Principios antroposóficos
Por Rudolf Steiner
El Misterio de Miguel: Capítulo XXVI: febrero de 1925- La memoria y la conciencia
En su estado de sueño, el hombre se entrega al Cosmos. Cuando desciende del mundo anímico-espiritual al mundo terrenal, en los períodos de sueño lleva al Cosmos aquello que ha hecho suyo, como fruto de vidas terrestres anteriores. Mientras está despierto, este núcleo interno de su ser humano se retira del Cosmos.
En este ritmo de entregarse al Cosmos, y a su vez de retirarse del Cosmos, transcurre la vida entre el nacimiento y la muerte.
Al retirarse del Cosmos es al mismo tiempo como si el hombre anímico-espiritual fuera absorbido por el organismo nervioso-sensorial. Durante la vida de vigilia, la parte anímico-espiritual del hombre está unida a los procesos físicos y vitales que tienen lugar en este organismo, y se combina con ellos en un sistema de trabajo homogéneo. En este sistema de trabajo se incluyen: La percepción sensorial, la representación de imágenes de la memoria y la vida de la imaginación. Estas funciones están ligadas al cuerpo físico. Las representaciones mentales, la vida del pensar, en la que el hombre se hace consciente de lo que ocurre medio inconscientemente en la percepción sensorial, en la fantasía y en la memoria, están vinculadas al organismo del pensar.
Este organismo del pensar es además, más particularmente, la región en la que el hombre llega a la conciencia de sí mismo. El organismo del pensar es un organismo estelar. Si llevara su vida puramente como un organismo estelar desde el principio hasta el final, el hombre llevaría en su interior no una conciencia de sí mismo, sino una conciencia de Dios. Pero el organismo del pensar es un organismo estelar extraído del Cosmos estrellado y trasplantado al curso terrenal de los acontecimientos. Al experimentar el mundo estelar en la vida terrestre, el hombre se convierte en un ser autoconsciente.
Aquí, pues, encontramos esa región de la vida humana interior en la que el mundo divino-espiritual, al que el Hombre pertenece, lo libera para que pueda convertirse en Hombre en el sentido más pleno.
Pero justo por debajo del organismo del pensar, en la región en la que tienen lugar la percepción de los sentidos, la imaginación y la representación de la memoria, convive el mundo espiritual divino con la vida del hombre. Se puede decir que en el estado de vigilia del hombre, el mundo espiritual divino vive en la evolución de la memoria. Pues las otras dos funciones, la percepción sensorial y la imaginación, no son más que modificaciones de esta representación de imágenes internas de la memoria. En la percepción sensorial tenemos la formación de los contenidos de la memoria de la mente en un estado incipiente; en los contenidos de la fantasía tenemos, iluminando en el alma, lo que vive de estos contenidos de la memoria en la vida interior del alma.
El estado de sueño lleva lo anímico-espiritual del hombre a la existencia cósmica. Aquí, con todas las funciones de su cuerpo astral y yo, está inmerso en el Cosmos divino-espiritual. No sólo está fuera de lo físico, sino también del mundo de las estrellas. Pero está dentro de esos seres espirituales divinos de los que su propia existencia se nutre.
En el actual momento de la evolución cósmica, la manera en que estos seres espirituales divinos trabajan es imprimiendo el contenido moral del mundo en el cuerpo astral y en el yo durante el estado de sueño. Todos los procedimientos del mundo en el hombre dormido son verdaderos procedimientos morales, nada que pueda decirse que se asemeje en lo más mínimo a los resultados de una acción en la Naturaleza externa.
Los efectos posteriores de este procedimiento moral del mundo son llevados por el hombre de su estado de sueño al estado de vigilia, permaneciendo éstos en estado de sueño. Porque el hombre sólo se despierta en la vida que se orienta hacia el ámbito del pensamiento. Lo que ocurre realmente en su esfera de la voluntad, incluso en la vida de vigilia, permanece velado con la misma oscuridad que la totalidad de su vida anímica durante el sueño. Pero en esta vida dormida de la Voluntad, el mundo espiritual divino sigue tejiendo en su estado de vigilia. El hombre es moralmente tan bueno -o tan malo- como pueda ser, según lo cerca que pueda estar de los seres divino-espirituales en su sueño. Y según haya sido su vida terrenal anterior en el sentido moral, se acerca o se aleja de ellos,.
Desde las profundidades del ser anímico despierto se eleva el eco de lo que ha podido quedar implantado en el alma durante el sueño en comunión con el mundo divino-espiritual. Esta voz, que resuena desde las profundidades, es la voz de la Conciencia.
Así se muestra cómo, aquello para lo que una visión materialista del mundo es más propensa a encontrar una explicación únicamente desde el lado natural, para el conocimiento espiritual se encuentra en el lado moral.
En la Memoria, el Ser divino-espiritual actúa en el hombre despierto directamente. En la Conciencia, el mismo Ser divino-espiritual actúa en el hombre despierto indirectamente - como una secuela.
La memoria se forma en el organismo nervioso y sensorial. La conciencia se forma -aunque como un proceso puramente anímico-espiritual- dentro del organismo metabólico y de las extremidades.
Entre ambos se sitúa el organismo rítmico. La conciencia se forma -aunque como un proceso puramente anímico y espiritual- dentro del organismo metabólico y de las extremidades. Ésta se desarrolla en dos direcciones, de modo que cada lado es polar en relación con el otro. Como ritmo de la Respiración, está íntimamente asociada con la Percepción-Sensorial y con el Pensar. En la respiración pulmonar, el proceso se muestra mas toscamente. Se vuelve más delicado, y como respiración refinada y sublimada se convierte en percepción sensorial y del pensar. Aún muy cercano a la Respiración - sólo que una respiración a través de los órganos de los sentidos, no a través de los pulmones - es la Percepción Sensorial. Aquello que empieza a estar más alejado de la respiración pulmonar y que tiene como soporte el organismo del pensar, es la formación de representaciones mentales, el pensar como tal. Y ya lindando con el ritmo de la circulación sanguínea - comenzando a ser una respiración interior que se combina con el organismo metabólico y de las extremidades - está la función que se manifiesta en la actividad Imaginativa. Ésta se despliega entonces, como función anímica, hasta la esfera de la Voluntad, así como el ritmo circulatorio se despliega en el organismo metabólico y de las extremidades.
En las actividades de la Imaginación, el sistema del pensar se aproxima al sistema volitivo. Es una inmersión del hombre en su esfera volitiva de sueño de vigilia. Por consiguiente, en los hombres cuyo organismo es de este tipo, el contenido de su mundo anímico parece un sueño de vigilia. En Goethe vivía una organización humana de este tipo. Por eso él afirma que Schiller debe interpretarle sus sueños poéticos.
En el propio Schiller estaba activo el otro tipo de organismo. Vivía con la fuerza de lo que traía de sus anteriores vidas terrestres. Él se veía obligado a buscar la Imaginación que le diera contenido a una voluntad tenaz.
Las personas cuya disposición se inclina más hacia la región de la imaginación, de modo que con ellas todas los conceptos de la realidad sensorial se convierten, por así decirlo, en representaciones de la imaginación, son aquellas con las que los poderes ahrimánicos cuentan en sus planes mundiales. Ellos creen que con la ayuda de personas de este tipo podrán separar completamente la evolución de la humanidad de su Pasado y llevarla en la dirección que ellos desean.
Los Poderes Luciféricos cuentan con personas cuya organización tiende más hacia la esfera Volitiva, pero que, por preferencias a una concepción idealista del mundo, convierten vigorosamente sus conceptos sensoriales en formas imaginarias. Por medio de tales seres humanos, los Poderes Luciféricos esperan mantener la evolución del Hombre totalmente dentro de los impulsos del Pasado. Así evitarían que el Hombre descienda a la esfera en la que los Poderes Ahrimánicos tienen que ser evitados.
En su vida terrenal, los hombres están colocados entre dos polos opuestos. Por encima, a lo largo y ancho, se extienden las Estrellas. De ahí llueven las fuerzas que tienen que ver con todo lo que es regular y tangible en la vida terrestre; la alternancia regular del día y la noche, las estaciones del año, los períodos mundiales de mayor duración; todo esto es el reflejo terrestre de los procesos que se originan en medio de las Estrellas.
El polo opuesto irradia desde el interior de la Tierra. Aquí tiene su vida lo Irregular. El viento y el clima, los truenos y los relámpagos, los terremotos, los estallidos volcánicos, reflejan estos acontecimientos internos de la Tierra.
El hombre es una imagen de esta vida estelar y terrenal. En su sistema del pensar vive el Orden de las Estrellas. En su sistema de las extremidades y de la voluntad vive el caos terrestre. En el sistema Rítmico, el propio ser terrenal del Hombre se experimenta en el libre equilibrio de ambos.
Pensamientos guía
174.-El hombre ha recibido su organización espiritual y corporal desde dos lados. En primer lugar, una organización desde el Cosmos físico y etérico. Todo lo que irradia del ser espiritual divino en esta organización en el ser humano, vive en él como el poder de la percepción sensorial, la facultad de la memoria y la actividad imaginativa.
175.-En segundo lugar, el hombre recibió su organización de sus vidas terrestres precedentes. Esta organización es enteramente anímico-espiritual, y vive en el hombre a través del cuerpo astral y del yo. La vida de los seres divino-espirituales que aquí se abre paso en el ser del hombre, actúa y se enciende en el hombre como la Voz de la Conciencia y similares.
176.-En su organización rítmica, el hombre combina siempre los impulsos divino-espirituales de ambos lados. En la realización interna y viva de este ritmo, el poder de la Memoria es llevado a la vida de la Voluntad, y la fuerza de la Conciencia a la vida de las Ideas.
Traducido por J.Luelmo mayo 2021
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