GA312 Dornach, 4 de abril de 1920 - Los pájaros y las fuerzas planetarias - Intelectualidad, formación y pérdida de instinto -

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 RUDOLF STEINER

La Ciencia Espiritual y la Medicina


Dornach, 4 de abril de 1920

 

DÉCIMOQUINTA CONFERENCIA : 

Los pájaros y las fuerzas planetarias - Intelectualidad, formación y pérdida de instinto - Diabetes mellitus - Debilidad del yo - Proceso de formación de las plantas como crecimiento hacia el proceso de formación de los animales - El proceso de formación de los animales en el hombre - Proceso de desalinización - Remedios a base de plantas - Fuerza de perturbación del silicio en los matemáticos y en los no matemáticos - Abedul plateado - Capsella bursæ pastoris (Bolsa del pastor) - Cochlearea officinalis - Escorbuto - Función del bazo.

Hoy quiero partir de una observación que me hicieron ayer en la conferencia, quiero decir desde un lado bastante competente en este sentido, a saber, que estas conferencias aquí corresponden a las más difíciles de entender de todas las conferencias de orientación antroposófica. Esto hay que admitirlo dentro de ciertos límites, pero por otro lado también hay que admitir que esto no puede ser fácilmente de otra manera. Pero se puede aprender mucho, creo, de la validez de esta observación.

Tomemos un caso en el que lo que digo se entienda muy fácilmente; incluso puede haber dos casos, uno evidente, el otro, sin embargo, un caso ya algo alejado de la humanidad actual. El caso obvio es que las personas de la época cultural actual tienen ciertamente derecho a encontrar difíciles de entender cosas como las que hay que decir aquí. El mirlo no lo hace, lo encontraría extraordinariamente fácil de entender. De hecho, también aporta pruebas prácticas de que la materia le resulta extraordinariamente fácil de entender. No es precisamente un animal ascético y por eso a veces come arañas cruzadas 1Pero cuando ha comido una araña cruzada y empieza a sentirse bastante incómodo -pues el mirlo se siente bastante incómodo cuando come una araña cruzada- y si hay un beleño cerca, va directamente al beleño y busca allí el remedio apropiado. Es un remedio, porque si no hay beleño cerca, el mirlo sufre convulsiones y muere bajo los más terribles espasmos y convulsiones. La salva su propio instinto de curación, ya que si hay beleño cerca, va al beleño y recoge allí el remedio adecuado. Este es el proceso que está, yo diría, más cercano.

Beleño
Pero el otro proceso, más alejado del hombre actual, está relacionado con esto. Se trata de que los pueblos de cierta época primitiva desarrollaron instintos curativos similares, que en sus instintos ya tenían algo de aquello que luego nos encontramos más o menos concentrado en la medicina hipocrática. Es interesante estudiar un poco la sabiduría del mirlo o de otros pájaros, que pueden hacer lo mismo en muchos casos, con respecto a esta observación tan justificada de ayer. Porque, ¿Qué ocurre realmente cuando el mirlo se come una araña cruzada? La araña cruzada está, en toda su organización, muy vinculada a ciertas conexiones cósmicas de carácter extraterrestre. Y toda la formación de los miembros y también la formación de las marcas en la araña cruzada proviene de este ser atrapado en tales procesos extraterrestres, de modo que, si se me permite decirlo, la araña cruzada tiene mucha vida planetaria en sí. La araña tiene vida planetaria extraterrestre. El pájaro justo se ha quedado atrás en esta coexperiencia de la experiencia planetaria, más bien la ha trasladado al interior de su organismo. Cuando se come la araña, las fuerzas planetarias que hay en ella se hacen sentir. Las fuerzas planetarias, que todavía tienen tendencia a tomar forma, quieren penetrar en el pájaro, y éste tiene que luchar con ello. En el momento en que se ha comido la araña cruzada, su voluntad interior se convierte en una imagen de vida extraterrestre. Y ahí va a la planta correspondiente, que a su vez, al crecer de la tierra e incluso por el hecho de que no puede procesar del todo algo bajo la influencia planetaria, sino que lo retiene como veneno, se ha vuelto similar a lo opuesto a lo planetario, es decir, a lo terrenal. A esto se dirige el animal en busca de ayuda. Esto se debe también al hecho de que en el momento en que el veneno de la araña cruzada hace efecto en el mirlo, el contrainstinto, el instinto de defensa, es inmediatamente evocado por esta acción del propio veneno de la araña cruzada. Del instinto de agresión se pasa inmediatamente al instinto de defensa, de modo que en todo el fenómeno no tenemos ante nosotros más que un desarrollo muy vívido de lo que hacemos cuando una mosca se posa en nuestro ojo y cerramos el ojo o movemos la mano con un simple movimiento reflejo.

Podemos aprender mucho de estas acciones instintivas de los animales y las plantas. Su observación nos ayudará a curarnos de otro error, a saber, la convicción de que todo lo que merece el nombre de inteligencia o razón tiene su sede únicamente en el cráneo. La inteligencia y la razón revolotean por todas partes, por así decirlo, ya que el instinto de agresión y de autoprotección del pájaro ofrece un comportamiento bastante inteligente. La razón externa y la inteligencia externa comparten este funcionamiento de los poderes externos. Lo compartimos, no lo contenemos dentro de nosotros. Decir que lo hacemos es una tontería, pero participamos en él. El pájaro aún no participa en él de tal manera que se apropia de los instintos de agresión o de protección en una porción especial del cuerpo, a saber, el cerebro; el entendimiento de los pájaros opera más a través de su sistema pulmonar que el nuestro -pues la humanidad entiende a través del sistema de la cabeza, y el instinto de defensa conduce al pájaro a través del sistema pulmonar hasta el beleño o Hyoscyamus, porque la criatura piensa menos en su periferia que en el centro de su ser. La humanidad ha arrebatado el poder del pensamiento a los pulmones y al sistema rítmico. Más adelante quizá podamos considerar con más detalle nuestros instrumentos humanos de pensamiento. Pero es indudable que ya no pensamos de forma tan centralizada, es decir, con el corazón, los pulmones y demás, al unísono con el cosmos, como siguen pensando los pájaros. Son aptitudes que debemos volver a adquirir. Y si se pregunta: ¿Quién ha expulsado el último vestigio de esos instintos que nos vinculan a toda la naturaleza? La respuesta debe ser: la educación que se nos da en la escuela y en la universidad, pues ambas y todo lo que está relacionado con ellas son eminentemente adecuadas para desarraigar la convivencia del hombre con la totalidad de la naturaleza. Actúan de manera unilateral, promoviendo una intelectualidad refinada por un lado, y una sexualidad refinada por el otro. La fuerza que existía centralmente en la humanidad primitiva, se aleja en el hombre moderno hacia estos dos polos opuestos.

Encontrar el camino de vuelta a una comprensión correcta y sana del mundo será el criterio para saber si en nuestra búsqueda de la ciencia volvemos a ser sanos. Con una búsqueda de la ciencia tan sólida, habrá que estudiar muchas cosas que, por desgracia, en la actualidad sólo se estudian con métodos de búsqueda poco sólidos.

Ahora bien, hoy, siguiendo con lo dicho ayer, queremos tratar un poco las cosas que están en la línea de mirar al ser humano de tal manera que al mirar al ser humano haya algo de indicación del proceso de curación. En el hombre primitivo esto estaba muy desarrollado.

En el momento en que el hombre primitivo veía algo anormal en el hombre, se le señalaba inmediatamente el proceso de curación. Son cosas que se han perdido para la humanidad moderna. Y así el hombre moderno apenas llega por intuición a lo que, por ejemplo, el hombre antiguo llegaba por instinto. Pero esta es la evolución: del instinto a la intuición, pasando por el intelectualismo. A todo lo que más sufre por el mero desarrollo intelectualista hay que añadir la fisiología y la medicina. Donde éstas menos pueden prosperar es en el ambiente del intelectualismo. Pues tomemos un caso concreto, tomemos al diabético, por ejemplo. ¿Qué representa realmente el diabético en todo su desarrollo anormal? Sólo se puede obtener una visión correcta de la diabetes si se sabe que se trata de un yo débil, de una organización del yo débil que no es adecuada para afrontar todo el proceso que ha de tener lugar en la formación del azúcar. Se trata de interpretar correctamente los fenómenos. Sería totalmente erróneo suponer que el paso del azúcar por el organismo indica que el yo es demasiado fuerte. Al contrario, significa que el yo no participa adecuadamente en la penetración del organismo con el suministro necesario de azúcar. Tal es la esencia de la perturbación diabética. Y con ello está asociado todo lo que puede promover la diabetes. Podemos percibir los síntomas iniciales, por así decirlo, de esta dolencia, en aquellos que comen demasiados alimentos dulces, y luego beben alcohol. Pero eso es sólo un "toque" inicial que puede pasar y que sólo sirve para mostrar que en tales casos el yo se debilita y su poder para controlar el necesario proceso natural que regula la excreción de azúcar, se ve perjudicado. Además, se nos lleva a considerar todos los elementos que contribuyen a la tendencia diabética, y nos enfrentamos a un concepto que apenas ha aparecido hasta ahora en estas discusiones, aunque a menudo en las preguntas que se me han enviado, y que ocupará más de nuestro tiempo en la última mitad de este curso. Porque todas las cuestiones planteadas en los cuestionarios recibirán atención, pero hay que preparar el terreno. Me refiero en particular al concepto de afección hereditaria, que desempeña un papel destacado en los casos de diabetes.

Y permítanme decir de inmediato que una dolencia hereditaria es especialmente efectiva en el caso de un yo débil. Siempre podemos trazar una conexión entre un yo débil -o digamos un yo que no controla adecuadamente todos sus complejos de fuerza- y la responsabilidad de sufrir las lacras hereditarias. Porque si todos tuviéramos la misma responsabilidad de sufrir en este sentido, todos estaríamos perceptiblemente afectados por la herencia mórbida. El hecho de que no todos lo hagamos, en igual medida, se debe principalmente a que una eficiente función del yo ayuda a que los que la disfrutan estén exentos.

Por otra parte, no debemos pasar por alto las causas psicológicas frecuentemente presentes, ya sea en forma leve o pronunciada, en los casos de diabetes; ni olvidar que en los individuos excitables, las excitaciones pueden estar relacionadas con el comienzo de la diabetes. ¿Por qué ocurre esto? El yo es débil; y porque es débil, limita su esfera de acción más bien a la periferia del organismo y desarrolla fuertes capacidades intelectuales a través del cerebro. Pero es incapaz de penetrar en los recovecos internos del organismo, especialmente en aquellas regiones en las que se trata y transforma la albúmina, donde la albúmina vegetal se metamorfosea en albúmina animal. Estas regiones están fuera del alcance de la acción del yo. Pero en ellas comienza, y tanto más enérgicamente por la ausencia del yo, la actividad del cuerpo astral. Este cuerpo astral es más vigorosamente activo en las regiones donde entre, por así decirlo, la digestión, la formación de la sangre y la respiración tiene lugar el proceso de la organización media. Y la debilidad o apatía del yo deja este "proceso medio" muy a su aire, por lo que esta región comienza a desarrollar procesos independientes, fuera de la armonía con todo el hombre, y restringidos a la zona central. La tendencia diabética surge si el yo se excluye de los procesos orgánicos internos. Estos procesos internos, especialmente los que implican la secreción interna, están a su vez estrechamente relacionados con la formación de los sentimientos y la emoción. Mientras el yo busca su ocupación principal a través del cerebro, deja desatendidas todas las actividades secretoras que son circulatorias y oscilantes. El resultado es que el paciente pierde el control de ciertas influencias anímicas que se manifiestan en la vida de los sentimientos. ¿Por qué conservamos la compostura si ocurre algo muy excitante en nuestra vecindad? Porque somos capaces de enviar nuestra razón a los intestinos, y no permanecemos encerrados cerebralmente, sino que estamos en posesión de todo nuestro ser. Si sólo reflexionamos, no podemos hacer esto. Si actuamos de manera intelectualista unilateralmente desde nuestro cerebro solamente, el interior del hombre se mueve a su manera. Entonces tiene una tendencia particular a la excitación, con el resultado de que incluso en la esfera intelectual estas excitaciones provocan sus procesos orgánicos característicos. Estrictamente hablando, no deberían producir inmediatamente -es decir, como excitaciones que agitan la vida de los sentimientos- sus contraprocesos orgánicos; sino que deberían impregnarse del intelecto, templarse con la razón y sólo entonces actuar en el interior del hombre.

¿Cuál es la causa fundamental de tales manifestaciones? Nada más y nada menos que una desidia del yo. En el hombre, el yo es afín a las regiones más alejadas de la tierra, a esas fuerzas que afectan al hombre desde la región más "periférica". En efecto, todas las influencias que actúan en nuestro yo vienen a nosotros desde muy lejos. Por lo tanto, debemos tratar de aprender algo de los procesos afines a nuestro yo, en el mundo extrahumano, para poder poner al yo en un entorno que le enseñe y le permita tomar la parte que le corresponde en lo telúrico fuera de la tierra.

En la tierra, el equivalente de ese impulso por el cual la esfera extra-telúrica hace que el yo trabaje en su propia organización central - este equivalente existe donde las fuerzas extra-telúricas hacen que la tierra mineral y vegetal produzca aceites etéreos; o aceites en general. Esto indica el camino para guiarnos. Así como el Yo humano está activo en el ojo y entra en contacto directo con el mundo exterior por medio de este golfo, con igual certeza debemos poner al Yo en contacto con el proceso de formación de aceites. La mejor manera de lograrlo es preparar un aceite minuciosamente disperso en el agua del baño y tratar al paciente mediante baños de aceite. Es muy deseable que se hagan pruebas en cuanto al grado de subdivisión del aceite, la frecuencia del tratamiento y demás. Pero esa es la forma en que podemos tener éxito en la lucha contra esa aflicción devastadora, la diabetes. Como verán, la comprensión del proceso externo y su combinación con un proceso interno del ser humano, crea una fisiología que es a la vez humana y extrahumana, y que al mismo tiempo conduce a la terapéutica. Y ese es el camino por el que debemos alcanzar nuestros resultados.

Permítanme entonces recordarles -después de haber adquirido algunos conceptos más concretos- la naturaleza del parentesco del hombre con el medio ambiente. Consideren una vez más, toda la flora de la tierra; la vegetación que empuja hacia arriba a través del suelo, dispersa sus fuerzas, por así decirlo, en la floración, y las vuelve a plasmar en el fruto y las múltiples variaciones notables de este proceso. Variaciones tales como la posible retención en el follaje de fuerzas que de otro modo se derramarían en la semilla, cómo las hojas se vuelven así herbáceas y gruesas; cómo la cáscara de la semilla puede tal vez convertirse en pulposa por la retención de ciertas fuerzas en la hora undécima por así decirlo - todas las variaciones se encuentran.

Pero el proceso de formación de las plantas no es un proceso que pueda considerarse sólo como resultado de la acción física de la tierra o de las fuerzas de la luz que se contraponen. Va más allá: así como la planta contiene en sí misma tanto el cuerpo físico como el etérico, también en la región superior, donde se encuentran la esfera extramental y la esfera terrestre, existe, en relación con esa naturaleza vegetal, un principio cósmico-astral. Podríamos expresarlo así: la planta crece y tiende hacia un proceso formativo animal que, sin embargo, no alcanza. El interior de la tierra está, por así decirlo, saturado del proceso formativo vegetal, pero allí donde la atmósfera se encuentra con la tierra hay también un proceso formativo animal penetrante que no se lleva a su fin, un proceso hacia el que la planta crece pero no alcanza. Podemos contemplar este proceso en acción, tejiendo como si fuera sobre la vegetación en flor, y podemos ser conscientes de que rodea toda la tierra. Este proceso se centraliza en el propio animal, donde se interioriza. El proceso que tiene lugar tejiendo por encima del mundo vegetal floreciente y que forma un círculo alrededor de la esfera terrestre, está centrado en el propio animal y se remueve en su interior; y los órganos que posee el animal y de los que carece la planta son simplemente lo que necesitan para desplegar desde un centro un efecto que se ejerce desde fuera hacia la planta.

Este proceso formativo animal se encuentra también en el hombre; pero en el hombre está situado más hacia el centro de toda la organización física. Tiene lugar más bien en la región entre la digestión, la formación de la sangre y la respiración. Y en esas regiones el hombre, en lo que respecta al proceso formativo humano, se asemeja más al actual proceso formativo animal. En consecuencia, este hombre físico interno es el que tiene más parentesco con todas las tendencias vitales de la naturaleza vegetal, de modo que podemos confiar en poder influir y tratar la región en cuestión, por medio de tales tendencias vitales vegetales. Ahora bien, el hombre tiene un poder y una ventaja que el animal no posee. No sólo pasa por la interacción entre el elemento vegetal y el astral, que también comparten los animales, sino también por otra interacción, a saber, la que existe entre el mineral y el "superastral", que se encuentra aún más allá del ámbito puramente astral. De hecho, es especialmente característico del hombre, en la fase actual de desarrollo de la Tierra, participar en el proceso formativo del mineral. Así como en el mundo animal se produce una transformación constante de la sustancia albuminosa, existe un proceso igualmente continuo de tendencia más periférica que la transformación animal del proceso albuminoso, una interacción que la ciencia ignora actualmente, entre los cielos -por así decirlo- y los reinos minerales. Si necesitamos un término específico para este proceso, que se derive del rasgo más característico: el proceso de desalcoholización. Dentro de nuestro organismo humano tiene lugar continuamente un proceso de desalinización, una tendencia a cambiar la formación de la sal en su opuesto; y en esto radica realmente nuestro ser hombre, y sobre todo nuestro pensamiento humano, que va más allá del rango animal. Como hombre periférico -no -se advierte- como hombre central, pues allí nos asemejamos a la formación animal- pero periféricamente luchamos contra la formación de sal. Nos oponemos a la salificación de la misma manera que el animal se opone a la formación terrestre normal del albumen vegetal. En esta oposición se encuentran las fuerzas que para el hombre debemos buscar en el propio reino mineral, para curar ciertas dolencias a las que no podemos llegar con meros remedios vegetales. Incluso diría que tratar las dolencias humanas sólo con remedios herbales, es considerar al hombre demasiado como un animal. Se le rinde el debido honor al hombre esperando que participe en esa batalla más dura que se libra en el entorno terrestre contra la mineralización de la tierra, y hay que darle la oportunidad de participar con su yo en esta lucha.

Siempre que se administra silicio, se apela a las fuerzas dispersivas que hay en todos, y a su poder de superación de este duro elemento mineral. Y ponemos al yo en condiciones de participar vigorosamente en los procesos que han dejado de tener lugar en la tierra, pero que continúan fuera de ella, donde rigen fuerzas cuya tendencia es la de trastornar y destrozar todas las sustancias sólidas telúricas del espacio cósmico. El espacio cósmico tiene la particularidad de dispersar en las partículas más diminutas todo lo que se solidifica en el reino planetario. En el curso de la vida cotidiana, participamos muy pocas veces en esta actividad disruptiva, a menos que tengamos una inclinación matemática, es decir, que estemos acostumbrados a vivir mucho en formas matemáticas y a pensar en formas matemáticas. Pues esta forma de pensar se basa en la alteración de la sustancia mineral. Por otro lado, los individuos con cierta aversión a las matemáticas, se limitan más a una mera desalienación. No son capaces de convertirse en "mecánicos de la disrupción" internos. Tal es la diferencia entre las mentes matemáticas y las no matemáticas. Y la contrarrestación del proceso mineralizador de la tierra es la base de muchos procesos y métodos terapéuticos.

Ahora bien, estas cosas estaban incluidas en las reacciones instintivas de ataque y defensa del hombre primitivo. Si el hombre de aquellas épocas primitivas se daba cuenta de que le invadía la debilidad del pensamiento, recurría a alguna sustancia mineral que se comía o bebía y la disrupción y dispersión interna de esta sustancia mineral le ayudaba a restablecer su facultad de sintonía con las fuerzas extra-telúricas alejadas de la tierra.

Es posible seguir los procesos de la naturaleza externa hasta el punto de probar de forma casi tangible la exactitud de tales creencias. Son bastante verificables por la observación. Consideremos, por ejemplo, un árbol muy interesante a este respecto: Betula alba, el abedul plateado, que hace, por así decirlo, una doble resistencia al proceso formativo normal de la planta. Este proceso formativo en su curso normal no es compartido por Betula alba. Lo compartiría si fuera posible combinar lo que ocurre en la corteza del abedul con lo que ocurre en el follaje, especialmente en el despliegue del follaje en primavera, cuando las hojas todavía están teñidas de marrón. Si fuera posible mezclar estos dos procesos distintos y localizados de manera diferente, de modo que las funciones de la corteza y el follaje se mezclaran de manera uniforme en todo el árbol, el resultado sería una magnífica planta herbácea, con profusas flores. El abedul plateado es como es, porque los procesos asociados con la formación de albúmina viva se llevan más a las hojas y se concentran allí de lo que suele ser el caso de las plantas; y por otro lado el proceso que consiste en la formación de sales de potasa, se conserva en la corteza. En las plantas que siguen siendo hierbas, los dos procesos se unen tan estrechamente que en la raíz la esencia del proceso de sales de potasio se impregna con la formación de albúmina. Pero el abedul plateado empuja lo que la raíz extrae de la tierra, hacia fuera en su corteza y envía lo que otras plantas mezclan con la contribución de la tierra, en sus hojas, después de haber empujado la contribución de la tierra en la corteza. Así, el abedul se prepara para afectar al organismo humano en diferentes direcciones. La corteza que contiene los ingredientes de sal de potasio apropiados, está indicada si un paciente debe ser guiado a la desalinización - como por ejemplo en varias erupciones y afecciones de la piel; entonces la sustancia empujada hacia abajo en la corteza del abedul se dispara a la periferia en el hombre y cura la afección de la piel. Por otra parte, si se toman las hojas, con sus fuerzas de formación de albúmina, se obtiene un remedio especialmente indicado para las afecciones internas y profundas en el hombre, y muy beneficioso en casos de gota y reumatismo. Ahora supongamos que deseamos aumentar la eficacia de estos procesos, recurramos a los componentes minerales de la estructura del abedul. Tomemos la madera de abedul y preparemos a partir de ella carbón vegetal; tenemos, pues, a mano, poderosos remedios para los defectos de lo que es externo en el interior del cuerpo, es decir, los intestinos, etc. Hay que aprender a captar, por la apariencia de las plantas, sus efectos sobre el ser humano. Si contemplamos el Betula alba desde este ángulo, podemos concluir que si queremos hacer que el árbol, con todas sus valiosas propiedades, forme parte del hombre para curarlo, debemos darle la vuelta para que las fuerzas que se vierten en la madera y la corteza se unan con la piel y la periferia humanas, y las partes que el abedul vuelca hacia fuera en el follaje se invaginen en el interior del hombre. De este modo, el árbol no sólo se invertiría, sino que se volvería del revés -por así decirlo, para completar el cuadro- en el cuerpo del hombre. De esta imagen se desprende la correcta aplicación de las propiedades curativas del abedul.

En cuanto a las plantas con raíces muy desarrolladas, de modo que las fuerzas formadoras de raíces depositan sales de potasio y sales de sodio, se encontrará en ellas la tendencia a retener las fuerzas de las raíces incluso en el follaje; y esto significa una tendencia a la acción beneficiosa en casos de hemorragia así como de grava de los riñones. Un ejemplo de estos efectos fuertemente indicados como de uso en hemorragias en problemas renales y todas las condiciones intermedias, es Capsella bursæ pastoris la bolsa del pastor.

Ahora trata de entrar en las peculiaridades de una planta como la hierba común del escorbuto, Cochlearea officinalis. También es interesante, ya que contiene aceites sulfúricos o con un alto contenido de azufre. Estos aceites sulfúricos permiten a la planta trabajar sobre su albúmina en virtud del azufre. Ahora bien, el azufre es, dentro del reino mineral, el elemento que promueve las fuerzas formativas del proceso albuminoso; éstas se aceleran cuando son demasiado lentas, mediante la adición del proceso del azufre. Estos dos procesos resumen la naturaleza esencial de una planta como la hierba del escorbuto o la hierba de la cuchara. Debido a que la hierba del escorbuto crece en ciertos suelos y en ciertos lugares, y debido a que está insertada de cierta manera en el marco de la naturaleza, está condenada a desarrollar procesos albuminosos a un ritmo demasiado lento, mientras que por un maravilloso instinto natural este retraso se equilibra con la formación de aceites que contienen azufre, que aceleran el flojo proceso de albúmina. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que un proceso albuminoso acelerado difiere de uno que se desarrolla por su propia naturaleza con igual velocidad; esto debe tenerse siempre presente. Por supuesto, es posible descubrir procesos albuminosos tan rápidos como el de la hierba del escorbuto en otras plantas. Pero éstos no han sido provocados por la inercia que actúa sobre el principio acelerador. Es la continua interacción de los principios de inercia y aceleración en el crecimiento de la hierba del escorbuto lo que adapta esta planta para su uso como remedio en condiciones tales como el escorbuto, etc: porque el proceso característico del escorbuto es notablemente como el que se acaba de describir.

Creo que un entrenamiento personal que nos permita relacionar los acontecimientos de la naturaleza externa con los del interior del hombre, nos mostrará el camino hacia estas afinidades extremadamente significativas y también hacia una comprensión del hombre que no se puede adquirir de ninguna otra manera. Porque, en verdad, el hombre sólo puede ser comprendido a través de la comprensión de la esfera extrahumana, y ésta, a su vez, sólo a través de la esfera humana. Hay que ser capaz de estudiar ambas cosas al mismo tiempo. Y les ruego que no consideren superfluo pasar a un asunto que debería ser muy útil en nuestra próxima discusión, es decir, a las actividades peculiares del bazo en el organismo humano.

La función del bazo se inclina fuertemente hacia el lado espiritual. Tanto es así, que he señalado en un ciclo de conferencias sobre "Fisiología Oculta", que si el bazo es eliminado, el cuerpo etérico ocupa muy fácilmente su lugar; por lo tanto, el bazo es un órgano que se sustituye más fácilmente por su homólogo etérico en el hombre - por el bazo etérico. El bazo está menos asociado al metabolismo como tal que los demás órganos del abdomen humano. El bazo está poco asociado a la función metabólica propiamente dicha, pero sí a la regulación de dicha función. ¿Qué es exactamente el bazo? En las investigaciones de la ciencia espiritual, el bazo aparece como el agente designado para sintonizar continuamente el metabolismo crudo con lo que ocurre de manera más espiritual o psicológica en el hombre. Como todos nuestros órganos -algunos en mayor o menor grado- el bazo es en gran medida un fuerte órgano subconsciente de los sentidos, reacciona en una medida notable al ritmo de la alimentación humana. Las personas que comen a todas horas y en cualquier momento - producen en sus sistemas un tipo de actividad muy diferente a la de las personas que dejan intervalos entre sus comidas. Esta diferencia es especialmente perceptible en los niños, si tienen el hábito de mordisquear o engullir; pues el resultado es una acción espasmódica e irregular del bazo. Esto puede observarse también en los casos en que no hay una alimentación regular, y entonces, algún tiempo después de que el individuo se haya dormido, el bazo llega a un reposo comparativo - por supuesto, sólo a un reposo comparativo de acuerdo con su propia naturaleza. El bazo es el órgano sensorial de la parte más espiritualizada del hombre para los ritmos de la nutrición y le dice al hombre en su subconsciente, qué agentes contrarios debe emplear, para al menos mitigar el efecto deletéreo de la nutrición irregular. Así, la actividad del bazo se dirige menos al proceso metabólico propiamente dicho que a su ajuste rítmico; el bazo participa en el ritmo que debe regir necesariamente entre la ingestión de sustancias y el ritmo de la respiración. Pues entre el ritmo de la respiración y los procesos nutritivos que no están especialmente adaptados al ritmo, hay, por así decirlo, interpolado un ritmo intermedio, provocado por el bazo. El ritmo respiratorio permite al hombre vivir dentro del ritmo estricto del cosmos. Pero mediante una alimentación irregular desvía continuamente este ritmo cósmico. Y el bazo media y modifica esta desarmonía.

Este hecho es verificable a través de la observación del hombre. A la luz de este hecho, les ruego que estudien el material anatómico y fisiológico a su disposición. Encontrará la corroboración, hasta el más mínimo detalle. En el hecho de que la arteria esplénica está casi directamente conectada con la aorta, y también en la posición relativa externa del bazo en el conjunto del organismo, encontraréis corroboradas mis afirmaciones; mientras que al mismo tiempo encontraréis un testimonio morfológico de la relación nutritiva, en la inserción particular de la vena esplénica en el conjunto del organismo que desemboca en la vena porta y está así directamente conectada con el hígado.

Así, estos dos sistemas, uno sin pulsación rítmica, el otro esencialmente rítmico, se coordinan y regulan mutuamente. La actividad del bazo se interpone entre el sistema rítmico y el metabólico. Gran parte de lo que se debe a las funciones esplénicas inadecuadas o irregulares, debe resolverse sobre la base de este conocimiento de las interacciones entre los sistemas respiratorio y metabólico o el circulatorio y el metabólico, tal como están vinculados por el bazo. En efecto, no es en absoluto extraño que en la ciencia materialista se haya descuidado tanto la fisiología del bazo, pues la ciencia materialista no conoce el triple ser humano: el ser humano metabólico, el ser humano circulatorio y, finalmente, el ser humano de los sentidos y los nervios.

Traducido por J.Luelmo- mar.2022









Tipo de araña de jardín que recibe ese nombre por la marca característica en forma de cruz que lleva en su espalda.  

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