GA027-5 La planta, el animal y el ser humano

 volver al ciclo completo  

CAPÍTULO V


En el cuerpo astral surge la forma animal, exteriormente la forma como un todo, interiormente la formación de los órganos. La sustancia animal sensible es, por tanto, un resultado de la actividad formadora de este cuerpo astral. Cuando este proceso de formación se lleva a su conclusión, se produce el animal.


En el hombre no se llega a concluir. En un punto determinado de su camino se detiene, se bloquea.

En la planta tenemos una sustancia material transformada por las fuerzas que penetran en la tierra. Esta es la sustancia viva. Está continuamente interactuando con la [materia] sin vida. Debemos concebir que en la planta, la sustancia viva se separa perpetuamente de la sin vida. En la sustancia viva es donde aparece la forma de la planta como producto de las fuerzas que se dirigen hacia la tierra. Así tenemos una corriente de sustancia. La sustancia sin vida se transforma en viva; la viva se transforma en sin vida. En esta corriente surgen los órganos vegetales.

En el animal la sustancia sensible surge de lo vivo, tal como en la planta lo vivo surge de lo sin vida. Así pues, existe una doble corriente de sustancia. En lo etérico, la vida no es llevada hasta el punto de la vida formada. Se mantiene en el flujo, y la forma se inserta a través de la organización astral en la vida que fluye.

En el hombre, este último proceso también se mantiene en flujo. La sustancia sensible es arrastrada hacia el ámbito de una organización aún mayor. A ésta podemos llamarla organización del ego. La sustancia sensible se transforma una vez más. Se produce una triple corriente de sustancia. En ella surge la forma interior y exterior del hombre. A través de ella se convierte en el portador de la vida espiritual autoconsciente. Hasta la más pequeña partícula de su sustancia, el ser humano en su forma es un resultado de esta organización del yo.

Ahora podemos seguir estos procesos de formación en su aspecto material. La transformación de la sustancia de un nivel a otro aparece como una separación del nivel superior del inferior, y una construcción de la forma a partir de esta sustancia separada. En la planta, se separa lo vivo de la sustancia sin vida. En esta sustancia separada, las fuerzas etéricas trabajan, irradiando hacia el interior de la tierra, creando la forma. Para empezar, no tiene lugar una separación real, sino una transformación completa de la sustancia física por parte de las fuerzas etéricas. Sin embargo, esto sólo ocurre en la formación de la semilla. Aquí la transformación puede ser completa, porque la semilla está protegida por la organización materna circundante de las influencias de las fuerzas físicas. 

Pero cuando la formación de la semilla se libera de la organización materna, el trabajo de las fuerzas en la planta se divide; en una dirección, la formación de la sustancia es tal que se esfuerza por ascender al reino de lo etérico, mientras que en la otra se esfuerza por volver a la formación física. Surgen partes del ser de la planta que están en camino a la vida y aquellas que están en camino a la muerte. Estas últimas aparecen entonces como los miembros excretores del organismo vegetal. La formación de la corteza del árbol es un ejemplo particularmente característico en el que podemos observar este proceso excretor.

En el animal hay dos procesos de separación y dos procesos de excreción. El proceso vegetal de excreción no se lleva a término, sino que se mantiene en flujo, y a él se añade la transformación de la sustancia viva en sensible. Esta sustancia sensible se separa de la meramente viva. Por lo tanto, tenemos, por un lado, la sustancia que se esfuerza hacia la existencia sensible, y por el otro, la sustancia que se aleja de ella hacia la condición de mera vida.

En un organismo vivo existe, sin embargo, una relación recíproca de todas las partes. De ahí que en el animal la excreción hacia el reino sin vida, que en la planta se aproxima mucho al mundo exterior sin vida, el mineral, siga estando muy alejada de la naturaleza mineral. En el proceso de formación de la corteza de la planta, vemos la formación de una sustancia que ya está en camino a la naturaleza mineral y se desprende del organismo vegetal cada vez más, cuanto más mineral se vuelve; esto aparece en el animal como los productos excretados de la digestión. Estos están más alejados de la naturaleza mineral que las excreciones de la planta.

En el hombre, esa parte se separa de la sustancia sensible que luego se convierte en portadora del espíritu autoconsciente. Pero también se produce una separación continua, pues en el proceso se produce una sustancia que se esfuerza por alcanzar la facultad meramente sensible. La naturaleza animal está, pues, presente en el organismo humano como una excreción perpetua.

En el organismo animal, en la etapa de vigilia, la separación y la formación de lo que se excreta, así como la excreción de la sustancia sensible, están bajo la influencia de la actividad astral. En el hombre se añade la actividad del organismo del ego. En el sueño, el astral y el organismo del ego no están directamente activos. Pero la sustancia ha sido tomada por su actividad y continúa en ella como por inercia. Una sustancia, una vez formada de principio a fin, como ocurre por la actividad del organismo astral y del ego, continuará trabajando en la forma de estos organismos en el estado de sueño, por así decirlo, por inercia.

Por lo tanto, no podemos hablar de ninguna acción meramente vegetativa del organismo en el hombre dormido. Incluso en el sueño, las organizaciones astrales y del yo actúan en la sustancia que se ha formado bajo su influencia. La diferencia entre el sueño y la vigilia no debe representarse como una alternancia de modos de acción humanos y animales con físicos y vegetativos. La realidad es totalmente diferente. En la vida de vigilia, la sustancia sensitiva y la que puede actuar como portadora del espíritu autoconsciente, son levantadas del organismo como un todo y puestas a disposición del cuerpo astral y de la organización del ego. El organismo físico y el etérico deben entonces trabajar de tal manera que las fuerzas que salen de la tierra y se dirigen hacia ella, sean las únicas activas en ellos. Es cierto que el cuerpo astral y la organización del ego también se apoderan de ellas, pero sólo desde fuera. En el sueño, son tomadas interiormente por las sustancias que vienen a la existencia bajo la influencia del cuerpo astral y de la organización del ego; mientras el hombre está durmiendo, desde el universo como un todo, sólo las fuerzas que irradian desde la tierra y hacia ella trabajan sobre él, allí están trabajando en él desde el interior, las fuerzas de la sustancia que el cuerpo astral y la organización del ego han preparado.

Si llamamos a la sustancia sensible el residuo del cuerpo astral, y a lo que ha surgido bajo la influencia de la organización del ego su residuo, entonces podemos decir: en el organismo humano despierto están trabajando el cuerpo astral y la organización del ego mismos, y en el organismo humano dormido están trabajando sus residuos sustanciales.

En la vida de vigilia el hombre vive en actividades que lo ponen en conexión con el mundo exterior a través de su cuerpo astral y de su organización del yo; en el sueño sus organismos físico y etérico viven de lo que se ha convertido en el residuo material de estas dos organizaciones. Una sustancia absorbida por el hombre, tanto en el estado de sueño como en el de vigilia, como el oxígeno en la respiración, debe, pues, diferenciarse en cuanto a su modo de acción en las dos condiciones. Según estas dos condiciones, el oxígeno absorbido desde el exterior tiene el efecto no de despertar, sino de dormir al hombre. El aumento de la absorción de oxígeno conduce a una somnolencia anormal. En la vida de vigilia el cuerpo astral lucha perpetuamente contra la influencia soporífera de la absorción de oxígeno. Cuando el cuerpo astral suspende su trabajo sobre el físico, el oxígeno despliega su propia naturaleza y manda al hombre a dormir.

Traducido por J.Luelmo junio2021

No hay comentarios:

El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919