Principios antroposóficos
Por Rudolf Steiner
El Misterio de Miguel: Capítulo XIII: A las puertas del alma consciente (3) 14 de diciembre de 1924
Con el progreso ulterior de la Época del alma Consciente, cesa cada vez más la posibilidad de conexión directa entre Miguel y la generalidad de la especie humana. En el ser del hombre entra triunfante el nuevo poder humanizado de la intelectualidad y de él se desvanecen las concepciones imaginativas de la mente, que muestran al hombre las formas vivas de la Inteligencia Cósmica.
Para Miguel, toda posibilidad de acercamiento al Hombre no comienza hasta el último tercio del siglo XIX. Antes de eso, el acercamiento sólo puede intentarse por caminos como los de los auténticos rosacruces.El hombre mira con su intelecto recién adquirido a la Naturaleza; y lo que ve es un mundo físico, un mundo etérico, en el que él mismo no está. A través de las grandes ideas de Copérnico y Galileo obtiene una imagen del mundo externo, no humano; pero pierde la imagen de sí mismo. Se mira a sí mismo y no tiene la posibilidad de llegar a una visión de lo que es.
En lo más profundo de su ser se despierta algo que está llamado a ser el portador de su inteligencia humana. Con el cual se combina su yo. El hombre lleva ahora en su interior un triple ser. En primer lugar, en su alma consciente, lleva dentro de sí, manifestado en forma físico-etérica, aquel ser que al principio, -en los tiempos de Saturno y del Sol, y repetidamente desde entonces-, le ha dado un lugar en el reino del espíritu divino. Aquí es donde el ser del Hombre y el ser de Miguel pueden unirse. En segundo lugar, el hombre lleva dentro de sí su ser físico y etérico posterior, es decir, el que se convirtió en el suyo durante los tiempos de la Luna y la Tierra. Todo esto es obra y trabajo del espíritu divino; pero el espíritu divino ya no vive en él con el ser presente. Se hace presente por primera vez en el ser vivo cuando el Cristo pasa por el Misterio del Gólgota. En aquello que obra espiritualmente en el cuerpo físico y etérico del Hombre, puede encontrarse el Cristo. En tercer lugar, el Hombre tiene en él aquella parte de su espíritu y de su alma que durante los tiempos lunares y terrestres ha adquirido una nueva forma de ser. En esta parte, Miguel ha permanecido activo; mientras que en la parte dirigida a la Luna y a la Tierra, se ha vuelto cada vez más inactivo. En la primera, es él quien ha conservado para el hombre las imágenes divinas del hombre.
Esto lo pudo hacer Miguel hasta el albor de la Era del alma Consciente, y entonces todo el elemento anímico y espiritual del Hombre se hundió, por así decirlo, en lo físico y en lo etérico, para hacer aflorar el Alma consciente.
Luminosamente surgió en la conciencia del Hombre todo lo que sus cuerpos físico y etérico podían decirle sobre lo físico y lo etérico en la Naturaleza. Desapareció de su visión lo que el cuerpo astral y el yo podían decirle sobre sí mismo.
Amanece una época en la que la humanidad siente que ya no puede llegar a sí misma con su percepción. Comienza una búsqueda de la comprensión de la naturaleza humana. Esto no puede satisfacerse con lo que el presente puede hacer. Nos remontamos históricamente a épocas anteriores. El "humanismo" hace su aparición en la evolución del espíritu humano. El humanismo surge en el desarrollo del espíritu. El humanismo no se persigue por poseer al ser humano, sino por haberlo perdido. Siempre que se poseyera, Erasmo de Rotterdam y otros habrían trabajado desde un matiz anímico completamente distinto de lo que para ellos era el humanismo.
Posteriormente, en El Fausto, redescubierto por Goethe, aparece la figura de un hombre que ha perdido por completo al ser humano. Esta búsqueda del Hombre se intensifica cada vez más. Pues el hombre sólo tiene dos alternativas: o bien embotarse completamente ante el despertar del sentido interior de su propio ser; o bien proseguir esta búsqueda anhelante del Hombre, de modo que esta búsqueda se convierta en un elemento inherente a su alma.
Hasta el siglo XIX, en la vida espiritual de Europa los mejores hombres en todos los campos se dedican a la búsqueda de toda variedad de ideas, -históricas, científicas, filosóficas, místicas-, todas ellas representando el esfuerzo en el aspecto intelectualizado del Mundo por descubrir al Hombre.
El Renacimiento, el Nuevo Nacimiento espiritual, el Humanismo, todos se precipitan, de hecho, tras la espiritualidad en una dirección en la que ésta no se encuentra. En la dirección en la que hay que buscarla, impotencia, ilusión, desconcierto. Y en todas partes, a través de todo ello, las Fuerzas de Miguel se abren paso, en el arte, en el aprendizaje, en la vida del hombre, sólo que todavía no en las fuerzas jóvenes y ascendentes del Alma Consciente. Un estremecimiento de toda la vida espiritual; Micael, con todas sus fuerzas retrocediendo en la evolución cósmica, a fin de encontrar fuerzas para mantener en equilibrio al Dragón bajo sus pies. Bajo estos poderosos esfuerzos de Miguel surgen las grandes obras del Renacimiento. Sin embargo, éstas son todavía un renacimiento, por el poder de Miguel, de la antigua vida del Alma Racional, y no un trabajo de las nuevas fuerzas del alma.
Uno puede ver a Miguel, lleno de ansiedad por saber si, después de todo, estará en condiciones de mantener al Dragón permanentemente bajo control, cuando percibe cómo los hombres se dedican a un solo campo, tratando de obtener de la imagen que acaban de obtener de la Naturaleza una imagen similar del Hombre. Miguel ve cómo los hombres observan la naturaleza e intentan, a partir de lo que llaman Ley Natural, construir una imagen del Hombre. Ve cómo lo representan en sus mentes: Esta peculiaridad en algún animal se perfecciona; esa combinación de funciones orgánicas se ajusta mejor; y así, "surge" el Hombre. Pero ante el ojo espiritual de Miguel, lo que surge no es el Hombre en absoluto. Lo que ellos piensan que se perfecciona cada vez más y se ajusta mejor, es sólo una cosa pensada; nadie puede ver que se convierta en un hecho, porque los hechos reales son otros.
Y así los hombres viven con tales pensamientos del Hombre en imágenes insustanciales, en ilusiones que no tienen ser. Persiguen una imagen del Hombre; creen que la poseen; pero en verdad no hay nada dentro de su campo de visión. El poder del Espíritu-Sol brilla sobre sus almas; Cristo está actuando; pero todavía no pueden prestarle atención. El poder del Alma Consciente es fuerte en sus cuerpos, pero en sus almas todavía no entra'. Así se puede escuchar la Inspiración que pronuncia Miguel en su terrible ansiedad. ¿No puede esta fuerza de la Ilusión en los hombres dar al Dragón tanto poder después de todo, que será una imposibilidad para él, - para Miguel mismo-, mantener el equilibrio?
Otros individuos se empeñan con más fuerza artística interior por encontrar la unión entre la Naturaleza y el Hombre. Resuenan magníficamente las palabras de Goethe, al describir en un noble libro la obra de Winkelmann: "Cuando las potencias de la naturaleza del hombre actúan al unísono de forma íntegra y saludable; cuando se siente a sí mismo en el mundo como en un todo grandioso, justo, venerable y digno; cuando el bienestar de la sintonía armoniosa le llena de un deleite puro y libre - entonces el Universo, si fuera consciente de sí mismo, gritaría de alegría por la consecución de su objetivo, y aclamaría maravillosamente la corona de su propia vida y ser." En estas palabras de Goethe resuena el mismo impulso que inspiró a la mente de Lessing con una llama de fuego, que ensombreció la visión mundial de Herder. Y toda la obra creativa de Goethe es como una demostración universal de este dicho suyo. Schiller, en sus "Cartas sobre la estética", ha dibujado el cuadro de un Hombre Ideal - uno (como suena en las palabras de Goethe) que lleva todo el Universo dentro de sí, y lo realiza realmente en cooperación social con otros hombres. Pero, ¿De dónde procede esta imagen del hombre? Brilla como el sol de la mañana sobre la tierra de la primavera. Pero ha entrado en los sentimientos de los hombres desde la contemplación del antiguo hombre griego. Los hombres acariciaron la imagen con todo el fuerte impulso interior de Miguel; pero no pudieron encontrar ninguna forma para dar a este impulso, excepto volviendo la mirada de su alma hacia una época pasada. Goethe pasó, como sabemos, por los más severos conflictos con el Alma Consciente cuando trató de realizar interiormente al Hombre. Creyó que por primera vez lo había vislumbrado realmente, cuando en su viaje a Italia tuvo su primera visión de la vida y el ser griegos. Se apresuró a alejarse del Alma consciente , esforzándose en Spinoza, hacia lo que, al final, no era más que el rescoldo moribundo del Alma Racional; sólo que Goethe consigue llevar una cantidad infinita de esta última al Alma Consciente, en su visión omniabarcante de la Naturaleza.
También Miguel observa seriamente estos esfuerzos por encontrar al Hombre. Él ve algo que, es cierto, está en su propia mente, entrando aquí en la evolución del espíritu humano. Es ese mismo Hombre, que una vez contempló las formas de vida del Ser Inteligente, en los tiempos en que Miguel gobernaba desde el Cosmos exterior. Sin embargo, eventualmente, si no es captado por el poder espiritualizado del Alma Espiritual, esto también debe terminar cayendo fuera del radio de acción de Miguel, en el dominio de Lucifer. Que Lucifer pueda ganar la ascendencia en el equilibrio cósmico, -ésta es la otra terrible ansiedad en la vida de Micael.
La preparación de la misión de Miguel a finales del siglo XIX se desarrolla en la tragedia cósmica. En la tierra, a menudo reina la más profunda satisfacción por la imagen que el hombre tiene de la naturaleza y su funcionamiento efectivo; mientras que en la región donde Miguel trabaja no hay más que tragedia por los obstáculos que impiden que la verdadera imagen del hombre se abra paso en la vida.
Hubo un tiempo en que en los rayos del sol, en el rubor de los cielos matutinos, en el centelleo de las estrellas, vivía el agudo y claro amor espiritual de Miguel. La nota dominante que este amor había tomado ahora, era de dolor, despertado al contemplar la humanidad.
La situación de Michael en el cosmos se volvió trágicamente difícil, pero también era urgente una solución durante el período de tiempo que precedió a su misión terrestre. Los hombres sólo podían mantener su poder de intelecto en el dominio del cuerpo, y en éste sólo en el dominio de los sentidos. En consecuencia, no admitían nada en su rango de visión mental, excepto lo que sus sentidos les decían. La naturaleza se convirtió en un campo de revelación de los sentidos, una revelación concebida de forma muy material. En la Naturaleza y en todas sus formas, los hombres ya no veían la obra del espíritu divino, sino algo que ha llegado a existir sin espíritu, y de la cual, sin embargo, afirman que nace la vida espiritual que lleva el hombre. Del mundo espiritual, por otra parte, los hombres sólo aceptarían lo que todavía se cuenta en los registros históricos. Cualquier visión real del espíritu creador en el pasado estaba tan severamente mal considerada como la visión del espíritu en el presente.
Sólo lo que procede del reino presente, en el que no entra Miguel, seguía viviendo en el alma humana. El hombre se alegraba de pisar terreno «seguro». Creía que lo tenía porque no buscaba nada en la «naturaleza» de los pensamientos en los que temía inmediatamente la arbitrariedad de la fantasía. Pero Miguel no estaba contento; tenía que librar la batalla contra Lucifer y Ahriman más allá del hombre, en su propio territorio. De ello resultó la gran dificultad trágica, porque cuanto más Miguel, -debido a que él también preserva el pasado-, tiene que mantenerse alejado del hombre, más fácil le resulta a Lucifer acercarse a él. Y así tuvo lugar para el hombre una feroz batalla de Miguel con Ahrimán y Lucifer en el mundo espiritual inmediatamente vecino a la tierra, mientras mantenía su alma activa en el propio reino terrenal contra la salvación de su desarrollo.
Todo esto se aplica, por supuesto, a la vida espiritual de Europa y América. Para Asia habría que hablar de otra manera.
Pensamientos guía
134.-En el primer período de la evolución del Alma Consciente, el Hombre comenzó a sentir que la imagen de la Humanidad, de su propio Ser Humano, que hasta entonces había surgido de sí mismo, imaginariamente, se había perdido para él. Impotente para encontrarla todavía en su Alma Consciente, la busca por los caminos de la Ciencia Natural de la Historia. Le gustaría revivir una vez más en su interior la antigua imagen de la Humanidad.
135.-Por este camino, los hombres no llegan a la verdadera plenitud del ser humano; sólo llegan a ilusiones vacías. Pero esto no lo ven; miran a éstas como las cosas que dan a la Humanidad sustento y apoyo.
136.-Y así Miguel, en el tiempo que precede a su regencia terrenal, sólo puede mirar con ansiedad y pena la evolución de la humanidad. Porque los hombres rechazan la contemplación espiritual en cualquier dirección, y así se apartan de todo lo que crea un vínculo con Miguel.
Traducido por J.Luelmo mayo2021
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