GA027-11 La formación del cuerpo humano y la gota

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CAPÍTULO XI


La ingestión de albúmina es un proceso relacionado con un aspecto de las actividades internas del organismo humano. Este aspecto es el que se produce sobre la base de la absorción de la sustancia física. Todas estas actividades tienen como resultado el crecimiento, la creación de la forma o la formación de un nuevo contenido material. Todo lo que está relacionado con las funciones inconscientes del organismo, pertenece a este dominio.

A los procesos de este tipo se oponen los que consisten en la excreción. Pueden ser excreciones dirigidas hacia el exterior; pero también pueden ser procesos de secreción en los que el producto se elabora más internamente, en la formación o depósito de sustancias en el cuerpo. Estos son los procesos que proporcionan la base material de la experiencia consciente. A través del primer tipo de procesos, la fuerza de la conciencia es silenciada si excede lo que puede ser mantenido en equilibrio por medio del segundo tipo de procesos.

Uno de los procesos excretores más notables es el del ácido úrico. En este proceso de excreción interviene el cuerpo astral. Esto debe llevarse a cabo en todo el organismo. Tiene lugar en un grado particular a través de la orina, en una forma muy finamente dividida, por ejemplo, en el cerebro. En la secreción de ácido úrico en la orina interviene principalmente el cuerpo astral, mientras que el papel que desempeña la organización del yo es sólo subsidiario. En cambio, en la secreción de ácido úrico en el cerebro, la organización del yo es el factor importante y el cuerpo astral está en segundo plano.

Ahora, en el organismo, el cuerpo astral es el intermediario entre la actividad de la organización del yo y los cuerpos etérico y físico. La organización del yo debe llevar sustancias y fuerzas sin vida a los órganos. Sólo mediante esta impregnación de los órganos con material inorgánico puede el hombre convertirse en el ser consciente que es. La sustancia orgánica y la fuerza orgánica rebajarían la conciencia humana al tenue nivel del animal.

La acción del cuerpo astral inclina los órganos a recibir las impregnaciones inorgánicas de la organización del yo. Su función es, de hecho, preparar el camino.

Vemos, por lo tanto, que en las partes inferiores de este organismo humano la actividad del cuerpo astral tiene la ventaja. Aquí las sustancias de ácido úrico no deben ser recibidas en el organismo. Deben ser excretadas copiosamente. Bajo la influencia de esta excreción se debe impedir la impregnación con material inorgánico. Cuanto más ácido úrico se excreta, más viva es la actividad del cuerpo astral, mientras que la de la organización del yo que impregna el cuerpo con materiales inorgánicos disminuye proporcionalmente.

En el cerebro, en cambio, la actividad del cuerpo astral es escasa. Se excreta poco ácido úrico, mientras que se deposita más material inorgánico en el sentido de la organización del yo.

La organización del yo no puede dominar grandes cantidades de ácido úrico, por lo que caen bajo la acción del cuerpo astral; en cambio, pequeñas cantidades entran en la organización del yo y allí proporcionan la base para la formación de lo inorgánico en el sentido de la organización del yo.

En el organismo sano debe haber una correcta economía en la distribución del ácido úrico en las diferentes regiones. Todo lo que pertenece al sistema de organización de los sentidos nerviosos debe recibir tanto ácido úrico como la actividad del yo pueda utilizar y no más; mientras que, para el sistema del metabolismo y los miembros, la actividad del yo debe ser suprimida y el astral debe poder desplegar su acción en la secreción más copiosa del ácido úrico.

Ahora bien, puesto que es el cuerpo astral el que da paso a la actividad del yo en los órganos, una correcta distribución en la deposición del ácido úrico debe ser considerada como un factor esencial en la salud humana. Pues en ello se expresa si existe la relación correcta entre la organización del yo y el cuerpo astral en algún órgano o sistema de órganos en particular.

Supongamos que en algún órgano, en el que la organización del yo debería predominar sobre la actividad astral, esta última empieza a ganar la partida. Esto sólo puede aplicarse a un órgano en el que la excreción de ácido úrico más allá de cierta medida es imposible en virtud de la disposición estructural del órgano. El órgano se sobrecarga de ácido úrico incontrolado por la organización del yo. Sin embargo, el cuerpo astral comienza a provocar una secreción de ácido úrico. Como los órganos de excreción faltan en tal región, el ácido úrico no se deposita en el exterior sino en el propio organismo. Y si encuentra su camino hacia lugares del cuerpo donde la organización del yo no puede tomar una parte suficientemente activa, encontramos sustancia inorgánica, es decir, algo que sólo es propio de la organización del yo, pero que éste deja a la acción de la actividad astral. Surgen focos, donde los procesos subhumanos (animales) se insertan en el organismo humano.

Se trata de la gota. Si la gota tiene frecuentemente la reputación de haberse desarrollado como resultado de tendencias hereditarias, se debe al simple hecho de que cuando las fuerzas de la herencia predominan, la naturaleza astral-animal se vuelve especialmente activa y la organización del yo es por tanto reprimida.

Sin embargo, comprenderemos mejor el asunto si buscamos la verdadera causa de la gota en esto: en el proceso de alimentación se introducen en el cuerpo humano sustancias que la actividad del organismo no es lo suficientemente fuerte como para despojarlas de su naturaleza extraña. La organización del yo, siendo débil, es incapaz de conducirlas al cuerpo etérico, y así permanecen en la región de las actividades astrales. Si un cartílago articular o una porción de tejido conjuntivo se sobrecargan con ácido úrico y, como resultado, se sobrecargan con materiales y fuerzas inorgánicas, esto muestra que en estas partes del cuerpo la actividad del yo va por detrás de la del astral. Y como toda la forma del organismo humano es un resultado de la organización del yo, esta anormalidad debe necesariamente dar lugar a una deformación de los órganos. En efecto, el organismo humano se alejará entonces de su forma verdadera y propia.

Traducido por J.Luelmo junio2021

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