GA026 El Misterio de Miguel: Capítulo XVII: Lo que se ve al mirar hacia atrás en las Vidas anteriores del Hombre entre la Muerte y el nuevo Nacimiento (I)

 





Principios antroposóficos


El camino hacia el conocimiento de la Antroposofía


Por Rudolf Steiner

El Misterio de Miguel: Capítulo XVII: Lo que se ve al mirar hacia atrás en las Vidas anteriores del Hombre entre la Muerte y el nuevo Nacimiento (I)

En las últimas consideraciones recorrimos el curso de la vida humana en su totalidad, dirigiendo la observación del alma a la serie de vidas terrestres sucesivas. El otro punto de vista, será estudiar las vidas sucesivas entre la muerte y el nuevo nacimiento, que nos permitirá ver con mayor claridad lo que la primera revela.

Aquí también se observará que el contenido de estas vidas, tal como se presenta en la época actual, sólo se remonta a un determinado momento de la evolución terrestre. El contenido de la vida entre la muerte y el nuevo nacimiento en la era actual está condicionado - como sabemos - por el hecho de que el hombre lleva consigo el poder interior de la autoconciencia, que ha adquirido en la vida terrestre, a través de las puertas de la muerte. De este modo, el hombre se mantiene como una individualidad, incluso entre los seres espirituales divinos entre los cuales se encuentra.

Sin embargo, esto no era así en el período que precedió a éste. Allí, el hombre no estaba aún lo suficientemente avanzado en el desarrollo de su autoconciencia. El poder adquirido entonces en la tierra no era todavía suficiente para provocar la diferenciación del mundo espiritual divino hasta el punto de una existencia individual entre la muerte y el nuevo nacimiento. Aunque el hombre ya no estaba dentro de los propios seres espirituales divinos, todavía estaba tan dentro de su esfera de acción que su voluntad era esencialmente la voluntad de ellos, no la suya.

Antes de este período hubo otro en el que, al mirar retrospectivamente, no nos encontramos con el hombre, tal como está constituido actualmente de espíritu y alma, sino con el mundo de los seres espirituales divinos dentro de los cuales está el hombre, todavía en estado embrionario. Estos seres son las Fuerzas Primordiales (los Archai).

Además, cuando nos remontamos a la vida de un hombre, nos encontramos no con un solo ser espiritual divino, sino con todos los seres pertenecientes a esa jerarquía.

En estos seres espirituales divinos vive la firme determinación de que el hombre exista; y en el nacimiento de cada hombre, participa la voluntad de todos ellos. A través de los trabajos conjuntos de todo el Coro de estos seres, transcurre un objetivo mundial: el nacimiento de la forma humana. Pues el hombre vive aún sin formar en el mundo de los espíritus.

Parece extraño, tal vez, que incluso para un solo hombre todo el coro de seres espirituales divinos trabaje conjuntamente. Pero así han trabajado, antes que ellos, las Jerarquías de los Exusiai, Dynamis, Kyriotetes, Tronos, Querubines y Serafines - a lo largo de las evoluciones de la Luna, el Sol y Saturno para dar vida al Hombre.

Lo que antes había resultado -una especie de Pre-Humano, en Saturno, Sol y Luna- no tenía una forma uniforme. Había algunos pre-humanos de este tipo en los cuales la organización tendía más hacia un sistema de extremidades -con otros, a su vez, más hacia un sistema torácico- con otros, a su vez, más hacia la cabeza. Sin embargo, se trata de verdaderos humanos; aquí se les llama pre-humanos únicamente para distinguirlos de la etapa posterior, en la que todos los sistemas se ven mezclados en la forma humana. La diferenciación en estos pre-humanos va más allá; se podría hablar de "hombres-corazón", "hombres-pulmón", etc.

La Jerarquía de las Fuerzas Primordiales (Archai) considera que su tarea especial es conducir a todos esos pre-humanos hacia una forma humana común, cuya vida anímica correspondiese también a su conformación unilateral. Ellos se hicieron cargo del Hombre hasta entonces en manos de los Exusiai. Los cuales ya habían hecho de la multiplicidad del hombre una unidad, en sus pensamientos. Solo que para ellos esta unidad era todavía una forma ideal, una forma de pensamiento mundial. A partir de ella, los Archai configuraron la forma etérica, pero de tal manera que en esta forma etérica estaban ya contenidas las fuerzas para el futuro desarrollo de la forma física.

Ante la contemplación de estos hechos se abre una tremenda perspectiva: El hombre es el ideal de Dios, el fin y el objetivo de Dios. Pero la contemplación de esto no puede ser motivo de arrogancia ni de orgullo para el hombre. Porque el hombre sólo puede contar como suyo propio, como procedente de sí mismo, lo que ha hecho consigo mismo conscientemente durante sus vidas terrestres; y esto, expresado en proporciones cósmicas, no es más que una pequeñez, comparado con lo que los Dioses han creado, a partir del Macrocosmos que son, para ser el Microcosmos que él es y sobre el cual descansa su ser personal. Los Seres espirituales divinos mantienen como una pugna, unos y otros, en el Cosmos. La expresión visible de este enfrentamiento (Gegenüberstehens  )mutuo es la forma de los Cielos estrellados. Lo que aparece allí, en conjunto, lo quisieron crear como una sola unidad en el ser humano.

Para comprender correctamente lo que la Jerarquía de los Archai realizó cuando crearon en coro la forma humana, hay que recordar que existe una diferencia muy grande entre esta Forma y el cuerpo físico del Hombre. El "cuerpo físico" es todo aquello que tiene lugar por medio de procesos físicos y químicos en el ser humano. En el hombre de la época actual, todo esto ocurre dentro de las líneas de la Figura humana. Pero esta figura humana es en sí misma una cosa del Espíritu. Extraño y solemne. ¡Con los sentidos físicos en el mundo físico para contemplar una cosa del Espíritu en la Forma humana! Para cualquiera que posea vista espiritual, esta Forma humana aparece de hecho como una verdadera Imaginación, bajada al mundo físico. Para ver las imaginaciones, hay que salir del mundo físico al mundo espiritual adyacente; y entonces se ve cuán parecida es la forma humana a estas imaginaciones.

El surgimiento de esta Forma Humana señala el primer período en la retrospectiva, cuando el alma humana mira hacia atrás sobre sus vidas entre la muerte y el nuevo nacimiento. Al mismo tiempo se revela la profundidad de la relación que existe entre el Hombre y la Jerarquía de los Archai.

Incluso en este período, ya se puede hablar al menos de la insinuación de una diferencia entre la vida terrenal y la vida entre la muerte y el nuevo nacimiento. La Jerarquía de los Archai trabaja rítmicamente, en épocas alternas, en la elaboración de la Forma del Hombre. Al hacerlo, en un momento dirigen los pensamientos por los que se orienta la voluntad de cada uno de ellos, más hacia el Cosmos fuera de la Tierra. En otro momento miran hacia abajo, hacia la Tierra. Y la influencia combinada de lo que viene de la Tierra, y lo que viene del Cosmos fuera de la Tierra, da forma a la Figura humana, que es por tanto una expresión real de que el Hombre es al mismo tiempo un ser cósmico terrestre y extraterrestre.

La Forma humana aquí descrita, tal como fue creada por la Jerarquía de los Archai, incluye, sin embargo, no sólo los contornos exteriores de la figura y el modelado de la superficie delimitada por la piel, sino también todas las fuerzas implicadas en el porte del hombre, en el ajuste de sus facultades de movimiento a las condiciones de la tierra y en su capacidad para hacer de su cuerpo un órgano de expresión de la vida interior.

Que el hombre pueda adoptar una postura erguida bajo las condiciones de gravedad terrestres; que pueda conservar el equilibrio en medio de ellas, mientras se mueve libremente; que pueda liberar sus brazos y manos del peso de la gravedad, y utilizarlos en libertad - todo esto y mucho más, que se encuentra en el interior, pero que es Forma, el hombre se lo debe a la creación de la Jerarquía de los Archai. Todo fue preparado por ellos de antemano en la vida que, incluso para este primer período, puede llamarse vida entre la muerte y el nuevo nacimiento. Todo fue preparado de tal manera que en el tercer período - a saber, nuestra época actual - el Hombre mismo tiene la capacidad, durante esta vida entre la muerte y el nuevo nacimiento, de participar en la elaboración de esta Forma para su próxima vida en la Tierra.

Pensamientos guía

147.-Las vidas entre la Muerte y el nuevo Nacimiento también muestran tres períodos. En el primer período el hombre vive enteramente dentro de la Jerarquía de los Archai. A través de ellos se establecen los preparativos para su futura Forma humana en el mundo físico.

148.-Los Archai preparan así al ser humano, al mismo tiempo, para el desarrollo, más tarde, de la libre autoconciencia. Pues la libre conciencia de sí mismo sólo puede crecer en los seres cuya Forma, así creada, les da los medios para llevar esta conciencia de sí mismo de un impulso interior del alma a la expresión exterior.

149.-Así se ve cómo las primeras semillas de esas propiedades y poderes en el hombre que salen a la luz en nuestra época actual fueron predispuestas hace mucho tiempo, en épocas pasadas del mundo, y cómo el Microcosmos crece a partir del Macrocosmos.


Traducido por J.Luelmo mayo2021

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