GA109 Roma, 31 de marzo de 1909 -El principio de economía espiritual en relación con las cuestiones de la reencarnación. Resultados científico-espirituales sobre la evolución humana

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El principio de economía espiritual
en relación con las cuestiones de la reencarnación.


RUDOLF STEINER

RESULTADOS CIENTÍFICO-ESPIRITUALES SOBRE LA EVOLUCIÓN HUMANA -2

Roma, 31 de marzo de 1909

Lo que tuvo lugar en germen en el Gólgota se desarrollará lenta y gradualmente. Con este misterio se tendió el puente del pasado al futuro: la vida anímica de la humanidad se transformó por completo. Esto se expresa con especial claridad en dos grandes espíritus que prepararon el camino al cristianismo: San Agustín y Santo Tomás de Aquino. Para comprenderlos correctamente, es necesario echar un vistazo a la mitología antigua, donde se enseñaba el conocimiento más elevado que se podía alcanzar. Sin esta visión, es imposible comprender a fondo a tan peculiares personalidades. Como sabemos, en todos los pueblos existieron los llamados centros de los misterios. Aquí sólo hablaremos de sus características principales. Los centros de los misterios eran instituciones que combinaban la iglesia y la escuela. Lo que primero se enseñaba allí era la doctrina del origen de la creación y su continuación, pero no una doctrina aburrida como la doctrina moderna de la creación, sino una comprensión que conducía a la visión clarividente. En los verdaderos centros de los misterios no había separación entre la fe y el conocimiento. Se dividían en misterios superiores e inferiores. En estos últimos, la evolución de la tierra se describía en magníficas imágenes, de modo que todo estaba impregnado e impregnante de arte y belleza. El arte, la religión y el conocimiento procedían de la misma fuente.

A los que querían llegar aún más alto se les daban ejercicios elementales y generales. Lo que hoy llamamos conocimiento teosófico era entonces sólo la preparación. Ejercicios como los que hemos descrito en las conferencias anteriores estaban ligados a esto, aunque de un tipo diferente, ni cristiano ni rosacruz. Durante muchos años el cuerpo astral estuvo organizado de esta manera. 

Luego ocurría lo siguiente, que hoy ya no es necesario debido al cambio de circunstancias: cuando el hierofante veía que el cuerpo astral había madurado lo suficiente, se llevaba a la persona que iba a ser iniciada a un estado parecido a la muerte durante tres días y medio, como en el caso del cuerpo de Lázaro. En esta ocasión su cuerpo etérico también se desprendía casi por completo del cuerpo físico, junto con los demás cuerpos superiores. Durante estos tres días y medio, el discípulo tenía una visión del mundo espiritual. Se iluminaba, podía alcanzar las regiones más elevadas y ver todo lo relacionado con el pasado y el futuro. Cuando pasaban los tres días y medio, el discípulo se despertaba, y entonces podía contar lo que ocurría en las alturas. 

Había podido ver cómo el espíritu dirigente de nuestra evolución, el Cristo, también pasaría un día por el mismo proceso y yacería en la tumba durante tres días y medio. A través de este hecho, los misterios se convirtieron en una realidad histórica. El Misterio del Gólgota fue la culminación de lo ocurrido en los Misterios inferiores. En él, lo que antes era sólo una premonición se convirtió en un hecho real. Con los ejercicios de la imaginación y demás, el YO del discípulo había transformado su cuerpo astral; sin embargo, a través del Misterio del Gólgota, también su cuerpo etérico se transformó. 

La parte del cuerpo astral que se transformó se convirtió en manas, el yo espiritual, -el espíritu real-, el yo superior. La parte del cuerpo etérico que se transformó forma el buddhi, el espíritu vital. Después, el discípulo también trata de transformar su cuerpo físico, por lo que surge Atma, -Atma: respiración-, porque en realidad la transformación del cuerpo físico tiene lugar por medio de ejercicios especiales de respiración. Sólo a través de la aparición de buddhi puede el hombre reconocer y ver al Cristo como un ser espiritual, ¿Por qué debía retirarse primero el cuerpo astral? Porque si hubiera permanecido conectado con el cuerpo físico, no habría tenido el poder de imprimir impresiones en el cuerpo etérico. Pero el Cristo nos ha liberado de esta prueba de los tres días y medio, y a través de él los ejercicios antes mencionados también se han hecho posibles sin la intervención del Hierofante. 

El primer ejemplo lo tenemos en Saulo cuando se convirtió en Pablo. En lo que le sucedió en el camino de Damasco, debemos ver algo parecido a la iniciación. Aquellos breves instantes le bastaron porque había alcanzado la madurez en una vida anterior. Los puntos de conexión con lo aprendido en encarnaciones anteriores pueden estar separados por periodos intermedios de varias encarnaciones, pero también pueden aparecer tardíamente en una vida. Esto hace comprensible por qué la conversión de Saulo, es decir, la conexión con su desarrollo anterior, tuvo lugar a una edad relativamente madura. 

Además, Pablo no necesitó ascender a los mundos superiores para ver a Cristo, como habría sido necesario para otro iniciado en la era precristiana. Cristo estaba en adelante en la tierra, íntimamente conectado con el cuerpo astral de la tierra. Un observador clarividente, que hubiera podido observar desde otra estrella, habría visto la gran transformación provocada por el Misterio del Gólgota. En el pasado, había que aprender y comprender todo en los misterios para adquirir conocimiento; ahora las cosas suceden de otra manera, y Agustín y Tomás de Aquino son prueba de ello.

Antes de su época, hubiera sido inútil hablar de las jerarquías espirituales porque nadie que no estuviera iniciado podía verlas. Esta incapacidad de ver se debía al hecho de que seiscientos años antes de nuestra era los Misterios ya habían cesado y las iniciaciones ya no tenían lugar. En lugar de los verdaderos misterios vinieron las escuelas filosóficas, y en lugar de la iniciación vino la filosofía. Pero no siempre fue un sistema tan abstracto como lo es hoy; al contrario, sobre todo al principio, era una reminiscencia más o menos perfecta de los Misterios. Aristóteles es el último de quien tenemos tal filosofía; en él, sin embargo, los ecos de los Misterios están ya reducidos al mínimo grado. Después de Aristóteles se llegó incluso a olvidar por completo que toda la filosofía puede remontarse a la sabiduría de los Misterios. Después sólo tenemos una infiltración de conceptos abstractos, algo así como un edificio inconsistente.

El primer avance se enmarca en el Misterio del Gólgota. Hasta entonces, las facultades humanas, por ejemplo la razón, estaban poco desarrolladas. El hombre no podía progresar porque su intelecto estaba ligado a los órganos de los sentidos. Llegaría el momento en que su mente podría desarrollarse de forma independiente. Pues no habría sido posible comprender lo que ocurrió en el Gólgota por simples razonamientos. Pero cuando el Cristo abandonó el mundo sensorial, se crearon innumerables repeticiones de su cuerpo etérico y astral, que estaban destinadas a ser entretejidas en los cuerpos de aquellos que eran aptos para difundir el cristianismo. 

Uno de ellos fue San Agustín, quien, cuando quiso formar un nuevo cuerpo etérico al descender a la existencia física para encarnarse de nuevo, hizo tejer en su cuerpo etérico una de esas réplicas del cuerpo etérico de Cristo. Así llegó a encontrar en sí mismo las fuentes de su enseñanza sobre la verdadera forma de misticismo cristiano. Pero como sólo tenía en su interior el cuerpo etérico de Cristo, pero su yo estaba sujeto al error pudiendo convertirse en juguete de las pasiones. Así, Agustín desarrolló su yo, pero también cayó en el error y pasó por todas las etapas de la duda con respecto a la enseñanza de Cristo. 

Con él se produjo como un materialismo superior, pues ya entonces existía el error de querer materializarlo todo. Sólo los que se liberan de él comprenden las cosas del espíritu. Cuando Agustín encontró por fin el cristianismo en las palabras de Juan y Pablo, el cuerpo etérico de Cristo comenzó a obrar en él. No habla del cuerpo físico, sino del cuerpo etérico, que es lo mismo que lo que él llama "soma". Habla del cuerpo astral como del "sentido" y del Yo dice que puede surgir en él mediante la purificación. Llama a la transformación del cuerpo astral "la captación de la verdad" y a la del cuerpo etérico "el goce y el saboreo de las cosas espirituales". Y habla del grado más alto de espiritualización como "visión". Los escritos de San Agustín son una buena preparación para nosotros porque describen el desarrollo interior del místico. El momento en que entra en el mundo espiritual es claramente reconocible. San Agustín es el mejor intérprete de las cartas de San Pablo.

Tomemos ahora al otro gran representante del cristianismo:

Tomás de Aquino. Si lo comparamos con Agustín, vemos que no estaba atrapado en el error como este último, y que no había conocido la duda ni la incredulidad desde la infancia, porque el juicio y la convicción tienen su asiento en el cuerpo astral, y él había recibido en su propio cuerpo astral el de Cristo. La implantación de cualquier principio en un cuerpo humano sólo puede tener lugar cuando un hecho externo cambia el curso natural de las cosas. Cuando Tomás era todavía un niño, cayó un rayo cerca de él y mató a su hermana pequeña. Este acontecimiento físico, sólo aparentemente físico, le hizo apto para recibir en su cuerpo astral el del Cristo.

La visión espiritual de Tomás coincide con la época en que se formó la mente humana tal como la conocemos. El impulso más fuerte para esta formación vino del arabismo, que era una verdadera ciencia intelectual, mientras que los antiguos sabios sabían ver directamente. Aristóteles era idóneo para procesar la nueva filosofía, puesto que ya había favorecido el trabajo intelectual frente a la sabiduría mistérica. Esta última desapareció por completo con el arabismo, que no era más que una pura especulación intelectual; a lo sumo lleva al panteísmo de los conceptos (racionalista), pero no va más allá de este pensamiento de un todo unificado. Tomás retomó ahora la ciencia intelectual que le era accesible, pero dejó inalterado el conocimiento de la revelación y utilizó la dialéctica para comprenderla. - Todo está contenido en el Nuevo Testamento, de modo que Tomás sólo necesitó añadir la ciencia finamente perfeccionada a cuanto allí se expone. 

El escolasticismo, al que hoy se tiene en tan baja estima, hizo posible esta ciencia intelectual, así como el proceso de remontar hacia el pensamiento divino mediante la dialéctica progresiva. El término "escolástica" procede del griego "scole", que significa "atención", y que se tradujo erróneamente por "scuola", escuela. El sistema escolástico es el tejido lógico más perfecto. De este modo encontramos de nuevo en Tomás los pensamientos divinos precreativos concebidos, libres de error y de engaño, como sólo podían concebirse en una celda monástica, lejos del ruido del mundo. -El hombre de mundo se apresura a comprender, a adoptar rápidamente una concepción y a simplificarlo todo. Pero la Divinidad no es tan sencilla. Con Santo Tomás de Aquino, el pensamiento humano se eleva. No es menos místico que escolástico. Fue capaz de dar tales descripciones porque vio las jerarquías espirituales tal como nos las dio el vidente Dionisio el Areopagita, y en sus largas meditaciones nocturnas ante el altar fue capaz de resolver los problemas más difíciles. Así encontramos en él al místico y a un pensador tan brillante como un diamante e inafectado por los sentidos. Después de él no hubo más multiplicidad de conceptos.

Incluso el concepto de evolución se encuentra ya en Aristóteles y quizás incluso mejor descrito. Ya hemos dicho cómo todo puede encontrarse en el Nuevo Testamento. Contiene el germen del misticismo, y hemos visto cómo ha madurado este germen y cómo se han desenterrado infinitos tesoros de los Evangelios. Hoy tenemos la Teosofía, más tarde vendrán otras oleadas espirituales y se encontrarán nuevos tesoros en los Evangelios. El futuro de la tierra se concluye en el Apocalipsis de Juan. 

Hoy quería mostrarte cómo la liberación del intelecto fue la primera etapa del cristianismo. Esto es sólo como una hoja, pero nuevas hojas crecerán en la poderosa planta del cristianismo, una tras otra. La flor será la belleza general de la tierra, renovada por el cristianismo; el fruto será el nuevo mundo para el que la tierra actual es la preparación.

Cristo puede ser encontrado por aquellos que lo buscan, como Él enseñó, como todavía enseña y siempre enseñará hasta el final.

Traducido por J.Luelmo nov.2023

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