GA193 Berlín, 12 de septiembre de 1919 La extinción y recuperación por parte de las personas, del interés hacia las tres jerarquías superiores siguientes

   Índice

 RUDOLF STEINER

La extinción y recuperación por parte  de las personas, del interés hacia las tres jerarquías superiores siguientes

sexta conferencia
Berlín, 12 de septiembre de 1919

Hoy, cuando tengo que hablarles por primera vez en esta sala sobre asuntos antroposóficos, quisiera expresar sobre todo un sentimiento de gratitud a aquellos queridos amigos que, durante el tiempo en que yo mismo no pude permanecer aquí en Berlín, se han dedicado a habilitar estas salas que han de servir a nuestras contemplaciones y trabajos antroposóficos. Hoy es un tiempo en el que el alma humana debe centrarse principalmente en los grandes y amplios acontecimientos del mundo y del desarrollo de la humanidad. Tanto ocupan nuestra voluntad estos grandes y amplios acontecimientos y convulsiones del presente, si queremos comprender nuestra posición como seres humanos dentro de los acontecimientos mundiales, que no podemos, como a veces en épocas anteriores, más tranquilas, al menos aparentemente más tranquilas, volcarnos con la misma atención en tan bellos acontecimientos externos como en el establecimiento de un espacio semejante, que ha de dedicarse a metas ideales, metas espirituales, de tal manera que la gente coopere en ellas como en su vida social. Sin embargo, si se considera correctamente el asunto, existe una cierta conexión entre los grandes acontecimientos que actualmente palpitan en el mundo y dicha institución. Al fin y al cabo, las importantes exigencias del desarrollo histórico de la propia humanidad harán que lo que hasta ahora buscaban las personas en términos de belleza, en términos de realización artística para su vida privada individual, tenga que dirigirse cada vez más hacia aquellos ámbitos que las personas no tienen para sí individualmente, sino en los que colaboran socialmente. Sería difícil comprender los objetivos futuros del desarrollo humano si tuviéramos que juzgarlos por lo que parece estar surgiendo hoy. El movimiento social del presente no sólo tiene a menudo un carácter más "democrático", -cuyo carácter temporal sólo hay que entender en el sentido correcto para no juzgar mal lo que hay en este movimiento a causa de este carácter más democrático-, sino que este movimiento social tiene también algo en sí que ya podría asustar a la gente: ¡la belleza, aquello que impregna nuestra cultura terrenal como artístico, no encontraría en el futuro la misma comprensión que en el pasado, cuando los círculos materialmente favorecidos podían dedicarse a este cultivo de la belleza!

Un período de transición puede llevar a que la receptividad por la belleza retroceda un poco. Pero justo cuando una organización más social de nuestra vida se afiance en la seriedad, entonces será indispensable que el espacio exterior, los acontecimientos temporales se adapten también al gusto, a la belleza; de lo contrario la humanidad degeneraría en el filisteísmo. Así que en cierto sentido podemos considerar la sencilla belleza que nuestros amigos de esta sala han tratado de adaptar a las cosas serias de la vida que aquí han de cultivarse como algo simbólico de los grandes acontecimientos que palpitan a través de nuestro tiempo. Y es por tales sentimientos que creo hablar de acuerdo con todos ustedes cuando, en estos tiempos serios, expreso mi más sincero agradecimiento a nuestros amigos por el trabajo que aquí se ha llevado a cabo. También sería una falsa creencia juzgar lo que se prepara en el presente como si los llamados "acontecimientos objetivos" del mundo pudieran reducir el valor de la personalidad y el valor de lo que procede de lo personal, del individuo. Esto no será así. Sólo los siglos hasta finales del siglo XIX, los últimos tres o cuatro siglos, han funcionado de tal manera que parece justificado en el desarrollo global de la humanidad situar al hombre más como una rueda en el mecanismo general del mundo. La tarea para el futuro próximo será que el hombre se abra camino fuera de este mecanismo mundial. Por lo tanto, ya se puede decir: En primer lugar, el gran movimiento del presente es, en su mayor parte, de carácter totalmente egoísta. Ciertamente, la gente lucha por el socialismo, pero por puros impulsos e instintos antisociales. No debemos dejar de reconocer que la razón por la que hoy se lucha por el socialismo es porque la gente se ha vuelto tan antisocial en el desarrollo de su alma, en la constitución de su alma. Si el sentimiento social fuera más evidente, no habría necesidad de tantos programas socialistas; hasta cierto punto, sólo son causados por la reacción a los sentimientos y sensibilidades antisociales de la gente. Pero es precisamente en esos momentos en los que, -debido a que las cosas están tan revueltas-, lo social quiere nacer de lo egoísta y antisocial, precisamente en esos momentos en los que la visión de lo que se ha producido en noble y desinteresada devoción a una causa ideal a partir de sentimientos humanos genuinos, verdaderos y no egoístas tiene un efecto muy especial. Y será bueno que hoy no celebremos un festival de forma externa en estos tiempos serios, sino que volvamos nuestros pensamientos a lo que acabo de decir: lo valioso que es encontrar la posibilidad en nuestro tiempo, junto al omnipresente empeño egoísta, de crear algo como lo que se ha creado aquí, -aunque sea a muy pequeña escala-, para el trabajo idealista y espiritual. Y por eso me parece que lo más festivo hoy es hacer aquí observaciones, que por un lado deben estar conectadas con la seriedad de la época, para que de esa seriedad nos lleguen al alma esos sentimientos que tal vez puedan acompañarnos a través del trabajo que se va a realizar aquí en estas salas, siempre que podamos cultivarlos en estas salas debido a las circunstancias de la época, y si, por otra parte, permitimos que obren en nosotros pensamientos que, por estar íntimamente relacionados con el desarrollo de la humanidad, pueden ser dignos y merecedores, cuando entramos en estas salas, de sacarnos a menudo y con frecuencia a través del alma de las tareas para las que estas salas están destinadas a servir.

Si miramos nuestro tiempo en un sentido crítico, -no maliciosamente crítico, pero crítico al fin y al cabo-, no seríamos verdaderos si quisiéramos engañarnos sobre las numerosas corrientes de decadencia en todos los ámbitos de la vida que prevalecen en este tiempo. Cuando observamos nuestro tiempo presente, no debemos olvidar, para no perder la seriedad de la vida, cuán fuertemente lo que el hombre suele llevar hoy en su conciencia, -lo lleva de tal manera que lo expresa con palabras-, cuán alejado suele estar de lo que es interiormente verdadero y real. Incluso el sentido de hasta qué punto la palabra que pronunciamos hoy está a menudo alejada de la verdad, incluso el sentido de esto se ha perdido realmente en grandes círculos de nuestros contemporáneos, y la salida elemental de la verdad del alma humana ha sido sustituida por, podemos decir, el eslogan del mundo. Porque, ¿Qué es lo más característico del eslogan? Se caracteriza por el hecho de que la gente habla sin que la palabra que sale de su boca esté conectada interiormente, -sólo interiormente puede estar conectada-, con la fuente de la verdad. Sólo tenemos que mirar lo que se ha logrado en el curso de los últimos cuatro, cinco, seis años en las revelaciones de una falsedad general a través del mundo, y no podremos dudar de que con ello ese alejamiento del mundo de la verdadera realidad se ha hecho grande, ha conducido al eslogan mundial y, si no se hiciera nada contra él, conduciría aún más y más. Y aparte del crecimiento del eslogan, de la falsedad, en realidad nada ha podido florecer tanto en los tiempos modernos como la indulgencia hacia esta falsedad, como la tendencia a la falsedad. Dondequiera que encuentren ustedes el eslogan hoy en día, encontrarán también a personas indulgentes con la afirmación del eslogan, con esta falsedad. Porque estas personas indulgentes se preguntan en todas partes: ¿Qué quería decir la persona en cuestión? ¿No tenía las mejores intenciones en todas partes? ¿No pensaba que actuaba con las mejores intenciones en todas partes? Y por otra parte, cuan poco existe un sentido concienzudo de la verdad que obliga a quien abre la boca a examinar seriamente los fundamentos de una afirmación y a abstenerse de hacerla antes de haberla examinado. Llegará un momento en que no baste con decir de una persona que tenía buenas intenciones: Su intención era buena, cuando ha dicho una falsedad. Más bien debe llegar el momento en que los hombres sientan el más intenso sentido de responsabilidad hacia la prueba de la verdad, y que incluso si descubrieran que han dicho algo de buena fe que no corresponde a los hechos, no puedan perdonarse por ello, sino que sean conscientes del hecho, que para el conocimiento objetivo del mundo es indiferente que subjetivamente creamos que hemos dicho la verdad o no, pero que para el conocimiento objetivo del mundo es indiferente en absoluto que en un caso concreto digamos algo que es verdad en sentido objetivo, es decir, que corresponde a los hechos, o algo que no corresponde a los hechos. Precisamente ante la gravedad de los tiempos tendremos que aprender qué es realmente un eslogan.

Hoy en día, muchas personas tienen la sensación, -no son claramente conscientes de ello-, de que en realidad a uno se le permite decir aquello con lo que se siente cómodo. Hemos podido estudiar esto en particular y podemos seguir estudiándolo en la actitud que muchas personas adoptan ante los acontecimientos contemporáneos. Las cosas serias han pasado de largo. La gente juzga esta seriedad sólo en función de lo que le resulta agradable, no en función de la importancia que esta seriedad tiene para el desarrollo general de la humanidad. Hemos tenido como contemporáneos a personas que han estado en el centro de lo que ha sucedido en los últimos cuatro o cinco años, personas que han sido empujadas por las circunstancias a posiciones de liderazgo en relación con los acontecimientos mundiales. A estas personas, ¡el destino les ha alcanzado! Pero qué pocas personas se inclinan a emitir un juicio objetivo sobre lo que ha sucedido en realidad. Cuán pocas personas se inclinan a preguntar por qué selección, por qué elección en el período decisivo las personalidades dirigentes llegaron a sus posiciones de liderazgo en detrimento de la humanidad. Hoy, sin embargo, nada es tan necesario como abrirse camino a través de todas las opiniones subjetivas hasta alcanzar una cierta objetividad con respecto a estas cosas. Algunos creen que hoy es fácil decir la verdad. No es fácil decir la verdad porque la verdad tiene muchos enemigos hoy en día, y porque los que dicen la verdad naturalmente se desgastan muy rápidamente. Porque hoy en día la verdad es a menudo odiada.

En los últimos meses, como a menudo me han dicho que lo que afirmo en el ámbito social es tan difícil de entender, que no se puede captar, he tenido que argumentar una y otra vez que captar precisamente este impulso social requiere un estado de ánimo distinto del que ha prevalecido en Europa Central, especialmente en los últimos cuatro o cinco años y mucho antes, pero que ha alcanzado su punto álgido en los últimos cuatro o cinco años. La gente se ha dado cuenta de muchas cosas en estos últimos cuatro o cinco años; se han dado cuenta de cosas de las que yo realmente no me había dado cuenta. Se podían encontrar todo tipo de dichos de mucha gente, enmarcados en hermosos marcos; la gente los entendía. No se podían entender esos dichos con un sentido directo de la verdad, pero la gente los entendía. Porque se les había ordenado comprenderlos: la orden procedía del Cuartel General. Entonces lo comprendían todo. Pero ahora es necesario entender las cosas no por obediencia, sino por propia alma libre. Es posible que para ello la gente tenga que aprender esto de nuevo. Los últimos cuatro o cinco años han demostrado de manera seria que la gente tiene que volver a adquirir esto. Y en comparación con lo que la gente se ha acostumbrado en los últimos cuatro o cinco años, no es realmente un deber agradable decir la verdad, en primer lugar porque la verdad es algo serio, y luego porque a la gente le molesta mucho la verdad. 

Llegarán tiempos en los que se mirará a nuestro tiempo de una manera muy especial. Pero la gente tiene muchas otras obligaciones en el presente que en el pasado reciente. Por eso, en cierto sentido, debemos tener ya hoy una idea de cómo verán los tiempos futuros lo que ocurre en nuestra época.

En nuestro tiempo, la gente tendrá que aprender a dirigir su mirada, su mirada espiritual, hacia los grandes cambios, hacia los grandes impulsos del desarrollo humano en la tierra. Este gran cambio comenzó a mediados del siglo XV en la era cristiana. En nuestra ciencia espiritual de orientación antroposófica lo llamamos el comienzo del quinto período cultural post-atlante, y sabemos que tiene un carácter completamente diferente al período cultural anterior, greco-latino, que comenzó en el siglo VIII antes de Cristo y terminó en el siglo XV de nuestra era. La gente no mira a través de lo que hoy han dado en llamar fábula y a lo que llaman historia, la enorme diferencia entre los estados de ánimo humanos del siglo X y los de aquellos siglos que comenzaron a mediados del siglo XV. Nuevos estados de ánimo y nuevas constituciones anímicas han irrumpido en la humanidad, y sólo podemos comprender lo que ha llegado realmente al desarrollo humano si dirigimos nuestra mirada anímica hacia arriba, hacia las fuerzas que actúan en los propios acontecimientos humanos, hacia las fuerzas tal como se desarrollan, por ejemplo, en el vuelco de mediados del siglo XV. En nuestro tiempo, -después de todo, han pasado varios siglos desde mediados del siglo XV-, lo que irrumpió en la humanidad civilizada a mediados del siglo XV, que se ha desarrollado lentamente hasta ahora y que ahora se encuentra en un momento decisivo, porque la conciencia humana debe aprovechar este momento decisivo.

Hoy es el tiempo en que el hombre, -de qué manera lo haga, hablaremos de ello más adelante-, debe absorberlo en su conciencia: Aquí estoy dentro de los acontecimientos terrenales como ser humano, y fuera de mí están los tres reinos de la naturaleza, el reino animal, el reino vegetal, el reino mineral. Pero cuando el hombre pronuncia hoy esta frase, sólo dice la mitad de la verdad desde el punto de vista de la conciencia actual, la conciencia del quinto período postatlante. El hombre que vivió antes de este período aún podía decir: "Aparte de mí están el reino animal, el reino vegetal y el reino mineral, porque comprendía algo diferentemente de la conciencia de hoy. El hombre prehistórico todavía entendía el reino animal, el reino vegetal y el reino mineral de tal manera que lo espiritual reinaba en estos reinos. La gente de hoy ha perdido la conciencia de esto. Primero debe readquirirla mirando a los tres reinos y sabiendo: Así como estamos conectados hacia abajo con los tres reinos, con el reino animal, el reino vegetal y el reino mineral, así también estamos conectados hacia arriba con los tres reinos de los Ángeles, Arcángeles y Archai. Y sólo entonces no estamos diciendo una verdad a medias, sino una verdad completa, cuando no sólo decimos que miramos hacia abajo, hacia el reino animal, el reino vegetal y el reino mineral, sino cuando también podemos mirar hacia arriba, hacia el reino de los Ángeles, los Arcángeles y los Archai. Al igual que nuestro cuerpo físico tiene una cierta relación con el reino animal, el reino vegetal y el reino mineral, lo mismo ocurre con nuestra parte anímico-espiritual respecto a lo que constituye las tres jerarquías que están por encima de nosotros. Pero precisamente en nuestra época, mientras que por un lado estamos cambiando nuestra relación con los tres reinos de la naturaleza, también estamos cambiando nuestra relación con los tres reinos de las jerarquías que están por encima del hombre. Quisiera llamar hoy su atención sobre este grave asunto de la evolución humana, y al señalarlo celebramos mejor la fiesta de consagración de esta rama.

Si volvemos la mirada a lo que sucedió en la evolución de la humanidad en los períodos anteriores, que hasta cierto punto llegó a su fin a mediados del siglo XV, debemos decir, si prescindimos de las jerarquías superiores: Los seres de los Ángeles, de los Arcángeles y de los Arcai se han ocupado siempre del hombre, se han ocupado del hombre en la medida en que pasa por su existencia entre la muerte y un nuevo nacimiento, pero también se ocupaban de él en la medida en que pasa por su existencia aquí en el plano terrestre. Pero en nuestra época, la ocupación de los seres de estas tres jerarquías con el hombre ha llegado en cierto modo a su fin. Entre las múltiples actividades a las que se han dedicado los seres de estas tres Jerarquías, se encuentra ésta: cooperar en la creación de la imagen en la que se basa el hombre terreno físico, la organización física del hombre terreno. Entramos en nuestra existencia física al nacer y crecemos en esta existencia física: en nosotros se moldea la imagen de la humanidad. En los tiempos antiguos de la evolución humana, esta imagen era muy diferente. Ha sufrido muchos cambios. Sólo hace falta recordar lo que surge cuando miramos atrás al antiguo periodo atlante o a la época de la civilización egipcia: las personas seguían siendo diferentes en su estructura externa. La imagen de la humanidad ha cambiado, y correspondía a los seres de estas tres jerarquías superiores trabajar sobre esta imagen. Puede decirse que una de las tareas de estos seres era elaborar la imagen del hombre de modo que primero tuviera la forma que mostraba en el antiguo período lemúrico, luego la forma que tenía en el período atlante y después la forma que tenía en los períodos post atlantes. Así, los seres de estas tres jerarquías superiores han llegado gradualmente a haber producido la imagen en la que se basa el ser humano actual mediante la transformación de formas de imagen más antiguas.

Pero ahora se presenta la peculiaridad, -y una observación espiritual real del desarrollo de la humanidad lo demuestra-: los seres de estas tres jerarquías han terminado esencialmente con la formación real de esta imagen de la humanidad en nuestra época. Esta imagen de la humanidad, en la medida en que subyace a la organización física del hombre, está realmente completa. Sientan este hecho significativo: los seres de las jerarquías de los Ángeles, los Arcángeles y los Arcai han trabajado durante milenios y milenios en la elaboración de una imagen, y esta imagen es aquella según la cual ha tenido lugar la organización física del hombre. Y vivimos en la época en que estos seres de las tres jerarquías superiores se dicen a sí mismos: Hemos trabajado en la imagen de la humanidad, pero hemos terminado. Hemos colocado al ser humano en este mundo terrenal como ser humano físico, ¡y ya hemos terminado!

Quien observe este hecho desde un punto de vista espiritual, se escandalizará por el hecho de que el interés de los seres de estas tres jerarquías superiores por la creación de la imagen física de la humanidad no sólo ha desaparecido en esta época, sino que ha menguado. Si nos remontamos al período grecolatino, encontramos que los seres de estas jerarquías superiores se interesaban vivamente por la consecución de la imagen física de la humanidad en la tierra. Hoy en día, estos seres de las jerarquías superiores ya no tienen ningún interés en ello. Tienen la sensación de haber aportado su granito de arena al ser humano físico en la Tierra. Su interés desde este punto de vista ha disminuido. La gente podría considerar esto como un hecho especialmente significativo que tiene un profundo impacto en la naturaleza humana, si se tomara el tiempo y el ocio necesarios para observar los hechos externos de la evolución humana actual. Por ejemplo, echamos la vista atrás a épocas anteriores. A partir de algo de lo que ha sucedido y de lo que se nos ha transmitido de tal manera que podemos juzgarlo, podemos decirnos: ciertos pensamientos surgieron instintivamente en las personas de épocas anteriores. Precisamente aquellas personas en las que ciertos pensamientos surgen instintivamente son descritas como genios. Hoy, como mucho, se cree que tales pensamientos surgen en algunas personas. Hoy hay poco genio en la gente de la tierra. Porque las fuerzas del genio ya no surgen de la organización corporal, porque las entidades de las tres jerarquías superiores ya no trabajan en esta organización corporal. Han perdido su interés por la organización física del ser humano.

Esto hace que el ser humano del presente sea tan arrogante en cierto sentido que en realidad está acabado en lo que respecta a su forma física. Ya no podrá pasar el resto de su desarrollo terrenal en la perfección de su forma física terrenal. Del propio cuerpo no se derivará ninguna otra perfección de su organización. Lo que antes surgía instintiva e ingeniosamente en el alma humana procedía del cuerpo y, al mismo tiempo, por ser obra de los dioses, tenía un poder organizador en el cuerpo. Cuando Homero, por ejemplo, escribía poesía, escribía con un poder que era al mismo tiempo un poder organizador en el griego, que formaba el cuerpo griego. Lo que aparece, lo que puede aparecer, con un poder tan concreto, tiene al mismo tiempo poderes formadores del cuerpo. Por otra parte, lo que hoy aparece en nosotros como las leyes de la naturaleza que hemos establecido, de las que estamos tan orgullosos, son en gran medida abstracciones, no tienen ningún poder formador de vida. Así pues, formamos pensamientos abstractos que no son capaces de controlar la vida social, ni leyes naturales abstractas, porque los seres de las tres jerarquías superiores ya no trabajan en nosotros, porque ya no tenemos pensamientos ascendentes en nuestro interior que organicen. Nuestro ser anímico se ha vuelto abstracto. Nuestra alma está de hecho en nosotros de tal manera que es abandonada por el propio cuerpo de la actividad de los seres de las tres jerarquías superiores.

Y ahora lo importante es, que debemos buscar de nuevo, desde nuestro lado, la conexión con la actividad de los seres de las tres jerarquías superiores. Hasta ahora estos seres se han encontrado con nosotros como seres humanos, han trabajado en nosotros. Ahora tenemos que trabajar en nuestro propio ser anímico-espiritual. Y lo que trabajemos en nuestro ser anímico-espiritual, lo que revelemos del mundo espiritual a través de la investigación científico-espiritual, se convertirá en algo en nuestra alma humana que interesará de nuevo a los seres de las tres jerarquías superiores. Estarán en los pensamientos y sentimientos que saquemos del mundo espiritual. De este modo restableceremos las relaciones con los seres de estas jerarquías. Lo que está ocurriendo en nuestro tiempo es tan significativo que debemos describirlo como un cambio en la posición del mundo de los dioses en relación con el mundo humano. Los dioses han estado trabajando en la perfección de la imagen física del hombre hasta nuestros días. El hombre debe empezar a trabajar en el contenido de su alma para poder encontrar el camino de regreso a las tres jerarquías superiores. Por eso nuestro tiempo lo tiene tan difícil, porque la gente está tan orgullosa de una imagen corporal externa que ha llegado a una conclusión e independientemente de esta imagen corporal, es decir, independientemente de cualquier mundo superior, desarrolla pensamientos abstractos que no tienen ninguna conexión con el mundo espiritual, y porque en realidad nuestra verdadera tarea es buscar ahora esta conexión desde nosotros mismos a través de la devoción al conocimiento espiritual y los sentimientos sobre el conocimiento espiritual, y la voluntad a partir del conocimiento espiritual. Sólo quien siente y percibe este gran cambio, que, sin embargo, dura siglos, puede llegar a una posición correcta en su tiempo. Hoy no se puede ganar una posición correcta en el tiempo mediante consideraciones externas; hoy se debe tener la posibilidad de adquirir esta posición mediante el trabajo interior de lo que es interior. Acabamos de entrar en la era del alma consciente, hemos salido de la era del alma racional, que era la era grecolatina. Y esta alma consciente también debe desarrollarse cada vez más, de tal manera que los seres de las jerarquías superiores ya no se abran camino hacia el hombre, -eso enturbiaría su conciencia-, sino que éste debe abrirse camino hacia ellos conscientemente. Esto es lo que constituye su plena conciencia diurna, clara y luminosa, que se abre camino hacia los seres de las jerarquías superiores. La ciencia espiritual es el comienzo de este trabajo hacia arriba, pues no ha surgido de ninguna arbitrariedad, sino de la comprensión de este cambio en nuestro tiempo.

Pero el hombre también debe desarrollar conscientemente muchas otras cosas. El hombre siempre ha tenido que vivir según el karma, según la gran ley del destino, pero no siempre ha adquirido un conocimiento de esta gran ley del destino. Qué sorprendente fue cuando, a través de la obra "Educación de la raza humana" escrito por Lessing, la conciencia de las repetidas vidas terrenales surgió del desarrollo más reciente del espíritu. Hoy comienza el tiempo en que ya no se puede vivir de persona a persona de la misma manera que antes. Hemos visto cómo ya no se puede vivir de la misma manera con los seres de las tres jerarquías superiores. Pero tampoco se puede ya vivir de la misma manera que antes con las personas mismas. Su vida, sin embargo, tal como se cultivaba en el pasado, se proyecta en nuestro tiempo, pero no cumplimos con nuestras obligaciones hacia el presente si no llamamos la atención sobre el hecho de que también debe producirse una nueva relación de persona a persona. No se ha hecho nada hasta ahora, se puede decir, porque la conciencia humana no estaba obligada a desarrollarse en el tiempo anterior. Así que en el tiempo anterior el hombre se enfrentó sin conciencia: Tú hombre, en ti vive un alma que ha pasado por un tiempo anterior al nacimiento y antes por otra vida terrenal. - Llegará un tiempo, y ya está amaneciendo, en el que sería una falta de comprensión del alma si no supiéramos que en el alma de otra persona vive algo que se remonta a una vida anterior en la tierra. Hasta ahora no ha importado si no sabías esto. Ahora comienza el tiempo en que esto no debe ser ignorado. Lo ilustraré con un caso concreto.

Entre las cosas que hemos empezado a trabajar en la vida social, hemos intentado crear una escuela basada en un espíritu humano verdaderamente nuevo, la escuela que está afiliada inicialmente a la fábrica de cigarrillos Waldorf-Astoria: la Escuela Waldorf. La inauguramos oficialmente el domingo pasado. La precedió un curso seminario para profesores, que me tomé la libertad de organizar. Lo más importante allí era establecer esa pedagogía, ese arte de educar y enseñar, que cuenta con el hecho de que en el niño crece un alma que viene de otra vida en la tierra. Hasta ahora el maestro podía decirse a sí mismo, aunque se creyera muy avanzado pedagógicamente: tienes ante ti el alma de un niño, de la que proceden ciertas capacidades que tienes la obligación de desarrollar. - Pero más o menos sólo podía fijarse en lo que podía salir del cuerpo. De este modo, el futuro educador no podrá cumplir su tarea. Tendrá que tener un fino sentimiento por aquello que se desarrolla en el niño en desarrollo desde las primeras vidas en la tierra, y ese será el gran resultado en la futura educación, que esto tendrá que desarrollarse. En este trato debe desarrollarse primero la relación social, que se construye sobre la relación espiritual con otros seres humanos en la conciencia de que si tienes un ser humano ante ti, tienes el alma resucitada de la encarnación anterior ante ti. Tener esto como una teoría desde una visión del mundo entendida, como una enseñanza de vidas terrenales repetidas, no es suficiente, sino que esta enseñanza debe volverse práctica, tan práctica que pueda convertirse en la base de algo así como un arte de la educación y la enseñanza. 

Eso es lo que hace viable esta enseñanza en primer lugar. Por lo tanto, es natural que todavía haya poca receptividad a tales cosas, que la gente mire con recelo la constitución espiritual de quienes reconocen lo que se necesita hoy en día. Y lo que se necesita no es meramente que se proclame en forma de alguna cosmovisión espiritual, sino que las actividades concretas de la vida se pongan al sol del conocimiento, no meramente que se profese tal o cual fórmula, sino que se lleve este conocimiento a la vida misma de la humanidad. Es precisamente en ese punto donde uno se da cuenta, ya que es el fundamento de una nueva pedagogía, de cómo los viejos y los nuevos tiempos chocan en el eslogan.

Me he esforzado por conocer mucho de lo que se promueve desde uno u otro lado en materia de educación hoy en día. A menudo se discute la cuestión, y pondré sólo un ejemplo: ¿debería la educación ser más formal o más material? ¿Debemos centrarnos más en educar a las personas para tal o cual profesión, para que se sitúen adecuadamente en la vida estatal o de otro tipo, o debemos centrarnos más en la esencia del hombre, en sacar a la luz lo que en general es humano en el sentido humanístico? La gente de la educación ha discutido mucho sobre esta cuestión. En realidad es un eslogan por la razón de que la diferencia entre lo que el hombre dice y lo que es la verdad interiormente realizada es tan grande. ¿Es el hombre otra cosa que aquello en lo que se convierte? Tomemos como ejemplo a las personas que hoy tienen profesiones dedicadas a la vida pública. ¿Por qué se han incorporado a esta vida? Por el hecho de que las generaciones anteriores han traído esto y aquello al mundo. La vida pública actual es sólo el resultado de lo que han traído las generaciones anteriores. ¿Los maestros de antaño educaban materialmente, no formalmente? Ciertamente no educaban formalmente. ¡Pero es lo mismo! Discutimos sobre cosas que son una y la misma cosa. Pero otra cosa es importante: que tengamos en las personas que nacen hoy como niños las tendencias que han de crecer en la próxima y siguiente generación, que eduquemos proféticamente. Que eduquemos a las personas material o humanísticamente no es mas que un eslogan. Pero que debemos educar proféticamente, que debemos prever lo que tendrá que hacer la próxima generación, eso es algo serio. Esto está escrito en el mundo.

A la gente de hoy todavía le cuesta entenderlo. Tendrán que ponerse cómodos para entenderlo, de lo contrario se quedarán cada vez más fuera del desarrollo del tiempo. Esto es importante, esto es extremadamente importante. Debemos hacernos conscientes en el sentido más serio de la palabra, tanto porque debemos encontrar la conexión con la actividad de los seres de las jerarquías superiores, como porque es necesaria una nueva relación de persona a persona incluso en el campo de la educación, porque debemos estimular en la persona que está ante nosotros no el alma que está ante nosotros ahora, sino el alma que viene de relaciones terrenales anteriores. Tendremos que llevar esto en nuestra conciencia. Es muy importante que encontremos una relación concreta con el espíritu. Si sólo sabemos algo sobre el karma, sobre las vidas terrenales repetidas, sobre la constitución del ser humano, y llevamos esto como conceptos en la cabeza, entonces esto es ciertamente una visión del mundo, una visión teórica. Pero hoy en día no se llega muy lejos con esta visión teórica. Sólo cuando esta visión teórica del mundo se convierta en vida, será lo que la humanidad necesita para el futuro próximo.

Serían verdades sobre la relación del hombre con las jerarquías superiores, verdades sobre el karma. Podemos añadir una tercera. Sabemos, por la descripción que hago en el libro "¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?", que el hombre, si quiere asomarse al mundo espiritual, debe, en cierto sentido, tener la experiencia que se llama el cruce del umbral. He descrito este cruce del umbral en este libro señalando cómo se organizan los tres poderes de la mente humana, que en esta vida física trabajan juntos de forma bastante caótica, cómo se independizan el poder del pensamiento, el poder del sentimiento y el poder de la voluntad. Cuando el ser humano cruza el umbral, estas fuerzas se independizan.

En muchos aspectos, todo el curso del desarrollo de la humanidad es similar al curso de la vida del ser humano individual. Sólo que las cosas están cambiadas. Lo que el hombre atraviesa conscientemente cuando quiere ver en el mundo espiritual, el cruce del umbral, lo tiene que atravesar inconscientemente toda la humanidad en este quinto período post atlante. No tiene elección en esto, pasa por ello inconscientemente. No el ser humano individual, sino la humanidad y el ser humano individual con la humanidad. ¿Qué significa esto?

Lo que en el hombre actúa conjuntamente en el pensar, el sentir y el querer, adquiere en el futuro un carácter separado y se afirma en campos diferentes. Estamos en el proceso de que la humanidad atraviese inconscientemente una puerta significativa, que el poder de la visión puede percibir muy bien. La humanidad atraviesa este cruce del umbral de tal manera que los ámbitos del pensar, del sentir y de la voluntad divergen. Pero esto nos impone obligaciones, la obligación de organizar la vida exterior de tal manera que el hombre también pueda experimentar este cambio en su vida interior en la vida exterior. A medida que el pensar se hace más independiente en la vida de la humanidad, debemos establecer un terreno en el que el pensar pueda tener un efecto más saludable, debemos crear además un terreno en el que el sentir pueda desarrollarse independientemente, y también un terreno en el que la voluntad pueda desarrollarse de un modo especial. A partir de ahora debemos articular en tres ámbitos lo que hasta ahora ha sido una caótica confusión en la vida pública. Estos tres ámbitos de la vida pública son: la vida económica, la vida estatal o jurídica y la vida cultural o espiritual. Esta exigencia de una triple articulación está relacionada con el secreto del desarrollo de la humanidad en esta época.

No crean ustedes que lo que se afirma como socialismo tripartito es una invención arbitraria. Nace de la más íntima comprensión de la evolución de la humanidad, de lo que debe suceder si no se quiere negar la meta de esta evolución de la humanidad. Por eso nos vimos envueltos en esta terrible catástrofe de la guerra mundial de los últimos años, porque la dificultad consistía en reconocer una meta de naturaleza espiritual y porque la gente estaba muy alejada incluso de reconocer metas de este tipo. Tenemos que trabajar para salir de este caos El curso del propio desarrollo humano dicta que trabajemos para salir de este caos Por lo tanto, creo que sólo aquellos que parten de sentimientos antroposóficos, de la comprensión de lo que realmente está sucediendo en el desarrollo humano, podrán comprender la necesidad de una triple articulación social tan a fondo. Pero a la gente del presente no le gusta reconocer tales cosas. Al presente le encanta dirigir su atención a las tareas de la naturaleza más inmediata, no comprometerse con los misterios más profundos de la existencia.

Esto es lo que hace tan pesado el corazón de quien se asoma a estos misterios, porque la humanidad es más reacia a lo que le es más necesario. Pero es imposible detenerse en los pensamientos que acabamos de expresar. Se podría decir que todo pesimismo es erróneo. Por supuesto, no todo optimismo es correcto. Pero la apelación a la voluntad es correcta. No se trata de que algo ocurra de esta manera o de otra, sino de que deseemos lo que está en la dirección del desarrollo humano. Debemos darnos cuenta de ello una y otra vez. El viejo tiempo ha terminado y tenemos que ajustar cuentas con él. Sólo podremos comprender correctamente el presente si ajustamos debidamente nuestras cuentas con el pasado. Pero la nueva era no nos permite afrontarla de otro modo que no sea espiritualmente. No debemos engañarnos pensando que queremos trasladar a la nueva era lo que nos ha llegado a ser querido en la antigua, sino que debemos empezar a volvernos hacia pensamientos nuevos y eficaces en nuestra vida exterior. La humanidad tiene hoy dos caminos. Uno es la mecanización del espíritu. El espíritu se ha vuelto muy mecánico en los últimos tiempos, especialmente en las leyes abstractas de la naturaleza, que luego se han trasladado a la vida social como leyes imperantes. Mecanización del espíritu - ¡vegetalización del alma! Los vegetales duermen, el alma humana también tiende a dormir. Los acontecimientos más importantes se viven mientras se duerme.

Los acontecimientos más importantes de los últimos años se han pasado literalmente por alto. Incluso hoy, los acontecimientos importantes están siendo dormidos. Desde el lugar en el que tengo que hablar hoy aquí, me gustaría decir:

Día tras día, personalidades destacadas de Europa Central les han dicho lo que no debían, y ahora siguen en este negocio sin prestarles atención. La gente puede verlo en el tipo de cambio de hoy: el marco ya se ha hundido a 2,15 céntimos. Todavía no he encontrado a nadie que sea capaz de ver la caída del tipo de cambio del marco en relación con otros acontecimientos evidentes. Basta señalar hoy tres sílabas, -no las revelaré ahora-, para encontrar la respuesta a la pregunta sobre las razones de esta caída del tipo de cambio. Pero a las almas les encanta dormir, dormir tanto que la gran decepción podría habernos llegado en Europa Central en el presente, que, me gustaría decir, ya la esperábamos de antemano, -pudimos experimentarla-: las mujeres participarán en las elecciones parlamentarias públicas, la mente se duplicará en comparación con los viejos tiempos. Y luego experimentamos la Asamblea Nacional. Pero la mente no se duplicó en comparación con el antiguo Reichstag alemán. Experimentamos la continuación de los viejos partidos en un momento en que los partidos deberían haber desaparecido con estrépito y estilo. Uno no tiene ni idea de lo que les ha pasado, porque las almas están dormidas. Mecanización del espíritu - ¡vegetalización de las almas!

Y si miramos hacia el Este, vemos que la animalización del cuerpo está aumentando fuertemente allí. Así como en la americanización del espíritu tenemos una mecanización de la vida espiritual, en lo que está tratando de difundirse en Oriente como bolchevismo tenemos una animalización del cuerpo. Por sus emociones, estas personas critican esto y aquello, pero no quieren comprender la verdadera vida. Y así la humanidad hoy tiene una elección: ir donde encuentra por un lado la mecanización del espíritu, la vegetalización de las almas, la animalización de los cuerpos, o por otro lado puede intentar encontrar el camino hacia la resurrección del espíritu, encontrar esta resurrección del espíritu en los impulsos, impulsos que corresponden a la edad del alma consciente, en la conexión del alma humana con la actividad de las Jerarquías superiores, en el reconocimiento del alma humana consciente procedente de relaciones terrenales anteriores, en la triple articulación de la vida social. Estas cosas van de la mano. Y las personas que se unen en el movimiento que llamamos movimiento de la ciencia espiritual de orientación antroposófica deben sentirse como un núcleo del que irradia la fuerza para la reorganización social. Porque lo que puede venir de otras fuentes para la reorganización social puede ser muy útil. Pero hay que trabajar en ello: La verdadera reorganización social sólo puede provenir de impulsos espirituales. Por lo tanto, cabía esperar que la mejor comprensión de estas condiciones surgiera de este círculo, que pertenece a este movimiento.

Les he presentado ahora algunos momentos que pueden mostrarles algo de las necesidades de nuestra vida actual, cuando tengo que hablar aquí, en estas nuevas salas. Me gustaría que nuestra celebración hubiera consistido en que, siempre que permanezcamos en estas salas, mantengamos la conciencia de estas verdades tan importantes para el desarrollo de la humanidad. Porque cuanto más llevemos esa conciencia a nuestro trabajo antroposófico, más consagraremos este trabajo. Y estos espacios estarán mejor consagrados por el hecho de que los consagramos a través de nuestros sentimientos, que proceden de tales fuentes.

Traducido por J.Luelmo jul.2024



GA193 Heidenhein, 12 de junio de 1919 La expresión melancólica actual de los rostros de los niños

   Índice

 RUDOLF STEINER

La expresión melancólica actual de los rostros de los niños

quinta conferencia
Heidenhein, 12 de junio de 1919

Vivimos en una época en la que podría destacarse aquello por lo que la llamada ciencia espiritual antroposófica se esfuerza en realidad desde hace años. Y probablemente sería el fruto más hermoso del esfuerzo antroposófico si esto se convirtiera en una convicción en los corazones y en las almas de los que participan en este movimiento, que los signos de fuego de nuestro tiempo son, por así decirlo, lo que se puede considerar como prueba de la necesidad por la que este movimiento espiritual-científico se ha colocado desde hace muchos años en el tiempo. No importa si esto o aquello está sucediendo exteriormente en el mundo de hoy, no importa si aquello que quiere abrirse camino desde el subsuelo profundo del desarrollo humano se parece a esto o aquello, la naturaleza real y la esencia de lo que está sucediendo sólo pueden percibirse realmente si uno mira aquellos acontecimientos que escapan a la mirada humana ordinaria que todavía es común hoy en día, y que realmente sólo pueden percibirse si uno mira el mundo desde un punto de vista espiritual.

Me gustaría partir de un fenómeno de este tipo, que apenas se percibe hoy en día en mitad de los múltiples acontecimientos tormentosos. Se considera algo insignificante y sin importancia, pero está ahí para quienes han adquirido la capacidad de ver la vida de forma realista desde fundamentos espirituales.

Hace ya unos siete, ocho, diez años, -puede sonar paradójico, pero es cierto-, que, para el verdadero observador de la vida, los niños que nacen lo hacen con un rostro completamente distinto al de antes. Por supuesto, no nos damos cuenta porque no prestamos atención a esas cosas, porque hoy en día no prestamos atención en absoluto a las cosas más importantes de la vida. Pero cualquiera que haya adquirido ojo para estas cosas sabe que los rostros de muchos niños nacidos hace siete, ocho o diez años tienen algo de sombrío, de reticencia hacia el mundo. Se podría decir que desde los primeros días, desde las primeras semanas, se nota en la fisonomía de las caras de los niños: hay algo diferente de lo que solía ser. Y si uno persigue este extraño hecho, que todavía hoy suena paradójico para la gente, entonces se da cuenta de que las almas de los niños, que se traen al mundo a través del nacimiento, ya llevan dentro de sí, al pasar por la concepción y el nacimiento, aquello que luego da a sus rostros, casi desde el nacimiento, la expresión melancólica, tal vez a menudo oculta detrás de todas las sonrisas, que no estaba tan presente en los rostros de los niños en el pasado. Y en las almas, bastante inconscientemente por supuesto, vive algo del estado de ánimo de no querer entrar en la vida. Las almas que hoy pasan por el nacimiento -como ya he dicho, desde hace casi diez años- sienten algo así como un obstáculo y un impedimento para entrar en este mundo físico.

Antes de entrar en el mundo físico a través de la concepción y el nacimiento, el ser humano pasa por un importante acontecimiento en el mundo espiritual, que luego proyecta sus rayos y produce sus efectos en la vida venidera. Las personas mueren aquí en la Tierra, atraviesan la puerta de la muerte, abandonan el cuerpo físico y llevan su alma al mundo espiritual. Esta alma todavía lleva dentro los efectos de todo lo que ha vivido y experimentado aquí en el mundo físico. Básicamente, al haber atravesado la puerta de la muerte, se parece a los efectos mismos de lo que se experimenta directamente aquí en la vida terrenal. Tales almas, que ahora han pasado por la puerta de la muerte, se encuentran, -este es un acontecimiento que es un hecho, sólo puedo decirlo porque estas cosas sólo pueden ser sacadas del mundo espiritual a través de la experiencia-, se encuentran con aquellas almas que se están preparando para descender a un cuerpo físico en el tiempo venidero. Y este es un acontecimiento importante, este encuentro de las almas que acaban de atravesar la puerta de la muerte con aquellas almas que pronto entrarán en el mundo físico a través de la puerta del nacimiento. Este acontecimiento tiene algo de decisivo. Está ahí, por así decirlo, para infundir en las almas que descienden algo así como una idea de lo que van a encontrar aquí. Y de este encuentro surge el impulso que imprime la peculiar melancolía a los niños que entran hoy en el mundo. No quieren entrar en este mundo que han conocido a través de este encuentro. Porque saben cómo su " plumaje espiritual " se ve erizado, por así decirlo, a causa de lo que la humanidad, inmersa en una actitud materialista y en una visión materialista del mundo y también en una actividad materialista, está viviendo hoy en la tierra. Este acontecimiento, que por supuesto sólo se puede constatar espiritualmente, arroja, entre otras cosas, una fuerte luz sobre todo nuestro presente, que sólo se puede comprender, pero también se debe comprender, a partir de tales circunstancias.

Partí de un acontecimiento que, por supuesto, sólo puede captarse mediante la observación espiritual. Pero otros acontecimientos del presente nos hablan alto y claro, y podrían hacerse inmediatamente evidentes para cualquiera que no vaya soñoliento por la vida, incluso sin observación espiritual. Podemos ver cómo la gran catástrofe de la guerra mundial se ha extendido por el mundo desde los últimos cuatro o cinco años. Miramos una y otra vez hacia atrás, -creo que toda alma despierta debe hacerlo-, lo que ha provocado esta terrible catástrofe para la humanidad. Contemplamos el curso de esta catástrofe y, finalmente, observamos lo que ha surgido hoy como acontecimientos de esta catástrofe en las zonas más amplias del mundo. Una cosa debería llamar la atención de toda alma alerta. Tomemos el hecho peculiar de que esta catástrofe de la guerra mundial se ha abatido sobre Europa Central, por ejemplo, y que en realidad, -es así después de todo-, nadie quiere saber cómo se produjeron realmente las cosas. La gente se pregunta cómo se produjeron las cosas, culpan a unos o a otros, pero al final siempre se dicen, como creen haber averiguado, que la culpa fue de unos o de otros: no puede ser así, tiene que haber algo más en juego.

La gente se dice a sí misma: el gran movimiento social ha surgido de esta catástrofe de la guerra mundial. La gente, -sean o no del partido-, está tratando de entender lo que realmente debería ocurrir dentro de esta catástrofe social. Todos los pensamientos que la gente tiene al respecto son en realidad pensamientos momificados en comparación con los acontecimientos, pensamientos que no están en absoluto a la altura de la fuerza de los acontecimientos y de su carácter real. Y si se mira más de cerca, especialmente ahora que se están publicando todo tipo de memorias de una serie de personas que parecen haber estado directamente implicadas en el desarrollo de la catástrofe mundial, hay que preguntarse, basándose en lo que escriben estas personas: ¿estaban realmente implicadas en los acontecimientos de hace cuatro o cinco años? ¿Sabían realmente lo que estaban haciendo? ¿Tenían idea de las implicaciones de lo que sus mentes estaban tramando? Cada vez más personas tendrían que confesar hoy algo parecido a la confesión del ministro ruso Suchomlinoff, que dijo ante el tribunal, refiriéndose a las tres o cuatro horas en las que para él era importante tomar sus decisiones más importantes: Yo debía estar mal de la cabeza, ¡debía estar loco!

Tales acontecimientos son profundamente reveladores. E indican que una confusión mental ha atravesado los círculos más amplios de los implicados. Y cualquiera que realmente tenga lo que hay que tener para analizar los terribles acontecimientos mundiales actuales se dará cuenta, -y la gente se dará cuenta cada vez más-, de que no se ha hecho tanto mal moralmente, sino tanto más intelectualmente por la incapacidad de ver de algún modo a través de los acontecimientos mundiales. Y hoy no es diferente. Qué impotente se encuentra la inmensa mayoría de la humanidad ante los acontecimientos mundiales que se han desencadenado. La pregunta más seria debería surgir: ¿Cuál es la causa subyacente? Se basa en algo que es extraordinariamente difícil de comprender, especialmente para nuestra época, impregnada de actitudes materialistas: que precisamente desde aquella época de la historia del mundo en que la ola materialista de las visiones del mundo era particularmente alta, la fuerza espiritual más fuerte que jamás haya querido entrar en la vida humana desde el mundo espiritual quiere ahora entrar en esta vida humana. Eso es lo que caracteriza nuestro tiempo. El espíritu, el mundo espiritual, ha querido revelarse a las personas con todas sus fuerzas desde principios del último tercio del siglo XIX. Sin embargo, las personas han llegado gradualmente a un punto de su desarrollo en el que sólo quieren utilizar su cuerpo físico como instrumento para absorber algo del mundo. Se han acostumbrado, por la visión materialista del mundo, a defender incluso teóricamente que el cerebro físico es la herramienta para pensar, incluso para sentir e incluso para querer. Se han persuadido de que el cuerpo físico es la herramienta para toda la vida espiritual. No se convencieron de ello porque sí. Tenían una buena razón para hacerlo, a saber, la razón de que dentro del desarrollo de la humanidad la gente gradualmente sólo podía utilizar el cuerpo físico, que realmente gradualmente se llegó a la conclusión de que sólo el cuerpo físico podía ser utilizado como una herramienta para la actividad espiritual. Y así nos encontramos hoy en el nudo infinitamente importante del desarrollo humano, donde por un lado el mundo espiritual quiere revelarse como en una tormenta, y donde por otro lado el hombre debe encontrar la fuerza para abrirse camino desde su más fuerte enredo en lo material hasta la nueva recepción de las revelaciones espirituales.

Hoy la humanidad se enfrenta a la prueba más fuerte de su poder, la prueba del poder de abrirse camino libremente hasta el espíritu, que llega a la humanidad por sí mismo si el hombre no se cierra a este espíritu. Pero ya pasó el tiempo en que el espíritu podía revelarse al hombre en toda clase de procesos subconscientes e inconscientes. Ha llegado el momento en que el hombre debe recibir la luz del espíritu en la libre acción interior. Y toda la confusión y toda la falta de claridad en la que vive la gente hoy en día proviene del hecho de que la gente hoy en día tiene que recibir algo que en realidad todavía no quiere recibir: una comprensión completamente nueva de las cosas.

En esta terrible catástrofe bélica mundial, llena de horrores, se ha vivido la vieja manera de pensar, la vieja manera de ver los acontecimientos mundiales, y las señales de tormenta infinitamente significativas de esta catástrofe bélica mundial no significan otra cosa que una indicación: traten de repensar, prueben una nueva manera de ver el mundo, porque la vieja manera sólo debe conducir siempre al caos y a la confusión. Por fin hay que reconocerlo: Las personalidades dirigentes de 1914 habían llegado a un punto en el que no se podía conseguir nada con la antigua forma de entender. Por eso llevaron a la humanidad al desastre. Hoy en día, el hombre debe grabar este hecho profundamente en su alma, de lo contrario no tomará la decisión fuerte y poderosa de acercarse realmente al espíritu y a su vida desde la libre interioridad. Es una lástima, sobre todo en nuestro presente inmediato, que veamos revelarse por todas partes cosas que no pueden comprenderse con las anteriores visiones del mundo y visiones de la vida. Pero la gente se aferra a estas viejas visiones del mundo y de la vida y no quiere, - no quiere llegar a formas completamente nuevas de ver las cosas. La cosmovisión antroposófica quería preparar a la humanidad para llegar a estas nuevas formas de ver el mundo. En el fondo, esta cosmovisión antroposófica no tenía más oponentes reales que la pereza, la inercia del ser humano interior que no puede convocar las fuerzas más íntimas de su alma para enfrentarse a la ola espiritual que irrumpe con tanta fuerza en nuestro tiempo.

Lo que dije antes: la gente ha perdido el hábito de usar cualquier cosa que no sea su cuerpo físico para pensar, lo que finalmente ha llevado a la visión materialista del mundo. Ahora bien, hay algo que es absolutamente necesario comprender en el presente. La naturaleza, tal como la estudia la triunfante ciencia natural actual, puede ser comprendida con el instrumento del cerebro físico, del cuerpo físico en general. Pero la vida humana no puede ser comprendida con el instrumento del cuerpo físico. Esta vida humana sólo puede comprenderse si uno puede elevarse a una forma de pensar que no se derive únicamente del cuerpo físico. Y es este pensamiento el que debe cultivarse a través de la cosmovisión antroposófica. Por supuesto que la gente dice: Sí, la cosmovisión antroposófica, lo que está escrito en los libros, lo que se habla allí, no se entiende. Creen ustedes que la gente no lo entiende. ¿Pero qué significa que no lo entienden? No significa otra cosa que: Sólo quiero utilizar el cerebro físico para comprender, no quiero aprender otra forma de pensar que la que puede apoyarse perezosamente en el cerebro físico. Por supuesto, la cosmovisión antroposófica no puede entenderse así. No es que haya que ser clarividente para entenderla, pero hay que practicar el pensar de un modo que no esté ligado al cerebro físico. Y lo que está presente en la literatura antroposófica, lo que puede aprenderse con el sentido común, -y esto no está ligado al cerebro, sólo la mente materialista enferma está ligada al cerebro-, lo que puede aprenderse con el sentido común, entrena gradualmente tal pensamiento, tal sentimiento, tal voluntad, que este pensamiento y sentimiento y voluntad es igual a los correspondientes acontecimientos del presente. Pueden tomar esto como quieran, pero es así: Lo que el presente exige de nosotros no puede ser captado a través del instrumento del cuerpo físico: debe ser captado a través del instrumento del cuerpo etérico, el cuerpo que subyace al cuerpo físico como cuerpo de fuerzas formativas.

El mundo espiritual que irrumpe y quiere revelarse a la humanidad en realidad sólo se da a conocer a la gente en sentimientos muy inconscientes. La gente le tiene un miedo desesperado. En realidad es sólo una excusa cuando la gente dice que no entiende la ciencia espiritual. La verdad es que tienen miedo del mundo espiritual revelador. Es sólo porque la gente no quiere confesar este miedo al mundo espiritual que dicen que no entienden la ciencia espiritual, o que no es lógica, o cualquier otra cosa que elijan como excusa. En verdad, le tienen miedo, y por eso eligen todo lo posible para escapar de los grandes y poderosos problemas. ¡Qué felices son las personas cuando pueden escapar de las grandes tareas, de los enigmas de la vida presente! La gente puede haber hablado en una u otra dirección sobre los problemas importantes del presente.

Pero a la gente le resultaba incómodo. Y entonces miraron los dramas de Ibsen, que contenían algunos de los grandes problemas del presente. Pero la gente no necesitaba creerlo, porque era "sólo" arte. La gente se sentía incómoda con el mundo espiritual traído al mundo físico cuando se hablaba de él directamente. Pero Björnson lo trataba en sus dramas; pero no hace falta creer en ello, era "mero" arte. Ser serio sobre estas cosas era algo que la gente temía irremediablemente. Y mientras tanto: los antagonismos de clase, la brecha entre las clases dirigentes y las clases proletarias crecía cada vez más. Los misterios emanaban de la cuestión social. Hablaban de estos enigmas, era incómodo. Pero la gente iba al teatro y veía "Weber" de Hauptmann; no había necesidad de tomar una postura seria al respecto, pero podían alterarse un poco interiormente por lo que estaba presente como abismos en la humanidad, pero no necesitaban tomar una postura al respecto, porque era "meramente" arte y así sucesivamente. La gente se refugiaba en algo que no necesitaba tomar en serio. Este es un fenómeno característico de la psicología contemporánea.  Pero, ¿Qué hay detrás de este fenómeno característico de la psicología del tiempo? Subyace en el hecho de que la gente debe haberse esforzado, por la tendencia de la revelación del mundo espiritual, en tomar en serio ciertas cosas que no pueden ser captadas a través del instrumento del cuerpo físico, que sólo pueden ser captadas a través de poderes imaginativos, así como el arte mismo sólo puede ser captado a través de poderes imaginativos. El cuerpo físico humano está construido como un producto de la naturaleza, el cuerpo etérico humano está construido como un producto del arte, como una verdadera escultura, sólo que está en perpetuo movimiento. Y lo que de otro modo el hombre acepta para su placer en la concepción del arte debe concentrarse más, debe iluminarse, debe convertirse en contemplación seria: Imaginación, inspiración, intuición. Entonces el hombre comprenderá lo que hoy quiere revelársele. Porque detrás de los acontecimientos de hoy se esconde lo que sólo puede comprenderse espiritualmente. Uno debería sentir y percibir profundamente cómo aquello que quiere entrar en el mundo actual como una revelación espiritual sólo puede ser captado a través de la propia ciencia espiritual, es decir, a través de ese pensar y sentir y de esos impulsos internos de la voluntad que pueden ser entrenados a través de la ciencia espiritual, que discurren en la misma región en la que lo artístico discurre insensiblemente, como una mera imagen especular.

En aquel momento, intenté señalar algo en un ámbito que hoy se necesita urgentemente. Por supuesto, no fue comprendido debido al filisteísmo y la cerrazón de nuestra ciencia, debido al monstruo de horror que es hoy la ciencia universitaria oficial. En mi "Filosofía de la libertad", publicada en 1894, titulé un capítulo "La imaginación moral". En términos científico-espirituales, también podría decirse: los impulsos morales imaginativos. Quería señalar que el ámbito que, por lo demás, sólo se capta artísticamente en la imaginación, debe ser captado ahora necesariamente en serio por la humanidad, porque éste es el estadio que el hombre debe escalar para introducir en sí mismo lo suprasensible, que no es captado por el cerebro. Quería señalar, al menos en lo que se refiere a la captación de la moral a principios de los años noventa del siglo XIX, que la seriedad de la captación de lo suprasensible está llegando. Hoy deberíamos sentir estas cosas. Deberíamos tener la sensación de que los pensamientos, los impulsos interiores del alma que llevamos a la catástrofe de la guerra mundial y al período de agitación social ya no son útiles, que necesitamos nuevos impulsos. Si hoy venimos con un nuevo impulso, es precisamente este nuevo impulso el que menos se comprende. Pues se viene con un impulso que ha sido traído vivo desde el mundo espiritual como remedio para los daños de nuestro tiempo. La gente chilla a la izquierda y la gente chilla a la derecha, y todo chilla junto en un coro desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda y se encuentra con que todo esto es algo que no se entiende. Por supuesto que no se entiende si uno quiere aferrarse a las viejas formas de pensar. Pero hoy es necesario que no nos detengamos en las viejas formas de pensar, sino que remodelemos y reformemos toda el alma interiormente. Todas las revoluciones exteriores, -y aún pueden estar muy de acuerdo con los deseos de uno u otro partido o clase-, conducirán al peor callejón sin salida y traerán la peor miseria a la humanidad si estos movimientos revolucionarios exteriores de hoy no están iluminados por la revolución interior del alma, que tiene lugar en la salida de la inmersión en la visión puramente materialista del mundo y que va hacia la recepción de la ola espiritual que quiere irrumpir en el desarrollo de la humanidad como una nueva revelación. La revolución de la materia al espíritu es la única revolución saludable, y todas las demás revoluciones no son más que enfermedades infantiles, es decir, la escarlatina, el sarampión precursor de lo que quiere nacer sano en el surgimiento del espíritu en el presente.

Hoy es necesaria una fuerte resolución interior para poder hacer frente a lo que el presente exige del hombre. Y consideremos con toda seriedad que se trata de un mundo espiritual que quiere irrumpir en el nuestro, que se nos exige: ahí están los poderes espirituales, de los que debemos hacer depender nuestras decisiones, nuestras acciones, todo nuestro pensamiento. Eso es lo que se nos exige. Muchas cosas cambian en un momento así. Me gustaría señalar otro síntoma que sonará paradójico cuando se hable, pero que es de la mayor importancia cuando se mira interior y espiritualmente. Tenemos, como sabemos por la ciencia espiritual, aparte de nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo etérico, -del que acabo de hablarles como un instrumento que se nos hace necesario para una cierta concepción espiritual de aquello que de otro modo sólo necesita ser un reflejo en el arte-, tenemos también el alma real dentro de nosotros. Se puede decir cuerpo astral, o como se quiera llamarlo. Esto es lo que es aún más espiritual que el cuerpo etérico, es a lo que el hombre estaba naturalmente más cerca en la época de su desarrollo físico que a su cuerpo etérico. Porque el cuerpo etérico, como subyacente al cuerpo físico, tiene una especie de forma-imagen, aunque sea una imagen que está en perpetuo movimiento; pero el cuerpo astral es realmente informe. Y cuando se habla de él, sólo se habla de una imagen, de la cual se sabe que la imagen sólo pretende representarlo, pues en verdad carece de forma. Este cuerpo astral ha cambiado mucho en el hombre moderno, -este proceso ha estado ocurriendo durante tres o cuatro siglos. La gente del pasado tenía un cuerpo astral que todavía estaba relativamente impregnado de espiritualidad, de todo tipo de fuerzas espirituales; y cualquier sensación espiritual e impulso espiritual que la gente tuviera en la vida provenía de esta espiritualidad que había en el cuerpo astral. Ahora los cuerpos astrales están realmente vacíos. Están extrañamente vacíos. Y están vacíos porque en el momento en que el mundo espiritual quiere revelarse con poder desde el exterior, por así decirlo, el hombre debe absorber este mundo espiritual exterior. Por eso su cuerpo astral se ha ido vaciando poco a poco. Debe llenarse de nuevo con aquello que se revela exteriormente. Esto tiene un efecto muy definido en el ser humano. Y ahora llego al hecho que, -como ya he dicho-, parecerá bastante paradójico si lo dices, igual que la cara melancólica del niño. Pero es un hecho.

El hecho más importante en la génesis de la catástrofe de la guerra mundial, en la medida en que esta génesis tuvo lugar en Berlín, ocurrió el 1 de agosto entre la tarde y la noche, aproximadamente entre las cuatro menos cuarto de la tarde y las once o doce de la noche. Varias personas estaban implicadas, por supuesto personas del presente materialista. Este es el momento más desfavorable que puede haber hoy para un alma humana, si ha de tomar decisiones, si esta alma humana toma estas decisiones desde una actitud materialista. Porque hemos entrado en un momento muy, muy importante en el desarrollo de la humanidad. El hombre de hoy no puede tomar ninguna decisión sensata si, -por extraño que parezca, pero esto es una verdad, y la humanidad lo reconocerá cada vez más como una verdad a partir de hechos externos-, si no se despierta con ellas por la mañana temprano.  No necesita tenerlos en su mente consciente. Pero en el subconsciente, el hombre repasa por la noche lo que puede experimentar al día siguiente. Él todavía no está tan avanzado como para poder preverlo proféticamente, pero ese no es el punto. Pero si alberga un pensamiento a las tres y media, a las seis, -ya lo ha tenido durante la noche, vuelve a surgir en él. Si, por el contrario, surge un pensamiento que no ha sido ya concebido durante la noche, que ha sido sacado de los acontecimientos del día, entonces ya no puede ser un pensamiento racional para el hombre de hoy. El hombre de hoy está instruido para extraer sus impulsos más importantes del mundo espiritual. Los impulsos más importantes para el hombre no provienen del mundo físico. <Hoy dependemos hasta cierto punto de ser irracionales si no traemos ya las resoluciones con nosotros, si no apelamos a este estar junto con el mundo espiritual. Cuando nuestro cuerpo astral está junto con el mundo espiritual por la noche, cuando está libre, fuera del cuerpo físico y etérico, entonces tienen lugar en él las cosas más esenciales, entonces está preparado más que con nuestros antepasados para el racionalismo del día. Por lo tanto, el momento del despertar debe ser sagrado para el hombre de hoy, porque debe sentirlo: Estoy saliendo del mundo espiritual, estoy entrando en el mundo físico. Y todo lo bueno, todo lo que me hace capaz de ser un ser humano racional, lo he experimentado a través de mi contacto con el mundo espiritual desde que me duermo hasta que me despierto, a través de mi contacto con los muertos que he conocido en vida, que han fallecido antes que yo, en definitiva, a través de mi contacto con aquellos que ahora no están en un cuerpo físico, cuando estoy junto a ellos en el mundo puramente espiritual. Y de esta experiencia en lo espiritual debo sacar el sentimiento básico de la santidad del momento del despertar. Entonces este sentimiento básico me dará la oportunidad a lo largo del día de decirme a mí mismo en un caso: Un impulso espiritual me ayudará, - y en otro: Nada me ayudará, todo sigue sin decidirse, sólo podrá decidirse mañana.

Esa es una forma de vivir la vida espiritualmente, si realmente se cuenta con los factores espirituales. Por supuesto, las personas de la era materialista no cuentan con los factores espirituales, porque siempre son "inteligentes". Creen que con el instrumento del cuerpo físico está todo lo que necesitan para ser inteligentes; no apelan a lo que pueden llegar a ser cuando se separan del cuerpo físico y en comunión con el mundo espiritual en su cuerpo astral. Sólo la voluntad de llevar la vida espiritualmente, la voluntad de permitir que las resoluciones espirituales, los impulsos espirituales desempeñen un papel en lo que hacemos en el mundo físico, puede hacer que la humanidad vuelva a estar verdaderamente sana.

Esto es lo que la gente de hoy debería considerar detenidamente. Pues la cosmovisión antroposófica no puede consistir en que tomemos una suma de conceptos abstractos, los consideremos como una especie de catecismo según su contenido abstracto, y luego nos demos por satisfechos de que tenemos una cosmovisión distinta de la de los demás. No, una cosmovisión antroposófica debe consistir en que todo nuestro pensar se vuelva diferente, que todo nuestro sentir se vuelva diferente, que interiormente entre en nosotros ese gran momento de despertar en el espíritu, para que sepamos: Debemos permitir que nuestra vida sea iluminada por el espíritu. Y la desgracia de la humanidad actual ha venido del hecho de que el rechazo de la voluntad de absorber lo espiritual ha sido llevado al más alto nivel. Nunca se ha producido un acontecimiento por razones tan externas, por razones tan puramente materiales, como esta catástrofe de la guerra mundial. Y por eso se ha convertido en la más terrible. De ella el hombre debe aprender que fue empujado a esta catástrofe por sus pensamientos, sentimientos y voluntad anteriores y que no volverá a salir de ella, -aunque adopte otras formas-, mientras no emprenda con audaz determinación la transformación interior, la metamorfosis interior de su alma. 

Los hechos que les he presentado son hechos: la melancólica torpeza en los rostros de los niños, la necesidad de utilizar nuestro cuerpo etérico para la comprensión del mundo, y la necesidad de apelar para nuestros impulsos de voluntad al momento del despertar, a aquello que resplandece en nosotros, por así decirlo, como un remanente de lo que nos queda del sueño anterior.

Este dejar hablar al espíritu es lo que es necesario y cada vez más necesario para el desarrollo de la humanidad en el futuro. Que se comprenda que la cosmovisión antroposófica no debe ser una sensación para almas ociosas, -y los místicos de hoy en día a menudo no son otra cosa que almas ociosas-, que no es algo que ofrezca un postre de la vida, un disfrute físico externo de la vida, sino que es algo que está conectado con los impulsos más profundos de nuestra cultura. Deberíamos darnos cuenta de ello. Y también de que nuestra cultura no puede ser sana si no está fecundada por la cosmovisión antroposófica. Deberíamos escribir esto en lo más profundo de nuestras almas hoy si hemos aprendido sobre la cosmovisión antroposófica.

Al decir esto, he querido caracterizar para ustedes, desde cierto punto de vista, el momento decisivo del desarrollo mundial de la humanidad en el que nos encontramos actualmente. Ciertamente, es obvio condenar como necedad las cosas que deben decirse hoy como las más necesarias, si se juzga por los pensamientos de la época. La gente se cree cristiana y ni siquiera ha comprendido la palabra de que lo que es sabiduría ante los hombres es a menudo necedad ante Dios, y que toda necedad y tal vez necedad y necedad ante los hombres podría ser sabiduría ante Dios, del mismo modo que la gente de hoy olvida fácilmente los impulsos internos de las cosas y le gusta atenerse a la apariencia externa de la frase. Si hablas a la gente hoy y dices la palabra "cristiano" o "Cristo" o "Jesús" después de cada quinta palabra, entonces estás hablando "cristiano" cuando por el contrario estarías diciendo algo muy poco cristiano. Pero si uno piensa que está proclamando lo que Cristo está poniendo hoy en nuestras almas y al mismo tiempo considera las palabras que finalmente se han adoptado en el cristianismo: "No pronunciarás el nombre de tu Dios en vano", la gente no considera que esto sea cristiano. Porque la gente repite como loros los diez mandamientos, pronuncia el nombre de su Dios en vano de vez en cuando y se considera particularmente cristiana precisamente porque pronuncia este nombre. Del mismo modo, si no tienes siempre la palabra "patria" en la punta de la lengua, no se te considera un buen "patriota". Hoy lo más importante es darse cuenta de cómo las fuerzas más profundas de la nación alemana han sido pisoteadas en los últimos treinta años y deben revivir precisamente a través de la profundización espiritual.

Miramos a Occidente y encontramos una cultura que quiere materializarse por completo, una cultura que, sin embargo, tiene una cierta seguridad interior de instinto y, por tanto, no puede ahogarse en el materialismo. Y miramos a Oriente y nos encontramos con una cultura que desprecia todo lo occidental y también a nosotros, porque esta cultura oriental sigue apoyándose en una vieja espiritualidad, en una vieja espiritualidad y renueva esta vieja espiritualidad en cierto modo. Y nosotros estamos en medio y estamos llamados a encontrar el camino correcto entre el materialismo occidental y el espiritualismo oriental, que no nos conviene. Y nosotros, en el centro de Europa, deberíamos tomar conciencia de nuestro gran sentido de la responsabilidad, y también darnos cuenta de lo mucho que hemos perdido este sentido de la responsabilidad en las últimas décadas. ¿En qué se ha convertido la vida espiritual? En un apéndice de la vida estatal, un apéndice de la vida económica. El Estado como administrador de la vida espiritual, especialmente el sistema escolar, ha arruinado nuestra vida espiritual. La vida económica, como hermandad, la ha arruinado aún más.  Necesitamos una vida espiritual libre, pues sólo en la vida espiritual libre podemos inculcar realmente lo que el mundo espiritual quiere revelar a la humanidad. ¡Esta ola de vida espiritual debe bajar! Nunca más se revelará al funcionario, al profesor estatal y al que es lapiz de la vida económica en la vida espiritual; sólo al que tiene que luchar diariamente con la vida espiritual, que está en la vida espiritual libre. El propio desarrollo de los tiempos exige la liberación de la vida espiritual de las riendas del Estado y de la economía.

Estas cosas, que también se proclaman hoy de forma diferente a través del programa de la "Triple Articulación del Organismo Social", son hoy cristianismo, son hoy revelaciones espirituales revestidas de formas externas. Esto es lo que la gente necesita, lo único que ofrece la base real y la posibilidad real de repensar y reaprender, que es tan necesario para la humanidad. Hemos tenido que hacer la guerra con un país que tiene una vida política instintiva de alta perfección, y que desde hace mucho tiempo tiene muchas colonias y su industrialismo en conexión con las colonias. Hemos hecho la guerra como un país que tuvo un primer industrialismo emergente, que primero quiso tener colonias. Habríamos necesitado espíritu para este empeño, y nadie ha cometido el pecado contra el espíritu más que el que ha dirigido la vida económica en Alemania en las últimas tres décadas. Porque el programa estaba ahí: el rechazo de la vida espiritual, el abandono al mero azar, al azar no espiritual. Como si el espíritu del mundo hubiera querido dar al pueblo alemán la mayor lección imponiéndole la mayor prueba, así es. A este pueblo habrá que demostrarle que no es posible sin el espíritu. Y este pueblo tendrá que darse cuenta de que no puede prescindir del espíritu. Pero parece como si fuera difícil para ellos darse cuenta de que no pueden prescindir del espíritu, porque todavía están inclinados a condenar todo lo demás en lugar de la falta de conciencia de una responsabilidad hacia el espíritu. Lo que está ocurriendo tan lamentablemente en esta zona en nuestros días, el no darse cuenta de lo inadecuadas que son las personas que dirigen actualmente el destino del pueblo alemán frente a Occidente, lo disparatada que es toda esta expedición por culpa de las personas implicadas, y la voluntad de no examinar, de no mirar lo que está ocurriendo, eso sigue siendo un testimonio del letargo de las almas que deberían haberse dicho a sí mismas hace mucho tiempo: Lo que ha ocurrido en Versalles, enviado allí por nosotros, es inadecuado, tan inadecuado como es posible, para comprender el momento histórico-mundial actual. Pero sólo juzgaremos estas cosas de la manera correcta cuando seamos conscientes de nuestra responsabilidad hacia el espíritu, cuando nos demos cuenta de que estamos viviendo el mejor momento de la historia del mundo y de que tenemos la obligación de no tomarnos las cosas a la ligera en el sentido general, sino de tomárnoslas en serio. Pero hoy podemos hablar y hablar en ciertos ámbitos, no sirve de nada y es más cómodo decir que lo harán los que están en sus puestos. Los que hoy están colocados en sus puestos con los antiguos pensamientos, sean viejos aristócratas, aristócratas decadentes o socialistas marxistas, que no saben nada del mundo, a lo sumo han absorbido algo del "Capital" de Marx, sean esto o aquello: si no encuentran la voluntad de llevar a cabo esa gran conversión de las almas a nuevos pensamientos, entonces no se producirá ninguna salvación. La revolución del 9 de noviembre de 1918 no fue una revolución. Pues lo que ha cambiado es sólo el estuco exterior. Lo que ha cambiado emerge con más fuerza en los que ahora llevan el estuco exterior en lugar de los que lo llevaban antes. Estas cosas hay que verlas en sus fundamentos. Pero esto requiere reflexión. Hay que tener buena voluntad para estos pensamientos, y esta buena voluntad sólo llega si uno la entrena ocupándose del mundo espiritual. Por eso esta ocupación con el mundo espiritual es el único bálsamo real que la humanidad necesita hoy.

<Una vez que tuvimos la oportunidad de volver a hablarnos aquí, quise desarrollar esto ante ustedes en la forma en que debe aparecerles hoy en vista de los acontecimientos de la época, para llevarlo a sus almas, a fin de que dentro de nuestro movimiento antroposófico surja cada vez más y en círculos cada vez más amplios ese esfuerzo que no sólo puede dar al individuo un bienestar anímico interno, sino que puede dar frutos para la vida cultural de toda la humanidad.

Para mi más profunda satisfacción puedo ver cuántos amigos de nuestro movimiento antroposófico están sentados aquí más que hace un año. Ojalá que el espíritu que vibra en el mundo actual y en el desarrollo humano provoque cada año una afluencia al menos tan grande o mucho mayor. Pues cuantas más almas humanas sean convencidas por este espíritu de la nueva forma de pensar, sentir y de la voluntad y del nuevo sentido de la responsabilidad, tanto mejor será.

Traducido por J.Luelmo jul,2024

GA193 Berna, 8 de febrero de 1919 -La cuestión social como problema común de la humanidad

 Índice

 RUDOLF STEINER

La cuestión social como problema común de la humanidad

segunda conferencia
Berna, 8 de febrero de 1919

Las conferencias públicas de estos días han tratado del problema social, de las exigencias sociales del presente, tal como surgen no sólo, me gustaría decir, de la observación en el pensamiento, sino tal como aparecen en los hechos, en los acontecimientos de la vida mundial contemporánea.

Todas estas cosas, que se relacionan con la vida del hombre y cuya contemplación es hoy absolutamente necesaria en el sentido más amplio y para los círculos más amplios, pueden ser profundizadas por la persona orientada antroposóficamente. Pues nunca debemos olvidar, si nos sentimos miembros del movimiento antroposófico, que debe formar parte de nuestro sentimiento más íntimo el contemplar todas las cosas del mundo de tal manera que penetremos en los fenómenos externos, en los hechos externos para nuestra propia visión con las percepciones que obtenemos del mundo espiritual. Sólo así todas las cosas adquieren para nosotros el verdadero rostro de la realidad, de modo que somos capaces de pensar en ellas como impregnadas por lo espiritual, por ese ser que al principio se oculta en el mundo terrenal externo, pero que, sin embargo, también vive realmente en este mundo terrenal.

La última vez que pude estar aquí entre ustedes, les di algunas pistas sobre los impulsos sociales de la vida humana, también desde el punto de vista de la ciencia espiritual de orientación antroposófica. Ya entonces intentamos considerar al hombre como un ser social, como un ser con instintos sociales y antisociales. Pero nunca debemos ignorar el hecho de que, al ser seres humanos en esta tierra, traemos a nuestra existencia terrenal el efecto, el resultado de lo que pasamos en el tiempo que transcurre entre la muerte y un nuevo nacimiento. Traemos a nuestra vida terrena los resultados de nuestra última vida espiritual, de nuestra última estancia en el mundo puramente suprasensible. Y no consideramos nuestra vida terrenal por completo si no nos damos cuenta de cómo lo que hacemos, lo que nos sucede en el mundo al convivir con la gente, también lleva algo de los efectos de nuestra vida en el mundo espiritual, del que hemos salido al nacer, pero cuya  impronta, cuyas fuerzas traemos a este mundo.

Por un lado, esto es lo que sobresale para nosotros, los humanos, del mundo espiritual al mundo físico. Por otra parte, sin embargo, no debemos ignorar el hecho de que en la vida que atravesamos aquí en la tierra se producen cosas que al principio no entran plenamente en nuestra conciencia, que transcurren con nosotros, a nuestro alrededor, sin que aprovechemos la oportunidad de percibirlas claramente en nuestra conciencia, y que es precisamente de estas experiencias, que en cierta medida permanecen en el subconsciente durante nuestra vida terrenal entre el nacimiento y la muerte, de donde nos llevamos las cosas más importantes a través de la puerta de la muerte de vuelta al mundo suprasensible, que a su vez experimentamos cuando abandonamos el mundo terrenal a través de la muerte. En nuestra vida terrena nos suceden algunas cosas que no tienen importancia para esta vida terrena, sino como preparación para la vida después de la muerte, -si se me permite usar esta expresión "vida después de la muerte" en contraposición a "vida prenatal".

Pues bien, en particular el tipo de contemplación del que hablé ayer en la conferencia pública sólo emerge con plena claridad concreta si se comprende también cómo iluminarla desde la dirección de la que procede la luz del mundo suprasensible. Y es en esta dirección en la que me gustaría profundizar vuestra comprensión antroposófica de este tema, tan actual hoy en día. Quisiera considerar el problema social actual como un problema de la humanidad en su conjunto. Para nosotros, sin embargo, la humanidad en su conjunto no es sólo la suma de las almas que conviven socialmente en la tierra en un momento determinado; sino que también aquellos que están en el mundo suprasensible en este momento concreto, que están conectados con los seres humanos a través de lazos espirituales, ellos también pertenecen a lo que podemos llamar la totalidad de los seres humanos. 

LA ARTICULACIÓN ESPIRITUAL

Consideremos en primer lugar lo que se denomina vida espiritual humana en sentido terrenal. En sentido terrenal, la vida espiritual humana no es la vida de los seres espirituales, sino lo que las personas experimentan como vida espiritual en su interacción social. A esta vida espiritual pertenece sobre todo lo que comprende la ciencia, el arte y la religión. Pero la vida espiritual también incluye todo lo que concierne a la escuela y la educación. Lo que las personas experimentan en la interacción social como vida cultural espiritual es en lo que queremos centrarnos en primer lugar. Por una afirmación como la que hice ayer, saben que esta vida espiritual, -toda la escolarización, toda la educación, toda la vida científica, artística, literaria, etc.- debe formar una organización social propia y separada. Para el mundo exterior esto sólo puede quedar claro por las razones que este mundo exterior admite hoy. Puede aclararse completamente: Para comprender plenamente estas cosas debe bastar el sentido común. Pero verlas concretamente es particularmente posible para quien adopta una visión del mundo orientada antroposóficamente. Pues para tal persona lo que se llama vida espiritual terrenal aparece bajo una luz muy especial.

A través del desarrollo moderno, esta vida espiritual, que bajo la influencia de la burguesía, de los intelectuales de la burguesía, se ha paralizado hasta convertirse en una mera ideología, que los proletarios han adoptado, por tanto, en su concepción del mundo como una mera ideología, y que abarca las ramas de las que he hablado, es una que no surge meramente de la vida económica. Así es, a grandes rasgos, como se presenta hoy la cosmovisión proletaria: Todo lo que son convicciones religiosas y pensamiento religioso, todo lo que son logros artísticos, todo lo que son opiniones jurídicas y morales, es, como dice la cosmovisión proletaria, una superestructura, algo que se eleva como nubes espirituales de humo desde la única realidad verdadera, la realidad económica. Esta vida espiritual terrena se convierte en ideología, en lo meramente concebido. Sin embargo, para quien conoce los fundamentos de los que procede la ciencia espiritual de orientación antroposófica, aquello que abarca al hombre como vida cultural espiritual es un don de los propios seres espirituales. Para él no brota desde abajo de los fundamentos económicos, sino que para él fluye desde la vida de las jerarquías espirituales. Esta es la diferencia radical entre lo que se expresa en la concepción burguesa del mundo y su herencia en la concepción proletaria del mundo: que en el fondo, para lo que se ha desarrollado en la humanidad desde los siglos XV y XVI, -el mundo espiritual es ideológico, un mero vapor que surge de las armonías y desarmonías económicas-, y esa cosmovisión que debe venir, que es la única que puede traer la salvación, que conduce fuera del caos actual, para la que lo que fluye hacia abajo fluye de la vida espiritual real del mundo, a la que pertenecemos como mundo espiritual al igual que pertenecemos al mundo físico-terrenal a través de nuestros sentidos, a través de nuestro intelecto. Pero ahora que hemos llegado al quinto período post atlante, como seres sociales en el organismo social humano nos encontramos con esta vida espiritual únicamente gracias a que fuimos preparados para esta vida espiritual terrenal mediante aquellas relaciones que entablamos antes de nacer, cuando aún no habíamos descendido a la existencia terrenal, con otros seres espirituales de las Jerarquías, como hemos mencionado a menudo. Esto es lo que la investigación espiritual revela como un hecho importante de la vida.

Cuando llegamos a la existencia a través del nacimiento, entramos en una doble relación con las personas. Distingamos con precisión entre esta doble relación que entablamos con la gente. La única relación que entablamos con las personas, y que debemos entablar con ellas, es la del destino. Entramos en una relación de destino con esta o aquella persona, con un número mayor o menor de personas. Cuando venimos a la existencia terrenal a través del nacimiento, entramos en una determinada familia. Entramos en una relación fatídica con nuestro padre y nuestra madre, nuestros hermanos y nuestra familia más amplia.

Entramos en relaciones fatídicas con otras personas, como seres humanos individuales hacia seres humanos individuales. Como individuos, vivimos nuestro karma hacia otras personas. ¿Cómo surge este karma? ¿Cómo surgen estas conexiones fatídicas? Surgen porque han sido preparadas por tal o cual hecho de la vida en nuestras existencias anteriores en la Tierra. Así que entiendan bien esto: cuando se entra en la existencia a través del nacimiento, se entra en una conexión fatídica con otras personas, como una sola persona con una sola persona, de acuerdo con lo que se ha vivido con esta persona en vidas terrenales pasadas. Esa es una de las formas en que entablan relaciones con otras personas: de forma fatídica.

Pero además entablan otras relaciones con la gente. Como miembro de un pueblo, ustedes pertenecen a un grupo de personas con las que no están destinados a estar conectados de la manera que se acaba de describir. Nacen en un pueblo, como en un territorio determinado. Esto está ciertamente conectado con su karma por un lado, pero a través de esto están ustedes ensamblados de cierta manera en el organismo social con mucha gente con la que no comparten igual destino. En una comunidad religiosa se pueden tener los mismos sentimientos religiosos con un número de otras personas con las que no están predestinados a integrarse. La vida espiritual, terrenal-espiritual trae las conexiones sociales más diversas entre las  personas, si bien, no todas basadas en el destino. Estas conexiones no se preparan todas en vidas anteriores en la Tierra, sino en el tiempo que se vive entre la muerte y un nuevo nacimiento. Especialmente cuando se trata de la segunda mitad de esta vida, entre la muerte y el nuevo nacimiento, se entra en relación con los seres, sobre todo con las jerarquías superiores, a través de las cuales uno se ve tan influido por las fuerzas de estas jerarquías que se vincula espiritualmente con diversos grupos de personas. Lo que se experimenta como vida espiritual en la religión, en el arte, en el contexto nacional, en la mera comunidad lingüística, por ejemplo, lo que se experimenta a través de una educación muy específica, etc., todo esto ya se está preparando fuera de las corrientes kármicas puras en la vida prenatal. Ustedes llevan a la existencia físico-terrenal lo que ya han experimentado en la vida prenatal. Y aquello que experimentan, aunque de manera completamente diferente, en la vida prenatal se refleja en lo que es la vida espiritual, la vida cultural espiritual en lo terrenal. 

Ahora surge una pregunta muy concreta para aquellos que son capaces de tomar en serio tal hecho del mundo espiritual en el sentido pleno, la pregunta: ¿Cómo se hace realmente justicia, en el sentido más elevado, a esta vida espiritual terrena cuando se sabe que esta vida espiritual terrena es el reflejo de lo que ya se ha experimentado en la verdadera vida espiritual concreta antes del nacimiento? Sólo se puede hacer justicia a esta vida espiritual terrenal si no se la considera como una ideología, sino si se sabe que el mundo espiritual vive en ella. Y sólo nos relacionamos con esta vida espiritual terrenal de la manera correcta cuando nos damos cuenta de que las fuerzas activas del propio mundo espiritual pueden encontrarse por doquier en ella. Imaginen esto hipotéticamente: Lo que los seres, -ya sean seres de las jerarquías superiores que nunca toman un cuerpo terreno, ya sean seres humanos que aún no han nacido, seres humanos que aún no han entrado en la vida terrena por la puerta del nacimiento-, lo que estos seres pertenecientes al mundo suprasensible piensan, por lo que pasan como su vida anímica, es algo vivo; ese algo vive en una especie de imagen onírica en el mundo terreno-espiritual de la cultura. De modo que siempre podemos plantear justificadamente la pregunta cuando se nos acerca cualquier hecho artístico, religioso o de la vida educativa: ¿Qué vive dentro de él? - No sólo lo que los hombres han hecho aquí en la tierra, sino lo que fluye de las fuerzas, de los pensamientos, de los impulsos, de toda la vida anímica de las jerarquías superiores, eso vive en ello. Si negamos estos pensamientos de los seres espirituales que no están encarnados en esta tierra, o no están encarnados en absoluto, o no están encarnados ahora mismo, que se reflejan a través de nuestra cultura espiritual-terrenal, nunca veremos el mundo en su totalidad.  Si podemos adquirir sensiblemente, quiero decir, esta visión sagrada del mundo espiritual que nos rodea, que podamos considerar este mundo espiritual como aquello que los propios seres espirituales nos dan, con lo que los seres espirituales nos rodean, entonces podremos agradecer de manera correcta este don del mundo suprasensible, que experimentamos como un mundo de cultura terrenal-espiritual. Así, este mundo espiritual de la cultura entra necesariamente en toda la estructura social de la humanidad como algo independiente, que es la continuación de aquello de lo que participamos antes de nacer en el mundo espiritual. Si uno ilumina la vida social con la luz de la comprensión espiritual, entonces se convierte en algo natural asumir una realidad separada e independiente en esta vida espiritual.

LA ARTICULACIÓN JURÍDICA

El segundo ámbito de la estructura social es lo que podríamos llamar el Estado constitucional externo, la vida política en sentido estricto, la que se refiere a la organización de las relaciones jurídicas entre las personas, aquella en la que todas las personas deben ser iguales ante la ley. Esta es la vida real del Estado. Y la vida real del Estado no debería ser básicamente otra que ésta. Ciertamente, por razones de puro sentido común, uno puede reconocer de nuevo la necesidad de que esta vida del Estado, esta vida de derecho público, esta vida que se refiere a la igualdad de todos los hombres ante la ley, a la igualdad del hombre con el hombre en general, que este miembro del organismo social debe valerse por sí mismo. Pero si volvemos a examinar la cuestión con una mirada aguzada por la ciencia espiritual de orientación antroposófica, se pone de manifiesto algo muy distinto.

Esta vida, la vida estatal real dentro del organismo social, es la única que no tiene nada que ver con la vida pre-natal, ni con la vida después de la muerte. Esta vida estatal encuentra su orden, su orientación puramente en el mundo que el hombre vive entre el nacimiento y la muerte. El estado sólo es entonces un todo autosuficiente con su ser primigenio si no se extiende a nada que alcance al mundo suprasensible, ya sea del lado del nacimiento o del lado de la muerte. "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", pero no deis al César lo que es de Dios ni a Dios lo que es del César. - ¡Lo rechazará!

Las cosas deben separarse de forma pura, como la diversidad de los sistemas individuales en el organismo natural humano. Todo lo que puede abarcar la vida estatal, todo lo que puede ser discutido y acordado por el Estado, sólo se refiere a la convivencia entre hombre y hombre. Eso es lo esencial. Las naturalezas religiosas más profundas siempre han sentido esto. - Otras personas, que no eran profundamente religiosas, ni siquiera permitían que estas cosas se discutieran libre, honesta y sinceramente. Pues una idea sobre estas cosas ha arraigado en las naturalezas religiosas más profundas. Estas naturalezas religiosas más profundas se decían a sí mismas: El Estado abarca la vida, que, en lo que respecta a la humanidad, sólo tiene que ver con todo lo que hay entre el nacimiento y la muerte, lo que se refiere a lo meramente terrenal. No es bueno que lo que sólo se relaciona con lo terrenal quiera extender su dominio a lo sobrenatural, a lo suprasensible, a lo que está más allá del nacimiento y de la muerte. Pero la vida espiritual terrestre está más allá del nacimiento y de la muerte, pues contiene las sombras de las experiencias espirituales de los seres suprasensibles. Cuando lo que palpita en la mera vida del estado se apodera de la vida de la espiritualidad terrenal, así lo llamaron las naturalezas religiosas más profundas: El poder ejercido por el príncipe ilegítimo de este mundo. Detrás de la expresión "el príncipe ilegítimo de este mundo" se esconde lo que acabo de indicar. Esta es también la razón por la que en aquellos círculos que tienen interés en confundir a las tres articulaciones del organismo social, no se habla con agrado de este príncipe ilegítimo de este mundo, por la que incluso está mal visto hablar de él.

LA ARTICULACIÓN ECONÓMICA

La situación es algo diferente con respecto a los pensamientos, sentimientos e impulsos anímicos que se desarrollan en una persona como resultado de pertenecer a la articulación económica del organismo social. Eso es algo sumamente peculiar. Pero ya se habrán acostumbrado ustedes al hecho de que en sus puntos de vista tendrán que aceptar muchas cosas que al principio parecen paradójicas a través de la ciencia espiritual de orientación antroposófica. Cuando hablamos hoy de la articulación económica del organismo social, debemos, sin embargo, darnos cuenta de que la forma en que hablamos ahora es una peculiaridad del quinto período postatlante. En épocas anteriores del desarrollo humano estas cosas eran diferentes. 

Por lo tanto, lo que tengo que decir en este sentido se aplica en particular a nuestro presente y al futuro. Pero con referencia a nuestro presente y futuro hay que decir: En épocas anteriores el hombre vivía instintivamente en el ámbito de la economía. Ahora, vivir en la economía debe hacerse cada vez más y más consciente. Igual que el hombre, -como ya he dicho-, aprende las tablas de multiplicar en la escuela, igual que aprende otras cosas en la escuela, en el futuro debe aprender en la escuela las cosas que se relacionan con la vida en el organismo social, con el ámbito económico. El hombre debe ser capaz de sentirse miembro del organismo económico. Por supuesto, será un inconveniente para algunas personas, porque ya se han roto otros hábitos de pensamiento y sentimiento, que deben sufrir cambios radicales. ¿No es acaso cierto, que si alguien hoy no supiera cuántos son tres veces nueve, se le consideraría una persona inculta? En algunos círculos, alguien es considerado inculto si no sabe quién fue Rafael o Leonardo. Pero hoy en día, en ciertos círculos no se suele considerar que uno sea un inculto a pesar de no ser capaz de explicar correctamente qué es el capital, qué son la producción y el consumo en sus relaciones, qué es el crédito, etc., por no mencionar el hecho de que muy poca gente tiene una idea clara de lo que es una transacción lombarda y cosas por el estilo.

Ahora estos conceptos cambiarán sin duda bajo la influencia de la reorganización social, y en el futuro será más fácil buscar y obtener información adecuada sobre estas cosas. Hoy el hombre está bastante perdido cuando quiere obtener información racional sobre estas cosas. Porque, ¿Qué sería más natural que alguien, para saber lo que es realmente el capital, cogiera un manual de economía nacional de un famoso economista nacional? Si hoy cogiesen tres manuales diferentes de economía nacional, encontrarían tres maneras diferentes de definir lo que es realmente el capital en los tres manuales diferentes. Sólo imagínense qué visión tan peculiar tendrían de la geometría si cogieran tres geometrías de tres autores diferentes y encontraran el teorema de Pitágoras presentado de forma diferente en cada una de ellas, si tuviera un contenido diferente para ustedes en todas partes. Estas cosas son tales que hoy en día incluso las autoridades en el campo de la economía pueden proporcionar muy poca información real sobre estos asuntos. Por lo tanto, no se puede culpar al público en general si no busca esa información. Pero habrá que buscarla, habrá que materializarla. El hombre tendrá que tender un puente desde sí mismo hasta la estructura del organismo social, especialmente la estructura económica. Tendrá que integrarse conscientemente como sujeto en la economía, en el organismo social. Allí aprenderá a pensar cómo se relaciona con otras personas, simplemente realizando negocios con ellas en un territorio determinado sobre los objetos más diversos. Este pensamiento que se desarrolla allí, y en el que desemboca toda la relación del orden natural con el hombre, es un tipo de pensamiento completamente distinto del que se desarrolla, por ejemplo, en el mundo de la cultura espiritual. En el mundo de la cultura espiritual ustedes experimentan lo que piensan los seres de las jerarquías superiores, aquello que ustedes mismos experimentaron en su vida prenatal. En el pensamiento que ustedes desarrollan como miembros de la estructura económica social, siempre hay, -por paradójico que les parezca-, otra persona pensando dentro de ustedes, una persona más profunda dentro de ustedes. Precisamente cuando ustedes se sienten miembros de un cuerpo económico, una persona más profunda está pensando dentro de ustedes. Tienen que combinar los factores externos de la vida con su pensamiento. Tienen que pensar: ¿Cuál es el precio de esto o aquello? ¿Cómo obtengo una mercancía, otra mercancía y así sucesivamente? Sus pensamientos revolotean, por así decirlo, sobre los hechos externos; no hay nada espiritual, hay algo externo y material en su pensamiento. Precisamente debido a que las cosas externas, materiales, viven en su pensar, debido a que ustedes tienen que experimentar pensando, no sólo instintivamente como el animal, lo que sucede en la vida económica, es por lo que otra persona más profunda está constantemente pensando en ustedes acerca de estas cosas; él sólo continúa los pensamientos, sólo hace que los pensamientos tengan un fin, una conexión. Y es precisamente esta persona la que está esencialmente implicada en todo lo que ustedes llevan al mundo suprasensible a través de la muerte. Por paradójico que pueda parecer a algunos, es precisamente el pensar en las cosas materiales, -que el hombre se ve forzado a hacer aquí en el mundo-, lo que suscita en él, porque nunca está acabado, porque nunca es algo terminado, otra vida espiritual interior, que lleva al mundo suprasensible a través de la muerte. Por tanto, las sensaciones, los impulsos que desarrollamos en la vida económica están más estrechamente relacionados con nuestra vida después de la muerte de lo que la gente cree. Esto puede parecer extraño y paradójico para algunos hoy en día; pero así es, sólo que traducido a la conciencia, aquello que se desarrollaba en las personas en épocas atávicas de la evolución humana, porque el mundo espiritual intervenía en los instintos del hombre de entonces. Quiero llamar su atención sobre lo siguiente.

Algunos de los llamados pueblos primitivos tienen características sorprendentes. Ahora bien, no tenemos por qué tener la misma absurda e insensata idea de pueblos primitivos que tienen la etnología y la antropología actuales. La antropología actual piensa que existen tales pueblos primitivos, por ejemplo, los indígenas australianos, que se encuentran en la etapa más primitiva de la humanidad, y que los pueblos cultos de hoy también fueron una vez como estos pueblos primitivos. Eso es un sinsentido. Lo cierto es que lo que hoy llamamos pueblos primitivos han caído en la decadencia; han descendido de otro nivel. Es solo que los pueblos primitivos actuales han conservado en sí mismos los tiempos anteriores, tiempos que en los llamados pueblos civilizados han quedado enmascarados. Por lo tanto, todavía se pueden estudiar muchas cosas entre los llamados pueblos primitivos que estaban presentes en forma diferente en los tiempos de la antigua clarividencia atávica. Y existían, por ejemplo, las siguientes instituciones: Estaba la institución de que en una tribu los miembros de esta tribu se dividían en grupos más pequeños; cada uno de estos grupos más pequeños tenía un nombre determinado, que se tomaba prestado de una planta o un animal, tal como se daban dentro del territorio en el que vivía este grupo. Esta denominación de grupos más pequeños dentro de contextos más amplios estaba relacionada con lo siguiente: por ejemplo, un grupo, -ahora utilizamos nombres modernos sólo para hacernos entender-, un grupo que llevaba el nombre de "centeno", tenía que asegurarse de que el centeno se cultivaba adecuadamente en este terreno, para que las otras personas que no tenían el nombre de "centeno" pudieran abastecerse de centeno. La tarea de estas personas que llevaban el nombre de "Centeno" era vigilar el cultivo del centeno y la propagación del centeno. Y los demás, que tenían otros nombres, suponían que se abastecerían de centeno de este único grupo. Otro grupo, por ejemplo, tenía el nombre de "ganado": tenía la tarea de cultivar ganado y abastecer a los demás con ganado y todo lo que conllevaba. Estos grupos no sólo tenían la tarea de abastecer a los demás, sino que al mismo tiempo estaba prohibido que los demás cultivaran la planta o el animal en cuestión, que era un derecho de un tótem, como se denominaba. Este es el sentido económico del tótem, que también era una cultura de los Misterios en la zona donde prevalecía este tótem. Cultura mistérica, que no está, como sueña el hombre de hoy, meramente en regiones superiores, sino que, precisamente a partir de los consejos de los dioses, que eran explorables para los miembros de los misterios, ordenaba esta vida humana hasta el más mínimo detalle de la vida humana. Ellos dispusieron la tribu según las formaciones totémicas, según los grupos totémicos y con ello llevaron a cabo una organización económica correspondiente, además de que revelaron a los hombres en cierto modo cómo está constituido el mundo espiritual, cómo el mundo espiritual se proyecta en la vida espiritual terrena, tal como era entonces justo para la época de que se trataba. Del mismo modo que se ocuparon a su manera de la vida jurídica, que tiene un carácter puramente terrenal, prepararon a los hombres aquí en la Tierra mediante el orden de la vida económica, de tal manera que los hombres pudieran entrar luego en otro mundo a través de la muerte, en el que tenían que desarrollar conexiones que sólo podían preparar aquí en la Tierra mediante el contacto con los seres extrahumanos de los otros reinos de la naturaleza. Bajo la guía de sus iniciados, estos pueblos de la antigüedad aprendieron a establecer un vínculo económico adecuado en su vida terrenal.

Más tarde esto fue más o menos confundido, aunque no es tan difícil explicar la triple articulación instintiva del organismo social desde la cultura griega, es más, incluso desde la cultura de la Edad Media, explicarla precisamente desde el punto de vista que he indicado ahora, ya que todavía se pueden encontrar los rudimentos al menos hasta el siglo XVIII. ¡Oh, este hombre moderno es tan cómodo con su pensamiento, quiere que todo, todo se presente a su mente lo más superficialmente posible! Si se estudiara realmente la vida de los tiempos pasados, no según lo que ahora se llama historia y que a menudo es una fábula, convenida sino según cómo era realmente, entonces se vería: Había una triple articulación instintiva; sólo en una única articulación, en la vida espiritual, todo procedía del centro espiritual y se separaba así de la mera vida estatal.

Cuando la Iglesia católica estaba en su apogeo, ya formaba un miembro independiente, y a su vez organizaba la otra vida espiritual terrenal como miembro independiente, fundaba escuelas, organizaba el sistema educativo, fundaba también las primeras universidades, independizaba la vida espiritual terrenal, cuidaba de que la vida estatal no fuera penetrada por el príncipe ilegítimo de este mundo. Y en la vida económica, incluso en épocas posteriores, se tenía al menos la sensación de que si se desarrollaba la fraternidad entre los hombres en la vida económica, se estaba preparando algo en ella que encontraría una continuación en la vida después de la muerte. Que la fraternidad entre los hombres es recompensada después de la muerte es, en efecto, una reinterpretación egoísta de las ideas superiores que vivían en el totemismo, pero al menos sigue existiendo la conciencia de que la vida fraternal en la vida económica humana encuentra una continuación hacia lo espiritual en la otra vida. Hasta los excesos en este ámbito deben juzgarse desde este punto de vista. Es propio de la naturaleza humana que se produzcan excesos. El comercio de indulgencias es ciertamente uno de los excesos más salvajes en esta área. Pero surgió, aunque sólo fuera como un exceso, de la constatación de que los sacrificios económicos que el hombre hace aquí en la vida física tienen un significado para su vida después de la muerte. Aunque es una caricatura de lo que realmente es, surgió como una caricatura de la visión correcta del significado de lo que experimentamos aquí al entrar en relación con los seres de los otros reinos de la tierra, los minerales, las plantas, los animales. Al entrar en relación con los otros seres, adquirimos algo que sólo llega a desarrollarse plenamente en la otra vida. No es así, con respecto a lo que somos después de la muerte, estamos aquí como seres humanos todavía relacionados con lo inferior, con los animales, las plantas y los minerales; pero precisamente con esta experiencia de lo extrahumano preparamos algo que sólo ha de crecer en lo humano después de la muerte.  Si le dan esta vuelta al pensamiento, lo comprenderán más fácilmente, se darán cuenta más fácilmente de cómo es muy natural que lo que experimentamos con los animales, las plantas, los minerales, se viva en la tierra en algo que une a las personas, que las rodea como un aire espiritual, una atmósfera espiritual en lo terrenal. Lo que la gente experimenta entre sí es sólo una experiencia puramente etérea entre el nacimiento y la muerte.

Lo que las personas experimentan en lo infrahumano, en la vida económica, sólo se convierte en humano, sólo se eleva a lo humano terrenal cuando hemos pasado por la muerte.

Esto debería ser del mayor interés y de la mayor importancia para el espíritu de orientación antroposófica, para aquellos que buscan una profundización de la vida a través de la ciencia espiritual de orientación antroposófica: reconocer que esta triple estructura del organismo social se fundamenta concretamente sólo en el hecho de que el hombre también es un ser triple según esta orientación, en que cuando crece en el mundo físico como niño todavía lleva algo de lo que experimentó antes de nacer, en que lleva algo que sólo tiene sentido entre el nacimiento y la muerte, y en que ya prepara aquí, por así decirlo, bajo el velo de la vida física ordinaria, lo que a su vez tiene sentido suprasensible, postmorten. Lo que aquí aparece como la vida inferior, la vida en la economía física, aquí para la tierra es aparentemente inferior a la vida correcta, pero este vivir a través de lo inferior nos compensa al mismo tiempo con el hecho de que ganamos el tiempo para que nuestro ser humano inferior, mientras estamos dentro en la economía inferior, se prepare para la vida después de la muerte. Al pertenecer con nuestra alma a la vida artística, a la vida religiosa, a la vida educativa, a la otra vida espiritual, nos alimentamos de la herencia que llevamos por nacimiento a la existencia físico-terrenal. Pero al degradarnos, por así decirlo, a través de la vida económica a lo infrahumano, a ese pensamiento que no se eleva tan alto, nos compensamos preparando en lo más íntimo de nuestro ser aquello que sólo se eleva a lo humano después de la muerte. Esto todavía puede sonar paradójico para la gente de hoy porque les gusta mirar las cosas unilateralmente y no quieren realmente tener ninguna idea de que cada cosa despliega su esencia en la vida en dos lados. Lo que es alto en un lado es bajo en el otro, lo que es bajo en un lado es alto en el otro. Cada cosa en la vida real, -también podría decir en la realidad de la vida, -siempre tiene su otro lado. El hombre se comprendería mejor a sí mismo y al mundo si se diera cuenta de que cada cosa tiene siempre su otra cara. A veces es desagradable darse cuenta de esto plenamente; nos impone muchas obligaciones en la vida. Por ejemplo, debemos llegar a ser inteligentes con respecto a ciertas cosas, pero no podemos desarrollar la medida de esta inteligencia con respecto a ciertas cosas sin desarrollar una medida igual de estupidez en otro lado. Lo uno siempre requiere de lo otro. Y en realidad nunca debemos considerar que una persona es completamente estúpida si nos parece estúpida en la vida exterior sin que seamos conscientes de ello: en su subconsciente yace quizás una profunda sabiduría que sólo está velada para nosotros. La realidad sólo se revela cuando hacemos justicia a esta doble cara de todo lo real. Y así es: por un lado, la vida de la cultura espiritual se nos aparece como la más elevada; al mismo tiempo, es aquella en la que en realidad siempre estamos sobreexplotando, en la que siempre estamos consumiendo lo que traemos a la existencia física mediante nuestro nacimiento. La vida económica nos aparece como el eslabón más bajo: es así sólo porque nos muestra el aspecto más bajo entre el nacimiento y la muerte. Nos da tiempo para desarrollar inconscientemente aquello que es el lado espiritual de la vida económica y que llevamos al mundo suprasensible a través de la muerte. Este sentimiento de unión en hermandad con otras personas es lo que yo entiendo principalmente por la parte espiritual de la vida económica.

Ahora bien, la humanidad necesita urgentemente comprender estas cosas si quiere salir de ciertas calamidades que han surgido precisamente porque no se han tenido en cuenta. En el seno de las personalidades intelectuales dirigentes de las clases dominantes se ha desarrollado algo, -ya hablé de ello anteayer-, que no tiene el poder de irradiarse a la vida cotidiana. Adquirir la comprensión correcta a este respecto es particularmente importante para el hombre de hoy. Verán, los círculos intelectuales dirigentes de las clases dominantes han desarrollado una determinada visión moral del mundo, una determinada perspectiva religiosa. Pero esta moral, esta visión religiosa del mundo, es mejor mantenerla unilateral e idealista. No debe tener el poder de penetrar al mismo tiempo en la vida cotidiana. Prácticamente, esto se les hace evidente en que ustedes pueden visitar las iglesias conocidas domingo tras domingo e incluso más a menudo: se le predicarán sermones, sermones que, sin embargo, descuidan continuamente los deberes más intensos de la época. Les dirán todo tipo de cosas que deben hacer desde una cosmovisión religiosa, pero que no tienen ninguna repercusión. Porque cuando salgan de la iglesia y entren en la vida cotidiana, no serán capaces de aplicar todo lo que se predica sobre el amor de persona a persona, lo que deben hacer, lo que quiere experimentar esta persona y acaba de predicar aquella otra. ¿Dónde se encuentra la comprensión, la conexión entre lo que el predicador, el maestro de moral dice a sus alumnos y lo que prevalece en la vida cotidiana?

Esto era diferente, por ejemplo, en los tiempos a los que se refiere el culto al tótem: allí los iniciados organizaban la vida cotidiana según los consejos de los dioses. Es un estado de cosas malsano que hoy no se oiga nada desde los púlpitos sobre la necesaria organización de la vida económica. Lo que se predica allí es realmente similar, -he utilizado a menudo esta comparación-, a ponerse frente a una estufa y decir: "Estufa, estás aquí colocada en la habitación". Puesto que estás dispuesta en relación con los demás objetos de la habitación, es tu deber sagrado hacer que la habitación se caliente. Así que cumple con tu deber sagrado y haz que la habitación se caliente. Pueden predicar a la estufa durante mucho tiempo, ¡no calentará la habitación! Pero no hace falta que prediquen en absoluto, sino que pongan leña o carbón en ella y la enciendan, y harán que la habitación se caliente. Así que pueden abstenerse de todas las enseñanzas morales que meramente hablan de lo que el hombre debe hacer en aras de la salvación eterna o en aras de otras cosas que pertenecen a la mera fe. Así que se pueden omitir los sermones que hoy forman mayoritariamente el contenido de los discursos de púlpito, pero no se puede omitir lo que es conocimiento real del organismo social actual. Sería deber de quienes quieren ser educadores del pueblo tender un puente práctico desde lo que vive y teje el mundo como espiritualidad hasta lo que sucede en la vida cotidiana. Porque Dios, lo divino, no sólo vive en lo que el hombre sueña en las nubes, sino también en las cosas cotidianas más insignificantes. Cuando cogen el tarro de sal de la mesa, cuando se llevan una cucharada de sopa a la boca, cuando compran algo a su prójimo por cinco céntimos, lo divino vive en todas las cosas. Y si uno se entrega a la creencia de que, por un lado, está lo material burdo, lo concreto, lo que es de naturaleza inferior, y, por otro, lo divino-espiritual, que uno debe mantener muy separado de este material burdo, lo concreto, porque lo uno es sagrado y lo otro profano, porque lo uno es elevado y lo otro bajo, entonces está contradiciendo el sentido más íntimo de una concepción realista del mundo: el empuje desde lo más elevado, lo sagrado, hasta las experiencias más cotidianas de las personas.

Esto también caracteriza lo que el desarrollo religioso ha dejado de hacer hasta nuestros días, que sólo predica a la estufa que debe calentar y frunce el ceño a la hora de adentrarse en el conocimiento espiritual real y concreto. Si sólo se dijera libremente en todas partes lo que se ha descuidado, lo que han descuidado los que se sienten llamados a llevar la vida espiritual, entonces esto ya sería una dirección esencial hacia lo que tiene que suceder.

¿Cómo suele hablar hoy la gente de la salvación, de la gracia, de cuál es el objeto de la fe? La gente habla de una manera que les resulta sumamente cómoda: hay gente con sus mentes humanas. Cristo Jesús murió una vez en el Gólgota y resucitó, -los teólogos avanzados ya no lo creen-. Pero lo hace todo por sí mismo, la gente no necesita hacer nada más que creer en ello. Eso es lo que piensan muchos hoy en día, y consideran una perturbación para sus círculos que la gente piense de otro modo. Pero ¡hay que aprender a pensar de otro modo! Es precisamente en este ámbito donde debe producirse un cambio radical.

Uno quisiera decir: Hoy volvemos a oír la advertencia de Cristo o ya la advertencia de Juan el Bautista: Cambiad de opinión, porque se acerca el tiempo de la crisis. La gente se ha acostumbrado a presuponer lo espiritual en alguna parte, en algún lugar donde se ocupa de ellos; a que los predicadores religiosos les digan que existe tal mundo espiritual, el cual se describe lo menos posible. La gente no quiere esforzarse en sus pensamientos para saber también algo sobre el mundo espiritual, sino sólo por creer en él. ¡Ya ha pasado el tiempo en que se permite esto! Debe dar comienzo el tiempo en que la gente debe saber: No sólo: pienso, -también puedo pensar en lo suprasensible-, sino: Debo permitir que los poderes divino-espirituales entren en mi pensamiento, en mis sentimientos. El mundo espiritual debe vivir en mí, mis propios pensamientos deben ser de naturaleza divina. Debo dar a Dios la oportunidad de expresarse a través de mí. Entonces la vida espiritual ya no será mera ideología. Este es el gran pecado de los tiempos modernos, que la vida espiritual se ha paralizado en ideología. Y la teología ya es ideológica hoy, la ideología no es sólo la cosmovisión proletaria, socialista. Pero la gente debe recuperarse de esta ideología. El mundo espiritual debe volverse real para ellos. Y deben saber que el mundo espiritual vive como algo real en el miembro del organismo social como la herencia de la vida prenatal, del llamado mundo espiritual; y que un mundo espiritual se está preparando mientras aparentemente nos sumergimos entre los seres humanos en la vida económica. Precisamente allí, como compensación de esta inmersión, se prepara algo que, a través de la vida en la que entramos al entrar de nuevo en el mundo espiritual a través de la muerte, ha de conducirnos de nuevo, si lo vivimos correctamente, a una ciencia más humana y fraternal aquí en la tierra.

Mirar la vida de forma real, -eso es lo que debe volver. Y la persona que se da cuenta de que es un seguidor de la ciencia espiritual de orientación antroposófica se sitúa correctamente en el mundo: Lo que debe entrar un día en la humanidad puede profundizarse para él por el hecho de que la Antroposofía no se desarrolla meramente como algo que es sólo ciencia, sino que la tiene como algo que penetra en todos sus sentimientos, que penetra en toda su percepción de la vida, la transforma también, la hace de modo que puede entrar como miembro digno en aquello que debe comenzar con el presente y que sólo puede convertirse en una salvación para el futuro de la humanidad.

Estas cosas indican lo que es necesario para la humanidad, pero también lo que ha sido descuidado por la humanidad. Sólo poniéndonos sin miedo y con valentía en la piel de lo que ha sido descuidado y de lo que es necesario, se puede conseguir algo beneficioso para el presente y el futuro próximo. Por eso he intentado añadir a lo que hoy se puede decir públicamente sobre el problema social lo que se puede decir precisamente desde el punto de vista de la ciencia espiritual de orientación antroposófica; donde se puede incluir lo que se proyecta desde lo inmortal, desde la vida suprasensible del ser humano incorpóreo hacia esta vida terrenal. 

Sólo uno de los miembros del organismo social, el que se refiere a la organización estatal externa, es puramente terrenal. Los otros dos miembros están entrelazados con lo sobrenatural por dos lados diferentes. Por un lado, se nos concede una vida espiritual como vida espiritual terrenal, que, -por estar, por así decirlo, exprimida de la vida espiritual prenatal, sobrenatural-, puede ser vivida por nosotros, quisiera decir, como una abundancia. Y por otra parte, nosotros como seres humanos corporales, -a través de los cuales estamos conectados con la animalidad de la tierra-, debemos sumergirnos en la mera vida económica. Pero como no somos meros seres humanos corporales, sino que el alma se prepara en este cuerpo para las siguientes vidas terrenas y para las siguientes vidas suprasensibles, eso también se prepara a través de la vida económica que conduce a esa parte de nosotros hacia la humanidad que aquí todavía no es completamente humana: el ser humano que debe estar dentro de la vida económica. Tenemos algo de superhombre en nosotros, por así decirlo, en la medida en que podemos movernos en un contexto social que teje nuestra vida espiritual terrenal. Tenemos algo de mero humano en nosotros al convertirnos en ciudadanos. Tenemos algo en nosotros que nos obliga a descender por debajo de ambos, pero al mismo tiempo somos compensados por el mundo suprasensible en la medida en que en lo que aparece como el eslabón más bajo de la experiencia social, aquello que nos lleva de nuevo hacia arriba ya se está preparando, integrándonos a su vez en lo suprasensible.

Sin embargo, la realidad no es tan superficial, ni tan fácil de captar como a veces se quisiera. Por otra parte, muestra cómo la vida humana pasa por las fases más diversas, pero cada fase aporta a la vida humana nuevos momentos, nuevos ingredientes, nuevos impulsos que sólo pueden darse en estos ámbitos concretos, donde se dan. Así vemos cómo los hilos de la vida que vivimos aquí entre el nacimiento y la muerte se entrelazan con los hilos que tiramos al vivir la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento. Y todo encaja significativamente en el más alto grado en toda esta vida humana. Lo que se hila aquí en la vida terrenal de individuo humano a individuo humano, lo que hacemos a una persona aquí dándole alegría, causándole sufrimiento, enriqueciendo sus pensamientos, o empobreciendo sus pensamientos, enseñándole esto o aquello. Esto prepara nuestra kármica, nuestra fatídica vida para la próxima existencia terrenal.

Pero de esto hay que diferenciar lo que necesitamos para prepararnos para la vida que desplegamos inmediatamente después de la muerte como vida suprasensible. Somos reunidos aquí en determinadas comunidades sociales. Tenemos que ser conducidos fuera de nuevo. Llegamos a hacerlo por el hecho de que de nuestra mera vida económica, de la mera economía primigenia, surge algo que nos conduce a través de la puerta de la muerte al mundo espiritual, de modo que no permanecemos en la comunidad social en la que nos hemos establecido aquí, sino que podemos ser recogidos en otra en la próxima vida. Así que significativamente los hilos kármicos se entrelazan con aquellos hilos que nos sitúan en la vida general del mundo.

Lo que todavía puede obtenerse de la ciencia espiritual para esta triple estructura del organismo social mediante la conexión de lo suprasensible con la vida físico-terrenal parece profundizar ya esencialmente lo que debe convertirse en contenido exotérico sobre la triple estructura del organismo social. Ya parece profundizar eso esencialmente. Ciertamente, esto es difícil de comprender para el forastero, no hay ayuda posible hoy en día. Pero el que está dentro del movimiento antroposófico debería siempre, por todo lo que se puede fundar aquí en lo terrenal, al mismo tiempo tomar todo lo que nos conecta con la esfera en la que entramos después de nuestra muerte, de la que venimos por nuestro nacimiento, en la que tenemos que buscar a los que han salido de este mundo antes que nosotros y con los que tenemos ciertas relaciones. Pues éste será el logro humano más hermoso de la profundización antroposófica, que nos enseñe a ver a través de los dos grandes misterios de la vida terrena, el nacimiento y la muerte, a crear un puente entre lo sensual y lo suprasensible, entre los llamados vivos y los llamados muertos, de modo que el muerto llegue a ser como un ser vivo entre nosotros y podamos decir de los vivos: Nada más que otra forma de ser es esa vida que era nuestra en lo suprasensible antes del nacimiento y que será nuestra después de la muerte. Se está muerto aquí en la sensorialidad, al igual que la sensorialidad está muerta en que experimentamos lo suprasensible. Las cosas del mundo son relativas entre sí. Y cuando vemos a través de estos dos lados de cualquier realidad, sólo entonces penetramos en la realidad misma.

Eso es lo que quería ofrecerles hoy como suplemento, un suplemento más esotérico a esas cuestiones que ahora es tan urgente discutir en público, y en cuya discusión deberían participar especialmente los que están cerca del movimiento antroposófico. 

En respuesta a una pregunta que no se ha conservado, Rudolf Steiner comentó: "Estas cosas son tales que se puede decir con verdad: Esta visión del organismo social es una base firme. Y sólo hay que examinar cómo se integra en la vida en casos individuales.

Si conocen el teorema de Pitágoras, no se preguntarán: ¿Cómo se justifica en detalle? -Lo sabrán si lo conocen: Será correcto dondequiera que se aplique, igual que tres por diez es treinta dondequiera que se aplique: No tendrán que preguntar si es correcto y probarlo. Deben darse cuenta de estas cosas por si mismos. Así que también encontrarán que en esta visión de la vida social empiezan desde una cierta base que simplemente demuestra ser correcta; las otras cosas que vengan entonces seguirán correctamente. El sistema de impuestos, el sistema de propiedad, todo sigue como consecuencia. Todo esto resultará cuando uno capte el organismo social vivo. Y así resulta que la gente, por ejemplo, no dudará en absoluto en enviar a sus hijos a la Escuela Libre. Al contrario: querrán enviarlos porque tendrán interés en ello.

Y asimismo en el ámbito en el que se desarrolla la relación de cada persona entre sí: Es necesario tener capacidad de juicio en el ámbito de la vida jurídica, y nadie podría ser elegido para el órgano representativo del segundo miembro del organismo social que no tuviera capacidad de juicio. Por supuesto, estas cosas hay que analizarlas: Lo que se relaciona de persona a persona, esta toma de interés, esta posición consciente dentro de la vida, se mantiene enteramente por sí misma en el organismo libre, que ya llegará a ser sano.

Traducido por J.Luelmo jul.2024