GA204 Dornach 3 de abril de 1921 Errores en el mero pensamiento y errores arraigados en la actualidad

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RUDOLF STEINER

PERSPECTIVA DE DESARROLLO DE LA HUMANIDAD

EL MATERIALISMO Y LA TAREA DE LA ANTROPOSOFÍA


Dornach 3 de abril de 1921

Errores en el mero pensamiento y errores arraigados en la actualidad. Estos últimos, por ejemplo el materialismo teórico, pueden tener un lado beneficioso para la humanidad. Las fuerzas estructurales de la cabeza se reconocen por la imaginación; las del sistema rítmico por la inspiración, las del sistema metabólico por la intuición. La naturaleza de la imaginación; la esencia del pensamiento reflexivo; la percepción objetiva. El conocimiento y la muerte.

Antes de comenzar, permítanme subrayar que esta conferencia no forma parte de la secuencia de conferencias presentadas en el contexto de los cursos, sino que en cierto sentido pretende relacionarse con lo que expuse ayer por la tarde. Allí nos ocupamos de estudiar esa forma particular de desarrollo dentro de la evolución histórica de la humanidad que se produjo a mediados y también en la segunda mitad del siglo XIX; el impulso evolutivo del materialismo. Dije que en estas consideraciones nuestra atención no debía dirigirse tanto al materialismo en general, que exige otros puntos de vista, sino al materialismo teórico, al materialismo como visión del mundo. Llamé la atención sobre el hecho de que este materialismo debe ser confrontado con una mente suficientemente crítica, pero que, por otra parte, el materialismo ha sido una fase necesaria de la evolución en la historia de la humanidad.


No podemos hablar simplemente de rechazarlo y decir que es una aberración; el materialismo debe ser comprendido. Pues lo uno no excluye lo otro. Especialmente en estas reflexiones es importante ampliar el ámbito de los pensamientos relacionados con la verdad y el error más allá de lo que es habitual. Generalmente se dice que en la vida lógica de los pensamientos es posible errar o encontrar la verdad. Lo que no se menciona es que, en determinadas circunstancias, la mirada que lanzamos sobre el mundo exterior puede descubrir errores en la realidad exterior. Por muy difícil que sea para el pensamiento moderno admitir errores en los acontecimientos de la naturaleza -algo que tiene que hacer la ciencia espiritual- es obvio para la gente de hoy admitir que hay errores reales en los resultados que surgen en el curso del desarrollo histórico y se manifiestan, por así decirlo, en la esfera comunal, social. Estos errores no pueden ser corregidos por la mera lógica, sino que exigen una comprensión basada en las condiciones que les dieron origen.


Al pensar, lo único que tenemos que hacer es rechazar el error. Hay que salir del error y, superándolo, llegar a la verdad. Pero en el caso de los errores arraigados en el ámbito fáctico debemos decir siempre que también tienen un aspecto positivo y son valiosos en cierto sentido para el desarrollo de la humanidad. Por lo tanto, el materialismo teórico del siglo XIX no debe ser condenado simplemente de manera estrecha y unilateral, sino que debemos captar su importancia en la evolución humana.


El materialismo teórico consistía -y lo que queda de él sigue consistiendo- en que el hombre se dedica a una investigación concienzuda y exacta de los hechos materiales externos, que en cierto sentido se pierde en este mundo de hechos. Entonces, partiendo de esta investigación de los hechos, llega a una visión de la vida que tiende a la conclusión de que no hay otra realidad que el mundo de los hechos, y que todo lo que pertenece al alma y al espíritu es, después de todo, un mero producto del curso material de los acontecimientos. Incluso una concepción de la vida como ésta fue necesaria durante una determinada época, y el único peligro sería una rígida adhesión a ella para que pudiera influir en el desarrollo posterior de la humanidad en una época en la que tienen que entrar en la conciencia humana otros contenidos.


Intentemos hoy investigar la base real de este impulso evolutivo que conduce al materialismo teórico. Llegamos a él cuando, desde cierto punto de vista, nos imaginamos una vez más la triple naturaleza del organismo humano. 2 Lo he caracterizado en muchas ocasiones. He dicho: Debemos distinguir dentro de toda la organización del ser humano la parte que, con respecto a su ser físico, puede designarse como la organización de los sentidos y los nervios. Ésta se concentra principalmente en la cabeza humana, pero en cierto sentido se extiende por todo el organismo humano, penetrando también en las demás partes del mismo. Como segundo miembro tenemos la organización rítmica. La encontramos principalmente en el ritmo de la respiración y en la circulación de la sangre. La tercera parte, en un sentido más amplio, es la organización metabólica del ser humano, que incluye todo el sistema de las extremidades humanas. El sistema de extremidades humanas es un sistema de movimiento, y toda forma de movimiento es básicamente una expresión de nuestros procesos metabólicos. Un día, cuando la gente investigue más de cerca lo que realmente ocurre en los procesos metabólicos cada vez que el ser humano se mueve, descubrirá la íntima conexión entre el sistema de extremidades y el sistema metabólico.

Al considerar estos tres sistemas en el ser humano, hemos señalado, en primer lugar, la diferencia fundamental entre ellos. Ya llamé ayer la atención de ustedes sobre el hecho de que, por medio del mismo dibujo, dos hombres con visiones del mundo totalmente diferentes quisieron aclarar cuestiones relativas a la organización de la cabeza humana, así como a los procesos del pensamiento humano. Le indiqué que en una ocasión estuve presente en una conferencia pronunciada por un materialista extremo. Quería describir la vida del alma, pero en realidad describía el cerebro humano, las secciones individuales del cerebro, las fibras de conexión, etc. Llegó a una determinada imagen, pero esta imagen que dibujó en la pizarra era, para él, sólo la expresión de lo que ocurre material y físicamente en el cerebro humano. Al mismo tiempo, vio en él la expresión de la vida del alma, en particular la vida conceptual. Otro hombre, un filósofo de la escuela de Herbart, hablaba de los pensamientos, de las asociaciones de pensamientos, del efecto que un pensamiento tiene sobre otro, etc., y decía que podía utilizar el mismo cuadro de la pizarra. Aquí, de forma bastante empírica, diría yo, nos encontramos con algo de lo más interesante. Se trata de que alguien para quien la observación de la vida anímica es algo muy real, al menos en sus pensamientos -esto hay que añadirlo siempre en el caso del herbartianismo- se aclara a sí mismo la actividad de la vida anímica utilizando el mismo cuadro empleado por el otro conferenciante, que describe la vida anímica tratando de exponer sólo los procesos en el cerebro humano.

Ahora bien, ¿en qué se basa esto? El hecho es que, en su configuración plástica, el cerebro humano es una réplica extraordinariamente fiel de lo que conocemos como vida del pensamiento. En la configuración plástica del cerebro humano, se expresa realmente la vida del pensamiento, casi podríamos decir que de manera adecuada. Sin embargo, para seguir este pensamiento hasta su conclusión, se necesita algo más. Lo que la psicología ordinaria y también la de Herbart designan como cadenas de pensamientos, como asociaciones de pensamientos en forma de juicios, conclusiones lógicas, etc., no debe quedarse en una mera idea. Al menos en nuestra imaginación -aunque no podamos elevarnos a imaginaciones clarividentes- deberíamos permitir que culminara en una imagen; el tapiz de la lógica, el tapiz que nos presenta la psicología de la vida del pensamiento, la enseñanza de la vida anímica, debería poder culminar en una imagen. Si de hecho somos capaces de transformar la lógica y la psicología de forma plástica en una imagen, entonces surgirá la configuración humana del cerebro. Entonces habremos trazado una imagen, cuya realización es el cerebro humano.

¿En qué se basa esto? Se basa en que el cerebro humano, en realidad todo el sistema nervioso y sensorial, es una réplica de un elemento imaginativo. Sólo comprendemos completamente la maravillosa estructura del cerebro humano cuando aprendemos a investigar con la imaginación. Entonces, el cerebro humano aparece como una Imaginación humana realizada. La percepción imaginativa nos enseña a familiarizarnos con el cerebro externo, el cerebro que conocemos a través de la psicología y la anatomía, como una Imaginación realizada. Esto es significativo.

Otro hecho no es menos importante. Tengamos en cuenta que el cerebro humano es una Imaginación humana real. En efecto, nacemos con un cerebro, si no totalmente desarrollado, al menos con un cerebro que contiene las tendencias de crecimiento. Intenta desarrollarse hasta el punto de ser un mundo imaginativo realizado, de ser la impresión de un mundo imaginativo. Este es, por así decirlo, el aspecto ya hecho de nuestro cerebro, es decir, que es la réplica de un mundo Imaginativo. En esta impresión del mundo imaginativo construimos después las experiencias conceptuales alcanzadas durante el tiempo que transcurre entre el nacimiento y la muerte. Durante este período tenemos experiencias conceptuales; concebimos, transformamos las percepciones sensoriales en pensamientos; juzgamos, concluimos, etc. Todo esto lo encajamos en nuestro cerebro. ¿Qué tipo de actividad es ésta?

Mientras vivamos en la percepción inmediata, mientras permanezcamos en la interacción con el mundo exterior, mientras abramos los ojos a los colores y habitemos en esta relación con los colores, mientras abramos nuestros órganos del oído a los sonidos y vivamos en ellos, el mundo exterior vive en nosotros penetrando en nuestro organismo a través de los sentidos como a través de canales. Con nuestra vida interior, abarcamos este mundo exterior. Pero en el momento en que dejamos de tener esta experiencia inmediata del mundo exterior -algo sobre lo que ya llamé su atención ayer-, en el momento en que apartamos la vista del mundo de los colores, en el que dejamos que nuestro oído se desentienda del resonar del mundo exterior, en el momento en que dirigimos nuestros sentidos hacia otra cosa, esta concreción -nuestra interacción con el mundo exterior al percibir- penetra en las profundidades de nuestra alma. Luego, la memoria puede volver a sacarla a la superficie en forma de imágenes. Podemos decir que durante nuestra vida entre el nacimiento y la muerte, en lo que respecta a nuestra vida del pensar, nuestra interacción con el mundo exterior consta de dos partes: la experiencia inmediata del mundo exterior en forma de percepciones y los pensamientos transformados. Nos entregamos, por así decirlo, completamente al presente; nuestra actividad interior se pierde en el presente. Sin embargo, esta actividad inmediata continúa. Para empezar, no es accesible a nuestra conciencia. Se hunde en el subconsciente, pero puede volver a salir a la superficie en la memoria. Entonces, ¿en qué forma existe en nosotros?

Este es un punto que sólo puede ser explicado por una visión directa alcanzable en la Imaginación. Una persona que sigue honestamente su camino en su esfuerzo científico no puede dejar de admitir ante sí misma que en el momento en que el enigma de la memoria le enfrenta no puede avanzar un paso más en su investigación. Porque debido al hecho de que las experiencias del presente inmediato se hunden en el subconsciente, se vuelven inaccesibles a la conciencia ordinaria; no pueden ser rastreadas más allá.

Pero cuando trabajamos de manera correspondiente sobre el alma humana por medio de los ejercicios anímicos-espirituales de los que se ha hablado frecuentemente en mis conferencias, llegamos a una etapa en la que ya no perdemos de vista las continuaciones de nuestra vida directa de percepciones y pensamientos en concepciones que hacen posible los recuerdos. A menudo os he explicado que el primer resultado de un ascenso al pensamiento imaginativo es tener ante el alma, como un poderoso cuadro de vida, todas las experiencias desde el nacimiento. La corriente de la experiencia fluye normalmente en el inconsciente, y las representaciones individuales, que surgen en la memoria, surgen de esta corriente inconsciente o subconsciente a través de una actividad medio soñadora. A los que han desarrollado la percepción imaginativa se les ofrece la oportunidad de examinar la corriente de experiencias como en una imagen. Se podría decir que el tiempo transcurrido desde el nacimiento adquiere entonces la apariencia de espacio. Lo que normalmente está en el subconsciente se ve entonces en forma de imágenes interconectadas. Cuando las experiencias que de otro modo se escapan al subconsciente se elevan a la visión directa, podemos observar esta continuación de las experiencias perceptivas y de pensamiento presentes e inmediatas hasta llegar a las concepciones que se pueden recordar. Es posible rastrear lo que ocurre en nosotros con cualquier tipo de experiencia que tengamos en nuestra mente, desde el momento en que la perdemos de vista hasta el momento en que la recordamos de nuevo. Al fin y al cabo, entre la experiencia de algo y el recuerdo de nuevo algo está ocurriendo continuamente en el organismo humano, algo que se hace visible a la percepción imaginativa. Es posible verlo en las imaginaciones, pero ahora se revela de una manera muy especial.

Los pensamientos que se han perdido, por así decirlo, en la región subconsciente una actividad relacionada con nuestros impulsos de vida, nuestros impulsos de crecimiento; estimulan una actividad en nosotros que está relacionada con nuestro impulso de muerte. El resultado significativo que se revela a la percepción imaginativa de la manera a la que hoy sólo podría aludir es el siguiente: Los seres humanos no conectan la actividad de la memoria, que conduce a la renovación del pensamiento, de las experiencias perceptivas, con lo que nos llama a la vida física y mantiene la digestión en esta vida, de modo que las sustancias que se han vuelto inútiles son sustituidas por otras utilizables, y así sucesivamente. El poder de la memoria que desciende en el ser humano no está relacionado con este sistema de vida ascendente en el hombre. Está relacionado con algo que también llevamos dentro desde nuestro nacimiento, algo con lo que nacemos al igual que nacemos con las fuerzas a través de las cuales vivimos y crecemos. Está relacionado con lo que entonces se nos aparece, concentrado en un momento, respecto a todo el organismo al morir.

La muerte sólo aparece como un gran enigma mientras no se observe dentro de la secuencia continua de la vida desde el nacimiento hasta la muerte. Expresándome paradójicamente, podría decir que no sólo morimos cuando morimos. En realidad, morimos en cada momento de nuestra vida física. Al desarrollar en nuestro organismo la actividad que conduce a la memoria como pensamiento recoleto -y en la vida física ordinaria toda forma de cognición está en realidad ligada a la memoria-, en la medida en que se desarrolla esta cognición, morimos continuamente. Una forma sutil de muerte, procedente de la organización de nuestra cabeza, está siempre en marcha dentro de nosotros. Al llevar a cabo esta actividad que continúa en la memoria, comenzamos constantemente el acto de morir. Pero las fuerzas de crecimiento existentes en los demás miembros del organismo humano contrarrestan este proceso de muerte; superan las fuerzas de muerte. Así mantenemos la vida. Si sólo dependiéramos de nuestra organización craneal, del sistema de nervios y sentidos, cada momento de la vida se convertiría realmente en un momento de muerte para nosotros. Como seres humanos vencemos continuamente a la muerte, que sale, por así decirlo, de nuestra cabeza hacia el resto del organismo. Este último contrarresta esta forma de muerte. Sólo cuando el organismo restante se debilita, se agota por la edad o por algún tipo de daño, impidiendo así la contra reacción contra las fuerzas portadoras de muerte de la cabeza humana, sólo entonces se produce la muerte para todo el organismo.

En efecto, en nuestro pensamiento moderno, en el pensamiento de la civilización actual, trabajamos realmente con conceptos que yacen uno al lado del otro como bloques erráticos, sin poder reconocer correctamente su interrelación. La luz debe entrar en este caos de bloques erráticos que constituyen nuestro mundo de conceptos y pensamientos. Por un lado, tenemos la cognición humana que está tan íntimamente ligada a la facultad de la memoria. Observamos esta cognición humana y no tenemos idea de su parentesco con nuestra concepción de la muerte. Y como ignoramos por completo esta relación, lo que de otro modo podría descifrarse en la vida sigue siendo tan enigmático. Somos incapaces de conectar las experiencias de la vida cotidiana con los grandes momentos extraordinarios de la experiencia. La insuficiente visión espiritual sobre lo que se encuentra alrededor como bloques fragmentarios en nuestro mundo conceptual hace que, a pesar de los espléndidos logros del siglo XIX, la vida se haya vuelto gradualmente tan oscura.

Consideremos ahora el segundo sistema, el segundo miembro de la organización humana, la organización rítmica. También está presente en la organización de la cabeza humana. El interior de la cabeza humana respira junto con el organismo que respira. Este es un hecho fisiológico externo. Pero el proceso de respiración de la cabeza humana se encuentra, por así decirlo, más adentro; se oculta al sistema de nervios y sentidos. Está cubierto por lo que constituye la tarea principal de la organización de la cabeza. Sin embargo, la cabeza humana tiene su propia actividad rítmica oculta. Esta actividad se hace evidente principalmente en la organización del pecho humano, en aquellos procesos del organismo humano que se centran en los órganos de la respiración y en el corazón.

Cuando observamos la apariencia externa de esta organización, a diferencia de lo que ocurre con la organización de la cabeza, no podemos ver en ella una especie de imagen plástica de lo que existe como su contrapartida en el alma, es decir, la vida del sentir. Cuando observamos las experiencias del alma, nuestros sentimientos se manifiestan como algo más o menos indefinido. En nuestros pensamientos tenemos contornos nítidos. También tenemos conceptos claros de las asociaciones de pensamientos. En los detalles relativos a nuestra vida de sentimiento no tenemos esos contornos nítidos. Allí, todo se interpenetra, se mueve y vive. No encontrarán a un herbartiano que, al hacer un esquema de la vida de la emoción, lo caracterice en un bosquejo que podría parecerse al que hace un anatomista o un fisiólogo para los pulmones o el corazón y el sistema circulatorio. En este caso, se encuentra que no existe tal relación entre el elemento interno del alma y los aspectos externos. Esta es también la razón por la que la cognición imaginativa no basta para traer ante el alma esta relación entre la vida anímica del sentimiento y el sistema rítmico. Para ello necesitamos lo que he caracterizado en mis libros como Inspiración, percepción inspiradora. Esta forma especial de percepción a través de la Inspiración llega a la comprensión de que nuestra vida emocional tiene una relación directa con el sistema rítmico. Al igual que el sistema de los nervios y los sentidos está vinculado a la vida conceptual, la vida rítmica está vinculada a la vida de los sentimientos.

Pero, metafóricamente hablando, el sistema rítmico no es la impresión de cera de la vida emocional del mismo modo que la configuración del cerebro es la impresión de cera de la vida conceptual. En consecuencia, no podemos decir que nuestro sistema rítmico sea una réplica imaginativa de nuestra vida de sentimientos. Debemos decir, en cambio, que lo que se despliega y vive en nosotros como sistema rítmico ha surgido por Inspiración cósmica, independientemente de cualquier conocimiento humano. Se inspira en nosotros. La actividad que se desarrolla en la respiración y en la circulación de la sangre no es simplemente algo que vive en nosotros encerrado en nuestra piel; es un acontecimiento cósmico, como el rayo y el trueno. Al fin y al cabo, a través de nuestro sistema rítmico, estamos conectados con el mundo exterior. El aire que está ahora dentro de mí estaba antes fuera; volverá a estar fuera en el momento siguiente. Es una ilusión creer que sólo vivimos encerrados en nuestra piel. Vivimos como un miembro del mundo que nos rodea, y la forma de nuestro sistema rítmico, que está estrechamente relacionada con nuestros movimientos, se inspira en nosotros desde este mundo.

Resumiendo, podemos decir: Como base de la cabeza humana tenemos, en primer lugar, la realización de un mundo Imaginativo. Luego, por así decirlo, por debajo de lo que se realiza como mundo imaginativo, tenemos el reino del sistema rítmico, un mundo inspirado. Con respecto a nuestro sistema rítmico, sólo podemos decir: En él se realiza un mundo Inspirado.

¿Cuál es la situación de nuestro sistema metabólico, de nuestro sistema de extremidades? El metabolismo forma parte del sistema de las extremidades, como ya he señalado. Nuestros procesos metabólicos están en relación directa con nuestra actividad volitiva. Pero esta relación no se revela ni a la percepción imaginativa ni a la inspirativa. Sólo se revela a la cognición intuitiva, a lo que he descrito en mis libros como "conocimiento intuitivo". Esto explica la dificultad de ver en los procesos físicos externos del metabolismo la realización de una Intuición cósmica. Este metabolismo, sin embargo, también está presente en el sistema rítmico. El metabolismo del sistema rítmico se oculta tras el ritmo vital, al igual que el ritmo vital se oculta tras la actividad nervioso-sensorial de la cabeza humana.

En el caso de la cabeza humana tenemos un mundo imaginativo hecho realidad; detrás de él se esconde un mundo inspirativo hecho realidad con respecto al ritmo en la cabeza. Más allá de esto, está el metabolismo de la cabeza, por lo tanto, un elemento intuitivo realizado. Así podemos comprender nuestra cabeza, si vemos en ella la confluencia de los elementos imaginativos, inspirados e intuitivos realizados. En el sistema rítmico humano se omite lo Imaginativo; allí sólo tenemos la realización de los elementos Inspirado e Intuitivo. Y en el sistema metabólico también se omite la Inspiración; allí sólo se trata de la realización de una Intuición cósmica.

En el triple organismo humano llevamos, pues, en primer lugar, la organización de la cabeza, réplica de lo que pretendemos en la cognición mediante la Imaginación, la Inspiración y la Intuición. Al tratar de comprender la cabeza humana, deberíamos admitir realmente que con el mero conocimiento externo y objetivo obtenido a través de la observación del mundo sensorial exterior, que ni siquiera es Imaginación y no se eleva al elemento Intuitivo, deberíamos detenernos en la cabeza humana. Porque el ser interior de la cabeza humana comienza a revelarse sólo al conocimiento Imaginativo; detrás de éste se encuentra algo aún más profundo que se revela a la Inspiración. A su vez, detrás de ésta, se encuentra algo que se da a conocer al conocimiento Intuitivo. El sistema rítmico ni siquiera es accesible a la Imaginación. Sólo se revela a la cognición inspirativa, y lo que se oculta bajo ella es el elemento intuitivo. Dentro del organismo humano, ciertamente deberíamos encontrar el metabolismo incomprensible. El verdadero punto de vista con respecto al metabolismo humano no puede ser otro que el siguiente. Sólo podemos decir que observamos los procesos metabólicos del mundo externo; tratamos de penetrar en ellos con la ayuda de las leyes de la percepción objetiva. Así alcanzamos el conocimiento del metabolismo externo en la naturaleza. En el momento en que este metabolismo exterior se transforma y metamorfosea en nuestro metabolismo interior, se convierte en algo muy diferente; se convierte en algo en lo que habita el elemento que sólo se revela a la Intuición.

Por lo tanto, tendríamos que decir: En el mundo que se nos presenta como reino sensorial, el más incomprensible de todos los problemas incomprensibles es lo que las sustancias, con las que nos familiarizamos externamente a través de la física y la química, realizan dentro de la piel humana. Tendríamos que admitirlo: debemos elevarnos a la más alta comprensión espiritual si queremos saber lo que realmente ocurre dentro del organismo humano con respecto a las sustancias que conocemos tan bien en sus aspectos externos en el mundo exterior.

Así vemos que en la estructura de nuestro organismo hay, para empezar, tres actividades diferentes. En primer lugar, algo que se revela al conocimiento intuitivo está activo en la estructura del organismo humano, construyéndolo a partir de las sustancias del mundo. Además, algo está activo en este organismo que se revela al conocimiento Inspirativo; encaja el sistema rítmico en el organismo metabólico. Finalmente, algo está activo en el organismo humano que se revela al conocimiento Imaginativo; construye en el sistema nervioso. Y cuando este organismo humano entra, por medio del nacimiento, en el mundo físico exterior, todo lo que está preparado, por así decirlo, en virtud de su propia naturaleza, sigue evolucionando en la medida en que el ser humano desarrolla el conocimiento objetivo entre el nacimiento y la muerte.

En cuanto a este conocimiento objetivo, hemos visto que está ligado a la actividad de la memoria; no está relacionado con las fuerzas constructivas sino con las destructivas. Hemos visto que esta forma de conocimiento es una muerte lenta que procede de la cabeza. Por lo tanto, podemos decir que el organismo humano se construyó a través de lo que podía ser comprendido por medio de la Intuición, la Inspiración y la Imaginación. Esto habita en este organismo humano de una manera inaccesible a la cognición actual. Por otro lado, lo que se construye en nuestro organismo entre el nacimiento y la muerte por medio de nuestras percepciones objetivas, rompe y destruye este organismo. En realidad, pensamos y formamos conceptos sobre la base de esta destrucción cuando desplegamos nuestra vida conceptual, la vida de los pensamientos.

Realmente no podemos ser materialistas cuando comprendemos en qué consiste este conocimiento, tan íntimamente ligado a la facultad de la memoria. Pues si quisiéramos ser materialistas, tendríamos que imaginarnos que estamos construidos por fuerzas de crecimiento; que son fuerzas activas las que absorben las sustancias y las transmiten a los diversos órganos para realizar, en un sentido más amplio, los procesos digestivos dentro de nuestro organismo. Tendríamos que imaginarnos esta facultad, inherente al crecimiento, a la digestión y a las fuerzas constructivas en general, continuando y culminando en algún lugar del proceso conceptual, en el pensamiento que llega al conocimiento objetivo. Pero no es así. El organismo humano se construye a través de algo que es accesible a la Intuición, a la Inspiración y a la Imaginación. Nuestro organismo se construye cuando ha absorbido estas fuerzas en sí mismo. Pero entonces comienza la regresión, el proceso de decadencia, y lo que provoca esta decadencia es el conocimiento ordinario entre el nacimiento y la muerte.

A través de los procesos de percepción ordinaria no construimos nada en las fuerzas constructivas; más bien, al destruir lo que se ha construido, creamos, en primer lugar, las bases para un elemento continuo de muerte en nosotros mismos. En este elemento continuo de muerte colocamos nuestro conocimiento. No nos sumergimos en elementos materiales cuando pensamos; no, destruimos el elemento material. Lo entregamos a las fuerzas de la muerte. Pensamos nuestro camino hacia la muerte, hacia la destrucción de la vida. El pensamiento, la percepción ordinaria, no está relacionada con el crecimiento, con la vida en ciernes. Está relacionado con la muerte, y cuando observamos la percepción humana, no encontramos una analogía para ella en las formaciones naturales, incluyendo el cerebro humano. Sólo encontramos una analogía en el cadáver que se descompone después de la muerte. Pues lo que representa el cadáver que se descompone, podría decir, intensamente, en una cierta grandeza, debe tener lugar continuamente dentro de nosotros cuando percibimos objetivamente en el sentido ordinario de la palabra.

Miren la muerte si quieren comprender el proceso cognitivo. No miren la vida de manera materialista; miren lo que representa la negación, la eliminación de la vida. Entonces se llega a la comprensión del pensar. Ciertamente, lo que llamamos muerte adquiere entonces un significado totalmente distinto; basado en la vida, alcanza un significado diferente.

Incluso los fenómenos externos nos permiten comprender tales cosas. Ayer les dije que la culminación de la visión materialista del mundo se sitúa a mediados o en el último tercio del siglo XIX. Esta culminación consideraba la muerte como algo que debía rechazarse absolutamente. En cierto sentido, la gente de aquella época se sentía noble al ver la muerte de esta manera, como el fin de la vida. Sólo querían considerar la vida y deseaban verla como algo que terminaba con la muerte. A menudo se mira con cierto desdén la "conciencia popular infantil". Tomemos la palabra "verwesen" (descomponer), que señala el proceso de lo que ocurre después de la muerte. El prefijo "ver" siempre indica un movimiento hacia lo que la palabra expresa. "Verbruedern" (asemejarse a los hermanos, confraternizar) significa moverse en la dirección de convertirse en hermanos; "versammeln" (reunirse) indica moverse en la dirección de reunirse, de encontrarse. En la lengua vernácula, "verwesen" no significa descomponerse, dejar de ser; significa moverse en la dirección del Wesen, del ser, de la vida. Tales formaciones de palabras, relacionadas con una forma espiritual de captar el mundo durante la época del conocimiento instintivo, se han vuelto extremadamente raras. En el siglo XIX la gente lo materializaba todo; ya no vivía en la esencia espiritual que impregnaba la palabra. Se podrían citar muchos ejemplos para demostrar que la culminación del materialismo se hizo evidente incluso en el habla.

Podemos entender, por lo tanto, que después de que el ser humano se desarrollara, como dije ayer, hasta un punto de culminación por fuerzas que se revelan a la Inspiración, a la Intuición y a la Imaginación, alcanzó entonces la más alta culminación en el siglo XIX, seguida a su vez por una decadencia. Podemos comprender que el ser humano se alejó, por así decirlo, del poder que le permite comprenderse a sí mismo interiormente, desarrollando en la mayor medida las fuerzas que, como fuerzas conceptuales, son más afines a la muerte, las fuerzas de la abstracción. A partir de este punto es posible, partiendo de la conferencia de hoy, avanzar hacia lo que constituye el impulso real y esencial dentro de lo que podemos llamar el impulso materialista del conocimiento en la historia humana.

Traducido por J.Luelmo jul.2022



2 comentarios:

Sydney Lafetá dijo...

Está ocorrendo um erro quando clicamos no capítulo 3 ele entra no capítulo 2. Obrigado pelos arquivos.

luxmundi dijo...

ok solucionado, gracias por avisar
saludos

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919