RUDOLF STEINER
para Marie von Sivers, Olga von Sivers y Maria von Strauch-Spettini
El primero, el segundo y el tercer logos
Berlín Schlachtensee verano de 1903
[Falta el comienzo de las observaciones].
Ahora bien, cuando la corriente altruista vuelve a su punto de partida en dos salidas cíclicas y la materia se disuelve de nuevo, . Sólo asumiendo y superando la corriente egoísta, la corriente altruista desplegará un desarrollo de fuerza tan fuerte que debe oscilar más allá de sí misma, es decir, más allá del círculo cósmico que forma el primer encuentro de ambas corrientes. Aparte del fluir del altruismo nacerá una cosa nueva, surgida de él, una nueva región: el Paranirvana, la materia negativa, porque se extiende hacia el exterior en contraste con la materia que se mantiene dentro del círculo cósmico por atracción. El proceso resulta más claro si se imagina que el péndulo oscila. El péndulo que oscila hacia delante lo hará inmediatamente hacia atrás y, si no es detenido en su camino por obstáculos, deberá empezar a oscilar con tanta fuerza que irá más allá de su punto de partida, del mismo modo que un carruaje que rueda hacia delante no puede detenerse de repente, sino que debe seguir rodando durante cierta distancia.
Con esta preparación y desarrollo gradual de la materia, se crearían ahora los componentes materiales para una formación planetaria, pero la vida planetaria propiamente dicha aún no puede nacer. Así pues, el Logos no pudo permanecer en el Paranirvana, tuvo que regresar, y en este camino de regreso formó la región del Maha-Paranirvana. A partir de aquí el Logos tuvo que hacer el sacrificio y comenzar de nuevo el ciclo a través de la materia, para que otra vida, aparte de la suya, pero proveniente de él, pudiera surgir.
Con esta preparación y desarrollo gradual de la materia, se crearían ahora los componentes materiales para una formación planetaria, pero la vida planetaria propiamente dicha aún no puede nacer. Así pues, el Logos no pudo permanecer en el Paranirvana, tuvo que regresar, y en este camino de regreso formó la región del Maha-Paranirvana. A partir de aquí el Logos tuvo que hacer el sacrificio y comenzar de nuevo el ciclo a través de la materia, para que otra vida, aparte de la suya, pero proveniente de él, pudiera surgir.
El sacrificio del Logos es: el descenso del espíritu a la materia, la animación de su imagen especular, y con ello se da también la existencia al mundo de las formas animadas, todas las cuales llevan su existencia especial y atraviesan el ciclo de la evolución para volver a ser una con el Logos como las individualidades más desarrolladas, que recibe a través de ellas la riqueza de la experiencia. Si no se hubiera derramado para animar todas estas formas, no habría crecimiento ni desarrollo independientes. Todo movimiento, todo no tendría vida propia, sólo se agitaría y movería según la dirección de Dios.
Del mismo modo que al hombre sólo le interesa lo desconocido, lo individual en el hombre, y le es indiferente todo lo que puede calcular y comprender, así también el Logos sólo puede complacerse en la vida en desarrollo independiente que surge de él, por la que se sacrifica y se entrega.
A medida que fluía hacia el interior, el logos se rodeaba de envolturas cada vez más densas hasta que aprendió a limitarse firmemente en la roca. Las piedras, sin embargo, son mudas, no pueden revelar la palabra eterna del Creador. La rígida envoltura física debe desprenderse de nuevo; ésta permanece en su reino, mientras que ahora las formas cristalinas en su suave envoltura etérica se expanden, crecen desde dentro, es decir, pueden vivir, pues la vida es crecimiento; la piedra se convierte en planta.
El segundo Logos, como motor y vivificador de la materia en la que está encerrado, sólo ha alcanzado la esfera mental inferior. El animal sensible ha alcanzado el nivel humano de existencia a través de la conciencia del yo. Es capaz de relacionar el mundo exterior con su personalidad, se percibe a sí misma. La naturaleza la ha conducido y guiado hasta aquí; aquí la deja sola y en libertad. El desarrollo ulterior del hombre depende ahora únicamente de su voluntad. Debe hacer de sí mismo el vaso, despojarse de la cubierta exterior de la esfera mental inferior, para poder recibir ahora el influjo del primer Logos, tal como la semilla se abre y espera la fecundación, sin la cual no puede crecer y dar fruto.
El primer Logos es lo eterno en el universo, la ley inmutable según la cual los cuerpos celestes se mueven en sus órbitas, lo que subyace a todas las cosas. Las formas individuales están sujetas a la aniquilación y al cambio. Percibimos colores con nuestra vista sensorial que pueden parecer diferentes a otra vista. El objeto externo, sólido, que se mantiene unido por sus partes en la forma determinada, puede desaparecer a una cierta temperatura de calor, sus partes pueden disolverse, pero la ley según la cual llegó a ser permanece y es eterna.
El primer Logos es lo eterno en el universo, la ley inmutable según la cual los cuerpos celestes se mueven en sus órbitas, lo que subyace a todas las cosas. Las formas individuales están sujetas a la aniquilación y al cambio. Percibimos colores con nuestra vista sensorial que pueden parecer diferentes a otra vista. El objeto externo, sólido, que se mantiene unido por sus partes en la forma determinada, puede desaparecer a una cierta temperatura de calor, sus partes pueden disolverse, pero la ley según la cual llegó a ser permanece y es eterna.
Así pues, todo el universo se mueve según leyes eternas, el primer Logos fluye desplegado en él. El hombre debe elevarse con su voluntad. Debe desarrollar en sí mismo el conocimiento inferior altruista del alma (Antahkarana). A través de la contemplación pura debe percibir esta ley eterna e inmutable en lo transitorio, debe aprender a distinguir entre lo que es sólo una apariencia temporal en una forma determinada y lo que es el núcleo de su ser, debe absorber lo que ve como un pensamiento y retenerlo. Así aprende gradualmente a conocer lo irreal del mundo de la apariencia, el pensamiento se convierte en lo real para él, asciende gradualmente al nivel de arupa, vive en el mundo puro del pensamiento. La multiplicidad se disuelve para él y se hunde en la unidad, se siente uno con el universo. Así se ha elevado tanto que puede recibir el influjo del primer Logos directamente como intuición. Pero no es una sola alma la que fluye en cada individuo, no, es el Todo-alma, es el alma de Platón y de los demás en la que participa, con la que se hace uno en el pensamiento. Paso a paso, el ser humano superior se desarrolla el ser humano superior.
En este punto de inflexión, en el que ha de elevarse en libertad por su voluntad, necesita al maestro, y por eso en la tercera raza de la cuarta ronda, el período lemúrico, los hijos de Manas habían descendido y se habían dejado encarnar para servir de guías. Con el recuento simple, con la comprensión del número comenzó el desarrollo mental y distinguió al ser humano pensante del animal sensorial .
Traducido por J.Luelmo dic.2022
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