GA184-Dornach, 8 de septiembre de 1918 La tarea de los seres de la tercera, la segunda y la primera Jerarquía.

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 RUDOLF STEINER

 La prehistoria cósmica de la humanidad


Quince conferencias impartidas en Dornach del 6 de septiembre al 13 de octubre de 1918

 

TERCERA CONFERENCIA

La tarea de los seres de la tercera, la segunda y la primera Jerarquía. La octava esfera. El tiempo del devenir histórico. Newton, Leibniz, Marx. Historia falsa y hechos reales.

Dornach, 8 de septiembre de 1918

En primer lugar, tendré que recordar algo que dije ayer, para luego poder proseguir con otras consideraciones. Ayer dije en esencia que no se puede llegar a comprender la posición de lo ideal o espiritual en relación con lo material del mundo, con el orden puramente causal de la naturaleza, si no se tiene en cuenta lo que es realmente la esencia del sueño humano.

Partimos del pensamiento de Agustín, que quería experimentar una verdadera certeza sobre el mundo a través de la experiencia interior. Como les decía, hoy ya no podemos mantenernos firmes en este pensamiento, por la sencilla razón de que debemos saber hoy que cada sueño de una persona refuta este pensamiento. Porque nunca podríamos aferrarnos a la idea de que lo que el hombre experimenta dentro de sí mismo se conserva post mortem después de la muerte, es decir, lo que el hombre experimenta en su interior sea algo realmente eterno, si tuviéramos que mirar el tiempo así desde que se duerme hasta que se despierta, como el mira la conciencia contemporánea ordinaria.

La conciencia ordinaria de hoy en día ve que lo que se experimenta en el ser interior del hombre despunta durante el sueño. Pero hemos dicho que tan pronto como el hombre ha completado la primera etapa de mirar en el mundo espiritual, se da cuenta de que desde el momento en que se duerme hasta que se despierta, lo que llamamos el yo del hombre y su cuerpo astral - es decir, el ser real del alma espiritual del hombre - está conectado desde el interior de esta manera con el ser de los Ángeles, Arcángeles y Arcáis, al igual que el hombre está conectado aquí durante la vigilia con el reino animal, el reino vegetal, el reino mineral.

Debido a que el hombre mantiene su conciencia amortiguada en el sueño por las fuerzas contrarias del mundo, no puede notar que durante el sueño está conectado con la Jerarquía de los Ángeles, Arcángeles y Arcáis, que impregnan su yo y su cuerpo astral con su propio ser, que sostienen y llevan su cuerpo astral y su yo.

Y hemos explicado cómo de esta conexión del hombre con los seres espirituales se derivan tres cosas: En primer lugar, que tenemos más o menos claramente, incluso en la conciencia ordinaria, el sentido de la personalidad. Nos reconocemos como un yo.

Nunca nos conoceríamos a nosotros mismos como un yo con sólo lo que está disponible para nosotros mientras estamos despiertos. La sensación de personalidad libre que persiste durante el día, durante la vigilia, es como un efecto secundario de lo que experimentamos durante el sueño. Esto se debe a que desde que nos dormimos hasta que nos despertamos, el ser angélico del mundo espiritual, al que pertenecemos, está conectado con nosotros. Pero también el arcángel, o en realidad un número de arcángeles, está conectado con nuestro ser anímico-espiritual. Y es a partir de esto, como un efecto posterior en la vigilia, que nos reconocemos como miembros de toda la raza humana, que nos reconocemos por completo como seres humanos en la tierra. 

La conciencia de la propia personalidad libre, aunque no sea del todo clara, la posee realmente todo ser humano. Más sombría aún es la conciencia de que uno es un ser humano en general. Sí, algunos filósofos, como Feuerbach o incluso Auguste Comte, han opinado que esto es ya un descubrimiento importante para el hombre cuando llega a sentirse hombre en general, miembro de todo el género humano. Y ayer oímos a Auguste Comte hablar del Gran Ser; con esto no quiere decir otra cosa que el hombre. Pero Comte habla desde el punto de vista de la ciencia materialista ordinaria; no sabe lo que subyace espiritualmente a esta conciencia, que yace en el fondo de nuestra vida anímica, de que somos humanos. 

Uno no podría sospechar que es un ser humano si aquello que se separa en el sueño de nuestros cuerpos físico y etérico no estuviera saturado del ser arcángel. Y además nos impregnamos del llamado espíritu de la época, del ser de la Jerarquía de los Archai. Pero lo que se desprende de ella sigue siendo una conciencia bastante oscura y sombría.  En efecto, la humanidad de hoy no la tiene en absoluto si no se siente enmarcada en la historia, en la vida histórica. La cosmovisión oriental no ha penetrado en absoluto en esta conciencia de vivir como persona terrenal. Esa era la tarea de la cultura occidental en particular, sentirse como un ser histórico, como seres -es decir, digamos para nosotros- que pertenecen a los siglos XIX y XX. Pero mucho más que el año y algunos datos históricos externos (poco después escucharemos lo poco que estos realmente tienen importancia para la vida real), la conciencia humana materialista actual no sabe mucho más al respecto. Porque solo la ciencia espiritual nos lleva a reconocer cómo el alma humana cambia de milenios a milenios, cómo el hombre se convierte en otro, y cómo ahora miramos hacia la antigüedad y sabemos que la gente de la tercera era post-Atlante, los pueblos egipcio-caldeos , tenía un estado anímico y una humanidad completamente diferente a la que tenemos hoy. Este sentimiento de estar enmarcados dentro del desarrollo de la humanidad es lo que tenemos como eco de nuestra conexión con el Archai o espíritu de la época, durante el tiempo desde que nos dormimos hasta que nos despertamos. De modo que desde que nos dormimos hasta que nos despertamos sepamos que estamos conectados a esta tercera jerarquía espiritual.

Ahora bien, ¿Cuál es la diferencia de nuestra vida desde que nos dormimos hasta que nos despertamos, es decir, cada día, de la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento? Cada noche al ir a dormir dejamos a un lado, yo diría provisionalmente, para la renovación, nuestro cuerpo físico y etérico. Se queda con nosotros. Allí estamos conectados con dichas entidades de la tercera jerarquía; volvemos de nuevo a nuestro cuerpo físico y etérico al despertar.  Es diferente cuando ya no podemos volver, cuando hemos muerto. Entonces nuestros cuerpos físico y etérico se entregan aparentemente a las fuerzas motrices del mundo terrenal. Sabemos que esto parece ser el caso, y hablamos de ello el otro día, que parece ser el caso; pero para nuestra experiencia nuestros cuerpos físico y etérico son entregados a los reinos terrenal y celestial. Pero en este tiempo entre la muerte y el nuevo nacimiento no sólo entramos en contacto, como en el sueño, con estos Seres de la Tercera Jerarquía, sino también en contacto igualmente íntimo con los Seres de la Segunda Jerarquía, con los Exusiai, es decir, los Espíritus de la Forma, con los Dynameis, los Espíritus del Movimiento, con los Espíritus de la Sabiduría, Kyriotetes, y también con los Seres de la Primera Jerarquía, con los Serafines, Querubines, Tronos. Así como aquí dirigimos nuestro ser humano hacia el mundo, y como todo lo que está contenido en los reinos de la Naturaleza se nos aparece en la periferia del mundo, así nos hacemos conscientes, ahora no exteriormente, sino interiormente, de la interacción de las Jerarquías superiores entre la muerte y un nuevo nacimiento. Esta es esencialmente, desde cierto punto de vista, la diferencia entre el sueño y la muerte del hombre, que en realidad sólo estamos durante el sueño directamente -indirectamente también- conectados con las entidades de la tercera Jerarquía, pero después de la muerte con las entidades de las tres Jerarquías, hasta las entidades espirituales más elevadas.

Ahora bien, teniendo en cuenta esto, podréis ver más adelante cómo se sitúa el hombre en general en todo el universo, cómo está conectado el hombre como microcosmos con todo el universo, con el macrocosmos. Visualicemos lo que he dicho de forma esquemática. Digamos, pues, que después de la muerte nuestro ser espiritual está conectado interiormente con los seres de la Tercera Jerarquía, con los seres de la Segunda Jerarquía, con los seres de la Primera Jerarquía, así como exteriormente está conectado con el reino animal, el reino vegetal, el reino mineral, a partir de los cuales se construye. Pero ahora hay otra conexión.

Cuando uno aprende todo lo que los Seres de la Tercera Jerarquía realizan al principio -tienen otras tareas, pero sólo hablamos de las cosas en parte, porque los Seres de la Tercera Jerarquía son seres individuales, cada uno trabaja por separado, y también a través de sus efectos en conjunto, haciendo surgir algo, creando algo-, como decía,  cuando visualices lo que estos Seres de la Tercera Jerarquía realizan, es en un principio todo lo que sucede en la vida histórica de la humanidad (ver dibujo  fig.1). También se puede expresar este pensamiento de la siguiente manera: Nadie sabe nada de la realidad de la vida histórica de la humanidad si no tiene idea del hecho de que lo que es en realidad la historia no está hecha por los hombres, sino por los Seres de la Tercera Jerarquía. Los Seres de la Tercera Jerarquía -Ángeles, Arcángeles, Archai- hacen realmente la historia, y el hombre participa en el trabajo de esta Tercera Jerarquía extrayendo de ella su conciencia como personalidad, su conciencia como ser humano, como ser histórico de la Tierra. La razón por la que el hombre está dentro del mundo es que estos seres crean la vida histórica, y que lo que el hombre es interiormente y a través de lo cual está conectado interiormente con la vida histórica, lo recibe a su vez de estos seres. La vida histórica exterior registrada en la historia común, que después de todo es esencialmente una fábula convencional, no es más que un reflejo de la vida histórica interior que es creada en su proceso de desarrollo por los seres de la Tercera Jerarquía. 

Ahora podemos preguntar: ¿Cuál es la tarea de los seres de la segunda y primera Jerarquía de manera similar, es decir, los Exusiai, Dynameis, Kyriotetes, los espíritus de la forma, los espíritus del movimiento, los espíritus de la sabiduría? En efecto, tienen una tarea mucho más amplia. Lo veremos primero por su relación con el hombre. La mejor manera de llevar esta tarea ante vuestra alma es dirigiendo vuestra atención a vuestro cuerpo etérico. Si partís de vuestro yo y vais hacia el interior, llegaréis a vuestro cuerpo astral. A través de vuestro cuerpo astral estáis conectados con la vida histórica de la humanidad. En la vida histórica de la humanidad, a su vez, trabajan los Seres de la Tercera Jerarquía, que hacen la vida histórica de los hombres. Pero si vais más allá, si bajáis al cuerpo etérico, este cuerpo etérico es una entidad muy compleja. El hombre no sabe mucho con su conciencia actual de toda la complejidad que subyace en este cuerpo etérico humano. Pero si se estudia el "La Ciencia Oculta, en esquema" se obtendrá una cierta idea de todo lo que debe obrar en este cuerpo etérico; allí, en la sucesión de los períodos de Saturno, Sol y Luna, es decir, de las sucesivas encarnaciones de nuestra Tierra, se muestra cómo este cuerpo etérico se forma a partir de todo el Cosmos, y cómo cooperan los Seres de las Jerarquías superiores. Si ponemos esto en una fórmula descriptiva, podemos decir desde cierto punto de vista: Todo lo que en el devenir de los mundos, que es por lo tanto ahora más amplio, con el que está conectado nuestro cuerpo etérico como lo está nuestro cuerpo astral con la vida histórica de la humanidad, se ha creado y formado por los Seres de la Segunda Jerarquía, por los Exusiai, Dynamis, Kyriotetes. Así que, para ilustrar esto, diré que todo lo que funciona en el cuerpo etérico humano está hecho por los Seres de la Segunda Jerarquía.

Pero a través de esto se vuelve a dar algo más. Cuando os levantáis por la mañana y os sumergís en vuestro cuerpo etérico, entonces os sumergís realmente en la creación de los Seres de la Segunda Jerarquía. Y también os sumergís en vuestro cuerpo físico. 

De este cuerpo físico, que los Misterios llaman el templo del hombre, lo que la anatomía y la fisiología exterior destacan es realmente sólo la envoltura más externa. De esta inmensa estructura milagrosa del cuerpo físico humano sólo se puede obtener un concepto claro si se sabe que es la obra conjunta de los Seres de la Primera Jerarquía. Cuando os despertáis por la mañana y os sumergís en vuestro cuerpo físico, en realidad os estáis sumergiendo en el trabajo de las más altas Jerarquías. 

Por lo tanto, pensad en cómo se distribuyen las cosas en la vida: Aquí, entre el nacimiento y la muerte, cuando estamos despiertos, nos sumergimos primero en nuestro cuerpo astral, en el que está activa la vida histórica de la humanidad. Pero también nos sumergimos en nuestro cuerpo etérico, la creación de la segunda Jerarquía, en la que gran parte del Cosmos está activo, -la vida etérica del Cosmos-. Y nos sumergimos en nuestro cuerpo físico, que es la creación de los Seres de la Primera Jerarquía. Y cuando vivimos entre la muerte y el nuevo nacimiento, no vivimos con su creación , sino con los propios creadores.

fig. uno
Ahí tenéis una de las considerables diferencias entre la vida entre el nacimiento y la muerte y la vida entre la muerte y un nuevo nacimiento. Aquí te sumerges al penetrar en tu corporalidad, en todo lo que es creación de las Jerarquías superiores. Cuando mueres, te sumerges en las propias jerarquías. Pasas de la creación a los creadores. Así es como se relacionan las cosas.

Y ahora preguntamos a su vez, repasando lo que acabamos de discutir: ¿Qué es realmente nuestra Tierra? Lo que la geología u otras ciencias suelen explorar de nuestra tierra es, al fin y al cabo, sólo la envoltura exterior. ¿Qué es en realidad nuestra tierra? Como ya sabéis: nuestro cuerpo físico, lo tenemos en común con todo el reino mineral. Puesto que tenemos nuestro cuerpo físico en común con todo el reino mineral, en nuestro estado de vigilia nos encontramos en una parte de la tierra. Tenemos nuestro cuerpo etérico en común con todo el reino vegetal, y estamos dentro de un segundo miembro de nuestra tierra. En común con el reino animal tenemos nuestro cuerpo astral. Finalmente tenemos el ego para nosotros mismos. Con él nos encontramos dentro de los tres reinos de la tierra, y toda nuestra tierra consiste en realidad en los tres reinos. Ese es el suelo, por así decirlo, en el que nos apoyamos, no físicamente, sino con nuestra entidad humana.

Pero esto no se puede ver; sigue siendo suprasensible. Al pisar este terreno, su miembro más bajo es el reino mineral. Ahora bien, recordáis de la "Ciencia Oculta" que en las primeras encarnaciones de nuestra Tierra el reino mineral no existía; la Luna no tenía todavía un reino mineral, ni el antiguo Sol, ni Saturno. Sólo hay que leer sobre esto en la "Ciencia Oculta". En la tierra, en la cuarta encarnación de nuestra tierra, surgió por primera vez el reino mineral. Os pido que toméis nota de esto cuidadosamente. Es algo difícil, pero extraordinariamente importante. En cierto sentido, antes de que se formara la tierra mineral tuvieron que preceder tres formaciones. Llamamos a estas tres formaciones los tres reinos elementales, y el reino mineral es el cuarto.  También podríamos hablar así en el caso de las encarnaciones anteriores: En la encarnación de nuestra tierra como Saturno: primer reino elemental; en la encarnación solar de nuestra tierra: segundo reino elemental -los seres que entonces eran reino mineral fueron antes reino elemental-; en el periodo lunar -no el actual, el antiguo periodo lunar-: tercer reino elemental. Al progresar hacia la tierra, el reino mineral surge como el cuarto reino. El hombre lleva esto dentro de sí mismo.

Estar en el reino mineral significa estar en la cuarta etapa de formación. Llevamos este reino mineral dentro de nosotros; solo por esto somos seres realmente visibles. Pero este reino mineral es también lo único que está contenido en nosotros. Sólo cuando la tierra haya llegado a su fin, cuando haya entrado en otra encarnación, el hombre estará contenido en el reino vegetal del mismo modo que lo está hoy en el reino mineral. Entonces estaría en su quinta etapa de formación. Después la tierra llegará a un estado final, surgirán cosas nuevas: el período de Júpiter; Así como el hombre tiene hoy su relación con el reino mineral, entonces tendrá su relación con el reino vegetal. Estará en la quinta etapa de formación. Estar en el reino vegetal significa estar en la quinta etapa.

Vendrá una nueva encarnación de nuestra tierra, la llamamos la encarnación de Venus, el tiempo de Venus. El hombre entonces estará en el reino animal por sí mismo, no será un animal, sino que estará en el reino animal; eso, como sabéis, es algo diferente a ser un animal. Pero estar en el reino animal significa estar en el sexto estado de formación. Y luego viene la conclusión, me gustaría decir la séptima, de todo el devenir.  Lo llamamos la encarnación como Vulcano de la tierra. El hombre habrá alcanzado entonces el estadio más alto de formación, sólo entonces se habrá convertido en plenamente humano. Estar en el reino humano es estar en el séptimo estado de formación. Y la vida del hombre se completa en siete estados de formación.

Echemos un vistazo al hombre de hoy. Se encuentra, como vemos, en el reino mineral; todavía no está en el reino vegetal. Cuando el hombre esté en el reino vegetal, toda su vida será diferente. No se sentirá a sí mismo como una personalidad, sino que al igual que hoy se siente a sí mismo como una personalidad, se sentirá como un ser humano, se sentirá como un miembro de toda la raza humana. Por ejemplo, cuando un día esté en el reino vegetal, le parecerá insoportable gozar de cierto grado de felicidad mientras a su lado alguien se sienta desgraciado. Hoy en día el hombre se siente separado de los demás como por un tabique. Debe ser así, pues de lo contrario el hombre nunca habría podido desarrollar su personalidad. 

Este pensamiento subyace en los Espiritualistas de los que os hablé ayer. Os dije: Los espiritualistas ingleses tendrán que librar una gran batalla en el futuro contra toda la cultura popular inglesa. La flor de esta cultura popular es el utilitarismo; y lo que este utilitarismo ha sacado de Bentham es esencialmente el principio que llamaron la maximización de la felicidad. Este utilitarismo llenará cada vez más el pensamiento. Por lo tanto, este pensamiento sólo podrá llegar a la espiritualización mediante la oposición de los espiritualistas. Esta es la perspectiva del futuro: los espiritualistas tendrán que superar la cultura popular allí, tendrán que superarla hasta la aniquilación. Por eso podría decir que Bentham, que salió de la cultura popular con el principio de que el mayor bien en la tierra consiste en la felicidad del mayor número de personas, tiene sus más feroces oponentes en las personas de mentalidad espiritual de su propio país, que le dicen: "Esa es una definición puramente diabólica, pues sólo se puede hacer esa definición si solo se tiene en consideración el mero presente. Si uno piensa un poco en el futuro de la evolución, sabe que el pensamiento es bastante intolerable: la felicidad del mayor número, porque lo contrario sería: la felicidad del menor número, y eso tendría que ser malo. Pero el mal y la felicidad no tienen nada que ver; porque en el futuro, como el hombre se siente en el reino vegetal, se siente miembro de todo el género humano, este opuesto será una imposibilidad. Así como hoy en día no se puede extirpar un miembro orgánico importante del hombre sin que todo el organismo humano perezca, en el futuro, cuando la tierra esté en el reino vegetal, no será posible que un determinado grupo de seres humanos esté lleno de sufrimiento sin que el conjunto sufra. Se trata de un cierto estado de desarrollo que se avecina. Y como Bentham da una definición de la felicidad que no tiene ningún futuro, que sólo tiene el presente, debe ser combatida precisamente por los que luchan por la espiritualidad.

Sí, pero hemos visto de esto que tal como ahora estamos en el suelo sólido de la tierra, nosotros como hombres, en la medida en que somos criaturas, en realidad sólo llegamos hasta la cuarta formación. Nos encontramos en el reino mineral, que está completado. Los otros reinos, tal como existen ahora, perecerán en parte, y el hombre los formará de otra manera: el reino vegetal, tal como lo he descrito. Hoy no describiremos el reino animal ni el reino humano, pero lo haremos en un futuro próximo. Por tanto, el hombre actual, cuando se considera a sí mismo como una criatura entre otras criaturas, se encuentra en la cuarta formación. Pero él está en la búsqueda de las otras formaciones, como hemos visto: Ya durante el sueño el hombre está bajo la influencia de la tercera Jerarquía. Esta Jerarquía está más avanzada que él; hoy ya está en la quinta formación, y los otros seres están aún más avanzados. Así que ha alcanzado los niveles más altos de su desarrollo. Os pido que tengáis la paciencia de pensar realmente en estos pensamientos sutiles; porque ahora debéis hacer la distinción entre pensar en vosotros mismos como criatura y pensar en vosotros mismos como un ser espiritual independiente, que sois, por ejemplo, en el sueño o entre la muerte y un nuevo nacimiento.

En la medida en que os consideréis aquí en vuestro cuerpo físico, en vuestro cuerpo etérico, en vuestro cuerpo astral y en vuestro yo, en la medida en que os consideréis una criatura en la tierra, estáis en la cuarta formación; pero os proyectáis en la quinta, sexta y séptima formación. Puesto que no sólo existís en vuestro cuerpo, sino también fuera de él, en el sueño o en la muerte, os proyectáis en las otras jerarquías, y estas otras jerarquías están más adelantadas. Podemos decir pues, que si consideramos a la tierra, con todo lo que hay en ella y en su interior, como una entidad creadora, ha alcanzado la cuarta etapa, y nosotros también hemos alcanzado la cuarta etapa con ella. Pero al sentirnos personalidades independientes, al sentirnos seres humanos, al sentirnos miembros de la evolución de la tierra, al saber que nuestro cuerpo etérico es una creación de la segunda Jerarquía, nuestro cuerpo físico una creación de la primera Jerarquía, nos elevamos a las otras esferas, a las otras etapas de formación. Pero no termina con la séptima formación. La evolución continúa, y a medida que nos elevamos a las formas superiores de formación, también nos elevamos a una octava etapa de formación, la famosa octava esfera. 

la octava esfera
Podemos decir con seguridad que, en cierto modo, al elevarnos a los niveles altamente desarrollados de los seres superiores, nosotros, al estar en el Reino de Dios o en el Reino de los Espíritus -como queráis-, nos elevamos a la octava formación. Pero llegamos a esta octava formación con los mejores componentes de nuestra espiritualidad. Este alcance de la octava formación es un gran misterio, pero podemos, sin embargo, hacernos una idea de un alcance, me gustaría decir, muy ligero, poco intensivo de la octava formación, si pensamos en lo siguiente.

Sabemos que el Misterio del Gólgota se encuentra en el punto medio de la evolución terrestre. Si nos remontamos a este Misterio del Gólgota tal y como tuvo lugar del año 1 al 33 de nuestro calendario, que se corresponde con el año 747 desde la fundación de Roma, lo encontramos en el primer tercio del cuarto periodo post-atlante. Hablamos de ese desarrollo cultural de la humanidad en el que se inscribe el Misterio del Gólgota, como la cuarta etapa cultural post-atlante. Sabemos que la tercera etapa cultural postatlante precedió a la época cultural grecolatina. Ahora estamos en la quinta, pues la cuarta, en la que se produjo el Misterio del Gólgota, terminó en el siglo XV después de Cristo. Así pues, nos encontramos en el primer tercio del quinto periodo cultural postatlante. Ahora bien, el hombre se va desarrollando a lo largo de los diversos periodos culturales, pero cuando describimos estos periodos culturales, en realidad estamos describiendo algo en lo que el hombre no participa plenamente. Todos ustedes se encarnaron ciertamente en el antiguo período egipcio-caldeo, que es el tercer período post-atlante, luego de nuevo en el período cultural grecolatino y en el actual; pero siempre viven sólo ochenta años del período sucesivo -si las cosas van bien, no creen, incluso alguien que viva hasta los ochenta años- y entre ambas encarnaciones está el tiempo mucho más largo que transcurre entre la muerte y un nuevo nacimiento. Así pues, de lo que estamos describiendo los sucesivos períodos de evolución de la tierra, el hombre sólo vive una parte.

Por supuesto, se podría decir: Bueno, el hombre experimenta sólo una parte aquí en el cuerpo físico; pero no vive en el cuerpo físico inútilmente: le sirve para experimentar el mundo desde el punto de vista del cuerpo físico, porque entre la muerte y el nuevo nacimiento no podría experimentar lo que experimenta desde el cuerpo físico. - Lo que el hombre experimenta entre la muerte y el nuevo nacimiento en el reino espiritual puro puede ser más o menos estimado, no pretendemos discutir eso hoy, pero es diferente de lo que el hombre experimenta aquí a través de su cuerpo, y es muy importante tenerlo en cuenta. Y verdaderamente el hombre no está situado en el mundo a través de su cuerpo en balde; pues lo que puede experimentar en el mundo a través de su cuerpo, siempre en episodios del desarrollo total de la humanidad, no podría experimentarlo si no dispusiera del desarrollo del cuerpo. Es una visión bastante inexacta el hecho de que se afronte el desarrollo del cuerpo terrenal de forma ascética, considerándolo únicamente como antagónico del hombre superior. En realidad no es tal, sino que le proporciona al hombre algo que no podría alcanzar de ninguna otra manera. Y se equivoca mucho el hombre que desprecia la vida en el cuerpo, que considera el cuerpo como algo bajo, ya que significa una cosa suprema, importantísima, muy significativa en la vida total del hombre. Y la ciencia espiritual es la que menos puede unirse a ese misticismo o a esa dirección equivocada del cristianismo -no la correcta, sino la equivocada- que desprecia lo que llama el mundo terrenal. Entre la muerte y el nuevo nacimiento el hombre experimenta el mundo desde un punto de vista diferente; lo experimenta como puede experimentarlo: no son las criaturas las que actúan en él ahora, como a través del cuerpo físico y del cuerpo etérico, sino los propios Creadores. Allí experimenta algo más.

De ahí que durante nuestra vida en la tierra no solo tengamos la tarea de conocer lo sensible, sino también lo suprasensible. Porque la vida histórica de la humanidad, que es el resultado de la tercera jerarquía, no podemos llegar a conocerla desde la perspectiva de la vida terrestre. Y para nuestro tiempo - les pido que se aseguren de decir: para nuestro tiempo, porque no era así en tiempos precristianos - para nuestro tiempo es muy esencial que la gente tome conciencia: deben también saber durante su vida aquí en la tierra, entre el nacimiento y la muerte, si quieren conocerse a sí mismos como un ser histórico, qué ángeles, arcángeles y archai actúan como vida histórica. Conocer el mundo sólo como pretenden conocerlo los científicos naturales de hoy, conocer el mundo como lo describe la historia, como si la historia la hicieran sólo los hombres y no los seres de la tercera Jerarquía, es decir, conocer sólo las capas más externas del devenir histórico. Sólo quien es consciente de ello aprende a conocer la historia: debe, por así decirlo, mirar aquí, en el cuerpo físico, lo que hacen los seres angélicos en la tierra, aquellos mismos seres que llega a conocer personalmente, individualmente, en sus actos celestiales, entre la muerte y el nuevo nacimiento de una manera muy diferente -si se me permite utilizar la expresión, que sólo se usa comparativamente. Debe conocerlos en sus efectos sobre la tierra en la vida histórica.

Pero no siempre fue así; lo es ahora en la época en que vivimos. No era así, sobre todo, en el tercer período post-atlante, antes del año 747, en el período egipcio-caldeo. Sabemos que toda la vida anímica, toda la condición del alma, era diferente. Allí la vida sobrenatural irradiaba en la vida ordinaria del hombre, y éste la conocía, aunque la interpretara de forma diferente a como la interpretamos ahora en las mitologías: Los Seres de la Tercera Jerarquía se adentraban en su ego y en su cuerpo astral.- El hombre se refería a las entidades de la tercera jerarquía, llamándolos Osiris o Zeus o Apolo o Minerva o lo que sea, pero sabía que con estas entidades, que sólo interpretaba de esta manera se refería a estas entidades abriéndose camino. Aunque no hubiera querido verlas, las habría visto interiormente, pues en aquellos tiempos antiguos no existía el engaño de la conciencia que existe hoy en día; sino que solo existía el engaño de la vida que antropomorfizaba estas figuras, como se dice. Pero estas figuras eran conocidas.

Este es otro punto que ha cambiado la vida de las personas por completo. Hoy en día, en la conciencia ordinaria, el hombre no sabe lo que está pasando en su vida. El hombre nació como entidad anímica en aquel tercer periodo post-atlante, volvió a nacer en el cuarto periodo post-atlante y vuelve a nacer en nuestra época. No ve lo que los Seres de la Tercera Jerarquía llevan a cabo como vida histórica, pero debería llegar a conocerlo, ¡debería llegar a conocerlo realmente! El hombre antiguo lo conoció no en su forma real, sino en su forma mitológica.

Pongámonos ahora en el lugar de tal alma humana -hay más encarnaciones, como sabéis, pero consideremos tres sucesivas: una egipcia, otra griega, otra del quinto período cultural post-atlante- pongámonos en el lugar de dicha alma humana. Durante el tercer período, durante el período egipcio-caldeo, experimentó lo que podía experimentar porque los seres de la tercera Jerarquía entraban en su vida. Esto había surgido poco a poco. Algunos lo experimentaron todavía en el cuarto período, en el período grecolatino; muchos hombres lo experimentaron todavía de manera adecuada hasta el año 333 después del Misterio del Gólgota, luego desapareció gradualmente; después los hombres tuvieron que limitarse cada vez más a lo que está presente en el mundo exterior de los sentidos, a menos que se desarrollaran interiormente de tal modo que pudieran volver a conocer el mundo espiritual de otra manera y por lo tanto ascender a los Seres de la Tercera Jerarquía.

Y ahora, si consideramos tal alma, que ahora viene de nuevo, viene con todo lo que ha absorbido en el tercer período de cultura egipcio-caldea, viene con todo eso, pero supongamos que tal alma se resiste, en la presente encarnación, a considerar los hechos de la tercera Jerarquía en la vida histórica de la humanidad, y que se dice a sí misma:  Qué me importa lo que hayan hecho los Ángeles, Arcángeles y Archai; para mí la historia es lo que han hecho los hombres aquí en la Tierra. -Tal alma no tiene en cuenta, que en todo aquello que los hombres han hecho en la tierra, están implicados los hechos de la Tercera Jerarquía. Supongamos ahora, en aras de la claridad -para algunas almas es también cierto el cuarto, el período grecolatino, hasta el año 333-, pero supongamos, en aras de la claridad, que tal alma viene del período egipcio-caldeo, del tercer período post atlante: allí no tuvo necesidad de hacer ningún esfuerzo para conocer algo de los hechos de la tercera Jerarquía, pues allí llegaba por sí misma a la vida humana; allí esta alma todavía lo llevaba todavía dentro de sí. Así que digamos que lo que esta alma fue capaz de procesar en aquel tiempo, lo lleva dentro de sí misma. A un antiguo egipcio no se le podía explicar -no tenía una concepción propia de la vida histórica, pero sin embargo miraba hacia la vida histórica-, pero no se le podía explicar esta vida histórica diciendo: La gente es quien hace la historia. - Sólo se habría reído, pues veía que los seres de la Tercera Jerarquía eran los artífices de la historia, aunque él la representara a su manera.

La gente de hoy en día lleva todo esto dentro, pero inconscientemente, por supuesto; ha descendido al subconsciente. Ahora se entregan a la creencia de que la historia es algo que los hombres han hecho en la tierra. Esto da lugar a una extraña concepción del alma, que os pido que dejéis actuar sobre vosotros con mucha atención. Si miráramos a un alma así en la época actual, diríamos que se niega a entrar en la vida histórica de la humanidad en realidad, diciendo: "No quiero saber nada de los hechos de los Archai, de los Arcángeles, de los Ángeles; sólo quiero saber por testimonios externos lo que los hombres han hecho desde aquellos tiempos antiguos. - Pero de este modo, tal alma no puede desarrollarse más; en realidad, permanece en el punto de vista en el que se encontraba en los antiguos tiempos egipcios; sólo tiene la madurez de un alma de los antiguos tiempos egipcios; no se involucra en captar la realidad. 

Los ángeles, arcángeles y Archai, se han desarrollado más, siendo los artífices de lo que la humanidad ha podido experimentar desde entonces. Tal alma dice: Lo que las Jerarquías hayan hecho allá arriba en el mundo espiritual, no me concierne; sólo me conciernen mis propias facultades. - Lo que pasa es que estas facultades no son diferentes de las que ya poseía en la época del antiguo Egipto. 

Numerosas almas de este tipo viven en la actualidad, imaginaos en qué posición tan peculiar se encuentra un alma así. Hasta el año 333 un alma no podía llegar a esta posición, porque entonces el mundo espiritual todavía llegaba por sí mismo; pero ahora, desde entonces, las almas pueden estar en una posición peculiar: no pueden resistirse a la realidad, en realidad están naturalmente dentro de lo que hacen los ángeles, los arcángeles y los Archai, pero lo niegan con su conciencia, solo admiten en su conciencia lo que ha sido efectuado aquí en la tierra por los propios hombres.

En este caso, los hombres, como criaturas, se encuentran en la cuarta formación, ya que la cuarta etapa de la formación es todo aquello producido creativamente.  Lo que los hombres han hecho en la tierra desde los tiempos de los egipcios pertenece a la cuarta etapa de la formación, pero el hombre mismo se eleva por encima de ella, y desde el año 333 no puede proyectar conscientemente todo su ser en aquello a lo que realmente se eleva, por lo que se sitúa con su ser incluso por encima de la séptima etapa de la formación, se sitúa en la octava etapa de la formación. Así que hoy es posible que las almas se encuentren en la octava etapa de la formación, pero no la reconocen, porque no reconocen la actividad de la vida histórica del hombre a través de los ángeles, arcángeles y archais, que se encuentra en la octava etapa, sino que sólo reconocen la cuarta etapa, de modo que la octava esfera permanece inconsciente en ellos. Este es un hecho extremadamente importante.

Cuando de esta condición del alma surge una visión del mundo así, ¿Cuál es el resultado? El hombre ignora su propia realidad; no admite que está llegando a un alto reino espiritual, aunque realmente está llegando, sino que sólo admite que está ubicado en el reino de los hombres. Esta condición anímica salió a la luz por primera vez en lo que he llamado la era industrial. Sólo cuando los hombres se situaron dentro del conjunto de la vida industrial, fueron llevados a ignorar completamente, dentro de una visión del mundo, el hecho de que el hombre llega hasta el mundo espiritual, y a contar sólo con los hechos exteriores de los hombres. Esto es algo significativo. No se puede entender el presente si no se sabe que hoy en día hay numerosas personas que, con su visión del mundo, se proyectan en la octava esfera, y que ignoran este hecho, es decir, traen a la tierra todo el daño que trae el proyectarse en una esfera lejana si se niega su existencia. Porque al negar que pueda aventurarse en la octava esfera, al negar que pueda aventurarse en la octava etapa de formación, el hombre se excluye de los seres benefactores de esa etapa de formación y se entrega al espíritu ahrimánico de esa etapa de formación. Su pensar, en lugar de ser divino o espiritual, se convierte en ahrimánico. Cuando se habla espiritualmente, hay que señalar los hechos de este mundo en su verdad. Y la verdad es que, por ejemplo, algo así como el concepto materialista de la historia de Karl Marx, que vivió de 1818 a 1883, es un concepto puramente ahrimánico del mundo. Su secreto se basa en el hecho de que sólo se reconoce lo que ha sucedido materialmente en la tierra, que se ignora la espiritualidad del hombre al llegar a los mundos suprasensibles, y que debido a esta ignorancia el hombre se convierte en esclavo de los poderes ahrimánicos. Porque tan pronto como el hombre excluye su conciencia de los mundos en los que se proyecta, cae presa de los poderes ahrimánicos o luciféricos, en este caso los ahrimánicos.

Hoy nos enfrentamos al hecho de que muchas personas sostienen una visión del mundo puramente ahrimánica, luchan por esta visión del mundo puramente ahrimánica, y por lo tanto conjuran sobre la tierra todo lo que debe venir cuando el orden ahrimánico se extiende sobre la tierra en lugar del orden divino. La filosofía de Bentham, de la que les hablé ayer, es ante todo una expresión teórica externa de esta perspectiva ahrimánica. El marxismo es una expresión de este tipo, que también es ya creativa, que es formativa, que tiene una tremenda influencia. Y la inercia de la vida burguesa no sabe nada de esto ni tampoco le ha importado durante décadas qué elementos de tales visiones del mundo se han desarrollado en el terreno de la vida social. El marxismo es una expresión extrema. Seguirá teniendo efecto. Lo que al principio iba a ser un mero conocimiento se convertirá en un acontecimiento, se hará realidad. Sólo la comprensión de estas cosas, que a su vez es formadora de voluntad, puede ser de ayuda en estas cosas.

Tales verdades, cuando se las encuentra a partir de la búsqueda de la verdad -podéis darlo por seguro- tales verdades son al principio sorprendentes. Cuando se siente el impacto de las grandes verdades en el mundo, también se conoce el sentimiento de consternación de estas grandes verdades. Vivir en la vida de la verdad no es cómodo. Sólo aquellos que son superficiales podrían pensar que no es molesto tener que decirse a sí mismos: La gente, de la que un gran número también creía -¡lo cual es cierto! -¡Están llenos de espíritu ahrimánico! ¡Le llega al corazón, mis queridos amigos! Por lo tanto, cuando surgen esas verdades, uno trata de aceptarlas. Estas verdades no están ahí para que te entren por un oído y te salgan por el otro. Tampoco se encuentran en la meditación solitaria para ser aceptadas como sensaciones. No están ahí para eso, estas verdades. Hay que lidiar con ellas, hay que ser capaz de encontrar cómo eso que se conoce como el desarrollo de los mundos, que está a su alrededor, incluso como los juicios de los hombres, es correcto que esté ahí.

Quien haya visto, como yo, cuán grande es hoy el número de personas -ahora la gente puede convencerse de ello por los hechos externos- que viven del marxismo o de puntos de vista similares al marxismo, la necesidad de entrar en estas cosas un poco más de cerca ya se hace evidente. Entonces uno se dice a menudo: ¡quizás seas un iluso después de todo! - Por supuesto, no hay que dudar de todo el mundo espiritual, por supuesto que no, pero con respecto a esas verdades concretas uno se dice a menudo: ¡Tal vez te estés haciendo algunas ilusiones después de todo! -El profundo sentido de la responsabilidad hacia la verdad debe surgir precisamente en relación con las verdades espirituales. Entonces uno busca profundizar más y más. En efecto, no es poco, sino mucho, muchísimo, lo que confirma de forma contundente lo que acabo de describiros como el carácter ahrimánico de, por ejemplo, el marxismo o de otras cosmovisiones similares.

Cuando hablé aquí hace algún tiempo, hice una suposición. Hablé del hecho de que el tiempo, tal como lo experimentamos, es en realidad un engaño, que el tiempo es en realidad algo muy diferente de lo que el hombre experimenta, porque el hombre no percibe el tiempo en perspectiva, dije entonces.

El hombre ya experimenta el espacio en perspectiva; ve los árboles lejanos más pequeños que los cercanos. En realidad, el tiempo también hay que verlo con perspectiva. Los acontecimientos lejanos en el tiempo deben ser vistos de manera diferente a los acontecimientos cercanos en el tiempo.

Pero sólo es la base para que el tiempo sea realmente lo que los investigadores de todos los tiempos han considerado: el tiempo es el medio más importante del engaño humano. 

Pensamos, por ejemplo, que los seres de las Jerarquías superiores también fluyen a través del tiempo de la misma manera que nuestra propia vida anímica fluye a través del tiempo: no hay ninguna verdad en ello. En realidad, la esencia de las Jerarquías superiores se encuentra en los tiempos que han transcurrido, pero se abren camino desde los tiempos que han transcurrido, al igual que en el espacio uno puede abrirse camino desde un lugar distante, por ejemplo, por medio de señales luminosas o algo así, hasta los seres que se encuentran en un lugar cercano en el espacio. El tiempo no es lo que los hombres consideran, ni tampoco es lo que los filósofos como Kant consideran, sino que el tiempo en su realidad es algo muy diferente. Y lo que el hombre considera como realidad es también una maya, un gran engaño. Por encima de todo, lo que creemos que ya pasó, al vivir en el tiempo como una ilusión, siempre se queda. Pero se queda ahí; el tiempo realmente se convierte en algo parecido al espacio. Y uno mira los eventos hacia atrás como se mira a los objetos distantes en el espacio cuando de verdad ve. El tiempo es un engaño.

Y además, la ciencia espiritual sabe que las fuentes de otros grandes engaños en las visiones humanas del mundo provienen del hecho de que el hombre está sujeto al engaño con respecto al tiempo. Si hubiera muchos físicos entre ustedes, podría expresarme aquí en términos puramente físicos. Yo podría mostrarles mediante fórmulas físicas que en la forma en que el físico introduce el tiempo -es decir, como él simplemente lo llama- en las fórmulas físicas, este tiempo es sólo un número, es decir, algo bastante desconocido, no una realidad, sino una mera apariencia. Una cosa real es siempre sólo la velocidad, pero el físico considera esto como una consecuencia del tiempo.  Como ustedes no son físicos y probablemente no les importe la comprensión del asunto, yo tampoco me extenderé más.

El tiempo es un engaño, lo cual es una grave verdad, porque el tiempo como engaño subyace a muchos otros engaños de la vida. Por ejemplo, todas las cosas se ven mal cuando se aplica mal el tiempo en la vida histórica. Por ejemplo, la gente piensa que en los primeros tres siglos del cristianismo ocurrieron ciertas cosas, y que ya han pasado. - En realidad, deben pensar que el Arcángel o el Ser de la Jerarquía de los Archai, que estaba a cargo de los eventos de entonces, todavía está allí; este sigue trabajando de una manera diferente. - El pasado es sólo una ilusión. 

Mucho depende de llegar a conocer el carácter de perspectiva del tiempo en relación con la realidad espiritual, de saber que uno debe estar tan equivocado acerca de los eventos en el curso del tiempo -mientras no lo crea-, al igual que se engaña sobre los acontecimientos en el espacio si no admite una perspectiva. Piensa en lo grande que sería el engaño si no admitieras ninguna perspectiva, si consideraras que lo lejano en el espacio tiene tanto efecto sobre ti como lo cercano.  Estás mirando hacia una montaña lejana. Tu salud depende esencialmente del aire que te rodea; no depende del aire de la montaña lejana, ya que si quieres que sea propicio para la salud, debes ir allí. La realidad, en cuanto se trata de la realidad de la vida, está esencialmente relacionada con la perspectiva. Pero lo mismo ocurre con el tiempo. 

Vivimos correctamente en el presente mientras no creamos que los acontecimientos más lejanos del pasado puedan ser sopesados de la misma manera que los más cercanos. Si miramos el período egipcio-caldeo en el tercer período post-atlante y consideramos sólo lo que los documentos proporcionan, y lo registramos de la misma manera que la prehistoria los registra, el convencionalismo de la fábula que hoy se llama historia, entonces cometemos el error de la perspectiva. Porque no tiene ningún significado para la vida de hoy lo que los hombres hicieron durante el período egipcio, sino que lo que tiene significado es lo que hicieron los ángeles y arcángeles y Archai, pero eso sale sólo en la perspectiva formada de la observación. Por lo tanto, es un principio, y no sólo hoy, cuando tenemos que descubrir todas estas cosas de nuevo sobre la base de la Antroposofía, sino que en todos los tiempos ha sido un principio para todos los investigadores espirituales, que el tiempo como tal es un engaño, y un verdadero conocedor de la realidad nunca calculó el tiempo de tal manera que lo tomara por una verdad, que lo tomara por una verdadera realidad.

Ahora salió a la luz lo peculiar, este Karl Marx del que os he hablado, al que hoy siguen millones, aunque sea con más o menos matices, con más o menos fórmulas -pero eso no importa; quien conoce las cosas sabe que miles de personas le siguen, o si no le siguen exteriormente de forma consciente, lo hacen inconscientemente-, este Karl Marx intentó responder a la pregunta: ¿Cuáles son los verdaderos bienes de la humanidad?  ¿Qué es lo que realmente se logra en la humanidad?- Es extraordinariamente original la forma en la que respondió a la pregunta, porque nunca antes se había respondido de esta manera; lo que son los bienes humanos siempre se ha considerado de alguna manera distinta a como lo considera Karl Marx. 

Los bienes humanos se consideraron, digamos, en función de si hay que recorrer un largo camino, si se necesita una gran cantidad de intelecto para encontrarlos, etc. Una vez traté de aclararlo diciendo que el trabajo humano debe considerarse también cualitativamente, y que hay que comprometerse completamente con lo concreto. Observamos el artístico túnel de San Gotardo. Hoy en día, nadie puede construir algo como el túnel de San Gotardo si carece de conocimientos del cálculo diferencial e integral, y el cálculo diferencial e integral es un invento leibniziano o, si es más popular en Inglaterra, newtoniano; al fin y al cabo, los dos se disputaron el honor. 

Así que se podría decir que Newton o Leibniz tuvieron que ver con el túnel de San Gotardo. Sí, ¡sin ellos no habría sido posible construirlo! Ahora bien, el trabajo de Newton o de Leibniz debe evaluarse de forma completamente diferente al trabajo de un hombre que coloca una piedra sobre otra en el túnel del Gotardo. Ese es uno de esos puntos de vista, de cómo hay que valorar los bienes humanos, el trabajo humano. La teoría del valor del trabajo humano, de la vida humana, ha tenido varias formas. El trabajo y los bienes de la vida han sido valorados desde los más diversos puntos de vista, pero nunca de la forma en que Marx los ha valorado. Karl Marx incluye un único elemento en su teoría del valor. Para él, todo lo que tiene valor en la vida humana sólo tiene valor en tanto que es tiempo condensado, tiempo de trabajo condensado en particular. Si algo puede producirse en tres horas, en seis horas, en doce horas, esa es la medida de su valor económico para la gente, de su valor económico para el mundo.

Esta es la base de una gran parte de la teoría de Marx, que es tan común hoy en día que se puede experimentar que cuando aquí o allá algún hombre de las llamadas clases superiores habla sobre el trabajo desde su punto de vista, un trabajador se levanta, un verdadero socialista, y dice: Por favor, lea sobre Karl Marx -por supuesto que no tiene el libro con él- por favor, página 374, allí encontrará esto o aquello. 

Hay que conocer realmente la vida para poder juzgar la vida, de lo contrario uno se asombra por doquier de que esto o aquello ocurra aquí o allá. Lo que sucede, sucede por los impulsos del alma humana. Pero si nos preocupamos tan poco, como lo ha hecho la gente de la tierra en las últimas décadas, de lo que realmente está ocurriendo en el fondo del alma humana, entonces no deberíamos sorprendernos en absoluto cuando todo se derrumbe finalmente de forma catastrófica. Pero lo que he llevado a cabo, lo he hecho por una razón especial. Es la primera vez que se produce algo insólito, que lo que únicamente es la fuente del engaño se convierte en la medida de todos los valores económicos: el tiempo en forma de horas de trabajo.

Así que tomad esto desde el punto de vista de una perspectiva más elevada. Las personas que tienen una visión de la realidad siempre han sabido que el tiempo es una ilusión. - Ahora viene alguien que dice: Pero lo que tiene valor en el mundo únicamente tiene tanto valor en función del tiempo de trabajo que haya condensado en él. - ¿No significa esto, en otras palabras, que su realidad es una ilusión, y que sólo lo que es tiempo condensado tiene valor real? Aquellos que quieren ser totalmente materialistas, que quieren estar totalmente en el terreno de la realidad, son los que hacen de la ilusión una realidad incluso en forma de tiempo, y se pasa por alto la realidad.

Este es sólo un ejemplo. Podría dar numerosos ejemplos de cosas que reconfortan cuando uno se siente molesto por verdades que, si uno tiene corazón para la vida de la humanidad, golpean la mente de manera estruendosa.  Pero si se estudian entonces las cosas en concreto, si se mira de la mano de alguien como Karl Marx, de quien se sabe que su espíritu tiene un efecto ahrimánico, y se le pregunta: ¿Cómo se procede en detalle? - entonces ya es el caso que uno llega a lo ahrimánico, y que siente: Puedes confesar tales verdades a ti mismo. - Sólo quería poner un ejemplo. Después de todo, no es fácil tener que decirse a sí mismo: Todo lo que se proyecta anacrónicamente en el mundo actual, se proyecta por el hecho de que los hombres se sitúan fuera del mundo espiritual, que se convierte así para ellos en la octava esfera, y que toman el mundo sólo como criatura. - Si tomáis esto, entonces sentiréis con toda gravedad lo que significa cuando recalco una y otra vez: Hoy en día no es en absoluto importante que una persona diga algo bello en términos de contenido, algo que sea admisible, sino que lo importante es en lo que realmente se convierte aquello que uno dice o hace. Debo contar una y otra vez cómo se ha intentado por mi parte una y otra vez -saben que no lo digo por ninguna tonta vanidad- llamar la atención sobre el hecho de que no importa que se tenga tal o cual contenido de pensamiento, sino que se observe cómo funciona tal o cual contenido de pensamiento. Puedes tener un pensamiento que sea hermoso. Pero si no tienes idea de cómo influye el contenido del pensamiento en la realidad, puede tener el efecto contrario. Llevo años intentando aclarar estas cosas con diversos ejemplos. Por ejemplo, a principios de siglo, del siglo XX, di una vez una conferencia en la que decía -ahora resumo en pocas palabras gran parte de lo que se dijo entonces, porque sólo quiero ilustrarlo-: Hoy más que nunca hay personas que son programáticamente pacifistas, que hablan muy bien de la dirección de la humanidad desde su punto de vista pacifista. En realidad el pacifismo nunca ha asumido proporciones tan elevadas como en esta época, es decir, hablaba de principios de siglo. Y eso, decía, es la clara señal de que estamos ante la mayor guerra de la humanidad. - Porque pensar tan poco en las conexiones humanas, como se pensaba dentro de estos círculos, ir tan sólo al contenido de los pensamientos, tener tan poca conciencia de lo que es la eficacia real de lo que vive en el alma, que sólo se puede reconocer a través de la perspectiva del mundo entero, no era así en tiempos anteriores. Sólo en la época en que se difundieron todas las cosas de las que hemos hablado ahora. 

¿De dónde viene que para mucha gente pueda marcar la pauta algo que no es más que un contenido de pensamiento, pero bastante irreal, que nunca puede tener nada que ver con lo que está sucediendo: el contenido de pensamiento woodrow wilsoniano, que tampoco es más que un contenido de pensamiento egipcio-caldeo, al que no le importa que haya una realidad espiritual en la historia, sino que sólo une pensamientos abstractos, de dónde viene? Viene de todas estas peculiaridades de nuestra época.

La historiografía futura tendrá que bautizar bajo el nombre de Woodrow Wilson todo lo que nuestro tiempo ha producido en forma de pensamientos irreales que tienen el efecto contrario. Eso es lo incisivo en nuestra cosmovisión, lo que debe ser incisivo, y lo que no debe ser considerado desde el punto de vista de hoy para mañana, sino que debe ser considerado desde el punto de vista de toda la cosmología, desde el punto de vista del ser en ella. Quien responde a estas preguntas desde el punto de vista que resulta de una visión global del mundo, juzga a estas personas, como lo es Woodrow Wilson, no por mil simpatías o antipatías, sino que juzga como se juzga objetivamente sobre cualquier cosa. Pero ese es el anacronismo, que mucha gente hoy en día no puede involucrarse en ello, porque es incómodo mirar las cosas a la cara. No se pueden mirar las cosas a la cara si no se profundiza en ellas. Esto hay que decirlo de las almas que hoy no tienen ninguna relación con la vida histórica: son almas que ignoran lo que ha sucedido en la historia real a través de la Tercera Jerarquía, y que por lo tanto no tienen nada que ver con los impulsos reales cuando hablan, sino que en el fondo sólo tienen que ver con palabras vacías.

Esta es una exigencia fundamental de nuestro tiempo, que nos familiaricemos con ella y nos demos cuenta de que aunque tengamos los más bellos conceptos que el intelecto humano pueda captar, los más bellos conceptos que sean suficientes para explorar la naturaleza que se extiende a nuestro alrededor, nunca entenderemos nada de la historia. Porque la historia no tiene lugar como la vida de la naturaleza; la historia tiene lugar como los hechos de los seres espirituales. Esto es lo que hay que hacer para llegar a las otras cosmovisiones. Los hombres pasaron de la teocracia, tal como se la describí ayer, recordando todavía el antiguo orden teocrático durante el tiempo de la teocracia; luego vino el tiempo metafísico, que formó esencialmente la oficialidad administrativa de todo el mundo; después vino el tiempo puramente materialista, el tiempo de los industriales. Si no existiera el contrapeso de volver a trabajar en lo real, en lo actual, que, sin embargo, sólo se puede contemplar cuando uno puede elevarse a lo que está velado para el hombre en la vida ordinaria en el ciclo actual de los tiempos, esto llevaría completamente a lo irreal frente a lo espiritual. Debemos aprender de nuevo a hablar de cosas suprasensibles cuando queremos hablar de historia. En el siglo XIX se hablaba a menudo de ideas históricas -bueno, todo el mundo sabe que no se puede derribar un árbol con ideas; pero que la vida histórica de la humanidad está provocada por las ideas es lo que creen los seguidores de Ranke y otros historiadores similares, por ejemplo. Habrá que comprender que también este tiempo, el mero tiempo metafísico, debe ser superado, pues de lo contrario esa cosmovisión que se limita a lo sensorial se desbordará. La humanidad debe abrirse camino hacia lo espiritual. Sólo puede hacerlo si, al menos en el ámbito de la historia, se abre paso primero desde la pseudohistoria en su sucesión cronológica hasta los acontecimientos reales que, tras la realidad sensorial exterior, son tan tangibles, diría yo, precisamente en la historia. No obstante, entonces ya no se elaborarán programas sociales o similares a partir de ideas que sólo se refieren a la vida exterior, sino que se volverán a proclamar los programas sociales a partir de las revelaciones del mundo espiritual. Pero los programas que la gente está haciendo hoy en día son muy, muy diferentes de estas revelaciones del mundo espiritual.

Hablaremos de ello la próxima vez. El próximo viernes continuaré estas reflexiones; no pueden concluirse tan rápidamente.

Traducido del alemán (no existe traducción en inglés) por J.Luelmo mayo2021

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919