GA027-8 Actividades dentro del organismo humano -Diabetes Mellitus -

 volver al ciclo completo  

CAPÍTULO VIII


En todos sus miembros, el organismo humano despliega actividades que sólo pueden tener su origen en el propio organismo. Todo lo que se recibe del exterior, o bien sólo debe proporcionar la ocasión para que el organismo despliegue sus propias actividades, o bien su actividad en el cuerpo debe ser tal que la actividad extraña no pueda distinguirse de una actividad interna del cuerpo una vez que ha penetrado en él.

El alimento esencial del hombre contiene, por ejemplo, hidratos de carbono. Hasta cierto punto, éstos son similares al almidón. Como tales son sustancias que despliegan su actividad en la planta. Entran en el cuerpo humano en el estado que pueden alcanzar en la planta. En este estado el almidón es un cuerpo extraño. El organismo humano no desarrolla ninguna actividad que esté en la dirección de lo que el almidón puede desarrollar como actividad en el estado en el que entra en el cuerpo. Por ejemplo, lo que se desarrolla en el hígado humano como una sustancia similar al almidón (glucógeno), es algo diferente del almidón vegetal. Por otro lado, el azúcar de uva es una sustancia que estimula actividades de naturaleza similar a las del cuerpo humano. Para desarrollar un efecto que desempeñe un papel real en el cuerpo, primero debe transformarse. Se transforma en azúcar por la actividad de la ptialina en la boca.

Las proteínas y las grasas no son alteradas por la ptialina. Para empezar, entran en el estómago como sustancias extrañas. Aquí las proteínas son transformadas de tal manera por la pepsina gástrica secretada que surgen productos de descomposición hasta llegar a los péptidos. Los péptidos son sustancias cuyos impulsos de acción coinciden con los del organismo. La grasa, por otra parte, también permanece sin cambios en el estómago. Sólo se modifica cuando entra en contacto con la secreción pancreática, donde da lugar a sustancias que aparecen al examinar el organismo muerto como glicerina y ácidos grasos.

Ahora bien, la transformación del almidón en azúcar continúa durante todo el proceso de la digestión. La transformación del almidón también tiene lugar a través del jugo gástrico si no ha sido ya realizada por la ptialina.

Cuando la transformación del almidón se lleva a cabo por la ptialina, el proceso se sitúa en el límite de lo que tiene lugar, en el hombre, en el dominio referido en el segundo capítulo como la organización del ego. Es en este dominio donde tiene lugar la primera transformación de los materiales recibidos en el cuerpo humano desde el mundo exterior. La glucosa es una sustancia que puede actuar en la esfera de la organización del ego. A ella le corresponde el sabor de la dulzura, que tiene su ser en la organización del yo.

Si el azúcar se produce a partir del almidón a través del jugo gástrico, esto demuestra que la organización del yo penetra en la región del sistema digestivo. Para la experiencia consciente, la sensación de sabor dulce está ausente en este caso; sin embargo, lo mismo que ocurre en la conciencia -en el dominio de la organización del ego- mientras se experimenta la sensación "dulce", penetra ahora en las regiones inconscientes del cuerpo humano, donde la organización del ego se vuelve activa.

Ahora, en las regiones inconscientes, entra en juego el cuerpo astral, en el sentido explicado en el capítulo II. El cuerpo astral se activa cuando el almidón se transforma en azúcar en el estómago.

El hombre sólo puede ser consciente a través de aquello que actúa en su organización del yo de tal manera que ésta no se vea abrumada o perturbada por nada, sino que pueda desplegarse plenamente. Este es el caso en el dominio donde se encuentran las influencias de la ptialina. En el ámbito de las influencias de la pepsina, el cuerpo astral abruma a la organización del ego. La actividad del ego se sumerge en el astral. Así, en la esfera de la sustancia material, podemos rastrear la organización del ego por la presencia del azúcar. Donde hay azúcar, está la organización del ego; la organización del ego surge donde surge el azúcar para dirigir la materia subhumana (vegetativa y animal) hacia lo humano.

Ahora el azúcar aparece como producto de la excreción en la diabetes mellitus. Aquí la organización del ego aparece en el cuerpo humano en una forma tal que funciona destructivamente. Si lo observamos en cualquier otra región de su actividad, encontramos que la organización del ego se sumerge en el astral. El azúcar, consumido directamente, está en la organización del ego. Allí induce el sabor dulce. El almidón, consumido y transformado en azúcar por la ptialina o en el jugo gástrico, revela la acción en la boca o en el estómago, del cuerpo astral trabajando con la organización del ego y sumergiendo a esta última.

Sin embargo, el azúcar también está presente en la sangre. La sangre, al circular con su contenido de azúcar, lleva la organización del ego por todo el cuerpo. Pero allí, mediante el funcionamiento del organismo humano, la organización del yo se mantiene en equilibrio en todas partes. En el capítulo II vimos cómo el ser humano contiene, además de la organización del ego y el cuerpo astral, el cuerpo etérico y el físico. Éstos también toman la organización del ego y la retienen en sí mismos. Mientras esto sea así, el azúcar no se segrega en la orina. Cómo es capaz de vivir la organización del ego que lleva el azúcar, se muestra mediante procesos en el organismo ligados al azúcar.


En un hombre sano el azúcar sólo puede aparecer en la orina si se consume muy copiosamente como azúcar, o si se consume demasiado alcohol. El alcohol entra directamente en los procesos del organismo sin productos intermedios de transformación. En ambos casos el proceso del azúcar aparece de forma independiente como tal, junto a las demás actividades del ser humano.


En la diabetes mellitus el caso es el siguiente: la organización del ego, al sumergirse en el reino astral y etérico, está tan debilitada que ya no puede cumplir eficazmente su acción sobre la sustancia azúcar. El azúcar sufre entonces los procesos en los reinos astral y etérico que deberían tener lugar en la organización del ego


La diabetes se ve agravada por todo lo que aleja a la organización del ego y perjudica su penetración efectiva en las actividades corporales: la sobreexcitación que se produce no una vez sino repetidamente; el sobreesfuerzo intelectual; las predisposiciones hereditarias que dificultan la coordinación normal de la organización del ego con el cuerpo en su conjunto. Al mismo tiempo y en relación con estas cosas, se producen en el sistema de la cabeza procesos que deberían ser propiamente paralelos a los procesos que acompañan a la actividad del alma y del espíritu; se salen de su verdadero paralelismo porque esta última actividad tiene lugar demasiado lentamente o demasiado rápidamente. Es como si el sistema nervioso pensara independientemente al lado del ser humano pensante. Ahora bien, esta es una actividad que el sistema nervioso sólo debería realizar durante el sueño. En el diabético, una forma de sueño en las profundidades del organismo corre paralela al estado de vigilia. De ahí que en el curso posterior de la enfermedad se produzca una degeneración mórbida de la sustancia nerviosa. Es una consecuencia de la deficiente penetración de la organización del yo.


La formación de forúnculos es otro síntoma colateral en la diabetes. Los forúnculos surgen por una actividad excesiva en el dominio de lo etérico. La organización del ego falla donde debería trabajar. La actividad astral no puede desplegarse porque en ese lugar sólo tiene poder cuando está en armonía con la organización del ego. El resultado es un exceso de actividad etérica que se revela en la formación de forúnculos.

De todo esto vemos que un verdadero proceso de curación de la diabetes mellitus sólo puede iniciarse si estamos en condiciones de fortalecer la organización del ego del paciente.


traducido por J.Luelmo junio2021






No hay comentarios:

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919