GA193 Berlín, 13 de septiembre de 1919 La relación entre el ser humano mientras duerme con su ángel

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 RUDOLF STEINER

La relación entre el ser humano y su ángel mientras duerme

séptima conferencia
Berlín, 13 de septiembre de 1919

A partir de las reflexiones de ayer por la tarde, debería quedar claro cuán necesario es para el hombre de hoy dirigir la mirada de su alma hacia el conocimiento científico-espiritual, hacia aquellas esferas de la existencia, de la realidad, en las que los trabajos del espíritu dentro del desarrollo de la humanidad son claramente perceptibles para aquellos que son capaces de mirar dentro de estas regiones de la realidad.

Desde mediados del siglo XV, -eso es lo que he tenido que decirles-, la humanidad civilizada vive en un período en el cual la antigua relación del alma humana con los seres superiores de las tres Jerarquías inmediatamente superiores, los Ángeles, los Arcángeles y los Arcai, se ha convertido en una relación completamente diferente de lo que era antes. Anteriormente, esta relación era tal que las entidades de estas tres jerarquías trabajaban en el desarrollo de la humanidad debido a sus propios intereses, es decir, por sus propios impulsos. Ahora vivimos en una época en la que este trabajo de los seres de las jerarquías superiores se ha completado. Al principio estos seres no tienen ningún interés en continuar el trabajo sobre el desarrollo de la humanidad que han llevado a cabo hasta ahora. Sólo entrarán en una nueva relación con la humanidad a través del hecho de que la gente comience por su propia voluntad, por su propio libre albedrío, por su propio libre impulso, a ocuparse de los mundos espirituales. Si como seres humanos no nos volviéramos al mundo espiritual por propia voluntad en un futuro próximo, tendríamos que perder nuestra conexión con los mundos espirituales, porque los seres de los mundos espirituales correspondientes, no tienen ningún interés en ocuparse de nosotros por propia voluntad. Sólo despertamos de nuevo su interés si volvemos a tratar con el mundo espiritual a partir de nuestra alma, es decir, cuando abrigamos pensamientos, sensaciones, impulsos de la voluntad en los que pueden afluir fuerzas espirituales. 

Pero ahora pueden plantearse la pregunta, y debe planteársela a raíz de nuestras consideraciones de ayer: ¿Cómo llega el hombre, en primer lugar, a tratar con los mundos espirituales de tal manera que pueda mantener también sus relaciones con las jerarquías superiores en el futuro del desarrollo terrenal? Tendré cosas que decirles que a primera vista no parecen tener mucho que ver con esta cuestión. Pero veremos que son precisamente estas cosas las que crean la base para que podamos restablecer nuestra relación con el mundo espiritual desde el presente hacia el futuro. Lo primero a lo que debemos dirigir nuestra atención es a la eficacia de las diversas confesiones, las diversas religiones confesionales que existen en la humanidad civilizada. Hasta ahora ha habido una cierta necesidad de que las confesiones dirijan el corazón y la mente del alma humana hacia el mundo espiritual, como lo han hecho. En el futuro, las confesiones o contribuirán a separar al hombre del mundo espiritual, o tendrán que permitir que algo totalmente nuevo entre en sus esfuerzos. Las confesiones actuales se basan fundamentalmente en el egoísmo de los hombres, y sólo tenemos que poner ante nuestras almas una de las cuestiones más importantes, que forma y debe formar el leitmotiv de las consideraciones confesionales: la cuestión de la inmortalidad del alma humana, -y podemos ver por la forma en que esta cuestión es tratada mayoritariamente por las confesiones que en este tratamiento se confía fuertemente en el instinto egoísta de los hombres.  Cuando las confesiones hablan de inmortalidad, hablan sobre todo de la continuidad del alma después de la muerte, es decir, hablan de la continuidad de la vida del alma humana después de la muerte. Es relativamente fácil hablar a los hombres cuando se habla de la inmortalidad desde este punto de vista, pues el egoísmo humano se afirma en esta cuestión precisamente en el sentido más eminente. Sencillamente no puede soportar, -ahora bien, al margen de todas las verdades en este campo-, no seguir viviendo después de la muerte, de modo que siempre encontramos un cierto lado comprensivo en el alma humana cuando hablamos de la vida después de la muerte. Y pueden estar completamente seguros: aquellas personas que se interesan por la cuestión de la inmortalidad, tal como se trata hoy en día en su mayoría, se interesan por ella desde este punto de vista egoísta. No quieren morir espiritualmente. Por supuesto, cualquier visión del futuro que hable de la inmortalidad del alma también tendrá que hablar de la supervivencia del alma después de la muerte, porque, como todos ustedes saben por la ciencia espiritual de orientación antroposófica, estamos tratando con un hecho de la realidad. Pero la forma en que la ciencia espiritual de orientación antroposófica habla de la supervivencia del alma después de la muerte física del ser humano está aún lejos de ser aceptada por las confesiones.

Pero también es importante otra cosa: que la gente del presente tendrá que oír un lenguaje sobre la inmortalidad completamente distinto del que ha estado acostumbrada a oír hasta ahora. No sólo se permitirá que quien discuta la cuestión de la inmortalidad mencione la vida después de la muerte, sino también aquella vida que se vive aquí, en el mundo físico, desde el nacimiento hasta la muerte. Puesto que como ya saben, esta vida es también una continuación. Es la continuación de la vida que pasamos entre nuestra última muerte y el nacimiento a través del cual entramos en esta existencia física. Y la humanidad tendrá que aprender a considerar esta vida física entre el nacimiento y la muerte como la continuación de la vida espiritual anterior al nacimiento o anterior a la concepción. Pues en cada niño en crecimiento tendremos que ver de día en día, de semana en semana, de año en año, lo que emerge como fuerzas de los mundos espirituales, lo que entra a través del nacimiento y trabaja en el moldeado gradual del ser humano desde el nacimiento hasta los años posteriores. En cierta medida, tendremos que desvelar al Dios en el hombre interviniendo en la vida del niño de forma evolutiva. Las relaciones sociales entre los seres humanos tendrán que absorber en cierto modo algo del impulso religioso que impregna toda nuestra vida social, incluso en nuestro trato de persona a persona. Pero lo más importante, lo esencial, será que seamos capaces de mirar esta vida física como una continuación de una vida espiritual, prenatal, que no olvidemos en cada momento cómo el ser humano en esta vida física tiene una continuación de su vida anímica espiritual prenatal.

Con ello se relacionarán muchas otras cosas. Estará relacionado con el hecho de que volveremos a reconocer cómo nuestra humanidad real descansa en las profundidades de nuestro ser y emerge gradualmente. Una vez les hice referencia a los tiempos antiguos del desarrollo humano, a aquellos tiempos que reconocemos desde el punto de vista antroposófico en la primera, en la segunda época post-atlante del desarrollo humano y así sucesivamente. Les señalé cómo en aquella época las personas eran tan capaces de desarrollarse hasta una edad superior como lo es hoy el ser humano muy joven. El ser humano muy joven experimenta un desarrollo físico alrededor del séptimo año, en el cambio de dientes. Vuelve a sufrir una metamorfosis expresada en la vida física en la madurez sexual. Después, las cosas que suceden en el desarrollo se hacen menos perceptibles en la vida exterior. No era así en la antigüedad. Allí, lo que el ser humano atravesaba espiritual y anímicamente se expresaba hasta edades mucho más elevadas. Ahora es imperceptible. Ahora simplemente nos convertimos en ancianos a la edad de diecisiete o dieciocho años, y hoy, para nuestro horror, vemos a personas muy jóvenes que aparecen como ancianos. Permítanme darles un ejemplo: Hace algún tiempo celebramos una reunión del Consejo Cultural en Stuttgart, en la que el debate se centraba en el sistema educativo actual. Se debatieron puntos de vista muy diversos. Entonces apareció un joven, digamos un joven, también podría decir un chico mayor. Dijo que tenía que enseñar a la sociedad los verdaderos ideales de la educación. Al principio pronunció unas palabras muy frasesas, luego leyó en voz alta un programa de una sociedad educativa contemporánea, que, sin embargo, era tal que le interrumpían constantemente. No pudo continuar, así que concluyó su discurso, lo que hizo con las siguientes palabras: "Debo afirmar, por tanto, que los mayores ya no comprende a su propia juventud". - Luego se marchó. Yo le había contestado que entendía que no se le entendiera, pero por la sencilla razón de que había hablado demasiado senilmente, porque había parecido demasiado anticuado. Hablaba con principios que en realidad eran el colmo de la abstracción: ¡seniles! Porque, ¿cuál es la esencia de la senilidad actual? Es que el hombre normalmente sólo es capaz de desarrollarse hasta cierta edad; entonces absorbe todo tipo de cosas y no se avergüenza de desarrollarse. Luego están los años en que se acerca a los veinte, y se avergüenza de seguir desarrollándose. Hoy en día es muy raro ver a personas que ya tienen canas y arrugas en la cara esperando con impaciencia cada año venidero, por la razón de que cada año venidero ofrece al organismo nuevas oportunidades de desarrollo, de modo que uno podría aprender algo nuevo en cada nuevo año que no pudo aprender en el pasado simplemente porque no tenía el organismo para ello. Pero la gente de hoy no permite que el organismo se desarrolle. Se avergüenzan de aprender cualquier otra cosa, de hacerse capaces de desarrollarse cuando han alcanzado la edad juvenil de treinta años. Lo importante es que el ser humano conserve realmente la posibilidad de esperar con ilusión cada nuevo año a lo largo de su vida, porque cada año evoca los contenidos divino-espirituales de su ser interior en nuevas formas. Esto es lo que me gustaría llamar el hecho de que, en verdad y en realidad, debemos aprender a experimentar no sólo nuestra juventud como capaz de desarrollo, sino toda nuestra existencia entre el nacimiento y la muerte. Esto requerirá, por supuesto, una nueva educación. Cuando nuestros mayores recuerdan sus años escolares, no suelen pensar en nada agradable. Debemos ser capaces de organizar los años escolares de tal manera que, cuando los recordemos, sean siempre para nosotros una nueva fuente de renacimiento. De esto se desprende que también en este aspecto el hombre puede abrir la posibilidad de percibir realmente lo divino-espiritual dentro de sí mismo, de experimentar algo en su interior que va más allá de la vida estimulada y excitada desde fuera.

Habrá que reconocer otras cosas en el presente. La gente de hoy todavía no conoce un secreto de la vida que está íntimamente relacionado con la etapa actual del desarrollo de la humanidad. En épocas más antiguas, antes de mediados del siglo XV, no había necesidad de prestar mucha atención a este secreto. Hoy es necesario mirarlo. Este secreto de la vida consiste en el hecho de que el hombre, tal como está constituido ahora -física, mental, espiritualmente- mira de cierta manera cada noche los acontecimientos del día venidero, pero de tal manera que no siempre necesita tener estos acontecimientos del día venidero en plena conciencia diurna. Quien la tiene es su ángel. Así pues, lo que se experimenta durante la noche en comunión con el ser que llamamos ángel es un anticipo del día venidero. Ahora bien, no hay que mirar esto desde el punto de vista de la curiosidad humana, eso sería un punto de vista completamente erróneo, sino desde el punto de vista de la vida práctica. Sólo cuando una persona esté completamente imbuida de esta actitud tomará decisiones de la manera correcta, incorporará pensamientos a su rutina diaria. Supongamos, concretamente, que una persona debe hacer algo a cierta hora del día, por ejemplo a las doce. Él y su ángel ya habían negociado la noche anterior lo que debía hacer. Así es el hombre desde mediados del siglo XV. No necesita ser consciente de ello, no está dirigido a su curiosidad. Pero el hombre debe imbuirse de esta actitud, la de hacer fructificar durante el día lo que ha negociado con su ser angélico en la noche anterior.

Hay muchas cosas en el presente que pueden señalar a la gente de forma demoledora lo que acabo de decirles. Son precisamente los años de dolor, los últimos cuatro o cinco años, los que también pueden inculcar esta gran lección a la humanidad, que esta conciencia de estar conectado con los seres superiores en cada día no estaba presente, desgraciadamente, debido a las experiencias de la noche anterior. Qué diferencia habría habido en los últimos cuatro o cinco años si esta actitud hubiera calado en la gente: Lo que uno hace, lo hace en armonía con las negociaciones con su ser angélico en el transcurso de la noche anterior. Estas son cosas de las que hay que hablar hoy. Hay que decir que el hombre tendrá que aprender a considerar esta vida entre el nacimiento y la muerte como una continuación de la vida anímica espiritual que pasó antes de nacer. Hay que decir que el hombre deberá poder experimentar las revelaciones de Dios en su ser a lo largo de toda su vida. Y hay que decir que el hombre debe llevar una fuerte conciencia a lo largo de toda su vida cotidiana: Lo que uno hace de la mañana a la noche, lo ha negociado previamente con su ser angélico en el tiempo que va desde que se duerme hasta que se despierta.

A tales sentimientos, que son sentimientos mucho más concretos hacia el mundo espiritual que los más abstractos de las actuales confesiones, y que al mismo tiempo presuponen que se apela no a los instintos egoístas sino a los no egoístas del ser humano, a tales sentimientos deben volverse los hombres. Y de tales sentimientos surgirá lo que dará la relación necesaria a las entidades que pertenecen a la Jerarquía de los Ángeles. Entonces estos seres podrán de nuevo interesarse por el hombre. La actitud de los seres humanos hacia el mundo espiritual debe ir en esta dirección.

Hay que reconocer algo más. Ustedes saben que las confesiones actuales hablan mucho de Dios y de lo divino. ¿De qué hablan en realidad? Por supuesto, sólo hablan de aquello de lo que hay al menos un atisbo de conciencia en el alma humana. No importa cómo se llame una cosa, sino lo que está presente en el alma humana. Cuando la gente habla de Dios, cuando habla del Cristo, en realidad siempre se refieren sólo al ángel. Porque es a él a quien la gente puede dirigirse, porque todavía toca una nota afín en sus almas. Independientemente de lo que hablen hoy las confesiones, ya sea de Dios o de Cristo o de otra cosa, el material de pensamiento del que hablan comprende únicamente los seres angélicos que corresponden a los seres humanos, los ángeles. Hoy en día no podemos sobrepasar esta jerarquía, porque la gente se resiste a buscar su relación con el mundo espiritual de una manera más amplia que el egoísmo. La relación con los Arcángeles, con la Jerarquía de los Arcángeles, debe buscarse de otra manera. Los intereses que la gente tiene hoy en día deben ampliarse considerablemente. Les daré un ejemplo de cómo deben ampliarse los intereses de las personas para que puedan ascender en sus sentimientos desde la inclinación hacia los Ángeles hasta los Arcángeles.

La gente debe estar pasando por algo así en su alma y se dice: en los últimos cuatro o cinco años hemos vivido acontecimientos terribles en todo el mundo civilizado. Mucha gente se ha preguntado por las razones de estos sucesos, muchos se han acusado unos a otros. Se ha hablado mucho de culpables e inocentes. Y, sin embargo, si uno sólo tiene que descartar la mayor superficialidad, no tendrá mucho interés en esa charla sobre las causas, sobre la culpa y la inocencia, por la sencilla razón de que uno puede ver que lo que ha salido a la superficie en los últimos cuatro o cinco años es como las olas del mar, que son traídas a la superficie desde el subsuelo por las fuerzas del mar. Año tras año, las fuerzas de la humanidad se han agitado cada vez más. Un pueblo tras otro participaron en la gran locura humana de los últimos años, y sólo se puede decir: algo de fuerzas elementales se agita y es arrojado a la superficie. El mar de la vida humana se ha vuelto turbulento. ¿De qué se trata?

No llegaremos a comprenderlo claramente si no extendemos el hecho de que la humanidad ha llegado a tal estado de inquietud al periodo que llamamos historia. Tendremos que decirnos a nosotros mismos: Lo que ha sucedido en los últimos cuatro o cinco años como guerra armamentística es sólo el comienzo de acontecimientos que tendrán lugar en un ámbito completamente distinto, pero que tampoco tienen precedentes en la humanidad. No estamos al final, -esto es sólo una visión superficial del desarrollo de la humanidad-, estamos en el punto de partida de las mayores batallas, las batallas espirituales del mundo civilizado. Y toda nuestra preocupación debe ser estar a la altura de estas luchas. Oriente y Occidente amenazan cada vez más con encontrarse cara a cara en los tiempos venideros. Porque Oriente y Occidente se han desarrollado en dos direcciones completamente diferentes. Si se quieren examinar estas cosas, hay que considerar ciertos fenómenos del presente como un profundo misterio. Durante décadas ha sido posible escuchar en círculos socialistas desde la cosmovisión marxista que todo lo que la gente experimenta como arte, religión, costumbre, ley y ciencia es ideología. He descrito esto con más detalle en el primer capítulo de "Puntos clave de la cuestión social". En otras palabras, lo que se ha desarrollado en los principales círculos burgueses durante tres o cuatro siglos como una visión de la vida, pero que los círculos burgueses no han admitido por cierta cobardía, los círculos socialistas del último medio siglo lo han admitido por una verdad. Han dicho que la verdadera realidad de la vida social consiste sólo en lo que realmente sucede, que sólo las fuerzas económicas de la economía son reales. Lo que se ha desarrollado en la humanidad como arte, religión, costumbre, ciencia, derecho y moral es sólo algo así como humo que se eleva de la verdadera realidad. Eso es mera ideología, no tiene realidad, sólo tiene una pseudorealidad. Los esfuerzos sociales de los partidos socialistas en los últimos tiempos están relacionados con el hecho de que estos partidos dicen: Sólo necesitamos cambiar la vida económica, entonces todo lo demás cambiará con la vida económica. Por lo demás, la moral, la costumbre, el derecho, la religión, etc., es sólo algo que surge como humo, como algo irreal, como ideología, de lo únicamente real, que son los acontecimientos económicos.

Sin embargo, cualquiera que mire el mundo a gran escala y no a pequeña escala se posicionará sobre esta palabra "ideología", que los círculos burgueses podrían haber dicho durante tres o cuatro siglos. Sólo que eran demasiado cobardes para hacerlo, pensaban que la vida económica es la única vida real, y que lo que se presenta como ciencia, arte, religión y demás es sólo como humo. Toda la vida era así, y sólo los discípulos de este mundo burgués solo sacaron la última conclusión. Pues los socialistas no son más que discípulos de este mundo burgués, no han hecho más que llevarlo al extremo. Pero lo que he dicho ahora es el punto de vista que se desarrolló a partir de esto en Occidente, y que alcanzó su apogeo allí en la segunda mitad del siglo XIX y en el siglo XX.

Partiendo de otros impulsos surge algo en Oriente, que ha desarrollado una cosmovisión que dice: observo lo que sucede externamente en el mundo. Observo lo que mis sentidos me transmiten como impresiones, observo lo que utilizo como herramienta para cambiar el mundo, observo lo que me ilumina desde las estrellas, observo lo que yo mismo soy corporalmente. ¿Qué es todo esto? No es mas que Maya. Pero, ¿Qué es la verdadera realidad, qué no es ilusión? La realidad es lo que se experimenta dentro del alma humana. Cualquiera que traduzca no lexicográficamente, donde no sale nada, sino interiormente, sabe que la misma palabra que se llama Maya en Oriente se llama ideología en Occidente. Durante miles de años, los orientales han considerado maya el mundo exterior que afecta a nuestros sentidos, incluida la economía. Los occidentales, en cambio, ven la realidad en lo externo, que para el oriental es maya, y lo que surge en el alma es ideología para ellos. Ambas cosmovisiones del mundo han llegado a una cierta etapa. Que se lo pregunten a las figuras dirigentes de los partidos socialistas actuales, sobre todo en aquellas zonas en las que aún no se ha producido la primera revolución, entendiendo por tal la Revolución de Noviembre. Sin embargo, esta revolución también cambió algo los conceptos de los dirigentes socialistas. No los sentimientos, sino los conceptos; aún hoy se puede oír de ellos lo que se oía hasta la catástrofe de la guerra, la opinión de que no hace falta aportar nada de voluntad para transformar y revolucionar el mundo, sino que ocurrirá por sí mismo. En Occidente había ocurrido algo fatalista. La gente decía: sólo hay que esperar a que los medios de producción se desarrollen de tal manera que lo que se ha concentrado en el capital privado se transforme en otras formas por sí mismo. Su pensamiento era tal que decían: El aire de esta habitación es malo, no puedo respirar. Podría abrir la ventana, pero no la abriré. Esperaré a que el aire mejore por sí solo.

Fatalismo de Occidente, fatalismo de Oriente, lo conocemos bien. La gente de Oriente cayó en un fatalismo total, -no desde el principio-, cuando surgió la cosmovisión de Maya. Toda visión del mundo tiene una legitimidad interna que la lleva a volverse fatalista en algún momento. Pero hoy estamos en un punto en el que tenemos que decirnos a nosotros mismos: Tenemos que salir del fatalismo. De la mera contemplación, de la contemplación, debemos encontrar el paso a la voluntad, a la volición. Debemos estimular nuestra voluntad desarrollando impulsos como los que acabo de mencionar: hacia el nacimiento como continuación de la vida prenatal, hacia la permanencia en la juventud hasta que el cabello esté blanco y arrugado, hacia la reproducción de la labor nocturna de los Ángeles en la vida diurna.  Eso es necesario. Es necesario que el hombre reciba impulsos para su vida volitiva ampliando su círculo de intereses, viendo no sólo lo que interviene en su vida personal, individual, sino también lo que tiene lugar de forma diferenciada en el mundo civilizado. Miremos a Occidente, al que nosotros mismos pertenecemos: vemos ideología, -el mundo interno. La realidad: el mundo externo. Miremos a Oriente: Ideología, Maja, -el mundo exterior. Realidad: el mundo interior. Y en el choque de las personas en el presente, tenemos la tarea de encontrar deliberadamente el camino para salir de lo que ya se ha convertido en fatalismo en esta visión del mundo. Debemos buscar este camino; sólo lo encontraremos si somos capaces de tomar en serio algo que todavía hoy molesta terriblemente a la gente.

Una vez se produjo un extraño eco cuando dije algo en una conferencia en una ciudad del sur de Alemania que realmente molestó a la gente, pero era una de las verdades necesarias de la época. Las cosas que uno dice no se pueden decir de tal manera que agraden a la gente, sino que hay que decirlas de tal manera que sean la verdad. Tenía que decir en este contexto: la clase dirigente de hoy tiene un cerebro físico decadente. Es desagradable tener que decir esto, no es simplemente desagradable oírlo. Pero es necesario que la gente lo experimente. Las mismas personas que han provocado la configuración actual del tiempo han llegado a tener un cerebro físico decadente. Así es. Y, en cierto sentido, hoy nos encontramos en una situación similar a la de los pueblos de Europa durante la migración de los pueblos y la difusión del cristianismo. El impulso cristiano vino de Oriente y viajó primero a través de Grecia y Roma. Los mundos griego y romano estaban, por supuesto, mucho más desarrollados que el mundo germánico. Los pueblos germánicos eran bárbaros. Pero los cerebros de griegos y romanos eran decadentes. Por lo tanto, la ola cristiana no fue recibida en el mundo griego y romano de la misma manera que cuando llegó a los pueblos germánicos. Esta es la migración de los pueblos, que se producía horizontalmente. Hoy es vertical. Hoy llega una ola de vida espiritual desde el mundo espiritual. Igual que el cristianismo chocó primero con los griegos y los romanos, el mundo espiritual está chocando con el presente, con el mundo burgués, y es decadente. Los proletarios aún no son decadentes; aún se darán cuenta de lo que significa el mundo espiritual. Pero los demás tendrán que utilizar la preparación de la antroposofía, es decir, entrenar esa parte del cerebro que aún no es física, el cerebro etérico. Hoy nos enfrentamos a la necesidad de que las clases dirigentes no sólo tendrán un cerebro decadente, sino que caerán en la decadencia total si no se dan cuenta de que deben captar la cosmovisión espiritual de forma suprasensible.

Esa es la tragedia del orden mundial burgués, que quiere comprenderlo todo físicamente, mientras que hoy dependemos de captar las cosas con el cerebro etérico, es decir, de absorber las verdades espirituales. Hacia allí debe dirigirse el género humano actual, y es aquí donde Occidente debe tomar la delantera. Y aquí debemos familiarizarnos con algo muy importante.

Echemos un vistazo al desarrollo de la lengua de este a oeste. Tomemos nuestra lengua alemana. Hoy se abusa terriblemente de ella, pero sabemos que tiene la peculiaridad, si nos remontamos a la lengua de Goethe y Lessing, de que no hace tanto tiempo las palabras de la lengua alemana podían utilizarse para describir lo que es congruente, lo que es la vida espiritual. Hoy hemos descuidado terriblemente el lenguaje, lo hemos degradado a un eslogan. Pero no es sólo en la lengua donde no puede ser espiritual. Pero cuanto más vamos a las lenguas occidentales, más encontramos que estas lenguas han expulsado lo espiritual real de la lengua misma, de los sonidos de la lengua, del tono de la lengua, y también de la gramática de la lengua. Y de esta expulsión de lo espiritual del lenguaje angloamericano se deriva la misión mundial de los pueblos angloamericanos. Esta misión mundial de los pueblos angloamericanos consiste en que aprenden, -lo aprenden de forma bastante instintiva, pero lo aprenderán, y al conquistar la dominación mundial lo aprenderán-, escuchando a otras personas, no sólo a oír el sonido, sino a interpretar el gesto del lenguaje, a oír algo más que el mero sonido físico, a oír algo cuando se habla que pasa de persona a persona, pero aún más allá de lo que se habla. Funciona de cuerpo etérico a cuerpo etérico. Ese es el secreto de las lenguas occidentales, que el sonido físico pierde su significado. Y el espiritual gana significado. Es tarea de la gente permitir que el espíritu se filtre en la lengua, no sólo oír físicamente, sino intuir, sentir más de lo que entra en el sonido. Esto ocurre en Occidente, donde lo espiritual debe buscarse a través del propio lenguaje.

Si ahora miramos hacia Oriente, sentiremos un impulso cada vez mayor entre los pueblos de Oriente, a medida que profundizan en su interior, de no detenerse en lo que previamente se ha desarrollado en términos de karma, reencarnación y demás, sino de mirar hacia el mundo y escuchar cosas espirituales en el mundo exterior, y también de establecer una especie de visión de la naturaleza.

Éstas son sólo pequeñas muestras de cómo se pueden ampliar los intereses desde la propia personalidad y también desde la propia etnia a toda la humanidad, como uno puede decirse a sí mismo: Miramos a Occidente y vemos ideología allí, pero una ideología diferente a la de Oriente. Pero vemos cómo estos opuestos agitan las fuerzas elementales dentro de la humanidad en la tierra. Aprendemos a reconocer que estamos dentro de todo el mundo civilizado. Y cuando desarrollamos dentro de nosotros esta conciencia de estar dentro de todo el mundo civilizado, entonces también desarrollamos dentro de nosotros los medios para alcanzar sentimientos a través de los cuales podemos elevarnos por encima de la esfera de los Ángeles. Nuestro círculo de intereses simplemente se ampliará de tal manera que nos inclinaremos hacia conceptos que ascienden a la esfera de los Arcángeles. Pues todo lo que les he dicho ahora sobre el contraste entre ideología y maya y demás, eso es algo que tiene lugar en la esfera de los Arcángeles, los arcángeles, en relación con sus fuerzas primigenias. Esto nos lleva más allá de la esfera de los Ángeles. Pueden ver de esto lo que es realmente necesario para la gente de hoy. Si alguien hoy habla de Maya, de ideología y demás, como he explicado, y si incluso dice que las fuerzas elementales de esto yacen en la esfera de los Arcángeles, ¿Qué es para la gente inteligente? Un necio, por supuesto, porque la gente está tan limitada por la espiritualidad que ha adquirido que no se interesa por los grandes intereses de la humanidad. Desde el punto de vista espiritual, esto sólo puede hacerse penetrando en aquello que obra en favor de los grandes intereses de la humanidad.

Les he dado un concepto de cómo se puede ascender a la esfera de los Arcángeles. Se puede ascender aún más. La humanidad actual también debe aprender esto. Nuestras clases cultas tuvieron que retroceder hasta la época griega. Tuvieron que pasar por la escuela de gramática, especialmente en la medida en que eran hombres, -y en tiempos más recientes este procedimiento también se practica con las mujeres jóvenes-, para absorber la educación griega, y esto les dio suficiente ímpetu para sentir su camino de regreso cada vez más hacia el mundo griego. Esto tiene un gran significado para nuestra civilización, porque lo hacemos de tal manera que aprendemos, precisamente en nuestros años más importantes de desarrollo, lo que los griegos han hecho por el mundo. Los griegos lo hicieron de otra manera. Por supuesto, nunca se les ocurrió enseñar a sus hijos la lengua egipcia, por ejemplo. Se dedicaban a lo que era su realidad inmediata. Tenían un sentido inmediato de la realidad. Nosotros ocupamos a nuestros jóvenes para que no lleguen a conocer nada de lo que les rodea ni absorban los instintos de la realidad. Los trasladamos a una época antigua. Ni siquiera nos damos cuenta de lo que estamos haciendo en realidad. Porque no sólo estamos enseñando a los niños -hombres y mujeres jóvenes, todo hay que decirlo-, la lengua griega. Todo el carácter de un pueblo reside en la lengua, en la configuración sonora, en la gramática de una lengua. Al absorber la lengua griega, como ocurre hoy, el ser interior del hombre en el mundo adquiere una configuración similar a la de Grecia. Allí toda la vida cultural estaba organizada de tal manera que sólo una pequeña clase en la cima participaba realmente en la cultura, los demás eran esclavos. En Grecia sólo era digno de un hombre libre ocuparse de la ciencia, la política y como mucho, -pero sólo con supervisión-, de la agricultura. Todo lo demás era cuestión de esclavitud. Eso reside en la lengua. Y al unir la cultura griega con la lengua, unimos el aristocratismo con nuestra formación intelectual. Para los griegos era natural construir todo el organismo social de acuerdo con su orientación espiritual, porque para ellos esto estaba conectado con la sangre. Estaba el pueblo que eran las amplias masas. Luego estaban las personas que eran del tipo superior, y ya tenían la vida espiritual superior en ellos a través de su sangre.

Esto se expresa incluso en la escultura griega. Comparen el modelo de Mercurio, cómo están colocadas la nariz y las orejas, con el modelo de Zeus o Atenea: diferente posición de la nariz, diferente posición de las orejas. Los griegos sabían exactamente lo que querían expresar colocando el tipo Mercurio en un lado y el tipo Zeus ario en el otro.

Más de lo que pensamos, estamos imbuidos de todo esto. Al formarnos ideas de cosmovisión hoy en día, básicamente estamos formando ideas que todavía están adaptadas a lo que vino de la sangre de los griegos. Nuestra vida espiritual y cultural está impregnada de lo que absorbimos de los griegos. Lo griego se proyecta luciféricamente en nuestro tiempo. El helenismo se metamorfoseó en romanismo. Tenemos un periodo posterior en el romanismo. Comparados con los griegos, los romanos eran un pueblo sobrio y prosaico, y desarrollaron otros aspectos de la vida. Lo que procedía de la sangre de los griegos, lo vivieron de forma abstracta. A diferencia de los griegos, convirtieron al hombre mismo en una abstracción, en un ciudadano. El hombre no es realmente hombre en el sentido romano, es un ciudadano. Eso es algo incomprensible para los griegos. No eres lo que eres como ser humano por entrar en la humanidad, sino que eres lo que eres por estar inscrito en algún documento del Estado. Eso a veces resulta grotescamente obvio. Tenía un viejo amigo de sesenta y cuatro años. Un día me dijo: "Ahora he ahorrado tanto, -siempre había sido un tipo pobre-, que quiero casarme con la amante de mi juventud". Se había prometido a los dieciocho años, pero entonces no tenía dinero para casarse con su prometida. Los dos juraron esperar hasta que pudieran casarse. Ahora era posible. Mientras tanto, él había cumplido sesenta y cuatro años y ella sesenta y dos. Así que se trasladó a su ciudad natal y escribió que ahora todo iba bien, que tenía el dinero. Pero al final no pudieron casarse porque su parroquia dudaba de su existencia. La vicaría se había quemado hacía años, junto con todos los certificados de bautismo y demás, y no quedaba nadie que pudiera haber dado alguna información sobre su personalidad. Pensó que sería una prueba de que él mismo estaba allí, ¡pero no tenía ninguna prueba legal! Finalmente, el matrimonio se celebró, pero estas dificultades le hicieron darse cuenta de la importancia mucho mayor de la partida de bautismo que de su propia personalidad.

Así que uno es ciudadano. Uno es lo que es en un contexto abstracto. Esta visión es esencialmente romana, y todo lo que está presente en la vida ordinaria de esta manera es esencialmente romano. Después de todo, nuestra educación está esencialmente asumida por el Estado, que se ha vuelto tan abstracto y que se volverá aún más abstracto bajo la influencia socialista. Hoy no se educa a las personas para que se sitúen en el mundo como seres humanos, sino para que tengan una profesión estatal y se sitúen en ella. El Estado toma a los jóvenes en sus manos, no inmediatamente, porque todavía están demasiado sucios para ello, así que los deja en manos de sus padres por el momento. Pero luego extiende sus tentáculos sobre la persona y la entrena para que sea apta para ello. Y sabe muy bien que entonces la gente le conviene. ¿Qué les da? Les da una vida económica, les da todo lo que se les prescribe, y luego los jubila. Y escuchen lo que significa para la gente poder decirse a sí misma: además de su empleo, por el que no sólo cobra, ¡también recibirá una pensión después! Eso es algo realmente grande y encadena a la gente al estado abstracto, y eso también afecta al resto de su actitud. También aquí la actitud románica ha entrado en el resto de la humanidad. ¿Se le dice al hombre de hoy? Para participar en tu inmortalidad debes hacer activo lo que obra en tu alma, de modo que tú mismo lleves activamente tu alma a través de las puertas de la muerte, -él no entiende esto. Se le ha disuadido completamente de centrar su entendimiento en tales cosas. En cambio, se le dice que sólo tiene que creer en Cristo y en lo que hace el Estado. Y entonces lo sabe: primero será mantenido por el Estado, y cuando haya trabajado lo suficiente, será jubilado por el Estado. Y entonces la iglesia hace una cosa más. Ella le retira al hombre su alma después de la muerte, para que no tenga que cooperar sobre su alma en la vida y hacer algo él mismo cuando lleva su alma por las puertas de la muerte. El hombre es registrado hoy, y la política del ser romano, lo hemos asimilado como el segundo en nuestro ser y lo asumimos cada vez más.

En este ámbito se pueden tener experiencias terribles. Ahora he participado en la creación de la Escuela Waldorf de Stuttgart y he tenido que examinar los distintos planes de estudios. Cuando pienso en los años setenta y ochenta del siglo XIX, tengo que decir que en aquella época los planes de estudios eran todavía algo reducidos; contenían lo que había que enseñar en cada clase. Se especificaban los objetivos pedagógicos y el temario; el profesor seguía teniendo libertad para decidir todo lo demás. Ahora se presentan currículos de gran alcance, y en la primera página dice: y en la primera página dice: Documento oficial, ordenanza, y luego se establece cómo y de qué manera se debe proceder en la enseñanza. Así, lo que debe obrar sólo de la personalidad viva sobre la personalidad viva, eso está escrito en leyes y decretos, eso se ha hecho oficial, eso está decretado. Esa es la muerte de la vida espiritual. Esta muerte de la vida espiritual nos remite directamente de Europa Central a Roma. Eso es lo segundo que hemos absorbido, lo político-jurídico con el romanismo.

Además, estaba lo que no se podía trasplantar de los viejos tiempos a los nuevos, la vida económica. Eso tenía que ser moderno. Porque se puede rumiar lo que los griegos reconocían, se puede dejar que se asimile lo que los romanos tenían de vida jurídica, pero no se puede comer lo que comían los griegos ni los romanos. La vida económica debe ser moderna. Así que hemos llegado gradualmente al punto en que nuestra vida económica se ha entrelazado con la vida intelectual griega y la vida jurídica romana, y ahora tenemos la tarea de separar estas cosas de nuevo, de adquirir la comprensión de que estas tres capas, que están agrupadas como si fueran de épocas diferentes, deben separarse. Es decir, extender el propio interés -como en el pasado a través de Oriente y Occidente en el espacio-, al presente, es decir, elevarse, hacerse capaz de sentimientos que puedan elevarnos al Archai. Pero cuánta gente quiere hoy desarrollar un interés por estas cosas, un interés imparcial, como lo hace el espíritu de la época empujando los tiempos unos contra otros, como he descrito. En Stuttgart hablé de la naturaleza antinatural de nuestra educación escolar. No sé si se trataba de una conexión temporal, pero la conexión temporal estaba ahí. Pocos días después de haber hablado de ello, aparecieron grandes anuncios en los periódicos de Stuttgart, firmados por todo tipo de coletas, perdón, catedráticos y similares, en los que se decía que no había que subestimar la educación de la escuela de gramática, porque había contribuido a la grandeza del pueblo alemán, que tan espléndidamente había surgido en los últimos tiempos. Esto podría leerse literalmente como la supuesta opinión de los educadores de la juventud en abril de 1919, ¡después de aquel octubre de 1918! Estas cosas son posibles en nuestro tiempo. Otras cosas también son posibles.

Mientras no veamos estas cosas de tal manera que recibamos los impulsos que actúan desde el mundo espiritual en nuestro mundo físico, mientras no nos demos cuenta de que el hombre, al igual que está conectado con el reino animal, el reino vegetal y el reino mineral a través de su organismo corporal, también está conectado con las jerarquías de los Ángeles, Arcángeles y Arcai, -espíritus de la personalidad como protectores del desarrollo personal, espíritus del pueblo como protectores del desarrollo del pueblo en el espacio, espíritus del tiempo, protectores del desarrollo a través de las épocas-, a través de su organismo espiritual, hasta que no tengamos la posibilidad de comprender estas cosas desde los fundamentos espirituales, no podremos progresar. Todo debe conducir a que el hombre de hoy encuentre el valor y la fuerza para mirar en el mundo espiritual. Estamos al comienzo de una dura oleada de lucha, donde se agitarán todos los instintos que surgen de una verdad a medias, una de las cuales dice: la realidad económica es la única, todo lo anímico-espiritual es ideología-, y la otra media verdad dice: la única realidad es la anímico-espiritual, y todo lo externo es ideología, es Maya.

Estos opuestos liberarán tales instintos en la naturaleza humana que durante mucho, mucho tiempo estallará la batalla espiritual en formas de las que la humanidad actual no tiene ni idea. 

Tendremos que saber esto, y tendremos que seguir sabiendo cómo tenemos que elevarnos, -en el sentido de la formación del tiempo-, a la visión del mundo espiritual tal como lo entendemos. Esto es lo que el tiempo mismo nos manda hacer, lo que nos exige. 

Debemos volvernos hacia él. Continuaremos sobre esto mañana.

Traducido por J.Luelmo jul.2024

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