GA026 El Misterio de Miguel: Capítulo XIV: Contemplación navideña: el misterio del Logos

 





Principios antroposóficos


El camino hacia el conocimiento de la Antroposofía


Por Rudolf Steiner

El Misterio de Miguel: Capítulo XIV: Contemplación navideña: el misterio del Logos 

En nuestra contemplación del Misterio de Michael brillaba como un rayo de luz el Misterio del Gólgota. Esto surgió por sí solo, del hecho de que Miguel es el poder que guía al Hombre de la manera más útil y sana hacia el Cristo.

Pero la misión de Michael es de un tipo que se repite en sucesión rítmica durante la evolución cósmica de la humanidad. Su influencia benéfica había sido ejercida repetidamente sobre la humanidad en la tierra, antes del Misterio del Gólgota. Entonces, se ocupaba de todo lo que el Poder Crístico - que entonces estaba todavía fuera de la tierra - requería manifestar en actos para la educación de la humanidad a la vida terrenal. Desde el Misterio del Gólgota, sirve en ayuda de lo que debe ser realizado por el Cristo entre los hombres en la tierra. Aparece en sus repeticiones cada vez en una forma modificada y avanzada - pero en repetición.
Por el contrario, el Misterio del Gólgota es un acontecimiento cósmico único de gran alcance, que sólo tiene lugar una vez en el curso de toda la evolución cósmica de la humanidad.

Tan pronto como la humanidad hubo progresado hasta el desarrollo del Alma Racional, surge por primera vez con toda su fuerza el peligro siempre constante de que ocurra aquello para lo que, de hecho, se habían establecido las predisposiciones en el principio de los tiempos, a saber, que el Ser de la Humanidad se separe y se aleje del Ser Divino, Espiritual.

Y a la par que el alma humana pierde su comunión con la vida de los seres divino-espirituales, surge a su alrededor lo que hoy llamamos el mundo de la Naturaleza.
El hombre ya no ve su propia humanidad viva en el Cosmos divino-espiritual, sino que él ve en el mundo terrenal la obra sin vida del espíritu divino. Lo ve inicialmente, no en la forma abstracta en que lo vemos hoy, como principios y acontecimientos físico-sensibles, unidos por ese hilo abstracto de ideas que llamamos Ley Natural, sino que lo ve como un océano de existencia divino-espiritual. En todo lo que contempla -en el crecimiento y la decadencia de la vida en las criaturas del mundo animal, en el crecimiento y el brote de las plantas, en la fuente que brota y el arroyo que fluye, en las concentraciones de viento y nubes- ve las olas que se agitan y caen de este océano de existencia divino-espiritual. Todas estas formas de vida y acción que le rodean son para él los gestos, las acciones, son para él el lenguaje de los dioses, de ese Ser divino que subyace en el mundo de la "Naturaleza".
Así como, en una época anterior, el hombre había observado las posiciones y movimientos de las estrellas, y había visto en ellas los gestos, los actos, de las Divinidades del Mundo, y en ellas había leído sus palabras, así, ahora, los "hechos de la Naturaleza" se convertían en la expresión verbal de la Diosa-Tierra. Porque la Divinidad que actúa en la Naturaleza fue representada en forma de mujer.

Los restos de este tipo de representación mental permanecieron como contenido imaginativo del Alma Racional y ocuparon las almas de los hombres hasta bien entrada la Edad Media.

Los "conocedores", los "sabios", hablaban de los actos de la Diosa, cuando querían hacer comprensible a los hombres el "proceso de la Naturaleza". Sólo con el ascenso gradual del Alma Consciente, esta visión de una Naturaleza viva, dotada interiormente de alma, se hizo incomprensible para la humanidad.

Toda la forma de ver estas cosas durante la era del Alma Racional, recuerda el Mito de Perséfone y el Misterio en el que se basa.
Perséfone
Perséfone, hija de Deméter, es obligada por el Dios del Inframundo a acompañarle hasta su reino. Esto se resuelve finalmente en la forma en que ella pasa sólo la mitad del año en el inframundo, y habita en el mundo superior durante la otra mitad.

Este mito expresa de manera grandiosa y poderosa la forma en que los hombres, en épocas pasadas, miraban la vida creciente y menguante del mundo terrenal y leían lo que había detrás de ella.

Todos los impulsos activos del mundo procedían en la antigüedad del entorno cósmico que rodeaba la Tierra. La Tierra misma apenas estaba naciendo. Construyó su forma de vida en medio de la evolución cósmica a partir de las fuerzas que actuaban en su entorno. Los Seres Espirituales divinos del Cosmos fueron los artífices activos del ser de la Tierra.
Y cuando la Tierra estuvo lo suficientemente avanzada como para convertirse en un cuerpo cósmico autónomo, entonces el ser espiritual divino descendió sobre ella desde el Cosmos universal, y se convirtió en la divinidad terrestre. Este fue un hecho cósmico, percibido y reconocido por la clarividencia onírica del Hombre antiguo. De esta ciencia perceptiva ha quedado el Mito de Perséfone. Pero lo que también ha quedado es la forma en que, hasta la Edad Media, los hombres se esforzaron con su ciencia por penetrar en los secretos de la "Naturaleza". Porque entonces dirigían su mirada, no como después, hacia las impresiones de los sentidos, es decir, hacia lo que se muestra en la superficie del mundo terrenal, sino hacia esas fuerzas activas que suben a la superficie desde las profundidades interiores de la Tierra. Y estas fuerzas de las profundidades, estas "Potencias del Inframundo", las veían actuar en alternancia con la acción de los astros y las fuerzas elementales del entorno terrestre.
Allí las plantas crecen en todas sus múltiples formas, mostrándose en su alegre espectáculo de muchos colores. Allí, a través de todo ello, actúan las fuerzas del Sol, la Luna y las Estrellas en conjunción con las fuerzas de las profundidades de la Tierra. La base la ponen los Minerales; toda su forma en esencia lleva el carácter de la descendencia terrestre de los Seres del Mundo. La roca pétrea se eleva desde el "inframundo" sólo gracias al poder de las fuerzas terrestres, que antes eran celestes. El mundo animal no ha tomado prestadas de la Tierra las fuerzas de "las profundidades". Es traído a la vida únicamente por las Fuerzas del Mundo que trabajan desde los alrededores, desde el entorno de la tierra. Sus comienzos, su crecimiento, su vida recién nacida, sus facultades de nutrición, sus poderes de movimiento, todo ello se lo debe a las fuerzas que fluyen desde el Sol sobre la Tierra. Propaga su especie bajo la influencia de las fuerzas lunares que descienden desde el exterior sobre la Tierra. Aparece en muchas formas y tipos, debido a las Estrellas, que desde sus diferentes posiciones en el amplio universo trabajan desde el exterior sobre la vida animal y le dan forma. Pues los animales no son otra cosa que la puesta en escena del universo sobre la tierra. Sólo con su tenue y oscura vida de conciencia toman parte en el mundo terrenal; en sus comienzos, en su crecimiento, en todo lo que son, para percibir y moverse, no son criaturas de la tierra.
Esta grandiosa idea de la creación de la tierra vivió una vez entre los hombres. De lo que aún queda de ella, que se prolonga hasta la Edad Media, sólo es posible obtener una noción muy tenue de las grandes líneas de la estructura. Para llegar a una verdadera noción de ella hay que retroceder y ver con el conocimiento de la visión hasta tiempos muy antiguos. Porque incluso con los documentos físicamente existentes, lo que existía en las almas de los hombres es perceptible sólo para quien puede leerlos con la mirada del Espíritu.

Ahora bien, el hombre no está en condiciones de mantenerse tan alejado de la tierra como las criaturas del mundo animal. Decir esto es tocar el misterio tanto de la humanidad como de la especie animal. Estos misterios se reflejan en el culto a los animales de los pueblos antiguos, especialmente de los egipcios. Ellos veían en los animales seres que son huéspedes de la tierra, en los que se puede contemplar visiblemente el ser y el hacer de ese otro mundo espiritual que limita con el terrenal. Y en la combinación de la forma humana con la animal, tal como se representa en sus imágenes, pusieron ante ellos las figuras de esos seres intermedios del mundo elemental, que están en el camino hacia la humanidad en el curso de la evolución del mundo, pero que nunca entran en la región terrestre, para no convertirse en hombres. Estos seres elementales intermedios existen realmente. Los egipcios sólo reproducían lo que veían, cuando hacían imágenes de ellos. Sin embargo, tales seres no tienen la plena autoconciencia del hombre.
Para llegar a esta autoconciencia, era necesario que el hombre pisara tan a fondo el mundo terrenal que tomara algo del ser de la tierra en su propio ser. Era necesario que se expusiera al hecho de que en este mundo terrenal tiene ante sí la obra realizada por aquellos seres divino-espirituales con los que está asociado, pero sólo su obra realizada. Y como sólo es la obra forjada -la obra terminada, desligada de su origen- los Seres Luciféricos y Ahrimánicos tienen acceso a ella. El resultado es que el hombre se ve en la necesidad de hacer de esta obra acabada de los Dioses, impregnada como está por Lucifer y Ahriman, el lugar en el que conducir una parte -a saber, la parte terrenal- de su propia existencia.
Esto sólo es posible sin romper permanentemente el vínculo entre el mundo humano y su origen espiritual divino, mientras el Hombre no haya llegado al punto de desarrollar su Alma Racional. En este punto se produce en el hombre una corrupción de sus cuerpos físico, etérico y astral. La ciencia de una época anterior reconocía esta corrupción como algo realmente existente en el ser humano. Se sabía que era un elemento necesario, para que la Conciencia pueda progresar en el Hombre hacia la Autoconciencia. La ciencia cultivada en aquellos lugares, que Alejandro Magno dio a la ciencia, vivió una enseñanza aristotélica correctamente entendida, contiene en ella este elemento de corrupción como parte vital de su doctrina psicológica; sólo que tales ideas, más tarde, ya no fueron penetradas en su esencia interior.
Durante las épocas que precedieron al desarrollo del Alma Racional, el hombre estaba todavía tan estrechamente ligado a las fuerzas de su origen espiritual divino, que estas fuerzas eran capaces, desde sus lugares en el cosmos, de mantener en equilibrio los poderes de Lucifer y Ahriman por los que era acosado en la tierra. Por parte del propio Hombre, se hacía lo suficiente para ayudar a mantener este equilibrio, cuando en las ceremonias rituales de los Misterios se mostraba una imagen del descenso del Ser Espiritual Divino al reino de Lucifer y Ahriman y su resurrección triunfante. En los tiempos que precedieron al Misterio del Gólgota, encontramos en consecuencia, en los ritos religiosos de los diferentes pueblos, representaciones pictóricas de lo que luego se convirtió -en el propio Misterio del Gólgota- en una realidad.
Pero cuando el Alma Racional evolucionó, nada salvo la realidad misma podía ya preservar el Ser del hombre de la separación de aquellos Seres Espirituales divinos a los que pertenece. En el Alma Racional, organizada de tal manera que mientras está en la Tierra, extrae su vida del reino terrenal, debe entrar lo Divino -incluso dentro de este reino terrenal- en la realidad misma del Ser. Esto se logró a través del Logos Espiritual Divino, el Cristo, que por el bien de la humanidad unió Su destino cósmico con la Tierra.

Perséfone descendió al reino terrenal para liberar al mundo vegetal de su condena a formarse únicamente a partir del reino terrenal. Este es el descenso de un ser divino-espiritual a la naturaleza terrenal. También Perséfone tiene una especie de resurrección, pero anual, en sucesión rítmica.
Frente a este acontecimiento, que tiene lugar como un proceso cósmico sobre la tierra, está el Descenso del Logos para salvar a la Humanidad. Perséfone desciende para llevar el mundo natural a su relación original con los cielos. Lo que aquí ocurre se basa en el Ritmo, pues los acontecimientos de la Naturaleza proceden en forma rítmica. El Logos bajó a la Humanidad. Esto sólo ocurre una vez durante la evolución de la Humanidad. Pues esta evolución forma sólo una parte de un gigantesco Ritmo Mundial, en el que la Humanidad, antes de su vida "como ser humano", era algo muy diferente de la Humanidad, y después volverá a ser diferente. Mientras que la vida vegetal se repite como tal, una y otra vez en ritmos cortos.

Esta es la luz bajo la cual debe verse el Misterio del Gólgota; y los hombres tienen que verlo así en lo sucesivo, ahora que ha comenzado la Época del alma Consciente. Pues incluso en la época del Alma Racional, ya existía el peligro de que el Hombre perdiera su vínculo, si no hubiera intervenido el Misterio del Gólgota.
En la era del Alma Consciente, se produciría un completo oscurecimiento del mundo espiritual en la conciencia del Hombre, si el Alma Consciente no pudiera reunir la fuerza suficiente para mirar hacia atrás, con perspicacia, a su origen divino y espiritual. Pero si el Alma puede mirar hacia atrás, entonces encuentra en el Logos del Mundo al Ser que puede guiarla hacia atrás. Y se llena de la poderosa imagen que revela lo que ocurrió en el Gólgota.

Y el comienzo de este entendimiento es una comprensión amorosa de la noche santa de la Navidad, que cada año se celebra en recuerdo. Pues el Alma Consciente, que se encuentra con la recepción de la fría intelectualidad, pasa a recoger la fuerza necesaria, cuando en este Intelecto, ese cálido Amor, del que fluye la corriente más noble y pura cuando se vuelve hacia el Niño Jesús, que en la Noche Santa de la Navidad Mundial aparece en la Tierra. Entonces el Hombre ha abierto su alma a la influencia del más alto de todos los hechos espirituales de la Tierra, que es también un hecho físico. Ha emprendido el camino que termina recibiendo al Cristo en sí mismo.
En el mundo de la Naturaleza, una verdadera Ciencia contemplará en Perséfone -o ese ser al que los hombres todavía dirigían su mirada en la temprana Edad Media, cuando hablaban de "Naturaleza"- la revelación natural de ese poder espiritual divino primigenio y eterno, del que surgió el mundo natural, y que surge continuamente como base de la existencia terrenal del Hombre.

En el mundo del Hombre, una verdadera Ciencia contemplará en Cristo la revelación humana de ese Logos primigenio y eterno, que en el reino del Ser Espiritual Divino, con el que el Hombre está unido en su origen, trabaja para la evolución del Ser Espiritual del Hombre.
Dirigir el corazón humano con Amor hacia estas grandes conexiones cósmicas - esta es la verdadera celebración de esa Fiesta conmemorativa que viene al encuentro del Hombre todos los años, cuando contempla la Noche Santa del Mundo. Cuando un Amor como éste habita en los corazones humanos, enciende con su calor el frío elemento de Luz del Alma Consciente. Si el Alma Consciente estuviera condenada a permanecer sin ser calentada por tal fuego, el Hombre nunca podría alcanzar su transformación en el Espíritu. O bien perecería en el frío de la conciencia intelectual, o estaría condenado a permanecer en una forma de vida espiritual que nunca progresa hacia la evolución del Alma Consciente. Entonces se detendría en la evolución del Alma Racional.
Pero el Alma Consciente no es, por su propia esencia, fría. Sólo lo parece al principio de su evolución; porque al principio sólo puede mostrar el elemento Luz que hay en ella, y no todavía el Calor cósmico, del que sin embargo procede.

Sentir la Navidad y mantenerla interiormente de esta manera, puede hacer presente en el alma cómo se proclama ante el Hombre la Gloria de los Seres divino-espirituales, que revelan su imagen en las extensiones estelares, y cómo se realiza en los campos de la Tierra la liberación del Hombre de aquellos poderes que lo alejarían de su fuente y origen.

Pensamientos guía

137.-Esa forma de actividad, introducida por las Fuerzas de Michael en la evolución del Mundo y del Hombre, se repite rítmicamente - aunque cada vez en forma modificada y progresiva - tanto antes como después del Misterio del Gólgota.

138.-El Misterio del Gólgota es el mayor acontecimiento único, que sólo se produce una vez, en el curso de la evolución humana. No se puede hablar aquí de ninguna repetición rítmica. Pues aunque esta evolución humana forma parte de un gigantesco ritmo mundial, no es más que una parte única y ampliamente extendida de este gigantesco ritmo. Antes de convertirse en esta única parte, la Humanidad era otra cosa, esencialmente distinta de la Humanidad. Después, Miguel volverá a ser otra cosa. En el curso de la evolución humana, por lo tanto, tienen lugar muchos Acontecimientos de Miguel, pero un solo Acontecimiento del Gólgota.

139.-En la rápida y rítmica repetición de un ciclo anual, el proceso de la Naturaleza es realizado por aquel Ser divino-espiritual que descendió a las profundidades de la Tierra para llevar el espíritu a este proceso natural. Este Ser representa la unión del mundo natural con aquellas fuerzas primarias y eternas que deben continuar trabajando en la Naturaleza, así como el Cristo en su descenso representa la unión de la Humanidad con el Logos primario y eterno, cuyo trabajo nunca cesará su eficacia para la salvación de la Humanidad.
Traducido por J.Luelmo mayo2021

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919