Antroposofía, Introducción
Índice
MEDITACIÓN E INSPIRACIÓN
GA
0234 Conferencia IV Dornach 01 de febrero de 1924
Ahora
continuaré, en una cierta dirección, las consideraciones más
elementales recientemente comenzadas. En la primera conferencia de
esta serie llamé la atención sobre la necesidad interior, real del
corazón, de encontrar o al menos buscar, los caminos del alma al
mundo espiritual. Hablé de esta necesidad de encontrar al hombre
desde dos direcciones: desde el lado de la Naturaleza, y desde el
lado de la experiencia interior.
Hoy
volveremos a situar estos dos aspectos de la vida humana ante
nosotros de una manera bastante elemental. Veremos entonces que los
impulsos del subconsciente están realmente activos en todo los
esfuerzos del hombre por la búsqueda del conocimiento en respuesta a
las necesidades de la vida, en sus objetivos artísticos y
aspiraciones religiosas.
Es
muy fácil estudiar la oposición, a la que me refiero aquí, en
ustedes mismos en cualquier momento
Fíjense en un hecho muy simple. Están mirando, digamos, en alguna parte de
su cuerpo, su mano, por ejemplo. En lo concerniente al acto de
cognición en sí, ustedes miran su mano exactamente como si se
tratara de un cristal, planta o cualquier otro objeto natural. Pero
cuando miran esa parte de su cuerpo y pasan por la vida con esta
percepción, se encuentran con ese hecho seriamente perturbador que
se entromete en toda la experiencia humana y del cual ya les hablé.
Ustedes descubren que lo que están viendo será un día un cadáver;
La Naturaleza externa, al recibirlo, no tiene el poder de hacer otra
cosa que destruirlo. En el momento en que el hombre se convierte en
un cadáver dentro del mundo físico y es entregado a los elementos
en la forma que sea, ya no existe la posibilidad de que la forma
humana, que estaba estampada en todas las sustancias visibles de su
cuerpo, sea capaz de mantenerse.
Todas
las fuerzas de la naturaleza que pueden ser objeto de algún estudio
científico sólo son capaces de destruir al hombre, nunca de
construirlo. Todo estudio desprejuiciado que no está guiado por
teorías sino controlado por la propia vida, nos lleva a decir:
Miramos a la Naturaleza a nuestro alrededor en lo que es
comprensible. (No vamos a hablar, por el presente, de lo que la
cognición externa no puede captar). Como gente civilizada de hoy
sentimos que de hecho, hemos avanzado mucho, porque hemos descubierto
tantas leyes de la naturaleza. Esta hablar de progreso está, de
hecho, perfectamente justificado. Sin embargo, es un hecho que todas
estas leyes de la naturaleza son, por su modo de operar, sólo
capaces de destruir al hombre, nunca de construirlo. La visión
humana no puede, en principio, descubrir nada en el mundo exterior
excepto las leyes de la naturaleza que destruyen al hombre.
Miremos
ahora nuestra vida interior. Experimentamos lo que llamamos nuestra
vida psíquica, es decir, nuestro pensar, que puede confrontarnos con
bastante claridad, nuestro sentimiento, que lo experimentamos menos
claramente, y nuestra voluntad, que está completamente escondida de
nosotros. Con la conciencia ordinaria, nadie puede pretender penetrar
en la forma de cómo trabaja la intención, – digamos coger un
objeto- en este complicado organismo de músculos y nervios para
mover, al fin, los brazos y las piernas. Lo que aquí se produce en
el organismo, entre la formación del pensamiento y la percepción de
levantar el objeto, está oculto en completa oscuridad. Pero un
impulso indefinido tiene lugar en nosotros, diciendo: Yo lo haré.
Así que, nos atribuimos la voluntad a nosotros mismos y al examinar
nuestra vida interior hablamos de pensar, sentir y querer.
Pero
hay otro aspecto, y esto nos introduce de nuevo - en cierto sentido -
a lo que es profundamente perturbador. Vemos que toda esta vida del
alma humana se sumerge cada vez que duerme y surge de nuevo cuando
despierta. Si queremos usar una comparación, bien podemos decir: La
vida del alma es como una llama que yo enciendo y apago de nuevo.
Pero vemos más. Vemos esta vida del alma destruida cuando ciertos
órganos son destruidos. Además, depende del desarrollo corporal;
Siendo como de ensueño en un niño pequeño y haciéndose
gradualmente más y más clara, más y más despierta. Este aumento
en claridad y conciencia va de la mano del desarrollo del cuerpo; Y
cuando envejecemos nuestra vida del alma se vuelve más débil de
nuevo. Así pues, la vida del alma sigue los pasos del crecimiento y
decadencia del cuerpo. La vemos encenderse y morir.
Pero,
por más seguros que podamos estar de que nuestra alma, aunque
dependiente en sus manifestaciones sobre el organismo físico, tiene
su propia vida, su propia existencia, no es todo lo que cabe decir al
respecto. Contiene un elemento que el hombre debe valorar sobre
cualquier otra cosa en la vida, porque toda su hombría -su dignidad
humana- depende de esto. Me refiero al elemento moral.
No
podemos deducir las leyes morales de la Naturaleza por mucho que la
exploremos. Tienen que ser experimentados enteramente dentro del
alma; Allí también debemos ser capaces de obedecerlas. Por lo
tanto, el conflicto y el restablecimiento deben tener lugar
enteramente dentro del alma. Y debemos considerarlo como una especie
de ideal para que la vida moral pueda, como seres humanos, obedecer
los principios morales que no nos son impuestos. Aunque, el hombre no
puede convertirse en un «ser abstracto» que sólo obedece leyes. La
vida moral no comienza hasta que las emociones, los impulsos, los
instintos, las pasiones, los arrebatos de temperamento, etc., se
subordinen al restablecimiento, alcanzado enteramente dentro del
alma, entre las leyes morales captadas de una manera puramente
espiritual y el alma misma.
En
el momento en que nos volvemos verdaderamente conscientes de nuestra
dignidad humana y sentimos que no podemos ser como seres impulsados
por la necesidad, nos elevamos a un mundo completamente
diferente del mundo de la Naturaleza.
Ahora
bien, el elemento perturbador que, mientras ha habido evolución
humana, ha llevado a los hombres a esforzarse más allá de la vida
inmediatamente visible, realmente surge de estas dos leyes -aunque
puedan estar implicados muchos otros factores subconscientes e
inconscientes. Vemos, por un lado, el ser corporal del hombre, pero
pertenece a la naturaleza que sólo puede destruirlo; Y, por otro
lado, interiormente somos conscientes de nosotros mismos como seres
del alma que se iluminan y se desvanecen, pero están ligados con lo
que es más valioso en nosotros: el elemento moral.
Sólo
puede atribuirse a una fundamental falta de sinceridad de nuestra
civilización, que la gente se engañe a si misma tan terriblemente,
haciendo la vista gorda a esta oposición directa entre la percepción
exterior y la experiencia interior. Si nos comprendemos a nosotros
mismos, si nos negamos a ser confinados y restringidos por los
grilletes que nuestra educación, con un propósito fin definido, nos
impone, si nos liberamos un poco de estas limitaciones, decimos de
inmediato: ¡Hombre! llevan dentro de ustedes su vida del alma - su
pensar, su sentir y su voluntad. Todo esto está relacionado con el
mundo moral que deben valorar por encima de todo lo demás-, tal vez
con la fuente religiosa de toda existencia de la que depende este
mundo moral. Pero, ¿dónde está esa vida interior de reglas morales
cuando duermes?
Por
supuesto, uno puede devanar fantasías filosóficas o filosofías
fantásticas sobre estas cosas. Uno puede entonces decir: El hombre
tiene una base segura en su ego (es decir, en su conciencia egoica
ordinaria). El ego comienza a pensar en San Agustín, continúa a
través de Descartes, y alcanza una expresión algo coqueta en el
Bergsonismo de hoy. Pero cada dormir refuta esto. Porque, desde el
momento en que nos dormimos al momento de despertarnos, transcurre un
cierto tiempo; Y cuando, en el estado de vigilia, volvemos la vista atrás hacia este intervalo de tiempo, no encontramos la experiencia
del ego. Se ha extinguido. Y sin embargo está conectado con lo que
es más valioso en nuestras vidas - ¡el elemento moral!
Por
lo tanto, debemos decir: Nuestro cuerpo, cuya existencia estamos
crudamente obligados a admitir, ciertamente no es un producto de la
Naturaleza, que sólo tiene el poder de destruirlo y desintegrarlo.
Por otra parte, nuestra propia vida del alma nos esquiva cuando
dormimos, y depende de cada corriente ascendente y descendente de
nuestra vida corporal. Tan pronto como nos liberamos un poco de las
limitaciones impuestas al hombre civilizado por su educación de hoy,
vemos de inmediato que toda aspiración religiosa o artística -de
hecho, cualquier esfuerzo superior -no importa cuantos elementos
subconscientes e inconscientes estén implicados- depende , A lo
largo de toda la evolución humana, de estas antítesis.
Por
supuesto, millones y millones de personas no se dan cuenta de esto
claramente. Pero ¿Es necesario que lo que se convierte en un enigma
de vida para un hombre sea claramente reconocido como tal? Si la
gente tuviera que vivir de lo que es claro, pronto moriría. Son
realmente las contribuciones al estado de ánimo general provenientes
de las profundidades inconscientes y poco claras las que constituyen
la corriente principal de nuestra vida. No debemos decir que solo él
siente los enigmas de la vida, que puede formularlos de una manera
intelectualmente clara y ponerlos ante nosotros: primer enigma,
segundo enigma, etc. De hecho, tales personas son las más
superficiales.
Alguien
puede venir a hablar con nosotros sobre que tiene esto o aquello. Tal
vez sea algo bastante ordinario. Habla con un propósito definido,
pero no está muy contento. Quiere algo y no lo quiere; No puede
tomar una decisión. No está muy contento con sus propios
pensamientos. ¿A qué se debe esto? Proviene del sentimiento de
incertidumbre, en las profundidades subconscientes de su ser, acerca
de la base real del verdadero ser y valor del hombre. Él siente los
enigmas de la vida debido a la antítesis polar que he descrito.
Por
tanto, no podemos encontrar apoyo ni en lo corpóreo, ni en lo
espiritual tal como lo experimentamos. Porque lo espiritual siempre
se revela como algo que se ilumina y muere, y el cuerpo es reconocido
como proveniente de la Naturaleza, que sin embargo sólo puede
destruirlo.
Por
tanto el hombre está entre dos enigmas. Mira hacia afuera y percibe
su cuerpo físico, pero esto es un enigma perpetuo para él. Él es
consciente a su vez, de su vida psico-espiritual, pero esto, también
es un enigma perpetuo. Pero el enigma más grande es este: si
realmente experimento un impulso moral y tengo que poner mis piernas
en movimiento para hacer algo hacia su realización, significa - por
supuesto – que debo mover mi cuerpo. Digamos que el impulso es de
buena voluntad. Al principio esto se experimenta realmente
enteramente dentro del alma, es decir puramente psíquico. ¿Cómo,
ahora, este impulso de buena voluntad incide en el cuerpo? ¿Cómo
llega un impulso moral a mover los huesos mediante los músculos?
La conciencia ordinaria no puede comprender esto. Se puede considerar
tal discusión como teórica, y decir: Dejemos eso a los filósofos;
Ya pensarán ellos en eso. Nuestra civilización suele dejar esta
cuestión a sus pensadores, y luego desprecia - o, a lo mejor, los
valora, pero poco - lo que dicen. Bien; esto satisface sólo la
cabeza, no el corazón. El corazón humano siente una inquietud
nerviosa y no encuentra alegría en la vida, ni bases sólidas, ni
seguridad. Con la forma que el pensar del hombre ha ido tomando desde
el primer tercio del siglo xv, se han logrado magníficos resultados
en el campo de la ciencia externa, pero nada ha contribuido o puede
contribuir a la solución de estos dos enigmas: el del cuerpo físico
del hombre y el de su vida psíquica. Es sólo desde una visión
clara de estas cosas que la Antroposofía se presenta, diciendo:
Cierto; El pensar del hombre, en la forma que hasta ahora ha tomado,
es impotente frente a la realidad. Por mucho que pensemos, no podemos
influir en un proceso externo de la naturaleza con nuestro pensar.
Ademas,
no podemos, por mero pensar, influir en nuestro propio
"organismo-voluntad". Sentir profundamente la impotencia de
este pensar es recibir el impulso de trascenderlo.
Pero
uno no puede trascenderlo devanando fantasías. No hay punto de
partida sino pensamiento; No se puede empezar a pensar en el mundo
excepto por el pensar. Nuestro pensar, sin embargo, no está
preparado para esto. Así que, inevitablemente, somos conducidos por
la vida misma a encontrar - desde este punto de partida en el
pensamiento - una manera por la cual nuestro pensar pueda penetrar
más profundamente en la existencia - en la realidad. Esta manera
sólo se encuentra en lo que se describe como meditación, por
ejemplo, en mi libro:
¿Como
se alcanza el Conocimiento de los Mundos Superiores?.
Hoy
sólo describiremos este camino en escueto bosquejo, pues pretendemos
dar el armazón de toda la estructura antroposófica. Comenzaremos de
nuevo donde comenzamos hace veinte años.
La
meditación, podemos decir, consiste en experimentar el pensar de
otra manera que de costumbre. Hoy uno se permite ser estimulado desde
fuera; Uno se rinde a la realidad exterior. Y al ver, oír, etc., uno
nota que la recepción de las impresiones externas se continúa,
hasta cierto punto, en los pensamientos. La actitud de uno es pasiva:
uno se rinde al mundo y los pensamientos vienen. Nunca llegamos más
lejos de esta manera. Debemos comenzar a experimentar el pensar. Uno
hace esto tomando un pensamiento que es fácilmente comprendido,
dejándolo permanecer en su conciencia, y concentrando toda su
conciencia sobre él.
Ahora
bien, no importa nada lo que el pensamiento pueda significar para el
mundo exterior. La cuestión es simplemente que concentramos nuestra
conciencia en este único pensamiento, ignorando cualquier otra
experiencia. Digo que debe ser un pensamiento comprensible - un
pensamiento simple, que se puede "ver" desde todos los
lados [überschaubar].
Un
hombre muy, muy erudito una vez me preguntó ¿Cómo se medita?. Le
di una idea excesivamente simple. Le dije que no importaba si el
pensamiento se refería a alguna realidad externa. Le dije que
pensara: La sabiduría está en la luz. Debería aplicar toda la
fuerza de su alma una y otra vez al pensamiento: La sabiduría está
en la luz.
Si
esto es verdadero o falso no es la cuestión. Importa poco si un
objeto que pongo en movimiento, una y otra vez, ejercitando mi brazo,
sea de gran importancia o un juego; así se fortalecen los músculos
de mi brazo. Así también fortalecemos nuestro pensar cuando nos
esforzamos una y otra vez en realizar la actividad anterior,
independientemente de lo que el pensamiento pueda significar. Si nos
esforzamos intensamente, una y otra vez, para que se presente en
nuestra conciencia y concentramos toda nuestra vida del alma sobre
ella, fortalecemos nuestra vida del alma al igual que fortalecemos la
fuerza muscular de nuestro brazo si repetimos una y otra vez la misma
acción. Pero debemos elegir un pensamiento que sea fácilmente
reconocido; De lo contrario estamos expuestos a todos los engaños
posibles de nuestro propio organismo. La gente no cree cuán fuerte
es el poder sugestivo de los ecos inconscientes de experiencias
pasadas y cosas por el estilo. En el momento en que entretenemos un
pensamiento más complejo, se acercan poderes demoníacos desde todos
los lados, sugiriendo esto o aquello a nuestra conciencia. Uno sólo
puede estar seguro de que uno está viviendo en la meditación de uno
en la plena conciencia de la vida normal, consciente, si uno
realmente toma un pensamiento completamente reconocible que no puede
contener más que lo que uno realmente está pensando.
Si
ideamos meditar de esta manera, toda clase de gente puede decir que
estamos sucumbiendo a la auto-sugestión o algo así, pero estarán
diciendo un disparate. Todo gira en torno a nuestro éxito en la
celebración de un pensamiento "transparente" - no uno que
funciona en nosotros a través de impulsos subconscientes de una
manera u otra. Con tal concentración uno fortalece e intensifica su
vida del alma - en la medida en que ésta es una vida en pensamiento.
Por supuesto, dependerá de la capacidad de cada hombre, como he
dicho a menudo; En el caso de un hombre llevará mucho tiempo, en el
caso de otro ocurrirá rápidamente. Pero, después de cierto tiempo,
el resultado será que ya no experimenta su pensamiento como en la
conciencia ordinaria. En la conciencia ordinaria nuestros
pensamientos están allí sin poder; Son "sólo pensamientos".
Pero a través de tal concentración uno realmente llega a
experimentar los pensamientos como un ser interno [Sein], así como
uno experimenta la tensión de un músculo - el acto de alcanzar para
agarrar un objeto. Pensar se convierte en una realidad en nosotros;
al desarrollarnos más y más lejos, experimentamos, un segundo
hombre dentro de nosotros de quien no sabíamos nada antes.
Ahora
llega El momento cuando uno se dice a sí mismo: "Cierto, soy
este ser humano que, para empezar, puede mirarse a sí mismo
externamente como uno mira las cosas de la naturaleza; Siento
interiormente, pero muy débilmente, las tensiones de mis músculos,
pero realmente no sé cómo mis pensamientos se insertan en ellos.
Pero después de fortalecer su pensar de la manera descrita, ustedes
sienten su pensar fortalecido derramarse, fluyendo, pulsando dentro
de ustedes; sienten el segundo hombre. Se trata, en primer lugar, de
una caracterización abstracta. Lo principal es que en el momento en
que sientes este segundo hombre dentro de ti, las cosas
supra-terrestres empiezan a preocuparte de la manera en que lo
hicieron las cosas terrestres.
En
ese momento, cuando sienten que su pensamiento toma vida interior -
cuando lo sienten fluir como sienten el fluir de su aliento cuando se
le presta atención - se vuelven conscientes de algo nuevo en todo su
ser. Antes se sentían por ejemplo: estoy de pie sobre mis piernas.
El suelo está abajo y me sostiene. Si no estuviera ahí, si la
tierra no me ofreciera este apoyo, me hundiría en un espacio sin
fondo. Estoy de pie en algo. Después de haber intensificado su
pensar y llegado a sentir el segundo hombre dentro, su entorno
terrenal empieza a interesarle menos que antes. Esto sólo es cierto,
sin embargo, para los momentos en los que prestas especial atención
al segundo hombre. Uno no se convierte en un soñador si uno avanza a
estas etapas del conocimiento de una manera sincera y completamente
consciente. Uno puede regresar fácilmente al mundo de la vida
ordinaria, con toda sus habilidades de costumbre. Uno no se
convierte en un visionario y dice: ¡Oh! He aprendido a conocer el
mundo espiritual; Lo terrenal es irreal y de menor valor. De ahora en
adelante sólo me ocuparé del mundo espiritual. En un camino
verdadero y espiritual uno no se vuelve así, sino que aprende a
valorar la vida externa más que nunca cuando uno vuelve a ella.
Aparte de esto, los momentos en que uno trasciende la vida externa en
la forma descrita y fija la atención en el segundo hombre que uno ha
descubierto no puede mantenerse por mucho tiempo. Atender la atención
de esta manera y con sinceridad interior exige un gran esfuerzo, y
esto sólo puede sostenerse durante un tiempo que no suele ser muy
largo.
Ahora,
al dirigir nuestra atención al segundo hombre, encontramos al mismo
tiempo que empezamos a valorar el entorno espacial de la tierra tanto
como lo que está en la tierra misma. Sabemos que la corteza de la
tierra nos sostiene, y los diversos reinos de la Naturaleza proveen
las sustancias que debemos comer si nuestro cuerpo va a recibir a
través de los alimentos el estímulo repetido que necesita. Sabemos
que estamos conectados con la naturaleza terrestre de esta manera.
Debemos ir al huerto para recoger las coles, cocinarlas y comerlas; Y
sabemos que necesitamos lo que hay en el huerto y que está conectado
con nuestro "primer hombre" u hombre físico. De la misma
manera, aprendemos a saber qué son para nosotros los rayos del sol,
la luz de la luna y el centelleo de las estrellas alrededor de la
tierra. Gradualmente llegamos a una posible forma de pensar el
entorno espacial de la tierra en relación con nuestro "segundo
hombre", como pensábamos anteriormente de nuestro primer cuerpo
(físico) en relación con su entorno físico.
Y
ahora nos decimos a nosotros mismos: Lo que llevo dentro de mi como
músculos, huesos, pulmones, hígado, etc., está conectado con la
col, el faisán, etc., que hay en el mundo. Pero el "segundo
hombre" de quien me he vuelto consciente a través del
fortalecimiento de mi pensar, está conectado con el sol y la luna y
todas las estrellas centelleantes - con el entorno espacial de la
tierra.
Nos
familiarizamos más con este ambiente de lo que usualmente estamos
con nuestro ambiente terrestre - a menos que pasemos a ser
especialistas en alimentos. Realmente ganamos un segundo mundo que,
para empezar, es espacial.
Aprendemos
a estimarnos como habitantes del mundo de las estrellas como antes
nos considerábamos habitantes de la tierra. Hasta este momento no
nos habíamos dado cuenta de que moramos en el mundo de las estrellas;
Para una ciencia que no va tan lejos como para fortalecer el pensar
del hombre, que no puede hacerle consciente de su conexión, a través
de un segundo hombre, con el ambiente espacial de la tierra - una
conexión similar a la que existe entre su cuerpo físico y la tierra
física. Tal ciencia no lo sabe. Se dedica a los cálculos; Pero
incluso los cálculos de la astrofísica, etc., sólo revelan cosas
que realmente no conciernen al hombre o, a lo sumo, sólo satisfacen
su curiosidad. Después de todo, ¿Qué significado puede tener para
un hombre, o para su vida interior, saber cómo la nebuloso espiral
en Canes venatici puede haberse originado, o si todavía está
evolucionando? ¡Además, ni siquiera es cierto! Tales cosas no nos
conciernen. La actitud del hombre hacia el mundo de las estrellas es
como la que tendría un espíritu desencarnado hacia la tierra, si se
piensa que tal espíritu procede de alguna región u otra en visita a
la tierra, y que no requiere ni tierra para sostenerse, ni alimento,
etc. , En realidad, de un simple ciudadano de la tierra el hombre se
convierte en un ciudadano del universo cuando fortalece su
pensamiento de la manera anterior.
Ahora
nos devenimos conscientes de algo bastante definido, que se puede
describir de la siguiente manera. Nos decimos a nosotros mismos: Es
bueno que haya coles, maíz, etc., ahí afuera; ellos construyen
nuestro cuerpo físico (si puedo usar esta expresión algo incorrecta
de acuerdo con la visión general, pero muy superficial). Puedo
descubrir una cierta conexión entre mi cuerpo físico y lo que hay
fuera en los diversos reinos de la Naturaleza. Pero con el pensar
fortalecido empiezo a descubrir una conexión similar entre el
"segundo hombre" que vive en mí y lo que me rodea en el
espacio supra-terrestre. Al final uno llega a decir: Si salgo por la
noche y sólo uso mis ojos ordinarios, no veo nada; Por el día la
luz del sol desde más allá de la tierra hace visibles todos los
objetos. Para empezar, no sé nada. Si me limito solo a la tierra, lo
sé: ahi hay una col, allá un cristal de cuarzo. Veo ambos a la luz
del sol, pero en la tierra sólo me interesa la diferencia entre
ellos.
Pero
ahora empiezo a saber que yo mismo, como el segundo hombre, estoy
hecho de lo que hace que la col y el cristal sean visibles. Es un
salto más significativo en la conciencia el que uno toma aquí - una
metamorfosis completa.
Si
fortalecen su pensar, el mundo espacial supra-terrestre comienza a
concernirles a ustedes y al segundo hombre que han descubierto, así
como el mundo terrenal y físico les concernía antes. Y, así como
atribuyen el origen de su cuerpo físico a la tierra física, ahora
atribuyen su "segunda existencia" al éter cósmico a
través de cuyas actividades las cosas terrenales se hacen visibles.
Desde su propia experiencia ahora pueden hablar de que tienen un
cuerpo
físico y
un cuerpo etérico.
Pueden ver, que por el mero hecho de sistematizar y pensar en el
hombre como compuesto de varios miembros no da ningún conocimiento
real. Sólo alcanzamos una visión real de estas cosas al considerar
la metamorfosis completa de la conciencia como resultado de descubrir
realmente a un segundo hombre en su interior.
Extiendo
mi brazo físico y mi mano física se apodera de un objeto. En cierto
sentido, siento la fuerza que fluye en esta acción. A través del
fortalecimiento de mi pensar, empiezo a sentir que es interiormente
móvil y ahora induce una especie de "toque" dentro de mí
- un toque que también tiene lugar en un organismo; el organismo
etérico; este organismo más fino, súper sensible, no es menos real
que el organismo físico, aunque esté conectado con lo
supra-terrestre, no con lo terrestre.
Ahora
llega el momento en que uno está obligado a descender otro paso, si
puedo decirlo así. A través de un pensar tan "imaginativo"
como el que he descrito llegamos, al principio, a sentir este toque
interno del segundo hombre dentro de nosotros; llegamos también a
ver esto en conexión con los espacios lejanos del éter universal.
Con este término no entenderán nada más que lo que acabo de
mencionar; No busquen en ello un significado de otro tipo. Ahora, sin
embargo, debemos volver a la conciencia ordinaria si queremos ir más
lejos.
Pueden
ver, que si estamos pensando en el cuerpo físico del hombre de la
manera descrita, enseguida nos preguntamos ¿Cómo está realmente
relacionado con su entorno? Está indudablemente relacionado con
nuestro medio físico, terrestre; ¿Pero cómo?
Si
tomamos un cadáver, que es, de hecho, una representación fiel del
hombre físico - incluso del hombre físico vivo - vemos, con toda
claridad, el hígado, el bazo, el riñón, el corazón, los pulmones,
los huesos, los músculos y los nervios. Pueden dibujarse; con
contornos nítidos y se asemejan en todo lo que encontramos en las
formas sólidas. Sin embargo, hay algo curioso en esos bosquejos tan
perfilados del organismo humano. Estrictamente hablando, no hay nada
más engañoso que nuestros manuales de anatomía o fisiología, pues
llevan a la gente a pensar: hay un hígado, hay un corazón, etc.
Así
podemos decir: En su cuerpo físico, el hombre pertenece, en verdad,
a la tierra sólida, a lo que los antiguos pensadores en particular
llamaron la "tierra". Luego llegamos a lo que es fluido en
el hombre; e incluso en la ciencia externa uno nunca obtendrá una
idea razonable del hombre hasta que uno aprende a distinguir al
hombre sólido del hombre fluido este elemento interno que surge y
teje que realmente se asemeja a un pequeño océano.
Pero
lo que es terrestre sólo puede afectar realmente al hombre a través
de su parte sólida. Pues incluso en la naturaleza externa puede
verse, donde comienza
el elemento fluido, una fuerza formativa interna que trabaja con gran
uniformidad. Tomemos todo el elemento fluido de nuestra tierra: su
agua; Es una gran gota. Dondequiera que sea, el agua es libre de
tomar su propia forma, y toma la de una gota. El elemento fluido
tiende a ser parecido a una gota en todas partes.
Lo
que es terrenal - o sólido, como decimos hoy – se presenta en
formas definidas, individuales, que podemos reconocer. Lo fluido, sin
embargo, tiende siempre a tomar forma esférica.
¿Por
qué es esto? Bueno, si estudian una gota, ya sea pequeña o tan
grande como la tierra misma, encontrarán que es una imagen de todo
el universo. Por supuesto, esto suena mal de acuerdo con los
conceptos ordinarios de hoy; Sin embargo, se nos aparece así, para
empezar, y pronto veremos que esta apariencia está justificada. El
universo realmente se nos aparece como una esfera hueca en la que
miramos.
Cada
gota, pequeña o grande, aparece como un reflejo del universo mismo.
Si toman una gota de lluvia, o las aguas de la tierra como un todo,
la superficie les da una imagen del universo. Por consiguiente, tan
pronto como llegan a lo que es fluido, no pueden explicarlo según
las fuerzas terrenales. Si estudian estrechamente los enormes
esfuerzos que se han hecho para explicar la forma esférica de los
océanos por las fuerzas terrestres, se darán cuenta de lo vanos que
son esos esfuerzos. La forma esférica de los océanos no puede
explicarse por la atracción gravitatoria terrestre y similares, sino
por la presión desde fuera. Aquí, incluso en la naturaleza externa,
encontramos que debemos mirar más allá de lo terrestre. Y, al
hacerlo, llegamos a captar cómo es con el hombre mismo.
Mientras
ustedes se limiten a la parte sólida del hombre, no necesitan mirar
más allá de lo terrestre para entender su forma. En el momento en
que llegan a su parte fluida, necesitan que el segundo
hombre
sea descubierto por el pensar fortalecido. Él trabaja en lo que es
fluido.
Ahora
volvemos de nuevo a lo que es terrestre. Encontramos en el hombre un
constituyente sólido; Esto lo podemos explicar con nuestros
pensamientos ordinarios. Pero no podemos entender la forma de sus
componentes fluidos a menos que pensemos en el segundo hombre como
activo dentro de él -el segundo hombre al que contactamos dentro de
nosotros mismos en nuestro pensar fortalecido como el cuerpo etérico
humano.
Así
podemos decir: El hombre físico trabaja en lo que es sólido, el
hombre etérico en lo fluido. Por supuesto, el hombre etérico sigue
siendo una entidad independiente, pero trabaja a través del medio
fluido.
Ahora
debemos avanzar más lejos. Imaginemos que en realidad hemos llegado
hasta el punto de experimentar internamente este pensar fortalecido
y, por lo tanto, el etérico - el segundo - hombre. Esto significa
que estamos desarrollando una gran fuerza interior. Ahora bien, como
ustedes saben, se puede - con un poco de esfuerzo - no sólo dejarse
estimular a pensar, sino que incluso puede abstenerse de todo
pensamiento.
Uno
puede dejar de pensar; Y nuestra organización física hace esto por
nosotros cuando estamos cansados y nos dormimos. Pero se vuelve más
difícil ademas cesar de pensar, por voluntad propia, el pensar
fortalecido que resulta de la meditación y que hemos adquirido con
gran esfuerzo. Es comparativamente fácil extinguir un pensamiento
ordinario y débil; sacar fuera - o «sugerirle alejarse» - al
pensar fortalecido que uno ha desarrollado exige una fuerza más
fuerte, porque uno se apega de una manera más interna a lo que uno
ha adquirido así. Si tenemos éxito, sin embargo, algo especial
ocurre.
Obviamente,
nuestro pensar ordinario es estimulado por nuestro entorno, o
recuerdos de nuestro entorno. Cuando se siguen una serie de
pensamientos, el mundo sigue ahí; Cuando se duerme el mundo sigue
ahí. Pero es fuera de este mismo mundo de cosas visibles del que
ustedes se han elevado en su pensar fortalecido. Ustedes han
contactado con el entorno espacial supra-terrestre, y ahora estudian
su relación con las estrellas como antes estudiaban la relación
entre los objetos naturales que les rodeaban. Ahora ustedes se han
puesto en relación con todo esto, pero pueden suprimirlo de nuevo.
Sin embargo, suprimiéndolo, el mundo externo tampoco está allí,
pues ustedes acaban de dirigir todo su interés a esta conciencia
fortalecida. El mundo exterior no está allí; Y se llega a lo que
uno puede llamar "conciencia vacía". La conciencia
ordinaria sólo conoce el vacío en el sueño, y ademas en forma de
inconsciencia.
Lo
que uno alcanza ahora es justo esto: uno permanece completamente
despierto, no recibiendo impresiones sensoriales externas, pero no
durmiendo simplemente "despertando". Aunque, uno no
permanece simplemente despierto. Ya que ahora, al exponer la
conciencia vacía de uno por todos los lados hacia lo indefinido,
entra en juego el mundo espiritual. Uno dice: el mundo espiritual se
acerca a mí. Mientras que antes uno sólo miraba hacia fuera en el
ambiente físico supra-terrestre -que es realmente un ambiente
etérico- y veia lo que es espacial, algo nuevo, el mundo espiritual
actual, ahora se acerca a través de este espacio cósmico desde
todos los lados como desde distancias indefinidas. Al principio, lo
espiritual se nos acerca desde la parte más externa del cosmos
cuando se atraviesa el sendero que he descrito.
Una
tercera cosa se agrega ahora a la primera metamorfosis de la
conciencia. Ahora uno dice: Yo llevo mi cuerpo físico (círculo
interior), mi cuerpo etérico (azul) que aprehendí en mi pensar
fortalecido, y algo más que viene de lo indefinido - desde más allá
del espacio. Les pido que noten que estoy hablando del mundo de la
apariencia; Veremos en el curso de los próximos días hasta qué
punto se justifica hablar del etérico como procedente del mundo
espacial y de lo que está más allá de nosotros (rojo) procedente
de lo indefinido. Ya no somos conscientes de que este tercer
componente proviene del mundo espacial. Este fluye a través del éter
cósmico y nos permea como un "tercer hombre". Tenemos
ahora el derecho de hablar, por nuestra propia experiencia, de un
hombre primero o físico, de un hombre segundo o etérico, y de un
tercero o "hombre astral". (Han de darse cuenta, por
supuesto, que no deben dejarse llevar por las palabras). Llevamos
dentro de nosotros un hombre astral o tercero, que viene desde el
mundo espiritual, no meramente desde el etérico. Podemos hablar del
cuerpo astral o del hombre astral.
Ahora
podemos ir más lejos. Sólo lo indicaré en conclusión para poder
elaborarlo mañana. Ahora nos decimos a nosotros mismos: Yo respiro,
uso mi aliento para mi organización interna y exhalo. Pero ¿Es
realmente cierto que lo que la gente piensa que entra y sale en la
respiración, es una mezcla de oxígeno y nitrógeno?
Bueno,
según las opiniones de la civilización actual, lo que entra y sale
está compuesto de oxígeno y nitrógeno y algunas otras cosas. Pero
aquel que alcanza la "conciencia vacía" y luego
experimenta esta avalancha -como yo podría llamarlo- de lo
espiritual a través del éter, experimenta en el aliento que extrae
algo no formado sólo del éter, sino de lo espiritual más allá de
él. Aprende gradualmente a conocer lo espiritual que actúa en el
hombre en la respiración. Aprende a decirse a sí mismo: Tú tienes
un cuerpo físico; Este opera en lo que es sólido - que es su medio.
Tienes tu cuerpo etérico; Este opera en lo que es fluido. Pero, al
ser el hombre - no sólo un hombre sólido o un hombre fluido, sino
un hombre que lleva su "hombre aéreo" dentro de él - su
tercer hombre o astral puede trabajar en lo que es aireado o gaseoso.
Es a través de esta sustancia material sobre la tierra en la que
opera tu hombre astral.
La
organización fluida del hombre con su vida regular pero siempre
cambiante nunca será captada por el pensar ordinario. Sólo puede
ser captada por el pensar fortalecido. Con el pensar ordinario sólo
podemos aprehender los contornos definidos del hombre físico. Y,
puesto que nuestra anatomía y fisiología se limitan a tomar en
cuenta el cuerpo, sólo describen el diez por ciento del hombre. Pero
el «hombre fluido» está en constante movimiento y nunca presenta
un contorno fijo. En un momento es así, en otro, así: ahora largo,
ahora corto. Lo que está en movimiento constante no puede ser
comprendido con los conceptos cerrados aptos para los cálculos; Se
requieren conceptos móviles en sí mismos - "imágenes".
El hombre etérico dentro del hombre fluido es aprehendido en
imágenes.
El
tercero hombre u hombre astral que trabaja en el hombre "aéreo",
es aprehendido no sólo en meras imágenes, sino de otra manera. Si
avanzan más y más en la meditación -Estoy aquí describiendo el
proceso occidental- notaran, después de alcanzar una cierta etapa en
sus ejercicios, que su respiración se ha convertido en algo
palpablemente musical. Lo experimentan como música interior; Sentirán como si la música interior tejiera y surgiera a través de
ustedes. El tercer hombre - que es físicamente el hombre aéreo,
espiritualmente el hombre astral - se experimenta como un elemento
musical interior. De esta manera ustedes toman posesión de su
respiración.
El
meditador oriental hacia esto directamente concentrándose en su
respiración, haciéndola irregular para experimentar cómo vive y se
teje en el hombre. Se esforzaban por apoderarse directamente de este
tercer hombre.
Así
descubrimos la naturaleza del tercer hombre, y ahora estamos en la
etapa en que podemos decir: Al profundizar y fortalecer nuestra
visión aprendemos primero a distinguir en el hombre:
- El cuerpo físico que vive en en la tierra en las formas sólidas y también está conectado con los reinos terrestres.
- El hombre fluido en el que vive un elemento etérico siempre en movimiento y que sólo puede aprehenderse en imágenes (Bilder) - en imágenes móviles, plásticas.
- El hombre astral que tiene su copia física o imagen (Abbild) en todo lo que constituye la corriente del aire inspirado.
Este
torrente que fluye, entra y se apodera de nuestra organización
interior, se expande, trabaja, se transforma y finalmente fluye de
nuevo hacia fuera. Ese es un maravilloso proceso de devenir. No
podemos dibujarlo; Podríamos hacerlo simbólicamente, como mucho,
pero no como realmente es. No podrían dibujar este proceso más de
lo que podrían dibujar los tonos de un violín. Ustedes pueden hacer
esto simbólicamente; Sin embargo, deben dirigir su sentido musical a
oír internamente - es decir, deben atender con su oído interno y
musical y no simplemente escuchar los tonos externos. De esta manera
interior deben oír el tejer de su aliento - deben oír el cuerpo
astral humano. Este es el tercer hombre. Lo aprehendemos cuando
alcanzamos la "conciencia vacía" y permitimos que ésta se
llene de "inspiraciones" desde fuera.
El
lenguaje es realmente más inteligente que los hombres, porque nos
viene de mundos primigenios. Hay una razón profunda por la cual la
respiración fue una vez llamada inspiración. En general, las
palabras de nuestro lenguaje dicen mucho más de lo que nosotros, en
nuestra conciencia abstracta, sentimos que contienen.
Estas
son las consideraciones que pueden conducirnos a los tres miembros
del hombre -el cuerpo físico, el etérico y el astral- que hallan su
expresión en los "hombres" sólido, fluido y aéreo y
tienen sus contrapartes físicas en las formas del hombre sólido ,
En las formas cambiantes del hombre fluido y en aquello que impregna
al hombre como una música interior, experimentada a través del
sentir.
El
sistema nervioso es de hecho la representación más hermosa de esta
música interior. Está construido partiendo del cuerpo astral -
partiendo de esta música interior; Y por esta razón tiene, en una
parte definida, la maravillosa configuración de la médula espinal
con sus fibras nerviosas. Todo esto junto es una maravillosa
estructura musical que está continuamente trabajando hacia arriba en
la cabeza del hombre.
Una
sabiduría primordial que aún estaba viva en la antigua Grecia,
sintió la presencia de este maravilloso instrumento en el hombre.
Debido a que el aire asimilado por la respiración asciende por toda
la médula espinal. El aire que respiramos “entra” en el canal
cerebro-espinal y pulsa hacia arriba hacia el cerebro. Esta música
está en realidad per-formed,
pero permanece inconsciente; Sólo el rebote superior está en la
conciencia. Esta es la lira de Apolo, el instrumento musical interior
que la sabiduría instintiva y primitiva todavía reconocía en el
hombre. Ya me he referido a estas cosas antes, pero es mi intención
actual dar un resumen de lo que se ha desarrollado dentro de nuestra
sociedad en el transcurso de veintiún años.
Mañana
iremos más lejos y consideraremos el cuarto miembro del hombre, la
organización del yo propiamente dicho. A continuación, mostraré la
conexión entre estos diversos miembros del hombre y su vida en la
tierra y más allá de ella - es decir, su llamada vida eterna.
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fuente *****
http://www.rsarchive.org/
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