GA109 Oslo, 16 de mayo de 1909 - El principio de economía espiritual en relación con las cuestiones de la reencarnación. La revelación antigua y el aprendizaje de cómo hacer preguntas modernas

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El principio de economía espiritual
en relación con las cuestiones de la reencarnación.


RUDOLF STEINER

EL APRENDIZAJE DE CÓMO HACER PREGUNTAS ACTUALMENTE

Cristianía-Oslo, 16 de mayo de 1909

Hoy es preciso destacar el lado más oculto de las reflexiones de ayer. Las cuatro culturas post atlantes tenían, por así decirlo, que reflejar en el alma de los hombres los grandes procesos cósmicos tal como se desarrollaban en la secuencia del tiempo, mientras que en nuestro período cultural a partir de los siglos XIII, XIV ya no tenemos tal reflejo, pues lo que ocurre externamente en el desarrollo de la humanidad se debe a razones más profundas.

Sabemos que los cuerpos etéricos de los grandes iniciados atlantes fueron preservados para los siete santos Rishis, y también sabemos que el cuerpo etérico y el cuerpo astral de Zaratustra se entretejieron con Moisés y Hermes. En todos los tiempos existió la posibilidad de que tales cuerpos etéricos, que habían sido trabajados y preparados por los iniciados, fueran utilizados ulteriormente en la economía espiritual del mundo. También ocurrieron otras cosas. Tales cuerpos etéricos se formaban en los mundos superiores para individualidades particularmente importantes. Si alguien era particularmente importante para la misión humana, tal cuerpo etérico o astral era tejido en los mundos superiores y plasmado en estas individualidades especiales.

Esto es lo que ocurrió en el caso de Sem, que de hecho tiene algo que ver con toda la tribu de los semitas. Se acuñó un cuerpo etérico especial para tal antepasado tribal, y por medio de este proceso Sem se convirtió en una especie de personalidad dual. Puede sonar fantástico para la mente moderna, pero un clarividente vería una personalidad como la de Sem como vería a un ser humano ordinario con su aura; pero entonces también de tal manera como si un ser superior que se extiende hacia abajo desde mundos superiores llenara completamente su cuerpo etérico y como si el aura se convirtiera en un mediador entre esta personalidad y el mundo superior. Al residir en un ser humano, tal ser divino, sin embargo, tiene un poder muy especial: puede multiplicar tal cuerpo etérico, y los cuerpos etéricos multiplicados forman entonces una red que se teje continuamente en los descendientes. De este modo, los descendientes de Sem recibieron una impronta de la copia de su cuerpo etérico. Sin embargo, los Centros de Misterios conservaron no sólo las copias multiplicadas, sino también el cuerpo etérico del propio Sem. Cualquier personalidad destinada a recibir una misión especial tenía que utilizar este cuerpo etérico si quería ser capaz de comunicarse con el pueblo semita, de forma similar a como un europeo muy culto tendría que aprender la lengua de los hotentotes si quisiera comunicarse con ellos. Por lo tanto, la personalidad con una misión especial tenía que llevar dentro de sí el verdadero cuerpo etérico de Sem para poder comunicarse con el pueblo semita. Tal personalidad, por ejemplo, era Melquisedec: sólo podía mostrarse a Abraham en el cuerpo etérico de Sem.

Ahora tenemos que hacernos una pregunta. Si sólo ahora, en la quinta época cultural post-atlante, nos es posible desarrollar una comprensión del cristianismo, ¿Cuál era la situación en el resto de la época grecolatina, que duró hasta los siglos XIII y XIV? Durante esa época tuvo lugar un proceso misterioso y oculto. El Cristo vivió sólo tres años en la envoltura de Jesús de Nazaret, que era una individualidad tan sublime que pudo abandonar el mundo físico a los treinta años, cuando la paloma apareció sobre su cabeza para que él pudiese entrar en el mundo espiritual. Puesto que la Individualidad-Cristo vivía en el cuerpo físico, rellenó los tres cuerpos altamente desarrollados de Jesús. Los cuales, invisibles al ojo físico, ahora se multiplicaban como antes había sucedido con el cuerpo etérico de Sem, de modo que las copias de los cuerpos etérico y astral de Jesús de Nazaret estaban disponibles desde el momento en que murió en la cruz. Esto no tiene nada que ver con Su yo; éste pasó al mundo espiritual y se ha reencarnado repetidamente después.

Vemos cómo los escritores cristianos de los primeros siglos después del Acontecimiento Crístico seguían trabajando sobre la base de una tradición oral transmitida por los discípulos de los Apóstoles, que daban gran valor a una transmisión directa y física del Acontecimiento Crístico. Sin embargo, esto no habría sido una base suficiente para los siglos posteriores, y por eso una copia del cuerpo etérico de Jesús de Nazaret se entretejió en heraldos especialmente eminentes del mensaje cristiano a partir de los siglos VI y VII. Uno de estos heraldos fue Agustín, que en su juventud tuvo que pasar por tremendas luchas. Sin embargo, sólo cuando el impulso del cuerpo etérico de Jesús de Nazaret llegó a obrar en él de manera significativa, comenzó a comprometerse con el misticismo cristiano por iniciativa propia. Sus escritos sólo pueden entenderse desde esta perspectiva. Muchas otras personalidades en el mundo, como Columbano, Galo, y Patricio, llevaban dentro de sí una copia del cuerpo etérico de Jesús y, por lo tanto, estaban en condiciones de difundir el cristianismo y construyeron un puente desde el Acontecimiento Crístico hasta los tiempos sucesivos.

Por el contrario, vemos seres humanos cuyo cuerpo astral recibió el cuerpo astral de Jesús de Nazaret en los siglos XI y XII. Tal personalidad fue Francisco de Asís. Si contemplamos su vida desde este punto de vista, la entenderemos de varias maneras. Sus cualidades de humildad y devoción cristiana nos resultarán especialmente claras cuando nos digamos a nosotros mismos que en él vivía un misterio semejante. En la época comprendida entre los siglos XI y XIII, aproximadamente, tales seres humanos se convirtieron en heraldos del cristianismo por el hecho mismo de que el cuerpo astral de Jesús estaba entretejido en su propio cuerpo astral. De ahí que recibieran el cristianismo en virtud de la Gracia.

Aunque el Yo de Jesús de Nazaret dejó sus tres envolturas en el bautismo de Juan, una copia de este Yo permaneció en cada una de ellas similar a la huella que deja un sello. El Ser Crístico tomó posesión de estos tres cuerpos y de lo que había quedado como huella del Yo de Jesús. A partir de los siglos XII, XIII y XIV, algo parecido a una copia del yo de Jesús se entretejió en los seres humanos que empezaron a hablar de un "Cristo interior". Meister Eckhart y Tauler fueron individuos que hablaron desde su propia experiencia como una copia yoica de Jesús de Nazaret.

Todavía hay muchas personas presentes que llevan dentro de sí algo parecido a los diversos cuerpos de Jesús de Nazaret, pero éstas ya no son las personalidades principales. Cada vez más podemos ver cómo hay seres humanos en la quinta época que deben confiar en sí mismos y en su propio yo y cómo tales personas inspiradas se han convertido en una rareza. Por lo tanto, era necesario que en nuestra quinta época se desarrollara una tendencia espiritual que garantizara que la humanidad siguiera impregnándose de conocimientos espirituales. Aquellas individualidades que eran capaces de mirar hacia el futuro tenían que cuidar de que los seres humanos de los tiempos venideros no se quedaran simplemente dependiendo únicamente de su yo humano. La leyenda del Santo Grial cuenta que el cáliz del que el Cristo Jesús tomó la Última Cena con sus discípulos estaba guardado en un lugar determinado. Vemos en la historia de Parsifal el curso de la educación de un joven típico de nuestra quinta época postatlante. Parsifal había recibido instrucciones de no hacer demasiadas preguntas, y su dilema surgió al seguir esas instrucciones.

Esa es la importante transición de los tiempos tradicionales a los más modernos: en la antigua India y más tarde con Agustín y Francisco de Asís, el estudiante tenía que vivir en un estado del más alto grado de devoción pasiva. Todas estas personas humildes se dejaban inspirar por lo que ya estaba vivo en ellas y por lo que se había tejido en ellas. Pero ahora las cosas cambiaron en el sentido de que el yo se transformó en un yo cuestionador. Hoy en día, cualquier alma que acepte pasivamente lo que se le da no puede trascenderse a sí misma porque se limita a observar los acontecimientos del mundo físico que la rodea. En nuestro tiempo, el alma tiene que hacer preguntas, tiene que elevarse por encima de sí misma, tiene que crecer más allá de su forma dada. Debe plantearse preguntas, del mismo modo que Parsifal aprendió finalmente a indagar en los misterios del Castillo del Grial.

La investigación espiritual hoy en día sólo comienza donde hay cuestionamiento, y las almas de hoy que son estimuladas por la ciencia externa a hacer preguntas y a buscar son las almas Parsifal. Y esto ha llevado a la introducción de la educación rosacruz, -esa escuela de pensamiento mistérico tan denostada-, que acepta la tradición con gratitud pero no acepta la sabiduría tradicional ciegamente. Sin embargo, lo que hoy constituye la orientación espiritual rosacruz ha sido investigado en los mundos superiores directamente con la mirada espiritual y con los medios que el propio estudiante ha sido instruido para utilizar Esto no ha surgido simplemente porque esto o aquello esté escrito en libros antiguos o porque ciertas personas creyeran una cosa u otra. Más bien, el método espiritual Rosacruz proclama una sabiduría que ha sido investigada hoy en día. Se preparó gradualmente en las escuelas rosacruces que se fundaron en los siglos XIII y XIV como resultado del trabajo de una individualidad llamada Christian Rosenkreutz.

Esta sabiduría acumulada puede proclamarse hoy Ciencia Espiritual. Esto es así porque hoy ya no es posible infundir en el ser humano lo que ha de inspirarle desde el interior sin que él intervenga en el proceso. Hoy las personas que sienten que la Ciencia Espiritual les habla al corazón deben acercarse a ella por su propia voluntad, por su propio libre impulso y por el hecho de sentirse vivificadas por el conocimiento espiritual. Por lo tanto, no es necesario que intentemos despertar el interés por la Ciencia Espiritual.

A través de esta orientación teosófico-rosacruz del espíritu, atraemos de nuevo hacia nosotros lo que todavía está presente en las copias del yo de Jesús de Nazaret. Aquellos que se preparen de esta manera atraerán a sus almas la copia del yo de Jesús de Nazaret para que se conviertan en impresiones de un sello, y de esta manera el Principio Cristo se abre camino en el alma humana. El Rosacrucismo preparó algo positivo, y puesto que la Antroposofía está destinada a convertirse en vida, las almas que la absorben y la aceptan verdaderamente experimentarán gradualmente una metamorfosis. Aceptar la antroposofía en uno mismo significa cambiar el alma de tal manera que sea capaz de llegar a una verdadera comprensión de Cristo.

El antropósofo se convierte en un recipiente vivo de lo que fue dado a Moisés y a Pablo en la Revelación de Javeh-Cristo. Está escrito en la quinta carta del Apocalipsis que las personas de la quinta época cultural son las que realmente pueden absorber las cosas que serán bastante obvias para la época cultural de la comunidad de Filadelfia. La sabiduría de la quinta época cultural se abrirá como una flor de amor en la sexta época.

Hoy en día, la humanidad está llamada a aceptar en sí misma algo nuevo, algo divino, y así emprender de nuevo el ascenso al mundo espiritual. La enseñanza científico-espiritual de la evolución se imparte no porque se suponga que la gente debe poner su fe ciega en ella, sino porque se supone que la humanidad debe llegar a comprenderla a través de sus propias capacidades de juicio. Esta enseñanza se dirige a aquellos que llevan en sí mismos el núcleo de la naturaleza Parsifal. Y no se proclama sólo en lugares especiales o a un grupo especial de personas, sino que seres humanos de toda la humanidad se reunirán para escuchar la llamada de la sabiduría espiritual.

Traducido por J.Luelmo nov,2023

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