GA193 Berna, 8 de febrero de 1919 -La cuestión social como problema común de la humanidad

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 RUDOLF STEINER

La cuestión social como problema común de la humanidad

segunda conferencia
Berna, 8 de febrero de 1919

Las conferencias públicas de estos días han tratado del problema social, de las exigencias sociales del presente, tal como surgen no sólo, me gustaría decir, de la observación en el pensamiento, sino tal como aparecen en los hechos, en los acontecimientos de la vida mundial contemporánea.

Todas estas cosas, que se relacionan con la vida del hombre y cuya contemplación es hoy absolutamente necesaria en el sentido más amplio y para los círculos más amplios, pueden ser profundizadas por la persona orientada antroposóficamente. Pues nunca debemos olvidar, si nos sentimos miembros del movimiento antroposófico, que debe formar parte de nuestro sentimiento más íntimo el contemplar todas las cosas del mundo de tal manera que penetremos en los fenómenos externos, en los hechos externos para nuestra propia visión con las percepciones que obtenemos del mundo espiritual. Sólo así todas las cosas adquieren para nosotros el verdadero rostro de la realidad, de modo que somos capaces de pensar en ellas como impregnadas por lo espiritual, por ese ser que al principio se oculta en el mundo terrenal externo, pero que, sin embargo, también vive realmente en este mundo terrenal.

La última vez que pude estar aquí entre ustedes, les di algunas pistas sobre los impulsos sociales de la vida humana, también desde el punto de vista de la ciencia espiritual de orientación antroposófica. Ya entonces intentamos considerar al hombre como un ser social, como un ser con instintos sociales y antisociales. Pero nunca debemos ignorar el hecho de que, al ser seres humanos en esta tierra, traemos a nuestra existencia terrenal el efecto, el resultado de lo que pasamos en el tiempo que transcurre entre la muerte y un nuevo nacimiento. Traemos a nuestra vida terrena los resultados de nuestra última vida espiritual, de nuestra última estancia en el mundo puramente suprasensible. Y no consideramos nuestra vida terrenal por completo si no nos damos cuenta de cómo lo que hacemos, lo que nos sucede en el mundo al convivir con la gente, también lleva algo de los efectos de nuestra vida en el mundo espiritual, del que hemos salido al nacer, pero cuya  impronta, cuyas fuerzas traemos a este mundo.

Por un lado, esto es lo que sobresale para nosotros, los humanos, del mundo espiritual al mundo físico. Por otra parte, sin embargo, no debemos ignorar el hecho de que en la vida que atravesamos aquí en la tierra se producen cosas que al principio no entran plenamente en nuestra conciencia, que transcurren con nosotros, a nuestro alrededor, sin que aprovechemos la oportunidad de percibirlas claramente en nuestra conciencia, y que es precisamente de estas experiencias, que en cierta medida permanecen en el subconsciente durante nuestra vida terrenal entre el nacimiento y la muerte, de donde nos llevamos las cosas más importantes a través de la puerta de la muerte de vuelta al mundo suprasensible, que a su vez experimentamos cuando abandonamos el mundo terrenal a través de la muerte. En nuestra vida terrena nos suceden algunas cosas que no tienen importancia para esta vida terrena, sino como preparación para la vida después de la muerte, -si se me permite usar esta expresión "vida después de la muerte" en contraposición a "vida prenatal".

Pues bien, en particular el tipo de contemplación del que hablé ayer en la conferencia pública sólo emerge con plena claridad concreta si se comprende también cómo iluminarla desde la dirección de la que procede la luz del mundo suprasensible. Y es en esta dirección en la que me gustaría profundizar vuestra comprensión antroposófica de este tema, tan actual hoy en día. Quisiera considerar el problema social actual como un problema de la humanidad en su conjunto. Para nosotros, sin embargo, la humanidad en su conjunto no es sólo la suma de las almas que conviven socialmente en la tierra en un momento determinado; sino que también aquellos que están en el mundo suprasensible en este momento concreto, que están conectados con los seres humanos a través de lazos espirituales, ellos también pertenecen a lo que podemos llamar la totalidad de los seres humanos. 

LA ARTICULACIÓN ESPIRITUAL

Consideremos en primer lugar lo que se denomina vida espiritual humana en sentido terrenal. En sentido terrenal, la vida espiritual humana no es la vida de los seres espirituales, sino lo que las personas experimentan como vida espiritual en su interacción social. A esta vida espiritual pertenece sobre todo lo que comprende la ciencia, el arte y la religión. Pero la vida espiritual también incluye todo lo que concierne a la escuela y la educación. Lo que las personas experimentan en la interacción social como vida cultural espiritual es en lo que queremos centrarnos en primer lugar. Por una afirmación como la que hice ayer, saben que esta vida espiritual, -toda la escolarización, toda la educación, toda la vida científica, artística, literaria, etc.- debe formar una organización social propia y separada. Para el mundo exterior esto sólo puede quedar claro por las razones que este mundo exterior admite hoy. Puede aclararse completamente: Para comprender plenamente estas cosas debe bastar el sentido común. Pero verlas concretamente es particularmente posible para quien adopta una visión del mundo orientada antroposóficamente. Pues para tal persona lo que se llama vida espiritual terrenal aparece bajo una luz muy especial.

A través del desarrollo moderno, esta vida espiritual, que bajo la influencia de la burguesía, de los intelectuales de la burguesía, se ha paralizado hasta convertirse en una mera ideología, que los proletarios han adoptado, por tanto, en su concepción del mundo como una mera ideología, y que abarca las ramas de las que he hablado, es una que no surge meramente de la vida económica. Así es, a grandes rasgos, como se presenta hoy la cosmovisión proletaria: Todo lo que son convicciones religiosas y pensamiento religioso, todo lo que son logros artísticos, todo lo que son opiniones jurídicas y morales, es, como dice la cosmovisión proletaria, una superestructura, algo que se eleva como nubes espirituales de humo desde la única realidad verdadera, la realidad económica. Esta vida espiritual terrena se convierte en ideología, en lo meramente concebido. Sin embargo, para quien conoce los fundamentos de los que procede la ciencia espiritual de orientación antroposófica, aquello que abarca al hombre como vida cultural espiritual es un don de los propios seres espirituales. Para él no brota desde abajo de los fundamentos económicos, sino que para él fluye desde la vida de las jerarquías espirituales. Esta es la diferencia radical entre lo que se expresa en la concepción burguesa del mundo y su herencia en la concepción proletaria del mundo: que en el fondo, para lo que se ha desarrollado en la humanidad desde los siglos XV y XVI, -el mundo espiritual es ideológico, un mero vapor que surge de las armonías y desarmonías económicas-, y esa cosmovisión que debe venir, que es la única que puede traer la salvación, que conduce fuera del caos actual, para la que lo que fluye hacia abajo fluye de la vida espiritual real del mundo, a la que pertenecemos como mundo espiritual al igual que pertenecemos al mundo físico-terrenal a través de nuestros sentidos, a través de nuestro intelecto. Pero ahora que hemos llegado al quinto período post atlante, como seres sociales en el organismo social humano nos encontramos con esta vida espiritual únicamente gracias a que fuimos preparados para esta vida espiritual terrenal mediante aquellas relaciones que entablamos antes de nacer, cuando aún no habíamos descendido a la existencia terrenal, con otros seres espirituales de las Jerarquías, como hemos mencionado a menudo. Esto es lo que la investigación espiritual revela como un hecho importante de la vida.

Cuando llegamos a la existencia a través del nacimiento, entramos en una doble relación con las personas. Distingamos con precisión entre esta doble relación que entablamos con la gente. La única relación que entablamos con las personas, y que debemos entablar con ellas, es la del destino. Entramos en una relación de destino con esta o aquella persona, con un número mayor o menor de personas. Cuando venimos a la existencia terrenal a través del nacimiento, entramos en una determinada familia. Entramos en una relación fatídica con nuestro padre y nuestra madre, nuestros hermanos y nuestra familia más amplia.

Entramos en relaciones fatídicas con otras personas, como seres humanos individuales hacia seres humanos individuales. Como individuos, vivimos nuestro karma hacia otras personas. ¿Cómo surge este karma? ¿Cómo surgen estas conexiones fatídicas? Surgen porque han sido preparadas por tal o cual hecho de la vida en nuestras existencias anteriores en la Tierra. Así que entiendan bien esto: cuando se entra en la existencia a través del nacimiento, se entra en una conexión fatídica con otras personas, como una sola persona con una sola persona, de acuerdo con lo que se ha vivido con esta persona en vidas terrenales pasadas. Esa es una de las formas en que entablan relaciones con otras personas: de forma fatídica.

Pero además entablan otras relaciones con la gente. Como miembro de un pueblo, ustedes pertenecen a un grupo de personas con las que no están destinados a estar conectados de la manera que se acaba de describir. Nacen en un pueblo, como en un territorio determinado. Esto está ciertamente conectado con su karma por un lado, pero a través de esto están ustedes ensamblados de cierta manera en el organismo social con mucha gente con la que no comparten igual destino. En una comunidad religiosa se pueden tener los mismos sentimientos religiosos con un número de otras personas con las que no están predestinados a integrarse. La vida espiritual, terrenal-espiritual trae las conexiones sociales más diversas entre las  personas, si bien, no todas basadas en el destino. Estas conexiones no se preparan todas en vidas anteriores en la Tierra, sino en el tiempo que se vive entre la muerte y un nuevo nacimiento. Especialmente cuando se trata de la segunda mitad de esta vida, entre la muerte y el nuevo nacimiento, se entra en relación con los seres, sobre todo con las jerarquías superiores, a través de las cuales uno se ve tan influido por las fuerzas de estas jerarquías que se vincula espiritualmente con diversos grupos de personas. Lo que se experimenta como vida espiritual en la religión, en el arte, en el contexto nacional, en la mera comunidad lingüística, por ejemplo, lo que se experimenta a través de una educación muy específica, etc., todo esto ya se está preparando fuera de las corrientes kármicas puras en la vida prenatal. Ustedes llevan a la existencia físico-terrenal lo que ya han experimentado en la vida prenatal. Y aquello que experimentan, aunque de manera completamente diferente, en la vida prenatal se refleja en lo que es la vida espiritual, la vida cultural espiritual en lo terrenal. 

Ahora surge una pregunta muy concreta para aquellos que son capaces de tomar en serio tal hecho del mundo espiritual en el sentido pleno, la pregunta: ¿Cómo se hace realmente justicia, en el sentido más elevado, a esta vida espiritual terrena cuando se sabe que esta vida espiritual terrena es el reflejo de lo que ya se ha experimentado en la verdadera vida espiritual concreta antes del nacimiento? Sólo se puede hacer justicia a esta vida espiritual terrenal si no se la considera como una ideología, sino si se sabe que el mundo espiritual vive en ella. Y sólo nos relacionamos con esta vida espiritual terrenal de la manera correcta cuando nos damos cuenta de que las fuerzas activas del propio mundo espiritual pueden encontrarse por doquier en ella. Imaginen esto hipotéticamente: Lo que los seres, -ya sean seres de las jerarquías superiores que nunca toman un cuerpo terreno, ya sean seres humanos que aún no han nacido, seres humanos que aún no han entrado en la vida terrena por la puerta del nacimiento-, lo que estos seres pertenecientes al mundo suprasensible piensan, por lo que pasan como su vida anímica, es algo vivo; ese algo vive en una especie de imagen onírica en el mundo terreno-espiritual de la cultura. De modo que siempre podemos plantear justificadamente la pregunta cuando se nos acerca cualquier hecho artístico, religioso o de la vida educativa: ¿Qué vive dentro de él? - No sólo lo que los hombres han hecho aquí en la tierra, sino lo que fluye de las fuerzas, de los pensamientos, de los impulsos, de toda la vida anímica de las jerarquías superiores, eso vive en ello. Si negamos estos pensamientos de los seres espirituales que no están encarnados en esta tierra, o no están encarnados en absoluto, o no están encarnados ahora mismo, que se reflejan a través de nuestra cultura espiritual-terrenal, nunca veremos el mundo en su totalidad.  Si podemos adquirir sensiblemente, quiero decir, esta visión sagrada del mundo espiritual que nos rodea, que podamos considerar este mundo espiritual como aquello que los propios seres espirituales nos dan, con lo que los seres espirituales nos rodean, entonces podremos agradecer de manera correcta este don del mundo suprasensible, que experimentamos como un mundo de cultura terrenal-espiritual. Así, este mundo espiritual de la cultura entra necesariamente en toda la estructura social de la humanidad como algo independiente, que es la continuación de aquello de lo que participamos antes de nacer en el mundo espiritual. Si uno ilumina la vida social con la luz de la comprensión espiritual, entonces se convierte en algo natural asumir una realidad separada e independiente en esta vida espiritual.

LA ARTICULACIÓN JURÍDICA

El segundo ámbito de la estructura social es lo que podríamos llamar el Estado constitucional externo, la vida política en sentido estricto, la que se refiere a la organización de las relaciones jurídicas entre las personas, aquella en la que todas las personas deben ser iguales ante la ley. Esta es la vida real del Estado. Y la vida real del Estado no debería ser básicamente otra que ésta. Ciertamente, por razones de puro sentido común, uno puede reconocer de nuevo la necesidad de que esta vida del Estado, esta vida de derecho público, esta vida que se refiere a la igualdad de todos los hombres ante la ley, a la igualdad del hombre con el hombre en general, que este miembro del organismo social debe valerse por sí mismo. Pero si volvemos a examinar la cuestión con una mirada aguzada por la ciencia espiritual de orientación antroposófica, se pone de manifiesto algo muy distinto.

Esta vida, la vida estatal real dentro del organismo social, es la única que no tiene nada que ver con la vida pre-natal, ni con la vida después de la muerte. Esta vida estatal encuentra su orden, su orientación puramente en el mundo que el hombre vive entre el nacimiento y la muerte. El estado sólo es entonces un todo autosuficiente con su ser primigenio si no se extiende a nada que alcance al mundo suprasensible, ya sea del lado del nacimiento o del lado de la muerte. "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", pero no deis al César lo que es de Dios ni a Dios lo que es del César. - ¡Lo rechazará!

Las cosas deben separarse de forma pura, como la diversidad de los sistemas individuales en el organismo natural humano. Todo lo que puede abarcar la vida estatal, todo lo que puede ser discutido y acordado por el Estado, sólo se refiere a la convivencia entre hombre y hombre. Eso es lo esencial. Las naturalezas religiosas más profundas siempre han sentido esto. - Otras personas, que no eran profundamente religiosas, ni siquiera permitían que estas cosas se discutieran libre, honesta y sinceramente. Pues una idea sobre estas cosas ha arraigado en las naturalezas religiosas más profundas. Estas naturalezas religiosas más profundas se decían a sí mismas: El Estado abarca la vida, que, en lo que respecta a la humanidad, sólo tiene que ver con todo lo que hay entre el nacimiento y la muerte, lo que se refiere a lo meramente terrenal. No es bueno que lo que sólo se relaciona con lo terrenal quiera extender su dominio a lo sobrenatural, a lo suprasensible, a lo que está más allá del nacimiento y de la muerte. Pero la vida espiritual terrestre está más allá del nacimiento y de la muerte, pues contiene las sombras de las experiencias espirituales de los seres suprasensibles. Cuando lo que palpita en la mera vida del estado se apodera de la vida de la espiritualidad terrenal, así lo llamaron las naturalezas religiosas más profundas: El poder ejercido por el príncipe ilegítimo de este mundo. Detrás de la expresión "el príncipe ilegítimo de este mundo" se esconde lo que acabo de indicar. Esta es también la razón por la que en aquellos círculos que tienen interés en confundir a las tres articulaciones del organismo social, no se habla con agrado de este príncipe ilegítimo de este mundo, por la que incluso está mal visto hablar de él.

LA ARTICULACIÓN ECONÓMICA

La situación es algo diferente con respecto a los pensamientos, sentimientos e impulsos anímicos que se desarrollan en una persona como resultado de pertenecer a la articulación económica del organismo social. Eso es algo sumamente peculiar. Pero ya se habrán acostumbrado ustedes al hecho de que en sus puntos de vista tendrán que aceptar muchas cosas que al principio parecen paradójicas a través de la ciencia espiritual de orientación antroposófica. Cuando hablamos hoy de la articulación económica del organismo social, debemos, sin embargo, darnos cuenta de que la forma en que hablamos ahora es una peculiaridad del quinto período postatlante. En épocas anteriores del desarrollo humano estas cosas eran diferentes. 

Por lo tanto, lo que tengo que decir en este sentido se aplica en particular a nuestro presente y al futuro. Pero con referencia a nuestro presente y futuro hay que decir: En épocas anteriores el hombre vivía instintivamente en el ámbito de la economía. Ahora, vivir en la economía debe hacerse cada vez más y más consciente. Igual que el hombre, -como ya he dicho-, aprende las tablas de multiplicar en la escuela, igual que aprende otras cosas en la escuela, en el futuro debe aprender en la escuela las cosas que se relacionan con la vida en el organismo social, con el ámbito económico. El hombre debe ser capaz de sentirse miembro del organismo económico. Por supuesto, será un inconveniente para algunas personas, porque ya se han roto otros hábitos de pensamiento y sentimiento, que deben sufrir cambios radicales. ¿No es acaso cierto, que si alguien hoy no supiera cuántos son tres veces nueve, se le consideraría una persona inculta? En algunos círculos, alguien es considerado inculto si no sabe quién fue Rafael o Leonardo. Pero hoy en día, en ciertos círculos no se suele considerar que uno sea un inculto a pesar de no ser capaz de explicar correctamente qué es el capital, qué son la producción y el consumo en sus relaciones, qué es el crédito, etc., por no mencionar el hecho de que muy poca gente tiene una idea clara de lo que es una transacción lombarda y cosas por el estilo.

Ahora estos conceptos cambiarán sin duda bajo la influencia de la reorganización social, y en el futuro será más fácil buscar y obtener información adecuada sobre estas cosas. Hoy el hombre está bastante perdido cuando quiere obtener información racional sobre estas cosas. Porque, ¿Qué sería más natural que alguien, para saber lo que es realmente el capital, cogiera un manual de economía nacional de un famoso economista nacional? Si hoy cogiesen tres manuales diferentes de economía nacional, encontrarían tres maneras diferentes de definir lo que es realmente el capital en los tres manuales diferentes. Sólo imagínense qué visión tan peculiar tendrían de la geometría si cogieran tres geometrías de tres autores diferentes y encontraran el teorema de Pitágoras presentado de forma diferente en cada una de ellas, si tuviera un contenido diferente para ustedes en todas partes. Estas cosas son tales que hoy en día incluso las autoridades en el campo de la economía pueden proporcionar muy poca información real sobre estos asuntos. Por lo tanto, no se puede culpar al público en general si no busca esa información. Pero habrá que buscarla, habrá que materializarla. El hombre tendrá que tender un puente desde sí mismo hasta la estructura del organismo social, especialmente la estructura económica. Tendrá que integrarse conscientemente como sujeto en la economía, en el organismo social. Allí aprenderá a pensar cómo se relaciona con otras personas, simplemente realizando negocios con ellas en un territorio determinado sobre los objetos más diversos. Este pensamiento que se desarrolla allí, y en el que desemboca toda la relación del orden natural con el hombre, es un tipo de pensamiento completamente distinto del que se desarrolla, por ejemplo, en el mundo de la cultura espiritual. En el mundo de la cultura espiritual ustedes experimentan lo que piensan los seres de las jerarquías superiores, aquello que ustedes mismos experimentaron en su vida prenatal. En el pensamiento que ustedes desarrollan como miembros de la estructura económica social, siempre hay, -por paradójico que les parezca-, otra persona pensando dentro de ustedes, una persona más profunda dentro de ustedes. Precisamente cuando ustedes se sienten miembros de un cuerpo económico, una persona más profunda está pensando dentro de ustedes. Tienen que combinar los factores externos de la vida con su pensamiento. Tienen que pensar: ¿Cuál es el precio de esto o aquello? ¿Cómo obtengo una mercancía, otra mercancía y así sucesivamente? Sus pensamientos revolotean, por así decirlo, sobre los hechos externos; no hay nada espiritual, hay algo externo y material en su pensamiento. Precisamente debido a que las cosas externas, materiales, viven en su pensar, debido a que ustedes tienen que experimentar pensando, no sólo instintivamente como el animal, lo que sucede en la vida económica, es por lo que otra persona más profunda está constantemente pensando en ustedes acerca de estas cosas; él sólo continúa los pensamientos, sólo hace que los pensamientos tengan un fin, una conexión. Y es precisamente esta persona la que está esencialmente implicada en todo lo que ustedes llevan al mundo suprasensible a través de la muerte. Por paradójico que pueda parecer a algunos, es precisamente el pensar en las cosas materiales, -que el hombre se ve forzado a hacer aquí en el mundo-, lo que suscita en él, porque nunca está acabado, porque nunca es algo terminado, otra vida espiritual interior, que lleva al mundo suprasensible a través de la muerte. Por tanto, las sensaciones, los impulsos que desarrollamos en la vida económica están más estrechamente relacionados con nuestra vida después de la muerte de lo que la gente cree. Esto puede parecer extraño y paradójico para algunos hoy en día; pero así es, sólo que traducido a la conciencia, aquello que se desarrollaba en las personas en épocas atávicas de la evolución humana, porque el mundo espiritual intervenía en los instintos del hombre de entonces. Quiero llamar su atención sobre lo siguiente.

Algunos de los llamados pueblos primitivos tienen características sorprendentes. Ahora bien, no tenemos por qué tener la misma absurda e insensata idea de pueblos primitivos que tienen la etnología y la antropología actuales. La antropología actual piensa que existen tales pueblos primitivos, por ejemplo, los indígenas australianos, que se encuentran en la etapa más primitiva de la humanidad, y que los pueblos cultos de hoy también fueron una vez como estos pueblos primitivos. Eso es un sinsentido. Lo cierto es que lo que hoy llamamos pueblos primitivos han caído en la decadencia; han descendido de otro nivel. Es solo que los pueblos primitivos actuales han conservado en sí mismos los tiempos anteriores, tiempos que en los llamados pueblos civilizados han quedado enmascarados. Por lo tanto, todavía se pueden estudiar muchas cosas entre los llamados pueblos primitivos que estaban presentes en forma diferente en los tiempos de la antigua clarividencia atávica. Y existían, por ejemplo, las siguientes instituciones: Estaba la institución de que en una tribu los miembros de esta tribu se dividían en grupos más pequeños; cada uno de estos grupos más pequeños tenía un nombre determinado, que se tomaba prestado de una planta o un animal, tal como se daban dentro del territorio en el que vivía este grupo. Esta denominación de grupos más pequeños dentro de contextos más amplios estaba relacionada con lo siguiente: por ejemplo, un grupo, -ahora utilizamos nombres modernos sólo para hacernos entender-, un grupo que llevaba el nombre de "centeno", tenía que asegurarse de que el centeno se cultivaba adecuadamente en este terreno, para que las otras personas que no tenían el nombre de "centeno" pudieran abastecerse de centeno. La tarea de estas personas que llevaban el nombre de "Centeno" era vigilar el cultivo del centeno y la propagación del centeno. Y los demás, que tenían otros nombres, suponían que se abastecerían de centeno de este único grupo. Otro grupo, por ejemplo, tenía el nombre de "ganado": tenía la tarea de cultivar ganado y abastecer a los demás con ganado y todo lo que conllevaba. Estos grupos no sólo tenían la tarea de abastecer a los demás, sino que al mismo tiempo estaba prohibido que los demás cultivaran la planta o el animal en cuestión, que era un derecho de un tótem, como se denominaba. Este es el sentido económico del tótem, que también era una cultura de los Misterios en la zona donde prevalecía este tótem. Cultura mistérica, que no está, como sueña el hombre de hoy, meramente en regiones superiores, sino que, precisamente a partir de los consejos de los dioses, que eran explorables para los miembros de los misterios, ordenaba esta vida humana hasta el más mínimo detalle de la vida humana. Ellos dispusieron la tribu según las formaciones totémicas, según los grupos totémicos y con ello llevaron a cabo una organización económica correspondiente, además de que revelaron a los hombres en cierto modo cómo está constituido el mundo espiritual, cómo el mundo espiritual se proyecta en la vida espiritual terrena, tal como era entonces justo para la época de que se trataba. Del mismo modo que se ocuparon a su manera de la vida jurídica, que tiene un carácter puramente terrenal, prepararon a los hombres aquí en la Tierra mediante el orden de la vida económica, de tal manera que los hombres pudieran entrar luego en otro mundo a través de la muerte, en el que tenían que desarrollar conexiones que sólo podían preparar aquí en la Tierra mediante el contacto con los seres extrahumanos de los otros reinos de la naturaleza. Bajo la guía de sus iniciados, estos pueblos de la antigüedad aprendieron a establecer un vínculo económico adecuado en su vida terrenal.

Más tarde esto fue más o menos confundido, aunque no es tan difícil explicar la triple articulación instintiva del organismo social desde la cultura griega, es más, incluso desde la cultura de la Edad Media, explicarla precisamente desde el punto de vista que he indicado ahora, ya que todavía se pueden encontrar los rudimentos al menos hasta el siglo XVIII. ¡Oh, este hombre moderno es tan cómodo con su pensamiento, quiere que todo, todo se presente a su mente lo más superficialmente posible! Si se estudiara realmente la vida de los tiempos pasados, no según lo que ahora se llama historia y que a menudo es una fábula, convenida sino según cómo era realmente, entonces se vería: Había una triple articulación instintiva; sólo en una única articulación, en la vida espiritual, todo procedía del centro espiritual y se separaba así de la mera vida estatal.

Cuando la Iglesia católica estaba en su apogeo, ya formaba un miembro independiente, y a su vez organizaba la otra vida espiritual terrenal como miembro independiente, fundaba escuelas, organizaba el sistema educativo, fundaba también las primeras universidades, independizaba la vida espiritual terrenal, cuidaba de que la vida estatal no fuera penetrada por el príncipe ilegítimo de este mundo. Y en la vida económica, incluso en épocas posteriores, se tenía al menos la sensación de que si se desarrollaba la fraternidad entre los hombres en la vida económica, se estaba preparando algo en ella que encontraría una continuación en la vida después de la muerte. Que la fraternidad entre los hombres es recompensada después de la muerte es, en efecto, una reinterpretación egoísta de las ideas superiores que vivían en el totemismo, pero al menos sigue existiendo la conciencia de que la vida fraternal en la vida económica humana encuentra una continuación hacia lo espiritual en la otra vida. Hasta los excesos en este ámbito deben juzgarse desde este punto de vista. Es propio de la naturaleza humana que se produzcan excesos. El comercio de indulgencias es ciertamente uno de los excesos más salvajes en esta área. Pero surgió, aunque sólo fuera como un exceso, de la constatación de que los sacrificios económicos que el hombre hace aquí en la vida física tienen un significado para su vida después de la muerte. Aunque es una caricatura de lo que realmente es, surgió como una caricatura de la visión correcta del significado de lo que experimentamos aquí al entrar en relación con los seres de los otros reinos de la tierra, los minerales, las plantas, los animales. Al entrar en relación con los otros seres, adquirimos algo que sólo llega a desarrollarse plenamente en la otra vida. No es así, con respecto a lo que somos después de la muerte, estamos aquí como seres humanos todavía relacionados con lo inferior, con los animales, las plantas y los minerales; pero precisamente con esta experiencia de lo extrahumano preparamos algo que sólo ha de crecer en lo humano después de la muerte.  Si le dan esta vuelta al pensamiento, lo comprenderán más fácilmente, se darán cuenta más fácilmente de cómo es muy natural que lo que experimentamos con los animales, las plantas, los minerales, se viva en la tierra en algo que une a las personas, que las rodea como un aire espiritual, una atmósfera espiritual en lo terrenal. Lo que la gente experimenta entre sí es sólo una experiencia puramente etérea entre el nacimiento y la muerte.

Lo que las personas experimentan en lo infrahumano, en la vida económica, sólo se convierte en humano, sólo se eleva a lo humano terrenal cuando hemos pasado por la muerte.

Esto debería ser del mayor interés y de la mayor importancia para el espíritu de orientación antroposófica, para aquellos que buscan una profundización de la vida a través de la ciencia espiritual de orientación antroposófica: reconocer que esta triple estructura del organismo social se fundamenta concretamente sólo en el hecho de que el hombre también es un ser triple según esta orientación, en que cuando crece en el mundo físico como niño todavía lleva algo de lo que experimentó antes de nacer, en que lleva algo que sólo tiene sentido entre el nacimiento y la muerte, y en que ya prepara aquí, por así decirlo, bajo el velo de la vida física ordinaria, lo que a su vez tiene sentido suprasensible, postmorten. Lo que aquí aparece como la vida inferior, la vida en la economía física, aquí para la tierra es aparentemente inferior a la vida correcta, pero este vivir a través de lo inferior nos compensa al mismo tiempo con el hecho de que ganamos el tiempo para que nuestro ser humano inferior, mientras estamos dentro en la economía inferior, se prepare para la vida después de la muerte. Al pertenecer con nuestra alma a la vida artística, a la vida religiosa, a la vida educativa, a la otra vida espiritual, nos alimentamos de la herencia que llevamos por nacimiento a la existencia físico-terrenal. Pero al degradarnos, por así decirlo, a través de la vida económica a lo infrahumano, a ese pensamiento que no se eleva tan alto, nos compensamos preparando en lo más íntimo de nuestro ser aquello que sólo se eleva a lo humano después de la muerte. Esto todavía puede sonar paradójico para la gente de hoy porque les gusta mirar las cosas unilateralmente y no quieren realmente tener ninguna idea de que cada cosa despliega su esencia en la vida en dos lados. Lo que es alto en un lado es bajo en el otro, lo que es bajo en un lado es alto en el otro. Cada cosa en la vida real, -también podría decir en la realidad de la vida, -siempre tiene su otro lado. El hombre se comprendería mejor a sí mismo y al mundo si se diera cuenta de que cada cosa tiene siempre su otra cara. A veces es desagradable darse cuenta de esto plenamente; nos impone muchas obligaciones en la vida. Por ejemplo, debemos llegar a ser inteligentes con respecto a ciertas cosas, pero no podemos desarrollar la medida de esta inteligencia con respecto a ciertas cosas sin desarrollar una medida igual de estupidez en otro lado. Lo uno siempre requiere de lo otro. Y en realidad nunca debemos considerar que una persona es completamente estúpida si nos parece estúpida en la vida exterior sin que seamos conscientes de ello: en su subconsciente yace quizás una profunda sabiduría que sólo está velada para nosotros. La realidad sólo se revela cuando hacemos justicia a esta doble cara de todo lo real. Y así es: por un lado, la vida de la cultura espiritual se nos aparece como la más elevada; al mismo tiempo, es aquella en la que en realidad siempre estamos sobreexplotando, en la que siempre estamos consumiendo lo que traemos a la existencia física mediante nuestro nacimiento. La vida económica nos aparece como el eslabón más bajo: es así sólo porque nos muestra el aspecto más bajo entre el nacimiento y la muerte. Nos da tiempo para desarrollar inconscientemente aquello que es el lado espiritual de la vida económica y que llevamos al mundo suprasensible a través de la muerte. Este sentimiento de unión en hermandad con otras personas es lo que yo entiendo principalmente por la parte espiritual de la vida económica.

Ahora bien, la humanidad necesita urgentemente comprender estas cosas si quiere salir de ciertas calamidades que han surgido precisamente porque no se han tenido en cuenta. En el seno de las personalidades intelectuales dirigentes de las clases dominantes se ha desarrollado algo, -ya hablé de ello anteayer-, que no tiene el poder de irradiarse a la vida cotidiana. Adquirir la comprensión correcta a este respecto es particularmente importante para el hombre de hoy. Verán, los círculos intelectuales dirigentes de las clases dominantes han desarrollado una determinada visión moral del mundo, una determinada perspectiva religiosa. Pero esta moral, esta visión religiosa del mundo, es mejor mantenerla unilateral e idealista. No debe tener el poder de penetrar al mismo tiempo en la vida cotidiana. Prácticamente, esto se les hace evidente en que ustedes pueden visitar las iglesias conocidas domingo tras domingo e incluso más a menudo: se le predicarán sermones, sermones que, sin embargo, descuidan continuamente los deberes más intensos de la época. Les dirán todo tipo de cosas que deben hacer desde una cosmovisión religiosa, pero que no tienen ninguna repercusión. Porque cuando salgan de la iglesia y entren en la vida cotidiana, no serán capaces de aplicar todo lo que se predica sobre el amor de persona a persona, lo que deben hacer, lo que quiere experimentar esta persona y acaba de predicar aquella otra. ¿Dónde se encuentra la comprensión, la conexión entre lo que el predicador, el maestro de moral dice a sus alumnos y lo que prevalece en la vida cotidiana?

Esto era diferente, por ejemplo, en los tiempos a los que se refiere el culto al tótem: allí los iniciados organizaban la vida cotidiana según los consejos de los dioses. Es un estado de cosas malsano que hoy no se oiga nada desde los púlpitos sobre la necesaria organización de la vida económica. Lo que se predica allí es realmente similar, -he utilizado a menudo esta comparación-, a ponerse frente a una estufa y decir: "Estufa, estás aquí colocada en la habitación". Puesto que estás dispuesta en relación con los demás objetos de la habitación, es tu deber sagrado hacer que la habitación se caliente. Así que cumple con tu deber sagrado y haz que la habitación se caliente. Pueden predicar a la estufa durante mucho tiempo, ¡no calentará la habitación! Pero no hace falta que prediquen en absoluto, sino que pongan leña o carbón en ella y la enciendan, y harán que la habitación se caliente. Así que pueden abstenerse de todas las enseñanzas morales que meramente hablan de lo que el hombre debe hacer en aras de la salvación eterna o en aras de otras cosas que pertenecen a la mera fe. Así que se pueden omitir los sermones que hoy forman mayoritariamente el contenido de los discursos de púlpito, pero no se puede omitir lo que es conocimiento real del organismo social actual. Sería deber de quienes quieren ser educadores del pueblo tender un puente práctico desde lo que vive y teje el mundo como espiritualidad hasta lo que sucede en la vida cotidiana. Porque Dios, lo divino, no sólo vive en lo que el hombre sueña en las nubes, sino también en las cosas cotidianas más insignificantes. Cuando cogen el tarro de sal de la mesa, cuando se llevan una cucharada de sopa a la boca, cuando compran algo a su prójimo por cinco céntimos, lo divino vive en todas las cosas. Y si uno se entrega a la creencia de que, por un lado, está lo material burdo, lo concreto, lo que es de naturaleza inferior, y, por otro, lo divino-espiritual, que uno debe mantener muy separado de este material burdo, lo concreto, porque lo uno es sagrado y lo otro profano, porque lo uno es elevado y lo otro bajo, entonces está contradiciendo el sentido más íntimo de una concepción realista del mundo: el empuje desde lo más elevado, lo sagrado, hasta las experiencias más cotidianas de las personas.

Esto también caracteriza lo que el desarrollo religioso ha dejado de hacer hasta nuestros días, que sólo predica a la estufa que debe calentar y frunce el ceño a la hora de adentrarse en el conocimiento espiritual real y concreto. Si sólo se dijera libremente en todas partes lo que se ha descuidado, lo que han descuidado los que se sienten llamados a llevar la vida espiritual, entonces esto ya sería una dirección esencial hacia lo que tiene que suceder.

¿Cómo suele hablar hoy la gente de la salvación, de la gracia, de cuál es el objeto de la fe? La gente habla de una manera que les resulta sumamente cómoda: hay gente con sus mentes humanas. Cristo Jesús murió una vez en el Gólgota y resucitó, -los teólogos avanzados ya no lo creen-. Pero lo hace todo por sí mismo, la gente no necesita hacer nada más que creer en ello. Eso es lo que piensan muchos hoy en día, y consideran una perturbación para sus círculos que la gente piense de otro modo. Pero ¡hay que aprender a pensar de otro modo! Es precisamente en este ámbito donde debe producirse un cambio radical.

Uno quisiera decir: Hoy volvemos a oír la advertencia de Cristo o ya la advertencia de Juan el Bautista: Cambiad de opinión, porque se acerca el tiempo de la crisis. La gente se ha acostumbrado a presuponer lo espiritual en alguna parte, en algún lugar donde se ocupa de ellos; a que los predicadores religiosos les digan que existe tal mundo espiritual, el cual se describe lo menos posible. La gente no quiere esforzarse en sus pensamientos para saber también algo sobre el mundo espiritual, sino sólo por creer en él. ¡Ya ha pasado el tiempo en que se permite esto! Debe dar comienzo el tiempo en que la gente debe saber: No sólo: pienso, -también puedo pensar en lo suprasensible-, sino: Debo permitir que los poderes divino-espirituales entren en mi pensamiento, en mis sentimientos. El mundo espiritual debe vivir en mí, mis propios pensamientos deben ser de naturaleza divina. Debo dar a Dios la oportunidad de expresarse a través de mí. Entonces la vida espiritual ya no será mera ideología. Este es el gran pecado de los tiempos modernos, que la vida espiritual se ha paralizado en ideología. Y la teología ya es ideológica hoy, la ideología no es sólo la cosmovisión proletaria, socialista. Pero la gente debe recuperarse de esta ideología. El mundo espiritual debe volverse real para ellos. Y deben saber que el mundo espiritual vive como algo real en el miembro del organismo social como la herencia de la vida prenatal, del llamado mundo espiritual; y que un mundo espiritual se está preparando mientras aparentemente nos sumergimos entre los seres humanos en la vida económica. Precisamente allí, como compensación de esta inmersión, se prepara algo que, a través de la vida en la que entramos al entrar de nuevo en el mundo espiritual a través de la muerte, ha de conducirnos de nuevo, si lo vivimos correctamente, a una ciencia más humana y fraternal aquí en la tierra.

Mirar la vida de forma real, -eso es lo que debe volver. Y la persona que se da cuenta de que es un seguidor de la ciencia espiritual de orientación antroposófica se sitúa correctamente en el mundo: Lo que debe entrar un día en la humanidad puede profundizarse para él por el hecho de que la Antroposofía no se desarrolla meramente como algo que es sólo ciencia, sino que la tiene como algo que penetra en todos sus sentimientos, que penetra en toda su percepción de la vida, la transforma también, la hace de modo que puede entrar como miembro digno en aquello que debe comenzar con el presente y que sólo puede convertirse en una salvación para el futuro de la humanidad.

Estas cosas indican lo que es necesario para la humanidad, pero también lo que ha sido descuidado por la humanidad. Sólo poniéndonos sin miedo y con valentía en la piel de lo que ha sido descuidado y de lo que es necesario, se puede conseguir algo beneficioso para el presente y el futuro próximo. Por eso he intentado añadir a lo que hoy se puede decir públicamente sobre el problema social lo que se puede decir precisamente desde el punto de vista de la ciencia espiritual de orientación antroposófica; donde se puede incluir lo que se proyecta desde lo inmortal, desde la vida suprasensible del ser humano incorpóreo hacia esta vida terrenal. 

Sólo uno de los miembros del organismo social, el que se refiere a la organización estatal externa, es puramente terrenal. Los otros dos miembros están entrelazados con lo sobrenatural por dos lados diferentes. Por un lado, se nos concede una vida espiritual como vida espiritual terrenal, que, -por estar, por así decirlo, exprimida de la vida espiritual prenatal, sobrenatural-, puede ser vivida por nosotros, quisiera decir, como una abundancia. Y por otra parte, nosotros como seres humanos corporales, -a través de los cuales estamos conectados con la animalidad de la tierra-, debemos sumergirnos en la mera vida económica. Pero como no somos meros seres humanos corporales, sino que el alma se prepara en este cuerpo para las siguientes vidas terrenas y para las siguientes vidas suprasensibles, eso también se prepara a través de la vida económica que conduce a esa parte de nosotros hacia la humanidad que aquí todavía no es completamente humana: el ser humano que debe estar dentro de la vida económica. Tenemos algo de superhombre en nosotros, por así decirlo, en la medida en que podemos movernos en un contexto social que teje nuestra vida espiritual terrenal. Tenemos algo de mero humano en nosotros al convertirnos en ciudadanos. Tenemos algo en nosotros que nos obliga a descender por debajo de ambos, pero al mismo tiempo somos compensados por el mundo suprasensible en la medida en que en lo que aparece como el eslabón más bajo de la experiencia social, aquello que nos lleva de nuevo hacia arriba ya se está preparando, integrándonos a su vez en lo suprasensible.

Sin embargo, la realidad no es tan superficial, ni tan fácil de captar como a veces se quisiera. Por otra parte, muestra cómo la vida humana pasa por las fases más diversas, pero cada fase aporta a la vida humana nuevos momentos, nuevos ingredientes, nuevos impulsos que sólo pueden darse en estos ámbitos concretos, donde se dan. Así vemos cómo los hilos de la vida que vivimos aquí entre el nacimiento y la muerte se entrelazan con los hilos que tiramos al vivir la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento. Y todo encaja significativamente en el más alto grado en toda esta vida humana. Lo que se hila aquí en la vida terrenal de individuo humano a individuo humano, lo que hacemos a una persona aquí dándole alegría, causándole sufrimiento, enriqueciendo sus pensamientos, o empobreciendo sus pensamientos, enseñándole esto o aquello. Esto prepara nuestra kármica, nuestra fatídica vida para la próxima existencia terrenal.

Pero de esto hay que diferenciar lo que necesitamos para prepararnos para la vida que desplegamos inmediatamente después de la muerte como vida suprasensible. Somos reunidos aquí en determinadas comunidades sociales. Tenemos que ser conducidos fuera de nuevo. Llegamos a hacerlo por el hecho de que de nuestra mera vida económica, de la mera economía primigenia, surge algo que nos conduce a través de la puerta de la muerte al mundo espiritual, de modo que no permanecemos en la comunidad social en la que nos hemos establecido aquí, sino que podemos ser recogidos en otra en la próxima vida. Así que significativamente los hilos kármicos se entrelazan con aquellos hilos que nos sitúan en la vida general del mundo.

Lo que todavía puede obtenerse de la ciencia espiritual para esta triple estructura del organismo social mediante la conexión de lo suprasensible con la vida físico-terrenal parece profundizar ya esencialmente lo que debe convertirse en contenido exotérico sobre la triple estructura del organismo social. Ya parece profundizar eso esencialmente. Ciertamente, esto es difícil de comprender para el forastero, no hay ayuda posible hoy en día. Pero el que está dentro del movimiento antroposófico debería siempre, por todo lo que se puede fundar aquí en lo terrenal, al mismo tiempo tomar todo lo que nos conecta con la esfera en la que entramos después de nuestra muerte, de la que venimos por nuestro nacimiento, en la que tenemos que buscar a los que han salido de este mundo antes que nosotros y con los que tenemos ciertas relaciones. Pues éste será el logro humano más hermoso de la profundización antroposófica, que nos enseñe a ver a través de los dos grandes misterios de la vida terrena, el nacimiento y la muerte, a crear un puente entre lo sensual y lo suprasensible, entre los llamados vivos y los llamados muertos, de modo que el muerto llegue a ser como un ser vivo entre nosotros y podamos decir de los vivos: Nada más que otra forma de ser es esa vida que era nuestra en lo suprasensible antes del nacimiento y que será nuestra después de la muerte. Se está muerto aquí en la sensorialidad, al igual que la sensorialidad está muerta en que experimentamos lo suprasensible. Las cosas del mundo son relativas entre sí. Y cuando vemos a través de estos dos lados de cualquier realidad, sólo entonces penetramos en la realidad misma.

Eso es lo que quería ofrecerles hoy como suplemento, un suplemento más esotérico a esas cuestiones que ahora es tan urgente discutir en público, y en cuya discusión deberían participar especialmente los que están cerca del movimiento antroposófico. 

En respuesta a una pregunta que no se ha conservado, Rudolf Steiner comentó: "Estas cosas son tales que se puede decir con verdad: Esta visión del organismo social es una base firme. Y sólo hay que examinar cómo se integra en la vida en casos individuales.

Si conocen el teorema de Pitágoras, no se preguntarán: ¿Cómo se justifica en detalle? -Lo sabrán si lo conocen: Será correcto dondequiera que se aplique, igual que tres por diez es treinta dondequiera que se aplique: No tendrán que preguntar si es correcto y probarlo. Deben darse cuenta de estas cosas por si mismos. Así que también encontrarán que en esta visión de la vida social empiezan desde una cierta base que simplemente demuestra ser correcta; las otras cosas que vengan entonces seguirán correctamente. El sistema de impuestos, el sistema de propiedad, todo sigue como consecuencia. Todo esto resultará cuando uno capte el organismo social vivo. Y así resulta que la gente, por ejemplo, no dudará en absoluto en enviar a sus hijos a la Escuela Libre. Al contrario: querrán enviarlos porque tendrán interés en ello.

Y asimismo en el ámbito en el que se desarrolla la relación de cada persona entre sí: Es necesario tener capacidad de juicio en el ámbito de la vida jurídica, y nadie podría ser elegido para el órgano representativo del segundo miembro del organismo social que no tuviera capacidad de juicio. Por supuesto, estas cosas hay que analizarlas: Lo que se relaciona de persona a persona, esta toma de interés, esta posición consciente dentro de la vida, se mantiene enteramente por sí misma en el organismo libre, que ya llegará a ser sano.

Traducido por J.Luelmo jul.2024

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