CAPÍTULO XVII
Quien desee evaluar la acción de las sustancias terapéuticas debe tener un ojo para los efectos que surgen cuando una sustancia es introducida de alguna manera en el organismo humano, y que muestra ciertas fuerzas y actividades externas a éste.
Un ejemplo clásico lo encontramos en el ácido fórmico. Aparece en el cuerpo de las hormigas como una sustancia corrosiva que causa inflamación. Aquí aparece como producto de la excreción. El organismo animal debe producirlo para poder realizar sus actividades adecuadamente. La vida reside en la actividad excretora. Una vez que se ha producido, la excreción ya no tiene una tarea dentro del organismo. Debe ser excretada. El Ser de un organismo no reside en sus sustancias, sino en su acción. El organismo no es un conglomerado de materia, es una actividad. La materia lleva en sí el estímulo de la actividad. Una vez que ha perdido este estímulo, ya no tiene sentido para la organización.
También en el organismo humano se produce ácido fórmico. Allí, sin embargo, tiene su importancia. Sirve a la organización del yo. El cuerpo astral separa las partes, que tienden a quedar sin vida, de la sustancia orgánica. La organización del yo necesita esta transición de la sustancia orgánica al estado sin vida. Pero lo que necesita es el proceso de transición, no el resultado. Una vez que se ha producido la sustancia que está en camino al estado sin vida, se convierte en una carga dentro del organismo. Hay que separarla directamente o disolverla para eliminarla indirectamente.
Si algo que debe ser disuelto no se disuelve, se acumula en el organismo y entonces puede constituir una base para las condiciones de gota o reumatismo. En este caso, el ácido fórmico que surge dentro del organismo humano puede actuar como disolvente. Si se produce la cantidad necesaria de ácido fórmico, el organismo eliminará aquellos productos que tienden al estado sin vida de manera correcta. Si la fuerza para crear ácido fórmico es demasiado débil, surgen las afecciones reumáticas y gotosas. Al introducir el ácido fórmico en el organismo desde el exterior, lo apoyamos, dándole lo que no es capaz de crear por sí mismo.
Aprendemos a reconocer estos modos de acción comparando una sustancia con otra con respecto a la forma en que siguen actuando en el organismo humano. Tomemos como ejemplo el ácido oxálico. Bajo ciertas condiciones se convierte en ácido fórmico. La acción de este último representa una metamorfosis del ácido oxálico. El ácido oxálico es una excreción de la planta, al igual que el ácido fórmico lo es del animal. La creación del ácido oxálico en el organismo vegetal es una actividad análoga a la del ácido fórmico en el animal, lo que significa que la creación del ácido oxálico corresponde al dominio de lo etérico, y la creación del ácido fórmico al dominio de lo astral. Las enfermedades que se manifiestan en estados reumáticos y gotosos deben atribuirse a una acción deficiente del cuerpo astral. Hay otras afecciones que se presentan de manera que las causas, que en la gota y el reumatismo provienen del organismo astral, se encuentran más atrás en el organismo etérico. En este caso, no sólo surgen congestiones de fuerzas hacia el astral, que dificultan y obstruyen la organización del yo, sino también efectos retardatarios en el etérico, que la organización astral es incapaz de superar. Estos efectos se manifiestan en la actividad lenta del bajo vientre, en la ralentización de la actividad del hígado y del bazo, en los depósitos pétreos de hiel y similares. Si se da ácido oxálico en estos casos, la actividad del organismo etérico se apoya de forma adecuada. A través del ácido oxálico se refuerza el cuerpo etérico; porque esa fuerza de la organización del yo es transformada por este ácido en una fuerza del cuerpo astral que entonces tiene un efecto reforzado sobre el cuerpo etérico.
A partir de estas observaciones, podemos aprender a reconocer los efectos curativos de diversas sustancias en el organismo. El estudio puede comenzar con la vida vegetal. En la planta, la actividad física está impregnada de lo etérico. Al estudiar la planta, aprendemos a reconocer cuánto se puede lograr por medio de la actividad etérica. En el organismo animal-astral, esta actividad se traslada al astral. Si como actividad etérica es demasiado débil, puede fortalecerse añadiendo a ella la actividad etérica de un producto vegetal, introducido en el cuerpo. La naturaleza animal constituye la base del organismo humano. Por lo tanto, se puede considerar lo mismo que el animal, dentro de ciertos límites, en lo que respecta a la interacción entre los cuerpos etérico y astral del ser humano.
Mediante el uso de sustancias terapéuticas del reino vegetal, podremos así remediar una relación perturbada entre las actividades etéricas y astrales. Pero tales medicamentos no serán suficientes cuando algo en la organización física, etérica y astral del hombre esté perturbado, en relación con la interacción con la organización del yo. La organización del yo debe dirigir su actividad a los procesos que tienden a convertirse en minerales.
Por lo tanto, en estas condiciones de enfermedad, sólo las sustancias minerales serán útiles como remedios. Para conocer los efectos curativos de un mineral, debemos descubrir hasta qué punto la sustancia puede descomponerse, ya que en el organismo el mineral introducido desde el exterior debe primero descomponerse y luego volver a construirse en una nueva forma por las fuerzas orgánicas del cuerpo. La influencia curativa debe consistir en este proceso de descomposición y construcción. El resultado debe estar en la dirección de que una actividad deficiente del organismo sea asumida por la actividad del medicamento administrado.
Tomemos el caso de la menorragia. Aquí el poder de la organización del YO se debilita. Se gasta unilateralmente en la formación de la sangre. Queda muy poco de él para el poder de absorber la sangre en el organismo. El camino que deberían seguir las fuerzas del organismo que se inclinan hacia el reino sin vida, se acorta indebidamente porque estas fuerzas trabajan con demasiada violencia. Se agotan a mitad de camino.
Podemos acudir en su ayuda administrando calcio en alguna combinación al organismo. El calcio coopera en la producción y formación de la sangre. La actividad del ego queda así liberada de esta esfera y puede volcarse en la absorción de la sangre.
Traducido por J.Luelmo junio2021
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