Antroposofía, Introducción
Índice
CONCIENCIA MEDITATIVA
GA
0234 Conferencia II Dornach 20 de Enero de 1924
Ayer,
tuve que mostrarles, cómo podemos observarnos a nosotros mismos de
dos maneras, y cómo enfrentarnos al enigma del mundo y del hombre
desde ambas direcciones. Si miramos una vez más lo que quedó
establecido ayer, vemos, por un lado, el cuerpo físico humano, que percibimos (al principio) de la misma manera que el mundo físico
externo. Lo llamamos cuerpo físico porque se sitúa ante nuestros
sentidos físicos igual que el mundo físico externo. Al mismo
tiempo, sin embargo, debemos recordar la gran diferencia entre los
dos. De hecho, ayer tuvimos que reconocer esta gran diferencia por el
hecho de que el hombre, al pasar por el portal de la muerte, debe
entregar su cuerpo físico a los elementos del mundo físico externo;
Y éstos lo destruyen. La acción de la naturaleza externa sobre el
cuerpo físico humano es destructiva, no constructiva. Así que
debemos buscar mucho mas allá del mundo físico, aquello que le da al
cuerpo físico humano su forma entre el nacimiento (o concepción) y
la muerte. Debemos hablar, en primer lugar, del otro mundo que
construye este cuerpo humano al que la naturaleza física externa de
este mundo, puede sólo destruir.
Por
otro lado, hay dos consideraciones que muestran la estrecha relación
entre el cuerpo físico humano y la naturaleza. En primer lugar, el
cuerpo requiere sustancias (materiales de construcción, en cierto
sentido,) aunque esto no es estrictamente adecuado. Digamos que tiene
necesidad de las sustancias de la naturaleza exterior, o, al menos,
necesita ingerirlas.
De
nuevo: cuando observamos las manifestaciones externas del cuerpo
físico (ya sean sus excreciones o sus restos vistos después de la
muerte) lo que observamos son, sin embargo, sustancias del mundo físico externo. Siempre encontramos las mismas sustancias que en el mundo
físico externo, ya sea que estudiemos las excreciones por separado o
todo el cuerpo físico (sus restos) tras la muerte.
Así
que estamos obligados a decir: Cualesquiera que sean los procesos
internos que se produzcan en el cuerpo humano, su principio y su fin
están relacionados con el mundo físico externo.
La
ciencia materialista, sin embargo, extrae de este hecho una
conclusión que no se puede extraer en absoluto. Aunque vemos cómo
el hombre, al comer, beber y respirar, absorbe sustancias del mundo
físico externo y devuelve estas mismas sustancias, en la espiración,
en la excreción o tras su muerte, sólo podemos decir que tenemos
algo que ver en el principio y en el final. Nosotros no hemos
determinado los procesos intermedios dentro del cuerpo físico.
Hablamos
con tanta facilidad de la sangre que el hombre lleva dentro; Pero ¿Alguien ha investigado alguna vez la sangre dentro del organismo humano vivo? Esto no se puede hacer con medios físicos en absoluto. No tenemos derecho a sacar la conclusión materialista de que lo que ingresa al cuerpo y lo abandona nuevamente también estaba dentro de él.
En
cualquier caso, vemos una inmediata transformación cuando se
incorporan sustancias físicas externas, digamos, por la boca. Sólo
necesitamos poner un pequeño grano de sal en la boca y se disuelve
enseguida. La transformación es inmediata. El cuerpo físico del
hombre no es igual, en su naturaleza interior, tal como es el mundo
exterior; Transforma lo que ingiere, y luego lo transforma de nuevo.
Por consiguiente, debemos buscar algo dentro del organismo humano que
es, en principio, similar a la naturaleza exterior y con la
excreción, llega a serlo nuevamente. Lo que hay entre estas dos
etapas, es lo primero que debemos descubrir.
Traten
de imaginarse lo que les he dicho: Por un lado, tenemos lo que el
organismo ingiere; Por otro, lo que retorna aun incluyendo al cuerpo
físico como un todo. Entre ambos están los varios procesos dentro
del propio organismo. Del estudio de lo que el organismo físico
humano ingiere, no podemos decir nada referente a la relación del
hombre con la naturaleza externa. Podríamos decirlo de esta manera:
Aunque la naturaleza física externa destruye el cadáver del hombre,
disolviéndolo y disipándolo, el hombre hace lo mismo, en su organismo,
'consigue igualarse' con la naturaleza. Él disuelve todo lo que
recibe de ella. Así pues, cuando comenzamos por los órganos de
asimilación del hombre, no encontramos ninguna relación de éstos
con la naturaleza externa, porque ésta es destruida por ellos. Sólo
encontramos tal relación cuando nos fijamos en lo que el hombre
excreta. En relación a la forma que soporta al hombre en la vida
física, la naturaleza es destructora; En cuanto a lo que el hombre
echa fuera, la naturaleza recibe lo que el organismo humano le
proporciona. En consecuencia, el organismo físico humano llegará a
ser eventualmente muy diferente de sí mismo y a parecerse mucho a la
naturaleza externa. Esto lo hace a través de la excreción.
Si
piensan sobre esto ustedes se dirán a si mismos: Ahí, afuera, están las sustancias de los diferentes reinos de la Naturaleza. Ellas son,
hoy, justo en lo que se han convertido; Pero ciertamente no siempre
han sido como son. Incluso la ciencia física admite que las
condiciones pasadas de la tierra eran muy diferentes de las de hoy.
Lo que vemos a nuestro alrededor en los reinos de la Naturaleza se ha
ido convirtiendo poco a poco en lo que es. Y cuando miramos al cuerpo
físico del hombre vemos que destruye o ''transforma'' lo que ingiere
(veremos que realmente destruye, pero por el momento diremos
"transforma").
En
cualquier caso, lo que se ingiere debe reducirse a un cierto estado a
partir del cual pueda ser llevado de nuevo a la presente naturaleza
física. En otras palabras: si piensan en un principio en alguna
parte del organismo humano, donde las sustancias comienzan a derivar
a ese estado de las excreciones, y luego piensan en la tierra, ese
vestigio les guiará de vuelta atrás a una condición similar que una
vez tuvo. Tienen que decirse: En algún tiempo pasado la tierra
entera debió de estar en la mismo condición en la que algo está en
el hombre hoy; Y en el corto espacio de tiempo durante el cual algo
incorporado al organismo humano se transforma en productos
excretores, los procesos internos del organismo humano recapitulan lo
que la tierra misma ha consumado en el transcurso de largas edades.
Consecuentemente,
miramos la naturaleza externa hoy y vemos que alguna vez fue algo muy
diferente. Pero cuando tratamos de encontrar algo similar a su
condición precedente, tenemos que mirar a nuestro propio organismo.
El comienzo de la tierra sigue ahí. Cada vez que comemos, las
sustancias de nuestro alimento se transforman en un estado en el que una vez estuvo toda la tierra. La tierra se ha ido
desarrollando más en el transcurso de largos períodos de tiempo y
se ha convertido en lo que es hoy; Las sustancias alimenticias que
ingerimos, al derivar hasta el punto de excreción, dan una breve
recapitulación de todo el proceso de la tierra.
Ahora,
pueden ustedes mirar el punto vernal del zodiaco, donde el sol se
levanta cada primavera. Este punto no es estacionario; Va avanzando. En la época egipcia, por ejemplo, estaba en la
constelación de Tauro. Ha avanzado a través de Tauro y Aries, y hoy está en la constelación de Piscis; Y todavía continúa avanzando.
Se mueve en un círculo y regresará después de un cierto tiempo.
Aunque este punto donde el sol se levanta en primavera describe un
círculo completo en los cielos en 25.920 años, el sol describe este
círculo cada día. Se alza y se pone, describiendo así el mismo
camino que el punto vernal. Contemplemos, por un lado, la larga época
de 25.920 años, que es el tiempo que emplea el punto vernal para
completar su camino; Y por otro lado, el corto período de
veinticuatro horas en que el sol se levanta, se pone y se levanta de
nuevo en el mismo punto.
El
sol describe el mismo círculo. Es similar con el organismo físico
humano. A través de largos períodos, la tierra estaba constituida
por sustancias como las que se hallaban dentro de nosotros en una
cierta etapa de la digestión: la etapa media entre la ingestión y
la excreción, cuando la primera pasa a la última. Aquí llevamos
dentro de nosotros el principio de la tierra. En un corto período de
tiempo llegamos a la etapa excretora, en la que nos parecemos a la
tierra; Entregamos sustancias a la tierra en la forma que éstas
tienen hoy. En los procesos digestivos hacemos en nuestro cuerpo
físico algo similar a lo que hace el sol en su ronda diurna con
respecto al punto vernal. Así podemos examinar el globo físico y
decir: Hoy este globo físico ha alcanzado una condición en la cual
sus leyes destruyen la forma de nuestro organismo físico. Pero esta
tierra debió haber estado alguna vez en una condición en la que
estaba sometida a otras leyes, leyes que hoy en nuestro organismo
físico modifican la condición de los alimentos a medio camino entre
la ingestión y la excreción. Es decir, llevamos dentro de nosotros
las leyes del principio de la tierra; Recapitulamos lo que había una
vez en la tierra.
Veamos,
podemos considerar nuestro organismo físico como organizado para
tomar sustancias externas (las sustancias actuales) y excretarlas
de nuevo como tales; Pero llevan en sí algo que estaba presente en
el comienzo de la tierra, pero que la tierra ya no tiene. Esto ha
desaparecido de la tierra dejando sólo los productos finales, no las
sustancias iniciales. Osea llevamos dentro de nosotros algo que se
buscaba en tiempos muy antiguos dentro de la constitución de la
tierra. Eso que llevamos dentro de nosotros, y la tierra como un todo
no tiene, es lo que nos eleva por encima de la vida física,
terrenal. Lleva al hombre a decir: He conservado en mí el principio
de la tierra. A través de entrar en la existencia física a través
del nacimiento, siempre tengo dentro de mí algo que la tierra tenía
hace millones de años, pero que ya no tiene.
De
esto podemos deducir que, al llamar al hombre un microcosmos, no
podemos simplemente tener en cuenta el mundo que nos rodea hoy.
Debemos ir más allá de su condición presente y considerar etapas
pasadas de su evolución. Para entender al hombre debemos estudiar
las condiciones primitivas de la tierra.
Lo
que la tierra ya no posee, pero el hombre todavía tiene en esta
forma, puede convertirse en un objeto de observación. Debemos
recurrir a lo que puede llamarse meditación. Estamos acostumbrados a
permitir meramente que las "ideas" o representaciones
mentales [Vorstellungen], por medio de las cuales percibimos el
mundo, surjan dentro de nosotros, simplemente para representarnos el
mundo exterior con la ayuda de tales ideas. Y durante los últimos
siglos el hombre ha llegado acostumbrarse tanto a copiar sólo el
mundo exterior en sus ideas, que no se da cuenta de su poder de
formar ideas también libremente desde adentro. Hacer esto es
meditar; Es llenar la conciencia con ideas no derivadas de la
Naturaleza exterior, sino evocadas desde dentro. Al hacerlo,
prestamos especial atención a la actividad interna involucrada. De
esta manera uno llega a sentir que realmente hay un "segundo
hombre" en su interior, que hay algo en el hombre que puede ser
interiormente sentido y experimentado como, por ejemplo, la fuerza de
los músculos cuando estiramos un brazo.
Experimentamos
esta fuerza muscular; Pero cuando pensamos, de ordinario no
experimentamos nada. A través de la meditación, sin embargo, es
posible fortalecer nuestro poder de pensar (el poder mediante
el cual formamos pensamientos) así experimentamos este poder
interiormente, incluso cuando experimentamos la fuerza de nuestros
músculos al estirar un brazo. Nuestra meditación es exitosa cuando
finalmente podemos decir: En mi pensar ordinario, soy muy pasivo.
Permito que algo me suceda; He dejado que la Naturaleza me llene de
pensamientos. Pero ya no me dejaré llenar de pensamientos, pondré
en mi conciencia los pensamientos que quiero tener y sólo pasaré de
un pensamiento a otro a través de la fuerza del pensar interior
mismo. De esta manera nuestro pensar se hace más y más fuerte, así
como la fuerza de nuestros músculos se fortalecen si usamos nuestros
brazos. Al final, notaremos que esta actividad del pensar es una
«emocionante» y «conmovedora» experiencia interior, como la
experiencia de nuestra propia fuerza muscular. Cuando nos hemos
fortalecido en el sentido de que nuestro pensar es de esa índole,
nos enfrentamos de inmediato (en nuestra conciencia) a lo que
llevamos dentro de nosotros como una repetición de una condición
antigua de la tierra. Aprendemos a conocer la fuerza que transforma
las sustancias del alimento dentro del cuerpo y las retransforma de
nuevo. Y al experimentar este hombre superior interior, que es tan
real como el hombre físico mismo, logramos, al mismo tiempo, percibir con nuestro pensar fortalecido las cosas externas del mundo.
Ahora
miro de nuevo al hombre, y la misma impresión que me causó la
condición primitiva de la tierra, ahora me es causada por el
"segundo ser humano" que lleva el hombre dentro de si.
Además: se produce la misma impresión sobre mí cuando veo, no
piedras, sino plantas. Esto me lleva a hablar, con cierta
justificación, de un «cuerpo etérico», así como del físico. Una
vez la tierra fue éter; debido a este éter se ha convertido en lo
que hoy son sus componentes inorgánicos, sin vida. Las plantas, sin
embargo, todavía llevan en su interior la precedente condición
primitiva de la tierra. Y yo mismo llevo dentro de mí, como segundo
hombre, el "cuerpo etérico" humano.
Todo
lo que les estoy describiendo puede convertirse en un objeto de
estudio para el fortalecimiento del pensar. Así, podemos decir que
si un hombre se esfuerza por desarrollar tal pensar percibe, además
del físico, el etérico en sí mismo, en las plantas y en el
recuerdo de las épocas primitivas evocadas por los minerales.
Ahora
bien, ¿Qué aprendemos de este tipo de observación superior?
Aprendemos que la tierra tuvo una vez una condición etérica, que el
éter ha permanecido y que todavía permea las plantas, los animales
(porque también podemos percibirlo en ellos) y el ser humano.
Pero
algo más es revelado ahora. Vemos los minerales libres de éter, y
las plantas dotados con él. Al mismo tiempo, sin embargo, aprendemos
a ver el éter en todas partes. Todavía está ahí hoy, llenando el
espacio cósmico. Sólo en el reino mineral externo no toma parte;
Todavía, está por todas partes. Cuando simplemente levanto este
trozo de tiza, observo todo tipo de cosas sucediendo en el éter. De
hecho, levantar un trozo de tiza es un proceso complicado. Mi mano
desarrolla cierta fuerza, pero esta fuerza sólo está presente en mí
en el estado de vigilia, no cuando estoy dormido. Si sigo lo que hace
el éter en la transmutación de los alimentos, lo encuentro durante
los estados de vigilia y de sueño. Uno podría dudar de esto en el
caso del hombre, si uno fuera superficial, pero no en el caso de las
serpientes; Duermen para digerir. Pero lo que tiene lugar a través
de levantar mi brazo sólo puede tener lugar durante el estado de
vigilia. El cuerpo etérico no ayuda aquí. Sin embargo, si sólo
levanto la tiza, debo superar las fuerzas etéreas; debo trabajar
sobre el éter. Mi propio cuerpo etérico no puede hacer esto. Debo
llevar dentro de mí un "tercer hombre" que pueda.
Ahora
este tercer hombre que puede moverse, que puede levantar cosas,
incluyendo sus propios miembros, no se le puede encontrar (en
principio) en nada similar en la naturaleza exterior. Sin embargo,
la naturaleza exterior, que está en todas partes permeada por el
éter, entra en relación con este (llamémosle)"hombre de
fuerza" en el cual el hombre mismo derrama su fuerza de
voluntad.
Al
principio, sólo es en la experiencia interior donde podemos tomar
conciencia de este despliegue interno de fuerzas. Sin embargo, si
perseveramos en la meditación aun más, no sólo formando nuestras
ideas nosotros mismos, y pasando de una idea a otra para fortalecer
nuestro pensar, sino eliminando de nuevo el pensar fortalecido así
adquirido, es decir, vaciando nuestra conciencia, alcanzamos algo
especial. Por supuesto, si uno se libera de los pensamientos
ordinarios pasivamente adquiridos, uno se queda dormido. En el
momento en que uno deja de percibir o pensar, el sueño sobreviene,
pues la conciencia ordinaria se adquiere pasivamente. Sin embargo, si
desarrollamos las fuerzas mediante las cuales se percibe el etérico,
tenemos un hombre fortalecido dentro de nosotros; Sentimos nuestras
propias fuerzas pensantes como solemos sentir nuestras fuerzas
musculares. Y ahora, cuando deliberadamente eliminamos, "sugerimos
irse" a este hombre fortalecido, no nos dormimos, sino que
exponemos nuestra conciencia vacía al mundo. Lo que sentimos
vagamente cuando movemos nuestros brazos, o caminamos, cuando
desplegamos nuestra voluntad, entra en nosotros objetivamente. Las
fuerzas que entran aquí en acción, no se encuentran en el mundo del
espacio; Pero entran en el espacio cuando producimos conciencia vacía
en la forma descrita. Entonces descubrimos, objetivamente, este
tercer hombre dentro de nosotros. Mirando ahora a la naturaleza
exterior, observamos que los hombres, los animales y las plantas
tienen cuerpos etéricos, mientras que los minerales no. Estos
últimos sólo nos recuerdan el "éter" original de la
tierra. No obstante, hay éter dondequiera que nos volvamos, aunque
no siempre se nos revela como tal.
Es
decir, si ustedes se sitúan frente a las plantas con la conciencia
"meditativa" que describí al principio, ustedes perciben
una imagen etérica; del mismo modo si se sitúan frente a un ser
humano. Pero si se sitúan frente al éter universal, es como si
estuvieran nadando en el mar. Sólo hay éter en todas partes. No les
da ninguna "imagen". Pero en el momento en que simplemente
levanto este pedazo de tiza aparece una imagen en el etérico donde
mi tercer hombre está desplegando sus fuerzas.
Imagínense
esto en ustedes mismos: La tiza está, al principio, allí. Mi mano
toma ahora la tiza y la levanta. (Podría representar todo el proceso
en una serie de instantáneas.) Todo esto, sin embargo, tiene su
contra parte en el éter, aunque esto no puede ser visto hasta que
pueda percibir por medio de la "conciencia vacía",o sea,
hasta que esté en disposición de percibir al tercer hombre, no al
segundo. Es decir, el éter universal no actúa como éter, sino en
la forma en que actúa el tercer hombre.
Así
puedo decir: primero tengo mi cuerpo físico (óvalo), luego mi
cuerpo etérico, percibido en la conciencia "meditativa"
(amarillo), luego el tercer hombre, que llamaré el hombre "astral"
(rojo) . En todas partes a mi alrededor tengo lo que encontramos como
la segunda cosa en el universo - el éter universal (amarillo). Esto,
para empezar, es como un mar indefinido de éter. [1]
[2]
Ahora
bien, en el momento en que irradio en este éter cualquier cosa que
proceda de este tercer hombre dentro de mí, éste responde; Este
éter responde como algo parecido al tercer hombre dentro de mí, es
decir, no étericamente, sino "astralmente". Por eso a
través de mi propia actividad libero algo dentro de este ancho mar
de éter que es similar a mi propio "tercer hombre". ¿Qué
es esto que actúa en el éter como contra-imagen? Levanto la tiza;
Cualquier mano se mueve desde abajo hacia arriba. La imagen etérica,
sin embargo, se mueve desde arriba hacia abajo; Es una contra-imagen
exacta. Es realmente una imagen astral, una mera imagen. Sin embargo,
es a través del hombre real, actual, que es evocada esta imagen.
Ahora bien, si aprendo, por medio de lo que ya he descrito, a mirar
hacia atrás en la evolución de la tierra, si aprendo a aplicar a la
evolución cósmica lo que brevemente se recapitula de la manera
descrita, descubro lo siguiente:
Aquí
está la condición actual de la tierra. Retrocedo a una tierra
etérica. No encuentro allí, todavía, lo que se ha liberado a través
de mí en el éter circundante. Debo retroceder más lejos hacia una
condición todavía más temprana de la tierra en la cual la tierra
se asemejaba a mi propio cuerpo astral.-un ser como mi tercer hombre-
Debo
buscar este ser en épocas pasadas, en épocas muy anteriores a
aquellas en las que la tierra era etérica. Volver atrás en el
tiempo realmente no es diferente de la visión de un objeto lejano -
digamos una luz - que brilla. Está allí, pero brilla hasta aquí;
Nos envía imágenes aquí. Ahora pongan tiempo en vez de espacio:
Aquello que es de la misma naturaleza que mi propio cuerpo astral
estaba allí en tiempos primitivos. El tiempo no ha dejado de ser;
Todavía está allí. Así como, en el espacio, la luz puede brillar
hasta aquí, de igual modo lo que se halla en un pasado lejano sigue trabajando en el presente. Fundamentalmente hablando, todo ese largo
ciclo de tiempo de la evolución sigue ahí. Lo que alguna vez estuvo
allí - y que es de una naturaleza semejante a lo que, en el éter
exterior, se parece a mi propio cuerpo astral - no ha desaparecido.
Aquí
toco algo que, espiritualmente, está presente activamente y crea
tiempo
en el espacio.
Realmente no es diferente de la comunicación a larga distancia con
la ayuda de un telégrafo. Al levantar la tiza evoco una imagen en el
éter y me comunico con lo que, para la percepción exterior, ha
pasado hace mucho.
Vemos
cómo el hombre se sitúa en el mundo de una manera muy diferente de
lo que aparece al principio. Y también entendemos por qué los
enigmas cósmicos se presentan ante él. Él siente dentro de sí que
tiene un cuerpo etérico, aunque no lo comprende claramente: incluso
la ciencia no lo comprende claramente hoy. Él siente que este cuerpo
etérico transforma sus alimentos y los vuelve a transformar de
nuevo. Eso no lo encuentra en las piedras, aunque las piedras ya
estaban allí, en tiempos primitivos en los que allí descubre como
éter general. Pero en este éter un pasado aún más remoto está
activo. Así el hombre lleva dentro de si un pasado antiguo de una
doble manera; Un pasado más reciente en su cuerpo etérico y un
pasado más antiguo en su cuerpo astral.
Cuando
el hombre se enfrenta a la Naturaleza hoy por lo general sólo
estudia lo que está sin vida. Incluso lo que vive en las plantas
sólo se estudia aplicando a ellas las leyes de las sustancias
descubiertas en su laboratorio. Omite estudiar el crecimiento; Él
descuida la vida en sus plantas. La ciencia actual estudia realmente
las plantas como una persona que tiene un libro y observa las formas
de las letras, pero no lee. La ciencia, hoy, estudia todas las cosas
de esta manera.
De
hecho, si abren un libro pero no pueden leer, las formas deben
parecer muy misteriosas. Realmente no se puede entender por qué hay
aquí una forma como esta: 'b', luego 'a', luego 'l' y luego 'd', es
decir (bald) calvo. ¿ Que están haciendo estas formas una al lado de
otra? Ese es, de hecho, un enigma. La manera de considerar las cosas
que he puesto ante ustedes es realmente aprender a leer en el mundo y
en el hombre. Al "aprender a leer" nos acercamos
gradualmente a la solución de nuestros enigmas.Ya lo ven, queridos amigos, quería presentar ante ustedes, simplemente un sendero general del pensar humano a lo largo del cual se puede escapar de la condición de desesperación en la que se encuentra el propio hombre y que describí al principio. Procederemos a estudiar cómo podemos avanzar más y más lejos en la lectura de los fenómenos en el mundo exterior y en el hombre.
Al
hacer esto, sin embargo, somos guiados por sendas de pensamiento con
las cuales el hombre no está muy familiarizado hoy en día. ¿Y qué
suele pasar? La gente dice: No entiendo eso. Pero esto, ¿Qué
significa? Sólo significa que esto no está en conformidad con lo que
se les enseñó en la escuela, y se han acostumbrado a pensar en la
forma en que fueron entrenados. "¿Pero es que acaso nuestras
escuelas no toman su posición en base a la ciencia genuina?"
Sí, ¿Pero qué significa eso? Mis queridos amigos, les daré sólo
un ejemplo de esta auténtica ciencia. - Uno que ya no es joven ha
experimentado muchas cosas como esta. Uno aprendió, por ejemplo, que
son necesarias varias sustancias para el proceso al que nos hemos
referido hoy : la ingestión de los alimentos y su transformación
dentro del organismo humano. Albúminas (proteínas), grasas, agua,
sales, azúcar y productos de almidón fueron citados como necesarios
para los hombres. Luego se hicieron experimentos.
Si
retrocedemos veinte años, encontramos que los experimentos mostraban
que el hombre requiere por lo menos ciento veinte gramos de proteína
al día; De lo contrario no podría vivir. Eso fue "ciencia"
hace veinte años. ¿Qué es la ciencia hoy en día? Hoy en día son
suficientes entre veinte a cincuenta gramos. En aquella época era
"ciencia" que uno se enfermara – por desnutrición - si
uno no recibía estos ciento veinte gramos de proteína. Hoy en día
la ciencia dice que es perjudicial para la salud tomar más de
cincuenta gramos a lo sumo; Uno puede arreglarse bastante bien con
veinte gramos. Si se toman más, se forman sustancias putrefactas en
los intestinos y la auto-intoxicación el envenenamiento se instala.
Por lo tanto, es perjudicial tomar más de cincuenta gramos de
proteína. Eso es ciencia hoy.
Sin
embargo esto, no es meramente una cuestión científica, sino que
tiene relevancia con la vida. Piensen: hace veinte años, cuando era
científico creer que uno debe tener ciento veinte gramos de
proteína, a la gente se le dijo que eligiera su dieta en
consecuencia. Uno tenía que asumir que un hombre podía pagar todo
esto. Así que la pregunta tocó la esfera económica. Se probó
cuidadosamente que es imposible obtener estos ciento veinte gramos de
proteína de las plantas. Hoy sabemos que el hombre obtiene la
cantidad necesaria de proteínas de cualquier tipo de dieta. Si
simplemente come suficientes patatas - no necesita comer muchas -
junto con un poco de mantequilla, obtiene la cantidad necesaria de
proteína. Hoy en día es científicamente cierto que esto es así
Por
otra parte, es un hecho que un hombre que se llena de ciento veinte
gramos de proteína adquiere un apetito muy incierto. Si, por el
contrario, se ajusta a una dieta que le proporciona veinte gramos de
proteína, y sucede, de vez en cuando, que se toma comida con menos,
y que por lo tanto lo desnutrían, y se deshace de ella. Su instinto
en cuanto a la comida se convierte en fiable. Por supuesto, todavía
hay gente sub-alimentada, pero esto tiene otras causas y ciertamente
no proviene de una deficiencia de proteínas. Por otro lado, sin duda
hay numerosas personas que sufren de auto intoxicación y muchas
otras cosas porque están sobrealimentados con proteínas
No
quiero hablar ahora de enfermedades infecciosas, pero sólo
mencionaré que las personas son más susceptibles a la llamada
infección cuando toman ciento veinte gramos de proteína [al día].
Entonces son más propensos a contraer la difteria, o incluso la
viruela. Si sólo toman veinte gramos, con gran dificultad serian
infectados.
Así
pues, una vez fue científico decir que uno requiere tanta proteína
como para envenenarse y quedar expuesto a todo tipo de infecciones.
Eso fue "ciencia" hace veinte años! Todo esto es una parte
de la ciencia; Pero cuando vemos lo que era científico con respecto
a asuntos muy importantes, hace tan poco tiempo, nuestra confianza en
esa ciencia se ve profundamente sacudida.
Esto
también es algo que uno ha de tener en cuenta cuando nos encontramos
con un estudio como la Antroposofía que da a nuestro pensar, a todo
nuestro estado de ánimo, una dirección diferente a la que hoy
tenemos por costumbre. Sólo quería señalar, por así decirlo, lo
que se propone, en primer lugar, como instrucción preliminar en la
consecución de otro tipo de pensar, otra forma de contemplar el
mundo.
Notas:
- Los dibujos de este documento son reconstrucciones de las dibujadas libremente por Rudolf Steiner en tizas de colores en la pizarra. Algunos se hicieron progresivamente pero como se representa aquí son de los bosquejos terminados.
- La reproducción en color es una contribución mia, así como la traducción.
*****
fuente *****
http://www.rsarchive.org/
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