoy, una vez más, un nuevo, como ellos lo llaman: sensacional, es decir, un folleto de escándalo, se nos anuncia desde ese lado donde las mentiras se cuentan por docenas. La gente está trabajando. ¿Por qué? Porque pueden sentir un gran entusiasmo por sus malos sentimientos. Pueden mentir con gran entusiasmo. Debemos acostumbrarnos a ser capaces de representar la verdad con el mismo entusiasmo, de lo contrario no podremos avanzar en la civilización, ¡queridos amigos!

Cualquiera que observe el mundo actual debe darse cuenta de que hay que buscar seriamente el camino de vuelta a las jerarquías, lejos de las garras ahrimánicas. Para ello, sin embargo, es necesario entrar en los detalles de las cosas. Una y otra vez surgen cosas que, cuando algún nefasto adversario viene y lanza esto o aquello al mundo, incluso nuestros propios seguidores vienen todavía y dicen: Todavía tenemos que comprobar si tal o cual persona no lo ha cometido por tal o cual debilidad. - En la Sociedad Antroposófica, por desgracia, siempre existe el anhelo de acusar mucho más a lo que habla desde la verdad que a aquellos opositores que, desde lo más profundo de su alma, quieren pisotear toda la verdad hasta convertirla en heces. Mientras en la propia Sociedad Antroposófica siga siendo costumbre simpatizar repetidamente con la mentira, no avanzaremos.

Hay que decir una y otra vez, de vez en cuando, que debemos reconocer la mentira como mentira; porque es la mentira en la que se desliza Ahrimán, y es la mentira la que, cuando ha mentido, suele apelar a la buena fe, al mejor conocimiento y conciencia. Les he dado suficientes ejemplos donde la gente invoca esta buena fe, este mejor conocimiento y conciencia: Pero examinen los hechos y vean esta influencia Ahrimánica de la llamada buena fe, que interviene incesantemente incluso en nuestra jurisprudencia, de modo que se puede decir que la humanidad ha sido secuestrada por Ahrimán hasta en la jurisprudencia. Estas son las cosas que hay que considerar seriamente. Si la Sociedad Antroposófica ha de ser lo que quiere ser, entonces debe estar impregnada de un ferviente sentimiento por la verdad, pues eso es hoy idéntico a un ferviente sentimiento por el progreso de la humanidad. Todo lo demás sólo está lleno de la voluntad que conduce a las fuerzas de la decadencia y las impulsa cada vez más lejos.

No digo lo que digo hoy para repetir algo así, sino porque los signos de los tiempos apremian a saberlo.

Traducido por J.Luelmo may, 2025

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