GA026 El Misterio de Miguel: Capítulo XVIII: Lo que se ve al mirar hacia atrás en las Vidas anteriores del Hombre entre la Muerte y el nuevo Nacimiento (II)

 





Principios antroposóficos


El camino hacia el conocimiento de la Antroposofía


Por Rudolf Steiner

El Misterio de Miguel: Capítulo XVIII: Lo que se ve al mirar hacia atrás en las Vidas anteriores del Hombre entre la Muerte y el nuevo Nacimiento (II)

En un segundo período, el hombre pasa del dominio de los Archai al de los Arcángeles. Sin embargo, con éstos no está ligado de manera tan corporal-espiritual como lo estaba con los Archai. Con la Jerarquía de los Arcángeles su conexión es más espiritual. Sin embargo, es tan íntima que en este período no se puede hablar de que el hombre esté separado del mundo espiritual.

De la Jerarquía de los Arcángeles el Hombre recibe para su cuerpo etérico lo que, para este cuerpo, es el equivalente a la Forma en el cuerpo físico, que es obra de a los Archai. Así como el cuerpo físico está adaptado por su forma a la Tierra, para ser el vehículo en la Tierra de la Autoconciencia del Hombre, el cuerpo etérico está adaptado a las condiciones de las fuerzas extraterrestres, cósmicas. En el cuerpo físico vive la Tierra; en el cuerpo etérico vive el mundo de las estrellas. Todo lo que el hombre lleva dentro de sí en cuanto a fuerzas internas, de tal manera que, aun estando en la Tierra, se libera de ella en la postura, el movimiento y el gesto, todo esto se lo debe a la creación de los Arcángeles en su cuerpo etérico. Así como las fuerzas de la Tierra viven, a través de su forma en el cuerpo físico, en el cuerpo etérico viven aquellas fuerzas que desde todos los lados, desde la periferia del cosmos, afluyen hacia la Tierra. Las fuerzas terrestres que viven en la forma física aparente del cuerpo son tales que hacen que la forma sea comparativamente fija y definitiva. Los contornos del hombre permanecen - con algunos cambios subordinados - fijos durante toda la vida terrestre; sus aptitudes para el movimiento se endurecen en hábitos fijos, y así sucesivamente. Con el cuerpo etérico, todo está en continuo movimiento, reflejando los cambios en las constelaciones de las Estrellas durante la vida terrestre humana. Incluso con los cambios en los cielos como el día y la noche, el cuerpo etérico adapta su forma en consecuencia; pero también de acuerdo con los cambios particulares que tienen lugar entre su propio nacimiento y muerte.

La adaptación del cuerpo etérico a las fuerzas celestiales no está en contradicción con lo que se ha dicho en otra parte como el desprendimiento gradual de los cielos estrellados de los Poderes Espirituales divinos. Es cierto que en tiempos muy antiguos habitaba en las estrellas la voluntad viva de los dioses, la inteligencia viva de los dioses, mientras que en tiempos posteriores todo esto pasó a lo "mensurable". Los dioses ya no actúan directamente sobre el hombre a través de lo que ahora se ha convertido en su obra terminada. Sin embargo, el hombre, a través de su cuerpo etérico, entra gradualmente en una relación propia con los astros, al igual que, a través de su cuerpo físico, entra en una relación propia con la gravedad de la tierra.

Lo que el hombre recoge y encaja en sí mismo cuando desciende del mundo espiritual para nacer en la tierra - su cuerpo etérico, que reúne en sí mismo las fuerzas cósmicas de más allá de la tierra, fue creado por la Jerarquía de Arcángeles durante este segundo período.
Una cosa muy importante que el Hombre adquiere a través de esta jerarquía, es que pertenece a un grupo de personas sobre la tierra. Los hombres están diferenciados sobre la faz de la tierra. Cuando se mira hacia atrás en este segundo período, no se encuentra la diferenciación de hoy en día, en razas y naciones, sino una algo diferente y más espiritual, que surge del hecho de que en varias partes de la tierra las influencias estelares recaen en varias constelaciones. Los cielos estrellados viven y actúan sobre la tierra en la distribución relativa de la tierra y del agua, en el clima, en la vegetación, etc.

En la medida en que el hombre tiene que adaptarse a estas relaciones -que son relaciones celestiales sobre la tierra- las adaptaciones necesarias son propias de su cuerpo etérico, y la formación que así se le da es la creación del coro de Arcángeles.
Sin embargo, es precisamente en este segundo período cuando los Poderes Luciféricos y Ahrimánicos entran en la vida del Hombre, y de una manera especial. Es necesario que entren en ella, aunque a primera vista parezca que el Hombre se vería así abatido, por debajo del nivel de su humanidad.

Para que el Hombre desarrolle la conciencia del Ser en la vida terrestre, debe desligarse mucho más completamente del mundo espiritual divino que le dio su origen, de aquello que ese mundo puede hacer para el desarrollo de su conciencia. Esto tiene lugar durante el tiempo en que los Arcángeles están trabajando sobre él, porque su vínculo con el mundo espiritual ya no es tan fuerte como lo era durante el tiempo en que los Archai estaban trabajando. Lucifer y Ahriman son más capaces de enfrentarse a las fuerzas puramente espirituales que proceden de los Arcángeles que a las fuerzas más robustas de los Archai.
Los Poderes Luciféricos dan a la forma etérica, en todas sus tendencias, una inclinación mucho más fuerte hacia el mundo de las estrellas que la que tendría si sólo actuaran los Poderes espirituales divinos, que están conectados con el hombre desde su origen. Y por medio de las Potencias Ahrimánicas, la forma y la configuración del cuerpo físico se enreda más profundamente con el peso de la tierra de lo que sería el caso si estas Potencias no pudieran ejercer una influencia.

De este modo se pone la semilla en el hombre de la futura autoconciencia y el libre albedrío. Pues aunque las Potencias Ahrimánicas detestan el libre albedrío, su efecto sobre el hombre, al arrancarlo de este mundo propio del espíritu divino, es implantar en él la primera semilla del libre albedrío.

El resultado inmediato, sin embargo, es que en este segundo período todo lo que ha sido realizado en el Hombre por las diversas jerarquías - desde los Serafines hasta los Arcángeles - es presionado más profundamente en los cuerpos físico y etérico, de lo que podría haberse hecho sin la influencia de los Poderes Luciféricos y Ahrimánicos. Si no fuera por su influencia, la acción de las jerarquías permanecería más en el cuerpo astral y en el yo.

Así pues, la consolidación de la Humanidad que surge en la tierra no es aquella más espiritual por la que se esfuerzan los Arcángeles.
Estas fuerzas espirituales impregnadas en el cuerpo físico se convierten en su opuesto. En lugar de más espiritual, provocan la diferenciación en razas y naciones.

Si no fuera por las influencias luciféricas y ahrimánicas, los hombres se verían a sí mismos y a los demás en la tierra diferenciados de los cielos. Los diversos grupos vivirían, unos con otros, en la relación de seres que comparten en amor un tesoro espiritual, dando y tomando libremente, cada uno de ellos. El peso de la tierra sobre el cuerpo del hombre se ve reflejado en las razas y las naciones. En esa otra agrupación espiritual se habría visto una imagen reflejada del mundo espiritual divino.

Sin embargo, junto a todo esto debían establecerse las primeras disposiciones en la evolución humana para la futura y plena conciencia del Ser. Esto significaba también que - mitigado, es cierto, pero todavía con cierta diferencia de forma - se conservaban aquellas diferenciaciones originales y primitivas de la humanidad, que habían existido cuando en aquellos tiempos el Hombre pasó de la Jerarquía de los Exusiai a depender de los Archai.
El hombre pasó por esta etapa de su evolución como por una escuela cósmica, vivenciando todo en un estado entre el sentir y el ver. Todavía no había desarrollado ningún conocimiento consciente de que todo esto era una preparación esencial para su propia autoconciencia futura; pero la "visión sensible", en ese período, de las fuerzas comprometidas en su evolución fue, sin embargo, importante para la implantación de la autoconciencia en el cuerpo astral y el yo.

Con respecto al pensar del hombre, lo que sucedió en esa época fue que los Poderes Luciféricos le dieron una tendencia que lo inclinó a permanecer todavía inmerso en las antiguas formas de vida espiritual, y a no adaptarse a sus nuevas formas. Pues el empeño de Lucifer es siempre preservar para el Hombre las formas de vida anteriores.
Y así fue como se desarrollo el Pensamiento del Hombre. Poco a poco, en su vida entre la muerte y el nuevo nacimiento, el Hombre evolucionó y elaboró la facultad que en los tiempos primitivos había dotado su vida interior de Pensamientos. En aquellos tiempos primitivos, esta facultad le había permitido contemplar lo Espiritual en las cosas, aunque era muy parecida a la forma en que ahora el hombre capta el mundo en la mera percepción de los sentidos. Porque en aquellos tiempos lo físico llevaba lo espiritual en su superficie. Hoy, sin embargo, esta facultad de pensar conservada de la época anterior sólo puede actuar como la percepción de los sentidos. La facultad de elevarse en el acto del pensamiento hasta el espíritu fue decayendo y muriendo. Y esto se manifestó plenamente cuando en la era del Alma Consciente el mundo espiritual se veló para el Hombre en total oscuridad. Así pues, en el siglo XIX, los mejores científicos naturales, que no podían convertirse en meros materialistas, se dijeron: "No nos queda más remedio que explorar ese mundo que sólo admite ser explorado por los sentidos y en términos de medida, número y peso. Sin embargo, no tenemos derecho a negar la existencia de un mundo espiritual detrás de este mundo sensible". Indicaban así que puede haber un mundo de luz, desconocido para el Hombre, en el que éste sólo mira las tinieblas.
Así como el Pensamiento del Hombre fue desplazado del tiempo y del lugar por Lucifer, también su Voluntad lo fue por Ahriman. Esta última quedó dotada de una tendencia a una especie de libertad a la que sólo debería haber llegado más tarde. La libertad de este tipo no es una libertad real, sino sólo una ilusión de la misma. La humanidad vivió durante mucho tiempo en esta ilusión de libertad. Impidiéndo a los hombres la posibilidad de desarrollar la verdadera idea espiritual de la libertad en sus mentes. Vacilaban entre las diversas opiniones, que el hombre es libre o que está atrapado en las mallas de la necesidad dura y rígida. Y cuando con el amanecer de la Era de la Conciencia llegó la verdadera libertad, los hombres no la comprendieron, porque su entendimiento había estado demasiado tiempo comprometido con la ilusión de la libertad.

Así como el Pensamiento del Hombre fue desplazado del tiempo y del lugar por Lucifer, también su Voluntad lo fue por Ahriman. Esta última quedó dotada de una tendencia a una especie de libertad a la que sólo debería haber llegado más tarde. La libertad de este tipo no es una libertad real, sino sólo una ilusión de la misma. La humanidad vivió durante mucho tiempo en esta ilusión de libertad. Impidiéndo a los hombres la posibilidad de desarrollar la verdadera idea espiritual de la libertad en sus mentes. Vacilaban entre las diversas opiniones, que el hombre es libre o que está atrapado en las mallas de la necesidad dura y rígida. Y cuando con el amanecer de la Era de la Conciencia llegó la verdadera libertad, los hombres no la comprendieron, porque su entendimiento había estado demasiado tiempo comprometido con la ilusión de la libertad.

Todo lo que se había implantado en el ser interior del hombre durante la evolución de sus vidas entre la muerte y el nuevo nacimiento en esta segunda etapa, fue llevado por él como una memoria cósmica a la tercera etapa, en la que todavía está viviendo en este tiempo presente. En esta etapa mantiene una relación con la Jerarquía de los Ángeles, similar a la que mantenía en la segunda con los Arcángeles. Sólo que la relación con los ángeles le permite alcanzar una individualidad completa y autónoma. Pues los Ángeles - ahora no todo el coro, sino un único Ángel para cada hombre - se hallan restringidos a efectuar una correcta conexión entre sus vidas entre la muerte y el nuevo nacimiento y sus vidas terrestres.
Un hecho digno de mención aquí es que en la segunda etapa de la evolución del hombre, durante las vidas entre la muerte y el nuevo nacimiento, toda la jerarquía de Arcángeles está trabajando para cada hombre individual. Más tarde, la guía de las diversas naciones y tribus recae sobre esta jerarquía; y aquí, para una nación hay un Arcángel, como Espíritu de la Nación. En las razas de los hombres, las Potencias Primigenias (los Archai) permanecen activas. También en este caso, para una raza, hay un ser que actúa desde la jerarquía de los Archai, como Espíritu de esa Raza.

Así pues, el hombre de la época actual conserva en su interior, durante la vida también entre la muerte y el nuevo nacimiento, una memoria cósmica de lo que ha aprendido de esta vida en sus etapas anteriores. E incluso donde, en el mundo físico, la guía espiritual se manifiesta en forma tal como en las razas y nacionalidades, allí también está presente claramente esta memoria cósmica.

Pensamientos guía

150.-En un segundo período de evolución en las vidas entre la muerte y el nuevo nacimiento, el Hombre pasa al dominio de los Arcángeles. Durante este período le es sembrada al alma humana la semilla de la posterior autoconciencia, cuya predisposición ya había sido creada en el primer período, en la conformación de la Forma humana.

151.-El hombre, durante el segundo período, es inducido por las influencias luciféricas y ahrimánicas más profundamente en el mundo físico de lo que hubiera ocurrido sin su influencia.

152.-En el tercer período, el hombre entra en el dominio de los ángeles, cuya influencia, sin embargo, sólo se ejerce en el cuerpo astral y en el yo. Lo que ocurrió en los dos primeros períodos perdura en la evolución humana, y explica el hecho de que en la era del Alma Consciente - durante el siglo XIX - el Hombre se quede mirando el mundo espiritual como quien mira en la oscuridad total.

Traducido por J.Luelmo mayo2021

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919