RUDOLF STEINER
PERSPECTIVA DE DESARROLLO DE LA HUMANIDAD
Dornach 13 de mayo de 1921
Tal vez las conferencias que he pronunciado aquí sobre la esencia de los colores y la conferencia que precedió a dichas conferencias sobre los colores el pasado jueves, hayan mostrado que sólo podemos llegar a la esencia del hombre cuando lo consideramos en relación con todo el universo. Pero aquí es a donde debemos llegar si nos preguntamos por la naturaleza del hombre, a mirar desde la tierra hacia lo extraterreno. Y nuestra época lo exige en particular. Hemos visto que el intelecto humano se ha vuelto cada vez más sombrío y tenebroso, que ha dejado de estar arraigado sobre la realidad, precisamente a causa del desarrollo del siglo XIX.
Todo esto es un indicador de que es imperativo que el hombre piense en recibir nuevos impulsos en su vida anímica. Esto nos resultará especialmente claro ahora que queremos traer de nuevo ante nuestras almas acontecimientos cósmicos relevantes e impactantes, que ya han sido considerados desde ciertos puntos de vista.
Si han leído ustedes mi «Ciencia Oculta», probablemente también sepan que uno de los grandes acontecimientos que intervinieron en el desarrollo de la tierra fue la salida de la luna del cuerpo terrestre. Aquello que hoy brilla hacia nosotros como la luna desde el universo, estuvo una vez unida a la tierra, se separó de ella y está orbitándola en la distancia como su satélite.
Sabemos los trascendentales cambios para todo el desarrollo de la humanidad, que están relacionados con esta separación de la luna de la tierra. Sabemos que tenemos que retroceder mucho en el tiempo, más allá del hundimiento de la Atlántida, si queremos llegar a la época en que la luna abandonó la tierra.
Ahora sólo queremos demostrarnos a nosotros mismos lo que salió a la luz en relación con el hombre y los seres naturales que lo rodean en la tierra como resultado de que la luna se separase de la tierra. Hemos visto que el colorido de los minerales, es decir, de los cuerpos minerales coloreados, deriva en realidad de esta relación de la luna con la tierra. Esto nos ha permitido relacionar estos acontecimientos cósmicos con la percepción artística de la existencia. Pero hay otras cosas importantes, muy significativas, relacionadas con esto. El ser del hombre proviene de las metamorfosis anteriores de la existencia terrestre, de los seres de Saturno, del sol y de la luna; y mientras se desarrollaba como ser de Saturno, del sol y de la luna, todavía no existía un reino mineral en su entorno. El reino mineral, todas las cosas minerales, sólo aparecieron durante el período terrestre. Y así es como lo que llamamos materia mineral entró por primera vez en el hombre durante el período terrestre. El hombre no tenía nada de mineral en los antiguos tiempos de Saturno, del Sol y de la Luna. Tampoco era todavía un ser que dependiera de pasar su existencia en la tierra, sino que el hombre era un ser que, por su constitución, ya pertenecía a todo el cosmos. Antes de que la luna surgiera fuera de la tierra, y antes de que el mineral se desarrollara en su colorido dentro de la tierra, el ser humano en realidad aún no era apto para la tierra. Si se puede expresar de esta manera: Definitivamente lo que debía ocurrir con el ser humano, fue una decisión de los seres espirituales que guían la evolución de la tierra: ¿Debía ser trasladado a la tierra o debía pasar su existencia fuera de la misma? Y se podría decir que los seres que guían el desarrollo de la humanidad decidieron que la luna fuera separada, pero con ello cambió toda la tierra y con ella el hombre. Al separar esta burda materia lunar, el hombre alcanzó un tipo de organización que hizo posible que se convirtiera en un ser terrestre. Gracias a este acontecimiento de la salida de la luna y de la incorporación del reino mineral a la tierra, el hombre se convirtió en terrestre. Esto proporcionó al hombre básicamente su peso terrenal, su gravedad. Pero nunca habría llegado a ser un ser capaz de libertad si no hubiera recibido este peso terrenal. En cierto sentido, el hombre no era aún una personalidad. Se convirtió en personalidad cuando las fuerzas que iban a formar su cuerpo se contrajeron. Y lo hicieron a raíz de la salida de la luna y de la incorporación del reino mineral. El ser humano se convirtió así en una personalidad y, por tanto, accesible a la libertad.
Este desarrollo del ser humano en la tierra a partir de la salida de la luna, tuvo lugar a lo largo de las más diversas etapas desde la separación. Y se puede decir: mientras no había ocurrido otra cosa que la salida de la luna, el hombre tenía realmente la posibilidad de tener imágenes de la antigua clarividencia desde todo su organismo, desde su ser anímico-corporal.
Esta capacidad de tener imágenes de la antigua clarividencia no le fue arrebatada al hombre por la salida de la luna. El hombre veía el mundo en imágenes, como hemos descrito a menudo. Si no hubiera ocurrido nada más, el hombre seguiría viviendo hoy en este mundo de imágenes. Pero sabemos que el desarrollo prosiguió. El hombre no ha permanecido atado a la tierra. En cierta medida, el hombre fue llevado de nuevo a una involución, que alcanzó su punto culminante en el siglo XIX. Lo he descrito repetidamente en las últimas conferencias. Pero ya en la antigüedad sucedió que el hombre, aunque ahora como hombre metabólico, se hubiera vuelto pesado sobre la tierra, en otro sentido como hombre cefálico, estaba capacitado, se podría decir para existir cósmicamente. El hombre desarrolló su intelecto. Las imágenes de la antigua clarividencia se condensaron en este intelecto hasta el siglo IV de nuestra era. Sólo entonces, y sobre todo a partir del siglo XV, el intelecto humano se volvió cada vez más sombrío y tenebroso.
Ya ven, esto es lo que subyace en la realidad de la evolución humana en la tierra, y de lo cual, hoy en día son muy conscientes un gran número de aquellas personas que frenan a la humanidad para que no acepte el conocimiento científico-espiritual. Porque también hay quienes son los aliados conscientes del giro de la existencia humana terrena. Hoy en día ya no es necesario desanimarse por descripciones de este tipo. Pues descripciones de este tipo, están detrás de lo que todavía hoy dicen muchas personas, que poseen todavía cierta conciencia de tales cosas de las antiguas tradiciones, que poseen las antiguas tradiciones, y que quisieran rodear estas antiguas tradiciones con un cierto velo de misterio. Nuestra evolución humana en la tierra no es como para seguir cubierta con el velo del misterio; y por grande que sea la resistencia del lado hostil, hay que decir las cosas, pues, como digo una y otra vez, es un asunto serio el que se le presenta a la humanidad en la aceptación o rechazo del conocimiento científico espiritual. Aquí no se trata de algo a partir de lo cual podrían tomarse decisiones que sólo podrían estar relacionadas con una simpatía o antipatía indiferente, sino que se trata de algo que interviene definitivamente en toda la estructura del cosmos. De lo que aquí se trata es de si la humanidad quiere decidirse en el tiempo presente, a crecer gradualmente en aquello que los espíritus buenos, que quieren conectar con los seres humanos, bajan del universo, o si la humanidad quiere buscar más existencia cósmica en la tela de araña de sus propios pensamientos, meramente sombríos, enredándose en ellos. Hoy no basta con señalar la necesidad del conocimiento científico espiritual en fórmulas abstractas, sino que es necesario mostrar cómo los pensamientos se convierten en realidades. Eso es lo terrible de todos los teósofos abstractos que aparecen, que ponen ante la gente abstracciones tales como: «Los pensamientos más tarde se convierten en realidades»: Pero no se les ocurre presentar el alcance total, el alcance concreto del asunto. Y este alcance concreto del asunto es éste: que los pensamientos intelectuales, sombríos, que los hombres tejen interiormente hoy, un día cubrirán la tierra como una tela de araña, y que los hombres quedarán enredados en esta tela de araña si no quieren sobresalir de estos pensamientos sombríos.
Y el camino de la elevación, queridos amigos, ya fue trazado. Debemos tomarnos muy en serio cosas como el pensamiento con el que concluí mis conferencias sobre el color el domingo pasado, en las que dije que se trata de sacar el conocimiento del color de la física abstracta, de llevar realmente el conocimiento del color a un ámbito en el que la imaginación, el sentimiento del artista que comprende el ser del color y una visión espiritual-científica del mundo trabajen conjuntamente. Hemos visto cómo se pueden captar los seres de color y el ser de color, cómo se puede elevar lo que la física hunde en lo ahrimánico con sus terribles dibujos, cómo se puede elevar lo artístico de modo que se pueda fundar realmente una teoría del color, que, sin embargo, está muy alejada de los hábitos de pensamiento de la ciencia actual, pero que ciertamente puede ser una base para la creación artística si el hombre penetra en ella. Tales pensamientos deben tomarse en serio.
Y otra reflexión debe tomarse en serio. ¿Qué estamos viviendo hoy en todo el mundo civilizado? Nuestros jóvenes son enviados a clínicas y facultades de ciencias donde se les enseña sobre el ser humano. Aprenden sobre el sistema óseo humano y el ser humano en general en su organismo a través del cadáver. Aprenden a construir lógicamente el organismo humano en pensamientos abstractos.
Pero, queridos amigos, ésta no es la manera de conocer al hombre, ésta es la manera de conocer sólo los aspectos minerales del hombre. Sólo a través de esta ciencia se aprende del hombre lo que tiene sentido desde la salida de la luna hasta el regreso de la luna, y lo que se transforma en seres araña a partir de los pensamientos araña del presente. Hay que preparar un conocimiento que capte al hombre de otra manera, y esto sólo se puede preparar cuando la ciencia se eleva a la contemplación artística, cuando se admite: Sí, la ciencia, tal como se entiende hoy, puede llegar hasta cierto punto: hasta lo mineral en el reino mineral, en el reino vegetal, en el reino animal, en el reino humano. Pero incluso en el reino vegetal la ciencia debe transformarse en arte, y más aún en el reino animal. Querer captar una forma animal, querer comprenderla como lo hacen los anatomistas o los fisiólogos - ¡un disparate! Y hasta que no se admita a sí mismo que es un disparate, el intelecto sombrío no podrá transformarse en una captación espiritual viva del mundo. Lo que hoy se enseña a nuestros jóvenes en forma tan lúgubremente abstracta, cuando llegan a las universidades, debe salir por todas partes hacia la comprensión artística. Pues lo que nos rodea como naturaleza crea artísticamente. Y hasta que no comprendamos que lo que nos rodea en la naturaleza es creación artística y sólo puede captarse con conceptos artísticos, no podrá entrar en nuestra cosmovisión ninguna salvación. Debe arraigar la idea de que las cámaras de tortura de los castillos medievales, en las que se introducía a las personas en la «doncella de hierro» y luego se las penetraba con pinchos, son sólo la reminiscencia de un procedimiento físicamente algo más vívido, pero es el mismo procedimiento que se lleva a cabo cuando se presenta la anatomía y la fisiología a los jóvenes de nuestro tiempo y se les dice que comprenden algo de la naturaleza del hombre. No, no comprende más que algo que ha sido producido por un elemento anímico-espiritual de tortura: comprende al hombre descarnado, al hombre mineralizado, a esa parte del hombre que un día se tejerá en el revestimiento de araña de la tierra.
¡Acaso no es duro que el poder de la civilización actualmente esté contra aquellos que consideran los pensamientos más verdaderos, aquello que está más profunda e íntimamente conectado con la salvación del desarrollo humano, con toda la misión del desarrollo humano en el mundo, como si fuera una locura! Es trágico, y hay que visualizar esta tragedia. Porque sólo si uno visualiza esta tragedia ante la mirada del alma, se despertará tal vez la decisión real de entrar en este lugar tanto como se pueda, para que el intelecto, que se ha vuelto sombrío, encuentre la posibilidad de dejar entrar en el mundo espiritual desde lo sobrenatural, para que este intelecto sombrío se haga apto para aquello en lo que ha de entrar. Este intelecto sombrío no debe ser empujado de nuevo a lo subvegetal, al crecimiento de la araña que se extiende sobre la tierra, sino que el hombre debe ser elevado cuando un día las mujeres ya no sean fértiles, cuando haya llegado el octavo milenio, cuando la luna se reúna con la tierra. Entonces quedará atrás lo terrenal, aquello que el hombre sólo tiene que dirigir desde fuera como apoyo, pero que no tiene que llevar consigo a la existencia cósmica. El hombre debe prepararse para que no tenga que hacerse uno con aquello que un día debe desarrollarse de esta manera en la superficie de la tierra. Pues así como el hombre fue atraído de la existencia preterrenal a esta existencia terrenal, así como con la salida de la luna se produjo el nacimiento físico, el nacimiento del hombre a partir de la mujer, así también volverá a ocurrir lo que ya no es el nacimiento del hombre a través de la mujer, pues eso es sólo un episodio temporal en todo el desarrollo cósmico; Este es el episodio que ha de traer al hombre el sentimiento de la libertad, la conciencia de la libertad, la unidad de la individualidad y de la personalidad, un episodio que no debe ser despreciado, un episodio que era necesario en todo el progreso cósmico, pero es algo a lo que no hay que aferrarse. Y el hombre no debe permitirse la comodidad de mirar a lo divino meramente abstracto, sino que debe mirar concretamente a lo que está relacionado con su desarrollo. Sólo puede llegar a una verdadera revitalización interior de todo su ser espiritual y anímico captando este gran período de tiempo, pero en su forma concreta de desarrollo, a través del cual pasa a sus sucesivas vidas terrenas.
Eso es lo que nos dice hoy la verdadera ciencia espiritual. Las cosas están chocando. Hoy la voluntad amenaza con ser expulsada de la espiritualidad, con unirse a la tela de araña de la tierra; esta voluntad vive conscientemente en personas concretas porque creen que encontrarán su razón de ser en ello si sólo se educan espiritualmente y dejan a los demás en la ignorancia. Para la mayoría, sin embargo, la situación es tal que viven ignorantemente, que en el fondo no tienen ni idea del terrible destino terrenal al que se acercan al asociarse a lo que una antigua ciencia espiritual llamaba los dieciséis caminos de la ruina humana. Porque, mis queridos amigos, así como hay múltiples maneras de volverse con el intelecto sombrío hacia lo que puede venir como un mensaje del mundo espiritual, así también hay, por supuesto, variaciones, variantes del intelecto sombrío, a fin de conectarse con las criaturas arácnidas que en el futuro girará alrededor de la tierra a través de esta actividad intelectual. El intelecto regirá entonces objetivamente en los diversos miembros que tendrá esta criatura arácnida, que se tejerán unos con otros, que se entrelazarán, y que en este entrelazamiento, en estos entrelazamientos recíprocos similares a una vara de mercurio, producirán las formas más maravillosas, ingeniosas, espirituales, -en el sentido de la palabra espiritual de hoy-. Pero cuando el hombre vuelva a comprender lo artístico desde dentro, podrá comprender lo supra-mineral, lo que se expresa en la formación de la planta.
Véase cuán sintomático es en el desarrollo de la humanidad que Goethe encontrara la doctrina de la metamorfosis, él que tenía inclinaciones artísticas. Todos los pedantes que le rodeaban la consideraban diletantismo, y los pedantes siguen considerándola diletantismo hoy en día. En Goethe, sin embargo, la visión artística del mundo, el sentido claro en general, se combinaba con la visión que ya ve a la propia naturaleza como artística. Aún no había llegado al punto de poder ver al animal más allá de la forma de las vértebras, los huesos del cráneo. Esta maravillosa transformación de una existencia humana anterior, que forma el resto del cuerpo en la forma de la cabeza, esta maravillosa transformación artística de los huesos longitudinales en los huesos esféricos, eso es lo que, cuando se ve realmente a través, da una verdadera penetración interior de la diferencia entre el resto de la forma humana y la cabeza. Esto es lo que hay que tener si se quiere conectar plásticamente la cabeza humana con el resto del organismo humano.
Pero ésta es al mismo tiempo, al igual que el arte, la verdadera ciencia, pues toda ciencia que no se eleva a este arte es una ciencia engañosa, es una ciencia que hunde al hombre en la desgracia cósmica. De modo que vemos efectivamente cómo, por una parte, una verdadera ciencia espiritual apunta a una realización artística. Esto vivía, me gustaría decir como un himno, en el alma de Goethe cuando ya en 1780 escribió su himno en prosa «Naturaleza»: «Naturaleza, estamos rodeados y abrazados por ella... «El conjunto teje tal red de imaginación que podría decirse que es como el desarrollo de un anhelo de absorber seres espirituales de todo el universo. Sí, el desarrollo ulterior de estos pensamientos, que viven en el himno en prosa «Naturaleza» de Goethe, el desarrollo ulterior de estos pensamientos proporcionaría un lugar para aquellos seres que quisieran bajar del cosmos extraterrestre. Pero lo que se desarrolló en el transcurso del siglo XIX, estos terribles conceptos tortuosos de la fisiología humana, de la biología, de los sistemas vegetales, etc., que en el fondo no tienen nada que ver con lo que es la vida vegetal real, que pudimos señalar de nuevo en nuestra observación de los colores, todos estos conceptos carentes de arte, son lo que no puede dar conocimiento, lo que no puede llegar al ser humano. Por lo tanto, lo que hoy se considera ciencia es esencialmente un producto de Ahrimán, algo que lleva al hombre a la ruina terrenal, algo que no le permite entrar en la esfera que, me gustaría decir, le han traído los seres extraterrenos desde el último tercio del siglo XIX.
Cultivar la ciencia espiritual, queridos amigos, no es sólo algo abstracto, cultivar la ciencia espiritual significa al mismo tiempo abrir las puertas a las influencias ultraterrenas que quieren entrar en la Tierra desde el último tercio del siglo XIX. Cultivar la ciencia espiritual es un verdadero acontecimiento cósmico; sólo debemos tomar conciencia de ello.
Así que podemos decir: podemos ver el período que va desde la salida de la luna hasta el regreso de la luna. Esta luna, que refleja la luz del sol, como decimos, tiene en realidad una profunda relación con nuestra existencia. Se ha separado de la tierra para que el hombre pueda ser libre en la tierra. Pero el hombre ha de aprovechar este tiempo para no entregar a la luna el material que pueda unirse a la existencia lunar dentro de la tierra cuando la luna haya regresado de nuevo, en ese nuevo reino de la naturaleza, del que ahora os he presentado algunas cosas de forma un tanto descriptiva.
Se podría decir que a veces la gente de hoy ya tiene una premonición de lo que está por venir. No sé con qué sentido la gente ha leído lo que Nietzsche describe en su «Zaratustra» en el capítulo sobre el hombre más feo del valle de la muerte. Es una conmovedora descripción trágica. Nietzsche, por supuesto, no tenía ni idea del valle de la muerte en el que se transformará la existencia terrenal cuando este crecimiento arácnido del que he hablado cubra la tierra. Pero en la época en que surgió la fantasía de Nietzsche sobre este valle de la muerte, algo de esta imagen del futuro vivía en él subconscientemente, y entonces colocó al ser humano más feo en este valle de la muerte. Es algo así como una premonición de cómo los seres humanos, si siguen cultivando sus pensamientos sombríos, un día serán llevados como las figuras más feas por la existencia de la luna que se hunde en la tierra, para caer en este enjambre de arañas como los seres humanos más feos y unirse a él.
¿De qué serviría mantener estas cosas en secreto hoy en día, que es lo que mucha gente quiere? Significaría arrojar arena a los ojos de la gente. Una gran parte de lo que hoy se difunde como espiritualidad no significa en el fondo más que echar arena en los ojos de la gente. A veces te encuentras con personas que se dan cuenta de lo que significa tomarle el pelo a la gente, no entender un solo acontecimiento histórico tal y como es en realidad. ¿Cuánta gente hay hoy en día que se dé cuenta de que en nuestros días se están produciendo acontecimientos de importancia fundamental? Ya he llamado la atención sobre tales cosas. ¿Cuánta gente quiere profundizar en ellas? La gente quiere cerrar los ojos ante estas cosas, quiere decir: Bueno, las cosas no tienen esta importancia. Pero los signos están ahí y deben ser comprendidos por la gente.
Esto, queridos amigos, es lo que quería añadir a mis reflexiones sobre el mundo del color y sobre la conexión entre el hombre y el cosmos extraterrestre. Continuaremos estas reflexiones en el futuro.
Traducido por J.Luelmo jul,2022
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