GA026 El Misterio de Miguel: Capítulo X: A las puertas del alma consciente (1)

 





Principios antroposóficos


El camino hacia el conocimiento de la Antroposofía


Por Rudolf Steiner

El Misterio de Miguel: Capítulo X: 23 nov. 1924 A las puertas del alma consciente

Primera Contemplación: Cómo prepara Miguel su misión terrenal de forma suprasensible, mediante la victoria sobre Lucifer.

La intervención de Micael en la evolución del mundo y de la humanidad, a fines del siglo XIX, aparece con una notable iluminación, si tenemos en cuenta la historia de la vida espiritual en los siglos anteriores.

A principios del siglo XV se encuentra el momento a partir del cual comienza la época del Alma consciente.

Antes de este momento, puede verse un gran cambio en la vida espiritual de la humanidad. Puede verse cómo, sobre el mundo anteriormente, en todas partes intervenían las imaginaciones a través de la perspectiva de todos los hombres. Las personas particulares, es cierto, ya han llegado, antes de esto, en su vida anímica hasta los "conceptos" desnudos. Pero la vida anímica general de la mayor parte de la humanidad transcurre en una mezcla mutua de imaginaciones y de conceptos mentales extraídos del mundo puramente físico. Así sucede con sus conceptos sobre los procesos de la naturaleza, y también con sus conceptos sobre los acontecimientos de la historia.

Lo que la observación espiritual puede descubrir en este sentido es confirmado en todos los sentidos por el testimonio externo. Se pueden mencionar aquí algunos ejemplos.

Los relatos de acontecimientos históricos, que habían vivido en la mente y en la boca de los hombres durante los siglos anteriores, comenzaron a escribirse justo antes de la época de la conciencia. Y por eso hemos conservado de esa época "leyendas" y cosas semejantes, que dan un retrato fiel de la manera en que los hombres de tiempos anteriores se imaginaban la "historia".

Un bello ejemplo es la Historia del Buen Gerardo, conservada en un poema de Rodolfo de Ems, que vivió en la primera mitad del siglo XIII. El "buen Gerardo" es un rico mercader de Colonia. Emprende una expedición comercial a Rusia, Livonia y Prusia para comprar martas. Desde allí se dirige a Damasco y Nínive para adquirir sedas y otras mercancías similares.

En el viaje de vuelta a casa es desviado de su curso por causa de una tempestad. Es arrojado a una costa extraña, donde conoce a un hombre que tiene prisioneros a ciertos caballeros ingleses y a la novia del rey inglés. Gerard le ofrece todo lo que ha ganado con el comercio en su viaje, y recibe a los prisioneros a cambio. Los lleva a bordo de su barco y emprende su viaje a casa. Cuando los barcos llegan al punto en que los caminos se separan, uno hacia el país de Gerardo y el otro hacia Inglaterra, Gerardo despide a los prisioneros y los envía a su respectivo país. Se queda con la novia del rey, con la esperanza de que su prometido, el rey Guillermo, venga a buscarla en cuanto sepa que está libre y dónde vive. La novia-reina y las damas de su compañía son tratadas por Gerardo con toda la amabilidad imaginable. Vive como una hija muy querida en la casa de quien la ha redimido de su cautiverio. Pasa mucho, mucho tiempo, sin que el rey aparezca a buscarla. Por fin, para asegurar el futuro de su hija adoptiva, Gerardo decide casarla con su propio hijo, pues parece razonable creer que Guillermo ha muerto. El banquete de bodas ya está en marcha, cuando un peregrino desconocido aparece entre ellos. Es Guillermo. Lleva mucho tiempo vagando en busca de su prometida. Ella le es devuelta, después de que el hijo de Gerardo la haya renunciado desinteresadamente. Ambos permanecen durante un tiempo con Gerardo, y luego éste prepara un barco para llevarlos a Inglaterra. Gerardo es el primero en ser visto y acogido en Inglaterra por sus antiguos prisioneros, todos ellos ahora con altas dignidades, y enseguida quieren elegirlo como su rey. Pero él puede responderles que les trae a su propio rey y reina legítimos. Porque también ellos creían que Guillermo había muerto y estaban a punto de elegir a otro rey para gobernar el país, donde todo había caído en la confusión durante el largo tiempo que Guillermo había estado en sus andanzas. El mercader de Colonia rechaza todo lo que le ofrecen en forma de honores y riquezas; y vuelve a Colonia, para vivir de nuevo como el simple mercader que era antes.

La historia se presenta en la forma en que el emperador sajón, Otón I, viaja a Colonia para conocer al buen Gerardo. Porque el poderoso emperador, en mucho de lo que ha hecho, no ha escapado a la tentación de buscar una "recompensa terrenal". Al conocer a Gerardo, el ejemplo le hace ver el incalculable bien que ha hecho un hombre sencillo: El sacrificio de toda la mercancía que había adquirido para liberar a los prisioneros; la devolución de la novia de su hijo a Guillermo; y luego todo lo que realiza para traer a Guillermo de vuelta a Inglaterra, y así sucesivamente, sin codiciar ninguna recompensa terrenal a cambio, sino buscando su recompensa sólo de la mano de Dios. En boca del pueblo, el hombre recibe el nombre de "el buen Gerardo". El Emperador siente que ha recibido un poderoso estímulo, religioso y moral, al conocer a un hombre de tal mentalidad como Gerardo.

Esta historia, -de la que he dado aquí el simple esquema, para no aludir simplemente por su nombre a algo poco conocido-, muestra desde un aspecto muy claramente cuál era la constitución de las almas de los hombres en la época que precedió al amanecer del Alma Consciente en la evolución humana. Cualquiera que deje que la historia, tal como la cuenta Rodolfo de Ems, actúe en su interior, puede sentir qué cambio se ha producido en la comprensión del mundo terrenal por parte de los hombres desde los días en que vive el emperador Otón (en el siglo X).

Mirando desde allí a la época del Alma consciente, podemos ver que para la visión de las almas de los hombres, el mundo se ha vuelto como "claro" con respecto a su comprensión de las entidades físicas y los procesos físicos. Gerardo navega con sus barcos, por así decirlo, a través de una niebla. Sólo conoce, cada vez, un poco del mundo con el que tiene que ver. En Colonia, no se entera de nada de lo que ocurre en Inglaterra; y hay que ir durante años en busca de un hombre que está en Colonia. La vida y las posesiones de una persona como el hombre a cuya orilla es arrojado Gerard en su viaje de regreso, se conocen por primera vez cuando el destino nos lleva directamente al lugar. Comparada con la perspicacia de las circunstancias del mundo actual, la de aquellos días es como la diferencia entre contemplar un amplio y soleado paisaje y andar a tientas en una densa niebla.

Con todo lo que hoy se considera "histórico", el Cuento del Buen Gerardo y las circunstancias que en él se narran no tienen nada que ver. Pero sobre todo muestran el tono general de los sentimientos y la disposición anímica de la época. Y esto, no los sucesos particulares del mundo físico, es lo que se representa en las imaginaciones.

Esta representación refleja que el hombre no sólo se siente un ser que vive y actúa como un eslabón en la cadena de acontecimientos del mundo físico, sino que, además, los seres espirituales y suprasensibles intervienen en su existencia terrenal y siente su voluntad en relación con ellos.

La historia del «buen Gerhard» muestra, que la oscuridad crepuscular que precedió a la era del alma consciente en lo que respecta a ver a través del mundo físico, señalaba el camino para ver el mundo espiritual. No se veía en la inmensidad de la existencia física, se veía tanto más en las profundidades de lo espiritual.

Pero así como antaño, una clarividencia crepuscular (onírica), había mostrado a la humanidad el mundo espiritual, ya no era así en la época caracterizada. Las imaginaciones estaban ahí; pero éstas surgían dentro de una concepción del alma humana que ya empujaba fuertemente hacia lo mental. Esto tenía el efecto de que ya no se sabía que relación guardaba el mundo que se revelaba en las imaginaciones, con el de la existencia física. Por eso las imaginaciones aparecían en personas que ya insistían más en lo mental como «elucubraciones» arbitrarias sin realidad.

Uno ya no sabía que a través de la imaginación, contemplaba  un mundo en el cual se encontraba con una parte de su ser humano, su parte anímica que es completamente distinta a la  parte física.

De modo que en la representación ambos mundos estaban uno al lado del otro; y ambos llevaban un carácter a través de la actitud de la narración, que uno podía pensar que los acontecimientos espirituales narrados habían tenido lugar tan perceptiblemente entre los físicos como éstos mismos son perceptibles.

Además, los acontecimientos físicos de muchas de estas historias estaban mezclados. Personas cuyas vidas están separadas por siglos aparecen como contemporáneas; los acontecimientos se sitúan en lugares o momentos incorrectos.

Los hechos del mundo físico son vistos por el alma humana como sólo se puede ver lo espiritual, para lo cual el tiempo y el espacio tienen un significado distinto que para lo físico; el mundo físico se representa en imaginaciones en lugar de pensamientos; en cambio, el mundo espiritual se entreteje en la narración como si no se tratara de otra forma de existencia, sino de la progresión de los hechos físicos.

Una narración histórica que se centra sólo en lo físico piensa que las imaginaciones antiguas de Oriente, Grecia, etc. han sido adoptadas y entretejidas poéticamente con los temas históricos que preocupaban a la gente de la época. En los escritos de Isidoro de Sevilla del siglo VII se recogían formalmente antiguos «motivos legendarios».

Sin embargo, ésta es una forma externa de ver las cosas. Sólo tiene significado para aquellos que no tienen sentido de la condición del alma humana, que saben que su existencia sigue estando directamente conectada con el mundo espiritual y que se sienten obligados a expresar este conocimiento en imaginaciones. Si en lugar de una imaginación propia se utiliza una históricamente transmitida con la que uno se ha familiarizado, entonces esto no es lo esencial. Esto radica en que el alma está orientada hacia el mundo espiritual, de modo que ve sus propias acciones y los acontecimientos naturales integrados en este mundo.

Sin embargo, en el estilo narrativo de la época anterior al amanecer de la era de la conciencia, se puede notar la aberración.

En esta aberración, la observación espiritual ve el obrar del poder luciférico. 

Lo que impulsa al alma a incluir imaginaciones en su contenido vivencial corresponde menos a las capacidades que tenía en la prehistoria, -a través de una clarividencia onírica-, y ya más a las que estaban presentes en los siglos VIII al XIV después de Cristo. Estas capacidades ya empujaban más hacia una captación mental de lo percibido por los sentidos. Ambas facultades coexisten en el período de transición. El alma se sitúa entre la antigua orientación, que se centra en el mundo espiritual y ve el mundo físico sólo como en una bruma, y la nueva orientación, que se centra en los acontecimientos físicos y en la que la percepción espiritual se desvanece.

En este equilibrio inestable en el alma humana se proyecta la influencia luciférica. Los Poderes Luciféricos quieren impedir que el hombre llegue a una orientación completa en el mundo físico. Quieren mantenerlo con su conciencia en aquellas regiones espirituales que le convenían en los tiempos primitivos. Quieren mantener su visión onírica e imaginativa del mundo lejos de la influencia de ese pensar puro que está capacitado para la comprensión de la existencia física. En efecto, son capaces, de manera equivocada, de alejar sus poderes de visión del mundo físico; pero no son capaces, de manera correcta, de mantener vivo su poder de realizar las antiguas imaginaciones. Y así lo dejan cavilando en las imaginaciones, sin poder transportarlo del todo en el alma a esos mundos, donde las imaginaciones tienen verdadera validez. En el amanecer de la era de la conciencia, Lucifer actúa de tal manera que a través de él el hombre es transferido a la región suprasensible, que inicialmente limita con lo físico, de una manera que no le corresponde.

Esto se puede ver muy claramente en la «leyenda» del «Duque Ernst», que fue una de las más populares de la Edad Media y se contaba por todas partes en un amplio círculo.

El duque Earnest entra en conflicto con el emperador; y éste le hace la guerra injustamente, para destruirlo. Para escapar de estas relaciones imposibles con el jefe del imperio, el duque Earnest se ve obligado a unirse a la cruzada que se dirige a Oriente. En las diversas aventuras que le ocurren antes de que su viaje llegue a su fin, se entrelazan las cosas físicas y las espirituales en el estilo "legendario" antes descrito. El duque, por ejemplo, se encuentra en su viaje con una raza de hombres con cabeza de grulla. Es arrojado con sus naves a la "Montaña Magnética", que atrae a todas las naves por su poder magnético, de modo que la gente que llega a las cercanías de la montaña no puede volver a alejarse, sino que está destinada a perecer miserablemente. El duque Earnest y sus seguidores consiguen escapar cosiéndose en pieles y dejándose llevar por los grifos, que acostumbran a bajar y hacer presa de la gente que ha sido arrojada a la Montaña Magnética. Son llevados a la cima de una montaña; y allí, mientras los grifos se alejan, se cortan las pieles y así escapan. Después de seguir vagando, llegan a un pueblo cuyas orejas son tan largas que pueden envolverlas alrededor de todo su cuerpo como un abrigo; y luego a otra raza de personas con pies tan grandes que cuando llueve se tumban en el suelo y extienden sus pies sobre ellos como paraguas. Llegan a una raza de enanos, otra de gigantes, y así sucesivamente. Muchas cosas de este tipo aparecen en el cuento, como parte de las aventuras del duque Earnest en su cruzada. Esta "leyenda" no deja que uno sienta - como debería, dondequiera que entren las "imaginaciones" - que aquí la historia está pasando a una esfera espiritual, relatando en imágenes cosas que están sucediendo en el mundo astral y tienen una conexión con las voluntades y el destino de la gente en la tierra.

Lo mismo ocurre con la bella "Historia de Roldán", que celebra la expedición de Carlomagno contra los paganos de España. Aquí se narra incluso, por analogía con la Biblia, que para que Carlomagno pueda llegar a un lugar deseado el sol mantiene su curso, de modo que este día es tan largo como dos ordinarios.

Y, en la Saga de los Nibelungos, se puede ver cómo la forma de la historia conservada en los países del Norte ha mantenido la visión de lo Espiritual en una pureza mucho mayor; mientras que en la Europa Media las Imaginaciones se han acercado mucho a la vida física. La forma de las leyendas del Norte expresa claramente que las Imaginaciones tienen referencia a un "mundo astral". En su forma centroeuropea, el "Cantar de los Nibelungos", las imaginaciones se deslizan hacia las vistas del físico.

Todo esto, examinado con el ojo del espíritu, muestra que la entrada en la Era de la Conciencia significa salir de una fase de la evolución en la que los Poderes Luciféricos saldrían victoriosos sobre la humanidad, si el Alma Consciente con su poder intelectual no trajera una nueva cepa de evolución al ser humano. Esa tendencia a tomar toda su orientación del mundo espiritual, por la cual los hombres se confunden y se extravían, encuentra su freno en el Alma Consciente; la mirada de los hombres es atraída hacia el mundo físico. Todo lo que ocurre en esta dirección ayuda a retirar a la humanidad de la desconcertante influencia de Lucifer.

En todo esto, Miguel ya está trabajando desde fuera del mundo espiritual en favor del Hombre. Desde la región por encima de los sentidos está preparando su trabajo para más adelante. Da a la humanidad impulsos que conservan la relación primitiva con el mundo divino-espiritual, sin que esta conservación asuma un carácter luciférico.

Luego, en el último tercio del siglo XIX, Miguel se adelanta y lleva su acción, -que desde el siglo XIV hasta el XIX se ha desarrollado preparatoriamente desde la región suprasensible-, al propio mundo físico terrestre.

Fue necesario, durante un tiempo, que la humanidad prosiguiera su evolución espiritual en la dirección de liberarse de una relación con el mundo espiritual que amenazaba con hacerse imposible. Posteriormente, esta evolución volvió a girar, a través de la misión de Miguel, hacia caminos que llevan el progreso humano en la tierra una vez más a una relación con el mundo espiritual en la que el Hombre puede encontrar salud y plenitud.

Así pues, Micael se sitúa, en su trabajo, entre la Cosmovisión de Lucifer y el Entendimiento Ahrimánico del Mundo. La Cosmovisión se vuelve, con Miguel, hacia la sabiduría de sí misma como Obra Mundial divina. Y en esta Obra Mundial vive el cuidado de Cristo por la humanidad, que puede así revelarse a través de la Revelación Mundial de Miguel al corazón humano.

Pensamientos guía


124.-El amanecer de la Época de la Conciencia (época del Alma Consciente) en el siglo XV va precedido, en el ocaso de la época del Alma Racional, por un aumento de la actividad luciférica, que se prolonga durante un tiempo en el nuevo período.

125.-El objetivo de esta actividad luciférica es preservar injustamente las antiguas formas de representación mental del mundo y evitar que el hombre utilice el intelecto para comprender la vida física del mundo y familiarizarse con ella.

126.-Miguel se une a la actividad del Hombre, para que el poder emancipado del intelecto se atenga a su filiación divina y espiritual, no de forma Luciférica sino legítima.


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