GA027-4 Sobre la esencia del organismo sensible

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CAPÍTULO IV


La forma y la organización de las plantas en el reino vegetal son exclusivamente el resultado de los dos campos de fuerza: el que irradia hacia fuera de la tierra y el que irradia hacia dentro; esto no es exclusivo en el caso del animal o del hombre. La hoja de una planta está bajo la influencia exclusiva de estos dos campos de fuerza; el pulmón de un animal está sometido a las mismas influencias, pero no de forma exclusiva. Para la hoja, todas las fuerzas creativas formativas se encuentran dentro de estos dos dominios, mientras que para el pulmón hay otras fuerzas formativas además de éstas. Esto se aplica tanto a las fuerzas formativas que dan la forma exterior, como a las que regulan los movimientos interiores de las sustancias, dándoles una dirección definida, combinándolas o separándolas.

De las sustancias que la planta absorbe puede decirse que no es indiferente que estén vivas o no, porque pertenecen al ámbito de las fuerzas que irradian a la tierra. Dentro de la planta no tienen vida si las fuerzas del universo no actúan sobre ellas; cobran vida si están bajo la influencia de estas fuerzas.

Pero para la sustancia vegetal, incluso cuando está viva, la posición relativa pasada, presente o futura de sus miembros es una cuestión indiferente en lo que respecta a cualquier acción propia. Se abandonan a la acción de las fuerzas externas que entran y salen. La sustancia animal está sometida a influencias independientes de estas fuerzas. Se mueve dentro del organismo, o se mueve como un organismo completo de tal manera que los movimientos no siguen sólo las fuerzas que irradian hacia afuera y hacia adentro. Por ello, la configuración animal surge independientemente de los dominios de fuerzas que irradian hacia fuera y hacia dentro de la tierra.

En la planta, el juego de fuerzas aquí descrito da lugar a una alternancia entre las condiciones de estar conectado y desconectado con la corriente de las fuerzas que se vierten desde la periferia. El ser singular de la planta se divide así en dos partes. La primera tiende a la vida y está totalmente bajo el dominio de la circunferencia del mundo; son los órganos de brotación, de crecimiento y de florecimiento. La otra se inclina hacia lo inerte, permanece en el dominio de las fuerzas que salen de la tierra; esta parte comprende todo lo que endurece el crecimiento, proporciona un soporte firme para la vida, etc. Entre estas dos partes, la vida se enciende y se apaga constantemente; y la muerte de la planta no es más que un aumento de los efectos de lo que irradia hacia fuera sobre las fuerzas que irradian hacia dentro.

En el animal, una parte de la naturaleza sustancial queda fuera del dominio de estos dos tipos de fuerzas. Se produce así otra parte distinta de la que encontramos en la planta. Surgen formaciones orgánicas que permanecen en el dominio de los dos reinos de fuerzas, pero también surgen otras que se elevan fuera de este dominio. Entre estas dos formaciones se producen relaciones recíprocas, y en estas relaciones recíprocas está la causa de que la sustancia animal pueda convertirse en portadora de sentimientos. Una consecuencia es la diferencia, tanto en apariencia como en constitución, entre la sustancia animal y la vegetal.

Por consiguiente, en el organismo animal tenemos un conjunto de fuerzas independientes de aquellas que irradian hacia el exterior y hacia el interior de la tierra. Además del físico y del etérico, existe, en efecto, el dominio astral de las fuerzas, del que ya hemos hablado desde otro punto de vista. El término "astral" no debe desanimarnos. Las fuerzas que irradian hacia el exterior son las terrestres, las que irradian hacia el interior son las de la circunferencia cósmica en torno a la tierra; en el "astral" está presente algo de orden superior a estos dos tipos de fuerzas. Esta presencia superior hace primero de la propia tierra un cuerpo celeste - una "estrella" (Astrum). Por medio de las fuerzas físicas la tierra se separa del universo; por medio de las etéricas se somete a la influencia del universo sobre ella; con las fuerzas "astrales" se convierte en una individualidad independiente dentro del universo.

En el organismo animal, el principio "astral" es una parte independiente y autónoma como el físico y el etérico. Por lo tanto, podemos hablar de esta parte como un "cuerpo astral".

La organización animal sólo se hace inteligible estudiando las relaciones recíprocas entre los cuerpos físico, etérico y astral. Pues todos ellos están presentes, de forma independiente, como sus tres partes; además, los tres son diferentes de lo que existe en el exterior a modo de cuerpos sin vida (minerales) o cuerpos vivos de naturaleza vegetal.

Es cierto que se puede hablar del organismo físico animal como sin vida; sin embargo, es diferente de la naturaleza sin vida del mineral, porque antes es alejado por el organismo etérico y astral de la naturaleza mineral, y luego, debido a una retirada de las fuerzas etéricas y astrales, es devuelto al reino sin vida. Se trata de una entidad sobre la que las fuerzas minerales, las que actúan únicamente en el dominio de la tierra, sólo pueden actuar de forma destructiva. Este cuerpo físico sólo puede servir a la organización animal en su conjunto mientras las fuerzas etéricas y astrales mantengan el dominio sobre la intervención destructiva de las fuerzas minerales.

El organismo etérico animal vive como el de la planta, pero no de la misma manera. Porque, por medio de las fuerzas astrales, la vida ha sido llevada a una condición extraña a sí misma; de hecho, ha sido arrancada de las fuerzas que penetran hacia la tierra y luego devuelta de nuevo a su dominio. El organismo etérico es una estructura en la que las fuerzas meramente vegetales tienen una existencia demasiado embotada para la naturaleza animal. Sólo a través de las fuerzas astrales que iluminan continuamente su forma de actividad puede servir al organismo animal en su conjunto. Cuando las actividades del etérico se imponen, sobreviene el sueño; cuando el organismo astral se vuelve predominante, prevalece la vigilia.

Ni el sueño ni la vigilia pueden sobrepasar un determinado límite en sus efectos. Si esto ocurriera en el caso del sueño, la naturaleza vegetal del organismo en su conjunto se inclinaría hacia lo mineral; surgiría una condición enferma, una hipertrofia de la naturaleza vegetal. Y si ocurriera en el caso de la vigilia, la naturaleza vegetal se alejaría por completo del mineral, este último asumiría formas dentro del organismo que no le pertenecen, sino a la esfera externa, inorgánica y sin vida. Se trataría de un estado enfermo por hipertrofia de la naturaleza mineral.

En los tres organismos, físico, etérico y astral, la sustancia [material] penetra desde el exterior. Cada uno de los tres, a su manera, debe superar la naturaleza especial de la [materia]. A través de esto hay una triple organización de los órganos. La organización física produce órganos que han pasado por las organizaciones etérica y astral, pero que están en camino de vuelta a su reino. No pueden haber llegado allí del todo, porque esto significaría la muerte de todo el organismo.

El organismo etérico forma órganos que han pasado por la organización astral, pero que se esfuerzan una y otra vez por retirarse de ella; tienen en ellos una fuerza hacia el embotamiento del sueño, se inclinan a desarrollar esta vida meramente vegetativa.

El organismo astral forma órganos que se alejan de la vida vegetativa. Sólo pueden existir si esta vida vegetativa se apodera de ellos una y otra vez. Al no tener ninguna relación con las fuerzas radiantes hacia el exterior ni con las fuerzas radiantes hacia el interior [campo] de la tierra, caerían por completo fuera del reino terrenal si éste no se apoderara de ellos una y otra vez. En estos órganos debe producirse una interacción rítmica de las naturalezas animal y vegetal. Esto determina la alternancia de los estados de sueño y vigilia. En el sueño, los órganos de las fuerzas astrales también se encuentran en el sopor de la vida vegetal. No tienen ninguna influencia activa en el reino etérico y físico. Están entonces enteramente abandonados a los dominios de las fuerzas [de campo] que entran y salen de la tierra.

Traducido por J.Luelmo junio 2021

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