GA026 El Misterio de Miguel: Capítulo XXII: La libertad de los hombres y la era de Michael






Principios antroposóficos


El camino hacia el conocimiento de la Antroposofía


Por Rudolf Steiner

El Misterio de Miguel: Capítulo XXII: La libertad de los hombres y la era de Michael

En la facultad humana para recordar, vive la reproducción en forma personalizada de un poder cósmico que una vez trabajó en la formación del ser del Hombre, tal como se describió en las últimas cartas. Sin embargo, el mismo poder cósmico sigue actuando en la actualidad. Trabaja como fuerza de crecimiento, como impulso vital, detrás del escenario de la vida humana. Aquí gasta la mayor parte de su fuerza. Sólo una pequeña parte se separa, para convertirse en una función del Alma Consciente. Allí actúa como poder para la Memoria o el Recuerdo.

Hay que ver este poder de la Memoria en su justa medida. Cuando el hombre de hoy, en la presente etapa evolutiva cósmica, percibe a través de sus sentidos, este "percibir" consiste en una iluminación momentánea en la conciencia de las imágenes del mundo. Esta iluminación se produce cuando el sentido se dirige al mundo exterior; ilumina el campo de la conciencia y desaparece cuando el sentido deja de dirigirse al mundo exterior. Pero lo que aquí se ilumina en el alma humana, no puede tener duración. Porque a menos que el hombre pueda desprenderse rápidamente de su conciencia, se fundiría en este contenido de su conciencia, y se perdería a sí mismo. Ya no sería él mismo. Sólo durante un breve tiempo -en las llamadas imágenes posteriores, que tanto interesaban a Goethe- puede tener vida en la conciencia esta iluminación de una percepción sensorial. Este contenido de la conciencia no debe fijarse ni convertirse en una existencia real, sino que debe seguir siendo una imagen. No debe volverse real más de lo que lo pueda ser una imagen en un espejo.

El hombre se perdería a sí mismo con cualquier cosa que terminara haciéndose realidad en su conciencia, lo mismo que con algo que fuera permanente por sí mismo. Tampoco en este caso podría seguir siendo él mismo.

La percepción sensorial del mundo exterior es, pues, una pintura interior del alma humana. Una pintura sin pinturas; una pintura en la que se convierte el espíritu y el espíritu mismo se desvanece. Lo mismo que en la naturaleza el arco iris viene y se va de nuevo y no deja ningún rastro, así también toda percepción sensorial viene y se va, sin que ella misma -por su propia naturaleza- deje ningún recuerdo.

Pero con cada percepción se produce al mismo tiempo otro proceso entre el alma humana y el mundo exterior. Es un proceso que tiene lugar en el fondo, en las partes más remotas de la vida del alma, allí donde actúan las fuerzas de crecimiento, los impulsos vitales. Y en esta parte de la vida del alma se imprime, con cada acto de percepción, no una mera imagen transitoria, sino una reproducción real y duradera. Esto lo puede soportar el hombre, pues es un contenido real del mundo, que participa en la existencia del hombre. Puede tener lugar sin que se pierda a sí mismo, como tampoco se pierde cuando sin su propia conciencia plena crece, o se nutre de su alimento.

Cuando el hombre a continuación evoca sus recuerdos desde las profundidades interiores, es por tanto, una percepción interna de lo que quedó permanentemente por este segundo proceso que acompaña a la percepción externa. De nuevo el alma pinta; pero ahora pinta el Pasado que vive en su propio interior humano. Y de nuevo con esta pintura, no debe formarse ninguna realidad duradera dentro de la conciencia, sino sólo una imagen que va y viene.

Ésa es la conexión, en el alma humana, entre la formación de conceptos mentales -representaciones mentales- en el momento de la percepción, y el recuerdo.

Pues estas fuerzas del recuerdo son restos del pasado en la evolución del hombre, y como tales caen bajo el dominio de Lucifer. El esfuerzo de Lucifer es dar sustancia en el hombre a las impresiones del mundo exterior y condensarlas, para que continúen brillando como conceptos mentales duraderos en su vida consciente.

Este esfuerzo de Lucifer se vería coronado por el éxito, si no fuera liberado por las fuerzas de Michael, las cuales no permitirán que lo pintado en la luz interior de la mente se convierta en una existencia real, sino que lo mantendrán yendo y viniendo como una imagen fugaz.

El excedente de poder que desde el ser interior es empujado hacia arriba -pero a través de Lucifer-, en la Era de Miguel se transformará en poder de la Imaginación. Porque, poco a poco, el poder de la Imaginación espiritual se abrirá paso en la conciencia intelectual general de la humanidad. Sin embargo, esa conciencia del "instante presente" que el hombre posee ahora, no estará cargada con ningún peso de realidad duradera. Seguirá viviendo en imágenes que van y vienen. Pero con sus imaginaciones, el hombre se eleva a un mundo espiritual más elevado, así como con sus recuerdos llega a su interior, a su propio ser humano. El hombre no retiene las imaginaciones dentro de sí mismo, sino que están grabadas en la existencia cósmica permanente, y de ahí puede reproducirlas siempre de nuevo en las imágenes pasajeras de su vida mental.

De este modo, el mundo espiritual recibe lo que Michael evita que se fije y endurezca en la vida interior del hombre. Todo lo que el Hombre capta del poder de la Imaginación consciente se convierte al mismo tiempo en contenido del Mundo. Que esto sea posible, es un resultado del Misterio del Gólgota. El Poder Crístico imprime la Imaginación del Hombre en el Cosmos - el Poder Crístico que está unido a la Tierra. Cuando este poder aún no estaba unido a la Tierra, sino que actuaba desde el exterior sobre la Tierra como un poder solar, todos los impulsos de crecimiento y de vida se dirigían hacia el interior del hombre. El hombre era construido y mantenido por ellos desde el Cosmos. Desde que el impulso crístico ha entrado en la vida de la Tierra, el hombre es devuelto de nuevo al Cosmos en su ser autoconsciente. 

El hombre ha pasado de ser un ser del universo a ser un ser terrenal. Está en él convertirse en un ser de universo una vez más después de haberse convertido en un ser terrenal.

En este hecho, es decir, cuando el hombre, elabora conceptos momentáneos mentalmente (en la formación de imágenes mentales) no está entonces viviendo en la existencia real, sino sólo en un reflejo de la existencia real. En una existencia imaginada, se encuentra la posibilidad de desarrollar la Libertad. Toda existencia real en la conciencia tiene un efecto de obligatoriedad. Únicamente no pueden hacerlo las imágenes. Cualquier cosa que pueda tener lugar a través de la impresión causada por una simple imagen, será totalmente independiente de la imagen misma. El hombre se vuelve libre, cuando con su Alma Consciente se eleva fuera del reino de la Existencia real y emerge en un reino inexistente de la Imagen.

Entonces surge la pregunta trascendental: ¿No pierde el hombre la existencia real cuando con una parte de su ser se desprende de ella y se lanza a un reino de inexistencia?

He aquí de nuevo un punto en el que nos enfrentamos a uno de los grandes problemas de la contemplación del mundo.

Lo que se experimenta en la conciencia en el acto de la representación mental -en la formación de imágenes mentales- se origina en el Cosmos. En cuanto al Cosmos, el hombre se sumerge en la no existencia. En el acto de la representación mental se libera de todas las fuerzas del Cosmos. Pinta el Cosmos, quedando él mismo fuera de él.

Si eso fuera todo, entonces por un instante cósmico se encendería un destello de libertad en el ser humano; pero en ese mismo instante el ser humano mismo se disolvería. Aunque en sus representaciones mentales el hombre se libera del Cosmos, sin embargo, en su vida anímica inconsciente, está injertado en el conjunto de sus vidas terrestres anteriores y a sus vidas entre la muerte y el nuevo nacimiento. Como hombre consciente está en una existencia de Imagenes, mientras que con su parte inconsciente se mantiene en la Realidad espiritual. Mientras que en el yo del tiempo presente despierta a la libertad, su yo del pasado lo mantiene firme en la existencia real.

Con respecto a la existencia real, el hombre, al formarse una representación mental, depende totalmente de lo que ha llegado a ser en el curso de su pasado cósmico y terrenal.

En la evolución humana, el camino apunta aquí a ese Abismo de la Nada sobre el que el Hombre salta en el momento de convertirse en un ser libre. La acción de Miguel y el impulso crístico hacen posible el salto.

Pensamientos guía

162.-En la representación mental, el Hombre está viviendo con su Alma Consciente no en la Existencia Real, sino en la Existencia-Imagen - en la No-Existencia. Así se priva de experimentar una vida común con el Cosmos. Las imágenes no obligan. Sólo la existencia real obliga. Y si el hombre, no obstante, adapta sus acciones a las imágenes, lo hace con total independencia de las mismas, es decir, en libertad respecto al mundo.

163.-En el momento de cualquier acto de representación mental, lo único que vincula al hombre con la existencia real del mundo es lo que él mismo ha llegado a ser desde el pasado, a través de sus anteriores vidas terrestres y entre la muerte y el nuevo nacimiento.

164.-Esto es un salto, en lo que respecta al Cosmos, sobre la No-Existencia - un salto que el Hombre sólo está capacitado para lograr a través de la acción de Miguel y a través del Impulso Crístico.

Traducido por J.Luelmo mayo2021

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