GA123 1 de septiembre de 1910 -Evangelio de S. Mateo 1ª conferencia

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DOCE CONFERENCIAS PRONUNCIADAS EN BERNA (SUIZA) DEL 1° AL 12 DE

SEPTIEMBRE DE 1910

NOTAS DEL TRADUCTOR

EI contenido de estas conferencias sobre el Evangelio según San Mateo, al igual que las anteriormente publicadas sobre el Evangelio según San Lucas, no consisten en meros comentarios o interpretaciones personales sino que reproduce el resultado de la propia investigación espiritual

de su autor, Rudolf Steiner (1861-1925), fundador de la ciencia espiritual de orientación antroposofica. Hacemos notar que los textos de estas conferencias se basan en apuntes taquigráficos que luego fueron dados a la publicación sin revisión previa de parte del autor. Además, para formarse un juicio adecuado de su contenido, es preciso estar familiarizado con los conocimientos básicos de la Antroposofia. No obstante, se puede afirmar que aun sin tal requisito, el lector exento de prejuicios se vera beneficiado con nuevos y profundos conocimientos relativos al tema en particular.

 1ª Conferencia

LAS CORRIENTES POST-ATLANTES LA INDIVIDUALIDAD DE ZOROASTRO

1 de septiembre de 1910

Esta es la tercera oportunidad que he tenido de hablar en Suiza sobre el mayor de todos los eventos en la historia de la Tierra y de la humanidad. La primera vez fue en Basilea, cuando hablé del aspecto de este evento según está presentado en el Evangelio de San Juan; en la segunda ocasión, las conferencias se basaban en el relato de San Lucas; y ahora, en la tercera ocasión, la base de las conferencias será el Evangelio de San Mateo. Muchas veces he puesto de relieve la importancia del hecho de que existen cuatro documentos religiosos que nos describen aquel acontecimiento de una manera aparentemente diferente, cada uno. 

Si para el pensar materialista, esto sirve de excusa para ocuparse del tema con una critica negativa, este mismo hecho, en cambio, se presenta como un factor muy significativo si lo consideramos desde el punta de vista de nuestra convicción antroposófica. Nadie debería tratar de describir un ser o hecho alguno, haciéndolo desde un único punto de vista. A menudo me he servido de la siguiente comparación: no se puede pretender que la fotografía de un árbol, tomada desde un solo lado, represente su verdadero aspecto; en cambio, si se le sacaran fotografías desde cuatro lados distintos, por diferentes que salgan, podríamos formarnos una imagen concreta de ese árbol. Si esto es así con respecto a un objeto exterior, con mas razón es de suponer que sea imposible comprender un acontecimiento que para el hombre encierra la plenitud y lo esencial de la existencia, describiéndolo desde un único lado. No se trata, pues, de relatos contradictorios, lo que se nos presenta en los cuatro Evangelios, sino que precisamente se basan en el hecho de que sus autores sabían muy bien que ninguno de ellos sería capaz de describir ese majestuoso acontecer únicamente desde un solo lado, y que la humanidad podrá ir formándose, paso a paso, una imagen de conjunto por medio del aspecto total de los cuatro relatos. 

Esto nos obliga a acercarnos, pacientemente, al acontecimiento mas grande de la evolución terrestre, partiendo del contenido de esos cuatro documentos del Nuevo Testamento. Antes de dar una característica formal de los cuatro relatos, quiero aclarar que al comienzo de este ciclo de conferencias no voy a referirme - tal como se suele hacer- al origen histórico de los Evangelios, o bien del Evangelio de Mateo. Será mas conveniente hacerlo al final, ya que es mas fácil comprender la historia de cualquier cosa, una vez estudiada y captada ella misma. Así como sería inútil, por ejemplo, ocuparse de la historia de la aritmética sin saber nada de ella; y algo parecido se podría decir de cualquier otra materia: la consideración histórica se da al final, de acuerdo con la exigencia natural de la búsqueda del conocimiento. Examinaremos, pues, el contenido del Evangelio de Mateo y, al final, daremos la exposición de su origen histórico. El estudio de los Evangelios, incluso en su forma externa, denota una cierta diferencia en los modos de expresión, y este sentimiento se intensificará si recordamos lo que se dijo en mis conferencias sobre los Evangelios de San Juan y de San Lucas. 

Al tratar de comprender las poderosas comunicaciones dadas en el Evangelio de San Juan, nos vemos casi abrumados por su sublime grandeza espiritual; creemos que este Evangelio revela el objetivo más elevado al que puede aspirar la sabiduría humana y que la cognición humana logra gradualmente. El hombre parece estar situado debajo, alzando la mirada de su alma hacia las alturas de la existencia cósmica y diciéndose a sí mismo. "Por insignificante que yo pueda ser, el Evangelio de San Juan me permite adivinar que algún elemento que es afín a mi, desciende a mi alma y me infunde el sentimiento de infinitud." En consecuencia, al contemplar el Evangelio de San Juan el alma experimenta la magnitud espiritual de la vida cósmica con la que el hombre está relacionado. 

Al estudiar el Evangelio de San Lucas, descubrimos que la forma de su presentación era diferente. En el Evangelio de San Juan, lo que impregna el alma como un aliento mágico, es la grandeza espiritual principalmente, mientras que en el Evangelio de San Lucas la influencia es más interna, causando en el alma una intensificación de todo lo que los poderes del amor y el sacrificio cósmico pueden afectar en el mundo cuando participamos de ellos. Mientras San Juan describe el Ser de Cristo Jesús en su dimensión espiritual, San Lucas nos muestra su inconmensurable capacidad para el sacrificio. San Lucas nos da una idea de lo que este poder de sacrificar el amor ha provocado en la evolución del mundo y de la humanidad este amor, que, al igual que otras fuerzas, late y se teje en todo el universo. Vemos pues, que cuando dejamos que el Evangelio de San Lucas trabaje en nosotros, lo hace principalmente sobre el elemento del sentir como lo más importante, mientras que en el Evangelio de San Juan, se despierta en nosotros el elemento del pensar, de la comprensión, que en cierto modo, nos informa de los fundamentos mismos del conocimiento y de sus objetivos. Ese Evangelio se dirige más a nuestra facultad de cognición, a nuestra comprensión, el Evangelio de San Lucas más a nuestros corazones. Aquellos que, durante las conferencias sobre el Evangelio de San Juan o las de San Lucas, escuchaban únicamente palabras, ciertamente no escuchaban todo. Había una diferencia fundamental en la manera y el estilo de hablar en ambos ciclos de conferencias. 

Como también deberá ser diferente cuando nos pongamos a estudiar el Evangelio de San Mateo. En las conferencias sobre el Evangelio de Lucas hemos visto que el máximo amor humano que jamás haya existido en la evolución de la humanidad, fluyo en la entidad de Cristo-Jesús que vivió al principio de nuestra era. Considerado simplemente en su aspecto externo, el Evangelio de San Mateo parece presentar al principio una imagen de mayor variedad que los otros dos Evangelios, incluso que los otros tres. Porque cuando llegue el momento de estudiar el Evangelio de San Marcos, descubriremos que, en cierto sentido, también presenta un aspecto particular. El evangelio de San Juan nos revela la magnitud de la sabiduría de Cristo Jesús; El Evangelio de San Lucas, el poder de su amor. Cuando estudiemos el Evangelio de San Marcos, nos ofrecerá principalmente la imagen de los poderes creativos que impregnan el universo en toda su gloria. En ese Evangelio hay algo abrumador en la intensidad con la que las fuerzas cósmicas se expresan: cuando comenzamos a comprender realmente el contenido del Evangelio de San Marcos, es como si estas fuerzas surgieran hacia nosotros desde todas las direcciones del espacio. 

Mientras que el Evangelio de San Lucas trae calor interno al alma y el Evangelio de San Juan lo llena de esperanza, el Evangelio de San Marcos nos hace conscientes del poder abrumador y del esplendor de las fuerzas cósmicas, tan aplastantes que el alma se siente abrumada. El Evangelio de San Mateo es diferente. En él están presentes los tres elementos: la calidez del sentir y el amor, la promesa del conocimiento lleno de esperanza y, la majestuosidad del universo. Estos elementos están presentes en una forma modificada y, por esta razón, parecen ser más humanamente semejantes a nosotros que en los otros Evangelios. Mientras que el amor, la sabiduría y la majestuosidad, representados en los otros tres Evangelios podrían llegar a abrumarnos casi hasta el punto del colapso, en el caso del Evangelio de San Mateo, nos sentimos capaces de mantenernos erguidos ante la imagen presentada incluso de acercarnos y ponernos a su nivel. Todo está más humanamente relacionado con nosotros; nunca nos sentimos abrumados, aunque también contiene elementos que en los otros Evangelios tienden a tener este efecto. Es el más humano de los cuatro relatos y describe a Cristo Jesús como un hombre, de tal manera que en todos sus actos está cerca de nosotros en un sentido humano.

En cierto sentido, el Evangelio de San Mateo es como un comentario sobre los otros Evangelios. Lo que a veces es demasiado grande para nosotros como para poder abarcarlo en los otros tres, se nos hace evidente a menor escala a través del Evangelio de Mateo. Y si entendemos esto, se verterá una luz significativa sobre los otros tres evangelios. Podemos entender eso a partir de los detalles. Consideremos lo que sigue meramente desde el punto de vista del estilo narrativo. Con el fin de exponer como del Cristo-Jesus fluye a la humanidad y en el mundo el amor y el sacrificio en su máximo grado, el Evangelio de Lucas se refiere a una corriente evolutiva que se remonta a los tiempos mas antiguos del devenir terrestre, o sea, al origen primitivo de la humanidad. En el Evangelio de San Juan se nos muestra cómo el hombre puede, con su sabiduría y conocimiento, avanzar hacia una meta que es asequible; Esto se deja claro nada mas comenzar el Evangelio, donde se define a Cristo Jesús como el Logos creador. En las primeras frases de este Evangelio, se presenta La concepción espiritual más elevada que nuestras mentes y corazones pueden alcanzar. Es diferente en el Evangelio de San Mateo. Este Evangelio comienza enumerando el linaje del hombre Jesús de Nazareth partiendo de un punto concreto en la historia y dentro de una nación concreta. En él se nos muestra cómo desde Abraham y sus descendientes, se concentraron en Jesús de Nazareth las cualidades que habían sido adquiridas a través de la herencia, cómo a lo largo de tres veces catorce generaciones, un pueblo había permitido que lo mejor que tenía para dar, fluyera en la sangre a fin de hacer posible el florecimiento, en una

Individualidad, de los más altos poderes posibles para el hombre. El Evangelio de San Juan señala la infinidad del Logos, el Evangelio de San Lucas nos remonta al comienzo de la evolución de la humanidad. El Evangelio de San Mateo nos muestra a un hombre, Jesús de Nazareth, nacido de un pueblo cuyas cualidades habían sido transmitidas por herencia desde Abraham, el padre de la población tribal, a través de tres veces catorce generaciones. Hay que hacer aquí un breve apunte, que es, que cualquiera que desee realmente comprender el Evangelio de San Marcos debe tener algún conocimiento de las fuerzas cósmicas que fluyen a lo largo de la evolución de nuestro mundo. La imagen de Cristo Jesús que nos presenta este Evangelio, muestra que el propio Cosmos, (un compendio de las fuerzas cósmicas en la infinitud del espacio), está operando en y a través de una entidad humana. San Marcos se dispone a describir los hechos de Cristo como un compendio de las actividades cósmicas, que en Cristo Jesús, el Dios-Hombre en la Tierra, tenemos ante nosotros la quintaesencia del poder ilimitado del Sol. 

Así pues, San Marcos nos describe la manera en que las fuerzas de los cielos y las estrellas operan a través de los poderes humanos. En cierto sentido, también el Evangelio de San Mateo hace referencia a la actividad estelar, porque ya al principio se indica claramente que los acontecimientos cósmicos están conectados con la evolución de la humanidad, en el hecho de que tres Reyes Magos son guiados al lugar de nacimiento de Jesús por una estrella. Pero este Evangelio no describe el funcionamiento cósmico como lo hace el Evangelio de San Marcos, ni nos pide que elevemos nuestros ojos hacia las alturas. Nos muestra a tres hombres, tres Reyes Magos, y el efecto que el Cosmos tiene sobre ellos. Podemos contemplar a estos tres hombres y tomar conciencia de lo que están sintiendo. Por lo tanto, si se trata de poder experimentar las realidades cósmicas, el Evangelio de San Mateo dirige nuestra mirada, no hacia las infinitudes del espacio, sino hacia el hombre mismo, hacia el efecto, el reflejo, de las actividades cósmicas en los corazones humanos. (Nuevamente, ruego que estas indicaciones se tomen simplemente como una alusión al estilo en que se han escrito los Evangelios. Porque, repito, es una característica fundamental de los Evangelios que describan los eventos desde diferentes ángulos. El estilo distintivo en el que cada uno se ha escrito, está en conformidad con lo que quieren transmitir, el mayor evento en la evolución de la humanidad y de la Tierra). 

Es muy importante que al principio del Evangelio de Mateo se nos señala el parentesco sanguíneo de Jesús de Nazareth; se nos contesta la pregunta: ¿cual fue la característica física de Jesús de Nazareth? ¿Como se sumaron en esta personalidad todas las cualidades del pueblo hebreo, desde el patriarca Abraham, para que en ella pudiese aparecer la entidad del Cristo? Se nos contesta: para que el Cristo pudiese encarnar en un cuerpo físico, este debió poseer propiedades físicas que solo pudo tener si en la sangre de ese pueblo aparecían, sumadas como en un extracto, todas esas propiedades del pueblo de Abraham en la personalidad de Jesús de Nazareth. Y se demuestra que la formación de la sangre de Jesús de Nazareth se remonta, a través de las generaciones, al fundador del pueblo hebreo. Así vemos que principalmente en la personalidad física de Jesús de Nazareth se concentro la naturaleza de ese pueblo, con su misión en la historia universal, para la evolución de la humanidad y de la Tierra. Por consiguiente, para comprender lo que el autor del Evangelio de Mateo quiso mostrar con esta introducción, es preciso conocer la naturaleza del pueblo hebreo, su misión, en base a su peculiaridad en cuanto a la evolución de la humanidad. 

La historia materialista apenas toma en cuenta lo que eso significa; describe abstractamente los hechos exteriores, con el resultado de que un pueblo simplemente aparece al lado de otro sin que se aperciba el hecho fundamental de que dentro de la evolución cada pueblo tiene su misión específica. Cada pueblo tiene que contribuir su parte bien determinada al patrimonio total que la humanidad debe donar a la Tierra. Hasta en los pormenores de las condiciones físicas, cada pueblo posee las propiedades que le capacitan verdaderamente para contribuir su parte al conjunto de la humanidad. Dicho de otro modo: los hombres que pertenecen a un pueblo poseen tal naturaleza de sus cuerpos físico, etérico y astral que estos, en su conjunto, forman el instrumento adecuado para llevar a cabo lo que cada pueblo ha de contribuir a la humanidad toda. Preguntemos entonces: ¿cual fue la parte que el pueblo hebreo tuvo que proveer y como se formo la esencia que encontró su expresión en el cuerpo de Jesús de Nazareth? Para comprender la misión del pueblo hebreo debemos hacer un estudio más profundo de toda la evolución de la humanidad. Será necesario hablar con mayor precisión de ciertos asuntos indicados tan solo brevemente en otras conferencias y en el libro Ciencia Oculta: un bosquejo. El papel desempeñado por el pueblo hebreo en la evolución de la humanidad en su conjunto se entenderá más fácilmente si tomamos la catástrofe atlante como punto de partida. 

Como resultado del Diluvio Atlante, la faz de la Tierra sufrió poderosas transformaciones, por consiguiente los pueblos que vivían en el continente de la Atlántida se trasladaron del oeste al este, divididos en dos corrientes principales, una tomó un rumbo más al norte y otra al sur. De este gran movimiento de pueblos atlantes a través de Europa hacia Asia, una corriente se extendió por la región que rodea el Mar Caspio, mientras que la otra pasó por la tierra que ahora llamamos África. En Asia se produjo una especie de confluencia de estas dos corrientes, como cuando se encuentran dos corrientes y se forma un remolino. Pero lo que más nos interesa de estos pueblos que se vieron obligados a cruzar desde la Atlántida hacia el este es, su modo de percepción, la forma general de su vida anímica, al menos en lo que se refiere a la masa principal de la población. En la primera época post-atlante, toda la constitución anímica del hombre era diferente de como llegó a ser más tarde, sobre todo de como es hoy en día. Aquellos antiguos pueblos todavía percibían clarividentemente su entorno; podían contemplar lo espiritual, e incluso lo que ahora se ve físicamente, lo percibían entonces de una manera más espiritual. Pero un punto de especial importancia es que esta clarividencia de los pueblos post-atlantes originales, era a su vez diferente, en cierto sentido, de la de los propios atlantes en el apogeo de su cultura. Su clarividencia les permitía contemplar un mundo espiritual con pureza de visión, y las revelaciones del mundo espiritual engendraban en sus almas impulsos hacia el bien. 

En el fondo, sería acertado decir que durante el apogeo de la cultura atlante, la fuerza de los impulsos hacia el bien dependía de su propia capacidad de ver en profundidad el mundo espiritual (en alguien con menos habilidad, estos impulsos eran consecuentemente más débiles. Los cambios que tuvieron lugar sobre la Tierra fueron tales, que ya hacia el último tercio de la época atlante, pero especialmente en la primera época post-atlante, las buenas cualidades de la antigua clarividencia atlante habían desaparecido gradualmente y solo la conservaban aquellos que había recibido entrenamiento especial en los centros de Iniciación. Con el paso del tiempo, lo que había quedado de esta clarividencia como un don natural e innato, asumió un carácter que conducía con demasiada facilidad a la visión de las fuerzas tentadoras y malignas de la existencia. La clarividencia se había debilitado demasiado para contemplar las fuerzas benefactoras. Por otro lado, la visión de las fuerzas malignas y engañosas se mantuvo, y en ciertas regiones habitadas por pueblos post-atlantes, se generalizó una forma de clarividencia nada recomendable, una clarividencia que era en sí misma como una especie de tentador. Este declive de la antigua clarividencia, vino acompañado por un desarrollo gradual de la facultad de percepción sensorial, reconocida como normal para los seres humanos hoy en día. Pero las cosas que percibían los hombres con sus ojos físicos en la primera época post-atlante, y que perciben normalmente hoy en día, en el pasado no eran fuentes de tentación, porque las fuerzas anímicas que ahora son la causa de la tentación aún no se habían desarrollado. Las percepciones externas que pueden dar lugar hoy a un goce excesivo en el hombre moderno, para el hombre de la primera época postatlante, por engañosas que pudieran ser, no constituían ninguna tentación particular. La tentación dio comienzo en él, cuando se despertaron los residuos heredados de la antigua clarividencia. Prácticamente no tenía visión del lado bueno del mundo espiritual; las fuerzas luciféricas y ahrimánicas tenían un efecto tan fuerte sobre él que lo que veía eran las fuerzas de la tentación y el engaño. 

Con estas facultades heredadas de la antigua clarividencia, percibía las fuerzas luciféricas y ahrimánicas. Y por eso, para aquellos cuya sabiduría para liderar y guiar la evolución humana, recibida de los Misterios, se hizo necesario instituir medios para garantizar que, a pesar de estas circunstancias adversas, los hombres finalmente fueran reconducidos hacia el bien y la clara comprensión. Después de la gran catástrofe atlante, los pueblos que se habían extendido hacia el Este, estaban en etapas de evolución muy diferentes, (se puede decir que el nivel de desarrollo moral y espiritual era más alto en aquellos que se dirigieron más al este). La naciente facultad de la percepción externa era como la apertura de un nuevo mundo, revelando cada vez con mayor claridad la grandeza y el esplendor del mundo exterior de los sentidos. Esta facultad era especialmente característica de los pueblos que se establecieron al norte de la actual India, en las regiones que se extienden hasta el Mar Caspio, hasta el Oxus y Jaxartes. Poco después de la inundación atlante, de hecho, hasta cierto punto, mientras aún estaba en curso, entre aquella amalgama de pueblos en Asia Central, ya se había desarrollado la conciencia sensorial de la realidad externa. Pero al mismo tiempo, entre los seres humanos que habían encarnado allí, persistía un recuerdo vivo una especie de conocimiento de la memoria, de lo que habían experimentado en los tiempos de la Atlántida. 

Esta característica era más fuerte en aquellos que bajaron hasta la India. Poseían ciertamente, una gran comprensión del esplendor del mundo externo; sus facultades de observación y percepción sensorial estaban más desarrolladas que las de los otros pueblos, pero al mismo tiempo, su recuerdo de los antiguos poderes de visión espiritual en la Atlántida, era potente y vívida. De ahí que en ellos surgiese un intenso anhelo por el mundo espiritual que recordaban (les resultaba fácil volver a mirar aquél mundo), pero también tenían la sensación de que lo que se presentaba a los sentidos externos era maya, ilusión. Por eso, en estos pueblos también surgió el impulso de no prestar especial atención al mundo exterior de los sentidos, sino de hacer todo lo posible para permitir que el alma, (ahora a través del desarrollo inducido deliberadamente, a través del yoga), se elevase al reino donde podría recibir las revelaciones que en los días de la antigua Atlántida había venido directamente del mundo espiritual. Esta tendencia a despreciar el mundo exterior, a considerarlo como una ilusión y a seguir solo los impulsos que condujeran a lo espiritual, estaba menos desarrollada en los pueblos que permanecieron más al norte. 

Pero estaban en una situación muy trágica. Las cualidades innatas de los antiguos indios eran tales que era relativamente fácil para cualquiera de ellos someterse a un entrenamiento concreto en Yoga que le permitiera ascender de nuevo a los reinos que había conocido en la época atlante. Para tales hombres era fácil superar lo que consideraban una ilusión. Lo superaba en actos de cognición, y su convicción suprema era que: el mundo sensorial es maya, es ilusión; ¡pero si me esfuerzo por desarrollar mi alma, llegaré al mundo que está detrás del mundo de los sentidos! Así que, por medio de un proceso interno era cómo el indio lograba superar lo que él consideraba maya. El carácter de los pueblos más al norte era diferente. Ellos eran los persas, los medas, los bactrianos, (conocidos en la historia como arios en sentido estricto). También en ellos había una fuerte tendencia hacia el desarrollo de la percepción externa, la intelectualidad externa. Pero el impulso de lograr a través del desarrollo interno, a través de alguna forma de Yoga, lo que los atlantes habían experimentado de forma bastante natural, no estaba particularmente acentuado. El recuerdo del pasado no era lo suficientemente fuerte en estos pueblos de más al norte, como para hacer que se esforzasen por superar la ilusión del mundo exterior, a través del conocimiento. 

Su actitud anímica no era la misma que la de los indios. La actitud de un iraní, un persa, un meda, podría expresarse en palabras modernas de la siguiente manera: si alguna vez vivimos en el mundo espiritual, experimentando y percibiendo las realidades del espíritu y del alma, y ahora nos encontramos trasferidos al mundo físico, vemos con nuestros ojos y captamos con el intelecto ligado al cerebro, la razón de esto no reside solo en el hombre; lo que debe superarse no puede superarse simplemente en el ser interior del hombre. ¡Nada resultaría de eso! Un iraní habría dicho: no solo se ha producido un cambio en el hombre; La propia naturaleza y todo en la Tierra también deben haber cambiado cuando el hombre descendió de los reinos divino-espirituales." Por lo tanto, no puede ser correcto dejar el mundo circundante tal como está, diciendo simplemente: ¡Esto es maya, ilusión, pero lo ignoraremos y nos elevaremos al mundo espiritual! De esa manera, ciertamente, provocaremos un cambio en nosotros mismos, pero no en el mundo que nos rodea. Por lo tanto, la actitud de un iraní no le permitía decir: "la maya se extiende a mi alrededor; la trascenderé, la superaré en mi propio ser y así alcanzaré el mundo espiritual." Sino que decía: el hombre pertenece y es parte del mundo que le rodea. 

Por lo tanto, si lo que es divino en él, y ha descendido con él desde las alturas divino-espirituales, ha de ser transformado, "¡no solo debe ser cambiado de nuevo a su estado anterior lo que está dentro de él, sino también todo en el mundo exterior que le rodea!" Y esto fue lo que le dio a la gente el impulso de tomar una parte activa y vigorosa en la transformación del mundo. Mientras que en India los hombres decían: El mundo ha descendido; lo que ahora presenta es solo maya: en las regiones más al norte decían: Ciertamente, el mundo ha descendido, pero nuestra tarea es cambiarlo de manera que se vuelva espiritual nuevamente. La contemplación, la comprensión contemplativa, eran básicamente las características del pueblo indio. Su actitud era simplemente que la percepción sensorial es ilusión, es maya. La actividad, la energía física, la voluntad de transformar la naturaleza externa, eran las características básicas de los iraníes y los otros pueblos que vivían en las regiones al norte de la India. Ellos decían: ¡El mundo que nos rodea ha descendido desde lo Divino, pero el hombre está llamado a llevarlo nuevamente hacia lo Divino! Y en los líderes espirituales que salieron de los Misterios, estaban sublimados y cargados de energía sin medida, los rasgos innatos del pueblo iraní. Lo que tuvo lugar hacia el este y el sur del mar Caspio solo puede entenderse adecuadamente, incluso externamente, si lo comparamos con las condiciones de más hacia al norte, es decir, en las regiones que bordean la Siberia y Rusia de hoy, incluso extendiéndose a Europa. Allí había gente que habían conservado gran parte de la clarividencia antigua y en las que se podía mantener una especie de equilibrio entre la facultad de la antigua percepción espiritual y la de la percepción material, del nuevo pensar intelectual. Muchos de ellos aún podían ver el mundo espiritual. Esta facultad de visión, (que ya había degenerado y se había vuelto, como diríamos hoy, en una clarividencia astral inferior), tuvo, por su naturaleza, cierto efecto sobre la evolución general de la humanidad. Esta forma inferior de clarividencia produce un tipo muy definido de ser humano, un rasgo definido de carácter en quienes están dotados de ella, en tales personas era claramente evidente. Era innato en ellos exigir a la Naturaleza circundante lo que necesitaban para su sustento mientras ellos mismos empleaban el mínimo esfuerzo. 

Sabían que los Seres divino-espirituales están presentes en las plantas, los animales, etc., porque realmente los contemplaban; sabían que estos Seres son los poderes detrás de toda creación física. Pero este conocimiento los impulsaba a exigir que sin ningún esfuerzo por su parte los Seres divino-espirituales por quienes habían sido creados, les proveyeran el sustento. Se podrían citar muchas cosas como expresiones de la disposición y el estado del alma que predominaba en estos pueblos de clarividencia astral decadente. En el período que es importante que consideremos ahora, todos estos pueblos eran nómadas, no tenían establecido un lugar determinado donde habitar; deambulaban como pastores, sin preferencia por ninguna localidad en particular, les traía sin cuidado lo que la Tierra tenía para ofrecerles y demasiado dispuestos a destruir cualquier cosa a su alrededor cuando la necesitaban para su sustento. Estos pueblos, no estaban calificados para hacer nada que elevara el nivel de cultura, y carecían de la disposición de ánimo para transformar la Tierra. Así surgió lo que quizás sea uno de los mayores antagonismos de la evolución post-atlante: el antagonismo entre estos pueblos de más al norte y los iraníes. Entre los iraníes se desarrolló el anhelo de intervenir en lo que sucedía a su alrededor, de establecerse en un lugar, de adquirir posesiones mediante el esfuerzo, en otras palabras, aplicar las fuerzas espirituales del hombre para lograr la transformación de la naturaleza. Ese era el impulso más fuerte entre los iraníes. En las tierras limítrofes del norte, vivían los pueblos que veían el mundo espiritual, que estaban, por así decirlo, familiarizados con los seres espirituales, pero que eran nómadas, sin ninguna inclinación por el trabajo ni interés en promover la cultura en el mundo físico.

Este drástico antagonismo fue meramente el resultado de las diferentes formas de desarrollo anímico empleadas. También se conoce en la historia externa como el gran antagonismo entre Irán y Turán, cuyas causas no se entienden. Esas fueron en realidad las razones.

Turán está situada al norte, en el área hacia Siberia. Sus habitantes, como ya se dijo, eran una amalgama de pueblos fuertemente dotados de una clarividencia astral inferior heredada y que, como consecuencia de su experiencia en el mundo espiritual, no tenían inclinación ni comprensión suficiente para establecer ninguna forma de cultura externa. Debido a que estos pueblos tenían una disposición pasiva y sus sacerdotes a menudo eran magos y hechiceros de un tipo inferior, cuando se trataba de asuntos espirituales, siempre solían involucrarse en prácticas mágicas muy cuestionables, de hecho con bastante frecuencia en la magia negra real. Al sur se encontraba Irán, donde, como hemos visto, en una etapa muy temprana surgió en la gente el impulso de transformar el mundo de los sentidos, incluso con los medios más primitivos disponibles, a través de las facultades espirituales del hombre para establecer formas externas de cultura y civilización. Esto les dará idea del gran antagonismo entre Irán y Turán. 

La leyenda de Djemjid, (un hermoso mito), relata cómo el rey Djemjid condujo a su pueblo desde el norte hacia Irán. Este rey había recibido del Dios que después llegaría a ser reconocido con el nombre de Ahura Mazdao, una daga dorada mediante la cual debía cumplir su misión en la Tierra. De entre aquellas masas apáticas de turanios, el rey Djemjid seleccionó personas a las que había entrenado especialmente, y en la daga dorada hemos de ver un impulso para el logro de la sabiduría, relacionada con las facultades externas de los hombres, sabiduría capaz de redimir ciertas facultades que ya se habían vuelto decadentes imbuyéndolas con la fuerza espiritual que el hombre puede adquirir en el plano físico. Esta daga dorada, como un arado, convirtió la tierra en tierra cultivable, hizo posible los primeros inventos primitivos de la humanidad. Actuó en aquella tierra y sigue actuando en todos los logros culturales de la civilización de los que los hombres se enorgullecen. Hay un gran significado en el hecho de que el rey Djemjid, que marchó desde Turan al país iraní, recibiese esta daga del propio Ahura Mazdao. Representa una fuerza dada al hombre por la cual puede trabajar y transformar la Naturaleza externa. El mismo Ser del que recibió esta daga dorada fue también el gran Inspirador de Zarathustra, el líder del pueblo iraní. 

Fue Zarathustra quien en tiempos primitivos, poco después de la catástrofe atlante, infundió los impulsos que pudo llevarse de los sagrados Misterios a las personas que sentían la necesidad de aplicar el poder del espíritu humano a la cultura externa. Zarathustra debía dar nuevas esperanzas, nuevas visiones del mundo espiritual a este pueblo que ya no poseía la antigua visión atlante. Abrió el camino por el cual la gente finalmente se daría cuenta de que la luz solar externa es solo el cuerpo externo de un Ser espiritual sublime a quien llamó Ahura Mazdao, la "gran" Aura, en contraste con la "pequeña" aura del hombre. Zarathustra quería transmitir que este mismo Ser, que aún se encontraba a remotas distancias cósmicas, algún día descendería a la Tierra para unir Su sustancia con la Tierra y continuar actuando en la historia y la evolución de la humanidad. Así Zarathustra dirigió las mentes de estas personas al mismo Ser que vivió más tarde en la historia como el Cristo. El poderoso logro de Zarathustra consistió en esto: en recuperar a aquella humanidad post-atlante que se había alejado de los mundos divinos, revelándoles el camino del ascenso hacia lo espiritual y dándoles a los hombres la esperanza de poder alcanzar la meta, aunque fuese con fuerzas que habían descendido al nivel del plano físico. Mientras que el antiguo indio alcanzaba lo espiritual en su antigua forma a través del entrenamiento de Yoga, Zarathustra en cambio a través de la enseñanza, le abrió a los hombres un nuevo camino.

Zarathustra representa un patrón que podemos llamar Gushnasp, una figura de gran importancia. Pero me gustaría poner de relieve que la fecha establecida del personaje de Zarathustra al que me refiero, incluso los griegos la sitúan cinco mil años antes de la Guerra de Troya; Él no es, por lo tanto, la figura que la historia externa reconoce con ese nombre, ni tampoco el Zarathustra que se menciona como viviendo durante el reinado de Darío. El auténtico Zarathustra era una majestuosa naturaleza sacerdotal, que hacía resaltar al gran Espíritu del Sol, Ahura Mazdao, aquél Ser que habría de guiar a la humanidad de regreso desde lo físico hacia lo espiritual, y Gushnasp era una naturaleza real, lista para realizar cualquier acción en el mundo externo que difundiera las poderosas inspiraciones de Zarathustra. De ahí que las inspiraciones y objetivos de Zarathustra y Gushnasp que estaban teniendo efecto en el antiguo Irán, colisionaran inevitablemente con las condiciones que prevalecían en el norte inmediato. Y el resultado de la colisión fue una de las guerras más grandes jamás habidas en el mundo, una guerra de la que poco se dice en la historia externa porque tuvo lugar en un pasado tan remoto. Fue un conflicto de la mayor magnitud posible, entre Irán y Turan. Y a partir de esta guerra, que duró, no décadas sino siglos, se desarrolló un cierto estado de ánimo y una actitud anímica que persistió durante mucho tiempo en Asia y cuya naturaleza puede describirse de la siguiente manera: Los seguidores de Zarathustra, decían a tal efecto: dondequiera que miremos hay un mundo descendido de alturas divino-espirituales pero ahora se encuentra mas abajo de su nivel anterior. Debemos suponer que el mundo de los animales, las plantas y los minerales que nos rodeaban, alguna vez debió existir en un nivel superior y que todo ha ido en declive. Pero el hombre tiene la esperanza de poder reconducirlo hacia arriba nuevamente. Ahora trataremos de trasladar en términos de nuestro lenguaje lo que sentía un iraní, tal cómo lo habría hecho un maestro con sus alumnos. Quizás habría dicho: Piensen en el lobo. El animal que vive como el lobo físico que ahora ustedes ven, es el resultado de su estado anterior, pero en declive. Anteriormente no manifestaba sus atributos negativos. Pero si en ustedes germinan las buenas cualidades y las combinan con sus poderes espirituales, pueden domesticar a este animal; ¡pueden inculcarle sus propias buenas cualidades, convirtiéndolo en un perro dócil que les sirva! En el lobo y el perro se hallan dos seres que se caracterizan por ser dos grandes corrientes de fuerzas en el mundo. De modo que, los hombres que usaron sus facultades espirituales para trabajar en el mundo circundante pudieron domesticar a los animales, elevarlos a un nivel superior, mientras que los otros dejaron a los animales tal como estaban, con el resultado de que descendieron a etapas cada vez más bajas de la existencia. 

Aquí entran en juego dos fuerzas diferentes, una la que aplicaban aquellos hombres cuya actitud era la siguiente “si dejo a la Naturaleza tal como está, se hundirá más y más; todo se volverá salvaje. Pero puedo dirigir mis ojos espirituales hacia los Poderes benéficos en los cuales confío; entonces esos Poderes me ayudarán y seré capaz de redirigir de nuevo lo que está en peligro de hundirse. ¡Este Poder me confiere la esperanza de que sea posible un mayor desarrollo! El iraní identificaba este Poder con Ahura Mazdao y se decía “El hombre puede ennoblecer y sublimar las fuerzas de la Naturaleza cuando se une con Ahura Mazdao, con el poder de Ormuzd. Ormuzd representa, una corriente que fluye hacia arriba. Pero si el hombre deja la Naturaleza tal como está, todo degenerará hacia un estado salvaje. Esto se debe a Ahriman, así fue como se desarrolló el siguiente estado de ánimo en las regiones de Irán. Los hombres dijeron: Al norte de donde estamos nosotros, viven muchos que están al servicio de Ahriman. Son el pueblo de Ahriman que deambula por el mundo y toma lo que la Naturaleza le ofrece, sin hacer nada por espiritualizar la Naturaleza. ¡Sin embargo, queremos unirnos con Ahura Mazdao!" Así, los hombres fueron conscientes de la dualidad en el mundo. Los iraníes, el pueblo de Zarathustra, sintieron esta dualidad y deseaban organizar su vida para que la necesidad de una forma superior de existencia se expresara en sus leyes. Esta fue la consecuencia externa del zoroastrismo y en ello debemos ver el contraste entre Irán y Turan.

La guerra de la cual la historia oculta da tantos y tan detallados relatos, la guerra entre Ardshasp y Guslinasp, siendo el primero el Rey de los Turanios y el segundo el patrón de Zarathustra, no es más que la expresión del antagonismo entre el Norte y el Sur, entre los hombres que viven en las dos regiones de Turan e Irán. Si entendemos esto, percibiremos una corriente de vida del alma que fluye desde Zarathustra a toda la humanidad sobre la que ejerció su influencia. Para poder comenzar, pues, ha sido necesario describir todo el entorno, todo el entorno en el que se hallaba Zarathustra. Sabemos por conferencias anteriores que la Individualidad que encarnó en la sangre que fluyó desde Abraham a través de tres veces catorce generaciones y que apareció como Jesús de Nazaret, de quien el Evangelio de San Mateo dice, que había sido la Individualidad de Zarathustra. Por lo tanto, fue necesario buscarlo donde se encuentra por primera vez, en la primera época post atlante. Y ahora surge la pregunta "¿Por qué la sangre que fluyó de Abraham en Asia occidental a través de las generaciones fue la sangre más adecuada para una encarnación posterior de Zarathustra? (Porque en una de las encarnaciones posteriores de Zarathustra fue la de Jesús de Nazaret)." Para abordar esta cuestión, fue necesario, en primer lugar, preguntar sobre la figura central, la Individualidad de Zarathustra, que encarnó en la sangre del pueblo hebreo. Mañana tendremos que considerar por qué fue necesariamente esa sangre, en esta población racial en particular, de la que Zarathustra obtuvo su cuerpo como Jesús de Nazaret.


traducción de Julio Luelmo abril 2020

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El objetivo de este blog es publicar en Internet todo el material fuente existente para las transcripciones de las conferencias de Rudolf Steiner de la forma más completa posible, para que este gran tesoro esté disponible para toda la humanidad. Se trata de notas de oyentes, transcripciones de conferencias y, en su mayor parte, transcripciones en texto plano de conferencias estenografiadas, también conocidas como transcripciones en texto plano. De este modo, cualquiera puede comprobar por sí mismo, mediante comparaciones, qué dijo realmente Rudolf Steiner y cómo fue editado (y, por tanto, modificado) en las distintas ediciones. Y por último, pero no menos importante, también encontrarán mucho material inédito. La obra de Rudolf Steiner es de dominio público desde 1996 y, por tanto, pertenece legalmente a toda la humanidad. Él mismo habría elegido una fecha mucho más temprana para la publicación de su obra, como se desprende de los pasajes sobre propiedad intelectual que citamos a continuación; Incluso el período de protección de 30 años que se aplicaba entonces le parecía demasiado largo. ¿Y qué habría dicho sobre el hecho de que 85 años después de su muerte, parte de su obra docente siga inédita y acumulando polvo en los archivos? Él mismo encontró una expresión adecuada para esto: Fue puesto en un ataúd. Este sitio web está destinado a ayudar a liberarlo de este ataúd. "Lo que el hombre puede crear a partir de sus capacidades intelectuales se lo debe a la sociedad humana, al orden social humano. En realidad, no le pertenece. ¿Por qué gestionamos nuestra propiedad intelectual? Simplemente porque la produces; al producirla, demuestras que tienes la capacidad de hacerlo mejor que los demás. Mientras tengas esa capacidad mejor que los demás, gestionarás mejor esa propiedad intelectual al servicio del conjunto. Ahora la gente se ha dado cuenta al menos de que esta propiedad intelectual no se perpetúa sin fin. Treinta años después de la muerte, la propiedad intelectual pertenece a toda la humanidad. Cualquiera puede imprimir lo que yo he producido treinta años después de mi muerte. Puede utilizarlo como quiera; y eso está bien. Incluso estaría de acuerdo si hubiera más derechos en este ámbito. No hay otra justificación para la gestión de la propiedad intelectual que el hecho de que, porque se puede producir, también se tienen las mejores capacidades [...] Será una forma sana de socializar el capital si hacemos fluir en el organismo social lo que hoy se acumula como capital en el derecho de sucesiones, en el surgimiento de las pensiones, del derecho de las manos ociosas, de los derechos humanos superfluos, lo que así se acumula en capital; eso es lo que importa. Ni siquiera hace falta decir que la propiedad privada debe convertirse en propiedad social. El concepto de propiedad no tendrá ningún significado". Rudolf Steiner el 25 de abril de 1919