GA127 Basilea, 23 de febrero de 1911 - El significado de la encarnación del ser humano en las sucesivas épocas culturales

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RUDOLF STEINER


El significado de la encarnación del ser humano en las sucesivas épocas culturales

Basilea, 23 de febrero de 1911

Cuando se la reconoce correctamente, la ciencia espiritual aporta seguridad y fuerza a la vida. ¿Cómo puede ser beneficiosa en la vida? Muchas personas creen que, para una vida humana verdaderamente buena, aprender algo en este campo y reunir conocimientos espirituales es más un obstáculo que un beneficio. ¿Por qué necesitamos realmente tanta ciencia del espíritu, por qué necesitamos aprender tanto sobre el desarrollo de la Tierra y de todo un sistema planetario? Si simplemente intenta uno buscar su yo superior dentro de sí mismo y convertirse así en una buena persona, es básicamente el mejor teósofo. - A otros espíritus, que tienen una inclinación más teórica, les gusta saber de qué está hecho el hombre, ejercitar su intelecto sobre cómo se ha desarrollado la humanidad a lo largo de los diversos períodos culturales, conocer los períodos numéricos regulares, y les gustaría aprender esas cosas lo antes posible, preferiblemente para poder escribir las enseñanzas más importantes con bastante brevedad y difundirlas en una especie de catecismo.

Estos dos puntos de vista no corresponden en absoluto a lo que la ciencia espiritual puede ser para el hombre, y en lo que se convierte para aquellos que son capaces de situarse en la vida de forma correcta precisamente a través de la ciencia espiritual. En primer lugar, es cierto que estamos constituidos por un cuerpo físico, etérico y astral y por un yo. Pero si uno cree que con esto se puede conseguir algo al enumerarlo, se equivoca. No conocemos más que un esquema. Sólo sabemos algo del ser humano cuando podemos aplicar este conocimiento a la vida. Pero no puede uno hacerlo si no comprende que no sólo es importante conocer los nombres de estos cuatro miembros, sino también saber cómo están conectados estos cuatro miembros en el ser humano. Lo que importa es, si el cuerpo etérico de una persona está más o menos enlazado con el cuerpo físico, si el cuerpo etérico y el cuerpo astral se esfuerzan el uno por el otro y buscan enlazarse estrechamente, o si están más sueltos. 

Si centramos nuestra atención en esto, podemos ver que en el curso evolutivo de la humanidad en la Tierra esta relación entre los miembros cambia. Fue diferente en el pasado y será diferente en el futuro de lo que es hoy. Si observamos al antiguo egipcio en los primeros milenios de la cultura egipcia, es decir, a nosotros mismos en encarnaciones anteriores, encontramos en este antiguo egipcio a un ser humano en el que los lazos entre los cuerpos físico, etérico y astral son más laxos. Si miramos a la gente de hoy, encontramos un enlace mucho más estrecho, más denso. Y en el futuro esta conexión será cada vez más densa. Esto es lo que para nosotros da sentido al hecho de pasar por los distintos periodos culturales. Cuando hablamos de que el hombre se encarna una y otra vez, también podemos preguntarnos: ¿Por qué vuelve a encarnarse? - En efecto, nos encontramos una y otra vez con un tipo diferente de ser humano externo porque la conexión entre los miembros de la envoltura es siempre diferente. De hecho, como caldeos teníamos una estructura corporal completamente diferente a la actual, y en el futuro volveremos a tenerla diferente. Así que tenemos experiencias diferentes porque tenemos envolturas humanas diferentes.

Ahora se trata de que nos representemos debidamente, el modo en que este núcleo interno del ser humano, que pasa de encarnación en encarnación, se relaciona realmente con aquello de lo que nos revestimos, con el cuerpo astral, el cuerpo etérico y el cuerpo físico. Básicamente, la ciencia externa sólo examina la envoltura exterior. No sabe nada de las leyes más profundas que nos rigen de encarnación en encarnación. Pero la ciencia externa tampoco reconoce el significado más profundo de las leyes de la envoltura externa. Podemos convencernos de ello si consideramos aquellas conexiones en las que la ciencia exterior cree y otras en las que no. Es interesante observar que durante mucho tiempo la ciencia tendió a atribuir al hombre el libre albedrío. Pero ya he señalado que la ciencia más reciente niega a menudo este libre albedrío. Apoyándose en investigaciones externas. Esta nos dice: Echen un vistazo al curso de la vida externa. Por ejemplo, se puede utilizar la estadística para determinar cuántos suicidios se producen en una zona determinada. Se puede establecer una cierta regularidad de suicidios. Las estadísticas muestran que esto ocurre con cierta regularidad. Así pues, muchas personas están sencillamente condenadas a suicidarse. ¿Cómo se puede seguir hablando de libre albedrío? - Se podría ir mucho más lejos y apuntar a la tecnología de los seguros. Se trata de calcular y formular cuántas personas de tal o cual cifra seguirán vivas al cabo de treinta años. En otras palabras, se determina numéricamente cuántas personas de las nacidas hoy seguirán existiendo al cabo de treinta años. La muerte y la vida están sujetas a estrictas leyes externas de la naturaleza.

La ciencia externa lo ha reconocido. Pero se verá obligada a reconocer también otras cosas. Ya están saliendo a la luz hechos que obligarán a pensar en términos de ciencia espiritual. Por lo general, la ciencia no está dispuesta a aceptar nada nuevo con rapidez. Sigue un hábito peculiar. Se pueden oír grandes declamaciones sobre el hecho de que en la «Edad Oscura» hubo gente que se opuso a los descubrimientos de Copérnico. Su doctrina tuvo que imponerse con gran dificultad frente a los oscuros de la época. Y los que más hablan de ello se comportan de la misma manera no sólo frente a la ciencia espiritual, sino también frente a aquellos hechos de la ciencia que obligan a nuestro tiempo a buscar leyes espirituales. Un médico berlinés, por ejemplo, establece ciertas relaciones numéricas en el curso de la vida. Este médico, Wilhelm Fliej', comienza a llevar registros de cómo se conectan los nacimientos y las muertes en familias concretas. Un día determinado, por ejemplo, fallece una personalidad femenina en una familia. El primer nieto de esta persona nace 1428 días antes, el segundo nieto 1428 días después de la muerte, de modo que aquí tenemos la muerte de la abuela y nace un nieto simétricamente hacia delante y hacia atrás. Pero eso no es todo. En un período de 7 veces 1428 días después de la muerte de esta persona, nace un bisnieto. De modo que, si se persigue este asunto, siempre se llega a proporciones numéricas bastante definidas; proporciones numéricas que finalmente establecen la conexión entre las muertes y los nacimientos de un modo bastante maravilloso. Fliess lo ha descubierto en numerosos casos.

Pero la ciencia no parece querer reconocerlo todavía, sigue demasiado en contra de su dirección. Incluso la mejora de las condiciones sanitarias está sujeta a la relación numérica. El número de muertes por tuberculosis en un determinado periodo de tiempo, comparado con el número de muertes décadas antes, está regulado por ciertas cifras. Los médicos afirman que han limitado el número de casos mediante medidas higiénicas. Sin embargo, Fliess demostró que esto podía calcularse según proporciones aritméticas. Esto es muy inconveniente para la ciencia actual, pero se verá obligada a reconocer la existencia de una aritmética objetiva. Volverá a la antigua frase de Pitágoras: El número es algo que rige todo lo que teje y vive. - Mientras nosotros calculamos en nuestras almas, los espíritus superiores calculan desde hace mucho tiempo para poner en el curso de la vida lo que corresponde a los números. La frase de Pitágoras, -Dios hace matemáticas dejando que la vida siga su curso-, parece que vuelve a salir a la palestra. Pero, por otra parte, esto reforzaría de nuevo la actitud de la ciencia externa, que deja al ser interior del hombre sin participación en el destino de su vida. Si es aritméticamente seguro cuándo debemos morir, si el nacimiento y la muerte están tan conectados que están separados por 7 veces 1428 días, entonces nuestro ser interior parece estar atado a violentas condiciones externas.

Parece que tenemos que abstenernos de hablar de leyes especiales que rigen nuestro ser interior. Pero podemos citar razones externas que nos muestran que la historia no es del todo correcta. Si se calcúla, aunque sea con exactitud, que en un lugar se cometen tantos y tantos suicidios, o tantos y tantos robos, ¿Prueba esto que el hombre debe cometer robos? Según las fórmulas de la probabilidad, se puede calcular cuánto dura probablemente la vida de los seres humanos. Pero no creo que ningún hombre admita que está obligado a morir el día calculado por la aritmética. Para el ser interior, nada se deduce de esta regularidad de las fórmulas matemáticas. ¿Qué hay del hecho de que Fliess demuestre que transcurren 1.428 días entre la muerte y dos nacimientos? ¿Prueba esto algo sobre la regularidad interior de nuestro yo? Porque no es tan fácil comprender la relación de este núcleo interno del ser con el curso externo de la vida. ¿Cómo encaja con el hecho de que sigamos nuestro karma, de que tengamos que seguir a nuestro yo interior? No es fácil de entender. Una ilustración lo hará comprensible. Es muy posible que dos acontecimientos, dos corrientes, dos hechos, que de hecho están relacionados entre sí, continúen independientemente el uno del otro. Piensen en una cosa: Si uno quiere ir de aquí a Zurich, viaja en tren. Pero se puede ver cuándo sale el tren en el horario, que también contiene muchos números. En cierto modo, uno está íntimamente ligado a las cifras. Se siente uno dependiente de los números del horario en lo que piensa, se afana y experimenta interiormente. Pero aparte de esta serie de hechos, como que se pueda estudiar el horario, ¿no existe el otro relacionado con el desarrollo de su alma, que quiere subir al ferrocarril? Estudiando el horario nunca se podrá saber por las cifras si uno es bueno o malo, sabio o tonto. Del mismo modo que es irrelevante para el ser interior de nuestra alma qué horario existe, es igual de esencial para el karma de nuestra vida qué números resultan según los cálculos realizados por Fliess. Entramos en la corriente de la vida, que se rige por leyes que no tienen nada que ver con nuestra regularidad interior, salvo lo que nosotros mismos provocamos. Debemos decidir subir al tren. Es igualmente cierto que debemos determinar por las leyes internas del karma entrar en una corriente de vida que luego es regulada por las leyes de la aritmética.

¿Por qué razón se dicen todas estas cosas? - Porque el buscador del espíritu debe adquirir cada vez más un sentimiento del hecho de que la vida es complicada, que la vida es algo que uno no debe creer que puede abarcar con los pensamientos más cómodos. Quienes crean que se puede comprender fácilmente toda la vida porque sepa unas pocas frases de la ciencia espiritual, están muy equivocados. Uno debe tener la voluntad de penetrar más y más profundamente en estas conexiones. Hay que tener la sensación de que los pensamientos según los cuales está organizado el mundo también son válidos para el hombre. Si no existiera conexión alguna entre las leyes exteriores y el karma humano, toda la vida se desmoronaría.

Dos hechos lo demuestran. En la ciencia espiritual, nos esforzamos por utilizar las mejores analogías posibles. En cierto modo, las cifras del horario están relacionadas con la vida práctica. Aunque no tenga nada que ver con el horario si viajamos a Zurich o no, aunque no veamos ninguna relación, el horario está relacionado con las condiciones humanas. La gente lo ha construido de tal manera que no se corresponde demasiado torpemente con las condiciones de vida. Así que originalmente el calendario estaba adaptado a las condiciones de vida humanas. Algo parecido ocurre con nuestro karma y el flujo de nuestras vidas, que está regulado por él. Los seres de las jerarquías superiores también han determinado el «calendario» según las proporciones numéricas que encuentran las estadísticas cuando ascienden con números regulares, de modo que éstas corresponden exteriormente a las condiciones humanas generales. Donde uno encuentra, cuando se encarna de nuevo, un curso de vida cómodo, el otro se encuentra un curso incómodo. Esta ley no se produce en todas las familias de tal manera que siempre nazca un nieto 1428 días antes de la muerte de la abuela. Pero si tenemos en cuenta que 1428 también es divisible por 28, -es 51 veces 28-, entenderemos un poco mejor la relación numérica. No siempre se obtiene el número 1428 de estos cálculos, pero suele haber un múltiplo de 28 entre la muerte de cualquier miembro de la familia y un nacimiento. El múltiplo puede llamarse 13 o 17 o lo que sea, pero el número 28 está ahí, se dispone regularmente. Esto nos da la oportunidad de subir a diferentes trenes según el horario. Y así, según nuestro karma, tenemos la oportunidad de organizar nuestra vida, cómoda o incómodamente.

Sin embargo, no sólo digo esto para indicar lo complicadas que son estas condiciones externas, sino que también quiero señalar que los seres humanos podemos extraer una consecuencia moral de todos esos conocimientos. Y eso es lo que la ciencia espiritual nos aporta como algo tan infinitamente importante. Podemos decir:
Estoy en este mundo, encuentro en este mundo las relaciones numéricas que muestran cómo está organizada nuestra vida exterior. Ha sido necesario un largo período de desarrollo cultural humano para descubrirlo. Pero, ¿cuánto sabemos en realidad sobre esta regularidad? - Y aquí tenemos que decir: sabemos infinitamente poco. Lenta y gradualmente hemos descubierto algo de la sabiduría divina. Pero precisamente cuando absorbemos lo más bello e importante de la sabiduría, ésta nos recuerda que debemos ser humildes. Nos muestra lo poco que podemos abarcar la vida con los pensamientos que tenemos. Esta contemplación es entonces un incentivo para seguir luchando por la luz.

Este sentimiento moral, esta reverencia por la sabiduría del universo, es lo que podemos adquirir y lo que nos hace mejores seres humanos. Y adquirimos este sentimiento hacia la sabiduría, que se apodera de nosotros cuando nos damos cuenta de que esta sabiduría ha estado cerca de nosotros en nuestra vida intermedia entre la muerte y el nuevo nacimiento. Cuando nos surge la necesidad de descender a una nueva existencia terrenal, elegimos a qué tren debemos subir para cumplir con nuestro karma. Entonces nos llega la decisión, y decidimos si elegir este o aquel vínculo familiar, estos o aquellos padres. Pero no encontraríamos respuesta si nos preguntaran ahora cuál es la mejor encarnación para nosotros, si en esta o en aquella familia. Así que antes de nuestra encarnación somos más inteligentes que en nuestra existencia física, porque entonces, antes de nuestra encarnación, hicimos la elección correcta. De este sentimiento de que no nos hemos vuelto más listos después de la encarnación que antes, no puede surgir ningún orgullo por lo que hemos conseguido.

¿Por qué somos mucho más inteligentes antes de nacer, cuando podemos tomar las decisiones correctas? No estaríamos solos, sino que en nuestra vida entre la muerte y el renacimiento estamos impregnados por otras fuerzas que en el momento en que entramos en la existencia física, nos dejan. Cuando entramos en la existencia física estamos impregnados por las sustancias de los reinos terrestres que nos rodean, por el oxígeno, el nitrógeno, etc.; las absorbemos en nosotros mismos, están entonces en nuestras envolturas corporales. Cuando abandonamos el cuerpo, cuando atravesamos la puerta de la muerte y vivimos entre la muerte y el nuevo nacimiento, somos absorbidos por los seres de las jerarquías superiores. Así como vivimos aquí, en los diferentes reinos, con los animales, las plantas, los minerales, también vivimos allí con los Arkai, con los arcángeles y los ángeles. Estamos insertos en su ser, del mismo modo que aquí estamos insertos en las sustancias físicas. Del mismo modo que estas sustancias afirman aquí sus leyes, del mismo modo que el hierro de la sangre pulsa según sus leyes, los seres de las jerarquías superiores actúan en nosotros entre la muerte y el nuevo nacimiento, y su sabiduría nos empuja hacia el tren correcto de la existencia. Los seres de las jerarquías superiores tienen la sabiduría en su interior, del mismo modo que nosotros tenemos las sustancias físicas en nuestro interior. Y está muy justificado si como consecuencia moral, lo que nos invade es la humildad; si nos damos cuenta de qué pequeña parte hemos absorbido en nosotros de la sublime sabiduría de estos seres, hasta ahora en la vida física. Entre la muerte y el renacimiento estamos incrustados en el regazo de estos seres de las jerarquías superiores, debemos entregarnos a ellos. No querer hacerlo sería lo mismo que querer vivir sin ingerir las sustancias físicas hidrógeno, oxígeno y demás. Sería absurdo querer vivir sin entregarse plenamente a los seres de las jerarquías superiores.

El que considere que debe dedicar ese tiempo entre la muerte y el nuevo nacimiento a los seres de las jerarquías superiores se preguntará: ¿Cuál es la mejor preparación para ese tiempo? -y se dará a sí mismo la respuesta: La mejor preparación es desarrollar ya ahora, entre el nacimiento y la muerte, este sentimiento de devoción al mundo divino-espiritual. - Reverencia y devoción es lo que recibimos cuando nos imbuimos de los sentimientos correctos de la manera correcta. La humildad y la devoción al mundo espiritual impregnarán todos nuestros sentimientos.

Cuando la gente empieza a pensar y a vivir de este modo, también encuentra una sensación de equilibrio con el mundo que le rodea. Estos pensamientos también regulan y armonizan sus otras sensaciones. Muchos vicios del mundo exterior son llevados a la Teosofía. No provienen de la Teosofía, sino del hecho de que la gente los trae de fuera. Pensemos en un hombre que ha sido laborioso y trabajador en el mundo exterior, pero de tal manera que los que le rodean dicen: Es la ambición la que le hace laborioso, se sobrepasa, arruina sus fuerzas, no tiene cuidado de que este trabajo debe tener un límite. Ahora se encuentra con la teosofía. Allí encuentra ideas completamente diferentes de las que tenía antes. Pero esta cualidad general que tenía fuera también puede ser llevada a la Teosofía. Oye, por ejemplo, que es necesario cierto grado de estudio para que el alma progrese. Pues bien, estudia, pero estudia como un estudiante que quiere superar a sus colegas. Debería aprender a ejercitar el equilibrio en sus poderes; debería aprender a observar cuánto puede lograr de acuerdo con sus poderes kármicamente asignados; no debería proseguir los estudios teosóficos en exceso. Tal vez ha oído que es bueno para su desarrollo espiritual no comer carne, y no se pregunta: ¿Es también bueno para mi cuerpo? Se abstiene de la carne para acelerar su desarrollo. Pero debemos aprender a través de la Teosofía: Primero debo investigar si mi karma me permite seguir inmediatamente las reglas más elevadas. - Adquirimos una observación tranquila y humilde de nuestro propio karma, de nuestras propias capacidades y poderes, si nos comprometemos de la manera correcta con lo que la ciencia espiritual puede darnos. Son precisamente los más avanzados en lo oculto los que observan más de cerca la regla aplicable del equilibrio. A veces, sin embargo, ocurre lo contrario: si las circunstancias externas se resisten a una formación adecuada, uno quiere forzarse, se empuja hacia el objetivo que se ha fijado, se afana mentalmente para obtener una respuesta inmediata a una pregunta que se plantea. El estudiante avanzado nunca hace esto. Primero se aclara a sí mismo: Esta pregunta está ahí. Luego se examina a sí mismo:
¿Eres capaz de obtener la respuesta completa a la pregunta en este momento? Espera y verás, -se dice a sí mismo-, si los seres del mundo espiritual te darán esta respuesta. - Si primero tiene que tirar y empujar, se da por vencido por el momento. Sabe que tiene que esperar. Puede esperar porque está imbuido de la duración eterna de la vida y porque sabe que el karma, del que no hace caso omiso, da a cada uno lo que debe recibir. Entonces llega un momento en que recibe una pista interior y los poderes del mundo espiritual le revelan la respuesta. Tal vez esto ocurra después de años, tal vez sólo después de varias encarnaciones. Esto caracteriza la actitud correcta: ser capaz de esperar, ser paciente, desarrollar un sentido del equilibrio, no precipitarse.

Quien permita que las enseñanzas de la ciencia espiritual trabajen en él de la manera correcta, podrá dominar sus sentimientos y sensaciones a través de estas enseñanzas de tal manera que le permitan observar tal equilibrio, tal armonía. Con esta actitud penetramos en el cuerpo astral desde el yo de tal manera que este cuerpo astral absorbe las verdades del mundo espiritual, si se me permite una comparación trivial, como una esponja absorbe el agua en la que se sumerge. El conocimiento espiritual penetra gradualmente en el cuerpo astral, y éste se impregna de él. Hoy vivimos en una época en la que es necesario y en la que se hace cada vez más necesario que impregnemos el cuerpo astral de sabiduría espiritual. Los tiempos están cambiando cada vez más de tal manera que el cuerpo astral del ser humano que atraviesa la puerta de la muerte y luego vuelve a entrar en futuras encarnaciones, quedará sumido en la oscuridad, de modo que ya no sabrá orientarse en el mundo espiritual si no se impregna ahora del conocimiento espiritual. Pero cuando esté imbuido del conocimiento espiritual que estamos absorbiendo ahora, entonces se convertirá en una fuente de luz, iluminará su entorno. La sabiduría que absorbemos aquí se convertirá en luz en el mundo espiritual.

Si ahora nos preguntamos por qué la Teosofía sólo ha llegado hoy, por qué no estaba antes, debemos decir:
No llegó porque había una sabiduría antigua que se imprimió en el hombre sin que éste tuviera que hacer nada. Era como una especie de herencia que la gente recibía de la antigua luna. Con esta herencia eran capaces de penetrar en el mundo espiritual. Duró hasta la era cristiana. Pero entonces el hombre ya no podía absorber directamente lo que es la sabiduría espiritual. Primero debe penetrar en el alma con el conocimiento espiritual-científico, y éste será entonces el poder que hará que el hombre penetre en el mundo espiritual con la luz de su alma en el futuro. Las condiciones de la humanidad cambian de época en época.

Todo el ocultismo sabe que existe una sabiduría que proviene de la antigua luna y que todavía estaba activa residualmente hasta los siglos XV y XVI, de modo que cuando los hombres entraban en el mundo espiritual veían la luz que brillaba sin su ayuda. Hoy, sin embargo, podemos absorber cuanto queramos de esta antigua sabiduría, que fue transmitida en la humanidad como una antigua herencia, con nuestras almas, -la cual ya no brilla después de que las personas han atravesado la puerta de la muerte. Sólo la sabiduría que las personas reciben a través de Cristo diciendo: No yo, sino el Cristo en mí-, sólo esta sabiduría será una luz brillante para el futuro paso del hombre a través de la puerta de la muerte. Así pues, tomamos la ciencia espiritual que ha sido bautizada para tener una fuente de luz en el cuerpo astral cuando pasemos por la puerta de la muerte.

Pero cuando asimilamos este conocimiento espiritual bautizado, cuando penetramos con él en nuestro cuerpo astral, entonces no se queda en mera sabiduría, sino que penetra en nuestros sentimientos. Aprendemos lo que ocurrió en el antiguo Saturno, lo que ocurrió en el antiguo sol y en la antigua luna y cuál es la tarea de la tierra. Si ustedes leen las descripciones dadas en mi «Ciencia Oculta en Esquema», sentirán que la descripción de Saturno tiene un tono básico completamente diferente al de los otros estados planetarios. Al describir el estado de Saturno, se puede sentir que las condiciones se describen con cierta crudeza. Esto se siente en el alma y es necesario. Pueden sentir la existencia del sol como si floreciera, brotara la vida. Puedes sentir la representación de la luna como si un cierto sabor melancólico y sombrío impregnara el conjunto de conceptos que allí se dan. Una persona sensible puede percibirlo hasta en el sentido del gusto, hasta en la lengua.

Los tontos dirán: las descripciones son desiguales, el estilo no es fijo. Pero debemos saber que esto es necesario, y por qué razón. Debemos saber por qué es necesaria una melodía de tres tonos específicos, cada uno de los cuales debe resonar a partir de las palabras, y si lo sabemos, también podemos transformarlo en sentimientos y enviar los sentimientos al mundo. Los sentimientos que encendemos en nosotros de esta manera se transforman. Lo que se absorbe en el cuerpo astral como sabiduría se transforma en una entrega voluntaria a las condiciones del mundo, y esto se apodera entonces de nuestro cuerpo etérico. Cuando somos sabios, preparamos el camino. Las fuerzas con las que descendemos a las próximas encarnaciones moldean e impregnan el cuerpo etérico. Si hemos impregnado así el cuerpo etérico de piedad genuina, verdadera, y luego se disuelve en el éter general del universo, entonces hemos entregado al universo un cuerpo etérico que está impregnado de piedad y que beneficia al universo entero. Si, por el contrario, somos impíos, materialistas, entonces estamos desprendiéndonos de un cuerpo etérico que tiene un efecto desintegrador y destructivo cuando se disuelve en el éter general del universo. En la medida en que somos sabios, nos servimos directamente a nosotros mismos, pero indirectamente también servimos al mundo. En la medida en que somos piadosos, servimos directamente al mundo, pues la piedad se comunica a todo el mundo. Y la ciencia espiritual no sólo puede dar sabiduría y piedad, sino también seguridad y un enfoque en las fuerzas vitales del cuerpo. Incluso la conexión consciente con el mundo espiritual proporciona tales fuerzas vitales.

He mencionado a menudo que Fichte, que se encontraba a las puertas de la Teosofía, conocía algo de estas conexiones. Había en él tal certeza de la vida que podía decir cuando hablaba de la naturaleza del hombre: «Levanto mi cabeza audazmente hacia las amenazadoras montañas rocosas y hacia el furioso torrente de agua y hacia las nubes que nadan en un mar de fuego y digo: ¡Soy eterno y desafío vuestro poder! Todos vosotros os derrumbaréis sobre mí, y vosotros, tierra y cielo, os mezclaréis en la salvaje agitación, y vosotros, todos los elementos, espumaréis y os enfureceréis, y en la salvaje batalla desgastaréis el último polvillo de sol del cuerpo que yo llamo mío; sólo mi voluntad, con su firme plan, se cernirá audaz y fríamente sobre las ruinas del universo. Porque me he apoderado de mi destino, y es más permanente que tú; es eterno y yo soy eterno como él». - La seguridad de la vida brota de la conciencia de que el hombre camina en lo eterno del espíritu. ¿Puede debilitarse una persona que está tan arraigada en lo eterno del espíritu? Es la toma de conciencia del espíritu la que vierte más y más de este poder en nosotros.

¿Qué nos da este poder? La sabiduría da al cuerpo astral lo que nos permite superar cada vez más las fuerzas inhibidoras. La piedad regula las fuerzas y la correcta organización del cuerpo etérico. Pero lo que fluye en nuestro cuerpo a través del hecho de que conocemos nuestra conexión con lo eterno, eso es la seguridad de la vida, y se nos comunica incluso en las facultades del cuerpo físico. Cuando poseemos esto, entonces damos paso a la maya, la ilusión y el engaño. Es una ilusión cuando alguien dice que nuestro cuerpo físico sólo se desintegra en polvo terrenal cuando morimos. - No. No es indiferente la forma en que el cuerpo físico se haya formado una vez, la forma en que el hombre lo haya moldeado. Si tal seguridad en lo eterno impregna este cuerpo físico, entonces devolvemos a la tierra lo que hemos adquirido como seguridad de vida. Fortificamos nuestro planeta tierra con lo que hemos adquirido durante nuestra vida. A través del cuerpo físico damos nuestra seguridad de vida al mundo. En el cuerpo físico en descomposición, la descomposición es sólo Maya. Quien sigue al cuerpo físico a través de la muerte ve que el grado de seguridad vital que el hombre ha adquirido durante la vida fluye hacia nuestra tierra.

De este modo consolidamos en el cuerpo astral, en el cuerpo etérico y en el cuerpo físico, mediante la sabiduría, la piedad y la seguridad de vida, lo que como seres humanos podemos elaborar como lo mejor para toda la evolución de nuestra Tierra. De este modo trabajamos en nuestro planeta Tierra, pero también adquirimos el sentimiento de que el hombre no está solo, ni aislado, sino que lo que elabora en su alma tiene valor y significado para el conjunto. Y así como no hay partícula del sol que no lleve en sí las leyes del universo, tampoco hay ser humano que no construya y destruya el universo a través de lo que hace y deja de hacer. Al proceso del universo que avanza, podemos tanto darle como podemos quitarle, como podemos desmoronarnos de él al no preocuparnos por su desarrollo, al no imbuirnos de piedad, al no adquirir seguridad de vida. Con estas omisiones contribuimos a la destrucción del planeta tanto como lo construimos mediante la adquisición de sabiduría, piedad y seguridad de vida. Así empezamos a darnos cuenta de lo que la ciencia espiritual puede llegar a ser para nosotros emocionalmente cuando se apodera de toda la persona.
Traducido por J.Luelmo ene,2025

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