GA156 Dornach, 20 de diciembre de 1914 -Ciencia, Arte y Religión..

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    RUDOLF STEINER. 



CIENCIA, ARTE Y RELIGIÓN. - TRANSFORMACIÓN DEL ORGANISMO HUMANO EN LA SIGUIENTE EVOLUCIÓN DE JÚPITER 

 Dornach, 20 de diciembre de 1914

cuarta conferencia

En las diversas observaciones de los últimos tiempos, que se han hecho aquí, no he tratado tanto de transmitirles conceptos e ideas individuales como de caracterizar una determinada manera de relacionarse con el mundo. Pues hay que darse cuenta una y otra vez de que lo más importante con respecto al logro que ha de venir a través de la ciencia espiritual no es lo conceptual, lo imaginativo, sino toda la constitución del alma, todo el talante del alma, que el ser humano del futuro podrá adquirir de nuestro desarrollo terrenal a través de la ciencia espiritual.
Hoy en día casi todos los que se sitúan en la ciencia espiritual conservan todavía algo de los restos de las antiguas actitudes, de los antiguos estados de ánimo del alma. Y esto es así sobre todo en mayor medida porque un determinado estado de ánimo del alma sólo se ha evocado en el alma moderna hace relativamente poco tiempo, desde hace tres, cuatro o cinco siglos.
En la búsqueda del esclarecimiento de los fenómenos naturales, se ha creado este estado de ánimo anímico, que me gustaría describir como partiendo de la llamada visión científica del mundo, que todavía se considera en los círculos más amplios como la única científicamente válida. Sabemos, después de todo, que impregnarse de conceptos e ideas científicas como base de una visión del mundo apenas ha calado hoy en una pequeña parte de la humanidad terrenal. Pero, en el fondo, la educación escolar moderna se encarga de que no sea tanto la ciencia como esta actitud científica la que se extienda rápidamente, y debido a que esta actitud anímica de tipo científico sólo ha arraigado desde hace tan poco tiempo, naturalmente también es difícil para la actitud espiritual-científica del mundo situarse en aquello que sólo se ha arraigado recientemente y que primero debe desarrollarse en la mayoría de las personas como etapa transitoria de la evolución.
Este talante de la cosmovisión científica conduce muy necesariamente de forma gradual a una especie de materialismo, pues no puede ser otra cosa que unilateral. El cual se adquiere de manera unilateral a través de lo que se puede llamar las experiencias intelectuales del hombre, y también se esfuerza por excluir en la medida de lo posible de las ideas de la cosmovisión antes mencionada, todo lo que no se corresponde con este talante intelectual del hombre, lo que no es concebido, lo que no es ideado, lo que no se adquiere a través de la experimentación o a través de la observación con ayuda de la imaginación y el razonamiento. Este talante de la cosmovisión también ha conservado, podría decirse, realmente su unilateralidad con respecto a la visión del hombre, y en vista de los muchos impulsos que han entrado en el alma humana, podemos sentir lo difícil que será desplegar el talante anímico más amplio, que a su vez emana del hombre completo, hacia el mundo a través de la ciencia espiritual.
Cuando alguien hoy en día, que está bastante versado en la visión científica del mundo, se hace con un libro como "La Ciencia Oculta un bosquejo", considera el contenido de este libro como una especie de tontería de algún cabeza de chorlito, porque su cerebro unilateral y el talante intelectual no pueden, por supuesto, extraer ningún tono especial de este libro. Ahora bien, un fenómeno en particular, -muchos fenómenos, por supuesto, pero un fenómeno de forma bastante llamativa-, muestra algo así como un contraste radical entre la cosmovisión de la ciencia espiritual y la cosmovisión de la ciencia natural en sentido limitado. Quiero subrayar primero este punto.
Cuando estudiamos al hombre desde un punto de vista científico-espiritual, se nos hace evidente, a medida que nos remontamos a tiempos remotos y pasados, por así decir, a la evolución lunar de nuestra existencia planetaria, que si nos remontamos al hombre de esta manera, gradualmente lo que parece tan significativo para el desarrollo terrenal del hombre, en realidad todavía no estaba presente en la antigua evolución lunar. En aquella antigua evolución lunar existía esencialmente, -digo esencialmente-, lo que está más o menos relacionado con el desarrollo actual del cerebro del hombre. Y lo que el hombre posee aparte de la cabeza, aparte de lo que pertenece principalmente al cráneo, a la cabeza, lo que tiene como corporeidad restante, es esencialmente producto terrestre, organismo de la tierra.
En esencia, vuelvo a decir; porque también se podría decir así: Si retrocedemos al hombre hasta la antigua evolución lunar, entonces vemos gradualmente, cuanto más retrocedemos, que sus miembros exteriores, debido a los cuales hoy es un hombre terrestre, se van encogiendo, y lo que permanece es su cabeza, que ha ido remodelándose a lo largo de la evolución terrestre, pero que cuando retrocedemos a la evolución lunar en esencia se mantiene. El resto se ha ido organizando, incorporando. Esto lo expuse una vez más detalladamente en las conferencias sobre "Fisiología oculta" GA128, que espero aparezcan algún día en el ciclo de Praga que di en 1911. Así pues, esencialmente llegamos a la conclusión de que el ser humano partió de lo que hoy está presente de forma concentrada en su organización craneal; las demás cosas se han ido incorporando. Por consiguiente, debemos decir que, esquemáticamente dibujado, tendríamos al ser humano en su desarrollo lunar de esta manera (dibujo) y en su desarrollo terrestre lo tendríamos de tal forma que el resto de la organización está unido a ella.
Tomen esto y compárenlo con lo que la visión científica unilateral del mundo ha logrado gradualmente hasta el día de hoy. De manera unilateral, -por supuesto, todas estas cosas están justificadas-, supone decir: El hombre se ha desarrollado gradualmente hacia arriba desde los estadios animales inferiores hasta su perfección actual. ¿Qué vemos en los estadios animales inferiores? Vemos en ellos el desarrollo precisamente de aquello que se añadió al desarrollo del cerebro y de la cabeza del hombre durante su evolución en la tierra, y en los animales vemos que aquello que contiene la cabeza humana se ha atrofiado. En los animales vemos, especialmente desarrollados, justamente los miembros, lo que se añadió al hombre como apéndices, mientras que lo que ya se desarrolló como cabeza en el hombre durante el antiguo desarrollo lunar, que luego se concentró, lo vemos en los animales todavía marchito, atrofiado. Pero esto es lo que ve la cosmovisión científica. Podemos decir que en realidad ponen el carro delante de los bueyes, pues toman como punto de partida lo que primero se unió al hombre, aquello que ya estaba presente en el hombre incluso antes de que poseyera órganos como los que tienen los animales actuales, ellos (la ciencia natural), suponen que el hombre se ha desarrollado a partir de esas formas mismas.
Visto lógicamente, esto significa nada menos que concluir así:
Mirando a un niño y luego a su padre, uno se da cuenta de que el padre es mayor que el niño. Puesto que ahora se asume por deducción lógica que lo mayor, desarrollándose, sólo pudo surgir de lo menor, el padre debe haberse desarrollado a partir del hijo, y no al revés. Y así es. Así de grotesca se mostrará un día la unilateralidad del pensamiento científico moderno a la nueva conciencia de la humanidad. Se sabrá que la teoría darwiniana unilateral no es lógicamente otra cosa que la afirmación de que el hijo ha nacido de su padre.
Ahora pueden imaginarse qué esfuerzos serán necesarios hasta que la humanidad vuelva a aprender sobre cosas como las que ahora se han indicado. ¡Lo que hace falta para reaprender de verdad! Hemos conseguido felizmente establecer una cosmovisión que pone el mundo patas arriba, y ahora la humanidad se enfrentará a la necesidad de volver a poner el mundo sobre sus pies. Pero durante apenas tres o cuatro siglos, la gente se ha acostumbrado a ver como correcta la posición inversa.
Realmente una de nuestras tareas no es simplemente adquirir ideas teóricas sobre esto o aquello en el mundo, sino adquirir sentimientos y sensaciones para las tareas que nos incumben dentro del movimiento científico-espiritual.
Debemos darnos cuenta de hasta qué punto lo que debe resultar para nosotros de la visión espiritual-científica del mundo debe diferir realmente de lo que hoy nos rodea por todas partes en el exterior. De lo contrario caeremos una y otra vez en el error de no advertir la diferencia radical y querer hacer concesiones a la ligera, mientras que debemos ser conscientes de que no podemos dejar de injertar algo en las cosmovisiones anteriores, sino desarrollar a partir de una nueva célula primigenia de la vida de la cosmovisión aquello que podemos vislumbrar cada vez más como lo correcto desde la ciencia espiritual. Sólo desde esta conciencia lograremos poner nuestra alma en nuestra tarea, y debemos acostumbrarnos a que muchas cuestiones que surgen fuera del círculo de la ciencia espiritual sólo pueden ser abordadas, como mostré ayer con referencia a una pregunta, cuando nos implicamos en lo que la ciencia espiritual puede desencadenar en nuestra alma.
Veamos algo más que puede estar cerca de donde nos encontramos ahora mismo, el lugar donde hemos construido nuestro edificio. He subrayado a menudo antes que el arte, la ciencia y la religión son tres ramas de la vida espiritual humana que brotaron de una misma raíz. Cuando nos remontamos, -como he dicho a menudo-, a la época de los misterios primigenios, todavía no encontramos las actividades de los misterios primigenios de tal manera que podamos decir que eran arte o religión o ciencia, sino que son todo esto junto. La ciencia, la religión y el arte en los misterios primigenios son una unidad, orgánicamente conectados entre .
Lo que hoy la gente trata de visualizar con los pobres conceptos e ideas de los que hablé ayer, en los Misterios primigenios el hombre lo veía en viva representación, en viva contemplación. En aquel entonces él podía percibir lo que hoy sólo puede pensar. Tal como miramos hoy una obra de arte, en el futuro no será así como nos acerquemos a la obra de arte. No nos acercaremos a la obra de arte de tal manera que primero la miremos y luego creamos que primero la comprendemos en nuestros pensamientos, sino que en la contemplación directa, experimentándola en el alma, sabemos que la comprendemos. Así era como el hombre comprendía, -experimentando en lo que contemplaba-, en los misterios en los que había sido iniciado, aquello que debía comprender científicamente. Lo que debía comprender científicamente, lo que debía comprender mirándolo, lo que debía mirar comprendiéndolo, era al mismo tiempo una cosa bella que aparecía en formas exteriores y colores, que hablaba en sonidos y palabras: era al mismo tiempo arte. Ciencia y arte eran una sola cosa.
Hoy en día, sólo el arte, que se ha separado de lo que se supone que nos da la ciencia, nos da todavía una idea de que se está al mismo tiempo unido interiormente con el objeto en la unidad exterior inmediata, y sólo aquellos que quieren llevar al arte la barbarie del simbolismo, de la simbolización, pecan contra esta comprensión vivencial inmediata de la obra de arte. Pues en el momento en que uno empieza a interpretar una obra de arte, abandona lo que se puede llamar la comprensión vivencial de la obra de arte. En el fondo es una auténtica barbaridad, digamos, tratar "Hamlet" de tal manera que los personajes individuales sean interpretados como los principios de la visión teosófica. No me gustaría que las formas individuales de nuestra estructura se interpretaran simbólicamente de este modo, ¡pues de lo que se trata es de la experiencia de comprensión inmediata!
De modo que en los misterios primigenios, la experiencia científica del mundo era al mismo tiempo experiencia artística del mundo, y por tanto esta experiencia científica y artística del mundo era al mismo tiempo sentimiento religioso del mundo. Pues lo que se experimentaba de este modo en la contemplación directa y viva, en la comprensión experiencial y en la experiencia comprensiva, era aquello que al mismo tiempo se podía adorar, a lo que se podía elevar toda el alma con fervor religioso. Religión, arte y ciencia eran uno, y me gustaría usar la palabra religiosa, tenía que haber una separación entre ciencia, arte y religión debido a la debilidad humana debida al pecado original. Lo que originalmente era uno tuvo que dividirse de tal manera que surgieron una corriente religiosa, una corriente artística y una corriente científica. Lo que originalmente había abarcado toda el alma humana como un organismo, tejido de contenido científico, religioso y artístico, tuvo que ser distribuido entre las potencias individuales del alma. La ciencia fue dada al hombre para el intelecto, para pensar, de modo que cuando experimentaba el mundo pensando en la ciencia, su voluntad y su sentimiento podían dormir, podían descansar.
El hombre se debilitó. De manera unilateral, al pensar, buscaba experimentar el mundo científicamente, y asimismo de manera unilateral buscaba experimentarlo artísticamente para que las otras fuerzas pudieran dormir, y a su vez de manera unilateral buscaba experimentar el mundo religiosamente por la misma razón. El hombre no habría podido desarrollar lo que puede elaborar intelectualmente hasta tal perfección como sucede hoy en día si no se hubiera desarrollado una corriente científica unilateral; no habría podido alcanzar lo que se ha logrado artísticamente si el arte no se hubiera separado; y el fervor religioso no habría alcanzado la altura que tenía que alcanzar si no se hubiera separado de las otras potencias del alma que se dedican a la ciencia y al arte.
Pero con respecto a esta separación, en realidad hemos llegado a una crisis, y esta crisis está claramente expresada; muy, muy claramente expresada. ¿En qué? Quisiera decir que precisamente en los últimos siglos la humanidad ha tenido que experimentar cada vez más cómo se expresa esta crisis. La ciencia, el arte y la religión se han separado hasta tal punto que ya no se entienden, que ya no pueden relacionarse. Vemos cómo poco a poco se rompen las "relaciones diplomáticas" entre religión, ciencia y arte. Vemos cómo tales relaciones seguían existiendo, por ejemplo, en el apogeo del Renacimiento italiano, donde todavía se teje un vínculo íntimo entre la religión y el arte en las creaciones de Rafael, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. Pero cuanto más nos adentramos en los tiempos modernos, más nos damos cuenta de que se desarrolla gradualmente una incomprensión mutua entre la ciencia, el arte y la religión. Vemos ahí, -y desgraciadamente tenemos que admitirlo-, cómo en muchos casos en los últimos siglos la religión se ha vuelto incluso hostil al arte, cómo ha desechado el arte, cómo hay movimientos religiosos que pretenden alcanzar las cimas del sentimiento religioso desechando las obras pictóricas y haciendo las iglesias lo más sobrias y carentes de arte posible. También vemos cómo otra corriente religiosa ha llegado a tener obras de arte, pero sobre todo las que ya no son obras de arte, porque las muchas obras de arte de los últimos siglos que todavía encontramos en las iglesias no pretenden despertar el sentido artístico, el sentido estético, sino erradicarlo por completo. Por otra parte, vemos cómo el arte ha perdido cada vez más su conexión con el concepto de ser divino-espiritual, cómo todo se ha convertido en naturalismo, cómo la gente quiere representar cada vez más sólo aquello que tiene un modelo en la naturaleza externa.
Huelga decir que el arte debe entonces romper sus, si se me permite la expresión, "relaciones diplomáticas" con la religión si quiere ser sólo arte naturalista, porque aquello que la religión debe honrar no puede tener modelo en la naturaleza externa. Eso es bastante evidente. Y podemos ver lo poco que la ciencia ha mantenido sus relaciones por la lenta aproximación de esta ruptura de relaciones. ¡Sí, puede verse cómo se acerca lentamente!
Tenemos un destacado artista de siglos anteriores que fue a la vez anatomista y técnico en diversos campos: Leonardo da Vinci. Quien lee sus obras científicas sigue sintiendo en todas partes cómo estas obras científicas están impregnadas de un sentido artístico. Pero se puede ver cómo este sentido se ha evaporado cada vez más en los últimos tiempos, y lo inartístico que se ha vuelto, y cómo hoy en día la gente parece creer que la grandeza de la ciencia radica precisamente en ser inartística. Se ha convertido casi en dogma para cierta tendencia de los tiempos modernos que Goethe fue un físico tan terrible porque su sentido artístico no le permitió llegar a ser un físico propiamente dicho.
En definitiva, ha habido una falta de entendimiento entre las tres corrientes. Pero esto describe la crisis. Porque cuando lo que proviene de una raíz se separa de tal manera que ya no existen las relaciones mutuas, los jugos vitales comunes, entonces se ha producido la crisis, y el desarrollo unilateral debe llevar a que estos jugos vitales se marchiten. Con respecto a la incomprensión de lo que es más organismo, más organismo coherente en la naturaleza humana y lo que separa en el desarrollo exterior, en los últimos tiempos lo hemos llevado a un estado de crisis. Estamos en medio de crisis. Dichas crisis se pueden describir diciendo que la naturaleza humana exige la unificación orgánica de lo que durante un tiempo tuvo que ir por caminos separados en el mundo exterior. En muchos ámbitos de la vida, el ser humano que no atraviesa torpemente el desarrollo del mundo puede percibir tales cosas parecidas a crisis, y tal persona observará las causas de mucho de lo que no puede permanecer en el desarrollo actual en estas crisis, y obtendrá una visión de lo que tiene que suceder si sabe visualizar cómo se han de superar las crisis.
Una crisis, por así decirlo, se nos indica en la incomprensión de la ciencia, el arte y la religión. Otra crisis atraviesa el mundo, advertida por pocos, pero terrible en su efecto, una crisis que proviene de la incomprensión de dos corrientes. La primera corriente, que una vez se respiró por el mundo en los dichos tan infinitamente profundos grabados en el corazón humano: "Mi reino no es de este mundo". "Vosotros sois de abajo, pero yo soy de arriba".
La raíz del hombre está en el mundo espiritual. Pero la otra, que debe desarrollarse cada vez más en una confrontación en crisis con lo expresado en las palabras:
"Mi reino no es de este mundo", "Yo soy de arriba, pero vosotros sois de abajo", eso es el: "¡L'e'tat c'est moi! ¡El estado soy yo!", mi reino, el reino de mi yo es una entidad totalmente ligada a este mundo. Lo correcto reside en la síntesis de las dos frases. Yace en el cristianismo universalmente concebido: 
Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". "El cristianismo, bien entendido, no es un falso alejamiento del mundo. Tampoco implica un apego a esa unilateralidad de la existencia mundana que sólo puede vivirse en las instituciones materiales de la existencia mundana.
Al decir esto, estamos tocando las tareas más profundas del verdadero desarrollo antroposófico, las tareas más profundas. Pues la antroposofía, en el verdadero sentido de la palabra, no tiene que haber brotado unilateralmente de un estado de ánimo del intelecto, sino de toda el alma del hombre. Y sólo entonces esta alma encontrará la transición a la vida antroposófica cuando esté completamente, no sólo en su vida imaginativa, cautivada por lo que la ciencia espiritual ha dado; cuando esté completamente cautivada por el hecho de que lo que se convirtió en la cabeza del hombre en la existencia lunar está en camino de convertirse en el hombre entero durante la existencia terrestre.
Durante la antigua evolución lunar existió un ser, el antepasado del ser humano actual. Lo que entonces era un organismo exterior se ha convertido hoy en la cabeza; las extremidades se han unido. Cuando llegue la próxima evolución de Júpiter, toda esta organización humana se habrá convertido en la cabeza. Lo que ustedes son hoy como seres humanos completos será el cerebro, la cabeza del ser humano de Júpiter, así como el ser humano lunar completo se ha convertido en la cabeza del ser humano terrestre.
Pero esta es la tarea del verdadero desarrollo espiritual, que el futuro sea realmente anticipado, y por lo tanto debemos darnos cuenta de que a nuestro alrededor existe una cultura de la cabeza y que depende de nosotros crear una cultura de la humanidad. Nuestra cabeza no podría pensar, no podría reflejar ninguna idea, ningún concepto, si se comportara como el resto de nuestro organismo; nunca podría cumplir realmente su tarea. Nuestra cabeza refleja el mundo, que se convierte en nuestro mundo de percepción, sólo porque puede olvidarse de sí misma en su percepción, puede realmente olvidar.
Cuando se trata de sentir, el hombre está, -gracias a Dios-, ¡siempre sin cabeza! Si intenta sentir y se pregunta: "¿Qué es lo que menos siento en mi organismo?", en realidad es la cabeza la que más se olvida de sí misma en la vida normal. Y cuando realmente no se olvida de sí misma, cuando siente dolor, entonces también prefiere no percibir nada en absoluto, sino mantenerse en la oscuridad y sin percepción. Allí afirma su egoísmo, pero por lo demás se extingue, y porque se excluye, podemos percibir todo el mundo circundante. Está organizada para autoexcluirse.
Si ustedes no se olvidaran un poco de la periferia exterior de la cabeza, sino que se concentraran en ella, entonces ya no podrían percibir el entorno exterior. Imagínense que en lugar de percibir el mundo exterior, viera su propio ojo; por ejemplo, con sólo dar un paso atrás con su percepción, entonces vería la cavidad craneal, pero con la percepción del mundo exterior no sería nada. En la misma medida y en el mismo momento en que el hombre logra desconectar por completo su organismo, -lo cual, como es bien sabido, se consigue mediante la meditación y la iniciación-, en la misma medida y en el mismo momento este organismo se convierte en un verdadero espejo del mundo, sólo que entonces no vemos el organismo sino el cosmos. Así como la cabeza no se ve a sí misma, sino lo que está a su alrededor, así todo el ser humano, cuando se convierte en un órgano de percepción, ve el cosmos. Este es el ideal que debemos tener en mente: olvidar el organismo tal como se nos presenta en el plano físico, y en su lugar poder utilizarlo como aparato reflector de los secretos del cosmos.
De este modo ampliamos gradualmente nuestro estado de ánimo intelectual hacia una visión integral del mundo, y debemos aprender a percibir, a sentir, a percibir cómo la antroposofía debe realmente apoderarse de nosotros como seres humanos integrales, superando este estado de ánimo intelectual. En contraposición al estado de ánimo antroposófico, yo lo llamo el estado de ánimo intelectual, ya que procede de la ciencia moderna y, por lo tanto, sólo capta la cabeza.
Si ustedes se acuerdan de algo de lo que dije ayer cuando describí cómo el hombre puede tomar conciencia de que es una lámpara para los querubines, un aparato de calentamiento para los serafines, de qué modo se sitúa así en el mundo en su pensar y querer, de qué modo significa algo para el mundo, de qué modo su yo no es sólo para sí mismo, sino que está en una relación viva con el tejido y la vida de las jerarquías espirituales, si ustedes convierten esto en una actitud, entonces sentirán algo de cómo todo el ser humano puede convertirse en el cerebro adecuado, cómo él, como ser humano completo, puede entrar en comunicación con su entorno de una manera que, de otro modo, sólo la cabeza podría hacerlo. Entonces sentirán lo que realmente significa esto: captar el mundo como una persona completa.
Pero si ustedes perciben el mundo de nuevo como una persona completa, entonces no pueden pensar, sentir y querer de manera unilateral, sino que viven en la totalidad del ser en la tierra. Uno se sumerge en la experiencia total del mundo, y surge por sí mismo, diría yo, la necesidad interior de tener las cosas no sólo en pensamiento, sino también en forma, no solo de tener las cosas en pensamientos sin forma, sino en bellas y expresivas formas. Surge el impulso, la necesidad de expresar artísticamente lo que se percibe intelectualmente.
Asimismo: cuando una persona se sumerge en toda la vida espiritual del mundo, su vida se convierte básicamente en oración, y entonces ya no necesita en absoluto separar preciosos minutos para rezar. En lugar de ello, él sabe que: Cuando pienso, soy la lámpara de los querubines, cuando actúo, cuando actúo voluntariamente, soy el aparato de calor para los serafines. El hombre sabe que vive dentro de toda la estructura del mundo espiritual. Pensar en sí mismo se convierte en una actitud religiosa, actuar se convierte en una oración moral.
Vemos cómo estas tres áreas, que durante un tiempo tuvieron que seguir caminos separados en el mundo, se buscan de nuevo a partir de la totalidad del ser humano. Al principio de su evolución en la tierra, el hombre traía consigo, como desarrollo extraterrestre, tanto que aún conservaba el sentimiento vivo y unificado, la lucha por la unidad, tal como se expresaba en la antigua unión del arte, la religión y la ciencia. Podría decirse que en el hombre de entonces aún se afanaba su ángel, su Angelos. Pero de haber continuado así el hombre nunca se habría hecho libre. El hombre tenía que emanciparse de esta antigua herencia. No obstante, debe volver a encontrar en el desarrollo ascendente lo que perdió en el desarrollo descendente.
Sobre la arquitectura se ha dicho a menudo una bella palabra. Al arte de construir se le llamaba música congelada>. Detengámonos en este arte. Realmente se puede llamar al arte de la arquitectura en su desarrollo hasta la fecha una especie de música congelada. Las formas de la arquitectura son como melodías congeladas, como armonías solidificadas. Pero nosotros tenemos la tarea, ya que estamos directamente implicados en la crisis indicada, de volver a poner en movimiento lo congelado, en vivacidad, de hacer que las formas congeladas vuelvan a ser musicales, por así decirlo. Y por último, cuando vean nuestro edificio, verán en él el empeño de poner en movimiento las antiguas formas estructurales solidificadas, de transformarlas en vida, de hacerlas musicales de nuevo. Esto se basa en el hecho de que sólo tenemos un único eje de simetría, no un edificio circular, sino un único eje de simetría a lo largo del cual se mueven los motivos. Así vemos cómo lo que la cosmovisión de la Ciencia Espiritual quiere también como arte está íntimamente relacionado con todas las tareas, con todos los impulsos necesarios de nuestro tiempo, que reconocemos en las crisis de nuestro tiempo. Comprender esto, ver a través de ello, es nuestra tarea, es tremendamente necesario para nuestra tarea. Todos los detalles de nuestra tarea deben ser vistos juntos gradualmente desde este punto de vista.
El hombre de hoy aprende pronto a utilizar todo su organismo como una especie de cerebro. Ya tiene la disposición, pero tan pronto como se ha desarrollado de un niño que gatea a un ser humano erguido en los primeros años de vida, se olvida de tener una relación con todo su organismo, como la ha tenido con su cerebro a lo largo de toda su vida; porque este enderezarse, este traerse a sí mismo a la vertical es de hecho un trabajo del espíritu en todo el ser humano. Este es el último resto de lo que traemos con nosotros de la vida espiritual, prenatal, porque lo desaprendemos rápidamente en la vida terrenal. Y entonces arrastramos todo el organismo, que come y bebe y digiere, por la vida como una carga; lo arrastramos por la vida y ya no lo llevamos a una relación respetable con el mundo espiritual, sino alejado del mundo.
El niño tiene todavía la gran sabiduría de orientarse según el hecho de que la tarea del hombre está en las alturas lejos del mundo y de buscar con su organismo la dirección de las alturas alejadas del mundo. Cuando esto termina. -no quiero ser tan grosero como los místicos medievales que decían que el organismo se convierte en un saco de gusanos eterno - pero quiero decir que el organismo se convierte en un saco digestivo y estomacal y se separa de la relación con el mundo exterior.
Ni siquiera se mantiene la relación con el mundo exterior de la que hablaba ayer. Por ejemplo, cuando apoyamos la cabeza en la mano para expresar algo importante en el organismo exterior, apenas nos damos cuenta. Y si alguien ha conservado en su inconsciente el hábito de utilizar todo el organismo y no sólo pensar con el cerebro, sino también colocar la mano o el dedo índice sobre la frente o la nariz, indicando así que ahora discrimina y juzga realmente, no nos damos cuenta de que es un esfuerzo instintivo considerar todo el organismo como un cerebro. No es necesario hacerlo de esta manera externa. Por supuesto que la ciencia espiritual no está pensando en convertir al hombre en un inquieto que piensa con todo su cuerpo. Pero espiritualmente, por supuesto, la conciencia debe expandirse para parapetarse dentro del cosmos con todo el ser humano, para saber que el cosmos puede reflejarse a través de todo su cuerpo, así como el cosmos ahora sólo se refleja a través de la experiencia del cerebro.
Si la conciencia se expande de esta manera, si el hombre realmente va más allá de simplemente arrastrar su organismo por la vida, por así decirlo, si aprende a usarlo, a manejarlo, entonces eso es lo que hay que preparar en nuestro tiempo. Una visión humana, una visión humana total del mundo, en contraposición a la mera visión cerebral, debe convertirse en aquello por lo que la antroposofía tiene que esforzarse.
Si tratamos de hacer esto, y si tratamos de elevar a una actitud lo que de otro modo permanece sólo como una idea, entonces lograremos lo que se pretende con este movimiento científico-espiritual. Porque encontraremos gradualmente como seres humanos, ascendiendo en nuestro desarrollo, la verdadera forma crística, cuando nos hayamos integrado cada vez más en toda la concepción humana del mundo. El hecho de que esta forma crística no pueda encontrarse es sólo culpa del cerebro. En el momento en que se supere, en el momento en que la ciencia espiritual se haya hecho tan fuerte que reorganice la conciencia del hombre de la manera descrita anteriormente, entonces se cumplirá realmente lo que se ha dicho a menudo sobre la visión de Cristo. Pero entonces nuestro mundo humano podrá alcanzar lo que sólo puede alcanzar desde dentro y que le llevará más allá de muchas cosas que ahora han provocado una crisis entre la humanidad terrenal educada, no sólo interiormente, en lo que se refiere a las visiones del mundo, sino también exteriormente en lo que se refiere a los pueblos y las naciones.
Nos gustaría que poco a poco la gente se diera cuenta, al menos una pequeña parte de la gente, de que la ayuda es realmente necesaria. Entonces también se darán cuenta de que la ayuda que la humanidad necesita sólo puede ser proporcionada por las almas, que todo lo demás ni siquiera pueden ser sucedáneos, porque ante las grandes crisis de nuestro tiempo, los sucedáneos ya no pueden ayudar, sino sólo lo real y lo verdadero. Y lo real y lo verdadero deben ser conquistados por la humanidad en el espíritu.
Traducido por J.Luelmo feb.2024

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919