GA016 Quinta meditación: En la cual se intenta formar una idea del Cuerpo Astral

 UN CAMINO HACIA EL AUTO-CONOCIMIENTO

Por Rudolf Steiner

Quinta meditación   En la cual se intenta formar una idea del Cuerpo Astral

Cuando a través de nuestro cuerpo elemental experimentamos un mundo suprasensible circundante, nos sentimos menos separados de ese mundo de lo que lo estamos del entorno físico estando en nuestro cuerpo físico. Y, sin embargo, guardamos una relación con ese entorno suprasensible, que puede expresarse diciendo que llevamos adheridas ciertas sustancias del mundo elemental en forma de cuerpo elemental, del mismo modo que en el mundo físico exterior llevamos adheridas algunas de sus materias y fuerzas en la forma de nuestro cuerpo físico. Observamos que esto es así cuando queremos orientarnos en el mundo suprasensible fuera del cuerpo físico. 

Puede ocurrir que tengamos ante nosotros algún hecho o ser del mundo suprasensible. Puede estar ahí, y podemos contemplarlo, pero no sabemos lo que es. Si somos lo suficientemente fuertes, podemos ahuyentarlo, pero sólo volviéndonos de regreso al mundo de los sentidos mediante la concentración enérgica en nuestras experiencias en ese mundo. Sin embargo, no podemos comparar el ser o el hecho percibido con otros seres o hechos mientras sigamos permaneciendo en el mundo suprasensible. Y, sin embargo, sólo así podríamos formarnos una estimación correcta de lo contemplado. Por tanto, nuestra "visión" en el mundo suprasensible puede limitarse a la percepción de cosas individuales sin la facultad de pasar libremente de una cosa a otra. En tal caso, nos sentimos atados a esa única cosa.

Ahora busquemos la razón de esta limitación. La razón sólo se puede encontrar cuando, a través de un mayor desarrollo interior, la vida de nuestra alma se ha fortalecido aún más y llegamos a un punto en el que esta limitación ya no existe. Y entonces descubriremos que la razón por la que no podíamos pasar de una cosa a otra se encuentra en nuestra propia alma. Aprendemos que la visión en el mundo suprasensible difiere en ese particular de la percepción en el mundo de los sentidos. Uno puede, por ejemplo, en el mundo físico, ver todas las cosas visibles cuando se tiene una vista sana. Si uno ve una cosa, también puede, con los mismos ojos, ver todas las demás cosas. Esto en el mundo suprasensible no es así. Uno puede tener el órgano de percepción suprasensible desarrollado de tal manera que puede experimentar tal o cual hecho, pero si se quiere percibir otro hecho, nuestro propio órgano debe ser desarrollado especialmente para este propósito. Tal desarrollo le da a uno la sensación de que un órgano ha despertado a una región particular del mundo suprasensible. Uno se siente como si su cuerpo elemental estuviera, con respecto al mundo suprasensible, como en una especie de sueño y como si tuviera que ser despertado respecto a cada cosa particular. En efecto, se puede hablar de estar dormido y de estar despierto en el mundo elemental; pero no son estados alternativos como en el mundo físico. Son estados que existen en el hombre simultáneamente. Mientras no hayamos alcanzado ninguna facultad para la experiencia a través de nuestro cuerpo elemental, ese cuerpo está dormido. Siempre llevamos este cuerpo con nosotros, pero es un cuerpo dormido. Con el fortalecimiento de la vida de nuestra alma comienza el despertar, pero al principio sólo para una parte del cuerpo elemental. Cuanto más despertamos nuestro ser elemental, más profundamente penetramos en el mundo elemental.

En el propio mundo elemental no hay nada que pueda ayudar al alma a producir este despertar. Por mucho que se contemple, una cosa percibida no aumenta la posibilidad de percibir otra cosa. En el mundo suprasensible el Alma no puede alcanzar el libre movimiento, nada que se encuentre en el entorno elemental puede ayudarle a ello. Cuando continuamos los ejercicios para fortalecer el alma, alcanzamos cada vez más este poder de movimiento en regiones particulares. A través de todo esto nuestra atención es atraída hacia algo en nosotros mismos, que no pertenece al mundo elemental, sino que se descubre dentro de nosotros a través de nuestra experiencia de ese mundo. Nos sentimos como seres particulares en el mundo suprasensible, que parecen ser los gobernantes, directores y maestros de sus cuerpos elementales, y que, poco a poco, despiertan estos cuerpos a la conciencia suprasensible.

Una vez que hemos llegado tan lejos, nos invade un sentimiento de intensa soledad. Nos encontramos en un mundo elemental en todas las direcciones; sólo nos vemos a nosotros mismos dentro del interminable espacio elemental como seres que no pueden encontrar en ninguna parte a sus iguales. No es que todo desarrollo a la clarividencia deba conducir a esta temible soledad, pero cualquiera que conscientemente y por su propio esfuerzo adquiera un fortalecimiento de su alma, se encontrará con ella. Y si sigue a un maestro que le da indicaciones paso a paso para avanzar en su desarrollo, tendrá que darse cuenta, quizás tarde, pero algún día, de que su maestro le ha dejado completamente solo, y que está abandonado a la soledad en el mundo elemental. Sólo después comprenderá que se vio obligado a dejarle depender de sí mismo, ya que la necesidad de tal autosuficiencia se había de afirmar.

En esta etapa de la peregrinación del alma, el alumno se siente exiliado en el mundo elemental. Pero si a través de sus ejercicios interiores se ha despertado en él una fuerza suficiente, puede seguir adelante. Puede comenzar a ver surgir un nuevo mundo - no en el mundo elemental, sino dentro de sí mismo - un mundo que no es uno ni con el mundo físico ni con el elemental. Para este alumno, un segundo mundo suprasensible se añade al primero. Este segundo mundo suprasensible es al principio un mundo completamente interior. El alumno siente que lo lleva dentro de sí mismo y que está solo con él. Para comparar este estado con cualquier cosa del mundo de los sentidos, tomemos el siguiente caso. Alguien ha perdido a todos sus seres queridos a causa de la muerte y ahora sólo lleva el recuerdo de ellos en su alma. Ellos viven para él sólo como sus pensamientos. Justo así es en el segundo mundo suprasensible. El hombre está en este segundo mundo suprasensible de tal manera que lo lleva dentro de sí; pero sabe que está excluido de su realidad. Sin embargo, siente que esta realidad dentro de su alma, cualquiera que sea, es algo mucho más real que lo que en el mundo de los sentidos llamamos recuerdos. Este mundo suprasensible vive una vida independiente dentro de la propia alma. Todo lo que hay es un anhelo de salir del alma y llegar a otra cosa. Así, uno siente un mundo dentro de sí mismo, pero un mundo que no quiere permanecer allí. Esto produce una sensación como de estar desgarrado por cada detalle separado de ese mundo. Uno puede llegar a un punto en el que estos detalles se liberan, en el que rompen algo que parece una cáscara y se escapan del alma. Entonces uno puede sentirse más pobre por todo lo que se ha desprendido del alma.

Ahora es cuando se aprende que aquella parte de la realidad suprasensible en el alma que se puede amar por sí misma, y no simplemente porque está en la propia alma, se comporta de una manera particular. Aquello que se puede amar profundamente no se desprende del alma; ciertamente, no sale a la fuerza del alma, sino la lleva consigo. Lleva al alma a esa región donde vive en su verdadera realidad. Se produce una especie de unión con la verdadera esencia, ya que hasta ahora uno sólo llevaba dentro de sí algo parecido a un reflejo de esta esencia real. Sin embargo, el amor aquí mencionado debe ser del tipo que se experimenta en el mundo suprasensible. En el mundo de los sentidos uno sólo puede prepararse para tal amor. Y esta preparación tiene lugar cuando uno fortalece su capacidad de amar en el mundo de los sentidos. Cuanto mayor sea el amor del que uno es capaz en el mundo físico, más de esta capacidad queda para el mundo suprasensible. Con respecto a las entidades individuales del mundo suprasensible, esto funciona de la siguiente manera. No se puede, por ejemplo, entrar en contacto con aquellos seres suprasensibles reales que están conectados con las plantas del mundo físico si no se aman las plantas en el mundo de los sentidos, y así sucesivamente. Sin embargo, puede surgir muy fácilmente un error con respecto a tales cosas. Puede suceder que alguien, en el mundo físico, pase por alto el reino vegetal con total indiferencia y, sin embargo puede estar oculta en el alma, una afinidad inconsciente por ese reino. Más tarde, al entrar en el mundo suprasensible, este amor puede despertarse.

Pero la unión con los seres del mundo suprasensible no depende sólo del amor. Otros sentimientos, como, por ejemplo, el respeto y la reverencia, que el alma puede tener por un ser cuando siente por primera vez que surge en ella la imagen de este ser, tienen el mismo efecto. Sin embargo, estas cualidades serán siempre las que deben ser consideradas como pertenecientes a las cualidades internas del alma. De este modo, se aprenderá a conocer a los seres del mundo suprasensible a los que el alma misma abrió el camino a través de tales cualidades interiores. Un modo seguro de conocer el mundo suprasensible consiste en acceder a los distintos seres a través de la relación con sus reflejos. En el mundo de los sentidos amamos a un ser después de haber aprendido a conocerlo; en el segundo mundo suprasensible podemos amar la imagen de un ser antes de encontrarnos con el propio ser, ya que esta imagen se presenta antes de que se produzca el encuentro.

Lo que el alma aprende así a conocer dentro de sí misma no es el cuerpo elemental. Es algo que está en relación con ese cuerpo como si dijéramos como su "activador". Es un ser que habita en el alma y que se experimenta de la misma manera que se experimentaría a sí mismo durante el sueño si no estuviera inconsciente, sino que se sintiera consciente cuando está fuera de su cuerpo físico y en la posición de su "activador" en el momento en que se despierta del sueño. Así, el alma aprende a conocer un ser dentro de sí misma que es un tercer algo al lado de los cuerpos físico y elemental (etérico). Llamemos a este algo el cuerpo astral, y esta expresión no significará, por el momento, más que lo que en la forma descrita se experimenta dentro del ser del alma.

Traducido por J.Luelmo junio2021

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