EL CURSO DE MI VIDA
RUDOLF STEINER
1897-1907 / Berlín - Múnich
Cap. XXVI Posición sobre el Cristianismo
Algunas afirmaciones sobre el cristianismo que escribí o pronuncié en conferencias en esa época parecen contradecir las exposiciones que hice más tarde. A este respecto hay que señalar lo siguiente. En aquella época, cuando empleaba la palabra "cristianismo", tenía en mente la enseñanza del "más allá" que está vigente en los credos cristianos. Todo el contenido de la experiencia religiosa se refiere a un mundo del espíritu que no es alcanzable por el hombre en el despliegue de sus facultades espirituales. Lo que la religión tiene que decir, lo que tiene que dar como preceptos morales, se deriva de revelaciones que vienen al hombre desde fuera. A esto se oponía mi visión del espíritu, que deseaba experimentar el mundo del espíritu tanto como el mundo de los sentidos en lo que es perceptible en el hombre y en la naturaleza. A esto se oponía también mi individualismo ético, que deseaba que la vida moral procediera, no del exterior por medio de preceptos obedecidos, sino del despliegue del alma y del espíritu humanos, en los cuales vive lo divino.
Lo que se produjo entonces en mi alma al contemplar el cristianismo fue para mí una dura prueba. El tiempo entre mi partida de la tarea de Weimar y la producción de mi libro Das Christentum als mystische Tatsache, (El Cristianismo como hecho místico), está marcado por esta prueba. Tales pruebas son la oposición proporcionada por el destino (Karma) que la evolución espiritual de uno tiene que superar.
En el pensamiento que puede derivarse del conocimiento de la naturaleza, -pero que no se derivaba en aquel momento-, creí ver la base sobre la que las personas podían llegar a comprender el mundo espiritual. Por ello, insistí mucho en el conocimiento de la base de la naturaleza, que debe conducir al conocimiento del espíritu. Para quien, como yo, no experimenta el mundo espiritual, tal inmersión en una dirección de pensamiento es mera actividad mental. Para aquel que experimenta el mundo espiritual, significa algo esencialmente diferente. Se le acerca a seres del mundo espiritual que quieren hacer de tal escuela de pensamiento la única prevaleciente. Allí la unilateralidad en la cognición no es meramente la causa de una aberración abstracta; existe una relación espiritual-vital con los seres, que es el error en el mundo humano. Hablé más tarde de los seres ahrimánicos cuando quise apuntar en esta dirección. Para ellos es una verdad absoluta que el mundo debe ser una máquina. Viven en un mundo que linda directamente con el mundo sensorial.
Con mis propias ideas, ni por un momento me he convertido en esclavo de este mundo. Ni siquiera en el inconsciente. Pues vigilé cuidadosamente que toda mi cognición tuviera lugar en una conciencia sensata. Mi lucha interior contra los poderes demoníacos que no querían convertir el conocimiento de la naturaleza en conocimiento espiritual, sino en una forma de pensar mecanicista y materialista, era tanto más consciente.
El buscador del conocimiento espiritual debe experimentar estos mundos; el mero pensamiento teórico sobre ellos no le basta. En aquella época tuve que salvar mi visión espiritual en tormentas interiores. Estas tormentas estaban detrás de mi experiencia exterior.
Durante este tiempo de prueba sólo podía progresar si utilizaba mi perspectiva espiritual para visualizar el desarrollo del cristianismo. Esto me llevó a la toma de conciencia que se plasmó en el libro "El cristianismo como hecho místico". Antes de eso, siempre señalé un contenido cristiano que vivía en las confesiones existentes. Nietzsche hizo lo mismo.
Durante este tiempo de prueba sólo podía progresar si utilizaba mi perspectiva espiritual para visualizar el desarrollo del cristianismo. Esto me llevó a la toma de conciencia que se plasmó en el libro "El cristianismo como hecho místico". Antes de eso, siempre señalé un contenido cristiano que vivía en las confesiones existentes. Nietzsche hizo lo mismo.
En un punto anterior de esta biografía (cap. VII.) describo una conversación sobre Cristo que mantuve con el erudito cisterciense y profesor de la facultad de teología católica de Viena. Me encontraba en un estado de ánimo escéptico. El cristianismo que buscaba no lo encontraba en ninguna parte de las confesiones. Tuve que sumergirme yo mismo en el cristianismo, después de que el período de exámenes me hubiera expuesto a duras luchas del alma, en el mundo en el que habla lo espiritual.
Mi posición sobre el cristianismo ilustra plenamente cómo no he buscado ni encontrado nada en la ciencia espiritual en el sentido que algunos me atribuyen. Me presentan como si yo hubiera recopilado conocimientos espirituales de antiguas tradiciones, como si hubiese reelaborado enseñanzas gnósticas y de otras religiones. El conocimiento espiritual adquirido en "El cristianismo como hecho místico" está tomado directamente del propio mundo espiritual. Con el único fin de mostrar a los oyentes de la conferencia, a los lectores del libro, la armonía de lo espiritualmente realizado con las tradiciones históricas, tomé éstas y las añadí al contenido. Pero nada en estos documentos he añadido a este contenido si no lo he tenido primero ante mí en mi espíritu.
En la época en que hice las afirmaciones sobre el cristianismo que más tarde contradijeron el contenido de mis palabras, fue también en aquella época cuando el verdadero contenido del cristianismo comenzó a desarrollarse en mí en forma de germen ante mi alma como una manifestación interior del conocimiento. En el cambio de siglo el germen se desplegó cada vez más. Antes de este cambio de siglo estaba la prueba descrita del alma. El desarrollo de mi alma dependía de haber estado espiritualmente ante el Misterio del Gólgota en la más íntima y seria celebración del conocimiento.
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